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La transformación de la profesión docente: una oportunidad para el consenso

Por: Saray Marqués

El Ministerio de Educación convoca hoy un foro de debate en torno a los desafíos y propuestas sobre la profesión docente. El grado de acuerdo sobre la necesidad de reformularla roza la unanimidad.

El sistema debe reformularse si realmente quiere “educar para el siglo XXI” y no puede hacerlo sin la ayuda de los docentes. Precisamente por eso, y con ese título, el Ministerio ha organizado un debate hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en el que un plantel de 15 expertos analizará aspectos como la formación inicial, la inducción, la formación permanente y la evaluación como aspectos clave de la profesión docente.

Una reciente encuesta impulsada por Proyecto Atlántida y Fundación Cotec ha mostrado un consenso casi absoluto entre los 772 docentes encuestados. Un 93% considera adecuado actualizar su profesión, definir un nuevo modelo. El Ministerio acepta el reto de comenzar a analizar la cuestión, en las voces de José Antonio Marina (padre del Libro blanco de la profesión docente y su entorno escolar encargado por el ministro José Ignacio Wert) o Álvaro Marchesi (padre de la LOGSE), pasando por Carmen Fernández, presidenta de la Conferencia de Decanos de Educación, y representantes del Foro de Sevilla, el Colectivo Lorenzo Luzuriaga y del Proyecto Atlántida. “Que no falte nadie”, parece haber sido la premisa del Ministerio al celebrar un acto en el que compartirán mesa el que fuera presidente del Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez, hoy director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, y Miguel Soler, director de FP con Ángel Gabilondo como ministro y hoy secretario de Educación e Investigación en la Generalitat Valenciana. Ambos hablarán sobre inducción a la profesión docente, con la que tres de cada cuatro encuestados por Cotec se muestran de acuerdo.

Consensos y disensos

A ambos les hemos preguntado por sus expectativas respecto a las futuras políticas en torno al profesorado. Si para Soler la redefinición de la profesión docente es “una de las cuestiones más relevantes” dentro de las actualizaciones que requiere el sistema educativo, López Rupérez es más tajante, y asegura que es “la prioritaria”: “Lo es por la evidencia empírica disponible, dado que el factor de calidad del profesorado explica el 30% de la varianza de los resultados de los alumnos dentro del 50% de factores sobre los que se puede intervenir [el 50% restante se relaciona con capacidades innatas]. Y lo es porque buena parte de los países que están obteniendo buenos resultados en las evaluaciones internacionales se pusieron en su día a la tarea de mejorar las políticas centradas en el profesorado”.

Fracasado el pacto -un fracaso que un 84% de los encuestados atribuye a los intereses de los partidos políticos-, a ambos les parece buena idea centrarse en cuestiones que generan consenso entre los distintos grupos, como esta. “El hecho de que se necesite un pacto global, social y político, no sustituye al hecho de que haya acuerdos parciales. Por los diferentes documentos y declaraciones públicas, hay un alto grado de coincidencia en que en la formación de los futuros profesores debe ganar mucho más peso el periodo de formación en el centro de trabajo, esto es, en el centro educativo, emulando a la FP. Se debe poder responder mejor a las demandas de los centros educativos, definir el perfil del profesor del siglo XXI, lo que conlleva repercusiones tanto en la formación inicial como en el acceso a la función docente. El acuerdo es unánime en que hay una serie de competencias profesionales que el futuro profesor solo adquirirá en un centro junto a un tutor experimentado”, expone Soler.

López Rupérez, por su parte, siempre se ha mostrado partidario de “empezar por lo que nos une”. De hecho, reconoce que tras comparecer en la subcomisión para el pacto educativo del Congreso para hablar precisamente de políticas centradas en el profesorado tuvo la sensación de que el acuerdo era posible. Tras el fiasco, no pierde la esperanza. Acuña una máxima de Julián Marías -“Que por mí no quede”-, y agradece el detalle del Ministerio al invitarle. Eso sí, apunta que “para que la inducción se beneficie de toda su virtualidad es imprescindible que se inserte en un modelo robusto de profesión docente (formación, acceso, desarrollo profesional, evaluación, incentivos, promoción), que le dote de significado y de potencia transformadora”.

Mientras, Soler es partidario de rescatar una propuesta del Ministerio que se quedó en un cajón a finales de 2011. Abordada en varias reuniones con los sindicatos, consistía en modificar el acceso a la función pública docente de forma que, aprobada la fase inicial, en que se valoran los conocimientos científicos y didácticos, se introdujera un año de prácticas, “de verdad, no meramente formal”, en que un aspirante a profesor de secundaria tendría 10 horas lectivas semanales y otras 10 para estar en el aula con el tutor, aprendiendo sobre la práctica, asistiendo a reuniones de departamento, tutorías… Todo ello en centros de prácticas seleccionados que, además, incorporarían al candidato a funcionario de carrera a su proyecto de mejora. El aspirante defendería finalmente su memoria didáctica ante un tribunal, así como su contribución. Para Soler, se trataría de “una forma mejor que la actual de completar la formación inicial y de demostrar que se sabe ser profesor”.

“Creo que es un buen comienzo. No evita que haya otros cambios, que se introduzcan numerus clausus para evitar que se estudie el máster profesionalizante de secundaria ‘por si acaso’, que se planifique cuántas plazas se van a necesitar los próximos 20 años en educación, igual que en sanidad… pero si se hubiera materializado en 2011 todas las oposiciones que se han celebrado en estos siete años podrían haber aplicado este modelo y no habría venido mal para mejorar la formación del profesorado”, plantea Soler. “¿Que el ideal es un modelo global? Sí, pero las medidas parciales suman siempre que no entren en contradicción con un futuro modelo global. Merece la pena empezar a hacer cosas ya”, proclama Soler, que considera un lastre, además, que en esta cuestión se mezclen debates: “Hasta que se logre el modelo más adecuado habrá que implantar medidas transitorias, por ejemplo, para el profesorado interino. Pero no se puede condicionar el modelo a un colectivo u otro. Si no, tendremos parches permanentes”.

Para López Rupérez existe un riesgo: “No soy partidario de subordinarlo todo, incluso la calidad del modelo, a un amplio consenso. Podríamos caer en el espejismo de que avanzamos cuando realmente permanecemos más o menos en el mismo sitio”. Para él, cualquier inducción que se precie debería entenderse en el marco de un modelo MIR, esto es, la trasposición del actual esquema sanitario al ámbito educativo. “Si decimos: vamos a empezar con una cosita por aquí y otra por allá, iremos rápido, pero el resultado no se parecerá en nada a la inducción característica del sistema sanitario, que es una de las claves del éxito de nuestro Sistema Nacional de Salud”. Un modelo habilitante de postgrado, en el que la selección precede a la formación (según su cálculo, solo un tercio de quienes obtienen el grado como maestros tiene cabida real en el sistema, contando con una tasa de reposición del 100%), de ámbito nacional y de carácter universal, que afecte igualmente a quienes se vayan a dedicar a la docencia en la pública, en la privada o en la concertada: “Solo así el Estado garantizará a la sociedad que esos profesionales cuentan con la cualificación y la competencia profesionales adecuadas para satisfacer el derecho fundamental a la educación en condiciones de calidad, y de igual calidad”, subraya. “Es un modelo que se podrá matizar en función de quién esté en el poder cuando toque legislarlo e implementarlo, de sus compromisos con las comunidades autónomas y los distintos grupos de interés, pero si no se dan esas cuatro características no se puede llamar MIR”, concluye.

¿Qué cambiarías tú?

A Miguel Soler le gusta recordar que cuando aterrizó para dar clases de Matemáticas por primera vez, la bienvenida fue: “Buenas, segunda aula a la derecha”. En la encuesta de Cotec y Atlántida, la formación práctica insuficiente para la llegada al aula, la brecha entre los centros educativos y la universidad, junto con la ausencia de una carrera profesional clara y atractiva y la escasa experiencia en proyectos colaborativos, destacan como debilidades del modelo actual para los docentes encuestados.

Estefanía Pastor (36) fue una de las participantes en el sondeo. Es maestra, con experiencia en puestos de dirección, en la universidad y en formación para preparar a opositores. Para ella, revisar la formación inicial es clave: “Los centros educativos deberían transformarse en entornos formativos para la gente que empieza, a imagen de los hospitales universitarios. Hoy es todo muy observacional. Ves qué hacen los otros, y se te permite poco margen, hay poca implicación en el día a día del centro. Además, los periodos de prácticas son muy cortos”.

Pastor es partidaria de definir mejor las capacidades necesarias para ser profesor y de establecer diferentes itinerarios formativos para especializarse en distintos ámbitos, nuevamente imitando las especialidades en medicina. “Parece que en docencia tengamos que saber de todo, y en formación permanente muchas veces te formas en muchas cosas y acabas sabiendo un poquito de cada una pero sin llegar a ser especialista en grandes temas, con lo que se pierde eficacia en determinados ámbitos”, señala.

De los hospitales universitarios envidia el trabajo en equipo, la cultura de centro: “Medicina y educación no son campos idénticos, pero echo en falta esa forma de cuidar a los profesionales por vocación, ese rigor en la formación Si te vas a dedicar a la educación, el valor más preciado es la formación. Ejercerás ante alumnos que no dejarán de evolucionar, con lo que hacen falta personas dinámicas, con capacidad de trabajar en equipo, de ofrecer soluciones a alumnos, familias…”. Algo que el actual sistema de oposiciones, para ella, no mide: “Genera injusticias. No es un sistema de selección del profesorado de calidad. Está concebido como un mero filtro”.

Otro de los participantes en la encuesta es el director de instituto Carlos Arrieta (58). Cree que debe haber una inserción en el aula previa al inicio de la vida laboral, y ve atractivo el formato MIR. “Es positivo que se comprometa a profesores con cierta experiencia como tutores reales, no meramente documentales, encargados al final de firmar una lista de cotejo, como ahora: ‘¿Buen clima de aula? Sí ¿Programa sus actividades? Sí…’. Este periodo debería ser de, al menos, dos años para garantizar una experiencia directa y amplia, con un alto grado de interacción y empatía con el tutor”, apunta. “A mí me resulta aterrador que una persona sin ninguna experiencia, sin necesidad de haber aprobado siquiera las oposiciones, se haga cargo de un 2º de bachillerato sin cotejo previo. Las cosas suelen salir bien, por un principio de profesionalidad, pero no deberíamos estar en manos de la casualidad o la buena suerte”, reflexiona. A su vez, aspira a superar la concepción de la formación permanente como mero trámite -“Cada 100 horas, un sexenio”-. Y considera que debería introducirse la evaluación docente desde el punto de vista constructivo, con la Inspección implicada no solo en la supervisión procedimental y documental, también en visitas de aula y puesta en común de experiencias: “Debería haber algún modo de acreditar el trabajo en las aulas, sin reducir la escala al número de años, de forma que se generen expectativas, que no sientas que vas a entrar y a salir con la misma categoría”.

Anna Solans (25) lleva mes y medio como maestra. Antes estudió el Grado de Educación Primaria dual de la Universitat de Lleida. Antes había estudiado Empresariales, pero entonces no había descubierto su verdadera vocación. Considera que su formación inicial ha sido bastante buena, pues ha realizado muchas prácticas: “Sé que no siempre es así. A veces hay mucha distancia con la universidad, lo veo por otros compañeros. Para mí está claro que existe un vínculo entre la teoría y la práctica, pero es necesario que te ayuden a establecer ese vínculo”. En los tres primeros años de carrera, Solans pasó cada curso por una escuela, dentro del modelo dual. El primero, por una escuela estándar. El segundo, por una zona escolar rural. El tercero, por un centro de máxima dificultad. Así, dos días a la semana. “A mí me reafirmó en que esa era mi vocación, del mismo modo que hay personas que cuando se enfrentan a las prácticas descubren que no es lo suyo”, explica.

Josep Borràs tiene 63 años y no quiere oír hablar de jubilación. Es coordinador y director de la Zona Escolar Rural L’Eral (Lleida), director de la escola d’Alfés, tutor de los alumnos que aterrizan en su centro para ser docentes… “y portero”, añade: “Cuando estás en una escuela pequeña se te acumulan los cargos. Te da una visión global, la escuela es poco menos que tu casa”.

Valora del proyecto de formación inicial de la Universitat de Lleida la interacción escuela-universidad “más real”: “Es una reivindicación perpetua. Echo la vista 40 años atrás, cuando estudiaba Magisterio, y ya se criticaba la excesiva separación entre teoría y práctica. Los profesionales en activo desmontaban buena parte de las teorías de la universidad. Es un problema de comunicación que siempre ha estado ahí. Y creo que por ahí habría que empezar, por cambiar el esquema de formación inicial de los maestros, renovando, al tiempo, los contenidos de docencia”.

Otro paso, a su juicio, es introducir la variedad de escuelas que existen en esa formación inicial. Es otro aspecto que valora de la modalidad dual de la universidad de Lleida, de la que se declara fan, que saque a los alumnos de esas escuelas “normalitas” que a priori elegirían para sus prácticas, que se enfrenten al “fantasma del multicurso” en la escuela rural, que se enamoren al conocerla, en muchos casos… -“Casi, casi debería ser obligatorio para todos los maestros pasar por una escuela rural para pensar en la globalidad de la escuela, no solo en lo que pasa en su clase y poco más”, apostilla-, que descubran el reto de la diversidad en escuelas de gran dificultad… “Se trata, eso sí, de un modelo más pesado que el normal, pues requiere una gran coordinación, un plan de trabajo que involucre realmente a la escuela y al alumno”, reconoce. “En parte, por eso no cambian las formaciones iniciales, por comodidad. En una profesión, al funcionarizarte, es fácil caer en esa comodidad, ir suprimiendo las cosas que más te cuestan”, asevera.

Para él, las oposiciones constituyen un gran problema: “Tenemos oposiciones porque no somos capaces de encontrar un método mejor, no porque de por sí sean buenas. Al opositar demuestras que cuentas con una base suficiente para evolucionar a partir de ahí… pero superada esta evaluación en la escuela pública no tienes que demostrar nada más. Yo creo que es necesario que haya fases posteriores a las oposiciones, o anteriores, de interinaje, para filtrar a quienes no tienen el carácter apropiado para la profesión, por más que sean capaces de desarrollar trabajos teóricos. Si una persona no es empática con los niños, no debería trabajar en esto. Debería ser un condicionante de entrada, pues va a ser infeliz ella y a hacer infelices a los niños. La selección debería ser mucho más rigurosa. También nosotros, al relacionarnos, muchas veces tenemos miedo de valorar mal a los compañeros, cuando deberíamos estar siempre a favor de los niños; deberían ser lo primero”.

El balance, con todo, es positivo. Borràs ha coincidido con muchísimos compañeros y compañeras “fantásticas, ilusionadas, con muchísimas cualidades, con enorme prestigio”, pero “en medio, ha habido algunos elementos que no sabes cómo han logrado colarse dentro del sistema, que no deberían estar”. “Yo no culpo a la universidad, sino a los filtros posteriores que se deberían crear para que no ocurran estas cosas”, zanja.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/11/06/la-transformacion-de-la-profesion-docente-oportunidad-para-el-consenso/

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América Latina no debe importar su inteligencia

Por Fausto Segovia

Escritores afirman que la base del progreso es la educación, por eso se apuntan a mejorar los niveles, aunque la sociedad esté conforme con el sistema actual.

“La educación es algo demasiado importante como para dejarla en manos de gobiernos”, dice el reconocido periodista Andrés Oppenheimer, quien se adjudica reconocimientos internacionales por sus publicaciones.

Tampoco debe estar solo en manos de profesores, porque la educación en el siglo XXI es una construcción global, interdisciplinaria, interprofesional. La nueva escuela –en términos metafóricos- es el mundo y no un aula.

Asignatura pendiente

Oppenheimer prueba con cifras y documentos que “la principal asignatura pendiente de nuestros países, y la única que nos podrá sacar de la mediocridad económica e intelectual en la que vivimos, es la educación”.

Oppenheimer resalta una idea central: mientras la mayoría de los países del mundo piensa y actúa en función del futuro, América Latina gasta millones de dólares, con mayor entusiasmo de lo habitual, en festejos. “La pasión por la historia es visible por donde uno mire”, dice. “Esta obsesión por el pasado, curiosamente, no la he observado en China, India y otros países asiáticos, a pesar de que muchos de ellos tienen historias milenarias”.

Para buscar ideas sobre cómo mejorar la calidad de la educación, Oppenheimer viajó por muchos países, de diferentes colores políticos, quienes, al mejorar los niveles educativos redujeron dramáticamente la pobreza.

Datos interesantes

Según Oppenheimer, “el siglo XXI es, y será, el de la economía del conocimiento. Contrariamente al discurso de la vieja izquierda y de la vieja derecha en la región, los recursos naturales ya no son los que producen más crecimiento: los países que más  avanzan son los que apostaron a la innovación y producen bienes y servicios de mayor valor agregado”.

El mundo cambia, “mientras en 1960 las materias primas constituían el 30% del producto bruto mundial, en la década del 2000 representaban apenas el 4% del mismo. Y esta tendencia se acelerará más”.

Oppenheimer afirma que América Latina (AL) “vive de la ilusión”. Una encuesta  –citada por el autor- demuestra que los latinoamericanos “están satisfechos con sus sistemas educativos públicos (Gallup/BID, en la que participaron 40 mil personas en 24 países). Este porcentaje llega hasta el 85% en AL, mientras en Alemania, llegó al 66%”.

Confiesa Oppenheimer que Eduardo Lora, economista del BID, al mirar estas cifras le dijo: “Es que están satisfechos sin fundamento”.

Por ello en las pruebas internacionales –PISA- “el promedio de los estudiantes latinoamericanos está entre los peores del mundo”. Sin embargo, algunos países, según el autor, tienen “agallas” para participar en estos test globales. Uno de los últimos países fue México, que optó por la estrategia: diálogo educativo informado, con PISA.

Además en América Latina se dan las vacaciones más largas del mundo. El año escolar en Japón tiene 243 días, 220 en Corea del Sur, 200 en Holanda, 200 en Tailandia, mientras en Uruguay es de 155 días, Argentina 180, Chile 190, Brasil, México y Ecuador 200 días, pero los días de clase efectivos son menores que las normas’’.

Universidad e investigación

En relación con las universidades del hemisferio la situación es peor. Las más prestigiosas a pesar de sus logros, “están en los últimos puestos de los rankings mundiales”.

En el conteo de la revista Times, de Londres, y en el de la universidad Jiao Tong, de Shanghai, “no aparecen los centros latinoamericanos entre los 100 mejores del mundo”. La Universidad Nacional Autónoma de México  está en el puesto 190; la de Sao Paulo, entre el puesto 100 y 151, y la de Buenos Aires, entre el puesto 152 y 200.

El resultado es obvio: las universidades latinoamericanas se hallan, según Oppenheimer, “divorciadas de la economía del conocimiento del siglo XXI”. ‘No es casual –advierte- que América Latina sea –junto con África- la región del mundo con menos inversión en investigación y desarrollo de nuevos productos, y con menos patentes registradas en el mundo”.

La cifra es escalofriante: “solo el 2% de la inversión mundial en investigación y desarrollo tiene lugar en los países latinoamericanos”.

Sin embargo, se da la paradoja que “nuestros científicos triunfan en el exterior”. Bill Gates, en el libro mencionado, lo ratifica: “En términos netos importamos más inteligencia que nadie”.

Bill Gates, fundador de Microsoft, tiene varias frases que resaltan esa realidad. “En primer lugar, se debería ofrecer una educación de mejor calidad en las escuelas secundarias. En segundo lugar hay que mejorar la calidad de educación en las universidades. Y eso requiere ser muy selectivo’”.

Afirma que “si se estimula la curiosidad intelectual por la ciencia y la ingeniería, los países pueden hacer maravillas”. A ello se suma “el apoyo gubernamental y privado, la protección de la propiedad intelectual, el capital de riesgo y otros factores son importantes para que los países puedan incentivar la innovación. Pero la clave de todo es la educación, la calidad de la educación. Ese es el secreto”.

El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, afirmó que “después de la crisis de 2008, la educación, la ciencia y la tecnología serán las claves del desarrollo económico de la región”.

Afirmó “para prosperar y ser competitivos, AL debe modernizar sus habilidades y mejorar su tecnología. Creo que esta estrategia es la más importante”.

Recalcó que “el mundo se ha vuelto más competitivo, porque la torta (de la economía mundial) se ha reducido, y los países se disputan ferozmente sus cuotas de mercado en el exterior”. (O)

Fuente del artículo: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/americalatina-inteligencia-progreso-educacion

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Altas capacidades, hipersensibilidad y acoso escolar

Por: María Sanchéz Dauder

Las personas con altas capacidades nacen con una característica inherente a este perfil: la hipersensibilidad, que es emocional y sensorial.

¿Qué sucede siempre ante alguien que llora con facilidad ante ciertas situaciones? ¿Qué sucede ante alguien cuyas emociones están a flor de piel y estallan, como si de la erupción de un volcán se tratara, llorando, enfadados, indignados y rebotados? ¿Qué sucede cuando alguien defiende un tema a capa y espada, pone toda la carne en el asador con ímpetu y fuerza, y el grupo que le acompaña no tiene el mismo punto de vista? ¿Qué sucede con la persona que todo le pica, todo le huele mal, todos los ruidos le molestan…?

altas-capacidades

Acoso y altas capacidades

Una persona con altas capacidades no es solo un CI alto, es una persona con unas características que le acompañan para el resto de su vida. Una de ellas es la extrema hipersensibilidad, que no solo se limita a ser emocionalmente sensible, sino también a ser sensorialmente hipersensible.

¿Cómo repercute en el día a día de una persona esta hipersensibilidad sensorial? Las imágenes impresionan mucho más, se leen con más énfasis. Los ruidos siempre molestan: el clac-clac de abrir y cerrar un bolígrafo, los motores de las motos, los petardos y fuegos artificiales, la música alta, el barullo de una clase… Les molesta, y mucho, hasta el punto de generarles fuertes dolores de cabeza. Los olores se multiplican, se intensifican, calan en la pituitaria hasta el punto de generar mareo y cefaleas. Los sabores se sienten también mucho más intensos. Por último, el tacto y la hipersensibilidad táctil: estamos ante uno de los más delicados, ya que genera agobio a ser tocado. Una caricia se puede transformar en una molestia. Para un niño con este perfil, tocar plastilina, pintura o pegamento puede convertirse en algo desagradable y horrible que le puede generar angustia y ansiedad. Curioso, pero cierto.

¿Cómo repercute en el día a día de una persona la hipersensibilidad emocional? Una persona sensible lucha con todas sus fuerzas y energías para defender algo que le parece injusto. La energía que muestra es tal, que lo que genera a su entorno es burla hacia “el motivado” por cierto tema. Cuando un niño, o no tan niño, llora ante un reportaje sobre refugiados o ante un atentado o accidente. Si esta persona no puede evitar las lágrimas ante una pieza musical que despierta emociones o ante un texto literario que vive y siente a flor de piel. Y si se ha sentido traicionado por alguien a quien no considera enemigo ante un problema que le ha hecho sentir hundido bajo tierra… y explota en un mar de lágrimas  ¿qué sucede con las personas que le rodean? ¿Qué situaciones se generan?

Por otro lado, el perfil de altas capacidades suele tener intereses muy peculiares y particulares, completamente lejanos, ajenos e indiferentes para el colectivo social de su alrededor. Estos niños y niñas dominan la astronomía, la historia, la gramática, las matemáticas… cualquier tema que en un momento dado les haya despertado un interés. ¿Cómo se lee esto entre el resto de sus compañeros? ¿Y si al rarito que habla de cosas raras se le suma la hipersensibilidad emocional y la hipersensibilidad sensorial?.

La respuesta a estas preguntas es ACOSO, acoso escolar o, en adultos laboral, en toda regla. Estos niños, adolescentes y adultos se convierten en las dianas de burlas, críticas, comentarios continuos y aceptados por el grupo de personas que conviven con ellos fuera de su ámbito familiar. Estos niños, jóvenes e incluso adultos, sufren constantes ataques diarios, semanales o circunstanciales que les etiquetan como: el raro, el llorica, el plasta… Y ya se les señala con el dedo como centro de diversión a costa de su dolor emocional y de su frustración personal.

¿Qué se genera, además, ante estas situaciones? Lo peor que podría suceder: la normalización social de este acoso y de estas situaciones que se repiten con demasiada frecuencia. Además, que muchas personas no caen en este punto, el día a día de las familias con personas acosadas se convierte en un infierno, pues el acosado está eternamente enfadado, rabioso, hundido y muchas veces deprimido a causa del dolor por los ataques recibidos. Estas familias a veces sufren problemas dada la tensión que se vive en sus casas. ¿Nos ponemos en sus zapatos? Si una familia traslada a un centro su preocupación ante el acoso escolar, por favor, atendamos. Estos papás no hablan de un hecho puntual, ya llevan una mochila en sus espaldas. Y si además se trata de un caso de altas capacidades -aspecto genético – pensemos en su hipersensibilidad y en la de los padres de estos niños. Es muy duro para el niño, pero también para su núcleo familiar.

Y la suma del malestar generado, desgraciadamente, conlleva consecuencias emocionales que conducen a estos sujetos a fatales desenlaces. De hecho, cada vez, desafortunadamente, hay más casos. Todos tenemos una llave mágica, si no permitimos que se normalicen los ataques y si somos valientes que explicamos y defendemos lo que no debe ser. ¿A ti te gusta sufrir? A ell@s, tampoco.

Fuente: http://blog.tiching.com/altas-capacidades-y-acoso-escolar/

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¿Qué ganaríamos si todas las niñas terminaran la escuela?

Autora: Marjorie Delgado

Las ventajas de completar la educación secundaria van desde tener salarios más altos hasta reducir el riesgo de ser madre antes de los 18 años

Cuando empieza el primer grado hay un panorama alentador: en el patio hay muchas niñas esperando para entrar al salón de clase. Pero la fotografía escolar va cambiando conforme pasan los años y para cuando comienza la secundaria algunas de ellas ya no están.

En el mundo, 9 de cada 10 niñas completan la escuela primaria, pero solo tres de cada cuatro completan el primer ciclo de la escuela secundaria. Esto significa que unas 132 millones de niñas, con edades que oscilan entre los 6 años y los 17 años, no asisten a la escuela. Un 75 % de ellas son adolescentes.

En los países pobres, la cifra recrudece: menos de dos tercios de las niñas terminan la escuela primaria y solo una de cada tres niñas finaliza el primer ciclo de la escuela secundaria.

¿Qué hacen si no van a la escuela? Ellas han tenido que quedarse en casa cuidando a sus hermanos, abuelos o ayudando en la gestión del hogar; tal vez se han unido en pareja o han tenido hijos y eso les ha impedido seguir estudiando; otras han sido obligadas a trabajar en empresas familiares o, como sucede en algunos países, las niñas no se educan porque es una norma establecida.

El precio de que las niñas no vayan a la escuela es alto: tienen menos oportunidades para un mejor futuro y el de sus familias y con ello también se pierde el desarrollo de sus propios países.

Menos educación, menos beneficios

Según cálculos del Banco Mundial, publicados en el informe Oportunidades perdidas: el alto costo de no educar a las niñas (disponible en inglés), que las chicas no puedan completar la secundaria ocasiona pérdidas de productividad e ingresos a las economías que podrían alcanzar entre 15 billones hasta 30 billones de dólares a lo largo de toda la vida. No educar a las niñas colabora en perpetuar el ciclo de la pobreza en estos países.

Las mujeres que logran estudiar tienen más oportunidades para decidir en qué trabajar, e incluso podrían tener mayores ingresos: aquellas que completan la primaria ganan entre un 14 % y 19 % más que las mujeres que no tuvieron acceso a la educación, y aquellas que lograron completar la secundaria ganan casi el doble que las mujeres que apenas terminaron la primaria.

Los investigadores señalan que cada año de escolarización representa mayor porcentaje de aumento en el salario. En regiones como África subsahariana, cada año de educación se traduce en un 14% de aumento salarial para las mujeres. En América Latina, cada año adicional de escolarización para las niñas significa un aumento de 10% en sus ingresos.

Al completar la educación secundaria y obtener mejores ingresos, las mujeres pueden ser más prósperas, más independientes de sus padres o parejas. Asimismo, tendrían más poder de decisión sobre ellas mismas y en sus hogares.

Según el informe, además de mejoras salariales y de mayor independencia, las mujeres que terminan la escuela secundaria tendrían mayores beneficios sociales que las que solo cursaron la primaria.

Más años de educación también se traducen en mayores posibilidades para que las mujeres atiendan adecuadamente su salud; pueden recudir el riesgo de mortalidad en madres y bebés, además de colaborar en que tengan niños más sanos. Por otro lado, aumentaría en una quinta parte el registro de bebés recién nacidos.

Mantener a las niñas en las escuelas es también una forma de luchar contra el matrimonio infantil. El informe del Banco Mundial señala que se podría reducir hasta en un 75% el riesgo de ser madres antes de los 18 años.

Otra de las ventajas asociadas a que las niñas completen la educación secundaria es que se podría ayudar a reducir en un tercio las tasas totales de fecundidad en los países de alta fertilidad y podría colaborar en aumentar en una cuarta parte el uso de anticonceptivos en esos países.

Que las mujeres no se eduquen implica que ellas representen un tercio o menos de la riqueza de capital humano en los países de ingreso mediano y bajo, muy lejos de lo que representan los hombres. Al tener menos educación que ellos, su salario es menor y la desigualdad salarial produce pérdidas económicas de hasta 160 billones de dólares en el mundo.

Una oportunidad para América Latina

En la región se ha logrado que el 92% de las niñas se matriculen en la escuela primaria, el mismo porcentaje que los varones. En la secundaria, actualmente hay más niñas que niños (78%, un 5% más que la cantidad de varones).

La perseverancia de las niñas hasta el último grado de primaria es del 85,9% y la cifra de adolescentes que finalizan la educación secundaria es del 81,8%. Estos porcentajes son equivalentes o incluso levemente mejores que los que corresponden a los varones.

Sin embargo, hay diferencias entre los países debido a la desigualdad en términos de pobreza y zona de residencia. Unicef señala que en América Latina 1 de cada 4 niñas que viven en zonas rurales o en situación de pobreza no va a la escuela.

Según datos de la Cepal y Unicef, un 25% de las chicas de 12 a 18 años que no han terminado la educación secundaria mencionan la restricciones económicas como una de las causas para dejar la escuela, mientras que un 16% aduce falta de interés. Un 13% de las adolescentes, entre 12 y 18 años, señalan que el factor detrás del abandono de los estudios es la responsabilidad por los quehaceres domésticos, los cuidados no remunerados y la maternidad.

Educar a todas las niñas es una oportunidad para América Latina. Garantizar que tengan acceso a una educación de calidad es clave en una región donde, según Unicef, hay cifras desafiantes:

  • Ostenta la segunda tasa más alta de embarazo precoz (74 nacimientos por cada 1 000 adolescentes entre 15 y 19 años).
  • 4 de cada 10 niñas experimentan violencia de pareja en el transcurso de su vida.
  • 1 de cada 4 niñas se casa antes de cumplir los 18 años.
  • La tasa de matrimonio infantil y uniones tempranas es dos veces mayor entre las mujeres con menos años de escolaridad en comparación con las mujeres que terminaron la secundaria (25% y 12%, respectivamente).

Fuente: https://elpais.com/internacional/2018/08/21/america/1534878925_699104.html

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La Educación Popular en tiempos de neoliberalismo y populismos autoritarios y corruptos ¿Hacia una nueva refundación?

Por: Antonio Pérez Esclarín

Me pregunto si en los nuevos contextos que estamos viviendo, de triunfo hegemónico del neoliberalismo y surgimiento de los populismos autoritarios que en América Latina olvidaron la ética más elemental y han sido devorados por la corrupción y el afán de mantenerse a toda costa y a cualquier precio en el poder, llegando incluso a asumir conductas dictatoriales y muy represivas, no deberíamos emprender de nuevo un profundo proceso crítico y autocrítico pues muchas de estas experiencias pretendidamente populares y progresistas, asumieron el discurso de la Educación Popular, discurso que quedó en eso, en mero discurso, pues las prácticas emprendidas han ido con frecuencia en dirección radicalmente distinta. Por ello, la fidelidad a los oprimidos nos obliga a apearnos de nuestros presupuestos y esquemas mentales, a una profunda autocrítica, para ser capaces de interpretar al mundo tal cual es, en sus dimensiones macro y micro, objetivas y subjetivas, y en sus interrelaciones.

La corrupción y la impunidad son dos caras de la misma moneda, y un factor que acentúa la crisis de representatividad. El sistema político que sostiene la dominación está sustentado en la corrupción, que ha permeado los diferentes niveles del aparato del Estado, volviendo a sus agentes en fundamentalistas del statu quo y en rehenes de sus estafas.

Por ello, pienso que, de nuevo, hay que enfatizar la dimensión ética y pedagógica sobre la dimensión política que se ha ido vaciando de auténtico sentido. De ahí la necesidad de recomponer el campo de lo político en el cual operamos. No solo tenemos que afirmar lo educativo: también tenemos que iniciar un proceso de relectura de la manera como entendimos lo político en el pasado, y la manera cómo en diversas oportunidades acompañamos la política de izquierda como aquella política coherente con el proyecto de transformación hacia el que apunta la E.P.; sin darnos cuenta, en diferentes ocasiones, que muchos de los comportamientos de estas izquierdas, y algunas de sus acciones, fueron en contravía de lo que se planteaba a nivel del discurso.

En esa mirada voluntarista de la intencionalidad política, abandonamos el deber ser de la E.P.: solo nos importaba saber que se buscaba el cambio social y que se enfrentaba al estado capitalista; los medios no importaban mucho. El pensar lo metodológico nos alertó sobre los medios, pero nunca fuimos capaces de ir más allá de esa crítica. Quizás la reflexión de futuro sobre el poder que buscamos construir -y del cual cada vez son más excluidas las personas, los grupos y las instituciones del campo popular-, nos permita decir con más precisión cuáles son esos componentes básicos a partir de los cuales hoy podemos hablar de mantenernos en un horizonte de transformación social; un horizonte dotado de una ética de cambio en donde estén incluidos los sectores populares con los cuales trabajamos y donde la opción no siga siendo únicamente la de los ilustrados.

Esto significa repensar las nuevas formas de hacer política que requiere que los educadores populares pensemos con rigor cómo realmente exigir y construir una radicalización de la democracia como condición de futuro para los sectores populares. Esto va a exigir un esfuerzo sistemático para desterrar de nuestras relaciones personales, y en la vida de nuestras organizaciones, los enquistamientos autoritarios, burocráticos, las prácticas machistas, todas las formas de discriminación de la diversidad ideológica, étnica, sexual, religiosa.

Si bien debemos repensar las nuevas formas de hacer política, es también urgente y necesario que repensemos y analicemos nuestras prácticas pedagógicas. La pedagogía de la Educación Popular es una pedagogía del diálogo y no del discurso monolítico; de la pregunta y no de las respuestas preestablecidas. Es una pedagogía de lo grupal y de lo solidario, frente a las que reproducen el individualismo y la competencia. Es una pedagogía de la libertad frente a las que refuerzan la alienación; de la democracia y no del autoritarismo; de la esperanza, frente a las que afirman el fatalismo histórico. Es una pedagogía que acepta el diálogo con los saberes provenientes de las diversas ciencias sociales y de los distintos pensamientos que promueven la liberación, como la Teología de la Liberación, los feminismos, la ecología, y el pensamiento proveniente de la resistencia indígena, negra y popular. Es una pedagogía del placer, frente a las que escinden el deseo de la razón. Es una pedagogía de la sensibilidad, de la ternura, frente a las que enseñan la agresividad y la ley del más fuerte, como camino para la integración en el capitalismo salvaje. Es una pedagogía que incorpora los sentimientos, las intuiciones, las vivencias, involucrando en el proceso de conocimiento al conjunto del cuerpo. Apela por ello, como parte del proceso de aprendizaje, al arte, al juego, al psicodrama, y al contacto directo con experiencias prácticas producidas en la vida social.

En definitiva, la Educación Popular seguirá teniendo hoy vigencia y sentido si reivindica, entre otros, los siguientes principios: la necesidad de cultivar la esperanza comprometida en la transformación de las estructuras injustas y del ejercicio autoritario del poder en las relaciones macro, meso y micro; esperanza que se convierte en denuncia y anuncio creativo de propuestas diferentes, modelos diferentes, relaciones diferentes; la necesidad de recuperar la ética y la solidaridad militantes, que exigen una gran coherencia entre proclamas y prácticas, pues más que de ser un revolucionario profesional, se trata de ser un revolucionario en la profesión; el estudio crítico de la realidad local, nacional y mundial, frente a la pretensión de imponer un pensamiento único; la necesidad de leer críticamente la avalancha de una información sin límite e improcesable, en su mayoría creada y recreada por los centros hegemónicos, junto al derrumbe de las certezas absolutas, y el surgimiento de la era de la postverdad, donde ya no interesa la verdad, sino la manipulación de los sentimientos y las conciencias, que ha llevado a un surgimiento de los populismos autoritarios de derecha y de izquierda; el fomento de la crítica y la autocrítica para reconocer excesos, limitaciones e incoherencias; y la necesidad de una humildad a toda prueba, alejada por completo de las posturas dogmáticas, que respeta y valora la diversidad de propuestas y experiencias y busca la articulación de todos aquellos que no aceptan este mundo y afirman que otro «Mundo es posible y necesario», como lo vienen afirmando los participantes del Foro Social Mundial, que desde el año 2000 aglutina cantidad de grupos y movimientos que buscan la transformación de este mundo inhumano.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a271279.html

 

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Moral education may not reflect the realities of life in Japan

By Michael Hoffman.

What’s wrong with the following story?

A magician, skilled but unlucky, finds success passing him by. One day, wandering lost in gloomy thoughts, he meets a boy who is unhappier still. The magician does some tricks. The boy cheers up. They become friends. They agree to meet the next day.

That evening the magician receives a visit from a friend. The friend brings news: The scheduled performer at the next day’s magic show can’t make it. Will the magician fill in?

Here it is, at last, the big break! Ah, but — the boy! He has promised to meet the boy! Can he disappoint him? No, he cannot. Success, fame, fortune are important, but friendship is more so. He will turn down the offer. He will keep his promise.

What’s wrong with the story? As a fairy tale, nothing. But as a moral lesson — since that’s what it’s meant to be — it seems to lack an essential ingredient: realism. Does real life work that way? Can it? Should it? If Japan’s did, what would become of its economic competitiveness?

It’s an old story, going back some 40 years, according to the Asahi Shimbun, and it has found its way, in one form or another, into all eight of the government-approved textbooks in use in a new — resurrected, rather — elementary school subject known as moral education. Discredited following World War II for its prewar and wartime militarist leanings, moral education sank into an informal limbo from which a reform backed by the education ministry has rescued it, effective this year in elementary schools, next in junior high schools.

History aside, critics fret about a key element of the reform. Moral education is now, as it was not in its informal phase, to be graded. How can teachers grade morality? By rewarding the loudest professions of determination to emulate the magician? Hypocrisy pays, while sincerity must be its own reward.

Another character figuring prominently in the new moral education textbooks is one Ninomiya Kinjiro (1787-1856). Born to a peasant family in Sagami Province (today’s Kanagawa Prefecture), he taught himself to read, worked himself up from poverty and became a noted figure of his time — an agronomist, economist, philosopher and forceful advocate for the starving poor. His posthumous life extended deep into the 20th century, via a famous 1-meter-high statue, much reproduced and adorning elementary school grounds across the nation, instantly recognizable by the load of firewood on the boy’s back and the book in his hand, symbolizing his indefatigable determination to work and better himself at all costs.

Readers of Kappa Senoh’s fictionalized wartime memoir “Shonen H” (“A Boy Called H”) will remember H, as an elementary school fourth-grader, getting into trouble over Ninomiya Kinjiro. A teacher rebukes H for reading while walking. “But,” protests H, “Miss Hayase (his homeroom teacher) said we should model ourselves on the statue of Ninomiya Kinjiro.” Yes, says the teacher, but not to extremes: “Modeling yourself on him means you should study hard, not that you should read as you walk.”

During the war the statues were melted down for ammunition, and Kinjiro more or less disappeared from view. He’s back — raising, on his return, the same question raised by the fictional magician: Is morality realistic?

Yasuhiro Ninomiya, a 71-year-old descendant of Kinjiro’s and a member of the Association of Japanese Intellectual History, tells the Asahi Shimbun that legend somewhat exaggerated his ancestor’s merits, considerable though they were. Kinjiro did teach himself to read, says Yasuhiro — but later in life, not as a child. And a famous story of him — again as a child — making straw sandals on his own initiative for laborers building a levee is “probably baseless” — a late 19th-century authoritarian government’s conscious attempt, in Yasuhiro’s view, to symbolize selfless dedication in opposition to a campaign then simmering for individual rights.

Two textbooks feature that story. Does factual accuracy matter? Yes, but secondarily, an education ministry official tells the Asahi Shimbun: “The essential point, in selecting content, is its educational value. Factual accuracy may or may not be an obstacle in that regard.”

Suppose a bright kid raises his or her hand in class and asks, “Is this story true?” What would the teacher say in reply — that “factual accuracy may or may not” matter?

It seems to matter less and less in society as a whole. Two examples, one benign, the other not:

Earlier this month the business magazine President ran a feature on job interviews. How should a job candidate approach one? Gingerly and yet boldly — gingerly because so much depends on it, boldly because bold is what an employer wants its employees to be. President cites an astonishing fact: A first impression of a stranger we meet is formed within, on average, 0.2 seconds. Once formed, it is more or less indelible. (“If you spill red ink on white paper, you can’t change it to blue ink,” is how psychologist Isamu Saito puts it.) The successful job candidate is he or she who seizes control of that crucial one-fifth of a second.

There are ways to do it. Sixty percent of a first impression is determined by the expression on your face. What do you want yours to say? Compose it so that it says it. Dress, too, says Saito, is important. The cut and colors of your suit, necktie and accessories send subliminal messages: red — extroverted and novelty-seeking; blue — polite, knowledgeable and traditional; gray — unassertive; and so on. What do you want to convey to your prospective employer? Whatever it wants to see in you — which you’ll know, having done the requisite preliminary research into the company’s corporate character.

Sincerity? A virtue no doubt, but first things first, and the first thing is: Get that job!

Having got it, the “first thing” is apt to become: sell products, maximize profits, gain power, keep power, expand power, protect your boss, protect yourself — and so on. The long list of corporate and government scandals unfolding over the past year and a half suggests a moral crisis that is pervasive rather than aberrational.

Truth? The admission this month by KYB Corp., a manufacturer of earthquake shock absorbers, that it has been fabricating safety data for more than a decade, is merely the latest reminder among many that, in a society whose primary goals are not moral but economic, the moral high road belongs exclusively to itinerant, luckless magicians. More power to them.

Source of the article: https://www.japantimes.co.jp/news/2018/10/27/national/media-national/moral-education-may-not-reflect-realities-life-japan/#.W95XW9ThDwd

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Educación sexual Polémica por el embarazo adolescente: en Jujuy dos ministerios manejan cifras distintas

Por: Mariana Iglesias. 

Desde Salud provincial desmintieron a una funcionaria de Educación que dio a conocer el caso de una escuela donde habría 30 chicas embarazadas.

Funcionarios del gobierno de Jujuy salieron a desmentir que hubiera 30 alumnas de una misma escuela embarazadas. El dato había sido comunicado por la referente de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación. Entre las explicaciones, desde la provincia dijeron que los ministerios de Salud y Educación manejan estadísticas diferentes. De todas maneras, reconocieron que Jujuy supera la media nacional en embarazos adolescentes.

Clarín publicó el martes que en una escuela de nivel medio de Alto Comedero, un barrio diez kilómetros al sur de San Salvador de Jujuy,había 30 alumnas de entre 12 y 19 años cursando un embarazo. Los funcionarios dijeron que en realidad en el barrio -uno de los más pobres de la provincia- hay 59 adolescentes embarazadas pero que «van a distintas escuelas». Algunas de las niñas embarazadas tienen 10 años.

Antonio Buljubacich, director provincial de Maternidad e Infancia, confirmó a Clarín que la tasa de maternidad adolescente en el Alto Comedero ronda el 20 por ciento. La media de la provincia hoy es de16,2 y la nacional es del 14 por ciento. «Sigue siendo alto el embarazo adolescente en la provincia, pero venimos trabajando para que baje», aseguró el funcionario. Y explicó que en 2015 la tasa en Jujuy era de 19,3y en 2016 de 18.

«Culturalmente hay chicas de aquí que a los 14 y 15 años tienen relaciones consentidas», dice Bulljubacich. Y agrega: «Sabemos por trabajar con UNICEF que en cinco provincias del Norte, el 80 por ciento de los embarazos de menores de 15 años son producto de abusos, la mayoría de sus familias».

Isolda Calsina, ministra de Educación, aclaró que «no son 30 embarazadas sino que la escuela informó 26 en mayo de este año». La mitad de las chicas ya habría dado a luz. Y también aclaró que no es una escuela estatal sino privada, aunque no quiso especificar si es religiosa. Aseguró que se da Educación Sexual Integral en todos los colegios. Y que las cifras de los ministerios de salud y educación difieren «porque ellos miden lo que pasa en los centros de salud y la población no siempre coincide con las escuelas porque muchos alumnos viajan a estudiar a otros lugares distintos de los que viven».

El martes, Patricia Morales, responsable de Educación Sexual Integral (ESI) del Ministerio de Educación de la provincia había asegurado: «Esta escuela tiene 30 chicas, y es el caso más alto, pero hay muchas estudiantes embarazadas en las escuelas«. También dijo que «hay sectores que se oponen a la educación sexual, como los colegios privados religiosos, donde sí hay adoctrinamiento… Y más allá de la presión que está haciendo la Iglesia, tienen que entender que la educación es laica».

Hace poco, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) publicó el informe “El poder de decidir. Derechos reproductivos y transición demográfica”. Argentina tiene una de las peores tasas de la región: las cifras superan el promedio de América latina y el Caribe, que es 62 nacimientos por cada mil jóvenes. La tasa de fecundidad adolescente nacional por cada mil adolescentes de 15 a 19 años es 65, igual que Perú. En Chile es 41; en Brasil, 62; en Uruguay, 51; en Paraguay, 62.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/sociedad/polemica-embarazo-adolescente-jujuy-ministerios-manejan-cifras-distintas_0_NCuEA8Pud.html

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