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Ante el eje del mal (viral), repensar el sur ante el mundo muy diferente de la pospandemia

Gobernantes, políticos y líderes nacionales y mundiales de la derecha ultramontana, entre ellos los aún jefes de gobierno Donald Trump (EE.UU.), Boris Johnson (Reino Unido) o el imitador Jair Bolsonaro (Brasil), han sobrepasado todas las fronteras de la ineptitud en su gestión de la pandemia del COVID-19, constituyendo un eje viral en el mundo.

Con su gran capacidad histriónica de mentir continuamente y de desviar la atención de los ciudadanos de un país que ya es líder mundial en contagios y muertes por la pandemia, Trump anunció que EEUU suspendió temporariamente la transferencia de fondos para la Organización Mundial de la Salud.

Acusado de ignorar las advertencias de sus propias agencias de inteligencia sobre la gravedad del virus y de no actuar de manera oportuna, Trump dijo que «los retrasos que experimentó la OMS al declarar que una emergencia de salud pública costó un tiempo valioso, enormes cantidades de tiempo”. Y acusó a la OMS de oponerse a las prohibiciones de viaje y de repetir la propaganda del gobierno chino de que el virus no se podía transferir de persona a persona.

Anunció que su administración revisa lo que él describió como el papel «desastroso» de la organización, a la que acusó de «encubrir» el brote del coronavirus en China«La realidad es que la OMS no pudo obtener, examinar y compartir información de manera oportuna», dijo Trump. «La OMS falló en su deber básico y debe rendir cuentas».

Trump ha acusado a casi todos –desde China, la OMS, el expresidente Barack Obama, los gobernadores, los medios de comunicación– por su propio fracaso al responder a la crisis sanitaria. “Él, básicamente, se declaró rey Trump”, le respondió el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, donde la cifra de muertos superó los diez mil.

En 2002 el entonces presidente George Bush entabló la guerra contra lo que llamó “el eje del mal” (Irak, Irán y Corea del Norte) para insertar esa idea en el imaginario colectivo de los estadounidenses y del mundo y así justificar la invasión a Irak  (y luego muchas otras). Veinte años antes Ronald Reagan había calificado a la Unión Soviética como “el imperio del mal”.

Respaldado por medios como el Wall Street Journal, el 24 de marzo, en  su campaña contra la cuarentena, sacrificó el confinamiento general en el tabernáculo de la “destrucción” económica del país y de la amenaza de una “grave recesión”. El tendal de muertos y contagios se agranda cada día: más de 600 mil casos y 26 mil fallecidos.

Pero Trump, Johnson y Bolsonaro no son los únicos: Alexander Lukashenko, dictador de Belarus (diez millones de habitantes), dice que no hay que cambiar nada en el cotidiano, y por eso determinó que todo siga igual. Combatir el coronavirus es sencillo, explicó: basta con hacer sauna y beber vodka. Y Gurbanguly Berdinuhamedow, en Turkmenistán (seis millones de habitantes), adoptó una decisión bastante más radical: prohibió expresamente que se pronuncie o escriba la palabra coronavirus.

Patoteros opacos, bufones brillantes e irresponsables sin redención, los califica Eduardo Febbro desde París.

Siguiendo el negacionismo del gobierno de Estados Unidos, varios países de América Latina, con gobiernos neoliberales, han demorado la puesta en marcha de medidas de aislamiento, condenando a un eventual genocidio. Es el caso de Brasil, de Ecuador, de Chile, de Colombia, donde la ciudadanía pide urgentes medidas contra el virus -con cacerolazos en las noches- y son los movimientos sindicales y sociales quienes salen en auxilio de la población más necesitada.

La crisis sanitaria producida por la pandemia muestra la debilidad de un sistema mundial regulado para beneficiar a sectores minúsculos de la población y desamparar a las grandes mayorías: carencia de infraestructuras científicas y médicas y la consecuente desprotección de los más vulnerados. ¿Es debilidad o todo está fríamente calculado?.

Los grupos monopólicos de poder globalizado poseen agendas ajenas a los grandes problemas de la humanidad: la salud, los derechos humanos básicos, el trabajo, el medio ambiente, la violencia institucionalizada, la disparidad de género o las guerras no aparecen como problemas acuciantes que deben ocupar el centro de las preocupaciones políticas y/o económicas. Para el neoliberalismo financiarizado, estas temáticas son analizadas sólo como oportunidades de negocios, explica el sociólogo argentino Jorge Elbaum.

Las cifras de contagio y muerte revelan una geografía de clases donde los más pobres  son los más devastados. Son primero víctimas no del virus, sino de la mayor desigualdad económica y social de las últimas nueve décadas. La epidemia es la tapadera perfecta para un golpe a las libertades. Algunas decisiones que están tomando estos días los poderosos,  nos acompañarán por años.

Acaparamiento, compras masivassubidas astronómicas de precios, mientras el desempleo se multiplica y se reducen los salarios de aquellos que aún conservan sus trabajos. La gente reacciona con histeria porque los políticos irresponsables minan la fe en la ciencia y en los medios de comunicación. Será difícil aprender a confiar otra vez.

El Covid 19 puso en descubierto, en todos los países que se basan en la lógica del mercado, la precariedad de la salud pública y la ausencia del Estado y de la planificación, con un “mercado laboral” desregulado, precarizado y mercantilizado en extremo, con niveles de desigualdad y pobreza económica, habitacional y energética que conforma el eslabón más débil de la sociedad.

Mientras un importante número de petroleras, aerolíneas y sectores industriales se enfrentan a posibles bancarrotas (y quizá a una mayor concentración del sector), las economías de plataformas, los servicios de telecomunicaciones, han tenido crecimientos sobresalientes junto con las grandes corporaciones trasnacionales de la biotecnología y de desarrollo farmacéutico.

Quizá esta nueva crisis no indique necesariamente un colapso del sistema capitalista, pero sí, al menos, una nueva  puja por el cambio en las manos que lo conducen.  Principalmente, dos sectores de la economía están transitando un acelerado crecimiento y son los que se alimentan de la vanguardia en ciencia y tecnología: el de las telecomunicaciones y el biotecnológico-farmacéutico.

En Francia, primer destino turístico del mundo con 90 millones de viajeros en 2019, y vecino de Italia y España, el presidente Emmanuel Macron recién empezó a diseñar medidas preventivas fuertes a mediados de marzo cuando dijo en la televisión “estamos en guerra”, dos días después de realizar la primera vuelta de elecciones municipales (la segunda vuelta la suspendió).

Pero la realidad es que los hospitales franceses llevan años de huelgas y movimientos sociales en protesta por mejoras de salarios y contra su desmantelamiento y la privatización encubierta de la salud.

En Gran Bretaña, sordo ante los reclamos de la comunidad científica, el conservador Boris Johnson, recién decretó la cuarentena el 23 de marzo tres días antes que él y su ministro de Sanidad, Matt Hancock, empezaron a sentir los primeros síntomas de la enfermedad, que ya cobró 12 mil víctimas fatales.

En Brasil, Jair Bolsonaro propuso plegarias, misas en los templos en un enfermizo negacionismo de la cuarentena pese a las medidas propuestas por su ministro de Salud (y que por suerte implementaron gobernadores de diferentes estados), lo que le valió que los militares de su gabinete asumieran la conducción de la batalla viral.

Los pálidos triunfos ante la pandemia se han debido a las medidas preventivas tomadas a tiempo, la capacidad de intervención colectiva del Estado, la ciencia y los servicios públicos. El hospital y la salud pública pasaron de ser el presupuesto a eliminar según las recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, a convertirse en salvadores posible, creíble, el único amparo ante el tsunami del virus.

Cuando ya debiéramos pensar en cómo serán las sociedades pospandémicas, en cómo reconstruir nuestros países, nuestras sociedades, incluso nuestras soberanías, pareciera que -¡al fin!- las miradas ya no se dirigen al norte.

La tarea es la de redescubrir nuestro sur, mirarnos en nuestro propio espejo, vernos con nuestros propios ojos. Hay que repensar todo: quizá todo el conocimiento adquirido sirva para saber que no va a servir para las próximas décadas, cuando sea necesario olvidarse de la inserción en el mercado mundial, para afianzar una política agroalimentaria que garantice la alimentación y supervivencia de nuestros pueblos.

No podemos seguir con los mismos versos, con las mismas consignas. Hay que comprender que aquel mundo del que hablábamos hasta hace una cuarentena ya no existirá más. La tarea es redescubrirnos desde el sur, el de la solidaridad, las culturas plurales, la innovación humana, la defensa de la naturaleza, partiendo de un nuevo pensamiento crítico para un mundo que será muy distinto al que aún soportamos hoy.

No pensar en oportunidad de negocio, como es la lógica capitalista, sino en la oportunidad de salvar vidas.

Fuente: https://rebelion.org/ante-el-eje-del-mal-viral-repensar-el-sur-ante-el-mundo-muy-diferente-de-la-pospandemia/

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Coronavirus y educación

Luis Hernández Navarro

Los tiempos del coronavirus han permitido tomar una radiografía del estado de salud de nuestro sistema de educación básica pública. Lo que la placa muestra es muy delicado: el sistema está infartado y la mayoría de los funcionarios que están al frente no tienen idea de cómo enfrentar la crisis. Su respuesta ha sido burocrática, insensible y desinformada.

La situación es inédita. Vivimos tiempos de incertidumbre, temor y desconfianza. Sin embargo, las autoridades educativas, en lugar de tomar medidas para atenuarlas, las exacerban. Encerrados en sus casas, niños, jóvenes y maestros que estudian en escuelas públicas deben seguir o impartir, por órdenes oficiales, como si fueran días normales, cursos en línea, preparar clases, hacer tareas, presentar exámenes y elaborar reportes.

Casi nada de lo que estudian, reportan y enseñan tiene que ver con la zozobra que viven, con los miedos que los acechan o con las dudas que los asaltan. Los contenidos educativos que deben memorizar y las pruebas que tienen que resolver pertenecen a un mundo aparte, que no tiene nada que ver con lo que sucede en el mundo.

Pequeños llenos de energía y muchachos desbordantes de testosterona pasan días y noches encerrados en cuatro paredes, muchos en viviendas precarias. Casi la mitad de los capitalinos viven hacinados. Y, en lugar de que la Secretaría de Educación Pública (SEP) les proporcione estímulos o materiales para dejar de lado ansiedad y tedio, los carga de trabajo absurdo, los somete a evaluaciones sin sentido y anuncia fechas de regreso a clases (30 de abril) que nada tienen que ver con la realidad.

Las autoridades pretenden mantener el proceso de enseñanza a través de la educación a distancia. Pero eso no funciona. La iniciativa es viable solamente para una parte muy pequeña del sistema educativo. Según la Unesco, en México sólo 10 por ciento de los docentes de primaria y secundaria están calificados para enseñar a través de la tecnología (https://bit.ly/2XF3TA7).

Esto es así porque la inmensa mayoría de maestros del país se formaron como mentores frente a grupo en el aula, no para impartir clases digitales. Así han ejercido durante años. Aunque educación presencial y en línea parezcan similares, son muy diferentes. Requieren capacidades, destrezas, entrenamiento, materiales y soportes diferentes. Y la inmensa mayoría de docentes no ha recibido formación para trabajar en modelos de enseñanza virtual.

Muchos maestros no participan en redes sociales. No son pocos los que las rechazan. Si acaso, utilizan WhatsApp y, en menor medida, Facebook. Los que forman parte de ellas, tienden a ser más bien consumidores que generadores de contenido. No todos tienen equipo de cómputo personal o teléfonos inteligentes. Menos aún en zonas rurales. Con frecuencia, sus computadoras son viejas, sus celulares lentos y el servicio de Internet al que tienen acceso es de muy poca capacidad. Saben usar Word, PowerPoint y Excel, pero no mucho más.

Muchos de los programas para promover las habilidades digitales realizados en sexenios pasados, como Enciclomedia, fueron más una oportunidad de negocios para empresarios y funcionarios, que herramientas de formación efectivas. Aún sobrevive en algunas escuelas parte del equipo inservible de Enciclomedia, como si fueran restos fósiles de algún animal prehistórico.

La brecha comienza en las aulas. De acuerdo con el INEE, durante el ciclo escolar 2016-17, sólo 44.4 por ciento del total de escuelas primarias del país contaba con al menos un ordenador para uso educativo y de éstos sólo 68.7 por ciento tenía conexión a Internet (https://bit.ly/2JYYR9y).

La iniciativa de mantener las clases en línea excluye del proceso de enseñanza a la mitad de la población escolar. Muchos estudiantes de familias de escasos recursos carecen de equipos de cómputo y conectividad. Según el Inegi, en 2019 sólo 44.3 por ciento de los hogares contaba con ordenadores y 56.4 por ciento tenía acceso a Internet. Apenas 44.6 por ciento del total de usuarios de computadora la usan como apoyo en la escuela (https://bit.ly/2VhMlXW).

La SEP pretende ahora que la educación a distancia se realice a través de las herramientas que ofrece Google para Educación y YouTube. Para acceder a ellas habrá que crear cuentas y perfiles en plataformas. La medida, otro paso en la ruta de la privatización educativa, permite a G Suite tener acceso gratuito a los datos de los usuarios, entre otros, nombre, edad, centro de trabajo, cursos que imparte, ubicación geográfica y número de celular. No es asunto menor. La recopilación y venta de datos es el negocio que más crece en Estados Unidos.

En un momento de grandes incertidumbres como el de hoy, la SEP debería brindar a alumnos, padres de familia y maestros tranquilidad, y dejar a un lado su obsesión de poner el centro en controles y evaluaciones (como lo denunciaron los maestros de la Ciudad de México). Debería anunciar con claridad que las clases se reanudarán cuando las autoridades sanitarias consideren pertinente, retomando el plan de estudios donde se quedó el 20 de marzo (o en la fecha en la que cada entidad comenzó la cuarentena).

@lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/14/opinion/018a1pol

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Gestionar el conocimiento educativo en tiempo de crisis

Evaristo Gonzalez

La situación actual provocada por la pandemia del Covid-19 que sufrimos es tan nueva que resulta más fácil criticar que adoptar decisiones urgentes (difíciles y arriesgadas), sean médicas, sociales, económicas, educativas, de orden público o de cualquier otro ámbito. Los datos, las informaciones, los conocimientos y los desconocimientos de todo tipo se siguen acumulando a medida que pasan los días. Las actuaciones preventivas (que se han dictado o no), las investigaciones que se impulsan para encontrar vacunas y para curar a las personas enfermas, las medidas profilácticas, las repercusiones físicas, psicológicas y sociales de tantos días de confinamiento (a menudo en espacios reducidos), las crisis del mundo económico, laboral y empresaria, todo el conjunto nos transmiten informaciones que se han de convertir en aprendizajes. Información, comunicación, conocimiento y desconocimiento: cuatro escalones que hemos de ir subiendo para continuar adelante en la llamada Sociedad del Conocimiento.

Estados

Las nuevas realidades obligan a dar respuestas, nuevas o antiguas, pero necesarias para superarlas y aprender. En todos los ámbitos de las organizaciones existen muchos conocimientos que se han de saber gestionar cada día. Hay de muchos tipos y uno ahora es muy necesario: el conocimiento y la comunicación en situaciones de crisis.

En el mundo educativo es muy importante pararse y, a partir de ahora, pensar en cómo comunicar y gestionar los hechos educativos cuando no hay presencia física debido al cierre de los centros. Hemos buscado soluciones rápidas y hemos pasado de las clases presenciales a las virtuales en muy pocas horas. Las respuestas han cubierto un vacío educativo destacado a una necesidad básica que funciona con un ritmo y rutinas concretes, donde el contacto presenciales es más que importante. Ahora podemos reafirmar muchos aspectos, uno de los cuales es la importancia del contacto físico entre la comunidad educativa (docentes, alumnado, familias y resto de personal y entidades), con las interacciones imprescindibles que no pueden cubrir las herramientas digitales. Todos nos echamos de menos.

Realidades

La gestión del conocimiento en educación a menudo pasa desapercibida, cuando la actividad docente diaria trabaja con datos, informaciones y conocimientos en organizaciones con una imagen de marca, una tradición, una comunidad de personas y de prácticas, unos retos, un público y una presencia en los entornos digitales.

Durante estos días de confinamiento los centros educativos, en general, y las direcciones, en particular, siguen inmersos en realidades cambiantes, con informaciones que se actualizan periódicamente y a veces son confusas, con autoridades políticas a veces desorientadas debido a las circunstancias y a las luchas de poder, con consignas educativas abstractas y sin las concreciones prácticas que se esperan. Y con las soluciones de urgencia que se encuentran y estas provienen del mundo digital, cuando a menudo este casi es ajeno a muchos centros educativos en su día a día. Educar en tiempos de incertidumbre es difícil pero hemos de acostumbrarnos. Las consecuencias también afectan al alumnado y a las familias. Aumentan las preguntas sin respuesta y, en una sociedad digital donde la queja es fácil y viral, la sensación de desconcierto puede desvirtuar el gran trabajo que muchas personas se esfuerzan en llevar a cabo.

Ante una crisis como esta hemos de aprender desde la reflexión, con un sentido positivo, analizando las realidades y acudiendo a expertos que saben cómo afrontar situaciones que le son próximas, sea en el ámbito que sea. Por otro lado, la experiencia de cada uno, compartida, ayudará a buscar las mejores soluciones. Tenemos la gran oportunidad de construir temas educativos a partir de hechos de la actualidad. Son enseñanzas competenciales, en este caso, desde la más trágica actualidad. ¿Qué mejor aula?

Aportaciones

Desde la humildad de quien investiga el tema desde hace años, observa desde la práctica de un centro educativo y aprende de quien enseña, aportamos algunas sugerencias por si pueden servirnos de pauta para gestionar tantos conocimientos en los actuales momentos de crisis:

  • Las personas: son momentos de dudas, de miedos, de enfrentarse a situaciones de muerte, enfermedades o síntomas en el confinamiento (a menudo en espacios reducidos), con amenazas laborales y económicas para el futuro. La empatía y la resilencia son conocimientos y actitudes que hemos de aprender, practicar y transmitir; más que los aprendizajes online curriculares. Si no nos encontramos bien es difícil aprender. Y si hay alumnado que no puede comer, aún peor.
  • Las informaciones: en momentos de crisis se prioriza la claridad, la rapidez y la transparencia. Hay que evitar la confusión, las noticias falsas y la sobrecarga. La comunidad educativa quiere saber cómo actuar. La información ha de ser fiable, ha de partir de fuentes que lo sean y no de la viralización de las redes sociales ni tampoco de los rumores o fuentes no siempre bien informadas. Su credibilidad la aportan las autoridades y quien tiene responsabilidades, no los comentarios de cualquiera.
  • Los canales: han de ser unos concretos, conocidos y de fácil acceso. Vehiculan las informaciones. Profesorado, alumnado y familias deben saber a dónde dirigirse: para recibir información, para interactuar en clases virtuales, para saber dónde son las actividades. La dispersión genera dificultades ante tantas webs, plataformas, apps, recomendaciones desde todos los sectores. Todo no se puede utilizar a la vez para aprender. De entrada, quien gestiona el conocimiento es el profesorado. En todo caso, hoy hay conocimientos disponibles en todas partes y ampliarlos está al alcance de todos.
  • La comunicación: profesorado y alumnado siguen avanzando en clases que han adoptado otro formato. Pueden ser un conjunto de actividades, a menudo con explicaciones previas o sin ellas. ¿Y si no se entienden, no se saben responder o no llegan a todos según sus ritmos de aprendizaje? Se buscan soluciones con muchos esfuerzos y dedicación de tiempo. Hay docentes y alumnos que nunca habían trabajado tantas horas al día. Echan en falta las clases presenciales. Pero se atreven con los encuentros por videoconferencia, un nuevo formato para comunicarse y aprender, con reglas concretas e interactivas: Meet, Jitsi, Skype, Hangaout, Zoom, FaceTime, Houseparty han triunfado y sin tener que consultar tutoriales. Según algunas reflexiones desde la práctica, implican más puntualidad en las reuniones, se ve mejor la necesidad de hablar una persona cada vez (sin interrupciones), la figura de quien coordina juega un gran papel y también se concreta más en cada intervención, con un ahorro de tiempo global. El conocimiento, por tanto, es más eficaz. En algún momento deberíamos socializar todo lo que hemos aprendido con el uso y abuso de tantas herramientas y qué efectos nos han provocado. ¿El mundo digital puede suplir al mundo presencial? ¿Cómo complementarlo en la educación obligatoria?
  • El teletrabajo: no es lo mismo que el trabajo presencial. Ahora no se combinan los dos, uno intenta suplir al otro. Lo hemos descubierto con intensidad y con muchas horas ante las pantallas. Por otro lado, el horario habitual de la clase no hay que trasladarlo a los dispositivos. Tampoco el formato. Quizá ahora está siendo una buena oportunidad para romper franjas horarias, para estimular el trabajo colaborativo vía Google Drive u otras herramientas, para entusiasmarse con investigaciones y proyectos, para poner en practica o descubrir la importancia del grupo, desde las decisiones consensuadas y del potencial de una metodología que pide la sociedad.
  • Las respuestas: profesorado y familias quieren interactividad, que se les explique y se les respondan las dudas. Es cierto que el acto reflejo, impulsivo y rápido (al alcance de todos gracias a las herramientas digitales) de preguntar sin leer o sin pensar genera muchos mensajes y pérdida de tiempo. Con informaciones claras y cortas se ayuda mucho a disminuirlo o evitarlo. Si bien el tiempo es limitado, siempre se debería responder. Es de mala educación no hacerlo, aunque sea tarde.
  • El liderazgo: en situaciones de crisis, quien tiene la responsabilidad ha de ejercer de líder, con proximidad, seguridad y buen ejemplo. Líder para adoptar decisiones, para coordinar las actuaciones de los centros educativos en formato online, para acercarse a compañeros, compañeras, alumnado y familias creando un clima de apoyo mutuo. Se le acumularán más preguntas que posibles respuestas ante tantas incertidumbres, su horario se prolongará pero su satisfacción se centrará en ponerse en el lugar del otro y ayudarle.
  • La excepcionalidad: ¿podemos enseñar todos los conocimientos pendientes del curriculum como si no pasara nada? El momento presente es más que una asignatura vital. Jamás hasta ahora habíamos estado confinados, nunca habíamos buscado tanta salvación educativa en Internet (con una importante brecha digital, enemiga de la equidad), o visto tan cerca la importancia de la colectividad en contra del aislamiento, la fuerza de la comunidad educativa, el valor del profesorado presencial y su interactuación con el alumnado, la repercusión en nosotros de la anulación de un derecho como es la libertad de salir a la calle, el miedo a un virus invisible, la demostración de nuestra vulnerabilidad y debilidad, la importancia de los actos cotidianos muy restringidos ahora. O la mejora de la calidad del aire que respiramos, los animales más libres en su medio natural, la limpieza de las calles por la disminución de viandantes y el sonido de los balcones cada día a las 20 horas. ¿No nos parecen bastantes conocimientos y muy competenciales en tan poco tiempo? Quizá a partir de ahora aparecerá una nueva ciudadanía, o bien será la antigua pero con el refuerzo de los valores humanos de siempre. Que no se nos olvide todo transcurrido cierto tiempo.

Crisis como esta son difíciles de gestionar, hemos de aprender de situaciones desgraciadas, con el sufrimiento de familiares que tiene personas enfermas o que han perdido a sus seres queridos sin poder despedirse de ellos. Todas y todos estamos de duelo, es necesario buscar estrategias que nos ayuden a manifestarlo, a entenderlo y a superarlo. El acompañamiento y la educación emocional nunca han sido tan fundamentales. Son conocimientos que deberemos tener muy presentes, más allá de cualquier crisis.

The post Gestionar el conocimiento educativo en tiempo de crisis appeared first on El Diario de la Educación.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/15/gestionar-el-conocimiento-educativo-en-tiempo-de-crisis/

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Coronavirus: de la crisis sanitaria a la educativa

Algunas “pistas” para abordar la cuestión en educación media.

Celsa Puente

_ Este texto nació del intercambio valioso que mantengo a diario con muchos colegas, pero es necesario señalar especialmente que la profesora Valeria Di Píramo ofreció con mucha generosidad varias de las ideas aquí presentadas._

El 13 de marzo Uruguay ingresó a los países que debieron tomar medidas con respecto a la pandemia mundial del coronavirus. Hasta esa fecha, todos los uruguayos vivimos como si estuviéramos mágicamente exonerados de la cuestión mundial. Es una actitud que tenemos con más frecuencia de lo que podemos asumir conscientemente. Habitualmente nos sentimos diferentes del resto del mundo, incluso de quienes son muy parecidos a nosotros, como ocurre con los ciudadanos del otro margen del Río de La Plata. Tenemos cierta jactancia de nuestra condición. Es cierto que somos pocos, que tenemos un país pequeño y hay algo de la dimensión de lo humano que, a pesar de los pesares, siempre nos hace sentir que podremos sobrellevar con dignidad las desgracias más definitivas.

Hasta el 13 de marzo –ese viernes inolvidable– todos creíamos que estábamos salvados en una suerte de inmunidad “a la uruguaya”, pero la realidad se encargó de mostrarnos que no somos tan especiales como creíamos, ni permaneceremos al borde de la ruta que el coronavirus inició a fines de diciembre, con intenciones claras de atravesar el mundo.

Ese fin de semana sirvió para tramitar el estado de estupefacción en el que algunos quedamos y comprender que aunque el epicentro de la enfermedad estuviera durante los meses de diciembre y enero en China –espacio exótico a nuestros ojos, en el punto geográfico opuesto al nuestro–, el virus se venía trasladando. A fines de febrero, el epicentro geográfico pasó a ser Italia y luego España. Esa cercanía debió alertarnos, pero no reaccionamos, y el lunes siguiente a la aparición de los primeros casos en Uruguay, las preguntas empezaron a surgir en forma desbordada. ¿Qué haremos los educadores sin poder asistir a los centros educativos a menos de 15 días de iniciados los cursos? ¿Cómo sostendremos una práctica pedagógica a distancia para cuidar la salud de todos, pero aprovechando el tiempo de estar en casa en condiciones de confinamiento?

Las señales no se hicieron esperar y la reacción de un conjunto de docentes fue inmediata. Se pusieron en marcha en forma espontánea mecanismos variados, echando mano de la amplia variedad de herramientas que están disponibles, con la intención inicial de cuidar el vínculo con los estudiantes.

La suspensión de la posibilidad de concurrir a los centros educativos abrió el desafío de sumergirnos en el vínculo educativo virtual. Sin lugar a dudas pesaron en esta reacción inmediata del profesorado los antecedentes memorables del trayecto realizado por Plan Ceibal, no sólo porque desde 2007 en Uruguay se realiza el reparto de dispositivos de uso personal a escolares, liceales y docentes, sino porque –incluso– algunos liceos cuentan con dispositivos de uso institucional (notebooks y tablets) que ofician como instrumentos fundamentales. Plan Ceibal también incursionó en la formación de los docentes y propuso desde siempre que la tecnología debía estar al servicio de la pedagogía, y aunque muchos docentes venían postergando la incursión al mundo de la virtualidad como complemento del trabajo en clase, la idea ya estaba sembrada en nuestras cabezas y nuestros corazones. Esta aseveración no pretende negar que existen quienes resisten con fortaleza y desmerecen el trabajo en línea por múltiples causas, que pasan por su propia resistencia a actualizarse, a pensar en lo nuevo, a repensar su rol en un “espacio” diferente al del aula material, y también, en una lectura desde el campo profesional de quien escribe, por el temor siempre vigente y más propio de un libro de ciencia ficción que de la realidad: ser sustituidos por las máquinas. Hoy estamos frente a una situación límite, Plan Ceibal hizo su tarea formidable y esa labor muestra sus efectos en una circunstancia como esta.

Uruguay tiene una condición adicionalmente buena para los vínculos virtuales: es un país con fuerte conectividad a internet. Tenemos internet disponible en forma gratuita en los espacios públicos, en plazas y centros educativos. El problema que se suscita ahora es fundamentalmente la restricción de circulación y la imposibilidad de trasladarse a esos espacios. Sin embargo, inmediatamente se abrió la posibilidad de contar con cinco gigas gratuitos en los celulares que dependen de la empresa estatal Antel como forma de dar una respuesta rápida que facilitara el uso de los dispositivos móviles.

Es necesario puntualizar que, aun con las buenas condiciones enunciadas, con el excelente trabajo previo llevado adelante por Plan Ceibal y con conectividad disponible, la presencialidad es un rasgo indiscutible a la hora de pensar en las relaciones pedagógicas, sobre todo con niñas, niños y adolescentes, y si bien es cierto que hay algunas experiencias muy valiosas de ofrecimientos educativos sostenidos en la virtualidad –o al menos en la semipresencialidad–, en su gran mayoría están dirigidos a la población adulta.

El escenario de la llegada de la covid-19 a nuestro país pone en jaque esa tradición presencial en las aulas y propone un aislamiento físico que pretendemos que no se traduzca en aislamiento social y mucho menos pedagógico, pero que debe resolver el aprendizaje de los y las adolescentes sin que medien, al menos por un tiempo, las instancias presenciales.

La Semana de Turismo ha oficiado como bisagra entre las primeras semanas del año lectivo en que se suscitó el surgimiento de propuestas virtuales a la manera de un volcán, en el que cada docente hizo uso de los soportes y mecanismos que conocía y que le parecieron más adecuados para mantener las actividades de clase, y una situación que parece extenderse inexorablemente por lo menos durante este primer semestre del año. Deberán, por tanto, existir coordenadas claras y una buena planificación pensando escenarios familiares variados, así como una comunicación eficaz que oriente a las familias y que permita prevenir el peor efecto que toda esta situación seguramente generará si no se trabaja con mucha planificación y mensajes definidos: la desvinculación estudiantil.

Algunas consideraciones imprescindibles

El primer aspecto es el que refiere a la comunicación: comunicar claramente a través de los medios masivos toda la información relacionada al funcionamiento y organización que tendrá el desarrollo de los cursos durante este primer semestre del año. Para ello consideramos necesario usar todos los medios masivos, como los canales de televisión abierta, las radios y la prensa en general, a los efectos de asegurar la llegada a todas las familias. Si no se trabaja con eficacia es inevitable que la desvinculación de los estudiantes sea la característica de este año educativo. Uruguay ha hecho un recorrido muy importante en la última década en relación al desarrollo conceptual de la educación media como derecho humano fundamental; es imprescindible rescatar y reforzar el trabajo que se viene haciendo y recordar el compromiso de Estado de que todas las personas de hasta 17 años deben estar incluidas en algún centro educativo. El primer paso es, entonces, informar para erradicar la confusión inicial y brindar información de calidad que oriente tanto a las familias como a niños, niñas y adolescentes. Muchos adolescentes aún no han incursionado en las plataformas educativas ni han tenido vínculos de ningún tenor con sus centros educativos y sus profesores. Es imprescindible salir a recuperarlos, y el camino del regreso se realiza con comunicación clara que no admita dobles interpretaciones.

Para complementar los mensajes a través de los medios masivos, es necesario armar “mesas de ayuda” destinadas a aclarar dudas de las familias. Pensamos en equipos receptores de consultas por medio de correo electrónico y de líneas telefónicas en días y horarios definidos. Estas deberán ser atendidas por el personal liceal: funcionarios administrativos, secretarios y todo el personal de docencia indirecta (adscriptos, preparadores de laboratorio, profesores orientadores bibliográficos, etcétera). Para que funcionen correctamente es necesario instruir a la población a través de campañas en los medios. Cada persona que realice su consulta debe contar con los datos precisos que resultan imprescindibles: nombre completo del alumno, cédula de identidad y grupo. También es necesario que exprese con claridad y brevedad su problema, por ejemplo: “No tengo conexión a internet”, “Mi hija tiene la ceibalita rota”, “No sabemos cómo acceder a las plataformas”, “No ha podido conectarse con sus profes”.

Surgirán seguramente los problemas relacionados con el hardware, por lo que será necesario disponer del préstamo de todas las ceibalitas que están asignadas a los centros educativos y que, en este momento, están inutilizadas, y ofrecer temporariamente otras de las que el propio Plan Ceibal pueda disponer. También es imprescindible generar una alianza entre la Facultad de Ingeniería y Plan Ceibal y la propia Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información para reparar con rapidez todos los equipos que no funcionan o que puedan tener fallas.

Dar respuestas claras, generar un marco de acción común, cuidar la desvinculación y salvaguardar a nuestros estudiantes de la soledad y la endogamia familiar parecen ser hoy imperativos que no admiten demora.

Pero es claro que, si bien los aspectos materiales son significativamente importantes, es necesario organizar la gestión y la práctica pedagógica. Hemos perdido por ahora la contextura edilicia, pero la educación es mucho más que lo edilicio. En el caso de los liceos, hay que retornar a las coordinaciones –que ya muchos centros realizan– en días y horarios que ya estaban establecidos por medio de alguna de las plataformas que habilitan a muchos participantes (como el caso de Zoom), por una parte porque restablecer el contacto con colegas es siempre necesario, pero además hay que generar espacios para evacuar dudas y planificar actividades en equipo. La virtualidad suele dejarnos cierta sensación de soledad que hay que erradicar provocando el encuentro con colegas. En el caso del trabajo por asignatura, consideramos que realizar salas virtuales por zonas y/o centros educativos, con el liderazgo de la inspección de cada uno de los campos del saber, permitirá sistematizar experiencias valiosas y recoger los modos de trabajo que cada profesional va descubriendo. Dejar en cualquier caso los canales de comunicación abiertos siempre: correo electrónico, líneas telefónicas específicas, Whatsapp, etcétera.Es necesario señalar que nada podrá prosperar si no existe una redefinición clara de objetivos en relación al curso y cada una de las asignaturas, sin desconocer que el gran objetivo transversal en esta situación es sostener el vínculo con los estudiantes.

Por otra parte, cada centro debe contar con figuras responsables por liceo de todo lo referido a la tecnología y sus usos, para que canalicen dudas y vehiculicen la comunicación entre estudiantes y docentes a los efectos de organizar el trabajo. En el caso de los liceos dependientes del Consejo de Educación Secundaria (CES), contamos con el Profesor Orientador en Informática y Tecnología Educativa (POITE). En su perfil, aprobado por el CES el 13 de noviembre de 2014, se establece que una de sus funciones esenciales es constituirse en un “facilitador” para acercar la tecnología al resto de la comunidad educativa, para promover su uso y colaborar en los desafíos pedagógicos que implican su incorporación al aula. Investigará y asesorará al resto de los actores institucionales sobre el uso de los distintos recursos digitales existentes, las potencialidades que tienen y las habilidades que requiere su uso (CES, Resolución del Expediente 3/15662, 13/11/2014). Hoy su lugar ha tomado un valor especial, pues muchos colegas educadores necesitan de la presencia de estas figuras para recibir orientación en relación al uso de plataformas y otras herramientas posibilitadoras del encuentro con el grupo.

De la experiencia espontánea nacida de la buena disposición de los docentes en estas primeras semanas se confirmó que, si no se organizan los encuentros, pueden acumularse múltiples demandas para los estudiantes, y se corre el riesgo de provocar el efecto contrario al deseado, pero también de sobrecargar de tareas a los educadores. Creemos que es imprescindible posibilitar el contacto virtual con frecuencia semanal para generar hábitos, completar explicaciones o aclarar pautas y consignas de los trabajos propuestos en un horario bien planificado. Pensamos en un espacio en el que hacer devoluciones, socializar dudas, inquietudes y avanzar en algún contenido que sea esencial para continuar proponiendo actividades para la semana siguiente. Por eso aconsejamos respetar el horario de clase. En caso de lograr el encuentro sincrónico con los estudiantes, por medio de alguna plataforma que habilite el encuentro a la manera de una “presencia virtual”, sería deseable que la grabación quedara habilitada al menos 48 horas después de la clase para posibilitar que aquellos estudiantes que por problemas técnicos o imposibilidad de contar con un dispositivo para acceder al contacto cuenten con el tiempo adecuado para acceder a la clase. Es necesario pensar en todos y dejar de tener discursos que sólo vayan orientados a niños, niñas y jóvenes de clase media. Se hace imprescindible incorporar en los diseños con sensibilidad la situación de muchos estudiantes de clases bajas que están acuciados por infinidad de problemas; la conectividad, la disponibilidad de un espacio en el hogar y la propia pobreza formativa de los adultos que los rodean son apenas una aproximación a las grandes problemáticas que deben asumir cotidianamente. “La piola se corta siempre por el lado más débil”, expresa un famoso dicho popular, y todos sabemos que el lado débil de la piola siempre es el de la educación, máxime en estas condiciones. Por lo tanto, si nos proponemos abordar todo el abanico de situaciones diversas de nuestros jóvenes y tener claro que nada debe impedir que todos los estudiantes uruguayos estudien, debemos tener en cuenta que si se agotaron los caminos por medio de la tecnología, ya sea porque no se pudo resolver la conectividad en el hogar; la conectividad es limitada y son muchos miembros en la familia; no hay suficientes dispositivos, o cualquier otro impedimento, es necesario recurrir a métodos más tradicionales. Quizás pueda implementarse una modalidad en papel, armando “paquetes” con actividades fotocopiadas que puedan ser entregados quincenalmente. Cada paquete debe tener las mismas actividades o equivalentes a las que los otros integrantes del grupo hacen en línea.

Entre el 16 de marzo y el 5 de abril hemos visto muchos videos motivadores realizados desde los centros educativos. Algunas de estas producciones fueron hechas por los profesores y equipos de directivos y adscriptos para convocar a los estudiantes y mitigar la soledad. “Estamos contigo”, repiten los protagonistas de una de estas producciones, como frase que se reitera para dar lugar a la presencia adulta aunque parezca invisible. Otros fueron un poco más explícitos, de discursos más largos y forjados desde la aclaración de la situación, dando indicaciones para adherirse a los nuevos formatos y soportes educativos. Asumir “lo que toca”, dice un video argentino que se viralizó, “ya sabemos que no es justo”, “nunca es un momento propicio para lo que toca […] por eso decimos que “toca” porque te embate, te embiste, te trastoca […].

La situación parece más compleja aún con un Codicen que no termina de conformarse y unos consejos desconcentrados aún sin nueva integración, en los que las autoridades salientes parecen “congeladas” y las entrantes, aún no nombradas, no tienen investidura para actuar. Esto se constituye en un obstáculo importante. La rapidez a la hora de dar directivas puede ser determinante para aprovechar el caudal que los docentes ya demostraron tener, para así organizar un semestre de trabajo que sea fértil y permita sostener el sistema educativo a pesar de la pandemia. Aun cuando se maneje en el discurso el regreso a clases presenciales en las localidades rurales –que tampoco se constituyen en un universo uniforme, pues hay centros con pocos alumnos y otros con muchísimos–, la realidad es que esta pandemia aún no da tregua y pasará mucho tiempo antes de que podamos habitar el aula como solíamos hacerlo. Dar respuestas claras, generar un marco de acción común, cuidar la desvinculación y salvaguardar a nuestros estudiantes de la soledad y la endogamia familiar parecen ser hoy imperativos que no admiten demora. La gestión, los mensajes claros y el aprovechamiento de la capacidad tecnológica del país, junto con el compromiso de los educadores, parecen constituir un escenario excelente si se actúa con la rapidez y la precisión que las circunstancias reclaman.

Celsa Puente es profesora de Literatura y fue directora del Consejo de Educación Secundaria.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2020/4/coronavirus-de-la-crisis-sanitaria-a-la-educativa/

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El virus que cambió el mundo hace 500 años

Por: Atawallpa Oviedo Freire

Hace 500 años, junto con los conquistadores europeos, llegaron a Abya Yala (Amerindia) varios virus, como la viruela y el sarampión, que de acuerdo a la mayoría de estudiosos mataron alrededor de 55 millones de personas en todo el continente [1]. Ahora, con el coronavirus podemos imaginar la magnitud de tal etnocidio. Solo sobrevivieron los pocos que se inmunizaron -tal como pasó en Eurasia con estos mismos virus y con otros tantos más-.

Un grupo de científicos del University College de Londres (Reino Unido) encabezados por Alexander Koch, en su artículo publicado en Quaternary Science Reviews, señalan que la población existente en América antes del primer contacto con los europeos en 1492 era de alrededor de 60 millones de personas (aproximadamente el 10% de la población mundial).  Luego analizaron cómo cambiaron esos números en las siguientes décadas por la devastación por enfermedades introducidas (viruela, sarampión, etc.), las guerras, la esclavitud y el colapso social, llegando a la conclusión de que la población se redujo a solo 5 o 6 millones en un período de cien años.[2]

En su Historia General de las Cosas de la Nueva España, fray Bernardino de Sahagún escribía sobre los indígenas: «Las gentes se van acabando con gran prisa, no tanto por los malos tratamientos que se les hacen, como por las pestilencias que Dios les envía. En 1520, cuando echaron de México por guerra a los españoles, hubo una pestilencia de viruelas donde murió casi infinita gente. Después de haber ganado los españoles esta Nueva España, en 1545 hubo una pestilencia grandísima y universal, donde murió la mayor parte de la gente que en ella había. Ahora, en agosto de 1576, comenzó una pestilencia universal y grande, la cual ha ya tres meses que corre, y ha muerto mucha gente, y muere y va muriendo cada día más».

Fueron estos virus los que diezmaron y derrotaron a los pueblos indígenas, de lo cual se aprovecharon los conquistadores europeos para “hacerse” de América. Este “hacerse”, significó posesionarse de toda su riqueza y llevársela a Europa, lo que les permitió construir la modernidad y el capitalismo. Si no hubiera sucedido esto con el virus, que eliminó a casi la totalidad de nativos americanos, jamás hubiese surgido el capitalismo en Europa y quizás en ninguna otra parte del mundo. O, si a pesar del virus, Amerindia no hubiera contado con inmensas riquezas, tampoco hubiera sido posible el renacimiento de Europa, la que era muy pobre luego de los 1.000 años de penumbras que abarcaron toda la Edad Media, y si no se habrían encontrado con las riquezas de Amerindia se habría seguramente extendido hasta la actualidad. Pues… ¿con qué recursos hubieran podido levantarse? No cabe duda que fue gracias a las riquezas de los pueblos amerindios que pudieron alcanzar su esplendor para luego gobernar el mundo, a partir de esa situación viral.

El mundo cambió con la invasión a América y como consecuencia del virus de la viruela. Fue este virus el que venció al comunitarismo de Amerindia, produciéndose una “revolución viral” de la cual sacaron provecho las monarquías europeas para dar un vuelco de 180 grados y hacer emerger la modernidad que diera origen al capitalismo. El cual, a lo largo de estos 500 años ha destruido casi completamente a las culturas indígenas y a su sistema milenario de tipo comunal, que creó tanta riqueza. Como sabemos, mientras en Europa arrasaba la hambruna, las enfermedades y la delincuencia; Amerindia era muy rica, casi sin enfermedades y sin delitos.

Si este virus no hubiera podido conquistar Amerindia que, en un período de 100 años -desde 1492 hasta 1593 en que terminó la conquista completa de lo que hoy es Argentina- perdió entre el 80 o 90% de su población, cómo hubieran podido lograrlo con 60 millones de amerindios, pero, sí fue posible con los apenas 6 millones que sobrevivieron esparcidos en un inmenso continente, a pesar del poco número que eran los europeos. Vale acotar que al virus se suma la brutalidad del conquistador, pero por más crueles o “rambos” que hayan sido sin el virus que exterminó fácilmente a millones, sin necesidad de utilizar ninguna arma bélica y sin contar con ningún recurso económico que dispensar, hubiera sido imposible.

Los que hablan de la “leyenda negra” suelen solamente hacer foco en la nociva acción de cada uno de los conquistadores y los defensores de la “leyenda rosa” ponen el acento en lo aguerridos e inteligentes que fueron los “civilizadores”; cuando el asunto definitorio fue el virus: la principal arma mortal de los europeos. Fue el virus el que conquistó Amerindia y la destruyó, para sobre sus cenizas montarse las monarquías europeas, sacando ventaja de ello y dar un giro al mundo con la creación del oscuro capitalismo.

Si hoy todos están asustados y paralizados ante el coronavirus, cómo habrán estado los pueblos amerindios ante un extraño extranjero que portaba algo inidentificable que los mataba con su sola presencia o, en la mayoría de los casos, sin siquiera conocer personalmente a los conquistadores, pues los virus se propagaban más rápidamente que sus difusores. Se habrán preguntado a sí mismos, qué poderes tienen estos hombres para matarnos tan fácilmente. Todo lo cual les hizo rendirse ante tan potente enemigo, pues, lo más peligroso no era ni la inteligencia ni la soberbia del conquistador sino la muerte que venía con él, y que luego, cuando se las identificó fueron llamadas las “enfermedades blancas”. Las armas sofisticadas, los caballos, las armaduras y todo lo demás que trajeron solo fueron un complemento para lograr el sometimiento de los pocos amerindios sobrevivientes.

El virus de la viruela en Amerindia no necesitó aislar e individualizar a la población, sino que se abrió fácilmente y acabó con muchas comunidades de un solo golpe. En el capitalismo, el virus actúa de una manera y en las sociedades comunitarias -que están desprotegidas de estos males- se vuelve un asesinato en masa, algo que los europeos lo sabían pues vivieron aquello y sabían lo que les estaba pasando a los amerindios. Incluso lo hicieron de forma intencionada, “Uno de los episodios más trágicos, considerado precursor de la guerra biológica, tuvo lugar en el fuerte Pitt (actual Pittsburgh, en Pensilvania) en 1763, cuando las tropas británicas, dirigidas por el mariscal Jeffrey Amherst, distribuyeron a los indios mantas impregnadas con el virus”. [3]

Entonces, Byung Chul Han se equivoca cuando dice [4] que “El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”.

Por otro lado, fue la RAZÓN la que construyó el “capitalismo destructivo” a través de la anulación de lo sensible, del emocionar, de los afectos, de lo femenino, por parte de una “Razón Oscura” que tiene en su esencia una ilimitada y destructiva movilidad. Estamos de acuerdo con Alain Touraine [5], cuando dice que ahora es fundamental “el derrumbamiento de la razón en el centro de la personalidad y la recomposición de los afectos en torno a la razón y la comunicación, una sociedad del care [en inglés, cuidados].”

Por cierto, no es el ser humano como tal el destructor sino los hombres del capitalismo. Muchos pretenden culpar de la crisis climática y del coronavirus al ser humano en particular, con ello dejando al sistema libre de responsabilidad. Se escucha en muchos, que el ser humano es depredador por naturaleza y que está bien que el coronavirus nos mate porque somos asesinos en potencia. Se ha acentuado el discurso neoliberal, que pasa el problema o el triunfo al individuo como tal, para que la mayoría de la población mundial agache la cabeza y unos cuantos individuos se hagan del poder y del “gobierno mundial”, bajo el argumento de que el ser humano en sí mismo es peligroso y necesita o tiene que ser vigilado y controlado. Con ello, la instauración plena de la sociedad de claustro, de la que hemos explicado en nuestro último libro titulado con el mismo nombre.

Seguramente, a este momento de la lectura, nuestros contradictores estarán queriendo desmoronar nuestra teoría y estarán diciendo que la viruela no mató a tantos o que ese virus no fue el que permitió el triunfo de los conquistadores sobre las poblaciones nativas. Sin embargo, lo que no pueden negar es que la modernidad surgió luego de la invasión de Amerindia y a partir de sus riquezas, sin lo cual nada hubiera cambiado de los 1.000 años en que ya vivía Europa en la miseria.

Si dudan de que el virus mató a tantas personas en Amerindia, entonces, recordemos lo que hizo en Eurasia, en donde estos virus produjeron similares situaciones de muerte, sufrimiento y quiebra económica. Desde que aparecieron los primeros brotes en las cuencas del Tigris y el Éufrates, en Mesopotamia en el siglo V a. C. en las primeras ciudades que surgieron en el mundo y que concentraban mucha población; pasando por el imperio romano que entre el año 165-180 mató a 5 millones de personas; hasta el siglo XIX en que en Europa mató a 400.000 personas; se calcula que en todo este periodo de 2.500 años fueron muertas por la viruela 300 millones de personas. De hecho, recién fue erradicada en el año 1980 [6].

Según los científicos Màrius Belles, físico y profesor de Secundaria y Bachillerato, y Daniel Arbós, biólogo y periodista científico, en su publicación “14 maneras de destruir a la humanidad” (Next Door Publishers), hasta la fecha, el más letal de los virus  ha sido el ‘Variola virus’ causante de la viruela, que no ha provocado brotes tan concentrados en el tiempo “pero su supervivencia a lo largo de los siglos lo ha catapultado a ser el homicida número uno, calculándose que ha matado 300 millones de humanos, aparte de dejar numerosas personas con la piel marcada.[7]

Por otro lado, los estudiosos de Amerindia solo se han referido a la viruela y al sarampión, pero la peste negra también afectó a los indígenas, pues algunos europeos la portaban, ya que en el siglo XIV, es decir, 100 años antes de que llegaran a América, les afectó y fallecieron entre 75 y 200 millones de personas, lo que representaba el 30 y 50% de la población de Europa. Entonces, no es descabellado pensar que hayan muerto 55 millones de amerindios hace 500 años, que eran susceptibles e indefensos a los virus, y no solo al de la viruela y al del sarampión, sino a otros virus. Se conoce que la epidemia de viruela en América fue seguida por la de sarampión entre 1530-31, el tifus en 1546 y la gripe en 1558. La difteria, las paperas, la sífilis y la peste neumónica también golpearon fuerte en la población. Incluso la malaria y la fiebre amarilla, que se suponen de forma errónea naturales de América, pero están causadas por microbios originarios de los trópicos del Viejo Mundo, fueron introducidos en América por los europeos y los esclavos africanos [8].

Es más, la tercera ola de la peste negra duró más de un siglo (1855-1959) y se extendió a los cinco continentes, matando a más indígenas y a otros pobladores. La pandemia dejó unos 12 millones de muertos en toda Eurasia, principalmente en la India [9]. Por tanto, si la tercera peste se expandió por todo el mundo y duró 100 años, es obvio que llegó también hace 500 años a Amerindia con los conquistadores causando también grandes estragos en las poblaciones originarias.

Entonces, si hubo un 90 % de fallecidos en Amerindia, esto también diezmó psicológicamente a los que sobrevivieron por tantos y diferentes virus que les fueron eliminando, además del virus de la codicia con el que llegaron los conquistadores. Todo lo cual facilitó para que se fueran llevando la inmensa riqueza que poseía Amerindia y que luego de 200 años de afectación de la peste negra pudieran sobreponerse, dejando paralelamente en la miseria a Amerindia hasta el día de hoy.

Virus que siguen actuando y eliminando a las poblaciones actuales. Los pueblos de la Amazonia, que fueron colonizados hace un poco más de 100 años también han sido afectados por diferentes virus. Todos ellos traídos por la civilización y que les afectó enormemente. Si esto pasa actualmente, cómo sería hace 500 años. Las amerindias son poblaciones muy sanas, que no portan virus peligrosos y cuyo contacto no presenta riesgo alguno para cualquier persona que los contacte. Si a los actuales “pueblos en aislamiento voluntario” que viven totalmente alejados de la civilización, les llegara la viruela o el coronavirus serían fácilmente aniquilados. Todo lo contrario con aquellos pueblos que ya han vivido otras epidemias y que están más inmunes, como se está viendo con los asintomáticos con el coronavirus.

En enero del 2018 el medio británico The Guardian [10] filtró una información del Ministerio de Salud de Perú de que tenía evidencias de que el pueblo Nahua -uno de los pueblos en aislamiento voluntario de ese país-, estaba seriamente intoxicado con mercurio que utilizan las petroleras y las mineras que operan en su territorio. Los Nahua no pudieron contrarrestar las infecciones respiratorias y murió la mitad de su población. Estas comunidades se internaron en las selvas hace muchos años escapando de los misioneros, de las caucherías o de las guerras intertribales. Los Nahua tuvieron su primer contacto con el mundo de los “blancos” en los años 80, lo que resultó en la muerte del 50% de su población por las enfermedades respiratorias e infecciones que sus sistemas inmunológicos no pudieron resistir. Si no fuera por The Guardian, esta realidad no se conocería hasta ahora pues no interesa ni al gobierno ni a los poderosos de Perú que se conozca. “Solo son indios”, desde hace 500 años la historia es la misma.

Antes y ahora las poblaciones indígenas son las más vulnerables pues Amerindia no reporta plagas. Algunos han pretendido decir que la sífilis proviene de Amerindia, cuando fue introducida en Europa en el siglo XV por las tropas francesas de Carlos VI luego de su regreso de sus enfrentamientos en Italia. Por ende, los amerindios no han desarrollado anticuerpos para volverse inmunes, como sí ocurrió entre los europeos y los asiáticos. Hasta en esto los indígenas americanos y los africanos se encuentran en condiciones desfavorables de protección frente a las armas biológicas y tecnológicas de Eurasia, los que las construyeron en los últimos 3.000 años a costa de mucho sacrificio de sus pueblos.

¿Por qué en Amerindia no se han desarrollado esos virus mortales? Simple: por su estilo de vida comunitario, sostenible, sensible, respetuoso con los demás seres de la vida. Tal como lo eran todos los pueblos del mundo hasta antes del surgimiento del patriarcado en Mesopotamia, que creó el sistema de ciudades y el hacinamiento de la población, haciendo surgir el primer virus y el más mortal de todos: la viruela.

Lo que nos enseña el coronavirus es que debemos regresar al campo, a una vida complementaria con la naturaleza, a una vida comunitaria entre todos los humanos y no humanos. Tenemos que abandonar las ciudades, especialmente las metrópolis, que son las germinadoras de muchos males y en donde está el centro de la vida consumista, depredadora, estresante, claustral. Para de esta manera, reencontrarnos nuevamente y en otras condiciones con la Madre Tierra, la que ahora gracias al confinamiento está reverdeciendo y está reencontrado su propia armonía.


[1] https://www.infobae.com/america/mundo/2020/03/18/de-la-peste-negra-al-coronavirus-cuales-fueron-las-pandemias-mas-letales-de-la-historia/

[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-47074813

[3] https://www.lavanguardia.com/historiayvida/mas-historias/20190618/47310597890/viruela-el-angel-de-la-muerte.html

[4] https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html

[5] https://elpais.com/ideas/2020-03-28/alain-touraine-esta-crisis-va-a-empujar-hacia-arriba-a-los-cuidadores.html

[6] https://www.lavanguardia.com/historiayvida/mas-historias/20190618/47310597890/viruela-el-angel-de-la-muerte.html

[7] https://clustersalud.americaeconomia.com/sector-publico/pandemias-asi-hemos-enfrentado-los-mayores-asesinos-de-la-historia

[8] https://www.abc.es/historia/abci-verdad-sobre-genocidio-espanol-cuando-virus-mataron-95-por-ciento-poblacion-america-202003182340_noticia.html

[9] https://www.bbc.com/mundo/noticias-51872175

[10] https://www.theguardian.com/environment/andes-to-the-amazon/2018/jan/24/amazon-tribe-mercury-crisis-leaked-report

 

Fuente: https://rebelion.org/el-virus-que-cambio-el-mundo-hace-500-anos/

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¿Estudias o trabajas? Consejos para ser más productivo durante la cuarentena

Por: Nacho Meneses

El cambio en la rutina diaria puede causar problemas de concentración y disminuir el rendimiento laboral o académico, o hacer que se acabe trabajando de más

Antes del 15 de marzo de 2020, solo el 4,3 % de los españoles trabajaba a distancia, casi un punto por debajo de la media europea (5,2 %). Al día siguiente, eran millones. La cuarentena impuesta dentro del paquete de medidas para luchar frente a la pandemia del coronavirus hizo que ciudadanos y empresas de países repartidos por todo el mundo tuvieran que transformar radicalmente sus rutinas laborales o académicas. Superado ya el primer mes, y con el horizonte de otro periodo igualmente prolongado por delante, cabe preguntarse si la adaptación ha sido todo lo efectiva que debía ser. ¿Rendimos menos, igual o, por el contrario, más que cuando asistíamos físicamente a clase o a la oficina?

El desafío era (y es) complejo, porque no se trata únicamente de estudiar o trabajar desde una ubicación diferente. Un domicilio no tiene por qué estar preparado para el trabajo o el estudio intensivo, existen numerosas distracciones y, en muchos casos, obliga además a conciliar a unos niveles antes desconocidos, debido al cierre indefinido de los centros educativos. Un cambio que además puede acabar por afectar no solo a la concentración y rendimiento, sino a otros aspectos fundamentales como la vida personal o la propia salud de las personas.

Pasar de tener una jornada completamente definida (levantarse, coger el transporte público para ir a estudiar o trabajar según unos horarios, o al gimnasio en días concretos), a tener otra más flexible o incluso sin horas o fechas marcadas puede tener consecuencias. “Al encontrarnos en un espacio no laboral, podemos fácilmente relajarnos, y que nuestros procesos cognitivos no estén tan activos como cabe de esperar cuando recibimos los estímulos de ambientes relacionados con tareas de concentración y rendimiento. ¿Estudias igual en casa que en la biblioteca? ¿Trabajas igual solo que viendo a todos tus compañeros trabajar?”, se pregunta Nuria Cros, experta en terapias de tercera generación del gabinete de Psicología Ypsihablamos. “Al trabajar desde casa, aumentan los potenciales distractores. La tele, el ordenador, una visita a la nevera… Cualquier cosa nos vale, ¿verdad? Y el más peligroso es el teléfono móvil”.

Uno de los factores que más puede influir en nuestro rendimiento es, sin duda alguna, la gestión emocional que hagamos de la crisis. Aunque, para Cros, el mayor impacto psicológico y cognitivo del confinamiento no suele aparecer ahora, sino al inicio, “cuando recibimos un estresor y un cambio radical en nuestras vidas y necesitamos tiempo para adaptarnos”. A medida que van pasando las semanas, uno va aprendiendo estrategias, por muy duras que sean las circunstancias (por ejemplo, por la pérdida de familiares y amigos).

El problema aparece cuando nuestros recursos no son ni adecuados ni suficientes (negación, pesimismo excesivo, abuso de sustancias, mala higiene del sueño, trastornos de la alimentación, mala gestión de los problemas conyugales…). “Este déficit en las herramientas de gestión (o en la percepción subjetiva de tenerlas) puede derivar en trastornos del espectro de la ansiedad, depresión, estrés prolongado que nos lleve al agotamiento, problemas de sueño, apatía y todo un largo etcétera de problemas psicológicos”, añade.

Rutinas para mejorar el rendimiento

Si se quiere ser eficiente y productivo, el primer aspecto a tener en cuenta es el de la organización. Aunque vayamos a quedarnos en casa, conviene que nos duchemos y nos vistamos como si fuéramos a ir a la oficina o la universidad (y cambiarnos de ropa al acabar). Una rutina sencilla que, además, puede ayudarnos a separar la jornada laboral del tiempo de ocio, y evitar que acabemos trabajando más de la cuenta. Lo siguiente es “crear una agenda para el día con los objetivos y las tareas a realizar, para maximizar tu tiempo y tener una idea de cuánto tiempo invertirás en cada cosa”, explica Shelley Osborne, vicepresidenta de Aprendizaje en Udemy. Colócalas por orden de prioridad, y no te olvides de desconectar el móvil o ponerlo en modo avión, a fin de no distraerte con las redes sociales.

Elegir bien el lugar donde estudiar o trabajar resulta fundamental. Debe estar apartado del resto de personas en el hogar, para concentrarnos sin apenas distracciones, y también de las zonas “en las que habitualmente se hace la vida en el hogar, como el salón o el dormitorio, y en especial la cama, ya que luego te costará más dormir y podría repercutir en tu salud”, argumenta Osborne. Cerciórate antes de empezar de que tienes a tu alcance todo lo que vas a necesitar, y no infravalores la importancia de una postura correcta.

Si trabajas y tienes varias reuniones, intenta agruparlas para que no sean fuente de interrupciones y puedas disfrutar de cierta continuidad en tus tareas. Y, por último, “trata de ampliar los canales de comunicación por los que puedes estar disponible, tanto con las personas a las que debes reportar, como con aquellos con los que trabajas mano a mano. La comunicación debe ser fluida en todas las direcciones, y mejor con las cámaras de los portátiles o los móviles activadas”, apunta.

Gestiona bien los descansos

Suena contradictorio, pero no lo es: para rendir más en el trabajo o en los estudios, hay que descansar con frecuencia. Pasarse ocho horas seguidas en ello puede ser contraproducente. “Es mejor ir parando cada dos horas y tomarse un pequeño descanso para meditar o hacer alguna actividad agradable como leer, escuchar música, tomarte un café o incluso ir a por el pan…”, recuerda Raquel Moyá, psicóloga y compañera de Cros. “Y no te olvides de cuidar los motores de tu cuerpo: dormir bien, comer sano y hacer ejercicio. Seguro que puedes sacar 10 minutos al día para moverte, aunque sea dentro de casa. No hay excusa”.

Cuando acabe el día, piensa en lo que has hecho y de qué puedes sentirte orgulloso u orgullosa; esto aumentará tu motivación para el día siguiente. Y si te apetece algún capricho, es el momento para dártelo. “Reserva eso que te gusta tanto para el final: un bombón, una ducha caliente, abrir esa botella de vino, ponerte música tranquila y relajada, leer la novela que te tiene enganchada, o ver ese capítulo de la serie que te gusta. ¡Los premios, al final!”, aconseja Moyá.

Eso sí, pasarnos de horas de descanso tampoco es bueno. Si trabajar mucho puede generar ansiedad, descansar demasiado puede llevarnos a la procrastinación. Y no confundamos descanso con no hacer nada: quedarse tumbado e inactivo durante muchos días, facilita entrar en un círculo vicioso de apatía y anergia, embajadores y precursores de la depresión. Descansar también puede ser hacer una actividad.

La higiene de sueño, fundamental

La falta de horarios fijos para ir a dormir y levantarse afecta gravemente a la higiene del sueño y, por consiguiente, a la calidad del estudio o del trabajo. “A menudo los pacientes nos comentan que duermen un día 13 horas, otro día cinco, y otros se pasan con la siesta. Todo esto repercute de manera negativa en el cuerpo, tanto a nivel físico como mental”, sostiene Cros. Dormir bien significa cargar las pilas de todos los procesos cognitivos. Nos ayuda a rendir mejor tanto física como mentalmente, y mejora nuestro estado de ánimo.

Pero ¿qué podemos hacer para procurar una buena calidad de sueño? Desde el estudio de Psicología Ypsihablamos, Cros y Moyá sugieren una rutina completa y sencilla de poner en práctica:

  1. Levántate y acuéstate siempre a la misma hora (incluido el fin de semana). Intenta que no haya diferencias de más de una hora. Regula el ciclo de sueño-vigilia repitiendo un patrón horario.
  2. Utiliza la cama solo para dormir. En el dormitorio, evita comer, estudiar, trabajar, ver series o mirar el móvil. La cama está para dormir, y nuestro cerebro necesita que esa asociación sea más fuerte que nunca cuando estamos inquietos por algo, como este confinamiento.
  3. Mantén un ambiente adecuado: luz tenue, con un colchón y una almohada cómodos, aislando la habitación o a nosotros mismos del sonido. Haz de tu dormitorio un templo del sueño lleno de señales que induzcan este proceso.
  4. Evita la siesta (y, en casos excepcionales, que no dure más de 20 o 30 minutos). El que sea demasiado larga hará que nos cueste más conciliar el sueño por la noche. Parece de cajón, pero si estás descansado, ¿cómo vas a dormir después?
  5. Haz actividad física durante el día. Mantenerse activo hará que lleguemos a la cama más cansados y que nos cueste menos conciliar el sueño.
  6. Evita comidas copiosas y/o los estimulantes. Si tomamos algún estimulante, procura que sea siempre antes de las cinco o seis de la tarde (la duración del efecto de la cafeína es de unas seis horas).
  7. Nada de luces brillantes dos horas antes de irnos a dormir: la melatonina, que es la hormona que regula el sueño, funciona con las señales de luz. Si estás mirando la pantalla del móvil cuando tu cerebro quiere apagarse, estás reactivando el proceso de vigilia.
  8. Sigue rutinas relajantes antes de acostarte: lavarse los dientes, ducharse, ponerse el pijama, darse un masaje con crema hidratante, beber una infusión caliente o poner música suave. También puede aplicarse durante los despertares nocturnos.

RELAJARSE PARA SER EFICIENTES

Una vez terminada la jornada (laboral o de estudio), desconecta e intenta desarrollar el resto de tu día al margen de esas obligaciones; separar tu vida personal y de ocio de la profesional es de vital importancia para tener tu propio espacio. La Guía para el trabajo a distancia de Fremap incide, entre otras cosas (como la importancia de una alimentación cuidada y saludable), en la importancia de una correcta relajación para el bienestar emocional (y la productividad), y propone unos sencillos ejercicios de relajación y de respiración que pueden mejorar la concentración y disminuir el nivel de tensión; unas prácticas que podemos también hacer durante alguno de los descansos de la jornada. A su vez, recuerda que «si al finalizar el trabajo, continúas usando pantallas de visualización, acumulas fatiga visual y mental. Por ello dedica un periodo para cambiar a otras actividades que no te supongan eso».

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/04/15/actualidad/1586938863_280833.html

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Mensaje de un padre a la directiva de la escuela

Por: Reinaldo Bolívar

Desde la escuela, por el coronavirus, a diario mandan orientaciones para los padres, madres y estudiantes. Pero ¿Y las orientaciones para los docentes?
Es evidente que la mayoría no está preparada aún para la educación a distancia. No lo están haciendo bien en esta pandemia.

La mayoría considera que es mandar y mandar tareas. Y poner plazos tipo ultimatum.  Olvidan que son  varias materias. La directiva debe orientarles sobre el número máximo de tareas semanales. Y coordinar los días de entrega. No puede ser el mismo día.

Los docentes, de bachillerato, en especial de tercer año en adelante tienen que enviar las asignaciones directamente a los estudiantes, con copia a los representantes. Eso los ayuda en su formación y crecimiento personal, les da confianza. Ellas y ellos son sujetos de derecho.

No deben hacerse grupos tipo whatsapp o redes sin cerciorarse que todos y todas estén incluidos. En este momento hay exclusión en varios grupos. Deben usar los mismos instrumentos en internet, en especial los educativos (no instagram, ni tic toc, por ejemplo). Eso debe reglamentarlo la dirección. Hay varias herramientas gratuitas y de fácil uso.

Deben darse las notas a tiempo. En este 2do lapso, hay notas que no se saben de donde salieron. Algunas parecen castigo, y no consideraron este período inédito de crisis y adaptación.

En suma, debe garantizarse que todos los docentes manejen mínimamente la educación a distancia, que haya una real coordinación y algo muy  importante que haya al menos una clase semanal por Skype o Zoom para que los muchachos y muchachas sociabilicen. Respetar los feriados (así se esté en cuarentena no puede perderse el contacto con la temporalidad real, Semana Santa es feriada (mandaron tareas en esos días),  Sábado y Domingo siguen siendo fines de semana y el 19 de abril seguirá siendo feriado, por ejemplo.

Este primer mes de cuarentena, en cuanto a lo señalado arriba, deja mucho que desear, hay que mejorar. Fue confuso, atropellado. Una ráfaga constante de tareas Sin coordinación entre docentes.

Que el docente siempre le haga saber a los y las estudiantes que esto es temporal y que en su momento se volverá a la escuela, al liceo, a las aulas, patios, a la amistad presencial.

Es la hora de la humildad y la sabiduría en pro de nuestros hijos e hijas.

Artículo enviado por el autor a OVE

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