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Educación, ¿primera responsabilidad del Estado?

Por: Guillermo Dávalos

Las medidas extremas asumidas por el magisterio cruceño demandando el incremento de maestros para cubrir el déficit de alrededor de 1.500 docentes en el departamento de Santa Cruz, junto con otras demandas sectoriales, nos obliga a cuestionarnos sobre el precepto constitucional que proclama que “la educación constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla” (Art.77 de la CPE).

Revisando los datos, verificamos que, hasta el 2004, lo que se logró fue que el gasto en educación ascendiera al 4,7% del PIB y el 13% del presupuesto general del Estado. Trece años después se constata que el presupuesto de educación no ha crecido sustancialmente, puesto que el presupuesto del sector educativo en 2016 representó algo más del 20% del presupuesto total del Estado (con universidades) y un 8,2% del PIB. Si se quita el gasto de universidades, la participación del sector educativo se reduce al 6,2% del PIB. Es decir que, en términos relativos, no ha variado mucho la asignación presupuestaria a educación.

Por otra parte, los hogares en Santa Cruz destinan, en promedio, la mayor parte de su presupuesto hacia la alimentación (53%). El siguiente sector al cual destinan sus recursos son los gastos en vivienda y servicios básicos (18%), seguidos por los gastos en educación (6,5%). Este último gasto es mayor al que se destina a vestimenta e inclusive a salud.

En la educación pública, el Estado cubre alrededor del 80% del costo de la educación de los niños, niñas y adolescentes y el 20% restante los hogares, destacándose que casi un 95% de estos recursos se destina al pago de salarios de alrededor de 40.000 maestros cruceños. El dato importante que interesa destacar es que la cuantía del gasto por alumno en educación, desde una perspectiva comparada en el contexto sudamericano, en Bolivia es bajo.

Sin embargo, el nivel de inversión no es el único indicador que hace a la calidad educativa, puesto que, como el caso de Finlandia, que sin ser los que más invierten en educación (menos del 7% del PIB), ni los que imponen la mayor carga horaria a los niños en las escuelas, ni se inclinan por dar cantidades excesivas de tarea para la casa, ni excesivos y periódicos exámenes, pero siempre ocupan los primeros puestos en las listas internacionales que evalúan los niveles educativos.

Son muchos los factores que hacen que la educación en Finlandia sea una de las mejores del mundo, pero uno de los temas clave, según varios expertos, es la calidad de los profesores. «El profesorado tiene un nivel de formación extraordinaria, con una selección previa tan exigente que no se compara con ninguna otra en el mundo», explica Xavier Melgarejo, un sicólogo y sicopedagogo español que estudia el sistema educativo en Finlandia desde hace más de una década.

La contraparte de esta exigencia es el reconocimiento, no necesariamente en términos económicos, ya que los sueldos de los educadores no
presentan grandes diferencias con el resto de Europa, pero «los maestros son considerados profesionales académicos y tienen la responsabilidad de desarrollar su trabajo, por eso se ejerce sobre ellos un control social», explica la Secretaria Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.

Contrariamente, en Bolivia los maestros no solo han perdido en el último tiempo gradualmente el reconocimiento de la sociedad, sino que
además no están sometidos a ningún control de calidad, puesto que por disposición del artículo 2 inciso 6 de la Ley de Educación: “Se garantiza la carrera docente y la inamovilidad del personal docente, administrativo y de servicio del magisterio nacional”. Es decir, basta graduarse de docente para tener garantizada su “inamovilidad” como educador en una suerte al parecer de apropiación del “derecho a la educación”.

No hay duda que nos hacemos parte del movimiento del magisterio enarbolando la bandera en procura de una educación universal, democrática, gratuita y de calidad, al mismo tiempo de plantear el reto de superar los llamados ‘derechos adquiridos’ como la ‘inamovilidad’ en procura de recuperar el derecho pleno a la educación    de los niños, niñas y adolescentes.

Fuente del Artículo:

https://www.eldeber.com.bo/opinion/Educacion-primera-responsabilidad-del-Estado-20180405-9433.html

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¿Adónde van?

Por: Manuel Gil Antón

El país no puede seguir así: si en la última cuenta disponible (en el año que va de 2015 a 2016) más de un millón de alumnos se fueron de la escuela, y de ellos 770 mil (70%) se perdieron en la educación media superior, hay un problema social y educativo de una magnitud enorme.

En promedio, cada día, incluyendo sábados, domingos y estas de guardar, tres mil dejaron de asistir a sus escuelas: 125 cada hora y dos cada segundo. Es, sin eufemismo alguno, brutal. Inaceptable. Otra imagen: si dividimos esa cantidad en salones de 30 estudiantes cada uno, al inicio del ciclo escolar 36 mil 666 salones estaban llenos de vida, voces, ganas de saber, de esperanza en la educación para el futuro y, al nal, los hallamos vacíos, llenos de polvo los pupitres, repletos de silencio. Huecos.

El sistema educativo es un desbarrancadero que ahonda el socavón de la desigualdad social abrumadora que toleramos. No la atempera siquiera: la impulsa sin pudor alguno. El nivel que próximamente será parte de la educación obligatoria, la media superior, aporta al promedio diario mil novecientos jóvenes que perdemos: son variadas las razones para no continuar los estudios, pero sin duda la más importante es que son expulsados de la posibilidad del aprendizaje escolar, ya sea por las condiciones económicas de sus familias o el hecho de enfrentar el ingreso a un proceso escolar irrelevante, aburrido, o desastroso, desvinculado de sus intereses, o que les exige contar con lo que las deciencias sociales y educativas previas les escatimaron.

La causa de esta pérdida de tantos, para colmo, se les atribuye a ellos: tuviste la oportunidad de estudiar y no la aprovechaste. La víctima de la exclusión, del impacto de la desigualdad y la pobreza que se traduce en las peores condiciones educativas para los que más lo necesitan, termina siendo culpable: ingrato, mala paga del esfuerzo de la patria, cobarde. Tan es así que en muchas ocasiones se les llama “desertores”, igual que en la guerra cuando, por miedo, se abandona el frente. Cada vez es más claro que la desigualdad social en México se refuerza con una dotación desigual, inequitativa, de recursos escolares.

A los más carentes de condiciones socioeconómicas y culturales que impulsen su aprendizaje, el país les destina los servicios educativos menos favorables. Sin un proyecto económico, social y político distinto, incluyente, que tenga como eje fundamental la transformación educativa, los estudiantes que perdemos se irán de la expectativa de un mejor futuro por la vía del conocimiento.

No sólo está en riesgo el porvenir para un empleo, o la “productividad” nacional, sino los caminos en la construcción de personas que sepan preguntar, dudar y criticar: es decir, de una ciudadanía sólida que se haga cargo de la necesidad de pelear por un país distinto, en el que origen no sea destino, ni valga más tener conocidos que conocimiento.

Se van. ¿A dónde? Como dice el dicho: a donde más valgan. Desvalidos para la escuela, buscaran donde valerse o hallarán otros valedores. Es una desgracia para México lo que sucede: no cuida su talento y abre fosas para enterrar expectativas. Saber contar el tamaño del problema es preciso, para que el gobierno deje de contar cuentos. Hacer las cuentas y actuar es imprescindible, no hacer de cuenta —como en estos años— que se reforma lo que ni siquiera se entiende.

Fuente del Artículo:

¿Adónde van?

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Redes sociales: comunicación y educación

Por: Gustavo Hernández Díaz

“La educación debe mediar entre el hombre y las redes sociales, entre el hombre y las comunidades virtuales. Urge comprender el hecho educativo y el proceso comunicacional desde la misma cultura. Saber cómo interactúa la gente con las tecnologías desde sus mestizajes culturales populares y urbanos”

Preguntas necesarias

Lo primero que se aprecia en Redes sociales: comunicación y educación, coedición de ABediciones/Ucab y la Fundación Empresas Polar (2017), es su planteamiento pedagógico sobre el papel de las tecnologías en la sociedad de la comunicación. Dicho de otro modo, la educación debe mediar entre el hombre y las redes sociales, entre el hombre y las comunidades virtuales. Urge comprender el hecho educativo y el proceso comunicacional desde la misma cultura. Saber cómo interactúa la gente con las tecnologías desde sus mestizajes culturales populares y urbanos.

También es oportuno destacar que para el Dr. Manuel Moreno Castañeda, rector de la Universidad Virtual de Guadalajara, México, Redes sociales: comunicación y educación desarrolla una serie de interrogantes sobre la pedagogía de la comunicación. “Entre las preguntas que pueden hacerse los investigadores que aquí presentan sus trabajos y los posibles lectores, algunas tienen que ver con el potencial de las tecnologías como recursos para mejorar los procesos de aprender y enseñar; y, otras más específicas, con las posibilidades mediáticas más recientes, por ejemplo: ¿las redes subliman o mejoran la comunicación humana? ¿Podrían las redes sociales generar un cambio educativo que supere la forma tradicional de enseñanza en el contexto de las universidades públicas? ¿Cuáles son las ventajas del uso de las redes sociales electrónicas en el entorno educativo universitario?”.

e-Pedagogía

La red social ha cambiado nuestras vidas con la presencia de la interactividad, rapidización y el desasosiego líquido (Zygmunt Bauman). Es por ello que Ruth Díaz Bello sostiene: “el objetivo es tomar conciencia de esas transformaciones que se han sucedido en nuestras vidas que nos permitan liderar nuevos cambios, para hacer los ajustes que nos permitan sacar provecho de las potencialidades que se anuncian con los desarrollos tecnológicos de la información y la comunicación”.

Para Guillermo Moreno Galindo la calidad educativa puede describirse de esta manera: “a) equidad entendida por oportunidades de educación para todos y de la misma forma; b) uso adecuado del tiempo y de los recursos; c) impacto de esa enseñanza en la transformación individual y social del aprendizaje”.

Según Mariano Fernández y Vanessa Miguel, “las redes de conocimiento deberían sustentarse en el papel de la investigación científica como eje de producción de conocimientos socialmente válidos, los cuales permiten hacer frente a la sobrecarga informativa o infoxicación”.

Ángel Alvarado se pregunta si las redes sociales forman o solo informan (o en tal caso desinforman). “El carácter formativo o informativo que pudiese ser asignado a las redes sociales en el campo educativo está determinado por el uso que haga y promueva el docente de ellas, de sus conceptos y posturas sobre la enseñanza y el aprendizaje, en fin, con su hacer e identidad pedagógica”.

Rosa Amaro de Chacín discierne sobre un par de conceptos: didáctica medial y gestión del aprendizaje. “Aproximarnos a una didáctica medial para referirnos al ámbito de la didáctica en el cual se concreta la configuración de propuestas innovadoras que implican críticamente la tecnología”. Una gestión exitosa del aprendizaje en la virtualidad “pasa necesariamente por prever un diseño pertinente, didácticamente fundamentado, flexible, ajustado a la naturaleza del aprendizaje en la virtualidad”.

Comprender la red

Alejandra Fernández expone un tema muy novedoso en el campo de la educación y que se refiere a la importancia de la curaduría de contenidos. “Se entiende la curaduría (que no curación) como el proceso de buscar, encontrar y seleccionar contenidos con el objetivo de organizarlos en porciones para uso de una institución, organización o colectivo”.

Ana Beatriz Martínez González y Nayesia María Hernández Carvajal sugieren cuatro tipos de competencias digitales (e-skills): “1.-Tecnológica: alfabetización y apropiación pertinente, uso y gestión de dispositivos. 2.-Comunicativa: relacionarse y colaborar en entornos digitales. 3.-Informacional: evaluación, curaduría de contenidos. 4.-Aprendizaje: generar conocimiento en procesos y productos, al transformar la información en conocimiento y utilizarlo de manera adecuada”.

Para Omar Miratía las redes sociales cumplen con algunas funciones en el ámbito educativo. Tres de ellas: “1.-Se pueden compartir contenidos de forma libre y abierta bajo licencia: Creative Commons. 2.- Permiten compartir y socializar la información y el conocimiento. 3.- Fomentan los valores de trabajo colaborativo y cooperativo”.

Saber más en un click

Yoraima Salazar, Milagros Cruz y María del Carmen Martínez proponen, entre otros asuntos, un decálogo sobre el uso de las redes sociales:

1. Lee las condiciones de aviso legal y política de privacidad.

2. Trata con respeto a los otros usuarios.

3. Solo debes descargar los contenidos, copiar o imprimir cualquier contribución para tu uso personal y privado.

4. Toma conciencia de tu reputación on-line.

5. Respétate y respeta al resto de usuarios en tu comportamiento.

6. Aprende a expresar emociones y estados de ánimo.

7. Resuelve con firmeza la presión de grupo: tú eres el dueño de tus decisiones.

8. Reflexiona antes de publicar datos personales en internet.

9. Si algún contenido es inconveniente, o de alguna manera algo lesiona los derechos del usuario (información, privacidad, etc.) usa las herramientas de denuncia.

10. Las redes ofrecen distintas opciones para configurar la privacidad.

Reportes y redes

Antonio Silva Sprock y Julio Ponce Gallegos estudian la influencia de los estilos de aprendizaje en la generación de técnicas instruccionales. Hay que entender la cotidianidad escolar, la forma en que están aprendiendo los alumnos y la modalidad de estrategia educativa que puede resultar más apropiada en un momento dado.

Raymond Marquina destaca las ventajas sobre el uso de dispositivos móviles y de las redes sociales. “Una estrategia educativa que plantee el uso adecuado de redes sociales y dispositivos móviles para el desarrollo de actividades de aprendizaje fuera del aula de clases, permite a los estudiantes aprovechar mejor el tiempo libre fuera de la institución con la intención de invertir el aula (flipped classroom) y desarrollar en conjunto con el profesor las actividades de mayor valor”.

El trabajo de Jacqueline Panvini se enmarca en el campo de la educación para la salud. “La experiencia de la comunidad virtual de aprendizaje para la Puericultura y Pediatría, dirigida en un principio a los estudiantes del cuarto año de Medicina de la Escuela José María Vargas de la Facultad de Medicina de la UCV, proporcionó resultados altamente satisfactorios e inesperados, los cuales pudiesen reproducirse en otras asignaturas”.

Gustavo Mizraim González se refiere a la influencia de las redes sociales en la comunicación organizacional. “Las redes sociales se han convertido en una herramienta de comunicación e información imprescindible en las empresas. Por esto la gestión de las organizaciones requiere estar cada vez más focalizada en el uso de las tecnologías 2.0, sin perder las relaciones interpersonales y la adecuación de las redes a la cultura corporativa”.

Sobre las redes sociales en la escuela de Economía de la UCV, María Rita Amelii reporta lo siguiente: “Con respecto a la actividad desarrollada por los profesores, al momento de este estudio unos pocos manifiestan utilizar las redes sociales, y los que así lo hacen, las valoran como medios para mantenerse comunicados, por lo tanto, no podemos decir que su uso ha permeado la actividad docente aún”.

Pedro Certad constató que las redes sociales son eficaces en el manejo de los conceptos básicos de la química en bachillerato. “Siendo la química una ciencia ubicada en las ciencias abstractas, la adopción de estas estrategias ayuda a la comprensión de conceptos y experiencias, acercándolos a través de la búsqueda y la indagación a este conocimiento. Asimismo, en esta búsqueda se despiertan habilidades y actitudes que conforman entonces las competencias científicas en el estudiante”.

P.D. Reconocimiento muy especial a las profesoras Ana Beatriz Martínez González y Nayesia María Hernández Carvajal de la Universidad Central de Venezuela, quienes han hecho posible la compilación académica de una serie de trabajos teóricos y empíricos sobre Redes sociales: comunicación y educación. No es cualquier tipo de compilación la que nos brindan estas distinguidas profesoras. Se observa en este libro la “convergencia disciplinaria entre la educación y la comunicación” a lo Henry Jenkins y, desde luego, la presencia de la “inteligencia colectiva” del filósofo Pierre Lévy. En esta dirección, Ana y Nayesia afirman: “en este libro se expone el producto del trabajo colaborativo que venimos realizando alrededor del uso de las tecnologías de la información y la comunicación en la educación superior un grupo de colegas de diversas facultades de la Universidad Central de Venezuela conjuntamente con la Universidad de Los Andes y la Universidad Metropolitana”.

Fuente del Artículo:

http://www.el-nacional.com/noticias/entretenimiento/redes-sociales-comunicacion-educacion_229762

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Acreditación como control de calidad en la educación de enfermería

Dra. Ana María Vásquez Aqueveque

Enfermera, Mg en Enfermería Dra. en Educación Académica Universidad de La Serena (Chile)
Vocal Docencia ALADEFE

El concepto de calidad en la educación, y particularmente en la educación superior, asociado a los procesos de acreditación, tanto en el ámbito institucional como de los programas de formación, ha sido objeto de innumerables análisis, propuestas y definiciones.

¿Desde cuándo adquiere mayor relevancia la calidad en las instituciones de educación superior y de los programas que ofrecen? En particular las universidades siempre han tenido que formar profesionales con calidad y que den respuesta a las demandas laborales de las distintas profesiones y disciplinas según el contexto y época en el cual se desarrollan.

La noción de calidad llegó al terreno de la educación como “imperativo” señalan Rodríguez (1) y González (2), como respuesta ante una diversidad de fenómenos ya bien conocidos: nuevas políticas de financiación para las instituciones de educación superior; el crecimiento acelerado de oferta de programas; el incremento de instituciones no siempre con regulación y normatividad; la superespecialización del conocimiento con la consecuente diversificación de títulos a otorgar y niveles educativos en los que se imparten; la creación de planes de estudio de pregrado y postgrado sin la suficiente solidez y fundamentación para su creación; la adopción de modelos educativos “innovadores”, sin su correspondiente aplicación en la realidad cotidiana de los programas educativos; la habilitación de los docentes; la carencia y falta de sistematización de la información sobre las características de las instituciones, de los estudiantes, del personal académico, de los planes de estudio, de los procesos, actividades y proyectos que se desarrollan al interior de las instituciones y que permitan tomar decisiones para el mejoramiento continuo.

El proceso de acreditación en el sistema de educación superior como mecanismo de control de calidad, o como una forma de demostrar que lo que se hace, cumple con ciertos criterios, estándares e indicadores, lo que ha llevado a que las instituciones paulatinamente instauren dispositivos, estrategias e instrumentos para optimizar y evidenciar sus procesos de gestión; demostrar que exista coherencia y consistencia entre lo que se declara en la normativa institucional y lo que se realiza para lograr un mejoramiento continuo en pos de la calidad de los insumos, procesos y los resultados derivados de los actos académicos. Estos aprendizajes, en muchas ocasiones, han sido individuales en el interior de las instituciones, por lo que falta una reflexión más sistémica de los procesos de mejoramiento continuo en el interior de las mismas.

Un aspecto sustancial en la formación es el proceso de aprendizaje, en particular hoy cuando las reformas educacionales han puesto el acento en el estudiante, por lo tanto en el aprendizaje. Variadas investigaciones revelan la necesidad constante del estudio del proceso de aprendizaje, evidenciado en indagaciones, artículos y propuestas teóricas (3-6). Sin embargo, se reconoce que el aspecto menos explorado en educación es precisamente sobre los aprendizajes efectivamente logrados por los educandos, pareciera ser como lo llaman algunos la “caja negra” del sistema. De igual forma, es el docente el que tiene el control en el aula. Este es un excelente espacio para indagar, reflexionar y profundizar respecto de las interacciones y los fenómenos que se producen en el interior del aula. Es interesante identificar los estilos de aprendizajes y las estrategias de estudio que poseen los estudiantes, las funciones cognitivas más desarrolladas y las que hay que fortalecer para optimizar los aprendizajes. Ventura (7) plantea la importancia de conocer los estilos de aprendizaje que presentan los docentes, cómo estos impactan en los métodos de enseñanza que utilizan y cómo indicen en el rendimiento estudiantil.

Así analizado, el docente sigue teniendo un rol fundamental en el proceso de aprendizaje de los estudiante, por tanto, es un desafío para las instituciones la formación del talento humano, no solo en el ámbito disciplinar, sino también en el proceso enseñanza-aprendizaje, y cómo impacta en el tipo de aprendizaje que evidencien los estudiantes.

Desafío para la enfermería

En lo que compete a la enfermería, esta siempre ha sido una profesión que ha sido muy consciente de su compromiso con el cuidado y la salud de la población, por lo que las organizaciones enfermeras de los diferentes países han establecido sus propios criterios y estándares de acreditación para dar cuenta de la calidad en la formación. De igual forma, la enfermería está presente en las variadas redes de agencias que se han establecido en el ámbito internacional.

Las oportunidades de la mejora continua permanente, la de seguir creciendo y avanzando presupone, sin duda, un mayor trabajo en un mundo complejo, incierto, cambiante, desafiante. Por lo que hay que estar remirando, permanentemente, los signos de los tiempos para replantear el currículo, los planes de estudio y preguntarnos: ¿qué estamos formando?, ¿cómo lo estamos realizando?, ¿estamos logrando aprendizajes eficientes, profundos?, ¿los estudiantes logran movilizar sus saberes en la praxis?, ¿cómo aprenden nuestros estudiantes?, ¿aprenden igual los estudiantes de los primeros años que los de cursos más avanzados?, ¿las estrategias didácticas que utilizamos responden a que los estudiantes logren aprendizajes de calidad?, ¿los sistemas e instrumentos de evaluación que se utilizan son pertinentes a las estrategias didácticas utilizadas?, ¿los resultados de aprendizajes definidos son pertinentes al perfil de egreso?, ¿hay una coherencia y pertinencia en todo el plan de estudio? Estos y muchos otros interrogantes nos abren un mundo de oportunidades para reflexionar e indagar, en particular en la enfermería, profesión que trabaja con el cuidado de las personas.

La mejora continua en la formación de los profesionales de enfermería no es algo que se da mágicamente o de inmediato por el solo hecho de haber vivido un proceso de autoevaluación, requiere por parte de los docentes una reflexión continua, alrededor de la manera en la que se desarrolla el proceso y la proyección de los educandos en particular durante su práctica; en este proceso resulta pertinente la retroalimentación oportuna, que se puede lograr en los campos de práctica clínica durante el proceso formativo así como durante el ejercicio profesional de los recién egresados.

A la luz de la calidad parece necesario una reflexión y una sistematización de todo el proceso formativo, desde marcos epistémicos, teóricos y prácticos, en lo que respecta a educación y formación de profesionales, lo que es complejo, puesto que tiene variadas dimensiones que interactúan entre sí. Es un proceso sistémico, dinámico, en el que las diferentes partes y dimensiones de una ruta formativa constituyen una totalidad, no se puede fragmentar, el modificar un aspecto de una u otra manera va a incidir en otro, es un todo interconectado. En tanto que el currículum se defina como “construcción social que forma parte de la estructura vital de una sociedad”, Grundy (8), de sus dinámicas, sus valores, sus significaciones, los sentidos y concepciones sobre el mundo y los sujetos, el currículum implica acción, dinamismo e interacción.

Asumir el currículum como praxis lleva implícito una disposición permanente de la universidad, por parte de los docentes y sus colectivos, a la autocrítica y a la autorreflexión para dar luz a nuevas posibilidades de interpretación de la realidad que den cabida a múltiples oportunidades de resignificación de las prescripciones, los planteamientos pedagógicos y didácticos, las prácticas, la cultura, las metodologías, los procesos, las evaluaciones y que paralelamente favorezcan espacios de reflexión e innovación.

Si asumimos que el cuidado es complejo porque el trabajar con personas es complejo, la formación de profesionales de enfermería debería ir en esa misma línea desde el paradigma de la complejidad, puesto que trabajamos con la integralidad de la persona en todas sus dimensiones y manifestaciones.

Si queremos calidad en la formación de los profesionales de enfermería no podemos contentarnos solo con la obtención de la acreditación de un programa determinado, sino que es necesario establecer mecanismos internos de mejoramiento continuo. Seguir reflexionando sobre los procesos formativos, investigar qué ocurre en el aula, cómo aprenden los estudiantes, qué estrategias y enfoques de estudio y aprendizaje utilizan. Investigar sobre la propia práctica docente, abrir los espacios del aula de clases y analizar qué fenómenos ocurren allí, de igual manera reflexionar sobre lo que acontece durante las experiencias de práctica. Profundizar en estos aspectos es clave para el mejoramiento en la calidad de la formación de profesionales de enfermería.

Bibliografía
  1. Rodríguez E, Pedraja L. El aseguramiento de la calidad: un imperativo estratégico en la educación universitaria. Ingeniare. Revista chilena de ingeniería 2015; 23(1):4-5.
  2. González J, Santamaría R. Calidad y acreditación en la educación superior: integración e internacionalización de América Latina y el Caribe. Educación. 2013; XXII(43):131-47.
  3. Monroy F, Hernández-Pina F. Factores que influyen en los enfoques de aprendizaje universitario. Una revisión sistemática. Educación XX1 2015; 17(2):105-24.
  4. Laudadío MJ, Da Dalt E. Estudio de los estilos de enseñanza y estilos de aprendizaje en la universidad. Educ. Educ. 2014; 17(3):483-98.
  5. Ocampo F, Guzmán A, Camarena P, De Luna R. Identificación de estilos de aprendizaje en estudiantes de ingeniería. Revista Mexicana de Investigación Educativa. 2015; 19(61):401-29.
  6. Valencia I. Estilos de aprendizaje: una apuesta por el desempeño académico de los estudiantes en la Educación Superior. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe. 2014; 12(2):25-34.
  7. Ventura A. El ajuste instructivo entre estilos de aprendizaje y enseñanza en la universidad. Rev. psicol. 2013; 31(2):265-86. Disponible en: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/psicologia/article/view/7620
  8. Grundy S. Producto o praxis del curriculum. Madrid: Morata; 1994.

Fuente del Artículo:

http://www.enfermeria21.com/revistas/aladefe/articulo/275/

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Educación para la construcción

Por: Arnaldo Esté

Ciertamente las cifras asustan. En todos los niveles y modalidades de la educación formal se reduce tanto la matrícula como el número de docentes.

Pero con todo y lo grave de esas cifras, el problema mayor es del orden ético que atiende a la calidad y propósitos de esa educación en caída. En las escuelas y universidades se siente la pérdida de sentido, de lo que le da cohesión a esos conjuntos sociales. Estudiantes y maestros se preguntan sobre el propósito de seguir en ello.

Los estudiosos de la educación con frecuencia la han ubicado con el término de aparato reproductor, que mantiene el curso de una cultura. Pero aquí hay que cambiar el concepto y concebir la educación, formal e informal, en los términos de un sistema constructivo, de una pedagogía que concibe los aprendizajes como logros de una interacción: educación para construir un país destruido. No para regresar a lo que ya existía como país petrofílico y consumista. Pendiente de gobernantes que en el curso de repartos y corruptelas lo percibían como una permanente cola y maneras del arrime.

La profundización de la democracia, que supone su ejercicio y aprendizaje en las aulas, cultivando la dignidad, la participación, la solidaridad, la diversidad, la continuidad con la naturaleza… es el mejor preventivo contra las dictaduras y la depredación. Supone la transformación de esas aulas, en todos los niveles, en ambientes donde se construyen aprendizajes y competencias con una participación promovida con problemas, discusiones, actividades y trabajo en grupos.

Es una manera de acción social que se aleja y cierra el paso no solo a cualquier autoritarismo, sino que prioriza el trabajo de todos, la producción y la creación.

Más allá de la necesaria interacción política, esto hay que hacerlo. Hay que llevar la discusión sobre el desastre educativo a todo el país yendo más allá de la queja, la denuncia y la protesta hacia la creación de esos ambientes, de otras aulas, de asambleas y reuniones comunitarias donde esa profundización de la democracia se incube y se asuman acciones de proposición y realización, de construcción de la nación.

Esto ha comenzado a ocurrir. He asistido a reuniones y actividades en plazas, universidades, escuelas, centros culturales y deportivos donde germinan tonos optimistas de proposición. Donde se combinan músicas y cantos con severas discusiones que van más allá de las coyunturas políticas o la toma de posición entre ellas: unidad en acciones de creación.

Los economistas de la Asamblea Nacional se han adelantado con una propuesta para la economía, cosa muy interesante. Pero, en mi corto entender de la economía, la encuentro resumida a un conjunto de “medidas” centradas en lo monetario. No le resto importancia a eso, pero cuando hablamos de construcción –y no de reconstrucción– es que hay que hacer mucho más que recoger los pedazos y volverlos a armar con el mismo concepto, con el mismo objeto anterior. No, el objeto anterior ha sido el de una nación que pasó de una condición agraria a una urbanización precipitada sin digerir el necesario salto industrial, en actitudes valores y competencias. En esas condiciones se desarrolla la petrofilia, más generalmente –y superficialmente– llamada rentismo petrolero –de un petróleo, que, por cierto, amenaza con pasar de moda–. Los gobiernos se montaron en eso, utilizando esa mentalidad informal y esos recursos, para comprar conciencias. Así que no se trata solo de medidas monetarias ni de la indispensable contención de la inflación. Hay que cambiar los conceptos y entrar en los niveles éticos del asunto, en otro ethos. Es la formulación de proyectos que busquen y propicien otros valores. Entre ellos, los ya mencionados del trabajo, la creación y la producción. Estas ideas, referidas a lo económico, también son válidas para los otros conjuntos de actitudes y actividades: la salud, la organización del Estado y la sociedad, la comunicación, transportes e infraestructuras.

Todo lo anterior viene a cuento al sentir la vida y hechos de José Antonio Abreu. Soy asiduo a los conciertos dominicales de Quebrada Honda, a los sonidos de miles de jóvenes y suspiros de sus esperanzados parientes.

arnaldoeste@gmail.com

Fuente del Artículo:

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/educacion-para-construccion_229908

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Orwell y la corrupción del concepto de “derecho a la educación” en Uruguay

La imposición del «doble pensamiento» en la educación uruguaya.

Con su novela distópica titulada “1984”, George Orwell demostró ser un perspicaz observador de las estrategias utilizadas por los déspotas para subyugar a la población. Destaca que la corrupción del lenguaje para desnaturalizar valores ampliamente compartidos, es una de las más utilizadas. Indica que si las autoridades machacan lo suficiente, podrían llegar a convencer a la gente de que “la Guerra es Paz, la Libertad es Esclavitud y la Ignorancia es la Fuerza”.

Orwell lo denomina la imposición del “doble pensamiento”, que consiste en lograr que las personas acepten simultáneamente dos conceptos contradictorios como lo más natural. Mediante el último de los eslóganes mencionados, se busca anular al espíritu crítico racional para que los habitantes acepten sin más todo lo que les dicen los gobernantes.

En Uruguay, se están realizando escandalosos intentos por corromper el significado de “derecho a la educación”.

Según la UNESCO, ese término ha de entenderse como un derecho habilitante, porque constituye un poderoso instrumento que permite a los individuos social y económicamente desfavorecidos salir de la pobreza, dejar de estar marginados y que participen activamente de la vida comunitaria.

Mediante la educación, se busca formar personas en el más cabal de los sentidos. Es decir, que adquieran conocimientos que les serán provechosos y económicamente redituables, y simultáneamente, vayan adiestrándose en los rigores de la vida adulta contemporánea. Que aprendan a ser tenaces, de que nada se logra sin esfuerzo, que disfruten las mieles de los pequeños triunfos pero que también aprendan a superar las frustraciones.

Una buena educación es clave, porque en gran medida va a determinar los logros futuros de esa persona.

Desde el punto de vista de la personalidad, el período estudiantil va forjando el carácter. Un tema nada menor porque ello repercutirá en la clase de sociedad que tendremos: una conformada por sujetos indolentes o emprendedores; holgazanes o industriosos; que se rinden ante la primera dificultad o perseverantes; por personas fácilmente manipulables o con independencia de espíritu…

Por eso alarma que en Uruguay estén surgiendo iniciativas que corrompen el sentido de la expresión “derecho a la educación”.

Según la Real Academia, “corromper” significa “alterar y trastrocar la forma de algo”, “hacer que algo se deteriore, principalmente cosas inmateriales”.

Esas propuestas pueden ser interpretadas desde diferentes puntos de vista: por un lado, que se está desnaturalizando ese derecho mediante la práctica del doble pensamiento. Y por el otro, que las autoridades educativas ante el fracaso rotundo de su labor, pretendan maquillar las estadísticas al mejor estilo kirchnerista.

Repasemos la trayectoria uruguaya con respecto a este asunto:

Hasta mediados del siglo XX, la educación que se brindaba en los institutos públicos era de buena calidad. Eso hacía que los uruguayos se destacaran en el exterior. Pero paulatinamente, desde la década de 1970 ha venido decayendo, hasta llegar a los paupérrimos niveles de la actualidad.

El sistema educativo –tanto público como privado- es controlado por un organismo estatal centralizado y burocratizado, la ANEP. Debido a ese rasgo, el tipo de formación brindada a los estudiantes está desactualizado y cada vez más alejado del mundo real contemporáneo. En adición, la calidad de la educación va descendiendo en forma vertiginosa. Por ejemplo, aparecieron textos escolares con faltas de ortografía y por experiencia ciudadana se sabe que hay maestros y profesores que incurren en la misma falla.

Las autoridades vienen haciendo diferentes “piruetas” para impedir que los niños con rendimiento insuficiente repitan el año. Por ejemplo, el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) aprobó el acta 119, donde se les “sugiere” a las escuelas limitar la repetición exclusivamente a tercero y sexto año. Además, ofreció a los institutos que acepten esa práctica, recompensarlos con un aporte económico.

La ironía es que casi no hay repetidores de sexto de escuela, porque Primaria exige que todo alumno al cumplir 15 años, obligatoriamente sea aprobado.

Basados en esas “recomendaciones” de Primaria, unos padres presentaron un recurso de amparo ante la Justicia porque la maestra de su hija la hizo repetir “cuarto año”. El juez que atendió la causa le dio la razón a los progenitores, dejó sin efecto la decisión del colegio y “la promovió de grado” mediante sentencia judicial.

En el fallo, el juez Gerardo Álvarez dictaminó que el colegio al hacer recursar a esa alumna, “afectó un derecho intrínseco esencial de todo niño o adolescente que es la razonable expectativa de seguir avanzando en su educación y preparación”. Afirma que la repetición fue un “castigo”, “vulnerando su derecho a la educación”. Además, calificó la decisión de no pasarla de grado como “inaceptable y discriminatoria” porque sugiere que la niña no estaba en condiciones de cursar quinto año.

Al leer esta sentencia, uno se pregunta qué traumas ocultos tendrá ese juez, así como qué entiende por “derecho a la educación”. Lo que sí es claro, es que su forma de considerar el asunto es típica del “doble pensamiento”.

También las autoridades de Secundaria razonan en forma parecida. Los resultados arrojados por las pruebas PISA demuestran que la adquisición de conocimientos por parte de nuestros liceales es un desastre. Y eso no es lo peor sino la deserción estudiantil: tan solo el 38,9% logra finalizar el nivel medio (sexto de liceo).

Frente a ese panorama, Andreas Schleicher -director de Educación en la OCDE- recalcó que “el elevado nivel de repetición es claramente uno de los problemas de Uruguay, que muchos estudiantes tengan que repetir genera problemas. Es algo en lo que se deberían tomar medidas”.

Ante ese lapidario diagnóstico, ¿cuál “remedio” están considerando las autoridades educativas?

En un documento elaborado en 2017 por Antonio Romano –subdirector de Planificación Educativa de la ANEP- titulado “Regímenes de pasaje de grado en el marco de una educación para todos”, califica peyorativamente a la repetición como un “vestigio del viejo régimen académico”. En consecuencia, aconseja eliminar la repetición, crear grupos multigrado y sustituir los exámenes por otro tipo de “instancia reparatoria”.

Romano señala que las decisiones sobre recursar un grado, que afectan la continuidad de la trayectoria educativa de un alumno, deben ser abordadas considerando no sólo el nivel de conocimiento alcanzado, sino “principalmente, cuál es la mejor opción para asegurar la continuidad de una trayectoria educativa de calidad”. Expresa que estudios recientes establecen que la repetición es uno de los principales predictores de desvinculación del sistema educativo.

Afirma que si se quiere ir hacia una educación que garantice el derecho de todos, “es necesario rever los regímenes académicos en educación media para poder generar oportunidades de conclusión del ciclo sin retención (repetición) de estudiantes por grado”.

Las ideas de Romano y de Primaria están siendo seriamente analizadas por la ANEP, como “solución” para “mejorar” el pasaje de los estudiantes por el sistema educativo.

Los argumentos con los cuales la ANEP pretende mejorar las estadísticas con la excusa del “derecho a la educación para todos”, encuadran perfectamente en el eslogan “la Ignorancia es la Fuerza”…

O sea, que no importa si los chicos efectivamente han adquirido los conocimientos y habilidades necesarios para desempeñarse exitosamente en el mundo sino que “parezca” que así fue. Alegría momentánea que seguramente pagarán con creces al precio de futuros fracasos. Campo orégano para inclinarlos hacia la delincuencia.

Pero lo peor es que estaremos construyendo una nación de seres fácilmente manipulables por los gobernantes…

Fuente del Artículo:

https://es.panampost.com/hana-fischer/2018/03/31/orwell-corrupcion-concepto-derecho-educacion-uruguay/

 

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La escuela secundaria en transformación

Por Alberto Croce.

Cada vez es más evidente que la secundaria comenzó, por fin, una etapa de transformaciones y cambios que ojalá sean realmente profundos y respondan a lo que el conjunto de la sociedad le demanda.

Cuando hace tres años comenzábamos a escuchar a los distintos actores y sectores que conforman e interactúan en el ecosistema de la escuela secundaria, sobre qué pensaban al respecto, comprobábamos una alta sensibilidad alrededor del tema. No era sorpresa. Hace muchos años que infinidad de voces se elevaban diciendo que era necesaria una transformación de la secundaria. Sin embargo, en aquellos momentos, parecía que esas voces resonaban en el vacío y que, finalmente, quedaban ahogadas en el silencio de una frustración que, una vez y otra vez, se renovaba para acallar las mismas.

Pero la historia tiene sus tiempos y también los pueblos y varios factores se conjugaron para que hoy nos encontremos en otra situación bien diferente. Entre pujas, discusiones y diferencias, a fines de 2017, todos los ministros de educación del país acordaron que 2018 sería el  año en que cada jurisdicción provincial presentaría un plan informando al resto cómo sería su propio proceso de transformación, siguiendo algunas pautas generales comunes.

En realidad, ya varias provincias habían comenzado a implementar cambios y programas de transformación. Otras lo han comenzado a hacer este año. Nos alegramos de ello. Y queremos reflexionar sobre este proceso tan importante para este nivel educativo que estamos comenzando a transitar.

¿Cuál es el horizonte?

Los motivos por los cuales la sociedad demanda una secundaria diferente son variados -no siempre compatibles entre sí- y exigentes. Con el potente clamor que supone casi una mitad de adolescentes que no la terminan, una generalizada sensación de que para muchos lo que allí sucede es poco útil para la vida, y una decidida afirmación de que la educación secundaria es un derecho que debe garantizarse para todos y todas, la presión sobre el sistema es inmensa.

Queremos afirmar algo básico que, por ello mismo, algunos pueden sentirse con razones para cuestionar: Necesitamos una secundaria en donde los estudiantes y los profesores estén contentos y se sientan bien enseñando y aprendiendo. Mientras hacemos los grandes cambios pedagógicos, didácticos, metodológicos, curriculares… necesitamos que la escuela sea un lugar en donde los que lo habitan estén felices. En una sociedad con tantas tendencias hedonistas y facilistas, algunos pueden pensar que esto es equivalente a que allí no haya exigencias y que todos puedan hacer lo que quisieran evadiendo al esfuerzo. Nada más alejado de lo que pensamos.

La escuela es un lugar para enseñar y aprender. Enseñan y aprenden estudiantes y docentes (porque aprender es también una de las mejores maneras de enseñar que tienen los docentes). Y tiene que ser un lugar en donde lo que se enseña y lo que se aprende sea importante, consistente, significativo. Por supuesto, no sólo nos referimos a los conocimientos sino también a las distintas habilidades y valores que hoy necesitamos para vivir en este segmento de la historia que nos recibe y que construimos.

Buena parte de la sociedad está convencida de que si se quiere aprender algo, hay que hacerlo con dolor y disgusto. Y piensa que, si no es así, en realidad no hay aprendizaje. Desde el “la letra con sangre entra” en adelante… muchos creen que si no hay caras enojadas, gestos adustos, sensaciones de fracasos y meritocracia “al palo”… no hay educación de calidad.

Para este colectivo “exigentista”, cualquier medida que lleve a que a los estudiantes se le simplifiquen sus trayectorias escolares y se los acompañe en ellas, es vista como un facilismo que atenta contra el aprendizaje. Es un sector poderoso, porque, cada vez que una autoridad educativa anuncia alguna medida que facilite los procesos educativos, recurre a la prensa para denostar los cambios propuestos. Y, al contrario, cuando se anuncia que para aprobar una asignatura se pasa de “4 a 7”, felicita a las mismas autoridades por ir por el camino correcto.  De esta manera, quienes están pensando los cambios se sienten siempre “amenazados” por los medios de comunicación que son implacables cuando estas situaciones se producen. Y cuando sucede, son los mismos gobernadores quienes llaman a los ministros de educación para preguntarles qué está pasando con la educación en su provincia que le genera ruidos en la sociedad.. Son muy difíciles así los cambios y hay que reconocer que los funcionarios que se los proponen aún en estos contextos, son muy valientes.

En esta línea, en no pocas escuelas secundarias se considera bueno a un profesor que reprueba a buena parte de sus estudiantes y se duda de aquel que hace posible que todos certifiquen sus aprendizajes. Nuevamente aquí se puede confirmar que la meritocracia ha calado muy a fondo en nuestros patrones culturales.

Sin embargo, la escuela secundaria que necesitamos necesita desarrollarse en un clima de solidaridad, alegría, compañerismo, dinamismo, creatividad… que haga que quienes allí comparten buena parte de sus vidas, lo pasen bien. Hoy es imposible imaginarse una escuela que sea realmente exitosa sin abrazar cálidamente a sus estudiantes y docentes. Por eso -y sobre todo por eso- la secundaria necesita realmente transformarse profundamente y acompañamos ese proceso con expectativa y compromiso.

Los caminos de la transformación

Desde “Transformar la Secundaria”, luego de tantas horas de reuniones, jornadas y consultas, llegamos a identificar las “8 banderas para la transformación” que muchos de los que leen estas líneas ya conocen. Suponen un conjunto de líneas de trabajo que van en línea con los cambios que buscamos. Las banderas marcan un camino e intentan dar contenido y direccionalidad a los cambios que deseamos.

Al analizar los procesos reales que se están llevando a cabo en las diferentes jurisdicciones provinciales, es posible identificar tres grandes “núcleos” en donde se están concentrando los procesos de transformación. Con sus especificidades, podemos decir que los cambios están dándose respecto del régimen académico, de los contenidos y maneras de enseñar y de las condiciones institucionales que posibilitan o favorecen estos cambios.

Nos proponemos en los párrafos que siguen prestar atención a estos procesos e identificar algunas tendencias acerca de los mismos.

Modificaciones en el régimen académico de la secundaria

Hay acuerdo generalizado en la necesidad de realizar cambios en el régimen académico. Desde hace años, distintos grupos de investigadores han venido trabajando el tema y muchas escuelas han realizado experiencias muy interesantes alrededor de estas modificaciones. En muchos casos, de manera experimental. El común denominador es tratar de que las normativas no terminen siendo un obstáculo para que las trayectorias de aprendizaje fluyan con mayor razonabilidad. A favor de esta mirada está el convencimiento de que repetir el año de cursada no tiene ninguna utilidad en los procesos de aprendizaje de los estudiantes. Por tanto, una de las metas es evitar por todos los medios que los estudiantes repitan, ya que esta es una de las principales causas del abandono.

Claro que evitar la repetición no tiene nada que ver con falsas certificaciones de aprendizajes que no se hicieron. Promover sin aprender es una estafa. Pero no es necesario detener o repetir todos los procesos de aprendizaje por falta de promoción educativa de ciertos segmentos de contenidos específicos. La concepción de aulas heterogéneas y trayectorias escolares desarrollada por algunos autores, permite imaginar otros formatos de tránsito por el nivel secundario, bastante diferentes a los que conocimos en el pasado. Además, ya hay experiencias suficientes que muestran lo valioso de estos caminos nuevos para posibilitar los aprendizajes y lograr disminuir significativamente el abandono escolar.

Tenemos que alejarnos de la idea de que grupos numerosos llegan al mismo tiempo y por los mismos caminos a las mismas metas. Este tipo de uniformidad nos impide pensar otras soluciones para los problemas con que nos enfrentamos. Tenemos que ser inteligentes y creativos para encontrar nuevas respuestas. Y muchas escuelas ya lo están haciendo y lo están logrando. Hay que aprender de estas experiencias y animarse a empezar a caminar sin pretender, de inicio, tener ni todo claro ni todo seguro.

A propósito, hemos observado que en las provincias en que se están empezando a implementar reformas al régimen académico, al aplicarlas, aparecen problemas que no se habían detectado previamente .Esto no implica necesariamente que haya habido improvisación. Sencillamente tenemos que admitir que no todo puede visualizarse claramente antes de comenzar con los cambios. El sistema educativo es muy complejo y contiene situaciones de mucha diversidad y especificidad.  Si no asumimos posturas caprichosas y negadoras de la realidad, estas situaciones y dificultades no son un problema: son oportunidades de mejora en el proceso de cambio. Pero, además, esto debe hacernos buscar conocer y compartir experiencias con otras jurisdicciones y entre diferentes escuelas, para aprender del camino que otros van realizando.

Modificaciones en los contenidos y maneras de enseñar

La escuela secundaria requiere cambiar sustantivamente sus formatos de enseñanza. Afortunadamente son cambios que vienen dándose ya en muchas aulas, sin embargo deben expandirse aún mucho más.

En el imaginario social, el aula es un lugar en donde un docente habla a un grupo de estudiantes que mientras escuchan, escriben en sus carpetas lo que enseña el profesor. Luego estudian en sus casas y certifican estos aprendizajes mediante una prueba oral o escrita. Si aprueban “pasan”, si no, repiten.

Esa caricatura ya no representa lo que sucede en las escuelas. Hoy el aula real es mucho más activa y las actividades variadas. En muchas asignaturas se trabaja en equipo, los estudiantes investigan y exponen, discuten, buscan más información. Si bien el acceso a las tecnologías es muy dispar como podamos imaginar, los estudiantes googlean y acceden a mejor información.

Sin embargo, la secundaria que queremos debe ir mucho más allá. Los procesos de aprendizaje son hoy más activos y la enseñanza tiene que posibilitar una calidad y cantidad de contenidos que superan en mucho los que se trabajaban apenas años atrás. En este sentido, se vuelve cada vez más importante el lugar que deben ocupar los profesores, como especialistas de sus asignaturas pero también como dinamizadores, motivadores e impulsores de los procesos de aprendizaje de los estudiantes.

No es suficiente con conocer la propia especialidad disciplinar. El docente de este tiempo debe conocer sobre las dinámicas grupales, los procesos personales de construcción del conocimiento y contar con recursos necesarios para planificar y llevar adelante un proceso de trabajo colectivo.

Cada vez más, se requiere de un profesional más capacitado y mejor dotado para poder enseñar y acompañar la construcción del conocimiento de un grupo de estudiantes. El docente debe ser, por sobre todo, un profesional de la enseñanza. En eso es irremplazable en la educación.

La profesión docente de la escuela que queremos requiere de buenos profesionales, comprometidos con su tarea y reconocidos socialmente como tales, tanto desde sus remuneraciones salariales como desde su valoración y prestigio social. No alcanzará entonces con buenos expertos en sus respectivas ciencias pero sin la indispensable capacitación para ser buenos educadores.

En algunas provincias se ha trabajado en la identificación de diferentes maneras de enseñar, identificando distintas prácticas pedagógicas que pueden ser puestas en juego a la hora de desarrollar procesos de enseñanza aprendizaje. Es un esfuerzo valioso y que va en una buena dirección.

Desde nuestras “banderas” hemos señalados algunos elementos que van también en esta dirección. Por una parte, la implementación de la metodología de la Enseñanza Aprendizaje Basados en Proyectos (EABP), que es una de las que hoy suscita mayor atención. Pero también llamamos a incorporar las expresiones artísticas en todos los procesos de enseñanza aprendizaje, llamando a revalorizar el aprendizaje emocional con sus características específicas. De la misma manera, buscamos impulsar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), yendo mucho más allá de la enseñanza en el uso de software o de la “pantallerización” de las escuelas. Debemos indagar en las nuevas maneras de pensar y de aprender a las que estas TIC nos están desafiando día a día.

Por el momento, los cambios que observamos, apenas se animan a entrarle a la cuestión curricular. Se están haciendo algunos esfuerzos por lograr una mayor coordinación interdisciplinar. Se busca que dos o tres docentes trabajen en forma coordinada o incluso simultánea. Sobre todo, en lo que se denomina la secundaria baja o el ciclo no orientado (los tres primeros años) se trabaja promoviendo el trabajo en equipo de los docentes. Se constata que no hubo o hubo poca formación para poderlo hacer.

Además, persiste una crítica fuerte a la gran cantidad de disciplinas que hay en los diseños curriculares pero no es algo sencillo de resolver. Entre otras cosas, nos enfrentamos con  la problemática docente que un cambio de este tipo provocaría. No es un tema que sólo esté presente en la realidad de nuestro país. A nivel mundial, la situación no es muy diferente al respecto. Todos piensan que la asignatura que les toca enseñar es fundamental para los estudiantes y no puede ni debe resignarse nada en pos de una integración de conocimientos. Obviamente son cuestiones que deben revisarse. Se debe trabajar mucho más para avanzar en estos cambios para que sean posibles y positivos para los estudiantes  y docentes.

Condiciones institucionales de trabajo

El tercer núcleo sobre el que están trabajando las jurisdicciones respecto de la escuela secundaria es modificar (mejorar) las condiciones institucionales de trabajo. Hay conciencia generalizada de que, para llevar adelante los cambios propuestos, se requiere mejorar sustancialmente las condiciones de trabajo tanto de las instituciones como de los docentes que actúan en las mismas.

Si bien se están pensando e implementando diferentes soluciones, hay dos grandes propuestas que concentran estos esfuerzos: Por una parte, las llamadas “horas institucionales” (que son horas de trabajo adicionales que se reconocen a los docentes para planificar y coordinar su trabajo con otros colegas) y por otra, la concentración horaria o el “docente por cargo”, que busca que una buena parte de profesores de secundario estén todo un turno completo en una institución educativa, buscando un mayor compromiso con la misma y un mejor acompañamiento a las trayectorias de sus estudiantes. En ambos casos, para poderlo lograr, se requiere de una mayor inversión educativa y una reorganización de los recursos. Por ello estamos convencidos de que no es viable proponer una transformación de la secundaria que no comprenda que es necesario contar con un sólido presupuesto educativo que acompañe estas políticas.

Pero, aunque la mirada de la cuestión docente es central y prioritaria a la hora de hablar de la mejora de las condiciones institucionales, tampoco se agota aquí la cuestión. Hay otras condiciones a las que también hay que atender para lograr la mejora institucional requerida. Por una parte, está la cuestión edilicia -básica- que no siempre acompaña las intenciones de una educación de calidad. A lo edilicio se lo debe acompañar con un adecuado equipamiento, que debe incluir el equipamiento tecnológico necesario. Y, por supuesto, garantizar las condiciones elementales para que los estudiantes puedan concurrir a la escuela en condiciones dignas.Ya el querido y recordado Juan Carlos Tedesco se explayaba sobre estos temas cuando introducía los debates sobre las “condiciones de educabilidad”.

 El gran desafío

Sabemos que si se trabaja y se avanza en esta dirección de manera decidida y sostenida, en algunos años podremos tener una secundaria bastante diferente a la que hoy conocemos.

Sin embargo, también necesitamos advertir sobre dos grandes riesgos que tenemos que superar. Por una parte, el de la neutralización de las normativas y, por otra, la de la fragmentación de la secundaria a nivel nacional..

El primer riesgo hace referencias al de cierta tendencia de las endo-burocracias de hacer modificaciones normativas que en realidad, terminan no cambiando nada en la práctica. La resistencia a los cambios puede permitir dar un barniz burocrático de transformación que no llega ni transforma lo que pasa en las aulas y que termina posibilitando que cada docente mantenga sus mismos formatos sin proponerse ningún cambio real de sus prácticas. Sería una gran frustración y perderíamos una gran oportunidad. Si los cambios sólo aparecen en las normativas que van de arriba hacia abajo y no hay participación de los docentes y compromiso con los mismos, si se proponen en simultáneo con una campaña de desprestigio de su tarea y de un desconocimiento de sus esfuerzos cotidianos… no habrá cambios reales y estaremos ante una cáscara hueca que no va a convencer a nadie.

El segundo riesgo es que los procesos provinciales comiencen a tomar distancia unos de otros y, bajo una deseable perspectiva federal, se produzca una gran fragmentación del nivel que luego dificulte los procesos de movilidad para los estudiantes al interior del sistema. Lo peligroso es que este riesgo es tan grande que puede servir a su vez de pretexto para no animarse a cambiar nada, habida cuenta de la traumática experiencia vivida en los años que sufrimos la Ley Federal de Educación.

Pero la advertencia de los riesgos debe servirnos para avanzar con inteligencia, nunca para detenernos y -menos- para retroceder. Si logramos entre todos encontrar respuestas válidas a estos desafíos, vamos a poder encontrar escuelas -¡y sobre todo escuelas públicas!- muy diferentes a las que hoy conocemos.

Imaginamos escuelas bulliciosas como colmenas. Activas. Vitales. En donde los adolescentes van y vienen hacia las aulas de talleres en donde los esperan grupos de docentes que los conocen uno por uno. Que los reciben, que los abrazan, que los llaman por su nombre. Que los acompañan y les enseñan a buscar en sus celulares contenidos que están disponibles. Que conectan algunos de esos celulares a pantallas más grandes para debatir, discutir y encontrar con otros, soluciones a problemas que les interesan. Que se agrupan y reagrupan según sus trayectorias e intereses. Que cuentan con estudiantes mayores que también les ayudan a aprender. Que junto con sus docentes van a las distintas organizaciones de su barrio para conocer los problemas y pensar soluciones. Que aprenden a exigir a sus autoridades participando de los “parlamentos juveniles” y “modelos participativos”. Que saben que cuentan con tutores para despejar dudas y para orientarlos en momentos críticos de su adolescencia. Que pueden participar de su Centro de Estudiantes para proponer ideas que mejoran a toda la escuela. Que van mucho más allá de lo que imaginaron sus profesores cuando pensaban en los contenidos curriculares. Que sienten que son tenidas en cuenta sus características y potencialidades personales. Que saben evaluarse para conocer cómo están en el camino del secundario y que tienen las oportunidades necesarias para recuperar aquello que no pudieron alcanzar en su momento. Que encuentran formas diferentes de expresar lo que aprenden y lo que sienten y que van bastante más allá de un “multiple choice”. Que aprenden a amar a su país y a comprometerse con su suerte. Que no quieren ni dejan que nadie se quede afuera, sin importar sus orígenes, sus capacidades, sus opciones de fe, sus preferencias sexuales, sus compromisos políticos. Que defienden su derecho a una educación de calidad, como señal de que están preparados para asumir auténticamente su ciudadanía plena.

Por esa escuela secundaria vamos. Y no vamos a parar hasta que lo logremos

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