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«Para las mujeres palestinas la educación es poder»

Asia/Palestina/12 Marzo 2020/https://arainfo.org/

Luna Abuswaireh es un ejemplo de lucha y resiliencia en el contexto palestino. Abuswaireh se ha convertido en la primera mujer que dirige el centro de estudios panarabistas por excelencia y subraya la necesidad de abogar por la educación para dar poder a las mujeres palestinas que se enfrentan a no pocos frentes.

Son muchas, muchísimas, las mujeres palestinas que merecerían ser entrevistadas por su resiliencia. Amas de casa con el arduo trabajo de sacar adelante a su familia con escasos ingresos, mujeres separadas que quieren rehacer su vida, jóvenes que rompen tabúes en la sociedad palestina o campesinas que desafían los ataques israelíes labrando la tierra. Merece ser dicho que son tantas las mujeres palestinas que algunas periodistas estamos algo hartas de buscar las “mujeres ejemplares”.

Estas mujeres han estado ahí siempre, pero es cierto que entrevistándolas individualmente estamos rompiendo con los estereotipos a través de los cuales son juzgadas como mujeres árabes. Por eso aquí va otra mujer fuerte, palestina, refugiada y presidenta del centro panarabista por excelencia. Su nombre: Luna Abuswaireh.

Posee una carrera profesional impecable y desde 2017 es la primera mujer directora del Centro de Estudios Panarabistas con sede en Beirut (Líbano), el centro panarabista por excelencia. De carácter alegre, con una sonrisa que reconforta o fulmina, según sea necesario, Abuswaireh crea allá donde vaya una atmósfera de confianza y respeto. Y lo hace en sociedades dominadas por hombres, esté en Europa, en Asia o en África. Forma parte de la primera generación que nació en el exilio palestino después de ser expulsada de sus hogares en 1948 con la creación de Israel.

“Mi padre nació en Sukrir, Asdod, y mi madre en Jerusalén. Mi padre tenía 7 años cuando los sionistas terroristas declararon un Estado y huyó de su tierra con su familia convirtiéndose así en refugiado del campo de Nuseirat, en la franja de Gaza. En 1975 mi padre estaba haciendo una especialización en Pediatría en Beirut, nací yo y a los 40 días volvimos a Gaza. Mi padre fue detenido en la frontera como activista político y fue  mi madre sola la que me llevó a casa”, comienza contando Abuswaireh.

Su apellido delata su procedencia beduina, gente que históricamente ha basado su vida en el nomadismo y posee tradiciones diferenciadas del resto de personas sedentarias. Las personas beduinas en Palestina fomentan la independencia económica en la mujer, por ejemplo, pero también existen barreras que las mujeres deben romper.

“En las sociedades patriarcales el padre puede formar o puede romper una hija.- Explica Abuswaireh.- Mi padre me hizo como soy, una persona con seguridad y confianza en sí misma, fuerte y compasiva. Nunca me forzó a cumplir con las expectativas estandarizadas para una niña. Me daba libros, me llevaba a sus reuniones con gente extranjera que venía a Gaza y me exponía a nuevas experiencias. Nunca escondía a su hija”.

No fue él quien supuso la primera traba para completar su educación sino las restricciones de vivir bajo ocupación y con estatus de refugiada. Cuando Abuswaireh quiso estudiar Medicina en El Cairo la respuesta fue un no rotundo, no estaba permitida la entrada en dicha facultad a personas palestinas.

“Irónicamente, mi padre había estudiado Medicina en El Cairo y mi tío Ingeniería, pero lo hicieron durante la época de Nasser, cuando todos árabes eran tratados con igualdad por este líder egipcio panarabista”, clama Abuswaireh que solo pudo optar a estudiar Literatura Inglesa y Lingüística.

Ella siguió desafiando el destino marcado para mujeres y refugiadas. Su primer trabajo en Gaza fue en el Programa de la ONU para el Desarrollo, el PNUD, organizando talleres para la juventud de los campos de refugiados. Allí se topó con algo típico en ese mundillo, la visión orientalista de la ayuda humanitaria.

“Había estallado la Segunda Intifada y un donante nos dijo que nos daría dinero si hacíamos clases para mujeres refugiadas para que conozcan sus derechos. Yo me opuse. Las mujeres palestinas conocían sus derechos. Ellas estaban administrando el hogar, cuidando de sus maridos tullidos, de sus hijos e hijas, de familiares de mártires… la mayoría tenían a sus maridos encarcelados por Israel. La prioridad era ayudarlas a encontrar trabajo, un sustento”, relata.

Fue así como negoció con los donantes para que se llevasen a cabo talleres con los que las mujeres pudiesen desarrollar una labor y abrir sus propios negocios.

Los frentes de las mujeres palestinas

En 1999 dejó Gaza para poder continuar con la formación superior, se casó en Egipto y siguió trabajando para la ONU. Tuvieron que pasar quince años hasta que pudo volver a visitar Gaza de la mano de una misión de las Naciones Unidas que solo duró tres días.

“Con el comienzo del bloqueo en la franja de Gaza fue aún más complicado volver a la franja, primero, porque no queríamos pasar por los controles de la ocupación israelí y, segundo, porque si entras es casi imposible salir”, señala Abuswaireh.

La franja de Gaza se ha convertido en la prisión al aire libre más grande del mundo. En el reciente informe de la UNRWA, la Oficina de la ONU para Ayuda al Refugiado de Palestina, “Gaza, ¿cómo resisten? Mujeres al límite en la franja de Gaza” se habla de que el 78% de las mujeres en Gaza está en situación de desempleo frente al 46% de los hombres. La brecha salarial, dice el informe, es evidente. El 58% de las mujeres han experimentado violencia doméstica y una cuarta parte ha sufrido acoso sexual.

Con un férreo bloqueo impuesto por Israel, Gaza está en caída libre en todos los aspectos de la vida.

“Las mujeres palestinas viven en una sociedad patriarcal; sin embargo, vivir bajo ocupación significa luchar codo con codo junto a los hombres. Para la ocupación israelí las mujeres suponen un mayor peligro porque son la fuente de las nuevas generaciones. Las mujeres palestinas somos una amenaza demográfica para Israel”, apunta Abuswaireh.

Abuswaireh critica la pasividad de la Autoridad Palestina para mejorar la representación de la mujer en la política. Según ella ha habido una involución en este sentido.

“Es cierto que las mujeres palestinas luchamos en varios frentes a la vez y que algunas veces el frente de la igualdad haya sido apartado por el frente de la liberación. Antes de los Acuerdos de Oslo los hombres nos trataban como iguales”, dice Abuswaireh.

Tal y como señala el mencionado informe de UNRWA, las mujeres en la franja de Gaza logran salir adelante gracias al emprendimiento o a roles que generan ingresos. Muchas veces esos roles transgreden las “normas sociales” y ponen en peligro tanto la integridad de las mujeres como las de sus familiares. Sobre todo logran salir adelante a través de la educación.

La educación en el contexto palestino siempre ha sido una prioridad. Ha sido la reacción a la colonización de sus tierras, según cuenta Abuswaireh.

“La educación nos da la satisfacción personal de que poseemos algo después de haber perdido nuestras casas, nuestra tierra, nuestro país. Para las mujeres palestinas la educación es poder, nos da independencia, un salario, un trabajo”.

Empoderar a mujeres sin olvidar a los hombres

Abuswaireh conoce bien Alemania y Europa, en general. Reconoce que existe un peligro latente y creciente de intolerancia y subraya cómo la islamofobia es, para ella, una cuestión política más que meramente racista. Allá donde las mujeres palestinas podrían pensar que está el bienestar, se topan con la no aceptación de su idioma o de su vestimenta, del hijab o velo islámico.

“El hijab es un derecho y es libertad de elección,- afirma Abuswaireh.- Debería ser respetado por sociedades europeas que se llaman libres, democráticas y tolerantes. Deberían aceptar todos colores y códigos de vestimenta”.

Asegura que en Alemania nunca ha sido atacada por ser mujer o musulmana sino por ser palestina. Su percepción es que en Europa hay personas a las que les gusta percibirlas como mujeres débiles en una sociedad dominada por hombres o como si, simplemente, no existiesen, no hubiese gente palestina.

Es bastante común llegar a una conversación en la que tener que matizar que Tierra Santa en Palestina bajo ocupación. Lo dicen las leyes internacionales. Muchas personas, incluidas trabajadoras de la administración pública, no tienen información sobre la existencia de Palestina.

Desde su experiencia en países no árabes donde los movimientos feministas van ganando peso frente a un pasado más negacionista, Abuswaireh opina que el feminismo es “empoderar y educar a mujeres y también a hombres”.

“La aproximación feminista que aboga solo por apoyar y educar a mujeres se deja atrás al otro 50% que se quedará con un escaso entendimiento de la necesidad de igualdad. Hay que trabajar con ambos, mujer y hombre. – Razona Abuswaireh.- Es la única forma de construir una sociedad justa y en igualdad”.

Fuente e imagen tomadas de: https://arainfo.org/para-las-mujeres-palestinas-la-educacion-es-poder/

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Mapas, tecnología y prácticas espaciales decoloniales en Palestina

Redacción: Rebelión

La práctica de la cartografía en Palestina-Israel ha sido durante mucho tiempo un ejercicio de poder, de imperialismo y de desposesión. Desde el Mandato Británico hasta nuestros días los cartógrafos sionistas (después israelíes) han utilizado los mapas para confundir y eliminar los indicadores físicos, geográficos y sociales de las relaciones de los palestinos con la tierra y con la posesión de esta.

La aparición de la tecnología de Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés), del programa informático de Sistemas de Información Geográfica (SIG) y la cantidad cada vez mayor de satélites de detección remota permitieron en las últimas décadas trazar unos mapas precisos y completos del territorio del Mandato de Palestina. En cambio, los editores de las imágenes obtenidas vía satélite, incluido Google, siguen debilitando la presencia de Palestina ya sea publicando imágenes de baja resolución que sugieren unas opciones de rutas incorrectas para los palestinos, catalogando topónimos de forma incorrecta y/o en hebreo o, simplemente, dejando en blanco los territorios habitados por palestinos, una terra nullius pixelada.

Este artículo examina las diferentes maneras en que desde el comienzo del Mandato Británico hasta nuestros días se ha excluido a la población palestina de los mapas de su propia tierra. Argumenta que las localidades mal cartografiadas alteran la forma en que la población palestina entienden el espacio y la distancian de su patria. También explora mapas alternativos y subversivos como formas de reconocer el pasado, evaluar el presente e imaginar el futuro. Concluye que aunque los mapas están intrínsecamente unidos al colonialismo tanto británico como israelí, y se utilizan sistemáticamente como formas de eliminación, se pueden reclamar como expresiones de imaginación geográfica y como una forma de resistencia.

Cartografía colonial

A pesar de sus pretensiones de realismo matemático los mapas modernos simplemente no reflejan la realidad. Crean y arraigan un percepción particular de la Tierra en la que vivimos. Las líneas trazadas en los mapas separan los países de los océanos y entre sí. El área comprendida entre las líneas representa entidades sociopolíticas artificiales de espacio soberano: los Estados nación. A pesar del proceso de formación y desintegración del Estado en lugares como Palestina, Sudán y Tibet, los Estados nación se aceptan en el orden internacional como entidades fijas. En las proyecciones contemporáneas de los mapas, que representan la superficie tridimensional de la Tierra en un plano bidimensional, las naciones Estado se representan como indicadores definitivos, objetivos y evidentes de la realidad política, una fachada que refuerzan los usuarios, los cuales interactúan con los mapas políticos como una representación perfecta y a escala del espacio.

En las últimas décadas se han criticado las proyecciones del globo, sobre todo la omnipresente proyección cilíndrica de Mercator, debido a su eurocentrismo. El mapamundi estándar sitúa el hemisferio norte en la parte superior con Europa firmemente situada en el centro. La proyección de Mercator en particular distorsiona el tamaño relativo de los continentes y reduce drásticamente África y América del Sur, y hace que Europa, América del Norte, Australia y, en particular, Groenlandia, aparezcan mucho más grandes de lo que en realidad son.

Los mapamundis actuales son todavía empresas en gran medida coloniales y nacionalistas que reflejan predominantemente la adquisición y el control del territorio por parte de Occidente. Los mapas concebidos como herramientas de navegación evolucionaron rápidamente hasta convertirse en los medios a través de los cuales la Tierra y sus riquezas se dividieron artificialmente entre las potencias coloniales. Contener la diversidad en zonas únicas y delimitadas fue la única manera de poder primero ejercer el control y después consolidarlo y mantenerlo. Como afirma Paul Carter, los mapas fueron “el jeroglífico del intento del imperialismo de separar y clasificar la extensión de la superficie de la Tierra con el fin de ocupar sus territorios y controlar sus recursos”.

Esto concuerda con los mapas del moderno Oriente Próximo que trazaron las potencias imperialistas británica y francesa durante la Primera Guerra Mundial y poco después de ella, y que encarnaron el Acuerdo de Sykes-Picot en 1917 y la Conferencia de San Remo en 1920. Los nuevos mapas elaborados por actores europeos transformaron una región que antes estaba compuesta por unidades administrativas otomanas fluidas territorialmente en un conjunto inconexo de territorios marcado por largas líneas rectas de las que surgían los nuevos protectorados de Irak, Transjordania, Palestina, Líbano y Siria. Se dotó a estas naciones de monarcas imperiales de nuevo cuño a los que se encajó dentro de un paternalista sistema de Mandato.

Los mapas coloniales británicos en la Palestina del Mandato

En Cultura e imperialismo Edward Said explica la “lucha por la geografía” como una lucha “que no solo consistía en cañones y soldados, sino también en ideas, formas, imágenes y elucubraciones”. En este sentido la segunda mitad del siglo XIX conoció un aluvión de exploraciones orientalistas de Palestina por parte de europeos que llevaron a cabo estudios históricos, lingüísticos, geográficos y arqueológicos, sobre todo en zonas de relevancia bíblica y religiosa. A diferencia de los mapas religiosos medievales y de principios de la época moderna en los que suelen aparecer criaturas míticas y nombres de lugares bíblicos, los cartógrafos y exploradores europeos modernos justificaron el realismo y exactitud de sus mapas con los métodos “científicos” que los sustentaban.

Aunque el Mandato Británico sobre Palestina entró plenamente en vigor en 1922 el gobierno británico llevaba décadas preparándose para dominar Palestina. El Fondo de Exploración de Palestina británico llevó a cabo de 1871 a 1877 un estudio exhaustivo de Palestina occidental. Aunque la expedición estaba encabezada por figuras religiosas y académicas, el gobierno estaba directamente implicado y, según se afirma, utilizó a estas asociaciones benévolas “como frente para […] recopilar información sobre la zona”. El estudio resultante fue con mucho el más preciso y sofisticado desde el punto de vista tecnológico realizado hasta el momento y durante la invasión británica de Palestina en la Primera Guerra Mundial contribuyó a la planificación militar. El estudio se centró en el territorio comprendido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, un espacio muy similar al que 50 años después abarcarían las fronteras del Mandato Británico.

Durante el Mandato Británico las fuerzas coloniales elaboraron gran cantidad de estudios detallados destinados a la planificación militar, política, social y económica. En los mapas rara vez se describía la distribución geográfica y las actividades que desarrollaba los habitantes árabes originarios de Palestina. Por ejemplo, tras la Gran Revuelta Árabe (1936-39) en Palestina la Comisión Peel (a la que se había encomendado encontrar una “solución” al descontento y que por primera vez recomendaba dividir Palestina en 1937) utilizó mapas para demostrar diferentes planes posibles de división entre árabes y judíos que ignoraban la realidad geográfica (Figura 1).

Figura 1: El Plan de Partición de la Comisión Peel, 1937

El lenguaje geográfico de los mapas británicos estaba compuesto casi completamente por nombres en árabe transcritos, especialmente en el caso de lugares significativos para la tradición cristiana. El Estudio del Mandato Británico de Palestina elaborado en la década de 1940 se convirtió en el mapa oficial de Palestina, descrita como una unidad administrativa única. En ese mapa se utilizaron miles de topónimos en árabe (1) lo que se convirtió en una importante fuente de tensión con los dirigentes sionistas que insistían en incluir los nombres de los topónimos en hebreo (siempre que existieran) junto a los nombres en árabe y/o en inglés en las publicaciones oficiales del gobierno. Tras la creación del Estado de Israel la eliminación de los nombres en árabe y su sustitución por nombres en hebreo se convirtió en la piedra angular de la política espacial sionista, que continúa a día de hoy.

La cartografía de los primeros momentos del sionismo

Después del primer Congreso Sionista celebrado en Basilea en 1897 y la primera aliyah, u oleada de inmigración judía europea de 1881 a 1903, empezaron a proliferar los mapas sionistas, en muchos de los cuales aparecían indicadores topográficos y religiosos diseñados para volver a dibujar el mapa a imagen de un planeado Estado sionista. En particular, el sector del movimiento sionista dedicado a recaudar fondos, el Keren Hayesod, y el Fondo Nacional Judío (FNJ), una organización dedicada a adquirir y desarrollar tierra palestina para crear colonias exclusivas para judíos, utilizaron mapas para promover la colonización sionista de Palestina.

Figura 2: Mapa de Keren Hayesod, 1932

La figura 2 es un mapa de 1932 que Keren Hayesod utilizó como herramienta para recaudar fondos y solicitar donaciones a la comunidad judío-estadounidense. Un lado del documento se jacta de los logros del Keren Hayesod, mientras que el reverso del mapa señala en rojo la costa mediterránea y la región norte para indicar lo que la leyenda del mapa designa como “tierras judías”. Jerusalén se marca con la estrella de David mientras que las localidades palestinas se limitan a unos pocos centros urbanos. En un claro ejemplo de orientalismo se representa la población originaria con cuatro figuras apenas bosquejadas y a lomos de camello superpuestas en el desierto. Otras figuras muestran a laboriosos trabajadores judíos junto a nuevos centros agrícolas e industriales. Esta yuxtaposición ilustra la afirmación de Ella Shohat de que los sionistas europeos se consideraban a sí mismos quienes “hacían historia”, mientras que las personas [palestinas] originarias formaban un “trasfondo casi inorgánico”.

Figura 3: Mapa del Fondo Nacional Judío, en torno a 1940

La figura 3 es un mapa (uno de muchos) del FNJ que señala en hebreo las nuevas colonias judías entre 1936 y 1940. Los nombres de las colonias anteriores a la creación del Estado de Israel se seleccionaron según referencias bíblicas o talmúdicas, o en homenaje a figuras sionistas, de modo que se convirtió a la historia bíblica judía en una parte esencial de la geografía del expansionismo sionista moderno. Los modelos de colonias en las regiones costeras y del norte se parecen a las de la Figura 2 y de nuevo en el mapa apenas aparecen localidades palestinas. Los prósperos centros comerciales y agrícolas palestinos en lo que hoy se conoce como Cisjordania están vacíos y solo Jerusalén y la carretera entre Jerusalén y Jericó indican algo de vida.

La eliminación de la población palestina originaria de la tierra reforzó la tristemente célebre afirmación sionista de que Palestina era “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Por supuesto, era una falacia ya que a finales del siglo XIX Palestina contaba con una población de unas 600.000 personas, tenía una agricultura floreciente y era muy activa desde el punto de vista económico y político.

Crear el mapa en hebreo

Tras la Nakba de 1948 (que señala la pérdida de la patria palestina y el desplazamiento de 750.000 palestinos de sus hogares) el nuevo Estado de Israel se propuso que el mapa nacional pasara de estar escrito en árabe a estarlo en hebreo como una forma de construcción de la nación sionista. Se asignaron nombres hebreos a todos los elementos geográficos para fusionar la historia bíblica judía con el control territorial. El objetivo final era convertir el hebreo en la única lengua en la que entender el paisaje y eliminar así las experiencias e historias de los habitantes originarios.

La primera persona que ocupó el cargo de primer ministro de Israel, David Ben-Gurion, entendió que los nombres de los topónimos no era simplemente una opción lingüística, sino una expresión de relaciones de poder, y en julio de 1949 creó una comisión para “determinar los nombres en hebreo de todos los lugares, montañas, valles, fuentes, carreteras y similares en toda la zona del Negev”. En un período de ocho meses la región de Beer Sheba, en el sur, se transformó en el “Negev” y culminó en agosto de 1950 con un mapa en hebreo de la zona que se hizo recopilando los topónimos de los mapas coloniales británicos, traduciendo los nombres en árabe que existían y situando estos nombres en un contexto bíblico y religioso para darles autenticidad.

La hebraización de la región de Beer Sheba se consideró un caso esencial que sentaba jurisprudencia para fortalecer la soberanía sobre el territorio recién adquirido. Ben-Gurion elogió a la comisión: “Ustedes han desterrado la vergüenza de la extranjería y de un idioma extranjero de la mitad del territorio israelí, y han completado el trabajo iniciado por las Fuerzas de Defensa Israelíes: liberar al Negev del dominio extranjero. Espero que continúen su trabajo hasta redimir toda la zona de la tierra de Israel del dominio de la lengua extranjera”.

La hebraización de los topónimos se convirtió posteriormente en un proyecto nacional patrocinado por el Estado. En marzo de 1951 se estableció la Comisión Gubernamental de Nombres para dar “nombres en hebreo a todos los lugares que tienen nombres en árabe” y asignar nombres a los lugares recién creados. Una década después de la creación de Estado la Comisión había asignado unos 3.000 nuevos nombres y al mismo tiempo se eliminó del índice oficial de Israel los nombres de los pueblos palestinos. Como señaló el informe de 1958 de la Comisión, “mientras los nombres no aparezcan en los mapas no pueden tomar posesión en vida”.

Mientras tanto Ben-Gurion y la Comisión incluyeron los topónimos en hebreo en instituciones, agencias y organizaciones oficiales y no oficiales. Se ordenó al ejército israelí utilizar y distribuir los nombres nuevos, y se instruyó al Ministerio de Educación para que ratificara los nombres nuevos en las escuelas y descartara los árabes. Los nombres en hebreo se difundieron y promovieron tanto en varias agencias gubernamentales, como el Departamento de Obras Públicas, como en los medios de comunicación.

La hebraización de los mapas muestra una actitud paradójica respecto a la lengua árabe. Por una parte se la acusaba de ser extranjera y ajena mientras que por otra era el indicador indiscutible de autenticidad y de la condición de indígena. La población palestina poseía una relación íntima con el paisaje y un buen conocimiento de este debido a su presencia ininterrumpida durante siglos. Por consiguiente, se suponía que los topónimos contemporáneos en árabe habían preservado los nombres y tradiciones antiguos de la época de la Biblia. Para la Comisión se convirtieron en una pista acerca del pasado, que afectaba a cómo se elegían los nombres en hebreo. La Comisión o bien tradujo directamente el significado de los nombres en árabe o si su sonido era similar al hebreo se apropiaban del nombre y le daban la entonación hebrea.

El mapa en hebreo se sigue confeccionando más allá de la Línea Verde (que delimita la Línea del Armisticio de 1949) en Jerusalén Oriental, Cisjordania, la Franja de Gaza y el Golán sirio ocupado. A pesar de que las colonias violan el Artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra, desde 1967 la Comisión Gubernamental de Nombres establece los nombres de las ilegales colonias judías para asegurar la uniformidad lingüística a ambos lados de la Línea Verde, lo que demuestra la continuidad del proyecto de construcción del Estado israelí, un Estado que desde su creación ha tratado de controlar la mayor cantidad de tierra palestina con la menor cantidad de palestinos.
Hoy en día los mapas de Cisjordania muestran un vertiginoso patchwork de designaciones políticas y militares según las Zonas A, B y C establecidas por los Acuerdos de Oslo. A menudo estas zonas se superponen tanto con las ilegales colonias y con zonas edificadas palestinas como con checkpoints y controles de carretera. Los mapas elaborados por organismos de control, como la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, son multicapas, confusos y a menudo ilegibles para una persona no entendida. Significativamente, cualquier mapa del territorio palestino ocupado (TPO) está obsoleto casi en cuanto se publica ya que las colonias judías israelíes aumentan, las tierras palestinas se dividen y las barreras se amplían, se derrumban o se reubican. Mientras que los mapas del interior de la Línea Verde siempre muestran a Israel como una entidad geográfica fija y homogénea, los mapas de más allá de ella muestran una realidad geográfica inestable e inacabada en la que Israel sigue manipulando, controlando y anexionando tierras.

Así pues, el mapa en hebreo fue, y sigue siendo, un ejercicio de la formación del Estado, un documento vivo de la colonización sionista en el que la ideología sionista se incorpora a las prácticas espaciales del Estado israelí. Es lo que el cartógrafo palestino Salman Abu Sitta quiere decir cuando afirma que el pueblo palestino ha sido “suprimido del mapa”.

La oportunidad perdida de la tecnología

Los avances tecnológicos de las dos últimas décadas han alterado radicalmente la forma en que los seres humanos interactúan con el espacio. Desde que en 1999 se lanzó el satélite IKONOS el público general ha podido acceder a imágenes detalladas de la Tierra, un privilegio que antes estaba reservado a los gobiernos. La rápida democratización y proliferación de imágenes de satélites, tanto de código abierto como comerciales, incluidos Google Earth, DigitalGlobe’s WorldView y Planet, auguraba una nueva era.
Los datos geoespaciales de alta resolución se utilizan para defender, exigir responsabilidades y analizar gran cantidad de causas diferentes, desde el rastreo de las alteraciones del clima hasta el seguimiento de la pobreza y los conflictos mundiales, pasando por proporcionar ayuda en casos de desastre y preservar el patrimonio cultural. Tanto grupos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch como medios de comunicación utilizan los datos geospaciales para dar testimonio de violaciones de derechos humanos a escala mundial y para valorarlas.

Las imágenes obtenidas vía satélite se suelen considerar objetivas, precisas y fidedignas, por lo que generalmente están despolitizadas y rara vez se cuestionan. No obstante, al igual que los mapas impresos, las imágenes obtenidas vía satélite (y los usos que se hacen de ellas) siguen siendo vulnerables a las manipulaciones sociales y políticas de los cartógrafos, unas manipulaciones que pueden dificultar su impacto potencialmente progresista. Esto es especialmente evidente en el caso de Google y su controvertida relación con Palestina.

Un informe de 2018 de 7amleh, el Centro Árabe para el Avance de los Medios Sociales, afirma que Google Maps sirve a los intereses del gobierno israelí al facilitar sus intentos de eludir sus responsabilidades respecto a las poblaciones ocupadas según los marcos internacionales de derechos humanos. El informe destaca que las rutas de Google Maps están diseñadas “sólo para israelíes e ilegales colonos israelíes, y pueden ser peligrosas para los palestinos”. Google Maps calcula automáticamente las rutas asumiendo que quien lo usa es una persona que tiene un documento de identidad israelí y puede utilizar las carreteras que son de uso exclusivo para israelíes, sin tener en cuenta los cientos de checkpoints, controles de carreteras y barreras que restringen la libertad de movimiento de los palestinos.

Su forma de etiquetar y de nombrar también es discutible. A pesar de que Israel nunca ha declarado sus fronteras, Google le otorga una etiqueta y unas fronteras como si fuera un bloque de territorio indiscutible, en el que Jerusalén se marca como su capital ignorando su estatus reconocido internacionalmente. En cambio, se resta importancia a muchas localidades palestinas o se borran totalmente, incluidos los pueblos beduinos a los que el Estado israelí sigue sin reconocer, y los pueblos palestinos situados dentro de la Zona A de Cisjordania controlada por Israel. Resulta significativo que Cisjordania y la Franja de Gaza (excluyendo las ilegales colonias israelís) no consten como parte de ningún país o Estado, ya que Palestina no está calificada como tal. De hecho, en 2016 Google se vio envuelto en una fuerte polémica debido a un error que suprimió los nombres de Cisjordania y Gaza de su mapa, lo que provocó una petición bajo el nombre de “¡Google: Pon a Palestina en tus mapas!” que ha reunido más de 615.000 firmas.

El énfasis de Google en las localidades israelíes, ilegales o no, también se observa en Google Street View, que cubre la mayoría de Israel y sus ilegales colonias, así como la ocupada por Israel Ciudad Vieja de Jerusalén. En cambio, se sigue sin poder ver gran parte de Palestina con excepción de las ciudades palestinas de Jericó, Belén y Ramala, y unos pocos lugares de Gaza.

Además, a consecuencia directa de la política del gobierno de Estados Unidos, Google Earth está obligado por ley a restringir el acceso a las imágenes de Palestina e Israel. La legislación de ambos partidos [Republicano y Demócrata] aprobada por la Cámara de Representantes estadounidense en 1997 limita la calidad de las imágenes vía satélite de Palestina-Israel de las que puede disponer el público a través de plataformas cuya base está en Estados Unidos, como Google Earth y Bing Maps. La Enmienda Kyl-Bingaman (KBA, por sus siglas en inglés) a la Ley de Autorización de la Defensa Nacional estadounidense restringe la disponibilidad de las imágenes vía satélite de alta resolución al impedir a los operadores y minoristas de satélites de Estados Unidos vender o difundir imágenes de Palestina-Israel con una resolución superior a la disponible en el mercado no estadounidense. Aunque la KBA solo se aplica a empresas estadounidenses, la hegemonía que estas tienen en el mercado comercial de imágenes vía satélite había elevado, hasta hace muy poco, esa legislación a una institucionalización de facto a escala mundial, lo que afectaba al acceso a ellas de activistas, organismos de seguimiento e investigadores de todo el mundo.

Aunque la ley se implementó con el pretexto de proteger la seguridad de Israel, se trata más bien de una censura ya que las imágenes de Palestina-Israel se limitan a una resolución de dos metros. Como demuestran Fradley y Zerbini, al hacer deliberadamente borrosas las imágenes vía satélite de Palestina-Israel la KBA obstaculiza el trabajo de arqueólogos, ambientalistas, geógrafos y personal humanitario. De hecho, las imágenes de baja resolución obstaculizan los esfuerzos humanitarios para documentar las violaciones de los derechos humanos, como el robo de tierras, las demoliciones de casas y las actividades de las colonias por parte de Israel, y minan el derecho de los palestinos a reivindicar la tierra. También dificultan la valoración de los daños causados por el conflicto en zonas con alta densidad de población y de difícil acceso, como la Franja de Gaza (el caso más reciente, durante la Gran Marcha del Retorno iniciada en marzo de 2018).

Gracias a técnicas “caseras”, como colocar cámaras digitales en cometas o globos, los palestinos han burlado directamente esta censura y obtenido sus propias imágenes aéreas con una resolución más alta que la que ofrece Google. Este método se utilizó para documentar la construcción de una carretera de seis carriles que atraviesa el barrio palestino de Beit Safafa en Jerusalén y las consecuencias que tienen en la población local.

Tanto la legislación perjudicial (como la KBA) como la complicidad de las empresas de tecnología en favorecer el control espacial israelí a expensas de los palestinos suponen una oportunidad perdida de utilizar los avances tecnológicos para democratizar la cartografía. En vez de ello ha creado un “mecanismo de censura omnipresente”.

Contracartografía decolonial

Descolonizar los mapas es un proceso que implica por una parte reconocer la experiencia de los sujetos coloniales (los palestinos) y por otra documentar y sacar a la luz los sistemas y estructuras coloniales (el expansionismo sionista).

La descolonización exige lo que David Harvey denomina “imaginación geográfica”, esto es, vincular la imaginación social a una conciencia espacial y material. Desde 1948 los palestinos han conservado el recuerdo de los hogares y pueblos destruidos gracias la creación de atlas, mapas, memorias, arte, libros, relatos orales y páginas web. Para las personas refugiadas y desplazadas internas palestinas el derecho al retorno no es solo una solución política sino el primer paso de un proceso de descolonización. El retorno, como un “contrapunto del exilio”, plantea preguntas críticas y prácticas del tipo “¿a qué se asemeja el retorno? ¿qué construimos dónde? ¿quién construirá qué?”.

Aunque es válida la crítica de que los contramapas reproducen e incorporan las prácticas territoriales y espaciales excluyentes existentes, los actuales intentos de una contracartografía demuestran que los palestinos y sus aliados están creando una cartografía descolonizada más allá de limitarse a (re)afirmar las líneas en un mapa existente. Estos intentos, en cambio, trasladan los recuerdos personales y colectivos a términos espaciales, y los incorporan a un marco jurídico y político. El libro All that Remains Todo lo que queda de Walid Khalidi cartografía con imágenes e información demográfica cada una de los pueblos palestinos destruidos. De forma similar Salman Abu Sitta, fundador de la Sociedad Palestina de la Tierra, ha elaborado un plan exhaustivo destinado al retorno utilizando mapas y destacando que muchos de los pueblos destruidos no se han repoblado y, por lo tanto, pueden albergar a su habitantes [originarios] que retornen. Además, su Atlas of Palestine (2010) es un registro histórico de la Palestina anterior a la Nakba que se presenta metódicamente utilizando imágenes aéreas a escala 1:25.000.

La tecnología puede servir como una herramienta para imaginar de forma tangible el derecho al retorno. Los mapas históricos detallados y sin censurar, y las imágenes con una resolución alta permiten a los palestinos catalogar lo que queda de los pueblos y aldeas destruidos durante la Nakba. Estas imágenes no solo proporcionan pruebas importantes de la continua invasión colonial de la tierra palestina, sino que también permiten a los palestinos imaginar activamente una realidad alternativa.

La ONG israelí Zochrot trata de concienciar al público israelí en general sobre la Nakba palestina. Uno de sus muchos proyectos es iNakba, una aplicación interactiva para smartphones creada en 2014 y que hasta la fecha han descargado más de 40.000 persona. iNakba ha catalogado más de 600 ciudades y pueblos palestinos que fueron destruidos durante la Nakba y proporciona imágenes, texto (en árabe, hebreo e inglés) y, lo que es más importante, coordenadas de Waze y Google Map para mostrar a los usuarios cómo llegar y para que ellos ellos mismos añadan información.
La creadora de iNakba, Raneen Jeries, afirmó que el objetivo de esta aplicación es honrar la herencia e identidad palestina y afirmar el derecho al retorno: “Volvimos a colocar la aldea palestina en el mapa y ahora tratamos de hacer retornar al refugiado palestino”, añadió. “Es poderoso porque es interactivo […] Si estás en [el campo de refugiados de] Ein El Hilwa [de Líbano] puedes estar al día acerca de tu pueblo en Palestina. Ha vuelto a la vida”.

Zochrot también facilita a las personas afectadas proyectos relacionados con el derecho al retorno. Por ejemplo, el proyecto de 2010 Participatory Action Research, Counter Mapping Return, previó las posibilidades y dificultades espaciales del derecho palestino al retorno a un pueblo destruido, Miska, en la región de Tulkarem. Los participantes palestinos e israelíes crearon un mapa alternativo exhaustivo y multicapas que desmantelaba las actuales políticas discriminatorias. Se consideró que el primer paso era reconocer la destrucción personal y colectiva causada por la Nakba.

La publicación de Palestine Open Maps (una colaboración entre Visualizing Palestine y Columbia University Studio-X Amman) en 2018 es el primer proyecto cartográfico de código abierto basado en mapas históricos del período del Mandato británico. Los detallados mapas multicapas narran historias visuales “que retratan vívidamente geografías ausentes y ocultas”, y permiten a los usuarios buscar el paisaje palestino anterior a la Nakba. Palestine Open Maps también realiza “mapatones”[*] que permiten a los usuarios extraer datos de los mapas del Mandato británico (como hacen otras organizaciones como la ONG estadounidense Rebuilding Alliance).
Al mismo tiempo los palestinos utilizan la tecnología para crear sus propios servicios cartográficos independientes. Por ejemplo, Doroob Navigator, que se puso en marcha en el verano de 2019, obtiene de sus usuarios datos sobre el cierre de carreteras y el tráfico, y permite a los conductores palestinos de los territorios palestinos ocupados seguir el tráfico en los puestos de control y buscar rutas alternativas.

Estos proyectos (además de otros como Gaza War Map, Decolonizing Art and Architecture Residency y Forensic Architecture) permiten al pueblo palestino hacer frente al discurso hegemónico y subvertirlo, y afirmar una visión alternativa de la liberación y del retorno en términos espaciales y cartográficos. A menudo los intentos de los palestinos de retornar verdaderamente a sus pueblos destruidos refuerzan estas iniciativas o coinciden con ellas. Por ejemplo, a pesar del riesgo de sufrir la violencia estatal y de que sus casas fueran demolidas, los habitantes desplazados internos de pueblos como Iqrit, Al-Walaja y Al-Araqib retornaron décadas después de haber sido expulsados. Otros ejemplos son más simbólicos, como la Gran Marcha del Retorno en Gaza que empezó en 2018 y continúa a día de hoy.

Desafiar a los guardianes de la cartografía

Durante mucho tiempo la cartografía ha sido un arma más del arsenal del colonizador, una herramienta utilizada para adquirir, controlar y borrar el territorio. Como afirma el politólogo israelí Meron Benvenisti, “el conocimiento cartográfico es poder: por eso esta profesión está tan vinculada al ejército y a la guerra”. En el caso de Palestina la cartografía británica y sionista se esforzó en eliminar del paisaje los vestigios palestinos. La década posterior a 1948 transformó la tierra con un mapa totalmente en hebreo que desplazó a siglos de vida e historia palestina.
Para los refugiados palestinos, la mayoría de los cuales no tienen posibilidad de visitar, y menos aun de retornar, a la tierra de la que ellos o sus antepasados fueron expulsados, la censura consolida su separación de su patria y la restringe a la esfera virtual. En el caso de los palestinos que viven bajo la ley marcial en los territorios palestinos ocupados o bajo el asedio en Gaza, aunque la tecnología supone la posibilidad de democratizar las prácticas espaciales, las principales aplicaciones cartográficas no tienen en cuenta la realidad llena de muros que hay sobre el terreno ni las restricciones y repercusiones que esta realidad tiene en la libertad de movimientos de los palestinos.

Con todo, el pueblo palestino y sus aliados siguen subvirtiendo los mapas coloniales y resistiéndose a ellos por medio de contramapas. Estos son algunos pasos concretos para seguir avanzando:

1. Tal como recomendó 7amleh, Google Maps debe nombrar correctamente Palestina, de acuerdo con la Resolución de la Asamblea General de la ONU de noviembre de 2012.

2. Según la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU. Google Maps debe mostrar correctamente el estatus internacional de Jerusalén. Google también debe identificar y etiquetar correctamente la ilegales colonias israelíes en tierra ocupada, según el Artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra y el Artículo 55 de las Regulaciones de La Haya.

3. Google debe distinguir claramente las Zonas A, B y C en Cisjordania, y dar cuenta de todas las restricciones al movimiento y de las calles restringidas.

4. Google debe localizar los pueblos palestinos “no reconocidos” dentro de Israel, así como los pueblos palestinos en la Zona C.

5. Estados Unidos debe eliminar la KBA y permitir comerciar en igualdad de condiciones a los proveedores de imágenes estadounidenses y no estadounidenses, lo que permitiría a los operadores de satélite compartir imágenes con alta resolución de Palestina-Israel en plataformas de acceso libre muy utilizadas. También permitiría a arqueólogos, investigadores y trabajadores humanitarios documentar correctamente los cambios sobre el terreno y facilitaría el exigir a Israel rendir cuentas por su ocupación.

6. La sociedad civil palestina debe fomentar y promover activamente el uso activo de contramapas como alternativa a los incompletos mapas actuales. Al mismo tiempo, la sociedad civil palestina y sus aliados debe centrar sus esfuerzos en presionar por una parte al gobierno estadounidense para que derogue la KBA y por otra a Google para haga los cambios que hemos señalado.

Notas:

(1) Váse A Gazetteer of the Place Names Which Appear in the Small-Scale Maps of Palestine and Trans-Jordan, Jerusalén, 1941.

[*] Un “mapatón” (del inglés “mapathon”) es un acto coordinado de cartografía en el que se invita al público a realizar mejoras on line de mapas en su zona para mejorar la cobertura y ayudar a evaluar el riesgo de desastres y la gestión de la energía. (N. de la t.).

Zena Agha fue becaria de Al-Shabaka de 2017 a 2019. Sus ámbitos de especialización incluyen la construcción de colonias israelíes en el territorio palestino ocupado, con especial atención a Jerusalén, la historia moderna de Oriente Próximo y las prácticas espaciales. Anteriormente trabajó en The Economist, la Embajada de Irak en París y la delegación palestina en la UNESCO. Además de sus artículos de opinión en The Independent y The Nation, también ha colaborado con el Servicio Mundial de la BBC, la BBC en árabe y El País. Obtuvo la beca Kennedy para estudiar en la Universidad de Harvard y terminó un Máster en Estudios de Oriente Próximo.

Fuente: https://rebelion.org/mapas-tecnologia-y-practicas-espaciales-decoloniales-en-palestina/

 

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El primer ministro palestino advierte sobre el grave peligro del «Acuerdo del Siglo» de Trump

Asia/Palestina/19/02/2020/Autor y fuente: tercerainformacion.es

Mohammad Shtayyeh advierte a la comunidad internacional que el precedente establecido por la medida propuesta por el presidente estadounidense sentaría un precedente terrible para las relaciones internacionales.

El primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, calificó de «muy peligrosa» la iniciativa del Gobierno estadounidense para resolver el conflicto en Oriente Medio, e instó a Europa a rechazarla.

«La propuesta de [Donald] Trump es muy peligrosa, simplemente porque se basa en un nuevo paradigma. Y el paradigma de Trump, en lo que se refiere a los palestinos, se basa en lo siguiente: derrotarlos, para que se rindan, para que acepten», manifestó Shtayyeh durante una discusión sobre Palestina que tuvo lugar este domingo en la Conferencia de Seguridad de Múnich.

El jefe del Gobierno palestino instó a Europa a dar una respuesta seria, fuerte y clara al llamado ‘acuerdo del siglo’, rechazándola.

El 28 de enero, Donald Trump presentó en Washington el llamado ‘acuerdo del siglo’ para la solución del conflicto palestino-israelí.

El plan prevé el reconocimiento mutuo de los Estados de Israel y Palestina, con una capital «indivisible» de Israel en Jerusalén, mientras que Palestina tendrá su capital no en todo Jerusalén Este, como aspira, sino «en la sección de Jerusalén Oriental localizada en áreas al este y al norte de la actual barrera de seguridad, incluyendo Kafr Aqab, la parte oriental de Shuafat y Abu Dis, y que podría llamarse Al Quds u otro nombre determinado por el Estado de Palestina».

No obstante, la iniciativa exige que antes de ser reconocida como un Estado, Palestina implemente una serie de reformas políticas, sociales y económicas.

Palestina ya expresó su rechazo al proyecto estadounidense que, según el líder palestino Abás, acabará en «el basurero de la historia».

Fuente e imagen:  https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/2020/02/16/el-primer-ministro-palestino-advierte-sobre-el-grave-peligro-del-acuerdo-del-siglo-de-trump

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Libro : Gassan Kanafani «Tres novelas para descargar del más destacado literato palestino»

Gassan Kanafani: tres novelas para descargar del más destacado literato palestino

Tres relatos fundacionales de la literatura palestina de los años sesenta de un joven escritor y periodista, autor brillante y prometedor, nacido en Acre Palestina en 1936 y asesinado en Beirut por los servicios secretos israelíes en 1972, cuando contaba 36 años de vida, Tres relatos de emigración y exilio, de una actualidad pasmosa, desalentados pero con fuerte voluntad de resistencia y ansias de vida, en ocasiones sobrecogedores.

En Hombres en el sol hay una evasión, una huida, de la amarga y cruda realidad. La búsqueda de una solución individual lleva a la muerte, que es aquí una prolongación de la derrota, una muerte aceptada pasivamente, con resignación, sin lucha.

En Lo que os queda se vislumbra ya el esbozo de una toma de conciencia. La búsqueda de una solución, aunque siga siendo de forma individual, representa ya un intento de liberación. No hay resignación ante la muerte sino se lucha y hasta se mata, aunque haya que morir después, justamente para seguir viviendo.

Um Saad representa la etapa superior de la toma de conciencia, la solución colectiva que se traduce en la lucha armada.

 

Este autor atrapará tu atención a través de estas tres novelas.

Descarga el libro aquí: https://palestinalibre.org/upload/Las_Tres_Novelas_de_Gassan_Kanafani.pdf

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Ocupación y educación: Palestina tiene menos analfabetismo que Israel

Asia/Palestina/iembre 2019/Kaosenlared

Los datos que destacan que Palestina está, desde hace años, entre los cinco países más alfabetizados de Medio Oriente por arriba de Egipto, Arabia Saudita, Turquía y del propio Israel.

La presencia militar israelí en los territorios palestinos plantea una gran cantidad de problemas para la población. La violencia directa es la más evidente, sin embargo las dificultades para acceder a derechos básicos, como la educación, son también una constante.

La ocupación israelí afecta la libertad y el carácter biológico de la vida de los palestinos y palestinas. Bombardeos, detenciones arbitrarias, presos políticos, son palabras que en los medios de comunicación se suelen ver asociadas con los territorios de Gaza, Cisjordania o Jerusalén Este.

Sin embargo lo que es más invisible a los ojos de la prensa internacional es el carácter “ocupado” de la vida cotidiana, las limitaciones que un ciudadano cualquiera tiene para ir a trabajar, estudiar, vistar al médico o simplemente divertirse.

En este sentido la educación es un aspecto central. Para graficar la importancia que tiene para los palestinos y palestinas el acceso a este derecho humano fundamental, es necesario tener en cuenta que más del 50% de la población son menores de 18 años, es decir en edad escolar. Asimismo, la formación política, social y ciudadana del pueblo palestino constituye un factor fundamental en su crecimiento y liberación.

Esto se manifiesta en los datos que destacan que Palestina está, desde hace años, entre los cinco países más alfabetizados de Medio Oriente (por arriba de Egipto, Arabia Saudita, Turquía y del propio Israel). Mientras en el mundo árabe, el promedio de analfabetismo es del 24,8% y en el mundo en general, del 13,8%, entre palestinos y palestinas el número es de apenas 2,8%.

Esto se logra aún cuando el acceso a la educación está limitado en la cotidianidad del territorio cisjordano, tanto por límites directos como indirectos.

***

Los primeros incluyen a todos los obstáculos que impiden acceder –de manera física- a los establecimientos educativos. Un ejemplo de estas restricciones son las calles cerradas en la ciudad de Hebrón (Al-Khalil) que impiden que niños y niñas lleguen a su escuela. Lo que sucede de manera frecuente y sin aviso. De un día para el otro, una calle cualquiera puede ser declarada “zona militar cerrada” por motivos de “seguridad” generalmente inexistentes.

Muchas veces, se trata del único camino seguro para los menores para llegar a las instituciones educativas, dado que otras vías más largas podrían ponerlos en peligro de acosos o ataques de colonos israelíes. Lo mismo sucede en zonas rurales, con bloqueos de rutas de acceso a pueblos enteros. Cuando una zona es declarada “cerrada”, sólo pueden transitar por ella soldados israelíes (aunque frecuentemente se ven colonos que las utilizan sin ser desalojados).

Otra de las imágenes que es común ver a diario consiste en soldados (armados con fusiles M16) rodeando escuelas, custodiando sus puertas y bloqueando el paso a pie de los niños y niñas que entran y salen. Es posible llegar a ver alrededor de 15 soldados patrullando una escuela a la que están entrando 300 estudiantes. Caminan a lo largo de las veredas angostas que los alumnos utilizan para llegar al establecimiento, impidiéndoles el paso, provocándolos con lenguaje verbal o corporal, o simplemente llevando el arma en posición horizontal, apuntando a quien está enfrente.

Estos mismos soldados son los que, con la excusa de que alguno de esos chicos puede haber tirado piedras en algún lugar días atrás, los detienen, los revisan, los suben a sus jeeps maltratándolos y, si finalmente se dan cuenta de que no se trataba de quien buscaban, los sueltan. Si, por el contrario, un estudiante resulta parecer “sospechoso” de algo, es posible que lo arresten.

“La semana pasada uno de nuestros estudiantes recibió un tiro en la rodilla cuando estaba saliendo de la escuela, por un enfrentamiento con soldados que estaba ocurriendo a más de 100 metros”, cuenta Ahmad, docente de la escuela de Burín, al norte de Cisjordania.

Después de estas situaciones, está claro que las y los jovenes empiezan a tener miedo de ir a la escuela. La mayoría de los estudiantes hostigados por las fuerzas israelíes son adolescentes y varones. El director de la escuela de As-Sawiyya -otro pueblo en la región de Nablus- contó a Notas: “Estas situaciones también provocan un mayor nivel de violencia entre los estudiantes, problemas de disciplina que afectan el normal funcionamiento de una institución educativa”.

Pero la situación en las escuelas puede ser aún más violenta. Si los soldados consideran que el menor a quien están buscando está en clase, no dudan en tirar gases lacrimógenos y bombas de estruendo hacia el interior de la escuela, que inmediatamente debe ser evacuada. “Al día siguiente de situaciones como ésta, el nivel de ausentismo es mucho mayor”, cuentan los docentes.

Otros factores que limitan el acceso a la educación son los arrestos infantiles y detenciones administrativas. Según la normativa militar israelí, los chicos pueden ser arrestados a partir de los 12 años y sin cargos. Dentro de las prisiones, no tienen clases ni escuelas y les está prohibido acceder a libros educativos durante el período de encierro, con lo cual es muy probable que ante una detención, pierdan el año lectivo.

***

Cuando hablamos de límites indirectos, se trata de todas aquellas situaciones que pueden no afectar directamente la llegada al establecimiento de manera inmediata, pero que resultan en ausentismos repetidos y empeoramiento de las condiciones de enseñanza y aprendizaje.

Aquí se incluyen cada una de las limitaciones de la vida de los y las palestinas bajo ocupación. Por ejemplo los checkpoints que, en el mejor de los casos, hacen muy engorroso desplazarse de un lugar a otro, teniendo que invertir hasta cinco veces más tiempo que en una situación normal. Hay aproximadamente 700 checkpoints en el territorio cisjordano.

Por otro lado, son frecuentes las demoliciones de casas palestinas o desalojos de familias enteras, que deben mudarse de ciudad a la casa de algún conocido, o vivir en carpas o cuevas. Se demuelen, además, otros edificios, como escuelas, plazas de juegos y jardines de infantes.

El frecuente hostigamiento de colonos israelíes, el limitado acceso al agua y a servicios de los edificios escolares -que está controlado por la administración israelí- o la suspensión de pagos de salarios a docentes como consecuencia de que el Estado de Israel no le devuelve a la Autoridad Palestina el dinero de sus propios impuestos, son todos factores que deterioran las condiciones de enseñanza y aprendizaje y limitan el acceso a una educación digna de jóvenes palestinos y palestinas.

Sin embargo, este pueblo es cada vez más consciente de que necesitan jóvenes formados y formadas para seguir dando pelea, para no rendirse, para que la conciencia cada vez más sensible permita que la resistencia y los lazos de solidaridad crezcan.

“El pueblo palestino sólo podrá ser libre por la batalla cultural que está dando en todo el mundo, y para eso necesitamos jóvenes críticos, niñas que cuestionen, niños que luchen, necesitamos poder hablar inglés porque el mundo occidental no entiende la lengua árabe, tener herramientas tecnológicas para contarle al mundo lo que vivimos. La solidaridad de los pueblos del mundo es lo que nos va a permitir romper con el cerco sionista de la desinformación”, explicaba con claridad un integrante del Teatro de la Libertad, de la ciudad norteña de Jenin.

Fuente: https://kaosenlared.net/ocupacion-y-educacion-palestina-tiene-menos-analfabetismo-que-israel/

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Las mujeres palestinas se manifiestan por primera vez contra la violencia machista

Asia/Palestina/rtve

Isra´a disfrutaba con lo que hacía, era maquilladora en su pueblo, Beit Sahour, cerca de Belén, en la Cisjordania ocupada. Pero lo que más le ilusionaba era casarse con su novio. Se prometieron a mediados de agosto y estaba tan contenta que lo publicó en sus redes sociales. La alegría le duró muy poco. El 22 de agosto murió en un hospital.

Según los primeros datos de la investigación abierta, cayó de un balcón de su casa. Tres de sus hermanos están detenidos, acusados de arrojarla. No aprobaban su relación. Isra´a llegó viva al hospital, pero allí volvieron a golpearla hasta la muerte. Unos audios que han visto la luz lo confirman.

La familia niega la mayor y apunta a que la joven se tiró al vacío porque sufría problemas mentales. Una versión que los amigos de Isra´a y activistas de derechos humanos rechazan.

Al menos 18 mujeres han muerto por los conocidos como «crímenes de honor»

Tenía 21 años y se ha convertido en la víctima número 18 de los conocidos como “crímenes de honor” en este 2019 en los territorios palestinos. Su asesinato ha levantado una ola de indignación, primero en redes sociales, y después en manifestaciones en distintas ciudades: Ramala, Belén, Jerusalén…

“Ya está bien. Hemos perdido suficientes mujeres; asesinadas, torturadas, violadas, acosadas. No hay justicia”, clama Amal Khayyat. “Es una vergüenza que en el año 2019 todavía tengamos que discutir si alguien tiene el derecho de asaltar o matar a otra persona. No tiene ningún sentido”, añade Fares Arouri.

Por primera vez, cientos de mujeres palestinas han dejado el miedo en casa y están alzando la voz contra un sistema patriarcal y machista que las maltrata impunemente.

“Queremos un sistema de justicia moderno, leyes que nos protejan”, exige Ahlam al-Washsh, de la Unión Palestina de Mujeres. El código penal palestino es de 1960 y está en el centro de la polémica. Apenas protege a las mujeres y las penas a los maltratadores y asesinos, cuando las hay, son menores.

El primer ministro palestino dice que se está investigando el caso

Muchos miran estos días a la Autoridad Palestina, criticada por mirar hacia otro lado con demasiada frecuencia. En esta ocasión, la presión es tan grande que hasta el primer ministro palestino ha tenido que intervenir: “Estamos investigando el caso de Isra´a Ghrayeb. Varias personas están detenidas y están siendo interrogadas”, ha asegurado Mohammad Shtayyeh.

Para muchas mujeres palestinas no es suficiente. Quieren cambios reales y profundos a nivel legislativo y social. “Hay que desarrollar programas que enseñen el principio de igualdad de género”, han declarado en un comunicado la Unión General de Mujeres Palestinas e Instituciones Feministas.

Están determinadas a que algo cambie para siempre. Amal Khayyat lo tiene claro: “Nosotras somos todas Isra´a y continuaremos protestando hasta conseguir justicia por ella y por tantas otras”.

Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20190906/mujeres-palestinas-se-manifiestan-primera-vez-contra-violencia-machista/1978700.shtml

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Ayudar a los refugiados palestinos no es solo una responsabilidad compartida, sino un éxito compartido

Ante los problemas de financiación de la agencia que ayuda a los refugiados palestinos desde que Estados Unidos retiró su contribución, la ONU ha celebrado un evento para recaudar fondos para este año. Un niño de Gaza presente en el acto explicó que él no ha elegido la vida de guerra que sufre y que su única esperanza de futuro es la educación que recibe gracias a la ONU.

La sede de la ONU en Nueva York albergó este martes un evento donde se anunciarán las contribuciones voluntarias de los Estados miembros a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos. Su presupuesto para el año 2019 no ha aumentado, pero puede afrontar su primer déficit de financiación a finales de junio de no actuarse con rapidez.

El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió  “humildemente” a los donantes de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos que mantengan su apoyo al mismo nivel que el año pasado, ya que está en juego la educación para medio millón de niños; ocho millones de consultas médicas al año y la ayuda de emergencia para 1,5 millones de personas.

“Por nuestra experiencia en 2018, también sabemos que es posible encontrar los recursos necesarios para que la Agencia siga funcionando.  Por lo tanto, hoy, habida cuenta de lo que está en juego en el plano humano, político, de seguridad y en el plano multilateral, debemos estar a la altura del desafío y capacitar a la Agencia para que continúe su importante e impresionante labor”, destacó.

Guterres recordó que la UNRWA sostuvo sus operaciones durante casi la mitad de 2019 gracias a las generosas contribuciones de los Estados miembros y otras entidades; pero que, de no actuar con rapidez, afrontará su primer déficit de financiación a finales de junio, pese a la adopción de medidas de control del gasto que en los últimos cinco años sirvieron para ahorrar 500 millones de dólares.

Por su parte, el Comisionado de la Agencia, Pierre Krähenbühl, destacó que todas las contribuciones prometidas de 2018 se lograron ejecutar antes de finalizar el año y expresó su reconocimiento a los colaboradores, en particular los gobiernos y las instituciones intergubernamentales, así como los numerosos donantes privados y las organizaciones de la sociedad civil.

“Sus acciones y apoyo fueron vitales para mantener abiertas las 708 escuelas para las que trabaja la Agencia en Cisjordania, incluida Jerusalén Este, Gaza, Jordania, Líbano y Siria”.

Del mismo modo, sirvió para que 8,5 millones de palestinos recibieran servicios de atención primaria en una red que comprende a 144 clínicas y proveer servicios de emergencia a 1,5 millones de refugiados, principalmente en Gaza, Cisjordania y Siria

Setenta años de un “éxito compartido”

El Secretario General recordó que durante siete décadas la UNRWA ha cumplido con rigor y eficacia su mandato de asistir a los refugiados palestinos “hasta que se encuentre una solución justa y duradera” al conflicto palestino-israelí.

Mientras esto no ocurra, continuar con la tarea de la Agencia ha de considerarse “no solamente una responsabilidad compartida, sino un éxito compartido”, del que se beneficia, por ejemplo, con la educación de millones de niños.

ONU/Manuel Elias
Hanan Abu Asbeh (en primer plano), una niña de Cisjordania y Hatem Hamdouna, de Gaza, hablan de la vida de los estudiantes en las escuelas dirigidas por la Agencia de la ONU para los Refugiados

La educación “es el oxígeno de los niños”

Durante el encuentro, unos menores  pudieron ser escuchados a través de la voz de Hanan Abu Asbeh y Hatem Hamdouna, representantes del parlamento estudiantil de la Agencia en Cisjordania y Gaza, que hablaron en nombre de 536.000 estudiantes.

Hatem Hamdouna, un joven de quince años que vive en Gaza y fue elegido vicepresidente del Parlamento, explicó la importancia de la educación para todos los niños del mundo.

“Soy un niño y no tengo ni idea de política. No fui yo quien decidió vivir esta vida de guerra y de bloqueo, pero desde que nací he presenciado tres guerras: cuando tenía cuatro, ocho y diez años. Todavía están bien presentes las imágenes de guerra y destrucción y me persiguen en mis sueños. Sin embargo, durante los momentos más oscuros la educación de la Agencia fue mi única esperanza para conseguir un futuro mejor”.

Hatem destacó que las escuelas continúan con su labor de proveer educación de calidad durante los periodos de emergencia, una situación que les proporciona “un sentido de normalidad”.

“Cuando uno piensa en Gaza lo que se le viene a la cabeza son los aspectos negativos: la guerra, el bloqueo, los bombardeos, una sociedad conservadora constantemente bajo presión, con falta de libertades y en la que no hay ni agua ni luz. Pero quiero que sepan que Gaza es mucho más que eso y que niños como yo no queremos ser percibidos como víctimas”.

La educación de la Agencia finalizó, “es el oxígeno que nos mantiene vivos”.

El presupuesto no aumenta para 2019

La financiación de la Agencia depende casi en su totalidad de contribuciones voluntarias de los Estados miembros y en 2018 consiguió cubrir un déficit de 446 millones de dólares, que se produjo cuando Estados Unidos decidió cortar sus contribuciones, gracias al apoyo de otros países  y el ahorro de 92 millones de dólares.

El presupuesto para el año 2019 es de 1200 millones de dólares, el mismo monto que el año pasado. “En otras palabras, si cada donante pudiera mantener su nivel de contribución del año pasado, podríamos cubrir nuestras necesidades económicas”, destacó Krähenbühl.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2019/06/1458361

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