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Dignidad emancipatoria y pensamiento critico según Alejandro Cussianovich

Cristiano Morsolin / Rebelión

 

Los aportes que Alejandro Cussiánovich ha realizado respecto al mundo de la infancia quedan hoy registrados en la academia, la ciencia, y la acción social. La Teoría de la valoración crítica del trabajo realizado por niños y adolescentes, la Colaboración desde los movimientos sociales de niños y adolescentes trabajadores, los Paradigmas culturales sobre infancia, y la Pedagogía de la ternura, se pueden contar entre sus principales contribuciones.

Sin embargo, a mi entender, el aporte más significativo respecta al “Protagonismo de la infancia”. La sabiduría que porta Alejandro Cussiánovich sobre el Protagonismo de la Infancia equivale a la doctrina socialmente útil a la infancia, la misma que circula en el ámbito de América Latina como escuela de pensamiento.

El protagonismo de la infancia esbozado por Alejandro Cussiánovich en la década de los años sesenta trasciende en el tiempo, se anticipa a la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño de fines de la década del ochenta y sobrepasa su vigencia en el devenir del presente siglo. De esta manera se llena el vacío jurídico y laguna política que aún capea en la aplicación de la normativa jurídica sobre niñez.

El pensamiento crítico de Alejandro Cussianovich, abre la perspectiva de la “dignidad emancipadora” al protagonismo político de sectores populares históricamente excluidos como las empleadas domésticas, niños y niñas en situación de calle y trabajadores, jóvenes trabajadores organizados, los pueblos indígenas.

Doctor Honoris Causa para Alejandro Cussiánovich

Por su destacada trayectoria profesional en beneficio de la pedagogía educativa y su constante labor en defensa de los derechos de la infancia y adolescencia trabajadora ante el Estado y la sociedad, promoviendo un rol protagónico de los menores en diversas organizaciones y movimientos sociales, el educador y sacerdote Alejandro Cussiánovich Villarán fue condecorado el pasado martes 3 de mayo de 2016, por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) con el alto grado de Doctor Honoris Causa, en ceremonia protocolar presidida por la Rectora (i), Dra. Antonia Castro Rodríguez.

El homenajeado impulsó la creación y elaboración del diseño curricular de la maestría en Política Social con mención en Promoción de la Infancia, que desde hace 15 años se dicta en la Unidad de Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Decana de América.

“Este reconocimiento es para los millones de niños y adolescentes del mundo popular, quienes no deben ser considerados una preocupación o un gasto para la sociedad, sino parte de la solución y coproductores de lo que requiere nuestra patria para ser digna y fraterna”, manifestó el Dr. Cussiánovich Villarán, en el acto protocolar realizado el 3 de mayo, en el Salón General del Centro Cultural de San Marcos (CCSM), como parte de las actividades por el 465° aniversario de la UNMSM.

En su conferencia Magistral manifestó “… el Reconocimiento a tantas otras personas que a lo largo de estos últimos 60 años han trabajado por las misma generaciones en este país. Quisiera también en esa esa perspectiva recordar el sentido profundo para el cual se aceptó esta DISTINCION como una forma de galardonar a tantos miles y centenares de miles de niños y niñas de nuestro pueblo que tienen la frente levantada, quieren desean afirmar su propia DIGNIDAD y que no han bajado los brazos frente al infortunio de la injusticia…”.

El educador habló sobre la pedagogía de la ternura, la cual consiste en darle a los niños el cariño y respeto que merecen sea cual sea su condición socio-económica, cultural, racial o de cualquier otra índole, lo cual los ayudará a ser buenas personas en el futuro.

En otra parte de su discurso tuvo fuertes críticas hacia las instituciones financieras mundiales, las cuales considera que ven a los niños trabajadores como un problema, del cual no se quieren ocupar, sino más bien hacer de cuenta que no existen.

“Quieren erradicar lo que consideran un ´mal ejemplo´, un ‘flagelo de la sociedad’, así les llaman en el Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo. Para ellos son basura, esas son sus palabras. Debemos cambiar esa forma de pensar que solo ve a los seres humanos en función de cuánto producen a una sociedad capitalista. Hay que cortar ese patrón hegemónico”, refirió Cussianovich a la Agencia de Noticias de la Infancia (ANI).

Expresó también su deseo por tener una sociedad más inclusiva, que no rechace o discrimine a los niños, y que respete su dignidad, algo que según su punto de vista no ocurre.

Asimismo, agradeció la responsabilidad social de la Decana de América, a través de la Facultad de Ciencias Sociales, por ser la primera en incorporar la maestría en Política Social con mención en Promoción de la Infancia dentro de su oferta académica de estudios de posgrado. “Siguiendo el camino abierto por San Marcos se ha extendido maestrías y diplomados similares en diversas casas de estudios nacionales e internacionales, como la Red Latinoamericana de Maestría de la Infancia”, destacó.

Su discurso también fue propicio para resaltar los años de acción de diversas organizaciones que han promovido el reconocimiento de los derechos de los niños y adolescentes trabajadores de la calle en el Perú. Entre ellos, los 40 años del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores de Obreros Cristianos (Manthoc), así como los 25 del Programa Colibrí, hoy llamado ATO-Colibrí. Además, recordó a la organización Generación, que fue fundada en 1988, y a los 20 años de incansable labor del Movimiento Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores Organizados del Perú (MNNATSOP).

“Esta es una ocasión para hacer reflexión sobre el futuro. Ciertamente que la infancia trabajadora no podrá gozar de un estatuto significativo para el cambio y la justicia social en el país si no hay una evaluación crítica de los niveles reales alcanzados en los movimientos sociales y populares”, recomendó el Dr. Cussiánovich Villarán.

En otro momento, la ceremonia tuvo un espacio de profunda emotividad y agradecimiento por parte de niños y adolescentes, representantes de las organizaciones en las que el Dr. Cussiánovich Villarán viene colaborando.

“Muchas veces cuando la sociedad ve a un niño trabajando lo insultan o son llamados popularmente ‘pirañas’, pero lo único que nosotros pedimos es que no nos quiten nuestro modo de salir adelante. El trabajo nos hace dignos y nos ayuda a superarnos en la vida”, manifestó el menor cuyo nombre tenía las iniciales A. R., delegado nacional de MNNATSOP e integrante del grupo Generación, quien agradeció al homenajeado por el tiempo y el apoyo que les dedica.

El acto protocolar también contó con la presencia del secretario general de la UNMSM, Ing. Raúl Pizarro Cabrera, la presidenta de la Comisión de Celebraciones Conmemorativas del 465º Aniversario de la UNMSM, Dra. Sonia Calle Espinoza, así como decanos, docentes y estudiantes sanmarquinos.

Paradigma del protagonismo y pedagogía de la ternura

A su turno, el pastdecano de la Facultad de Ciencias Sociales, Dr. César Germaná Cavero, quien ofreció el discurso de orden, sostuvo que el Dr. Alejandro Cussiánovich sobresale por ser un ejemplo de vida dedicada a la niñez y adolescencia trabajadora, quien, además, ocupa un lugar prominente en el campo de los estudios sobre la infancia y la defensa de sus derechos; razón por la que desarrolló la innovador y prometedora obra Paradigma del Protagonismo.

“Su obra es conocida por todos quienes compartimos la esperanza de una nueva infancia. Y tiene su punto de partida en la reflexión del término protagonismo, muchas veces distorsionado de una forma negativa. Este proyecto tiene como meta lograr la autonomía individual y colectiva, otorgando a cada niño y adolescente la capacidad de tener sus propias normas y leyes que consideren las más adecuados para su propio desarrollo”, explicó el Dr. Germaná Cavero.

Así también, comentó sobre la pedagogía de la ternura, centrada en la tarea de recuperar la fuerza y el amor en las relaciones sociales, de manera que reivindica el referido sentimiento, alejándolo de las atribuciones que lo consideran propio de quienes tienen un carácter débil. “Abarca más allá de una pedagogía centrada en la escuela, pues se busca sacar la ternura del ámbito privado y afirmar su carácter público. Es una virtud necesaria para lograr una política social”, refirió.

De esta manera, el Dr. Germaná Cavero también aprovechó para reconocer los aportes del Dr. Cussiánovich en la formación del referido programa de maestría ofrecida por la Facultad de Ciencias Sociales. “El programa se ha convertido en un espacio privilegiado de reflexión, investigación, capacitación y de propuestas políticas sociales sobre los problemas de la infancia trabajadora del Perú”, acotó Cussianovich (1).

Un referente reconocido a nivel mundial

Alejandro Cussiánovich, nacido en 1935, es ordenado sacerdote en 1965 por la Orden Salesiana. Se gradúa como profesor de Educación Primaria, estudia tres años de Filosofía y luego cuatro años de Teología, en la House for Theolgycal Studies en Inglaterra y en L`Êcole Supériuere de Théologie en Lyon, Francia.

Trabaja con las mujeres migrantes y trabajadoras domésticas extranjeras en Francia y acompaña a las jóvenes obreras de los años 60 de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), lo que constituye una matriz social definitiva en su orientación profesional y pastoral.

Promueve la creación de la primera organización autónoma en manos de los propios niños, niñas y adolescentes trabajadores, germen de un proceso de organización latinoamericano e internacional de niños, niñas y adolescentes trabajadores.

Alejandro Cussiánovich forma parte de lo que en Perú se conoció como el Movimiento Sacerdotal Onis, entre cuyos miembros fundadores estaba el teólogo Gustavo Gutiérrez, Jorge Álvarez Calderón, Ricardo Antoncich, Romeo Luna Victoria, Julián Salvador, Wenceslao Calderón, entre otros.

Es parte de quienes en el país fueron aportando a la elaboración de Teología de la Liberación. Escribe, en 1975, el libro “Desde los Pobres de la Tierra, una teología de la liberación de la vida religiosa”, declarado herético por la autoridad religiosa y que acarrearía en 1980 su suspensión ad divinis y posterior expulsión de la Congregación Salesiana.

El doctor Cussiánovich fue miembro de la Asociación Internacional de Teólogos de la Liberación (2).

Igualmente, ha sido miembro fundador del Instituto de Pedagogía Popular – IPP, del Instituto Peruano de Educación en Derechos Humanos y la Paz – IPEDEHP, y de la Organización Foro Educativo. En el año 2000, formó parte del equipo docente de la Maestría de Política Social con mención en Promoción de la Infancia de la UNMSM, y, en el 2001, fue miembro del Comité directivo del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF).

En el año 2010, fue docente del Diplomado de Justicia Juvenil Restaurativa, en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya, y de la maestría de Psicología con mención en Psicología Educativa de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Psicología de la Decana de América.

Es autor de números libros y artículos, entre los que destacan Desde los pobres de la tierra. Perspectiva de vida religiosa (1975), Historia del pensamiento social sobre infancia (2002), Aprender la condición humana. Ensayo sobre pedagogía de la ternura (2010) y Ciudadanía y participación de las infancias del paradigma del protagonismo (2012). Asimismo, ha impartido conferencias en diversos encuentros internacionales en el Perú y el extranjero.

Para definir Alejandro Cussianovich voy a mencionar las palabras de Ronald Álex Gamarra Herrera, (catedrático de la facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM): “Hay un hombre que a lo largo de las muchas décadas de su vida, ha permanecido leal a sus convicciones y a una profunda vocación de servicio a los que nada tienen, con la idea de contribuir a una sociedad mejor. Un utópico, se diría en el mundo pragmático y oportunista de hoy. Ese hombre cargado de años ha conservado el espíritu “joven para siempre”, como quería Bob Dylan en una canción memorable. No lo han abandonado la ilusión ni el optimismo, ni el ímpetu, ni la tenacidad. A una edad en la que uno espera merecer deferencia y elogios por el camino recorrido, él sigue buscando desafíos, proyectos, tareas. En su caso, la madurez tiene el impulso de un eterno adolescente. Le ha dedicado su vida especialmente a la niñez y la juventud. A esa niñez en abandono, a los niños que trabajan, a los niños sin familia, a los niños de la calle. Ha defendido los derechos y la dignidad de esos niños, pero sobre todo ha querido hacer de ellos los protagonistas de su propia lucha y destino en la vida. Es un maestro que no educa para amaestrar sino para liberar capacidades. Su recorrido vital va de la mano con una intensa reflexión religiosa que lo llevó tempranamente al sacerdocio. A un sacerdocio que él quiso no ritual ni decorativo, sino comprometido. Impulsor originario de la Teología de la Liberación junto a Gustavo Gutiérrez, ha sufrido censura, sanciones y marginación al igual que otros miembros de esta corriente de reflexión teológica que intentó renovar una Iglesia anquilosada.

( …) Discreto, modesto, no le gusta hacerse notar. Pero es de aquellos que han luchado toda la vida, los indispensables, según la frase atribuida a Brecht. Alguna vez le preguntaron qué ha ganado con tanta lucha y respondió: “Uno no se mete a pelear porque va a ganar, sino por dignidad”. Le dicen Chito, como a cualquier chiquillo, tal vez porque conserva el alma primaveral, y se llama Alejandro Cussianovich” (3).

Comentarios

Tania E. Pariona, acaba de ser elegida Congresista de la Republica de Perú en las elecciones presidenciales del pasado 11 de abril (4) y comenta al Observatorio sobre Latinoamerica SELVAS:

Acompañamos a nuestro Amauta «chito», Alejandro Cussianovich, en la Ceremonia de Distinción Doctor Honoris Causa, reconocimiento que le fue otorgado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Los miles de NATs que hemos tenido la grandiosa oportunidad de conocer a chito, no sólo hemos crecido nutriéndonos de su gran capacidad de análisis, también de su vocación de educador, colaborador, construyendo militancia desde la práctica. Entre tantas cosas valiosas que chito ha aportado en nuestras vidas, al Movimiento de NATs, a la academia y la sociedad mundial, es sobre el protagonismo infantil, la valoración crítica al trabajo infantil, la pedagogía de la ternura, sobre la libertad de agencia y empoderamiento que los niños y niñas trabajadores desarrollamos.

Gracias chito, por hacer de nosotr@s ciudadanos de bien, íntegros, con ética y nunca bajar la cabeza ante nadie y dignificar nuestras raíces, nuestra historia y perseverar por nuestros sueños y aspiraciones”.

Alfredo Quispe, educador del MANTHOC de Ayacucho, agradece a Cussianovich “por tus enseñanzas en el nivel teórico, pragmático y metodológico. El aporte que brindas a la academia y en la construcción de una sociedad más justa y humana nos satisface y orienta a seguir apostando en esta nueva etapa. Mis congratulaciones por este reconocimiento de Doctor Honoris Causa, nos llena de alegría a todos en especial a quienes te conocemos de cerca. Sigue con ese aporte incansable a la academia y en la vida practica en la construcción de un nuevo contrato Social entre la Infancia, Adolescencia y el mundo adulto. Es evidente el cambio de paradigmas y cambios mentales. Inviertes tu tiempo en lo que más quieres y aportas en todos los niveles en la Infancia. Como diría Amartya Sen » Invertir en la Infancia, aporta a romper el ciclo de la pobreza».

Marta Martínez Muñoz, asesora en políticas de infancia del partido Podemos de España, comenta desde Madrid que es “Muy orgullosa de este nuevo reconocimiento a quien es uno de los grandes maestros y referentes éticos y de vida para muchas de nosotras: Alejandro Cussiánovich. ¡Qué tu inquebrantable compromiso y la dignidad de los NATs resuene y remueva los muros de la Facultad decana de América¡ ¡Qué la Academia se llene de nuevo de la mejor chavalería¡ ¡Qué se hagan escuchar!”.

Silvia Oleas, actual Secretaria del Consejo Cantonal de Protección de Derechos de Cuenca- Ecuador (5), escuchó a Alejandro Cussianovich en 2010 durante un curso de la Maestría sobre políticas de infancia, organizado por la Universidad Politécnica Salesiana UPS del Ecuador.

Su aprendizaje lo ha traducido en políticas públicas incluyentes porque Cuenca (tercera ciudad del Ecuador) siempre se ha caracterizado por ser la pionera en la implementación de políticas y estrategias en el tema de derechos de la infancia y adolescencia. Por ejemplo la Alcaldía de Cuenca siempre ha dialogado y apoyado la Fundación PACES y la Universidad Politécnica Salesiana UPS donde se destaca el compromiso del Rector p. Javier Herrán (6) en favor de la defensa de los derechos de la infancia y adolescencia trabajadora.

Silvia Oleas comenta al Observatorio SELVAS: “Ser reconocido “Por la causa de honor” sin duda revela que usted ha dado cabal cumplimiento a sus deberes, académicos y humanos a lo largo de su vida, donde ha puesto en evidencia que el saber y el ser pueden conjugarse de manera simultánea.

Su trayectoria académica y profesional es una referencia para los profesionales del ámbito social, porque en su trabajo diario se manifiesta, a más de la solvencia profesional y rigor académico, el invalorable compromiso social, especialmente con la población de niñez y adolescencia a quienes ha dedicado el mejor de sus esfuerzos.

Sin duda, Cussianovich es un visionario, aquel que ve más allá, pues ha sobrepasado los horizontes limitados del conocimiento teórico para hacerlos vida y realidad en la práctica.

Es un alto honor para las personas que le conocemos sumarnos al testimonio social, reconociendo su valioso aporte a la sociedad.

Hacemos votos porque su trabajo académico, que se ha desarrollado de manera paralela a su actividad profesional, comprometida con la sociedad, siga rindiendo frutos que procuren la reducción de la brecha de las inequidades”, concluye Silvia Oleas.

Conclusión

Yo he acompañado al maestro Alejandro Cussianovich en sus conferencias magistrales en prestigiosas universidades como la Un. Politécnica Salesiana de Quito, Un. San Marcos de Lima, U. Externado de Colombia, en la Universidad Statale de Milán (Italia). En Italia hay que recordar que el pensamiento de Cussianovich viene estudiado en las facultades de educación de la Universidad de Bologna y de la Universidad de Reggio Emilia, gracias al compromiso de las docentes María Teresa Tagliaventi y Rita Bertozzi, que han trabajado directamente con Cussianovich.

Durante este último año, yo he podido colaborar con Alejandro en la elaboración de dos libros colectivos que tienen el objetivo de visibilizar el trabajo y la visión global de Alejandro Cussianovich. El paper “El aporte de Alejandro Cussianovich a la teología y a la pedagogía de Latinoamérica” se refiere al comentario de importantes académicos y activistas latinoamericanos y europeos con relación a la trayectoria de los 50 años de sacerdocio de Cussianovich; es difundido por el Instituto IFEJANT de Lima (6).

El segundo paper, “Incidenza politica in Europa e Movimenti dei bambini/e e adolescenti lavoratori NATS – COMPARAZIONE TRA LE BUONE PRATICHE DELLA SOCIETA’ CIVILE IN ITALIA E IN GERMANIA (2002-2006) – Interventi esclusivi di Alejandro Cussianovich, Nandana Reddy, Mandred Liebel, Teresa Tagliaventi” es publicado por CIPSI, coordinacion nacional de 30 ONGs italianas (7).

Soy feliz que el mismo Alejandro Cussianovich haya escrito el prólogo a este libro de mi autoría, donde señala que “He leído con atención el texto del libro de Cristiano. Creo que es una memoria necesaria de los eventos internacionales en el periodo preciso que va hasta el 2006. Tengo la impresión que será muy útil en cuanto no solo al recuento histórico, sino para que alguien quiera hacer un análisis del recorrido de lucha y de elaboración del pensamiento que se ha ido dando a este nivel internacional.

Si bien figura Nandana Reddy (CWC-India), creo importante subrayar la participación de África MAEJT.

Bueno, felicitaciones por el trabajo de recopilación y sistematización.

No nos queda sino agradecer el esfuerzo del autor, Cristiano Morsolin, por entregarnos estas páginas, fruto de su paciente como acuciosa labor periodística”.

Notas:

  1. http://www.unmsm.edu.pe/noticias/ver/doctor-honoris-causa-para-alejandro-cussianovich
  2. http://noticias.universia.edu.pe/en-portada/noticia/2008/06/19/732977/u-villarreal-distingue-propulsores-teologia-liberacion.html
  3. http://archivo.larepublica.pe/columnistas/causa-justa/chito-30-09-2012
  4. http://www.alainet.org/es/articulo/176754
  5. http://www.concejoninezcuenca.gob.ec/publicaciones.html
  6. http://www.ifejant.org.pe/documentos%20portada/pedag.pdf
  7. http://cipsi.it/wp-content/uploads/2016/03/DEF_Incidenza-politica-in-Europa_Febbraio-2016.pdf

Cristiano Morsolin, investigador italiano radicado en Latinoamérica desde 2001. Co-fundador del Observatorio sobre Latinoamérica SELVAS (Milán), autor de varios libros, investiga la relación entre derechos humanos, movimientos sociales y políticas emancipatorias.

Tomado de: http://rebelion.org/noticia.php?id=211989

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El libre acceso al conocimiento: ¿alternativa para una sociedad post-capitalista?

Santiago José Roca P.

Rebelión

Introducción

La situación económica mundial muestra características negativas que hoy día son bien conocidas, como la ineficiencia de la utilización de recursos para la satisfacción de necesidades sociales y la sobre-explotación del ambiente, aspectos que dan cuenta del agotamiento de un modelo de crecimiento y origina una crítica que ha fructificado en conceptos como “post-extractivismo” y “post-capitalismo“. En la medida en que el extractivismo y el industrialismo se vinculan con el modelo de desarrollo socioeconómico, resulta congruente revisar cómo la intervención de dinámicas tecnológicas / productivas diferentes puede contribuir con modelos de crecimiento sustentables.

En razón de estas premisas se ha extendido la preocupación por definir un modo de producción de bienes y servicios cuyos eslabones (conocimiento, trabajo, infraestructura, etc.) se encuentran distribuidos pero son gestionados de forma colectiva. Pero si bien la producción distribuida puede ser importante para la formación de modos de producción de bienes y servicios más acordes con un modelo de desarrollo sustentable, también es necesario reconocer que el desarrollo tecnológico es resultado de numerosos contextos de decisión. Por tanto resulta pertinente explorar el trasfondo filosófico-político de la producción distribuida, contexto en el que términos como “conocimiento libre” y “tecnologías libres” resultan pertinentes.

Las tecnologías libres se conciben como parte de una matriz productiva de procesos y productos abiertos (como la producción peer-to-peer y el software libre respectivamente), con presencia de entidades de gestión comunitaria (como Wikimedia Foundation) y formas de licenciamiento (como Creative Commons) que procuran la conservación de los flujos de creación de valor. El énfasis en la “comunidad” implica que los recursos son concebidos como bienes comunes, por lo que se manejan de acuerdo con normas consensuadas que abarcan la mutualización de recursos y la complementariedad de las actividades de producción y consumo. Adicionalmente, este cuadro requiere el ordenamiento de ciertas pautas de gobernanza colaborativa que contribuyan a impulsarlo en un contexto socioeconómico esencialmente antagónico.

Finalmente, esta perspectiva se plantea describir un modo de gestión del conocimiento del cual se puede derivar el diseño de encadenamientos productivos y de modelos de servicio para responder a la satisfacción de necesidades básicas y secundarias. Para ello investigaremos también el trasfondo de las prácticas de “economía y consumo colaborativo” y su relación con el acceso al conocimiento.

Economía del conocimiento y economía colaborativa

En los países de la periferia del capitalismo, la baja de los ingresos petroleros -como crisis recurrente del rentismo petrolero- ha causado dificultades para mantener el nivel de importación de insumos para las actividades productivas. Esta coyuntura puede representar una oportunidad para explorar formas endógenas de responder a las necesidades sociales sin recurrir preferentemente a la renta petrolera. En este sentido, el campo del “conocimiento”, que integra todos los elementos relacionados con su generación y puesta en circulación (contenidos, talento humano, infraestructura, etc.), puede ser un factor importante para crear dinámicas virtuosas que sirvan para explotar variables latentes y visualizar oportunidades de creación de valor social y de mercado.

Resulta pertinente indagar sobre las posibilidades de esquemas distribuidos en el aprovechamiento de recursos tangibles e intangibles que contribuyan con la generación de complementariedades productivas basadas en el conocimiento y la tecnología. Los conceptos de economía y consumo colaborativo (“sharing economy” y “collaborative consumption”) pueden ser claves en este planteamiento. La economía colaborativa se distingue por la activación de dos ventajas: (a) es posible compartir / intercambiar recursos y tareas a partir de bienes sub-utilizados y oportunidades latentes; y (b) las tecnologías de información y comunicación tienen un papel central en la optimización de procesos como la coordinación de oferta y demanda. A partir de estos dos elementos se engranan todo tipo de experiencias de economía colaborativa, y las diferencias surgen cuando se organiza la creación de valor de acuerdo con un determinado esquema de gestión de la “empresa”.

La perspectiva de integrar recursos subutilizados en iniciativas de trabajo colaborativo resulta atractiva no sólo desde una visión corporativa sino también desde una visión comunitaria. Desde esta perspectiva, “ comunitari o significa todo tipo de esfuerzo asociativo o cooperativo que contrasta con un modelo centralizado y propietario de concentración de capitales. Por lo tanto existe un a diferenciación entre los modos de gestión del conocimiento: corporativo (privativo / centralizado ) , asociativo (colaborativo / distribuido) y mixto s . En razón de este contraste intentaremos comprender el aporte del conocimiento y las tecnologías libres a una economía del conocimiento post-petrolera.

Entonces tenemos dos escenarios. Por un lado, la economía colaborativa (abierta y comunitaria) puede contribuir con la diversificación y sustentabilidad de las actividades de I+D para dar cabida a actores públicos, privados, comunitarios y mixtos en diversas actividades asociadas con proyectos de tecnologías de información y comunicación (Roca 2017) . Pero este esquema también puede apuntalar frentes tecnológicos como la manufactura y la producción agroalimentaria a través de la implementación de iniciativas que permitan el acceso a recursos compartidos (repositorios de saberes, fabricación distribuida, licencias de reciprocidad, etc.) y puede ayudar a superar modelos cerrados que generan dependencia. De tal forma que el planeamiento de cadenas abiertas y participativas hace énfasis en fortalezas que se ocultan con una lógica privativa .

Conocimientos y tecnologías como bienes comunes

Es claro que en una economía del conocimiento orientada por valores colaborativos, el conocimiento y la tecnología libre pueden tener un papel importante como fuerzas dinamizadoras del proceso de producción. Convencionalmente, c onocimiento y tecnología “libre” son conceptos que se refiere n a creaciones intelectuales que se encuentran protegidas por contratos de propiedad intelectual que favorecen el acceso y la reutilización de las fuentes. D esde la perspectiva de la ingeniería de procesos socioproductivos el conocimiento y las tecnologías libres se caracterizan también por que fomentan procesos participativos de generación de productos abiertos. L a manera en que las comunidades de software libre se organizan para crear productos de programación es un buen ejemplo de esta aproximación.

Si queremos estudiar este esquema de producción en contexto, no podemos pasar por alto que las experiencias de conocimiento libre se encuentran acompañadas por la presencia de organizaciones “sin fines de lucro” que procuran la supervivencia del proyecto ( p or ejemplo, Wikimedia Foundation y Mozilla son organizaciones que gestionan la financiación y concreción de varios proyectos de conocimiento libre ). Estas organizaciones implementan prácticas para que los recursos y las relaciones entre productores y usuarios se mantengan en el ámbito del procomún ( tales como pautas de gobernanza y licencias libres como General Public License y Creative Commons ) .

En resumen la producción basada en conocimiento y tecnologías libres, o en el conocimiento como procomún, se identifica por que genera dos tipos de bienes:

  • Bien producido: existe información disponible sobre las fuentes del producto (sea el código del programa informático, las fuentes del documentos o los planos de un diseño) y se conceden permisos para su reutilización. Los resultados del proceso de producción suelen considerarse parte de un banco de recursos y se establecen contratos – o “licencias”- que norman las relaciones entre los co-productores y los usuarios de tales productos.
  • Bien organizacional: se practican formas de producción abiertas ( p.e. peer-to-peer ) que garantizan el acceso a recursos distribuidos (bases de conocimiento, infraestructura, etc.) (Bauwens 2006; Benkler 2003) . L os productos se identifican con un grupo o asociación que los mantiene como bien común, sea una comunidad difusa (p.e. los desarrolladores de software) o una organización concreta (p.e. una fundación).

L a creación de conocimiento libre requiere la existencia de procesos de producción participativos, productos abiertos y reutilizables , asociaciones de gestión y formas de contrato que procuren la conservación de esta forma de producción . A su vez, este esquema puede genera r diferentes experiencias en razón de que repose sobre un modo de gestión privativo, asociativo o mixto. Esta forma de integración puede asemejarse a la que utilizan algunas organizaciones de gestión de bienes comunes, basados en la creación de prácticas de gobernanza colectiva y la gestión de recursos compartid os ( Hess y Ostrom 2016 ) .

El problema de la “creación de valor”

Si nos enfocamos en la manera en que el conocimiento y las tecnologías libres presentan una oportunidad para estructurar los procesos de producción, no resulta difícil encontrar afinidades con la economía colaborativa dado que, como en ésta , las tecnologías libres ofrecen formas de compartir recursos y colaborar en tareas comunes. Pero entonces nos interesa responder cómo este tipo de experiencia puede generar valor social ( resultado directo o externalidades positivas) y valor de mercado ( monetario o no monetario ).

El punto de partida es el modelo de gestión de l conocimiento como factor productivo. De acuerdo con estudiosos en la materia, hablamos de “bien es com u n es ” si existen recursos que son compartidos de acuerdos con ciertas normas que establece una comunidad más o menos definida ( Hess y Ostrom 2016 ) . Pero no se trata só l o de un problema de acceso y regulación sino que, d ados estos elementos, es necesario identificar los sujetos y los medios de capitalizar el valor generado por los participantes , lo cual se relaciona con la propiedad y el manejo de factores productivos. Por lo tanto a este esquema de tres elementos le agregamos el factor de la base económica y sus pautas de funcionamiento .

Resulta necesario explorar los modelos de sostenibilidad de experiencias comunitarias de economía colaborativa y conocimiento libre, de manera que podamos sintetizar las propiedades del esquema para destacar s us ventajas y desventajas. Es claro que en las economías actuales es necesario definir cómo las actividades orientadas al procomún pueden beneficiarse de las ventajas de la colaboración y retribuir a los participantes con incentivos económicos y sociales en concordancia con su esfuerzo. La ventaja de esta perspectiva es que no reduce la actividad económica a la obtención de ingresos y reconoce la importancia de generar capital social.

Por ejemplo, Bauwens y Niaros (2016) se enfocan en la delimitación de un modo de intercambio y producción que integre conocimiento compartido, mutualización de infraestructuras, distribución equitativa de valor y armonía con el ecosistema. Para ello revisan algunas experiencias de emprendimientos basados en e l procomún, que valoran en razón de su vinculación con el mercado, y elaboran conceptos como “soberanía del valor”, que identifica el interés en mantener el régimen de valor protegido de fuerzas privativas. También podemos considerar como referencia el caso de la Telefonía Celular Comunitaria de Oaxaca, México, donde la integración de comunidades, pautas regulatorias y recursos permite la gestión comunitaria de una empresa tecnológica con un modelo de negocios adaptado a sus fines sociales (Huerta y Lawrence 2016). En este campo, el foco de atención podrían ser las interconexiones entre la orientación al mercado y al procomún, considerando las diferentes prácticas de mercado como expresión económica -parcial- de la segunda.

Horizontes y alternativas

Ahora bien, la producción basada en el conocimiento como procomún no se identifica estrictamente con actividades relacionadas con las tecnologías de comunicación e información, aunque haya tomado auge en este campo. La producción de bienes básicos puede beneficiarse de la disponibilidad distribuida de activos como el conocimiento y las maquinarias. Tomemos por caso un proyecto de producción de harinas en el que nos encontramos como alternativa la fabricación de maquinarias y equipos para la satisfacción de mercados locales. Una mirada convencional -en el contexto rentista- hará énfasis en la responsabilidad del Estado en la compra y distribución de tales equipos. Desde una perspectiva no centralizada -pero coordinada- este proyecto podría potenciarse a través de dinámicas como las siguientes:

  • Bases de conocimiento: pueden usarse plataformas abiertas (git) para alojar el diseño de los equipos y mejorarlos de forma colaborativa. Además los repositorios y las páginas de edición colaborativa (wiki) pueden ayudar a registrar las necesidades de fabricación de piezas y la ubicación de los recursos y talentos disponibles. Así mismo es posible que se incorporen iniciativas de diferentes países.
  • Diseño abierto: los diseños compartidos a través de estos medios serían estudiados por comunidades de tecnólogos y contarían con licencias que fomenten la reciprocidad. Podrían darse dinámicas en las que se resuelven problemas de forma colaborativa y se generan productos intelectuales ajustados a necesidades específicas. Un ejemplo puede encontrarse en la web: http://opensourceecology.org/gvcs/.
  • Infraestructuras compartidas: la mutualización de infraestructura implica la utilización de equipos que se encuentran subutilizados de acuerdo con ciertas pautas de responsabilidad compartida. Ciertas iniciativas de préstamo / alquiler pueden facilitar que la provisión de herramientas y equipos se mejore con aportes de los productores.
  • Fabricación distribuida: puede aprovecharse este tipo de relaciones para la fabricación de partes d e forma colaborativa, lo que además podría ayudar a crear un mercado de piezas y equipos. Un ejemplo de este punto puede encontrarse en el movimiento “ maker ” (http://hacedores.com/movimientomaker/).
  • Sustentación colaborativa: los proyectos pueden obtener recursos financieros si permiten a la participación de ciertos interesados en sus actividades, para lo cual existen plataformas que facilitan la recaudación de fondos provenientes de crowdfunding ( https://www.goteo.org/ ). También existe la opción de los bancos de tiempo (http://www.bdtonline.org/), en los cuales se ofrecen o se intercambian servicios.
  • Entidades de gestión y comunidades de productores asociados : las dinámicas de construcción colaborativa requieren la presencia de comunidades de productores y de asociaciones que c analicen los esfuerzos y les brinden permanencia. Estas organizaciones deciden las pautas de operación técnica y las normas de gobernanza de los proyectos, además de que facilitan la representación de los productores y la creación de instrumentos jurídicos coherentes con los fines propuestos.
  • Producción y valor social: el proyecto podría generar beneficios tangibles como la disponibilidad de maquinarias y la posibilidad de satisfacer la demanda de alimentos a nivel local, así como también beneficios intangibles, como nuevas oportunidades de educación y ocupación laboral. La creación de lazos de confianza y la conformación de una cultura política basada en la colaboración y el acceso a la información pueden ser beneficios adicionales.

El prototipo de un emprendimiento productivo prioritario como el equipo de procesamiento de alimentos del ejemplo puede integrarse en este modelo para favorecer su producción descentralizada. Así mismo, el enfoque asociativo y desconcentrado puede ser coordinado por un nodo central para atender tareas complejas como el desarrollo de emprendimientos para el escalamiento de fábricas de partes. El objetivo sería la activación e integración de recursos productivos y talentos que ya se encuentran disponibles y la superación de esquemas centralizados e ineficaces.

Tecnologías libres y política del conocimiento

Como cierre, es necesario recordar la importancia de la filosofía política en la formulación de propuestas de visión geopolítica, ecológica, de género o de clase. En un campo donde colindan y se confunden el liberalismo de Benkler, el comunitarismo de Lessig o el libertarianismo de Stallman, no está de más pensar en las bases filosóficas de una aproximación sociopolítica al conocimiento libre (Quintero y Roca 2017). Por ejemplo, tomando en cuenta la permanencia de fenómenos como el colonialismo y el extractivismo en los países del Sur , planteamos e n otro trabajo que un diálogo entre las tecnologías libres y la geopolítica del conocimiento es posible a partir de una posición filosófica que incorpore críticamente el papel de las comunidades de conocimiento libre en la formulación de una perspectiva del “desarrollo” (Roca 2018) .

Un punto de referencia puede ser la reinterpretación de conceptos como “comunalidad” y “desarrollo”. Para Arturo Escobar (2014), el cuestionamiento del concepto de “desarrollo” y el protagonismo de referentes como “Buen Vivir” y “post-extractivismo” ha permitido la incorporación del tema de la “comunalidad”. Los teóricos de la colonialidad conjugan con la crítica a la noción convencional de “desarrollo” con el planteamiento de la “ de-colonialidad del poder”, la cual, de acuerdo con Aníbal Quijano (2012) , se encuentra representada en prácticas de reciprocidad en la organización del trabajo, la redistribución equitativa de los recursos tangibles e intangibles, y la orientación hacia la organización comunal en escala local y global. Por otro lado, de acuerdo con García Linera la comunalidad puede proporcionar “una nueva forma social a la intercomunicación e interdependencia mundializada de los productores (…) [y] a ciertas cualidades de la forma del desarrollo científico-tecnológico” ( 2009, 367 ) . Estas perspectivas pueden considerarse aportes a la idea de “asociatividad” como base de un sistema de gobernanza colaborativa.

En síntesis, existen elementos suficientes para pensar en la producción abierta y comunitaria con una perspectiva que proporcione identidad propia a los esfuerzos que se realizan desde los movimientos sociales. El reto está en reinterpretar los valores de la producción abierta en el marco de los proyectos de vida de las comunidades cívicas que participan en la arena política. Aunque tomamos como referencia el problema de la colonialidad, es claro que una agenda cívica puede incluir temas diversos como la perspectiva de género o la adecuación ambiental, entre tantos otros.

Conclusiones

En este texto estamos tratando sobre perspectivas que dialogan con las prácticas del mercado convencional de modo similar a las alternativas de economía social. No obstante, la producción abierta presenta una oportunidad de democratizar el acceso a los activos productivos, y las tecnologías libres presentan una plataforma importante para ello. Por lo tanto, podríamos plantear algunas líneas de un esquema basado en la economía del conocimiento con orientación asociativa. Un mapa general del tema evidencia que se requiere:

  • Fomentar el crecimiento de un ecosistema de productores de bienes y servicios en tecnologías libres en toda área donde la posibilidad de compartir y colaborar contribuya a sustentar iniciativas productivas. Los bancos de recursos pueden ser la base de prácticas productivas donde la reciprocidad y la complementariedad sean valores del ecosistema de producción. Adicionalmente es posible conservar la perspectiva de que las actividades económicas pueden generar valor social y de mercado.
  • Impulsar prácticas y aplicaciones de economía colaborativa y conocimiento libre para ayudar a crear una cultura en la cual la cooperación sea motor de la creación de valor. Los contratos (licencias, p.e.) pueden estar basados en la reciprocidad y la mutualización de recursos como una forma de proteger al conjunto de prácticas orientadas a la privatización del valor. La monetización de las actividades productivas y la vinculación con el mercado se mantienen como preocupaciones en este esquema.
  • Diseñar y poner en práctica coaliciones que favorezcan el surgimiento de iniciativas económicas colaborativas y de otras formas de asociatividad basadas en la gobernanza de los bienes comunes. Así mismo se requiere trabajar en la conformación de entidades de representación para la aprobación de regulaciones que favorezcan el protagonismo de los productores.

Si una sociedad extractivista es aquella en la cual la principal palanca de integración con los mercados internacionales es la oferta de materia prima (con las consecuencias conocidas para el aparato productivo, las instituciones y la cultura del trabajo); para avanzar a una sociedad post-extractivista se requiere crear condiciones de desarrollo no-dependiente que permitan la activación de factores productivos ganados anteriormente (por ejemplo, talento humano e infraestructura) y la creación de beneficios en determinados circuitos de producción, de manera que las iniciativas logren sustentarse y generar resultados como la satisfacción de necesidades básicas y nuevas oportunidades de emprendimiento.

El esquema corporativo puede parecer promisorio pero genera fuerte dependencia con respecto a los propietarios de los fondos de inversión y otros activos. En cambio, la perspectiva de compartir activos sub-utilizados puede proporcionar una alternativa a algunos sectores para participar en la generación total de ingresos a partir de actividades basadas en factores como el conocimiento. En este sentido, el esquema asociativo puede abrir oportunidades para la producción de bienes y servicios a partir de la exploración del mercado laboral o de bienes de capital. El mayor reto sería la introducción de procesos relativamente novedosos en encadenamientos productivos de pequeña y mediana escala.

Referencias.

Bauwens, M. (2006). “The political economy of peer production”. CTheory: 12 (1). Disponible en: http://www.ctheory.net/articles.aspx?id=499

Bauwens, M. y Niaros, V. (2016). Value in the Commons Economy: Developments in Open and Contributory Value Accounting. Heinrich Böll Stiftung.

Benkler, Y. (2003) “La economía política del procomún”. Novática, 163, Mayo-Junio. España.

Escobar, A. (2014). Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. Medellín: Ediciones UNAULA.

García Linera, A. (2009). Forma valor y forma comunidad. Aproximación teórica-abstracta a los fundamentos civilizatorios que preceden al Ayllu Universal. Bolivia: CLACSO.

Hess, Ch. y Ostrom, E. (2016). “Un marco de análisis de los bienes comunes del conocimiento”. Hess, Ch. y Ostrom, E. (Eds). Los bienes comunes del conocimiento. Madrid: Traficantes de Sueños.

Quijano, A. (2012). “’Bien vivir’: entre el ‘desarrollo’ y la des/colonialidad del poder”. Viento Sur. Número 122; pp. 46-56.

Quintero, D. y Roca, S. (2017). “Economía del Conocimiento: del Capitalismo Cognitivo a la Economía del Procomún”. Revista Conocimiento Libre y Licenciamiento. N° 16 (8). Mérida: CENDITEL.

Roca, S. (2017). “La producción abierta y comunal basada en el conocimiento libre como forma de creación de valor social ” . “II Congreso Internacional: Ciencia, Tecnología e Innovación desde la perspectiva del Desarrollo Económico y Social de Latinoamérica y el Caribe”. Zulia: Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt.

Roca, S. (2018). “ Tecnologías Libres: aportes para una Geopolítica del Conocimiento del Sur” . En proceso de publicación. Biblioteca Digital Latinoamericana de Antropologías. Mérida: Red de Antropologías del Sur.

Tomado de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=237152&titular=el-libre-acceso-al-conocimiento:-%BFalternativa-para-una-sociedad-post-capitalista?-

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Desde Palestina: En la universidad no pude escapar a la sombra de la guerra

Mona Jebril

Cuando decidí postularme para becas de postgrado en el Reino Unido, sentí que luchaba contra las arenas movedizas que se preparaban para tragarse mi ambición y me restringían al tipo de vida que es común para muchas mujeres en sociedades tradicionales como Gaza. . La oposición a las mujeres que viajan por razones culturales y religiosas se combina con el contexto político en Gaza para hacer que la idea de estudiar en el Reino Unido parezca muy remota y soñadora para las mujeres de Gaza.

Cuando vives a la sombra de los bombardeos y los disparos, tu mundo se encoge y te enfocas únicamente en la supervivencia, en encontrar momentos de paz. Sus ambiciones como individuo se ven ensombrecidas por la lucha colectiva cotidiana.

El aislamiento continuo de Gaza, una franja de territorio palestino de 41 kilómetros de largo sobre la costa del Mediterráneo, cuyo espacio aéreo, espacio marítimo y cruces de tierra están controlados por Israel, hace que el mundo parezca distante, diferente y atemorizante, y problemas prácticos como cortes de energía y una la falta de recursos hace que sea difícil estudiar y postular a universidades en el extranjero.

Ser aceptado en Oxbridge, que tiene una mística exclusiva al respecto, se sintió imposible. Pero la disponibilidad de becas para la Universidad de Oxford y el apoyo de los miembros de mi familia me animaron a aplicar y a silenciar la voz dentro de mí que decía que ni siquiera debería atreverme a intentarlo.

Superando desafíos

Varios años después tengo un master de la Universidad de Oxford y un doctorado de la Universidad de Cambridge, así que soy un Gazan y una ex alumna de dos universidades de élite. Es una sensación maravillosa, pero ha sido una experiencia que no ha tenido desafíos.

Mi maestría en Oxford fue la primera vez que estudiaba en un sistema educativo no árabe, así como la primera vez que viajaba sola. También fue la primera vez que salí de Gaza en 14 años después de que mi familia regresó de Kuwait en 1990. Me centré en trabajar muy duro para tener éxito. Después de tener esa oportunidad no podía arriesgarme a fallar. Pasé largas horas en la biblioteca leyendo.

Cuando vi a otros estudiantes socializar o ir de fiesta, solía susurrarme a mí mismo: «Son diferentes. No vinieron de Gaza «. Después de Oxford, regresé a Gaza y trabajé en dos de las universidades de Gaza durante cinco años.

Cuando comencé mi doctorado en Cambridge, pensé que no enfrentaría los mismos desafíos que antes, pero no había considerado el impacto perjudicial que la vida bajo asedio había tenido sobre mí.

Todo fue hermoso en Cambridge, pero inicialmente no pude apreciar esa belleza. Estuve presa dentro de mí, en mis recuerdos de la vida bajo ocupación en Gaza y cargada con un intenso sentimiento de responsabilidad de aprender para poder regresar y contribuir al futuro de Gaza.

Hice el esfuerzo de explorar y socializar, de involucrarme con la comunidad de Cambridge y aprovechar las valiosas oportunidades que se ofrecían, pero no fue fácil: estaba cerrada desde adentro.

Aunque físicamente estaba en Cambridge, psicológicamente todavía estaba en Gaza. Por ejemplo, cualquier evento en el que haya fuegos artificiales actúa como un recordatorio constante de los sonidos del bombardeo en Gaza; el ruido de los aviones flotando en el cielo sobre Cambridge me recordó a los aviones de combate israelíes F-16. Relajarse y sonreír me pareció un lujo culpable.

En un evento, me preguntaron cómo era vivir en una zona de conflicto. Esta pregunta se sintió muy extraña. Para mí, el conflicto era un hecho de la vida. De hecho, me preguntaba cómo se sentía vivir en paz y en paz todos los días. La vida sin antecedentes de conflicto parecía de alguna manera más prosaica y excesivamente normal.

Fue difícil motivarme, particularmente a la luz del hecho de que durante mi tiempo en Cambridge hubo dos guerras en Gaza y un golpe en Egipto. Estos afectaron mi investigación y me impidieron visitar mi casa durante cinco años. Mi padre, un tío y una tía fallecieron durante este tiempo. Nunca llegaron a saber que terminé mi doctorado con éxito.

Brecha en la realidad

A pesar de vivir en una zona de conflicto y crecer en un sistema educativo tradicional en Gaza, tuve éxito en Oxford y Cambridge, logrando una distinción en mis maestros y pasando mi doctorado sin correcciones.

Cuando pienso en estos logros, me pregunto si fui un genio, una especie de excepción, una extraordinaria mujer de Gaza. La respuesta es no. Solo era una mujer de pasión y fe a la que le encantaba aprender, creía en sus sueños y trabajaba arduamente para conseguirlos. ¿Tuve éxito debido al apoyo y las oportunidades que ofrecen Oxford y Cambridge? No lo creo.

Las universidades hacen esfuerzos importantes para ofrecer instalaciones, servicios y actividades para garantizar un ambiente de apoyo, igual y diverso para sus estudiantes en general. Sin embargo, existe una brecha entre estos esfuerzos y la realidad que enfrentan los estudiantes de las zonas de conflicto que requieren atención.

Las áreas que deben ser abordadas por universidades que quieren ser verdaderamente internacionales y facilitar las cosas para los estudiantes de zonas de conflicto incluyen:

  • Asegurar que el procedimiento de admisión tenga en cuenta aspectos como los cortes de energía y la falta de recursos, y que haya apoyo psicológico y profesional para los estudiantes que pasan de un contexto de guerra a un contexto de tiempo de paz;
  • Garantizar los procedimientos de admisión que incluyan posibles retrasos en los estudiantes de las zonas de conflicto que ocupan sus lugares debido a la situación de conflicto en curso;
  • Explorar si los estudiantes pueden ser asistidos para obtener acceso a su país de origen para el trabajo de campo y las visitas familiares, y si se puede ofrecer apoyo financiero y logístico para que los estudiantes tengan un corto período de transición antes de comenzar su doctorado; y
  • Brindar servicios de consejería y educar al personal de la universidad en temas relacionados con estudiantes de áreas de conflicto.

Los estudiantes como yo no solo tienen que lidiar con el choque cultural que surge de la transición de un sistema de educación superior a otro, sino con el impacto adicional de haber internalizado el conflicto como la norma y de ser potencialmente prevenido durante períodos prolongados de visitar el hogar y recibiendo el apoyo de sus seres queridos y ofreciéndoles apoyo.

Mi intención no es socavar la experiencia de otros estudiantes internacionales, que también merece atención. Sin embargo, en un momento de mayor conflicto en todo el mundo, las universidades enfrentan un serio desafío en lo que respecta a la igualdad y la inclusión de estudiantes de áreas de conflicto. Las principales universidades del mundo, como Oxford y Cambridge, deberían esforzarse por ser pioneras y promover las mejores prácticas en esta área.

Se necesita más apoyo para los estudiantes de zonas de conflicto para que no solo tengan éxito, sino que también se integren a las comunidades donde estudian, contribuyan a la diversidad de sus instituciones de educación superior y enriquezcan su cultura con contraargumentos y distintas perspectivas sureñas.También es importante para los estudiantes que han luchado y perseverado poder estudiar en el extranjero para encontrar un hogar lejos del hogar.

Mona Jebril acaba de terminar su doctorado en educación en la Universidad de Cambridge, Reino Unido.

Fuente: http://www.universityworldnews.com/article.php?story=20180123114413146

Imagen tomada de archivo OVE

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La educación necesita contenidos

 Autor: Enver Torregroza

Desde que se volvió una moda desestimular la enseñanza de contenidos en colegios y universidades la educación anda patas arriba. Ahora los chicos son buenos para la opinadera, pues no se le enseña nada. Y lo hacen con preocupante exceso de confianza sin nunca atreverse a cuestionar críticamente su propio saber. 

Desde que se volvió una moda desestimular la enseñanza de contenidos en colegios y universidades la educación anda patas arriba.

La moda de no enseñar contenidos, de despreciarlos como si fuesen algo inútil o prejudicial o perverso, lleva ya más de 20 años. Digo moda, porque a pesar de que la política de no enseñar contenidos parece haberse asentado y se ha convertido en paradigma hegemónico, todas las tendencias en pedagogía suelen ser temporales y con el tiempo pierden vigencia en virtud de su extremismo y parcialidad.

Lo que me preocupa es que esta moda está durando más tiempo del necesario y ya es urgente que el péndulo oscile en la dirección contraria pues se está haciendo más daño que bien.

Todo comenzó con la necesidad de educar en otras cosas igualmente importantes que parecían olvidadas: las habilidades y competencias, el saber hacer. Luego se impuso, arbitrariamente como siempre y de manera dogmática, la evaluación por logros. Pero con el paso de los años todo fue empeorando pues el desprecio de los contenidos fue calando en todos los escenarios de la educación colombiana hasta el punto de que hoy no se enseña nada.

La historia es uno de los más dramáticos ejemplos. Los jóvenes salen del colegio no sólo no sabiendo nada, sino sabiendo mal. En medio de sus enormes vacíos en conocimientos históricos, sus maltratadas cabezas están llenas de cucarachas, mitos y leyendas retorcidas sobre la historia, muy probablemente aprendidas copiando información de cualquier blog creativo de internet.

La conquista y colonia se reducen a la frase «los españoles vinieron y se robaron el oro» y la Segunda Guerra Mundial es el evento ese en que mataron muchos judíos y no se sabe por qué. No es extraño encontrar adolescentes exponiendo teorías sobre visitas alienígenas que explicarían desde las pirámides hasta los nazis. Así es muy difícil.

La geografía es otro ejemplo. El cuento de que todo está en internet y de que por tanto no es necesario ya hacer el ejercicio de dibujar mapas o calcarlos hace que los jóvenes no sepan si el Ganges es un río o una enfermedad venérea, como el Brahmaputra. A nadie le importa ya qué es el Karakórum y ni se tiene idea de las fronteras de Colombia. A fin de cuentas en el mundo globalizado «ya no son importantes las fronteras» y que más da si uno sabe que los productos son de marcas europeas «pero todos los hacen en China».

Muchos adultos sufrieron en su infancia con las tablas de multiplicar y la tabla periódica. Lo cierto es que la enseñanza de las ciencias matemáticas y básicas no ha mejorado con el desprecio de los contenidos y la memoria. La idea de que el aprendizaje es por problemas y que hay que dar ejemplos concretos ha hecho que los jóvenes hayan perdido su capacidad de abstracción indispensable para la comprensión y el buen uso del lenguaje. Con la idea de que el saber matemático debe ser útil y al servicio de la vida diaria y que lo importante es aprender a analizar los problemas y no a razonar matemáticamente, todos los ejercicios de texto terminan siendo sobre trenes y pasajeros que se encuentran en un punto. En un país sin abstracción y sin trenes. Como si la única función de la enseñanza de la física y las matemáticas fuese preparar mejor la gente para ir a la tienda.

Pensamiento concreto, mitología histórica barata, “google-dependencia” y ausencia de vocabulario en español e inglés, son los síntomas del analfabetismo funcional que se ha venido cultivando por obra y gracia del odio a los contenidos.

Es más fácil por supuesto para el profesor mediocre no enseñar contenidos porque no tiene que saberlos. Ya los profesores no necesitan preparar clase sino bajar los ejercicios de internet y copiarse, del mismo modo que lo hacen sus discípulos cómplices.

Desde que se decidió que no había que enseñar biología y física sino a «investigar en ciencias naturales» y que en vez de enseñar geografía e historia hay que enseñar «pensamiento crítico» se acabo de raíz con la posibilidad real de la investigación y el pensamiento crítico. ¿Investigar qué, cuestionar qué? ¿Si no se sabe nada? Ahora los chicos son buenos para la opinadera y lo hacen con preocupante confianza y autoestima sin nunca atreverse a cuestionar críticamente su propio saber.

Igual los profesores celebran todas las intervenciones de sus alumnos por malas que sean porque hay que ser tolerantes y los niños son muy sensibles. No sea que al corregirlos seamos políticamente incorrectos y nos ganemos un regaño de la junta de padres o una demanda.

Con la creencia dominante en el relativismo todo criterio de verdad se ha abandonado. «Todo depende del punto de vista» y «es mi opinión» sirven para justificar cualquier barbaridad, sobretodo en el caso de las maltrechas ciencias sociales. Nada de métodos sociológicos ni de lectura de fuentes. Nada de cartografía o teoría antropológica. Nada de lógica y filosofía. Todo es un club de discusión “crítica” en el que cualquier cosa que se diga está bien.

El perspectivismo es importante, ya lo enseñó Nietzsche, pues un vaso puede estar medio vacío o medio lleno. Pero eso no significa que el vaso con agua pueda ser descrito impunemente como un elefante rosado comunista y con alas con el argumento de que «es mi punto de vista», «en mi cultura lo vemos así», o «respeta las diferencias que pensar así es mi decisión».

Falta poco para que la enseñanza de la geometría sea mediante debates críticos y se califique la participación.

Debemos hacer un gran esfuerzo como sociedad para que a nuestros niños y jóvenes se les enseñen cosas. Que aprendan datos, que recuerden algo, que memoricen un poco por favor, al menos los presidentes más importantes y las capitales de algunos países. Que se sepan los planetas y los elementos químicos básicos de la vida. Que identifiquen al menos los huesos que se les rompen y que sepan quién fue Napoleón y quien fue Sócrates. Que hay mucho por saber, no sólo en sí mismo interesante, sino útil y necesario para poder entender, analizar, comprender, investigar, criticar, pensar. Todas cosas fundamentales para vivir.

¿Se imaginan un analista deportivo que no se sepa el nombre de (todos) los jugadores? Hay demasiados contenidos importantes y significativos como para echarlos todos por la borda.

Así las cosas, las nuevas generaciones se creen inventando el mundo, cuando tienen la ventaja de poder asentarse sobre el saber de cientos de generaciones previas. Un saber que orienta y ayuda a saber quiénes somos y donde estamos. De dónde venimos, a dónde vamos y qué debemos hacer.

El capitalismo es cruel con el saber. Y la vida misma también lo es, en su crudeza diaria y temporalidad. Si no es de uso inmediato el saber puede ser ignorado y se puede perder, haciéndonos creer que el saber esencial de hoy en día es manejar Excel. Pero llevamos siglos los seres humanos luchando contra el abismo de la ignorancia y la desidia frente al conocimiento. La cultura es la lucha contra el olvido. Esa es la verdadera memoria histórica y cultural. La memoria es responsabilidad de todos los miembros de la sociedad. No la echemos en saco roto, por favor.

Fuente:

http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-educacion/historia/la-educacion-necesita-contenidos-63559

Fuente de la Imagen:

https://gestion.ucab.edu.ve/lblanco/wp_ucabista/?p=3504

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Cuerpos Libres: Danza y expresión corporal para la educación sexual

Por:  Mary Flavia Vaca Anaya

“La educación sexual es muy reprimida acá, para empezar en la casa nunca quieren hablar de eso […] son temas que nadie se quiere hacer cargo […] creemos que obviar estos temas de los padres hacia los hijos genera ciertos problemas a la larga” explicó Marcos Rico, integrante del colectivo LosQuEstamos, sobre las motivaciones para iniciar este proyecto.
Cuerpos Libres es un proyecto que aborda temas relacionados a la educación sexual como: conocer el propio cuerpo, comunicación, respeto, género y violencia; Además es el abordaje, poco convencional y alternativo que realza esta propuesta: la danza.

¿Por qué desde la danza?

“La expresión corporal es una herramienta que nos ayuda a vivenciar de forma personal aspectos relacionados a la educación sexual, por ejemplo, mi cuerpo tiene sus límites pero también el cuerpo de los demás, hasta donde yo puedo llegar estando en contacto con esos cuerpos me voy dando cuenta interactuando con el cuerpo, en la acción misma” aclaró Rico, en relación a la importancia de la danza en estos talleres.
Normalmente la educación sexual se aborda desde los conceptos y se reduce temáticamente a los órganos reproductivos, los métodos de prevención y la diferencia entre términos como sexo, sexualidad y género. Esto es cuestionable ¿es suficiente solo hablar de educación sexual y no pasarla por los sentidos y las emociones de las personas? La educación sexual tiene que ver con el respeto al otro, con mi capacidad de comunicarme, de decir lo que pienso, de repensar los roles impuestos a los géneros y de decidir sobre mi propio cuerpo, pues “la educación sexual no tiene que ver solo con el acto sexual, sino con muchas otras cosas, con como yo me empeño con la sociedad y con mi entorno”, expresó Carolina Morón, parte de LosQuEstamos.
Por lo tanto la danza permite que estas temáticas que pueden ser difíciles de abordar “se hagan mucho más fácil, practicándolas, haciéndolas de forma natural, sin tanta teoría encima” recalca Rico.  Para lograr el resultado final de llegar con este taller a estudiantes, el proyecto tuvo varias etapas.

Etapas del proyecto Cuerpos Libres

En primera instancia se realizó una capacitación interna del colectivo de danza LosQuEstamos sobre educación sexual y manejo de grupos con psicólogos y pedagogos para conocer qué temas de la educación sexual son apropiados de tocar con jóvenes estudiantes.
En segundo lugar, se realizó una capacitación del colectivo a maestros de diferentes unidades educativas  que den materias de educación física y biología, por la relación de estas materias con el cuerpo. A partir de dinámicas de danza relacionadas a la educación sexual los profesores tuvieron una perspectiva diferente de cómo enseñar y aprender: “Yo me imaginaba que el taller iba a ser teórico y todo iba a hacer sentado […] pero nos encontramos con un taller donde no trabaja solo la mente, sino también los sentidos”, explicó Guilder Gutierrez, profesor de biología y geografía.
Como tercera etapa se creó una metodología de trabajo para abordar desde la danza temas de educación sexual y llegar a los colegios. Este taller de implementación se logró con el esfuerzo conjunto entre el colectivo LosQuEstamos y los profesores que tomaron el taller, quienes desde su conocimiento y profesión pudieron aportar a la elaboración de talleres pertinentes para los estudiantes.
Finalmente estuvo la implementación como tal, donde el colectivo y los profesores impartieron el taller a estudiantes en distintos colegios. Los cuales tuvieron gran acogida: “nuestra rutina es la casa y el colegio, la casa y el colegio y con estos talleres nos sentimos más libres porque no solo aprendemos conceptos, sino aprendemos a trabajar en equipo” comentó Bernardo, un estudiante que participó en los talleres.

Las experiencias de profesores y estudiantes

“La expresión corporal es sobre la libertad con diferentes movimientos que cada uno tiene, yo antes me imaginaba que iban a enseñarnos paso uno, paso dos de baile, pero este taller nos ha ayudado de mucho porque son diferentes movimientos que expresan y que se van relacionando  con la sexualidad”, explicó Carolina Salazar, profesora de Biología que participó en el proyecto.
De esta manera es que los profesores han vivenciado y apropiado el taller, entendiendo que hay formas alternativas de enseñar y de entender la sexualidad. Incluso varios de ellos comentaron la importancia de que este tipo de experiencias se integren a las actuales mallas curriculares en las escuelas: “quisiera que continúe (el proyecto) los siguientes años, que la expresión corporal no se pierda solamente en un taller; sino que nosotros como profesores debemos implementar en nuestros planes anuales y de desarrollo curricular estas actividades como la expresión corporal como un tema transversal dirigida a los estudiantes” expresó Gutierrez.
Una demanda que el colectivo LosQuEstamos considera también necesaria: “lo que se quiere es sistematizar todo este trabajo y poder impartir y llegar a muchas más lugares”, además como colectivo “queremos que este taller sea una herramienta para que cualquier profesor pueda realizar dinámicas de danza en sus clases utilizando nuestra guía” como un método alternativo de enseñanza, explicó Andrea Garnica, en relación a los objetivos y metas que tiene el proyecto en los siguientes años.
Así, este proyecto logró llegar a profesores y estudiantes para cambiar esquemas de enseñanza, pero también de aprendizaje a través del cuerpo, de las emociones y sensaciones como expresó Nicole, una estudiante que vivenció el taller: “me gustó que los pies se sentían más livianos […] cuando hacíamos movimientos con vibración sentía que algo soltaba y con los movimientos continuos me sentía libre”.

Datos del proyecto Cuerpos Libres

LosQuEstamos es un colectivo que nace el 2013 con un grupo de jóvenes artistas que buscan impulsar la danza contemporánea y artes vivas en Cochabamba. Durante este año trabajaron en proyectos como Cuerpos Libres y Vertebrados.
El proyecto Cuerpos Libres fue financiado por Solidar Suiza y la Embajada Suiza a través de la 4ta Convocatoria “Fondo para proyectos culturales de la embajada Suiza en Bolivia” del 2016.
Fuente: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/noticias.php?a=2017&md=1119&id=236682
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Superar el racismo oculto e interculturizar las universidades. Experiencias, avances y desafíos

Por Daniel Mato (*)

Artículo publicado originalmente en: Revista+E 7(7): 188-203 (Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 2017)

Resumen:

Inevitablemente, los protagonistas de la Reforma Universitaria de 1918 percibieron el reto de “romper la última cadena que […] nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica” desde las ideas de su época. Lejos estaban aún de que las luchas contra el racismo y otros legados coloniales alcanzaran la importancia que hoy poseen en las agendas de algunos movimientos sociales y sectores universitarios, aún cuando todavía falta mucho por lograr. Este artículo analiza la oportunidad histórica y la necesidad ética, social, jurídica, y epistemológica de que actualicemos y superemos ese reto planteado por la Reforma de 1918, que hoy podemos expresar en términos de superar todas las formas de racismo oculto (cultural, social, económico, ambiental, epistemológico) e interculturalizar las universidades. En América Latina existen actualmente más de un centenar de valiosas experiencias que muestran que estos avances son posibles. También muestran que estas transformaciones llevan a cuestionar los límites entre disciplinas, así como entre extensión, aprendizaje/docencia, e investigación. Este artículo ofrece un panorama de las experiencias que algunas universidades “convencionales” han venido realizando, junto con, y/o para, pueblos indígenas y afrodescendientes, así como las de otras universidades caracterizadas como “interculturales”, y otras creadas por organizaciones de estos pueblos. Adicionalmente, examina sus logros, avances y desafíos.

Palabras Clave:

Universidad. Racismo oculto. Interculturalidad. Pueblos Indígenas. Afrodescendientes.

Inevitablemente, los protagonistas de la Reforma Universitaria de 1918 percibieron el reto de “romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica” desde las ideas de su época. No podría haber sido de otra manera. Aún faltaba mucho tiempo para que las luchas contra el racismo y otros legados coloniales y a favor de la valoración por las diferencias culturales alcanzaran el lugar que hoy ocupan en instrumentos jurídicos internacionales [1] y en otros vigentes en la mayoría de los países latinoamericanos, así como en las agendas de algunos movimientos sociales y sectores universitarios; aún cuando debe destacarse que en lo que hace a las formas de racismo oculto aún falta mucho por lograr. Este artículo analiza la oportunidad histórica y la necesidad ética, social, jurídica, y epistemológica de que actualicemos y superemos ese reto planteado por el movimiento de la Reforma Universitaria, el de romper con la dominación monárquica, que hoy podemos expresar en términos de superar todas las formas de racismo oculto e interculturalizar las universidades, para de este modo contribuir a superar el racismo de nuestras sociedades.

Aún hoy, la mayoría de las universidades latinoamericanas, como las  políticas y los sistemas de evaluación y acreditación del sector, responde a anticuados formatos monoculturales -que son consecuencia del legado colonial eurocéntrico- y operan como reproductores de diversas formas de racismo oculto (cultural, social, económico, ambiental, epistemológico). Estos formatos institucionales monoculturales no son pertinentes respecto de la diversidad cultural propia de las sociedades de las que estas universidades forman parte, y conducen a desconocer las visiones de mundo, proyectos de futuro, lenguas, valores, conocimientos, modos de aprendizaje y de producción conocimientos de pueblos indígenas, afrodescendientes y otros grupos sociales culturalmente diferenciados. Como se verá en las próximas páginas, esta limitación ya ha sido reconocida en la Declaración Final de la Conferencia Regional de Educación Superior realizada en Cartagena de Indias en 2008. Pero además, y relevante para esta publicación, ese modelo universitario entre otros problemas exhibe y fortalece anticuadas y entorpecedoras “barreras” entre extensión, aprendizaje/docencia, e investigación. En contraste con ese modelo monocultural, en América Latina existen actualmente más de un centenar de valiosas experiencias que muestran que es posible avanzar en la superación de esas formas de racismo oculto, así como –y relevante para esta publicación- que esto conduce a cuestionar las mencionadas barreras entre extensión, aprendizaje/docencia, e investigación.

Este texto ofrece un panorama sintético de las experiencias de colaboración intercultural que algunas universidades “convencionales” [2] latinoamericanas han venido realizando junto con referentes, comunidades y organizaciones de pueblos indígenas y afrodescendientes, así como las de otras universidades caracterizadas creadas por organizaciones de estos pueblos, y otras caracterizadas como “interculturales”. Adicionalmente, se comentan algunos de sus principales logros y desafíos.

No obstante, antes de avanzar en la exposición de esos asuntos, pienso que resulta provechoso explicitar que mis investigaciones sobre estos tipos de experiencias de colaboración intercultural y las labores de acompañamiento a algunas de ellas que he venido realizando desde hace 15 años en varios países latinoamericanos, me han llevado a concluir que quienes venimos del ámbito de las universidades “convencionales” tenemos mucho para aprender de ellas. Podemos aprender tanto de algunas innovaciones que vienen desarrollándose en el ámbito de las experiencias de colaboración entre universidades convencionales y pueblos indígenas y afrodescendientes, como de esos los modelos universitarios que han creado algunas universidades indígenas e interculturales. Los aprendizajes en cuestión remiten a varias dimensiones de la vida universitaria, pero a apropósito de la temática de esta revista parece importante destacar que tanto esas innovaciones al interior de universidades convencionales como esos otros modelos universitarios transgreden las fronteras entre docencia, investigación y extensión que caracterizan la vida de la mayoría de las universidades convencionales. Esto incluso les ha llevado a poner en cuestión las ideas unidireccionales de “extensión”, en lo que significativamente convergen con algunas corrientes críticas de extensión universitaria que han venido desarrollándose crecientemente en América Latina especialmente desde la década de 1960. De hecho, en mi caso, el conocimiento cercano de esas experiencias de colaboración intercultural y de esos otros modelos de universidad me ha llevado a plantearme una línea de investigación específicamente dedicada a documentar y analizar cómo las experiencias de vinculación de equipos de universidades convencionales argentinas con diversos tipos de actores sociales enriquecen las oportunidades de docencia/aprendizaje e investigación (Mato 2013a, 2013b, 2015)

 

  1. RACISMO E INEQUIDADES ASOCIADAS EN LAS SOCIEDADES LATINOAMERICANAS

Las sociedades latinoamericanas contemporáneas están muy lejos de constituir ejemplos aceptables de democracia y equidad. Esto es especialmente inequívoco en lo que hace a la situación de los pueblos y personas indígenas y afrodescendientes que forman parte de estas sociedades (Banco Mundial 2015, CIDH-OEA 2011, IIPE-UNESCO, 2012).  Las importantes inequidades que afectan particularmente las vidas de esos pueblos y sus miembros no solo son ética y jurídicamente cuestionables, sino que además comprometen las posibilidades de mejoramiento de la calidad de vida de cada una de las sociedades de las que forman parte. Las formas de sentido común predominantes entre la mayor parte de los miembros de estas sociedades ocultan este tipo de problemas. Ellas disimulan la persistencia de sensibilidades, creencias, sentimientos, ideas, políticas y prácticas racistas históricamente constitutivas de estas sociedades, que por lo general perviven de maneras solapadas o inconscientes.

Las universidades y otras instituciones de educación superior (IES) deberían contribuir a resolver esas inequidades y problemas, pero en la mayoría de los casos están muy lejos de hacerlo. Esto se debe –en buena medida- a que son instituciones rígidamente monoculturales, cuyos programas de formación no incluyen los conocimientos, lenguas, visiones de mundo, propuestas de futuro, y modos de aprendizaje y de producción de conocimientos de esos pueblos. De manera semejante, en la mayoría de los casos la participación plena de miembros de esos pueblos en calidad de autoridades, funcionarios, docentes, o estudiantes resulta entre muy escasa y nula. ¿Qué se puede esperar de universidades con estas características? ¿Qué hacer para resolver estas deficiencias?

La II Conferencia Regional de Educación Superior, realizada en Cartagena de Indias en 2008 (CRES 2008), reconoció la importancia de estas deficiencias y problemas, al punto que en su Declaración Final incluyó dos acápites específicos al respecto que conviene citar in extenso:

“C-3: Se deben promover la diversidad cultural y la interculturalidad en condiciones equitativas y mutuamente respetuosas. El reto no es sólo incluir a indígenas, afrodescendientes y otras personas culturalmente diferenciadas en las instituciones tal cual existen en la actualidad , sino transformar a éstas para que sean más pertinentes con la diversidad cultural. Es necesario incorporar el diálogo de saberes y el reconocimiento de la diversidad de valores y modos de aprendizaje como elementos centrales de las políticas, planes y programas del sector”. [3]

“D-4: La Educación Superior, en todos los ámbitos de su quehacer, debe reafirmar y fortalecer el carácter pluricultural, multiétnico y multilingüe de nuestros países y de nuestra región”.[4]

La importancia de responder apropiadamente a estos desafíos fue explicitada reiterada en la “Declaración de Panamá sobre la Educación en la Sociedad del Conocimiento”, [5] emitida en junio de 2012 como resultado de la “Conferencia Interparlamentaria sobre La Educación en la Sociedad  del Conocimiento”. Esta Declaración, suscrita por los Presidentes de las Comisiones de Educación o equivalentes de los Parlamentos miembros del Parlatino, expresa textualmente que los firmantes de la misma “suscriben e impulsan la Iniciativa Latinoamericana por la Diversidad Cultural y la Interculturalidad con Equidad en Educación Superior, emanada del ‘Taller Regional de Políticas de Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina y el Caribe’, realizado en la Universidad de Panamá los días 24 y 25 de mayo del 2012, convocado por UNESCO/IESALC”. [6]

Estos reconocimientos de la importancia los desafíos que debe encarar la Educación Superior en América Latina son resultado del desarrollo de varios procesos sociales significativos. Uno de ellos suele nombrarse coo el de reconocimiento de la “deuda histórica” que estas sociedades tienen con los pueblos indígenas y afrodescendientes. Este reconocimiento ha ido avanzado gracias a las luchas de estos pueblos, las cuales históricamente contaron con el apoyo de algunos movimientos sociales internacionales, como los organizados para luchar contra con el racismo y por los derechos humanos, y más recientemente también por los movimientos sociales ambientalistas. Como resultado de estas luchas, se fue avanzado en la sanción de varias declaraciones e instrumentos jurídicos internacionales importantes, los cuales a su vez contribuyeron a lograr algunas reformas constitucionales que establecieron derechos explícitos para estos pueblos en numerosos países.[7]

Otro proceso que ha resultado significativo para lograr los reconocimientos expresados en la Declaración Final de la CRES 2008 y en la Declaración de Panamá ha sido el de la creciente la visibilidad cuantitativa de la importancia demográfica de estos pueblos, la cual ha venido haciéndose evidente desde que los censos nacionales incluyen información al respecto. Así, con base en las últimas rondas censales, según información publicada por la División de Población (CELADE) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y por el Banco Mundial, la población indígena en América Latina comprende un total de 42 millones de personas y la afrodescendiente de 123 millones de personas. Es decir que ambas combinadas alcanzan a 165 millones de personas, y representan más del 28% de la población total de la región. [8]  Estos valores seguramente serían aún mayores de no mediar problemas de subregistración que han sido reiteradamente señalados por las organizaciones de estos pueblos. En cualquier caso, resulta interesante destacar que si bien la distribución de estas poblaciones varía entre países, los porcentajes de estos grupos de población respecto de los respectivos totales nacionales resultan significativos incluso en países en los que su importancia demográfica suele ser negada. Por ejemplo, e incluso obviando los problemas de subregistración ya señalados, en Chile, la población indígena representa el 6% del total nacional, en Colombia y Venezuela el 3%, en Argentina y Costa Rica al 2,5%, en Paraguay el 1,7% y en Brasil el 0,5%. Estos porcentajes resultan mayores en Bolivia y Guatemala donde supera el 40%, Perú donde alcanza al 26%, o en México donde representa el 15%, Panamá el 12%, Honduras y Ecuador el 7% y Nicaragua el 6%.[9]  Por otra parte, con base en las mismas fuentes y con los mismos reparos de subregistración, cabe afirmar que en los casos de Brasil y Venezuela la población afrodescendiente supera el 50%, en tanto en Cuba representa el 36%, en Colombia el 10%, en Panamá el 9%, en Costa Rica y Uruguay el 8%, en Ecuador el 7,2%, en Honduras el 1%, en Nicaragua el 0,5%, en Guatemala el 0,4%, en Argentina el 0,3%, en Bolivia y Paraguay el 0,2% y en el Salvador 0,1%.[10]

Otro proceso que también ha favorecido el reconocimiento de los mencionados desafíos que enfrenta la Educación Superior está asociado al desarrollo creciente de movimientos intelectuales críticos del modelo civilizatorio usualmente denominado occidental moderno, los cuales han venido insistiendo en que los graves problemas ambientales y sociales que afectan a nuestro planeta y a nuestra especie no solo están  asociados de manera genérica a dicho modelo civilizatorio, sino también específicamente al modelo científico que le es propio. Esto ha llevado a la creciente aceptación de que los retos civilizatorios planteados demandan abandonar el credo cientificista monocultural para avanzar hacia posiciones de pluralismo epistemológico.

Finalmente, los reconocimientos de la importancia los desafíos que debe encarar la Educación Superior en América Latina también han estado asociados al creciente desarrollo y visibilidad de más de un centenar de valiosas experiencias que han venido desarrollándose en la región desde hace más de dos décadas, de los diversos tipos que se analizan más adelante en este artículo.

 

Es necesario superar esos modelos monoculturales y transformar a las universidades y otras IES en consonancia con lo recomendado en los acápites C3 y D4 de la Declaración Final de la CRES 2008 antes citados, los cuales además responden a lo establecido en el Convenio Nro 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que ha sido suscrito por 14 países latinoamericanos, para los cuales tiene rango constitucional. Límites de extensión impiden citar in extenso los artículos que aplican al caso, por lo que citaré solo algunos pasajes de especial interés:

El artículo 26 dictamina que

“[…] deberán adoptarse medidas para garantizar a los miembros de los pueblos interesados la posibilidad de adquirir una educación a todos los niveles, por lo menos en pie de igualdad con el resto de la comunidad nacional”.[11]

 

El artículo 27 dispone que

“[…] la autoridad competente deberá asegurar la formación de miembros de estos pueblos y su participación en la formulación y ejecución de programas de educación” [y  que] “los gobiernos deberán reconocer el derecho de esos pueblos a crear sus propias instituciones y medios de educación, siempre que tales instituciones satisfagan las normas mínimas establecidas por la autoridad competente en consulta con esos pueblos […]”. [12]

 

El artículo 31 establece:

“Deberán adoptarse medidas de carácter educativo en todos los sectores de la comunidad nacional […], con el objeto de eliminar los prejuicios que pudieran tener con respecto a esos pueblos […]”.[13]

 

Varios países latinoamericanos ya han dado algunos pasos en la materia, otros, como Argentina, se encuentran sumamente atrasados, especialmente en lo que respecta a Educación Superior. En Argentina y otros países se ha avanzado en otros niveles educativos pero muy poco en el Superior. Esto estimula una brecha entre niveles que además de ser injusta alienta conflictos. Tomando el caso argentino como referencia, cabe observar que los artículos 52 y 53 de la Ley de Educación Nacional (Ley 26.206) permiten prever que las universidades continuarán recibiendo egresados del sistema de Educación Intercultural Bilingüe. El artículo 52 establece

“La Educación Intercultural Bilingüe es la modalidad del sistema educativo de los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria que garantiza el derecho constitucional de los pueblos indígenas, conforme al art. 75 inc. 17 de la Constitución Nacional, a recibir una educación que contribuya a preservar y fortalecer sus pautas culturales, su lengua, su cosmovisión e identidad étnica […]”.[14]

 

No obstante, las universidades nada ofrecen a los egresados de ese sistema intercultural bilingüe. La situación es análoga en otros países, aunque en algunos existen importantes experiencias a tomar en cuenta para avanzar en la materia. Con este fin, en este artículo se ofrece un panorama de las experiencias que algunas universidades y otras IES “convencionales” latinoamericanas han venido realizando –según los casos- junto con, o para, pueblos indígenas y afrodescendientes, así como las de otras universidades e IES caracterizadas como “interculturales”, y otras creadas por organizaciones de estos pueblos.

 

Es un deber destacar que el panorama y análisis que ofrezco en las páginas siguientes se basa en parte en las investigaciones sobre el tema que de manera individual he venido realizando desde 2004, pero muy especialmente en las realizadas entre 2007 y 2011 con la colaboración de 70 colegas de diez países latinoamericanos, desde el Proyecto Diversidad Cultural e Interculturalidad en Educación Superior, del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Mato, coord., 2008, 2009a, 2009b, 2012), y en las realizadas desde 2011 desde el Programa Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina (Programa ESIAL) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en colaboración con representantes de casi cincuenta universidades de nueve países latinoamericanos con quienes venimos trabajando en el marco de la Red Inter-universitaria Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina (Red ESIAL), creada con el apoyo de UNESCO-IESALC (Mato, coord. 2015, 2016, 2017).[15]

 

  1. VALORAR LA DIVERSIDAD CULTURAL Y PROMOVER RELACIONES INTERCULTURALES EQUITATIVAS

 

Lo que en 1918 aparentemente no era siquiera pensable y menos aun susceptible de ser incluido en un programa de acción, un siglo después es inexcusablemente imperativo: las universidades deben reconocer y valorar la diversidad cultural y promover relaciones interculturales equitativas y mutuamente respetuosas, tanto en su seno como en las sociedades de las que forman parte. Este carácter imperativo deriva de los avances plasmados tanto en las constituciones nacionales de la mayoría de los países latinoamericanos, como en instrumentos jurídicos internacionales y en las declaraciones consensuadas entre representantes de universidades de toda la región.

 

La muy escasamente atendida meta de que las universidades y otras IES incluyan personas indígenas y afrodescendientes (como autoridades, funcionarios, docentes y estudiantes) dentro de su vieja institucionalidad no es suficiente. Es necesario ir más allá. Para superar ese pesado legado colonial que las caracteriza (con todas sus consecuencias, que no son solo de exclusión de personas, sino también de conocimientos, lenguas, formas de producción de conocimiento, modalidades de aprendizaje, como de modos de relación con las sociedades), las universidades deben reformarse a sí mismas para ser más pertinentes con la diversidad cultural propia de la historia y el presente de las sociedades de las que forman parte. Deben incluir las visiones de mundo, lenguas, conocimientos, modos de aprendizaje, modos de producción de conocimientos, sistemas de valores, y demandas de pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, así como, según los países, de otros grupos culturalmente diferenciados.

 

Este ha sido, desde hace varias décadas, el planteo de numerosas expresiones y dirigentes de los movimientos indígenas y afrodescendientes de América Latina. También lo ha sido de diversos y numerosos sectores sociales e intelectuales que sin ser indígenas ni afrodescendientes comprendemos que no sólo no es ético sostener modelos societarios y educativos que en la práctica excluyen a amplios sectores de población, sino que además entendemos que para las respectivas sociedades nacionales no es ni política, ni social, ni económicamente viable privarse de las importantes contribuciones de esas vertientes particulares, de su historia y de su presente. No se trata sólo de “incluir” a personas de estos pueblos como individuos indiferenciados, sino de que las universidades y otras IES se transformen al incorporar apropiadamente sus lenguas, visiones de mundo, conocimientos, modos de aprendizaje y de producción de conocimientos, valores y proyectos societarios.

 

La valoración de la diversidad cultural y el desarrollo de relaciones interculturales equitativas y mutuamente respetuosas pueden ser recursos provechosos para mejorar la calidad de vida y el desarrollo humano sostenible de nuestras sociedades. Es curioso (y preocupante), pero algunas dirigencias universitarias parecen no acabar de valorar algo que ya ha sido comprendido y está siendo económicamente explotado por laboratorios farmacéuticos, agroindustrias y otras corporaciones transnacionales: los conocimientos tradicionales de esos pueblos. Al mencionar esto, de ningún modo sugiero que se trate de explotar esos conocimientos, sino que procuro llamar la atención respecto de que incluir esos conocimientos en los programas universitarios de ningún modo supone “hacerles un favor a unos pobrecitos excluidos”. Se trata de reconocernos como ciudadanas/os de sociedades y Estados pluriculturales y plurilingües. Se trata de no vivir ignorando componentes y aspectos de nuestras propias sociedades para poder transformarlas de modos acordes con la diversidad que las caracteriza, y no como deformes reflejos de representaciones idealizadas de algunas sociedades europeas.

 

En esto las universidades, y más en general la educación superior, tienen un papel importante que cumplir, no sólo como instituciones productoras de conocimiento, sino también como instituciones formadoras de cuadros técnicos y profesionales y de ciudadanos y dirigentes sociales, con capacidad de reflexión crítica. En contraste con ese deber ser y esa potencialidad, resulta preocupante que en pleno siglo XXI, aún sean pocas las IES de la región cuya misión institucional y/o cuyo currículo incluyan la valoración de la diversidad cultural y la promoción de relaciones interculturales equitativas y mutuamente respetuosas. Esta situación resulta más preocupante aun si se piensa que la mayoría de las universidades y otras IES está a la zaga de instrumentos internacionales vigentes, como la Convención Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1965), la Convención Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), el Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo (1989), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas Pertenecientes a Minorías Étnicas, Religiosas y Lingüísticas (1992), la Declaración Universal de la UNESCO sobre Diversidad Cultural (2001), la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005), La Declaración y el Programa de Acción de Durban (2009),  la Declaratoria de Naciones Unidas de la Segunda Década de los Pueblos Indígenas 2005-2015, la Declaración Universal sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (ONU, 2007) y la Declaratoria y Plan de Acción 2015-2024 de Naciones Unidas del Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2013). Nótese que el primero de estos instrumentos internacionales data del año 1965. Resulta muy preocupante que las universidades y otras IES tengan más de medio siglo de atraso respecto de instrumentos acordados por la mayoría de los gobiernos del planeta. No es un atraso menor, particularmente cuando se supone que deberían jugar papeles de avanzada.

 

No obstante, pese a ese rezago histórico, tal vez haya motivos para ser optimistas. La ya mencionada Conferencia Regional de Educación Superior (CRES-2008), en la cual participamos más de 3.500 integrantes de la comunidad académica regional (incluyendo directivos, docentes, investigadores, estudiantes, funcionarios, representantes de organismos nacionales, regionales e internacionales y otros interesados en Educación Superior) emitió una Declaración Final que incluye los antes mencionados acápites C3 y D4 que contienen algunos valiosos planteamientos sobre el tema. Esto lleva a pensar que estas ideas comienzan a ser más ampliamente aceptadas y que hay más posibilidades de que sean puestas en práctica.

3. NO HAY SABER “UNIVERSAL”, LA COLABORACIÓN       INTERCULTURAL ES  IMPRESCINDIBLE

Parece conveniente destacar la importancia y alcance de la idea central del acápite C3 de la Declaración Final de la CRES-2008. Tal como explícitamente lo expresa, el reto no es simplemente “incluir a indígenas, afrodescendientes y otras personas culturalmente diferenciadas en las instituciones tal cual existen en la actualidad, sino transformar a éstas para que sean más pertinentes con la diversidad cultural”. El reto es transformar a las universidades y a las políticas, planes y programas de educación superior y de ciencia y tecnología. Todavía hoy, se elaboran y aplican políticas de ciencia, se realiza investigación científica, y se imparte formación universitaria, en el marco de ciertas creencias (sí, creencias, pues no se trata de demostraciones “objetivas”) según las cuales existirían dos clases de saber, uno sólo de los cuales tendría validez universal: el científico, mientras que “el otro” (así homogeneizado, pese a que es notablemente diverso) sólo tendría valor local. Es posible que esto sea “verdad” para las leyes físicas, pero de ningún modo lo es para campos de conocimiento como las ciencias sociales y las humanidades; como tampoco en lo que hace campos interdisciplinarios como los de salud y medio ambiente, entre otros. Existe cuantiosa bibliografía producida desde el propio sistema científico-académico que muestra que hay mucho por aprender al respecto de esos otros tipos de conocimientos y modos de producción de conocimiento.

 

En pleno siglo XXI no es posible continuar ignorando que la idea de que “la ciencia” constituiría un saber de validez “universal” está directamente asociada al proceso histórico que se inició con la expansión militar y comercial de algunos Estados europeos sobre el resto del planeta, expandiendo sus propias creencias, visiones de mundo, e instituciones jurídicas, económicas y políticas. Esta expansión europea dio lugar al establecimiento de relaciones coloniales y se sostuvo largo tiempo asegurada por ellas. El problema que aún hoy estamos viviendo es que la ruptura de las relaciones coloniales y la fundación de las repúblicas no acabaron por completo con las formas de subordinación de los pueblos indígenas de América y de los numerosos contingentes de población africana traída a América en condiciones de esclavitud, como tampoco con las que aún hoy afectan a sus descendientes, incluyendo a grupos de población “mestizos” cuyos modos de vida y oportunidades económicas han sido especialmente marcados por esas relaciones históricas. Las relaciones jerárquicas entre dos tipos de saber, uno pretendidamente universal y otro local, son parte de estas dinámicas.

 

La descalificación de los modos de producción de conocimiento y acumulaciones de conocimientos de los pueblos indígenas y de los descendientes de las poblaciones africanas esclavizadas es parte de esa herencia colonial y racista, la cual debe ser estudiada más a fondo, criticada y superada. La necesidad de profundizar en el estudio de las consecuencias de esta herencia y de superarla no debe entenderse como una tarea limitada a quienes escogen formarse en antropología e historia, pues la ignorancia al respecto afecta la calidad de la formación de profesionales de muchos otros campos, como, por ejemplo, los de salud, derecho, geografía, agronomía, economía, ciencias políticas, minería, y arquitectura, entre otros. La colaboración intercultural en las universidades no puede limitarse a las escuelas de antropología. Debe partir del reconocimiento del valor de los conocimientos de los pueblos indígenas y poblaciones afrodescendientes para todos y cada uno de los campos de formación profesional. Más aún, no deberían estudiarse esas instituciones de manera aislada, sino cada una como parte de las respectivas visiones de mundo y modos de organización social (Macas 2001, Universidad Intercultural Amawtay Wasi  2004).

 

La hegemonía, y con ella la transferencia no reflexionada de ciertas creencias y valores de las llamadas “ciencias duras” a las llamadas “ciencias sociales” conduce a ignorar cómo nuestra subjetividad es constitutiva de nuestro trabajo de investigación. Por ejemplo, condiciona el planteamiento del problema/asunto a estudiar, la formulación de las preguntas de investigación, el establecimiento de la perspectiva de análisis, así como las relaciones con los actores “sobre”, o “con”, quienes estudiamos. Todo esto depende de desde dónde investigo, para qué investigo y qué pienso hacer con los resultados de la investigación. Pero estas preguntas no siempre se plantean. En muchos casos, los temas y perspectivas vienen dados de manera “natural” por las visiones que encarnan las revistas académicas en las que se aspira a publicar, o las instituciones que otorgan fondos para investigación. De este modo los resultados resultan marcados a priori por una suerte de ilusión objetivista ingenua, según la cual para asegurar tal objetividad se hace recomendable mantener cierta “distancia” respecto de los procesos sociales estudiados. Este factor de “distancia” es origen de una significativa diferencia entre el saber considerado “científico” y el que producen, por ejemplo, aquellos intelectuales indígenas que mantienen relaciones con sus comunidades, o bien los que producen los equipos de universidades “convencionales” que trabajan en colaboración con comunidades de pueblos indígenas y afrodescendientes, o los de las universidades “propias” de estos pueblos. Estas relaciones alimentan las preguntas y perspectivas a partir de las cuales producen sus conocimientos. Algo semejante ocurre con los equipos de cualquier universidad “convencional” que trabajan en proyectos que articulan extensión, docencia e investigación, como ha sido reportado por numerosos equipos universitarios (ver por ejemplo, Almeida, Marmet, Strada, Zuttión y Cabrera, 2011; FAUBA 2015) y he documentado en publicaciones resultantes de mis investigaciones al respecto (Mato 2013a, 2013b).

 

Unos y otros modos de producción de conocimientos, todos los conocimientos, el que se produce a partir de métodos “distanciados”, como el que se produce a partir de relaciones estrechas de colaboración con otros actores, están marcados por las condiciones en que son producidos. Por eso la valoración y evaluación de los resultados de cualquier forma de producción de conocimiento debe hacerse tomando en cuenta esas condiciones de producción. No hay saber “universal”, ninguno lo es, todos son relativos a las condiciones en que son producidos, por eso esas condiciones de producción deben ser claramente explicitadas; de manera análoga a cómo se hace al comunicar los resultados de investigaciones experimentales, aquellas que -como su nombre lo indica- resultan de experimentos, de laboratorios. Por estas razones la colaboración entre diversas formas de conocimiento es imprescindible.

 

Las consecuencias del modelo universitario monocultural afectan no sólo a las poblaciones de origen indígena y afrodescendiente de las sociedades latinoamericanas, sino a cada una de las sociedades nacionales en su totalidad, incluyendo tanto a las poblaciones de origen netamente europeo, como a las caracterizadas como “mestizas”. La negación consciente o inconsciente de la condición pluricultural de todas las sociedades latinoamericanas constituye un significativo lastre histórico, por lo que implica en términos de nuestra ignorancia acerca de nosotros mismos. Esta carga afecta no sólo las posibilidades de construir sociedades más justas e incluyentes, sino también las de que cada una de estas sociedades pueda utilizar todos los saberes y talentos a su alcance para construir su presente y futuro. Este problema no se resuelve con la celebración folklorizante de la diversidad, ni con la “nacionalización” de ritos, danzas y costumbres de estas poblaciones, incorporándolos a las festividades, monumentos y rituales de Estado. Tampoco se resuelve celebrando la “diversidad cultural”, mientras continúan violándose los derechos de esos grupos de población, menoscabando su condición humana, desvalorizando sus visiones de mundo, lenguas, conocimientos y modos de conocimiento (así esto se haga sea pasivamente, como ocurre con las formas de racismo oculto), en lugar de honrar sus derechos a restituciones territoriales, o, más grave aún, permitiendo (o fomentando) el avance de las explotaciones petroleras y mineras en sus territorios ancestrales.

 

Las situaciones contemporáneas respecto de estos problemas varían mucho de una sociedad latinoamericana a otra, pero en todas ellas estos problemas y este conflicto entre modos de producción de conocimiento afectan a la producción, circulación, apropiación y aplicación de conocimientos. Es decir, afectan la calidad de las labores de investigación y formación que realizan las universidades y otros tipos de IES. Por ello, cualesquiera que sean las vías específicas de solución de estos conflictos, la construcción de formas duraderas y provechosas de colaboración intercultural entre actores sociales con diversos tipos de conocimientos, formas de producirlos y modalidades de aprendizaje, ha de ser parte imprescindible de los caminos a transitar.

 

Pero, si bien en algunos casos los diversos tipos de conocimientos pueden resultar complementarios, en otros podrían estar en conflicto. La colaboración intercultural en la producción de conocimiento no es una panacea, hay conflictos. Por esto mismo, conviene identificarlos, analizarlos, y co-producir formas de manejarlos.

 

Sin colaboración intercultural en la producción de conocimientos sobre nosotros mismos, en tanto agregados sociales, es imposible comprender nuestra experiencia social. Sin esa colaboración intercultural la comprensión de significativos aspectos históricos, jurídicos, políticos, económicos, sociales, y otros, de nuestras sociedades, será siempre sesgada y parcial. Sin tal colaboración, tal comprensión partirá de un “como si”. Por esto, la colaboración intercultural en la producción de conocimientos sobre nuestras sociedades es imprescindible. Afortunadamente, este tipo de colaboración tiene numerosos y significativos antecedentes, como los que muestran cerca de un centenar de experiencias que han sido documentadas desde las dos iniciativas de investigación y colaboración inter-institucional de amplio alcance en las cuales se basa este artículo.

 

  1. EDUCACIÓN SUPERIOR Y PUEBLOS INDÍGENAS Y AFRODESCENDIENTES EN AMÉRICA LATINA: PANORAMA SINTÉTICO.

 

Una característica saliente de este campo es la existencia de una amplia diversidad de tipos de experiencias. Esto no resulta sorprendente si se tiene en cuenta que las mismas han sido impulsadas por referentes y organizaciones de pueblos indígenas y afrodescendientes muy diversos entre sí. Más aún, éstas tienen lugar en distintos países, en cada uno de los cuales la historia y presente de las relaciones entre dichos pueblos, los respectivos Estados y otros sectores sociales exhiben sus propias particularidades. Dentro de este amplio y diverso campo de experiencias es posible distinguir entre cinco tipos principales de modalidades institucionales. A continuación presento esquemáticamente esos diferentes tipos, por limitaciones de extensión no referiré ejemplos ilustrativos, sobre los cuales puede obtenerse información en las publicaciones resultantes de los dos proyectos de amplio alcance antes mencionados (Mato, coord. 2008, 2009a, 2009b, 2015, 2016). En cambio, para cada tipo apunto algunos aspectos significativos respecto del reto de construir formas sostenibles de colaboración intercultural.

 

1) Programas de “inclusión de individuos” indígenas y/o afrodescendientes  como estudiantes en universidades u otros tipos de IES “convencionales”

 

Existen numerosas experiencias que responden a este tipo de modalidad (programas de cupos, de becas y de apoyo académico y/o psicosocial), aunque aún resultan insuficientes en comparación con las necesidades y demandas. Varios Estados, universidades y otros tipos de IES públicas y privadas de América Latina han establecido programas de cupos y de becas, otro tanto han hecho varias fundaciones privadas.  Existen opiniones encontradas respecto de este tipo de programas. Algunas enfatizan que no sólo crean oportunidades para individuos, sino que contribuyen a desarrollar capas de profesionales indígenas que sirven de manera directa a sus pueblos y comunidades, así como que muchos de estos profesionales juegan papeles fundamentales en el desarrollo y gestión de experiencias de los cuatro tipos restantes de esta clasificación. Otras opiniones destacan que este tipo de programas favorecen la “fuga de cerebros” desde las comunidades apartadas hacia las grandes ciudades, así como su “occidentalización”, la pérdida de sus valores étnicos, de sus lenguas y de la valoración por sus saberes. Otras señalan que con las becas no basta, porque en las IES “convencionales” estos estudiantes frecuentemente deben lidiar con problemas de racismo, además de que en el currículo no encuentran reflejadas las historias, idiomas y conocimientos de sus pueblos, a lo que se añade que se encuentran muy lejos de sus familias y comunidades.  Algunos programas de inclusión de individuos combinan más de una estrategia de abordaje, por ejemplo combinan cupos con becas y/o con apoyo psicosocial, otros se complementan con seminarios transversales, o con cátedras libres orientadas a educar sobre el tema a la comunidad universitaria en su conjunto, o bien se articulan con proyectos de investigación y/o de extensión que se desarrollan conjuntamente con comunidades de pueblos indígenas y/o afrodescendientes.

 

Las características de las formas de colaboración intercultural en el marco de programas de “inclusión de individuos” son muy diversas. En algunos casos son complejas y elaboradas, en otros consisten solo en actividades que se presentan como “diálogos de saberes”, las cuales frecuentemente se limitan a organizar mesas de trabajo en las que docentes o investigadores universitarios e intelectuales o referentes de alguna comunidad u organización indígena presentan sus puntos de vista sobre algún asunto en particular. Pero los formatos utilizados habitualmente solo permiten que apenas dialoguen amablemente. No permiten profundizar, ni menos aún plantearse actividades conjuntas en las que podrían construirse formas de colaboración intercultural sostenibles. Las iniciativas de este tipo no deben desvalorizarse, muchas veces son un valioso primer paso, pero es importante tener conciencia de sus limitaciones y buscar formas de avanzar hacia objetivos más ambiciosos.

 

2)  Programas de formación técnica o profesional (conducentes a títulos u otras certificaciones) creados por universidades u otras IES “convencionales”

 

Existen diversas modalidades dentro de este grupo de experiencias. En algunas de ellas se registra escasa colaboración intercultural, mientras que en otras la participación de organizaciones y comunidades indígenas y/o afrodescendientes resulta significativa. En algunos de estos casos se constata además una participación importante de docentes provenientes de los mencionados pueblos y la inclusión de sus lenguas, conocimientos, formas de aprendizaje y modos de producción de conocimiento. Muchas de estas experiencias están orientadas a la formación de docentes para programas de educación intercultural bilingüe a diversos niveles del sistema educativo.

 

En algunas de estas experiencias, las personas indígenas o afrodescendientes no solo participan como estudiantes, sino que también se incorpora a sabios y ancianos de las comunidades para que contribuyan con sus conocimientos. En algunos casos su participación es solo ocasional, pero otras participan en calidad de docentes durante uno o más cursos. Junto con esto se presenta el problema de que por no contar con título universitario (y en ocasiones tampoco de otros niveles educativos) estos sabios no son formalmente reconocidos como docentes, ni remunerados como tales. Estas situaciones además de ser injustas constituyen nuevos mecanismos de subalternización de conocimientos y personas indígenas, y son fuentes de conflictos. Paradójicamente, estos referentes indígenas o afrodescendientes generalmente son los únicos pueden dar clases de idiomas indígenas, o sobre las respectivas historias y cosmovisiones, o al menos quienes mejor pueden hacerlo.

 

Muchos de programas de este tipo están dirigidos a docentes en servicio en comunidades indígenas o afrodescendientes. Aprovechando esta posibilidad, suelen combinar las actividades en las aulas universitarias con formas de enseñanza-aprendizaje en servicio en las escuelas de las comunidades en las cuales estos estudiantes universitarios son docentes. En otros casos, las clases a cargo de sabios indígenas se dan en los propios territorios, especialmente cuando el contenido de las mismas se relaciona con conocimientos etnobotánicos y otros en los cuales estar en territorio resulta especialmente provechoso. Estas estrategias de trabajo suelen abrir amplias posibilidades para desarrollar formas sostenibles de colaboración intercultural. No obstante, éstas no están exentas de asimetrías de poder, dificultades y conflictos, todo lo cual es –de todos modos- parte de los caminos a transitar para poder construir modalidades sostenibles de colaboración intercultural, que sean equitativas y provechosas.

 

3) Programas y proyectos de docencia, investigación y/o de vinculación social, desarrollados por  IES “convencionales” con participación de comunidades de pueblos indígena y/o afrodescendientes.

 

El conjunto de experiencias que forzadamente incluyo en este conjunto es expresión de la diversidad de contextos, culturas profesionales y académicas, culturas institucionales, y normativas monoculturalistas, que ponen a prueba la creatividad de numerosos grupos de docentes, investigadores, autoridades universitarias y otros actores significativos. Por esto, bajo la complicada denominación de esta modalidad he agrupado muy diversas experiencias, que un tanto arbitrariamente se podrían separar en tres subconjuntos, pero el problema es que algunas formarían parte de más de uno de éstos. Las experiencias comprendidas en cualquiera de ellos pueden alcanzar logros más o menos significativos en el desarrollo de relaciones de colaboración intercultural, las cuales como en los casos antes comentados no están exentas de diferencias de intereses y visiones, asimetrías de poder, dificultades y eventualmente conflictos.

 

El primero de esos subconjuntos abarcaría las experiencias centradas principalmente en programas o proyectos de docencia, algunos de los cuales incluyen componentes de investigación y/o de vinculación con la comunidad. Se diferencian de los del tipo descrito en la sección anterior (3.2) en que se trata de una o más asignaturas o seminarios, que no necesariamente otorgan créditos, puntos, u horas para graduarse. Dependiendo de los casos, este tipo de actividades se caracteriza por incluir la participación de docentes provenientes de los pueblos indígenas y la inclusión de lenguas, saberes y modos de producción de conocimiento y aprendizaje propios de estos pueblos.

 

El segundo subconjunto abarcaría experiencias en las cuales la colaboración intercultural se da principalmente a través de programas o proyectos de investigación, algunos de los cuales además incluyen actividades docentes, otras no. Según los casos, estas experiencias producen conocimientos sobre estas comunidades, sistematizan sus idiomas y conocimientos, o generan tecnologías, que comparten de manera proactiva con las comunidades, o bien hacen esto mismo pero mediante modalidades de coproducción.

 

El tercer subgrupo incluiría experiencias en las que la colaboración se da especialmente mediante proyectos denominados de “vinculación”, “extensión”, “servicio”, u otras denominaciones, orientados a mejorar la calidad de vida de las comunidades. En muchos casos no se limitan a “aplicar” saberes académicos en las comunidades, sino que integran saberes de las comunidades. Este tipo de casos se caracterizaría porque aunque incluyen actividades docentes y de investigación, sus actividades principales son de servicio a y vinculación con las comunidades.

 

4) Convenios de co-ejecución entre universidades u otros tipos de IES “convencionales” y organizaciones o comunidades indígenas y/o afrodescdneintes

 

Aunque se trata de una modalidad de trabajo potencialmente muy provechosa, las experiencias de este tipo son relativamente escasas. Algunas se conciben desde el principio para alcanzar metas relativamente limitadas y son de duración muy acotada, unos meses, un año, un par de años. Otras comienzan de esta forma pero su existencia si los convenios se renuevan su existencia se extiende. En tanto otras se conciben desde el principio para extenderse por varios años, algunas de ellas han dado lugar a la creación de programas especiales al interior de las universidades u otras IES. Todas ellas involucran desde el comienzo la necesidad de negociar intereses y objetivos. Todas las que han sido estudiadas desde los dos proyectos que sirven de referencia a este artículo han sido propuestas por organizaciones, comunidades o referentes indígenas o afrodescendientes a las universidades u otros tipos de IES. Todas ellas han logrado satisfacer en mayor o menor medida los objetivos previstos. Esto de ningún modo supone que en el curso de las mismas no se hayan presentado diferencias y conflictos, sino que se ha logrado manejar estos sin comprometer los objetivos.

 

  1. Universidades y otros tipos de IES interculturales

 

Las universidades y otros tipos de IES interculturales se caracterizan por integrar los saberes, modos de producción de conocimiento y modos de aprendizaje de varias tradiciones culturales. Más allá de este rasgo común, estos tipos de instituciones son muy diversos entre sí, como consecuencia de las diferencias existentes entre diversos pueblos indígenas o afrodescendientes, diversos Estados nacionales, diversos actores que han intervenido en su creación y otros factores. No existe un modelo de referencia, y dadas las diferencias apuntadas tampoco sería pertinente pretender establecerlo.

 

Como consecuencia del proceso de colonización y las continuidades del mismo observables en las repúblicas fundadas en el siglo XIX, estas instituciones han sido creadas especialmente para atender las demandas y propuestas de formación de pueblos indígenas y/o afrodescendientes. Lo cual de ningún modo puede considerarse “natural”, ya que en sociedades pluriculturales la educación intercultural debería estar dirigida a todos los componentes de las mismas.

 

El caso es que estas instituciones reciben principalmente estudiantes indígenas y/o afrodescendientes y en mucho menor medida estudiantes que no se identifican  como pertenecientes a estos pueblos. En vista del rezago de los Estados en satisfacer las demandas de “interculturizar toda la educación superior”, dirigentes y organizaciones indígenas y afrodescendientes de varios países de la región se han dado a la tarea de crear instituciones propias. Por otra parte, también existen universidades y otros tipos de IES de carácter intercultural que han sido creadas por organismos estatales de distinto nivel, y otras que han sido creadas formando parte de una universidad o sistema universitario “convencional”. También existe un caso particular, el de la Universidad Indígena Intercultural, que ha sido creada por un organismo multilateral particular, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, el cual es cogobernado por un cuerpo de representantes de gobiernos y organizaciones indígenas.

 

Las publicaciones de los dos proyectos que sirven de referencia a este artículo documentan la experiencia de varias universidades de cada uno de los tipos antes mencionados (Mato, coord., 2008, 2009a, 2015, 2016). Limitaciones de extensión impiden exponer acá sobre las importantes diferencias existentes entre las universidades u otras IES interculturales creadas por organizaciones y/o referentes indígenas y/o afrodescendientes y las creadas por organismos estatales, sobre las cuales se ha expuesto en detalle en las publicaciones antes mencionadas. No obstante, de manera sintética cabe afirmar que en la mayoría de las universidades creadas por organizaciones y/o intelectuales de pueblos indígenas y/o afrodescendientes, el adjetivo “intercultural” alude a que incluyen conocimientos de diversos pueblos de estos tipos y también de la tradición occidental moderna. En esto se diferencian claramente del uso que los Estados hacen de este mismo adjetivo, ya que estos lo utilizan para referir a las relaciones entre dos “culturas” homogéneamente representadas, la de la “sociedad nacional” y “la indígena”. Si bien suelen reconocer la existencia de diferencias al interior de esta última, en la práctica suelen presentarla como si fuera homogénea. En cualquier caso, a los efectos del foco de este texto, lo más importante es tener presente que dado su carácter intercultural, todas los tipos de universidades y otras IES incluidas en este último tipo de la tipología involucran el desarrollo de relaciones de colaboración intercultural entre actores diversos, en algunos más casos más diferenciados entre sí que en otros.

 

  1. EDUCACIÓN SUPERIOR Y PUEBLOS INDÍGENAS Y AFRODESCENDIENTES: LOGROS, PROBLEMAS Y DESAFÍOS

 

Los ya mencionados dos proyectos de amplio alcance que sirven referencia a este artículo han permitido identificar tanto los principales logros de las experiencias estudiadas, como los problemas y desafíos que estas deben enfrentar. De manera sintética son los siguientes:

 

1) Logros: Los principales logros de los programas, universidades y otras IES estudiadas son: i) mejoran las posibilidades de que individuos indígenas y afrodescendientes accedan a oportunidades de educación superior y culminen exitosamente sus estudios, ii) ajustan su oferta educativa a necesidades, demandas y proyectos de las comunidades y la relacionan con oportunidades locales y regionales (subnacionales) de empleo, generación de iniciativas productivas y servicio a la comunidad, iii) desarrollan modalidades participativas de aprendizaje centradas en la investigación aplicada, iv) integran docencia/aprendizaje, investigación y servicio a las comunidades, v) integran diversos tipos de saberes y modos de producción de conocimiento, vi) promueven la valorización y, según los casos, incorporan lenguas y conocimientos propios de estos pueblos y comunidades, contribuyen proactivamente a su fortalecimiento y realizan investigación sobre ellos, vii) desarrollan docencia e investigación orientados por criterios de valoración de la diversidad cultural, interculturalidad, equidad, inclusión, gobernabilidad democrática, desarrollo humano y sostenible, viii) forman egresados que contribuyen al desarrollo sostenible local y regional y al mejoramiento de la calidad de vida de sus comunidades.

 

2) Problemas y desafíos: Los problemas y desafíos más frecuentemente enfrentados por estas universidades, IES y programas son: i) insuficiencia y/o precariedad presupuestaria, ii) actitudes racistas por parte de funcionarios públicos y diversos sectores de población que afectan el desarrollo de sus actividades, iii) dificultades derivadas de la rigidez de los criterios de evaluación aplicados por las agencias especializadas de los Estados encargadas de otorgar reconocimiento y/o acreditación, iv) obstáculos institucionales derivados de la rigidez de procedimientos administrativos, los cuales afectan la ejecución de sus planes y actividades, v) obstáculos institucionales derivados de la rigidez de criterios académicos aplicados por las IES dentro de las cuales funcionan algunos de los programas estudiados, y/o por agencias gubernamentales que otorgan fondos para investigación y actividades de formación, vi) dificultades para conseguir docentes y otro personal con adecuada sensibilidad y recursos personales y técnicos para el trabajo intercultural, vii) dificultades económicas de los estudiantes para poder dedicarse más y mejor a su formación, viii) insuficiencia de becas.

 

  1. PROBLEMAS Y DESAFÍOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE MODALIDADES DURADERAS Y PROVECHOSAS DE COLABORACIÓN INTERCULTURAL

 

Los avances desde la invocación de la expresión “diálogo de saberes”, que suele servir de inspiración o primer paso a muchas iniciativas en el campo que nos ocupa, hacia la construcción de modalidades duraderas y provechosas de colaboración intercultural en docencia, investigación y/o extensión, suelen darse a través de una compleja trama de dificultades, negociaciones y conflictos, no solo entre actores claramente diferenciados (por ejemplo entre universidades y organizaciones, comunidades o referentes de pueblos indígenas), sino frecuentemente al interior de las propias universidades, entre diversos sectores de las mismas, así como con las agencias gubernamentales que acreditan sus actividades, formulan políticas y otorgan fondos para su funcionamiento.

 

En ocasiones el llamado “diálogo de saberes” no pasa de la mutua escucha de las exposiciones de conocimientos entre académicos y personas de conocimiento, ancianos o dirigentes de las comunidades. En otros, en cambio, la organización de eventos de este tipo responde a una estrategia de construcción más ambiciosa, en la cual aún no se ha logrado avanzar mucho, debido a que esto, como sabemos, toma tiempo y esfuerzos. Escucharnos mutua, concienzuda, sensible y respetuosamente es sin duda muy importante y una condición imprescindible para poder “avanzar” hacia modalidades sostenibles de colaboración intercultural  que sean mutuamente respetuosas y equitativas, y no solo eso, sino que contribuyan a construir sociedades más democráticas. Estas formas de colaboración son necesarias para el desarrollo de experiencias duraderas y provechosas de producción y aplicación de conocimientos, para el aprendizaje de conocimientos, el desarrollo de destrezas y competencias, y para la puesta en práctica de acciones en beneficio de comunidades de pueblos indígenas y de la sociedad en general, las cuales –no puede omitirse– también benefician a las universidades.

 

Las modalidades de colaboración intercultural a las que hago referencia no son una quimera, existen. Muchas de ellas son características de algunas de las experiencias en este campo actualmente existentes a las que he hecho referencia en la sección 3 de este mismo artículo. Los retos ahora son de dos tipos. Por un lado es necesario diferenciar entre la expresión genérica “diálogo de saberes”,  a veces aplicada de manera bastante ingenua y como si con solo invocarla se abriera un espacio de idílica armonía, y la construcción de modalidades duraderas y provechosas de colaboración intercultural, lo cual entre otras cosas demanda reconocer la existencia de diferencias, inequidades y conflictos. Por otro lado,  se trata de lograr la profundización, valoración, apoyo y reconocimiento institucional tanto de las universidades (y otros tipos de IES) indígenas, afrodescendientes, interculturales y comunitarias actualmente existentes, como de los tipos de acciones que suelen ser impulsadas en el marco de los programas especiales de formación en universidades convencionales a que hemos hecho referencia en la tipología antes presentada, como también en los programas de inclusión de individuos (que algunos actores en este campo llaman “de acción afirmativa”, traduciendo la expresión en inglés “affirmative action”), así como en los proyectos y programas impulsados por cátedras, departamentos, centros e institutos de investigación y en muchos casos incluso por colegas individuales o grupos de colegas, en los cuales –según los casos– trabajan en colaboración con personas, comunidades y/u organizaciones indígenas en labores de extensión, docencia y/o investigación.

 

Estos variados tipos de experiencias de colaboración intercultural pueden servir de referencia para desarrollar estrategias de trabajo adecuadas a los diversos contextos sociales e institucionales. No resulta recomendable tratar de seguir el formato de supuestas “buenas” o “mejores” prácticas, sino aprender de los logros y dificultades de experiencias propias y ajenas para desarrollar nuevas experiencias, cónsonas con las propuestas de los actores participantes y pertinentes respecto de los contextos específicos en que se procura crearlas. Con estos objetivos en vista, me parece conveniente agregar algunas palabras sobre cuatro de los problemas y desafíos mencionados en la sección anterior:

 

  1. i) Insuficiencia y/o precariedad presupuestaria: Los problemas derivados de insuficiencias presupuestarias puede que resulten obvios. Pero quienes no participan directamente de este tipo de experiencias, tal vez no logren dimensionar lo inmensamente dañina que puede resultar la precariedad presupuestaria no solo para cualquier proyecto, sino especialmente para aquellos que se desarrollan en colaboración con comunidades sociales que ya conocen una larga historia de incumplimientos por parte de las instituciones del Estado, universidades incluidas. Que no solo el inicio, sino también la continuidad de las actividades desarrolladas con estas comunidades (sean de formación, extensión, aprendizaje-servicio, o de investigación) dependa de convocatorias anuales de fondos que pueden ganarse o no, dependiendo de evaluaciones que quienes estamos en tema en no pocas ocasiones consideramos cuestionables, que además esos fondos usualmente sean muy insuficientes y que para peor en ocasiones se reciban con atraso, conspira contra cualquier posibilidad de hacer un trabajo serio y de ser dignos de la confianza y el respeto de las comunidades con las cuales trabajamos. Para lograr avanzar en la construcción de modalidades sostenibles de colaboración intercultural con comunidades de pueblos indígenas y/o afrodescendientes es necesario contar con presupuestos suficientes y regulares. Es necesario lograr que los tomadores de decisiones comprendan y valoren la importancia de este tipo de problemas. Este tipo de problemas debe encararse otorgándole la importancia crucial que tiene y disponiéndonos a llevar los planteos del caso a todas las instancias necesarias. Esto demanda abordarlo con la densidad ética, política y académica que amerita. Es necesario que algunos de nuestros proyectos de investigación y los artículos resultantes se dediquen a hacer visible este tipo de problemas y sus consecuencias. Es necesario formar opinión al respecto, para esto puede resultar provechoso escribir sobre el tema en medios de comunicación universitarios. También puede ser útil enviar comunicaciones directas a los órganos de gobierno universitario y a las agencias gubernamentales que otorgan fondos para Educación Superior y Ciencia y Técnica. El presupuestario no es un problema menor. Debe ser un punto central en las deliberaciones sobre el tema y pasar a formar parte de las agendas compartidas entre quienes trabajamos en estos tipos de experiencias. Si no se logra avanzar en esta materia de poco sirven las reflexiones epistemológicas, éticas y políticas que podamos hacer en las aulas o en nuestras publicaciones.

 

  1. ii) Dificultades derivadas de la rigidez de los criterios de evaluación aplicados por las agencias especializadas de los Estados encargadas de otorgar reconocimiento y/o acreditación: Este es un problema muy importante respecto del cual han venido insistiendo diversos actores significativos. Las universidades indígenas e interculturales, como los programas especiales con/para pueblos indígenas y/o afrodescndientes no pueden ser evaluadas con los mismos criterios que las universidades “convencionales”, sus facultades y carreras. No porque sean de “menor calidad”, sino porque responden a otros objetivos, es decir, porque son cualititativamente diferentes de las “convencionales”. Del mismo modo que las carreras de ingeniería no pueden ser evaluadas con los mismos criterios que las de medicina, o viceversa, ni las derecho con los mismos criterios que las de agronomía, o viceversa. Los problemas radican tanto en los protocolos de evaluación establecidos por las instituciones, como en los frecuentemente escasos o nulos conocimientos de los “pares evaluadores” respecto de asuntos relativos a diferencias y relaciones interculturales, colaboración intercultural y otros conexos, y las consecuentes limitaciones al respecto de su sensibilidad, “visión” y criterios. Un ejemplo significativo puede ser el de las limitaciones impuestas por los protocolos de evaluación de las instituciones que impiden valorar que si bien las universidades indígenas no suelen contar con bibliotecas poseedoras de grandes colecciones de publicaciones en varios idiomas, en cambio cuentan con los conocimientos de sabios indígenas y otros de tradición oral que circulan en sus respectivos territorios. Estos problemas en general están asociados a las ideas hegemónicas de “calidad académica” que sobrevaloran las publicaciones en revistas académicas, especialmente si son internacionales y de “alto impacto”. En cambio, no valoran la importancia y beneficios para las universidades de las experiencias de vinculación social, como espacios de formación de los estudiantes, y de identificación de temas de investigación y desarrollo de actividades de investigación de docentes, investigadores y los propios estudiantes.

 

iii) Obstáculos institucionales derivados de la rigidez de criterios académicos aplicados por las universidades dentro de las cuales funcionan algunos de los programas estudiados, y/o por agencias gubernamentales que otorgan fondos para investigación o formación: Este tipo de obstáculos resulta bastante semejante al tipo antes mencionado, pero los menciono separadamente porque dificulta la posibilidad de sumar las contribuciones de sabias/os indígenas y/o afrodescendientes que no poseen títulos universitarios, tanto en actividades docentes como de investigación. Este problema no es menor. Refuerza asimetrías de poder, deslegitima los conocimientos de los pueblos indígenas y/o afrodescendientes, al hacerlo respecto de estos especialistas no universitarios, quienes en muchos casos poseen conocimientos tanto o más valiosos que sus contrapartes universitarias. Muchos de quienes trabajamos con estos colegas indígenas y/o afrodescendientes hemos tenido que confrontar respecto de este tema con las burocracias universitarias, y/o de agencias gubernamentales. Este, como los dos tipos de dificultades anteriores, demanda que nos comprometamos proactivamente en hacer investigación que muestre los problemas generados, así como en argumentar sobre el tema en todos los foros posibles. La construcción de modalidades sostenibles de colaboración intercultural exige este tipo de labor, no puede ignorarse. La apropiada valoración de este tipo de modalidades que van –digamos- a contrapelo de la institucionalidad establecida y naturalizada como “sentido común” demanda que se realice investigación sobre estos temas. No es algo opcional.

 

Referencias

 

Almeida, M., Marmet, M., Strada, V., Zuttión, B. y Cabrera, Z. (2011) “Producción de saberes y extensión”. Ponencia presentada en el XI Congreso Iberoamericano de Extensión Universitaria “Integración extensión, docencia e investigación para la inclusión y cohesión social”, Santa Fe 22 al 25 de noviembre.

Banco Mundial (2015)  Latinoamérica indígena en el siglo XXI : primera década. Washington DC: Banco Mundial

 

CIDH-OEA – Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2011) La situación de las personas afrodescendientes en las Américas. (OEA/Ser.L/V/II. Doc. 62 5 diciembre 2011. Original: Español): Washington DC: Organización de los Estados Americanos (OEA)

 

IIPE – UNESCO –  Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (2012) La situación educativa de la población indígena y afrodescendiente en América Latina, Buenos Aires: IIPE-UNESCO.

 

FAUBA – Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires (2015) Libro de resúmenes de la VI Jornada de Difusión de Actividades de Extensión en la FAUBA “La extensión y la investigación, procesos que se retro-alimentan”. Buenos Aires, 6 de noviembre. Disponible:

https://www.agro.uba.ar/sites/default/files/libro_de_resumens_jornada_2015.pdf

 

Macas, L. (2001): Diálogo de culturas. Hacia el reconocimiento del otro’. En: Yachaykuna (Instituto Científico de Culturas Indígenas), 2, 44-55

 

Mato, D. (2013a) Aprendizajes de equipos universitarios en experiencias de colaboración con comunidades y organizaciones sociales, realizadas con apoyo del Programa de Voluntariado Universitario de Argentina, en 2008. Apuntes. Revista de Ciencias Sociales (Universidad del Pacífico, Perú) Vol. XL Nro. 72: 33-56.

 

— (2013b)   Contribución de experiencias de vinculación social de las universidades al mejoramiento de la calidad académica y factores que limitan su desarrollo y valoración institucional. Revista Avaliação: Revista da Avaliação da Educação Superior  (Universidade de Sorocaba, Brasil). 18(1): 151-180.

 

— (2015)  Vinculación social universitaria en Argentina.  Diversidad de orientaciones de trabajo, logros y dificultades de las experiencias apoyadas por el Programa Nacional de Voluntariado Universitario. CPU-e, Revista de Investigación Educativa (Universidad Veracruzana, México) Vol. 20: 132 – 149.

 

Mato, Daniel, coord. (2008)  Diversidad cultural e interculturalidad en Educación Superior. Experiencias en América Latina. Caracas: UNESCO-IESALC.

 

—  2009a   Instituciones Interculturales de Educación Superior en América Latina. Caracas: UNESCO-IESALC.

 

—   2009b  Educación Superior, Colaboración Intercultural y Desarrollo Sostenible/Buen Vivir. Experiencias en América Latina.  Caracas: UNESCO-IESALC.

 

—   2012  Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina. Normas, Políticas y Prácticas Caracas: UNESCO-IESALC.

 

—  2015 Educación Superior y Pueblos Indígenas. Contexto y  Experiencias. Sáenz Peña: EDUNTREF.

 

—   2016  Educa ción Superior y Pueblos Indígenas en América Latina. Experiencias, interpelaciones y desafíos. Sáenz Peña: EDUNTREF y México DF: Universidad Nacional Autónoma de México-UNAM.

 

— 2017 Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina. Políticas y prácticas de inclusión, democratización, e interculturalización. Sáenz Peña: EDUNTREF

 

Universidad Intercultural Amawtay Wasi (2004): Sumak Yachaypi, Alli Kawsaypipash Yachakuna /  Aprender en la Sabiduría y el Buen Vivir / Learning Wisdom and the Good Way to Live. Quito: Universidad Intercultural Amawtay Wasi.

[1] Significativamente, la Declaración Universal de Derechos Humanos fue adoptada por la Organización de las Naciones Unidas en 1948, y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial en 1965.

 

[2] En este artículo, como en publicaciones anteriores, denomino “convencionales” a las universidades que no han sido creadas por referentes y/u organizaciones de pueblos indígenas o afrodescendientes, o para responder a sus demandas y propuestas. Desde luego, se trata solo de una denominación genérica a los fines de la exposición, por cuanto dentro del universo de las así llamadas “convencionales” cabe observar la existencia de diversos tipos de modelos universitarios.

[3] http://www.unesco.org.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=365&Itemid=423&lang=es

 

[4] http://www.unesco.org.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=365&Itemid=423&lang=es

 

[5] Ver: http://virtualeduca.org/documentos/2012/declaracion-panama-2012.pdf

[6] Ver:  http://www.iesalc.unesco.org.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=2973:presentan-iniciativa-latinoamericana-por-la-diversidad-cultural-y-la-interculturalidad-con-equidad-en-educacion-superior&catid=100:en-portada&Itemid=449&lang=en

 

[7] El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es uno de los instrumentos internacionales más importantes respecto del tema que nos ocupa, y ya ha sido ratificado por catorce países latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y Venezuela. Tal como lo dispone este Convenio y las constituciones nacionales de los países antes mencionados, los Estados que han ratificado este instrumento internacional están obligados a acatar sus regulaciones. No es posible acá entrar en detalles, pero como mínimo cabe señalar que los artículos 22, 26 y 27 del Convenio 169 consagran derechos específicos a los pueblos indígenas en materia de “educación a todos los niveles”. Otros instrumentos internacionales relevantes son la Convención Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1965), la Convención Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas Pertenecientes a Minorías Étnicas, Religiosas y Lingüísticas (1992), la Declaración Universal de la UNESCO sobre Diversidad Cultural (2001), la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005), la Declaratoria de Naciones Unidas de la Segunda Década de los Pueblos Indígenas 2005-2015, y la Declaración Universal sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007).

 

[8] Fuentes: Totales nacionales: CELADE. Revisión 2015. Datos de poblaciones afro-descendientes: http://www.alapop.org/alap/Serie-E-Investigaciones/N4/FINAL_Alap2015_Serie_eInvestigaciones_14012016.pdf

Datos de pueblos indígenas: Banco Mundial, Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI, 2015).

 

[9] Las mencionadas fuentes no ofrecen datos respecto de Cuba, Haití, Uruguay y República Dominicana.

 

[10] Las mencionadas fuentes no ofrecen datos respecto de Chile, México, Perú, Haití y República Dominicana.

[11] http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@ed_norm/@normes/documents/publication/wcms_100910.pdf

 

[12] Ibidem.

 

[13] Ibidem.

[14] http://www.me.gov.ar/doc_pdf/ley_de_educ_nac.pdf

 

[15] Todos los libros resultantes de la labor realizada desde UNESCO-IESALC y desde UNTREF se encuentran disponibles tanto en versión impresa como digital, estas últimas en los sitios de dichas instituciones en Internet: http://www.iesalc.unesco.org.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=22&Itemid=405&lang=es  y  http://untref.edu.ar/sitios/ciea/biblioteca/ 

*Para descargar el artículo  en PDF puede ser mediante el siguiente enlace:
https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar/publicaciones/index.php/Extension/article/view/7064/10349

*Este artículo se reproduce en OVE bajo permiso del autor, para reproducir o copiar este escrito debe ser con previa autorización del autor. (más…)

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Las universidades ante el reto digital

Por: Alejandro Tiana

El reto que actualmente deberían plantearse las universidades consiste en adaptarse a las exigencias de la sociedad digital, más que en utilizar las TIC manteniendo inalterables sus rasgos tradicionales.

Universidad de Navarra / CC BY-ND (Flickr)
Universidad de Navarra / CC BY-ND (Flickr)

En los últimos tiempos he recibido varias invitaciones (o quizás debería decir incitaciones) para hablar o escribir acerca de los cambios que previsiblemente afectarán a las universidades como consecuencia de la incorporación masiva y acelerada de los recursos tecnológicos digitales, que por otra parte no cesan de renovarse. Como consecuencia de esas propuestas, he tenido recientemente la fortuna de coordinar, junto con otros colegas también interesados en el tema, dos monográficos sobre la respuesta que deberían dar las universidades al reto digital: uno en 2015 en la revista Telos y otro que aparecerá en la revista Comunicar a mediados de 2017. Basándome en esa experiencia, me gustaría trasladar a nuestros lectores las principales conclusiones a que dicha reflexión me ha llevado.

Lo primero que conviene subrayar es que las universidades son una realidad institucional con una larga historia, cuyo origen se remonta a la Edad Media europea. No cabe duda de que han cambiado mucho desde entonces. Las circunstancias que han impulsado su evolución son muy diversas y tienen que ver tanto con los cambios sociales y culturales como con el avance experimentado en el ámbito educativo y científico. Aunque parezca un efecto colateral, también las transformaciones producidas en los modos y los medios de comunicación han afectado a la educación en general y a la universidad en particular. Así, por ejemplo, la invención del ferrocarril, el despegue de la industria periodística y la expansión de los servicios postales a mediados del siglo XIX permitieron el desarrollo, aún incipiente, de diversas experiencias de enseñanza por correspondencia. Con el paso de los años, la incorporación del teléfono, la radio, el audiocasete, la televisión y el video permitieron articular y desarrollar nuevos modelos de comunicación didáctica, de manera cada vez más formalizada, que acabaron llegando a la universidad bajo la fórmula de las universidades a distancia, entre cuyas primeras iniciativas pueden mencionarse la Open University inglesa, la UNED española o la FerUniversität alemana.

Pero ha sido realmente en las últimas décadas cuando el avance registrado por las tecnologías de la información y la comunicación ha producido un impacto notable sobre el mundo universitario, sin duda mucho más acusado que en el caso de las tecnologías anteriores. La explicación de este fenómeno es sencilla: las TIC han afectado profundamente a los sistemas de producción, a la organización económica y social, a nuestras pautas culturales, a las relaciones internacionales, entre muchos otros ámbitos. La incorporación de las TIC es un proceso inacabado y seguramente inacabable, una realidad ya asentada, pero también abierta a lo inesperado y que afecta al conjunto de nuestras vidas.

Lógicamente, las universidades no podían quedar al margen de esta tendencia general. En consecuencia, han informatizado sus sistemas de gestión, presentado su oferta formativa e investigadora a través de Internet, creado campus virtuales, establecido sistemas de apoyo no presencial a los estudiantes y comenzado a producir materiales didácticos interactivos.

Esa incorporación de sucesivos recursos tecnológicos ha abierto caminos antes inexplorados, propiciando la aparición de nuevos modelos universitarios, como es el caso de la hoy denominada educación virtual, en línea o digital, por no citar sino una manifestación llamativa. Su contribución se puede concretar en varias aportaciones fácilmente identificables:

  • Se ha elaborado y difundido una metodología didáctica rigurosa y de carácter sistemático, que hoy sirve de base para la elaboración de cursos capaces de apoyar el estudio independiente y el aprendizaje autónomo y cooperativo. Dicha metodología puede ser aplicada, tanto en las universidades convencionales, como en las universidades a distancia o en línea, bajo la forma de clases invertidas (flipped classrooms), videoclases o seminarios enlazados mediante videoconferencia.
  • Se han producido y difundido un buen número de materiales didácticos digitales e hipertextuales, basados en la combinación de medios y de carácter interactivo, que están permitiendo compartir contenidos y no solo distribuirlos. En muchos casos, dichos materiales están disponibles en repositorios de recursos educativos abiertos. Los materiales que sirven de base a los MOOC son una buena demostración de las posibilidades abiertas por este nuevo modelo.
  • Se han habilitado nuevos canales diversificados de apoyo al estudiante, basados en el uso de herramientas tales como los foros virtuales, a su vez conectados en muchas ocasiones con diversas redes sociales (generales o específicas), que están permitiendo el establecimiento de una comunicación fluida y rápida entre los estudiantes y de estos con sus docentes.
  • Se ha configurado una gama diversificada de apoyos al estudio, tanto presenciales como virtuales, que permiten personalizar el aprendizaje. La coexistencia de bibliotecas físicas y en línea, tutorías presenciales o virtuales, videoconferencias y chats permite a cada estudiante encontrar la combinación de medios y recursos que mejor se adecúe a sus características, estilo de aprendizaje y necesidades prácticas.

Este tipo de aportaciones ha venido a confluir con otros cambios relativos a la concepción de los procesos de enseñanza y aprendizaje, la aparición y el desarrollo de un nuevo concepto de aprendizaje a lo largo de la vida, la demanda de nuevos modelos formativos no formales, o la necesidad de acceso a un conocimiento distribuido globalmente. Todo ello ha abierto muy notablemente el panorama de actuación de las universidades y planteado nuevas posibilidades de atención a los estudiantes.

No obstante, a la vista de esos cambios, no faltan quienes se preguntan si la universidad ha comprendido realmente las implicaciones y exigencias de la sociedad digital, planteando dudas al respecto. hay incluso quien considera que iniciativas como la construcción de campus virtuales han desincentivado la verdadera digitalización de la universidad, que debería afectar a aspectos tales como el tipo de enseñanzas que se ofrecen, el modo de abordar la conectividad y el aprendizaje en clave social o la manera de aprovechar la globalización del saber.

Desde esta perspectiva, considero que los avances antes mencionados son importantes, pero todavía queda espacio para continuar avanzando. En efecto, estoy convencido, al igual que otros colegas, de que el reto que actualmente deberían plantearse las universidades consiste en adaptarse a las exigencias de la sociedad digital, más que en utilizar las TIC manteniendo inalterables sus rasgos tradicionales. Dicho de otro modo, el reto realmente consiste en incorporar las universidades a la sociedad digital, lo que permitiría dar una respuesta adecuada a los desafíos que hoy se les plantean. Sobre este asunto merecerá la pena volver en alguna otra ocasión.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/26/las-universidades-ante-el-reto-digital/

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