Page 1790 of 2493
1 1.788 1.789 1.790 1.791 1.792 2.493

¿Por fin un pacto educativo?

Un gran acuerdo sobre la enseñanza debería buscar la estabilidad, dejando a un lado las diferencias partidistas, y tener en cuenta que las familias y el entorno social son elementos esenciales del sistema.

Por: Victoria Camps.

De todos los derechos que un Estado social debe garantizar, el derecho a la educación ha sido el más damnificado por las rivalidades de los distintos grupos políticos. El comienzo fue bueno, con dos leyes (la LODE y la LOGSE) que nos situaron a nivel europeo en muy pocos años. Se sucedieron luego una serie de reformas, hasta cinco leyes más, que han sido motivo reiterado de críticas y querellas entre Administraciones y entre los profesores y la Administración. Son la prueba evidente de que algo tan básico para un país como es la educación no ha dejado de ser instrumentalizado por las luchas partidistas. Hasta la saciedad se ha dicho y repetido que la educación debiera ser una cuestión de Estado.

OTROS ARTÍCULOS DE LA AUTORA

 Ahora parece que nos encontramos en los prolegómenos de lo que sea. El resultado de las últimas elecciones es un Parlamento fragmentado, propicio para los pactos, en el que se han dado los primeros pasos a favor de un pacto por la educación. Aplaudamos la buena voluntad y crucemos los dedos para que el propósito no se tuerza. No puede decirse sin más que nuestro sistema educativo es malo, pero sí que muestra una serie de defectos no menores que deben abordarse con una actitud distinta a la que ha sido habitual hasta ahora. Sin intervencionismos inútiles y con valentía para constatar lo que no funciona. Un pacto por la educación debería proponerse, de entrada, dos cosas: dejar de lado las diferencias partidistas e implicar a toda la sociedad. Debe buscarse la estabilidad educativa que permita avanzar sin sobresaltos y retrocesos. Y hay que partir del supuesto de que el sistema educativo no lo constituyen solo las escuelas, sino también las familias y el entorno cultural. El diagnóstico previo para pactar posibles cambios y formas de proceder en el futuro tiene que ser compartido por los grupos políticos y por las fuerzas sociales que más pueden contribuir a la mejora del sistema en su conjunto.

El giro que debería producirse  es el que va de la cantidad  a la calidad

De la cantidad a la calidad, tal es el giro que debería producirse para que la universalidad de la educación, ya lograda en términos cuantitativos, llegue a ser realmente aprovechada por quienes ahora no la aprovechan, y responda al objetivo de ofrecer una igualdad de oportunidades que amplíe y asegure el nivel cultural de toda la sociedad. La falta de calidad que hoy detectamos se resume en dos puntos: fracaso y abandono. Tanto el fracaso escolar como el abandono del sistema son excesivamente altos si nos comparamos con la media europea. Son demasiados los alumnos que no consiguen la graduación mínima de la ESO y muchos los que abandonan los estudios a los 16 años. Añadamos lo que reflejan los temidos informes PISA: la comprensión lectora y el conocimiento de matemáticas y ciencias de nuestros alumnos no es para sentirse orgullosos de lo que aprenden. Saben, en efecto, muchas cosas que sus abuelos desconocían a su edad, pero tienen grandes lagunas en lo más básico. ¿Fallan los métodos de aprendizaje? ¿Falla la selección del profesorado? ¿Se tiene una idea equivocada de lo que debe ser educar? ¿Se está imponiendo una especie de educación terapéutica, dirigida más a que crezca la autoestima del niño que a enseñarle cosas? ¿Se ha discutido alguna vez cuáles son los conocimientos mínimos que deben mantenerse en el currículo a pesar de los cambios tecnológicos? ¿Hasta cuándo tendremos una formación profesional desprestigiada, poco atractiva y poco coherente con las ofertas de empleo?

Para plantear estos y otros interrogantes y encauzar bien las respuestas hay que analizar los contextos en que se producen. Dónde hay más fracaso escolar y de dónde salen los alumnos que abandonan tempranamente la formación. Sin duda, de las familias más desfavorecidas. Las estadísticas al respecto son claras y unánimes. Los informes corroboran que el derecho a la educación está garantizado solo formalmente. Todos los niños están escolarizados, en efecto, pero fracasan y abandonan los más vulnerables, los que no disponen de un entorno social favorable al estudio. Uno de los agujeros del sistema educativo es esa deficiencia en la equidad. Hay libertad para escoger escuela, en efecto, pero ¿quién escoge la escuela pública y quién puede preferir la concertada? ¿No hay escuelas públicas convertidas en auténticos guetos de la inmigración? Aunque la libertad para escoger esté garantizada, existen las llamadas “preferencias adaptativas”: no todos pueden de hecho preferir lo que quisieran. Unos límites invisibles eliminan posibilidades para aquellos cuya renta es demasiado baja.

El derecho a la educación es tan fundamental que es el derecho que hace posibles otros derechos. La salud, el trabajo, la cultura, la vivienda son menos accesibles para quienes han tenido que aparcar muchos deseos ante necesidades más perentorias. Nadie pone en duda que las desigualdades económicas y culturales afectan también a los resultados de la educación. Cuando lo único que de verdad crece en nuestro mundo son las desigualdades, un pacto por la educación no puede cerrar los ojos ante esta realidad.

Todos los niños están escolarizados, pero existe una gran falta de equidad entre ellos

Pero la educación no solo fracasa porque no todos llegan a aprovechar lo que formalmente se les ofrece, sino porque tampoco está claro que educar deba ser lo que en realidad se está haciendo bajo ese nombre. La Constitución lo dice: educar ha de consistir en el pleno desarrollo de la personalidad humana. Educar es formar una personalidad moral, nos guste o no la expresión; es formar personas autónomas y responsables, capaces de adquirir criterio y de dar cuenta de lo que hacen. Un objetivo nada fácil que, como afirma el dicho famoso, requiere el compromiso “de la tribu entera”. Si es casi imposible comprometer a toda la sociedad para ver la mejor manera de inculcar esos principios, por lo menos habrá que contar con una complicidad mínima entre la familia y la escuela para que el niño no reciba aquí y allá mensajes contradictorios. No siempre la institución docente ha sabido ganarse la confianza de los padres ni estos cuentan con la de los maestros de sus hijos.

La política, de izquierdas y de derechas, se ha hecho escaso eco de aquella máxima feminista que proclama que “lo privado es político”. En nuestro entorno, las políticas de protección familiar no han formado parte de las prioridades políticas: ni guarderías, ni medidas de conciliación laboral, ni reconocimiento efectivo del trabajo doméstico o de las obligaciones del cuidado. No son fallos menores. Afectan también a las deficiencias educativas.

Será bienvenido un pacto que acierte a analizar y discutir sin miedo qué impide que veamos la educación en España como uno de los logros más conseguidos. No basta que el pacto sea político, el conjunto de agentes sociales y culturales son también corresponsables de que se logre una buena educación.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/03/21/opinion/1490126436_777177.html

Imagen: http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2017/03/21/opinion/1490126436_777177_1491837125_miniatura_normal.jpg

Comparte este contenido:

¿En qué trabajarán los niños de la sociedad actual?

Si hay algo a lo que debemos prestar atención y, sobre todo, de lo que debemos ser conscientes, es que las Tecnologías de la Información y la Comunicación forman parte de nuestra vida cotidiana y, es más, formarán parte de la vida de las nuevas generaciones, desde mucho antes de nacer.

Por: Emma Pérez Madorrán.

Hace unos años, hablar de un desarrollador web, un community manager, de un lingüista profesional o un programador de PHP, por ejemplo, era impensable, porque ni siquiera sabíamos que existían, pero debido a la transformación digital que el mundo está experimentando, en todos los aspectos, debemos fomentar en nuestros alumnos a esta competencia desde los primeros años académicos.

Según un análisis desarrollado por la consultora Randstad Professionals,algunos de los perfiles más valorados y demandados por las empresas en España y Europa, son los programadores .Net y Java, los consultores de CRM o los desarrolladores de aplicaciones móviles. La Inteligencia Artificial forma parte de nuestra vida y esto no hará más que incrementarse en un periodo corto de tiempo. Es evidente que todo ha cambiado, todo se ha digitalizado.  Así pues, ante esta realidad de la que todos somos conscientes, ha llegado el momento de que todo cambie en el sector educativo.

En la actualidad, hay multitud de nuevos perfiles tecnológicos que todavía no tienen una especialización concreta ni siquiera en las universidades, aunque pronto lo harán.  Ante este periodo de adaptación, los colegios debemos apoyar y potenciar esta formación académica desde la base de nuestro sistema educativo. Debemos empezar a ofrecer en el aula la oportunidad de trabajar con herramientas digitales y preparar así a nuestros alumnos para elfuturo real que les espera.

Los alumnos que ahora están en nuestras escuelas se dedicarán a profesiones que hoy en día ni si quiera existen pero, casi al cien por cien, todas ellas irán relacionadas con la era digital. Las tablets, los ordenadores y los teléfonos móviles serán fieles compañeros de su futuro laboral y, por ello, es importante que aprendan a utilizarlos como herramienta educativa desde los primeros años de escolarización.

No podemos anclarnos en la enseñanza tradicional únicamente, es imprescindible adaptarnos a los cambios de nuestra sociedad y colaborar en el crecimiento de esta, desde el ámbito educativo.

No podemos anclarnos en la enseñanza tradicional únicamente

Las pizarras digitales y aulas de informática, ya no son suficientes. Los estudiantes del siglo XXInecesitan desarrollar una competencia digital que favorezca su comprensión e integración en la sociedad de la que ya forman parte. Es necesario  desarrollar proyectos que puedan dotar a los alumnos de las herramientas para entender y experimentar con la tecnología. Este tipo de proyectos fomentan la creatividad y el espíritu innovador, habilidades imprescindibles para el éxito profesional de nuestros alumnos.

No sabemos en qué trabajarán los estudiantes del presente, pero estamos seguros que debemos ofrecer una propuesta metodológica diferente a la tradicional y en unos espacios educativos diferentes a los que se utilizan en la escuela actualmente.

Fuente: http://www.computing.es/mundo-digital/opinion/1097178046601/trabajaran-ninos-de-sociedad-actual.1.html

Imagen: http://www.computing.es/siteresources/files/790/10.jpg

Comparte este contenido:

La crianza de los hijos autistas.

El buscar ayuda con prontitud y poner en práctica las estrategias que mejoran su entendimiento los ayudará a tener habilidades para ser independientes.

Por: Patricia Prieto.

Uno de cada 68 menores en Estados Unidos es diagnosticado con autismo. Así lo determinan las estadísticas de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) en sus estudios anuales de los últimos tres años, basados en los datos recaudados por la Red de Vigilancia del Autismo y las Discapacidades del Desarrollo (ADDM).

También indican que el índice del autismo es mayor en los varones que en las niñas, y que está incrementando de un 10 a un 17 % anualmente. El incremento es tal, que según los CDC es el trastorno de desarrollo más frecuente hasta la fecha. De hecho se estima que su incidencia es más común en los menores que los casos de cáncer, diabetes y SIDA pediátricos juntos.

Y a pesar de su alta incidencia, a la fecha no se tiene claro  qué causa este tipo de trastorno, pero sí se sabe que entre más temprano se diagnostique y trate,   mejor será el desarrollo del menor, independientemente de su tipo y grado de afección.

“Reaccionar pronto puede ayudar significativamente”, alertan los CDC, en el material público educativo que facilita en su sitio de internet para los padres. “La intervención probablemente será más eficaz y menos costosa si se proporciona en los primeros años de vida que si se proporciona más adelante”.

Esto lo sabe muy bien la periodista y presentadora de televisión Sofía Lachapelle, oriunda de República Dominicana y madre de dos niños  Jayson (12 años) y  y Maximus (10) diagnosticados con la enfermedad.

“El diagnóstico y tratamiento temprano en el menor autista es vital para lograr avances en su desarrollo”, dice la autora del libro “Soy un súper héroe especial” y creadora de la fundación  “Un paso a la vez”, dedicada a informar, orientar y apoyar a padres de hijos con necesidades especiales.

El educarse permanentemente sobre el autismo también es fundamental para “poder ayudar [al menor autista] al máximo en el proceso del desarrollo de las habilidades que le permitirán ser independiente en el futuro, cuando los padres no existan, porque uno en cualquier momento se va, no es eterno”.

‘Un paso a la vez’

Y para ayudar a los padres que se encuentran criando niños autistas como ella, la actual presentadora de uno de los segmentos del programa televisivo “Al Rojo Vivo con María Celeste” (Telemundo) comparte algunas de las estrategias que hasta la fecha le han funcionado para lograr que sus hijos hayan salido, paso a paso, de su mundo autista para hablar, mirarla a los ojos, decirle mamá, comunicarse e interrelacionarse entre ellos mismos y participar en las actividades educativas que la fundación realiza.

1. Ayude a sus hijos a sentirse amados y seguros

Elogie sus logros y talentos. Reconozca las habilidades que está desarrollando. Aproveche todos los momentos apropiados para abrazarlo y decirle cuánto lo quiere. La comunicación no es un mero intercambio de palabras, sino un acto de confianza, sinceridad y comprensión. Enseñe límites, para que aprendan normas y toleren la frustración.

2. Utilice una actitud positiva y de agradecimiento

Sea positivo y constante. Haga caso a los sentimientos de su hijo, escúchelo con interés, paciencia y cariño. Trate de ponerse en el lugar de su hijo y de imaginar cómo se siente. Su hijo(a) necesita entender que cada paso cuenta. Su deseo de aprender y de integrarse a la sociedad, depende del apoyo que sienta a su alrededor. El amor y el entendimiento son claves para querer desarrollarse al máximo.

3. Refuerce en su hijo (a) el amor propio y sus deseo de autonomía

Ayude a su niño a reconocer sus capacidades y sus dificultades, para que pueda trabajar con ellas y esforzarse por superarlas. Enséñele destrezas básicas para su cuidado diario, no haga lo que su hijo puede hacer solo, será de gran importancia para su autoestima y bienestar que aprender destrezas que le permitan cierta independencia.

4. Infórmese de los recursos que apoyan a los servicios comunitarios

Asegúrese que su hijo (a) forme parte de la comunidad; visite bibliotecas, museos, películas y eventos deportivos. Esto puede resultar una situación desafiante, pero es de gran importancia que conozca la sociedad que lo rodea y que la comunidad aprenda y sepa sobre él o ella.

5. Busque y acepte ayuda si la necesita

Estudie e investigue sobre las estrategias del comportamiento que le ayuden a guiar a su hijo (a). Usted no necesita hacerlo todo. Dígale a un amigo, proveedor de salud o líder de su comunidad religiosa acerca de lo qué le está pasando o únase a un grupo de apoyo para padres en su misma situación.

Fuente: https://laopinion.com/2017/04/22/la-crianza-de-los-hijos-autistas/

Imagen: https://laopinionla.files.wordpress.com/2017/04/autismo-shutterstock_376134958.jpg?quality=60&strip=all&w=940

Comparte este contenido:

La cultura del esfuerzo.

No hace falta llegar al cinco ramplón para obtener el título de ESO.

Por: Carmen Ferreras.

Conocerá la autoridad competente en materia de Educación, la cultura del esfuerzo? Cierto es que no tiene buena prensa, que no pasa por sus mejores momentos, pero no es menos cierto que uno de sus valores más notables para alcanzar los objetivos fijados, pasa directamente por la perseverancia. Palabra y actitud también en desuso, sobre todo en materia de educación. Efectivamente, la tenacidad, pero también el compromiso, la vocación y la disciplina son pilares fundamentales de la cultura del esfuerzo. Dígaselo usted a la autoridad competente que ha decido que no hará falta llegar al cinco ramplón, al aprobado más simple para obtener el título de Eso. Es un agravio comparativo para los que consigan nota, para los que vayan muy bien preparados y con «la lección» aprendida.

O se inventan revalidas y más revalidas que tampoco son tan malas o lo quitan todo por decreto igualando al pelotón de los torpes con el de los listos o inteligentes, que no es lo mismo. La política educativa en España deja mucho que desear. El que llega nuevo al Gobierno quiere imponer lo suyo que no es lo de todos, sin respetar aquello que está o se ha hecho bien, y así les va a nuestros estudiantes, de culo y cuesta arriba. Por favor, que saquen de una vez por todas una ley en un contexto de estabilidad jurídica para los alumnos y que dejen de marear la perdiz como lo vienen haciendo. No se puede jugar así con la Educación. Tiene que ser sagrada, no sólo en su pluralidad sino también en su aplicación.

El Gobierno patrio ha reculado con lo de la implantación de las revalidas de la Lomce y se ha pasado de golpe no veinte ni treinta, sino cien pueblos, porque ahora no hará falta aprobar para obtener el título de Eso, como ya digo más arriba. La ley del mínimo esfuerzo le gana a la cultura del esfuerzo. Perdemos todos, en especial los estudiantes que ven un escape a su problema de «vaguitis», aquellos que la padezcan, claro. Así no vamos a ninguna parte. Hay que trabajar, desde el consenso, con lo mejor que todos puedan aportar en una ley básica de educación que lleve directamente a la excelencia, para acabar con el abandono escolar temprano que propician, precisamente, algunas leyes. Lo que no pueden ni deben hacer es eliminar los pertinentes requisitos académicos. Hay que dar más tiempo y más ayuda al que verdaderamente lo necesite. ¿Cómo?, muy fácil, potenciando la cultura del esfuerzo.

Hay que acabar con el actual caos educativo. Un caos que demuestra que los políticos van a lo suyo, no al interés y al bien común de los ciudadanos. Reúnanse, discutan, sin llegar a las manos, consensuen y saquen adelante la Ley de Educación que España espera y necesita desde hace tantos años. Dejen de crear inseguridad que afecta por igual a estudiantes, profesores y familias. Los estudiantes tienen el derecho de saber a qué atenerse y acabar con estos vaivenes que marean. Hay que propiciar un clima de estabilidad hasta ahora inexistente. Los alumnos bastante tienen con estudiar. Es lo que tienen que hacer y dejarse de jugar a la política. Que se acaben los cambios y que empiecen a mostrarles el camino de la cultura del esfuerzo que lleva directamente a la mejora de la calidad de la enseñanza.

Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2017/04/22/cultura-esfuerzo/1000047.html

Imagen:

http://2.bp.blogspot.com/-fTEN2dks63Q/VexvEso7Y7I/AAAAAAAAQ8U/VR8zE_uM0cQ/s1600/cultura-y-educacion.png

Comparte este contenido:

El tiempo de Ayotzinapa, nuestro tiempo

Luis Hernández Navarro

De pie, delante de un librero, vestido con suéter azul marino, un joven de 87 años sostiene una pancarta con ambas manos, en la que envía un mensaje directo: Mi solidaridad con las familias de los normalistas de Ayotzinapa y de los sacerdotes asesinados y desaparecidos en Guerrero. Nos faltan 43 y más.

El hombre solitario que aparece en la foto del cubículo académico se llama Noam Chomsky. Es, a un tiempo, uno de los más prominentes lingüistas y uno de los más destacados intelectuales públicos del mundo.

Una distinguida dama de 84 años, pelo color platino y chaqueta roja, muestra un cartel con las fotos de los 43 normalistas desparecidos, y la consigna: ¡Vivos se los llevaron! ¡Con vida los queremos ya! Está acompañada de familiares de los muchachos y por estudiantes de la Raúl Isidro Burgos. He recordado mi misma historia, la historia de mis compañeras las abuelas, que con lágrimas de no saber qué hacer empezamos la búsqueda, dice a los asistentes a un acto de solidaridad.

La mujer que defiende a los desaparecidos mexicanos es Estela Carlotto, la presidenta de la asociación argentina Abuelas de Plaza de Mayo. Sabe de qué habla. Durante 36 años buscó a su nieto, después de que su hija fue desaparecida y asesinada por la dictadura militar. Finalmente lo encontró.

El 8 de octubre de 2014, un pensador de 82 años, con pantalón y camisa de mezclilla se retrató en la Piazza Cardusio de Milán, Italia, rodeado de un grupo de unos 40 hombres y mujeres que enarbolan una bandera mexicana y varios carteles escritos a mano con exigencias en español e italiano. Uno reza: Basta de violencia en nuestro México. Protegido del frío otoñal por una larga chamarra café, carga una bolsa llena de libros y papeles.

El personaje de la fotografía es el semiólogo Umberto Eco. Año y medio más tarde falleció. La protesta en la que aparece fue convocada para exigir la presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala. Allí, el autor de El nombre de la rosa leyó cada uno de los nombres de los normalistas.

En otra instantánea, un escritor argentino de 89 años, rodeado de plantas, con sus lentes y un vaso con un poco de vino sobre una mesa a su costado, muestra una cartulina escrita a mano con colores diferentes que dice: Nos faltan… 43.

La figura de la fotografía es Osvaldo Bayer, autor de un libro de culto: La Patagonia rebelde. Perseguido por los militares golpistas de su país, perdió todos sus bienes y tuvo que exiliarse en Alemania durante ocho años. Otros amigos suyos, como Haroldo Conti y Rodolfo Walsh, no pudieron hacerlo.

Estos cuatro retratos de Chomsky, Carlotto, Eco o Bayer, con sus rústicas cartulinas manuscritas no dicen que faltan 43 estudiantes. Afirman que NOS faltan 43. Nos faltan a todos.

Ese NOS (así, con mayúscula) es parte de una historia excepcional, que va más allá del compromiso individual de estos cuatro grandes pensadores contemporáneos: la de cientos de miles de personas en todo el planeta a las que la tragedia de Iguala sacudió y conmovió. Hombres y mujeres que, a pesar de hablar en los más diversos idiomas y vivir en los lugares más remotos, han vencido la maldición de la Torre de Babel para decir a los familiares de los muchachos desaparecidos que no están solos en su búsqueda, que ellos los acompañan en su dolor y en su lucha.

Se trata de una historia de indignación y rabia, de solidaridad y fraternidad, a un tiempo perdurable y entrañable. De una historia que hoy, gracias al libro El tiempo de Ayotzinapa, de Carlos Martín Beristain, puede comprenderse mucho mejor.

A contracorriente de la narrativa oficiosa que busca difundir y legitimar la verdad histórica, El tiempo de Ayotzinapa esclarece lo que verdaderamente sucedió con los normalistas la noche del 26 de septiembre y los días siguientes. Ante el camuflaje y la falsificación de los hechos promovidos desde el poder, el libro ordena y da sentido a la información disponible.

La tarea es doblemente compleja. Primero, porque de por sí esos son los modos de los encargados de la procuración de la justicia en el país. Y segundo, porque estamos ante un caso de desapariciones forzadas. Y, como advierte el autor, la misma desaparición forzada es una estrategia de confusión, en la que se oculta no sólo el destino del detenido, sino el propio hecho. Una estrategia en que la verdad se convierte en territorio en disputa como en ningún otro lado, en una especie de arena movediza.

El tiempo de Ayotzinapa habla desde la aflicción de las víctimas. “Sin entender el dolor de la desaparición forzada –escribe Carlos Beristain–, no hay investigación posible, ni relación con los familiares que la acompañe”. Lo hace escuchando a las víctimas y confiando en su palabra. “Para mí –dice al describir tiempos de confusión– está claro que los estudiantes dicen la verdad”.

El tiempo de Ayotzinapa es un libro de libros, en el que discurren y se engarzan diferentes relatos organizados alrededor de un eje común: el de la noche de Iguala. Es una crónica sobre lo sucedido el 26 y 27 de septiembre de 2014, sobre la que se monta una nueva Divina comedia, que nos conduce a través de los círculos del infierno de la desaparición forzada en México.

El tiempo de Ayotzinapa hace el milagro de traducir los términos supertécnicos de informes forenses y expedientes judiciales a un lenguaje comprensible. Lo hace dejando en claro la responsabilidad en los hechos y en el ocultamiento de la información de muy poderosos funcionarios públicos, sin estridencias ni denuncias flamígeras.

A pesar de ser un relato sobre el dolor y de que el libro duele, no hay en El tiempo de Ayotzinapa signo alguno de literatura plañidera. Beristain es capaz de encontrar esperanza en la tragedia, optimismo en el infortunio. Nombrando lo intolerable, cuida poner siempre por delante la extraordinaria capacidad de resistencia creativa de padres y estudiantes. El resultado final es conmovedor y entrañable.

La lectura de El tiempo de Ayotzinapa puede ser una forma altamente provechosa de celebrar los 91 años de la Normal Raúl Isidro Burgos, de recordar nuestro tiempo.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.unam.mx/2017/04/25/opinion/017a2pol

Comparte este contenido:

La jaula neoliberal

Frei Betto

«El mercado se apropia de todo»

Al contrario del liberalismo, el neoliberalismo defiende la supremacía del mercado y la reducción del Estado a mero gestor de intereses corporativos privados. La democracia, entendida como participación popular, es un estorbo para el neoliberalismo. Como cierto general brasileño, no soporta «el olor del pueblo».

Ya en 1975, los autores del Informe Rockefeller, que enunció las bases de la Comisión Trilateral (Estados Unidos, Europa y Japón), se quejaban del «exceso de democracia» y admitían, sin ningún pudor, que solo funcionaría con cierto grado de apatía por parte de la población y desinterés de individuos y grupos.

Max Weber nos había advertido sobre la tiranía del mercado, que instaura en nuestras vidas -desde la subjetividad más íntima hasta la actividad política- la «jaula de hierro» de la que no resulta fácil librarse. El mercado se apropia de todo. Y le transfiere la culpa de sus males a la responsabilidad del Estado.

En la década de 1960, el hambre, la devastación ambiental, la corrupción, el desempleo, etc., se calificaban de (d)efectos del capitalismo. Hoy se atribuyen a la ineptitud del Estado. Él es el gran villano, responsable de todos los malestares sociales y económicos.

De ahí el apresuramiento para aprobar la reforma laboral propuesta por Temer, para hacer retroceder los derechos laborales duramente conquistados, anular el papel del Estado como árbitro de las cuestiones sociales y restringir los derechos de los trabajadores a las parcas concesiones patronales formalizadas en acuerdos privados.

El neoliberalismo es la nueva razón del mundo. Promueve el desmontaje de la democratización, en la misma medida en que favorece la formación de monopolios y oligopolios. Desde los bancos hasta los medios de comunicación. La pirámide social y cultural se estrecha cada vez más.

En el neoliberalismo impera la teología de la culpa. En teoría, el Dios Mercado les ofrece a todos iguales oportunidades. Si en la práctica reina una desigualdad brutal, la culpa es de quienes no han sabido evitar el propio fracaso…

Pregúntele a un ciudadano corriente qué es el neoliberalismo. Es probable que no le sepa responder. Pregúntele entonces qué cree de la vida, del país, del mundo. Sin duda expresará esa ideología del éxito individual y de la supremacía de unos sobre otros, que legitima todo tipo de prejuicios y discriminaciones.

Dos áreas en las que el neoliberalismo invierte sin tasa son la educación y la cultura. Los libros didácticos se someten a la lupa censora de lo que hoy se denomina Escuela Sin Partido. La cultura se reduce a mero entretenimiento.

Los medios masivos exaltan el mercado y execran al Estado. Si este favorece a la mayoría de la población, es populismo. La finalidad del Estado es facilitar el crecimiento de las grandes empresas y la elevación de los índices de la Bolsa de Valores, engordar a las corporaciones financieras y garantizar la seguridad del juego mercantil ante el descontento y, quizás, la revuelta de los excluidos de sus beneficios (huelgas, manifestaciones, etc.).

El neoliberalismo es una plaga que solo se puede combatir con un antídoto: el neosocialismo o ecosocialismo.

(Traducción de Esther Perez)

 


Fuente del Artículo:

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2017/04/05/religion-iglesia-opinion-frei-betto-la-jaula-neoliberal-el-mercado-se-apropia-de-todo-neoliberalismo-neosocialismo-ecosocialismo.shtml

Comparte este contenido:

Para que o futuro seja de novo possível, por Boaventura de Sousa Santos

Boaventura de Sousa Santos

E se o divórcio entre Democracia e Revolução estiver na origem dos tempos sombrios que vivemos? E se Democracia e Revolução puderem se amigar de novo? (Imagem: Robert Doisneau).

Quando olhamos para o passado com os olhos do presente, deparamo-nos com cemitérios imensos de futuros abandonados, lutas que abriram novas possibilidades mas foram neutralizadas, silenciadas ou desvirtuadas, futuros assassinados ao nascer ou mesmo antes, contingências que decidiram a opção vencedora depois atribuída ao sentido da história. Nesses cemitérios, os futuros abandonados são também corpos sepultados, muitas vezes corpos que apostaram em futuros errados ou inúteis. Veneramo-los ou execramo-los consoante o futuro que eles e elas quiseram coincide ou não com o que queremos para nós. Por isso choramos os mortos, mas nunca os mesmos mortos. Para que não se pense que os exemplos recentes se reduzem aos homens-bombas – mártires para uns, terroristas para outros – em 2014 houve duas celebrações do assassinato do Arquiduque de Francisco Fernando e sua esposa em Sarajevo, e que conduziu à I Guerra Mundial. Num bairro da cidade, bósnios croatas e muçulmanos celebraram o monarca e sua esposa, enquanto noutro bairro, bósnios sérvios celebraram Gravilo Princip que os assassinou, e até lhe fizeram uma estátua.

No início do século XXI, a ideia de futuros abandonados parece obsoleta, aliás tanto quanto a própria ideia de futuro. O futuro parece ter estacionado no presente e estar disposto a ficar aqui por tempo indeterminado. A novidade, a surpresa, a indeterminação sucedem-se tão banalmente que tudo o que de bom como de mau estava eventualmente reservado para o futuro está a ocorrer hoje. O futuro antecipou-se a si próprio e caiu no presente. A vertigem do tempo que passa é igual à vertigem do tempo que pára. A banalização da inovação vai de par com a banalização da glória e do horror. Muitas pessoas vivem isto com indiferença. Há muito desistiram de fazer acontecer o mundo e por isso estão resignados a que o mundo lhes aconteça. São os cínicos, profissionais do ceticismo. Há, porém, dois grupos muito diferentes em tamanho e sorte para quem esta desistência não é opção.

O primeiro grupo é constituído pela esmagadora maioria da população mundial. Exponencial desigualdade social, proliferação de fascismos sociais, fome, precariedade, desertificação, expulsão de terras ancestrais cobiçadas por empresas multinacionais, guerras irregulares especializadas em matar populações civis inocentes – tudo isto faz com que uma parte cada vez maior da população do mundo tenha deixado de pensar no futuro para se concentrar em amanhã. Estão vivos hoje, mas não sabem se estarão vivos amanhã; têm comida para dar aos filhos hoje, mas não sabem se têm amanhã; estão empregados hoje, mas não sabem se estarão amanhã. O amanhã imediato é o espelho do futuro em que o futuro não se gosta de ver, pois reflete um futuro medíocre, rasteiro, comezinho. Estas imensas populações pedem tão pouco ao futuro que não estão à altura dele.

O segundo grupo é tão minoritário quanto poderoso. Imagina-se a fazer acontecer o mundo, a definir e controlar o futuro por tempo indeterminado e de maneira exclusiva para que não haja qualquer futuro alternativo. Esse grupo é constituído por dois fundamentalismos. São fundamentalistas porque assentam em verdades absolutas, não admitem dissidência e acreditam que os fins justificam os meios. Os dois fundamentalismos são o neoliberalismo, controlado pelos mercados financeiros, e o Daesh, os jhiadistas radicais que se dizem islâmicos. Sendo muito diferentes e até antagónôcos, partilham importantes características. Assentam ambos em verdades absolutas que não toleram a dissidência política – num caso, a fé científica na prioridade dos interesses dos investidores e na legitimidade da acumulação infinita de riqueza que ela permite; no outro, a fé religiosa na doutrina do califa que promete a libertação da dominação e humilhação ocidentais. Ambos visam garantir o controle do acesso aos recursos naturais mais valorizados. Ambos causam imenso sofrimento injusto com a justificação de que os fins legitimam os meios. Ambos recorrem com parificável sofisticação às novas tecnologias digitais de informação e comunicação para difundir o seu proselitismo. O radicalismo de ambos é do mesmo quilate e o futuro que proclamam é igualmente distópico – um futuro indigno da humanidade.

Será possível um futuro digno entre os dois futuros indignos que acabei de referir: o minimalismo do amanhã e o maximalismo do fundamentalismo? Penso que sim, mas a história dos últimos cem anos obriga-nos a múltiplas cautelas. A situação de que partimos não é brilhante. Começámos o século XX com dois grandes modelos de transformação progressista da sociedade, a revolução e o reformismo, e começamos o século XXI sem nenhum deles. Cabe aqui recordar, de novo, a Revolução Russa, já que foi ela que radicalizou a opção entre os dois modelos e lhe deu consistência política prática. Com a Revolução de Outubro, tornou-se claro para os trabalhadores e camponeses (diríamos hoje, classes populares) que havia duas vias para alcançar um futuro melhor, que se antevia como pós-capitalista, socialista. Ou a revolução, que implicava ruptura institucional (não necessariamente violenta) com os mecanismos da democracia representativa, quebra de procedimentos legais e constitucionais, mudanças bruscas no regime de propriedade e no controle da terra; ou o reformismo, que implicava o respeito pelas instituições democráticas e o avanço gradual nas reivindicações dos trabalhadores à medida que os processos eleitorais lhes fossem sendo mais favoráveis. O objetivo era o mesmo – o socialismo.

Não vou hoje tratar das vicissitudes por que esta opção passou ao longo dos últimos cem anos. Apenas mencionar que depois do fracasso da revolução alemã (1918-1921) foi-se construindo a ideia de que na Europa e nos EUA (o primeiro mundo) o reformismo seria a via preferida, enquanto o terceiro mundo (o mundo socialista soviético foi-se constituindo com o segundo mundo) iria seguir a via revolucionária, como aconteceu na China em 1949, ou alguma combinação entre as duas vias. Entretanto, com a subida de Stalin ao poder, a Revolução Russa transformou-se numa ditadura sanguinária que sacrificou os seus melhores filhos em nome de uma verdade absoluta que se impunha com a máxima violência. Ou seja, a opção revolucionária transformou-se num fundamentalismo radical que precedeu os que mencionei acima. Por sua vez, o terceiro mundo, à medida que se ia libertando do colonialismo, começava a verificar que o reformismo nunca conduziria ao socialismo, mas antes, quando muito, a um capitalismo de rosto humano, como aquele que ia emergindo na Europa depois da II Guerra Mundial. O movimento dos Não-Alinhados (1955-1961) proclamava a sua intenção de recusar tanto o socialismo soviético como o capitalismo ocidental.

Por razões que analisei na minha última coluna, com a queda do muro de Berlim os dois modelos de transformação social ruíram. A revolução transformou-se num fundamentalismo desacreditado e caduco que ruiu sobre os seus próprios fundamentos. Por sua vez, o reformismo democrático foi perdendo o impulso reformista e, com isso, a densidade democrática. O reformismo passou a significar a luta desesperada para não perder os direitos das classes populares (educação e saúde públicas, segurança social, infraestruturas e bens públicos, como a água) conquistados no período anterior. O reformismo foi assim definhando até se transformar num ente esquálido e desfigurado que o fundamentalismo neoliberal reconfigurou por via de um facelift, convertendo-o no único modelo de democracia de exportação, a democracia liberal transformada num instrumento do imperialismo, com direito a intervir em países “inimigos” ou “incivilizados” e a destruí-los em nome de tão cobiçado troféu. Um troféu que, quando entregue, revela a sua verdadeira identidade: uma ruína iluminada a néon, levada na carga dos bombardeiros militares e financeiros (“ajustes estruturais”), estes últimos conduzidos pelos CEOs do Banco Mundial e pelo Fundo Monetário Internacional.

No estado atual desta jornada, a revolução converteu-se num fundamentalismo semelhante ao maximalismo dos fundamentalismos acuais, enquanto o reformismo se degradou até ser o minimalismo da forma de governo cuja precariedade não lhe permite ver o futuro para além do imediato amanhã. Terão estes dois fracassos históricos causado direta ou indiretamente a opção prisional em que vivemos, entre fundamentalismos distópicos e amanhãs sem depois de amanhã? Mais importante que responder a esta questão, é crucial sabermos como sair daqui, a condição para que o futuro seja outra vez possível. Avanço uma hipótese: se historicamente a revolução e a democracia se opuseram e ambas colapsaram, talvez a solução resida em reinventá-las de modo a que convivam articuladamente. Por outras palavras, democratizar a revolução e revolucionar a democracia. Será o tema de próxima coluna.

Fuente del Artículo:

http://jornalggn.com.br/noticia/para-que-o-futuro-seja-de-novo-possivel-por-boaventura-de-sousa-santos

Comparte este contenido:
Page 1790 of 2493
1 1.788 1.789 1.790 1.791 1.792 2.493