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Teorías en debate «Teorías sin disciplina «

América del Sur/Uruguay/Octubre 2016/Mabel Moraña/http://www.ensayistas.org/

«EL BOOM DEL SUBALTERNO»

Mabel Moraña

La invitación a reflexionar sobre la cultura latinoamericana «más allá de la hibridez» propone la tarea de desafiar los límites de un concepto que hasta hace poco tiempo se presentaba como incuestionablemente operativo para la captación de una cualidad distintiva y definitoria de la historia latinoamericana, marcada desde sus orígenes occidentales por la violencia de la apropiación colonial. En estas páginas quiero referirme a las relaciones entre hibridez y subalternidad, y particularmente a las implicancias de la apropiación de ambos conceptos en el espacio teórico del Latinoamericanismo internacional, es decir, a las elaboraciones desde y sobre América Latina, en relación con la creación de ese Tercer Espacio de que habla Homi Bhabha para referirse al lugar contradictorio y ambivalente desde el que se enuncia, se discrimina y se interpreta un campo cultural.

Desde la década de los años sesenta, los latinoamericanos asumimos que el concepto de hibridez captaba el rasgo más saliente de la experiencia cotidiana y de la producción cultural en formaciones sociales que desde la colonia a nuestros días han debido negociar su existencia a partir del entrecruzamiento de proyectos y agendas que definíamos en términos de lo propio y lo foráneo, aunque los intercambios entre uno y otro nivel implicaran la comprensión de complejos procesos de representación simbólica y la implementación de estrategias interpretativas que nos permitían, como hace mucho advirtiera Althusser, complementar nuestra ignorancia con el trasiego interdisciplinario. La noción de hibridez era utilizada de manera «plana», como sinónimo de sincretismo, cruce o intercambio cultural, y como forma de contrarrestar la ideología colonialista que desde el Descubrimiento aplicara, con pocas variaciones, el principio de «un dios, un rey, una lengua», como fórmula de sojuzgamiento político y homogeneización cultural. En la década de los años sesenta, los trabajos de Cornejo Polar formalizan en torno al concepto de heterogeneidad un campo semántico que incluía y superaba el nivel descriptivo que estaba implícito en la noción de hibridez. Sus estudios sobre el área andina rescatan la existencia de sistemas culturales diferenciados que revela a la nación como totalidad contradictoria y fragmentada, atravesada por formas comunicacionales, modos de producción económica y cultural y agendas políticas que contradicen la utopía liberal de la unficación nacionalista. En la misma década, el concepto de transculturación extendido por Rama desde el campo de la antropología al de la crítica literaria vuelve a explorar el tema de la transitividad cultural como intento por comprender, en el contexto de las políticas desarrollistas, el lugar y función del intelectual y las posibilidades y riesgos de cooptación de éste por parte de los proyectos e instituciones del Estado, en el contexto de la modernidad.

Con la microsociología de García Canclini la hibridez vuelve por sus fueros, como cualidad central de un proceso de transnacionalización cultural e intercambios sistémicos que reemplaza el esencialismo identitario con la mitificación del mercado como espacio de conciliación civil, donde el valor de cambio de los bienes culturales incorpora una nueva dinámica social e ideológica sobre la base de la reconversión cultural y la democratización por el consumo. En el contexto de la globalización, la hibridez es entonces el dispositivo que incorpora el particularismo a la nueva universalidad del capitalismo transnacionalizado. Más que como concepto reivindicativo de la diferencia, la hibridez aparece en Canclini como fórmula de conciliación y negociación ideológica entre los grandes centros del capitalismo mundial, los Estados nacionales y los distintos sectores que componen la sociedad civil en América Latina, cada uno desde su determinada adscripción económica y cultural.

Hasta aquí, la crítica latinoamericana utiliza la noción de hibridez para una crítica «desde adentro» de la modernidad y del nacionalismo liberal, como superación de los esquemas dependentistas y las dicotomías que oponían cultura popular/alta cultura, elementos vernáculos y foráneos, centro/periferia. Sin haber efectuado un cambio epistemológico radical, la noción de hibridez incorporó cierta fluidez culturalista en los análisis de clases. Permitió, por ejemplo, inscribir en el mapa político latinoamericano la topografía de la diversidad étnica, linguística, genérica, desafiando sólo relativamente los límites de una cartografía impuesta desde afuera, con los instrumentos que el imperialismo ha usado siempre para marcar el territorio, establecer sus fronteras y definir las rutas de acceso al corazón de las colonias. En este sentido, más que como ideologema que se sitúa en el intersticio de los discursos y proyectos hegemónicos, la noción de hibridez pareció abrir para Latinoamerica un espacio alternativo descentrando los parámetros del gusto, el valor, y la pragmática burguesa, y anunciando en la narrativa cultural del continente el protagonismo de un personaje colectivo largamente elaborado, desde todos los frentes culturales y políticos: la masa, el pueblo, la ciudadanía, el subalterno, antes representado vicaria y parcialmente en la épica de los movimientos de resistencia antiimperialista y de liberación nacional, pero ahora incorporado por derecho propio a la performance de la posmodernidad.

Con el fin de la Guerra Fría, la crisis del socialismo de estado y el consecuente debilitamiento del pensamiento marxista como parámetro para contrarrestar la implementación del neoliberalismo y los efectos de la globalización capitalista, se producen dos fenómenos fundamentales para la teorización latinoamericanista a nivel internacional: primero, la necesidad de refundamentar la centralidad de los espacios y discursos que definen el lugar y función de América Latina a nivel internacional. Segundo: la urgencia por redefinir las formas de agencia política en el sub-continente, y el correlativo problema de la representación de una alteridad capaz de subvertir el nuevo orden (la nueva hegemonía) de la posmodernidad. No es de extrañar que, por este camino, la noción de hibridez se haya visto potenciada por lecturas «centrales» que le adjudican una cualidad interpelativa creciente, una especie de «valor agregado» que permite reconstruir la imagen de América Latina dentro del campo de influencia teórica del occidentalismo finisecular. No es tampoco casual que esta apropiación del concepto coincida con el tema de la agencia política, los debates en torno a la función del intelectual en el contexto de la globalidad, la redefinición de las fronteras disciplinarias y las reflexiones acerca de la ética de la representación cultural.

Particularmente en los Estados Unidos, la noción de hibridez se articula tanto al pensamiento poscolonial como a la ideología de las minorías y a la que Bhabha llama con razón la «anodina noción liberal de multiculturalismo», inscribiéndose en un debate transdisciplinario que costruye a América Latina, otra vez, como objeto de representación, como imagen que verifica la existencia y función del ojo que la mira. En este contexto, la hibridez ha pasado a convertirse en uno de los ideologemas del pensamiento poscolonial, marcando el espacio de la periferia con la perspectiva de un neoexotismo crítico que mantiene a América Latina en el lugar del otro, un lugar preteórico, calibanesco y marginal, con respecto a los discursos metropolitanos. La hibridez facilita, de esta manera, una seudointegración de lo latinoamericano a un aparato teórico creado para otras realidades histórico-culturales, proveyendo la ilusión de un rescate de la especificidad tercermundista que no supera, en muchos casos, los lugares comunes de la crítica sesentista.

Para dar un ejemplo, en The Post-Colonial Studies Reader editado por Bill Ashcroft, Gareth Griffiths y Helen Tiffin (Routledge, 1995), uno de los textos más usados para la difusión académica de la teorización potcolonial, América Latina aparece representada justamente a partir de la puerta que abre la noción de hibridez, la cual titula uno de los apartados de esta antología crítica. Pero incluso en esa mínima inclusión, se rescata solamente la fórmula de lo real maravilloso, como intento por demostrar cómo el pensamiento postcolonial integra en sus nuevos productos culturales (en los procesos de creolización, por ejemplo) las formas del pasado, sin renunciar a las bases epistemológicas desde las que se construía la alteridad desde el horizonte desarrollista de la modernidad. Spivak y Said también se han referido a la hibridez latinoamericana ligándola a la obra de Carpentier, García Márquez y otros representantes del «boom», instrumentando así la inscripción de la cuestión latinoamericana en el contexto teórico del poscolonialismo. Nueva demostración de que América Latina no se repuso nunca del realismo mágico, que proporcionara en medio de las luchas por la liberación y la resistencia antiimperialista de los ’60 la imagen exportable de una hibridez neocolonial gozosa y sólo moderadamente desafiante, capaz de captar brillantemente la imaginación occidental y cotizarse en los mercados internacionales, incluyendo la academia sueca.

A todo esto, en el contexto de este proceso de negociaciones y apropiaciones teóricas, y ante el quiebre ideológico que registra la modernidad, ¿dónde reside la agencia cultural, y cómo devolver a un panorama marcado por el descaecimiento de las grandes narrativas, los pequeños relatos sectoriales, las reivindicaciones, levantamientos y agendas de grupos que resisten el control de un poder transnacionalizado desde posiciones que rebasan, sin superarlo, el verticalismo de clases? ¿Cómo entender la heterogeneidad desde el fragmentarismo de los centros que se enfrentan al desafío de proponer las bases ideológicas para una nueva hegemonía postcolonial, postoccidental, posthistórica? ¿Desde qué posiciones reinstaurar el nivel de lo político, en análisis marcados por un culturalismo sin precedentes? ¿Cómo redefinir las relaciones Norte/Sur y el lugar ideológico desde donde se piensa y se contruye América Latina como el espacio irrenunciable de una otredad sin la cual el «yo» que habla (que puede hablar, como indicaba Spivak) se des-centra, se des-estabiliza epistemológica y políticamente? ¿Cómo arbitrar la entrada a la postmodernidad de formaciones sociales que viven aún una (pre)modernidad híbrida, donde se enquistan enclaves neofeudales, dependientes, patriarcales, autoritarios, donde sobrevive la tortura y el colonialismo interno, la impunidad política, la explotación, la marginalidad? ¿Cómo re-establecer el papel del intelectual, su mesianismo irrenunciable, su mediación privilegiada, desde una crítica de la nación, del centralismo estatal y metropolitano, de la escritura, como violencia de las élites? Finalmente, ¿desde qué autoridad (autoría, autorización) reivindicar el programa de una nueva izquierda letrada, entronizada en la academia, en las fundaciones de apoyo a la cultura, en la tecnocracia de un humanismo postmoderno, sin dar la espalda a los derechos humanos, las clases sumergidas, y a la esperanza de una integración real, de igual a igual, entre las regiones globalizadas?

Creo que queda claro que estas preguntas intentan sugerir al menos dos problemas vinculados con la centralidad de los discursos. El primero, relacionado a la necesidad de repensar el papel que jugarán en la etapa actual los espacios que se identifican, por su mismo grado de desarrollo interno y de influencia internacional, con el programa de la postmodernidad. Segundo, qué papel corresponderá en este proceso de rearticulaciones político-ideológicas a la intelligentsia central y periférica en su función de interpretar los nuevos movimientos sociales. A pesar de que la teorización de la globalidad incorpora sin duda nuevos parámetros al problema de la representación latinoamericana, muchos aspectos de la problemática actual crean un dejá vu que vale la pena analizar. Para la etapa que se abre a comienzos del siglo XX, Angel Rama caracterizaba el surgimiento de un «pensamiento crítico opositor», con conceptos que podrían sostenerse, casi intactos, para explicar la coyuntura actual. Para aquel contexto, Rama indicaba que la fuerza del intelectual opositor residía en su capacidad de definir la siguiente agenda: «constituir una doctrina de regeneración social que habrá de ser idealista, emocionalista y espiritualista; desarrollar un discurso crítico altamente denigrativo de la modernización, ignorando las contribuciones de ésta a su propia emergencia; encarar el asalto a la ciudad letrada para reemplazar a sus miembros y parcialmente su orientación, aunque no su funcionamiento jerárquico» (Rama 1984: 128).

La construcción de la nueva versión postmoderna de América Latina elaborada desde los centros responde en gran medida a esos mismos propósitos: hacer de América Latina un constructo que confirme la centralidad y el vanguardismo teórico globalizante de quienes la interpretan y aspiran a representarla discursivamente. La noción de subalternidad toma vuelo en la última década principalmente como consecuencia de este movimiento de recentralización epistemológica que se origina en los cambios sociales que incluyen el debilitamiento del modelo marxista a nivel histórico y teórico. Mientras los sectores marginados y explotados pierden voz y representatividad política, afluye el rostro multifacético del indio, la mujer, el campesino, el «lumpen», el vagabundo, el cual entrega en música, videos, testimonios, novelas, etc. una imagen que penetra rápidamente el mercado internacional, dando lugar no sólo a la comercialización de este producto cultural desde los centros internacionales, sino también a su trasiego teórico que intenta totalizar la empiria híbrida latinoamericana con conceptos y principios niveladores y universalizantes.

Cuando hago referencia al «boom del subalterno» me refiero al fenómeno de diseminación ideológica de una categoría englobante, esencializante y homogenizadora por la cual se intenta abarcar a todos aquellos sectores subordinados a los discursos y praxis del poder. Entiendo que se trata de una categoría relacional y «migrante», que se define en términos situacionales y que trata de escapar a todo riesgo de sustancialismo ahistórico y a todo marco de estricto verticalismo teórico. Sin embargo, ¿qué nos entrega de nuevo este concepto? ¿Dónde coloca al «otro» y desde qué sistemas de control ideológico se legitima esa reubicación? El concepto de subalternidad no es nuevo en el imaginario latinoamericano. En el discurso de los libertadores -discurso «autorizado» por la legitimidad de la praxis política- el término aparece incluido para hacer referencia a los desposeídos y marginalizados por el régimen colonial, pero la connotación denigratoria del término impide utilizarlo como interpelación de los vastos sectores a los cuales debe abarcar el utopismo de la emancipación. En las teorizaciones actuales el concepto de subalternidad se vuelve a potenciar a partir de la elaboración gramsciana, en la cual el marxista italiano hace referencia a los estratos populares que ante la unidad histórica de las clases dirigentes, se hacen presentes a través de una activación episódica, presentándose como un nivel disgregado y discontinuo con grados variables y negociados de adhesión a los discursos y praxis hegemónicos. La elaboración actual del concepto violenta, de algún modo, esa disgregación, convirtiendo la subalternidad en una narrativa globalizante, sustituyendo el activismo político que fundamentaba los textos incluidos en los Cuadernos de la cárcel por un ejercicio intelectual desde el que puede leerse, más que el relato de las estrategias de resistencia de los dominados del Sur, la historia de la hegemonía representacional del Norte, en su nueva etapa de rearticulación postcolonial.

Con la expresión el «boom del subalterno» intento poner en articulación tres niveles: Primero, lo de «boom» hace alusión al montaje ideológico-conceptual que promueve la subalternidad como parte de una agenda exterior, vinculada a un mercado donde aquella noción se afirma como un valor de uso e intercambio ideológico y como marca de un producto que se incorpora, a través de diversas estrategias de promoción y reproducción ideológica, al consumo cultural globalizado. En un segundo nivel, la expresión se refiere al modo en que las relaciones de subordinación (explotación, sujeción, marginación, dependencia) político-social se transforman en campo de conocimiento, o sea se re-producen como objeto de interpretación y espacio de poder representacional. En un tercer nivel, la expresión se refiere al modo en que ese objeto de conocimiento es elaborado (tematizado) desde una determinada posición de discurso o lugar de enunciación: la academia, los centros culturales y fundaciones a nivel internacional, la «vanguardia» ideológica, donde la misma ubicación jerárquica del emisor parece eximirlo de la necesidad de legitimar el lugar desde donde se habla.

Me atrevería a decir que para el sujeto latinoamericano, que a lo largo de su historia fuera sucesivamente conquistado, colonizado, emancipado, civilizado, modernizado, europeizado, desarrollado, concientizado, desdemocratizado (y, con toda impunidad, redemocratizado), y ahora globalizado y subalternizado por discursos que prometieron, cada uno en su contexto, la liberación de su alma, la etapa presente podría ser interpretada como el modo en que la izquierda que perdió la revolución intenta recomponer su agenda, su misión histórica y su centralidad letrado-escrituraria buscando definir una nueva «otredad» para pasar, «desde fuera y desde arriba», de la representación a la representatividad. Y que ese mismo sujeto que fuera súbdito, ciudadano, «hombre nuevo», entra ahora a la épica neocolonial por la puerta falsa de una condición denigrante elevada al status de categoría teórica que, justamente ahora, en medio del vacío dejado por los proyectos de izquierda que están también ellos recomponiendo su programa, promete reivindicarlo discursivamente. Pero siempre podrá decirse que son las trampas de la alienación las que impiden a ese sujeto reconocer su imagen en las elaboraciones que lo objetivizan. Desde que la hibridez se convirtiera en materia rentable en discursos que intentan superar y reemplazar la ideología del «melting-pot» y el mestizaje con la del multiculturalismo y la diferencia, la cuestión latinoamericana pasó a integrar el pastiche de la postmodernidad. En las nuevas reelaboraciones sobre hibridez y subalternidad de alguna manera la historia se disuelve (en la medida en que aumenta la desconfianza en la historiografía burguesa) o aparece subsumida en la hermenéutica y el montaje culturalista, y la heterogeneidad se convierte, paradójicamente, en una categoría niveladora que sacrifica el particularismo empírico a la necesidad de coherencia y homogeneización teórica.

Sobrevive, entonces, en este panorama de influjos transdisciplinarios y transnacionalizados, lo que hace bastante tiempo señalaba Jean Franco, entre otros, con respecto a la posición de América Latina en el mapa gnoseológico de la crítica cultural. Franco indicaba los efectos y peligros de la dominación teórica ejercida desde centros de poder económico y cultural situados en las grandes metrópolis del capitalismo neoliberal, desde las cuales se asumía la necesidad de teorizar no sólosobre y para América Latina sino por la totalidad de un continente al que se asumía como incapaz aún de producir sus propios parámetros de conocimiento. La supuesta virginidad de América, que la presentara desde la conquista como la página en blanco donde debía inscribirse la historia de Occidente, hizo del mundo americano un mundo «otro», un lugar del deseo situado en la alteridad que le asignaran los sucesivos imperios que lo apropiaron económica, política y culturalmente, con distintas estrategias y grados, a lo largo de un devenir enajenado de su propia memoria y noción del origen, a no ser aquel que le asignaran las agendas imperiales de la hora. Localizada teóricamente como «sub-continente», mundo Tercero, «patio de atrás» de los Estados Unidos, conjunto de naciones «jóvenes» que habían llegado tarde al banquete de la modernidad, países suspendidos en el proceso siempre incierto de satisfacer un modelo exterior, sociedad no realizada (siempre en vías de), Latinoamérica sigue siendo aún, para muchos, un espacio preteórico, virginal, sin Historia (en el sentido hegeliano), lugar de la sub-alteridad que se abre a la voracidad teórica tanto como a la apropiación económica. Sigue siendo vista, en este sentido, como exportadora de materias primas para el conocimiento e importadora de paradigmas manufacturados a sus expensas en los centros que se enriquecen con los productos que colocan en los mismos mercados que los abastecen.

En resumen, hibridez y subalternidad son, en este momento, más que conceptos productivos para una comprensión más profunda y descolonizada de América Latina, nociones claves para la comprensión de las relaciones Norte/Sur y para la refundamentación del «privilegio epistemológico» que ciertos lugares de enunciación siguen manteniendo en el contexto de la globalidad. Plantean, entre otras cosas, la pregunta acerca de la posición que se asigna a América Latina como constructo de la postmodernidad que, al definirla como espacio de observación y representación cultural, como laboratorio para las nuevas hermenéuticas neoliberales y como parte de la agenda de una nueva izquierda en busca de su voz y su misión histórica, refuerza la centralidad y predominio de una intelectualidad tecnocratizada que se propone como vanguardia de/en la globalidad. El binomio hibridez/subalternidad hace pensar en otras dos nociones: sub-identidad/sub-alteridad, y en los nuevos fundamentalismos a los que esas ideas pueden conducirnos. Finalmente, ambas nociones entregan a la reflexión teórica, nuevamente la problemática de la nación en tanto «aldea global» (conjunto conflictivo de regiones, espacios culturales y proyectos político-ideológicos) desde donde puede ejercerse la resistencia a nuevas formas de colonización cultural y de hegemonía -y, no hay por qué dudarlo, de marginación, autoritarismo y explotación colonialista- que se sumarán en esta nueva etapa a las nunca superadas estrategias excluyentes de la modernidad.

BIBLIOGRAFÍA

  • Ashcroft, Bill / Griffiths, Gareth / Tiffin, Hellen The Post-Colonial Studies Reader. London: Routledge 1995.
  • Rama, Angel. La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del Norte 1984.

[Fuente: Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta, editores. Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate).México: Miguel Ángel Porrúa, 1998.]

Fuente:

http://www.ensayistas.org/critica/teoria/castro/Mabel.htm

Fuente imagen

https://lh3.googleusercontent.com/WOXMsyxVczAlBit-H9_ccFNzVm4fs2Hh588w1E5jDDImQ2ATk5mXHQc6_WA2rvmPMGk52g=s85

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el valor de una noción dialéctica de resistencia para una teoría crítica de escolarización.

América del Norte/EEUU/Octubre 2016/Henry Giroux/

Tomado de : Teorías De La Reproducción Y La Resistencia
En La Nueva Sociología De La Educación:
Un Análisis Critico∗ Henry Goroux

El valor pedagógico de la resistencia se apoya, en parte, en las conexiones que hace entre estructura y agenciamiento humano por un lado y lacultura y el proceso de autoformación por el otro.

La teoría de la resistencia rechaza la idea de que las escuelas son sitios simplementeinstruccionales, no sólo politizando la noción de cultura sino analizando también las culturas escolares dentro del convulsionado terreno de la lucha y la protesta. En efecto,esto representa un nuevo contexto teórico para comprender el proceso de escolarización que ubica el conocimiento, valores y relaciones sociales educativas dentro del contexto de relaciones antagónicas y las examina dentro del interjuego de las culturas escolares dominante y subordinado.

Cuando se incorpora una teoría de la resistencia a la pedagogía radical, los elementos de la conducta de oposición en las escuelas devienen el punto focal para analizar relaciones sociales y experiencias diferentes, frecuentemente antagónicas, entre los estudiantes de la cultura dominante y subordinado. Dentro de este
modelo de análisis crítico se vuelve posible iluminar cómo los estudiantes pueden con los limitados recursos a su disposición reafirmar las dimensiones positivas de sus propias culturas e historias.

La teoría de la resistencia ilumina la complejidad de respuestas de los estudiantes a la lógica de la escolarización. En consecuencia, ilumina la necesidad de los educadores radicales de develar cómo la conducta de oposición frecuentemente emerge dentro de formas de conciencia contradictorias que no están nunca libres de la racionalidad reproductiva incluida en las relaciones sociales del capitalismo. Una pedagogía radical, entonces debe reconocer que la resistencia estudiantil en todas sus formas representa ensus manifestaciones de lucha y solidaridad que en su incompletitud (incompleteness), a la vez critican (challenge) y confirman la hegemonía capitalista. Lo que es más importante es la voluntad de los educadores radicales de buscar los intereses emancipatorios que
subyacen a tal resistencia y hacerlos visibles a los estudiantes y a otros como para que puedan ser objeto de debate y análisis político.

Una teoría de la resistencia es central para el desarrollo de una pedagogía radical por otras razones también. Ayuda a traer al foco aquellas prácticas sociales en las escuelas cuyo objetivo final es el control del proceso de aprendizaje y la capacidad para el pensamiento crítico y la acción. Por ejemplo, señala a la ideología subyacente del currículum hegemónico, a sus cuerpos de conocimiento jerárquicamente organizados, y particularmente a la manera en que este curriculum margina o descalifica el conocimiento de la clase trabajadora tanto como el conocimiento sobre la mujer y las minorías.

Másaún, la teoría de la resistencia revela la ideología que subyace en tal curriculum, con susénfasis en la apropiación del conocimiento individual más que grupal (colectivo) y cómoeste énfasis conduce a un “wedge” entre los estudiantes de las diferentes clases sociales.
Esto es particularmente evidente en las diferentes aproximaciones al conocimiento llevadas a cabo en muchas familias de clase trabajadora y clase media.

El conocimiento en la cultura de la clase trabajadora es frecuentemente construido sobre los principios de la solidaridad y el compartir, mientras que dentro de la cultura de clase media, el
conocimiento se forja en competencia individual y visto como una barrera de separación.

En resumen, la teoría de la resistencia llama la atención sobre la necesidad que tienen  los educadores radicales de descubrir (develar) los intereses ideológicos incluidos en los variados sistemas de mensajes de la escuela, particularmente aquellos encerrados en el curriculum, sistema de instrucción y modos de evaluación.

Lo que es más importante es que la teoría de la resistencia refuerza la necesidad de los educadores radicales de descifrar cómo las formas de producción cultural mostradas por los grupos subordinados, pueden ser analizados para revelar sus limitaciones y sus posibilidades para permitir un pensamiento crítico, discurso analítico y aprendizaje a través de la práctica colectiva.

Finalmente, la teoría de la resistencia sugiere que los educadores radicales deben desarrollar una relación crítica más que pragmática con los estudiantes. Esto significa que cualquier forma viable de pedagogía radical debe analizar cómo las relaciones dedominación en las escuelas se originan, cómo se sostienen y cómo los  estudiantes, en particular se relacionan con ellos. Esto implica mirar más allá de las escuelas. Esto sugiere tomar seriamente la contra-lógica que empuja a los estudiantes fuera de las escuelas, hacia las calles, los bares y la cultura subterránea (shopfloor)87.

En resumen, las bases para una nueva pedagogía radical deben ser extraídas de una comprensión teóricamente sofisticada de cómo el poder, la resistencia y el agenciarniento humano pueden devenir elementos centrales en la lucha por el pensamiento y aprendizaje
críticos.

Las escuelas no cambiarán la sociedad, pero podemos crear en ellas bolsas de resistencia que provean módulos pedagógicos para nuevas formas de aprendizaje y relaciones sociales, formas que pueden ser usadas en otras esferas más directamente involucradas en la lucha por una nueva moralidad y visión de la justicia social.

Para aquellos que sostienen que este es un objetivo político, replicaría que tienen razón, ya que es un objetivo que apunta a lo que debería ser la base de todo aprendizaje, la lucha por una vida cualitativamente mejor para todos.

Fuente

http://ecaths1.s3.amazonaws.com/teoriaeducacion/1638494347.06%20-%20Gi…

Libro de  Teorías De La Reproducción Y La Resistencia
En La Nueva Sociología De La Educación:
Un Análisis Critico∗ Henry Goroux

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/aAX_cAWss-Z15PFs8Gqr-vek9Ozm2mz6VMJvTfTgCrkMO9pmFxKKGYMu1fnExefxG1oaUA=s85

 

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¿Qué futuro puede tener el pensamiento de paulo freire?

 América del Sur/Brasil/Octubre 2016/Moacir Gadotti/

Algunas reflexiones :

I-Parte:
En el desarrollo de su teoría de la educación, Paulo Freire consiguió, por un lado, desmitificar los sueños del pedagogismo de los años sesenta que pretendía,por lo menos en América Latina, que la  escuela hiciera todo; por el otro, consiguió superar el pesimismo de los años setenta, cuando se decía que la escuela era puramente reproductivista. Haciendo esto, superando el pedagogismo ingenuo y el pesimismo negativista, consiguió mantenerse fiel a la utopía, soñando sueños posibles.

Para responder a la pregunta hecha anteriormente, se cree que el futuro de la obra de Paulo Freire está íntimamente ligado al futuro de la educación popular, en tanto que concepción general de la educación. Poco más de 20 años después de la Pedagogía del oprimido, la educación popular, marcada por esa obra, continúa siendo la mayor contribución que el pensamiento latinoamericano
ha dado al pensamiento pedagógico universal.

Es el marco teórico que continúa inspirando numerosas experiencias tanto en América Latina como en el mundo; no sólo en los países del tercer mundo, sino también en aquéllos con alto desarrollo tecnológico y en realidades muy distintas.

Paulo Freire es tributario de este movimiento en el cual él está insterto y al que le dio y continúa prestando una enorme contribución. La educación popular ha pasado por varios momentos. Es un movimiento dinámico y alimentado por innumerables visiones que forman un inmenso mosaico.

No todas las visiones se identifican con el pensamiento de Paulo Freire, pero muchas se refieren a él, pasando del optimismo guerrero de la campaña de en Nicaragua, por las escuelas comunitarias de cariz no formal,hasta las experiencias estatales de educación, todas se remiten al paradigma teórico de Paulo Freire.

La obra de Paulo Freire deberá continuar desarrollándose en múltiples direcciones, tal vez irreconciliables. Él no podrá tener el control de esto, así como Marx no es responsable del marxismo ni de todo lo que se hizo en nombre de él, y las críticas positivas o negativas también deberán proseguir.

Fuente:

 Descarga aquí:

http://s3.amazonaws.com/lcp/pedag-i-m-c/myfiles/Perspectivas-actuales-de-la-educacion—Gadotti.pdf

 

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/xwtKMu47uvKf_AXxqfQFf9JOdBfSilET-7b-BFcL46DL0B4BvYcUkYqCu8DyyC9xCtjwKA=s85

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Las palabras más polémicas en el diccionario de la RAE

Por: Susana Fernández

Cada pocos años, el diccionario de la Real Academia Española (RAE) se actualiza, y muchas veces incluye nuevos términos resultan extrañas o sumamente polémicas. Conoce los más recientes.

Las lenguas evolucionan y cambian a todo momento. Cada poco tiempo, las academias de lengua se reúnen para actualizar los contenidos, y muchas de las nuevas palabras son incluidas en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Recientemente el DRAE, como se le conoce en la actualidad, ha incluido nuevos términos, muchos de ellos extraños e incluso polémicos. Conócelos:

Los catetos

La RAE ha ampliado el espectro de la lengua española para incluir coloquialismos errados, conocidos como «catetos», que se han popularizado, pero para los que existe una correspondencia correcta. Definitivamente han sido fuente de polémica, porque si existe la terminología, ¿por qué deberíamos contemplar las palabras mal escritas?

Desde la Unidad Interactiva del Diccionario de la Real Academia Española explicaron al sitio Perfil.com que «esta selección será lo más completa en lo que se refiere al léxico de la lengua culta, mientras que en otros aspectos -dialectalismos españoles, americanos y filipinos, tecnicismos, vulgarismos y coloquialismos, arcaísmos, etc.- se limitará a  incorporar una representación de los usos más extendidos o característicos». No obstante, desde la institución advierten que a pesar de ser incluidos por su uso, no son correctos y no deben emplearse. Por eso figuran con las abreviaturas «vulg.» (vulgar) o «desus.» (en desuso).

Tal es el caso de las nuevas palabras como «murciégalo», «madalena», «moniato», «vagamundo», «dotor» y «otubre».

Términos como «almóndiga», «toballa» y «asín» no han sido incluidos recientemente al diccionario, sino que han estado registrados en el diccionario desde sus primeras ediciones (1726, 1739 y 1770, respectivamente), ya que son todas variantes del español antiguo y no son, como se piensa, variantes del español de hoy día. Desde la RAE, aseguran que «las únicas formas consideradas correctas hoy son ‘toalla’, ‘albóndiga’ y ‘así'».

Los préstamos lexicalizados

Hay palabras que provienen de otras lenguas, principalmente del inglés, que no tienen equivalente en español, en general porque son palabras completamente nuevas, que se incorporan adaptándose a las reglas gramaticales y de pronunciación del castellano. Estas palabras, conocidas como préstamos,

también se encuentran entre los nuevos términos que ha agregado la RAE.

El diccionario registra los usos, no aboga porque se adopten, sino que reconoce su existencia. La mayoría de las palabras incluidas, como es el caso de «serendipia» del inglés serendipity, «naturópata» de naturpath, «güisqui» de whisky, «botox», «kínder» apócope del alemán kindergarten, «tunear» del inglés tune, «feminicidio» del inglés feminicide o «identiquit» del inglés identikit, son términos que proceden del inglés pero que se han lexicalizado, es decir adaptado a las reglas del español e incluidos en el diccionario porque no existe equivalente en nuestra lengua.

No obstante, hay algunos como «backstage» que han sido incorporados exactamente con la misma grafía que el término original en el idioma extranjero, en este caso el inglés.

Los coloquialismos

En la actualidad, hay muchas variaciones geográficas de las lenguas, y el español de ninguna manera es excepción. De hecho, las variaciones entre los países hispanohablantes es una de las razones por las que es tan difícil aprender la la lengua. Como el DRAE incorpora los coloquialismos de las diferentes regiones hispanohablantes, esta categoría de palabras ha estado muy presente en esta actualización léxica.

Entre los nuevos coloqualismos aceptados encontramos «pompis» y «culomen» como eufemismos de nalgas o trasero, «papahuevos» (papanatas), «chupi», «cagaprisas», «basurita», «papichulo» o «amigovio»

Las palabras con connotaciones sexistas y racistas

Pese a que desde la Real Academia han intentado limitar la presencia de palabras y definiciones con connotaciones sexistas o racistas, por ejemplo con el término «femenino» que previamente se concebía como “débil, endeble”, sí existen palabras como «gitanada», «mariconada» o «judiada» que continúan teniendo estos tintes. Si bien se aclara que es un término «malsonante», aún se reconoce y figura como un uso corriente.

Desde la Academia sostienen que muchas de estas palabras aún son contempladas por razones de arraigo y porque no se originaron con significados negativos. Además, muchos de estos términos se conservan en el diccionario, advierte la RAE, «porque el diccionario pretende ser también válido para interpretar textos clásicos», permitiendo una mayor comprensión. Estos términos, como los mencionados.

Fuente: http://noticias.universia.es/cultura/noticia/2015/11/10/1133470/palabras-polemicas-diccionario-rae.html

 

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Inversión sostenida en ciencia y tecnología para crear riquezas. El mensaje de Salvador Moncada

Por: Salvador Moncada

Un logro relevante es el Programa de Jóvenes Talentos desarrollado desde 1997 en la Facultad de Ciencias Naturales y Matemática de la Universidad de El Salvador.

Uno de los más destacados científicos del mundo en las ciencias bionaturales en las últimas cuatro décadas, el Dr. Salvador Moncada, formado en la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador en la década del sesenta, regresó a nuestro país donde vivió de los 4 a los 27 años. Nos dijo que necesitamos invertir en ciencia y tecnología de manera sostenida en las próximas décadas para crear riqueza y salir progresivamente de la pobreza. Este es un extracto de su ponencia.

En la conferencia pronunciada en la Universidad de El Salvador el lunes recién pasado –“América Latina: Retos y Perspectivas en la Sociedad del Conocimiento”–, el Dr. Moncada dijo que en el mundo de hoy crecientemente interconectado con casi la mitad de la población mundial conectada al internet, es mucho más fácil el acceso a la información y la interacción y cooperación científica. “La digitalización de la información y el internet han facilitado la aplicación del conocimiento a la actividad económica, volviéndose un factor predominante en la creación de riqueza”.

Efectivamente, “las conexiones de la gente, a través de canales formales e informales, comunidades de la diáspora, redes globales virtuales y comunidades profesionales de intereses compartidos, son importantes impulsores de colaboración internacional”, mientras países como China, India y Brasil ofrecen oportunidades para que los estudiantes talentosos en el exterior regresen después de graduarse a trabajar en sus países.

Esto llevó a Moncada y a varios de sus colegas hondureños a crear Honduras Global, la red de conocimiento para el desarrollo cuyo objetivo es identificar y conectar hondureños altamente calificados a nivel mundial con el fin de promover la transferencia de conocimientos y fomentar la innovación y el desarrollo científico, tecnológico y empresarial en Honduras. Un embrión de esta red ha dado inicio en El Salvador, debiendo potenciar El Salvador Global.

La inversión en el desarrollo de la ciencia se hace a través del gobierno, de los privados y de la cooperación internacional. Y las etapas de dicho desarrollo son el entrenamiento, el desarrollo de infraestructura, buenas condiciones para retornar, y redes y más redes de trabajo.

El gasto global mundial en investigación y desarrollo en 2013 ($1.48 trillones) respecto a 2007, creció más rápido (30.5%) que la economía global (20.1%), mientras Latinoamérica gasta solo 0.82% del producto interno bruto mundial frente a 2.63% de Norteamérica, 1.95% Oceanía, 1.89% Asia y 1.76% Europa. Y por cada millón de habitantes, hay 4,820 investigadores en Argentina, 1,440 en Chile, 850 en Cuba y 840 en México. Mientras 40.8% de las mejores universidades del mundo está en Europa, 34.6% en Norteamérica y 21.6% en Asia/Pacífico, solo 2.2% se encuentra en Latinoamérica.

Tres grandes recomendaciones generales nos dejó Moncada: 1. Los gobiernos nacionales necesitan mantener la inversión en la base de la ciencia para asegurar la prosperidad económica. 2. Las actividades y colaboración internacional deben de estar enraizados en la ciencia nacional y en estrategias innovadoras. 3. El compromiso con los esfuerzos de investigación multinacional y con la adquisición de infraestructuras no deben ser vistos como blancos fáciles de recortes durante períodos de turbulencia económica.

Un logro relevante es el Programa de Jóvenes Talentos desarrollado desde 1997 en la Facultad de Ciencias Naturales y Matemática de la Universidad de El Salvador de atención a estudiantes sobresalientes de los niveles básicos y medio del sistema educativo nacional en San Salvador, y desde 2006 en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Prueba del éxito de dicho programa es el historial creciente de medallas de nuestros estudiantes en las olimpiadas centroamericanas, iberoamericanas e internacionales de matemática, física, química y biología, disputándose dos décadas después, los primeros lugares. Hasta hace 28 meses su director fue el actual ministro de Educación.

Otros dos logros importantes son la creación, desde el gobierno anterior, del Viceministerio de Ciencia y Tecnología, y desde hace un mes, de la sede regional del Consejo Internacional de Ciencias para América Latina y el Caribe para los próximos 5 años, en El Salvador. A ambos logros debemos sacarle el mejor provecho.

La excelente Facultad de Medicina de los tiempos de Fabio Castillo y María Isabel Rodríguez sentó las sólidas bases académicas y de investigación que le permitieron al talentoso médico e investigador centroamericano continuar su formación en las mejores universidades y centros de investigación europea. Y después, conquistar las estrellas… Gracias, Salvador, por regresar nuevamente a tu país del que no solo llevas su nombre, sino también especiales recuerdos y afectos de toda la vida.

Fuente: http://www.laprensagrafica.com/2016/10/20/inversion-sostenida-en-ciencia-y-tecnologia-para-crear-riqueza-el-mensaje-de-salvador-moncada

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Impulsemos el desarrollo humano

Por: Carlos Guillinta Domínguez

En efecto, los indicadores de la prueba tomada el año pasado pueden compararse con aquellos obtenidos en 2012. Recordemos que el Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes se elabora en forma estandarizada cada tres años en todo el mundo, lo cual nos permite ver si el Perú progresa, va por buen camino o ha mejorado en el trinomio educación, salud y capacitación laboral.

El Gobierno asumió la responsabilidad de optimizar algunos aspectos. Por ejemplo, el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, anunció en el Congreso, durante su presentación para lograr la investidura del Gabinete Ministerial, que se redoblarán esfuerzos en la educación con un incremento salarial para los docentes, afirmando que ninguno percibirá menos de 2,000 soles en 2018.

Además, adelantó que en los primeros dos años de gobierno se creará el Servicio Nacional de Formación Docente y Directiva, que consolidará todos los esfuerzos dedicados al fortalecimiento de capacidades profesionales de los maestros, y que, para el Bicentenario de la República, el 75% de escuelas del país contará con todos los servicios básicos.

Los representantes del Banco Mundial han comentado recientemente que, como ejemplo de realización plena de sus habitantes, en los países del sudeste asiático, como Corea del Sur, Singapur, China, Tailandia y Vietnam, se apostó con gran interés por las reformas de capital humano logrando, de esta manera, un desarrollo y crecimiento económico destacado.

En el caso coreano, la reforma educativa y el empoderamiento del capital humano era un tema de seguridad nacional, estaba al nivel de lo militar, no se discutía en el ámbito político y ese interés e impulso que se dio a la educación generó en dicho país los resultados que hemos visto en la economía y la tecnología.

En el caso peruano debemos resaltar el interés del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), mediante sus diversos programas, en potenciar los programas juveniles laborales para mejorar sus habilidades, como política de desarrollo de capital humano que busca fortalecer competencias y desarrollar capacidades productivas de la población en condición de pobreza y pobreza extrema. También facilita el acceso a la capacitación y asistencia técnica para el emprendimiento e intermediación laboral con el fin de ser agente de desarrollo más competitivo.

Con el diseño de esas medidas correctivas, el Ejecutivo demuestra que es consciente de la importancia de impulsar y fomentar el potencial humano para ser un país competitivo con desarrollo, innovación y tecnología calificada.

Fuente: http://www.elperuano.com.pe/noticia-impulsemos-desarrollo-humano-47683.aspx

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Quality education; whose quality, anyway?

Por:

There is no doubt that education in post-Genocide Rwanda has undergone immense changes and transformation for the better.

Some of the significant achievements include; high enrolment rates at all levels, improved infrastructure in schools, supply of teaching and learning materials to schools, liberalisation of the education sector that has resulted in the opening of private learning institutions, and many more landmarks.

However, on the other hand, quality of education in the country remains a big concern to anyone who cares or wishes to see the country leap forward from average to excellence in development of education.

Some of the present challenges include; low levels of academic performance, high levels of functional illiteracy, growing numbers of unemployable graduates, among others.

Indeed such concerns are very valid, considering the fact that education is a fundamental tool for national socio-economic development and for individual economic empowerment.

Similarly, we should appreciate the profound role of education as a major vehicle for sustainable and long-term development needs for any given society. I believe it’s the reason why the brains that framed Rwanda’s Vision 2020 made education one of the major pillars of this valuable blueprint (human resource development and knowledge-based economy).

In fact, a critical analysis of all the pillars of Vision 2020 shows that the success of Vision 2020 will largely depend on the quality and type of education we build for the current and future generations.

For example, it would be hard to achieve good governance, have a vibrant private sector, develop market oriented agriculture, develop infrastructure, achieve economic integration and attain other relevant cross-cutting issues embedded in Vision 2020 without capable leaders and well-informed population, which are all dependent on the quality of education that our children get.

This reminds me of the phrase I first learnt from my college principal that “no education system can be better than its quality of teachers”. I can as well say “no nation can be better than its quality of education”.

There has been so much concern about the standards of quality of the graduates produced by local universities. Whereas there is no doubt that there are problems at the tertiary and university levels of education, sometimes we need to judge these institutions of higher learning fairly.

Our good professors at university might not have the magic bullet to make the impossible possible overnight; bearing in mind that education process, like any other processing functionality, the inputs will determine outputs at the end of the processing cycle.

It is important to note, at this level, our educational system is made up of three main tiers; primary, secondary, and tertiary. Another important level which is often not accorded due recognition is the pre-primary school level (crèche and nursery schools).

This level is not recognised in the common (6-3-3-4) appellation of the Rwandan education system, although there are efforts to improve pre-primary education as a solution to solidify and improve quality education from the foundation.

From the aforementioned we realise that education system in Rwanda is comprised of various sub-systems (primary, secondary and tertiary levels). As such, it’s imperative to know that there is a functional relationship between these sub-systems, such that failure or a defect in one sub-system affects other sub-systems.

Between these sub-systems we have different players including; parents, teachers, government, donors, school administrators and students, among others. So, the big question is “who is responsible for improving the quality of education in Rwanda or who is to blame for the poor standards of education for that matter?”

We talk of graduates without basic skills and competences, graduates who can’t express themselves in simple ways, employers complain of graduates who can’t perform simple tasks at their places of work etc.

So, who will save our education and fix the situation –the government, donors, school administrators, teachers, students or parents? May be to answer this question may entail in-depth analysis, which is beyond the scope of this write-up.

But for the purpose of this article, we shall take a simple analysis and apportion responsibility to each one among the key stakeholders involved in education in this country.

These stakeholders include; the government, the donors/development partners, parents, teachers, education managers and administrators, plus students. As DEEPAK puts it “when you blame and criticise others, you are avoiding some truth about yourself”.

Next week we shall bring you the second and final part.

Fuente: http://www.newtimes.co.rw/section/article/2016-10-13/204414/

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