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Educación infantil en Perú y América Latina: Un desafío ante las múltiples infancias

Por Vital Didonet

Resumen

Este texto invita a repensar conceptos que los adultos —padres y profesionales— tenemos sobre los niños y niñas, al igual que sobre las políticas para la infancia y ciertas prácticas de crianza y educación que se basan en conceptos genéricos, universales o determinados por culturas hegemónicas. La forma como los vemos, las expectativas que tenemos respecto a su desarrollo y nivel de realización personal y social, la definición de qué es su derecho, de lo que necesitan, de qué la familia, la sociedad y el Estado les deben ofrecer y garantizar, las políticas públicas y la prácticas de educación infantil… todo depende, en gran medida, de lo que entendemos por infancia y de cómo ella se constituye en la cultura. La imagen que de ellos formamos con los aportes de las distintas ciencias que investigan los procesos de desarrollo en la infancia es confrontada y complementada por estudios de sociología y antropología de la infancia y por el aprendizaje que resulta del encuentro con las personas concretas que son los niños y niñas. Así, la convergencia entre la mirada que capta lo universal y genérico y la que encuentra lo subjetivo e histórico en los niños y en la infancia nos puede ayudar a ser mejores educadores y mejores compañeros en la aventura de la vida. Diferentes miradas, desde distintos puntos de observación, suman visiones sobre los niños, permitiéndonos una representación más próxima de quiénes son verdaderamente estos pequeños seres humanos, tan iguales y tan distintos entre sí.

Palabras clave: niño/niña, infancia, cultura, prácticas pedagógicas y culturales, pedagogía de la infancia, igualdad, diversidad, re-significación.

Introducción

Pronunciar o escribir las palabras infancia y cultura, una al lado de la otra, es una invitación a reflexionar sobre las relaciones entre niños pequeños y el ambiente en que nacen, se constituyen sujetos psíquicos y se forman ciudadanos. Induce a la pregunta sobre la interdependencia entre el ser-niño y la cultura que actúa sobre y en el interior de ese ser y que, a su vez, recibe influencia de él. En síntesis, es poner de manifiesto la dicotomía o la aparente confrontación entre lo universal y lo particular, global y local, entre igualdad y diversidad, entre subjetividad y patrones generales de ser y desarrollarse. Esta reflexión se vuelve cada vez más necesaria a causa de la aceleración del proceso de globalización. Entendida en su sentido amplio, la globalización es una marcha secular de la humanidad hacia la inclusión y universalización. Se podría decir que ella empezó cuando el hombre primitivo salió de la caverna para juntarse a otros y vivir en bandos. Y que, en los días actuales, llegó, por medio de la tecnología de la información y comunicación, a la posibilidad de que las personas de cualquier parte del globo terrestre puedan ver, sentir, conocer algo que sucede en cualquier lugar del planeta (e incluso, en ciertas circunstancias, en el espacio), en el exacto momento en que está ocurriendo; de comunicarse, por voz e imagen, en tiempo real (on line), con cualquier persona de cualquier parte; de formar redes de cooperación y actuar globalmente, en forma virtual. Si la globalización no edificó la «aldea global», prevista por Marshall McLuhan (McLuhan y Powers, 1990) como consciencia global interplanetaria, logró, por lo menos, como efecto positivo, un mundo más interconectado. Pero también ha cargado en las bélicas espaldas de las grandes potencias económicas la posibilidad —en muchos casos, más que posibilidad, una efectiva y deshumana acción— de dominio sobre pueblos dependientes y periféricos. Ese movimiento de lo local hacia lo universal, de lo individual hacia lo colectivo, de lo privado hacia lo público, está, siempre, ante dos posibles caminos: uno, el de la uniformización de patrones de comportamiento, de mimetismo de pensamientos y sentimientos, de uso de los mismos objetos alrededor de la tierra; otro, el de la valorización de las diferencias, las culturas, las identidades de cada grupo, pueblo y nación. Si predomina la fuerza de los fuertes, la interconectividad aplasta las expresiones más débiles y resalta las más vigorosas; si florece el sentimiento del «otro» y la democracia, la diversidad aparece como riqueza y valor del conjunto. En Perú, en Brasil o cualquier país de América Latina, desde los tiempos de la invasión y conquista española y portuguesa hasta nuestros días, hemos recibido una fuerte y dominante influencia de Europa y, en el último siglo y medio, de los Estados Unidos de América del Norte. La lucha para preservar nuestra cultura y la identidad es permanente, pero en los últimos años ella se está volviendo más organizada y consistente. La educación tiene, en ese proceso, un papel preponderante, pues precisamente ella es la formadora de consciencia, de espíritu crítico, de capacidad de análisis, de instrumentación teórica, de desarrollo de competencias para la acción. Como la educación actúa en el ámbito de la cultura, en ella hace sus opciones.
La educación Infantil en tanto que parte de la cultura ¿Qué tiene que ver la educación infantil con esa cuestión? Si es importante descubrir las relaciones de interinfluencia entre niños concretos y el ambiente sociocultural en que viven es, asimismo, relevante extraer las consecuencias prácticas para la pedagogía de la infancia. Dicho en otras palabras, ello implica definir la educación infantil a partir del lugar sociocultural en que se encuentran los niños y niñas. Pero esa es una opción política y pedagógica que se da en el contexto de una reflexión más amplia sobre el sentido universal y común de lo humano y el sentido individual y particular de cada persona que a él pertenece. Reflexionemos sobre la primera parte de la cuestión. La infancia, ¿no es ella universal? Los niños y niñas, ¿no son niños y niñas en cualquier parte del mundo? No hay duda de que existen características comunes a todos, que hacen posible que se mire, en cualquier lugar de este Planeta, a una persona de pocos años de vida y se diga «es un niño», «es una niña». En Perú o Japón, en Cuba o China, en Brasil o Nigeria, en Quito o Caracas, en una playa de pescadores o en la cordillera de los Andes, en la selva amazónica o en una isla del Pacífico, esos pequeños humanos se parecen en tamaño y forma física, en emociones y comportamientos, en el proceso de crecimiento y desarrollo. Todos tienen necesidad de sentirse amados y acogidos, carecen de vínculos afectivos que les brinden seguridad, estabilidad y dirección en la vida. A todos los niños les gusta jugar, y todos son curiosos e investigadores, quieren tomar iniciativas. Aprender por medio de la acción es una regla común. Todos y cada uno crean y utilizan formas de expresarse y comunicarse. Por más que les guste vivir como niños, todos sienten una fuerza que les empuja al crecimiento, desarrollo y expansión de la vida. Esas son peculiaridades presentes en los niños y niñas en todas latitudes y longitudes, en las distintas culturas y tiempos a lo largo de la historia humana. De ahí la conclusión de que los niños son iguales en todo el mundo. Por eso, se puede hacer ciencia sobre el niño, es decir, definir características universales que explican quién es y cómo se manifiesta y desarrolla esa persona. Sin embargo, dichas características generales nos dicen muy poco sobre cada niño en sí mismo, sobre aquello que lo hace ser él mismo, un individuo único e irrepetible. Las condiciones económicas, los valores sociales, las creencias y prácticas religiosas, las concepciones del mundo y de la vida humana, las relaciones intersubjetivas, además de la carga genética, particularísima de cada persona, y su herencia psíquica, entran como elementos constitutivos, inductores y constructivos del ser-niño; de ser «este» niño, único en su identidad, este «alguien» que responde por su «yo». La clonación del ser humano, por supuesto, tiene implicaciones éticas, morales, filosóficas, existenciales, además de religiosas, que no se pueden olvidar ni «barrer» y esconderlas debajo del tapiz, sobre el que una pseudociencia quisiera caminar. Ella tendrá la posibilidad de crear un clon humano en su componente biológico, o psicosomático, pero jamás un humano en el sentido existencial del ser íntegro y completo que  Educación infantil en Perú y América Latina: un desafío ante las múltiples infancias
lo hace ser hombre o mujer sujetos históricos. En la medida que la educación infantil o de cualquier nivel reduzca al niño a sus características universales, negando su individualidad y particularidad cultural, familiar, étnica, religiosa, comunitaria, se estará aproximando a la pseudopedagogía, produciendo clones amorfos, asépticos, a-históricos, a-psíquicos, a-morales. Bien, elementos esenciales que constituyen el ser-niño, como todo ser humano —son diversos en el tiempo y en el espacio— los niños serán, también, distintos entre sí según la cultura, el ambiente, el tiempo, la visión de mundo prevalente en donde viven. Cada espacio geográfico y cada cultura tienen características propias, que los distinguen los unos de los otros. Dichas características —o «caracteres», para ser más preciso— no solo enmarcan el ambiente exterior, sino también el pensamiento, los sentimientos, los sueños y esperanzas de las personas que en ellos están inmersos. Si eso es válido para los adultos, aún más lo es para los niños, pues ellos están viviendo un período de estructuración de su personalidad y de su esquema de valores.

¿Infancia o, mejor, Infancias?

Eso pasa con los niños y las niñas como sujetos históricos, como personas e individuos. Pero, ¿qué relación tiene eso con la infancia? ¿Es también ella pasiva de cambios según espacio y tiempo? Una gran cantidad de estudios históricos, sociológicos y antropológicos —el texto clásico es el de Philippe Ariès (1987)— están contribuyendo para desconstruir la idea de infancia universal, que atravesaría tiempos y lugares sin alterarse en la esencia. En consecuencia, hoy ya es parte del concepto de infancia la noción de que ella no es apenas un período de la vida con características biológicas propias, sino que es, antes, una representación social formada en la cultura y por la cultura de cada época y, por tanto, intrínsecamente relacionada con la historia y la geografía, es decir, al ambiente socioeconómico, a los valores, a las concepciones de vida vigentes en cada espacio de vida. Nos dice Sarmento (2004): No es posible decir que hay una única infancia. Necesitamos articular las concepciones para percibir lo que es común a todos los niños. En mi opinión, él debe ser percibido como un grupo generacional, distinto del mundo adulto. Los niños son diferentes los unos de los otros y, en esa diversidad, hay fuertes factores sociales, que no son exclusivamente individuales. Por ejemplo, hay elementos comunes durante una parte de tiempo de sus vidas, pues viven bajo la guardia de responsables, una vez que no son capaces de quedarse solos. Sin embargo, eso ha cambiado a lo largo del  tiempo. La independencia de los niños, en los tiempos actuales, se hace más tarde, en relación a lo que pasaba veinte años antes. La entrada en el mercado de trabajo ocurría más temprano y, por eso, los niños se aislaban, con más precocidad, de la guardia de sus padres. El modo como nosotros entendemos la infancia en el Perú es distinto del modo como la ven en otros países de América Latina; la representación social que las personas en Lima tienen de infancia y que la usan como concepto unificador del período de vida de sus niños de cero a diez o doce años no es la misma que los pueblos andinos tienen de sus niños indígenas. Es verdad que la comunicación y el intercambio entre culturas, la hegemonía de una sobre otra, la diseminación de valores, comportamientos y pautas de vida de un pueblo en otros ambientes tensionan en el sentido de la homogeneización, unificación, identificación. Al suprimir las individualidades se suprime también la riqueza de las diferencias y se empobrece el conjunto. Este, en vez de presentar distintos matices, pasa a ser uniforme alrededor de lo que es común o de lo que caracteriza la cultura dominante. Otra vez, el sociólogo portugués Sarmento nos enseña: […] vivimos en un tiempo en que hay coincidencia de varias concepciones – desde la que dice que el niño debe ser sometido a procesos rigurosos de control de la autoridad, hasta la que él, siendo un sujeto de derecho, debe ser respetado en su autonomía. Dichas representaciones son bien diferenciadas y siguen la historia de la humanidad en los últimos 250 años. Es posible decir que hay dos extremos. Uno de ellos es que el niño es un ser irracional e inmoral y, por eso, debe ser sometido a procesos de racionalización y moralización, que acontecen en la educación, familiar o bien escolar. La otra concepción dice que el niño es naturalmente bueno y que, para educarlo, basta sustentar y apoyar su desenvolvimiento. Vale subrayar que dichas comprensiones son producidas, principalmente, en la sociedad occidental y sembradas por el mundo. Es necesario que todos sepan que existen infancias distintas. En Brasil, por ejemplo, hay comunidades indígenas en las cuales uno deja de ser niño solamente cuando es padre o madre» (2004). En nuestra América Latina, los conceptos de niño e infancia han sufrido y siguen sufriendo fuerte influencia exógena. Nuestra concepción y representación de infancia es, en gran parte, europea y norteamericana. Eso se debe a la visión eurocéntrica de la cultura occidental, desde los tiempos de la colonización y, posteriormente, en los últimos 150 años, a la hegemonía de los Estados Unidos sobre América Latina. La ciencia que ellos han producido sobre el desarrollo infantil —que no es neutral ni ascética en relación a la cultura de sus países ni a los valores y concepciones filosóficas, religiosas, políticas y económicas que dirigen sus vidas— y la forma como conciben la educación de sus niños sugieren e inducen, a nosotros, maneras de educar a nuestros hijos e hijas; y a nuestros sistemas de enseñanza organizar la práctica pedagógica en educación infantil. En la pedagogía de la infancia también se perciben las dos rutas: una, que lleva a la homogeneización; otra, que valora la diversidad. Por competencia técnica o pertinacia de los estudiosos, investigadores y educadores, ha sido posible mantener abierto el trayecto número dos… Para subrayar este último, llamo la atención sobre la diversidad de la infancia en América Latina. Un breve análisis sociohistórico del inicio de la colonización hasta nuestros días identifica, acá, distintas concepciones de infancia y diferentes formas de los adultos al establecer su relación con los niños y niñas. En primer lugar, la constatación de que no tenemos una infancia única, sino muchas infancias, que se fueron extendiendo y diversificando en el tiempo. La lucha por la supervivencia, la mezcla de etnias y culturas, la fuerza de la tradición cultural, entre otros, fueron energías que provocaron la diversificación o lograron mantener rasgos de las características originales. Para ejemplificar, sin mínimamente agotar la diversidad, podemos identificar las siguientes infancias en América Latina:

a) La infancia europea occidental, que los colonizadores españoles y portugueses aportaron en estas culturas, modelo en el cual el niño tiene un papel central en la familia;

b) La infancia indígena, inserta en la cosmovisión de los pueblos originarios, que habitaban esas tierras cuando llegaron los conquistadores y colonizadores. Esa infancia, también, no es única ni homogénea. Tiene una inmensa diversidad, no solamente en los países que después de siglos de dominación conquistaron su independencia, sino en el interior mismo de cada país; diversidad tan grande que es más apropiado hablar de «infancias». Dichas infancias siguen presentes en las distintas naciones indígenas, con más fuerza en aquellas que lograron preservar sus identidades, como lengua, tierra y tradiciones. Pueden ser mencionados como ejemplos los pueblos indígenas de los Andes, principalmente en Ecuador, Perú, Chile, pero también los de Paraguay, Bolivia, Venezuela y Brasil, para quedarnos en Sudamérica. En el caso particular de Brasil, hoy existen 250 pueblos indígenas, además de 60 que todavía no fueron contactados, y 180 idiomas o lenguas;

c) La infancia de los pueblos africanos, que llegó con los esclavos y que, hasta hoy día, preside y aproxima actitudes, concepciones y lenguajes entre afrodescendientes y africanos en el cuidado y educación de sus niños. En algunos países, por fuerza de leyes y políticas públicas y de «movimientos negros», se está construyendo un camino de reconocimiento, rescate y valorización de las ricas fuentes de esa infancia. Incluso esa debe ser entendida en el plural, pues en verdad, a pesar de tener una matriz africana común, presenta diversidad según la región de procedencia y la inserción cultural y económica que tuvo en cada país y región;

d) La infancia «mezclada», nacida del señor y del esclavo; del indígena y del negro; del blanco, el indígena y el negro;

e) La infancia de los inmigrantes europeos del siglo XIX y del siglo XX: italianos, alemanes, polacos, suizos, rusos, franceses, ucranianos, austríacos, japoneses. Los primeros fueron ubicados en «colonias», que los mantuvo relativamente aislados, después llegaron los obreros a las empresas agrícolas, más tarde se integraron en las ciudades, como trabajadores, empresarios, industriales. Ejemplos típicos: el barrio Libertad, en São Paulo, en el que la cultura japonesa mantiene sus trazos originales; la pequeña ciudad Nueva Helvecia, en Uruguay, de tradición suiza; en Brasil: Treze Tilias, ciudad con auténticos trazos tiroleses; Pomerode, que mantiene viva la tradición alemana; Prudentóplis, de tradición ucraniana; Nova Brescia, con nítida cultura italiana, etcétera. En esos enclaves «extranjero-nacionales», los niños construyen nociones y experimentan concepciones y prácticas de crianza típicas de la cultura de origen de sus ancestros;

f) La infancia resultado de la integración cultural que se ha procesado en cada país;

y g) La infancia que está conformándose en un espacio de confluencias y choques. De un lado, el deseo y el imperativo de proteger, defender y promover la infancia, expresado por la Declaración de los Derechos del Niño (1959) y la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), de las disposiciones constitucionales y legales y las políticas públicas de atención a la infancia en los distintos países. De otro, el deseo y expectativa de los adultos de acelerar el desarrollo y aprendizaje de los niños, estimulados por los descubrimientos sobre desarrollo del cerebro (neurociencias), expectativa y deseo que se convierten en presión por hacerlos adultos tempranamente.

Educación infantil en Perú y América Latina: un desafío ante las múltiples infancias
De lo que hemos visto hasta aquí, podemos decir que en América Latina tenemos la infancia mexicana, la infancia peruana, la chilena, la brasileña, ecuatoriana, venezolana, guatemalteca, cubana. En fin, tantas infancias como países, tantas infancias como culturas. Aún más: dentro de cada país, las infancias siguen diversificándose. Tomemos tres casos: Chile, Brasil y Perú. En Chile, es fácil percibir que hay una infancia en Santiago, otra en el desierto de Atacama; una en la zona austral, otra en los Andes; una vivida entre familias descendientes de europeos y otra en el seno de los mapuches, los aimaras, los rapa-nui, los quechuas. Un niño mapuche experimenta vivencias, retos y oportunidades de su entorno, absorbe la cultura de sus padres y su comunidad, de ellos recibe orientación y apoyo, por medio de la forma de mirarlos, por medio de sus palabras y gestos; tiene deseos motivados por cosas que ve, oye, siente en su medio (además de aquellas que llegan a sus sentidos por las formas de comunicación que su comunidad usa). Si algún deseo es semejante al de un niño que vive en la capital del país, es porque la televisión y educación lo ha provocado. En el Brasil, se reconoce sin dificultad que ser niño en una megalópolis como São Paulo es distinto de serlo en la Amazonía, como es distinto ser hijo de pescador o de conductor de camión; en una familia de colonos en el sur o de vaquero en una hacienda de creación extensiva de ganado en el centro-oeste. No es lo mismo ser niño en la caatinga nordestina y serlo en una playa de pescadores o trabajadores artesanales; pertenecer a la clase alta, en un nivel socioeconómico de bienestar, que lo llena de ropas, juguetes, paseos o ser hijo de la clase obrera, para quien muchos deseos y experiencias están limitados por las carencias, privaciones y los frecuentes «¡no!». Es distinto vivir la infancia en un departamento amplio, frecuentar espacios sociales, pasar el día en un centro de educación infantil y ser hijo de padres sin techo, sin tierra, sin empleo y tener la calle sin saneamiento básico como lugar de juego. Niños de favelas dominadas por el tráfico de droga viven infancias diferentes de los niños ubicados en territorios de tranquilidad social. Por fuerza de la discriminación histórico-cultural, es distinto ser niño blanco, negro e indígena. Tales características son más que circunstancias (en el sentido etimológico —circum stare— de cosas que están alrededor, que circundan) pues entran en la constitución de la persona del niño, le dan pautas de conducta y horizontes de vida. Además de condiciones económicas, son también de lenguaje y pensamiento, de deseos y posibilidades, de experiencias y oportunidades. Tales elementos diversifican los niños, definen esencias y existencias, producen sentidos de infancia.

Perú, el país con mayor diversidad de etnias y lenguas de América, puede ser, por eso, considerado el país con más infancias, es decir, el país con el número más grande de formas de ser niño y niña de toda la América. Hasta hace pocos años se hablaban alrededor de dos mil lenguas en el país… Si una lengua es la expresión de una cultura (idioma significa «lo que es propio»). «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo», escribió el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (1975), las 67 lenguas nativas de cada una de las 71 etnias que existen en el Perú ya estarían decodificando en ellas unos tantos modos de ser niño y niña. Lenguas como el machiguenga, el aguaruna, el quechua o el aimara, pero también espacios geográfico-culturales como la selva amazónica de Loreto, la selva alta de Tarapoto, Chachapoyas, las punas, las cadenas de montañas y sus paisajes andinos y los enormes desiertos de la costa son formadoras de distintas infancias peruanas. Esto presenta un reto de gran magnitud para los formuladores de políticas de educación infantil en el país.

Educación Infantil: Una encrucijada de la individualidad y la diversidad

Esas reflexiones nos aproximan del desafío de trazar el camino de la educación infantil que aproxima, articula e intercomplementa las fuerzas (valores, leyes, políticas…) tendientes a promover la igualdad —derecho fundamental del ser humano— y las fuerzas que abren espacio para la valorización de la diversidad. La educación es desafiada a crear condiciones individuales y sociales para la igualdad fundamental entre todas las personas… Aplicando la tesis al campo de la primera infancia, la educación infantil tiene que valorizar la cultura local, la nacional y la universal, porque todos los niños son ciudadanos del mundo y, al mismo tiempo y en el mismo proceso, brindar las condiciones para que cada uno pueda formar su identidad, desarrollar su individualidad, ser auténticamente él mismo. Negar los valores y necesidades individuales despersonaliza, empobrece, despoja de lo más íntimo y personal de cada uno. Pero, inversamente, privar a la persona de la inserción en la cultura más amplia, no abrirle las puertas del mundo y a la visión para la realidad que siempre sobrepasa el aquí y ahora, es negarle posibilidades y derechos de crecer y llegar a niveles culturales más amplios, a escalones superiores de la existencia, es decir, aumentar su humanidad, ser más. En América Latina se hacen estudios y se toman iniciativas tendientes a avanzar en ese tema. Como ejemplo tenemos el Grupo Latinoamericano de

Educación infantil en Perú y América Latina: un desafío ante las múltiples infancias
Sociología de la Infancia y de la Juventud, que ha elegido ejes de trabajo entre los cuales destaco los que tienden mirada hacia la primera infancia: a) Matrices teórico-metodológicas de la investigación sobre la infancia en América Latina; b) Subjetividades e identidades colectivas; c) Oportunidades y condiciones de vida; d) Consumo, ocio y sociabilidad; d) Sexualidad; e) Participación de los niños; f) Visiones del mundo y perspectivas de futuro. Conocer nuestra diversidad cultural y conocer nuestros niños en ella insertos son condiciones importantes para formular políticas para la infancia. Eso porque diferentes culturas determinan diferentes infancias y diferentes infancias requieren diferentes pedagogías. Mejor dicho, cada infancia implica una pedagogía propia. En ese sentido, no es pertinente hablar de «la pedagogía infantil», sino de las pedagogías de infancia o pedagogías para las infancias. Sobre ello ha alertado el autor de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (1982), en el discurso que hizo cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, al referirse a los esquemas de interpretación de nuestra realidad por los europeos: Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos solo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Para romper la soledad, conquistar la libertad y pasar a ser conocidos en nuestra riqueza humana, precisamos interpretar nuestra realidad y la realidad de nuestros niños y niñas con esquemas propios, según el paradigma de la diversidad como riqueza y como identidad. Augusto Boal1 también subraya esa visión, al afirmar: «No podemos ser ciudadanos plenos sin la base de la educación, sin las audacias creativas de la pedagogía, sin una cultura plural que tenga el rostro de nuestro país mestizo y ‘cafuso, mameluco, zombo y cariboca’ – hijos de blancos, negros, indígenas:
1 Dramaturgo brasileño (1931-2009), creador del Teatro del Oprimido, que enlaza teatro y acción social, transformando al espectador en protagonista del espectáculo, buscando la transformación social y la emancipación política. Sus ideas están inspiradas en Paulo Freire.

europeos, africanos, aborígenes»2 y podemos añadir: asiáticos, americanos… porque las migraciones, los desplazamientos y la búsqueda de otras tierras para vivir siguen tejiendo una sociedad cada vez más plural. Por esta razón, infancia y cultura —en el plural— es un tema crucial para la política educacional, en especial para la pedagogía de la infancia. Los profesores de educación infantil (educadores, maestros, según la designación que reciben en los distintos sistemas de educación) están, también, frente a dos rutas: la que conduce a la uniformización y la que lleva a la explicitación de las individualidades personales, las características étnicas, los rasgos nacionales. En la medida que su compromiso —y así lo determinan las políticas de educación— es formar el hombre pleno o, en los términos de la legislación educacional, promover el desarrollo integral del niño y la niña, su competencia técnica estará ocupada en articular lo universal y lo particular, lo común y lo distintivo. No para estandarizar sino para crear la unidad en la diversidad, el hombre ciudadano del mundo, portador de la riqueza de su cultura, su historia y su utopía. La función de la pedagogía de la infancia es articular, en los centros de educación infantil, las experiencias y saberes existentes con la búsqueda de nuevos saberes y la realización de nuevas experiencias, considerando los niños sujetos, portadores de derechos; en particular, del derecho a la educación emancipadora, en que ellos, con la mediación del educador (profesor o maestro) construyen su identidad personal y colectiva, se constituyen sujetos de su historia, y amplían los comienzos familiares de su proyecto de vida, como ciudadanos libres y responsables.
Bibliografía

Ariès, Philippe (1987). El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Madrid: Taurus Ediciones.

Convención sobre los Derechos del Niño (1989). http://www.unicef.es/sites/ www.unicef.es/files/CDN_06.pdf

Declaración de los Derechos del Niño (1959). http://www.un.org/es/comun/ docs/?symbol=A/RES/1386(XIV)

García Márquez, Gabriel (1982). «La soledad de América Latina», fragmento del discurso en la ceremonia de aceptación del Premio Nobel de Literatura,

Grupo Latinoamericano de Sociología de la Infancia y Juventud. (GSIA). Fecha de consulta: 1 de junio de 2011. http://gsia.blogspot.com/2011/09/ grupo-latinoamericano-de-sociologia-de.html

McLuhan, Marshall y Bruce R. Powers (1990). La aldea global. Barcelona: Gedisa.

Sarmento, Manuel (2004). As Culturas da Infância nas Encruzilhadas da 2ª Modernidade. http://cedic.iec.uminho.pt/Textos_de_Trabalho/textos/encruzilhadas.pdf. Fecha de consulta: 5 de abril de 2011. También en: Modernidade. Crianças e Miúdos – perspectivas sócio-pedagógicas da infância e educação. Lisboa: Edições Asa, 2004.

Wittgenstein, Ludwig (1975). Tractatus Logico-Philosophicus. Décimocuarta edición. Madrid. Alianza Universidad.

 

Vol. 21, Núm. 40 (2012):

Fuente: http //revistas.pucp.edu.pe/index.php/educacion/article/view/2506

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¿Cómo leer para escribir desde la hermenéutica, la semiótica y la deconstrucción?

Por: Iliana Lo Priore.

Aunque es arriesgado intelectualmente intentar comparar los tres modos de lectura aludidos en el título de este ensayo, sin ser estos tres los únicos, ya que siempre existe la tendencia en cada modelo de lectura de subsumir, en buena medida, a los otros, diferenciándose a la vez, es posible partir de reconocer que estos tres, y seguramente varios de los otros no considerados, parten del  reconocimiento de que la lectura es una práctica de producción de significaciones y que un texto-discurso a leer es un objeto-otredad significativo que desafía en el lector su capacidad de comprensión para atribuirle un sentido que lo trasciende.

Comprensión del sentido que promueve un deseo subyacente de reescritura del texto por parte del lector-escritor ya que el sentido comprendido no emana tan solo de “lo dicho” en/por el  texto al ser interrogado por quien lo lee, sino principalmente de la ”escucha de lo dicho como respuesta” y la interpretación atribuida por el lector-escritor potencial, que no es arbitraria si se posiciona en un punto de vista lector que haga adecuada, por consistente y pertinente, su interpretación hermenéutica, semiótica o deconstructiva, y que atiende a la inquietud de ¿cómo leer?

De allí la relevancia de leer con base en un modo o modelo de lectura que podrá sufrir modificaciones en su actualización como con-texto (otro texto-discurso que significa o sentidiza por medio de un marco interpretante al texto objeto de lectura y reescritura), junto con las precomprensiones o expectativas del lector-cuasiescritor.  Por consiguiente, la lectura-escritura es una práctica o trabajo intelectual que  envuelve la interacción con una alteridad a la que hay que abrirse para negar precomprensiones distorsionantes y aceptar contrasentidos ante los cuales se esta prejuiciado, y que trataran de reducir a la mismidad, la diferencia (la otredad o la alteridad)  que es el texto.

Por otra parte, si bien la lectura significadora-comprensiva es un trabajo laborioso que exige atención y paciencia, es igualmente una actividad placentera por lúdica, ya que se parece a una persecución del sentido en el extravío laberíntico de los signos que conforman una trama.  Asimismo, quisiéramos resaltar que la lectura y la escritura asumidas desde las perspectivas que aquí exponemos, tienen muchos puntos o aspectos coincidentes con el proceso de investigación, o le es imprescindible, a partir de que la investigación, de forma general, también tiene, como re-creación intelectual que es, la finalidad primordial de producir nuevas significaciones y sentidizaciones desde los textos a leer, –desde su textura–, para generar o escribir textos o discursos-otros.

Hay una novela de Humberto Eco, El péndulo de Foucault (2003), que es considerada como ejemplificadora de los tres modos de lectura señalados por Peñalver (2005).  La trama en su lectura semiótica, comienza con  la existencia de un primer texto consistente en un antiguo pergamino de los poderosos Templarios que oculta un mensaje referido a un tesoro que es fuente de energía y poder. El texto está escrito en signos que a su vez son signos de otros signos.  El pergamino significa un sentido al que no tiene acceso cualquiera.  La dificultosa transcripción del pergamino remite para comprenderlo a otras sucesivas transcripciones que son significaciones de anteriores significaciones.

Existe un segundo texto que comprende la interpretación hermenéutica de la transcripción original del pergamino.  Aquí se establece la existencia de un sentido fundamental del que dependen los demás sentidos envueltos en la trama.  Ello es metaforizado en el hallazgo de un punto de enclave fijo en los cielos que permite la oscilación de manera semejante al péndulo de Foucault. Sentidiza la estabilidad necesaria ante todas las contingencias y flujos.

Pero hay un tercer texto final  que revierte todo lo anterior desde la  deconstrucción que derruye las significaciones instituidas.  El manuscrito templario que sugería o anunciaba al parecer desde el siglo XIV, enormes transformaciones mundiales a finales del siglo XX, devino irónicamente en un papel de cuentas de un antiguo mercader.

Entre los modos  de lectura señalados, resaltan sus diferencias respecto a lo que entienden como el sentido y sus formas de aprehensión en los textos. Al respecto indicaremos someramente, simplificando lo que de suyo es complejo, la caracterización del sentido y su tratamiento textual  por cada uno de los modelos indicados.

Para la lectura semiótica el sentido del texto, su semiosis, es algo oculto en él que hay que revelar o hacer emerger a través de la formalización de su nivel significante por medio del cuadro semiótico, que representa las estructuras relacionales de significación básicas como las semánticas y las sintácticas. El sentido del texto debe ser buscado en su estructura más profunda por cuanto es la más significativa.  Es un mensaje inconsciente que no está disfrazado bajo las palabras superficiales o insignificantes y no obedece a alguna voluntad enmascaradora, sino que subyace a la literalidad del texto como discurso regulador, una semiosis encerrada dentro de los límites discursivos del texto mismo. Una estructura sentidizadora que no tan solo dice, sino que hace, debido a la performatividad que porta su discurso en sus enunciados (“los actos de habla o de hacer-diciendo”) y que atraviesa o impacta en la subjetividad  del lector provocando acciones por vía de la recepción del sentido por el intérprete.  Agregando esto a la lectura semiótica, la estructura de la pragmática junto a la semántica y la sintáctica, esto es, las acciones de sentido o de poder significante que produce en los sujetos.

La lectura hermenéutica asume el sentido como disperso y equívoco, frente a lo cual hay que buscar y construir su congruencia para hacerlo comprensible. Su perspectiva interpretativa se asienta en el diálogo con el texto, no en el análisis y la explicación, un dialogo que está envuelto en una circularidad totalizadora (el círculo hermenéutico), mediante la cual progresivamente se va dando desde las significaciones parciales y las aproximaciones globalizadoras sucesivas, la significación-sentidización de los textos, sin formalización alguna, con la aprehensión dialógica de la unidad significante del texto en sus mensajes sentidizadores múltiples. En su alteridad, el texto es tuteado o tratado dialógicamente en segunda persona como “tú”. Diálogo en el que se intercambian preguntas y respuestas entre el texto y el lector, –texto que se mantiene abierto a otras posibles interrogaciones–, sobre algo que puede ser compartido para convenir en torno a los significados y sentidos textuales, y se manifieste así  el horizonte de sentido o discursivo como contexto a distancia condicionante y expectante para comprender la alteridad que es el texto, un horizonte-de-sentido-otro que resulta de la fusión del horizonte del texto con el horizonte del lector-intérprete.

En la lectura deconstructiva, el sentido  es ilusorio o ficticio y se cuestiona la integridad del texto al rechazar las interpretaciones tradicionales y establecidas, buscando evidenciar la asociación arbitraria y manipuladora entre significantes y significados que ha hecho el logocentrismo dominante y reproductor de poderes para imponer verdades, hoy día insustentables a raíz de la crisis de paradigmas o de matrices epistemológicas de las “ideas-fuerza” fundamentadoras de la Modernidad agotada en consecuencia; y que ha conllevado también a la crisis del texto, en tanto garantía  de tales “verdades”. Al disolver  toda autoridad o poder interpretante, se libera la lectura y el pensar, así como al sentido. Se hace posible retejer o retrenzar al texto previamente configurado o tejido convirtiéndolo en otros textos o textos-otros al interpretarlo deconstructivamente con base en sus aporías y reescribirlo desde la intertextualidad o transtextualidad, proceso este que remite a la denominada “confrontación de fuerzas opuestas de significación”.

Intertextualidad o transtextualidad desplegada a partir del “juego de las diferencias”, o de los diferimientos del sentido, en el que un elemento o grafema que funciona como signo diferenciado respecto de otros, remite encadenadamente a otro elemento ausente en el texto, o distante en su proximidad, pero con el que se puede establecer una relación diferenciada significativa de “distancia-ausencia-presente”, y de coherencia pertinente. Esto es, multiplicar polifónicamente sus significaciones y sentidos.

A través de esa fragmentación, descomposición-recomposición, del texto en textos-otros se produce la diseminación o multiplicidad de su aparente único sentido y de la presunta subjetividad originadora de la significación del texto.  Así, el lector-intérprete mismo se desdobla en productor de escritura o reescritura, –resignificador y resentidizador–,  dejando de ser simple receptor o consumidor de los contenidos y sentidos impuestos a los lectores por medio del texto cerrado en su significación instituida y reproductora.

De alí que sea conjeturable que el “no saber leer” sea consecuencia de “no escribir”, y no al contrario, como se ha establecido.  Leer para escribir implica previamente saber lo que se desea escribir para saber qué leer y cómo leerlo.  La premeditación  de escribir, y el hacerlo, propician el interés,  el escrutinio, la selección y la forma  de la lectura a acometer.

Referencias

Eco, H.  (2003)  El péndulo de Foucault.  Barcelona: Ediciones Debolsillo

Peñalver, M.  (2005)  Las perplejidades de la comprensión.  Madrid: Editorial Síntesis

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On the digital highway: E-learning can help India leapfrog into a knowledge economy

By Ranesh Jha.

While we have seen currency changing forms — coins to paper and now the newer crypto variants — knowledge and education continue to remain the most important currency of every society. India is no exception. With a growing urban base, increasing Internet penetration, and rising millennial population, India is on the cusp of a major digital transformation.

E-learning has the potential to be a harbinger of social change in India. With more than 400 million Internet users and more than 330 million connected smartphone users, and being a country for the second most social site users, India has immense opportunity to grow and tap the potential of technology in the field of education.

Breaking barriers

There is an increasing realisation that initiatives like Digital India will have a major role to play in shaping e-learning in India. With focus on delivering education through digital platform, there is an opportunity to access learning sources through a global platform, providing accessibility to teachers as well as students, which can break socio-economic barriers to gaining quality education.

However, to achieve the same, there is a need to have a targeted approach to improving education through digitisation. Integrating technology to our large and complex school system can have a major impact. In the academic field, development of e-learning teaching strategies that encourage greater engagement and also take into consideration different learning styles can help improve teaching effectiveness and academic achievement.

Culture of learning

The rate at which new technologies are being developed and adopted around the world is accelerating. While this acceleration of change gives us new opportunities to improve the learning process, we must not ignore what we have learned about good pedagogy from centuries of experience.

Looking back, we have the example of equity and quality of education in ancient India which is unparalleled. From higher philosophy, which was usually referred as darshan shastra, to subjects like literature and science, vocational training had a very important place in our ancient education system.

In medieval times, different education models were experimented with. However, the core system remained resilient and unchanged. In India, close relationship existed between the pupil and the teacher.

The teacher paid individual attention on his students and taught them according to their aptitude and capability. We also find evidence of modern day skills deeply embedded in our ancient education system, such as memorisation, critical analysis, introspection, storytelling, hands-on method, and seminars.

Way forward

The next few years will see India leapfrog in the field of education aided by technology. In the journey of reshaping education in India, it is important that a structure is put in place. There is a need for collective and equitable public-private partnership to address the large gap.

The ecosystem should be spruced up to make teaching a profession of choice and not something that ‘happened by chance’. Teachers should be empowered in terms of improved competencies, better growth opportunities, and a sense of fulfilment. Furthermore, the education system should support the start-up ecosystem, and learning should be geared towards competencies.

Much like in e-commerce and telecom models, we are seeing innovations and ideas that are India-specific. And these very ideas will increase the relevance of content, delivery, and access across the country.

This will, in turn, lend itself to shaping the global e-learning industry as well. We are surely looking at exciting times ahead.

From: http://www.thehindu.com/education/on-the-digital-highway/article22917060.ece

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En educación hay que mirar a Asia

Por Ricardo Pereirano.

Con el estrés que ha tenido el país en enero y febrero –las protestas rurales, la irritación manifestada en redes sociales, los problemas graves de seguridad que no tienen fin, las asonadas que han quedado sin sanción dando piedra libre a futuras asonadas, la discusión del presidente Vázquez con un grupo de productores que no le hace nada bien al presidente ni a los productores, la divulgación en la web de Presidencia de circunstancias personales de uno de los que discutió con el presidente, los contratos con familiares en todo nivel del Estado, los cambios en la tan asediada ASSE, las discusiones sobre el atraso cambiario– hablar de calidad de la educación parece cosa de marcianos.
Sin embargo, allí es donde tenemos que poner el foco si queremos en el futuro evitar estos y otros problemas. Diagnósticos tenemos a docenas y acuerdo a nivel político también. El trabajo fermental de Eduy 21, con integrantes de todos los partidos políticos, es clara muestra de ello. Solo falta voluntad política para implementar los cambios y ello implica voluntad de enfrentar a los gremios docentes o sumarlos a la campaña del cambio. Y dejarnos de hablar del ADN de la educación porque es un tema tan semántico que nos aleja del verdadero problema de la educación que es cambiar la forma de enseñar, cambiar el rol de los directores en las escuelas y los liceos, y dejar de hacer trampas al solitario con estimular la eliminación de repeticiones como pretende hacer Primaria, o con proponer eliminar los exámenes, que supondrían una forma de discriminación y una forma nociva de competencia entre alumnos.
Los problemas a este respecto son bastante parecidos a los de la República Argentina y cuesta ver alguien con las convicciones tan claras como la gobernadora María Eugenia Vidal para no bajar el listón de la exigencia educativa. Es que la gobernadora bonaerense, una de las más rutilantes figuras de la política argentina y una de esas personas que, por su forma de actuar y de hablar con coherencia, hace abrigar esperanza allí donde antes reinaba el desasosiego, mira con claridad lo que ocurre en el mundo.
No le escapa a ella ni a otros muchos gobernantes y especialistas cómo la calidad educativa ha ido, al menos en enseñanza primaria y secundaria, hacia el Norte –los países bálticos– y hacia el Oriente –Singapur, Corea del Sur, Japón y ahora China–. En efecto, en apenas dos generaciones los países bálticos dominan las estadísticas PISA y son referencia obligada de quienes pretenden mejorar sus sistemas educativos. Y los países de Oriente también han emprendido una carrera para mejorar la educación primaria y secundaria, han establecido una feroz competencia por millones de cupos pero aún no suficientes para atender toda la demanda de una población que despierta de la pobreza y ve la educación como la escalera del progreso material y social.
Por ello son particularmente interesantes las declaraciones de Inger Enkvist, una catedrática sueca de la Universidad de Lund, que también ejerció la docencia en primaria y secundaria. Enkvist dice que «ahora, los países asiáticos, que hace medio siglo no destacaban en educación ni en economía ni en investigación, han identificado a los conocimientos como el centro de lo que ha dado a Occidente su papel preponderante. Están decididos a ganarle a Occidente y han visto mejor que nosotros qué era lo que nos caracterizaba y han ido a por ello. Por eso, tanto Singapur como Japón y Corea del Sur han tenido la educación como la gran palanca para avanzar rápido. Ahora China se ha apuntado a esa idea.
Trabajan en la misma línea y con una población grande. Debemos tomar nota. Ya teníamos razones internas para cambiar nuestra educación y ahora tenemos también una razón de política exterior».
Enkvist hace un llamado a volver a poner a los conocimientos en el centro de la educación a diferencia de la «nueva pedagogía» que busca algo más lúdico, más práctico. Occidente, en opinión de la pedagoga sueca, ha virado en las últimas décadas a priorizar lo práctico sobre lo teórico. Oriente, en cambio, y especialmente en China, pone énfasis en los conocimientos porque una vez que el alumno los tenga, puede hacer con ellos lo que quiera. Para Enkvist, es bueno conseguir un equilibrio: «Más seriedad y menos presión de la que hay en China hoy, y menos dejadez en Occidente».
Nosotros, que acostumbramos a considerarnos el centro del mundo en estas materias, haríamos bien en estudiar qué está ocurriendo en la comarca y en la periferia. El éxito de los países asiáticos no se puede entender sin la notable mejora educativa. La decadencia relativa de Occidente, tampoco se puede entender sin la permisividad y aflojamiento que se extendido en sus sistemas educativos.
Los éxitos de que se jacta nuestro gobierno son producto de circunstancias externas muy favorables. Mantenerlo exige un cambio educativo profundo. Pero el gobierno no parece querer entenderlo. Es más fácil patear la pelota para adelante y que la agarre el próximo gobierno.

Fuente: https://www.elobservador.com.uy/en-educacion-hay-que-mirar-asia-n1177610.

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Libro: Escuchar. 20 Reflexiones sobre música y educación musical

España / 4 de marzo de 2018 / Autor: Fernando Palacios / Fuente: Fernandopalacios.es

AgrupArte Producciones y Ediciones Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria
Primera edición, abril 1997, segunda edición, noviembre 1997, tercera edición, enero 1999, cuarta edición, noviembre 2002
300 pág

Resumen

Escuchar es la palabra clave del itinerario musical de toda sociedad. El silogismo que rige esta relación causa-efecto es muy sencillo: la música sólo existe si hay atención; si ésta no se da, tampoco es posible que se dé la capacidad de escuchar. Quien no posea, por tanto, esta capacidad se encontrará en una órbita distinta a la musical. Concretamente, en nuestro país, todo lo que se relaciona con esta idea se vive como enfermedad, como trauma, y su bacteria ataca incurablemente a la música.

Nuestro temperamento hispano, poco atento a lo que no sea directo y gritón, parece estar reñidos con los significados de la susodicha palabra; es ahí, y de ningún otro sitio, de donde nos llueven todos los males musicales. Si este libro lleva el escueto título de Escuchar es porque su contenido hace referencia continua a este grave problema que sufrimos, y por la absoluta convicción del autor de que es en este punto donde más se debe insistir.

Esta publicación es una selección recopilatoria de artículos de revistas, comentarios de discos y programas de mano escritos en estos últimos años. Algunos de los temas abordados son los típicos que, impertérritos siempre ante nosotros, suelen pasar inadvertidos; precisamente esta coyuntura es la que los convierte en imprescindibles para el estudio, a pesar de parecer elementales. Todos ellos tienen mucho que ver con el más entretenido espectáculo que se conoce, esa mezcla de oído y atención que enardece la imaginación y nos interna en un mundo tan cierto como fantástico: la escucha.

Índice

A modo de prólogo
Esto es música, por Carlos Santos

Pistas previas

Artículos en Revistas
Escuchar
Un asunto de gusto
El oído atento
SILENCIO, el silencio
La risa sonora
Música con cualquier cosa
La audición musical
Musica de verano
La música como afición
Ruido-Sonido

Notas a Programas, Discos y Otros
Música en familia
Cuentos con música – Música con cuentos
Música para todos
Entender la música
¿Se puede explicar la música?
¿Qué es una ópera?
Tiempo olvidado
Por salones y cafés
Un recital de silbido
Sonetos a la trompetilla de plástico

Link para la descarga:

https://fernandopalacios.es/wp-content/uploads/2014/08/Escuchar-Fernando-Palacios.pdf

Fuente de la Reseña:

ESCUCHAR. 20 Reflexiones sobre música y educación musical

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Universidades para la paz

México / 4 de marzo de 2018 / Autor: Alejandro Saldaña Rosas / Fuente: RompevientoTv

 

Para Rosío Córdova, amiga y colega.

La semana pasada publiqué en este mismo espacio un comentario sobre la realización del Foro “La UV como constructora de paz: alternativas a las violencias en Veracruz”.  Jamás imaginé la vorágine de acontecimientos que tal reunión académica suscitaría, derivadas del citatorio a declarar que la Fiscalía de Veracruz entregó -a través de policías ministeriales que irrumpieron en un espacio universitario- a la Dra. Rosío Córdova Plaza. La Fiscalía citó a la investigadora, con amenazas evidentes, para que acudiera en calidad de testigo por los datos aportados por el equipo de investigación en el que participa, junto con la Maestra Mayra Ledesma y la Doctora Zulma Amador, entre otras personas. Valgan estas líneas para expresar mi solidaridad con las compañeras del equipo de investigación, particularmente con Rosío Córdova, amiga y colega.

La Fiscalía veracruzana ha dado una muestra de miedo. Miedo a la verdad, miedo a los datos, miedo al conocimiento, miedo a un equipo de investigadoras que hacen su trabajo con responsabilidad y ética en la Universidad Veracruzana. Con su miedo expresado en un infame citatorio, la Fiscalía demuestra que es una institución débil y timorata: ante la falta de argumentos responde con bravuconadas, como adolescente erizado ante su propia adolescencia.

No quiero abundar sobre los dimes y diretes entre la Fiscalía y las investigadoras ni sobre el muy cuestionable papel de las autoridades universitarias (que dudaron de la veracidad de los datos recogidos con rigor y apego a criterios científicos), solamente quisiera aportar algunas reflexiones sobre una arista poco atendida y que está en el fondo de la discusión ocurrida en los últimos días: el papel de las universidades públicas en los escenarios de violencias múltiples que atraviesan a nuestro país.

De todos es conocido –y padecido- que México está sumido en una profunda crisis de derechos humanos, lo que no sabemos –o al menos no está tan claro- es cómo salir de ella. La tarea es ardua y de largo aliento e implica la participación de todas y todos para re-construir al país desde lo local: desde la ciudad, el pueblo, la colonia, el ejido, la fábrica, la escuela.

Las particularidades de la crisis de derechos humanos, los rasgos específicos en cada localidad, se sufren diario pero se conocen poco. Hacen falta muchas más investigaciones que arrojen luz sobre los escenarios de las violencias en México, su urdimbre local, sus actores específicos, sus anclajes institucionales, sus dispositivos de reproducción y las oquedades y asimetrías que producen en los territorios locales. Sin co-investigación (con los actores sociales) sobre las violencias y sus muchos rostros, la paz en México seguirá siendo una meta que se aleja conforme se avanza a ella. Es imprescindible conocer a través de la ciencia, del arte, de los múltiples saberes populares, de las diversas sensibilidades, los atributos singulares de las violencias que nos habitan y nos quejan. Sin conocimiento(s) las políticas públicas son lineamientos llenos de buenas intenciones (en el mejor de los casos) o pretextos oficiales para el enriquecimiento explicable, pero ilícito. No hablo en el vacío: ahí están los miles de millones de pesos desviados por funcionarios y funcionarias, como evidencia fehaciente de que las políticas públicas pueden ser (lo son actualmente) botín de pocos y despojo de muchos.

Para transformar hay que conocer. Y para preservar también. Por ejemplo, la defensa y preservación de los sagrados territorios wirikutas es irrenunciable porque ahí viven miles de personas que acunan saberes que desde la ciencia apenas se intuyen. Es obligación de todas y todos preservar los saberes profundos del espíritu, del arte y de la ciencia. El lujo imbécil de la ignorancia es tan pernicioso que pone en riesgo la vida toda en el planeta.

En mi opinión el proyecto de las investigadoras Ledesma, Amador y Córdova debería replicarse en todas las universidades públicas del país, con las adecuaciones pertinentes en cada contexto. Las universidades públicas estatales (y en general las Instituciones de Educación Superior) son absolutamente cruciales para la construcción de la paz que anhela y merece nuestro país, por lo que las investigaciones sobre seguridad ciudadana, sobre las violencias, los feminicidios y en general sobre los contextos sociales en que vivimos, trabajamos y nos queremos, son necesarias, pertinentes e irrenunciables. Quizás como nunca antes en la historia de México las universidades son el principal baluarte para construir la paz.

Lo son porque las universidades públicas, aún y pese a todo, gozan de credibilidad y confianza. Detractores de las universidades públicas hay y muchos, enemigos por montones (algunos cobran en oficinas de las mismas universidades), envidias como sarampión en kínder, incontables enconos, absurdos por antonomasia. Pero incluso y a pesar de quienes quieren acabar con ellas, nuestras universidades son, siguen siendo, bastión de libertad, espacio de alegría y posibilidad de pensamiento crítico. Las universidades son una firme opción para construir la paz que queremos y merecemos.

Una paz que no es ausencia de guerra o de conflicto, sino la creación de instancias y criterios para resolver nuestras diferencias con respeto al otro, al diferente, al disidente. Una paz activa que no es letargo, sino re-creación de la palabra mediante el arte, la cultura y el conocimiento. Una paz que se crea en los intersticios del día a día.

Y una paz que se construye a contrapelo de las instituciones artífices del dolor, operadoras del secuestro, responsables de las desapariciones, perpetradoras de los asesinatos. Las instituciones de impartición de justicia y de seguridad pública de Veracruz han sido –según las evidencias- las principales culpables de la crisis de derechos humanos en la entidad. Los culpables aún no han sido condenados y aún más: la violenta reacción de la fiscalía ante el trabajo de las académicas expresa con absoluta nitidez su temor a la verdad.

Termino con dos reflexiones:

I.-No olvidemos que la irritación del Fiscal Jorge Winckler por el trabajo de las investigadoras es ridícula frente al dolor de miles de familias que siguen en busca de sus desaparecidos, desesperadas por el pago del secuestro o llorando a sus muertos.

II.-Las universidades públicas son constructoras de paz, a través de la verdad. Como la UV, que es mucho más que las instancias de dirección.

Fuente del Artículo:

Universidades para la paz (Margensur)

Fuente de la Imagen:

http://veracruzalmomento.blogspot.mx/2011_11_13_archive.html

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Libro: El nuevo paradigma de la educación digital

España / 4 de marzo de 2018 / Autor: Abdelkader Es-slami y otros / Fuente: Fundación Telefónica

Los expertos coinciden en afirmar que el modelo educativo actual está desfasado para la era digital y debe enfrentarse a una importante transformación. Esta nueva era es compleja y requiere una educación flexible que potencie nuevas competencias, se trata de que permita sacar lo mejor de uno mismo y dote de las habilidades necesarias para desenvolverse en una época de cambios continuos y vertiginosos, en la que se impone el aprendizaje continuo.
Captura de pantalla 2015-04-15 a las 12.23.01

En este eBook hemos reunido algunos artículos de nuestros expertos sobre las nuevas tendencias en educación, como la gamificación, la integración de las TIC de forma holística o la importancia de fomentar la creatividad y los entornos colaborativos en la educación.

El libro puede descargarse gratuitamente en formato PDF:

https://aunclicdelastic.blogthinkbig.com/wp-content/uploads/El-nuevo-paradigma-de-la-educaci%C3%B3n-digital.pdf

Fuente de la Reseña:

http://www.educacionyculturaaz.com/educacion/ebook-el-nuevo-paradigma-de-la-educacion-digital

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