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Alianza por la Educación

Por: Roberto Patiño

El martes 24 de enero la organización no gubernamental Fe y Alegría presentó a los venezolanos Alianza por la Educación, un proyecto que aspira a crear un pacto social que convoque a los mejores talentos en un proyecto para salvar la educación en Venezuela.

La propuesta, en construcción en estos momentos, busca crear alianzas con las familias, las comunidades, organizaciones de la sociedad civil, ONG, empresarios, periodistas, universidades y partidos políticos que deseen suscribir un compromiso real ante la situación educativa en el país. Formar una nueva cohorte de educadores, facilitar la formación docente a los profesionales de otras áreas que quieran servir en el sistema, contribuir con propuestas para la actualización del pensum de formación, acompañar al gremio docente en sus luchas pacíficas por mejores condiciones de trabajo y establecer alianzas educativas con el sector privado, universidades, centros de investigación y medios de comunicación, son algunas de las ideas de un plan integral, urgente y necesario para garantizar un futuro para los venezolanos.

En estos días hemos acompañado en la calle al gremio docente en sus luchas por sueldos dignos y mejores condiciones laborales, estamos conscientes del compromiso que tienen estos profesionales para mantener los colegios abiertos en medio del desprecio que ha demostrado el régimen por su trabajo, pero el problema educativo en Venezuela va más allá de un salario justo y unas obras de cabilla y cemento en los centros educativos. Estamos atados a un pensum de estudio con más de quince años de retraso, según datos de Fe y Alegría; nuestros planteles carecen de tecnologías necesarias para la formación de jóvenes aptos para el exigente mercado laboral  y, lo que es más grave por sus implicaciones en el futuro, necesitamos una generación de al menos 256.000 nuevos profesores, según las investigaciones de la Universidad Católica Andrés Bello, que cubran las vacantes originadas por los profesionales que debieron de huir de sus puestos de trabajo para garantizar un futuro para sus familias.

Sabemos muy bien que la obra es titánica y urgente, un compromiso que nos debe mover a todos los venezolanos que persistimos en la fe y la certeza de que nuestro país se merece un futuro digno.

En nuestra experiencia en Mi Convive, hemos conocido de primera mano la importancia que tienen los centros educativos en la vida de las comunidades. El colegio (y la cancha deportiva) son los espacios por excelencia de la vida comunitaria, desde allí suelen nacer la verdadera organización popular que convocan a las familias y vecinos de la comunidad, la educación de un chamo, el futuro de nuestros hijos es el mejor aliciente para sumar voluntades y comprometernos por nuestro futuro; a la sombra de los colegios es donde se organizan las comunidades y se construyen los liderazgos populares. Lo sabemos muy bien, Alimenta la Solidaridad nace como un esfuerzo para atender la inseguridad alimentaria y con ello contener la deserción escolar con el apoyo de las comunidades organizadas. Por su parte Mi Convive, se ha enfocado en la recuperación de espacios deportivos, el fortalecimiento del proceso educativo, el apoyo a las independencia de nuestros jóvenes y el apuntalamiento de los liderazgos populares, entre otros esfuerzos que la comunidad ha asumido como propios en búsqueda de un mejor futuro. Una diversidad de iniciativas de trabajo por el cambio que tienen siempre como referencia y centro de sus preocupaciones, la escuela, los muchachos, en definitiva, recurso más valioso por nuestro futuro.

Un país ata su supervivencia a la calidad de la educación que se imparte en sus colegios y esta convocatoria que hace Fe y Alegría a través de la Alianza por la Educación debe involucrarnos a todos los que queremos trabajar por el cambio en Venezuela.

www.rpatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/alianza-por-la-educacion/

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La Comisión 8M encara la recta final hacia el 8 de marzo con un doble llamamiento a la movilización

Por: Tercera Información

  • El movimiento feminista de Madrid confirma que el recorrido para la manifestación del 8 de marzo de 2023 en Madrid será de Atocha a Plaza de España, a partir de las 19h.
  • La Comisión 8M hace asimismo un llamamiento a sumarse a las movilizaciones en defensa de la Sanidad Pública convocadas para el próximo domingo, 12 de febrero, para lo que ha organizado un bloque feminista que saldrá de Nuevos Ministerios a las 11.30.

A un mes del próximo 8 de marzo y tras meses de trabajo en asambleas en la Comisión 8 de Marzo, el movimiento feminista de Madrid encara la recta final con una apuesta por volver a llenar las calles.

Por un lado, este espacio de coordinación de las organizaciones y colectivos del movimiento feminista madrileño confirma el recorrido previsto para la manifestación del 8M de 2023. La convocatoria será a las 19h en Atocha, y recorrerá el centro de Madrid, pasando por Cibeles, Gran Vía y Callao hasta finalizar en Plaza de España. Se trata del mismo recorrido de las históricas huelgas feministas de 2018 y 2019, en una nueva llamada al desborde, tras los años marcados por la pandemia.

Por otro lado, la Comisión 8M anuncia que el movimiento feminista se unirá a la marcha en defensa de la sanidad pública y universal convocada por las profesionales de la salud y vecinas de Madrid para el próximo domingo 12 de febrero. Para ello, ha organizado un bloque feminista que parte desde la columna de Nuevos Ministerios a las 11:30de la mañana.

Las mujeres quieren visibilizar así su apoyo a las huelgas, a los encierros y a la lucha de toda la sanidad pública madrileña. Además de la paralización de las negociaciones con la Consejería de Sanidad, denuncian los recortes estructurales que afectan desde los hospitales hasta la Atención Primaria y señalan a la Comunidad de Madrid por ser “la única región que cerró los servicios de urgencia de atención primaria en pandemia y que permite mantener Centros de Salud sin médicas”.

Estas cuestiones coyunturales, se suman a las históricas reivindicaciones feministas en este ámbito: una sanidad que permita disponer a las mujeres de la información necesaria para tomar decisiones sobre sus cuerpos; impulsar la investigación médica desde un enfoque no androcéntrico, que ponga las necesidades de las mujeres entre sus objetivos; y que todas las mujeres puedan acceder a servicios de salud integral, de proximidad, independientemente de su situación administrativa, edad, sexualidad e identidad y/o expresión de género.

La Comisión 8M es el espacio unitario de organización, encuentro, debate y reunión del movimiento feminista autónomo de Madrid que aglutina a diferentes colectivos, activistas feministas y vecinas de los barrios y los pueblos de Madrid y que año tras año, desde hace tres décadas, ha preparado las movilizaciones del 8 de marzo.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/06/02/2023/la-comision-8m-encara-la-recta-%EF%AC%81nal-hacia-el-8-de-marzo-con-un-doble-llamamiento-a-la-movilizacion/

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Siete habilidades que serán tendencia en 2023

Por: Sofía García-Bullé

Este año sobresaldrán los profesionistas con pensamiento crítico y capacidad de adaptación, entre otras habilidades.

El debate sobre la intervención de la Inteligencia Artificial (IA) en las disciplinas del arte y la comunicación ha tomado por asalto la conversación en las comunidades productoras de contenido. No hay un consenso aún sobre el impacto de las implicaciones éticas del uso de la IA para sustituir el trabajo artístico y de comunicación humana, ni lo que representa para el futuro del mercado laboral. Pero lo que sí sabemos es que este nuevo uso de la tecnología hará necesario el desarrollo de habilidades que no pueden ser replicadas por máquinas.

Desde hace años ya se hablaba de la posibilidad de un cambio en el conjunto de habilidades que serían valoradas por los empleadores ante el perfeccionamiento de la inteligencia artificial. «Algunos trabajos serán automatizados, pero al mismo tiempo, la Inteligencia Artificial ofrecerá oportunidades para que las compañías generen valor, y nuevos empleos que cambien en énfasis en los tipos de habilidades necesarias para sobresalir», comentó Rachel Russell, Directora de Estrategia de Marketing Corporativa para Aegis Group en 2021. La predicción fue certera. Hoy, las habilidades humanas (también conocidas como soft skills o power skills, como han sido rebrandeadas recientemente), son el diferenciador más importante para mantenerse vigente. ¿Cuáles son las habilidades humanas más valiosas en 2023? A continuación te compartimos  algunas de las más buscadas.

Siete habilidades humanas más valiosas en el 2023

Alfabetización digital

La alfabetización digital comprende las competencias para trabajar y navegar dentro del mundo digital. Consiste en el uso óptimo de dispositivos, software y aplicaciones en el día a día del trabajo de oficina. Las empresas necesitan personas que puedan comunicarse y colaborar fácilmente usando recursos tecnológicos, que se mantengan actualizadas y que entiendan el impacto que estas herramientas pueden tener en su labor y rubro profesional.

Creatividad

La disposición de generar nuevas ideas, imaginar más allá de del statu quo y como influye este proceso en la creación de de soluciones y su implementación para resolver y mejorar condiciones en la ejecución de de un proyecto va a ser una habilidad crítica en las oficinas del futuro. Un trabajador creativo tiene más posibilidades de producir ideas que hagan frente a problemas que vengan con ocurrencias nuevas como el trabajo remoto y las tecnologías emergentes.

Adaptabilidad

En más de tres años de pandemia, uno de los aprendizajes más importantes es que el cambio es inevitable y que no siempre vamos a poder elegir el momento y formas en las que este llegue. Los profesionales que desarrollen la resiliencia mental para navegar eficientemente todos estos cambios, aprovecharlos y aprender de ellos serán recursos invaluables para todas las empresas de cualquier rubro.

Pensamiento Crítico

El pensamiento crítico consiste en analizar información y situaciones priorizando la evidencia y los datos comprobables por encima de lo escuchado y las opiniones. En una época en la que los espacios digitales son dominados por burbujas de contenido, piezas tendenciosas y noticias falsas, esta habilidad se ha vuelto de primera necesidad en todos los niveles educativos y profesionales. Es un auxiliar crítico para la toma de decisiones efectiva.

Liderazgo

El liderazgo no será una habilidad exclusivamente necesaria para quienes estén al frente de un equipo en 2023. La evolución del clima organizacional apunta a agrupaciones más distribuidos, trabajos por proyectos, grupos más diversos y una mayor horizontalidad en las relaciones laborales. Ejercer valores de liderazgo como motivar, inspirar y dar apoyo a un equipo sin importar en qué posición del organigrama estemos, va a ser crucial en un futuro próximo.

Comunicación

Siempre una habilidad básica en la fuerza de trabajo, la comunicación tomará un rol más crítico en un mundo pospandemia en el que el trabajo remoto ha llevado a los equipos a encontrar nuevas formas de colaborar. Desde redacción de correos electrónicos, hasta análisis y comprensión de lenguaje no verbal en juntas de trabajo, las competencias de comunicación será determinante para la realización de un buen trabajo grupal.

Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de identificar, entender y manejar tus propias emociones, así como identificar y empatizar con las de otras personas. Ayuda a construir y mantener mejores relaciones de trabajo. Lo anterior se traduce en mejores resultados en la ejecución de proyectos, ya que reduce la dificultad del trabajo humano a través del conocimiento y el manejo de las emociones propias y las de los miembros de un equipo.

¿Habías visto estas habilidades en alguna otra lista de capacidades valiosas para este año? ¿Qué piensas de éstas? ¿Crees que pueden ser útiles en este nuevo ciclo? ¿Crees que faltó alguna de mencionar? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/siete-habilidades-que-seran-tendencia-en-2023/

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Educación es vida

Por: Noel Aguirre Ledezma

 

Paulo Freire, uno de los más grandes educadores de América Latina y el Caribe, en el libro El grito manso dice que las personas “somos seres históricos que se hacen y rehacen socialmente” y “en cuanto seres históricos, somos seres incompletos, inacabados o inconclusos”. Además, a diferencia de otro ser vivo, “conseguimos hacer de nuestra existencia algo que es meramente vivir” y es en este momento que nos “sabemos que somos inacabados, en esta radicalidad de la experiencia humana reside la posibilidad de la educación. La conciencia del inacabamiento… (es) lo que llamamos la ‘educabilidad del ser’. La educación es entonces una especificidad humana”. También señala que los seres humanos constantemente estamos “leyendo el mundo”, es decir que “Muchos siglos antes de saber leer y escribir, los hombres y las mujeres han estado ‘inteligiendo’ el mundo, captándolo, comprendiéndolo… Esa capacidad de captar la objetividad del mundo proviene de una característica de la experiencia vital que nosotros llamamos curiosidad. La curiosidad es, junto con la conciencia del inacabamiento, el motor esencial del conocimiento.” Es más, “la curiosidad nos empuja, nos motiva a develar la realidad a través de la acción.” Es un “movimiento constante de búsqueda” que necesariamente está ligada a la esperanza, por lo que los seres humanos “son esperanzados, no por obstinados, sino como seres buscadores. Es la condición del buscar humano: hacerlo con esperanza. La búsqueda y la esperanza forman parte de la naturaleza humana.” La esperanza no supone “esperar que las cosas ocurran”, es un compromiso y militancia con la rebelión, emancipación y liberación, se trata de construir el realismo esperanzado y crítico que “es un imperativo existencial e histórico necesario, pero no suficiente. La esperanza sola no transforma el mundo, pero no es posible prescindir de ella si se quiere cambiarlo.”

Estas reflexiones tienen un corolario con otro planteamiento de Paulo Freire, esta vez en su libro Pedagogía de la autonomía, en el que manifiesta: “En verdad, el inacabamiento del ser o su inconclusión es propio de la experiencia vital. Donde hay vida, hay inacabamiento.”

Asumiendo los planteamientos de Freire, la educación es propia de la especificidad humana, de tener conciencia que somos seres inacabados y como tal estamos en constante búsqueda del sentido de nuestras vidas y en permanente construcción de esperanzas críticas y emancipadoras. Parafraseando, donde hay vida, hay conciencia y ética de las y los humanos que somos seres inacabados, hay búsqueda y esperanza, hay educación.

Entonces, ¿tiene algún sentido seguir pensando que la educación es sinónimo de escuela? La escuela no supone solo la educación primaria sino el espacio formativo donde hay cronogramas y horarios establecidos, currículo previamente definido, un maestro que enseña y estudiantes que aprenden, evaluaciones y calificaciones que son de dominio del profesor, etc. Estas “escuelas” existen en la primaria, secundaria, universidad e inclusive en instituciones que dicen ofrecer una “educación de alta tecnología”. La educación es mucho más que escuela, más en los tiempos actuales. La educación se realiza en el sistema escolarizado y también en los hogares, en el taller, en los lugares de siembra, por medio de los medios de comunicación, las redes sociales, los amigos del barrio, cuando cultivamos deportes o artes. La educación puede ser formal y también permanente, popular y comunitaria, está en todos los espacios de la vida. Es parte de la dinámica de las sociedades que se construyen y deconstruyen permanentemente, depende en gran parte de su “lectura del mundo”, su accionar y de todo lo que hagan los actores involucrados para reproducir o transformar la sociedad.

La educación es a lo largo y ancho de la vida. Se puede y debe aprender en cualquier edad, y se realiza en todos los contextos de la vida y a través de distintas modalidades y medios. Reconoce, valora y desarrolla procesos formativos pertinentes a la diversidad de la población, sea por criterios de género, capacidad, contexto socioeconómico, identidad cultural, etc.

La educación es el “latido” de la sociedad, mientras haya vida habrá educación. Implica, en consecuencia, cambios profundos en la manera convencional de entender y organizar la educación, la política y práctica educativa, así como la transformación de la educación. Es una invitación a asumir derechos y también responsabilidades.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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La “cultura de la cancelación”, o el privilegio de no recibir críticas

Por:  Macarena Marey

Lo que sigue son párrafos redactados al vuelo, más que nada por la urgencia de pensar cómo debemos actuar en un mundo injusta e innecesariamente peligroso para muchas personas y en el que quienes refuerzan las opresiones con sus expresiones públicas no toleran ninguna crítica sobre sus acciones. La ilusión de la cancelación les trae los beneficios de la victimización a quienes se consideran “cancelados” y refuerza las estructuras que generan los problemas para quienes ejercen la crítica.

 

El llanto del cocodrilo

“Cultura de la cancelación” es un atajo discursivo (hay quien diría un mito, es decir, una mentira, en este caso innoble) que les sirve a quienes usan el giro para continuar beneficiándose con la vigencia y el refuerzo de diferentes sistemas de dominación y desigualdad cuando estos son puestos en cuestión por el ejercicio de la crítica.

Cuando alguien denuncia haber sido “cancelada” o “cancelado”, muy probablemente ocurra lo siguiente. Un grupo acotado de personas tiene la libertad constatable (porque lo hacen a la vista de todo el mundo) de pronunciarse en contra de los derechos de todo un colectivo de personas. Tan garantizada tienen esta libertad que cualquier crítica a esos actos ilocucionarios es inmediatamente tildada de ataque personal y censura, como un intento de silenciar voces que claman en el desierto. Detrás de la instrumentalización del derecho de ejercer públicamente la crítica como un derecho a no recibir críticas se esconde un propósito muy evidente.

El objetivo de sacralizar un supuesto ejercicio del pensamiento crítico es anular la crítica cuando ella es ejercida por ciertas personas y, con esto, delimitar con las mayores precisión y normatividad posibles las fronteras de la autorización a pensar y hacer pensar. Así, solo las personas autorizadas que denuncian estar siendo “canceladas” pueden hablar y pensar, solo ellas tienen una ciudadanía epistémica plena. A quienes tienen muchas razones para cuestionarlas, por el contrario, esta operación de trazado de fronteras les quita toda ciudadanía epistémica. No es nada nuevo: es cerrar el círculo y velar sobre él, es la manera tradicional en la que proceden las elites. Ellas solas, las personas “canceladas”, son intelectuales y, por lo tanto, ellas sí pueden pensar en voz alta cualquier cosa, incluso atrocidades, sin que las subjetividades que asisten a ese espectáculo hasta involuntariamente entren en ninguna consideración. Tienen tanto protagonismo que, subrayo, incluso involuntariamente nos enteramos de las cosas que dicen porque de hecho dominan (son dueñas de) los foros. El resto, no importa cuáles sean sus credenciales epistémicas, no puede pronunciarse críticamente sobre nada de lo que esas personas espetan en público. Lo que dicen es inopinable. Es muy claro, entonces, que se trata de un burdo privilegio de impunidad ilocucionaria, no del ejercicio cándido de un derecho democrático. Quien saca rédito hasta de sus propios errores (por ejemplo, mayor publicidad y refuerzo de su inocencia en la performance de su victimización) no es víctima de nada ni de nadie y tampoco es inocente; por el contrario, está profundizando injusticias muy concretas, activa o pasivamente.

La distribución desigual de la autoridad epistémica, la categorización de algunas personas como con derecho de expresarse y de otras como no-conocedoras, es uno de los efectos y de los mecanismos de refuerzo de los sistemas de dominación. No hay un discurrir libre de ideas cuando hay desigualdades profundas que atraviesan desde el acceso a los micrófonos hasta el modo en el que nos perciben en público y la comprensión o no del modo en el que articulamos nuestros discursos. No existe, ni en la Argentina ni en ningún lugar, una distribución equitativa de la credibilidad. En contextos de injusticia estructural, casi nunca están dadas las condiciones para debates “racionales” entre “iguales”. Es raro que sean personas feministas quienes no sepan esto, porque los mitos de la inclusión dialógica y del carácter virtuoso de los procedimientos de deliberación son una de las trampas más obvias del patriarcado en la medida en que es un sistema de dominación. La invitación al diálogo es muchas veces la invitación a entrar en la boca del lobo. En esos casos, negarse a dialogar y señalar esa trampa es el curso de acción más indicado. Como el filósofo argentino Blas Radi, soy partidaria de que en estas condiciones la intransigencia tiene un rol político disruptivo y creativo que, al menos, consigue resguardar la dignidad e integridad de quienes están casi siempre en desventaja.

Que personas oprimidas de una manera determinada (por ejemplo, mujeres, pero cis, blancas, burguesas) no perciban su misma implicación en otras opresiones (de género, racialización y clase) no es un fenómeno tan misterioso en realidad. Que el feminismo no quite el cissexismo (y el racismo, el imperialismo, el capacitismo, el clasismo, el adultocentrismo, el etarismo) responde al hecho doble de que no hay jerarquía de opresiones (Audre Lorde) y de que ellas tienen un interjuego que articula la dominación por géneros de diferentes maneras (la famosa interseccionalidad, tantas veces invocada, tan pocas veces entendida). Cuando se arman polémicas sobre la pertinencia o no de la acusación de que alguien ha incurrido en alguna injusticia o discriminación al decir algo, suele quedar muy a la vista una incapacidad de reconocer que se ha actuado de manera injusta o discriminatoria. Desde la teoría crítica de la raza se ha escrito sobre este déficit epistémico y moral de quien se beneficia de un sistema de opresión. La ignorancia blanca es el déficit beneficioso para las personas blancas por el cual ellas no llegan a entender el mundo del que se benefician, no llegan a comprender de qué modo la supremacía racial y la racialización estructuran el mundo en el que viven (Charles Mills). Sin equiparar sistemas de opresión, podemos hablar de una ignorancia cis también. Las personas cis nos beneficiamos de un mundo cisnormativo que perjudica a las personas trans y parte de este sistema se alza sobre el hecho de que no llegamos a percibir el carácter estructural de la dominación cis.

Sobre algo tan burdo como que quien es injusta no percibe la misma injusticia de la que saca un provecho se monta gran parte de la fuerza de los sistemas de opresión. Esto también es banalidad del mal y la denuncia de “cancelación” es una tuerca en ese engranaje.

Bancate ese defecto

Cuando una discusión llega a un atolladero muy probablemente esté mal planteada. Esto ocurre con el gastado giro “separar la obra del artista” y su posibilidad y deseabilidad. Tratar el tema en estos términos termina por convertir injusticias estructurales en simples defectos morales de personas que habitan en esos mismos sistemas y, con eso, desplaza una cuestión de responsabilidades colectivas por un asunto de culpa individual.

La cuestión no es nueva y si nos entusiasmamos podemos encontrarla en República X, cuando Platón escandalosamente echa a los poetas de la misma pólis para la que eran esenciales, aunque en rigor no se trata del mismo fenómeno. Quienes trabajamos en la filosofía académica conocemos muy de cerca la cuestión de la “cancelación”. Leemos autores que son repudiables, que hacen afirmaciones que explícitamente nos inferiorizan, en mi caso como mujer (cis) de América del Sur. Ya nadie que tenga un rigor lector mínimo puede negarlo. El punto está en qué hacer con esto: ¿solo queremos quedar como buenas personas que indican que Aristóteles, Platón, Hobbes, Hume, Locke, Kant, Hegel, Nietzsche eran o misóginos, o racistas, o imperialistas, o antipopulares y elitistas, o todo eso y más junto? ¿Queremos con la denuncia, tan necesaria por otro lado, solo desmarcarnos públicamente de esas injusticias, como si no nos beneficiáramos de muchas de ellas? ¿Son el racismo y la misoginia de un autor europeo muerto tan solo expresiones esporádicas en su corpus, o por el contrario estructuran su pensamiento y forman parte de un proyecto civilizatorio que produce subjetividades jerarquizando y subhumanizando, mucho más allá de sus textos? Y nosotras mismas ¿nos creemos tan por fuera de todo sistema de dominación que no nos pensamos como agentes (pasivas o activas) de la continuación y el refuerzo de esos sistemas?

Hablar de responsabilidad colectiva no implica que todas las personas tengan las mismas tareas y deberes, solo indica que todas (casi todas) tenemos que hacer algo al respecto. Saber qué hacer y hacerlo es una cuestión de doble inserción colectiva y personal en los sistemas de opresión y cada quien querrá hacer, podrá hacer y hará según una serie de factores dependientes de condiciones materiales bien concretas y de la relación propia con la imbricación de varios de esos sistemas. Lo que no podemos hacer es decidir que estamos definitivamente más allá de toda responsabilidad por las injusticias del presente, esto es: autoproclamarnos inocentes.

En este marco, ¿por qué pensamos que alguien cuya escritura nos gusta es prima facie irreprochable? Ls seguidores que no pueden aceptar la falla de su artista e inmediatamente por eso la niegan aunque la tengan delante de sus ojos reproducen la distribución inequitativa de la inocencia. El problema es que nadie (casi nadie) es inocente en un mundo injusto. Otro problema es que no estamos hablando de figuras periféricas, marginalizadas del ejercicio del poder. Estamos hablando de protagonistas de la cultura que incluso ocupan cargos públicos en los que toman decisiones autoritativas. Cuando se consideran “canceladas” están invirtiendo el sentido real de la persecución ideológica.

No se trata, en rigor, de la relación entre un acto ilocucionario aislado y la realidad. Esto no es lo que significa “hacer cosas con palabras”, no significa que decir “hágase” será seguido por la creación de cualquier cosa desde la nada. Se trata de la reproducción de visiones jerarquizantes y subhumanizantes del mundo, de la elaboración continua de visiones del mundo que excluyen deliberada y cruelmente a muchas personas de él. No es tanto lo que una palabra pueda hacer respecto de una cosa o de si una palabra puede crear cosas, es una cuestión de percibir la inscripción de una expresión pública en un sistema de dominación. No se trata de separar autores y obras, se trata de que nadie puede pensarse de manera recortada de las relaciones sociales asimétricas en las que vivimos. Ni las escritoras, ni los cineastas, ni los roqueros, ni las profesoras de filosofía. Por supuesto, tampoco las obras, pero acá este no es el tema. El tema es qué hacen y dicen personas con poder que casualmente tienen ese poder porque son artistas con obras. Estas personas tienen una responsabilidad política marcada porque tienen influencia, micrófonos y protagonismo. Y, además, no existe nada parecido a un derecho a promover y alentar la aniquilación.

 

No es un debate

Decimos hasta el hartazgo que cuando se trata de supuestos debates con feministas transexcluyentes, de un lado (el de las y los feministas transexcluyentes) se quiere la aniquilación de todo un colectivo de personas históricamente oprimido por la norma cissexual y, del otro, está la defensa del derecho a existir. No hay una reciprocidad que nos permita pensar en un debate ni una intención de aprender y escuchar. Hay únicamente un proyecto destructivo de vidas, reaccionario respecto del statu quo y conservador respecto de una norma, la cissexual, que genera sufrimiento innecesario en millones de personas, que quiere imponerse sobre la vida de las personas trans, a quienes no se escucha. ¿Por qué habría que tenerse paciencia con figuras públicas que deciden presentarse, abierta o solapadamente, como enemigas? Porque eso es lo que hacen las feministas transexcluyentes, presentarse como enemigas. ¿De dónde sacar ganas para la pedagogía, entonces?

En “Los usos de la ira: las mujeres responden al racismo”, texto de una conferencia que dio en 1981 en la apertura a un congreso feminista y que es central para entender qué es la interseccionalidad, Audre Lorde defendió el uso de la ira (del enojo) como respuesta transformadora frente al racismo. No quiero equiparar el racismo con el cissexismo porque los sistemas de dominación actúan de maneras diferentes, aunque tienen en común varias operaciones básicas. Sí me interesa traer aquí estas preguntas:

¿Cuál de las mujeres aquí presentes está tan enamorada de su propia opresión como para no ver la huella del pisotón que le ha dado a otra mujer en la cara? ¿Para qué mujer se han vuelto las condiciones de su opresión, preciosas y necesarias en tanto en cuanto le permiten la entrada al redil de los justos, lejos de los fríos vientos del autoanálisis? […]

Ninguna mujer tiene la responsabilidad de modificar la psique de su opresor, aun cuando esa psique esté encarnada en otra mujer (Audre Lorde, “Los usos de la ira: las mujeres responden al racismo”, en La hermana, la extranjera. Artículos y conferencias, traducido por María Corniero, revisión de Alba V. Lasheras y Miren Elordui Cadiz, Ed. Horas y horas, Madrid, 2003, pp. 137-150; disponible en https://sentipensaresfem.wordpress.com/2016/12/03/uial/).

No poder bancarse el defecto cuando alguien lo muestra (sin o con ira) es una actitud bastante típica del opresor y de la opresora. Su auto-victimización no es solo un rechazo de culpabilidad, es ante todo un rechazo de la conciencia de la responsabilidad propia frente a las injusticias del presente y el refuerzo del lugar privilegiado de la inocencia de quien tiene garantizada su autoridad epistémica y sus espacios de ejercicio de la dominación.

¿Por qué un o una artista tiene que ser intachable? Quizás todavía cargamos con el lastre de las teorías del genio artístico, quizás necesitamos figuras de completitud en épocas de carencia. Sí sé que esta ansiedad por mantener la imagen inmaculada de artistas cuyas obras nos gustan termina por apañar a quienes ejercen la opresión, mientras que se les exigen toda clase de actitudes morales, amorosas, pacientes y pedagógicas a quienes son objeto de esa opresión. ¿Por qué habría que ser dulce con quien oprime? Este mundo está tan mal hecho que hay gente que nace y muere culpable tan solo por existir y una elite irresponsable de almas bellas que jamás se equivocan, sobre todo cuando se equivocan y que, al denunciar que las cancelan, reproducen los sistemas de dominación.

Fuente de la información e imagen:  https://lobosuelto.com

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SEP vs. EDUTUBERS. Una confrontación falaz, pero reveladora

Por: Lucía Rivera Ferreiro, Roberto González Villarreal, Marcelino Guerra Mendoza

«El sainete SEP-edutubers no suma, al contrario, polariza, divide y vacuna contra el cambio.»

No cabe duda, las redes sociales son, hoy por hoy, una arena de lucha política, un espacio de disputa en el que se despliegan un sinfín de argucias y estrategias para imponer percepciones, narrativas y supuestas verdades sobre cuestiones de interés general para la polis. El proceso de adopción de un nuevo marco curricular que viene impulsando la SEP desde hace poco más de un año, no es la excepción.

En medio del adormecimiento de las resistencias magisteriales contra las reformas educativas y el silenciamiento de una crítica otrora feroz, ahora domesticada y complaciente, la lucha parece haberse desplazado hacia dos grupos que en realidad no son opuestos; ni lo serán, a menos que la SEP se empeñe. Nos referimos al sainete de este fin de semana protagonizado por funcionarios con cara académica y edutubers de alto impacto entre el magisterio – a juzgar por el número considerable de seguidores en sus redes sociales-.

  1. Los hechos

Angel Díaz Barriga, investigador emérito de la UNAM, máxima autoridad académica de la SEP en el proceso de cambio curricular, dictó una conferencia sobre el nuevo plan de estudios y el lucro que los youtubers han hecho, en la Escuela Normal de Tlaxcala, “no podemos seguirlos fortaleciendo”, comentó en su intervención. La diapositiva a propósito de la cual tocó el asunto llevaba por título: “Los maestros saben, los youtoubers (sic), hacen dinero” (https://www.youtube.com/watch?v=sT51TN5fwHc, minuto 1:13:57).

No quedó ahí la cuestión. En el marco de la semana académica La nueva Escuela Mexicana organizada por la SEP de Baja California Sur, se dictaron las conferencias El codiseño: Proceso que visibiliza las necesidades educativas. Autonomía profesional y el proceso de construcción dialógica y horizontal, la primera a cargo de Rosa Ma. Torres Hernández, rectora de la UPN y la segunda por Rodrigo Castillo Aguilar, director general de Formación Continua a Docentes y Directivos de la SEP.

En su intervención, Rosa María Torres señaló que no existían formatos preestablecidos para el diseño de programas analíticos; de la nada remató: “si se los quieren comprar a los youtubers yo no me opongo, cada quien mantiene a quien quiere, yo mantengo a mi hijo porque quiero, si ustedes quieren mantener a un youtuber manténganlo, cada quien es libre de mantener a quien quiera”.

Luego vino el turno de Castillo Aguilar, quien se subió al tren de las denostaciones contra “los mantenidos”, al comentar que, en ejercicio de su autonomía profesional, los docentes “diseñarán, construirán, o incluso mantendrán a los youtubers”; la alusión fue breve, pero el tono de burla fue evidente.

Con estas intervenciones fuera de lugar, los académicos-funcionarios no hicieron sino evidenciar su ignorancia sobre el funcionamiento de las redes sociales, las formas de comunicación digital, los modos de facturar en youtube, la relación entre comunicación y consumo en canales educativos y la existencia de edutubers aquí y en todo el mundo como parte del proceso de reconfiguración de los modos de enseñar, surgidos a partir del uso de plataformas digitales y demás recursos tecnológicos. Que simpaticemos o no con estos cambios es otra historia.

Más grave que la ignorancia, es la soberbia y el tufo clasista detrás del desafortunado mote de mantenidos adjudicado a los youtubers. Es además un contrasentido inadmisible por parte de quienes encabezan un proceso que pretende ser transformador, inclusivo y basado en el pensamiento crítico. En el caso de Rosa María Torres, es doblemente grave e inadmisible por el tono pendenciero que utiliza, indigno de alguien que ostenta el cargo de rectora de una institución de educación superior. Si tiene un ápice de autocrítica, debería disculparse públicamente.

Evidentemente, sin mucho pensarlo y sin medir las consecuencias, ambos funcionarios secundaron la postura del investigador emérito; al parecer ninguno se ha enterado de que el lucro que critican no surgió con la reforma curricular que encabezan.

La reacción no se hizo esperar. De inmediato, tres creadores de contenido que se sintieron aludidos, y son, por cierto, los que cuentan con el mayor número de seguidores en redes sociales -el que menos cien mil, el que más ochocientos mil-. grabaron sendos videos expresando su disgusto.

Juzgaron los comentarios como desafortunados, ofensivos, un insulto a la inteligencia no únicamente de los edutubers, como se autodenominan, sino a la del magisterio también. Resulta inadmisible que académicos a cargo de conducir el proceso de cambio curricular, se refieran de esta manera a ellos y su trabajo.

En su defensa, afirmaron que ha sido la ineficiencia de la SEP y la escasa actualización recibida por los maestros sobre el nuevo plan, lo que los ha llevado a subsanar las fallas aclarando dudas del magisterio. “No somos la SEP”, pero a diferencia de las cápsulas deficientes que producen teniendo toda clase de recursos a su alcance, los donativos de quienes los ven les han permitido adquirir equipo profesional para producir contenidos informativos de mayor calidad.

Acusaron desconocimiento de los académicos-funcionarios sobre las problemáticas reales de las escuelas, incapacidad para dar respuesta a preguntas concretas; uno de ellos le envió a la rectora de la UPN este mensaje: “si no sabe cosas, investíguelas” Exhibieron los más de cien mil pesos mensuales netos que reciben e incluso recordaron sus antecedentes de colaboración con administraciones pasadas, igual que declaraciones de Díaz Barriga en medios afirmando que el anuncio del Nuevo Modelo Educativo 2017 era ambicioso y llegaba tarde. “Hoy lo que se propone, ¿no es demasiado ambicioso también? ¿no llega peor de tarde? Hay que cambiar la estructura de la SEP, ¿por qué no empiezan por ahí?. Cuestionaron que “cuando te contratan y hay dinero de por medio tu discurso va a cambiar mientras más te paguen, y mientras estés bajo el cobijo o a las órdenes del gobierno…”

Obviamente, recibieron el apoyo abrumador de sus seguidores, docentes también, como ellos.

  • Lo que revela el sainete

Todas las reformas educativas suelen estar acompañadas y ser respaldadas por expertos, especialistas reconocidos por el poder como portadores del saber legítimo. A diferencia de procesos anteriores, hoy domina entre ellos un perfil pedagógico-didáctico carente de pericia técnica y perspectiva política. Quizá por eso no logran entender y ni siquiera se preguntan por qué los docentes gastan parte de su reducido salario en comprar planeaciones, exámenes, formatos e incluso constancias de cursos.

Estas prácticas mercantiles existen desde hace tiempo, han sido promovidas por el mismo sistema educativo en el transcurso de las sucesivas reformas. Su continuidad muestra los efectos subjetivos que la narrativa neoliberal produjo e instaló en el magisterio. Desde hace tiempo la educación pública está regida por una racionalidad en la que el conocimiento es visto como una mercancía más, que se vende a quien pueda adquirirla. Los docentes pagan por tener acceso a cursos de actualización y posgrados, por prepararse para las evaluaciones de USICAMM, para obtener constancias que acrediten cursos tomados; en resumen, hay demanda creada, y ésa demanda mantiene vivo el mercado de las credenciales.

Por otra parte, y como ha advertido Ball, la trayectoria de la política está determinada por múltiples influencias; hoy una de ellas es la de los docentes edutubers, a estas alturas protagonistas importantes de la puesta en acto del nuevo plan. Surgieron al inicio de la reforma anterior para difundir información oficial y orientar a los docentes sobre los procesos de evaluación docente.

Estos edutubers son docentes o asesores técnico pedagógicos en activo; aparte de cubrir su jornada laboral, crean contenidos, difunden toda clase de información oficial y facturan por ello (Shakira dixit), nadie los mantiene. Es decir, reinterpretan, traducen, resumen, digieren los textos de la política en todas sus modalidades y a su vez los hacen digeribles a sus colegas, que son quienes los siguen. De modo que hacer comentarios con tufo clasista en su contra, no impedirá que continúen haciendo este trabajo, pero sí, en cambio, abonará a la falta de credibilidad y motivación en el proceso de cambio.

Todo esto forma parte de los problemas de instrumentación comunes en este tipo de procesos, y seguirán ocurriendo, sin duda alguna. No por ello dejaremos de subrayar lo que a nuestro entender, constituyen cuestiones sustantivas que poco a poco han quedado al margen, fuera del debate público.

  • La reforma educativa de la 4T que prometía una transformación radical de la educación, la escuela y el sistema educativo, se fue desdibujando poco a poco. No es gratuito que todas las discusiones, incluso por parte de quienes inicialmente criticaron la propuesta, hoy estén enfocadas en los aspectos más instrumentales: programas sintéticos y analíticos, codiseño, recontextualización, campos formativos.
  • Hace un año, el planteamiento conocido como “Marco Curricular”, ni siquiera mencionaba a la Nueva Escuela Mexicana -aportación del neoliberal Esteban Moctezuma Barragán, amigo cercano del empresario televisivo Salinas Pliego-; en la primera versión, se partía de un diagnóstico que señalaba como problema principal la desigualdad económica, social, racial, de género, cultural y educativa en todas sus formas. Retomaba el concepto de lo común en su versión radical, es decir, como praxis social de lucha para convocar a transformar la educación de acuerdo con principios como solidaridad, colaboración, apoyo mutuo. Ciertamente el documento era indigerible por su estructura y lenguaje, pero tenía como característica el empleo de un discurso distinto. Del Marco Curricular circularon 5 versiones, pero ya desde la segunda se incorporó todo un apartado sobre la NEM; el documento finalmente aprobado se llenó de farragosas alusiones al artículo 3°, a la Ley General de Educación y al derecho humano a la educación.
  • Otro punto al que parecemos habernos acostumbrado, es que se optó por la filtración de documentos inacabados como estrategia política para acercar la propuesta al magisterio, bajo el argumento de que se trata de una propuesta en construcción. Para les profes a ras de tierra, esto ha provocado desconcierto, inconformidad y confusión. Con todo a su favor, la SEP ha desaprovechado su enorme capital político, ha cometido pifias, demoras inexplicables que envían un mensaje de desconocimiento, desorden y falta de seriedad gubernamental.

En conclusión: el sainete SEP-edutubers no suma, al contrario, polariza, divide y vacuna contra el cambio. Pero todavía más preocupante es la evidente dificultad de la SEP para explicar con claridad lo que se pretende. Y si algo no se puede o no se sabe explicar, y cientos de miles de destinatarios de las políticas optan por recurrir a los edutubers que digieren y resumen la información oficial, es que hay problemas graves que no tienen que ver con la comunicación, tampoco con que los docentes no leen -que si a esas vamos, la SEP es la primera en desincentivar el estudio con las actividades de CTE que propone-, sino con el modo de entender los problemas y la claridad respecto al punto de llegada. Como siempre, el principal problema es el problema, lo demás es consecuencia. Entonces: ¿estamos frente a un proceso de cambio transformador? Eso es lo que está en duda.

Fotografía: villaeducacion

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La educación que queremos | Desaprendizaje

¿Cómo queremos ser educados? En esta primera entrega de la serie LA EDUCACIÓN QUE QUEREMOS, Andrés García Barrios da rienda suelta a su imaginación para contestar esta pregunta tan sencilla y trascendental a la vez.

Por:  Andrés García Barrios

Me llega de casualidad una vieja nota escrita por Karina Fuerte, editora en jefe de este Observatorio IFE, en la que, bajo el título ¿De qué sirve saber si no sabemos cómo vivir?, menciona el libro Escuela de Aprendices, de la filósofa y ensayista española Marina Garcés. El artículo comienza citando la pregunta clave que guía la composición del libro: ¿Cómo queremos ser educados? La idea me cautiva de inmediato. ¿Cómo queremos ser educados? Nunca había pensado en esto, en que uno puede hacerse esta pregunta.

La educación ―según siempre nos han dicho y nos hemos dicho― es una decisión de las familias, de los maestros, de quienes la otorgan… y no una elección y menos un deseo de quienes van a recibirla. Nunca lo ha sido. ¡¿De verdad nos están preguntando cómo queremos ser educados?! ¡¿Nos lo estamos preguntando?! La sorpresa me lleva de inmediato a un “¡Qué bien suena esto!”, y no tardo en dar rienda suelta a mis fantasías de cómo me gustaría que fuera la educación en mi país, en el mundo entero. En un vuelco de imaginación me remonto a mi infancia y le digo a mis padres cómo quiero que me eduquen; después voy con mis maestros y les digo lo mismo, paso a paso. Así, bruscamente me entrego a esta reinvención de toda mi historia hasta llegar al presente, en que sigo aprendiendo, dejándome llevar sólo por la pregunta ¿Cómo quiero ser educado?

Ni siquiera se trata de qué educación creo que la gente debe recibir; en mis pensamientos no entra la idea de deber ni cabe la pregunta de cuál pienso que es la mejor manera de alcanzar ciertos objetivos escolares, ciertos propósitos, de obtener determinadas habilidades… No, nada de eso. Simplemente se trata de querer, de cómo se me antoja que me eduquen.

Así pues, comienzo aquí esta carta a Santa Claus, a ver si ―siendo apenas febrero― para la próxima Navidad recibo la sorpresa de que la educación es ya, así como la quiero, como la estoy deseando y pidiendo (de verdad desearía que mi “querer” fuera tan fresco como el de un niño; no puedo dejar de recordar la maravillosa respuesta que dio mi hijo a la pregunta de qué quería ser cuando fuera grande: “Quiero ser niño”, contestó; sin embargo, mi deseo de adulto no puede ser sino una mezcla de fantasías frescas combinadas con ciertos argumentos razonados e incluso con algunas ideas intrusas, de esas que llamamos “realistas” y que no son sino desilusiones de adultos malinformados acerca de los milagros que nos pueden acaecer a los seres humanos).

Así pues, doy pie a esta serie de artículos a los que titularé LA EDUCACIÓN QUE QUEREMOS, donde espero poder expresarme con total libertad, es decir, sin entrar en consideraciones sobre si estas fantasías filosóficas que salen de mi cabeza son de verdad posibles.

Desaprendizaje

Lo primero que se me ocurre cuando me hago la pregunta que plantea Marina Garcés, es que quiero una escuela donde haya mucho amor. Como dicen Edgar Morin y sus coautores del libro Educar en la era planetaria: la educación necesita “de lo que no está indicado en ningún manual pero que Platón ya había señalado como condición indispensable de toda enseñanza: el eros, que es al mismo tiempo deseo, placer y amor, deseo y placer de transmitir, amor por el conocimiento y amor por el alumnado. Donde no hay amor, no hay más que problemas de carrera (académica), de dinero para el docente, de aburrimiento para el alumno”. Sin embargo, el lector o lectora, habrá de convenir que la palabra amor es complicada porque admite innumerables definiciones y porque, en la práctica, podríamos llegar a exclamar de ella lo que alguna vez, trágicamente, se dijo de la Libertad: “Amor, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre”. Así pues, decido dejar el amor para más adelante y sigo pensando, o más bien, sintiendo: ¿qué educación quiero?

Me acuerdo entonces de cuando era un joven estudiante de la carrera de teatro y, lo mismo que todos mis compañeros, idolatraba a uno de los héroes del momento, el director polaco Jerzy Grotowski, cuyo libro Hacia un teatro pobre formaba parte de nuestro programa académico y era sumamente popular en el medio escénico independiente (al que la mayoría anhelábamos integrarnos pronto). Lo de “pobre” no hacía referencia ni a la clase social ni a la falta de recursos económicos (aunque en la Polonia de aquellos días dedicarse al teatro independiente sí era someterse a este tipo de privaciones), sino a un concepto del arte teatral donde sólo se daba valor a la expresión actoral y se prescindía de casi todo otro recurso: música, escenografía, iluminación, vestuario, maquillaje, efectos sonoros, y en general toda la parafernalia escénica. Lo que había era actores vestidos apenas con ropa de calle o alguna prenda muy modesta, haciendo uso de sus gestos, de su voz, de sus movimientos extraordinariamente expresivos (iluminados por una luz propia, podríamos decir), y de vez en cuando de algún objeto sumamente simple (una tela, un palo o algo así).

Yo y mis compañeros ―y en general la gente en México― no teníamos acceso a ver las obras de Grotowski, ni siquiera filmadas, y debíamos contentarnos con algunas fotografías incluidas en el libro, donde los actores hacían gestos impresionantes que parecían verdaderas máscaras sobre sus rostros. Sin embargo, recuerdo que lo que más me impactó de la lectura, fue uno de los conceptos que Grotowski mencionaba como la clave que estaba detrás de esta magia: durante su entrenamiento, los actores no debían “aprender” nuevas técnicas expresivas sino por el contrario debían trabajar con un rigor vital para desprenderse de todo tipo de vicios de expresión e impulsos corporales así como de tendencias mentales y culturales que, como todos nosotros, cargaban encima y les impedían dar verdadera vida a su expresión escénica. Había que deshacerse de cosas y no añadirlas. En palabras de Grotowski: “La nuestra (no es) una colección de técnicas sino la destrucción de obstáculos”.

Otra idea complementa lo anterior. En una vieja entrevista que puede verse dando clic aquí, Grotowski menciona que, en el régimen estalinista impuesto sobre Polonia, había una gran censura sobre los espectáculos pero no para los ensayos, los cuales se ejercían en total libertad. Esta privacidad fue un elemento que favoreció la esencia de su trabajo: Grotowski convirtió los ensayos en los momentos más importantes del proceso: en ellos ocurrían los encuentros humanos más importantes (de los actores con el director y de los actores entre sí) y se alcanzaban las formas más elevadas de exploración artística. Como también los espectáculos resultantes eran extraordinarios, el Teatro Laboratorio de Grotowski se convirtió en uno de los pilares del arte de su tiempo en todo el mundo.

Pues bien, la educación que yo quiero comparte esos dos elementos que he descrito. Desde chico, acarrea uno tantas ideas preconcebidas, necesidades impuestas, obligaciones sin sentido, confusiones conscientes e inconscientes, etiquetas y estigmas sociales, posturas físicas y hasta enfermedades y trastornos adoptados, que lo mejor que nos puede ocurrir es toparnos con una maestra, un medio o una escuela donde nos ayuden a quitarnos todo eso y nos alienten a pensar por y para nosotros mismos, a sentir con autenticidad, a expresar con frescura y a volver a los impulsos del propio cuerpo y no tanto a las fórmulas de comportamiento social. Una escuela así sería un verdadero laboratorio donde uno aprendería a quitarse resistencias y a identificar con libertad aquello que más nos conviene. Claro que «quitarse resistencias” se dice fácil ―como si fuera cosa de voluntad―, y sin embargo eso que hemos ido acumulando en nuestro interior desafortunadamente no ha dejado una huella clara de su paso, haciendo difícil andar atrás el camino para reencontrarnos con un estado menos afectado de nosotros mismos, menos cargado de lineamientos e información. Pero es aquí donde entra el segundo aspecto del teatro de Grotowski, el que se refiere a la importancia del proceso más que del resultado.

Un ambiente en donde uno no tiene que “cumplir” con nada, donde no tiene que producir algo para otros y donde no será evaluado de inmediato por sus resultados, es un ambiente mucho más propicio para encontrarse consigo mismo, con sus deseos y necesidades auténticas. Se trata de un ambiente basado en la confianza y sin la persecución y el juicio de una mirada exterior (idealmente en el salón de clases debería imperar aquello de que “lo que ocurre en el aula se queda en el aula”, lema más propio de los espacios terapéuticos; por eso, otro gran director de escena, Peter Brook ―quien escribe el prólogo de Hacia un teatro pobre― se abstiene de narrarnos lo que vio durante unas sesiones de entrenamiento dirigidas por Grotowski, por discreción hacia la delicada búsqueda personal que los participantes llevaban ahí a cabo).

Se me dirá, con cierta razón, que aprender a construir puentes, a realizar una cirugía a corazón abierto o a programar computadoras no es cuestión de “quitarse resistencias” sino de aprender habilidades nuevas. Por supuesto, la escuela también es un sitio donde añadiremos cierto tipo de conocimiento. Grotowski mismo no confía sólo en el impulso natural del cuerpo como expresión artística; es decir, para él tampoco se trata sólo de quitarnos resistencias y ya. Sabe que ese impulso debe ser modelado si se quiere “crear” una obra de arte. Sin embargo, ese “modelaje” debe sustentarse (en su acepción de sustento, de nutrición) en algo esencial, en una parte nuestra verdaderamente personal, para evitar caer en clichés, en estereotipos sociales (David Mamet, otro gran director y escritor de teatro y cine, sugiere que ese tipo de conocimiento arbitrario  que suelen brindar las escuelas, es de plano inútil, “…tan inútil como enseñar a un piloto a aletear con los brazos en la cabina para hacer que el avión se eleve”).

En la escuela que yo quiero, el conocimiento que adquirimos se nutre de nuestra verdadera personalidad, es decir de una visión fresca de nosotros mismos, lo menos prejuiciada posible (lo menos maquillada, vestida, iluminada… en una palabra, lo menos producida posible), convirtiéndose en un verdadero sostén para la vida. Con esta frescura fue como el actor Riszard Cieslak creo al personaje protagonista de El Príncipe Constante, obra del español Pedro Calderón de la Barca dirigida en Polonia por Grotowski. La obra trata de un hombre que por lealtad a sí mismo y a su fe, muere en prisión después de años de miseria y tortura. Para recrearlo en escena, sin embargo, el director propuso a Cieslak sustentar todo su trabajo en un recuerdo de adolescencia en el que el actor había vivido instantes de la más profunda sensualidad y alegría.  Este luminoso recuerdo funcionó “como una balsa en un río” sobre la cual navegó la tragedia del constante príncipe.

Lo que aprendemos debe ayudarnos a florecer en cualquier circunstancia. Sólo así tendrá verdadero valor. Como docentes, debemos pensar que los estudiantes vienen ya equipados con las cualidades y capacidades para aquello a lo que quieren dedicarse, y es sobre esa base que debemos ayudarles a construir su futuro. El futuro nunca debe sustituir a lo que existe en el presente. La evaluación de lo aprendido nunca debe ser más importante que el momento maravilloso de aprender algo, sobre todo cuando nos ayuda a quitarnos falsas ideas de la realidad o creencias equivocadas de nosotros mismos.

Quizás el aprendizaje no sea más que un estado de tránsito hacia un sitio en que nos reunimos con lo más auténtico que tenemos. Como escribí en la juventud, en un momento de exaltación poética:

Una mente indigestada de ideologías debe pensar detonaciones, estruendos que la obliguen a escuchar: filosofía. Démosle un poco de este pensamiento que la destrabe y por dieta de enfermo alguna geometría de gran belleza.  Pero una vez que se eche a andar, la mente deberá guarecerse prontamente en el bosque caótico, donde las voces vienen de todas partes y ninguna quiere imponer su acento. Allí, bajo la enramada de ruidos, despertarán sus instintos y un pensar propio de gran fuerza le abrirá las compuertas del cuerpo. Pues toda mente busca el cuerpo, donde no hay diferencia entre el pensar y el silencio.

Para terminar, me permito recomendar al lector un libro del psicólogo y cogno-científico inglés Guy Claxton, que es una especie de tratado sobre el desaprendizaje, sobre todo en materia de hábitos de pensamiento. Su nombre es intrigante y divertido (Cerebro de liebre, mente de tortuga), pero su subtítulo es un verdadero explosivo para nuestras creencias más arraigadas y una invitación a quitarnos algunos de nuestros más grandes obstáculos: Por qué aumenta nuestra inteligencia cuando pensamos menos. Esta simple frase se ha convertido para mí en un recordatorio constante de que necesito mucho menos de lo que cargo encima.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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