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La diversidad es el tesoro de la educación

Por: Olga Elvira Acosta Amel

Sin duda alguna en Colombia aún no hemos encontrado el tesoro que encierra la educación. Hemos sido un país que ha tenido que resolver los asuntos de la diversidad con leyes y decretos pero que no se llegan a cumplir por que la norma dista de la sociedad que tenemos, una sociedad con un pensamiento como lo describe García Márquez en la misión de ciencia, educación y desarrollo: “seguimos siendo en esencia la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la colonia”.

Es decir, una sociedad de manos derechas, oyentes auditivos, hablantes fonéticos, videntes, caminantes de a pie, una sociedad que promueve una sola religión, una sola lengua, una sola raza, un solo sexo.

Una sociedad cuya educación se ha fundamentado de forma sutil y sostenida a formar para la homogeneidad. Así las cosas, lo diverso nos es extraño a muchos y no porque lo diverso no sea parte de nuestro diario vivir sino porque, entre tantas cosas, seguimos arrastrando un fardo hegemónico en donde lo que ha primado ha sido lo unívoco como el elemento que ha hecho posible la vida escolar y social, entonces, el sistema legal regula una y otra vez para intentar atajar los desastres que genera un pensamiento de tal magnitud.

No es cierto que la escuela sea la única responsable de lo que somos como sociedad, aunque eso no la exime de su compromiso con lo que somos. Cuando recibimos a los muchachos en las escuelas también recibimos lo que traen, en los años de ser rectora de instituciones educativas oficiales, he visto muchos niños, niñas y jóvenes cuya exclusión viene de sus hogares, que son rechazados por sus propios padres por ser de alguna condición de género, los he visto sufrir y también la manera como son conducidos por sus propias madres a psicólogos, a sacerdotes, a brujos, a pastores para que les extirpen su condición, he visto sus sufrimientos por ser rechazados por alguno de sus compañeros y hasta por sus profesores. Esto es el escenario que no se aplica solo a la identidad de género, los chicos en las escuelas también sufre por ser negros, pobres, víctimas, ciegos o “discapacitados”. El matoneo es una realidad producto de una sociedad que aún no supera los estragos de la colonia.

¿Deben entonces reformarse los manuales de convivencia en las instituciones educativas? No sé si esa sea la solución, pues la constitución tiene las claridades, tal vez nos está haciendo falta conocerla más, así las cosas los retos a los que nos enfrentamos son gigantes, más no imposibles. El primero de ellos es ser conscientes y darnos cuenta de que si queremos un país hacia la paz debemos entender la diversidad.

Incluir siempre será más difícil que excluir. La exclusión es facilista, mediocre y nunca deberá atravesar los procesos formativos en nuestras escuelas; incluir en cambio, es todo un bello proceso que requiere voluntad para trabajar por los valores del respeto, el amor, la solidaridad y la diversidad; la inclusión nos acerca a la propia naturaleza humana, nos devela los seres mimetizados que esperan transitar por la sociedad y sus instituciones. Para ello es necesario que empecemos a entender que el gran tesoro de la educación está en la convivencia con lo distinto, lo diverso, en el respeto y el reconocimiento del otro, del que se me aparece como un milagro y al que debo acoger en plenitud. No para hacerlo igual a mí, sino para caminar juntos en esa diferencia que nos enriquece y nos alumbra el camino hacia una sociedad en paz.

*Rectora de la Institución Educativa Olga González Arraut de Cartagena, exdirectora de la Escuela de Gobierno de la misma ciudad, docente de investigación de la Universidad San Buenaventura y Mención de Honor, Alcaldía Mayor de Cartagena de Indias (2007).

FUENTE; http://www.elespectador.com/opinion/diversidad-el-tesoro-de-educacion

Imagen tomada de: http://3.bp.blogspot.com/-KctzT98dpQc/TgoVB9p0FvI/AAAAAAAAAOk/vNbyK-32OZw/s1600/imagesCAVU9GRL.png

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La intimidad aparece cuando te quitas la piel, no solo la ropa

Por Arantxa Alvaro Fariñas

Después de una noche de sexo con otra persona a la que no conoces mucho, te despiertas con una sensación extraña. Has disfrutado, mucho, pero falta algo. No te sientes del todo bien contigo mismo, sientes un vacío. De hecho, pocos vacíos hay tan peculiares como este, pocas veces se echa tanto de menos a la intimidad como en estos momentos.

Esa sensación se debe, en la mayor parte de las ocasiones, a que buscas afecto, necesitas sentirte querido y lo haces a través del sexo, pensando que la intimidad de dos cuerpos desnudos es la única intimidad posible, y no es así. De hecho probablemente has abandonado la esperanza de otro tipo de intimidad, por el esfuerzo y el tiempo que cuesta construirla, por le coste que puedes pagar si es traicionada.

Hablamos mucho de sexo y de amor y los confundimos y mezclamos continuamente. Podemos tener una experiencia sexual muy placentera con alguien sin necesidad de que exista una relación de amor. La psicóloga Silvia Olmedo dice que el deseo sexual se puede dar sin amor y sin ningún otro tipo de afecto o emoción.

Sin embargo, los encuentros sexuales frecuentes, con todo lo que conllevan en cuanto a deseo, emociones, intimidad, sexo, pueden ser la base de una relación de amor romántico. No es extraño que tras la repetición de estos encuentros, poco a poco nazca la conexión y la complicidad entre la pareja.

La intimidad es mucho más que una noche de pasión

“Intimus” en la palabra latina que significa algo como “lo más interior”, “lo más profundo”. Es decir, se refiere a nuestro mundo interior, a aquel que no mostramos a los demás. Guardamos nuestros miedos, nuestros sueños, lo que nos ilusiona y lo que nos avergüenza. Lo guardamos porque de confiarlo a la persona inadecuada, nos exponemos a heridas profundas.

La intimidad con otra persona implica dar a conocer tu mundo interior y que el otro te de a conocer el suyo, complicidad, conocerse con tiempo, tener curiosidad por saber quién es esa persona, seducir. La intimidad se produce dando un paseo, charlando en una cafetería, cocinando una cena juntos, viajando, enviando un mensaje para saber qué tal está esa persona.

El sexo también es una manifestación de intimidad, pero no es la única. La intimidad, en general, tanto en el sexo como fuera de él, supone una situación en la que nos sentimos cómodos y seguros. Un espacio creado en el que somos nosotros mismos y no tenemos miedo.

Si lo piensas detenidamente, cuando conoces a una persona, no sabes nada de ella y al pasar el tiempo te das cuenta de que muchas cosas no son como tú pensabas, sino que son distintas y, a veces, mejores. También sientes que tú eres distinto porque has abierto tu corazón a esa persona.

La intimidad se alcanza cuando no hacen falta palabras. Es suficiente con una mirada para entender lo que el otro piensa, cuando te olvidas del reloj y dejas que pasen los minutos y las horas, cuando el tiempo parece que se ralentiza con cada gesto de cariño y de afecto.

¿Tenemos miedo a la intimidad?

En la sociedad actual todo va demasiado deprisa y en cuanto conoces a una persona puedes plantearte la posibilidad de un encuentro sexual, sin que sobre él exista la condena social de tiempos pretéritos. Puedes temer que la otra persona descubra tus secretos, tienes miedo a que te rechacen de nuevo y en cuanto surge un poco de intimidad emocional, huyes.

La intimidad nace cuando pierdes el miedo a mostrarte, a que otra persona vea tus defectos y te enseñe los suyos y eso requiere tiempo y paciencia. No es suficiente con que desnudes tu cuerpo si no te quitas la piel: hablamos de un proceso de conocimiento mutuo que requiere meses e incluso años.

Cuando la intimidad existe entre dos personas, el sexo mejora porque se convierte en una demostración de deseo, cariño, afecto y amor. La intimidad no solo invade la cama sino todo lo que rodea a la pareja, su día a día, sus miradas y sus caricias.

Sucede lo mismo con los amigos, cuando conoces a una persona con intereses afines sientes cierta conexión, comienzas a compartir, a hablar, a descubrir a esa persona y con el tiempo se forja una amistad profunda y sincera.

Superar el miedo a tener intimidad con una persona supone gestionar ese temor y saber que siempre que mostremos nuestra alma, nuestro corazón corremos un riesgo. Sin embargo, ese riesgo es necesario para vivir, para conocernos y para disfrutar de nuestra existencia.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/la-intimidad-parece-cuando-te-quitas-la-piel-no-solo-la-ropa/

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Enseñar en los tiempos que corren

Por: David Rabinovich

A fines del año pasado, Leonardo Haberkorn hizo pública su renuncia a la docencia en una muy difundida carta:

“Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez. No dictaré clases allí el semestre que viene y no sé si volveré algún día a dictar clases en una licenciatura en comunicación. Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla.

[…] Puede ser que sea yo, que me haya desgastado demasiado en el combate. O que esté haciendo algo mal. […]

Conectar a gente tan desinformada con el periodismo es complicado. Es como enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales. En un ejercicio en el que debían salir a buscar una noticia a la calle, una estudiante regresó con esta noticia: todavía existen kioscos que venden diarios y revistas”.

Haberkorn cree que “[a] estos muchachos -que siguen teniendo la inteligencia, la simpatía y la calidez de siempre- los estafaron, que la culpa no es sólo de ellos. Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos. Que les fueron matando la curiosidad y que, con cada maestra que dejó de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más o menos lo mismo”.

La culpa, ¿es de la maestra?

La carta y la posterior polémica que suscitó son parte de un debate clave en nuestra época. Un debate que trasciende claramente las fronteras.

También di clases, aunque de Matemática, e hice algo de periodismo. Creo que la educación es el resultado de un complejo sistema de interacciones sociales en el que importan la familia, el barrio, los medios de comunicación… Todo importa, no sólo la relación del docente con sus alumnos.

Los resultados educativos están indisolublemente atados a la evolución de la sociedad. Claro que la realidad social es producto de la educación que tengamos. En particular, me preocupa la falta de sentido crítico respecto del papel que ha jugado, por ejemplo, la televisión en el embrutecimiento de la sociedad. Aunque la televisión tiene el potencial de jugar un rol positivo como servicio, como espacio y bien público. Pero las comunicaciones son negocios y siguen la lógica del mercado. Como negocio, su lógica es maximizar la ganancia y no la producción de ciudadanos lúcidos; todo lo contrario.

Lo menciono como ejemplo; las aulas no son el único ámbito donde nos educamos. Maestros y profesores no son todos malos ni todos buenos, hay de todo. Pero olvidarnos de que durante diez años la dictadura hizo un destrozo formidable y quebró la continuidad del proceso educativo es mala base para intentar mejorarlo.

Además, durante bastante más de ese lapso se promovió una suerte de “darwinismo al revés”. No había incentivos para que los mejores dedicaran sus esfuerzos a la docencia; a eso se dedicaron algunos vocacionales y muchos que no podían hacer algo mejor por lo que ganaran más. Son los que trabajan obligados, los que faltan siempre que pueden, los que dan clases por sobre sus capacidades físicas e intelectuales. Sin tener conciencia de ello, generan una “competencia insana” con sus alumnos. En la relación alumno-docente sólo pueden ganar los dos… o perder los dos. Me resulta inconcebible pensar que hay alguna lógica en la que pueda ganarle uno al otro.

Una réplica a la carta

Casi un año después, la discusión sigue. Juan Ramiro Fernández, docente de periodismo en Argentina, comenta la carta:

“El problema es que en su despedida, no sólo se las agarra con los celulares, con Facebook y con Whatsapp (supongo que tuvimos suerte de que no cayeran en la volteada la luz eléctrica, la birome y la imprenta), sino que se las agarra con los alumnos.

En resumen: los chicos se distraen, los chicos se aburren, los chicos usan el celular en clase, los chicos no están informados, los chicos tienen faltas de ortografía y no tienen curiosidad.

Qué malos son los chicos. Un poquito más y son Darth Vader. Si tan sólo hubiera algo que les hiciera levantar la vista del celular en clase. No sé, algo [que]… se llamaba docente.

Lo que Haberkorn olvida es que es nuestra responsabilidad […] mantener la clase con un nivel de interés mínimo. Si los alumnos se duermen, no es culpa de que tengan sueño, sino de que la clase que uno está dando es soporífera; si los alumnos no participan, no es que sientan ‘ajenidad’ (palabra fea pero correcta) sino que, por alguna razón, el tema que se está dando no resuena. Haberkorn: no te enojes, pero la culpa era toda tuya. […] temo que el profesor […] Leonardo Haberkorn es parte del grupo de gente que se resiste a estos cambios.

El concepto de periodismo ciudadano, que los chicos tengan en sus bolsillos herramientas periodísticas más potentes que un estudio de televisión de hace 20 años, hace que dar clase hoy sea una de las oportunidades más maravillosas de la vida de un periodista y docente.

Mis alumnos no se duermen. Hace poco, uno de ellos me dijo algo que me dejó con una sonrisa dibujada por una semana: ‘Tu clase es una de las pocas clases que espero con ansias en toda mi carrera’.

En ese lejano pasado en el que yo daba clases había discusiones; las hubo antes de la dictadura y continuaron, quizá en otros términos, cuando “recuperamos la democracia”.

Durante la dictadura (los de izquierda estábamos casi todos destituidos) no había discusión alguna. La educación funcionaba con el “ordeno y mando”; ustedes obedezcan. Mala receta.

Hace mucho que tengo la convicción de que “enseñar es imposible”: los docentes apenas pueden ayudar a aprender. En el mejor de los casos, lograr que las nuevas generaciones aprendan a aprender. Pero si la sociedad promueve a Marcelo Tinelli como ejemplo, bailaremos por un sueño, nos jugaremos a ser Diego Forlán o algún otro de esos destinos reservados a muy pocos. La mayoría va camino al fracaso. No está motivado por aprender y tendrá docentes que eligieron la carrera por descarte. No tienen alicientes adecuados para tratar de ayudarlos.

Cuando daba clases una colega me increpó en duros términos y peor tono: “Vos defendés a los alumnos… no creés que tienen malicia”. “¡Sí, claro, por supuesto!”, contesté desconcertado.

La lección del profesor

Otro argentino, Alfredo Serra, defiende la visión del uruguayo:

“Lo que acabo de leer es trágico. Y no uso la palabra ‘tragedia’ en vano: así llama a la degradación educativa el eximio médico y profesor Guillermo Jaim Etcheverry, aterrado ante una estadística: más de la mitad de los alumnos de escuelas secundarias y universidades… ‘no comprenden lo que leen’. […]

Mucho comprendo a Haberkorn. Durante más de 20 años (1985 a 2006) dicté materias de la carrera de Periodismo y Comunicación Social. […] era alarmante el desinterés por el pasado.

Tratar de que cumplieran un plan de lectura de grandes textos fue para mí una batalla tan dura como la que acabó derrotando al valioso profesor uruguayo. […]

Muchos alumnos manifiestan desdén por el saber y desinterés por el pasado… Los rodea una negra nube de indiferencia. Es la vida reducida a una pantalla de celular.

No me rendí. Me retiraron al cumplir 65 años: disparate nacional que aleja a los profesores cuando más útiles pueden ser. Por sabiduría, vocación y pasión. Pero confieso que la indiferencia de los alumnos, como una niebla enfermiza de mediocridad, había empezado a desencantarme.

[…] la vida reducida a una pantalla de celular (útil, esencial a veces, pero no mañana, tarde, noche y trasnoche) cuyos dueños son incapaces de discernir ni de jerarquizar qué es importante y qué no lo es.

[…] La cuestión profunda es cómo salir de ese pantano, de esa fábrica de ignorantes y mediocres.

No hay otra salida que un firme pacto padres-maestros y profesores-alumnos. Si esa semilla no se recupera y no germina, habrá muchas más banderas blancas. Y no sólo en América Latina, donde el fenómeno se repite. También en gran parte del mundo”.

Intentaré adelantar algunas ideas que me parecen básicas.

La educación debe ser pública, gratuita y obligatoria en las primeras etapas de la vida. Ese es el ADN (si es que se puede trasladar el concepto biológico al área de la educación).

Los niveles más avanzados deben ser accesibles de forma universal; incluso, la educación permanente a lo largo de la vida es un derecho que debe asegurarse para todos.

La educación privada puede ser libre, pero sin subsidios estatales de tipo alguno.

La carrera docente debe estimularse, en primer lugar, ofreciendo salarios atractivos y condiciones de trabajo adecuadas.

La carrera docente debe ser por méritos y concursos, no por el mero transcurso del tiempo.

Ofrecer a los alumnos pobres una educación que sea sólo salida laboral, renunciar a la formación de personas, de ciudadanos, para fabricar “mano de obra según la demanda del mercado” es una lógica inaceptable.

La filosofía, la historia, la música, la literatura… no son disciplinas ajenas a la mecánica, la construcción o la carpintería.

Un último apunte: la educación es un tema de debate ciudadano al que nadie debería renunciar.

Fuente: http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/9/ensenar-en-los-tiempos-que-corren/

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El futuro de los niños nigerianos

Por: Jean Gough

Ajija no puede estar más frágil. Esta niña de cuatro años debería estar jugando alegremente con sus amigos, pero apenas puede mantenerse de pie. No es de sorprender que, después de que un profesional de la salud evaluara su estado, decidieran ingresarla por estar gravemente malnutrida. “Me siento inútil por no poder hacer nada. Los dos últimos años han sido muy duros, hay poca comida y muchas enfermedades”, me dice su madre, Halima, desesperada.

Estamos en Gwoza, una zona remota del estado de Borno, en la frontera del noreste de Nigeria con Camerún. Esta clínica médica provisional está abarrotada de madres que traen a sus bebés y niños pequeños para que les hagan pruebas o les traten la malnutrición.

Desgraciadamente, Ajija no está sola. Al tiempo que se recupera el acceso de la asistencia humanitaria a cada vez más zonas del noreste de Nigeria, se pone de manifiesto el verdadero impacto de esta crisis. En la actualidad, casi un cuarto de millón de niños de Borno padecen malnutrición aguda grave como resultado de más de tres años de violencia que han destrozado la zona.

Dado el peligro que conlleva labrar la tierra, acceder a los mercados e incluso obtener agua segura, las familias y en especial los niños pequeños han dejado de recibir algunos elementos esenciales para la vida. Ante la imposibilidad de atender a casi un millón de niños, lo único que podemos hacer es imaginar qué les deparará el futuro.

Esta tragedia para los niños nigerianos se proyectó en el mapa del mundo por primera vez en abril de 2014, cuando Boko Haram abdujo a más de 270 niñas de una escuela de Chibok. Y ellas tampoco estaban solas. Desde 2009 se ha abducido a, al menos, 4.000 mujeres jóvenes (de entre 18 y 24 años), niñas y niños de los estados afectados del norte de Nigeria, y 7.000 mujeres y niñas han denunciado haber sufrido violencia sexual.

Los niños de Borno vuelven a estar en el punto de mira, esta vez afectados por una crisis de malnutrición y comida sin precedentes. Sin embargo, no conseguiremos la ayuda que necesitamos si damos importancia a estos asuntos únicamente cuando se convierten en el centro de atención. No podemos esperar a que ocurra otra tragedia: debemos seguir trabajando con los medios que vamos teniendo a nuestra disposición, incluso después de un ataque a un convoy humanitario.

Antes de nada, se trata de salvar la vida de los niños a los que podamos atender, a muchos de los cuales se les ha obligado a dejar sus casas. Con solo proporcionarles un suministro de alimentos terapéuticos listos para el consumo para ocho semanas, podremos ayudarlos a recuperarse de la malnutrición aguda grave. Pero esto solo funciona si cuentan con el acceso a un centro de salud primaria y a agua y saneamiento seguros que contribuyan a evitar enfermedades infantiles prevenibles y tratables que pueden ser cuestión de vida o muerte para niños ya débiles.

Para lograrlo, debemos seguir ayudando a rehabilitar y mejorar las clínicas de salud locales de todo el estado de Borno, un 60% de las cuales han quedado parcial y totalmente destruidas. Además, tenemos que seguir formando a los trabajadores de la salud y ofrecer una fuente sostenible de suministros médicos tales como los alimentos terapéuticos, esenciales para salvar vidas. Al mismo tiempo y mediante la red de voluntarios de la comunidad, los contactos y los conocimientos de la zona, debemos identificar y gestionar rápidamente casos de malnutrición infantil.

No obstante, también hay algunos avances. Este año, unos 75.000 niños han recibido tratamiento para la malnutrición aguda grave. Desde abril se ha duplicado el número de revisiones de malnutrición (de 288.000 a unas 500.000), lo que significa que se están haciendo pruebas y dando tratamientos a algunos niños de forma habitual. Aun así, nadie esperaba la verdadera escala de la crisis.

Mientras nosotros luchamos por salvar vidas, necesitamos también ayudar a que los niños se recuperen mentalmente de los horrores que han presenciado. Proporcionarles cierta sensación de normalidad con juegos, oportunidades seguras de aprendizaje y ayuda psicológica cuando lo necesiten puede contribuir a devolverles sus infancias.

Las familias y los niños piden muy poco. Solo quieren tener acceso a instalaciones médicas, disponer de medicinas y contar con trabajadores de la salud. Quieren ir a la escuela y encontrar allí profesores, pupitres, libros y bolígrafos. Quieren bombas manuales que les proporcionen agua segura.

Desde Gwoza hasta Maiduguri y desde Port Harcourt hasta Lagos, el recurso más preciado de Nigeria son sus niños. Para salvar, proteger y sacar partido a ese recurso necesitamos contar con una ayuda comprometida y sostenida. Solo entonces podremos ofrecer los servicios esenciales y la normalidad que los niños y sus familias necesitan para reconstruir sus vidas.

Fuente: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/nigeria_92798.html

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Ayotzinapa: dos años de impunidad

Por: Cristóbal León Campos

Un entorno de impunidad sirve de antesala al cumplimiento de dos años del crimen de Iguala en el Estado de Guerrero, los 43 siguen perdidos en la oscura noche que ha desgarrado al país hasta en su última esencia, el dolor sigue siendo el mismo, la humanidad frente a la sinrazón del poder, Ayotzinapa es la síntesis de la rabia y el cinismo con que se escribe la historia nacional.

El sentimiento general de la sociedad es referente del malestar que impera en toda la geografía mexicana, desconcierto y temor, indignación y frustración. Desesperanza que buscan los poderosos implantar en las mentes y los corazones de la sociedad, la violencia y su monopolio estatal pretende acabar con toda ilusión de establecer la justicia y un poco de razón en un país burlado al grado descarado de que el llamado presidente olvida por error de imprenta respetar las leyes, ¿qué podemos esperar frente a tanta impunidad?, ¿acaso hay salida ante el desamparo social?, la frente en alto de los padres que buscan a sus hijos desaparecidos es la respuesta más cabal que en los últimos años hemos presenciado, nada está perdido mientras la fuerza de la utopía nos empuje a seguir resistiendo.

El tiempo pasa, se pierde en los calendarios del poder, entre telenovelas recicladas y alienantes del sentido humano, pero abajo, ahí donde la mirada de quien dice mandar no alcanza a llegar, donde aquellos que juegan con nuestras vidas llamándole “desarrollo” no pueden por lo menos nombrar, ahí, ahí mismo y desde siempre, el tiempo es otro y pasa, claro que pasa, sólo que su paso es diferente, si arriba se olvida, abajo se recuerda, un recuerdo muy humano, muy propio de quienes el dolor les asiste junto con la razón del reclamo, ahí donde habita la dignidad, ahí la utopía es praxis y se materializa en la resistencia, el otro mundo existe desde hace tanto en el palpitar humano de los puños siempre en alto.

La impunidad se viste de gala, le gusta cuando se cumple un aniversario más, se sabe o mejor dicho se cree vencedora, la mesa ponen los cerdos y en ella asientan sus gruesas billeteras vacías de humanidad, comen en platos comprados en tiendas extranjeras pero elaborados por las manos humildes del trabajador virtuoso, comen, se atragantan, chorrean sangre que limpian con los finos manteles tejidos en las maquiladoras sobre-explotadoras, tal y como dijera aquel viejo alemán de blanca barba, el sistema funciona, no hay estado fallido, no hay estado de excepción, hay un Estado que funciona como fue concebido, para y por los intereses del dinero, del orgullo falso vestido a la moda y al servicio de quien gobierna.

Dos años y las calles se cubren de la rabia, del dolor digno, de la resistencia que con voz rebelde nuevamente clama por justicia y pide se resuelva un caso de barbarie. Al tiempo de los poderosos que promete olvido se le antepone la memoria colectiva, la memoria que nos mantiene vivos y llenos de esperanza, arriba se espera que Ayotzinapa sea un recuerdo, una efeméride más entre tantas tragedias, quieren burlarse por siempre y reír cada 26 de septiembre señalando a quien se sume al reclamo, criminalizan la vida, exaltan la muerte, se olvidan que de la ceniza el fénix hace más fuertes sus alas, el fuego de la memoria transformará esta realidad convirtiéndola en otro mundo, uno mucho mejor donde habrán de caber todos los mundos.

Democracia le llaman a un sistema que impone mientras pisa, huellas de las botas militares se rastrean en la noche de Iguala, silencios oficiales, verdades falsas, falsos quienes apoyan la ignominia, aquellos que en la prensa o en la televisión dicen la mentira del poder y la repiten para que poco a poco sea creída por la sociedad, falsa democracia con olor a droga, a terrorismo, a pólvora e impunidad, sistema de papel con dientes de sable, democracia con cara oculta, oscura y siniestra es su verdadera naturaleza, la luz de los pueblo dará lugar al gobierno de la razón.

Ayotzinapa vive, resiste, nos alienta, nos enseña, es ejemplo de dignidad y persistencia, el llanto continuo de los padres es fuerza para los espíritus desgastados. Ayotzinapa es utopía realizable, es la verdad más fuerte de nuestras voces gritan. Ayotzinapa es humanidad, es amor, es sentimiento, es el canto de ilusión que desde nuestras almas brinda el coraje para insistir frente a tanta impunidad, barbarie e inhumanidad.

¡A DOS AÑOS AYOTZINAPA VIVE Y RESISTE!

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217258&titular=ayotzinapa:-dos-a%F1os-de-impunidad-

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Humanidades obligatorias. La sociedad debe elegir entre educar para la democracia o para la rentabilidad

Por: Juan Manuel Escourido

No debería expedirse una titulación universitaria sin un año de formación humanística. La situación, sin embargo, es la opuesta: existe un Grado en Humanidades con problemas para sobrevivir y separado del resto de titulaciones. Para asegurar su supervivencia, la Universidad de A Coruña  (UDC) lo ha hecho semipresencial, de doble titulación (con Información y Documentación), y ha incluido cursos del grado de Turismo. Se trata de medidas sintomáticas de la crisis global de la educación que determina las actitudes de los responsables políticos y los administradores de la universidad. Ellos tienen el poder para cambiar el status quo pero son reacios a hacerlo, bien porque no comprenden las implicaciones de sus decisiones, bien porque no entienden qué otras posibilidades para la enseñanza y el aprendizaje pueden, y deben, existir.

En su libro Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita las Humanidades, Martha Nussbaum argumenta que las crisis más urgentes son la medioambiental y la educativa. Le preocupa especialmente la segunda, pues mientras los efectos del cambio climático saltan a la vista y existe un frente global de oposición a la deriva de la destrucción del planeta, la desaparición de la formación humanística erosiona de manera silenciosa y paulatina los fundamentos de la sociedad. Ella señala que la elección a la que nos enfrenta la crisis de las Humanidades es entre una educación para la sociedad o una preparación para la rentabilidad.

«La desaparición de la formación humanística erosiona de manera silenciosa y paulatina los fundamentos de la sociedad»

Tomemos el ejemplo mencionado para entender cómo esta crisis se materializa en políticas concretas y cómo podría ser diferente. El error de la UDC no ha sido cambiar el anticuado currículo de la titulación, sino la dirección del cambio y las justificaciones ofrecidas. Aduciendo que el grado tendrá más salidas han reducido presencialidad y lo han unido con otras disciplinas y Turismo —algo previsible dentro de la lógica de la rentabilidad, por aquello de que es el sector que más aporta al PIB nacional—. Su error ha sido doble: por un lado, queriendo defender las Humanidades de su desaparición las han atacado; por otro, manejan una identidad colectiva equivocada de la adolescencia tardía.

La cuestión ideológica primero: en sus acciones y justificaciones, el claustro profesoral que ha decidido reformar el grado ha operado en un tablero que da ventaja a los estudios universitarios de formación profesional sobre los humanísticos. Al intentar defender las Humanidades en el espacio dialéctico de la lógica mercantil las han atacado, acelerando su desaparición como estudio reglado. Es decir, definir las Humanidades como saberes que también ofrecen trabajo refuerza la visión mercantilista de la universidad para la cual sobran. ¿Qué se debería haber hecho? Deberían haber cambiado el espacio dialéctico en el que operan. Deberían haber defendido las Humanidades desde sus propias tradiciones y términos, mostrando su indispensabilidad para entender a otros desde sus lenguas, culturas y cosmovisiones; para promover la igualdad y la justicia social; para manejar crítica y lógicamente información compleja y contradictoria; para ser capaces de considerar una cuestión desde múltiples perspectivas; para pensar creativamente; para la convivencia democrática; para la comprensión de las fuerzas históricas que construyen la realidad; y para aprender, entender y moverse con soltura en el conjunto de las mejores respuestas que la humanidad ha dado a sus grandes preguntas. De esta manera, no solo hubieran desplazado el espacio dialéctico de la discusión, resemantizando las nociones de educación y universidad; además, hubieran atraído a más estudiantes que diciéndoles que entre los cursos sobre los tipos de edificaciones que pueden obtener el certificado de Casa de Turismo Rural y los cursos sobre diferentes tipos de turisteo y turistas en la Costa del Sol leerán a Nietzsche y verán algún cuadro de Caravaggio.

De todos modos, si queremos abordar la crisis global que señala Nussbaum, un año de formación humanística debería ser obligatoria para obtener una titulación universitaria. Parece fácil ponerse de acuerdo en que nadie debería graduarse, en la disciplina que fuese, sin antes haberse educado; y en que esta función ya no la cumple satisfactoriamente el bachillerato, bien por la complejidad y globalización del mundo actual, bien por los bajos resultados de España en los informes PISA. Como sabemos, actualmente los grados preparan para ejercer una profesión. Es comprensible: nadie desea contratar un arquitecto que no sepa de arquitectura. Pero eso no debería ser todo. La preparación para ejercer una profesión debe ir acompañada de una preparación para la ciudadanía democrática y de una formación esencial en la historia de la expresión humana y de lo que significa ser humano. La universidad debe cumplir su verdadera función desde la Ilustración: cultivar las facultades de pensamiento e imaginación que nos hacen humanos y que hacen que nuestras relaciones sean relaciones humanas ricas, y no meramente de uso y manipulación.

«En Estados Unidos todos los alumnos están obligados a tomar cursos de escritura y lectura crítica»

Existen modelos que entienden el valor de las humanidades y las protegen: en Estados Unidos, por ejemplo, todos los alumnos están obligados a tomar cursos de escritura y lectura crítica, así como de Great Books. También la élite entiende el valor de las humanidades sin necesidad de explicaciones: cuando, recientemente, Marco Rubio, senador del partido republicano estadounidense, afirmó que la sociedad necesitaba más fontaneros y menos filósofos, no se refería con el sintagma “la sociedad” a sus hijos, que leerán a Homero en las mejores universidades del país. Hay aquí, finalmente, una cuestión de clase: en España se ha hecho creer a las clases media y baja que existe una correlación entre el tipo de estudios realizados y la posibilidad de encontrar una ocupación laboral. Sin embargo, en un país donde más de la mitad de los menores de 35 años no encuentra empleo a pesar de sus múltiples titulaciones esta creencia desaparecerá si no lo ha hecho ya. La estadística muestra que tener o no trabajo no es una cuestión primordialmente de tipo de estudios cursado, sino de linaje. Como ha sido siempre.

Nos jugamos mucho. Como sociedad, debemos escoger entre educar para la democracia o para la rentabilidad; entre una educación que cultive y prepare futuros ciudadanos o una universidad que produzca empleados. Para ello primero debemos saber si nos sentimos responsables de asegurar que la educación que reciben nuestros hijos sirve a los propósitos y la naturaleza de nuestra sociedad y a su formación como individuos con criterio y capacidad expresiva, o si preferimos que nuestros hijos sirvan para aumentar la plusvalía de alguna empresa. La prevalencia de una u otra opción definirá la universidad del futuro.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/19/opinion/1474287009_361916.html

 

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La Iglesia y el Laicismo

Por: Pedro Echeverria V.

Iglesia por sus fueros, la libertad religiosa, el laicismo y el racionalismo

1. Los rectores de las cuatro universidades más importantes de México: Enrique Graue, de la Nacional Autónoma de México (UNAM); Tonatiuh Bravo, de la de Guadalajara (UdeG); Salvador Vega, de la Autónoma Metropolitana (UAM); y Rogelio Garza, de la Autónoma de Nuevo León (UANL), se pronunciaron de manera conjunta en favor de un Estado laico y de los derechos humanos. Dijeron: «El Estado laico constituye una condición necesaria de las sociedades modernas, en la medida en que garantiza la pluralidad de las ideas y hace posible el respeto a la diversidad étnica, religiosa, moral, ideológica y filosófica, a partir de una ética que se sustenta en los derechos humanos». ¿Y los demás rectores y la ANUIES?

2. La laicidad no es una ideología antirreligiosa y anticatólica, publica hoy el especialista Bernardo Barranco diciendo que con ello se pretende caricaturizarla. “Nada más alejado de la realidad en el siglo XXI; por el contrario, la laicidad es un conjunto normativo. Son reglas jurídicas que han permitido en nuestra historia moderna la convivencia pacífica entre diferentes confesiones, entre mayorías y minorías, entre creyentes y no creyentes. El Estado laico garantiza la libertad de los que creen y de los que no creen bajo una normativa de equidad; es decir, el Estado laico tiene la obligación de proteger las minorías. Así, la laicidad ha sido una herramienta que fortalece la paz y la democracia”.

3. Cuando se analizó el artículo 3º relativo a educación en 1917, globalmente se registraron tres posiciones: a) la de los diputados carrancistas que defendía las posiciones de la iglesia “reformada”; b) la posición de los partidarios del laicismo encabezada por el obregonista Francisco Múgica, así como apareció una muy radical, la racionalista, originaria de la “Escuela Moderna” del español Ferrer Guardia, fue encabezaba por José de la Luz Mena. La primera encabezada por Rojas, Cravioto, Palavicini, dejaba las cosas como en la Constitución de 1857; la de Mújica, Colunga, Monzón, Recio, introducía un laicismo apoyado en la ciencia; confrontaba a la iglesia, pero daba pie al avance y consolidación del capitalismo, como llegó a ser el protestantismo.

4. La tercera posición (la “Racionalista” de Ferrer Guardia) frente al individualismo predominante impulsó la solidaridad, el ideal colectivista, la vida en común, la socialización del esfuerzo infantil, la cooperación; fomentó la coeducación y frente al laicismo opuso la extirpación de los prejuicios teológicos. Era algo así como una educación anarquista “sin dios ni amo”. Decían: “La misión de la escuela consiste en hacer que los niños y niñas lleguen a ser unas personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio. Se sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales siguiendo este camino, la inteligencia de los alumnos continuará como enemiga de los prejuicios”.

5. Me pareció importante esa declaración de los cuatro rectores en este momento en que la Iglesia Católica regresa por sus fueros; ha movilizado a sus fieles en toda la nación con el fin de demostrar su fuerza y poder buscando que el gobierno liberal de pasos atrás en su apoyo al matrimonio libre. Los cuatro rectores ponen ejemplo de lo que deben hacer las más altas autoridades que, al parecer, por miedo a la iglesia, prefieren el silencio por aquello de los votos electorales a mediados de 2018. La iglesia y el PAN han sido siempre “uña y mugre”; no podrá olvidarse nunca que la iglesia, el sinarquismo (1937), el PAN (1939), el anti cardenismo, así como el nazi/fascismo, negociaron mucho en el México de entonces.

6. ¿Por qué a pesar de todo, la religión, particularmente la católica, sigue muy fuerte en México? Porque los seguidores de cada una de ellas –llenos de profunda creencia, de fe y esperanza- no dejan pasar un día sin hacer sus tareas de propaganda y reclutamiento. Se encuentran haciendo día tras día, ceremonias y reuniones en sus iglesias o llenando de propaganda domiciliaria las colonias, barrios y campos de diferentes estados. Siempre están informados los militantes de cada religión (sea en la iglesia a través del púlpito o con propaganda en su domicilio) acerca de los hechos trascendentes de cada semana. Además no faltan los seminarios, retiros, doctrinas, encuentros y muchas publicaciones.

7. Además hay una larga tradición de alrededor de 2000 años de dominación y obediencia, un poder mundial que encabeza el papado con sus enormes recursos y una cómoda conciencia de despreocupación por lo que suceda en la tierra porque la felicidad total sólo se encontraría en el cielo. Quizá ese poder religioso no desaparezca porque ha sabido acomodarse a todas las circunstancias. En tanto en los sectores laicos, científicos, progresistas, de izquierda, nos dedicamos a investigar, analizar, reflexionar y hacer interpretaciones acerca del mundo y la realidad, la religión crea su “verdad indiscutible”, una sola, la hace sencilla y creíble, para expandir entre sus seguidores. (21/IX/16)

Fuente: https://pedroecheverriav.wordpress.com/2016/09/21/las-iglesia-y-el-laicismo/

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