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La urgencia de incorporar a la mujer en los manuales

Por: Alba Lara 

No me planteaba el género de los escritores, pero resultó que el género, por defecto, era masculino. ¿Por qué voy a contarles a mis estudiantes, otra vez, solo la mitad del cuento?

Hace ya unas semanas que los profesores estamos en los colegios. Hay tareas ingratas e invisibles que tienen que ser hechas para que todo se ponga en marcha antes de que comiencen las clases. Recuperaciones, evaluaciones, planes de mejora, reuniones de claustro, de departamento, puesta al día del verano (las relaciones también son importantes), objetivos que se marcan, sensaciones de fracaso porque un alumno no ha remontado en septiembre, euforia porque otros sí. Veo a los profesores planificar el curso y buscar ideas para conquistar el interés de los jóvenes exigentes que se sentarán frente a ellos durante todo un curso. Muchos revisan los libros de texto, no siempre elegidos por ellos mismos, y hacen anotaciones, adiciones y comentarios al margen. Yo hago lo propio con los de lengua y literatura.

Ojeo primero el de 3º de ESO. Es un manual que se utilizará en muchos centros este año porque pertenece al gran grupo editorial del sector. Como es habitual, está dividido en doce unidades e incluye, al inicio de cada una de ellas, una lectura a partir de la cual se trabajan la comprensión lectora y los contenidos. Estas lecturas suelen ser contemporáneas y están abiertas a otras literaturas y a otros géneros (especialmente los periodísticos). De los doce textos introductorios de mi libro, ni uno solo está firmado por una mujer. Examiné las propuestas de manuales de otros cursos y editoriales en busca de esta carencia. En total, comparé trece volúmenes de lengua y literatura. En cuatro de ellos no había ningún texto inicial que fuera obra de una mujer. El resto no mostraba un panorama más alentador: uno, dos, tres y, solo en un caso, cuatro.

Desde finales de los años 70 se ha venido documentando y analizando el reducido espacio que las mujeres ocupan en los manuales de todas las asignaturas. En un interesante artículo de 2016, María Vaíllo expone la historia de estos análisis en España e incluye un catálogo de los escasos materiales didácticos sensibles al género que se han generado desde entonces. Según un estudio de la Universidad de Valencia a cargo de Ana López-Navajas, directora del Grupo Mujeres en la ESO, publicado en 2014, y que analizaba más de 140 libros de texto de diferentes materias y editoriales para todos los cursos de la ESO, solo el 12% de los referentes son mujeres. Este estudio especifica que las asignaturas de enfoque histórico y científico son las que recogen menos nombres de mujer, haciendo desaparecer incluso los de aquellas que en su momento gozaron de reconocimiento. Las conclusiones son demoledoras y estoy de acuerdo con la autora en que la falta de referentes femeninos “a las mujeres, además, les quita autoridad social y les impide reconocerse en una tradición que las acoja”.

Reconozco esa falta en mí. Recién terminada filología hispánica, me di cuenta de que durante cinco años había leído casi en exclusiva literatura española, peninsular sobre todo. Después de eso, pasé un tiempo leyendo solo a escritores que escribieran en otras lenguas porque sentía que conocer una literatura (si es que es posible esto) sin, al menos, asomarse a otras literaturas era una limitación. Ni siquiera en esa época de grandes nombres (Dovstoieski, Bellow, Celine, Calvino, Dante…) puse entre mis lecturas obligatorias alguna obra escrita por mujeres. ¿Por qué durante tanto tiempo no leí mujeres y por qué no era consciente de que no leía mujeres? ¿No sufrí precisamente esa carencia de referentes que sigue vigente hoy, quince años después de que yo cursara la ESO?

Se ha hablado algo sobre por qué los manuales no reflejan los cambios que la sociedad pide en términos de igualdad. Se culpa al currículo, que, a pesar de que en sus consideraciones generales indica que debemos “analizar y valorar críticamente las desigualdades y discriminaciones existentes entre hombres y mujeres” e “impulsar la igualdad real”, no exige específicamente que los libros de texto incluyan referencias y textos de escritoras. Se culpa a las comunidades autónomas por aquello del embrollo de competencias. Se culpa al inmovilismo editorial y al desconocimiento. Las responsabilidades son muchas, pero al final del día son nuestros estudiantes y nuestra sociedad la que se ve privada de este conocimiento.

La libertad de cátedra permite, al menos sobre el papel, cierto campo de acción a los profesores. Pero en la práctica, la acumulación de responsabilidades, el carácter del centro o simplemente la falta de tiempo hace que, a veces, el profesorado no pueda desarrollar todas las medidas que querría. La elaboración de una lista de lecturas complementarias para trabajar en lengua y literatura es, sin embargo, urgente.

Afortunadamente, muchas profesoras y profesores están empezando a tomar cartas en el asunto. En la web proyectotirardelalengua.com están disponibles los materiales creados por un grupo de docentes de institutos públicos. También el Grupo Guadarrama, formado por cuatro profesoras de lengua castellana de institutos, ha diseñado en Leer la palabra y el mundo unos módulos de trabajo con el objetivo de hacer del aula un lugar que ayude a los estudiantes a mirar críticamente los estereotipos sexistas, clasistas y racistas. Por el lado académico, el proyecto Bieses(Bibliografía de Escritoras Españolas) pone a nuestra disposición una minuciosa base de datos sobre escritoras anteriores al siglo XIX e información acerca de quiénes fueron, cuántas fueron y quién las leyó. El portal Escritoras españolasde la Biblioteca Virtual Cervantes pone su énfasis en autoras del siglo XIX, pero ofrece también obras de otras épocas.

Se hace un gran trabajo de recuperación de escritoras del pasado, pero en las lecturas de inicio de unidad aparecen autores muy contemporáneos, ¿cuál es la excusa para esta ausencia? Seguimos tratando de subsanarla. Las revistas y periódicos son buenas fuentes para encontrar excelentes textos escritos por mujeres. Yo misma, el primer día de clase, trabajé con mis estudiantes un texto de Dolores Almudéver publicado en este mismo diario hace unas semanas. He preguntado a una decena de profesoras de lengua (y un profesor) qué textos escritos por mujeres trabajarían en clase. Además de los pocos nombres femeninos consagrados, fueron mencionadas (cito sin orden ni jerarquía alguna): Ana María Matute, Lola Nieto, Isabel Allende, J.K. Rowling, Carson McCullers, Ana Blandiana, María Luisa Bombal, Luisa Carrés, Emma Reyes, Selva Almada, Marta Sanz, Samantha Schweblin, Laura Gallego, Clarice Lispector, Svetlana Alexiévich, Toni Morrison, Chimamanda Ngozi Adichie, Gloria Fuertes, Virginia Woolf, las sinsombrero.

Durante mis primeras dos décadas de lectora no pensaba nunca en el género de un autor. Ese “no me importa quién escriba las obras, simplemente las leo” parece entrañar la asunción de que se valora por igual el trabajo de escritoras y de escritores y de que simplemente se lee por preferencia o por calidad literaria. Hoy sé que esa realidad nada tiene que ver con una actitud abierta, al menos no todavía, por la sencilla razón de que el canon que se nos presenta está sesgado y las opciones de lectura, por tanto, condicionadas.

No me planteaba el género de los escritores, pero resultó que el género del autor, por defecto, era masculino. Me faltaban referencias femeninas y durante mucho tiempo pensé con una ingenuidad que ahora me resulta dolorosa que si no se hablaba de más mujeres importantes era porque no las había o porque no eran suficientemente buenas. Ahora soy yo la profesora, ¿por qué voy a contarles a mis estudiantes, otra vez, solo la mitad del cuento?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/02/la-urgencia-de-incorporar-la-mujer-en-los-manuales/

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No delatarás: ¿qué hacer ante las malas prácticas docentes?

Por: Anna Torralbo

Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis. ¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas prácticas?

Los motivos para que alguien se plantee, e incluso decida, ser maestro, maestra, pueden llegar a ser muy dispares. Hay quienes fantasean con una clase en silencio, espaldas erguidas y ojos bien atentos al docente. Se imaginan a ellos mismo paseándose por la clase, dando un discurso que automáticamente se refleje en los cuadernos o en la resolución de una batería de ejercicios. Hay quienes visualizan un escenario totalmente antagónico: una clase en ebullición, donde el alumnado ha tomado el control de la clase, donde estos se mueven de un lugar a otro, accediendo a todos los rincones de la clase, gestionando y llevando a cabo el trabajo de manera autónoma. Otros se decantan por las risas frescas y espontáneas de los pequeños, por sus juegos y sus descubrimientos. Hay quienes han puesto su mirada en aquellos con más dificultades, aquellos a quien les tiembla la voz cuando se le hace una pregunta, o aquellos otros a quienes se les escapa la mirada por la ventana porque las paredes del aula y el retumbar de las voces en un espacio cerrado no les convence o agrada.

En las expectativas iniciales de cualquier profesor, es la relación (unilateral, bidireccional, etc.) con los alumnos lo que nos empuja hacia esta profesión. Son los alumnos y solo ellos, quienes están presentes en nuestro imaginario. Pero una vez dentro de la escuela, uno se da cuenta de que la realidad dista mucho de esto. Ser profesora o profesor implica por igual el contacto con estudiantes que con adultos, pero esto pocas veces se piensa, pocas veces se enseña o se explica.

¿Y qué implica esto? Implica muchas cosas; por ejemplo, que hay que consensuar el trabajo que se haga en el aula, la metodología, los contenidos, incluso los materiales. No existe una enseñanza “mía”, en tanto que, generalmente, hay que acordarla con lo que llamamos un “paralelo” (el profesor o profesora de la otra clase). Por no hablar de otros muchos más acuerdos que implican la línea general de una escuela. Con ello quiero decir que ningún profesor es totalmente “libre” ni dueño de la enseñanza que ejerce. En ocasiones puede ser beneficioso: trabajar al lado de alguien con quien se tiene afinidad, de quien se aprende y descubren cosas interesantes. Otras veces, sin embargo, nos encontramos trabajando, codo a codo, con la antítesis de nosotros mismos; con el antagonista de nuestras ideas, metodología e incluso principios.

El trabajo con los alumnos puede ser agotador: estar a su nivel de energía, estar en disposición y capacidad de manejar los distintos ritmos en el aula, resolver y afrontar los conflictos, problemas o dificultades que cada una de las personitas que habitan el aula puedan tener. Pero, personalmente, el desgaste más corrosivo al que me he enfrentado ha sido el de lidiar con compañeras y compañeros que me colocan ante disyuntivas morales y éticas que raramente se manifiestan o se abordan entre el profesorado.

¿Qué hacer cuando eres testigo de prácticas en el aula más que dudables? ¿Qué hacer cuando somos conocedores de actitudes que van en contra de la integridad y el respeto hacia los alumnos? Existe un pacto tácito de no delatar, de no acusar a un compañero/a; algo así como una “camaradería” entre profesores (también las existe en otros colectivos, como médicos o políticos, por ejemplo.), que te obligan a mantener en secreto cosas que te corroen por dentro; en pro de ese supuesto “respeto” que se deben entre sí los docentes.

Acusar a un compañero/a de estar haciendo cosas intolerables o, si más no, cuestionar su manera de tratar a los alumnos, por ejemplo, está mal visto en nuestra profesión. De todos modos, aunque una lo quisiera hacer, tampoco hay muchas alternativas. Dirigirse a dirección a contar lo visto es ser un delator. Si esto trasciende entre el claustro, serás apartada y mirada con recelo. También se te podrá tachar de altiva (¿quién se ha creído que es?). Dirección está, en este contexto, atada de manos: siempre será su palabra contra la tuya. Eso, si no se da el caso de que hacen aquello tan practicado entre nuestra sociedad: hacer la vista gorda. Al fin y al cabo, nadie es perfecto, este docente tiene plaza fija (habría que redactar un informe bien feo y desagradable, y eso es ser un traidor)… En fin, que nadie quiere enredarse en estos berenjenales.

La única (tampoco definitiva) opción, es que los alumnos hablen con la familia y que esta haga llegar sus quejas a dirección o inspección. En este caso, el profesor/a puede recibir un aviso. Pero seamos realistas, estamos hablando de trato, por lo que muchas veces ni los propios alumnos son conscientes de que están siendo menospreciados. Decirle a una alumna o alumno, literalmente, que su trabajo es una mierda, llamar idiota, vago, corto a alguno, preparar un mal examen y culpar al alumnado de su fracaso en vez de asumir las culpas, reñir a gritos… Si una da vueltas por las escuelas, se encuentra con cosas de estas.

Lo más desgastante y frustrante de mi trabajo es enfrentarme a toda la injusticia y al encubrimiento de esta que rodea el mundo de la infancia; a todo el abuso, digámoslo claramente. Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis.

¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas prácticas?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/09/no-delataras-que-hacer-ante-las-malas-practicas-docentes/

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¿Qué es esa cosa llamada Pedagogía?

Por: Miguel Ángel Pérez

A partir del mes de agosto hemos aperturado la licenciatura en Pedagogía al interior del sistema de Unidades de las Universidad Pedagógica Nacional en el estado de Jalisco, esto implica el compromiso de formar pedagogos para incorporarlos al sistema y en general al mercado laboral. Como parte de la formación y de otros compromisos éticos y profesionales, por lo tanto es obligado responder a la pregunta que le da título a este artículo ¿Qué es esa cosa llamada pedagogía?

¿La Pedagogía, es una ciencia, un arte,  una técnica, un oficio, una vocación, una pieza artesanal, algo que acompaña a los hechos educativos y que sirve para encontrarle sentido a dichos hechos, es la forma que nos sirve encontrarle fondo a los hechos, actos y datos educativos, no es nada, es un discurso que nunca concluye y que siempre se está replanteando nuevas elaboraciones…? La pedagogía no es nada de lo anterior o más bien es todo junto articulado, integrado y algo más. En todo caso la Pedagogía es un dispositivo que no tiene un método propio, ni se rige a partir der una rigurosidad científica pero que sirve para acompañar (como lo ha venido haciendo desde hace muchos años) a los fenómenos educativos para encontrarles su razón de ser, buscar nuevas formas pensadas para que los sujetos enseñen, aprenden y hagan uso de los saberes y conocimientos aprendidos en una sociedad que cambia a pasos agigantados.

La Pedagogía no es una cosa en todo caso son muchas. Para algunos colegas es ocioso pensar en este momento acerca del carácter científico de la Pedagogía, de su vocación y de tratar de encontrar mejores sustentos epistemológicos de su razón de ser. Para otros el debate está agotado, ya que la Pedagogía llegó a sus límites disciplinares en donde aparece la teoría educativa, la ciencia o las ciencias de la educación y será sobre todo el recurrir a los aportes psicológicos, sociológicos y antropológicos los que nutran esta pequeña cosa a la que desde el tiempo de los antiguos griegos se le ha dado por llamarle pedagogía.

Por otro lado también, es importante pensar en torno a la actual agenda académica, las nuevas demandas epistémicas y los desafíos en la sociedad del conocimiento, junto con la velocidad de la información, generan nuevas preguntas en el seno de lo que podríamos llamar la Pedagogías moderna aun en contextos postmodernos. ¿Por qué todo esto debería interesarles a los nuevos pedagogos y a todos aquellos que se encuentren en formación, ligados con asuntos humanísticos o educativos? Tal vez porque desde la sociología de las profesiones hay una exigencia cada vez más fuerte por intelectualizar el desempeño profesional, mientras que la empresa tiende a tecnificar y a artesanalizar a las profesiones, desde la academia y en el seno de las universidades, la exigencia es a intelectualizarlas. Esta contradicción se resuelve o debiera resolverse desde el sujeto que se forma, a partir de algo que también ha surgido en el seno de la pedagogía y que tiene que ver con la reflexión del quehacer profesional del pedagogo, junto con pensar acerca de las fronteras disciplinares con las ciencias afines.

Aunado a lo anterior, el estudio de la evolución del pensamiento pedagógico desde Gracia y Roma hasta nuestros días, también es una idea sugerente. Cada idea, cada propuesta, cada nuevo aporte, vacaciona al sujeto a entender a los autores en su contexto, lo importante es entendernos a nosotros mismos en el contexto actual en el que nos encontramos (saturados nuevas contradicciones)  con la exigencia también de exigirnos la producción de las ideas nuevas que habrán de darle sentido al desarrollo de esto a lo que le llamamos Pedagogía para los tiempos aquí vienen. Tiempos que todos sabemos son inciertos, impredecibles, líquidos y bajo un alto riesgo social y personal. Tiempos que estarán fuera de este tiempo como lo hemos aprendido hasta ahora.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-es-esa-cosa-llamada-pedagogia/

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La Reforma Educativa en la globalización (II)

Por: Carlos Ornelas

El miércoles de la semana pasada ofrecí la perspectiva general de las presunciones conceptuales que disputan la interpretación de las reformas educativas. No que sean enfoques antagónicos y excluyentes entre sí; la diferencia está en la óptica que adoptan con respecto al papel que juegan los actores locales: la teoría de la cultura mundial, la perspectiva del neoimperialismo cultural y el paradigma del prestamista y el prestatario. Hoy considero la primera en conexión con la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto

Los teóricos de la cultura mundial tienden a ver la evolución de la sociedad siempre propensa al equilibrio. Suponen que los actores políticos alrededor del mundo comparten principios con respecto a los fines de la educación y las aspiraciones de reforma educativa para impulsar usanzas escolares acordes con los fundamentos de la modernidad. Al hacer el análisis de la Reforma Educativa mexicana, apuntarían que sus propuestas embonan con las inclinaciones de cambio institucional en boga en el ambiente global; cuya influencia en el entorno nacional es legítima.

Los partidarios de esta corriente basan la mayor parte de sus análisis en el neoinstitucionalismo sociológico. Las particularidades de las naciones indican cómo las tendencias globales se adaptan en las culturas locales. Lo denominan isomorfismo, por la tendencia a seleccionar herramientas similares y arrojar resultados parecidos. El acoplamiento flexible es otro de los conceptos que estos académicos diseñaron para tomar en cuenta la acción de individuos y organizaciones en las escalas nacional y mundial. Por ejemplo, esta idea engarza bien para dilucidar la adaptación de las ocho sugerencias de la OCDE para el desarrollo del servicio profesional docente y cómo, con las modificaciones que dicta la cultura local, contribuyeron a la elaboración de dos nuevas leyes. Empero, según la misma visión neoinstitucionalista, no hay un isomorfismo general, pues las circunstancias e intereses de grupos, instituciones e individuos, tanto en el contexto nacional como en los diferentes entornos locales, modifican los patrones y transcriben de diferente manera los modelos globales.

El acoplamiento flexible acaso permitiera explicar cómo el gobierno de Peña Nieto —al principio de su mandato— pudo articular los intereses de los grandes partidos en una agenda de reformas. Los proponentes del Pacto por México recurrieron al símbolo de PISA para empujar por mejoras en la calidad de la educación, pero el ensamble de las propuestas se asentaba en la exigencia política de recuperar la rectoría de la educación. La cultura institucional que el régimen de la Revolución Mexicana instauró favorecía los intereses de asociaciones corporativas.

La reforma acopló el empeño de grupos que, bajo el influjo de la cultura mundial, querían introducir normas uniformes, metas comunes, evaluación de resultados y rendición de cuentas, así como estipular sanciones para quienes infringieran las reglas formales. Pero, al mismo tiempo, el gobierno actuó con flexibilidad para incorporar a varios círculos al carril de la reforma, pero con diferencias de grado. Por ejemplo, disciplinó al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación al encarcelar a Elba Esther Gordillo, pero negoció con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y le ofreció canonjías, hasta que ésta rebasó los intereses institucionales del Estado.

Por otra parte, el gobierno central no podía poner en una misma sintonía a los gobernantes y a los administradores de la educación básica en los estados. Por ello, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, negocia con los gobernadores agrupados en regiones, en lugar de nada más actos de valor simbólico en la Conferencia Nacional de Gobernadores, pero ineficaces para alcanzar acuerdos.

El proceso de implementación —como denominan a la ejecución de políticas, autores que usan la teoría de la cultura mundial— se flexibilizó según las realidades circundantes. Pero, de cualquier manera, manifestarían, el modelo internacional de reforma educativa produce efectos que hacen que la reforma mexicana se acerque más a la tendencia global. Marcha hacia el isomorfismo, no a la homogeneidad.

Aunque los teóricos de la cultura mundial aportan ideas, aseguran sus críticos, ignoran patrones de dominación y reducen la oposición a las reformas a visiones premodernas. No explica con suficiencia la Reforma Educativa.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-educativa-en-la-globalizacion-ii/

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Informe del Banco Mundial advierte sobre “Aprendizaje crisis”

En el Informe sobre el desarrollo mundial 2018 se insta a aumentar las mediciones
y actuar en función de la evidencia

CIUDAD DE WASHINGTON, 26 de septiembre de 2017. Millones de jóvenes estudiantes de países de ingreso bajo y mediano enfrentan la posibilidad de perder oportunidades y percibir sueldos más bajos en el futuro debido a que la escuela primaria y secundaria no les brindan las herramientas necesarias para prosperar en la vida. De acuerdo con un nuevo informe del Banco, en el que se alerta sobre una “crisis del aprendizaje” en la educación a nivel mundial, la escolarización sin aprendizaje no es solo una oportunidad desaprovechada, sino también una gran injusticia para los niños y los jóvenes de todo el mundo.

En el Informe sobre el desarrollo mundial 2018: Aprender para hacer realidad la promesa de la educación se sostiene que, sin aprendizaje, la educación no podrá ser el factor determinante para poner fin a la pobreza extrema, generar oportunidades y promover la prosperidad compartida. Incluso después de asistir a la escuela durante varios años, millones de niños no saben leer, escribir ni hacer operaciones matemáticas básicas. La crisis del aprendizaje está ampliando las brechas sociales en lugar de cerrarlas. Los estudiantes jóvenes que ya se encuentran en una situación desventajosa debido a la pobreza, a conflictos, a cuestiones de género o a discapacidades llegan a la primera etapa de la adultez sin contar siquiera con las competencias más básicas para desenvolverse en la vida.

“Esta crisis del aprendizaje es una crisis moral y económica”, declaró el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim. “En el caso de los jóvenes, la educación, cuando funciona como es debido, fomenta el empleo, incrementa los ingresos, mejora la salud y reduce la pobreza. A nivel social, estimula la innovación, fortalece las instituciones y promueve la cohesión social. Pero estos beneficios dependen del aprendizaje, y la escolarización sin aprendizaje es una oportunidad desaprovechada. Más aún, es una gran injusticia: los niños con los que la sociedad está más en deuda son aquellos que más necesitan de una buena educación para prosperar en la vida”.

En el informe se recomiendan medidas de política concretas para ayudar a los países en desarrollo a resolver la grave crisis del aprendizaje: realizar evaluaciones más eficaces de la situación, utilizar la evidencia sobre lo que funciona y lo que no funciona para orientar la toma de decisiones relativas a la educación, y movilizar a los distintos sectores de la sociedad para impulsar cambios educativos que promuevan el “aprendizaje para todos”.

Según el informe, en Kenya, Tanzanía y Uganda, cuando se pidió recientemente a los alumnos de tercer grado que leyeran una frase sencilla como “El perro se llama Cachorro” en inglés o en suajili, el 75 % de los evaluados no entendió lo que leía. En las zonas rurales de la India, casi el 75 % de los alumnos de tercer grado no pudo resolver una resta con números de dos dígitos como 46 − 17, y en quinto grado la mitad aún no era capaz de hacerlo. En Brasil, si bien las habilidades de los estudiantes de 15 años han mejorado, al ritmo actual de avance les llevará 75 años alcanzar el puntaje promedio en matemática de los países ricos. En lectura, les llevará 263 años.

Estas estadísticas no dan cuenta de los 260 millones de niños que, debido a los conflictos, la discriminación, las discapacidades y otros obstáculos, no se inscriben en la escuela primaria ni secundaria.

Si bien no todos los países en desarrollo muestran diferencias tan extremas en el aprendizaje, muchos están aún muy lejos de los niveles que aspiran a alcanzar. Reconocidas evaluaciones internacionales de alfabetismo y aritmética muestran que el estudiante promedio de los países de ingreso bajo tiene peor desempeño que el 95 % de los estudiantes de los países de ingreso alto, es decir, ese niño recibiría atención especial si concurriera a una escuela de un país de ingreso alto. Muchos alumnos con buen desempeño de los países de ingreso mediano (jóvenes que han llegado al cuartil más alto de sus respectivos grupos) se ubicarían en el cuartil inferior si estuvieran en un país más rico.

En el informe, redactado por un equipo dirigido por los economistas principales del Banco Mundial, Deon Filmer y Halsey Rogers, se identifican los factores que generan estas deficiencias en el aprendizaje: no solo las formas que adopta el quiebre de la relación entre la enseñanza y el aprendizaje en muchas escuelas, sino también las fuerzas políticas más profundas que hacen que esos problemas persistan.

Es posible lograr avances significativos

En el informe se señala que, cuando los países y sus dirigentes hacen del “aprendizaje para todos” una prioridad nacional, los niveles educativos pueden mejorar considerablemente. Por ejemplo, Corea del Sur, que a principios de la década de 1950 era un país devastado por la guerra, con tasas de alfabetización muy bajas, en 1995 ya había logrado la matrícula universal con una educación de alta calidad hasta la secundaria: en efecto, los jóvenes alcanzaban los niveles de desempeño más elevados en pruebas internacionales. Los resultados de 2012 de Viet Nam en la prueba de matemática, ciencias y lectura para estudiantes de secundaria del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, revelaron que los estudiantes de 15 años del país asiático tenían el mismo rendimiento que los de Alemania, a pesar de que Viet Nam es un país mucho más pobre.

Entre 2009 y 2015, Perú fue uno de los países donde los resultados del aprendizaje general mejoraron con mayor rapidez gracias a una acción concertada en materia de políticas. En varios países (como Liberia, Papua Nueva Guinea y Tonga), la competencia lectora en los primeros grados aumentó considerablemente en muy poco tiempo gracias a que se realizaron intervenciones específicas basadas en la evidencia internacional.

“La única forma de avanzar es ‘buscar la verdad a partir de los hechos’. Y, en este sentido, los hechos relacionados con la educación revelan una verdad dolorosa. Para demasiados niños, escolarización no significa aprendizaje”, señaló Paul Romer, economista principal del Banco Mundial.

A partir de la evidencia y el asesoramiento obtenidos durante las amplias consultas realizadas en 20 países a Gobiernos, organizaciones de investigación y desarrollo, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado, en el informe se formulan tres recomendaciones de política:

En primer lugar, evaluar el aprendizaje para que su mejora sea un objetivo formal y medible.

Actualmente, solo la mitad de los países en desarrollo cuenta con sistemas de medición para evaluar el aprendizaje de los estudiantes al término de la primaria o el primer ciclo de la secundaria. Las evaluaciones de alumnos bien diseñadas pueden ayudar a los docentes a orientar a los estudiantes, mejorar la gestión del sistema y concentrar la atención de la sociedad en el aprendizaje. Estas medidas permiten fundamentar las decisiones de política a nivel nacional, seguir de cerca los avances y hacer hincapié en los niños que se encuentran rezagados.

En segundo lugar, adaptar las prácticas escolares a las necesidades de los estudiantes.

Establecer condiciones equitativas reduciendo el retraso del crecimiento y promoviendo el desarrollo cerebral a través de la buena nutrición y la estimulación en los primeros años de vida para que los niños estén en condiciones de aprender cuando comiencen la escuela. Atraer a personas idóneas al ámbito de la enseñanza y mantenerlas motivadas adaptando la capacitación docente reforzada por mentores. Utilizar tecnologías que ayuden a los docentes a enseñar al nivel del estudiante, y fortalecer la capacidad de gestión y las facultades de los directores de escuela.

En tercer lugar, movilizar a todos aquellos que tienen incidencia en el aprendizaje.

 Utilizar la información y los indicadores para movilizar a la ciudadanía, aumentar la rendición de cuentas y generar la voluntad política para llevar a cabo una reforma educativa. Involucrar a las partes interesadas, incluida la comunidad empresarial, en todas etapas de la reforma, desde el diseño hasta la implementación.

“Los países en desarrollo están muy lejos de donde deberían estar en el área del aprendizaje. Muchos no invierten suficientes recursos y la mayoría debería invertir con mayor eficiencia. Pero no es solo una cuestión de dinero; los países también deben invertir en la capacidad de las personas y las instituciones que tienen a su cargo la educación de nuestros hijos”, declaró Jaime Saavedra, exministro de Educación de Perú y actual director superior de Educación del Banco Mundial. “La reforma educativa reviste carácter urgente y requiere la perseverancia y la alineación política del Gobierno, los medios de comunicación, los empresarios, los docentes, los padres y los estudiantes. Todos ellos deben valorar el aprendizaje y exigir su mejora”.

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Treinta y tres años de La Jornada enseñándonos a ser reflexivos y críticos de la situación nacional y del mundo.

Por: Pedro Echeverría V.
1. Sin el diario La Jornada que se fundó en 1984 y sin el semanario Proceso que surgió en 1976, los articulistas de la amplia izquierda estaríamos huérfanos de materiales de análisis; sobre todo aquellos que nos pasamos la mayor parte de los meses o semanas en algún estado de la República. Y no es que estemos poco informados por carecer de otros medios como la TV, radio y otros periódicos diarios; el problema es que todas las noticias llegan deformadas con interpretaciones de agencias de los EEUU, proempresariales y capitalistas. Obvio, ahora contamos con internet y las páginas de análisis de Rebelión, Aporrea, kaosenlared, latinpress.es, etcétera, pero La Jornada y Proceso, son publicaciones indispensables.2. Aunque he querido, no he hecho los esfuerzos necesarios para participar como articulista en esos medios que desde que nacieron nunca he dejado de leer; de Proceso poseo en mi rincón de libros las 2.071 revistas y de La Jornada decenas de folders con recortes así como otras decenas de folders con suplementos dominicales. Hoy después de leer, desde la cinco de la mañana, La Jornada en internet, recibo el diario La Jornada Maya que me llega desde su fundación a mi domicilio. Así que si de algo no puedo quejarme es de falta de información. Por ello si algo puedo desear es que publicaciones como La Jornada y Proceso –por sus análisis muy coincidentes con mi pensamiento- vivan muchísimos años con esa posición crítica.

3. En estos últimos meses (de junio a septiembre) escribí dos artículos apoyando la lucha de los trabajadores de SITRAJOR -por principios éticos e ideológicos- confrontándose con la empresa Demos-La Jornada. Me preocupaba que los trabajadores llegaran a la confrontación contra una empresa periodística que durante 33 años ha defendido las luchas nacionales e internacionales de los trabajadores. Pensé en los obreros rusos del Décimo Congreso y en la Rebelión de los marinos de Kronstand cuando ya el gobierno y el poder pertenecía a los bolcheviques de Lenin. Había que defender al Gobierno revolucionario, pero por encima de todo estaban los trabajadores que habían hecho la Revolución y exigían cumplimiento a sus dirigentes.

4. Según editorial de La Jornada, al parecer el conflicto con sus trabajadores ha terminado en las mejores condiciones, no se podría esperar otra cosa. Espero que no haya habido ningún despedido, ningún preso y no haya quedado algún castigo o acusación pendiente. Hoy se señala: “Es importante aclarar que si bien hay en curso, como consecuencia del conflicto sindical, denuncias por privación ilegal de la libertad, éstas no han sido interpuestas por la empresa Demos, sino a título personal por algunos de los trabajadores que se vieron afectados y agraviados por actitudes claramente lesivas para ellos durante el cierre injustificado e indebido de la sede del diario. ¿Es que las leyes burguesas del trabajo cuentan también en La Jornada?

5. En la izquierda siempre hay que ser muy claros, tratar de no esconder nada a pesar de la permanente asechanza de la clase dominante –de la burguesía- que busca agrandar cualquier error con el fin de engañar y embrutecer al pueblo. Aunque la sociedad en la que vivimos sea una mierda, esté totalmente embarrada, la izquierda debe demostrar que sus valores son distintos y muy superiores. Por ello sería muy importante que Sitrajor publicara en la misma La Jornada una declaración acerca de la situación que atraviesa. Nunca he estado en poder alguno porque lo aborrezco, pero muchas veces he pensado que es difícil gobernar cuando se es honesto. Quizá por ello siempre ocupan el poder los más funestos o corruptos.

6. Pero después de 33 años de vida de La Jornada en México casi nada tenemos los izquierdistas y centroizquierda que reclamarle. ¿Habrá acaso algún político, algún partido, algún gobierno, que pudiera decir lo mismo ante los análisis críticos del diario? México es privilegiado de tener una publicación de este nivel; que no se piense que también en otros países se cuenta con ese privilegio que obliga a la gente honesta e inteligente a pensar de otra manera. Antes de Proceso y La Jornada nuestros periódicos eran marginales de 1.000 o 2.000 ejemplares que vendíamos en centros de educación superior, en las manifestaciones o persiguiendo a obreros. Espero que jamás la burguesía gobernante logre meterlo al sistema de dominación capitalista.

Blog del autor:  http://pedroecheverriav.wordpress.com

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La Revolución de Octubre cien años después

Por: Samir Amin 

Introducción a La Revolución de Octubre cien años después

Las grandes revoluciones hacen la historia; las resistencias conservadoras y las contrarrevoluciones no hacen más que retrasar su curso. La revolución francesa inventó la política y la democracia modernas; la revolución rusa abrió el camino a la transición socialista; la revolución china asoció la emancipación de los pueblos oprimidos por el imperialismo a su implicación en la vía del socialismo.

Estas revoluciones son grandes, precisamente porque son portadoras de proyectos que están muy por delante de las exigencias inmediatas de su tiempo. Y es por ello que chocan, en su progresión, con las resistencias del presente que están en el origen de los retrocesos, de los termidor y de las restauraciones. Las ambiciones de las grandes revoluciones, expresadas en las fórmulas de la revolución francesa (liber tad, igualdad, fraternidad), de la revolución de Octubre (proletarios de todo el mundo, ¡uníos!), y del maoísmo (proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, ¡uníos!) no encuentran su traducción en la realidad inmediata. Pero siguen siendo los faros que iluminan los combates siempre inacabados de los pueblos por su realización. Es, pues, imposible comprender el mundo contemporáneo haciendo abstracción de las grandes revoluciones.

Conmemorar estas revoluciones equivale, por tanto, a tomar la medida de sus ambiciones (la utopía de hoy será la realidad de maña – na) y al mismo tiempo comprender los motivos de sus retrocesos provisionales. Los espíritus conservadores y reaccionarios se niegan a hacerlo. Quieren hacer creer que las grandes revoluciones no han sido más que accidentes desafortunados, que los pueblos que las han hecho, llevados por su entusiasmo engañoso, se han metido en un callejón sin salida y a contracorriente del curso normal de la historia. Estos pueblos han de ser castigados por los errores criminales de su pasado. Los espíritus conservadores no creen que sea posible ni desea – ble la emancipación de la humanidad y la abolición de las desigualda – des. La desigualdad de los individuos y de los pueblos, la ex plotación del trabajo y la alienación son para ellos exigencias eternas.

Ya con ocasión del bicentenario de la Revolución Francesa pudimos ver cómo el coro mediático que está al servicio de los poderes reaccionarios desplegaba todos los medios a su alcance para denigrar a dicha revolución. Financiada por las instituciones académicas (ellas mismas inspiradas por los servicios de la CIA de Estados Unidos), la campaña en la que destacó entre otros François Furet reveló los objetivos reales de la estrategia contrarrevolucionaria. Este año, el mismo coro mediático ha puesto en marcha todos los medios de que dispone para vilipendiar a la revolución de Octubre. Los herederos del comunismo de la Tercera Internacional han sido invitados a lamentar los errores de sus convicciones revolucionarias de antaño. En Europa serán muchos los que lo harán.

Las grandes revoluciones constituyen la excepción en la historia y no la regla general. Y la predisposición de los pueblos concernidos a la radicalización de su imaginario del porvenir exige a su vez el examen de su historia particular en la larga duración. Mathiez, Soboul, Michelet, Hobsbawm y otros lo han hecho en el caso de la Revolución Francesa, y Mao en el de la vía china. Mi libro Rusia en la larga duración (2016) propone una lectura análoga respecto a 1917. La medida del alcance universal de las grandes revoluciones no excluye el examen de las condiciones históricas concretas propias de los pueblos concernidos; al contrario, combina el análisis de las mismas.

El primer capítulo de este libro pone el acento en las consecuencias dramáticas del aislamiento de Octubre. El siguiente capítulo (“Revoluciones y contrarrevoluciones de 1917 a 2017”) propone una lectu ra de la formación de las sociedades del centro imperialista contemporáneo susceptible de explicar la adhesión de los pueblos concer – nidos a la ideología del orden conservador, el mayor obstáculo al despliegue del imaginario revolucionario creativo. El tercer capítulo invita a hacer una distinción entre la lectura de El Capital de Marx y la de las realidades históricas constituidas por las naciones del capitalismo moderno. La primera de dichas lecturas proporciona la clave que permite comprender el capitalismo y tomar la medida de la ruptura que representa por oposición a todas las sociedades anteriores. La segunda permite precisamente situar en la larga duración a estas formaciones diversas del mundo contemporáneo y medir de este modo sus capacidades desiguales para avanzar por la larga ruta del socialismo. El cuarto capítulo prolonga el análisis de Mao relativo a las perspectivas propias de las regiones periféricas del sistema mundial. Sugiere a tal efecto una estrategia de etapas que asocia la liberación nacional a los avances posibles en el ámbito de los proyectos nacionales soberanos y populares.

Propongo conmemorar de este modo la Revolución de Octubre del 17, situando el acontecimiento en un marco actual, que solo es el del triunfo de la contrarrevolución “liberal” en apariencia, dado que dicho sistema ha entrado ya en buena medida en la ruta de su descom – posición caótica, abriendo el camino a la cristalización posible de una nueva situación revolucionaria.

Fuente: http://tienda.elviejotopo.com/home/1405-la-revolucion-de-octubre-cien-anos-despues-9788416995271.html

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