La base de datos sobre Terrorismo Global (Global Terrorism Database, ‘GTD’), que contiene información de más de 150.000 ataques terroristas desde 1970, recoge que se han realizado2.740 atentados contra centros de enseñanza. Esto incluye colegios, universidades y edificios destinados a la educación.
Las armas que más se emplearon fueron las explosivas: se usaron en un 67,7% de los ataques. Después, las incendiarias, que se utilizaron en un 18%. La mayoría de los atentados se cometieron en Pakistán (768) y en el país vecino, Afganistán (207).
Las personas que atacaron una escuela en ambos sitios rara vez reclamaron la autoría de su acto después de cometerlo. Un total de 593 atentados en Pakistán, y otros 117 en Afganistán, no fueron reivindicados por un grupo terrorista o no se pudo identificar a sus autores, aunque en la GTD se recogen las sospechas sobre quiénes los realizaron: los talibán, que operan en los dos países.
Los talibán “han atentado a menudo contra centros de enseñanza y personal educativo, en los que ven la influencia secular y modernizadora de Occidente”, explica Vicente, que señala que este tipo de objetivos entrarían en la categoría de «blandos» porque «son lugares de fácil acceso en los que las medidas de seguridad son limitadas, lo que facilita la ejecución de los atentados».
Según Vicente, en ambos países los ataques de los terroristas se dirigen, en general, contra las escuelas donde la enseñanza es en inglés y en las que ofrecen educación a las niñas: “Uno de cada cuatro atentados contra instituciones y personal educativo ocurridos en 2015 en Afganistán se dirigieron contra centros femeninos, de acuerdo con datos de la GTD”.
La venganza de Peshawar
Los talibán se caracterizan por su interpretación de la sharia, o ley islámica. “La mayoría de ellos se han instruido en escuelas religiosas donde únicamente se enseña a leer y memorizar aleyas del Corán y se transmite una concepción profundamente conservadora del islam”, dice Vicente.
Los 593 atentados sin reclamar en Pakistán dejaron 94 muertos. Por su parte, el Movimiento de los Talibanes Pakistaníes (TTP por sus siglas en inglés) realizó 139 ataques a centros de enseñanza en el país en los que asesinaron a 167 personas.
Casi todas las víctimas de los atentados contra centros de enseñanza reclamados por terroristas en Pakistán perecieron en un colegio de la ciudad de Peshawar. Ese ataque del TTP fue por venganza.
Siete hombres, ninguno de ellos pakistaní, llegaron en una furgoneta a una escuela que administraba el Ejército de Pakistán. Prendieron fuego al vehículo y entraron en el recinto a través de un cementerio situado en la parte de atrás del mismo. Ocurrió el 16 de diciembre de 2014,iban armados y con chalecos explosivos.
Granadas y disparos
Unas 500 personas estaban en ese colegio cuando los terroristas lo asaltaron. El portavoz de los talibán, Muhammad Umar Khorasani (muerto en un ataque mediante drones en 2016), anunció a la agencia Reuters que sus hombres “tenían órdenes no atacar a los niños”.
Los terroristas dispararon de forma indiscriminada al entrar y lanzaron granadas a los presentes. Algunos asaltantes hicieron detonar sus chalecos, otros fueron abatidos. La GTD recoge que 150 personas murieron y 131 resultaron heridas. Otras fuentes informan de que en el asalto perecieron 141 personas. De ellas, 132 eran niñas y niños.
«Se trata de un colegio militar al que asisten los hijos del personal del ejército pakistaní», detalla Vicente. Los talibán lanzaron el ataque como respuesta a la campaña del Gobierno en la región de Waziristán del norte, al noroeste del país. Khorasani manifestó que escogieron el colegio como respuesta a los ataques contra sus familias y mujeres. “Queremos que ellos sientan el dolor”, dijo.
La escuela militar de Peshawar, en Pakistán, después del asalto terrorista en 2014. Reuters / Fayaz Aziz
La enseñanza en ruinas
Vicente explica que, a menudo, “las organizaciones terroristas tratan de evitar víctimas mortales y por ello atentan cuando las clases han terminado, causando únicamente daños materiales”. Pakistán y Afganistán son los países donde se cometen más ataques contra centros de enseñanza, pero en otros cinco Estados el número de este tipo de ataques también supera la centena.
En la India se cometieron 153, en Estados Unidos 123, les sigue Irak con 116, después Tailandia con 109 y, por último, Perú con 103. En el caso de Estados Unidos, la GTD sólo registra una víctima de todos los atentados que sufrió.
El 27 de junio de 1981 una bomba estalló en el parque del campus de la Universidad de Maryland, la misma que inició el proyecto de la GTD veinte años después. Ese día, visitaba el lugar un grupo de personas de China.
Uno de ellos, Cuo Ren Wu, de 39 años, murió en la explosión. Cuatro estudiantes chinos que iban con él también resultaron heridos. Se desconoce quién fue el autor del atentado, que produjo daños por un valor de 100.000 dólares. Si se aplica la inflación, la cifra equivale a 264.738 dólares en la actualidad, unos 237.462 euros.
Dicho en otras palabras: ningún estadounidense ha muerto en un atentado terrorista contra un centro de enseñanza en su territorio, según la GTD. En el otro lado de la balanza está Rusia.
Desde 1998 hasta 2013 sufrió 16 atentados de este tipo. La cifra de muertos es, sin embargo, la más elevada del mundo: los rusos lloraron a 325 personas si se resta a la cifra de fallecidos el número de terroristas muertos en los ataques que ofrece la GTD.
Las lágrimas de Beslán
Era la ‘vuelta al cole’ en Rusia. En la escuela de secundaria de Beslán, en la república de Osetia del Norte-Alania, se celebraba un acto para inaugurar el inicio del curso. Los niños, sus padres y los profesores se empezaron a reunir en el interior del edificio. En este escenario, ese 1 de septiembre de 2004, comenzó la pesadilla.
Un camión aparcó en el patio del colegio y de él bajaron 30 hombres y 2 mujeres según la Oficina de la Fiscalía General de Rusia. Los terroristas eran chechenos e ingusetios, y algunos llevaban chalecos explosivos. El caos se desató cuando empezaron a disparar sus armas automáticas sobre las cabezas de los presentes. Los tiros provocaron que los niños, padres y profesores buscasen refugio en el interior de la escuela. Era lo que querían los terroristas.
Así empezó el día uno. El secuestro duró dos jornadas más. Algunas personas consiguieron escapar en el inicio del asalto, pero 1.116 no, según recoge la agencia de noticias rusa Spútnik.
Los terroristas congregaron a la mayoría de los rehenes en el gimnasio del colegio. Algunos padres habían llevado a niños en edad de preescolar al acto de inauguración. Los secuestradores plantaron minas en el edificio y demandaron, según algunos informes, la retirada de las fuerzas rusas de la República Chechena y la liberación de otros terroristas arrestados. Además, no aceptaron comida, agua o medicinas para los rehenes, ni dinero a cambio de liberar a algunos de ellos.
La policía y el ejército ruso, junto con el cuerpo de élite de los Spetsnaz y la unidad antiterrorista Grupo Alfa, rodearon el colegio. El 2 de septiembre el ex presidente de Ingusetia, Ruslan Aushev, negoció en la escuela con los terroristas y consiguió llevarse con él a 26 mujeres y niños pequeños. Al día siguiente ocurrió la matanza.
Los secuestradores accedieron a que un grupo de cuatro miembros del Ministerio de Emergencias retiraran los cadáveres de las personas asesinadas en el asalto del primer día. Entonces dos explosiones en el gimnasio sacudieron la escuela y empezaron a oírse disparos. Las unidades rusas actuaron de inmediato.
Mientras los rehenes abandonaban el edificio por las ventanas y los boquetes que se abrieron en los muros, comenzó el asalto improvisado al colegio. Un total de 810 personas resultaron heridas según Spútnik y 727 conforme a la GTD. Sólo se capturó a un terrorista con vida: Nurpashi Kulayev, el resto de ellos murieron y se llevaron consigo 318 vidas según la agencia de noticias rusa. De ellas, 186 eran niñas y niños.
Objetivo Kabul
Los ataques a la educación continúan. Kabul sufrió un atentado contra un centro enseñanza el 24 de agosto de 2016. Tres asaltantes atacaron la Universidad Americana de Afganistán: uno se suicidó haciendo estallar un coche bomba para abrir un boquete el muro del recinto; los otros dos entraron por él y atacaron a quienes estaban allí.
Mataron a 12 personas antes de ser abatidos por la policía. El fotógrafo Massoud Hossaini, que recibió el premio Pulitzer en 2012, estaba en la universidad en el momento de los hechos y publicó un tweet: «Ayuda. Estamos dentro de la Universidad Americana de Afganistán. Explosión seguida de disparos. Este puede ser mi último tuit». Houssaini salió con vida. Otros profesores, o estudiantes, fueran jóvenes, adolescentes o niños, no pudieron volver a las aulas.