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Cuidar la tierra para cuidar la vida: la resistencia de las mujeres rurales en Palestina​

El trabajo de las mujeres campesinas como activismo contra las políticas sionistas, «fue un acto revolucionario, cambiamos la sociedad desde aquí. Nos juntamos para mantener la vida y la cultura vivas».


Los ojos de Karemeh Ahmad se iluminan cuando habla de su cooperativa agrícola, un deseo cumplido desde la Primera Intifada. Mientras canta con los rezos que amenizan la sala, prepara el trigo para hacer cuscús y envasa en bolsitas de plástico el za’atar recién preparado, que llevará al día siguiente al mercado. Como si de un antiguo teatro se tratase, el semicírculo formado a su alrededor denota la admiración que despierta. Se respira el aire fresco del mediterráneo. Nadie diría que estamos en una zona ocupada.

Ahmad vive en Dayr al-Sudan, a 50 kilómetros de Ramallah. Oficialmente, fundó la cooperativa en 2007, aunque la actividad comenzó cinco años atrás. Reconoce que no fue fácil, porque no solo fue juntar a un grupo de mujeres, sino incidir en la sociedad y en ellas mismas sobre la importancia de ser independientes y trabajar la tierra como parte de la identidad palestina. «Fue un acto revolucionario, cambiamos la sociedad desde aquí. Nos juntamos para mantener la vida y la cultura vivas».

Como muchas mujeres durante la Primera Intifada, Ahmad tuvo que hacerse cargo ella sola de todo el peso familiar, pues su marido fue encarcelado y, posteriormente, asesinado. Así, la agricultora comienza a pensar formas de resistir a la ocupación, como ya lo hicieron sus antepasados desde los tiempos del Imperio Otomano. En un inicio, las condiciones eran muy precarias y era común que los soldados del Ejército Israelí ocuparan varias habitaciones de su casa, que también hacía las veces de oficina. Pero ahora, la cooperativa proporciona recursos y modos de subsistencia para las mujeres, teniendo un impacto positivo en la economía familiar. De hecho, Ahmad y sus compañeras son un referente e inspiración en toda la región, pues practican lo conocido como sumud palestino, un concepto que se ha traducido como la perseverancia ante las políticas israelíes, asociado a las luchas diarias de las mujeres por mantener la vida de sus familias y comunidades.

Para Nidda Abu Awwad, profesora e investigadora del Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad de Birzeit, el sector agrícola es la columna vertebral de la economía palestina, pero al mismo tiempo el escenario de conflicto con ella, ya que la tierra es el principal componente de la agricultura que se encuentra en el centro del conflicto y, por lo tanto, una base para la resistencia. «Históricamente, las mujeres palestinas han sido un pilar básico en la agricultura. Sin embargo, en el contexto palestino, es difícil separar la participación en la agricultura como actividad económica y como estrategia de supervivencia, ya que, en sí misma, es una expresión de la identidad y la resistencia nacional. Hay que aclarar que nuestra lucha como palestinos en general con la entidad sionista es una lucha de existencia».

Awwad afirma que durante la segunda intifada hubo una creciente participación de las mujeres en la agricultura, que surgió como una estrategia individual de supervivencia y una necesidad de hacer frente al deterioro de las condiciones de vida de la población, como consecuencia del cierre y la imposición de toques de queda. Al mismo tiempo, esta situación conllevó a que las mujeres comenzaran a establecer cooperativas agrícolas de plantas, animales, y proyectos de producción de alimentos. También, porque muchas de ellas quedaron viudas, sus maridos fueron encarcelados o los hombres tuvieron que marcharse a trabajar a Israel, pues los sueldos eran más altos y había una continua destrucción de los campos sembrados y robo del agua.

«Aquí pagamos el agua más cara del mundo-, dice Nawal Yousef, fundadora de una cooperativa de mujeres en Deir Ballut, a 45 kilómetros de Nablus. Los colonos israelíes nos están robando toda el agua. Estamos en una de las zonas más ricas de este recurso y, por ello, nos hacen esta presión para sacarnos. Estamos aislados». De hecho, pueden llegar a pagar más de un euro por el metro cúbico de agua, en unas tierras donde no podrían hacer nada, pues debido a la división de Palestina en los Acuerdos de Oslo de 1993, en su pueblo apenas tienen el 6% del territorio para administrar.

Karemeh Ahmad en su casa de Dayr al-Sudan 16 de agosto de 2019. / Marta Saiz
Karemeh Ahmad en su casa de Dayr al-Sudan 16 de agosto de 2019. / Marta Saiz

Una de las maneras para afrontar y llevar mejor esta situación son las comidas que comparten todas juntas en el local de la cooperativa, que hace unos años hacía las veces de escuela. Las paredes rosas y los restos de dibujos coloreados añoran tiempos donde el muro no existía y la vida era más llevadera. Yousef ríe junto a Amhed Hader, con quien fundó la cooperativa, con el objetivo de negociar los precios abusivos de mercado que les ofrecían los intermediarios, pues ellas mismas plantaban, recogían y vendían la mercancía.Nidda Abu Awwad:

Y recuerdan como juntas se hicieron más fuertes para reclamar sus derechos.

Yousef nació en una familia de la diáspora palestina. Sus padres se vieron forzados a abandonar Palestina durante la Nakba, el desastre de la creación del Estado de Israel que, durante los años 1947 y 1949, conllevó el éxodo de más de 700.000 personas palestinas de su territorio. Y Venezuela les acogió. Ella vivió treinta años en el país Latinoamericano hasta que decidió visitar su tierra y quedarse allí. Fue la única de sus ocho hermanos que regresó.

Al igual que Yousef, Abeer Ibder vive en una zona donde la cercanía del muro les imposibilita poder trabajar libremente la tierra. En su pueblo, Dayr al-Ghusun, a 14 kilómetros Tulkarem, Ibder es ingeniera agrónoma y, desde hace diez años, también trabaja las tierras que le dejó su madre. Para ella es importante trabajarlas porque es su derecho, así como el de todo el pueblo palestino. Pues son sus tierras. «El problema que tenemos es que la colonización sionista lo destruye todo, lo que sembramos y lo que producimos. Plantar la tierra significa una lucha contra la colonización. Cuidarlas para que no sean ocupadas de nuevo y confiscadas».

Agri-resistencia

Once años atrás, cuando Vivien Sansour regresó a su pueblo natal, Beit Jala (Belén), conoció a muchas personas agricultoras que eran las que mantenían la tierra, incluso si no era económicamente viable. «Arriesgan su vida para trabajar la tierra, para mantener vivas las costumbres. El verdadero significado de la resistencia es lo que estas personas están haciendo; mantener esas señales que nos hacen estar vivas. En eso consiste la agri-resistencia».

Y decidió que eso es lo que iba a hacer el resto de su vida.

Karemeh Ahmad en su casa de Dayr al-Sudan, 16 de agosto de 2019. / Marta Saiz
Karemeh Ahmad en su casa de Dayr al-Sudan. / Marta Saiz

Sansour ve indisociable separar el término agri de cultura, pues van de la mano. Y, por ello, en 2014 fundó Palestine Heirloom Seed Library, una biblioteca de semillas que trabaja para encontrar y preservar variedades de semillas antiguas y prácticas agrícolas tradicionales. También es un movimiento para concienciar a la población palestina sobre la riqueza de sus productos y la importancia del consumo local. Sin embargo, no es tan fácil.

«Al vivir en una prisión como esta, donde el Estado de Israel nos pone frente a una industria agroalimentaria terrible en las que los precios son mucho más bajos, es complicado convencer de la riqueza del producto local. Y más, cuando producir en los territorios ocupados es cinco veces más caro por la falta de agua y el excesivo pago de aranceles».

Sobre la situación de la mujer agricultora, Sansour habla de una lucha continua con el sionismo, el patriarcado y la violencia del propio Estado. «Las mujeres están constantemente en estado de supervivencia. Con la construcción del muro, arriesgan sus vidas para salir y poder vender unos pocos kilos de algo. Los soldados las paran, las violentan y las humillan. Y luego llegan a sus casas y también tienen que sufrir esa violencia estructural. Pero eso no nos hace heroínas. ¿Por qué las mujeres tenemos que ser heroínas todo el tiempo? ¿Es increíble porque es resistencia, o no es justo porque hay un poder superior? ¿Acaso las mujeres de otros lugares del mundo lo tienen más fácil?»

Fuente: https://rebelion.org/cuidar-la-tierra-para-cuidar-la-vida-la-resistencia-de-las-mujeres-rurales-en-palestina%e2%80%8b/

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Israel deja sin hogar a cientos de palestinos durante la pandemia

Por: Tamara Nassar | Palestina y Oriente Próximo

Desde marzo, cuando se confirmaron los primeros casos de COVID-19 en la ocupada Cisjordania, las fuerzas israelíes han demolido o confiscado casi 400 construcciones palestinas.

Eso es casi 65 por mes, el promedio más alto en cuatro años.

En lo que va de este año Israel ha desplazado por la fuerza a unos 700 palestinos, la mayoría durante la pandemia y la mitad de ellos niños.

Solamente en agosto Israel dejó a más de 200 palestinos sin hogar.

Eso es «más que en cualquier otro mes desde enero de 2017», según el grupo de monitoreo de las Naciones Unidas OCHA.

Esas cifras no incluyen a los cientos más cuyo sustento y capacidad de acceso a los servicios también se vieron obstaculizados por la campaña de demolición de Israel.

Los palestinos suelen demoler sus propias casas para evitar que se les imponga el proyecto de ley si Israel lleva a cabo la demolición.

Las demoliciones no se limitaron a viviendas palestinas.

Las fuerzas de ocupación israelíes también destruyeron o confiscaron estructuras de agua, higiene y agricultura, un nuevo ataque a la capacidad de los palestinos para responder a la pandemia.

Limpieza étnica

La intensificación de la campaña de demolición de Israel se dirige principalmente a los palestinos en el Área C, el 60 por ciento de Cisjordania que permanece bajo el control militar total de Israel e incluye las colonias más grandes de Israel.

El resto tiene lugar en la Jerusalén Oriental ocupada, salvo un pequeño número en las Áreas A y B, que -nominalmente- están bajo el control de la Autoridad Palestina.

Los palestinos en el Área C se han visto obligados a valerse por sí mismos durante la pandemia mientras Israel continúa colonizando su tierra.

El pretexto de Israel para la mayoría de las demoliciones es que los palestinos construyen sin los permisos de las autoridades de ocupación a pesar de ser dueños de la tierra.

Israel se niega a permitir prácticamente cualquier construcción palestina en el Área C o en la Jerusalén Oriental ocupada, lo que obliga a los palestinos a construir sin permisos y viven con el temor constante de las demoliciones.

Esto es parte del incansable esfuerzo de Israel por cambiar la demografía en el área para asegurar una mayoría judía. Es, en otras palabras, limpieza étnica.

Para algunos legisladores israelíes, las fuerzas de ocupación no están haciendo lo suficiente para expulsar a los palestinos de sus tierras.

Ayelet Shaked, una exministra que ha promovido los llamamientos al genocidio contra los palestinos, propuso nombrar a un funcionario del Gobierno «cuyo objetivo total sería evitar la toma de posesión del Área C».

Este idioma orwelliano revierte la verdadera intención de Shaked: quiere asegurarse de que los colonos israelíes se apoderen del Área C de su población palestina indígena.

Otro legislador israelí de extrema derecha, Bezalel Smotrich, autor de un plan genocida para expulsar a los palestinos, tiene una idea diferente.

Según el diario Haaretz de Tel Aviv, Smotrich ha sugerido que se autorice a las colonias israelíes, cuya construcción es un crimen de guerra, a demoler las estructuras palestinas que consideran «sin licencia» .

Otros ministros israelíes han comparado la construcción palestina en el Área C con «un virus exponencial», un «terror territorial» y «un cáncer».

Ese lenguaje que demoniza a un pueblo que vive en su propia tierra como una enfermedad, recuerda la incitación que en numerosas ocasiones y lugares ha precedido a la limpieza étnica o al genocidio.

Destrucción de la ayuda de la UE

Solo en agosto Israel demolió o confiscó estructuras financiadas por donantes por valor de casi 11 millones de dólares, además de 90.000 dólares durante la pandemia.

La mayoría de las estructuras de donantes demolidas o incautadas este año fueron financiadas por la Unión Europea.

En 2019 Israel destruyó o confiscó medio millón de dólares en proyectos financiados por la UE, un aumento del 90 por ciento con respecto a 2018.

Entre 2001 y 2016, Israel causó una destrucción estimada de 74 millones de dólares en proyectos financiados por la UE. Eso incluyó 26 millones durante la embestida a Gaza en 2014.

Pero la Unión Europea no hace nada para responsabilizar a Israel de su práctica habitual de demoler proyectos financiados por la UE.

De vez en cuando la comisión de la UE en la ocupada Cisjordania emite declaraciones de «preocupación».

Mientras tanto la UE mantiene sus altos niveles de apoyo financiero, tecnológico y político a Israel, al tiempo que envía señales públicas que incentivan aún más su comportamiento.

El mes pasado el jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gabi Ashkenazi.

Ashkenazi fue jefe del ejército durante el ataque israelí de 2008-2009 contra Gaza, la Operación Plomo Fundido, una masacre de tres semanas que mató a unos 1.400 palestinos, en su mayoría civiles, y más de 300 niños.

Borrell felicitó a Ashkenazi por la «normalización de las relaciones de Israel con los Emiratos Árabes Unidos» y reafirmó que «la UE e Israel están listos para continuar trabajando juntos».

Después de una llamada posterior con Ashkenazi este mes, Borrell afirmó el interés de la UE en «intensificar la cooperación bilateral».

Si bien Ashkenazi es todo sonrisas cuando sus anfitriones europeos le dan la bienvenida, su estado de ánimo es menos amistoso a puerta cerrada.

En una reunión de la Knesset en julio, Ashkenazi dijo que consideraba cualquier proyecto financiado con fondos europeos en el Área C que «no respete los procedimientos de permisos de construcción israelíes» como una «intervención europea en un intento por definir una frontera».

En otras palabras, la UE debe dejar que Israel dicte dónde están sus fronteras y debe cooperar plenamente con su campaña de limpieza étnica.

Según los informes, Ashkenazi amenazó con que cualquier estructura financiada por Europa construida en el Área C sin el permiso de Israel enfrentaría «consecuencias». Añadió que Israel rechazaría cualquier «demanda europea de pago de compensación por la demolición o confiscación del equipamiento».

Según las cifras, la intimidación de Israel a la UE funciona. Los proyectos financiados por la UE han disminuido drásticamente a lo largo de los años, de 75 millones en 2015 a solo 12 millones el año pasado.

Bulldozer builds structure on open land

Colonia exclusiva para judíos de Nofei Nehemia construida en tierras de propiedad palestina en la zona de Salfit de la Cisjordania ocupada, 13 de agosto. Ahmad Al-Bazz Active Stills

El propietario del Chelsea financia los acuerdos

Mientras tanto las colonias de Israel en el Área C y la Jerusalén Oriental ocupada continúan floreciendo.

A principios de este mes un tribunal israelí en Jerusalén dio luz verde para expulsar a decenas de palestinos de sus hogares y entregarlos a grupos de colonos. El argumento fue que las casas pertenecían a judíos antes de la Nakba, la limpieza étnica de Palestina en 1948.

La Ley israelí de propiedad del ausente, de 1950, permite a Israel apoderarse de tierras y propiedades de refugiados palestinos que huyeron o fueron expulsados ​​durante y después de la Nakba.

Bajo una enmienda a su leyde 1970, Israel permitió a los judíos reclamar las propiedades de Jerusalén que dejaron en 1948, pero no permitió el mismo derecho a los palestinos, una medida descaradamente racista.

La casa en el área de Batan al-Hawa de Silwan en la Jerusalén Oriental ocupada pertenece a la familia al-Fatah Rajbi, 26 de los cuales se quedarán sin hogar, informó Haaretz.

Ahora el tribunal está obligando a la familia palestina a entregar su casa desde hace 54 años a Ateret Cohanim, una organización de colonos que ayuda a implementar la colonización del Gobierno israelí de las propiedades palestinas en Jerusalén.

La tierra fue -supuestamente- registrada en un fideicomiso a nombre de un rabino bajo el dominio otomano. En 2001 el Tribunal Superior de Israel transfirió la tierra a Ateret Cohanim.

Desde entonces el grupo de colonos ha demandado a 700 palestinos que viven en tierras supuestamente pertenecientes al fideicomiso en un intento por expulsarlos por la fuerza.

Los grupos de colonos israelíes no carecen de ayuda. Documentos recientemente expuestos revelan que Roman Abramovich, propietario del Chelsea Football Club, ha contribuido con más de 100 millones de dólares a Elad , otro grupo de colonos israelíes que se apodera de tierras y hogares palestinos en la Jerusalén oriental ocupada. Abramovich es un ruso que obtuvo la ciudadanía israelí en 2018.

El Chelsea es conocido por el racismo desenfrenado y el antisemitismo de sus fanáticos.

Fuente: https://electronicintifada.net/blogs/tamara-nassar/israel-makes-hundreds-palestinians-homeless-during-pandemic

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.

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Estudiantes palestinos de Cisjordania comienzan nuevo año escolar

Asia/Palestina/11-09-2020/Autor(a) y Fuente: spanish.xinhuanet.com

HEBRON, 7 septiembre, 2020 (Xinhua) — Estudiantes reciben un control de temperatura en una escuela en la ciudad cisjordana de Hebrón, el 7 de septiembre de 2020. Estudiantes palestinos de Cisjordania comenzaron el 6 de septiembre el nuevo año escolar después de una suspensión de seis meses. (Xinhua/Mamoun Wazwaz)

MEDIO ORIENTE-HEBRON-ESCUELA

HEBRON, 7 septiembre, 2020 (Xinhua) — Estudiantes se dirigen a una escuela en la ciudad cisjordana de Hebrón, el 7 de septiembre de 2020. (Xinhua/Mamoun Wazwaz)

MEDIO ORIENTE-HEBRON-ESCUELA

HEBRON, 7 septiembre, 2020 (Xinhua) — Imagen del 7 de septiembre de 2020 de estudiantes en una escuela en la ciudad cisjordana de Hebrón. (Xinhua/Mamoun Wazwaz)

MEDIO ORIENTE-HEBRON-ESCUELA

HEBRON, 7 septiembre, 2020 (Xinhua) — Estudiantes se divierten en una escuela en la ciudad cisjordana de Hebrón, el 7 de septiembre de 2020. (Xinhua/Mamoun Wazwaz)

Fuente e Imagen: http://spanish.xinhuanet.com/photo/2020-09/09/c_139350698.htm

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Palestina: La lucha contra la COVID-19 en los territorios ocupados de Palestina

La lucha contra la COVID-19 en los territorios ocupados de Palestina

El brote de la enfermedad coronavirus 2019 (COVID-19) en los territorios palestinos ocupados, y en Gaza específicamente, pone de relieve el efecto de un bloqueo continuado sobre la salud pública. En 2007, tras la toma de posesión de Hamás, Israel y Egipto impusieron un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo a Gaza. De acuerdo con la decisión del gabinete de Israel en ese momento, se declaró que Gaza estaba gobernada por una “entidad hostil” debido a los ataques de Hamas a los ciudadanos israelíes. El bloqueo incluía la prohibición de lo que se conoce como materiales de doble uso (aquellos que pueden utilizarse tanto para fines civiles como militares). Sin embargo, la prohibición incluye artículos que no tienen nada que ver con la seguridad -por ejemplo, ciertos tipos de alimentos- y otros que se prohibieron como castigo -como las limitaciones de electricidad. El carácter extensivo del bloqueo ha tenido un efecto devastador en la salud y el bienestar de los residentes de Gaza.

En el 30 de junio de 2020, se han diagnosticado un total de 2.443 casos de COVID-19 en el territorio palestino ocupado, 72 de los cuales han sido en Gaza /1 (VS: a 16 de agosto se habían acumulado 21.554 casos, 4.225 por millón de habitantes, y 119 personas fallecidas, 23 por millón de habitantes,, y la situación de la transmisión es clasificada por brotes).

Los Ministerios de Salud palestinos, tanto en Gaza como en Ramallah, han reconocido que su capacidad para contener la propagación de la COVID-19 se ve limitada por la escasez actual y preexistente de material de asistencia sanitaria, incluidos los medicamentos y material desechable. Las medidas de salud pública han puesto su énfasis en la precación y han contribuido en gran medida a una tasa de infección muy baja durante los tres primeros meses de la crisis; por ejemplo, Gaza ha recomendado que las personas que regresen de fuera de Gaza por el cruce de Rafah o Erez permanezcan en cuarentena durante 21 días, en lugar de 14 días /2 .

Sin embargo, estos esfuerzos se ven obstaculizados por las restricciones especiales a las que se enfrenta el sistema de salud palestino. Si incluso los sistemas de atención de la salud bien equipados de los países europeos han encontrado difícil el manejo de esta crisis, es probable que el servicio de salud palestino, que soporta la carga de la escasez de presupuesto y una fragmentación desde hace décadas, se encuentre en una situación mucho peor. La separación entre Jerusalén oriental, Gaza y la Ribera Occidental, y las restricciones que Israel impone a la libertad de circulación de los pacientes, el equipo médico y el personal sanitario, obstaculizan estructuralmente el buen funcionamiento del sistema de salud palestino.

El bloqueo de 13 años significa que no se dispone de muchos tratamientos en Gaza y que el personal sanitario local no tiene conocimientos médicos actualizados. En consecuencia, más de 9.000 pacientes necesitan permisos de salida israelíes para salir de la Franja de Gaza cada año con el objetivo de recibir un tratamiento que no está disponible a nivel local, de los cuales una cuarta parte son pacientes con cáncer /3.

La insuficiente cantidad de equipo necesario para tratar la COVID-19 en el territorio palestino ocupado (por ejemplo, 87 camas con ventiladores en la unidad de cuidados intensivos para casi 2 millones de personas, y una escasez de equipo de protección personal) se ve agravada por las deficientes condiciones de salud pública: una crisis de agua y electricidad, una pobreza desenfrenada y una alta densidad de población /4 .

Mientras tanto, los pacientes que necesitan un tratamiento que no está disponible a nivel local se enfrentan a un dilema: seguir sin recibir tratamiento o correr el riesgo de infectarse por la COVID-19 al salir de la Franja de Gaza. A este dilema se suma el regreso obligatorio a los centros de aislamiento de Gaza, los cuales no cuentan con el equipo necesario, lo que supone un riesgo adicional para la salud. La OMS estima que, a finales de marzo, había unos 1.200 pacientes que debían abandonar Gaza para recibir tratamiento, entre ellos docenas de pacientes con cáncer /5.

Médicos de Israel por los Derechos Humanos (PHRI, la organización de salud y derechos humanos en la que ambos trabajamos) ha exigido que Israel actúe de forma transparente y publique las políticas del país para prevenir un brote en el territorio ocupado de Palestina. El Convenio de Ginebra exige que la Potencia ocupante adopte “las medidas profilácticas y preventivas necesarias para combatir la propagación de enfermedades contagiosas y epidemias ” /6. Aunque Israel tiene preocupación por su seguridad, las restricciones que ha impuesto dejan a miles de personas sin acceso a una atención adecuada. Hay indicios iniciales alentadores de que se ha producido una cooperación entre Israel, la Autoridad Palestina y Hamas, al menos indirectamente. Sin embargo, es preciso adoptar nuevas medidas.

Para que los sistemas de salud palestinos puedan gestionar el brote, Israel debe levantar su cierre de la Franja de Gaza para permitir el funcionamiento adecuado del sistema de salud y otros servicios esenciales de Gaza ante la pandemia de COVID-19. El levantamiento del cierre debe incluir la eliminación de las barreras a la circulación de mercancías. En los casos en que no se disponga de medicamentos y equipo debido a la escasez de presupuesto o a argumentos de doble uso, Israel debe ayudar a garantizar el suministro de los materiales que faltan en la mayor medida posible. Simultáneamente, las autoridades israelíes deben trabajar con Hamas y la Autoridad Nacional Palestina para encontrar soluciones para los pacientes que actualmente no pueden salir de la Franja de Gaza pero que deben recibir un tratamiento no disponible en esta.

PHRI presentó una petición al Tribunal Supremo de Israel exigiendo la ayuda mencionada. En su respuesta del 7 de mayo, Israel detalló parte de la muy limitada ayuda que se ha proporcionado hasta ahora. Sin embargo, dadas las mencionadas deficiencias en los sistemas de salud de Gaza y la Ribera Occidental y el alcance de la responsabilidad de Israel, la ayuda que ha proporcionado hasta ahora es en gran medida simbólica. La petición ante el tribunal ha sido retirada, pero PHRI seguirá presionando para que se aumente la asistencia a Gaza, especialmente a la luz de una posible segunda oleada.

 

Referencias

 

  1. WHO. Coronavirus disease 2019 (COVID-19) situation report 27.

 

  1. Palestinian National Authority. Ministry of Health, Unit of Information System

Daily report for COVID 19 virus.

 

  1. WHO. Right to health 2018.

 

  1. WHO. Coronavirus disease (COVID-19) situation report 33.

 

  1. WHO. Health access. Barriers for patients in the occupied Palestinian territory.

 

  1. International Committee of the Red Cross. Geneva convention relative to the protection of civilian persons in time of war (fourth Geneva convention).

 

 

The Lancet, September 2020

 

Fuente de la Información: https://vientosur.info/la-lucha-contra-la-covid-19-en-los-territorios-ocupados-de-palestina/

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Palestina, ¿vencedores o vencidos?

Por: Daniel Seixo

«Tras 63 años de sufrimiento: basta, basta, basta. Es hora de que el pueblo palestino consiga su libertad y sus derechos. Ha llegado la hora de la primavera palestina, de la independencia.«

Mahmud Abbas

«Voy con la corriente de la historia, y aquellos que van con la corriente de la historia ganarán. Los que van en contra desaparecerán.»

«El sionismo es una encarnación del neo-nazismo …, terrorismo intelectual y explotación racial.»

Yasser Arafat

«El objetivo de la operación es que Gaza vuelva a la Edad Media. Sólo entonces Israel mantendrá la calma durante 40 años.«

Eli Yishai, ministro del Interior de Israel

«Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el arma de los que luchan por la libertad»

Aviones de combate, helicópteros de ataque y tanques son usados como represalia por el supuesto lanzamiento de múltiples globos incendiarios desde Palestina. La sobreactuación y la crueldad del ejército israelí contra la Franja de Gaza, hace tiempo que han dejado de resultar un acontecimiento digno de ocupar los grandes titulares de la prensa occidental, pero tras 8 días consecutivos de bombardeos indiscriminados contra distintos puntos de la franja, el dolor, la desesperación y la barbarie siguen siendo tan reales como el primer día de esta interminable pesadilla para los dos millones de palestinos que resisten heroicamente el desmedido envite del ejército sionista.

Asegura el gobierno israelí que la acción responde a las provocaciones del movimiento islamista Hamás, argumenta que las acciones militares se deben a la necesidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos y tras esto pretende con grandilocuentes declaraciones y orquestadas presiones económicas y diplomáticas, hacer olvidar al mundo la realidad de un pueblo acosado, humillado y ocupado. Los cantos de sirena que procuran que Trump establezca a Jerusalén como capital de Israel ante el mundo a cambio de unos acuerdos de paz que suponen simplemente una rendición impuesta sobre el pueblo palestino o los recientes acuerdos con Emiratos Árabes Unidos para intercambiar reconocimiento por una supuesta «ocupación comedida», responden a la misma lógica que la que se oculta tras el uso de la violencia y el terror por parte del ejecutivo sionista.

Tras el asesinato de Mohamed Al-Dura y las continuas campañas de manipulación y desprestigio sobre el joven asesinado y la causa palestina, el inevitable futuro del conflicto quedó totalmente constatado para todo aquel que quisiera abrir sus ojos a la total locura en la que se ha transformado el proyecto nacional israelí. Ningún acuerdo va a evitar que salga adelante el mega plan de asentamiento para lograr conectar los principales bloques de asentamientos ilegales en la región y tampoco eso supondrá el fin del plan de anexión de Netanyahu. El radicalismo extremo de la teocracia capitalista del sionismo, no se detendrá hasta que ningún palestino se atreva a defender como propia la tierra que legítimamente hoy habitan. La verdad apenas oculta es que no hay espacio real para el acuerdo o la paz, Israel siempre encontrará un motivo para atacar de forma desproporcionada al pueblo palestino y bien sea por agotamiento o por el poder de las armas, confían en la total eliminación de Palestina. Las puntuales negociaciones con las diversas delegaciones árabes, las fotos tras raquíticos acuerdos o los brindis al entendimiento con las autoridades palestinas, no son para ellos sino una necesidad tediosamente inevitable de cara a no perder definitivamente el rédito que la comunidad internacional les ha otorgado por el sufrimiento injusto e innecesario de sus antepasados. Un rédito que debemos percatarnos hace ya mucho tiempo resulta inmerecido y ha sido dilapidado por la sed de sangre de los falsos herederos políticos de las víctimas del holocausto.

No se trata de explicar una vez más la diferencia entre ser antisionista y antisemita, no pienso entrar aquí en esas burdas manipulaciones dialécticas a estas alturas únicamente interesantes para los propios sionistas en su campaña de manipulación o para aquellos cercanos proyectos independentistas trasnochados que llegarían a acostarse con el diablo por una pizca de reconocimiento fútil, se trata por tanto simplemente de lograr discernir entre verdugos y víctimas y no me salgan con evasivas en este caso intentando comprar dos extremos inexistentes, porque pocos conflictos sobreviven en la actualidad con una desproporción de fuerza y violencia tan clara como el que tiene lugar en Palestina.

Más de 50 000 niños palestinos detenidos desde 1967, viviendas arrasadas, asesinatos selectivos, un férreo bloqueo económico sumado al boicot diplomático internacional, un asedio digno de las campañas medievales y la brutal e incomprensible capacidad de encadenar violaciones a los Derechos Humanos sin apenas consecuencias legales para un estado que parece vivir al margen de la justicia, aun cuando inmerso en el delirio de la violencia se considera digno heredero de la atención de Dios. Personalmente no llego a comprender que clase de Dios podría aceptar en su seno a aquellos que bombardean una escuela de la ONU o paralizan infraestructuras básicas para el desarrollo de la vida diaria de la población civil. No logro comprenderlo y no creo que me equivoque cuando por ello me atrevo a asegurar que ningún Dios más allá del puro dinero se mostraría capaz de aceptar tal afrenta a nuestra humanidad más básica.

Desde que en 2007 Hamás se hiciese con el poder político en Gaza, Israel mantiene sobre el territorio palestino un bloqueo por tierra, mar y aire que sigue cobrándose vidas inocentes al tiempo que enquista irremediablemente un conflicto mucho más terrenal de lo que ambas partes se podrían llegar a permitirse reconocer, sin con ello poner sobre la mesa la inhumanidad y la responsabilidad tras cada nueva víctima. Hasta el momento, no se han registrado heridos o pérdidas materiales considerables en lado israelí por esta nueva escalada de tensión, mientras que las autoridades palestinas oficialmente reportan numerosos heridos e importantes daños materiales en la Franja de Gaza. Una desproporción demasiado habitual en este conflicto y que curiosamente señala a todo aquel que lo quiera llegar a ver, que hace tiempo que la víctima se ha convertido en el peor reflejo posible del verdugo.

Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/palestina-vencedores-o-vencidos/

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La ayuda a los refugiados palestinos, en grave peligro por falta de fondos

La ayuda a los refugiados palestinos, en grave peligro por falta de fondos

Unos cinco millones de personas en tres países y en el territorio palestino ocupado reciben ayuda de la ONU para sobrevivir en medio del desplazamiento y el conflicto, y ahora una pandemia. El programa que los protege necesita 400 millones de dólares. Líderes de la Organización y de varios países se reúnen para asegurar los fondos.

Este martes se realizó una conferencia de donantes para aliviar la brecha de financiación de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, que continúa trabajando en medio de una crisis en curso en Oriente Medio y sin estabilidad financiera.

La Agencia necesita 400 millones de dólares para brindar servicios de salud y educación a más de cinco millones de personas en tres países, así como dentro del Territorio Palestino Ocupado.

“Todos los días, la Agencia está contribuyendo al desarrollo humano y la estabilidad en un contexto cada vez más volátil y desafiante», dijo el Secretario General de la ONU, António Guterres, a la reunión virtual desde Nueva York.

La Agencia no solo proporciona un salvavidas para millones de refugiados palestinos, continuó, sino que también es fundamental para la estabilidad regional.

«Entorno impredecible e inestable»

La oficialmente Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA por sus siglas en inglés) se estableció después del conflicto árabe-israelí en 1948.

Tiene operaciones en Gaza y Cisjordania, pero también en El Líbano, Jordania y Siria, financiadas casi en su totalidad por contribuciones de los Estados miembros de la ONU.

El nuevo jefe de la agencia, Philippe Lazzarini, se hizo cargo el 18 de marzo, solo una semana después de que se declarara la pandemia de COVID-19.

Lazzarini expresó que la crisis de salud se produjo cuando Medio Oriente entra en «un período de incertidumbre renovada», con Israel amenazando con anexar partes de Cisjordania y Líbano en términos económicos y políticos, mientras continúa el conflicto sirio «aparentemente interminable».

«En un entorno impredecible e inestable, necesitamos, más que nunca, un UNRWA predecible y estable», dijo el el jefe de la agencia en la conferencia, coorganizada por Jordania y Suecia.

“Pero nuestro mayor desafío es nuestra estabilidad financiera. Estamos operando a plena capacidad con recursos inadecuados”.

No queda ningún lugar para recortar

En los últimos cinco años, UNRWA ha luchado contra profundos recortes presupuestarios, lo que ha llevado a un ahorro de 500 millones de dólares. Lazzarini dijo que no queda ningún lugar para recortar sin afectar la calidad de sus servicios.

“Año tras año, mes tras mes, UNRWA está al borde de un colapso financiero. Esto no puede continuar”, enfatizó, instando a los países a tomar medidas, incluida la recaudación de sus contribuciones anuales.

Jordania alberga la mayor cantidad de refugiados palestinos, y el ministro de Relaciones Exteriores, Ayman Hsafadi, se comprometió a seguir trabajando junto a sus socios.

«Cualquier reducción en los servicios de UNRWA solo causará más sufrimiento a las personas que han sufrido más de lo que cualquier otra persona debería soportar», afirmó.

Suecia también ha contribuido con unos 55 millones de dólares a la agencia este año, informó el Ministro de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Peter Eriksson dijo que hasta que haya una solución a la situación de los refugiados palestinos, «existe una responsabilidad compartida de apoyar a la agencia «.

Fuente de la Información: https://news.un.org/es/story/2020/06/1476432

 

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Franja de Gaza reabre las escuelas en medio del conflicto y la pandemia

Asia/Franja de Gaza/13 Agosto 2020/semana.com

Desde esta semana regresaron a las aulas unos 285.000 palestinos en 277 escuelas de esta población donde actualmente se reporta un incremento de casos de covid-19.

Centenares de miles de niños gazatíes volvieron el sábado a las aulas en la Franja de Gaza, después de cinco meses en que las escuelas estuvieron cerradas y en un momento en que aumentan los casos del nuevo coronavirus en el enclave palestino.

Ziyad Thabit, subsecretaria en el Ministerio de Educación de Gaza, donde gobierna el movimiento islamista Hamas, explicó que los alumnos seguirán un programa escolar adaptado y que las clases se limitarán a cuatro días a la semana.

«El Ministerio preparó un plan basado en distintos escenarios para acabar el año escolar», afirmó.

La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que asiste a centenares de miles de niños gazatíes, indicó que regresaron a las aulas unos 285.000 palestinos en 277 escuelas.

La UNRWA precisó en un comunicado que «adoptaron medidas preventivas como la aportación a las escuelas del material sanitario necesario» y explicando al personal educativo cómo utilizarlo.

Para evitar los contagios, se cancelaron las reuniones de la mañana y los niños deberán quedarse en sus aulas durante el tiempo de recreo.

«Estas medidas serán revisadas una vez cada semana y mejoradas si es necesario», explicaron desde la agencia de la ONU.

El Ministerio de Sanidad gazatí informó que detectaron 78 casos de coronavirus en el enclave y solo un muerto.

Alrededor de un millón de personas, la mayoría de ellas pobres, viven en la Franja de Gaza, que sufre un estricto bloqueo de la parte de Israel desde 2007.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/franja-de-gaza-reabre-las-escuelas-en-medio-del-conflicto-y-la-pandemia/693052

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