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La educación no es una mera política partidaria

Argentina / 15 de octubre de 2017 / Autor: Nicolás Trotta / Fuente: Página 12

Le exigimos a la escuela que resuelva todos los problemas de nuestra sociedad mientras que no somos capaces de generar consensos para seguir mejorando nuestro sistema educativo. Esto no siempre fue así. En los años 2005 y 2006 se aprobaron dos leyes centrales para la educación argentina: la Ley de Financiamiento Educativo, dejando atrás décadas de paupérrima inversión, y la Ley de Educación Nacional, que permitió enterrar las reformas de la oleada neoliberal. Ambas conllevaron amplios debates parlamentarios que se tradujeron en calificadas mayorías al ser aprobadas. Trascendieron la fuerza política de un gobierno de turno, fueron una victoria de nuestras escuelas, de nuestros niños y niñas, fue una victoria del futuro sobre el pasado. Se logró romper la inercia de un sistema educativo agonizante, replicador de las inequidades sociales.

Le exigimos todo a la escuela, inclusive que resuelva mágicamente, en tiempo récord, lo que demanda generaciones. Llevamos menos de una década de inversión razonable, que hoy debe ser profundizada y pretendemos comparar nuestra realidad con la de países que transitaron décadas de buenas políticas educativas y que no sufrieron crisis sociales y económicas como las argentinas. La agenda educativa de hoy presenta nuevos desafíos, distintos a los que llevaron a sancionar las mencionadas leyes, permitiendo construir sobre lo construido. Marcando lo pendiente, aprendiendo de lo realizado y reafirmando la necesidad de que el gobierno federal gane protagonismo en defensa de una educación en todo el territorio nacional, en las metas pedagógicas y en los procesos de inversión.

La construcción de consensos de la Ley de Educación Nacional es un ejemplo de lo que nuestra escuela vuelve a requerir. Diálogo, discusiones, debates y grandes acuerdos entre todos los actores: pedagogos, universidades, docentes y sus sindicatos, estudiantes, cooperativas y Gobierno. Nadie sobra en la obligación constante de mejorar nuestro sistema educativo. No alcanza que la educación sea una política de gobierno, debe ser una política de Estado construida entre todos, con un Gobierno con capacidad de liderar y escuchar. El Ministerio de Educación no debe excluir, ni descalificar a ningún sector, mucho menos a los maestros, columna vertebral de nuestras escuelas. Siempre debemos tener presente que toda mejora en la educación ingresa al aula de la mano de las maestras y maestros. Fracasaremos si nuestra educación es sólo el reflejo de una política partidaria, excluyendo la mirada de los demás. La educación es demasiado importante para dejarla sólo en manos de un Ministro de Educación de turno.

Fuente del Artículo:

https://www.pagina12.com.ar/68507-la-educacion-no-es-una-mera-politica-partidaria

Fuente de la Imagen:

https://www.asivaespana.com/educacion/recortes-en-educacion-vamos-politicos-que-ya-casi-estais

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Colombia: Tercera Emisión de ‘El Abecedario, La Educación de la A a la Z’ – Radio Educativa (Inteligencia Emocional)

Colombia / 15 de octubre de 2017 / Autor: El abecedario La educación de la A a la Z / Fuente: Youtube

Publicado el 7 oct. 2017
En este programa abordamos el tema de la inteligencia emocional, presentamos la crónica de Jhony Sánchez rector de la IE San Rafael; en el Palabrero nos acompaña el profesor Jesús María Castaño y en la nota informativa se presentan datos sobre salud mental en los maestros.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=OqIk396E7E0
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Destino del país, educación y la cuarta revolución industrial (7)

Uruguay / 15 de octubre de 2017 / Autor: Renato Opertti / Fuente: El Observador

En los dos artículos anteriores se argumentaba en torno a la propuesta EDUY21, de una educación de 3 a 18 años, que se basa en una serie de principios orientados a incentivar, formar y aprender sin umbrales. Se entiende a la educación 3-18 como un itinerario personalizado de aprendizajes que el alumno o la alumna emprende con la orientación del docente, a lo largo y ancho del sistema educativo, con el objetivo de desarrollar, lograr y evidenciar conocimientos y competencias requeridas para encarar diversos órdenes de desafíos, vinculados en su conjunto a la vida individual y en sociedad, a la ciudadanía y al trabajo. Este conjunto de competencias y conocimientos deben ser respuestas dialogadas con instituciones y actores de dentro y fuera del sistema educativo, a la luz de recrear las bases de un desarrollo sostenible de país y encarando proactivamente los desafíos emergentes de la cuarta revolución industrial. Su fuente de legitimidad es ciudadana, societal, política y educativa.

Una educación 3-18 no puede solo entenderse como una forma de aceitar la coordinación o la articulación entre niveles educativos para buscar fortalecer la continuidad de los aprendizajes, pero que los mantiene funcionando en unidades institucionales separadas con sus propios libretos. Las discontinuidades entre los niveles, principalmente entre primaria y media, que en ocasiones asumen la forma de rupturas en qué y cómo se enseña y evalúa, intentan ser superadas por una visión de la educación que pone la mirada en cómo el alumno puede progresar fluidamente en sus aprendizajes con apoyo de un sistema educativo orientado a tal fin y sin que imponga fronteras / vallas institucionales.

Como se ha señalado, se trata en efecto de una nueva forma de organizar la educación que de los 3 a los 18 años, busca promover y asegurar una educación unitaria, potente, progresiva y diversa en el para qué, qué, cómo, cuándo y dónde del educar y aprender que sea transversal a los niveles, ciclos y ofertas educativas. Se integra por dos modalidades – una educación básica de 3 a 14 años, y una de jóvenes de 15 a 18 – que responde a un enfoque etario que apoya el desarrollo integral y balanceado de los alumnos, integrando aspectos emocionales, cognitivos y sociales en la organización y secuencia de los aprendizajes.

EDUY21 propone que la educación 3-18 se articule en torno a cuatro grandes bloques de competencias que son la base de la definición del perfil de egreso del estudiante. Dicho perfil da cuenta de los tipos de competencias que los estudiantes deben haber logrado desarrollar y evidenciar a la edad de 18 años. Las competencias son el cimiento de desempeños competentes a escalas diversas de la sociedad, que implican la capacidad de responder a múltiples desafíos. La competencia no es solo la intencionalidad o la elaboración de una respuesta frente a un desafío sino su concreción en un actuar competente específico (World Economic Forum, 2015; Gray, 2016; Yorston, 2016; Leishman, 2017; EDUY21, 2017).

El primer bloque de competencias se refiere a lo que se denominan alfabetizaciones fundamentales que responden a una visión dinámica y evolutiva de la sociedad. Estas tienen que ver con habilidades universales requeridas por los estudiantes para el desarrollo de las tareas de la vida diaria y que constituyen la base imprescindible de todo aprendizaje con independencia de los contextos y de las situaciones en que se encuentren los mismos, así como de sus capacidades. Comprende la alfabetización en lengua materna, segundas lenguas, steam (por sus siglas en inglés, Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática), pensamiento computacional/ lenguaje de programación y comunicación, cultural, educación para la ciudadanía y financiera. Un estado garante debe efectivamente velar por su desarrollo y concreción como un piso mínimo de equidad y de igualación de oportunidades.

El segundo bloque tiene que ver con las herramientas metodológicas que ayudan a los estudiantes a responder a diversos órdenes de desafíos. El estudiante no enfrenta en la vida desafíos “empaquetados” por las disciplinas sino situaciones en que debe identificar, integrar y movilizar diversidad de saberes disciplinares para pensar y actuar ante múltiples realidades. Comprende la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración, la comunicación y negociación con los otros, la formación de opinión y toma de decisiones, la flexibilidad cognitiva –repertorio de estrategias requeridas para abordar condiciones inesperadas y nuevas– y aprender a aprender. Todo este bloque da cuenta de la necesidad que las personas se apropien de estructuras de pensamiento y de instrumentos que les permitan buscar respuestas frente a desafíos, y que lo hagan en equipo.

El tercer bloque da cuenta de las cualidades de carácter de la persona que están relacionadas a cómo los estudiantes entienden y actúan en diferentes ambientes que cambian a ritmos exponenciales y de maneras muchas veces no previsibles. Esto es, asumir la disrupción – el proceso por el cual se invalidan nuestras formas tradicionales de tomar decisiones individuales y colectivas (Stiegler, 2016) – como un hecho permanente que marca nuestras vidas. Comprende las competencias vinculadas a la inteligencia emocional, a cuidarse a sí mismo, a administrar la vida diaria, a la curiosidad, a desempeñarse en sociedad con sentido de iniciativa y espíritu emprendedor, a adaptarse a los cambios, a ejercer el liderazgo y a una orientación de servicio. El bloque argumenta en torno a estilos de vida autónomos, solidarios, saludables y sostenibles, como una de las condiciones esenciales de la cualidad de carácter de una persona.

El cuarto bloque se refiere al compromiso global y local que permita al estudiante ser un ciudadano de la aldea global con sensibilidad y actuación local. Asumir la pertinencia, la incidencia y las implicancias de la ineludible interconexión y el carácter vinculante entre lo global y lo local. Por ejemplo, esto abarca la concientización y convergencia en valores y derechos humanos universales respetuosos de las diversidades de género, identidades y afiliaciones, poder apreciar las diferencias entre y al interior de las sociedades y estar preparado para interactuar con los diferentes. Asimismo, forjar la conciencia ambiental y/o compromiso en construir un futuro sostenible de su contexto local, de su país, de su región y de la humanidad. Ciudadanía implica proteger y protegernos con independencia de nuestra localización.

Los cuatro bloques de competencias son la brújula de la educación de 3 a 18 años. Las áreas de aprendizajes, asignaturas y temas – esto es, las herramientas para su concreción – cobran sentido y relevancia en un doble sentido: i) en la medida que contribuyen específicamente al desarrollo de las competencias; y ii) mantienen unicidad, progresividad y coherencia en qué enseñar, cómo hacerlo y evaluarlo a lo largo del itinerario personalizado que el alumno emprende por el sistema educativo. En definitiva, una educación 3-18 garantista del derecho de cada alumno de poder gozar de una educación pertinente a sus motivaciones y necesidades, y relevante al desarrollo de la sociedad.

Fuente del Artículo:

http://www.elobservador.com.uy/destino-del-pais-educacion-y-la-cuarta-revolucion-industrial-7-n1127900

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Revista: Textos. Didáctica de la Lengua y la Literatura – octubre 2017

España / 15 de octubre de 2017 / Autor: Lourdes Martí (Directora Editorial) / Fuente: Magazines World

Proyectos de trabajo en la clase de lengua y literatura
Aprendizaje basado en proyectos
Viñetas en el aula

Y ADEMÁS…
Dos actividades de reflexión sobre los prejuicios en las experiencias de lectura y las distorsiones de las versiones cinematográficas de Simbad el marino y un recurso para trabajar la fonética del español, con propuestas para indagar en el aula la diversidad dialectal

Link para la descarga:

https://vk.com/doc444493842_452106858?hash=18412575158df346c4&dl=GQ4TONRUGAZTG:1507485661:fbe8e07351446f33b5&api=1&no_preview=1

Fuente: 

http://mgzins.xyz/article/Textos-Didctica-de-la-Lengua-y-la-Literatura–octubre-2017-28689792/3282089/

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La educación en el barrio en el que no entran los taxis

San Cristóbal de los Ángeles es un barrio de Madrid en el que los taxis no entran, con mucho paro y dificultades, pero en el que las familias quieren la mejor educación posible y los docentes combaten el desaliento promoviendo cultura y aprendizaje.

Por Jesús Rogero

San Cristóbal de los Ángeles es un barrio al sur de la ciudad de Madrid en el que viven algo más de 15.000 personas y que tiene algunas peculiaridades. Por ejemplo, el 45% de sus vecinos no nació en España y hay mucha población de etnia gitana. Su tasa de desempleo dobla a la del total de la ciudad de Madrid. Los coches robados llegan con frecuencia a sus calles, donde se revenden o desguazan. Empresas como Seur o Telepizza no prestan servicio de entrega en esta zona, en la que los taxis se niegan a entrar. Los desahucios están a la orden del día y hay mafias que controlan el mercado de casas ocupadas, muy numerosas aquí.

Ahora bien, San Cristóbal es como los demás barrios al menos en una cosa: sus vecinos anhelan una vida mejor y quieren para sus hijos la mejor educación posible. ¿Y cómo es la educación aquí? Aquí van algunas pinceladas a modo de respuesta.

El colegio

En uno de los colegios públicos no bilingües (hay cuatro en el barrio, uno de ellos bilingüe, ninguno concertado) hay escolarizados unos 300 niños y niñas, solo 2 españoles no gitanos. Las bajas y altas durante el curso son constantes: de 25 alumnos que entraron en 3 años quedan 6 en 6º de primaria. Los dos grupos de infantil de 3 años tienen 27 alumnos, con una alta diversidad y situaciones familiares difíciles, en ocasiones extremas. Muchos de los que se incorporan desde 2º de primaria no saben leer ni escribir y todo lo que el centro ha conseguido para ellos desde la administración son 1,5 horas semanales de refuerzo de castellano durante dos meses. La convivencia entre el alumnado es buena, aunque en 5º y 6º comienzan los procesos de segregación, en especial de quienes pertenecen a la etnia gitana.

Una parte relevante del alumnado tiene hábitos negativos de descanso, higiene y alimentación. Es frecuente que algunos niños y niñas acudan sin desayunar y con pocas horas de sueño, y un alto porcentaje de familias tiene problemas económicos y/o relacionales. Muchos alumnos también experimentan alguna discapacidad, aunque apenas hay recursos para evaluar sus necesidades educativas y menos aún para ofrecerles apoyo. Los docentes encuentran grandes dificultades para trabajar cuestiones educativas básicas con la gran mayoría de las familias.

Las situaciones en las que los maestros y maestras se ven desbordados son habituales y no es raro que lloren tras las clases, pero se levantan y siguen adelante. Su compromiso se refleja en que el 80% de la plantilla es estable y que el último equipo directivo estuvo 8 años, pero claman por más recursos, sobre todo más docentes y ratios más reducidas.

El instituto

El único instituto del barrio tiene unos 500 alumnos y unos muros altos y alambrados. El número de grupos por curso habla por sí solo del nivel de abandono escolar: son cinco grupos en 1º de la ESO, cuatro en 2º, tres en 3º, dos en 4º, uno y medio en 1º de Bachillerato y uno en 2º. La población gitana es la primera en abandonar cuando la asistencia al instituto no sirve para que sus familias cobren la Renta Mínima de Inserción. Este año se gradúan en 4º de la ESO 47 alumnos/as de un total de 60, pero el abandono viene en los primeros cursos; en 1º repite aproximadamente 1 de cada 3 alumnos/as. El hecho de que no haya programas de educación compensatoria en el barrio hace que el problema se agudice.

El instituto se hizo bilingüe el curso 2016-2017 con el fin de atraer alumnado de barrios cercanos de clase media. El reclamo sirvió un año (vinieron 16 alumnos de fuera del barrio), pero para el presente curso no se ha matriculado ni un solo “foráneo”. El grupo bilingüe de 1º de la ESO se valora “muy positivamente”; los cuatro no bilingües, “mal”. Una de las profesoras reconoce que impartir asignaturas en inglés, como Educación Física, en los grupos no bilingües resulta “complicado”.

Entre el alumnado suele haber conflictos. A diario hay un coche de policía a la hora de salida, aunque los alumnos lo saben y, en ocasiones, quedan en otros lugares para pelearse. El instituto realiza más de 100 expulsiones al trimestre por agresiones a profesores (verbales o físicas), peleas entre alumnos y otro tipo de faltas. Algunas familias reaccionan violentamente cuando sus hijos/as son sancionados. El profesorado ve las medidas disciplinarias como uno de los pocos asideros para combatir la situación.

En este escenario y con estos mimbres, los docentes de este colegio y de este instituto siguen día a día combatiendo el desaliento, promoviendo el aprendizaje y la cultura, acompañando vidas al límite y cultivando la esperanza de un barrio desesperado. No muy lejos de allí, políticos que aseguran que la educación madrileña va de cine deciden gastar muchos millones de euros en impartir robótica en la enseñanza obligatoria, en un bachillerato “de excelencia”, en pruebas estandarizadas que aquí solo sirven para confirmar lo conocido o en financiar la educación privada a través de desgravaciones fiscales. Mientras, los niños y adolescentes de San Cristóbal siguen esperando políticas y recursos que garanticen su derecho a una educación de calidad. Quizá esta sea la clave para que, algún día, puedan llegar al barrio las pizzas y los taxis.

* Un afectuoso agradecimiento a la Asociación Educación Cultura y Solidaridad, y a los docentes de los centros educativos de San Cristóbal de Los Ángeles, por sus relatos y por su labor comprometida durante tantos años.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/13/la-educacion-en-el-barrio-en-el-que-no-entran-los-taxis/

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¿Adiós a la participación ciudadana?

Pluma Invitada

Pedro Flores-Crespo y Laura M. Ramírez Mejía*

En la avenida de Tlalpan, de la Ciudad de México, se lee una manta adosada a la fachada de una escuela pública que dice que los estudiantes no regresarán a clases hasta que haya un dictamen debidamente avalado por la autoridad. Se teme que después del sismo del 19S, la infraestructura escolar no ofrezca las condiciones de seguridad para que todas las niñas, niños y jóvenes regresen a clases. Esta manta está firmada por los padres de familia.

Parece que la energía social desplegada luego de la tragedia no fue debidamente entendida y mucho menos encauzada por las autoridades educativas del país. Por ejemplo, al dar a conocer los ocho pasos para el regreso a clases el 22 de septiembre pasado, la Secretaría de Educación Pública (SEP, Comunicado 270), omitió mencionar completamente a los Consejos Escolares de Participación Escolar (CEPS) y al Consejo Nacional de Participación Social en la Educación (Conapase).

Los CEPS, según la Ley General de Educación (LGE) están integrados por padres de familia y representantes de sus asociaciones, maestros y representantes de su organización sindical, directivos de la escuela, ex alumnos, “así como con los demás miembros de la comunidad interesados en el desarrollo de la propia escuela”. Sus funciones son múltiples: Opinar sobre los ajustes al calendario escolar, tomar nota de los resultados de las evaluaciones, propiciar la colaboración entre maestros y padres de familia para salvaguardar la integridad y educación plena de los educandos y algo muy relevante en el contexto del 19S: Llevar a cabo las “acciones de participación, coordinación y difusión necesarias para la protección civil y la emergencia escolar”.

Ninguno de los ocho pasos enlistados por el secretario Aurelio Nuño hacen alusión alguna a los CEPS cuando su función podría haber sido clave. Si para regresar a clases se debían revisar las instalaciones escolares por parte de los Directores Responsables de Obra (DRO), ¿no podría haberse incluido en tales diligencias a un miembro del CEPS para que diera legitimidad y confianza al resto de la comunidad educativa de que tales revisiones eran apropiadas? ¿No hubiéramos ganado todos si el dictamen oficial del DRO hubiera sido avalado por el presidente del consejo escolar? La SEP perdió una magnífica oportunidad de probar su Modelo Educativo para el siglo XXI – en la parte de gestión y autonomía escolar – en una situación real y tristemente trágica.

Es sintomático que la SEP no sepa interactuar con la ciudadanía contando con los mecanismos formales para ello. Cuando el maestro Nuño anunció que la reconstrucción de las escuelas se haría de manera transparente, omitió hacer suya la justificación del Comité de Contraloría Social de los CEPS, que establece que por medio de la vigilancia ciudadana “los beneficiarios” de ciertos programas – en este caso, rehabilitación de escuelas -, puedan verificar la adecuada aplicación de los diversos recursos públicos. ¿Será que sigue activándose en algunos funcionarios el chip de “máxima autoridad” y dueños exclusivos de las escuelas cuando podrían compartir responsabilidades en pos del bien público?

La omisión total de los CEPS – y del Conapase – en el proceso de reconstrucción y rehabilitación de escuelas contrasta con el discurso oficial de este consejo: “Ha sido durante la presente administración que el papel de la ciudadanía ha cobrado mayor importancia como factor para la equidad y pertinencia de la labor de las escuelas. La promulgación del programa sectorial de Educación, abrió las vías para la gestión escolar participativa. Así la toma de decisiones se comparte a la par de la responsabilidad, esto permite una mayor trasparencia en la rendición de cuentas.” (http://www.consejosescolares.sep.gob.mx/en/conapase/Que_Hacemos)

Y otra omisión grave. Mientras el Cuarto Informe de Gobierno reportaba que había más de 200 mil consejos escolares de participación social instalados, para este año, el Quinto Informe de Gobierno ya ni los menciona. ¿Será que no se desea perder el tramo de control sobre las escuelas? ¿Por ello cambiaron las reglas para elegir al presidente del Conapase y volverlo más oficialista? ¿Es la subestimación de la participación social una consecuencia tácita de querer recuperar la rectoría de la educación por parte del gobierno? Ésta es un buen punto para iniciar la reflexión sobre la “reforma de la reforma”, como diría Rodolfo Ramírez.

Las distintas administraciones encabezadas por el Partido Revolucionario Institucional raramente han simpatizado con la idea de compartir el poder para tratar de resolver los problemas que enfrentamos los ciudadanos. Ellos se erigen como el Jefe, el Padre que organiza – y mal – a lo infantes; pero no olvidemos la lección de las tragedias acarreadas por los sismos de la CDMX: el gobierno es fácilmente rebasado por los hechos y surge de manera espontánea una ciudadanía, que aunque desestructurada y efímera, ha demostrado que es capaz de cambiar el régimen político por la vía pacífica.

Y esto todavía no termina.  Si en 1985 la sociedad tuvo un papel fundamental en el momento mismo de la tragedia descubriendo una fuerza antes desconocida para sortear la emergencia, 32 años después la ciudadanía tiene una oportunidad para hacerse presente en la fase que viene de reconstrucción y en ese proceso la postura del gobierno será crucial:  aprenderá la lección y permitirá una mayor participación social o seguirá cerrando espacios, si es que aún pueden ser cerrados, cuando poco a poco la sociedad civil empieza a organizarse.

La etapa de la reconstrucción es un momento ideal para mantener la participación ciudadana, es cierto que la pasión de las primeras horas va mermando a medida que se regresa a la cotidianidad pero el espíritu de solidaridad y la conciencia de que en los momentos delicados es cuando más hay que defender los derechos de todas las personas parece estar vivo y puede capitalizarse para levantarse de nuevo.

No se trata de restarle la responsabilidad que tiene tanto el gobierno federal como a los poderes estatales, municipales y delegacionales (en el caso de la CDMX), se trata de aprovechar los espacios para observar procesos, exigir rendición de cuentas y monitorear los procesos de construcción segura.

¿Y qué pasa en el tema educativo?  Como mencionamos anteriormente, ante la contingencia no se tuvieron en cuenta los CEPS ni el Conapase, en la emergencia se perdió la oportunidad de usarlos como mecanismos participativos para garantizar la primera preocupación que era el regreso seguro de las niñas y los niños a las escuelas.  Sin embargo, es ahora cuando el papel de la participación social se puede desplegar para exigir que el regreso a las escuelas garantice el derecho de nuestros estudiantes a recibir la mejor educación ¿Cómo?

En primer lugar hay que entender que la escuela no es sólo un edificio sino que es una comunidad, si los edificios se cayeron o ya no son aptos para que regresen los estudiantes la comunidad debe exigir espacios temporales óptimos para que se reinicien las clases.

También es la comunidad la que será fundamental al momento de brindar apoyo socioemocional.  El equipo docente debe tener protocolos de acción para que los estudiantes puedan procesar los momentos difíciles que vivieron, pero será mucho mejor el impacto si toda la comunidad escolar centra la atención en que cada niña o niño tenga herramientas emocionales para hacer frente a la tragedia, supere la situación difícil y esté listo para seguir aprendiendo.

De la comunidad también depende escuchar a las niñas, los niños y los jóvenes sobre la escuela que quieren y necesitan.  Es muy triste que los edificios se hayan venido abajo pero puede ser una oportunidad para que la reconstrucción responda a una escuela diferente donde los estudiantes se involucran en la definición de los espacios que necesitan. Es su derecho participar. Hoy somos más conscientes de la necesidad de tener escuelas que respondan a los requerimientos de cada comunidad escolar.

En cuanto a la rendición de cuentas, es la comunidad escolar quien debe vigilar que los recursos materiales se destinen apropiadamente y con visión de equidad.  No es momento de conformarse con una escuela de segunda, el dinero debe llegar a todos los afectados y los recursos deben dirigirse eficientemente para que todas y todos puedan asistir a una escuela digna y segura y esto no será posible si sólo se hace una cuenta donde se divida el presupuesto de reconstrucción entre las escuelas afectadas.

Que el gobierno no parezca interesado en valorar el papel de la sociedad civil no implica un adiós a la participación ciudadana, minimizar los espacios ya existentes es un error pero desconocer el potencial de los ciudadanos en esta contingencia puede serlo aún más

Esperamos que la construcción de los edificios sea sólo la parte más externa de lo que México necesita:  la reconstrucción de su sociedad, con una ciudadanía fuerte, participativa y corresponsable. Las lecciones que nos dejaron los sismos fueron sólo el comienzo, que la fuerza no se agote y que nuestros gobiernos comprendan que el ciudadano es ya real; no imaginario.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/adios-a-la-participacion-ciudadana/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/08/Puebla2-768×576.j

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