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Guía para el “golpe blando”

Por Atilio A. Boron

24.4.2016

Hola, comparto una reflexión, en tono satírico, sobre los «golpes blandos». Espero que les guste.

Washington ha modernizado sus prácticas intervencionistas. La vieja metodología de lanzar a sus carniceros de uniforme y charreteras para acabar con los gobiernos que no eran de su preferencia ha sido declarada obsoleta y, por lo tanto, fue discontinuada. En consonancia con las nuevas teorizaciones de Joseph Nye y sus discípulos ahora la Casa Blanca apuesta por la eficacia del “poder blando”. Los viejos golpes de estado con sus militares de torva mirada y métodos brutales han cedido lugar a formas más sutiles pero no por eso menos eficaces de ejercer la violencia contra sus enemigos. La extensa nómina de líderes de movimientos sociales, campesinos e indígenas; de militantes de base y de periodistas muertos y desaparecidos después de los “golpes blandos” en Honduras (2009) y Paraguay (2012) o como práctica sistemática en países con gobiernos de derecha, como México, Colombia y Perú demuestra con elocuencia que el soft power es apenas otra manera de reprimir a los disconformes. El carnicero abandona su delantal ensangrentado y se viste con un traje de colección para continuar con su faena.

Estados Unidos tiene, como es sabido, muchas agencias de inteligencia. Tan es así y tan secretas son ellas que uno de los debates más tórridos (no álgidos, porque no son fríos sino bien calientes) que alteran los nervios de los burócratas, militares y políticos de Washington es si su número es 16 o 17. Aunque parezca increíble ni ellos parecen saber a ciencia cierta cuantas son. En todo caso, en lo que a los ciudadanos comunes y corrientes nos concierne, las chances de que haya alguna filtración de las agencias de seguridad se multiplican por 16 o 17. Antes había que esperar alguna falla en los dispositivos de seguridad de la CIA; hoy son muchas las que pueden experimentar filtraciones, con lo cual las probabilidadades de acceder a información antaño rigurosamente vigilada se acrecientan significativamente.

La sátira política es casi tan vieja como la política. Allí donde el gobernante o los dominadores oprimían a sus pueblos o acallaban las voces del disenso la sátira era el camino por el cual se abría camino la resistencia y la protesta. En la Grecia clásica las obras  de Aristófanes, comenzando por “Las Nubes”, marcan el glorioso inicio de una larga tradición que llega hasta nuestros días. Maquiavelo y Tomás Moro apelaron también a este artificio para decir y nombrar lo que no podía ser dicho o nombrado. Lo que sigue es una tentativa de transitar por ese mismo camino para entender, con la ayuda del humor, lo que está sucediendo en América Latina.

Días atrás la suerte me sonrió: recibí una comunicación de un hacker que, compadecido ante las persistentes intrusiones en mi cuenta de correo electrónico y en las redes sociales, me hizo llegar una filtración de una de aquellas agencias de inteligencia, pero sin decirme de cual. Se trataba de un breve pero muy didáctico compendio con las instrucciones que uno de los jefes le envió a un agente destacado en algún país de la región para destituir a un gobierno desafecto a Washington, seguramente una feroz dictadura. Su contenido resumía el voluminoso manual operativo (en la jerga de la Comunidad de Inteligencia esto se llama S.O.P., por  standard operating procedures ) con el que esas instituciones instruyen a sus agentes y al cual estos deben ceñirse para cumplir con la misión de sembrar la libertad y la democracia que Dios le encomendó al pueblo de los Estados Unidos. A continuación glosaré sus principales directivas.

Primero -decía el mensaje al agente- no se equivoque. Como por razones de seguridad no lo enviamos directamente a su país “target” sino que lo hacemos circular por varios para confundir a los agentes de la contrainteligencia comunista al llegar asegúrese bien que está en el país correcto y frente al gobierno que tiene que ayudar a derrocar. Si no conoce bien la región podría debilitar a un gobierno amigo de Estados Unidos y eso sería imperdonable para la agencia. Si tal cosa llegara a ocurrir tendría suerte si para castigarlo lo enviasemos a Corea del Norte a seguir los pasos de Kim Jong-un, un “mother fucker” que despacha a quienes le caen mal tirándolos a una jaula repleta de perros hambrientos. Recuerde que nuestros vecinos del sur son muy complicados. Hubo uno que dijo que “en América Latina lo que es no parece, lo que parece no es, y todo es como si lo fuera”. (Nota de AB: el remitente del mensaje ignoraba que quien acuñó esa frase fue el sociólogo y economista brasileño Ruy Mauro Marini). Por eso –sigue el mensaje- tenga cuidado. Desconfíe de los discursos. Los latinos son buenos para discursear. No se asuste si escucha a un jefe o jefa de estado pronunciar un discurso virulentamente antinorteamericano. Es muy probable que sea un buen amigo nuestro que, por debajo de la mesa, esté negociando con Washington alguna prebenda o un acuerdo que precisa ser cubierto por una espesa cortina de altisonantes ataques verbales a nuestro país. Ha habido muchos casos de esos. Y no confíe en los que  se deshacen en elogios a nuestro modo de vida y nuestras instituciones. Si sobreactúan su admiración es porque la DEA les descubrió un chanchullo, están a punto de perder las elecciones o ser derrocados por una revuelta popular y están preparando su dorado exilio en nuestro país.

Para no equivocarse siga estas pocas reglas: fíjese si el gobierno que le fue asignado para destituir se adhirió al ALBA, versión tropical de la Internacional Comunista de Stalin; averigüe como votó en Mar del Plata cuando hundieron el ALCA en el 2005. Si se plegó a la arenga antinorteamericana de Chávez es el enemigo a vencer; si no lo hizo es uno de los nuestros. Otro criterio: fíjese si el gobierno ha desarrollado un programa nuclear. Los latinos son muy vengativos y traicioneros, y lo más probable es que algo aparentemente inocente, concebido supuestamente para usos pacíficos, sea una pantalla para cubrir un acuerdo bélico con países como Irán o Corea del Norte. Por eso: si tiene un programa nuclear usted está en el lugar correcto y póngase a trabajar de inmediato. Si no lo tiene conecte su GPS y recalcule su trayectoria. Otro: vea si ese país lanza o no satélites al espacio exterior. Si lo hace, como lo hizo la Argentina hace poco, su inconfesable finalidad es facilitar a rusos y chinos el monitoreo satelital de los desplazamientos de la Cuarta Flota por el litoral latinoamericano.

Ultimo criterio: abra bien los ojos y vea si hay un número inusual de chinos o rusos en el lugar en que se encuentra. En Latinoamérica hay negros, indios y mestizos, y unos pocos blancos que quieren ser como nosotros, como lo comprobó uno de nuestros asesores: Samuel P. Huntington, de Harvard. Si hay muchos chinos estamos en problemas. Son muy ladinos y arteros, y dan cobertura a sus tropas tras fachadas aparentemente inocentes. Por ejemplo, pequeños supermercados barriales cuya finalidad bélica se oculta contratando paraguayos, bolivianos y peruanos supuestamente encargados de la venta de frutas, hortalizas y carnes. Ingénieselas para penetrar en la trastienda de esas pequeñas fortalezas y seguramente encontrará un impresionante arsenal militar de última generación destinado a abastecer a la base que ya han instalado en el sur de la Argentina.

En Perú la soldadesca china se esconde tras una sospechosa cantidad de “chifas”, restaurantes que ofrecen una comida china barata mezclada con exóticos e indigeribles productos de la gastronomía local. Los chifas parecen inofensivos pero no lo son: toda esa gente, desde los cocineros a los meseros, sacarán a relucir sus armas ni bien Beijing dé la voz de mando para atacrnos. Por eso, ni se le ocurra ir a comer allí. En Lima hay muchos Kentucky Fried Chicken y McDonald’s como para arriesgarse a morir envenenado o apuñalado en caso de que la contrainteligencia de los asiáticos haya detectado sus movimientos. En estos dos países, Argentina y Perú, los chinos aplicaron la metodología insurreccional de un resentido social italiano que aconsejaba destruir nuestras sociedades mediante la estrategia de guerra de posiciones: en la política, la cultura y también en el comercio minorista. Los supermercados o los chifas son la fachada que oculta un plan siniestro de dominación mundial.

 Con los rusos su tarea será más difícil, porque a diferencia de los chinos, que son amarillos, los ruskies son blancos y por afuera se parecen mucho a nosotros. Por adentro no, porque son colectivistas (por eso Lenin y su pandilla pudieron destruir al zarismo que nos había vendido a precio razonable Alaska), borrachines y holgazanes y no creen en la democracia, la libertad  y los derechos humanos. Su única chance para descubrir a los rusos es hacerlos hablar: párelos en las calles, hágase el turista confundido y tome nota de su habla. Recuerde que Rusia es el primer gran enemigo a vencer, por su temible arsenal atómico. Cuando se desintegró la URSS gracias a la valentía de Ronald Reagan que los obligó a batirse en la “guerra de las galaxias” y a Juan Pablo II, que movilizó la religiosidad de los polacos y los convirtió en el ariete que perforó las murallas del Kremlin,  muchos creímos que habíamos derrotado a los rusos definitivamente. Nos equivocamos y como la yerba mala que renace con renovados bríos reaparecieron con más fuerza que antes de la mano de un comunista disfrazado de demócrata pero que hasta lleva el nombre de Lenin. Tenga esto en cuenta. Y una vez liquidados los rusos nos encargaremos de los fucking chinos. Para resumir: si en el país nota que hay demasiados rusos es mala señal y quiere decir que tendremos que extremar nuestros recursos para operar allí. Ponga manos a la obra siguiendo al pie de la letra estas instrucciones.

Segundo: no se deje llevar por sus impulsos mesiánicos, a pesar de la  indignación que le produzca comprobar la malignidad de los planes antinorteamericanos en ese país. Cálmese y repórtese de inmediato a nuestra embajada: allí encontrará una fenomenal base de operaciones: comunicaciones, logística, armas, contactos, informantes, vehículos, disfraces, drogas, todo lo necesario. Pero tenga cuidado al interactuar con los nativos: cuando ellos hablan de “la embajada”, o cuando escuche que la insultan, tenga presente que sólo se refieren a la nuestra y a ninguna otra. A ella le achacan las culpas de todos los males producto de su indolencia e irresponsabilidad. En su insalubre mezcla de envidia y resentimiento, los latinos no conciben otra embajada que no sea la de Estados Unidos. Evo ha elevado la crítica a “la embajada” al rango de un onceavo mandamiento de la ley de Dios, pero no le haga caso. Nuestras embajadas son indispensables para nuestra misión civilizadora. Pese a que la cobardía de Obama nos hizo retirarnos de Irak los boys de la comunidad de inteligencia y los del Pentágono lo obligaron a dejar nuestra embajada en Bagdad, con 15.000 diplomáticos. ¿Diplomáticos? En realidad el 95 por ciento de ellos son militares, mercenarios (no usamos esa palabra cargada de malos recuerdos; los llamamos “asesores”) y agentes de inteligencia como usted. En los tiempos actuales los diplomáticos valen poco o nada, son dinosaurios incapacitados de actuar en un mundo en donde lo único que cuenta es el lenguaje disuasivo de las armas.

Nuestras embajadas tienen como finalidad dar cobertura al ejército de espías, asesores, consultores políticos, neuromarketineros y activistas antigubernamentales, disimulados las más de las veces como “agregados culturales”, en realidad agitadores de la “sociedad civil” y cuya tarea es organizar la oposición. Por eso, apenas el 5 por ciento de los funcionarios que tenemos en “la embajada” son diplomáticos. El resto es gente de acción, como usted, o personal de apoyo para su labor que hablan su lenguaje y con los cuales se entenderá inmediatamente. El eclecticismo y la cobardía de nuestros diplomáticos nos costaron muy caro: perdimos la China a manos de Mao y a buena parte de Europa, por casi medio siglo, después de la Segunda Guerra Mundial. Por eso mismo perdimos Cuba a fines de los cincuenta, y de milagro no se nos fueron Indonesia y las Filipinas. Todo gracias a esos afeminados del Departamento de Estado. Por suerte Trump y la Clinton entienden esto y ya nos aseguraron un refuerzo presupuestario para enfrentar a nuestros enemigos de la única manera posible: con la fuerza.

Tercero, “la embajada” tiene muchos amigos en el país. Échele una miradita a los Wikileaks y verá como aún sin la invitación de nuestros embajadores los admiradores de Estados Unidos se desviven por ir en tropel a “la embajada” para hablar mal de su propio país y sus gobernantes, y para urdir planes sediciosos; o para rogarnos que los invadamos para acabar con la peste populista y comunista. En cada país esa lista es enorme, y puede elegir entre gente muy calificada para pasar a la acción. Acuerde con ellos y comience por lanzar una campaña de rumores. Esto es muy efectivo allá: denuncie la insoportable corrupción del gobierno y hágalo sistemáticamente y sin pausas. Promueva también una campaña denunciando el fraude de la última elección o la incompetencia de sus funcionarios. Colegas suyos están organizando el desabastecimiento de bienes esenciales para provocar el malhumor de la población.

Los latinos adolecen de un cierto fatalismo en relación al tema de la corrupción y dicen que desde 1492 en adelante todos los gobiernos fueron corruptos, salvo unas pocas excepciones (que no eran precisamente nuestros amigos). Pero si insiste con el tema y planea una buena ofensiva mediática con los principales medios de comunicación (que son todos nuestros y los coordinamos desde Washington a través del Grupo de Diarios de América, donde están los grandes baluartes de la libertad de prensa como O Globo, El Mercurio, La Nación, El Tiempo y otros) comprobará que al cabo de un tiempo se producirá una formidable mutación en la opinión pública. Mire lo que logramos en Brasil, donde uno de los principales corruptos del país, procesado y todo, con cuentas ilegales en Suiza alimentadas por el dinero sustraído a Petrobrás, es presidente de la Cámara de Diputados y encabezó la ofensiva para sacarnos de encima a una guerrillera comunista disfrazada de demócrata que desvió fondos públicos para ayudar a la tiranía de los Castro construyéndoles el megapuerto de Mariel.

Este éxito hubiera sido impensable sin la actuación constante de nuestros agentes en Brasil, apoyándose en una red de jueces y fiscales corruptos, políticos corruptos y medios de comunicación corruptos, todos ellos coordinados desde Washington. Si esto le suena mal y no le gusta la palabra “corruptos” acuérdese del filocomunista Franklyn D. Roosevelt -que creó el IRS, Internal Revenue Service, la oficina de impuestos internos para hacer lo mismo que Lenin: expropiar a los propietarios- aunque debemos reconocer que en los asuntos hemisféricos manejó la cosa con mano de hierro. Él hablaba de la “política del buen vecino” pero apoyó a todos nuestros amigos en Centroamérica, especialmente a Anastasio Somoza en Nicaragua. Y cuando algunos blandengues de esos que nunca faltan se lo reprochaban diciendo que cómo apoyaba a Somoza, que era “un hijo de puta” él replicaba diciendo: “sí, pero es nuestro hijo de puta.” Usted siga este luminoso consejo: localice a nuestros hijos de puta de hoy y trabaje codo a codo con ellos. Ningún escrúpulo moral o chicana leguleya debe obstaculizar nuestra lucha por la libertad, la justicia y la democracia.

Cuarto, piense globalmente y actúe localmente. Para lo global (no para pensar, que eso lo hacemos aquí) contáctese con José María Aznar en España y Álvaro Uribe Vélez en Colombia. El español nos prestó un enorme servicio al acompañarnos en la decisión de invadir Irak en el 2003, pese a que algo más del 90 por ciento de los españoles estaba en contra. Bush le preguntó si ese desprecio por la opinión pública podría ser un problema para él y respondió que no, que en España las encuestas tienen un margen de error muy grande, superior al de Estados Unidos, y además a los españoles les encanta que quien ejerce el poder lo haga sin retaceos, que adoran a los caudillos y les gusta la mano dura, que por eso Franco fue tan popular. Por eso se reunió con Bush en las Azores, junto al charlatán de feria Tony Blair, uno de los mentores de la “tercera vía”, y entre los tres se sacaron una foto que dio la vuelta al mundo anunciando la buena nueva: que una coalición internacional de países democráticos invadiría Irak y enviaría al verdugo de Saddam Hussein a la justicia. A diferencia de Aznar, que siguió siendo nuestro fiel amigo hasta el día de hoy y maneja los dineros de la USAID y la NED destinados a Latinoamérica, Blair parece que procesó mal lo de Irak, abandonó la política y tuvo un inesperado quiebre religioso: abandonó la Iglesia Anglicana y buscó refugio y consuelo en la Iglesia Católica. Un agente nuestro “estacionado” en la Biblioteca Vaticana asegura que la razón de la insólita renuncia del Papa Benedicto XVI fue el arrepentimiento del pontífice alemán al haber formalizado el ingreso a la Eclesia del ex premier británico.

Volviendo a lo global, Aznar y su compadre Uribe son maestros consumados en eso de mover fondos de la NED y la CIA e influenciar a la opinión pública internacional. No se deje amedrantar por lo que dicen los National Archives de la George Washington University que el colombiano es uno de los cien mayores narcotraficantes de su país, que colaboró con el Cartel de Medellín, que era muy amigo de su capo, Pablo Escobar Gaviria, y que por eso, desde su banca en el Senado, se opuso a cualquier tipo de tratado de extradición que permitiera enviar a los narcos a nuestro país para someterlos a las leyes y la justicia estadounidenses. Esa información la discontinuamos en 1993 cuando advertimos que era falsa y que la había suministrado un agente cubano infiltrado en la DEA. Poco después comprobamos que la data era irrefutable pero desde arriba se nos dijo que nos olvidáramos del tema y que el hombre podría sernos útil en el futuro. ¡Y vaya si nos fue útil! Estaba predestinado a servirnos: ¡si hasta nació un 4 de Julio! En suma: cuente con ambos, con Aznar y Uribe, para lo que necesite. El español es un poco timorato, aunque rapidísimo para los negocios y para trasladar nuestros dineros de aquí para allá. Uribe, en cambio, es un hombre de acción, y si necesita ayuda tiene un verdadero ejército de combatientes por la libertad dispuestos a todo y que por eso la prensa comunista del continente los difama llamándolos “paracos” o “paramilitares.”  Y en lo que hace a la campaña en los medios avísele a Aznar o Uribe que le pidan a Don  Mario (Vargas Llosa, se entiende) que fulmine al gobierno que hay que tumbar con una de sus habituales filípicas comparando su corruptela y su despotismo con la democracia y la libertad que florece entre nosotros. Sus palabras, y hay que reconocer que el hombre habla lindo, producirá una reacción en cadena de comentarios y acotaciones en los medios, lo que rápidamente será reproducida y su impacto agrandado por toda la prensa libre de las Américas.

Don Mario es un figurón infumable, con un ego de dimensiones descomunales que ni siquiera el Premio Nobel de Literatura alcanzó a aplacar, pero es increíblemente llano y accesible a la hora de criticar a nuestros enemigos. Nomás dígale que tal o cual gobierno es populista o se reconoce como socialista para que el peruano salte al ruedo con toda la furia de su prosa. Tras él entrarán en combate peones menos brillantes, flojos de palabras pero visceralmente nuestros como su hijo Álvaro, Carlos Alberto Montaner y toda la nómina de empleados de nuestro gobierno, que muy generosamente los recompensa por su defensa de las libertades y la democracia. Del dinero no se preocupe: el Congreso aprueba anualmente partidas de varios centenares de millones de dólares que Aznar y Uribe canalizan hacia sus asociados latinos para ayudarles a crear un clima de opinión propicio al “golpe blando.”

Aparte están los dineros que aportan las transnacionales, o sea que aquí lo que sobra es el dinero y lo que falta es voluntad política para deshacernos de esos bribones. El  tono general en esta fase del proceso debe girar en torno a esta consigna: “la comunidad internacional está consternada por los ataques al periodismo independiente y a la oposición democrática.” Si la campaña prende en la opinión pública lance, siempre con sus socios locales, una segunda consigna “exigiendo la liberación de todos los presos políticos.” Entre nos le digo que no los hay porque los presos son algunos de nuestros amigos que por su afán de hacer méritos ante el Tío Sam y figurar como héroes del derrumbe del totalitarismo cometieron crímenes y los muy idiotas lo hicieron a cara descubierta, desoyendo nuestros consejos. Fueron muy estúpidos, pero la verdad es que en las cárceles nos son más útiles.

De todos modos no conviene menear demasiado el asunto de los venezolanos porque si lo que hicieron allá lo hubieran hecho en Estados Unidos –tentativa insurreccional, 43 muertos, centenares de millones de dólares en destrucción de vehículos e instalaciones públicas- ya habrían recibido una inyección letal en una cárcel de máxima seguridad de Alabama. ¡Ah, me olvidaba! Asegúrese que nuestros medios en la televisión saquen a TeleSUR de todas las grillas de las cableras. Nada menos que La Nación de Buenos Aires, uno de los decanos de la prensa seria a nivel mundial, dijo en un memorable editorial que el “modus operandi” de Telesur es “malicioso” y que el problema esencial con esa señal “no es su ideología, sino su rancio primitivismo panfletario para procesar las noticias.” Si lo dice La Nación, que de esto sabe mucho y ha sentado cátedra en materia de procesamiento de noticias, hay que creerle. Esos canallas de TeleSUR ya nos hicieron quedar como unos impostores cuando revelaron lo del relevo de Mel Zelaya, que los de la CNN y los medios amigos (entre ellos La Nación) habían ocultado cuidadosamente; y también con el affaire de Bengasi cuando liquidamos a Gadaffi, porque ellos pusieron en evidencia que no hubo bombardeo alguno de la aviación libia sobre nuestros muchachos en aquella ciudad. Si tiene dudas de cómo hacerlo hable con uno de sus colegas en Buenos Aires. Allá lo convencieron rápido a Macri y ahora las cosas están mucho mejor y los argentinos informados con objetividad e imparcialidad.

Quinto: identifique cuidadosamente a sus peones en la fase final de la campaña. ¡Aléjese de los cuarteles, olvídese de los militares! Recuerde que hace veinte años empezamos a ofrecer cursos de formación en Derechos Humanos y Democracia a jueces y fiscales de todos los países latinoamericanos. ¡Si viera lo bien que nos fue! Nos sacamos de encima a Mel Zelaya con una trapisonda de libro, y tres años después la repetimos con Fernando Lugo, un obispo tan libidinoso y mujeriego que nuestro Bill Clinton y su Mónica Lewinsky quedan reducidos a figuras como la Madre Teresa por comparación al marxista-leninista de sotana. Reclute los jueces y fiscales y también a los políticos en el congreso para organizar el juicio político. La cosa pasa por ahí: búsquenle la vuelta al presi, que algún muerto debe ocultar en su closet, alguna cuentaoffshore debe tener en algún paraíso fiscal, algunos milloncitos habrá fugado del país. La mayoría de los políticos latinos dejarían a Frank Underwood y los guionistas deHouse of Cards como inofensivos niños de pecho.

Busque en los Panamá Papers, pero tenga cuidado porque algunos de los nuestros fueron tan descuidados, para no decir estúpidos, como para dejar sus huellas digitales allí. Ningún latino, pobre o rico, es trigo limpio. No se olvide que son racialmente inferiores y por eso mismo propensos al desorden y al delito. Y cuanto más ricos y poderosos más tentados estarán en acrecentar sus fortunas por cualquier medio. Cuando los capitostes del Poder Judicial se alían con diputados y senadores, habiendo una jugosa recompensa material en el medio (que ya en parte hemos anticipado) los resultados son más devastadores de los que puedan lograr miles de soldados dirigidos por un estado mayor de ladrones incompetentes. Tampoco se olvide que hemos venido entrenando a militares y policías en Derechos Humanos y Democracia. Esta gente sabe muy bien lo que esto significa y arden en deseos de cooperar con nosotros.

No sólo nos fue muy bien en Honduras y Paraguay. Estamos a punto de obtener el premio mayor: Brasil, ¡y sin disparar un solo tiro! Sus colegas en ese país hicieron una obra maestra: sin tener nada concreto, ninguna prueba, nada, sacan del juego a dos castro-comunistas irreductibles como Lula y Dilma. Y los que tenemos en la Argentina la tuvieron todavía más fácil porque nuestros enemigos perdieron el gobierno a manos de uno de nuestros mejores amigos, pero en quién jamás habíamos pensado para la presidencia. El hombre habla muy bien el inglés, cree en la magia de los mercados pero no parece estar preparado para dirigir un país tan exótico como la Argentina, en donde gobernar no es imposible pero es inútil. Para eso se requiere de alguien con un perfil diferente y una dicción comprensible para el vulgo.

Pero Macri consiguió un buen marketinero político y llegó a la Casa Rosada y nos está dando una mano más que necesaria, como la tuvimos en la época de Menem, que nos ayudó a ganar la primera guerra del Golfo. Por eso le dijimos a Obama que ya que iba a Cuba y se desviara un poco y fuera a visitarlo, con suegra y todo. Los maricones del Departamento de Estado trataron de bloquear esta decisión diciendo que ningún presidente de Estados Unidos debe visitar a un gobierno instalado hacía pocos meses. Pero los chicos de la comunidad de inteligencia y del Pentágono les quebramos la mano a aquellos afeminados derrotistas y el presi nos hizo caso. Le dijimos que la Argentina bien valía una misa, que con el temita este de los narcos y los “paracos” Uribe se estaba desprestigiando demasiado y ya no nos servía, y que por eso Macri se había convertido en nuestro principal ariete contra el régimen dictatorial de Maduro. También le dijimos que para ganarse la simpatía de los nativos tenía que bailar un tango y tomar esa horrible y antihigiénica infusión llamada mate que aquellos bárbaros sorben todos de una misma “bombilla” rebosante de gérmenes y bacterias que se pasan unos a otros. La verdad es que los chicos de la comunidad de inteligencia todavía no se ponen de acuerdo sobre si Obama es estadounidense o keniano; o si es cristiano o un  musulmán vergonzante dispuesto a traicionarnos en cualquier momento. Pero es un actorazo, siguió nuestro guión al pie de la letra ¡y los argies quedaron fascinados con él!

Sexto: ya tiene al gobierno enemigo sitiado. Desde Washington la oposición cosechó una interminable secuencia de declaraciones manifestando la “preocupación” de nuestras autoridades y de los politiqueros del Congreso por la gravedad de los problemas que afligen al país y la necesidad de un radical cambio de rumbo. El FMI y el Banco Mundial lanzaron serias advertencias de la profundidad del abismo en que se caería a causa de la obstinación del gobierno en seguir aplicando sus políticas populistas y anti-mercado. La Unión Europea se manifestó en el mismo sentido y envió reiterados mensajes exigiendo redefinir los acuerdos comerciales desechando los residuos estatistas de los acuerdos iniciales. La SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) emitió rotundos comunicados denunciando los múltiples atropellos que sufre el “periodismo independiente” a manos del gobierno. Las federaciones económicas (industriales, agrarias, etcétera) claman al cielo exigiendo una rectificación de las políticas oficiales. Denuncie el carácter ilegítimo del gobierno y su incorregible ineficiencia, paralizado como está por el torrente de ataques procedentes desde el exterior y la creciente belicosidad de sus enemigos internos. Los gobiernos de los países vecinos hacen saber de su preocupación por los acontecimientos y la situación se descontrola por completo. Pero un gobierno, sobre todo un gobierno como el que usted debe ayudar a eliminar, no cae si  no se lo hace caer. Y para eso tiene que ganar la calle.

Repase cuidadosamente los manuales golpistas de Eugene Sharp, uno de nuestros teóricos disfrazado de académico, que codificó las  acciones desestabilizadoras de gobiernos enemigos a las que, burlonamente, bautizó como  “no violencia estratégica”. El bueno de Sharp hizo honor a su apellido y expuso en varios de sus informes para la CIA y la OTAN nada menos que 197 tácticas  “no violentas” con las cuales poner a un gobierno enemigo de rodillas. Entre ellas incluye iniciativas tan pacíficas como “establecer doble soberanía y gobierno paralelo”, acosar y abuchear a funcionarios en la vía pública, desobediencia civil y el boicot sexual y la suspensión de las relaciones sexuales habituales hasta que no caiga el gobierno y, de este modo, promover la militancia rebelde. Recuerde que la lucha contra el comunismo también se libra en la cama, y explote esa muy sensible faceta de nuestra batalla por la libertad.

Cuando todas estas condiciones están presentes la mesa está servida para la remoción del gobernante indeseable. Pero asegúrese que sus comensales tengan el aspecto apropiado. Tiene que crear un clima de derrumbe con multitudes saliendo a la calle a exigir “la salida” del gobierno enemigo. Asegúrese que  muchedumbre no esté formada sólo por nuestros amigos. Es más, dígales que se queden en casa. No sería demasiado creíble si el “tono plebeyo” que debemos darle a la destitución del gobierno (y para que el Congreso y la opinión pública en Estados Unidos aplauda nuestras acciones) fuese personificado por un prolijo y elegante desfile callejero de los ricachones de Barrio Parque y Recoleta en Buenos Aires; Vitacura y Las Condes en Santiago; Leblon e Ipanema en Río de Janeiro; o Villa Mariana en Sao Paulo; Pocitos y Carrasco en Montevideo; San Isidro y Miraflores en Lima o Tecamachalco y Las Lomas en ciudad de México. Es preciso darle calor y color populachero, y eso no se consigue con la gente de esos barrios. Si tiene dudas hable con sus colegas en la Argentina, que allá son expertos en eso.

Haga que nuestros amigos digan que el afán expropiatorio del gobierno no dejará títere con cabeza. Consulte a los de Ecuador, que hicieron un trabajo notable al movilizar al pobrerío ¡en contra de la Ley de Herencia! Fue una obra maestra de nuestros agentes y sus amigos ecuatorianos, que inundaron las calles de desheredados y desposeídos, que nada heredaron y nada pueden heredar, en contra de una ley propuesta por el castro-chavista Rafael Correa que afectaba sólo a los muy ricos del Ecuador. ¡Haga lo mismo! La estocada final contra la tiranía que estamos combatiendo tiene que ser dada por grandes movilizaciones callejeras pero para eso tiene que atraer a las clases medias, siempre propensas a actuar contra gobiernos que la han beneficiado, y al “pobretariado”, como dice el cura comunista Frei Betto.

Para eso es necesario una eficaz campaña de los medios de comunicación -que nuestros enemigos llaman “terrorismo mediático” y la verdad que no se equivocan, sólo que no toman en cuenta nuestras intenciones redentoras- mediante la cual se convenza a esos sectores desposeídos y desinformados que la voracidad del gobierno acabará por expropiarlos de sus miserables propiedades. No es sencillo pero, como lo prueba la experiencia del Ecuador, no es imposible. Una vez que tenga esa gran manifestación populachera en las calles el derrumbe del gobierno será inevitable, sometido a la doble presión de la conspiración judicial-parlamentaria y al descontento callejero de las masas. Una vez caído asegúrese que prosiga la persecución judicial y la campaña de difamaciones en contra de los personeros del anterior gobierno. No sólo hay que derrocarlos sino también mandarlos a la cárcel y humillarlos. Como hicimos con Jacobo Arbenz en la primera experiencia latinoamericana de la CIA, en la Guatemala de 1954, cuando lo hicimos desfilar por el aeropuerto en calzoncillos. Zelaya estaba sobreaviso y por eso siempre dormía con pijama y tenía el sombrero a mano, pero igual lo sacamos de la cama sin darle tiempo a que se vistiera. Como haremos con todos. El mundo libre no espera otra cosa de nosotros.

Fuente del artículo: http://www.atilioboron.com.ar/

Fuente de la imagen: http://www.contrainfo.com/wp-content/uploads/2015/02/golpes_de_estado_en_nuestra_america.jpg

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La mala educación

SABINO CUADRA LASARTE

Para el Gobierno del PP, la Audiencia Nacional y los grandes medios-empresas de comunicación, la cosa está clara: el independentismo es algo ligado a la violencia, o, cuando menos, a la etnicidad, la exclusión y la insolidaridad. Así, el pasado 8 de mayo, cuando Hasier Arraiz compareció en juicio ante el TSJPV y reconoció su militancia pasada en Batasuna, el diario El País, sin siquiera despeinarse, afirmó en titulares: “Hasier Arraiz reconoce su pertenencia a ETA”. Y punto. Periodismo policial puro y duro.

Pero dejando de lado esas estridencias antiterroristas, intrínsecas ya al ADN de lo políticamente correcto y su constitucional jurisprudencia, dentro de amplios espectros de la vieja y nueva izquierda española existen también preocupantes “tics” -llamémoslos así- en relación con este mismo tema.

Empecemos por preguntar: ¿ser “unionista” es ser menos nacionalista que afirmarse “independentista”?; ¿por qué en el diccionario político diario se habla una y mil veces de los nacionalistas y el independentismo vasco, catalán o gallego y prácticamente ninguna de los nacionalistas y el unionismo español? Claro está, para los unionistas españoles, que cuentan con un estado y unas instituciones asentadas en siglos de historia, la autoafirmación nacionalista-españolista es bastante innecesaria. No la necesitan. Su gobierno, tribunales, Constitución, fuerzas del orden, Conferencia episcopal…, hablan por ellos.

Decía Bertolt Brecht: “para los de arriba hablar de comida es de mala educación”. Y añadía: “se entiende, ellos siempre ya han comido”. En esa misma medida, para el unionismo español hablar del problema nacional, del derecho a decidir, de la opción independentista…, es también de mala educación, sobre todo en tiempos de crisis, y se entiende, pues hablar de esos temas cuestiona su propio status centralista (la España indivisible e indisoluble de soberanía única afirmada por la Unión Europea), al igual que hablar de hambre, paro, desigualdad y desahucios incomoda a banqueros, panameños y monarcas.

En Euskal Herria, conformar alianzas políticas, electorales o no, con el independentismo vasco es considerado tabú por parte de las fuerzas de izquierda y alternativas españolas: “nos separa su independentismo”, dicen. Sin embargo, referirse hoy al PSOE como necesario aliado al que se oferta gobernar en Madrid o conformar candidaturas conjuntas al Senado, no hace chirriar ningún principio político. El “¡vade retro!” no existe para ellos. Ayer sí, cuando las sedes socialistas supuraban casta. Hoy no.

Hay un segundo mantra que viene a afirmar que la reivindicación nacional y soberanista achata en buena medida la social, subordinándola a la anterior. No hace falta dar explicaciones al respecto. Es así, y punto. Naturalmente, la opción unionista y españolista no achata ni subordina nada, sino que, por el contrario, parece abrir espacios de concordia y solidaridad. El pecado se ubica siempre en el campo del independentismo disgregador. La virtud, en el del virtuoso unionismo demócrata e integrador.

La gratuita afirmación de marxismo de manual y catequesis que afirma convergencias estratégicas objetivas entre las fuerzas nacionalistas vascas, de derechas e izquierdas, en perjuicio de las demandas sociales, contradice la realidad. En Euskal Herria, durante estas décadas pasadas, el marco de pactos políticos, acuerdos de gobierno y demás menestras institucionales que se han dado (municipales, forales y autonómicos), ha sido cocinado de forma general con ingredientes aportados por PNV y UPN, y aderezados por el PSE, PP y PSN. Lo mismo ha ocurrido en el terreno socio-sindical, donde, mientras el sindicalismo estatalista de CCOO y UGT ha sido pata esencial del contubernio UPN-PSN en Nafarroa, y concertador principal con los distintos gobiernos del PNV en la CAV, la mayoría sindical vasca (ELA, LAB, ESK, EILAS, EHNE) se ha situado en el terreno de la confrontación frente a la política neoliberal de los distintos gobiernos del PNV y UPN, y también del PSE y PSN.

Reivindicaciones nacionales y sociales suelen ir siempre bastante de la mano. No es casual así que la gran contrarreforma política y social del PP haya conllevado un proceso de recentralización competencial generalizado: laboral, financiero, educativo, función pública… Tampoco extraña que la madre de todas esas batallas reaccionarias (la reforma del PSOE del art. 135 de la CE que supeditó todo a los intereses de la banca y las finanzas) haya supuesto la militarización presupuestaria de las instituciones locales, forales y autonómicas y la supresión práctica de su autonomía y competencias.

Aquí, en Nafarroa –es un ejemplo sin más-, diecisiete leyes aprobadas por el Parlamento Foral han sido luego recurridas por el Gobierno del PP y suspendidas por su Tribunal Constitucional. Ninguna de ellas trataba de temas “identitarios”, sino de desahucios, fracking, atención sanitaria a inmigrantes, pagas extras de los funcionarios… La profundización en la política neoliberal ha incrementado la centralización y el sometimiento de las instituciones más cercanas a la ciudadanía. Reivindicar el derecho a decidir y la no intromisión estatal es cada vez más necesario para poder avanzar socialmente.

Tras meses de “digos” y “Diegos” y postureos mediáticos mil, habrá nuevas elecciones. Algunos nos dicen que es preciso priorizar lo “social” frente a lo “nacional”. Se olvida que ambos aspectos están cada vez más unidos. Pero es que, además, se hace trampa con las cartas. Se esconde el palo de los bastos y las espadas constitucionales. Según parece, la única identidad nacional a supeditar a lo social es la minoritaria, la vasca, la catalana… de la otra, de la española, poco o nada se dice. Y tienen razón, no hace falta. La mayor baza con la que cuenta el unionismo español es el silencio respecto a su existencia. Ya lo he dicho antes. No hace falta que nadie lo defienda. El Estado, sus instituciones y los medios a su servicio lo hacen por ellos.

Baja la carne, sube el pescado. La movilización y empoderamiento ciudadano disminuye mientras el mercado bursátil del voto se dispara. Quizás yerre, pero creo que el cambio a nivel estatal, de venir, no vendrá desde arriba y el centro, sino desde abajo y la periferia.

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Espiritualidad liberadora frente al golpe en Brasil

 

La tensión en Brasil, con el intento de golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, se percibe en Nuestra América como una de las operaciones manifestadas en contra de los avances sociales logrados en procesos progresistas, pacíficos y democráticos como los impulsados en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina y sus instancias solidarias de integración en este tiempo. Uno de los hilos conductores de este proceso de cambio social, resulta el aporte espiritual, en gran medida impulsada por la teología de la liberación cristiana, ecuménica y con diálogo interreligioso con las fuentes espirituales ancestrales.

 

Al respecto, el teólogo brasileño Leonardo Boff, afirma que con la llegada de Lula el PT y aliados, se produjo un cambio en el sujeto de poder: “El sujeto no forma parte de los dueños del poder, tradicional o moderno, siempre conservadores, sino que forma parte de los sin-poder: los provenientes de la Senzala, de las periferias, del Brasil profundo, del nuevo sindicalismo, los intelectuales de izquierda y la Iglesia de la liberación con sus miles de comunidades de base…Vía el PT realizaron analíticamente una auténtica revoluciónEl presidente Lula tuvo que hacer concesiones a la macroeconomía neoliberal para asegurar el cambio de rumbo, pero se abrió al mundo de los pobres y marginados. Consiguió montar políticas sociales,…oficiales como políticas de Estado. Esta derecha conservadora está promoviendo la anti-revolución. El impeachment de la presidenta Dilma es un capítulo de esa negación… Si los pobres supiesen lo que se está armando contra ellos, las calles de Brasil serían insuficientes para contener el número de manifestantes que protestarían en contra”. (Boff L. El impeachment como una antirevolución. 06.05.2016).

 

La polémica decisión de la cámara de diputados el 17.04.2016, presidida por Eduardo Cunha, posteriormente destituido por corrupción, la posterior anulación de la votación por el nuevo presidente Waldir Maranhao y la revocación de la anulación por el mismo Maranhao, conforman un cuadro conflictivo sumamente agudo. Al respecto, las manifestaciones populares se hacen sentir. Así como la reacción del COMITÉ INTER-RELIGIOSO PERMANENTE POR LA DEMOCRACIA Y CONTRA EL GOLPE, que agrupa diversas denominaciones religiosas que en su manifiesto del 07.05.2016, al observar que varios de las y los diputados votaron invocando el nombre de Dios, analizan:

 

En nombre de Dios, están queriendo impedir que : el Pueblo hambriento tenga que comer, ni que sea con una bolsa familia, en Brasil que en nombre de la vida salió del mapa internacional del hambre…que los trabajadores y las trabajadoras reciban, por lo menos, un salario mínimo que atienda las necesidades básicas de una familia… que los jóvenes del campo y de las periferias, tengan acceso a la formación técnica y universitaria… que el pueblo tenga una casa decente para vivir… que puedan vivir con libertad y dignidad las personas que tengan orientaciones sexuales y religiosas diferentes a los patrones heterosexual y cristiano. Y en nombre de sus creencias y valores declaran: repudiamos la utilización blasfema del nombre de Dios por quien vota por intereses personales y egoístas, en oposición a los intereses de la Clase Trabajadora y de la mayoría del pueblo pobre y necesitado; Y exhortamos a todas y todos en defensa de la Democracia en esta lucha de resistencia al Golpe. Un Clamor espiritual liberador que acompaña las movilizaciones actuales, para superar injusticias y traiciones, en función de una democracia con ética hacia otro mundo posible.

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Siete cortometrajes sobre personas refugiadas recomendados por educadores en derechos humanos.

De Camille Roch

Los vídeos y cortometrajes pueden ser muy útiles para ayudar a “romper el hielo” a profesionales de la enseñanza, educadores, facilitadores y a cualquier persona que desee saber más sobre los derechos humanos. A continuación les ofrecemos una lista de siete vídeos, de entre 1 y 16 minutos de duración, sobre la realidad de la vida de las personas refugiadas. Todos ellos están disponibles gratuitamente y cuentan con la recomendación de la Red de Educación en Derechos Humanos de Amnistía Internacional.

1. People of nowhere (Gente de ninguna parte)

Lior Sperandeo, director de la serie formada por People of Mumbai, People of Nepal y People of Senegal, examina en People of nowhere las consecuencias humanas del conflicto sirio y de los consiguientes desplazamientos de población. Este vídeo reúne imágenes de las personas a las que conoció en Lesbos y varias escenas filmadas en la isla griega.

Director: Lior Sperandeo

2015 / 1:58

2. A journey from Afghanistan (Viaje desde Afganistán)

La galardonada serie Seeking Refuge (En busca de refugio) consta de breves documentales animados que se centran en las penalidades que sufren los niños y niñas refugiadas y en su adaptación a un nuevo país. Esta historia, narrada desde la perspectiva de un niño de 10 años, cuenta el caso de Alí, un pequeño que se ve separado de su familia al huir de la guerra.

Aquí podrán ver la serie completa de Seeking Refuge, que trata casos reales de jóvenes huidos de sus países de origen.

Directores: Andy Glynne y Salvador Maldonado (BBC)

2012 / 3:25

3. Then I came by boat (Y entonces vine en barco)

En el galardonado cortometraje documental Then I came by boat, Tri Nguyen cuenta cómo, siendo un niño, huyó de Vietnam para escapar de los estragos de la guerra y cruzó el océano en una barca de madera para llegar a Australia, donde fue acogido como refugiado.

Directora: Marleena Forward

2014 / 10:18

4. Malak and the boat (Malak y el barco)

Malak and the boat es la primera animación de la serie Unfairy Tales, publicada con ocasión del lanzamiento de la campaña global de UNICEF sobre la crisis de personas refugiadas de Siria. Centra su atención en las víctimas más jóvenes del conflicto sirio y en el relato de cómo escaparon de la guerra. En este vídeo, Malak, de siete años, narra su travesía del Mediterráneo a bordo de una embarcación ligera.

Director: Andre Holzmeister (UNICEF)

2016 / 1:16

5. Life on hold (Una vida en suspenso)

El cortometraje Life on hold muestra la vida cotidiana de Omar, un joven somalí de 17 años que vive en un campo de refugiados situado en la frontera de Túnez. Cuando estalló la guerra en 2011, miles de personas refugiadas procedentes de Somalia, Sudán y Eritrea que vivían en Libia o atravesaban el país rumbo a otro destino se vieron obligadas a buscar refugio en los países vecinos. Hoy, ante la falta de alternativas, aguardan en campos de refugiados en las fronteras de Túnez y Egipto.

Directores: Nick Francis y Marc Silver (Amnistía Internacional)

2012 / 6:53

6. Rain is beautiful (La lluvia es hermosa)

Rain is beautiful retoma la historia de Omar donde la dejó Life on hold. Narra cómo Omar deja el campo de refugiados de Choucha, en la frontera con Túnez, y vuela a Suecia para comenzar una nueva vida. Este breve documental muestra la llegada del joven al aeropuerto y sus primeros pasos para reasentarse en el país.

Directores: Nick Francis y Marc Silver (Amnistía Internacional)

2012 / 7:53

7. When you don’t exist (Cuando no existes)

When you don’t exist es un cortometraje que imagina una situación hipotética en la que los flujos migratorios se invierten con respecto a la percepción más extendida en Europa: una serie de violentos disturbios hace que muchas personas abandonen Europa de forma masiva y se dirijan a África, donde las autoridades las retienen contra su voluntad y las encierran en campos de refugiados.

When you don’t exist forma parte de la campaña de Amnistía Internacional en favor de los derechos humanos de las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en Europa y en sus fronteras.

Director: Jon Drever (Amnistía Internacional)

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El trabajo en la hora del cambio climático

El cambio climático debe acabar. ¿Pero quién se encargará de detenerlo? O dicho de otra manera, ¿quién podría ser el sujeto político de una revolución climática anticapitalista?

Estoy convencida de que este actor social debería ser, y debe efectivamente ser, la clase obrera a escala mundial. Pero para desempeñar este rol, la clase obrera debe desarrollar una conciencia de clase ecologista y emancipadora.

Por suerte, la historia está llena de ejemplos de este tipo de síntesis rojo-verde: el ambientalismo obrero es tan viejo como el propio movimiento sindical.

Durante una gran parte de su existencia, el ambientalismo obrero se concentró en el lugar de trabajo y en las condiciones de vida de las comunidades obreras, ligando las cuestiones de seguridad y de salud en el trabajo con la protección de la salud medioambiental o la salud pública.

Durante los años 1990, el ambientalismo obrero comenzó a incorporar los conceptos de “desarrollo sostenible” y de “economía verde”. Más recientemente, cuando se ha intensificado el cambio climático, la “transición justa” (TJ) se ha convertido en el concepto de moda. La TJ se basa en la idea de que los trabajadores no deberían soportar el peso de la transición hacia una economía poco carbonada, teniendo en cuenta las pérdidas de empleo y la desestabilización de las comunidades locales.

A tal efecto, los sindicatos de “cuello azul” –en particular los de la industria pesada, transportes y energía– han forjado alianzas “verdes-azules” con grupos ecologistas de todo el mundo. Estas convergencias demuestran un consenso creciente sobre la necesidad de atacar al cambio climático, subrayando que los medios para realizarlo se basan en la implicación sindical y en el carácter duradero de las elecciones adoptadas.

Sin embargo, existen importantes divisiones en el interior de este consenso, en particular cuando se trata del contenido de la TJ. Algunos grupos incitan simplemente a la creación de empleo en una economía más verde. Negándose a someterse a las soluciones del mercado, otros grupos adoptan una crítica radical del capitalismo.

La evolución de esta división determinará si el movimiento obrero reforzará tácicamente al capital –o por el contrario, se enfrentará al capital y al cambio climático.

La mesa de negociaciones

La corriente predominante de la TJ, la que se contenta con apoyar una economía más verde en un marco capitalista, está fielmente representada por la Confederación Sindical Internacional (CSI).

Formada en 2006 por fusión de dos confederaciones sindicales transnacionales, la CSI lanzó el primer programa sindical internacional sobre políticas de cambio climático el mismo año de su fundación. Poco después, surgieron sectores sindicales que elaboraron posiciones oficiales sobre el recalentamiento planetario –posiciones que han precisado más el concepto de transición justa.

Para grupos como la CSI, la TJ significa invertir en sectores y en tecnologías con emisiones débiles en carbono y basados en el empleo creciente de mano de obra, lo que debería combinarse con programas de formación y ayudas financieras para los trabajadores empujados al paro en los sectores contaminantes.

La transición es concebida como un descontextualizado pacto entre ganadores –con la idea de que podría surgir un capitalismo más sostenible por medio “del diálogo y la consulta democrática” con “los socios sociales y las partes interesadas”, apoyado en “análisis locales y planes de diversificación de la economía para ayudar a los gobiernos locales a gestionar la transición hacia una economía débilmente carbonada que permitiría un crecimiento verde”.

Esas partes interesadas tendrían un papel a jugar más allá de las simples consultas: los gobiernos adoptarían medidas de estímulo de la economía; las empresas aplicarían políticas socialmente responsables; los universitarios y los líderes políticos defenderían la “modernización ecológica” de la legislación; las organizaciones internacionales emitirían directivas, informes y recomendaciones.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha sido la más activa a la hora de promover este enfoque transicional, proponiendo modelos basados en un consenso e invitando a las empresas, los Estados y las organizaciones sindicales a la mesa de negociaciones. La responsabilidad sindical consistiría en proponer que se reduzcan los objetivos de emisión de gases de efecto invernadero y los niveles de producción, manteniendo vigilancia sobre sus efectos en el empleo.

A la OIT y la CSI les gusta insistir también en los beneficios económicos de la TJ. Citando al famoso Rapport Stern –publicado en 2006 bajo la autoridad del gobierno británico, afirmaba que los costes económicos de la lucha contra el cambio climático serán netamente menores que el coste de la inacción– la CSI declara que atenuar el recalentamiento facilitaría incluso el desarrollo del empleo. Este enfoque se basa en la idea de que la intervención gubernamental puede estabilizar los costes y redistribuir los beneficios entre los grupos sociales.

Por ejemplo, las infraestructuras para la atenuación y la adaptación no se consideran destructoras de empleo, sino al contrario podrían permitir crearlo, a condición de estar cuidadosamente planificadas. La CSI considera incluso que las inversiones para la protección de territorios y poblaciones contra los efectos de futuros acontecimientos climáticos son una potencial fuente de crecimiento económico.

Sin embargo, esta visión armoniosa de los beneficios compartidos pasa por alto los impactos previsibles de la construcción de grandes instalaciones sobre las comunidades locales y los ecosistemas. En efecto, los programas de la OIT y de la CSI no dejan de promover la consulta, el diálogo social, el buen gobierno, o de animar los métodos de comunicación a propósito de temas que suscitan inevitables tensiones y fracturas.

En primer lugar, los programas de la OIT y de la CSI no tienen en cuenta las barreras erigidas por los acuerdos comerciales internacionales, que fuerzan a los gobiernos a recortar las políticas sociales, ignoran (o destruyen) las economías locales, y adoptan un modelo de competitividad basado en una reducción constante de los costes del trabajo y en el debilitamiento de las organizaciones sindicales.

No es sorprendente por tanto –como reconocen responsables de la CSI– que el “círculo virtuoso” entre la acción climática y las políticas de trabajo promovidas por la OIT, la CSI y las otras agencias de la ONU, haya fracasado sin obtener el menor avance en las negociaciones climáticas.

El potencial de creación de empleo por medio de la atenuación del cambio climático (esto es, la sustitución de las energías fósiles por energías renovables) tampoco está garantizado. En la medida en que la inversión en estos proyectos será variable, contribuirá a reforzar el desarrollo desigual y las desigualdades –que no suelen ser considerados en estos programas.

En lugar de eso, estas dos organizaciones prevén una cosecha extraordinaria de nuevos empleos: seis millones en la energía solar, dos millones en la eólica, doce millones en los biocarburantes agrícolas o industriales, en el horizonte 2030. Estos pronósticos eluden el hecho de que los proyectos de desarrollo de energías limpias de gran dimensión y que requieren mucho capital, como los biocarburantes o la energía hidráulica, ya han demostrado su carácter ambivalente –y a veces claramente perjudicial– en materia de impacto social.

La etiquetacion “verde” también es sospechosa. Entonando esta canción, muchas fuentes tradicionales de producción –como la agricultura de mercado– simplemente se han recalificado como “sostenibles”, para adecuarse al gran relato de la economía verde. En Brasil, por ejemplo, la producción de biocarburantes –procedentes sobre todo de la caña de azúcar– supone más del 50% de los empleos verdes del país.

O lo que es peor, las condiciones de trabajo en las plantaciones de caña son muy inferiores a las normas internacionales, puesto que hay frecuentes violaciones de derechos humanos, del derecho al trabajo y de los derechos de los indígenas. La mecanización programada en este sector llevará a suprimir el empleo de miles de trabajadores, sin reconversiones ni compensaciones. El monocultivo de la caña de azúcar y sus modalidades de explotación amenazan el medio ambiente y la salud pública, atizando al mismo tiempo los conflictos con las comunidades a causa de la destrucción de la producción alimentaria local.

Pero la industria brasileña de biocarburantes recibe el apoyo del gobierno, de los sindicatos y de la OIT, gracias a su estatuto de industria que produce una energía verde.

En materia de evaluación de políticas y de elaboración de soluciones, una gran parte del problema reside en el hecho de que la CSI y la OIT dan prioridad a las soluciones de mercado y a las corrientes científicas dominantes en materia de economía ecológica, en detrimento de los estudios y las conclusiones más radicales y más políticas. Los conocimientos producidos por los movimientos de base por la justicia medioambiental y por las corrientes ecosocialistas son ignoradas en los discursos oficiales de la TJ.

En consecuencia, ninguna de las declaraciones de la OIT y de la CSI aborda el vínculo entre las crisis ecológica y económica de un lado, y el sistema político-económico a escala internacional de otro. En lugar de eso, cuando se cita la cuestión, la economía es considerada capaz de autorreformarse. ¿Cómo? Coordinando los diferentes modelos nacionales, debiendo ajustar cada uno de ellos a la fase de desarrollo propio de cada país.

Además, al mostrar una fe incondicional en el “crecimiento verde”, la CSI parece ignorar que dicho crecimiento ya existe –no a pesar de la crisis económica, sino precisamente a causa de ella. El capital acoge el “crecimiento verde” como un nuevo vector de acumulación que revitalizará la iniciativa privada, de igual manera que la Segunda Guerra mundial y la reconstrucción de postguerra sacaron al capital de la Gran Depresión de los años 1930.

Por supuesto, su preocupación no está en saber si el (pretendido) reverdecimiento de la economía capitalista generará condiciones decentes de trabajo y un empleo estable. Al contrario, los empleadores obtendrán provecho de esta reestructuración para eliminar los derechos actuales de los trabajadores, como lo demuestra el caso de la industria brasileña de los biocarburantes.

¿Reapropiarse la economía verde?

La hegemonía creciente de los discursos sobre la transición justa no es totalmente lamentable. Abre nuevas posibilidades para políticas climáticas orientadas hacia los asalariados –algunas de ellas verdaderamente radicales.

El ejemplo más interesante es la campaña (“Un millón de empleos climáticos” (One Million Climate Jobs -OMCJ-). Inicialmente impulsada por una coalición británica de sindicatos que tenían un programa a favor del crecimiento verde, esta campaña fue también realizada en 2011 por una coalición sudafricana que agrupaba a organizaciones sindicales, ecologistas y movimientos sociales.

En su inicio, la campaña se basaba en un enfoque keynesiano de inversiones cuya finalidad era crear “empleos climáticos” –distintos de los clásicos “empleos verdes”, en la medida en que pretendían una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero.

En el Reino Unido, estos “empleos climáticos” se orientaron lógicamente hacia los sectores de la electricidad, la construcción y los transportes, que generan ocho toneladas de emisión de CO2 al año. Pero esta especialización limitó el potencial de la iniciativa. Al restringir su interés a los empleos clásicos de cuellos azules, la campaña olvidó a otros sectores, como las industrias de alimentación o los servicios, así como el trabajo de regeneración, de reproducción y de subsistencia. Al proceder así, ignoró a un sector esencial para el bienestar social y económico en cualquier sistema económico, y que constituye también un punto de partida crucial para cualquier nueva concepción de la economía.

Sin embargo, cuando se adaptó la iniciativa en Sudáfrica, se convirtió en una iniciativa mucho más radical, mostrando el potencial de esta campaña para movilizar a los enfoques más críticos y más favorables a una transformación social. En Sudáfrica, los efectos combinados de dos crisis globales –la extensión de las desigualdades socioeconómicas y el cambio climático– han creado enormes tensiones entre los compromisos oficiales en reducir la marca de carbono de la economía y las consistentes en reducir la pobreza (incluyendo la lucha contra la precariedad energética).

Como afirma la socióloga Jacqueline Cock, esta tensión ha incitado al movimiento sindical a incluir la transición justa entre las “reivindicaciones para conseguir transformaciones profundas que implican formas radicalmente diferentes de producción y de consumo”. Según Cock, este cambio requiere: “un enfoque integrado del cambio climático, del desempleo, de las desigualdades, así como el rechazo de los mecanismos de mercado para responder a estos problemas. A diferencia de otras interpretaciones de la economía verde, este modelo reconoce la importancia de la relación entre los retos de justicia social y del cambio climático, insistiendo a la vez en la necesidad de una transformación radical y estructural”.

Esta concepción anticapitalista de la TJ se preocupa por el hecho de que una economía descarbonada corre el riesgo de reproducir las actuales relaciones de poder y las desigualdades, si se sitúa en la lógica de las ideas conservadoras de crecimiento sostenible y de financiarización.

Los sindicalistas sudafricanos desarrollaron su posición crítica después de haber firmado un acuerdo sobre la economía verde en 2011, en el cual se utilizaba la idea de “diálogo social” para unir a gobierno, empresas y movimiento sindical en torno a un plan de creación de millares de enpleos en un nuevo sector de industria verde.

Ahora bien, los defectos y los límites de este acuerdo -incrementados por propuestas que no se apoyaban en ningún estudio en profundidad, y que iban acompañadas de salarios bajos, normas laborales mínimas y pérdidas de empleo– acabaron por demostrar cómo los “empleos verdes (…) están orientados hacia los intereses del mercado en detrimento de otras necesidades sociales”.

El Congreso de los sindicatos sudafricanos (COSATU) adoptó un “Programa Estratégico sobre el Cambio Climático” que, entre otros elementos, reconoce al capitalismo como la causa subyacente del recalentamiento planetario y rechaza las soluciones de reducción de emisiones de carbono basadas en los mecanismos de mercado.

Inmediatamente después, el Sindicato Nacional de Metalúrgicos de Sudáfrica (NUMSA) evitó las nociones de empleos verdes y de un capitalismo más sostenible, pronunciándose a favor de una visión alternativa de la transición justa “basada en el control de los trabajadores y en la propiedad social y democrática de los medios de producción y de subsistencia”. El Sindicato de Trabajadores de la Alimentación y vinculados expresó también su apoyo a “una interpretación de clase de la transición justa hacia una economía verde” y por “alternativas radicales a la agricultura industrial, en particular la agro-ecología”.

Ese mismo año, la COSATU y el Consejo Nacional de Sindicatos (NACTU) se aliaron con ONGs y diferentes movimientos sociales para lanzar la campaña sudafricana OMCJ.

Con el objetivo de “excluir los intentos del capital de utilizar la crisis climática como una oportunidad de acumulación”, explica Cock, la campaña estaba muy influida por las organizaciones de la justicia medioambiental y climática, y consistía en “numerosos proyectos provisionales con el fin de demostrar la viabilidad de sus propuestas políticas”.

En la visión sudafricana, el giro hacia las energías renovables formaba parte de una transición más amplia hacia una producción energética territorializada y bajo propiedad pública. Colocada bajo un estricto control comunitario, estas disposiciones permitirían asegurar un acceso a la energía para todos. Se contemplaban iniciativas similares para la producción y distribución alimentaria, privilegiando la agro-ecología sobre la agricultura industrial para al mundo de la inseguridad alimentaria.

La divergencia probablemente más significativa con las estrategias clásicas de la transición justa es que la campaña sudafricana OMCJ presenta a los “proveedores de atenciones comunitarias” (community caregivers) como el sector más pertinente de empleo, previendo crear hasta 1,3 millones de empleos en los sectores de economía doméstica y salud, rehabilitación de tierras y la agricultura urbana.

Sin embargo, la campaña sudafricana OMCJ también ha tenido carencias. Los estrechos lazos de la COSATU con el partido neoliberal de la ANC, que ya estuvieron en el origen de una profunda crisis en las federaciones que llevó a la exclusión de la NUMSA, podrían llevar a una escisión irreparable en el seno de la confederación.

Hay que destacar una consecuencia positiva. Según el investigador sudafricano Vishwas Satgar, la NUMSA ha adoptado un programa más explícitamente socialista, defendiendo una propiedad social de las energías renovables y una acción concertada con las organizaciones por la justicia medioambiental. Este esfuerzo podría ser el núcleo de un nuevo proyecto de izquierda, estructurado por una visión democrática y ecosocialista.

No obstante, hay otros obstáculos. La campaña apenas se ha desmarcado de un Estado que favorece las iniciativas privadas a favor de la energía limpia, lo que sólo ha contribuido a reproducir la pobreza y las desigualdades.

La NUMSA responde a este desafío modificando su acción a escala municipal, como lo demuestra su combate por utilizar el poder de las administraciones locales en la distribución de la electricidad para favorecer las energías renovables.

Al mismo tiempo, la campaña corre el riesgo de encerrarse en enfoques localistas centrados en proyectos comunitarios que no tendrán capacidad para transformar la política energética a escala nacional. Como señala Satgar, la mayor parte de las intervenciones de OMCJ “se han concentrado en una sola cuestión antes de desperdigarse una vez han conseguido revalorizar sus primeras reivindicaciones”.

Para salir de la trampa, Satgar sugiere que la NUMSA debe desarrollar una estrategia en torno a una coalición social más amplia que condicione las luchas locales por el acceso a las energías renovables a proyectos pensados a una escala más amplia y basados en un enfoque de clase de las cuestiones ecológicas.

Hasta ahora, los dos desarrollos más prometedores han sido el esfuerzo por formar una gran coalición contra los proyectos de construcción de reactores nucleares del gobierno –lo que provocaría una quiebra del Estado sudafricano y tendría consecuencias catastróficas para la mayoría de la población pobre– y el proyecto de utilizar los fondos de pensiones de los sindicatos para invertir en una apropiación social de las energías renovables, de cara a separar los intereses de los trabajadores de los intereses de las industrias del carbón y del petróleo.

Para el movimiento sindical, la campaña OMCJ encarna a la vez los desafíos y las oportunidades provocadas por las crisis económica y ecológica. Sin ninguna duda, una coalición roja-verde y una alternativa ecosocialista en Sudáfrica representan una alternativa a la ortodoxia de la transición justa –una política del trabajo verdaderamente radical en la hora del cambio climático.

Según las condiciones de los trabajadores

Los sindicatos y los trabajadores abren una nueva vía en la larga historia del ambientalismo obrero –una vía en la que el crecimiento verde y la transición justa podrían encarnar las promesas de prosperidad económica y de seguridad que en otra época fueron asociadas al sueño fordista.

La adhesión a este nuevo sueño no salvará sin embargo al movimiento sindical de las lagunas y coacciones que erosionan su fuerza en la mayor parte de los países. Si continúan defendiendo la reestructuración capitalista “verde” de la economía mundial, los sindicatos se encontrarán en el campo opuesto a los campesinos y a las comunidades indígenas, a los campesinos sin tierra, a los trabajadores no remunerados que aseguran el trabajo doméstico y la reproducción social, a la agricultura de subsistencia y a todos aquellos que soportan el coste de un capitalismo “verde” –conduciendo a nuevos ciclos de desposesión y sometimiento.

La alternativa más prometedora, si no la más estimulante, es la de un ecosocialismo dinamizado por una conciencia de clase ecologista y emancipadora. Eso requerirá un conflicto de clase a un nivel superior –al nivel de una ecología política global. Lo que abrirá finalmente la perspectiva de un mundo verdaderamente sostenible, forjado según las condiciones del trabajo y no las del capital.

02/05/2016

http://www.contretemps.eu/interventions/travail-lheure-changement-climatique

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¿Con quién vamos?

Para los que recuerdan la novela Doña Bárbara, de don Rómulo Gallegos, cuando el bonguero comenzaba el viaje por el río preguntaba a la tripulación y al pasaje: ¿Con Quién Vamos? La respuesta era: ¡Vamos con Dios! En nuestro caso estamos despegando en el viaje hacia un mundo  ignoto para las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas, pero conocido para la antigua que crecimos en una sociedad y una clase media pobre, austera y honrada.

La crisis económica venezolana es parte de la crisis global del capitalismo, pero en nuestro caso la derecha empresarial y comercial, apoyada por el gobierno de Estados Unidos, ha inducido conductas antieconómicas que han acelerado el crecimiento de la inflación hacia niveles inauditos, unidas a la insurgencia bachaquera binacional que mueve también la política inflacionaria y el desabastecimiento programado. El objetivo de la derecha y del gobierno de  Estados Unidos es apretar cada vez más las tuercas de la inflación y el desabastecimiento para provocar  así un estallido social que colapse al gobierno de Nicolás Maduro, como sucedió en el Chile de Allende.

Pero en Venezuela hay características singulares que bloquean ese plan de la derecha imperial. Mientras que en los países como Argentina y Brasil, los gobiernos progresistas no crearon estructuras intermedias de gobierno popular, en Venezuela, así no quieran reconocerlo incluso muchos que se llaman chavistas, la Revolución Bolivariana ha promovido, vía las misiones la organización de los movimientos sociales dentro de estructuras  relativamente estables que le dan  permanencia a dichos movimientos.

La política de los CLAPS efectivamente ha creado nuevas y efectivas cadenas de distribución de bienes de primera necesidad, que están controladas por aquellas estructuras populares. La política de los motores económicos promovida por el Presidente Maduro es, finalmente, una manera de poner fin al rentismo y la cultura petrolera que deformó a la sociedad venezolana. Estos cambios no se producen sin sufrimientos, pero finalmente favorecerán  el bienestar de las mayorías populares.

Por el contrario, las políticas neoliberales de ajuste económico como las que ofrece la derecha venezolana, la argentina y la brasileña, solo garantiza que la crisis económica la pagaremos los más pobres para enriquecer más a la minoría del 1% que, al igual que Lorenzo Mendoza, ya se han hecho multimillonarios apropiando tanto  la renta petrolera nacional como  nuestros salarios. ¿Dónde terminará todo? La crisis económica del capitalismo está empobreciendo a toda la población trabajadora mundial.

Al disminuir el consumo debido a la inflación inducida, se generan tendencias recesivas en la economía que terminarán, en Venezuela, por afectar incluso a los comerciantes y empresarios. A nivel mundial, el voraz proceso de acumulación de capitales por parte de la minoría rica dentro de la recesión económica, está creando enormes masas de dinero que no tienen donde invertirse, propiciando así una recesión mundial y una depreciación del dinero como mercancía.

De allí la necesidad de acelerar el derrocamiento de los gobiernos progresistas como los de Brasil, Argentina y Venezuela, donde existen grandes posibilidades de colocar el excedente de capitales ociosos y si valor real, a cambio de apoderarse de importantes recursos mineros,  agropecuarios e industriales, que si tienen valor económico real, los cuales serían su salvación. De allí la desesperación del gobierno de Obama, el Comando Sur y la OEA  expresada en  su “wishfull thinking”, su esperanza de que el gobierno de Maduro colapse y se desintegre Venezuela.

Pero ello no tiene visos de suceder., incluso con la crisis petrolera que ha afectado también  las ganancias de las transnacionales de USA y Europa. Por esa razón allí juega un papel importante la fortaleza de la situación de venezolana. Por causa de errores políticos cometidos reiteradamente durante muchos años por la Revolución, sobre todo en las áreas de cultura y económia, falló la consolidación de la conciencia  política en toda la población.

Parte de la misma, desmoralizada y atemorizada por la falta de confianza en la capacidad del gobierno revolucionario, votó el 6D por la derecha que le prometía arreglar todo el 7D, cosa que no sucedió y ni la derecha nacional y la transnacional dejarán que suceda antes de que sean capaces de derrocar al Presidente Maduro. Los intentos golpistas no tendrán éxito mientras la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y las Milicias Populares se mantengan fieles al proceso democrático bolivariano,  preparadas para dar y ganar cualquier tipo de guerra que nos proponga el imperio.

La amenaza imperial ha abierto el tiempo histórico de la hora de los pueblos, de la hora de los hornos donde se está cocinando la toma definitiva del poder por parte de los pueblos organizados. Las grandes movilizaciones populares que se suceden en Argentina, Brasil y Venezuela, por no hablar de las de Europa.

Contra los golpes neoliberales, auguran el nacimiento de una nueva aurora revolucionaria, comprometida con la transformación radical de la sociedad dominada hasta ahora por el capitalismo. Quienes hemos estudiado el proceso de la formación civilizatoria del capitalismo, nos damos cuenta que  su tiempo histórico está terminando.

Los mismos errores de las jerarquías capitalistas neoliberales, particularmente en Estados Unidos y la Comunidad Europea, han minado las bases de su poder hegemónico y fortalecido dialécticamente las de su opuesto donde figuran como principales representantes Rusia, China y sus aliados, nosotros incluidos. ¡No desesperemos, ya se vislumbra la victoria final! ¡Vamos con el pueblo!

(‘)Profesores Titulares Jubilados UCV. Profesores de la Escuela Venezolana de Planificación.

Caracas 15 de Mayo de 2016.

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En Argentina, escandaloso editorial de Clarín contra la gratuidad y el libre acceso a las universidades públicas

Luego de que 40.000 docentes y estudiantes llenaran las calles porteñas por la educación y las universidades públicas, el editorialista Ricardo Roa atacó el derecho a la educación.

Sábado 14 de mayo de 2016

A lo largo del texto Roa hace uso del sentido común para justificar políticas educativas dignas del modelo pedagógico pinochetista: meritocracia, elitismo y disciplinamiento para “mejorar los resultados”.

En primer lugar, el editorialista se deshace en elogios por el regreso de los aplazos ya que así “comenzarán a tomarse en serio las evaluaciones”. De este modo, hace apología de una línea pedagógica meritocrática que niega la desigualdad social y la responsabilidad del Estado por ella, culpando a los estudiantes y sus familias por los “resultados educativos”. Pierre Bourdieu, en su libro Los Herederos, describe claramente cómo estos mecanismos del sistema educativo, fusionados a un discurso liberal individualista, legitiman las desigualdades sociales preexistentes. Es la versión ilustrada de “si sos pobre es porque sos vago”.

En un sentido similar, defiende el fallo del juez Cayssials que dio lugar al pedido de amparo del rector peronista de la Universidad de la Matanza que objetaba el ingreso irrestricto, amparándose en la autonomía universitaria. Ataca directamente el derecho a la educación durante toda la vida al preguntar con indignación “qué país en el mundo y con nuestro nivel de pobreza permite que el acceso a la universidad sea libre y gratuito”, parece preocuparle mucho que la clase obrera pueda acceder a la universidad pública.

Para justificar semejante ataque retoma el argumento menemista de que “los pobres cuyos hijos no llegan a la universidad deben pagar igual los impuestos para sostener instituciones de una calidad dudosa”. Parece olvidarse de que a los fondos buitres este año se le pagó dos veces y media el presupuesto anual de todas las universidades públicas. Si la preocupación fuese cambiar la regresividad del sistema impositivo, claramente la mejor opción sería crear impuestos a las grandes fortunas y no arancelar las universidades públicas.

Para terminar, se despacha contra los docentes por el rechazo a las evaluaciones externas estandarizadas. Cínicamente Roa afirma que “los gremios docentes son incapaces de aceptar evaluaciones y de trabajar en base a ellas para mejorar los resultados”. Lo que no dice es que los docentes ya son evaluados, lo que en realidad plantea es que se cambie progresivamente por un sistema de evaluación con premios y castigos que responsabilice a la docencia de la crisis y sobrecargue aún más su trabajo, bajo la amenaza de perder la estabilidad laboral.

Para detener el ajuste educativo y los ataques discursivos, se vuelve cada vez más necesario convocar a una jornada nacional de lucha por la educación pública con paro de todos los niveles, donde se abra el debate y se fortalezca la organización.

Cuando los estudiantes y los trabajadores de la educación salen a las calles, no solo discuten salarios, tan indispensables para pensar la educación. Son críticos y no se conforman con la educación que tenemos. Las evaluaciones, tanto de estudiantes como de docentes, deberían considerar el conjunto de los factores sociales y económicos, además de una metodología de evaluación constante, con jornadas pedagógicas para abrir el debate desde abajo y compartir experiencias. Un factor importante a la hora de pensar la evaluación docente es el acceso a formación constante, gratuita y en servicio, sobre la base de nuevas y mejores condiciones de trabajo en una jornada de 6 horas de trabajo con salario mínimo igual a la canasta familiar y un tope de 4 horas frente a clase para que el trabajo administrativo-pedagógico sea garantizado y remunerado. También es necesario conquistar el boleto educativo gratuito para avanzar en la gratuidad y declarar la emergencia de la educación pública dedicando una partida presupuestaria extraordinaria a partir de afectar las ganancias empresarias.

Es el camino de la lucha y organización por la educación pública, que han revitalizado los estudiantes y docentes universitarios, el que podrá poner de en pie un sistema educativo público, laico y gratuito desde los 45 días que busque garantizar la igualdad de oportunidades educativas en una sociedad sin explotados ni explotadores.

Fuente del artículo: http://www.laizquierdadiario.com/Escandaloso-editorial-de-Clarin-contra-la-gratuidad-y-el-libre-acceso-a-las-universidades-publicas

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