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Juventud, tecnología y educación: claves en la transición agrícola

Por: Werner Gutiérrez Ferrer.

El mundo se encuentra a las puertas de la cuarta revolución agraria en la cual las nuevas tecnologías aplicadas están generando un cambio profundo en toda la cadena agroalimentaria. En Venezuela, nos encontramos en los albores de un cambio de gobierno. Pronto tendremos la oportunidad de transitar los senderos que nos permitan traer la agricultura del futuro al presente, otorgándole a nuestros agricultores la merecida y necesaria competitividad en un mercado globalizado, empleando la agrotecnología como base para acometer con éxito, los dos desafíos apremiantes a los que nos enfrentamos.

El primero de ellos, el más urgente, el disponer de 62.000 toneladas por día de alimentos de calidad, nutritivos e inocuos cosechados en nuestros campos para lograr alimentar 31 millones de venezolanos, 94 % de los cuales no cuenta con ingresos para cubrir la canasta alimentaria, por lo que se encuentran sumergidos en la pobreza y el hambre.

El segundo, no menos importante, partiendo de la cooperación y del otorgamiento de financiamiento por parte de los organismos multilaterales, al concretarse el cambio de gobierno, tenemos la obligación ineludible de refundar nuestra economía, convirtiéndonos en una nación agroexportadora, sólida y diversificada, no dependiente únicamente de las divisas petroleras, para lo cual debemos alcanzar un crecimiento anual sostenido sobre el 6 % del PIB agrícola, durante la próxima década.

Afortunadamente, como una de nuestras fortalezas tenemos el ser un país joven, aproximadamente el 43 % de nuestra población es menor a los 24 años de edad, lo cual nos coloca en una posición privilegiada para con profundo optimismo, junto a ellos, dar un paso al frente por la Venezuela que nos falta por cultivar y criar.

Nos esperan 50 millones de hectáreas de tierras con potencial para la agricultura vegetal, animal, forestal y acuícola, en cuyos lares aún permanecen negados a rendirse valientes jóvenes, tercera o cuarta generación de familias de productores, o hijos de trabajadores del campo. En sus almas está encendido el deseo infinito de ver germinar la nueva Venezuela agrícola, en la cual estamos dispuestos a asumir el reto de antes del 2040, el duplicar la producción agrícola registrada en nuestros mejores años, mientras que en algunos rubros, el reto será mayor.

Un desafío a considerar en el diseño de esa nueva Venezuela, es cómo revertir las migraciones internas de nuestros campos sufridas durante casi un siglo de explotación petrolera. Para 1936 la población rural representaba un 65%, casi doblada a la urbana, que apenas alcanzaba 35%. Para inicios del presente siglo, la relación porcentual estaba cercana a 80 % en las ciudades y 20% en nuestras zonas agrícolas.

Adicionalmente en los últimos años el proceso de despoblamiento rural se ha incrementado como consecuencia de la crisis del país. De nuestras fronteras han emigrado cerca de 4.0 millones de personas, un significativo porcentaje, son profesionales de las ciencias del agro y mano de obra calificada del sector. Revertir este proceso requerirá, además de garantizar condiciones dignas de habitabilidad en los municipios agroproductores, el ofrecerles oportunidades de inserción exitosas en la nueva economía agrícola que se desarrollara desde el mismo momento de la restauración de las libertades políticas y económicas bajo un nuevo gobierno.

Indispensable en la labor de reconstrucción nacional será llamar la atención del venezolano sobre la importancia de diseñar un sistema agroalimentario robusto, entendiendo que la agricultura es un negocio, y como tal hay que garantizarles a los productores una justa rentabilidad por el noble esfuerzo realizado. Para enfrentar los retos por venir, debemos apoyarnos en el bagaje del sector agroproductivo privado, con demostrada experiencia en satisfacer la demanda de alimentos, cuando en el pasado logró producir el 80 % de los requerimientos del país.

En la Venezuela por germinar, es indispensable el llevar las nuevas tecnologías a nuestros campos para hacer más fácil la vida del productor, mejorando los rendimientos de sus cultivos y rebaños de una forma sostenible, y una mayor rentabilidad de sus unidades de producción. Toda esta transformación que estamos llamados a generar en la transición agrícola venezolana servirá sin duda para que las nuevas generaciones se interesen aún más por la agricultura.

El resultado a alcanzar dependerá igualmente en gran medida de la mejora y actualización significativa del proceso educativo a todos los niveles. La recuperación de las 140 escuelas técnicas agropecuarias distribuidas en la geografía nacional, la actualización de las carreras de las ciencias del agro y del mar que se imparten en universidades, y el justo reconocimiento a la labor de los profesionales del sector, será clave importante para las metas que nos hemos propuesto. Tomemos como referencia de nuestra posibilidades de éxito el ejemplo de la Argentina, nación que en los últimos 25 años, su producción agrícola creció un 300% gracias al uso de tecnología, pasando de 40 a 120 millones toneladas por año. ¡Sí se puede!

Fuente del artículo: http://www.correodelcaroni.com/index.php/opinion/1331-juventud-tecnologia-y-educacion-claves-en-la-transicion-agricola

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La promesa incumplida de los 180 días de clases

Por: Andrés Delich.

Distintos factores socavan el derecho de los alumnos a tener los 180 días de clases.

Hace quince años, la ley 25.864 estableció un ciclo lectivo anual mínimo de 180 días de clase, en la consideración de que era una condición básica que debía garantizarse a cada niño en la Argentina. En su segundo artículo estableció taxativamente que si esto no sucedía, las autoridades debían arbitrar las medidas para hacer cumplir este calendario mínimo. Ninguno de estos dos artículos se cumple hoy en nuestro país –y viene sin cumplirse hace muchos años–.

El tiempo de clase es una variable importante para el adecuado funcionamiento del sistema educativo. Una breve comparación internacional permite saber dónde estamos.

El promedio de horas de clase obligatorias para los países de la OCDE –donde pretendemos ingresar– en la escuela primaria es de 799 horas por año. En nuestro país, en la mayor parte de las escuelas públicas las jornadas son de 4 horas, esto es, 720 horas de clase por año. Aun cumpliendo rigurosamente el calendario, nuestros chicos ya partirían con 79 horas anuales menos, casi 20 días menos de clase.

Cantidad de horas no equivale necesariamente a calidad de la educación. Entre los propios países de la OCDE hay una gran dispersión en cuanto a las horas de clase obligatorias: Finlandia solo tiene 651 y en el otro extremo Chile tiene 1.039. Los resultados en las evaluaciones de calidad se explican por diversas razones y la cantidad de horas no es determinante: Finlandia tiene mejores resultados que Chile, con menos horas de clase obligatorias. En todo caso lo que sí parece claro, a juzgar por los resultados de nuestro país, es que tenemos menos días de clase y peores resultados. Chile ya nos superó y para Finlandia falta mucho.

Los paros docentes suelen ser vistos como la causa más importante, tal vez porque son la más visible. Pero hay otros factores que silenciosamente socavan el derecho de los alumnos a tener 180 días de clase. El más importante es el ausentismo, de los alumnos y de los docentes.

Ya sea por el ausentismo de los alumnos, por el de los docentes, por el cierre de las escuelas por razones edilicias o por los paros, lo cierto es que ningún niño accede al derecho que tiene de 180 días de clase.

Arrancamos con 20 días menos de clases obligatorias que el promedio de la OCDE. A eso le descontamos los paros, el ausentismo y los problemas de infraestructura para encontrarnos con calendarios escolares que se van encogiendo de la mano de estos problemas.

Tenemos alguna información y muchas anécdotas: la opacidad en la información sobre el funcionamiento del sistema educativo nos permite disimular la profundidad y el alcance de sus problemas.

En muchos países la discusión educativa gira alrededor de cómo incorporar las competencias necesarias para el siglo XXI, en otros todavía se discute sobre cómo garantizar las habilidades mínimas de la alfabetización. Es difícil encontrar casos como el nuestro donde está recurrentemente en cuestión el cumplimiento del calendario escolar.

La primera responsabilidad es del Estado, pero quienes defendemos la escuela pública –docentes, padres, sindicalistas, especialistas o ciudadanos interesados en la educación– también tenemos obligaciones. En la provincia de Buenos Aires se han puesto en marcha mesas distritales que involucran a los actores relacionados con el sistema educativo.

Es una buena noticia que los actores educativos y la sociedad general sean convocados a principio de año para renovar el compromiso que todos tenemos que tener con la educación. Un aspecto que se destaca en las discusiones es el del cumplimiento del calendario escolar.

Estas mesas no deberían ser vistas como una forma de confrontar con los sindicatos en un conflicto sindical que todos sabemos que irremediablemente se va a hacer presente como todos los años en nuestro país. Tienen que ser un mecanismo para afianzar el compromiso con la educación de nuestros hijos.

La discusión de cómo garantizar al menos 180 días debe contener por supuesto el tema salarial que traen los gremios, pero también debe tomar en cuenta la voz de los padres y de otros actores que exigen que la agenda de la discusión incorpore otros temas como los días efectivos de clase y el mejoramiento en los aprendizajes.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/promesa-incumplida-180-dias-clases_0_lvxxFfBmK.html

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¿Debemos limitar la libertad de cátedra?

Por: Julián de Zubiría Samper.

El representante del Centro Democrático, Edward Rodríguez, presentó un proyecto de ley para limitar la libertad de cátedra. El pedagogo Julián De Zubiría analiza por qué esta vieja pretensión de los gobiernos autoritarios es perjudicial para la democracia y la educación.

El representante a la cámara, Edward Rodríguez, presentó un proyecto de ley para limitar la libertad de cátedra y sancionar a quienes la incumplan. ¿Nos ayudará este proyecto a mejorar la calidad de la educación? Para responder esta pregunta es necesario comprender el alcance de la libertad de cátedra y el sentido esencial de la educación.

La libertad de cátedra y de opinión ha sido un principio esencial en las democracias y es una de las maneras de materializar el derecho a la libertad de expresión y una de las principales garantías para el desarrollo científico en una nación. La libertad de cátedra se creó para impedir que los gobernantes de turno intervengan en lo que los profesores investigan y enseñan. Se trata de garantizar las libertades esenciales de los docentes a pensar y expresar sus ideas e investigaciones. En general, sin ella, no se desarrollaría la ciencia.

Todas las dictaduras han prohibido las libertades de pensamiento, publicación y expresión. La razón es sencilla: le temen a la autonomía y al pensamiento libre. Quieren borregos y no individuos con criterio y autonomía intelectual. De allí que la propuesta del representante Rodríguez ha sido muy común en las dictaduras de extrema derecha y extrema izquierda, pero no en las democracias.

En la década del cincuenta, en plena guerra fría, en los Estados Unidos el senador Mc Carthy hizo tan famoso el procedimiento de perseguir personas a quienes acusaba de profesar ideas “comunistas”, que el término “macartismo” ha pasado a la historia para identificar a todos aquellos que quisieran que exista un único modo para interpretar la realidad política y estigmatizan a quienes piensan diferente. En este sentido es de resaltar que el actual régimen de Bolsonaro, en Brasil, está presentando proyectos de ley muy similares y que el de Chávez, en Venezuela o el de Pinochet en Chile, recurrió a procedimientos análogos, unos años antes. La explicación es clara: son regímenes que están interesados en que aparezcan ideas e interpretaciones únicas. Lo común de estos gobiernos es la censura a los medios y a los periodistas; la estigmatización, la persecución y la desaparición de opositores, artistas, intelectuales, líderes sociales y maestros. La propuesta de Rodríguez estigmatiza muy injustamente a todos los profesores de Colombia. En eso, sigue la línea trazada por su partido en las dos últimas décadas.

Según el representante Rodríguez, el proyecto de ley “busca evitar que los profesores politicen a los adolescentes en los colegios”. Lo que sabemos los educadores por múltiples investigaciones y seguimientos realizados, utilizando pruebas nacionales e internacionales, nos lleva a una conclusión opuesta: es debido a que los jóvenes tienen baja educación política, que son presa fácil de la manipulación política por parte de los sectores extremistas. Lo que necesitamos es lo contrario a lo que cree el representante: hay que fortalecer la educación política para consolidar la autonomía, la libertad y la democracia.

El proyecto de ley establece la prohibición de usar “asignaturas no relacionadas con las ciencias sociales para incitar discusiones políticas”. Esta es una de las ideas que revela la poca comprensión de los procesos pedagógicos que tiene el representante del Centro Democrático. También aquí hay que hacer exactamente lo contrario a lo dicho por el honorable representante. En educación física, por ejemplo, es esencial generar debates en torno al uso de las anfetaminas para mejorar el rendimiento de los deportistas o alusivos al abuso que gobiernos autoritarios han hecho de sus deportistas con claros intereses políticos. Sin duda, éstos son componentes políticos que deben ser abordados en educación física.

En ciencias naturales, hay que formular cientos de polilemas éticos sobre el potencial uso de la ciencia para llevar a cabo hipotéticas modificaciones en seres humanos y analizar los que nos plantea la tecnología para destruir la vida humana. Así mismo, hay que asumir –con profundo respeto por la individualidad, el pluralismo y las competencias éticas– los complejos polilemas que nos depara el mundo actual en torno a la eutanasia, el aborto o la clonación, entre otros. Todos ellos, debates altamente sensibles a nivel político y ético.

¿Qué sería de las artes sin aceptar el papel irrepetible e innovador de los artistas? De ser aprobada la “genial” idea del representante Rodríguez, quedaría prohibido analizar, por ejemplo, la canción “Me fui”, de la venezolana Reymar Perdomo, o la icónica obra de arte “Another Brick in the Wall”, escrita por el grupo de rock inglés Pink Floyd. También quedaría prohibido interpretar en clase de historia del arte el Guernica de Picasso o leer en literatura 1.984, el clásico escrito de George Orwell, obra en la que precisamente el autor prevé la desgracia que sería para la humanidad que llegue el día que los deseos de un dictador lo lleven a manipular la información, a convertir a los ciudadanos en vigilantes del Estado y a establecer sistemas sofisticados de represión política y social para garantizar la permanencia de un gobierno eterno. Ese día, dice Orwell, las libertades individuales serían sustituidas por la censura oficial y por el pensamiento único. Un atentado contra las ideas que hemos defendido desde la ilustración y que suelen llevar a cabo los gobiernos populistas, tanto de extrema izquierda como de extrema derecha. Es más, es muy interesante percibir cómo terminan pareciéndose los gobernantes de los dos extremos políticos. En lo que hoy nos atañe en estas notas, la explicación es sencilla: ambos les tienen pánico a la autonomía y las libertades.

Lo que necesitamos en Colombia es exactamente lo contrario a lo que propone el representante Rodríguez. Hay que fortalecer la educación política y desarrollar la lectura crítica de todos los niños y jóvenes. Hay que ponerlos a debatir sobre la realidad nacional y sobre la historia del arte. Hay que enfrentarlos a los dilemas éticos de nuestro tiempo, por complejos que sean. Hay que robustecer los debates políticos en las instituciones educativas; hay que hacer elecciones con participación de los estudiantes, garantizando diversidad de lecturas, argumentos, posiciones e interpretaciones. Hay que hacer mesas redondas para analizar e interpretar. Sólo así se aprehende a pensar, que es uno de los propósitos esenciales de la educación. La integralidad sigue siendo uno de los fines de la educación, así algunos políticos le tengan miedo a la libertad. Como decía don Agustín Nieto Caballero, vamos a la escuela a formar mejores ciudadanos y no a instruirnos. Hoy, su tesis sigue vigente.

Los jóvenes en Colombia leen sin interpretar y opinan sin argumentar. Pero no pasa exclusivamente con ellos; como educador, a mí me preocupa lo poco y lo mal que leen y argumentan algunos de los representantes en el propio congreso de la república. Cuando un representante propone crear una escuela dedicada a transmitir informaciones “apolíticas”, hay que preguntarse seriamente ¿qué está entendiendo por educación, por ciencias y por libertades? Con todo respeto, le recomendaría una lectura, que por lo visto, debería ser obligatoria para cualquier congresista: “¿Qué es la ilustración?”, ensayo escrito por el filósofo Emmanuel Kant. Tiene la ventaja que su tesis central es formulada en tan solo cinco páginas.

Para Kant, el sentido último de la educación está en la libertad y la autonomía. Según su criterio, el papel de la educación es alcanzar la mayoría de edad; es decir, la capacidad de pensar por sí mismo, sin la necesidad de tutores; pero para ejercerla es necesario que el pastor no me sustituya en mis reflexiones morales, que los tutores y los textos no piensen por mí y que el Estado no invada mi privacidad. En términos modernos, nadie debería decirme, por ejemplo, por quién votar. Nadie.

Sin duda la libertad de cátedra de los docentes tiene limitaciones jurídicas y éticas. La Corte Suprema se ha referido a algunas de ellas cuando un colegio o un docente exige prácticas que violan principios religiosos de las familias. Tiene toda la razón. Aun así, en estas notas quisiera referirme a las que entraña el sentido último de la educación: la libertad.

La ignorancia hace a los individuos presa fácil de los prejuicios sociales e ideológicos; de la manipulación de los partidos políticos, de medios masivos de comunicación; de las ideas mágicas, simplificadoras y supersticiosas y de los personajes mesiánicos.

Necesitamos que los jóvenes conozcan diversas ideas, posturas e interpretaciones políticas. El pluralismo es una condición de la democracia. La buena educación desarrolla autonomía y pensamiento crítico. Debemos garantizar el relativismo para que los niños comprendan que los hechos siempre son interpretados desde diferentes posiciones. En este sentido, el fanatismo y el mesianismo son resultado de una mala educación.

Termino citando, con una leve modificación, un principio formulado por Winston Churchill. Dice él que la gran mayoría de los políticos piensan en exceso en las próximas elecciones. Por el contrario –podemos decir nosotros– los buenos maestros piensan en las próximas generaciones. Dado lo anterior, creo que el país haría bien si oye con mayor cuidado a sus maestros y menos a sus políticos, en especial a los que están demasiado pendientes de las próximas elecciones.

Fuente del artículo: https://www.semana.com/educacion/articulo/debemos-limitar-la-libertad-de-catedra-por-julian-de-zubiria-samper/602133

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Amenaza de adoctrinamiento en la educación

Por: José Antequera.

Comenzado el 2019 se releva la ofensiva del partido de gobierno por controlar el pasado para controlar el futuro, asumiendo que su control del presente le da el poder de controlar el pasado, parafraseando a Orwell.

Empezó Duque, a penas el 2 de enero, agradeciendo al director de la CIA el apoyo crucial de los padres fundadores de los Estados Unidos a nuestra independencia. Muchos aceptaron la invitación a “discutir”  al respecto, con la “altura y argumentación” que siempre pide José Obdulio. Pero con esa ficción de debate, asistíamos al posicionamiento del relato que ahora le da sentido a su gobierno y a sus medidas, las que han significado que Colombia le voltee la espalda a la región latinoamericana para reajustarse a la jefatura de Trump.

Del mismo relato hace parte la negación del conflicto armado, que se ha vuelto a poner sobre la mesa a propósito del proceso de nombramiento del Director del Centro Nacional de Memoria Histórica, y donde se notó la dificultad de José Obdulio para encontrar un investigador serio que defienda sus “tesis”.

Contra la avalancha de las mismas investigaciones del mismo CNMH, se dice de nuevo que en Colombia lo que existió fue una amenaza terrorista contra la democracia más antigua del continente. Y ello no porque ajá, se trata de otra forma de ver las cosas, sino porque tiene consecuencias, empezando porque se reduce o elimina la obligación del Estado de garantizar verdad, justicia y reparación a las víctimas y al país, reconociendo su responsabilidades y la de sus jefes.

Ahora, en cabeza del Representante Edward Rodríguez del Centro Democrático, se propone en el Congreso que los maestros puedan ser multados, suspendidos, despedidos, e inhabilitados, si realizan proselitismo, incitan discusiones políticas o coaccionan a los alumnos a votar por algún candidato o programa. Como obviamente usar los salones de clase para hacer proselitismo  y coaccionar para ello ya está más que prohibido hace rato, y ya existen normas que sancionan a quienes realicen esas conductas, es claro que la iniciativa quiere introducir elementos nuevos a lo existente.

De un lado, se trata de que un maestro, con el sólo señalamiento de una conducta de este tipo, pueda ser suspendido y dejar de recibir salario hasta por 24 meses, para que aprenda él y todos los demás la lección ordenada desde arriba.

Por el otro, la propuesta significa una reinterpretación de las conductas prohibidas. Si el nuevo director del CNMH le da la autorización “académica” al gobierno para tratar de izquierdismo al reconocimiento del conflicto armado, pues enseñar esa versión de la historia podrá ser proselitismo. Si un profesor quiere cuestionar la oda a la Seguridad Democrática que hoy tienen los libros de ciencias sociales de Santillana, también será señalado de promover el odio. Paradójicamente, si un profesor quiere cumplir la Ley 187 de 2017 que ordena que se enseñe la historia “que contribuya a la reconciliación y la paz en nuestro país”, deberá hacerlo poniendo los discursos científicos de Fernando Londoño en “la hora de la verdad”.

El partido de gobierno ha acusado a la FECODE de adoctrinamiento. En realidad es desde el Centro Democrático que se ejerce esa amenaza hoy. En pleno 2019 tenemos que defender la libertad de cátedra que establece la Constitución misma, la memoria como sentido de orientación y el derecho a una educación de calidad, que no puede estar basado en otra cosa que en el pensamiento crítico.

Fuente del artículo: https://colombia2020.elespectador.com/opinion/amenaza-de-adoctrinamiento-en-la-educacion

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Educar para la libertad: por una educación emancipadora y garante de derechos

Por: CLADE.

“Es necesario que la educación esté – en su contenido, en sus programas y en sus métodos – adaptada al fin que se persigue: permitir al hombre y a la mujer llegar a ser sujeto, construirse como persona, transformar el mundo, establecer con otros hombres y mujeres relaciones de reciprocidad, hacer la cultura y la historia (…) una educación que liberte, que no adapte, domestique o sub juzgue” (Paulo Freire)

Como afirma Paulo Freire, “la educación sola no cambia la sociedad. Pero, tampoco sin ella la sociedad cambia”. Para que podamos construir una sociedad libre de todo tipo de opresión, la educación debe ser emancipadora, capaz de transformar el presente y el futuro de niñas/os, adolescentes, jóvenes y personas adultas desde la reflexión, el diálogo, el pensamiento crítico; desde la capacidad de indagar, cuestionar, discernir, imaginar y accionar por otros mundos posibles.

La emancipación parte, como dice Paulo Freire, del diálogo como un principio ético y político. Es desde el diálogo que la educación, siendo emancipadora, puede orientarse a los propósitos de los derechos humanos; a la construcción de la paz y de ciudadanías activas, críticas y participativas; al fortalecimiento de nuestras democracias; y a la superación de las desigualdades y discriminaciones.

La consolidación de sistemas públicos de educación, que aseguren la gratuidad y la universalidad para todos y todas, y que sean emancipadores y garantes de derechos, es tarea pendiente y urgente para los países de América Latina y el Caribe

Fuente del documento: http://www.educarparalalibertad.org/wp-content/uploads/2018/10/Educar-para-la-libertad-1-1.pdf

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Unir a toda la izquierda anticapitalista. Propuestas y debates

Por: Sergio García.

Desde la Dirección Nacional del MST queremos reafirmar nuestras propuestas al conjunto de la izquierda anticapitalista. En un momento de desafíos y oportunidades para la izquierda, podemos dar pasos firmes y unitarios, con un buen método y sin imposiciones.

La unidad en las luchas

Reiteradas veces y de formas variadas venimos insistiendo en la necesidad imperiosa que toda la izquierda anticapitalista se una. No solo en el terreno electoral, sino de conjunto para estimular y fortalecer el proceso de luchas obrero, popular, estudiantil y feminista, y el impulso a una nueva dirección clasista y antiburocrática en los sindicatos y en el movimiento estudiantil.
El inicio de 2019 replantea nuevamente este tema. En las luchas es esencial; porque el brutal ajuste macrista y del FMI, con la complicidad y aplicación directa del PJ en sus provincias, pone blanco sobre negro que para derrotarlos y sobrepasar a la vieja burocracia sindical, es clave la unidad de la izquierda en cada lucha para apoyar, coordinar y profundizar las peleas en curso de las y los trabajadores, del movimiento feminista antipatriarcal y de la juventud.

La unidad en el plano electoral

Al haber elecciones nacionales en el horizonte y elecciones provinciales adelantadas, se coloca lógicamente el debate electoral con importancia, y esto vale también para la izquierda. Aunque sabemos que las elecciones son tan solo una parte de la lucha política y que es en las calles y en la confrontación de clases donde se define el futuro, esto no niega la importancia de que electoralmente ofrezcamos una alternativa muy fuerte en oposición a todos los partidos del sistema, y que esa lucha político-electoral contribuya también, dialécticamente, al desarrollo del conjunto de las tareas de la izquierda anticapitalista.

Sobre la unidad de los anticapitalistas que es requerida por miles de activistas obreros, estudiantiles, feministas y populares, los últimos días volvió a entrar en debate si avanzar o no en una unidad real y mayor. A los planteos de unidad que desde el MST venimos haciendo y ante el silencio sobre el tema de algunas fuerzas del FIT, se sumó el lunes la propuesta que el PTS hizo pública bajo el título de “hacer un frente más amplio para las elecciones de 2019”.

Cómo toda propuesta que se hace hacia la prensa y sin dirigirse realmente a las fuerzas de la izquierda que tenemos fuerte trabajo en todo el país, tiene el límite de no ser por ahora más que eso, una declaración que habrá que ver si pasa de ese estado declarativo. De nuestra parte, siendo por fuera del FIT el partido más grande y extendido nacionalmente que ya está dando pelea en todas las provincias y la dará en las elecciones nacionales, y porque además somos coherentes con la propuesta unitaria que venimos haciendo, consideramos positivo que se reabra este debate y proponemos reunirnos rápidamente con el FIT, con AyL y demás fuerzas anticapitalistas, a intercambiar y buscar todas las variantes posibles para lograr una gran unidad programática, política y de candidaturas. Para concretarlo, hace falta que el PTS y el FIT asuman a fondo el tema y pasen de las palabras a los hechos. Sería una nueva decepción para miles y miles de militantes y seguidores de la izquierda, ver frustrada una gran unidad cuando hay condiciones para lograrla.

Algunos debates

En las palabras recientes del PTS se le da especial importancia a Caba porque allí no se ha logrado colocar un diputado de izquierda, de ahí la insistencia hacia Zamora. Sin embargo, aunque no lograr diputados allí es un hecho cierto no puede limitarse el problema a una ciudad, a una o dos fuerzas o a un par de dirigentes. Creemos más correcto tomar el país y las tareas de la izquierda de conjunto. Así se realza la necesidad y posibilidad de fortalecer una alternativa nacional unitaria de izquierda, que le dispute mejor y en todos lados a los partidos patronales y a la centroizquierda. La unidad de la izquierda anticapitalista sería una novedad muy positiva en el país (y en Caba) y también un salto hacia adelante en la influencia de la izquierda sobre franjas del movimiento de masas. Esa posibilidad está planteada hoy y depende de lo que hagamos o no.

En el plano electoral no está pendiente solo el caso de Caba. Por dar otro importante ejemplo está el caso de Córdoba, un distrito clave donde tampoco se logró colocar diputados nacionales. Allí, desde el MST, tenemos una importante presencia política y caudal de votos que, unificada al FIT, garantizaría un salto cualitativo para todos, una provincia en la cual aún estamos a tiempo de hacerlo. Como también estuvo Santa Fe donde tampoco hay representación parlamentaria de la izquierda, ni nacional ni provincial, en donde acaban de cerrar las presentaciones de alianzas y consideramos un error que el FIT no haya aceptado nuestra propuesta de ir juntos, por lo cual lamentablemente habrá dos listas de izquierda en estas elecciones; el FIT y el MST. También está el caso Entre Ríos,en donde desde el MST nos encaminamos a una importante elección con posibilidad de ingresar cargos legislativos que luego podríamos poner a disposición de un acuerdo nacional de la izquierda anticapitalista. Estos y otros ejemplos provinciales abonan la necesidad de sumar las fuerzas de todos y en todos lados, sin reducir el debate a un solo distrito.

En concreto, creemos que hay que poner por delante las tareas globales de la izquierda en el país y la necesidad de ser un muy fuerte polo político y de lucha que enfrente a Macri, a todas las variantes del PJ y a la centroizquierda. Y junto con esto intentar en todas las provincias que en el plano electoral la suma de las partes se transforme en un salto de calidad hacia delante.

Acuerdos y diferencias

El PTS plantea para la unidad que propone que“el límite, como siempre, es la independencia política de los trabajadores que defendemos desde el Frente de Izquierda”. De nuestra parte no tenemos ninguna duda que la unidad de toda la izquierda anticapitalista generaría el mayor grado de independencia política de los trabajadores, que es la estrategia por la cual luchamos y que se expresa no solo en el programa del FIT, sino también en el nuestro y en el de otros sectores anticapitalistas.

Precisamente porque se podría lograr un fuerte acuerdo político y programático a mediano y largo plazo, es que muchas veces hemos insistido no solo en hacer un frente electoral sino acuerdos más profundos, sobre la base de ese programa y de la necesaria independencia de clase en todos los terrenos de intervención. Los pasos comunes que venimos dando en el sindicalismo combativo son ejemplos a seguir y, lógicamente, a mejorar, que apuntan en este sentido. Si ahora diéramos pasos de unidad electoral, también abonarían y fortalecerían las propuestas y necesidades políticas y sociales de nuestra clase.

Desde ya que entre la distintas fuerzas de izquierda va a seguir habiendo matices o diferencias en algunos puntos o en cuestiones de años atrás que bien se pueden debatir para sacar conclusiones. Hay diferencias al interior del FIT y también entre nuestras fuerzas. Eso es lógico, y no lo es usarlas como excusa para dividir. El método obrero es partir de las tareas presentes y futuras y fortalecer a partir de acuerdos la lucha y las necesidades planteadas. Ningún obrero con conciencia de clase antepone viejas diferencias a los pasos de unidad que hoy se pueden lograr contra todo el sistema. Priorizar los acuerdos es el ABC del marxismo, el leninismo y el trotskismo y es un método que no puede quedar fuera de este debate. Debe estar presente para unir lo que hay que unir en la izquierda anticapitalista y socialista y evitar planteos ultimatistas.

Reafirmamos una vez más nuestra propuesta de unidad. Mientras tanto desde el MST seguiremos dando la lucha política en todo el país, con nuestra precandidata a presidenta Cele Fierro, con Bodart, Ripoll, con todas nuestras referencias provinciales y toda nuestra militancia nacional. Convencidos que hay que jugarse entero a dar vuelta todo este régimen y sistema capitalista. Para eso nos organizamos y por eso luchamos.

Fuente del artículo: https://mst.org.ar/2019/02/20/unir-izquierda-anticapitalista-propuestas-debates/

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La mortalidad infantil nos interpela

Por: Miguel Ángel Schiavone.

 

Comparándonos con nuestros vecinos ¿Es posible evitar casi 2.000 muertes infantiles por año en Argentina? La ONU el 1 de enero de 2019 publicó un informe de UNICEF estimando que ese día nacerían 395.072 niños en todo el mundo, y advirtiendo que en muchos países esos recién nacidos no alcanzarán el primer año de vida.

El artículo, que puede leerse en la web, destaca además que la mayor parte de las causas de muerte son prevenibles. Charlotte Petri Gornitzka, Subdirectora Ejecutiva de UNICEF, manifestó “En este día de Año nuevo, hagamos todos el propósito de cumplir todos los derechos de todos los niños, empezando por el derecho de sobrevivir”.

Pero el acceso a este derecho es muy dispar, en Japón solo fallece 1 de cada 1.111 nacidos mientras que en Pakistán muere 1 de cada 22 bebés. Se desprende del informe que el riesgo de muerte y la causa de defunción están condicionados por el lugar en donde se nace.

Estos datos nos obligan a explorar cual es el destino que tienen los niños nacidos en Argentina. La tasa de mortalidad infantil (TMI) durante 2017, recientemente publicada por el Ministerio de Salud, nos informa que por cada 1000 nacidos vivos fallecen durante el primer año de vida 9,3 niños.

En igual periodo el riesgo de muerte en Uruguay es de 6,6 por cada 1000 nacimientos (30% menos que Argentina) mientras que Chile tiene una tasa similar a Uruguay.

Durante 2017 en Argentina fallecieron 6.579 niños menores de un año. Si nuestro país tuviera la misma tasa de mortalidad infantil que Uruguay o Chile evitaríamos 1.973 muertes infantiles por año.

Si bien estos datos oficiales no admiten objeciones, algunos podrán advertir sobre la presencia de inequidades en algunos de los países latinoamericanos, pero Argentina no se queda rezagada en este punto.

Los datos oficiales reflejan tasas dispares entre provincias. La mediana de la TMI de cuatro jurisdicciones (Chubut 6,8; CABA 6,9; Tierra del Fuego 7 y Neuquén 7,1) es de 6,95 mientras que la de otras cuatro (Formosa 16; Corrientes 12,8; Tucumán 11,5 y Salta 11) es de 14,4. Estas últimas cuatro jurisdicciones duplican el riesgo de muerte de las cuatro primeras. Inequidades hay en toda América Latina incluyendo Argentina.

Me sorprendió encontrar en el anuario 2016 de la Dirección de Estadísticas de Salud de Argentina que sobre 8443 muertes de niños menores de 5 años, 310 de ellos no recibieron atención médica durante la enfermedad o lesión que condujo a la muerte. Cifra que impacta no solo por la sinceridad y honestidad del informe sino porque es esperable que toda persona reciba o acceda a la atención de la salud en forma oportuna, integral y de calidad.

Hace 30 años se aprobó la “Convención de los Derechos del Niño”, en la que los gobiernos de todo el mundo, incluyendo Argentina, se comprometieron a proteger la vida de “todos” los niños. Los datos del 2017 son una foto oscura de ese compromiso, pero es necesario ver toda la película para advertir la tendencia. En 1950 Chile tenía una TMI que casi duplicaba a la de Argentina y Uruguay estaba solo un poco por debajo de nuestra tasa. Después de 70 años el riesgo de muerte de nuestros niños es 30% mayor a los que nacen en Uruguay o Chile ¿Cómo se explica? Pobreza económica, social, educativa y sanitaria que se fue incrementando. La solución más fácil son las políticas que controlan la natalidad… Si no nacen, no se mueren… Los indicadores sanitarios mejoran y finalmente habitaremos el mundo feliz de Aldous Huxley. Otra alternativa diametralmente opuesta son las políticas que promueven la vida y el desarrollo integral y sustentable.

¿Un país productivo o uno extractivo? Un país extractivo sufre la expoliación de minerales, petróleo, ganado, riqueza marítima y mentes lúcidas. Es necesario además que tenga poca población reduciendo el consumo local de esos recursos que se trasladarán fuera de sus fronteras.

En un país extractivo se priorizaran políticas de control de la natalidad por sobre las de salud infantil. Un país productivo privilegia la producción, el consumo y el desarrollo integral de sus habitantes incluyendo claras políticas demográficas, de salud, educación y de redistribución de los recursos.

Todos los días se repiten slogans que no superan la retórica dialéctica, entre ellos el famoso “Los niños son la prioridad y el futuro del país”. Pongamos entonces nuestras energías en pensar cómo evitar tantas muertes infantiles injustas, distribuidas tan inequitativamente en nuestro territorio.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/mortalidad-infantil-interpela_0_cD9YYWTJU.html

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