Page 1997 of 2733
1 1.995 1.996 1.997 1.998 1.999 2.733

La Escuela Nacional de Preparatoria y las guerras de la cultura en el México del Siglo XIX

Roberto Rodríguez

En abril de 1910 Justo Sierra, entonces secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes y José Yves Limantour, secretario de Hacienda, intercambian correspondencia sobre un tema de gran trascendencia en la historia educativa del país: la creación de la Universidad Nacional, proyecto del que Sierra es el principal promotor y que aprecia como la culminación de su trabajo al frente de la política educativa del país, primero como subsecretario de Instrucción Pública (1901-1905) y posteriormente como titular del ramo educativo de 1905 a 1911. Interesa a Sierra la opinión de Limantour por dos razones: primera, porque lo aprecia como un interlocutor intelectual a la altura del proyecto, y segunda, de mayor importancia, porque el visto bueno del secretario de Hacienda es indispensable para liberar los recursos solicitados. Así se lo había hecho saber a Sierra el presidente de la República, y así procede.

El intercambio epistolar Sierra-Limantour a propósito de la Universidad Nacional (publicado en el tomo XVII de la Obras Completas de Justo Sierra, UNAM, 1992) presenta varios ángulos de discusión, aunque uno de los más relevantes e intensos es el correspondiente a la integración de la Escuela Nacional Preparatoria al elenco de instituciones académicas que, piensa Sierra, deben formar parte de la nómina constitutiva del nuevo organismo. La Universidad estaría integrada, en su refundación, por las escuelas nacionales de ingeniería, jurisprudencia, medicina, por la sección de arquitectura de la Escuela Nacional de Bellas, por la proyectada Escuela Nacional de Altos Estudios, y por la Nacional Preparatoria.

Limantour argumenta que no conviene al proyecto que la Preparatoria forme parte de la Universidad. Por dos razones. La primera es que “ninguna de las materias que en ella se enseñan, con la extensión y método que deben ser peculiares de dicha Escuela, pueden formar parte de los estudios propiamente universitarios.” La segunda apunta a un problema de gobernabilidad. Con el tiempo —hacer ver Limantour—, la “enseñanza preparatoria tendrá que darse no en uno sino en dos o más planteles, y entonces ¿formarán parte del Consejo Universitario los directores y profesores de las diversas Escuelas Preparatorias?

Replica Sierra, claro y directo: “no aceptaré, naturalmente, la observación que se refiere a la Preparatoria; en la comisión del Consejo de educación y en el Consejo mismo se discutió el asunto hasta la saciedad (…). Nuestra Universidad, mi querido amigo, no está obligada a seguir palmo a palmo las otras: nuestra tarea ha sido ecléctica y en ciertos puntos (…) enteramente original (…). Nuestra Preparatoria debe formar parte de nuestra Universidad porque es un instituto sui géneris; nadie lo sabe mejor que usted. Las disciplinas en que allí se educa el espíritu están coordinadas en una disciplina general que constituye el método científico, que es precisamente indispensable para fijar las ciencias concretas y especiales, que a su vez constituyen lo que nosotros llamamos escuelas profesionales, y porque ese método es indispensable instrumento para la investigación científica a la que está expresamente destinada la Escuela de Altos Estudios. Si pues, forma parte necesaria de nuestras escuelas universitarias; si aunque en ella no se hagan estudios superiores, estos estudios no podrían hacerse sin ellos; si la noción clara del método científico que en ella se adquiere es como el que más un estudio universitario, ¿por qué no iba a formar parte de la Universidad que es la principal interesada en vigilar y regir a lo que constituye su base? (…) porque una de dos o la Universidad gobierna a la Preparatoria directamente o el Ministerio; si lo segundo ya se figura usted la cantidad de enredos, líos y conflictos que se armaría”.

A la segunda objeción de Limantour, su preocupación por que el crecimiento de la preparatoria implique un problema para el gobierno universitario, Sierra simplemente replica: “si hubiese algún día (dentro de veinte años) necesidad de duplicar o triplicar la Preparatoria, no veo por qué perdería ésta la unidad de dirección, al contrario, sería necesario conservársela. Veinte medios habría para obviar estos inconvenientes ajenos, que se resuelvan en su día”.

Dos anotaciones pueden servir para contextualizar las preocupaciones de Limantour sobre la Nacional Preparatoria. Primera, que, desde la reestructura practicada por Gabino Barreda en 1867, ésta comprendía el ciclo completo de los estudios secundarios, no sólo el bachillerato propedéutico. Segunda, consecuencia de lo anterior, que a esas alturas la ENP era la escuela individual más grande del país. Para 1910 la matrícula preparatoriana —más de un millar de alumnos— representaba el doble de la población escolar del conjunto de las escuelas profesionales. Todo llevaba a pensar, como lo habría entendido Limantour, que la mayor presión de crecimiento para la estructura universitaria ocurriría justamente en esa zona. El proyecto de Sierra preveía que el Consejo Universitario incluyera a los directores de las escuelas reunidas en la universidad y a representantes de profesores y estudiantes. Por ello, la solución estaba a la vista: si se multiplicase el número de escuelas preparatorias adscritas a la Universidad, bastaría con mantener la unidad orgánica de esa institución: una sola Escuela Nacional Preparatoria con tantos planteles como fuera necesario.

Finalmente, en la tercera carta en esa correspondencia, fechada 28 de abril de 1910, el secretario de Hacienda se limita a deslindarse: “en el (punto) de la inclusión de la Preparatoria, me rindo, no por convencimiento de que es bueno lo que Uds. proponen, sino porque no veo inconveniente mayor en que se lleve a efecto.”

El debate sobre la conveniencia de la enseñanza preparatoria como parte integral de la Universidad Nacional ha retornado varias veces en la centenaria historia de la institución. Incluso en nuestros tiempos, pero la respuesta, desde la Universidad, ha sido invariablemente la misma: la Escuela Nacional Preparatoria, por razones históricas pero también académicas, es un componente orgánico de la institución universitaria. Más aun, la calidad de la formación profesional se deriva de la capacidad de la institución preparatoriana, hoy en conjunto con la institución hermana, el Colegio de Ciencias y Humanidades, para preparar y orientar a los futuros universitarios.

Del Colegio de San Ildefonso a la Escuela Nacional Preparatoria

La Escuela Nacional Preparatoria abrió sus puertas el 3 de febrero de 1868, en las instalaciones del antiguo Colegio de San Ildefonso. Su primer plan de estudios fue formado por don Gabino Barreda, célebre educador y político mexicano. El año anterior había recibido ese encargo del presidente Benito Juárez, recién instalado en la Ciudad de México y plenamente ocupado en la restauración republicana. Barreda se integró, por invitación del presidente, a la Comisión General de Estudios, establecida en septiembre de 1867, instancia en la que participaron, entre otros ilustres personajes, Antonio Martínez de Castro, recién designado Ministro de Justicia e Instrucción Pública, los hermanos Díaz Covarrubias, el doctor Leopoldo Río de la Loza, Alfonso Herrera y Antonino Tagle. Del trabajo de la Comisión habría de surgir, entre otros resultados, la Ley Orgánica de Instrucción Pública del Distrito Federal, publicada el 2 de diciembre de 1867. Se afirma que Juárez convocó a Barreda para formular el programa preparatoriano por la buena impresión que le causó su discurso en la conmemoración de las Fiestas Patrias (Guanajuato, septiembre de 1867). Las ideas de Barreda, plasmadas en su recordada “Oración cívica”, coincidían con el ideario de Juárez. Concluía Barreda su alocución afirmando la necesidad de que, en el mañana de la República:

“Una plena libertad de conciencia, una absoluta libertad de exposición y de discusión, dando espacio a todas las ideas y campo a todas las inspiraciones, deje esparcir la luz por todas partes y haga innecesaria e imposible toda conmoción que no sea puramente espiritual, toda revolución que no sea meramente intelectual. Que el orden material, conservado a todo trance por los gobernantes y respetado por los gobernados, sea el garante cierto y el modo seguro de caminar siempre por el sendero florido del progreso y de la civilización.” Texto completo

Contaba Barreda con una buena formación en ciencias y humanidades. Había cursado estudios en San Ildefonso, posteriormente en Jurisprudencia, aunque finalmente tomó el camino de la Medicina. Tras la guerra de 1847 emigró a Francia, en donde tuvo la oportunidad de asistir a las lecciones de sociología de Augusto Comte en la Sorbona.

A través del proyecto de Barreda se libraría en la Nacional Preparatoria la batalla decisiva del laicismo educativo proclamado por Juárez y por la generación de liberales republicanos.  En la discusión del proyecto educativo de la República Restaurada, iba quedaba claro que la sola prohibición de la enseñanza religiosa en el sistema público, resultaba insuficiente sin una alternativa educativa laica. Ese fue, precisamente, el principio que inspiró la tarea de Barreda (véase Clementina Díaz y de Ovando, La Escuela Nacional Preparatoria: los afanes y los días 1867-1910, UNAM, 1972, págs. 14-17).

A esas alturas, por cierto, el Colegio de San Ildefonso había dejado de pertenecer a la iglesia católica y funcionaba como una institución civil, con la denominación de Nacional Colegio de San Ildefonso. Fue fundado en 1588 por la Compañía de Jesús, en 1612 recibió el patronazgo de Felipe III, y en 1767, con la primera expulsión de los jesuitas, pasó a manos del clero secular. Al retorno de los jesuitas, en 1816, el Colegio les fue devuelto pero en 1821, en el marco de la consumación de la revolución de independencia, la institución retornó a la administración secular, y con ese carácter permanecería hasta 1852 en que su dirección fue encargada al civil Sebastián Lerdo de Tejada.

Guillermo Zermeño comenta que el fallido retorno de los jesuitas en el ocaso del virreinato cumplía la encomienda del papa Pío VII y el rey Fernando VII “para librar una nueva batalla intelectual, esta vez contra los filósofos ilustrados. Una lucha en contra de lo que en el campo de las ideas y de las creencias se calificaba en ese momento como materialismo, deísmo, irreligión, filosofismo, enciclopedismo. De hecho, algunos jesuitas al regresar advirtieron que si no hubieran sido expulsados anteriormente este movimiento intelectual no hubiera ganado tanto terreno en territorio novohispano.” (Guillermo Zermeño Padilla, “El retorno de los jesuitas en el siglo XIX. Algunas paradojas”, Historia Mexicana, vol. 64, núm. 4, 2015). Texto completo

Durante el imperio de Maximiliano (1863-1867) la institución asumió las características de colegio y liceo literario hasta su extinción por mandato de la Ley orgánica de instrucción pública del Distrito Federal. No obstante su conversión administrativa, el Colegio conservaba una orientación pedagógica de carácter eminentemente escolástico (véase Mónica Hidalgo-Pego, “La Reforma de 1843 y los reglamentos del Nacional Colegio de San Ildefonso”, Revista Iberoamericana de Educación Superior, vol. 4, núm., 2013). Texto completo

Poco después de fundada la Preparatoria, que permanecería bajo la dirección de Barreda hasta 1878, su creador envió una extensa carta a Mariano Riva Palacio, gobernador del Estado de México (octubre 10 de 1870) en la que explica con detalle la orientación educativa del proyecto. Barreda deslinda la pedagogía positivista, de carácter laico, del canon católico en los siguientes términos:

“El motivo por que los jesuitas no lograron, sino de una manera pasajera, el fin que se proponían fue que la educación que bajo sus auspicios se daba nunca fue y nunca pudo ser suficientemente enciclopédica. Esos directores de la juventud estudiosa siempre tuvieron necesidad de dejar fuera de su programa de estudios fundamentales, multitud de conocimientos de la más alta importancia práctica. Unos porque aún no habían desenvuelto lo bastante para que se hiciese sentir su importancia en su época, otros, porque se consideraban erróneamente como propios sólo para el ejercicio de ciertas profesiones, y casi todos porque las verdades que daban a conocer entraban en un conflicto, a veces latente y a veces manifiesto, con las doctrinas y con los dogmas que ellos se proponían conservar.”

A continuación describe la organización de la educación preparatoria de nuevo cuño:

“Como usted podrá notar a primera vista, los estudios preparatorios más importantes se han arreglado de manera que se comience por el de las matemáticas y se concluya por el de la lógica, interponiendo entre ambos el estudio de las ciencias naturales, poniendo en primer lugar la cosmografía y la física, luego la geografía y la química, y por último, la historia natural de los seres dotados de vida, es decir, la botánica y la zoología. En los intermedios de estos estudios (,,,) se han intercalado los estudios de los idiomas, en el orden que exigía la necesidad de que ellos se había de tener para los estudios antes mencionados, o los que más tarde debieran seguir. Así es que se ha comenzado por enseñar el francés, ya porque es este idioma están escritos multitud de libros propios para servir de obras de texto, ya porque de este modo podríamos aprovechar desde luego las nociones más o menos avanzadas de este idioma, que casi todos los alumnos traen actualmente de las escuelas primarias: después se ha continuado con el inglés, por razones análogas a las anteriores; y por último, con el alemán, en los casos que la ley lo exige. Respecto del latín, encontrará usted también una verdadera novedad, la cual consiste en que en vez de ser el estudio por el que deban comenzar los alumnos, éste se hace, por el contrario, en los dos últimos años de su carrera preparatoria (…) El estudio de la gramática española se ha transferido hasta el tercer año, en vez de dejarlo en el primero como parecería tal vez más natural, porque si se desea que este estudio tenga una utilidad real, es preciso salir de estas superficialísimas nociones, que antes de hoy habían constituido los cursos de gramática castellana de todos los colegios, y dar a los alumnos un conocimiento más profundo y razonado de su idioma, presentándoles a la vez ejemplos dignos de imitar (…) En cuanto a las raíces griegas, su estudio se ha colocado en el año en que, por haber menos recargo de materias, se creyó más oportuno.” Texto completo

Positivistas contra Krausistas, liberales puros contra moderados

Apenas retirado Barreda de la dirección de la ENP, una polémica intelectual enfrascó el debate preparatoriano, en particular entre las fracciones de liberales que se daban cita en las aulas de la preparatoria y polemizaban a través de sus cátedras. A raíz de la decisión de Ignacio Mariscal, secretario de Instrucción Pública, de implantar, a partir del 1880, como libro de texto Lógica: La ciencia del conocimiento de G. Tiberghien, traducido por José María del Castillo Velasco, de orientación krausista (sobre el krausismo en México véase Atolín C. Sánchez Cuervo, Krausismo en México, UNAM, 2004), en reemplazo de los textos de lógica de John Stuart Mill y Alexander Bain, de orientación positivista. Los positivistas seguidores de la doctrina Barreda criticaban acremente el enfoque metafísico del nuevo texto de lógica y señalaban que el mismo desvirtuaba el núcleo mismo de la propuesta educativa preparatoriana. Pero algunos intelectuales, recién convertidos al krausismo (véase hy críticos de la dogmática de Comte, defendían el cambio de orientación intelectual que implicaba la renovación filosófica impulsada por Mariscal. Según sistematiza Hale, en la polémica tomaron partido, a favor del canon de Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Telésforo García, Francisco Cosmes y Jorge Hammeken. Apoyaban el cambio de enfoque, desde sus trincheras periodísticas, Hilario Gabilondo, Ignacio Manuel Altamirano y José María Vigil (véase Charles A. Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, 2002). Según Valencia Flores, también intervinieron en la discusión “más de un centenar de intelectuales y académicos: dentro del ámbito interno de la ENP participaron Rafael Ángel de la Peña, Isidro Chavero, Eduardo Garay, José María Bustamante, Manuel Tinoco, Francisco Bulnes, Manuel Fernández Leal y Francisco Covarrubias.” (Abraham O. Valencia Flores, “Debate en torno a la enseñanza de la lógica  en 1880: una experiencia histórica”, Innovación Educativa, vol. 13, núm. 63, 2013). Texto completo. La solución a la polémica radicó en la autorización a la recomendación de Vigil, entonces titular de la cátedra de lógica, de adoptar como libro de texto, a partir de 1882, el Tratado elemental de filosofía, de Paul Janet.

Un segundo frente de debate se abriría al darse a conocer, en 1881, la iniciativa del ministro Ezequiel Montes en el sentido de retornar al sistema de bachilleratos por carreras, en lugar del plan homogéneo defendido por Barreda e instaurado en la Nacional Preparatoria. En defensa del sistema ENP y contra la iniciativa Montes, Justo Sierra jugó un papel importante y al cabo definitivo al convencer a los legisladores de desestimar el proyecto ministerial (Sobre la polémica Sierra-Montes se sugiere la obra de Claude Dumas, Justo Sierra y el México de su tiempo 1848-1912, UNAM, 1992, págs. 190-197).

Según varios historiadores de las ideas, entre ellos Leopoldo Zea en El positivismo en México. Nacimiento, apogeo y decadencia, o el ya citado Charles Hale, la polémica entre espiritualistas krausianos y positivistas ortodoxos anticipaba un debate político de mayor envergadura, el que comenzaba a desarrollarse entre los intelectuales representativos del liberalismo radical, con Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano a la cabeza, y los liberales moderados, que con Justo Sierra al frente iniciaban el camino de respaldo a la presidencia de Porfirio Díaz.

La batalla final del modelo de Barreda sería librada por una nueva generación, la del Ateneo de la Juventud (Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Isidro Fabela; Julio Torri; Diego Rivera, Martín Luis Guzmán, entre otros) que inició sus actividades, en el marco preparatoriano, en los primeros años del siglo XX. Serían los ateneístas quienes impulsaron, de manera definitiva, la restauración de las humanidades en las enseñanzas preparatorianas… y Justo Sierra, atento al cambio de época, su principal protector intelectual.

Hoy, a 150 años de la creación de la Escuela Nacional Preparatoria, interpretar los primeros desarrollos de la institución como escenario de las “guerras de la cultura” fundamentales en la definición ideológica del México moderno, resulta un elemento clave para ponderar su importancia en la configuración del proyecto educativo y político de la Nación.

Fuente del Artículo:

La Escuela Nacional de Preparatoria y las guerras de la cultura en el México del Siglo XIX

Comparte este contenido:

Urgente rehabilitar escuelas

Aurora Lacueva

El propio ministro de Educación, Elías Jaua, se lo exigió públicamente hace dos semanas al ente encargado, la Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas (Fede): hay que agilizar el seguimiento a las infraestructuras de escuelas y liceos. Por de pronto, Fede -con un nuevo presidente desde febrero- anuncia que está desarrollando un plan de inspecciones en todo el país hacia una ofensiva que permita mejorar la atención.

Deberíamos estar pendientes de que cumplan, porque ¡cuánto daño hacen a la formación de los niños y las niñas las escuelas en mal estado! A veces funcionan, pero en precarias condiciones: con aulas estrechas y húmedas, áreas clausuradas, sin patio para la recreación… Otras veces pierden valiosos días de clases de modo recurrente mientras se parapetean sus fallas graves aquí y allá. Y en ocasiones hay que desalojarlas, y las y los estudiantes se quedan sin clases durante meses o son mudados a galpones u otros locales inapropiados. También ocurre que deban compartir espacios con otro plantel: fue un caso de este tipo el que provocó el reclamo del ministro. En su programa radial, un vecino de la parroquia La Pastora, en Caracas, le informó de una escuela donde se desalojó a las niñas y los niños hace cinco años y todavía están esperando por el nuevo local. Mientras, comparten aulas de un liceo.

Pareciera que se abren perspectivas: Fede informa que este año recibió un incremento de su presupuesto de mil ochocientos por ciento. Y que busca acuerdos con empresas para atender sus metas; así, Maderas del Orinoco les va a elaborar 600.000 mesas-sillas. Además, en su página web resalta que, como lo establece el proceso de transformación curricular del ministerio, también las estructuras físicas son parte del currículo y deben diseñarse en consecuencia. Reconocer esto es clave: hay que lograr edificaciones, si bien austeras, que propicien una educación liberadora, ecológica y multicultural.

Paralelamente, el Presidente anunció en noviembre que la Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor también rehabilitaría escuelas y liceos. Esta participación, bien coordinada, puede aportar mucho, dada la experiencia y los recursos con que cuenta la misión. Señalan intervención en 37 escuelas, lo cual no es mucho. Ojalá la iniciativa crezca.
lacuevat@hotmail.com

Fuente del Artículo:

http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/opinion-urgente-rehabilitar-escuelas-aurora-lacueva/

Comparte este contenido:

Nacionalismo y educación: Japón mira al pasado

Por Carlos Ornelas*

Hay motivos de alarma entre los educadores liberales de Japón. El resurgimiento del nacionalismo japonés, que se observa desde la década pasada, toma un aire inusitado. En su edición del 11 de abril, The Japan Times informa que el 31 de marzo el gabinete del primer ministro, Shinzo Abe, aprobó una moción que declara que el rescripto (o bula) imperial puede usarse como materia de enseñanza en las escuelas.

Esta bula contiene ciertos valores éticos que quizá sean de validez universal, como piedad filial, solidaridad entre hermanos y amistades, lealtad y diligencia en el trabajo y los estudios. El Times cita al famoso historiador Teruhisa Horio, profesor emérito de estudios de educación en la Universidad de Tokio. Él señala que el emperador Meiji emitió ese edicto en 1890, cuando Japón deseaba alcanzar al Occidente. Buscaba una columna vertebral que pudiera servir como equivalente japonés de la enseñanza moral bajo el cristianismo en Occidente.

Pero también constituyó lo que el profesor Horio denomina el “eje de la educación moral de Japón en tiempos de guerra llamada shushin (entrenamiento moral), un tema ahora obsoleto que infundió en los alumnos de la escuela primaria un sentido de nacionalismo”. De nuevo, siguiendo al autor de Educational Thought and Ideology in Modern Japan (Pensamiento e ideología educativos en el Japón moderno): “Los directores de las escuelas reunían periódicamente a los estudiantes en una asamblea y leían el rescripto”.

Los debates continúan. Mientras los miembros del gabinete defienden la reinserción de la bula imperial, intelectuales y periodistas critican el hecho. Lo ven como un paso hacia el regreso del nacionalismo (e ideología de guerra) japonés.

Cierto, dicen los críticos, en las traducciones actuales se trata de “suavizar” el contenido y ponerlo en tonos positivos. El texto, por ejemplo, exhorta a los ciudadanos a “dedicarse a la paz y seguridad de su nación”. Mientras que el original que consagró Meiji Tennō en 1890 lo expresó de manera más franca: “Ofrecerse valientemente al Estado”, en caso de una emergencia.

En 1948, la Dieta de posguerra, por unanimidad, declaró nulo el rescripto; alegó que su doctrina “socava claramente los derechos humanos básicos y pone en tela de juicio la fidelidad internacional de Japón”.

Sin embargo, los aires cambian, el Partido Liberal Japonés, el dominante desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se torna cada vez más a la derecha. La tensión que genera Corea del Norte y las diatribas con China, crean un ambiente popular proclive al patriotismo. Asunto que aprovechan quienes se consideran los sucesores de los ultranacionalistas que llevaron a Japón a invadir porciones de Asia y a la Guerra del Pacífico.

Si bien desde el comienzo del gobierno del primer ministro Abe se criticaba a la reforma educativa liberal, la Yutori Kyôiku que, entre otras cosas, eliminó el castigo corporal, disminuyó el currículo y las clases de los sábados, hoy sufre un ataque frontal de todas las fuerzas nacionalistas.

Más alarmante aún. En su edición del 15 de abril, The Japan Times reportó que el gobierno japonés decidió tolerar el uso de la autobiografía de Adolf Hitler Mein Kampf (Mi lucha) como material didáctico en las escuelas.

Esto es motivo de preocupación no sólo para los educadores progresistas y liberales del Japón. También enerva a quienes nos comprometemos con un proyecto de educación democrática y para la democracia, aquí y en el mundo.

No es que quiera ser apologista, pero puesto frente a las tendencias de derecha (camufladas de educación moral) en Japón y otras partes del mundo, el Modelo educativo para la educación obligatoria que recién presentó el gobierno de México parece un respiro de aire fresco.

                *Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana

Comparte este contenido:

La patología del odio

Adela Cortina

Las fobias sociales son enfermedades que se deben superar. Convertir en creencia la idea de la igual dignidad es el modo ético de superar los conflictos entre el discurso de la intolerancia y el respeto a la libertad de expresión.

Hacia 1944 vio la luz el libro autobiográfico de Stefan Zweig El mundo de ayer. Memorias de un europeo.En él recordaba el comienzo del siglo XX desde el peculiar observatorio en el que había vivido como austríaco, judío, escritor, humanista y pacifista. Y consideraba un deber moral contar ese relato para aviso de navegantes, porque nada podía llevar a pensar en los umbrales del nuevo siglo que ya en su primera mitad se iban a producir dos guerras salvajes en suelo europeo. Los jóvenes educados en la Austria imperial, en un ambiente seguro y estable, creían periclitado cualquier episodio de barbarie y no veían en el futuro sino signos de progreso. No podían sospechar que ya se estaba incubando el huevo de la serpiente.

Ese relato resulta familiar a quienes hemos vivido la experiencia de la transición española a la democracia. En los años setenta del siglo pasado creíamos haber ingresado en la senda del progreso social y político, quedaban atrás los conflictos bélicos, propiciados por ideologías enfrentadas, por la desigualdad en oportunidades y riqueza, y se abría un camino de cambios a mejor. Hoy, sin embargo, es urgente aprender de europeos como Zweig para tomar conciencia de que las semillas del retroceso pueden estar puestas y es necesario frenar su crecimiento destructivo. Como bien dice Federico Mayor Zaragoza, la Unión Europea debería ser el catalizador de la unión mundial. Una de esas semillas destructivas, como en el tiempo de Hitler y Stalin, es el triunfo de los discursos del odio.

Se entiende por discurso del odio cualquier forma de expresión cuya finalidad consiste en propagar, incitar, promover o justificar el odio, el desprecio o la aversión hacia determinados grupos sociales, desde una posición de intolerancia. Quien recurre a ese tipo de discursos pretende estigmatizar a determinados grupos y abrir la veda para que puedan ser tratados con hostilidad, disuelve a las personas en el colectivo al que se agrede y lanza contra el conjunto su mensaje destructivo.

Hay que tomar conciencia de que las semillas del retroceso pueden estar puestas

Tal vez el rótulo “odio” no sea el más adecuado para referirse a las emociones que se expresan en esos discursos, como la aversión, el desprecio y el rechazo, pero se trata en cualquier caso de ese amplio mundo de las fobias sociales, que son en buena medida patologías sociales que se deben superar. Se incluyen entre ellas el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la misoginia, la homofobia, la aversión a los miembros de determinadas confesiones religiosas, o la forma más común de todas, la aporofobia, el rechazo al pobre. Y es que las emociones, a las que tan poca atención se ha prestado en la vida pública, sin embargo la impregnan y son especialmente manipulables por los secuaces del flautista de Hamelín. Así fue en la primera mitad del pasado siglo y está siéndolo ahora cuando los discursos fóbicos proliferan en la vida compartida.

Desde un punto de vista jurídico, el principal problema estriba en el conflicto entre la libertad de expresión, que es un bien preciado en cualquier sociedad abierta, y la defensa de los derechos de los colectivos, objeto del odio, tanto a su supervivencia como al respeto de su identidad, a su autoestima. El problema es sumamente grave, porque ninguno de los dos lados puede quedar eliminado.

n principio, por decirlo con Amartya Sen, la libertad es el único camino hacia la libertad y extirparla es el sueño de todos los totalitarismos, lleven el ropaje del populismo o cualquier otro. La experiencia de países como China, Corea del Norte o Venezuela no puede ser más negativa.

Se trata de defender los derechos de quienes son socialmente más vulnerables

Pero igualmente el derecho al reconocimiento de la propia dignidad es un bien innegociable en cualquier sociedad que sea lo bastante inteligente como para percatarse de que el núcleo de la vida social no lo forman individuos aislados, sino personas en relación, en vínculo de reconocimiento mutuo. Personas que cobran su autoestima desde el respeto que los demás les demuestran. Y, desde esta perspectiva, los discursos intolerantes que proliferan en países de Europa y en Estados Unidos están causando un daño irreparable. Por sus consecuencias, porque incitan al maltrato de los colectivos despreciados, y por sí mismos, porque abren un abismo entre el “nosotros” de los que están convencidos equivocadamente de su estúpida superioridad, y el “ellos” de aquellos a los que, con la misma estupidez, consideran inferiores.

Naturalmente, el derecho está abordando desde hace tiempo estas cuestiones, preguntándose por los criterios para distinguir entre el discurso procaz y molesto, pero protegido por la libertad de expresión, y los discursos que atentan contra bienes constitucionales. Como se pregunta también por las políticas de reconocimiento desde el marco de las instituciones.

Sin embargo, el derecho, con ser imprescindible, no basta. Porque el conflicto entre libertad de expresión y discurso del odio no se supera solo intentando averiguar hasta dónde es posible dañar a otros sin incurrir en delito, hasta dónde es posible humillar su imagen sin llegar a merecer sanciones penales o administrativas. En realidad, las libertades personales, también la libertad de expresión, se construyen dialógicamente, el reconocimiento recíproco de la igual dignidad es el auténtico cemento de una sociedad democrática. Tomando de Ortega la distinción entre ideas y creencias, que consiste en reconocer que las ideas las tenemos, y en las creencias somos y estamos, podríamos decir que convertir en creencia la idea de la igual dignidad es el modo ético de superar los conflictos entre los discursos del odio y la libertad de expresión, porque quien respeta activamente la dignidad de la otra persona difícilmente se permitirá dañarla.

En su libro El discurso del odio se preguntaba Glucksmann si el odio merece odio y respondía que para combatirlo basta con sonreír ante su ridículo. Sin embargo, y regresando al comienzo de este artículo, no creo que haya que sonreír ante el odio, ni siquiera con desprecio. Porque es destructor y corrosivo, quiebra el vínculo humano y provoca un retroceso de siglos.

Cultivar un êthos democrático es el modo de superar los conflictos entre la libertad de expresión y los derechos de los más vulnerables. Porque de eso se trata en cada caso: de defender los derechos de quienes son socialmente más vulnerables y por eso se encuentran a merced de los socialmente más poderosos.

Fuente del Artículo:

http://elpais.com/elpais/2017/03/16/opinion/1489679112_916493.html

Comparte este contenido:

La reforma educativa a ras del suelo

Anel Guadalupe Montero Díaz

@AGpeMD

Afirmar que la problemática educativa es compleja pareciera más un lugar común, que el planteamiento de un esfuerzo serio para comenzar a construir soluciones a partir de la autocrítica de todos los actores que conforman el campo educativo, incluyendo a los maestros, quienes deben asumir con profesionalismo la parte de responsabilidad que les atañe en la debacle educativa.

Por eso, parte del embrollo es que mientras al gremio magisterial se le ha exigido utilizar el espejo , el discurso oficial ha abusado de los reflectores, etiquetando las voces críticas de la reforma educativa como “disidentes” sin ponderar las legítimas observaciones de los profesores que verdaderamente desean cumplir con su responsabilidad al servicio de los niños y los jóvenes de este país.

La reforma política en materia educativa, vendida a la opinión pública como “la más importante del sexenio”, garantiza que el ingreso, la permanencia y la promoción al servicio profesional docente sea a través de la evaluación.

Como prometer no empobrece, también se establece ahí que los docentes mejor evaluados, serán sujetos a reconocimiento oficial, mejor salario, mejores prestaciones, mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. Suena bien. Es lo justo, pero ¿es así? La respuesta es no. Lo invito a seguir leyendo, estimado lector.

En 2006, algunos analistas afirmaron que la ex lideresa Elba Esther Gordillo fue el factor clave del triunfo de Felipe Calderón. Esgrimieron como pruebas irrefutables las posiciones de poder que el entonces presidente otorgó al SNTE: La Lotería Nacional, el ISSSTE y la subsecretaría de educación básica para el yerno de la consentida del sexenio.

Desde entonces, la opinión pública considera que el ruido (CNTE) y el silencio (SNTE) de los maestros mexicanos, está al servicio del mejor postor. Por eso no es de extrañar que la profesión docente se encuentre tan desvalorizada y gran parte del gremio magisterial, tan indignado.

Sin embargo, también es un hecho innegable que tal despliegue de poder político en el calderonato, contribuyó a que algunos maestros se vieran a sí mismos como promotores del voto, operadores gremiales o cualquier otra penosa función, excepto como profesionales de la educación al servicio de los niños y jóvenes de nuestro país.

Y como el espejo no miente, también es justo reconocer algunas aportaciones de la reforma política en materia educativa que son dignas de mencionar: Sacó al gremio magisterial de su zona de confort y logró frenar de alguna manera la inercia laboral en los salones de clase al obligar a todos los docentes, directivos y supervisores escolares a evaluarse. Hoy, lo único seguro es que todos nos vamos a morir y que a todos los profes los van a evaluar.

Sin embargo, a los denominados docentes, directivos o supervisores idóneos, a los que creyeron pie juntillas las supuestas bondades de la ley, a los primeros en reconocer la evaluación como una forma legítima de aspirar al cargo y quienes –paradójicamente- son los principales encargados de echar a andar la reforma en las escuelas, la reforma los ha dejado solos. Y eso no se vale.

Para muestra, un botón.

En las comunidades más pobres, el docente aparte de tener a su cargo más de un grupo (multigrado) o todos (unitario) también funge como director comisionado, lo que implica que aparte de la responsabilidad académica y administrativa, también debe apoyar a la comunidad realizando gestiones que serían muy difíciles de llevar a cabo sin su ayuda.

Esta gran labor, la realizan –en su mayoría- docentes de nuevo ingreso que se sienten solos, abrumados por la carga de trabajo y la responsabilidad, inexpertos en el trabajo frente a grupo, en las cuestiones administrativas y en el trato con padres de familia.  Es aquí donde el trabajo del supervisor escolar es indispensable, pero esto implica que el funcionario se asuma como líder académico antes que operador político. Casi nada.

Es tarea del supervisor escolar –y parte de sus funciones-, convertirse en coach de las nuevas generaciones de maestros que ingresan al servicio profesional docente a través del examen de oposición y enseñarlos a amar la parte sagrada del oficio de enseñar: donde la mayoría ve “más trabajo”, el supervisor-tutor les muestra a los nuevos docentes una gran oportunidad de aprender y servir al tiempo que construyen relaciones de respeto y confianza entre ellos y las comunidades que atienden. En mi experiencia, es la forma más efectiva de revalorizar la imagen del Maestro (con mayúscula) ante la sociedad: Trabajo mata grilla, en donde sea.

México ya tiene docentes evaluados para ingreso, permanencia y promoción. No todos, pero la gran mayoría seguirá con estos procesos conforme a la ley, aquí la pregunta es ¿para qué? Si los idóneos no tienen seguimiento, sus voces no son escuchadas y por ende, los objetivos a lograr en las escuelas corren el riesgo de no concretarse.

A maestros que cumplen con la ley se les vendió el espejo, pero se les robó el reflector. Una mancha más al tigre oficial.

Y es que a ras del suelo, la reforma política en materia educativa queda a deber sobre todo a los supervisores idóneos: La promoción conlleva afectaciones de índole económica, amén de la carga de trabajo y el hecho de haber aceptado desempeñar la función en la zona donde hagan falta sus servicios.

¿Dónde queda, pues, el reconocimiento a los mejores maestros de México que tanto pregona el discurso oficial?

En el fondo, la reforma es injusta, porque si la promoción implica una carga tremenda de trabajo, alejarse del hogar a zonas de alta marginación e inseguridad sin la remuneración que la misma ley avala, eso significa que el reconocimiento se reduce a un nombramiento, a un documento que legitima la burla de políticos, funcionarios públicos y gobernadores que dilapidan miles de millones de pesos a costa del verdadero trabajo a favor de la educación de los niños y jóvenes de este país.

Hoy en día, un supervisor idóneo –figura clave para la implementación de eso que llaman reforma educativa-, tiene que hacer malabares para sobrevivir al tiempo que cumple con su función.

Si las autoridades competentes y la sociedad en general pasan por alto esta situación, entonces el discurso de los grupos de disidentes magisteriales se legitimará de una vez por todas: La agenda pública en materia educativa, tiene muchas prioridades, pero ninguna tiene que ver con la calidad de la educación en México.

¿Usted qué opina, estimado lector?

Fuente del Artículo:

http://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/04/13/la-reforma-educativa-a-ras-del-suelo

Comparte este contenido:

Teaching the History of White Nationalism in the United States

By Paul Horton.

During the last year the Southern Poverty Law Center has reported an increase in hate crimes and hate groups. As political discourse in the United States in the late twentieth and early twenty-first centuries has become increasingly focused on identity politics, ethnic, cultural, and racial nationalisms have struggled to acquire opportunity and recognition within broader American publics. Reacting to this historical push from marginalized identity groups, an aggressive white nationalism has recently pushed back and reclaimed political power.

Although white nationalism has always been a dominant, if not the dominant ideology in American history, white nationalists in the twenty-first century often embrace policies of voter restrictions, immigration restriction, segregation, flight from public schools, and the defunding of any public programs at any level that are perceived to transfer public funds to minority groups.

Moreover, the current resurgence of white nationalism seems to be fueled by the prospect of a minority majority in the near future. Demographers have established that people of color will outnumber white Americans in about thirty years.

Another key element of the current white nationalism is a resurgence of the 1968 “Southern Strategy” of the “war on crime.” Minority and dissident behavior that actively and publically stand in opposition to white nationalism is increasingly viewed as criminal. More alarmingly, news reporting that directly challenges the hegemony of white nationalism is challenged as “fake news” and racism. Increasingly, attacks on vulnerable minority populations are not denounced, as a climate of fear and intimidation is encouraged by the inaction of many national leaders. The current chief political advisor to the President of the United States is strongly identified with white nationalism.

An essential task for educators today is to create a space within public schools and classrooms to connect current expressions of white nationalism with historical expressions of white nationalism within American history. A key contention of today’s white nationalists is that racism is something in the past; that racism against oppressed minorities is over and done with and that a level playing field of opportunity exists within the United States for all groups.

It is telling, moreover, that when the NEH National History Standards (1994) included a treatment of the Reconstruction Period Ku Klux Klan and stressed the repression of cultural minorities to counter the then dominant treatment of political and military history in textbooks, conservatives did everything they could to resist the broad adaption of the standards.

While many districts and private academies, especially within states and areas that are majority white, have severely restricted what can be taught in United States History courses, teachers have led the push back by creating units on historical and institutional racism.

When a well funded suburban school with a reputation for curricular experimentation like New Trier High School in Winnetka, Illinois, proposed a Civil Rights Day to discuss current and historical issues was planned, conservatives within the community objected. Some of them had connections with the local school board. As a result, the proposed Civil Rights Day became a subject of great controversy.

If such controversy is created in Winnetka, a north shore Chicago community with a reputation for teaching tolerance, it can happen anywhere.

Teachers, parents, administrators and students must lead an assertive push back against those who push an aggressive white nationalism — but will not tolerate being identified as racists. Unless we create broader and broader public spaces to connect the current American white nationalism with the dominant historical and institutional white nationalisms that have existed from the founding of the American Republic, we will lose, in effect, the “rights of Englishmen” that American patriots fought for and the civil rights that the Civil War and the 20th century rights revolutions created.

Source:

http://www.livingindialogue.com/construction-white-nationalism-united-states/

Comparte este contenido:

Cambiar las metodologías para mejorar los resultados: aprendizaje cooperativo y apertura del centro

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

La colaboración del alumnado entre sí, de las familias, de personas voluntarias o asociaciones, se han convertido en marca de la casa de centros como el CEIP Manuel Núñez de Arenas.

Manuel Núñez de Arenas es hoy seguramente un personaje desconocido. Hace 100 años fue uno de los padres de la Escuela Nueva, también, un socialista convencido y miembro del Partido Comunista. Además, fue docente de francés en España y de español en Francia. Exiliado al país vecino durante la dictadura de Primo de Rivera y tras la caída de la República.

Hoy es el nombre que llevan dos colegios. Nos hemos acercado al que está en Madrid, en el barrio de El Pozo, y que el año pasado cumplió 50 años.

En la puerta nos reciben unas docentes, nos indican la puerta de conserjería, en donde esperamos a que nos atienda Marta González de Eiris, la directora. Vamos con un grupo de madres que quieren visitar el colegio para tomar la decisión sobre si matricular a sus criaturas de 3 años para el próximo curso.

Hay decoración y plantas por todas partes. En el exterior, columnas de colores, también algunos ladrillos pintados de dos de los edificios principales del colegio.

El Núñez de Arenas lleva seis años inmerso en una espiral de renovación que les ha llevado de tener problemas con los resultados académicos de su alumnado a convertirse en uno de esos centros de referencia en el sur de Madrid.

Desde hace unos tres años, nuevas familias empiezan a interesarse por un colegio que no usa libros de texto, que trabaja por proyectos, con grupos interactivos y con la ayuda de asociaciones, familias voluntarias, erasmus checos, estudiantes en prácticas y todo aquel que quiera echar un cable. Hace ya algún tiempo que sus iniciativas han llamado la atención de los medios de comunicación y estos han hecho que más y más familias piensen en este colegio como una interesante posibilidad.

Marta acompaña a las madres por el centro contándoles, por ejemplo, que la biblioteca del centro está adscrita a la red de la Comunidad de Madrid, de manera que no solo la usa el alumnado, sino que está abierta al barrio. O que trabajan todos los años en grandes proyectos de investigación propuestos o nacidos de los intereses de niñas y niños. También que hacen un importante trabajo en relación a la justicia social mediante un concepto. Durante los primeros 15 días de cada curso. Este año ha sido el respeto.

Después, en octubre, llega el momento en el que los alumnos lanzan ideas sobre las que quieren aprender: el espacio, los animales, las joyas, las plantas… estos son algunos de los que surgieron. Después de tener la lista, se vota cuáles se trabajarán. A principio de curso se decidieron a investigar sobre el espacio. Ahora están con los animales y las plantas.

En infantil las cosas funcionaron de forma diferente. Un alumno llevó un día un muñeco con forma de pulpo que despertó el interés de sus compañeros y compañeras. Desde ahí, la maestra propuso investigar sobre los pulpos (y sobre el fondo del mar). En otra clase fue gracias a un niño que le encantan los superhéros e iba un día sí y otro también con una capa a clase.

Entre los resultados de este trabajo, los pasillos, los techos, las aulas, se llenan de pulpos, peces, estrellas de mar, capaz, jirafas o cocodrilos. Plantas colgantes o lianas.

El año anterior, por ejemplo, el gran proyecto del centro fue el 50 cumpleaños del colegio. Cada grupo, cada etapa decidió sobre qué quería saber en torno al aniversario: las vivienda de El Pozo en los años 60, la asociación de vecinos, los animales, las calles…

Un grupo de madres visita el centro para conocer sus metodologías.

Pero, todo esto, ¿de dónde sale?

El Núñez de Arenas es un colegio no muy grande. Desde hacía algunos años, parte del claustro venía planteándose la necesidad de cambiar las prácticas el centro. Los resultados no eran buenos, si querían cambiarlo debían cambiar la metodología.

Y hubo suerte. En estos momentos, llegaba Isabel Vizcaíno, una maestra con bastante formación sobre aprendizaje por proyectos, que ayudó a Marta y a otros docentes como Ignacio Fernández, jefe de estudios en ese momento, a terminar de quitar los libros de texto, tanto de infantil como de primaria.

Y junto al trabajo por proyectos, llegaron otras metodologías o herramientas y, con esto, la necesidad de más formación. Marta asegura que el cambio en el Gobierno de Madrid se ha notado en el sentido de que ahora se ofrecen cursos sobre nuevas metodologías para docentes, también dentro de la formación para nuevos directores.

Así que fueron desarrollando, y siguen, formación en función de lo que quieren aprender los docentes, de manera que este año ha habido recordatorios sobre metodología Montessori o Freinet. por ejemplo.

Y claro, la pregunta sobre los resultados en el centro es obligada. Marta asegura que ha habido, fundamentalmente, mejoras en el proceso de lecto-escritura de los niños y niñas. Pero habla, sobre todo de un efecto más sutil, relacionado con el tipo de familias y alumnos que se acercan al centro.

Si hace unos años la matrícula de niñas y niños gitanos era del 80%, ahora está más o menos sobre el 60%, pero, asegura, no porque haya menos, sino porque el porcentaje de payas y payos ha aumentado.

Un efecto que toda la comunidad agradece, payos y gitanos. Es verdad que los primeros acaparan algunas de las actividades que se realizan, como las lecturas en infantil, o los perfiles de voluntariado para los grupos interactivos. Pero hacen, al mismo tiempo, todo lo posible para que las madres y padres gitanos participen, quitándose vergüenzas. “Yo seré licenciada en no sé qué y tú te dedicarás a la venta ambulante, pero aquí somos madres de niños de la misma clase”, resume Marta, que asegura que nunca estuvo en el ánimo del claustro cambiar la población del centro al adoptar nuevas metodologías, sino “dar lo mejor posible al alumnado que teníamos”.

En estos años se han renovado metodologías utilizando el aprendizaje por proyectos u organizando al alumnado en grupos cooperativos, o haciendo que las aulas de primaria no sean para un grupo, si no para un área de conocimiento y que niñas y niños vayan de una a otra para utilizar materiales comunes (aprendiendo entre otras cosas a respetarlos y cuidarlos).

Además de esto, cuentan con el apoyo de personas voluntarias para atender y ayudar a los grupos interactivos. De hecho, este año llegó un estudiante de República Checa para trabajar en el Núñez de Arenas. También trabajan con la Fundación Secretariado Gitano, cuya sede es bastante cercana, o en red con centros de la capital bajo el proyecto “Hermanadas por la justicia social” y han desarrollado proyectos colaborativos y de crowdfounding como el Bosque de Z-Oma, para “pintar” los árboles de uno de sus dos grandes patios. Árboles por los que han tenido que pelear con el Ayuntamiento de Madrid que quería talar decenas de ellos porque estaban enfermos o secos. Han conseguido salvar algunos. O proyectos como el de la orquesta de instrumentos reciclados, que también les ha valido la mención en los medios de comunicación.

Es difícil saber qué pensaría Manuel Núñez de Arenas de un centro como este, con su nombre, pero seguramente lo apoyaría por el enorme esfuerzo que su claustro hace para superar las dificultades de un alumnado con un entorno socioeconómico y cultural desfavorable.

El Núñez de Arenas tiene las puertas abiertas para quien quiera ayudar.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/17/cambiar-las-metodologias-para-mejorar-los-resultados-aprendizaje-cooperativo-y-apertura-del-centro/

Comparte este contenido:
Page 1997 of 2733
1 1.995 1.996 1.997 1.998 1.999 2.733