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Pequeñas luces en el camino

Por: Elisabeth de Puig

La actual pandemia nos emplaza de manera impostergable a la construcción de una sociedad de deberes y derechos. Para esos fines, la única forma de salvar una sociedad aquejada por males que hoy estallan en nuestra cara es la mejoría sustancial del índice de desarrollo humano, que ha sido dejada de lado por nuestros sucesivos gobiernos. 

Es innegable que la deuda social acumulada a lo largo de décadas pesa de manera abrumadora sobre nuestros hombros, a pesar de todos los sistemas de compensaciones, con el clientelismo imperante de por medio.

Pagamos y pagaremos caro el precio de vivir en una sociedad que funciona a dos o tres velocidades distintas y donde las desigualdades molestan solo cuando se hacen patentes y afectan el bienestar -o la tranquilidad- de los sectores más acomodados.

Nuestros gobiernos, principalmente los del PLD que traían consigo esperanzas de cambios sociales, han fallado lamentablemente en su deber de crear sistemas de atención primaria y de salud eficaces.

Tampoco usaron el 4% para lograr una educación de calidad que permita forjar ciudadanos responsables y críticos, capaces de rechazar el clientelismo, los barrilitos, la compra de votos, prácticas que mantienen sumisa una gran parte de nuestra población.

La educación integral y de calidad hace parte de los derechos humanos y de los derechos de la niñez que incluyen, entre otros, el derecho a la educación, a la recreación, al agua, a la alimentación, así como el derecho a la participación que es la base de esta educación ciudadana de calidad que hace tanta falta hoy en día.

En la Fundación Abriendo Camino, el programa de participación es un eje innovador que permite crear futuros liderazgos y elevar la conciencia de cientos de niños, niñas, adolescentes y de sus familias que se benefician de sus programas educativos y de protección.

El derecho a la participación se ejerce en la Fundación a través de un parlamento que sesiona desde hace varios años de manera regular y lanza propuestas dirigidas tanto a la institución como al sector de Villas Agrícolas.

Gracias al trabajo que se viene realizando, y que ha recibido el apoyo de Save the Children y de la Unión Europea, este importante eje pretende reforzar la idea que el verdadero liderazgo se ejerce a través del servicio y, específicamente, del servicio a la comunidad.

En los tiempos que atravesamos, los niños y niñas que viven en situaciones precarias en un sector vulnerable donde la mayoría de los moradores no respetan la cuarentena y se burlan del toque de queda, habían preparado propuestas para la próxima sesión del Parlamento que quisiera compartir por ser pequeñas luces en el camino.

Dannary, 8 años. “Mi propuesta es de hacer una jornada de prevención de enfermedades virales como coronavirus, dengue y chikunguña. Mis amigos están muy preocupados por el Covid-19 y queremos saber cómo protegernos nosotros mismos. Queremos ayudar a los niños a no entrarse los dedos en la boca, a lavarse bien las manos y tratar de no tocar nada innecesario…”

Ariel, 8 años. “Mi propuesta tiene que ver con el coronavirus. Tenemos que ayudar a las personas de la tercera edad para que no tengan que salir a la calle. Hagamos una red de voluntarios para ayudarles a hacer compras, a buscar medicamentos y llamarlos por teléfono para que no se sientan solos. O sea, ayudarlos con todo lo que tengan que hacer fuera de la casa para que no tengan que exponerse al virus. Necesitamos ser solidarios con las personas que están en más riesgo con este virus”.

Fedianny Michelle, 12 años. “Mi propuesta responde a la inseguridad que afecta a muchos niños del sector. Propongo que creemos una “Ruta Segura” con adultos de la comunidad que vigilen a los niños cuando pasan entre la escuela, las casas y la Fundación, además de otros lugares concurridos, para que no suframos más acoso por parte de algunos adultos en la calle. Podríamos involucrar a la Red de Adultos Seguros para la creación de la ruta”.

“Tanto adultos, jóvenes, como personas de la tercera edad están en las calles de Villas Agrícolas acosando a niños con sus palabras y gestos. A mí me pasó cruzando la acera del Liceo, a una amiga cruzando la acera de Polyplas, y suele pasar por la acera de la escuela Club Doce Juegos. En mi grupo todos mis compañeros nos desahogamos contando nuestras historias sobre el acoso infantil por parte de los adultos en la calle y en las aceras”.

Orlenny Féliz, 10 años. “Mi propuesta trata del programa República Digital, que no ha llegado a todas las escuelas de esta comunidad. No está en la escuela Club XII Juegos y generalmente (salvo en la Fundación Abriendo Camino), no tenemos la oportunidad de usar ninguna computadora. Tenemos una clase de Informática, pero no hay computadoras y muchos de nosotros tampoco tenemos acceso a una computadora en nuestra casa. Esto nos dificulta hacer las tareas. Además, no estamos aprendiendo una habilidad muy importante en el mundo de hoy”.

“Mi grupo le hace una llamada a República Digital y al Ministerio de Educación para que se expanda el acceso a este programa a todas las escuelas de este país. Mi propuesta es importante porque es un asunto de igualdad de acceso y muchos niños de Villas Agrícolas se están quedando atrás en el uso de la tecnología digital, lo cual va a impedirnos la búsqueda de empleo más tarde”.

Nicole, 9 años. “Estoy preocupada porque en Villas Agrícolas hay varios hoyos en la calle que vienen de construcciones y los motoristas no pueden pasar, matan a animales y ha habido heridos. Uno de estos hoyos está frente a la casa de mi tía, y su colmado ya no vende porque el tránsito por esa calle es difícil y la cerca del hoyo no deja que la gente vea el colmado. El hoyo ya tiene dos años y a veces dura un tiempo sin que nadie trabaje. Es un peligro para los niños de la comunidad. Es importante porque toda la gente que vive por ahí está afectada”.

Wendy, 11 años. “En vista de la problemática explicada por Nicole, propongo crear un Comité de Supervisión de Obras en Villas Agrícolas. Cuando habrá construcciones en el barrio, el comité preguntará por qué están construyendo o haciendo hoyos, cuánto tiempo va a durar y cuál ministerio es responsable. Luego, el comité podrá vigilar que la construcción no tome más que el tiempo necesario. Así, familias y negocios cerca de las construcciones no serán afectados más que lo necesario”.

Educar nuestra niñez para que se sientan comprometidos con su entorno, su barrio, y puedan identificar los males que los afectan es un primer paso hacia un cambio sostenible.

Dar la posibilidad a nuestros niños, niñas y adolescentes de reflexionar, enunciar claramente las problemáticas y llevar sus inquietudes a instancias políticas de decisión es el significado del Derecho a la Participación.

Las respuestas de los niños, niñas y adolescentes de Villas Agrícolas, producto de una labor tesonera y mancomunada, son pequeñas luces en el camino de la creación de ciudadanía. 

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8813545-pequenas-luces-en-el-camino/

Imagen:  Yuri_B en Pixabay

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El aprendizaje remoto enfrenta otro reto: el profesorado no está preparado para la enseñanza en línea

Por: Paola Estrada Villafuerte

El analfabetismo digital, la falta de planificación y la brecha educativa, son obstáculos para el profesorado en medio de una transición de aprendizaje de emergencia.

Desde mediados de marzo, el sistema educativo en todo el mundo ha tenido que tomar paso, sin alternativa o precedente alguno, hacia el mundo del aprendizaje en línea. La conversación entre organizaciones y autoridades en este rubro se ha abierto, discutiendo si la enseñanza remota de emergencia es la mejor opción para garantizar la continuidad de la educación como la conocemos. Distintas escuelas en nivel básico y superior se han apresurado en las medidas tomadas, dejando como consecuencia al alumnado y profesorado abrumados entretanto se define el rumbo más adecuado durante esta crisis.

La mayoría de las universidades se encontraban preparadas frente a esta transición virtual, con herramientas, sitios y rutas online ya previamente utilizadas durante su ciclo académico regular. Por otro lado, el nivel básico ha sido sorprendido con la desagradable experiencia que ha representado este cambio tan inesperado, siendo este un entorno totalmente desconocido para la mayoría de los docentes, quienes afirman no sentirse preparados para afrontar este desafío. “La injusta distribución de conectividad, así como la poca exploración de los docentes en plataformas digitales, quienes no saben aterrizar contenidos en un aula digital, son algunos de los obstáculos a los que se enfrenta la instrucción de niñas y jóvenes”, así lo plantea David Calderón, director ejecutivo de Mexicanos Primero, para el Sol de México.

Enseñanza online vs. Enseñanza remota de emergencia

En Estados Unidos, una encuesta nacional realizada por ClassTag, plataforma gratuita dedicada a la comunicación para escuelas, revela la preocupación que ha ido creciendo durante los últimos meses alrededor de las clases en línea y el profesorado de nivel básico. «El aprendizaje remoto en la educación temprana es un territorio desconocido», señaló Vlada Lotkina, cofundadora y directora ejecutiva de ClassTag, para Forbes. “Y esta encuesta muestra que los docentes, ahora más que nunca, necesitan el apoyo de la comunidad edtech para pasar por esta transición rápida y exitosamente”.

«El aprendizaje remoto en la educación temprana es un territorio desconocido».

Este reporte fue realizado en línea, y recolectó respuestas de más de 1,274 escuelas públicas y privadas en Estados Unidos. La mayoría de las profesoras y profesores encuestados pertenecían al nivel básico, siendo el 60 % proveniente de educación primaria y un 20 % de preescolar. El dato más alarmante de esta encuesta nos afirma lo que ya muchas sospechábamos: Más de la mitad de las personas encuestadas (56.7 %) afirma que no se sienten preparados para dar clases en línea. Cuando se les preguntó acerca del liderazgo que se ha tomado en esta transición crítica, el 43 % de docentes compartió que son ellos quienes han tomado la decisión de qué plataformas utilizar desde el cierre de escuelas. Esto trae una luz desfavorecedora al visualizar las herramientas más recurridas: el 68.8 % comparte documentos con sus alumnos, sólo uno de cada tres docentes planea utilizar grabaciones de video y menos del 13 % dice hacer uso de live streaming. Al indagar las aplicaciones que las personas encuestadas están manejando, la mayoría mencionó Google Drive y Google Classroom, mientras que ningún otro producto de instrucción remota logró obtener un porcentaje de utilización mayor al 10 %. “Muchos distritos se están apresurando hacia nuevas plataformas y están escaneando hojas de trabajo para que el alumnado los haga en línea, sin construir una educación atractiva y efectiva, lo que implica algo de estrategia”, dijo Richard Culatta, director ejecutivo de ISTE para The Hechinger Report.

Si la mayoría de los docentes en el nivel educativo temprano están principalmente apoyándose en este tipo de recursos, muy probablemente significa que no estamos preparados para lo que requiere un aprendizaje en línea eficiente. Intentar replicar horarios presenciales por este medio puede generar serios problemas en la relación que los estudiantes generen con el concepto de escuela vía online.

«El mayor problema es que no hay suficiente tiempo para realmente hacer la capacitación que un docente necesita para entender cómo enseñar en línea».

A esto podemos agregar que el profesorado encuentra que impartir su material por medio de clases en línea, es un método difícil para evaluar el desarrollo del alumnado. “Nosotros nos guiamos con la observación para dar una evaluación, al no observar a los niños y niñas es difícil hacer esa valoración de qué está ocurriendo con los aprendizajes”, asevera Aissa Reyes, supervisora escolar de preescolar en las región de Donato Guerra, Estado de México.

Entrenamientos sesgados

Expertas afirman que la generación, diseño e implementación de un método educativo en línea de calidad, puede tomar incluso un año. Caralee Adams menciona en The Hechinger Report que el profesorado debería, idealmente, contar con un entrenamiento a profundidad de semanas o incluso meses previo a lanzar un programa de aprendizaje en línea. Esta preparación debería contar con amplias estrategias para crear una enseñanza atractiva y una orientación frente a frente con las tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) necesarias para la experimentación de primera mano de lo que es ser un estudiante a distancia.

Idealmente, el sistema de educación temprana se habría adherido a los requerimientos necesarios para crear un programa funcional, pero dadas las circunstancias, más de 124,000 escuelas en Estados Unidos han tenido que establecer medidas sobre la marcha. La mayoría de los docentes tuvieron tan solo un acercamiento de unos cuantos días a las herramientas básicas de instrucción remota.  «El mayor problema es que no hay suficiente tiempo para realmente hacer la capacitación que un docente necesita para entender cómo enseñar en línea», dijo Jennifer Mathes, directora ejecutiva interina del Consorcio de Aprendizaje en Línea. “Ha sido mucho de resolverlo por nuestra cuenta», agrega Schloemer, de 49 años, que trabaja en la escuela primaria Riverside.

Apoyo en casa como parte fundamental 

El reporte de Class Tag mencionado anteriormente, expone ciertos puntos cruciales que se deberían implementar a la hora de incluir a las familias dentro del sistema educativo remoto:

  • Habilitar el acceso para todas las personas: ya que muchos hogares quedan sin acceso a computadoras, utilizar medios como mensajes te texto SMS, correo electrónico, aplicaciones o web, son un requisito previo para una transición exitosa.

  • Validar la comunicación con las familias: es fundamental que las familias comiencen a recibir información de inmediato una vez que se agrega su información de contacto.

  • Superar las barreras del idioma: el apoyo de las familias en las que su primer idioma no es el inglés, es una prioridad.

  • Compartir documentos y enlaces: de fácil acceso y múltiples formatos.

  • Iniciar una colaboración bidireccional interactiva: en un entorno remoto, no basta con expulsar información, el profesorado necesita un ciclo de retroalimentación efectivo con la capacidad de las familias para responder a anuncios o actividades.

  • Compartir videos y / o transmisiones

Igualmente, la Secretaría de Educación Pública de México (SEP), dice confiar en que las familias se apoyen en contenidos diseñados para establecer rutinas diarias en el hogar durante el confinamiento. Sin embargo, Germán Pérez, psicopedagogo y catedrático de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), mencionó que la educación a distancia representa un reto para los padres de familia, pues no sólo deben dedicar un tiempo para la orientación de sus hijos e hijas, sino también en las tareas diarias del hogar y el trabajo.

«Nuestra recomendación es que las escuelas hagan una pausa por un minuto y tomen un par de días para pensar en la experiencia de aprendizaje que desean crear».

Lamentablemente, ni semanas de preparación en materia de educación en línea, ni docentes expertos en TICs, podrán hacer frente a una realidad inevitable: la brecha digital que aísla al alumnado sin acceso a internet. «Me preocupa cuánto va a exacerbar la inequidad que ya existe», explica el profesor Aric Foster de 41 años. Miles de estudiantes provenientes de zonas rurales, se encontrarán totalmente desprovistos de herramientas para su aprendizaje, situación que se encuentra fuera de las manos de nuestros docentes.

Las expectativas no cumplidas en el área de educación temprana nos obligan a cuestionarnos si la continuación ininterrumpida del ciclo escolar es la mejor opción para el sistema educativo global actual. «Nuestra recomendación es que las escuelas hagan una pausa por un minuto y tomen un par de días para pensar en la experiencia de aprendizaje que desean crear», aclara Culatta, quien forma parte del Covid-19 Education Coalition. Por otro lado, es necesario señalar que nuestros profesores y profesoras se encuentran en una situación nunca antes vista, y la colaboración oportuna de todos aquellos que conforman el sistema educativo es necesaria. Eric Hudson, director de aprendizaje y diseño de Global Online Academy, dijo que debería haber una sensibilidad a los desafíos que enfrenta el profesorado y «una expectativa manejable de lo que es posible» a medida que se adaptan a las lecciones en línea mientras mantienen relaciones con sus estudiantes.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/profesorado-no-esta-preparado-para-educacion-online

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Un debate sobre los contenidos del curriculum. ¿Qué saberes son socialmente necesarios?

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El envés de la vida y de la educación

Por: Feliciano Castaño Villar

Este modelo de confinamiento homogeneizante reduce a la niñez a seres humanos en proyecto y de escaparate, aparca a las personas mayores o a cualquier otro colectivo que no sea considerado sano o productivo. Esta forma de monitorear el estado de alarma, ¿no encubre una concepción y atención muy miserable de la vida?

“Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”

Árbol de Diana (1962), Alejandra Pizarnik

Las fisuras estaban, la pandemia las ha atravesado de un hachazo.Las faltas y desatenciones se padecían en las residencias de mayores, que en unos días se han convertido en inhóspitos depósitos de cadáveres. Las mercaderías y carencias del sistema público sanitario se conocían, pero en unos días se ha contaminado, colapsado y transfigurado.Podríamos seguir, pero la intención es otra.

Por más que la huida hacia delante no cese, podemos detenernos y apreciar el vacío en el que vivimos. Lo ocurrido en las residencias de mayores subraya el desprecio absoluto por la vida. Cómo el lucro es incapaz de conservar lo más preciado que tenemos. Si una cultura se juzgara por cómo trata a sus personas mayores, a sus niños y niñas o a sus trabajadores y trabajadoras indispensables, ¿cómo valoraríamos esta cultura?

La infección, la pandemia, el confinamiento neoliberal, todo lo que vivimos es real. Y aunque tengamos una sensación de irrealidad, por primera vez nos está ocurriendo algo real. Nos está ocurriendo algo a todas juntas y al mismo tiempo, reflexiona Alba Rico. Pero esta experiencia de la pandemia y el confinamiento son radicalmente desiguales.

La pandemia provocada por este virus de origen animal no se trata de un fenómeno aislado, sin historia, ni contexto económico y cultural alguno. Responde a un modelo de producción y consumo, a un tipo de ganadería industrial, como explica Rob Wallace. No lo sepultemos entre tanta desinformación y sobreinformación, sea tecnocrática o producida por el espectáculo de telepredicadores liberados.

La infección, la pandemia, el confinamiento neoliberal, todo lo que vivimos es real. Aunque tengamos una sensación de irrealidad, por primera vez nos está ocurriendo algo real.

Mientras el gobierno nos quiere indulgentes y serviles, el papel de las ultraderechas está embarrado de torpeza institucional, despreciando el dolor de millones y en una ofensiva constante de desestabilización con noticias falsas, insultos, discurso de odio y política de troll. Necesitamos iniciativas ciudadanas que exijan información clara, rigurosa y veraz con potencia como para revertir y consolidar un pacto democrático contra el odio, la desinformación y el bulo (fascismo) en la red.

Las reglas del confinamiento se fabrican desde la horma del mercantil urbanismo de Madrid, junto a su mirada adultocéntrica, marcial, patriarcal, etnocéntrica y un soberbio corte de clase social. Mientras las compras por internet no paran, las camas y los equipos de protección sanitarios no están disponibles. Amazon y Netflix llegan a máximos históricos en Wall Street, Glovo y Deliveroo-Unilever multiplican los servicios, Blackstone hace la mayor compra de activos en Europa, BlackRock se reclama como comisario de políticas post-crisis. ¿Ya vamos viendo quién toma posición en el nuevo orden mundial?

Como nos sugiere Bruno Latour, ahora que el mundo se ha detenido preguntémonos: ¿qué cosas son importantes? Y señalemos con ello: ¿qué oficios y trabajos esenciales para la vida hemos devaluado y convertido en salarios y condiciones laborales de birria?

Este modelo de confinamiento homogeneizante reduce a la niñez a seres humanos en proyecto y de escaparate, aparca a las personas mayores o a cualquier otro colectivo que no sea considerado sano o productivo. Esta forma de monitorear el estado de alarma, ¿no encubre una concepción y atención muy miserable de la vida?

Y ¿qué pensar de esa gran ausente, la educación como fundamento, en el debate? ¿Cuánto tiempo mantendremos la captura del, interesado y estéril, debate procedimentalista entre educación innovadora versus tradicional? ¿Por qué admitimos que el bienestar de la niñez y la educación ocupe el último lugar de lo esencial? ¿Por qué aceptamos el uso partidista que se hace de la educación y la incapacidad de los representantes políticos para asumir sus responsabilidades?

¿Dónde queda ante Google, WhatsApp, ZoomVideo… el control democrático de la educación pública, la autonomía profesional, los derechos del profesorado y estudiantes, el seguimiento local de las comunidades sobre sus escuelas…?

¿Cuánto peso supondrá esa cultura docente donde evaluar es calificar, devorando cual ogro al más débil? ¿Cuánta desigualdad, polarización, naturalización de la incapacidad y segregación somos capaces de generar? ¿Cuántos claustros se arrojaron al teletrabajo serial del programa de septiembre, sin parar, sin pensar, sin escuchar, sin comprender y sin rehacer su quehacer, con el fin de cubrir su expediente?

¿Cuántas cesiones de autoridad y datos se hemos entregado a actores tecnológicos privados, corporativos y globales? ¿Dónde queda ante Google, WhatsApp, ZoomVideo… el control democrático de la educación pública, la autonomía profesional, los derechos del profesorado y estudiantes, el seguimiento local de las comunidades sobre sus escuelas? ¿Asumiremos por siempre la evidencia de la imprescindible cooperación científica y en abierto, y la miseria democrática y social que suponen las patentes?…

Cerrar escuelas y centros de servicios sociales puede ser razonable, pero sin otras medidas que atiendan necesidades supone un abandono para las familias y personas más vulnerables.

Dos lecciones del magisterio de Illich y Freire que reviven: menos es más y la alfabetización ha de ser una lectura/escritura crítica de la realidad.

Cerrar escuelas y centros de servicios sociales puede ser razonable, pero sin otras medidas que atiendan necesidades supone un abandono para las familias y personas más vulnerables. El teletrabajo se materializa para una parte, pero no es real para todo el mundo.

La escuela, aún a distancia, es un proyecto social colectivo, que exige construir desde lo común. Existe un riesgo de desnaturalizar, más aún, la escuela hacia el gerencialismo organizacional de la empresa o el Teaching to the test. En democracia, la escuela es ante todo un lugar abierto de encuentro entre diferentes, con capacidad de agitar el aprendizaje de la autonomía recíproca, el debate, la cooperación, la ayuda mutua, así como de aprender a pensar, investigar, analizar, razonar, crear, dudar y cuestionar.

Es urgente oponernos al darwinismo social, ecocidio, autoritarismo y a la competencia, rechazar las consignas que pretenden hacer de la nueva educación un sucedáneo autorregulado de técnicas de gestión para competir.

Es urgente oponernos al darwinismo social, ecocidio, autoritarismo y a la competencia. Rechazando esas consignas que pretenden hacer de la nueva educación un sucedáneo autorregulado de producción de técnicas de gestión para competir. Es decir, una servidumbre voluntaria y adaptativa que nos lleva indefectiblemente al éxito del ocaso.

Sabemos del pasado que una política pública democrática, social y educativa exigente requerirá no sólo de dinero público, también de un gran tejido social de mareas, movimientos, sindicatos, partidos, asociaciones y colectivos para empujar hacia la democratización de cada una de las transformaciones y prácticas que necesitamos.

El desafío principal son los vínculos; entre nosotros, con la apertura al otro, la solidaridad, la fraternidad; y la equidad con la naturaleza. ¿Y si hiciéramos del confinamiento una experiencia compartida del mundo? Porque como dice Enric Casasses, “desde que estamos en casa encerrados se ha agudizado la sensación de estar a la intemperie”. Desprovistos de esos lugares comunes, como la escuela, donde lo conjuntivo prevalece frente a lo conectivo, donde se unen y comparten conocimientos, ideas, dudas, experiencias, sentimientos propios y colectivos, aprendiendo a decir “yo” y a hacer “nosotros”.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/enves-vida-educacion

Imagen: AkshayaPatra Foundation en Pixabay 

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Coronavirus: ética y tecnologías del futuro

Por: José Carlos García Ramírez

 

A la memoria de las y los galenos caídos en cumplimiento de su amor a la hermana humanidad ante el Covid-19.

A las enfermeras, urgenciólogos, camilleros, personal de intendencia, médicos, paramédicos, administrativos de México y de todo el mundo por ser verdaderos héroes, patriotas y humanistas.

A ellos y ellas, por siempre respeto y eterno agradecimiento. 

 

La peste

Hoy en día los habitantes del planeta Tierra atravesamos una larga noche lúgubre: el cautiverio, en la mayoría de la gente, ha servido para interrogarse a sí mismo sobre su historia de vida particular, familiar, laboral, pero también sobre la condición humana, la fragilidad de la vida y de cómo será el mañana una vez que se reanuden paulatinamente las actividades cotidianas. Es seguro que ya no seamos los mismos: o bien, aprendemos a ser responsables y generosos o volveremos a la “normalidad” pasada para seguir siendo brutales y mezquinos.

Probablemente en los meses y años por venir nos enfrentaremos a otro tipo de peste: la peste emocional, es decir, no sólo las epidemias biológicas amenazan sino también las morales. Las epidemias morales muestran lo peor de las sociedades, lo nauseabundo de la condición humana. Comentaba, en su obra “La náusea”, el filósofo francés, Jean Paul Sartre: “El infierno está en la avaricia mezquina de aquellos hombres que infectan todo con prédicas misántropas: sálvate y olvídate del resto”.

El Coronavirus desnuda la fragilidad humana, exhibe la tremenda corrupción de gobiernos depredadores de los sistemas de salud pública, muestra la inmoralidad de las innovaciones científicas y tecnológicas puestas al servicio de fines militares ecocidas/genocidas y demuestra cómo el género humano quiere caer en un pozo sin fondo al destruirse a sí mismo.

Cuando pase la peste virulenta, lo deseable es que los pueblos del orbe nunca olviden la primera lección letal de este siglo provocada por el Coronavirus. Albert Camus, novelista argelino-francés, en su célebre novela “La peste”, decía: “El único medio de hacer que la gente esté unas con otras es mandarles la peste”.

¿Por qué sólo en las tragedias o en las catástrofes, el ser humano puede ser capaz de ayudar y dar la mano al prójimo? Las pandemias o las pestes, tienen que aparecer para que el humanoide aprenda a valorar la vida. No es el odio ni la indiferencia las que salvan, sino la compasión y cooperación las que humanizan.

Tiempos difíciles

“No hay nada tan fuerte ni seguro durante una crisis en la vida como la verdad”, decía Charles Dickens, al denunciar a quienes provocan enfermedades y pobreza.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron y su homóloga la Primera Canciller de Alemania, Angela Merkel, defensores del sistema vigente, han reconocido que en cuanto pase la pandemia, habrá que pensar y hacer cosas para reducir la explotación de la naturaleza, combatir los experimentos científicos con humanos y otras especies, así como generar mejores condiciones de vida para sus ciudadanos.

Recientemente, la República Popular de China, una vez que lograron reducir la curva de contagios y decesos provocados por el Coronavirus, emitió una enmienda constitucional al Artículo 35 en donde se exige promover una “comunidad de destino compartido para toda la humanidad”. La China comunista que en la práctica tiende al capitalismo, tendrá que definir en el futuro inmediato una nueva economía política: ¿será posible lograrlo ante la lucha hegemónica por los mercados mundiales, frente a Estados Unidos y Rusia?

Jean Jacob Rousseau, advertía que los seres humanos son fuertes si están juntos y débiles si están separados. El pacto social es fundamental para restablecer relaciones de convivencia. Con el Coronavirus, pareciera descubrir algo relevante: urge un “contrato social mundial”. Los problemas mundiales requieren una solución mundial, acordada entre todos los países. Sólo así se podrá ir desprivatizando la salud, la educación, el esparcimiento lúdico, los fármacos, las tecnologías.

Decía Gandhi, no hay peor enfermedad que la pobreza. La agencia de políticas de desarrollo, Oxfam, presente en 94 países y asesorada por científicos del MIT (Massachusetts Institute of Technology), proporcionó en el 2019 los siguientes datos: el 1% de la humanidad controla más de la mitad de la riqueza del mundo. El 20% más rico posee el 94,5% de esa riqueza, mientras que el 80% debe conformarse con el 5,5%. Es una profunda desigualdad que traducida éticamente significa una injusticia perversa.

Ética y tecnologías del futuro

A la famosa TINA (There Is No Alternative), “no hay alternativa” de la cultura del capital, debemos confrontar una TIaNA (There Is a New Alternative), “hay una nueva alternativa”. Si hasta ahora la prioridad estaba centrada en la riqueza acumulada en pocas manos a costa de la expoliación de la naturaleza y del desprecio del trabajo humano, en esta segunda será la vida en su gran diversidad, también la humana con sus muchas culturas y tradiciones la que organizará la nueva forma de habitar la Casa Común.

Es impensable para el futuro pensar la ética sin desarrollo tecnológico y viceversa. La ética no es un catálogo de buenas intenciones, ni mucho menos se reduce a perspectivas individuales o subjetivas locuaces de que cada quien define lo bueno y malo. La ética es reflexión y acción sobre las cosas que hacen que la vida humana y de todo ser vivo sea reproducida, respetada a partir de principios factibles necesarios para la sobrevivencia y sostenibilidad de la Tierra.

Toda praxis política, cultural, económica y tecnológica tienen que ser direccionadas por principios éticos. Son éstos últimos los que empezarán a definir el futuro de la humanidad.

Seguramente habrá una gran discusión de ideas sobre qué futuro queremos y qué tipo de Tierra queremos habitar. Con el Coronavirus sobre la espada del mundo, se tiene que definir qué futuro estaremos dispuestos a construir: felicidad o tragedia, desarrollo humano para todos o riqueza para pocos, capitalismo “natural” y “verde” o procesos emancipatorios de tercera generación como pronostican Alain Badiou y Slavoy Zizek.

Ciencia, tecnología e innovación no deberán estar más al servicio de producir “cucherías” y artículos de confort los cuales contaminan y destruyen el planeta.  El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, ha dicho con razón: “tendremos una ciencia no al servicio del mercado, sino el mercado al servicio de la ciencia”. Pero hoy, ante el contexto pos-pandémico (Covid-19), añadiría: “ciencia y tecnología al servicio de la vida”.

No saldremos de la pandemia del Coronavirus como entramos. Seguramente habrá cambios significativos en las tecnologías, tal vez incluso estructurales. Se buscará energías alternativas a las fósiles, menos impactantes para los ecosistemas. Se tendrá más cuidado con la atmósfera, las aguas y los bosques. La protección de la biodiversidad será fundamental para el futuro de toda la comunidad de la vida.

Es imposible imaginar transformaciones realizadas de un día a otro. Es comprensible que las fábricas y las cadenas de producción quieran conservar modelos eficientistas y agresivos para el trabajo y la naturaleza, los cuales no serán aceptables.

Deberán someterse a un proceso de reconversión en el que todo el aparato de producción industrial y agroindustrial, deberá incorporar el factor ético-ecológico como elemento esencial. La responsabilidad social de las empresas no es suficiente. Se impondrá la responsabilidad socio-ecológica como imperativo categórico.

Enrique Fernández Fassnacht, ingeniero y fisicoquímico mexicano, en su artículo “Una mirada a los desafíos de la educación superior en México”, señala acertadamente: “El reto, para el presente y para los años por venir, es resolver esos problemas desde una perspectiva integral, sostenible y sistémica, que facilite que los beneficios de este nivel educativo se extiendan a todos los sectores sociales y económicos”.

Hoy más que nunca la independencia tecnológica mexicana tiene que constituir un pilar central en el proyecto nacional mexicano. Depender de tecnologías y patentes extranjeras por siempre, hacen que el futuro quede cercenado y no se tenga capacidad para enfrentar los retos que pueden poner en riesgo no sólo la economía del país, sino la vida de los mexicanos. Las tecnologías para la salud son un área de oportunidad olvidada.

El Coronavirus es un buen maestro de la historia: exige tener conciencia de la responsabilidad interpersonal, tecnologías adecuadas para futuras mutaciones de virus y estrategias factibles, como dice, Fernández Fassnacht, donde la educación y la apropiación social del conocimiento estén al servicio del desarrollo nacional, así como de la integración mundial por construir una Casa Común para los ciudadanos de este planeta.

*   Tecnológico de Estudios Superiores de Chimalhuacán/Instituto McLaren de Pedagogía Crítica: mzen357@yahoo.com.mx

Fuente: El autor escribe para OVE

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¿Qué puede venir después del coronavirus?

Por: Leonardo Boff

Muchos lo han visto claramente: después del coronavirus, ya no va a ser posible continuar el proyecto del capitalismo como modo de producción, ni del neoliberalismo como su expresión política. El capitalismo sólo es bueno para los ricos; para el resto es un purgatorio o un infierno, y para la naturaleza, una guerra sin tregua.

Lo que nos está salvando no es la competencia –su principal motor–, sino la cooperación; ni el individualismo –su expresión cultural–, sino la interdependencia de todos con todos.

Pero vayamos al punto central: hemos descubierto que el valor supremo es la vida, no la acumulación de bienes materiales. El aparato bélico montado, capaz de destruir varias veces la vida en la Tierra, ha demostrado ser ridículo, frente a un enemigo microscópico invisible que amenaza a toda la humanidad. ¿Podría ser el Next Big One (NBO), el que los biólogos temen que va a llegar, “el gordo˝, “el próximo gran virus” que pueda destruir el futuro de la vida? No lo creemos. Esperamos que la Tierra siga teniendo compasión de nosotros y nos esté dando sólo una especie de ultimátum.

Dado que el virus amenazador proviene de la naturaleza, el aislamiento social nos ofrece la oportunidad de preguntarnos: ¿cuál fue y cómo debe ser nuestra relación con la naturaleza y, más en general, con la Tierra como Casa Común? La medicina y la técnica, aunque muy necesarias, no son suficientes. Su función es atacar al virus hasta exterminarlo. Pero si continuamos atacando a la Tierra viva, “nuestro hogar con una comunidad de vida única”, como dice la Carta de la Tierra (Preámbulo), ella contraatacará de nuevo con más pandemias letales, hasta una que nos exterminará.

Sucede que la mayor parte de la humanidad y de los jefes de estado no son conscientes de que estamos dentro de la sexta extinción masiva. Hasta ahora no nos sentíamos parte de la naturaleza ni tampoco como su parte consciente. Nuestra relación no es la relación que se tiene con un ser vivo, Gaia, que tiene valor en sí mismo y debe ser respetado, sino de mero uso según nuestra comodidad y enriquecimiento. Estamos explotando la Tierra violentamente, hasta el punto de que el 60% de los suelos han sido erosionados, en la misma proporción los bosques húmedos, y causamos una asombrosa devastación de especies, entre 70-100 mil al año. Esta es la realidad vigente del antropoceno y del necroceno. De seguir esta ruta vamos al encuentro de nuestra propia desaparición.

No tenemos otra alternativa que hacer, en palabras de la encíclica papal “sobre el cuidado de la Casa Común”, una conversión ecológica radical. En este sentido, el coronavirus no es una crisis como otras, sino la exigencia perentoria de una relación amistosa y cuidadosa con la naturaleza. ¿Cómo implementarla en un mundo que se dedica a la explotación de todos los ecosistemas? No hay respuestas listas. Todo el mundo está a la búsqueda. Lo peor que nos podría pasar sería, después de la pandemia, volver a lo de antes: las fábricas produciendo a todo vapor, aunque con cierto cuidado ecológico. Sabemos que las grandes corporaciones se están articulando para recuperar el tiempo perdido y las ganancias.

Pero hay que reconocer que esta conversión no puede ser repentina, sino gradual. Cuando el presidente francés Macron dijo que “la lección de la pandemia era que hay bienes y servicios que deben ser sacados del mercado”, provocó la carrera de decenas de grandes organizaciones ecologistas, como Oxfam, Attac y otras, pidiendo que los 750.000 millones de euros del Banco Central Europeo destinados a remediar las pérdidas de las empresas se destinaran a la reconversión social y ecológica del aparato productivo, en aras de un mayor cuidado de la naturaleza, así como de más justicia e igualdad sociales. Lógicamente, esto sólo se hará ampliando el debate, involucrando a todo tipo de grupos, desde la participación popular hasta el conocimiento científico, hasta que surjan una convicción y una responsabilidad colectivas.

Debemos ser plenamente conscientes de una cosa: al aumentar el calentamiento global y aumentar la población mundial devastando los hábitats naturales, acercando así los seres humanos a los animales, éstos transmitirán más virus a los que no seremos inmunes, que encontrarán en nosotros nuevos huéspedes. De ahí surgirán las pandemias devastadoras.

El punto esencial e irrenunciable es una nueva concepción de la Tierra, ya no como un mercado de negocios que nos coloca como sus señores (dominus), fuera y por encima de ella, sino como una superentidad viviente, un sistema autorregulado y autocreador, del que somos precisamente su parte consciente y responsable, junto con los demás seres como hermanos (fratres). El paso de dominus (dueño) a frater (hermano) requerirá una nueva mente y un nuevo corazón, es decir: ver a la Tierra de manera diferente, y sentir con el corazón nuestra pertenencia a ella y al Gran Todo. Unido a ello, el sentido de inter-retro-relación de todos con todos y una responsabilidad colectiva frente al futuro común. Sólo así llegaremos, como pronostica la Carta de la Tierra, a “un modo de vida sostenible”, y a una garantía para el futuro de la Vida y de la Madre Tierra.

La fase actual de recogimiento social, puede significar una especie de retiro reflexivo y humanista, para pensar en tales cosas y nuestra responsabilidad ante ellas. Es urgente, y el tiempo es corto, no podemos llegar demasiado tarde.    

Publicado originalmente en: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=981

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/pandemia-y-aprendizajes/8813037-que-puede-venir-despues-del-coronavirus/

Imagen: Marion en Pixabay

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Infancia y sociedad: Fátimas

Por: Andrea Bárcena

Dulcísima Fátima, no te vamos a olvidar. Y haremos que el gobierno tampoco te olvide, ni olvide a ninguna de las niñas que como tú siguen y seguirán muriendo a manos de monstruos desalmados, hasta que la justicia y la política lo impidan. Tus asesinos, Fátima, fueron capturados gracias a vecinos y a tu familia; si no hubiera sido por ellos, no los hubieran agarrado.

Porque a pesar del aumento de estos delitos, el gobierno de la Ciudad de México y el gobierno federal parecen ciegos ante la tragedia de niñas, niños, mujeres y hasta bebés que desaparecen a voluntad de delincuentes impunes. Vamos a exigir estrategias de prevención de esos delitos con protocolos impecables; vamos a exigir que no pisen más las esperanzas, hasta que logremos construir un auténtico gobierno democrático que ame a toda la gente: niños y viejos, indígenas y científicos, ricos y pobres, mujeres y hombres, artistas y estudiantes.

Entonces se podrá construir la Plaza de la Memoria, llena de jacarandas y prados para que niñas y niños jueguen sin peligro. Ahí se erigirá una estatua en tu honor, que te evocará con tu pelito de ángel como emblema de niñas mártires; otra por los nenes calcinados en la guardería ABC; habrá una más para los estudiantes de Ayotzinapa. Y en las áreas de piso de cemento, para que nadie los borre, nombres insertos de metal de mujeres asesinadas en los –para entonces– superados años del horror. Las niñas que ya conocen tu historia, Fátima, te recordarán.

Miedo y Orgullo. La casualidad puso en mis manos el escrito de una niña de ocho años (a pedido de su maestra) sobre el orgullo de ser mexicanos: “Yo quiero y no quiero a mi país, porque la creatividad y el amor nos hacen mejores, pero cómo vivir en un país donde matan, asesinan, secuestran. Eso no es vivir, es morir, horrible sentimiento. Yo no tengo orgullo de ser mexicana. No es un país de felicidad; díganme cómo no morirse de miedo cuando pasa algo como el caso de la pequeñita a la que una señora recogió en la escuela y la mataron… y le tocaron sus partes íntimas. No es un país feliz, no tengo sensación de vivir, tengo mucho miedo de pasar esa experiencia…”

En la infancia habla nuestro espíritu. El pasado 30 de abril hice un recorrido y observé un aumento de menores que, a pesar de la pandemia o quizá debido a ella, piden ayuda para comer en las calles de la Ciudad de México.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/09/opinion/018o1pol
Imagen: Free-Photos en Pixabay
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