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La capacidad de lectura de los niños mejora con videojuegos, según un estudio

Por: ABC

El estudio demuestra, además, que estas ganancias persisten en el tiempo, hasta el punto de que se observa una mejora en las notas de la escuela más de un año después de finalizar el entrenamiento.

Un equipo internacional de la Universidad de Ginebra (UNIGE), en Suiza, y la Universidad de Trento (Italia) han probado que un videojuego de acción para niños mejoraría las habilidades de lectura. Los resultados, publicados en la revista ‘Nature Human Behaviour’, demuestran una mejora de las capacidades de lectura tras sólo 12 horas de juego. El estudio demuestra, además, que estas ganancias persisten en el tiempo, hasta el punto de que se observa una mejora en las notas de la escuela más de un año después de finalizar el entrenamiento.

La decodificación de las letras en sonidos es un punto clave en el aprendizaje de la lectura, pero no es suficiente para dominarla. «La lectura recurre a otros mecanismos esenciales en los que no pensamos necesariamente, como saber mover los ojos en la página o utilizar la memoria de trabajo para enlazar las palabras en una frase coherente», señala Daphné Bavelier, profesora de la Sección de Psicología de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación (FPSE) de la UNIGE.

«Se sabe que estas otras habilidades, como la visión, el despliegue de la atención, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, mejoran con los videojuegos de acción», explica Angela Pasqualotto, primera autora de este estudio, que se basa en su tesis doctoral en el Departamento de Psicología y Ciencias Cognitivas de la Universidad de Trento bajo la dirección de los profesores Venuti y De Angeli. Con esta idea, se diseñó un videojuego que combina videojuegos de acción con minijuegos que entrenan diferentes funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, la inhibición y la flexibilidad cognitiva, funciones a las que se recurre durante la lectura.

«El universo de este juego es un mundo alternativo en el que el niño, acompañado de su Raku, una criatura voladora, debe realizar diferentes misiones para salvar planetas y progresar en el juego», añade Angela Pasqualotto. La idea es reproducir los componentes de un juego de acción, sin incorporar la violencia, para que sea apto para los más pequeños. «Por ejemplo, el Raku vuela a través de una lluvia de meteoritos, moviéndose para evitarlos o apuntando a ellos para debilitar su impacto, mientras recoge recursos útiles para el resto del juego, un poco como lo que se encuentra en los videojuegos de acción», prosigue.

A continuación, los científicos trabajaron con 150 escolares italianos de entre 8 y 12 años, divididos en dos grupos: el primero jugó al videojuego desarrollado por el equipo, y el segundo a ‘Scratch’, un juego que enseña a los niños a codificar. Ambos juegos requieren control atencional y funciones ejecutivas, pero de manera diferente.

El videojuego de acción requiere que los niños realicen tareas dentro de un límite de tiempo, como recordar una secuencia de símbolos o responder sólo cuando el Raku emite un sonido específico, mientras se incrementa la dificultad de estas tareas según el rendimiento del niño. ‘Scratch’, el juego de control, requiere planificación, razonamiento y resolución de problemas. Los niños deben manipular objetos y estructuras lógicas para establecer la secuencia de programación deseada.

«Primero probamos la capacidad de los niños para leer palabras, no palabras y párrafos, y también realizamos una prueba de atención que mide el control atencional del niño, una capacidad que sabemos que se entrena con los videojuegos de acción», explica Daphne Bavelier. A continuación, los niños siguieron el entrenamiento con el videojuego de acción o el de control, durante seis semanas, dos horas a la semana bajo supervisión en el colegio. Los niños fueron examinados en la escuela por los clínicos del Laboratorio de Diagnóstico y Educación de Observación (UNITN). Poco después de terminar el entrenamiento, los científicos repitieron las pruebas en ambos grupos de niños. «Encontramos una mejora de 7 veces en el control atencional en los niños que jugaron al videojuego de acción en comparación con el grupo de control», dice Angela Pasqualotto.

Y lo que es más sorprendente, el equipo de investigación observó una clara mejora en la lectura, no sólo en términos de velocidad de lectura, sino también de precisión, mientras que no se observó ninguna mejora en el grupo de control. Esta mejora en la lectura se produce a pesar de que el videojuego de acción no requiere ninguna actividad de lectura. «Lo que resulta especialmente interesante de este estudio es que realizamos otras tres pruebas de evaluación a los 6, 12 y 18 meses después del entrenamiento. En cada ocasión, los niños entrenados obtuvieron mejores resultados que el grupo de control, lo que demuestra que estas mejoras se mantuvieron», afirma Angela Pasqualotto.

Además, las calificaciones en italiano de los niños entrenados mejoraron significativamente con el tiempo, lo que demuestra una mejora virtuosa de la capacidad de aprendizaje. «Los efectos son, pues, a largo plazo, en consonancia con el videojuego de acción que refuerza la capacidad de aprender a aprender», subraya Daphne Bavelier. En el marco del NCCR Evolving Language y en colaboración con Irene Altarelli (coautora del artículo e investigadora de LaPsyDE, Universidad de París), el juego se adaptará al alemán, al francés y al inglés.

«Al leer, la descodificación es más o menos difícil según el idioma. El italiano, por ejemplo, es muy transparente -cada letra se pronuncia-, mientras que el francés y el inglés son bastante opacos, lo que supone retos de aprendizaje bastante diferentes. La lectura en lenguas opacas requiere la capacidad de aprender excepciones, de aprender cómo una variedad de contextos influye en la pronunciación y exige una mayor confianza en la memorización», comenta Irene Altarelli.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-capacidad-lectura-ninos-mejora-videojuegos-segun-estudio-202201200112_noticia.html

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Los nuevos estudiantes

Por: Miguel Ángel Casillas

Con el inicio del año arranca un nuevo semestre en la educación superior; todos quisiéramos creer que lo haremos sin la pandemia de la COVID, sin embargo, esto es imposible pero también ineludible cuando pensamos en el diseño de los cursos o en las planeaciones didácticas que habremos de desarrollar.

Los cursos de este semestre habrán de programarse de modo híbrido, con grupos diezmados por el abandono, combinando hipotéticas sesiones presenciales con sesiones de trabajo a la distancia; volveremos a poner disponibles las lecturas y actividades en alguna plataforma de enseñanza; actualizaremos los grupos de Facebook y de WhatsApp. Habremos de continuar en clases a través de las pantallas, reactivaremos los foros de discusión, volveremos a recomendar y a descargar archivos desde el chat de la videoconferencia en que estemos conectados. Nuestros estudiantes seguirán leyendo en las pantallas de sus celulares y computadoras, descargando archivos de texto, de audio o de video para acceder al contenido de sus cursos.

Los actuales estudiantes de la educación superior, la enorme mayoría, los que llevan transcurridos cuatro semestres en pandemia y siguen bajo esa condición, no conocen físicamente las instalaciones universitarias, no las frecuentan ni les son familiares; ignoran dónde están las canchas y los espacios deportivos, las bancas y los rinconcitos. Nunca han visitado la biblioteca de su escuela: no saben a qué huelen miles de libros alineados en los anaqueles, nunca han localizado ahí un libro de papel, ni saben cómo buscarlos, nadie los ha regañado por alzar la voz o reír de un chiste para inculcarles el culto al silencio. Como la mayoría de los trámites se hacen en línea, desconocen los espacios administrativos y secretariales, no entregan oficios en papel, ni se les solicitan sellos de tinta en papel membretado.

Recluidos en sus casas, separados de sus amigos, sin interacciones físicas y corporales con sus compañeros de estudio, sin cachondear con sus novios o novias, miles de jóvenes universitarios han estado casi dos años sometidos a las medidas de control y distanciamiento social. Miles de nuestros actuales estudiantes no han socializado con sus compañeros dentro del claustro; no se conocen físicamente, desconocen su verdadero tono de voz, el color de sus ojos, su olor o su vestimenta para salir a la calle. Nunca han jugado ni sudado juntos. No hacen mítines ni protestas, tampoco bailan ni hacen fiestas sometidos por la sana distancia. Sólo se han conocido a través de las pantallas e interactuado de modo remoto a través de videoconferencias o grupos de colaboración.

Los nuevos estudiantes de la educación superior conocen a sus profesores por las pantallas, escuchan sus clases en línea o revisan los videos pregrabados. Casi nunca han discutido con ellos de viva voz, no han compartido dudas o comentarios en los pasillos o en las explanadas; mucho menos han departido con ellos en bares, fiestas y otros espacios informales. Nunca los han visto actuar en clase, gesticulando de pie incentivando la imaginación de sus alumnos.

De por si distantes del alumnado, en la actualidad los estudiantes desconocen completamente quiénes son las autoridades escolares e institucionales. Nunca el funcionariado había estado tan lejos del alumnado, nunca el gobierno institucional había sido tan opaco y la gobernanza tan autoritaria.

Aunque saben que existe físicamente, para los nuevos estudiantes, la universidad es un espacio fundamentalmente virtual, ahí han hecho su vida cotidiana de estudiantes, han tomado sus clases e interactuado con sus compañeros y profesores; en ese entorno virtual han accedido a las lecturas y realizado sus trámites administrativos. Tanto el servicio social, como las tesis y sus asesorías se están realizando en espacios virtuales, se investiga a la distancia a través de formularios electrónicos y de la etnografía digital.

Un hipotético retorno a las actividades presenciales no puede suponer un simple retorno al pasado, después de la experiencia vivida y de reconocer quiénes son los actuales estudiantes de la educación superior estamos obligados a reformar las prácticas y el contenido de la enseñanza superior. Es necesario dar prioridad al aprendizaje y diseñar estrategias relativas a las nuevas formas de estudiar, de leer y buscar información; debemos imaginar un nuevo cuaderno propio de las nuevas formas de tomar notas (con fotos, hipervínculos, imágenes, textos, etc.), así como aprovechar al máximo el potencial de los foros, chats y otros espacios de interacción y colaboración entre estudiantes.

El propio de desarrollo de la pandemia nos obliga a dejar de considerar la situación actual como transitoria y nos exige asumir plenamente que es impostergable la reforma de la enseñanza para asumir quiénes son los estudiantes actuales y cómo hemos cambiado los profesores de la educación superior.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-nuevos-estudiantes/

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Formación continua de docentes: ¿va en serio?

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«Los programas de formación continua representan acciones casi olvidadas de las políticas públicas educativas…»

El Diario Oficial de la Federación publicó el pasado 13 diciembre de 2021, el documento “Criterios generales de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente, y para la valoración de su diseño, operación y resultados en educación básica y media superior.” (CGPFCDPD-2021).

Los criterios tienen como objetivo definir las bases para formular programas de formación continua y desarrollo profesional docente (así como de directivos escolares y asesores técnicos) en educación básica y media superior, y para valorar su diseño, operación y resultados, con el fin de que sean relevantes y pertinentes a las características y condiciones de los docentes, las escuelas, las zonas y sectores escolares, regiones y entidades federativas, señala el documento de referencia.

La pertinencia y oportunidad de generar criterios que guíen el diseño, operación y evaluación de dichos programas, es un acierto de la actual orientación general establecida en el Artículo Tercero Constitucional y leyes secundarias en materia educativa (actualizados en 2019), en el sentido de definir las bases técnicas y crear condiciones adecuadas para fortalecer los programas nacionales y locales de formación continua y de desarrollo profesional, dirigidos a dichas figuras educativas, como un derecho pleno de las y los trabajadores.

Digo esto porque los programas de formación continua y de desarrollo profesional, dirigidos a docentes, directivos escolares y asesores técnicos de la educación básica y media superior, en servicio, han representado históricamente ámbitos o acciones casi olvidados de las políticas públicas educativas.

Cabe resaltar esta cuestión porque, en algunos casos, los recursos públicos originalmente destinados hacia estas tareas estratégicas (la formación continua o permanente de docentes), han sido subvalorados o, en caso extremos, han sido desviados hacia otros ámbitos de la administración pública federal (me refiero de la SEP), a partir de criterios discrecionales administrativos, no educativos ni académicos.

Existe el hecho, documentado, de que durante el ejercicio de la administración de la SEP de la época de Aurelio Nuño (2015-2017), la dependencia realizó un subejercicio de los recursos destinados hacia la formación continua de las figuras educativas, mientras que el gasto ejercido en el área de comunicación social, aumentó.

En la actualidad, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación es la institución encargada, de acuerdo con la ley, de emitir dichos criterios para el diseño, operación y valoración de los programas de formación continua y desarrollo profesional de docentes, directivos escolares y asesores técnicos de educación básica y media superior.

En uno de sus párrafos, el documento de Criterios, indica: “El artículo 113, fracción VIII, de la Ley General de Educación establece que, en el caso de docentes de educación básica, corresponde a la autoridad educativa federal regular dicho sistema sujetándose a los lineamientos, medidas, programas, acciones y demás disposiciones generales que resulten de la aplicación de la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros.”

En la primera parte de la cita anterior, cuando se habla se “sistema” se refiere al Sistema Integral de Formación, Capacitación y Actualización al cual deben tener acceso las maestras y los maestros tanto de educación básica como de media superior.

“El artículo 92 de la Ley General de Educación mandata que las autoridades educativas, en sus respectivos ámbitos de competencia, constituirán el Sistema Integral de Formación, Capacitación y Actualización, que… será retroalimentado por evaluaciones diagnósticas para cumplir los objetivos y propósitos del sistema educativo nacional…”

En otra parte del documento se señala: “Para garantizar el derecho de las maestras y los maestros a acceder a un sistema integral de formación, de capacitación y de actualización, el artículo 12, de la Ley Reglamentaria del Artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Mejora Continua de la Educación, define que las autoridades de educación media superior, las autoridades educativas de los Estados y de la Ciudad de México y los organismos descentralizados, ofrecerán programas de desarrollo profesional y cursos, de conformidad con los criterios que emita la Comisión, bajo la coordinación de la Secretaría a través de sus áreas competentes…”

El documento de criterios está organizado por los siguientes apartados principales: Definiciones (artículo 3); Criterios generales de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente. (artículos 4 al 8); Intervenciones formativas (artículos 9 al 20); Criterios para la valoración del diseño, operación y resultados de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente (artículos 21 al 24) y De los Consejos de Formación Continua y Desarrollo Profesional Docente (artículos 25 al 46).

También en el documento se define a la formación continua como un proceso amplio que incluye a la formación inicial de las figuras educativas. Es “el proceso institucional, intencionado, sistemático y permanente que abarca etapas que van de la formación inicial y la inserción laboral en distintas funciones, a la formación en el servicio y hasta el final de la vida laboral. La formación continua contribuye al desarrollo profesional docente, aunque no lo agota, ya que el fortalecimiento de saberes, prácticas y autonomía profesional de maestras y maestros depende también de factores institucionales y sociales que lo posibilitan o impiden.”

En el documento así mismo se establece un marco de referencia de saberes y conocimientos docentes para la formación continua (por cada una de las figuras educativas), y referentes y medios para la valoración del diseño, operación y resultados de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente.

Los primeros programas de formación continua y desarrollo profesional docente formulados conforme a los criterios que se emiten, iniciarán su operación en el ciclo escolar 2022-2023, por lo que deberán estar diseñados en su totalidad de manera previa (tercero transitorio).

Será conveniente que estos criterios se conviertan en realidad y no se queden en letra muerta. Además, sería deseable que tanto las autoridades educativas federales como estatales den a conocer los montos de financiamiento que anualmente se destinarán a la operación de los programas de formación continua. ¿Cuánto invertirá el Estado mexicano en la formación continua de sus docentes, directivos escolares y asesores técnicos, al año, de aquí en adelante? ¿Esto va en serio? Porque las experiencias institucionales anteriores en esta materia, son deplorables. ¿Cuáles serán los compromisos explícitos al respecto y qué instancias garantizarán que se haga efectivo este derecho esencial de las y los trabajadores de la educación?

Fuente consultada:

(1) Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación. Criterios Generales de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente, y para la valoración de su diseño, operación y resultados en educación básica y media superior. CGPFCDPD-2021. DOF, 13 de diciembre, 2021.

Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23

Correo electrónico: jcmqro3@yahoo.com


Publicado en SDPnoticias

Fuente: https://profelandia.com/formacion-continua-de-docentes-va-en-serio/

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Todos los niños deberían ser hiperactivos

Por: Educación 3.0

Apostar por el movimiento y la actividad física y mental de los menores es clave para su desarrollo cognitivo. Esta es la opinión de Ainhoa Sarmiento, experta en educación y desarrollo de la creatividad a través del movimiento.

Los menores, en toda su etapa de desarrollo, tienen una tendencia natural hacia el movimiento que les impulsa a experimentar la movilidad de su cuerpo de todas las formas posibles. Ese impulso natural, instintivo, tiene una finalidad y es la de desarrollar conexiones neuronales y con ello impulsar el desarrollo cerebral y cognitivo. Aunque nos cueste admitirlo, resulta que el cerebro no se creó para pensar, sino para permitir el control del movimiento. En realidad el cerebro no nos diferencia de los animales sino de las plantas.

El cerebro nace para permitir el control motor, que a su vez hace posible el movimiento. Solo se desarrolla en los seres vivos que se mueven a voluntad, de manera que la principal función de nuestro cerebro es la de posibilitar el movimiento del cuerpo, y de hecho más del 90% de la actividad cerebral se destina al funcionamiento del cuerpo y no a las funciones cognitivas. Y para que el cerebro del niño se desarrolle y dentro de él se generen las sinapsis o conexiones neuronales necesarias para que pueda aprender, es imprescindible que el menor se mueva mucho. Es imprescindible que el niño sea ‘hiperactivo’.

El sexto sentido es en realidad el primero

hiperactivos

El sistema vestibular, que hace referencia a ese ‘sexto sentido’ que nos permite mantener el equilibrio, es el primer sistema sensorial que se desarrolla en la fase prenatal. Entra en funcionamiento desde el nacimiento y participa en el control motor pero también en el desarrollo cognitivo y la regulación de los estados de ánimo.

Podríamos decir que los primeros aprendizajes del bebé, que son los que empiezan a organizar su cerebro, se relacionan con la percepción de su propio cuerpo y del movimiento. Y este proceso continúa durante toda la infancia. El sistema vestibular es, además, el que organiza las percepciones de los demás sentidos, como la vista, el oído, el olfato y el tacto. Y es por ello que sin un correcto funcionamiento del sistema vestibular los niños podrían presentar dificultades de aprendizaje. La mejor manera de estimular la maduración y el correcto funcionamiento de este sistema es permitir que los infantes se muevan libremente durante el máximo tiempo posible.

El movimiento es algo instintivo y natural en los bebés, no necesitamos enseñarles a patalear, a girar la cabeza, a intentar incorporarse, a sostenerse sentados, etc. De hecho, las revisiones de los pediatras en los primeros años de vida observan con cuidado los movimientos y los reflejos de los bebés como un indicador de que su evolución es la correcta. Todos estos movimientos instintivos están generando nuevas conexiones entre las neuronas del cerebro, y  cuando mayor sea la gama de movimientos que el niño experimenta, practica y llega a dominar, mejor será el desarrollo de su cerebro y mayor el número de sinapsis o conexiones entre las neuronas.

Mantenerse activo para desarrollar las capacidades cognitivas

todos los niños deberían ser hiperactivos

Es imprescindible mantener la actividad física y el movimiento libre durante toda la etapa de desarrollo si no queremos mermar las capacidades cognitivas y de aprendizaje de los niños. Pero también es importante inculcar un estilo de vida activo para mantener la salud del cerebro a lo largo de toda la vida.

Existe la falsa creencia de que para estudiar, para aprender, hay que estar sentado, quieto y callado. Y a pesar de los muchos avances en neuroeducación y el desarrollo de múltiples estrategias didácticas basadas en el aprendizaje activo y manipulativo, hay un elemento que sigue invadiendo las aulas: las sillas. Y otro que sigue desterrado: el cuerpo en movimiento. Cuando el cuerpo no se mueve, el cerebro se relaja y sus niveles de atención disminuyen exponencialmente. El Instituto Tecnológico de Massachusetts demostró en una investigación que la actividad cerebral de un estudiante que permanece quieto, escuchando en clase, es la misma que cuando hace zapping en la televisión.

El movimiento es una de las pocas actividades que estimulan y desarrollan simultáneamente el sistema nervioso central y el periférico. Es decir, que el movimiento es lo único que activa todas las regiones cerebrales y con esta activación mejora la atención. Para mejorar los procesos de aprendizaje también debemos tener en cuenta que toda la estructura cerebral está íntimamente ligada al sistema locomotor y los sentidos. Las investigaciones desarrolladas en el ámbito de la neurociencia han dejado claro que el aprendizaje, el pensamiento, la creatividad y la inteligencia no son procesos que pertenezcan únicamente al cerebro, sino a todo el cuerpo.

Incentivar el movimiento del alumnado como labor docente

Las conexiones neuronales que se establecen cuando el cuerpo se mueve son las que van a propiciar el aprendizaje. Es imposible saber cuánto tiempo permanecerán en la memoria los contenidos que los niños aprenden en el colegio, pero sí se puede demostrar científicamente que las conexiones neuronales que se establecen y fortalecen gracias al movimiento perduran toda la vida, y que estas conexiones o sinapsis son las que van a posibilitar el aprendizaje de los contenidos. De manera que nuestra responsabilidad como educadores es la de generar un tejido nervioso amplio y fuerte, y la vía más directa y efectiva para lograrlo es dotar al niño con una gran amplitud motriz.

Por otra parte, el movimiento favorece la segregación de una serie de sustancias bioquímicas que generan un estado de ánimo óptimo para el aprendizaje y que favorecen la motivación. Todos los organismos internacionales responsables de la salud advierten de los peligros y los aspectos negativos del sedentarismo en la infancia. En los colegios y en sus casas los niños mantienen periodos de sedentarismo prolongados que ponen en peligro su salud y su desarrollo. Y sin embargo maestros y padres siguen ‘quejándose’ de que los niños no paran quietos.

La hiperactividad es una cuestión cuantitativamente subjetiva que solo puede considerarse como trastorno o rasgo negativo en el caso de que genere dificultades para la salud, el aprendizaje o la relación social. Por eso, conociendo la gran importancia que tiene el movimiento para la salud, física, mental y emocional de los niños, y sabiendo que para garantizar su desarrollo cognitivo y aumentar su rendimiento escolar los niños necesitan moverse mucho, deberíamos desear que nuestros niños fuesen todos hiperactivos, en el mejor sentido de la palabra.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/ninos-hiperactivos/

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Saquemos la Filosofía a la calle para pensar la pandemia

Por: Héctor Rodríguez Cruz

Promover una  amplia reflexión filosófica sobre la COVID-19 constituye un elemento esencial para fortalecer las estrategias de prevención, contención y mitigación de la pandemia.

El monstruo de la COVID-19 no se ha ido. No ha muerto. Ante esto, no sólo es necesario aprender a vivir en medio de él, sino aprovecharlo como una oportunidad de humanizarnos. La invitación nos incluye a todos. No hay categorías de excluidos ni exonerados.

La pandemia nos igualó y nos amenazó a todos por igual. No respetó clases sociales, burbujas ni escondites. Nos convirtió a todos en candidatos a una muerte con epitafios improvisados y en herederos de una vida con esperanzas, sueños e ilusiones arrebatados.

Como “sobrevivientes” estamos  obligados  a aprender y enseñar las lecciones que deja la pandemia. Hay que realizar una obligada reflexión filosófica acerca qué somos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos en este nuevo escenario de la vida.

En los momentos difíciles surgen esas preguntas que se constituyen en el punto de partida de la filosofía para explicar el sentido de la vida del hombre. De esa manera, la “reflexión filosófica” puede aportar mucho en las actuales circunstancias pandémicas.

En primera instancia el ejercicio reflexivo pudiera motivarse con el texto siguiente:“Ojalá que con esta pandemia hayamos aprendido que somos seres que sentimos el dolor propio y el de los otros. Que sufrimos, lloramos, reímos, nos indignamos, temblamos de placer y de miedo. Quizás en este (re)descubrimiento hallemos el primer paso para una nueva humanidad, porque ese proceso de vernos igualados, nos permitirá, a su vez, entablar relaciones sin jerarquías y basadas en la común dignidad que compartimos”. (Octavio Salazar. 2021. “La Vida en Común: Los hombres que deberíamos ser después del Coronavirus”).

Afrontar debidamente la pandemia impone rescatar la idea de “conversión”, resumida en dos palabras griegas: metánoia (cambiar de opinión, arrepentirse, cambiar de modo de ser) y epistrophé (volver la mirada atrás para darnos cuenta de lo que hemos venido haciendo), para que se pueda vivir mejor y construir un mundo más humano y solidario.

De acuerdo con Paulette Dieterlen Struck, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, “los humanos sí hemos hecho muchas cosas mal que han contribuido de manera definitiva para que ahora nos encontremos amenazados como especie por la COVID-19”. ¡Cargamos con la deuda moral de enmendarlas!

Por tanto, no se trata de cátedras, conferencias, lluvias de ideas de filósofos e intelectuales.  Ni de sermones,  peñas y cafés filosóficos sobre la pandemia. Se trata de un “filosofar-pensar-decir-actuar”  ligado a la vida, sentimientos y necesidades de cada persona y de cada comunidad amenazada o abatida directamente o indirectamente por la COVID-19.

La importancia de la reflexión filosófica se expresa en la disposición para hacer frente a los múltiples desafíos que se plantean al mundo en cada momento. Invitando, en particular, a reflexionar sobre el significado, efectos e impactos de la pandemia de la COVID-19.

Viene al caso lo expresado por Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO: “Si la crisis sanitaria pone en tela de juicio varios fundamentos de nuestras sociedades, la filosofía nos ayuda a avanzar mejor, estimulando la reflexión crítica sobre los problemas que ya están presentes pero que la pandemia está llevando a su punto culminante. En un momento en que el extremismo y la rapidez de las grandes turbulencias del mundo a veces nos confunden, la filosofía nos permite al tiempo cambiar de perspectiva y ver más allá, mirar el horizonte sin perder de vista el presente”.

Durante y después de la pandemia asumamos el deber y el derecho de filosofar con lucidez sobre la pandemia procurando ir más allá del simple hábito  de describir, comentar y repetir el pensamiento pensado. Es necesario “pensar-filosofar” desde nuestra realidad.

Promover una  amplia reflexión filosófica sobre la COVID-19 constituye un elemento esencial para fortalecer las estrategias de prevención, contención y mitigación de la pandemia. ¡Saquemos la filosofía a la calle para pensar la pandemia!

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¿Regresar a las escuelas o regresar al encierro y al confinamiento?

Por: Miguel Ángel Pérez

El contexto de la pandemia apenas nos dejó respirar un poco y sus amenazas regresan justo al final de las vacaciones invernales. Los anuncios políticos no son claros ni tampoco generosos. De nuevo se anuncia un regreso a la escuela sin escuelas, los aparatos volverán a encenderse y al otro lado de las pantallas estará la voz y las imágenes de los sin rostro junto con las y los de docentes.

Esta historia que ya la vivimos recientemente, en pleno corazón de la pandemia y sirvió para muy poco, solo nos demostró que nos hace falta mucha imaginación e inventiva para encontrar mejores alternativas para atendernos escolarmente.

En este país los bares, los antros permanecen abiertos mientras se decide cerrar las escuelas, esa es la peor paradoja que nos deja el actual contexto pandémico. En cambio, con la decisión de mantener las escuelas abiertas, las cosas han demostrado que se vive mejor, los alumnos y las alumnas encuentran a sus pares, se ven y platican cara a cara. En estos momentos la socialización y la convivencia es mucho más educativa que los contenidos curriculares formales.

El asistir a la escuela tiene un alto valor simbólico, por la legitimidad de los aprendizajes, por el encuentro cara a cara entre docente y estudiantes y por la ratificación que los espacios de riesgo pueden ser cualquiera, menos las escuelas.

A las escuelas se les concibe o se les debiera concebir como espacios seguros, cuyo cuidado está en los propios actores que asisten a ella: docentes, alumnos y alumnas, directivos y padres de familia (cuando así sucede).

Poco se ha difundido en cuanto a los ámbitos más riesgosos para el contagio, y en ello valorar a las escuelas como espacios seguros que garantizan la protección de sus usuarios, debería ser al concebir a dichas instituciones como espacios blindados que garantizan la interacción social y la sana convivencia.

Cerrar las escuelas nuevamente en este momento, es cancelar la posibilidad de diseñar y construir alternativas educativas para el uso de los espacios escolares abiertos y también en la contraparte se desmitifica el uso de la virtualidad como alternativa única y los supuestos grandes beneficios que ofrece.

En todo caso, es importante recuperar la experiencia anterior, darle la palabra a maestras, maestros y padres de familia y también a los escolares para conocer cómo nos fue, qué representa tomar las clases desde el hogar, qué representa asistir a la escuela y valorar cuál es el ámbito que garantice mayores y mejores beneficios en términos educativos.

Regresar a las escuelas sin escuelas es demostrar que la lección de la fase anterior no la aprendimos satisfactoriamente.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/regresar-a-las-escuelas-o-regresar-al-encierro-y-al-confinamiento/

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Miren arriba

Por: Miguel Ángel Casillas

Para que ocurra la distribución social del conocimiento éste debe ser accesible.

La democratización del conocimiento supone una ampliación de las posibilidades de acceso, pero también de capacidades de apropiación, que lo vuelvan inteligible, que nos permita comprender sus resultados y conclusiones a todos sin cortapisas, utilizable para el beneficio de las comunidades.

La UNESCO acordó un documento por la ciencia abierta a finales del año pasado (https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000378841_spa) que comprende una amplia serie de recomendaciones, casi obligatorias para los estados miembros de este organismo multilateral.

Los objetivos de esta iniciativa son: promover una definición común de ciencia abierta, sus beneficios y desafíos, así como las diferentes formas de implementarla; crear un entorno normativo propicio para la ciencia abierta; invertir en infraestructura y servicios de ciencia abierta; invertir en recursos humanos, formación, educación, alfabetización digital y desarrollo de capacidades para la ciencia abierta; fomentar una cultura de ciencia abierta y armonizar los incentivos para la ciencia; promover enfoques innovadores de la ciencia abierta en las diferentes etapas del proceso científico; promover la cooperación internacional y de múltiples partes interesadas en el contexto de la ciencia abierta y con miras a reducir las brechas digitales, tecnológicas y de conocimiento.

De conformidad con la Recomendación de la UNESCO relativa a la ciencia y los investigadores científicos (2017), por «ciencia» se entiende la empresa mediante la cual la humanidad, actuando individualmente o en grupos, grandes o pequeños, realiza un esfuerzo organizado, en un espíritu de cooperación y competencia, para descubrir y controlar la cadena de causalidades, relaciones o interacciones, a través del estudio objetivo de los fenómenos observados y su validación a través del intercambio de resultados y datos y la revisión por pares; reúne los conocimientos así adquiridos, coordinándolos, a través de un esfuerzo sistemático de reflexión y conceptualización; y así se da la oportunidad de beneficiarse de la comprensión de los procesos y fenómenos que ocurren en la naturaleza y en la sociedad. Sobre la base de los principios básicos de libertad académica, integridad de la investigación y excelencia científica, la ciencia abierta establece un nuevo paradigma que se integra en las prácticas empresariales científicas de reproducibilidad, transparencia, intercambio y colaboración como resultado de la mayor apertura del contenido, las herramientas y los procesos científicos.

Según la UNESCO se entiende por ciencia abierta un concepto inclusivo que abarca diferentes movimientos y prácticas destinados a hacer que el conocimiento científico sea multilingüe, de libre acceso para todos y reutilizable para todos, fortaleciendo la colaboración científica y el intercambio de información en beneficio de la ciencia y la sociedad, y abriendo los procesos creativos, la evaluación y difusión del conocimiento científico a actores de la sociedad más allá de la comunidad científica tradicional. Incluye todas las disciplinas científicas y todos los aspectos de las prácticas académicas, incluidas las ciencias básicas y aplicadas, las ciencias naturales y las ciencias sociales y humanidades, y se basa en los siguientes pilares esenciales: conocimiento científico abierto; infraestructura científica abierta; comunicación científica; la participación abierta de los actores de la sociedad; y el diálogo abierto con otros sistemas de conocimientos.

Conocimiento científico abierto significa para la UNESCO el acceso abierto a publicaciones científicas, datos de investigación, metadatos, recursos educativos abiertos, software y código fuente y materiales del dominio público o protegido por derechos de autor, y publicado bajo una licencia abierta que permite su consulta, reutilización, uso para otros fines, su adaptación y distribución en condiciones específicas, de las que todos los actores se beneficien de inmediato, o lo más rápido posible, independientemente de su lugar de residencia, nacionalidad, raza, edad, género, nivel de ingresos, situación socioeconómica, etapa de su vida profesional, disciplina, idioma, religión, su discapacidad, etnia, estado migratorio o cualquier otra razón, y de forma gratuita. También se refieren a la posibilidad de metodologías de investigación abiertas y procesos de evaluación. De este modo, los usuarios tienen acceso gratuito.

Las recomendaciones de la UNESCO suponen un conjunto de acciones principalemente normativas e institucionales de los estados miembros, que deben favorecer las condiciones para el desarrollo de la ciencia abierta. Pero también supone un cambio de conciencia en los científicos, para comprometerlos en la amplia difusión de sus descubrimientos y en el fomento de su aplicación para la solución de los problemas sociales y ambientales.

Miren hacia arriba y adviertan las recomendaciones de los científicos. La UNESCO es un organismo de profundo carácter progresista que nos recomienda expandir y volver accesibles los resultados de la ciencia para toda la sociedad. Hacia ese empeño democratizador deberían apuntar las políticas públicas de ciencia y tecnología.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/miren-arriba/

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