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Economía en la universidad, una pieza más de la superestructura hegemónica

Ecuador – España / 9 de diciembre de 2018 / Autor: Christian Orozco / Fuente: Nueva Revolución

Una sociedad que sustituye bienestar por beneficio es el exponente de una sociedad en grave decadencia.

José Luis Sampedro

¿Alguien está a favor de dejar de enseñar a Copérnico o Newton en las facultades de física? ¿Alguien pensaría que es lógico dejar de explicar la Teoría de la Evolución de Darwin en una carrera de biología? ¿Alguna persona osada creería que en las aulas de las facultades de filosofía no se debería transmitir a los estudiantes los planteamientos de Platón o Aristóteles con el argumento de que éstos son anticuados?

Pues muy bien, como cabría esperar, cualquier persona con un mínimo de sentido común respondería que no, respondería que es un disparate descomunal descartar de los programas académicos a verdaderas eminencias en sus respectivos campos. Lo que a todas luces es un despropósito en ámbitos como la física, la química, la biología o la filosofía; no ocurre lo mismo con la carrera de economía. A todos aquellos que la hemos cursado (y padecido) bien sabemos que hay autores, corrientes, doctrinas económicas que en el mejor de los casos se ocultan, y en el peor se vierten anatemas contra ellos desde el desconocimiento absoluto de los mismos. Casualmente, dichos autores, corrientes y doctrinas generalmente plantean formulaciones alejadas del dogma neoliberal y keynesiano. La Universidad, y especialmente las facultades de economía se han ido convirtiendo con el paso de los años en importantes centros de adoctrinamiento ideológico capitalista, incluso las instituciones públicas no se han escapado de este proceso. Nada nuevo bajo el sol, parafraseando a Marx, las teorías económicas dominantes no son más que las teorías económicas de una clase dominante.

¿Y qué decir de los exámenes y trabajos académicos? Para poder aprobar hay que mentir, y para mentir hay aprenderse muy bien los argumentarios económicos de la derecha reaccionaria o de la izquierda descafeinada

Tener un pensamiento crítico con el sistema económico vigente es “peligroso” en estos lugares. Plantear que la economía es una ciencia que debe buscar el máximo bienestar de las personas, especialmente de las más empobrecidas no está bien visto. Palabras como marxismo, feminismo o ecologismo son ajenas, salvo contadas ocasiones, entre las paredes de estas facultades. ¿Quién se va a estar fijando en el deterioro de las condiciones de vida de las clases populares cuando con unas sencillas formulas podemos maximizar los beneficios y minimizar los costes de una empresa? ¿Para qué?

¿Y qué decir de los exámenes y trabajos académicos? Para poder aprobar hay que mentir, y para mentir hay aprenderse muy bien los argumentarios económicos de la derecha reaccionaria o de la izquierda descafeinada. Así pues, unas inteligibles fórmulas a los ojos de un lego en la materia, nos dicen, dan como resultado las siguientes conclusiones, todas ellas científicas, sin mácula de contaminación ideológica alguna: tanto el salario mínimo como los sindicatos destruyen empleo puesto que crean rigideces al mercado de trabajo. Hay que privatizar la sanidad porque todos los centros públicos son ineficientes. Hay que avanzar hacia un sistema privado de pensiones porque el sistema público es insostenible. Los mercados de competencia perfecta existen, y en ellos todos los empresarios son precio-aceptantes… Suma y sigue.

Estructuralmente el cambio ha sido paulatino, pero no se ha detenido, siendo el Plan Bolonia una de los hitos más destacables de este deterioro, los programas académicos cada vez pretenden tener una imagen más científica y apolítica, sin embargo, lo son a un más, pero siempre en defensa de los intereses de las oligarquías. Así, donde antes se hablaba de clases sociales ahora hay robinsoncrusoes autónomos e independientes, donde antes había asignaturas de Economía Planificada ahora hay tres asignaturas de finanzas, donde antes se estudiaba El Capital de Karl Marx ahora se ha sustituido –en el mejor de los casos– por El Capital de Thomas Piketty, donde antes había Sociología e Historia del Pensamiento Económico ahora hay asignaturas de Emprendimiento y Marketing. El utilitarismo y el individualismo metodológico recorren las facultades de economía, y las perspectivas no son halagüeñas. Ni siquiera la terrible crisis que ha experimentado el mundo desde 2008 ha hecho que los programas académicos se modifiquen ni en una sola coma. La Universidad presenta una ceguera avanzada y parece que se agrava.

Afortunadamente, no solo en España sino también a nivel mundial se han conformado distintos proyectos, asociaciones y agrupaciones[1] de estudiantes (principalmente), profesores, investigadores críticos con este modelo de pensamiento único. Un movimiento imparable que solo busca una cosa: máxima pluralidad en la enseñanza de la economía. Simplemente afirma que de la misma forma que un científico que se precie debe conocer la Teoría de la Relatividad de Einstein o el Principio de Incertidumbre de Heisenberg; un científico social, un economista completo en este caso, debe saber que es la tasa de plusvalía, como se han conformado las cadenas globales de cuidados, o que es la huella ecológica.


[1] Uno de los principales colectivos internacionales que persiguen este objetivo es International Student Initiative for Pluralism in Economics (ISIPE), el cual agrupa a más de setenta asociaciones de estudiantes de económicas repartidas por más de treinta países distintos, y según afirman es su página web: “No es sólo la economía mundial la que está en crisis. La enseñanza de la economía también está en crisis, y esta crisis tiene consecuencias que van más allá de la universidad. Lo que se enseña en la universidad moldea la mentalidad de las próximas generaciones de políticos y, por tanto, da forma a la sociedad en que vivimos.”

Fuente del Artículo:

Economía | Economía en la universidad, una pieza más de la superestructura hegemónica

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El miedo a la revolución del saber

Argentina / 9 de diciembre de 2018 / Autor: Eugenio Raúl Zaffaroni / Fuente: Página 12

La ignorancia siempre fue condición del sometimiento: hace doscientos años, en Estados Unidos, se penaba a quien enseñase a leer y escribir a un esclavo; si quien lo hacía era negro, la pena era de azotes.

En la Argentina tuvimos la suerte de que los proyectistas del país oligárquico del siglo XIX montasen un control social homogeneizante del variopinto transporte masivo de población europea, también mediante la enseñanza primaria obligatoria en la escuela pública y laica. Fue una ventaja innegable, por más que estuviese acompañada con una segunda etapa de domesticación de hombres mediante el servicio militar obligatorio y, para los indeseables, la “ley de residencia” del autor de “Juvenilia” y nuestra Siberia de Ushuaia. Con las mujeres no era necesario nada de eso, pues se las controlaba indirectamente mediante el patriarcado.

De toda forma, se repartió instrucción, aunque sin exagerar, porque el nivel universitario seguía estando reservado a una minoría. Con la Reforma de 1918 entró más plenamente la clase media a nuestra vida universitaria. La gratuidad la completó el peronismo en 1949. Sin Yrigoyen y Perón no sabemos cuántos de nosotros no hubiésemos podido llegar a la universidad. Por suerte, la historia no se escribe con potenciales.

Esa apertura a la clase media y a algunos esforzados más humildes, produjo toda clase de profesionales, muchos brillantes, pero no se debe pasar por alto que también salieron de nuestros claustros algunos personajes que Max Weber clasificaría en sus tipos ideales como “especialistas sin corazón”, o sea, quienes saben todo de su especialidad, pero ignoran el resto y tampoco quieren saber al respecto.

Este producto se combinó frecuentemente con el “meritocrático” individualista radicalizado, que alucina que todo lo obtenido se debe a su esfuerzo personal, como si no existiese el Estado, la sociedad, la cultura, el prójimo, o sea, sólo él aislado en un autoclave. De esta ensalada resultó el “medio pelo” que caricaturizaba Jauretche, con las incontables variables de “sonseras argentinas” que siguen hasta el presente. Es decir, que nuestra universidad produjo personas brillantes y lúcidas, pero también contribuyó a sembrar el odio del eterno “gorilismo” argentino, antiyrigoyenista en 1930, antiperonista en 1955 y “anti” todo lo popular y solidario hasta hoy.

De todas maneras, la gratuidad universitaria no era suficiente para abrir las puertas de la vida académica a toda nuestra juventud. Los jóvenes humildes de los conurbanos profundos y los que vivían en las provincias alejados de las sedes universitarias, no podían ingresar a los estudios terciarios, salvo casos excepcionales de casi heroísmo o, al menos, de fuerte empecinamiento por el saber. Los pibes trabajadores debían viajar horas o tratar de sobrevivir lejos de sus familias, además de los inevitables gastos en textos, material, etc.

Fue en las últimas décadas que las nuevas universidades nacionales convocaron a los jóvenes de las clases trabajadoras, no sólo en el conurbano bonaerense sino también de los rincones lejanos de nuestras provincias. El impulso que recibieron esas universidades dio lugar a un espectáculo maravilloso. Hay pibes y pibas universitarios que viven en barrios precarios, en “villas”.  A veces nos emociona hallar al padre –jubilado que compensa su frustración juvenil– junto al hijo en la misma aula. No es cierto que los pobres no van a la universidad, se equivoca la gobernadora, quizá debió sincerar su pensamiento y decir que “los pobres no deberían ir a la universidad”.

Por cierto, no faltan los críticos que observan que “hay mucha deserción”. Es posible, pero al menos esos pibes y pibas llegaron a la universidad, y quienes desertan quizá sean mañana dirigentes sindicales, legisladores, intendentes, gobernadores, algo habrán aprendido, en modo alguno se trata de un esfuerzo o dispendio inútil para el Estado, salvo para quienes piensan que repartir conocimientos –aunque no terminen en un diploma– es algo socialmente negativo.

Lo que molesta al elenco gobernante y al “gorilismo” ancestral es que esta entrada de nuevos estudiantes provoca un cambio cualitativo al que temen los pocos lúcidos del pobre elenco gobernante y que los más, menos lúcidos, se limitan a intuir. Ese piberío de chicos y chicas que entró a la vida universitaria trae consigo sus vivencias infantiles y adolescentes, preguntan y van tomando consciencia de la larga discriminación clasista y hasta racista de que son víctimas los suyos y ellos mismos y, por ende, no se conforman con “especializarse”, sino que quieren saber más y más sobre el resto, sobre la Nación, la historia, la sociedad, el mundo en que les toca vivir.

El elenco gobernante sabe o intuye que estamos enseñando al piberío pobre el “knowhow” que ellos querían monopolizar y que lo aprende rápido, al tiempo que van sabiendo que son víctimas del programa de endeudamiento (o de administración fraudulenta) del actual gobierno y de los que lo precedieron en las anteriores etapas de entreguismo colonialista que sufrió nuestra Nación.

Esto horroriza al elenco gobernante y al eterno “gorilismo”, que con gritos chillones reclaman “la política fuera de la universidad”, como si no fuese función de ella también la de generar buenos ciudadanos y no los “especialistas meritocráticos sin corazón”. La universidad (la “univesitas”, el “universo todo uno”), es por excelencia el lugar donde “todo” debe enseñarse, tratarse y discutirse. Reducir la universidad a una fábrica reproductora de ese producto híbrido de alta peligrosidad social es, sencillamente, pretender que pierda su esencia y su razón de ser que, justamente es lo que se proponen los pedigüeños que, con la escudilla en mano, se sientan en las escaleras del Fondo Monetario Internacional.

Los agentes de este totalitarismo corporativo financiero (sólo enmascarado con la ideología del “neoliberalismo”), saben muy bien que cuando los excluidos dispongan del “knowhow” disputarán con ellos y lo harán con ventaja, porque como son pobres tienen más tiempo que los títeres locales de transnacionales. Saben también que eso es incompatible con su proyecto de sociedad 30 y 70 (70% de excluidos), pero por sobre todas las cosas, algunos de los más lúcidos –pocos por cierto– saben algo que es mucho peor para ellos: el sistema no está hecho para resistir esa inclusión que, de producirse, lo hace estallar y pone en movimiento una nueva dialéctica.

Esa sería la verdadera revolución, la “revolución del saber”, la “revolución pacífica” que no pueden tolerar. Los descendientes de quienes –para escándalo de nuestras oligarquías– en 1916 desataron las caballos del coche que llevaba a Yrigoyen a la Casa de Gobierno, de los que en 1945 refrescaron sus pies en la fuente de la Plaza de Mayo, de los que en 1955 fueron ametrallados en el mismo lugar, van siendo nuevamente incorporados, pero la incorporación en el siglo XXI debe ser por medio del “saber”, del “knowhow”, ahora no basta con adiestrar los brazos, es necesario preparar las neuronas, romper el monopolio del “saber” y empoderarse del conocimiento.

Hoy no se hace una revolución tomando por la fuerza, violentamente, el palacio de invierno y derrocando zares, porque, además de que la violencia provoca violencia y a la larga casi nada más, no hay más zares ni existe un poder concentrado en ningún palacio. El cambio social profundo, inclusivo, la revolución del siglo XXI se hace apoderándose del conocimiento, que la elite se empeña en monopolizar. La persona que carece de conocimiento está destinada a ser subalternizada en la sociedad actual, al igual que la nación que carece de desarrollo científico lo está en el concierto mundial. Las elites saben que financiar universidades nacionales es serruchar la rama en que están sentados. Por eso, tienen miedo.

El miedo impulsa al colonialista elenco gobernante a sostener que hay “demasiadas universidades”, en una versión actualizada de la táctica esclavista bicentenaria norteamericana. Por eso no sólo reducen los presupuestos universitarios, desfinancian el desarrollo tecnológico, desmantelan proyectos, persiguen penalmente a los rectores (con el abuso de poder de algún fiscal de los que “ponen el cuerpo”), sino que incluso quieren acabar con lo rescatable del programa de control social del siglo XIX, insultan y difaman a los maestros y profesores, les retacean aumentos, precarizan escuelas, mandan matones a secuestrar maestras.

Los docentes de todos los niveles nos hemos convertido en un “peligro” para este gobierno que, cada día, parece más cercano a un “régimen” (si es que ya no lo es). Ahora no distinguen entre “esclavos y no esclavos” al penalizar a quienes cometen el tremendo delito de enseñar y a todos nos quieren tratar a los azotes.

En este contexto persecutorio y difamador, el oficialismo incurrió en la hipocresía de querer participar en un homenaje a Alfredo Bravo. Por suerte lo pararon, advirtiendo que Alfredo estaría hoy de “paro”. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo sabemos que no sólo estaría de “paro”, sino que diría cosas irreproducibles, con las que también enseña un buen maestro cuando es menester decirlas. Nos falta Alfredo, Mary Sánchez y otros, pero tenemos maestros, universidades y nuestro piberío haciendo la revolución silenciosa del saber. No podemos detenernos.

Fuente del Artículo:

https://www.pagina12.com.ar/144052-el-miedo-a-la-revolucion-del-saber

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 9 de diciembre de 2018: hora tras hora (24×24)

9 de diciembre de 2018 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 9 de diciembre de 2018. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Así se puede gestionar el estrés laboral que sufren los docentes

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296036

01:00:00 – Libro: Aprendiendo a enseñar. Manual práctico de didáctica (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296045

02:00:00 – Un 21% de los jóvenes en Latinoamérica ni estudia ni trabaja, según informe

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296055

03:00:00 – El miedo a la revolución del saber

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295471

04:00:00 – ¿Por qué le tienen tanto miedo a los estudiantes?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296071

05:00:00 – Roy Galán: “La educación debería servir para hacerte libre y no esclavo de un sistema”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296042

06:00:00 – En México, más de un millón de menores de 17 años no asisten a la escuela: Coneval

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296074

07:00:00 – Economía en la universidad, una pieza más de la superestructura hegemónica

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295480

08:00:00 – Youtubers por la educación gratuita: Porque pública la recibimos y pública la devolvemos

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296090

09:00:00 – Libro: Familia y Escuela: oportunidad de formación, posibilidad de interacción (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296058

10:00:00 – Argentina: Se estrena un documental sobre los docentes muertos: “La tragedia de Moreno”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296039

11:00:00 – El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro

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12:00:00 – Un ‘ayatollah’ dirigirá la educación en el Brasil de Bolsonaro

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296104

13:00:00 – Pedagogía crítica en la enseñanza de las matemáticas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296121

14:00:00 – Latinoamérica despegará si pone «en el corazón» la gestión de la educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296112

15:00:00 – Pedagogía del oprimido: mucho más que un libro

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296065

16:00:00 – Ecuador: El olvido destruye a las escuelas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/296124

17:00:00 – Más de un millón de niños sin cobertura educativa en Honduras (Video)

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18:00:00 – Especialista en pedagogía presenta modelo educación Finlandia en República Dominicana

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19:00:00 – ¿De verdad es la evaluación un problema?

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20:00:00 – Infografía: ¿Por qué la educación salva vidas en todo el mundo?

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21:00:00 – Analizan en Haití sistema informativo para la educación

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22:00:00 – Reforma Educativa: Mirar a la Escuela de otra manera

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23:00:00 – Leontxo García: «Los niños que juegan al ajedrez obtienen mejores rendimientos en matemáticas y en comprensión de textos»

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En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

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La educación ante el auge del fascismo

Por: Enique Díez Gutiérrez

En Finlandia, Alemania, Dinamarca, Francia, Suecia, Grecia, Hungría, Croacia, Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania, Italia y desde el 2 de diciembre de 2018 España, se ha asentado la presencia del fascismo en los parlamentos europeos.

El fascismo radicaliza los valores conservadores, para atraer y canalizar el enfado de clases medias, trabajadoras y populares que se sienten abandonadas e indefensas ante las políticas europeas de austeridad. Políticas de austeridad aplicadas a “los de abajo”, como medidas únicas e inmutables, ante la crisis económica y social. Una crisis que se percibe ya como un “saqueo sin fronteras” de las élites financieras, que han conseguido, sin embargo, salir reforzadas y más enriquecidas aún, si cabe, de esa “crisis” provocada por su propia voracidad sin límites.

El fascismo que vuelve a asentarse en Europa y que se extiende de forma imparable por buena parte del mundo (Estados Unidos con Donald Trump, Brasil con Jair Bolsonaro, Filipinas con Rodrigo Duterte, etc.) no tiene nada de antisistema, sino que constituye el plan B autoritario del sistema a través del discurso antiélites. Un discurso, profundamente neoliberal, pero teñido de aspectos y elementos simbólico-emocionales conservadores (banderas, himnos, símbolos, etc.), que rechaza toda forma de organización colectiva (organizaciones sociales, sindicatos, partidos políticos, etc.) que demanda derechos sociales y justicia, alentando el mesianismo y los “líderes autoritarios” como salvadores en quienes confiar ciegamente.

En el tablero diseñado por el neoliberalismo, el fascismo cumple una función clave: la de ocultar las raíces reales de la injusticia social y la crisis para, de esta forma, neutralizar la posibilidad de que se cuestione la responsabilidad en aquellas de las élites económicas y financieras.

Lo que hace la extrema derecha es sembrar la discordia entre los perdedores del modelo neoliberal, fomentando, por una parte, el orgullo de sentirse superior y, por otra, canalizando la ira popular hacia los colectivos más vulnerables. Así, mientras se alimenta la guerra entre pobres, los cenáculos neoliberales siguen repartiéndose el pastel y la fractura social se acrecienta.

Con dos efectos colaterales terribles: el primero, que vemos como gran parte de los postulados de la extrema derecha están siendo asumidos por la derecha y los liberales, especialmente las políticas migratorias, claramente discriminatorias y punitivas, y las políticas represivas en materia de derechos y libertades. El segundo, que reconstruyen el imaginario colectivo, amplificado por los medios de comunicación, situando a todo movimiento progresista de “izquierdas” (Unidos Podemos) como si fuera el otro extremo de la ecuación, en la “extrema izquierda”. De tal forma que el centro del tablero político queda redefinido por el conservadurismo (PP) y el neoliberalismo (C’s) que se convierten automáticamente en opciones de centro, “moderadas” y “responsables”.

Se está así redefiniendo el campo de disputa, tildando de forma similar de populistas tanto a las opciones fascistas (totalitarias y antidemocráticas) como a las opciones comunitarias de defensa del bien común, el reparto de los recursos y la justicia social. Ocultando la gravedad de esta equiparación, mediante el epíteto vacío de “populismo” que oculta e invisibiliza el fascismo. Como se ha usado también en algunos análisis históricos del golpe de estado del 36 y la dictadura franquista, pretendiendo mantener una “equidistancia” entre víctimas y verdugos, entre fascistas alzados y un gobierno republicano elegido democráticamente.

Una segunda causa del auge del fascismo es la tragedia que ha supuesto la gestión de la crisis por parte de la socialdemocracia en toda Europa. Los partidos socialdemócratas han aplicado los mismos principios del neoliberalismo y las políticas de austeridad. Ante lo cual, buena parte de la población se ha sentido engañada por quienes en otras épocas fueron los defensores del Estado Social y de Bienestar. Esto ha sido crucial para provocar una sensación generalizada de hundimiento de los principios de democracia, justicia social y solidaridad, que podemos situar como tercera causa del auge del fascismo. Y una cuarta causa: el desarrollo del precariado como condición de vida de buena parte de la población joven, base del descontento social de generaciones hipotecadas, ante la perspectiva de futuro de “vivir pagando para morir debiendo”.

Pero la causa fundamental del auge del fascismo se debe a que el modelo neoliberal ha ganado actualmente la guerra ideológica. Hemos asistido a una guerra ideológica, irregular y asimétrica, en la que la batalla por la narrativa ha sido clave en la fabricación de una determinada percepción de la población y las audiencias mundiales de cara a imponer imaginarios colectivos impregnados de contenidos y sentidos afines al pensamiento dominante, que cada vez une más y “simbiotiza” capitalismo, neoliberalismo y fascismo. Las élites económicas y financieras sí que han tenido claro que hay una permanente lucha de clases, y que, esta batalla, ellos la están ganando por goleada. Y, justamente, porque están ganando esta guerra ideológica, es por lo que también ganan la guerra económica y el poder, a pesar de (o, precisamente por) la corrupción, la memoria del fascismo, la represión, etc., etc.

Sus proclamas han colonizado el pensamiento, los deseos e, incluso, las esperanzas de gran parte de la población. Aplicaron el análisis de Gramsci: si controlan la mente de la gente, su corazón y sus manos también serán suyos. Pasado el tiempo de la conquista por la fuerza, llega la hora del control de las mentes y las esperanzas a través de la persuasión. La ‘McDonalización’ es más profunda y duradera en la medida en que el dominado es inconsciente de serlo. Razón por la cual, a largo plazo, para todo imperio que quiera perdurar, el gran desafío consiste en domesticar las almas. De tal forma que el discurso neoliberal ha acabado siendo visto como condición natural y normal.

Lo privado frente a lo público. La libertad individual frente al bien común y la justicia social. El rechazo a los impuestos frente a la aportación colectiva para la protección social y solidaria. La ideología del esfuerzo que externaliza las causas de las dificultades y convierte a la víctima en culpable, revictimizándola. La ideología del emprendimiento que responsabiliza a las víctimas de su suerte y su futuro. La cultura de la autoridad, la sumisión y la obediencia debida. La ideología del pensamiento positivo, complemento necesario para ayudar a autorregular la conciencia opresiva de la explotación y sentirse incluso un colaborador libre y proactivo en la propia explotación, mediante técnicas de management y coachingemocional.

Se ha instaurado así una constante, permanente y sólida pedagogía del egoísmo, base esencial de la ideología neoliberal, que hunde sus raíces en el interés propio como impulso vital y trascendental. Una pedagogía que está reconstruyendo, a través de los medios, las prácticas y los discursos sociales y educativos, un nuevo sujeto neoliberal que ve en el egoísmo y las relaciones de competencia y de mercado la forma natural y normal de estar y ser en el mundo. Un sujeto cuyo primer mandamiento es “ayúdate a ti mismo”. Que desprecia cualquier obligación moral vinculada a la solidaridad colectiva. Una persona formada en la lógica de la competición, cuyas relaciones y prácticas sociales se transforman en cálculos e intercambios regidos por el cálculo del máximo interés individual.

Debemos combatir esta pedagogía del egoísmo, no solo en la escuela sino a través de todos los medios de educación formal y no formal, si queremos superar de una vez por todas el fascismo. Es necesario, claro está, acabar con las políticas de austeridad, poner coto a los beneficios, los paraísos fiscales y el rescate de los bancos y fondos financieros y establecer medidas para conseguir un estado de bienestar social global, que contemple los límites del planeta. Es imprescindible que los partidos gobernantes sean más transparentes y menos oligárquicos y corruptos. Pero, sobre todo, debemos fortalecer la autonomía de pensamiento y de crítica para combatir la posverdad y la política de las emociones de la ideología neoliberal. Porque es más fácil evadirse de una prisión física que salir de esta “racionalidad” neoliberal elegida “libremente”, ya que esto supone liberarse de un sistema de normas instauradas mediante técnicas de interiorización y control del yo.

No podemos seguir siendo “indiferentes” ni “obedientes” ante la pobreza y el hambre, ante la guerra y la crueldad, ante la insolidaridad y el egoísmo brutal, ante el saqueo del bien común, ante la intolerancia y el fascismo. La verdadera munición del capitalismo no son las balas de goma o el gas lacrimógeno; es nuestro silencio. Ya lo decía Martin Luther King: “Tendremos que arrepentirnos en esta generación no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena” que miramos para otro lado ante el auge del fascismo.

Como diría Ernesto Sábato: “Estamos a tiempo de revertir esta masacre. Esta convicción ha de poseernos hasta el compromiso”. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas, y el de la sociedad en su conjunto. Educación o barbarie, no hay neutralidad posible.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/12/04/la-educacion-ante-el-auge-del-fascismo/

 

 

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El conocimiento y la posverdad

Por: Benito Navarrete Prieto

El autor pone en duda «la fortaleza científica» de la muestra ‘Leonardo Da Vinci. Los rostros del genio’

El tema está de plena actualidad. Se trata del conocimiento, de la investigación, de la ciencia y de la obligación que tienen las instituciones depositarias del legado cultural atesorado por el hombre de hacerlo accesible al ciudadano y legarlo a las generaciones futuras en las mejores condiciones y con la garantía de la búsqueda del rigor y de la verdad. No voy a entrar en la idoneidad del nombramiento de Christian Gálvezcomo comisario de una exposición asociada a la Biblioteca Nacional (BNE),ni en sus becas de investigación o reputación en el ámbito científico como experto en el Renacimiento. La propuesta de Gálvez se completa con la muestra en la BNE de los denominados Códices I y II de Madrid, que se encuentran entre los más importantes manuscritos de Leonardo para la ingeniería y la historia militar, al cuidado de la profesora de la Universidad Complutense de Madrid Elisa Ruiz García, la investigadora que mayor luz arrojó al conocimiento de estos manuscritos en su memorable libro de 2012: El imaginario de Leonardo: códices Madrid de la Biblioteca Nacional de España editado por el Ministerio de Cultura, indexado en el Scholarly Publishers Indicator por su impacto en el campo científico. Los códices se custodian además en los depósitos de la sala de manuscritos, incunables y raros, cuyo director técnico es uno de los más reputados expertos a nivel internacional en el estudio de libros miniados.

Entiendo el noble propósito de la dirección de la institución a la hora de divulgar el conocimiento y atraer a otro tipo de público, y no solo a los investigadores. Sin embargo, creo que en esta iniciativa hay que diferenciar tres conceptos que últimamente tienden a mezclarse, cuando no a confundirse: investigación, divulgación científica y ficción novelada. Todos son legítimos e incluso pueden complementarse, pero no podemos engañar al público que no tiene la obligación de saber en quién reside la fuente de autoridad.

He leído Leonardo da Vinci –cara a cara-, edición Debolsillo, 2018. Reconozco que es un ensayo que, bien tutorizado, podría haber sido un excelente libro de divulgación, siempre que en él se hubieran discriminado claramente lo que son libros científicos contrastados, opiniones personales, entrevistas a presuntos expertos y artículos de periódicos de variada credibilidad que no viene al caso prejuzgar.

El problema del planteamiento de la exposición que se inaugurará el próximo lunes en dos sedes, la del vestíbulo de la BNE y la Sala del Palacio de las Alhajas de Montemadrid, es el sensacionalismo derivado del citado libro. Por cierto, en sus 677 páginas no hay ni una sola cita a la profesora Elisa Ruiz, como tampoco a las personas que arrojaron luz y dieron con las claves del contenido del Códice I y II de Madrid. Ambos pertenecieron en el siglo XVII al importante coleccionista Juan de Espina, fascinante personaje para la historia de la ciencia que está estudiando el profesor de la Universidad de San Andrews, José Ramón Marcaida; uno de tantos cerebros fugados, como el propio Leonardo, según expresión a propósito del comisario de esta muestra. En el citado libro Leonardo da Vinci -cara a cara-, tampoco están citados los estudios de Amelio Fara, Leonardo e l’architettura militare, Giunti, 1997 ni tampoco el de Fara y Natali dedicado a Leonardo A Piombino e L’idea della città moderna tra Quattrocento e Cinquecento, Leo S. Olschki editore, 1999. Por supuesto, estos trabajos están recogidos y correctamente aprovechados en el estudio de la profesora Ruiz, verdadera fuente de autoridad. Desgraciadamente desconozco lo que es la asociación española de sindonología a la que el comisario pertenece.

Otro problema añadido es la inclusión en las salas del Palacio de las Alhajas de la denominada Tavola Lucana, un presunto autorretrato de Leonardo que es autógrafo únicamente para su descubridor, el profesor de historia medieval Nicola Barbatelli quien lo localizó en una colección privada de Acerenza, sur de Italia en 2009 (véase Gálvez, 2018, pp. 389-428). Sin embargo, ninguno de los prestigiosos estudiosos de Leonardo reconoce la obra como original. Niegan su autoría como pintura autógrafa o directamente la ignoran: Mauro Natale, Marco Tanzi, Francesco Frangi, Alessandro Ballarin, Alessandro Cecchi, Martin Kemp, Antonio Natali, Cecilia Frosinini y Pietro Marani.

Llamativo es asimismo que para Matteo Ceriana, antiguo director de la Gallería Palatina de Florencia, actual jefe de conservación del Museo Nazionale del Bargello y miembro de la Junta de Exportación de obras de arte del Ministerio de Cultura de Italia, la pintura en cuestión es probablemente un constructo del siglo XIX realizado en una tabla antigua, con una imagen de Leonardo basada en la xilografía publicada por Vasari en la segunda edición de sus vidas de 1568, y con elementos tomados del dibujo tenido por algunos investigadores como autorretrato de Leonardo conservado en la Biblioteca Real de Turín y que perteneció a su discípulo Francesco Melzi. La imagen de la Tavola Lucanaademás se inspira en otro falso retrato de Leonardo conservado en los Uffizi, probablemente ya del siglo XVII, un punto que el propio Gálvez (2018, p. 402) reconoce. La fusión o pastiche se advierte sobre todo en los cabellos del personaje, en la extrema debilidad de la pincelada del retrato y en la absoluta disparidad con la técnica que solía emplear Leonardo. Más increíble resulta la presunta “firma especular” en la trasera de la obra, donde se quiere leer pinxit mea, pues ni existe tradición de una firma así en la historia precedente ni Leonardo solía escribir en latín, una lengua que prácticamente desconocía y no leía bien, como ha defendido recientemente Martin Kemp en Leonardo da Vinci: las maravillosas obras de la naturaleza y el hombre editado por Akal en 2011, editorial también indexada en el SPI y fuente de verdad para la Aneca.

Más preocupante -el verdadero problema para el que esto escribe y para muchos colegas de la comunidad científica- es que la exposición venga avalada por una de las instituciones culturales más importantes de nuestro país, y que se respalde un proyecto expositivo que da una imagen falsa o, cuanto menos, desvirtuada del artista. Al margen de todos los presuntos intereses que rodean a la Tavola Lucana, hace poco expuesta en la Galería del Palacio municipal de Puebla (México), con fotografía de familia de todos los políticos locales en un espacio sin solvencia, la contrariedad radica en la falta de inquietud por contrastar la fortaleza científica del proyecto con otros investigadores de prestigio de nuestro país, tanto de dentro como de fuera de la BNE; por ejemplo los que trabajan en el Museo Nacional del Prado, quienes no hace muchos años produjeron notables avances en el terreno del proceso creativo de Leonardo, reconocidos por el propio Museo del Louvre que celebrará su magna exposición el próximo año sin los códices de Madrid. Con ello volvemos al principal escollo de partida: realzar la cultura del espectáculo frente al sereno, lento, reflexivo y riguroso método científico que produce la unión y la colaboración de la comunidad de investigadores para luego, en equipo, realizar la necesaria labor de divulgación.

Por desgracia, la imagen que se construye del artista con este proyecto es, de nuevo, la propiciada por la leyenda, la fantasía y la ficción. Una imagen deudora de la visión que se construyó sobre Leonardo en el siglo XIX, bajo un prisma positivista, y condicionada por criterios políticos derivados del problema de la unidad de Italia y de la fabricación de héroes nacionales. Esta invención de un ingenio, al margen de su obra artística, descontextualizada de la historia de la ciencia y de su sociedad y cultura, ha llenado la literatura sensacionalista de absurdas teorías a lo Dan Brown que han terminado por contaminar y desfigurar a un artista en el que últimamente hay demasiados intereses económicos de por medio y que, sin duda, seguirá siendo materia de best sellers de mejor o peor gusto.

Seguramente la exposición será un éxito y se venderán muchos ejemplares de los libros de su comisario, aunque ese mismo éxito merecería desarrollarse en otro marco. Espero también que estas líneas sirvan para que nuestra Biblioteca Nacional y su sala de Manuscritos y Bellas Artes continúen siendo el lugar de referencia.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2018/11/28/actualidad/1543430797_848164.html

 

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Reza como un santo por los muertos y lucha como un demonio por los vivos

Por: Amy Goodman y Denis Moynihan/ Portal Rebelión

En un ventoso cementerio ubicado al norte de Mount Olive, Illinois, perteneciente al Sindicato de Trabajadores Mineros de Estados Unidos, se erige un gran monumento que marca el lugar de sepultura de Mary Harris Jones. Mother Jones, como se la conocía popularmente, fue una legendaria activista por los derechos laborales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La activista dedicó su vida a la causa de los trabajadores, desde las minas de carbón a las fábricas textiles, y luchó contra las condiciones laborales abusivas, el trabajo infantil y la pobreza. En una ocasión, mientras protestaba con un grupo de trabajadores sindicalizados de la minería de carbón en Virginia Occidental, Mother Jones declaró: “Reza como un santo por los muertos y lucha como un demonio por los vivos”. Tras el Día de Duelo Nacional declarado en honor del recientemente fallecido expresidente estadounidense George H. W. Bush y una vez concluidos sus funerales, bien vale recordar las palabras de Mother Jones.

La familia de Bush, sus amigos, los cinco presidentes de Estados Unidos vivos —su hijo, George W. Bush; Jimmy Carter; Bill Clinton; Barack Obama; y el actual presidente, Donald Trump— se congregaron en la Catedral Nacional para rendirle honores.

Las semblanzas de los medios hicieron referencia a la oportunidad en la que Bush logró escapar de un avión bombardero en llamas durante la 2da. Guerra Mundial, al lanzarse en paracaídas hacia el Océano Pacífico. En un claro contraste con el presidente Donald Trump, Bush fue recordado como un republicano de la vieja escuela, señorial y cortés, capaz de cruzar barreras partidarias. Bush renunció a su calidad de miembro de la Asociación Nacional del Rifle cuando la agrupación se enfrentó a los agentes federales y fue elogiado por apoyar y promulgar la llamada Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades.

Pero a un lado quedó el papel que tuvo Bush en las violentas intervenciones militares de Estados Unidos a lo largo de su mandato, como la invasión a Panamá en 1989, ordenada por Bush, que tuvo como resultado la muerte de 3000 civiles, y la invasión de 1991 a Irak, también bajo sus órdenes, en la que murieron miles de iraquíes. Precisamente esta semana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exhortó a Estados Unidos a indemnizar a las víctimas de la invasión a Panamá. Como director de la CIA en 1976, Bush apoyó las dictaduras de derecha más violentas de América Latina, como la dictadura militar argentina y la llevada adelante por el dictador Augusto Pinochet en Chile.

George H.W. Bush también indultó a seis de los principales involucrados en el escándalo Irán-Contra, que implicó la venta secreta de armas a Irán y el desvío ilegal de las ganancias a la Contra que luchaba contra el gobierno sandinista en Nicaragua. Miles de civiles fueron asesinados como resultado. Lawrence Walsh, el fiscal independiente del caso, afirmó luego de que Bush indultara a los conspiradores: “El encubrimiento del escándalo Irán-Contra…ha sido completado”. El uso del indulto presidencial para encubrir un escándalo político constituyó una operación de obstrucción de la justicia en ese entonces, tal como sucederá ahora si Trump decide invocar el indulto para proteger a las personas que se encuentran en la mira de la investigación del fiscal Robert Mueller sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, entre ellas, él mismo.

Sí, Mother Jones nos haría rezar por George H.W. Bush, que murió a los 94 años de edad, pero también por sus víctimas, muchas de las cuales, entre ellas niños, fueron sepultadas sin fastuosas ceremonias o, incluso, simplemente desaparecieron.

También nos exhortaría a que luchemos como demonios por los vivos. Uno de los contemporáneos de George H.W Bush es Noam Chomsky, quien ha cumplido 90 años esta semana. Chomsky, el fundador de la lingüística moderna, también es un reconocido activista y autor disidente. Desde su oposición a la guerra de Estados Unidos en Vietnam y las invasiones a Irak tanto de Bush padre como de Bush hijo, a sus críticas férreas contra el gobierno de Trump, Chomsky ha informado e inspirado a gente de todo el mundo durante más de 60 años, y ha escrito más de 100 libros sobre política.

Entre los asuntos candentes de los que se ocupa hoy en día se encuentra el cambio climático. Chomsky afirmó recientemente en “Democracy Now!”:“El mundo quizás tenga por delante tan solo una década o dos para dejar de depender de los combustibles fósiles si queremos tener una chance de controlar el calentamiento global y mantenerlo por debajo de los niveles que implicarían una catástrofe absoluta. Es tiempo de tomar las decisiones que determinarán, literalmente, si la vida humana organizada podrá sobrevivir de manera decente”.

En este momento se están llevando a cabo en Polonia negociaciones para limitar el cambio climático, en el marco de la cumbre anual de las Naciones Unidas denominada “COP 24”.

Irónicamente, la cumbre fue organizada en la ciudad de Katowice, en el corazón de la región carbonífera de Polonia. La cumbre espera establecer las normas que garanticen la puesta en marcha del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático firmado en 2015, un acuerdo del que Trump se retiró el año pasado. Estados Unidos no quedará fuera del acuerdo formalmente hasta 2020, por lo que Trump envió una delegación que tiene previsto promover el carbón y otros combustibles fósiles. El intento de Trump de entorpecer el consenso a nivel mundial en materia de acción climática se refleja en sus políticas a nivel nacional. El administrador interino de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, Andrew Wheeler, un ex lobista de la industria del carbón, se está encargando de revertir una tras otra las regulaciones para combatir el cambio climático, casi a la misma velocidad en la que los incendios forestales, los huracanes y las inundaciones azotan el país.

Mientras George H.W. Bush descansa en paz y Noam Chomsky trabaja sin descanso, seguimos aumentando la temperatura del planeta a una velocidad nunca antes vista. Mother Jones, quien falleció a los 93 años de edad en 1930, cuestionó en una oportunidad a un orador que la presentó como una “humanitaria”. “¡Soy una alborotadora!”, le gritó a la multitud. Los desafíos que enfrentamos son inmensos. Ahora más que nunca, necesitamos alborotadores como Mother Jones y Noam Chomsky para luchar como demonios por los vivos.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=249964

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El fascismo de la amapola y el sistema educativo inglés

Por: Kerron Ó Luain

‘Y aún te enseñan en la escuela acerca de aquellos gloriosos días de dominio’.

Lo que Jon Snow, periodista del Channel 4 (de la television inglesa), identificó sabiamente como ‘fascismo de amapola’ [la amapola es en Gran Bretaña el símbolo de los caídos, originalmente de la I Guerra Mundial, y se lleva en la solapa todos los meses de noviembre a modo de homenaje] llegó a su crescendo este fin de semana, como sucede con más vitalidad con cada año que pasa. Sin embargo, este año de 2018, dado que  era el centenario del  Armisticio de la I Guerra Mundial, el tono del crescendo se ha sentido más agudamente de lo habitual.

Cuando a mediados de semana veía Sky News Live en YouTube desde mi apartamento de Filadelfia, irrumpió en la pantalla un niño que sin darse aparentemente cuenta proclamaba la importancia de transmitir el ‘conocimiento’ de la I Guerra Mundial tomándolo de quienes habían vivido antes que él. Este segmento se retransmitió junto a una información sobre un  ‘artista’ [léase, ‘lunático’], de nombre Rob Heard, que a lo largo de cinco años había tallado miles de figuritas de madera de soldados británicos muertos en el conflicto y los había esparcido por el suelo de alguna parte de Inglaterra para conmemorar este centenario de una matanza fútil. Nada de contexto, nunca.

Para que no nos superemos y asumamos que termina aquí el fanatismo, se nos recuerda de modo intermitente a lo largo de la semana desde diversas fuentes de noticias inglesas que se encienden 10.000 antorchas cada noche (¿se acuerdan de esas antorchas que portaban los fascistas de Trump en Charlottesville el año pasado?) en la Torre de Londres para  recordar a los ‘caídos’.

Pero la breve entrevista del canal Sky al joven desencadenó en mí el recuerdo de uno o dos versos del principal trovador político irlandés de estos tiempos, DamienDempsey:

Y aun te enseñan en la escuela
Acerca de aquellos gloriosos días de dominio
Y cómo es tu destino
Ser superior a mí

¿Cuál debe ser el programa escolar de Historia de estos niños en el país sobre cuyo imperio no se ponía jamás el sol? Una somera pizquita («smidgeon» en ingles, una palabra prestada del irlandés, o sea, del «gaeilge») de investigación revela que, aunque el programa principal de las escuelas en Inglaterra, y forzosamente por extensión de  Gales y Escocia, mencionaba la historia de la colonización de otros países, esos aspectos no eran ‘obligatorios’. En lo esencial, existe una lista ideal de aspiraciones de lo que el niño y la población adolescente en general del Reino Unido deberían aprender en el colegio, pero lo que sabemos en realidad se reduce en la mayoría de los casos al banal estudio del linaje real, o, en muchos casos, al homenaje imperial/capitalista.

¿Cómo puede el Estado irlandés, o quienes residen en él, sostener una queja justificable sin parecer hipócritas? ¿No permitimos la eliminación de la historia del ciclo del Junior Cert [enseñanza medial] como materia principal? Sin protestas, sin un murmullo, de verdad.

Los protagonistas del discurso decolonial en tiempos modernos parecen provenir, no de Irlanda sino de otros lugares, de otras cimas anteriormente coloniales. ShashiTharoor, parlamentario y especialista académico indio, se ha manifestado ruidosamente en años recientes sobre el violento colonialismo de Gran Bretaña y el Raj [el dominio británico de la India] en su país de origen. Sin embargo, todos los crímenes de Gran Bretaña parecen haber caído en el silencio en Irlanda – primera colonia de Inglaterra  ‘para que no olvidemos’ – como se restriega cada mes de noviembre.

Ciertamente, no sólo considera el llamado Estado irlandés que queda bien erigir una escultura estridentemente grande de un ‘soldado inolvidable’ de la I Guerra Mundial en uno de los lugares donde se fraguó la resistencia revolucionaria republicana en 1916 (St. Stephen’s Green), siendo sus promotores gente como Leo Varadkar (Taoiseach/Primer ministro) y Frank Feighan (diputado [TeachtaDála] /Ministro/lamebotas general de Occidente y los británicos) que insisten en que llevemos un trébol adornado con una amapola teñida de sangre. Vaya impostura, desde luego.

Los oponentes sacarán a relucir la habitual defensa: que deberíamos recordar a ‘todos los que murieron’ en el pasado, por razones humanitarias. Con ello, sin embargo, se pasa por encima del elemento recordatorio real de la amapola, que resulta supuestamente tan central para su simbolismo. Los actuales soldados británicos – que han servido en Afganistán e Irak – conceden regularmente entrevistas a los medios británicos que vinculan claramente la carnicería sin sentido de antaño con las proezas imperiales contemporáneas.

¿Por qué no se sugiere lucir la amapola blanca alternativa (que carece de los antecedentes de la Legión Británica), que simboliza la paz y el final de todas las guerras? La respuesta sencilla y más cierta es porque la amapola roja – por oposición a la blanca – se utiliza para promover un orden del día militarista en Gran Bretaña, que de modo espeluznante recuerda al militarismo de principios del siglo XX en los preliminares de la I Guerra Mundial.

La ironía de todo esto, por supuesto, estriba en que deportistas como James McClean, jugador internacional de fútbol de la ‘República’ de Irlanda, que se atreven a rechazar este rancio militarismo/fascismo de la amapola, afrontan la ira de una franja enorme de la opinión pública británica cuyos ancestros lucharon supuestamente para sofocar el avance del autoritarismo y la intolerancia entre 1939-1945. Para que no olvidemos, desde luego.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2018/11/12/poppy-fascism-and-the-english-education-system/

Traducción: Lucas Antón

Fuente: http://www.bitacora.com.uy/auc.aspx?10170,7

 

 

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