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El cómic como recurso de aprendizaje en primaria

Por: Patricia Mármol 

El cómic es una forma divertida de fomentar la lectura en los niños. Animarles a leer en este tipo de formato puede, además de resultarles atractivo, ayudarles a reforzar sus habilidades lingüísticas, comunicativas y creativas, mientras aprenden conceptos de otras asignaturas como Ciencia o Matemáticas. Os detallamos varios recursos para usar el cómic en Primaria, incluso, con algunos de ellos podrán crear el suyo propio e imprimirlo.

1. Pixton

Con esta herramienta on line tus alumnos podrán crear sus propios cómics. Cuenta con una gran variedad de objetos, personajes, escenarios, diseños y formatos de texto que fomentarán la creatividad de los más pequeños. Entre sus opciones, permite incluso trabajar el lenguaje gestual de los personajes. Dispone de una versión gratis para uso individual y otra de pago para centros. Esta última incluye posibilidades adicionales.

2. Rexito

Deja correr la imaginación y la creatividad de tus alumnos con esta herramienta que permite crear tu propia colección de cómics. Ofrece una gran cantidad de opciones que se adaptan a los gustos de los más pequeños. Los protagonistas pueden ser desde animales, hasta estrellas, flores o, incluso, personajes de películas de animación.

3. CreaCòmics

Este generador de cómics destaca por su sencillez. Entre sus opciones, es posible añadir la fecha y el nombre del autor, elegir y modificar el tamaño de los escenarios donde se desarrolla la acción, e introducir a los personajes, los objetos y los bocadillos. Además, permite imprimir el cómic desde la propia página para que no aparezcan botones de interface.

4. Stripgenerator

Otra herramienta para crear cómics es Stripgenerator. El procedimiento es también muy sencillo, tan sólo hay que seleccionar la opción de crear una tira de cómics y a continuación aparecerán multitud de marcos, personajes, objetos y bocadillos que se podrán adaptar a tu gusto. Una vez terminado, podrás publicar tu creación o la de tus alumnos en los blogs que tienen disponibles para ello. La web está en inglés así que además podrán practicar este idioma.

5. Toondoo

Para utilizar este generador de cómics primero tienes que registrarte de forma totalmente gratuita y una vez dentro, Toondoo ofrece un gran abanico de posibilidades para crear tu propio cómic con un alto grado de personalización de los personajes. Es muy versátil e intuitiva.

6. Sector Matemática

CómicSe trata de un cómic interactivo que narra la historia de las Matemáticas a través de divertidas viñetas. En este peculiar viaje por el tiempo se mezclan las teorías más relevantes de autores tan importantes como Einstein, Aristóles o Arquímedes. Incluye también vídeos interactivos y actividades prácticas para poner a prueba los conocimientos de los alumnos.

7. Play cómic

cómicEste programa permite elaborar tu propio cómic de forma on line. Contiene una gran variedad de plantillas, formatos de viñetas y escenarios, con el fin de que los alumnos puedan aumentar, además de su creatividad, sus capacidades de escritura, ortografía y expresión, mientras se divierten. Además de ayudar a mejorar su castellano, la web ofrece la opción de crear el cómic en inglés, lo que permite incrementar el vocabulario de los niños, conocer las expresiones populares y desarrollar estructuras gramaticales.

8. Leo lo que veo

cómicEsta página web trata sobre los orígenes del cómic, empezando por los papiros de los egipcios, los retablos medievales, tapices y cristaleras hasta llegar a los cómics actuales. Además de este recorrido por la historia del cómic, incorpora vídeos explicativos sobre cómo se elaboran los dibujos con ejemplos de Mortadelo y Filemón o Superlópez, así como información sobre los autores más prestigiosos como José Escobar o Francisco Ibáñez.

cómic9. Colección científicos

En este blog se pueden encontrar cómics de Jordi Bayarri sobre la vida y las teorías de personajes científicos de la historia como Darwin, Ramón y Cajal, Newton, Galileo Galilei y Madame Curie. Estos cómics se pueden descargar incluso en una tableta.

10. Ciencia en cómic

cómicEs un proyecto de divulgación científica cuya finalidad es explotar el cómic y la ilustración como método de difusión de la Ciencia. La web dispone de material propio elaborado por su autor, Germán Tortosa, y aportaciones de personas ajenas. Para utilizar estos recursos sin fines comerciales, los autores piden citar las fuentes.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/comic-recurso-aprendizaje-primaria/34359.html

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¿Por qué los alumnos pobres repiten más que los ricos con el mismo nivel de competencias?

Por: Pau Rodríguez

España es el país de la OCDE donde los alumnos tienen más condicionamiento social a la hora de repetir curso incluso cuando, según PISA, tienen un nivel de competencias similares

En España más de la mitad (el 53,5%) de los alumnos de familias con nivel económico bajo ha repetido curso, según los datos del último informe PISA. Se trata de un porcentaje que escandaliza, pero quizás no sorprende: los escolares de entornos desfavorecidos suelen sacar peores notas que sus compañeros más privilegiados. Ahora bien, hay otro dato que costará mucho más de creer: un alumno de clase baja tiene 5,6 probabilidades más que repetir curso que uno de clase alta cuando ambos tienen exactamente el mismo nivel de competencias -en este caso de ciencias – que evalúa PISA. Este grado de condicionamiento social a la hora de repetir no tiene parangón en los países desarrollados: España tiene el dudoso honor de encabezar el ranking de los 70 países analizados por la OCDE en esta probabilidad.

Probabilidad de repetición según la clase social / Fuente: PISA 2015
Probabilidad de repetición según la clase social / Fuente: PISA 2015

Un interrogante sobrevuela el sistema educativo español: ¿Por qué un niño de entorno desfavorecido tiene muchos más números de repetir que uno de entorno acomodado incluso cuando uno y otro han alcanzado las mismas competencias? Consultados por El Diario de la Educación, varios expertos señalan algunas hipótesis que explicarían esta desigualdad: las diferentes expectativas del profesorado ante el tipo de alumnado, la capacidad de las familias de clase media de sintonizar con las demandas de los centros educativos o el hecho de que la escuela, a diferencia de PISA, evalúa no sólo las competencias y lo que los alumnos aprenden, sino que tiene en cuenta otros factores.

Resumiendo, antes de entrar en detalle, se podría decir que el alumno de clase baja suele ir a una escuela donde algunas veces el profesor ya espera menos de sus alumnos; cuando le va mal, no tiene una familia con capacidad para convencer a su tutor de que el próximo curso se pondrá más las pilas; por supuesto, tampoco puede pagar unas clases de refuerzo y, por último, en la escuela no tienen sólo en cuenta lo que ha aprendido de mates o de lengua, sino también si lleva el trabajo al día o muestra motivación por los estudios. Y estas dos últimas variables quizás no siempre se cumplen.

“Como PISA valora estrictamente las competencias, es posible que haya jóvenes que obtengan un buen rendimiento, aunque después en el instituto no tienen buenas notas no por cuestión de nivel, sino por elementos vinculados a la actitud, los hábitos o la motivación”, sostiene Alba Castejón, investigadora en el Departamento de Pedagogía Sistemática y Social de la UAB. Esto tendría que ver también con el llamado efecto pigmalión, según el profesor de Sociología de la Educación de la UB Xavier Martínez Celorrio: “Las bajas expectativas del profesorado más conservador sobre el alumnado que presenta más problemas o que viene de entornos más desfavorecidos acaba condicionando los resultados a pesar de su potencial”, apunta.

Pero ¿es el sistema educativo español una anomalía en este sentido? Según Lucas Gortázar, investigador en la Universidad del País Vasco y articulista en Politikon –colectivo de académicos que ha puesto el foco sobre esta problemática-, las desigualdades en la repetición son una lacra que se sufre con mayor o menor intensidad en la mayoría de países del sur de Europa -y, por influencia, en Latinoamérica-. Son, explica, sistemas educativos creados a imagen y semejanza del modelo francés, históricamente estructurado a base de obstáculos o pruebas -el máximo exponente serían las reválides- que el alumno debe ir superando y, si no, se ve abocado a repetir. En Portugal o Uruguay, los escolares vulnerables tienen 3,8 más probabilidades de no pasar de curso que el resto, un dato similar a la que ha ostentado España en ediciones anteriores (3,7 a PISA 2012), y siempre lejos de los países punteros en este informe como Finlandia o los asiáticos, que no llegan al 1.

“Hay una cultura de la reválida que tiene mucho que ver con cómo un funcionario obtiene su plaza”, ejemplifica Gortázar, “con exámenes muy extensos que requieren una preparación enorme y muchos conocimientos”. Esto perjudicaría a los alumnos de entornos más empobrecidos, que pueden no tener la capacidad de inhibición o el apoyo familiar para hacer frente a estas exigencias. “Es la misma cultura que asume que un 4,8 no es lo mismo que un 5,1, y que no importa aprender sino superar la reválida“, concluye.

“Podría haber aprobado, pero le pongo un 4,9 para que dé más de sí”. “Debería repetir curso, así madurará”. Frases como esta, escuchadas en muchos claustros y recogidas con ironía por la campaña de Twitter #frasedeevaluación, dan la medida del arraigo de esta creencia en algunos centros educativos.

Pensar que el año siguiente el alumno se esforzará más, o que aprenderá mejor, es una idea que perdura a pesar de que organismos del peso de la UNESCO o la OCDE han constatado en varias ocasiones que esto no acaba pasando en la mayoría de casos. Eso sin contar que la repetición es una medida muy costosa -20.000 euros por estudiante y año, según cálculos de PISA en España- para las arcas públicas.

Escuelas desfavorecidas y la capacidad de algunas familias

Entre los factores identificados por los expertos consultados está también la capacidad de las familias de ayudar a sus hijos a esquivar la repetición cuando obtienen malas notas. “Las familias de clase media comparten los códigos de la escuela, lo que les permite incidir en las decisiones que se toman, como por ejemplo en la reunión con los tutores”, expone Castejón. O lo que es lo mismo, en palabras de Gortázar: “Los profesores saben que estos padres [de clase media] serán más exigentes a la hora de pedirles que justifiquen por qué su hijo debe repetir si tiene un 4, 8 “.

Y entonces, por supuesto, están las clases particulares. “Este refuerzo es apreciable, ¿y quién no tiene acceso? Los sectores más desfavorecidos”, sostiene Celorrio, “que no pueden pagar 10 euros la hora para una clase de mates”. “Se trata de un mundo paralelo al sistema escolar que interviene en negativo sobre los alumnos de entornos más difíciles”, sentencia.

Estas horas de repaso, recuerda este sociólogo, no son sino una forma de “personalización del aprendizaje“, y esto conduce a otro de los elementos que destacan los analistas consultados: la repetición perjudica a los más pobres porque muchos centros no son capaces de motivarlos y atender en el aula sus necesidades, que seguro que son más complejas que las del resto. “Si la respuesta que das a las desigualdades es uniforme, estás discriminando”, expone Celorrio.

En este sentido, hay consenso en que donde más difícil es proveer de este aprendizaje personalizado es en los centros -sobre todo públicos- de los barrios más depauperados, donde muchos profesores se ven sobrepasados por la dura realidad de las diferentes dificultades que presenta su alumnado. En estos centros suele haber más movilidad y traslados de profesorado, lo que no ayuda a una evaluación más adaptada a cada alumno. También “la realidad de estos profesionales es muy compleja, sin instrumentos ni apoyos necesarios para hacer bien y con confianza su trabajo”, explica Gortázar, lo que puede provocar que se haga repetir el alumnado de una forma menos meditada.

Es por todo ello que el agravio va mucho más allá de la repetición, que es sólo la consecuencia de un sistema que en su forma de evaluar y de hacer progresar a los estudiantes a lo largo de los cursos reproduce las desigualdades de origen de los alumnos. Preguntados por El Diario de la Educación sobre si se debería eliminar con la repetición de curso, los analistas responden que es necesario, pero no suficiente. “Eliminar la repetición no garantiza la mejora de las dificultades académicas de algunos alumnos”, opina Castejón, convencida de que la repetición no se daría si no hubiera “todo un proceso de acumulación de dificultades académicas de algunos alumnos”. Las actuaciones, según esta investigadora, deberían ser de carácter preventivo, como reducir ratios, dotar de más personal de apoyo educativo o, en general, “dotar a los centros de recursos necesarios para atender a la diversidad”.

Gortázar va un poco más allá, y pone el foco de mejora en la transformación de un sistema que ha sido construido en unos cimientos que favorecen más la reproducción de conocimiento y la superación de exámenes que no evaluar los aprendizajes y las competencias. “No olvidemos que esto es un problema para todos; esta rigidez penaliza más a los hijos de entornos desfavorecidos que los de los acomodados, pero acaba frenando el potencial de todos”, concluye.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/12/22/por-que-los-alumnos-pobres-repiten-mas-que-los-ricos-con-el-mismo-nivel-de-competencias/

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Las mujeres, por delante en la escuela, por detrás en el trabajo

Por: Elena Simón

El acceso de niñas y jóvenes a la educación es indudable, ahora hay un nuevo reto, que haya un correlato con el nivel de empleo, de remuneración y de reparto de tiempos.

El desequilibrado reparto de bienes, riquezas, poder, voz, tiempos y espacios entre hombres y mujeres de todo el mundo, la falta de reconocimiento hacia las mujeres y el déficit de representación cultural, social y simbólica, hace que no progresemos adecuadamente hacia la igualdad, aunque existen algunas condiciones materiales e ideológicas que han hecho cambiar la vida de millones de mujeres en este mundo de hoy tan multicomplejo y difícil de escudriñar.

La filosofía de los derechos humanos referida a las mujeres ha dado la vuelta a un discurso de misoginia y de machismo institucionalizado, reglamentado y legalizado. Solo le ha dado la vuelta al discurso, porque las prácticas y las conductas, los pensamientos y los actos, las relaciones y las costumbres, en todas las culturas del mundo, siguen siendo androcéntricas, sexistas, misóginas y machistas.

Sabemos que para que cambie algo ha de extenderse un nuevo pensamiento y el de las mujeres y hombres feministas es aquel al que me refiero, en toda su pluralidad y en toda su amplitud. La extensión de las nuevas cosmovisiones de lo humano han estado presentes en todos los estadíos de evolución de la humanidad y han hecho posible con su insistencia que se pusiera en solfa el esclavismo, la servidumbre, el colonialismo o la explotación. Con estas nuevas ideas en cada tiempo y lugar, acumuladas aquí y ahora, en el planeta multicultural y globalizado, vivimos vidas muy distintas a las que nos precedieron.

¿No siempre para bien? Ciertamente. Depende del lado del mundo en el que te halles: en cuanto al territorio, a las religiones, a la riqueza, a la raza y etnia, al sexo y al género, al conocimiento. Pero lo que sí es cierto es que hemos avanzado enormemente en la descalificación de la idea de “inferioridad natural” de algunos seres humanos respecto a otros: los negros, las mujeres, los pobres, las personas discapacitadas, etc…

Pero hemos avanzado y podemos señalar y exigir su corrección -incluso ante la ley- de los discursos y las prácticas de sometimiento, de la misoginia y del machismo, del desprecio y persecución de algunas poblaciones.

En este avance tiene un papel fundamental el acceso a la alfabetización, al conocimiento, a la capacitación para diversas tareas que nos permitan ganar nuestra vida sin ser burros de carga u objetos útiles para quienes tienen poder y dinero. En este atisbo de avance tiene un papel fundamental la escolarización, considerada esta como un bien que ha de alcanzar a todas las gentes de mundo. Este es uno de los objetivos del milenio, incumplido en su totalidad, por supuesto, pero colocado en el punto de mira del bienestar y de la justicia, como uno de sus pilares fundamentales.

El acceso masivo de las niñas y las jóvenes a la escolarización cambiará el mundo a medio y largo plazo. Ellas ya no podrán ser consideradas como simples objetos de transacción ni como simples máquinas sexuales y reproductivas. La educación prolongada abre las perspectivas de proyectarse hacia el exterior y alimenta la libertad de pensamiento y de elección.

Este proceso está siendo demasiado largo y lleno de obstáculos y dificultades, de palos en las ruedas, de piedras en el camino, de asesinatos y castigos para las que vayan un poco más rápido o un poco más lejos de lo que estaba previsto. Pero, al mismo tiempo, está abriendo puertas y ventanas para las niñas y las jóvenes. Puertas y ventanas de diversa índole según en qué posición se halle cada una de ellas respecto a la igualdad: oportunidades, condiciones, trato, ejercicio efectivo de los derechos humanos, acceso a bienes y servicios, posibilidades de trasgresión de los preceptos patriarcales.

Pero, cabe considerar aquí que en unos cincuenta años, la proporción de niñas escolarizadas y de jóvenes universitarias no ha hecho más que crecer respecto a sus iguales los varones y en todo el mundo. Y, sobre todo, ha hecho que se considere bueno para ellas y para sus familias, sociedades y países. Para lograr esto hubo que esperar, presionar, trabajar y hasta luchar e inmolarse durante siglos. Pero una vez que se abrieron las compuertas, las niñas y las jóvenes están respondiendo con competencia y motivación a las oportunidades educativas y de titulación. Hoy día ya son más de la mitad de la población universitaria en gran parte del mundo, del mundo que les permite entrar en la Universidad. Eso indica que han sido buenas estudiantes también en los estadíos de Primaria y Secundaria.

Y, ahora tenemos una nueva meta y un nuevo reto: conseguir que este óptimo nivel de escolarización, de cualificación y de especialización tenga su correlato en un óptimo nivel de empleo, de remuneración y de reparto de tiempos de trabajo, de cuidados y lúdicos. Las mujeres de este mundo, como seres humanas y completas debemos ser acreedoras de respeto, solidaridad y reconocimiento y que los trabajos que realizamos sean considerados de igual categoría que los masculinos. Asignatura pendiente para el siglo XXI.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/09/las-mujeres-por-delante-en-la-escuela-por-detras-en-el-trabajo/

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Una ocupación estudiantil en Paraná, Brasil

Por: René Rojas González

Si me preguntaran qué significa ocupar en Brasil, mi respuesta sería la siguiente: ocupar en Brasil es ocupar los latifundios, porque contar con un pedazo de tierra puede ofrecer la oportunidad de aprovechar la naturaleza en algún grado; es ocupar los edificios públicos, porque, por lo menos, es necesario incomodar al Estado para torcerlo y garantizar que respete la producción de la vida; es ocupar las escuelas, porque la educación no conoce de presupuestos gubernamentales y es más que la aceptación de materias planificadas. Ocupar es decirle a los que tienen la vida resuelta –o así creen tenerla- que no se está dispuesto a privarse de las condiciones materiales, mismas que pueden tomar diversas formas sociales decididas en colectivo; es decir, se ocupa contra la privatización de la tierra o de la educación, pero también puede ocuparse contra la privatización de la creatividad social para formar producciones propias: no se disputa un solo tipo de producción en la tierra, ni se disputa un solo tipo de producción de la educación, se disputan formas de organización social de lo que queremos producir; generalmente, entre unas que privan de las condiciones materiales y otras que abren las posibilidades de uso de éstas.

La ocupación estudiantil de la Universidade Federal da Fronteira Sul (UFFS) – Campus Laranjeiras do Sul, en el estado de Paraná, como parte de una desbandada de ocupaciones de escuelas que vuelve a Brasil, y con epicentro en ese estado, ha emergido justamente como forma de organización social, en el más instintivo sentido de paralizar las clases como manifestación de no querer privarse del acceso a una educación que depende de una crisis de presupuesto del Estado. El gobierno Temer aborda esta crisis con la típica re-gestión del capital para que esa educación del Estado se pague con más explotación social. Por un lado, la Medida Provisoria No. 746 (MP 746) propone flexibilizar la formación de los estudiantes y deshacerse de la carga social de su preparación, lo que se antoja entender como la construcción de los próximos robots obedientes para el empresariado. Es así que la MP 746 incluye “el retiro de las materias de artes, filosofía, educación física y sociología como obligatorias en el mapa curricular; 50% del mapa curricular será obligatorio y común nacionalmente, el otro 50% estará a cargo de los sistemas estatales, incluyendo la formación técnica profesionalizante; educación media nocturna sólo para mayores de 18 años; el reconocimiento de ‘notorio saber’ con el permiso de que profesores sin formación específica asuman materias para las cuales no fueron preparados” (Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, 2016).

Por otro lado, la Propuesta de Enmienda Constitucional 241 (PEC 241), que ha avanzado en su aprobación en la Cámara de Diputados –primera votación-, deja demasiado claro que los estudiantes son rehenes del presupuesto del Estado, ya que el gasto público en educación quedaría limitado por 20 años a través de un nuevo régimen fiscal, conduciendo al “aumento de la evasión escolar, la inviabilidad del acceso de casi 2 millones de jóvenes de 15 a 17 años que están fuera de la escuela o que trabajan y estudian”, así como “desprecia una formación que debe ser integral, además de estimular la diferenciación de la formación de los que deben ir a la universidad de los que deben ser ubicados de forma inmediata en el mercado de trabajo al concluir la educación básica” (Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, 2016).

Tampoco es que la gravedad de esta situación sea exclusiva del gobierno Temer. Sólo que hoy estamos viendo la re-gestión de la crisis del capital, cuando ayer, con los gobiernos Lula y Dilma, ya se estaba cocinando la rebanada privilegiada e intocable en el presupuesto. Hoy, se propone el recorte en educación, pero ya en 2014 el gobierno federal había gastado el 45.11% de todo el presupuesto de ese año en intereses y amortizaciones de la deuda pública, dejando a la educación el 3.73% y haciendo “evidente el privilegio a la deuda pública, detentada principalmente por grandes bancos, en detrimento del cumplimiento de los derechos sociales básicos establecidos en la Constitución Federal”. Aún más, la propuesta del Ejecutivo para los gastos con la deuda pública dentro del Presupuesto Federal para 2015 abarcaba el “47% de todo lo que el país va a recaudar con tributos, privatizaciones y emisión de nuevos títulos, entre otros ingresos” (Cornelli, 2016).

De esta forma, parece que la primera reacción de resistencia de los estudiantes fue lanzarse a la ocupación de la UFFS el día 11 de octubre en contra de la distribución desigual del presupuesto, acorde con algunos mensajes en los carteles que colocaron dentro del edificio principal, lugar donde se encuentran los salones de clase: de manera más o menos general, podía leerse que demandaban menos presupuesto para banqueros y más presupuesto para educación. A mi llegada, el día 13 de octubre, se percibía una ocupación bastante organizada, la cual impedía el acceso a los salones –concentrados en el segundo, tercer y cuarto piso- a través del cierre de los elevadores y escaleras, poniendo los estudiantes ocupantes sus propios cuerpos sentados –por lo menos, en el caso de los elevadores. Los salones del segundo piso y un salón del tercero eran ocupados para cambiar su uso a dormitorios y se usaban también decenas de colchonetas de la universidad. El resto de los salones del tercer y cuarto piso se mantenían bloqueados.

Justo aquel día de mi llegada, se llevaba a cabo una votación extensiva a todos los estudiantes de la universidad para decidir si se declaraba la huelga estudiantil, lo que, en otras palabras, significaba que, de conseguirse la mayoría, se obtendría la legitimidad de la ocupación. Ya entrada la noche acababa el conteo con el resultado favorable para los ocupantes, provocando en ellos una verdadera explosión de felicidad y alegría por la conquista, expresada en el múltiple contagio de abrazos, brincos, cantos de consignas, batucadas y bailes. Aún dentro de la euforia del momento, la Coordinación de la ocupación daba el mensaje de que se liberaban las trancas de los accesos a los pisos, pues “la universidad es nuestra”.

Efectivamente, la universidad era suya, y lo más probable era que la declaración, “al final”, representaba la reivindicación del carácter público de la universidad frente a la privatización de la educación, pues, si se acepta que la primera reacción de resistencia habría sido contra la distribución desigual del presupuesto, que es público y para la educación pública, la exigencia va por un espacio público de un todos incluyente para que nadie quede excluido de educación justamente. Dicho de otra forma, es muy posible que se declarase que la universidad era suya como parte del sentido de la demanda principal: más presupuesto público para la educación pública. Sin embargo, advertiría que ese “la universidad es nuestra” obedecía primordialmente a la disponibilidad de uso que había generado la ocupación de los estudiantes para ellos mismos: por ello, se abrían los accesos a los pisos de los salones de clase, para que ellos continuaran haciendo uso del espacio –por ejemplo, continuando el re-uso de los salones como dormitorios-, contando con ese respaldo de la votación que implicaba que ningún otro estudiante de la universidad podía interrumpir la ocupación-huelga usando los salones para dar clases. El uso estaba decidido por los ocupantes.

En esa línea, puede entenderse que lo que primaba era el uso sobre la propiedad pública de la universidad por parte de ellos y no el uso predeterminado de la universidad como propiedad pública; es decir, en la disputa de las condiciones materiales por la educación, hasta ese todos incluyente que pretende lo público, se detenía. La ocupación terminaba por fragmentar justamente lo público como cuerpo social monolítico y homogéneo, para abrir paso a una organización social de los estudiantes que se responsabilizaba por la universidad y que, por lo tanto, tenía que ir decidiendo qué hacer con ella. Los estudiantes ocupantes tenían que hacerse cargo del espacio de su propia educación. Podría leerse que su ocupación estaba encuadrada en la típica disputa entre lo público que “protege” y lo privado que despoja, pero su uso de la universidad ya agrietaba la propiedad pública de ésta al disputarle el uso al resto de los estudiantes, sin perder de vista que la preocupación principal era enfrentar la privatización de la educación. Pareciera, entonces, que la responsabilidad de los ocupantes por el uso de la universidad, replanteado a través de la ocupación, se tornaba el verdadero recurso social de protección de la educación, más allá de lo público. En este tenor, en efecto, la universidad era suya, pero más allá de un sentido de propiedad.

Así, esa apertura que producía la ocupación de los estudiantes reclamaba más el uso de las condiciones materiales –tierra, instalaciones, mobiliario, etc.- para decidir la educación, que la propiedad pública de las condiciones materiales para el mismo fin, aunque, contradictoria pero potentemente, todavía estuvieran enmarcados y disputados los usos dentro de lo público: pocos días después de mi llegada, entre los estudiantes ocupantes se escuchaba de la intención de algún profesor de dar clase forzosamente y corría un rumor de desalojo por parte de la Policía Federal. En la segunda semana de ocupación, se reculaba en negociaciones con la directora del campus al entregar los pisos tercero y cuarto para la impartición de clases.

Sin embargo, el movimiento interno de la ocupación puede decirnos otra cosa: la ocupación no sólo abre socialmente para contrarrestar privatizaciones, sino que también abre para desprivatizar lo público. Las decisiones sobre lo público se diversificaban. Se tenía la decisión gubernamental del congelamiento del presupuesto en la educación pública y se tenía la decisión de los ocupantes por encargarse del uso de la universidad pública frente a la decisión presupuestal sobre la educación pública. Pero, además, se tenían decenas de estudiantes que decidieron votar a favor de la ocupación-huelga estudiantil y que no se lanzaron a ocupar, si bien su apoyo fue determinante para conseguir legitimidad. Estos últimos también abrían lo público –aun sin colocar sus cuerpos en la ocupación- a la hora de ceder el uso público al uso relanzado de los ocupantes, es decir, respaldaban la generación de un uso disponible.

Parece que en ese uso disponible se jugaba la lucha de los ocupantes, pues, así como habían conseguido en votación la cesión del uso por parte de la mayoría de los estudiantes, también se preguntaban cómo era posible que los que habían votado a favor de la ocupación no estuvieran ocupando. Asimismo, ya desde el primer fin de semana de la ocupación, varios de los ocupantes salían por compromisos personales, si bien la organización de la ocupación emprendía un registro de los días que cada uno de ellos podía quedarse y, en su caso, de la fecha en que podía regresar. Varios ocupantes terminaban sus compromisos y regresaban. En otras palabras, la ocupación también iba enfrentando cierres: como podía presentarse falta de disciplina por batuquear a cualquier hora del día e incomodar a otros –exhortando varias veces a respetar-, como podía encontrarse a la ocupante que se había perdido el cumpleaños de su hijo por mantenerse en la ocupación.

Mal haríamos si no ubicásemos llamadas de atención sobre aquellas cosas que podrían proyectarnos con mayor fuerza social o que nos dejan sin fuerza social momentáneamente, y mal haríamos también si no diésemos reconocimiento a los esfuerzos personales de responsabilidad y compromiso. Pero esta suerte de faltantes y agradecimientos tampoco es tanto para cobrar la factura sobre algún fin último de la ocupación, pues si bien ésta era resultado de la decisión común de abrir un tiempo en cada vida afectada por la privatización de la educación, tampoco se trataba de que este tiempo terminase por restringir los otros tiempos necesarios de reproducción de vida que cada ocupante llevaba por fuera de la ocupación, es decir, cuando no era formalmente ocupante. La ocupación abría un tiempo no contemplado, que se sentía necesario, pero que no necesariamente tenía que pasar por encima de los propios ocupantes, como si fuera un objetivo mayor que, por “ser mayor que ellos”, los aplastaba y les impedía otras producciones.

Mal se haría también en pensar la ocupación como el momento en el que uno se convertía en ocupante: la ocupación no era algo separado y arriba de uno, la ocupación ya era la vida misma en relance. Creo que esto era lo que hacía que, por ejemplo, uno de los coordinadores, a propósito de reivindicar la prioridad de y el ánimo en la ocupación, expresase una ocasión en una asamblea que él qué más quería que en ese momento estar sentado en su casa tomándose una cerveza. La ocupación no tenía por qué opacar que se destinaban o se deseaban tiempos para otras producciones –como la del placer de beber alcohol donde era permitido-, y claro que ciertas circunstancias políticas podían determinar la prioridad productiva hacia la ocupación por parte de los estudiantes, pero nadie era obligado a quedarse.

Eso era interesante en la ocupación: cómo se relanzaban las vidas de los estudiantes ocupantes al disputar un uso disponible en la universidad frente al uso público, abriendo otro espacio y otro tiempo de reproducción de vida social, mientras ajustaban temporalmente las otras producciones necesarias en sus vidas. Esa apertura de tiempo y espacio generada por el uso disponible no estaba disociada del resto de producciones necesarias; al contrario, creo que el interés de los ocupantes en producir el uso relanzado a través de la ocupación estaba conectado con la sensación de imposibilidad de una educación como ámbito que reproduce otras producciones en la vida. Dicho de otra forma, los estudiantes ocupantes se preocupaban por esa educación que permite la continuidad de otras producciones, al percibir que el golpe presupuestal representaría para la UFFS la probable desaparición de cursos, la también probable desaparición de las cuotas para el acceso de los indígenas a la educación y el comprometimiento de la educación para las siguientes generaciones –esto último no sólo por tratarse de la universidad, sino de manera generalizada.

Tal vez, donde más era notoria esa conexión entre el uso disponible para una reproducción social otra y la preocupación por el peligro que corrían las otras producciones por falta de educación, era en aquellas y aquellos estudiantes ocupantes que ya cargaban trasfondos organizativos: varias de ellas y ellos ya venían de procesos de movimentación social con organizaciones como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) y el Levante Popular de la Juventud. Por lo tanto, esa reproducción social otra en la ocupación, para la reproducción de la educación, ya traía sus perspectivas organizativas, mismas que, por experiencia personal-colectiva, pueden asociarse con el MST.

Tenemos así una manera de entender aquel re-uso de los salones como dormitorios y el uso de las colchonetas. La ocupación disponibilizaba el uso para generar otros usos, permitiendo una vida en relance, no sólo formalmente dentro de la ocupación, sino para garantizar la educación en el resto de producciones “por fuera” de los estudiantes ocupantes. Así, los espacios se adaptaban a la nueva organización del uso de las condiciones materiales de la universidad, por ejemplo: en el edificio de los cubículos de los profesores se usaba la única regadera con la que se contaba y se organizaban los tiempos de baño para la tarde-noche. Ahora bien, al destinarse el edificio principal para las necesidades más básicas como dormir, comer e ir a los baños, el re-uso social de este inmueble se volvía destellante.

En el edificio principal, no sólo se reusaban los salones como dormitorios, se maximizaba el uso de una pequeña cocina con la que ya contaba la universidad, para preparar las comidas y los refrigerios acorde a los tiempos acostumbrados de alimentación; a manera de comedores, se disponía, sobre todo, de las mesas de la cafetería y del gran patio interno que contaba con bancas largas; se garantizaba el uso de, por lo menos, cuatro baños para las diversas necesidades de higiene y se organizaba la limpieza de los mismos. El espacio de dicho edificio, en general, estaba relanzado para reuniones de organización en pasillos, en el patio, en los salones mismos o incluso en los alrededores, y para asambleas de organización que convocaban a todas y todos los ocupantes, generalmente, en el gran patio. El auditorio corría la misma suerte, abriéndolo para otros fines: ahí se realizó el conteo de la votación de la huelga, ahí hubo asambleas, ahí se realizó videollamada con otros campus y rectoría de la UFFS para discutir y posicionarse sobre el problema presupuestal en la educación, y ahí llegaron conferencistas para exponer temas, justamente, como el del presupuesto en la educación y la afectación en ésta por la deuda pública.

La organización del uso relanzado se reflejaba en la Coordinación de la ocupación y sus Sectores constitutivos, como el de Disciplina, encargado de vigilar y hacer respetar los tiempos de las actividades; el de Comunicación, que se responsabilizaba por la comunicación de pautas internas y de manifiestos internacionales de apoyo, así como por la producción de contenidos de texto y audiovisuales, haciendo también un re-uso del internet de la universidad para la publicación en redes de dichos contenidos; el de Infraestructura, que garantizaba la llegada de los alimentos a preparar y las colchonetas, primordialmente; el de Cultura, encargado de intervenciones político-culturales como mensajes en carteles pegados en la pared, música contestataria durante la ocupación, y noches culturales de representaciones artísticas críticas y de baile; o el de Alimentación, que llevaba el control de los alimentos y su preparación para las y los ocupantes. Además, según los pisos que se estuvieran ocupando en el edificio principal, se organizaba un mutirão de limpieza en fin de semana, es decir, casi todos los ocupantes se lanzaban a la labor coordinada de lavar los pisos con jabonadura, escobas y jaladores, como parte de una responsabilidad por lo que se estaba usando.

No obstante, ese uso disponible de la ocupación abría con altas y bajas, como ya se esbozó un poco: por otras producciones que los estudiantes ocupantes tenían que atender en sus vidas, tenían que irse, si bien, en diferentes tiempos, varios regresaban y se rearticulaban. En algunos momentos, se tenía entre 30 y 40 ocupantes, y en otros, con la llegada de algún contingente, se contaba probablemente con alrededor de 60 ocupantes. Conforme eran menos o más personas, la adaptación en la organización de ese uso se hacía necesaria, como fue en los casos de los Sectores de Comunicación y de Alimentación, los cuales, considerando que se tenía más gente en la ocupación, sufrieron modificaciones: el primero decidió una división interna entre Comunicación Interna y Agitación y Propaganda, y el segundo, que había fincado su actividad en una o dos personas específicas, desconcentró hacia una rotación por Núcleos, mismos que involucraban a toda la ocupación y donde cada uno de ellos, compuestos generalmente por tres ocupantes, era responsable por la preparación de los alimentos, según la comida o refrigerio en turno.

Esa vida en relance por la nueva organización del uso no se explica sin otras condiciones materiales que garantizaban la reproducción misma de la ocupación: se mantenían las donaciones de comida, si bien, también tenían sus altas y sus bajas, como el quedarse sin carne en alguna ocasión. Esa vida en relance tampoco se entiende sin el mantenimiento del ánimo, que igualmente dependía de las condiciones materiales con las que se contasen: disponibilidad de conexiones eléctricas, internet, bocina y laptops para la música que se colocaba buena parte del día desde el gran patio; las noches culturales realizadas, también en el gran patio; el reuso del internet en los celulares de cada ocupante, que no sólo se destinaba para los fines de la ocupación, sino también para el entretenimiento; el conocimiento, igualmente, a través del internet, del aumento en el número de ocupaciones en Paraná y en otros estados; un churrasco, cuando llegó carne para hacerlo, y que marcaba otro ánimo en el convivio, como si fuese un día relajado; y hasta la simple diversión por jugar cuando se limpiaba o por jugar el popular truco en las cartas. Todo esto, sin embargo, no eximía de una baja en el ánimo, que se reflejaba en momentos de tedio y cansancio –y se tenía que descansar también-, tal vez, por causa de las reuniones y producciones de cada Sector; por causa de las reuniones de Coordinación con cabezas de Sector; por las asambleas, que abarcaban a todas y todos; e incluso, tal vez, por los tiempos “muertos” de la ocupación –que eran más bien tiempos de alerta ante alguna contingencia.

Toda esa potencia de producciones sociales, a mi entender, desprivatizaba lo público en el contexto de resistencia a la privatización de la educación, a partir del uso disponible generado por la ocupación. Sin embargo, el uso público también ejercía presión para el cierre de esa disponibilidad: como se mencionó más arriba, en la segunda semana de ocupación, se reculaba en negociaciones con la directora del campus al entregar los pisos tercero y cuarto del edificio principal para la impartición de clases. En los siguientes días, al incorporarse decenas de estudiantes de la universidad a sus clases habituales en los salones de los pisos desbloqueados, la ocupación-huelga dejaba de frenar esa normalidad privatizadora al permitir el acceso. Si bien las actividades de ocupación continuaban, por lo menos algunas y algunos ocupantes iban sintiendo una “pérdida de sentido” de aquella.

A partir de esa evaluación que sentían y considerando la afluencia de aquellos estudiantes que se incorporaban a las clases, reorganizaron lo ocupado y lo cedido en lo público, con intervenciones político-culturales más enfáticas para el 24 de octubre: de los primeros carteles que demandaban menos presupuesto para banqueros y más para educación, se pasaba a unos segundos carteles que, en general, expresaban como mensaje un también te va a tocar a ti, pegados en varias partes del interior del edificio principal, pero, particularmente, justo afuera de los salones donde se tomaba clases. Durante una parte de la mañana, se repetía un performance, sincronizado con la hora de llegada a la universidad del transporte escolar, en el cual, varias y varios ocupantes se tiraban al piso cerca de la entrada del edificio, representando su muerte –y acompañándose de música alusiva- por causa de “la PEC de la muerte”, la forma como nombraban a la PEC 241. Un par de intervenciones más se hicieron en el gran patio interno: un performance contra la fobia LGBT y una simulación de álgida discusión estudiantil con argumentos a favor y en contra de la PEC 241.

No obstante, los momentos específicos dentro de la coyuntura creada por el gobierno continuaban marcando la pauta. Al día siguiente, 25 de octubre, se realizaba la segunda votación de la PEC 241 en la Cámara de diputados, con una mayoría de parlamentarios que ya había dejado claro, en la primera votación, que estaba decidiendo la privatización de la educación pública. Al tenerse noción de que la tendencia sería hacia la aprobación, en la ocupación se asomaba la opción de bloquear el acceso a los salones nuevamente. Una vez que se conoció que el resultado de la votación fue justamente hacia la aprobación –turnando a la Cámara de senadores-, se convocó a asamblea para decidir el uso de la UFFS de nueva cuenta. La Coordinación planteó ocupar todo, la propuesta fue sometida a consulta y votación en asamblea, y prácticamente el 100% de las y los asistentes se decidieron por dicha medida. El 26 de octubre, el edificio principal de la UFFS amanecía bloqueado en sus accesos al segundo, tercer y cuarto piso, y, por lo tanto, con los salones inhabilitados para dar clases. Ese mismo día, terminaba mi tiempo en la ocupación.Las últimas reflexiones, que me sugería esta última parte que me tocó vivir con las y los estudiantes ocupantes, son, que una vez más se apreciaba que, ante el uso público en proceso de privatización, volvía a torcerse lo público, volvía a cobrarse una responsabilidad por usar los medios que producen la educación, es decir, por usar la universidad. De hecho, frente a esa segunda votación parlamentaria, no había condiciones para respetar la negociación con la directora del campus sobre los pisos que habían sido desbloqueados. La ocupación se lanzaba nuevamente y, con ello, la vida social de las y los estudiantes ocupantes. Decidir volver a ocupar todo significaba, anímicamente, reconocer la preocupación por el riesgo de volver a poner el cuerpo para bloquear, desafiando el “resguardo” que podía hacer la fuerza pública, pero también era abrazarse en forma de rueda entre todas y todos y lanzar un mensaje de fortalecimiento anímico después de haber decidido la acción de ocupación ampliada para el día siguiente. Decidir volver a ocupar todo priorizaba la producción en la ocupación y no en las otras producciones “por fuera” que tuviesen las y los ocupantes: el Sector de Cultura preparaba nueva intervención; el Sector de Disciplina organizaba a las y los ocupantes que pondrían sus cuerpos justo en los accesos; el Sector de Infraestructura se encargaba de proteger las pertenencias en los dormitorios; la Coordinación daba la instrucción de que, durante el día, éstos se mantuviesen cerrados, concentrándose todas y todos los ocupantes en el patio interno con lo básico material. Esto, sólo por recordar algunos de los movimientos que eran efectuados, acorde con la nueva reorganización del uso del edificio principal de la UFFS.Hago hincapié en que considero que la vida social de las y los estudiantes ocupantes se relanzaba con la ocupación. ¿Por qué? Primero, porque, así hubiese momentos de prioridad en la producción de la ocupación, en detrimento del tiempo asignado a otras producciones “por fuera”, la ocupación finalmente correspondía a la preocupación por una privatización de la educación que afectaría a esas otras producciones, al estar faltando una educación que impactase en éstas. Por esta razón que pueda entenderse que eran más que ocupantes formales: eran personas que se valían de la reproducción de la ocupación sin soltar las otras producciones necesarias en sus vidas. Segundo, porque la ocupación ya asomaba un potencial desprivatizador a través de sus propias producciones: vivir en la universidad sólo era posible disputando lo público, amenazado por lo privado; pero, lo público ya privaba con su pretendido uso para un todos incluyente, al “consensuar” socialmente una sola forma de disponer de las condiciones materiales para la educación, además, dependiente del presupuesto. La ocupación representaba una forma disidente de la organización social que, si bien ya tenía muy claro que la responsabilidad de la educación no cayese en lo privado –sólo quien pueda pagar tiene acceso-, también iba más allá de lo público. Lo público se convertía en uso disponible para reproducir la vida social en la propia universidad con producciones propias, lo cual permitía a las y los ocupantes estudiantes no delegar la producción de la educación ni a lo privado ni a lo público. Por eso la potencia de que ellas y ellos dispusieran de la UFFS para reusarla, organizándose en Sectores, preparando sus alimentos y comiendo ahí, adaptando los salones a dormitorios, ocupando los baños y regadera para sus necesidades de higiene, reusando el internet para los fines políticos de la ocupación y para entretenimiento, tomando posesión de los diferentes espacios del edificio principal para reuniones y asambleas, etc.

Dicho todo lo anterior, mi balance es, que esa crisis de capital que el gobierno regestionaba privatizando la educación pública, es decir, haciéndole pagar al pueblo con la flexibilización de su formación y con la prioridad presupuestaria para el pago de la deuda pública, ya estaba siendo rebasada, en buena medida, por el mismo pueblo a través de sus producciones relanzadas en la ocupación. Tal vez ésta enarbolaba lo público para la educación como defensa frente a la privatización, y tal vez podía “desactivarse” para anclarse en lo público como puerto seguro, pero las y los estudiantes ocupantes estaban mostrando también la potencia de responsabilizarse por las condiciones materiales de su educación, o sea, de tomar la universidad pública: abrirse en tiempo y espacio para una organización social del uso que disputase los medios de producción de la educación, destinada al resto de producciones.

Hacia mi salida de la ocupación, más aperturas aparecían: ocupantes y profesores donaban clases sobre producciones que sabían hacer; se realizaba una segunda votación estudiantil, de la cual las y los ocupantes salían nuevamente victoriosos; lograban la cancelación del calendario escolar; trabajaban voluntariamente en la producción de un área de tierra en forma de mandala; establecían un servicio de guardería; etc. La ocupación abría posibilidades y desprivatizaba la vida social.[1]

Fuentes

Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, Manifesto de apoio aos povos indígenas otomí, tepehua e nahua da Sierra Norte do estado de Puebla no México, 2016.

Cornelli, Marcela, A lógica perversa da dívida e o orçamento de 2015, en http://www.auditoriacidada.org.br/blog/2015/03/13/a-logica-perversa-da-divida-e-o-orcamento-de-2015/, consultado el 09 de noviembre de 2016.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221276&titular=una-ocupaci%F3n-estudiantil-en-paran%E1-brasil-

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La escuela en la ciudad educadora hoy

Por: Julio Rogero

Muchos creemos que ya es hora de que la escuela y el municipio se reconozcan mutuamente y se propongan construir juntos la educación y la vida en común que queremos.

Los municipios tienen muy pocas competencias asignadas por las administraciones autonómica y estatal en las cuestiones que afectan al sistema educativo y a las escuelas ubicadas en su territorio. En Infantil y Primaria se limitan al cuidado físico de los centros escolares: limpieza, mantenimiento y conserjes. En Secundaria ni eso. Sin embargo, son muchos los temas educativos directamente relacionados con las políticas locales de proximidad: actividades de ocio, cultura, deportes fuera del tiempo escolar; los espacios urbanos de encuentro y relación ciudadana; la relación escuela-entorno; la proyección de los aprendizajes escolares en actuaciones de servicio a la comunidad; los espacios comunes de aprendizaje y convivencia; el acceso y relación con las instituciones y servicios de la ciudad…

Muchos municipios actúan en esos aspectos más allá de lo que la normativa regula. Tienen conciencia de las potencialidades negadas a la acción municipal por el distanciamiento entre las administraciones y el cierre de la relación escuela-entorno-ciudad por un sistema educativo excesivamente academicista y burocratizado.

Las actuales políticas educativas municipales abren nuevas posibilidades de hacer la educación de otra manera. Se vuelve a hablar de Ciudad Educadora, de Proyecto Educativo de Ciudad, Infancia y ciudad, escuela y servicio a la comunidad, educación a tiempo completo. En el año 1990 se celebró en Barcelona el Primer Congreso de Ciudades Educadoras. En él se redactó “La Carta de las Ciudades Educadoras”, recogiendo el consenso de los participantes que representaban a diferentes ciudades, sobre las perspectivas que se abrían para las políticas educativas municipales. Las ciudades que la firmaron asumieron el compromiso público de comenzar a dar pasos de transformación de sus comunidades. Sin embargo, más tarde se demostraría que la mayoría fueron incapaces de avanzar lo más mínimo en esa dirección. Otros intereses diferentes y la posición de la educación en los últimos lugares del orden de prioridades en la política municipal relegaron lo firmado al olvido. La posibilidad de hacerlo realidad requería dos aspectos elementales que no se dieron en casi ningún lugar: la superación de los reinos de taifas en la gestión de las áreas de trabajo y entre las diferentes concejalías; y en segundo lugar, la consolidación de la participación ciudadana, muy baja en esos momentos, porque sus asociaciones vivían encerradas en sus problemáticas específicas.

Hoy, en muchos municipios, parece que se abre una nueva posibilidad de cambio en esa doble dirección: por una parte, el reconocimiento de que la educación debe tener una transversalidad reconocida en todas las áreas municipales, y que estas requieren de coordinación para dar coherencia y eficacia a las políticas. Y por otra parte, la valoración real de que, más allá de los componentes escolares -pero teniéndolos en cuenta- es la comunidad local en su diversidad la que desde su horizontalidad, su identidad y su sentido de pertenencia, puede promover acciones colectivas para ir haciendo suyas las posibilidades de cooperación y participación en la construcción de una ciudad educadora.

Intuyo que es necesaria una nueva visión de la política local. Pasaron los tiempos del protagonismo absoluto de la administración. Hoy nos encontramos con nuevos actores que piden un protagonismo mayor en la vida de las ciudades: asociaciones, colectivos y plataformas reivindicativas en el campo de la vivienda, la salud, la educación… que requieren espacios de dinamización de lo común para consolidar la acción colectiva en la respuesta a los problemas colectivos; la reformulación de los tiempos y espacios educativos para aproximarnos a una educación a tiempo completo de calidad; el compromiso educativo de la escuela con la ciudad y de la ciudad con la escuela a través del proyecto educativo de ciudad…

Se hace necesaria una visión diferente del papel de la escuela, que reconozca que no tiene ya el monopolio de la enseñanza y del espacio de aprendizaje. Quizás pasen a un primer plano funciones que en un modelo escolar academicista y transmisivo quedaron ocultas u olvidadas: el cuidado y la custodia de la infancia, el aprendizaje de la convivencia positiva en la diversidad y de la relación positiva con la naturaleza, la apertura al medio, el conocimiento de sí mismos, el encuentro intergeneracional… Sin embargo, muchos reconocen que la escuela tiene un papel relevante en la construcción de la convivencia positiva en la comunidad local.

¿Cómo se inserta la escuela en esta nueva realidad? ¿Cómo conseguir que los escolares conozcan el espacio público como el lugar donde se defienden y desarrollan los intereses colectivos? ¿Cómo hacer realidad la educación de una ciudadanía comprometida con la construcción de una ciudad habitable? ¿Cuál es el lugar de la ciudad en la educación de la infancia y la adolescencia?, ¿Cómo incorpora la escuela la vida de la ciudad con su complejidad, su integralidad y sus problemas en el currículo escolar? ¿Cómo hacemos del aprendizaje en la ciudad un elemento básico para el compromiso y el servicio a los demás? ¿Cómo se asume que el aprendizaje se extienden a lo largo y ancho del vivir y convivir en todos los espacios y tiempos que nos ofrece la ciudad?

Muchos creemos que ya es hora de que la escuela y el municipio se reconozcan mutuamente y se propongan construir juntos la educación y la vida en común que queremos.

 Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/12/16/la-escuela-en-la-ciudad-educadora-hoy/

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Regalos

Por: Fernando Savater

Ustedes van a regalar libros en estas fiestas y yo les alabo el gusto. Pero no crean que todos los libros son inocuos o pacíficos: hay libros de destrucción masiva. Los cataloga en su estupendo Libros para la guerra (ed. Berenice) el siempre original Javier Mina: esos libros que han provocado matanzas, sublevaciones, conquistas o el exterminio de los infieles. A veces libros santos, pero como también es santo el infierno… Y una travesía infernal por el páramo de los remordimientos supersticiosos y los prejuicios es lo que cuenta Luisgé Martín en El amor del revés (ed. Anagrama), un relato autobiográfico escrito con valerosa crudeza. Parece mentira que hace sólo pocos años la homosexualidad fuese todavía un suplicio social para quien tratase de vivirla sin engaños. Un retrato de época y un estudio psicológico escrito con fervor magistral…

Cada vez que se publica por estas fechas la lista de los mejores libros del año, constato desolado que la mayoría de ellos no los he leído y otros por desgracia sí. En cualquier caso, nunca encuentro los tomos del Salón de los pasos perdidos, de Andrés Trapiello (van 19, el último Sólo hechos, ed. Pretextos), la única obra —entretenidísima, maliciosa, conmovedora, culterana, inagotablemente reflexiva sin pedantería…— que estoy seguro de que quedará cuando desaparezcan las celebridades anuales. Ahora bien, si quieren reforzarle a su amigo de veras la biblioteca, nada mejor que ofrecerle los cuatro suculentos volúmenes de las obras completas de Friedrich Nietzsche (ed. Tecnos), competentemente traducidas de nuevo, anotadas, comentadas, etcétera… por un equipo de especialistas dirigido por Diego Sánchez Meca. La voz total del profeta desventurado de la alegría, nuestro hermano más sabio. Ya saben, libros como regalo a los amigos lectores. Y a quienes no leen, nada. Que espabilen…

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/12/22/opinion/1482417592_557707.html

 

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Calidad de vida, tratamiento de residuos y contaminación

Por: Diego Beleván

Al haber desarrollado su base industrial y obtenido uno de los crecimientos económicos más altos del mundo de las últimas cinco décadas, Singapur es una urbe muy urbanizada e industrializada. Si las autoridades hubiesen descuidado el aspecto medioambiental en su planificación urbana, su rápido desarrollo habría podido tener un impacto negativo en la calidad de vida de sus habitantes, como ha ocurrido en el Perú.

El desafío fue particularmente importante para Singapur debido a lo exiguo de su territorio, una isla con apenas 720 kilómetros cuadrados, y una población de 5.5 millones de personas. Las experiencias singapurenses son valiosas en el momento que Lima encara un colapso progresivo de su habitabilidad, sin que sus autoridades registren la menor preocupación por frenar y revertir el problema.

Con una densidad poblacional de casi 8,000 habitantes por kilómetro cuadrado, la segunda más alta del mundo después de Mónaco, Singapur debe mantener altos estándares de calidad de vida si quiere seguir siendo un destino atractivo para las inversiones. Por lo tanto, es muy consciente de los peligros ambientales de la industrialización.

Desde el inicio de su vertiginoso desarrollo industrial, estableció una aproximación integral para proteger y administrar el medio ambiente con el fin de asegurar que éste no fuese a cuesta de sus habitantes. Las estrategias claves fueron la prevención, la estricta aplicación de sus leyes medioambientales y el monitoreo constante.

En primer lugar, Singapur puso mucho énfasis en la planificación y el desarrollo adecuado del suelo, así como en el control estricto de los proyectos inmobiliarios para uso residencial, comercial, industrial o recreacional, teniendo siempre en cuenta diversos factores relacionados con la densidad, como son la ubicación y capacidad de los diversos reservorios de agua.

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En segundo lugar, el desarrollo urbano e industrial siempre estuvo acompañado por inversiones en infraestructura para el recojo y manejo de residuos.

En tercer lugar, se elaboraron, promulgaron, y aplicaron leyes y reglamentos en los que se buscó siempre un equilibrio entre las necesidades del desarrollo y las del medio ambiente, a fin de mantener y, en muchos casos, mejorar la calidad de vida de su habitantes. Estas normas fueron complementadas con una estricta vigilancia del aire y del agua, a fin de evaluar la idoneidad y eficacia de los programas de control de la contaminación. A su vez, la aplicación de las normas garantizó que las instalaciones de recojo y tratamiento de residuos fuesen siempre operadas y mantenidas adecuadamente.

Finalmente, se llevaron a cabo programas de sensibilización y educación pública a fin de cooptar al público en la protección del medio ambiente. Este enfoque múltiple ha permitido que Singapur mantenga un medio ambiente limpio y saludable, a pesar de su asombroso crecimiento.

La necesidad de un enfoque original en la gestión ambiental apareció al final de los ochenta. El énfasis pasó “de arriba abajo” hacia la autorregulación, a través de incentivos novedosos. Aunque el enfoque tradicional demostró ser útil, con el paso de los años se volvía cada vez más costoso para el Estado, para el sector privado y para sus habitantes.

Para ese entonces, la infraestructura básica para el recojo y tratamiento de residuos sólidos y de aguas residuales abarcaba todo el territorio nacional, y la calidad del aire y del agua era regulada mediante una planificación y normas de emisión estrictas. Sin embargo, una población en aumento con mayores expectativas de crecimiento seguía ejerciendo presión sobre la capacidad limitada de Singapur para enfrentar el consumo de recursos y el tratamiento de residuos.

Al mismo tiempo, hubo un consenso internacional sobre la necesidad de adoptar medidas sobre cuestiones ambientales a nivel mundial, como el calentamiento global, la protección de la capa de ozono, la preservación de la vida silvestre y la prevención de la contaminación costera, en la que Singapur no sólo fue un participante activo sino también un promotor.

Todos estos motivos llevaron al entonces Ministerio de Medio Ambiente, actualmente Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Acuáticos, a elaborar y publicar el Plan Verde de Singapur (Singapore Green Plan) en mayo de 1992, que estableció los principios estratégicos que adoptaría la Ciudad-Estado a fin de lograr el desarrollo sostenible.

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Ese plan fue presentado en la Cumbre de la Tierra de Río en junio de ese mismo año. Para mantenerlo relevante se han realizado diversas actualizaciones, a fin de adaptarlo a las circunstancias cambiantes del entorno nacional, regional y global. El Plan Verde busca transmitir el mensaje de que el nuevo reto de Singapur ya no es sólo el desempeño ambiental sino también la sostenibilidad del medio ambiente.

Debido a su superficie terrestre limitada y una alta densidad poblacional, la eliminación de los residuos sólidos urbanos es un gran desafío para Singapur. En 1970 se generaban diariamente cerca de 1,300 toneladas de residuos sólidos; en el 2000, 7,600 toneladas y en el 2015, se produjeron casi 8,500 toneladas diarias. El problema es aún más complicado por el clima cálido y húmedo de Singapur, que hace que los residuos se descompongan rápidamente, por lo que deben ser recogidos, tratados y eliminados de manera expedita antes de que puedan tener consecuencias sanitarias.

El aumento en la producción de residuos hubiera podido llegar a ser insostenible, por razones físicas y económicas, si Singapur no adoptaba políticas de reciclaje y disminución del consumo de cierto tipo de desechos con costos de tratamiento altos.

En ese sentido, la Agencia Nacional Medioambiental (National Environment Agency), en coordinación con los diversos actores del sector público, privado y de la sociedad civil, adoptó diversas estrategias y programas para abordar el problema, basados en cuatro grandes ejes: 1) Disminución del volumen a través de la incineración eficiente, 2) Reciclaje, 3) Disminución del volumen de desechos destinados a los rellenos sanitarios y 4) Minimización de los desechos.

Todas estas medidas lograron incrementar la tasa de reciclaje de 40% en el 2000 al 61% en el 2015. Singapur está entrando en una etapa en la que cada incremento de ese porcentaje se hace no sólo más difícil sino más costoso. En ese sentido, busca medidas novedosas para seguir manteniendo su estatus como una de las ciudades con mejor calidad de vida en el mundo, y la mejor en Asia, según el ranking anual publicado por Mercer.

Fuente: http://semanaeconomica.com/haciaasia/2016/10/26/calidad-de-vida-tratamiento-de-residuos-y-contaminacion/

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