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Los NNATs y el trabajo digno en Paraguay

Por: Vanessa Pérez y Raúl García

En Paraguay, donde en 2012 se dio el penúltimo Golpe de Estado de América Latina mediante el sistema de “golpe blando” inaugurado tres años antes en Honduras y reinstalado hoy en Brasil, viven casi siete millones de personas. El gobierno de Horacio Cartes, electo por el miedo, la cooptación y la ignorancia, ha profundizado la pobreza y la migración campo-ciudad mediante sus políticas aliadas con empresas transnacionales que se enriquecen a costa de la usura y el agrotóxico. img_3474Son muchas las voces que están en lucha por la dignidad en este lugar del mundo, a pesar de que son identificadas, perseguidas, encarceladas y, cientos de veces, muertas. En un país donde los cinturones de pobreza, el hacinamiento en las cárceles, la vigilancia y la injusticia en los tribunales crece cada día más, encontramos centenares de niños, niñas y adolescentes trabajando. Y no es por gusto, sino por necesidad. De la recaudación de estas manos infantiles depende, en la mayoría de los casos, el sustento familiar. Por estas latitudes, al igual que por muchas otras en el planeta, la infancia no es solo juego, sino un compendio, en el mejor de los casos, de supervivencia, trabajo, educación y entretenimiento.

Existen organizaciones que dan protección, formación y un espacio de encuentro e intercambio a los Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (NNATs). En el Paraguay encontramos a la CONNATs, Coordinación Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores. Hablamos con algunas de las voces colaboradoras: Fran, Sergio, Gladys, Eli. “Como Coordinación Nacional de grupos de NNATs organizados, asumimos a través de acciones concretas nuestro rol para exigir el cumplimiento real de los derechos de los niños y niñas, denunciamos las violaciones de los derechos humanos e incidimos en la instalación de políticas sociales que apunten a un cambio social”, afirman. Pudimos ver cómo ayudan a desarrollar las capacidades personales, grupales, laborales y culturales de los NNATs sorteando los obstáculos del día a día, y dotándolos a estos de un protagonismo que pocas veces se da en la infancia.

En la terminal de autobuses de Asunción se puede encontrar a los_mg_3387niños lustrabotas. Un grupo de niños y adolescentes de entre 11 y 17 años que trabajan en turnos de mañana o tarde durante 6 horas, descansando un día completo a la semana. Todos ellos cuentan con el consentimiento familiar y están escolarizados. Diariamente se dirigen a su lugar de trabajo con una sonrisa dispuestos a compartir con sus compañeros y educadores, quienes les ayudan con las tareas escolares, les orientan y les ofrecen formación. Hablan como adultos detrás de su joven apariencia: “nosotros estamos así por el sistema capitalista, que es un modelo que se basa en la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre”, nos cuenta Walter Bogado, delegado Nacional de los NNAts.

img_3900En el mercado de Abasto están los vendedores de fruta y verduras. Ellas y ellos se ubican en la orilla de la carretera esperando un ómnibus donde subirse a vender. Otros ayudan a sus padres en los puestos o salen a los alrededores a ofrecer sus productos. Sin apenas tiempo libre, el mercado se vuelve la única escuela de muchos de estos rostros. El carácter perecedero de los alimentos determina un objetivo: vender todo en el día. Cuando eso se consigue, la jornada se da por finalizada. A veces pueden pasar muchas horas hasta conseguirlo. Sin embargo, la ayuda de estos niños y niñas es inestimable para sus familias, “sin él tendría que trabajar mucho más, no podría salir adelante”, declara una de las madres.

_mg_3883Tanto en la terminal como en el mercado están acompañados por  colaboradores que en algún momento también fueron NNATs. Además, tienen apoyo escolar, alimentación y momentos de ocio y formación, aunque ciertamente, debido al espacio físico donde trabajan, hay importantes diferencias. La amplitud del mercado complica la tarea de protección, por eso es esencial la cooperación de las familias. En la terminal el espacio es limitado y los guardias ayudan también a que los niños no sean acosados, algo que sucede más de lo deseado, de ahí la ausencia de integrantes mujeres en el grupo, aunque no se descarta su inclusión.

Los NNATs de la terminal se reúnen los sábados e intercambian ideas, curiosidades, plantean preguntas y reciben una formación inestimable. En el mercado tienen una radio donde durante dos días a la semana realizan un programa que se escucha en todo el recinto, informando acerca de los derechos que tienen los NNATs. De esta manera se teje toda una red de concientización que genera las bases para la construcción de otra sociedad. En la mano de las nuevas generaciones está la comprensión de una realidad que en la actualidad aparece manipulada por los medios de comunicación. En un planeta donde se privatiza el derecho al techo y al agua no puede calar el sueño americano de si tengo suerte y trabajo mañana seré rico. Miles de jóvenes licenciados que no encuentran empleo en lo que estudiaron demuestran que no es cierto, que este sistema impone el individualismo y la competencia como forma descarnada para salir adelante. Es así como se sigue viviendo, apartando la mirada de las casas de madera contrachapada que invaden el centro a la salida del parlamento y la universidad, desbordada y a veces inundada la periferia, conocida por ello como “los bañados”. Algunos estudiantes asuncenos no ven esas cosas, “las tienen delante y no las ven”, declara Jorge Lara, profesor de la universidad.

_mg_3918Nos cuentan los chicos de la terminal que algunas personas les miran mal, y cuando les ven acercarse se apartan o se molestan pues creen que van a robarles. ¿Os imagináis a esas mismas personas huyendo del vendedor de helados, de la vendedora de palomitas, del lustrabotas adulto ubicado en la plaza? ¿Cuál es la causa que genera desconfiar de un NNATs? Quizás la ausencia de análisis y reflexión del hecho en cuestión. Ese modo de actuar, extendido entre las clases medias y acomodadas que acostumbran a un tipo de consumo, habla de un tipo de sociedad. Una sociedad generadora de realidades no asumibles. Nadie quiere ver a un niño vender su fuerza de trabajo, sin embargo es una realidad, pero en lugar de abrir un espacio discursivo que busque el origen de ese hecho y lo trate sin desmerecerlo, se opta por desconfiar y huir. Es como si el cerebro chequease el instante inmediato en el que se acerca Mateo y, sin atender a su caja de lustrar, enviara la señal de ¡cuidado!, momento en el cual la señora de los zapatos negros llenos de polvo aprieta el brazo para agarrar su bolso con más fuerza. ¡Lástima! Por 3000 pesos paraguayos podría haber lucido impecables zapatos. Y es que, presos del sistema imperante, surge de todas partes la necesidad de protegerse de los desórdenes que ponen en peligro esa lujosa y cada vez más cara tranquilidad. De esta suerte el capitalismo instala el más grotesco de los mecanismos: la desarticulación del ser humano de su circunstancia. Dicha desarticulación lleva directamente a la insensibilización con cualquier tipo de injusticia y desigualdad. Anestesiado y esterilizado el nuevo sujeto postmoderno y global está preparado para afrontar la decadencia que genera el mismo sistema al haber sacrificado más del 71% de la población mundial en pos de un 21% que sirve de base para mantener ese 8%[i] de descarnados multimillonarios que tiran los dados para decidir cuál será el país con el que jugarán a la guerra más tarde. Por suerte los_mg_1692mecanismos no son perfectos y no todos son sujetos postmodernos y globalizados insensibilizados con las injusticias y las desigualdades. En el Paraguay hay los que luchan desde abajo y desde la izquierda, los que desde la prisión siguen pensando alternativas, los que siguen ocupando tierras a pesar de las muertes y encarcelamientos de dirigentes, las que se preguntan qué comemos y exigen un etiquetado que identifique los alimentos cultivados con agrotóxicos,  quienes desde su trabajo como educadoras y educadores populares quieren cambiar los barrios más desfavorecidos generados por el sistema; están los que se preguntan por qué, los que buscan respuestas y no quieren una torta como premio y pago de su voto. En el Paraguay hay muchas voces en lucha, en lucha contra la opresión y la discriminación. Y el más fiel reflejo de ello se puede encontrar en esos niños, niñas y adolescentes que dignifican el trabajo portando ese otro mecanismo de articulación entre quiénes son, qué pueden y qué deben hacer.

Notas: The Wealth Report 2015, Pirámide de la Riqueza

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217590&titular=los-ni%F1os-ni%F1as-y-adolescentes-trabajadores-y-el-trabajo-digno-en-paraguay-

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“Debemos despertar en los estudiantes el deseo de seguir aprendiendo”

Por: Salvador Rodríguez Ojaos

“Nuestra obligación como educadores es preparar a los niños para que estén siempre dispuestos a esperar lo ines­perado. En este contexto, educar es guiar, retar, desafiar y provocar; mientras que aprender es conocer, comprender, aplicar y crear”, afirma Salvador Rodríguez Ojaos en la Tribuna que escribió para el nº 23 de la revista Educación 3.0 y que ahora reproducimos.

Muchas generaciones de es­tudiantes han asistido a la escuela con la certeza de que lo que aprendieran en ella les serviría para siempre, les resolvería el futuro o, al menos, les posibilitaría conseguir un buen empleo con el que ganarse bien la vida. Pero nuestro mundo ha cambiado radicalmen­te y, en la actualidad, la escuela no puede seguir ofreciendo esa seguridad.

En cambio, la escuela sí que puede compro­meterse a dotar al alumnado de las herramien­tas más eficaces para ayudarle a afrontar un fu­turo incierto. En otras palabras, en el mundo de incertidumbre en el que vivimos, el verdadero objetivo de la educación escolar no es que los alumnos aprendan algo en concreto en un mo­mento determinado sino despertar en ellos el deseo permanente de aprender.

Despertar el deseo de aprender está muy rela­cionado con el placer de enseñar. Para enseñar hace falta vocación, pero también formación pedagógica y un alto dominio de los conteni­dos propios de las materias. Nuestra obligación como educadores es preparar a los niños para que estén siempre dispuestos a esperar lo ines­perado. En este contexto, educar es guiar, retar, desafiar y provocar; mientras que aprender es conocer, comprender, aplicar y crear.

Otras habilidades

la ca­pacidad de adaptación a nuevas situaciones, la habilidad de desaprender o desechar los cono­cimientos que quedan obsoletos, la tolerancia a la frustración, el espíritu crítico, la creatividad a la hora de mirar el mundo, la competencia para trabajar en colaboración con otros…

La escuela ya no es sólo un lugar donde ad­quirir conocimientos, es también un espacio de preparación para la vida donde las emo­ciones y los valores deben tener cabida. Si li­mitamos la escuela a la mera transmisión de conocimiento, estamos condenándola a su desaparición, ya que esa labor puede hacerse a través de otros medios, como Internet, de modo más motivante para los alumnos. Se trata de enseñarles a pensar, de mostrarles que además de solucionar problemas, deben aprender a plantearlos; de que entiendan que lo que están aprendiendo tiene un sentido.

Enseñar es importante, pero aprender aún lo es más. Si no hay aprendizaje, la enseñanza no tiene sentido

Durante demasiado tiempo, la escuela ha estado limitada por la cultura del suspenso.Enseñar es importante, pero aprender aún lo es más. Si no hay aprendizaje, la enseñanza no tiene sentido. Si conseguimos que aprender y aprobar sean lo mismo, estaremos haciendo de la escuela un lugar privilegiado para preparar a las personas a tener una vida plena. Para con­seguirlo, debemos huir de la estandarización de la enseñanza para personalizarla y conse­guir que cada uno de los alumnos desarrolle al máximo sus talentos.

Si la curiosidad fuera el motor del aprendi­zaje en las escuelas, los alumnos serían capa­ces de adaptarse a las exigencias de un mundo cambiante. Un adulto que conserva la capaci­dad de hacerse preguntas para entender cómo funciona el mundo, que mantiene el deseo de seguir aprendiendo siempre, es un adulto creativo, crítico e innovador.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/despertar-el-deseo-de-seguir-aprendiendo-por-salvaroj/39628.html

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La universidad española, una institución franquista

Por: Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario

Este injusto sistema será erradicado, como la lacra que es, de las futuras universidades Canarias, una vez consigamos librarnos del yugo del colonialismo y procedamos con la descolonización e independencia de nuestra patria.

Lamentablemente las universidades españolas siguen siendo instrumentos del régimen franquista, heredado por la monarquía  borbónica que, mediante prebendas, mantiene cautivas las citadas instituciones para que contribuyan a apuntalar el caduco  régimen monárquico y colonial español.

Prebenda número uno:  el salario del profesorado al servicio de la franquista institución es de los mejores remunerados dentro del funcionariado, aunque no produzcan absolutamente nada como, desgraciadamente, es el caso en la mayoría de las ocasiones, limitándose a impartir sus clases más o menos magistrales. Además, los jugosos presupuestos de las universidades, financiadas fundamentalmente con los impuestos detraídos a la clase trabajadora, cuyos hijos siguen mayoritariamente sin acceder a los estudios universitarios, incluyen suculentas partidas destinadas a viajes del profesorado que, en el mejor de los casos, justifican con su asistencia a un congreso en los más recónditos lugares del planeta y cuyas ponencias, si las hubiera o hubiese, en contadísimas ocasiones finalizan en publicación alguna reconocida por los estándares internacionales para valorar el factor de impacto de las mismas.

Como ejemplo basta echar un vistazo al  shangairanking, en el cual, figurando en primer lugar la universidad de Harvard con una puntuación de 100, la primera universidad española que aparece es la de Barcelona, en el puesto 175, muy alejada de la universidad de Utah en el puesto número 100 y con una puntuación de 25.4. Las universidades franquistas españolas en Canarias (La Laguna y Las Palmas), ni siquiera se asoman al listado de las 500 primeras universidades, lo que dio lugar a que el actual rector de La Laguna,  Antonio Martinón (el mismo que reprimiera violentamente manifestaciones estudiantiles cuando era delegado del gobierno en la colonia) hiciera públicas declaraciones, sin ponerse colorado ni nada, en las que abogaba porque esa institución avanzará cien puesto en el shangairanking, a sabiendas de que ese avance se conseguía aumentando su índice aproximadamente un O.1 por ciento ¡pues ni por esas!

El mismo rector ha lamentado recientemente la disminución del número de estudiantes universitarios, después de haberlos apaleado hasta la extenuación, que masivamente han optado por dar la espalda a la represiva institución.

Prebendas número dos: mientras los hijos de los trabajadores siguen viendo vetadas sus aspiraciones universitarias, los hijos de los profesores siguen disfrutando de enseñanza gratuita al reconocerles la administración “el derecho” a matrícula gratuita, que el final se traduce en que serán los que ocuparán los puestos universitarios, aunque aún se desconoce el motivo (asunto científico de primera magnitud) por el cual los retoños del personal se transforman en auténticos genios nada más pisar la franquista institución, génesis de la crónica endogamia de la universidad española.

Prebenda número tres: prebendas varias. Dijimos anteriormente que el régimen monárquico y colonial agasaja a sus acólitos para, manteniéndolos cautivos, utilizarlos a sí servicio, ese es el motivo por el que las universidades franquistas mantienen, entre otros servicios, las asesorías jurídicas, cuya función es asesorar a los órganos de gobierno de las universidades, asesoramiento del que, en consecuencia, quedan excluidos los estudiantes universitarios, lo que no ocurriría si se tratase  de un sistema democrático.

Los damnificados. Los auténticos damnificados de estas represivas instituciones son los alumnos y alumnas, que siguen sufriendo los desmanes de un sistema que tiene la sartén por el mango y también la propia sartén: las clases se siguen impartiendo como siempre, sin que la metodología haya variado ni un ápice, profesores y profesores con sus amarillos apuntes, ahora pasados a incomprensibles power points, evaluados a base de los clásicos exámenes, como siempre, con el agravante de que los mismos se han extendido inclusive a las prácticas en las asignaturas experimentales.

Los damnificados y desesperados estudiantes, impotentes para rebelarse debido a  la alienación producida por el obsoleto sistema, se encuentran totalmente desamparados, incluso para revisar ese tristísimo instrumento de evaluación que utiliza el profesorado, el examen, que incluso se niegan a revisar y si alguno osa reclamar no le facilitan ni una simple fotocopia del mismo que ayude a argumentar su reclamación, en cuyo caso sugerimos recurrir a la sentencia número 918/2002 del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (Recurso contencioso-administrativo número 1405/1998), que por primera vez dio la razón a una alumna que solicitaba fotocopia de su examen para argumentar su reclamación sentencia ejemplar en la que el Tribunal anuló la denegación que había hecho el rector de la universidad del Barcelona. Sugerimos asimismo bregar duramente hasta erradicar este sofocante sistema.

Los maltratados estudiantes recurrieron masivamente a ficticios salvadores, como fue el caso de Podemos en la elecciones del 20 de diciembre de 2015, organización a la que también han optado por dar la espalda ante la constatación de que los podemitas eran una parte integrante de la misma casta que tratan de combatir

Este injusto sistema será erradicado, como la lacra que es, de las futuras universidades Canarias, una vez consigamos librarnos del yugo del colonialismo y procedamos con la descolonización e independencia  de nuestra patria.

Fuente: http://kaosenlared.net/la-universidad-espanola-una-institucion-franquista/

 

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Urgencias, incertidumbres e incongruencias en la educación

Por: Vicente Díaz 

Iniciamos un nuevo curso escolar en un sistema educativo atribulado por la presencia de viejas y nuevas urgencias, así como por la aparición de nuevas incertidumbres y preocupantes incongruencias.

Sabemos que la educación es un bien público que nos concierne a todos, que nuestro futuro depende en buena medida de su calidad y que, precisamente por eso, no puede administrarse desde planteamientos políticos e ideológicos particulares, sino que debiera ser la sociedad en su conjunto, en su multiplicidad de tendencias ideológicas y culturales, quien se ocupara de él, evitando su modelación cíclica en función de los vaivenes electorales. Así pues, sabemos de la urgencia de alcanzar el pacto inteligente que precisa nuestro sistema educativo, a fin de abordar, cuanto antes, la mejora de algunos indicadores educativos esenciales en la sociedad del aprendizaje: la mejora del abandono educativo prematuro de nuestros jóvenes, elevar la tasa de graduación en secundaria postobligatoria de nuestra población activa…. Una urgencia tan encallada como la conformación del nuevo Gobierno.

Sabemos desde diciembre de 2013 que, “para obtener el título de graduado en la ESO será necesaria la superación de la evaluación final” (reválida). Sabemos también que “la evaluación final de ESO correspondiente a la convocatoria que se realice en el año 2017 no tendrá efectos académicos”, por tanto, no condicionará la titulación en la ESO. Sabemos que dicha exigencia es una excepción en los sistemas educativos europeos. Y sabemos también que el título de la ESO obtenido en el presente curso, tanto por la opción de Enseñanzas Académicas como por la de Enseñanzas Aplicadas, resultará válido para proseguir estudios en la Secundaria Postobligatoria en cualquiera de sus modalidades. Pues bien, si todo ello es así y la prueba final de la ESO de 2017 ni tiene ni validez académica, ni está previsto que sirva de pilotaje para convocatorias posteriores, al tiempo que tendrá un coste significativo (deberán ser profesores externos a cada centro quienes las corrijan), ¿para qué hacerla? Resulta incongruente, inconsistente e innecesaria. Así es que estará plenamente justificada la objeción de la misma, en tanto en cuanto se puede abordar la sustitución de la LOMCE por el nuevo marco normativo que precisa la educación española.

También sabemos desde diciembre de 2013 que, “para obtener el título de Bachiller será necesaria la superación de la evaluación final” (reválida). Igualmente sabemos que “la evaluación final de Bachillerato correspondiente a las dos convocatorias que se realicen en el año 2017 únicamente se tendrá en cuenta para el acceso a la Universidad, pero su superación no será necesaria para obtener el título de Bachiller”. Del mismo modo, sabemos que “el titular del Ministerio de Educación establecerá, antes del 30 de noviembre de 2016, las características, el diseño y los contenidos de la prueba final de Bachillerato”, cuya realización material corresponderá a las Administraciones educativas autonómicas. Asimismo, sabemos que esa prueba final de Bachillerato se referirá a cinco materias troncales generales (una de ellas vinculada a una modalidad de Bachillerato), dos materias troncales de opción elegidas por el alumno (según la modalidad de Bachillerato cursada), una materia específica también a elección del alumno y Lengua Valenciana y Literatura.

Es urgente clarificar los procedimientos generales de admisión a las enseñanzas universitarias oficiales de Grado

Pero nuestros estudiantes de 2º de Bachillerato, y sus profesores, han comenzado el curso desconociendo dichas características, así como la vinculación (y ponderación) de las modalidades de Bachillerato y de las diversas materias cursadas por aquellos con los diferentes Grados universitarios. Una evidencia de la incertidumbre en la que se halla sumido nuestro sistema educativo y de la irresponsabilidad de quienes la han generado. Una incertidumbre que ha de sumarse a la que afecta a los Técnicos Superiores de FP, de Artes Plásticas y Diseño y Enseñanzas Deportivas, desconocedores igualmente del procedimiento de admisión que hayan de superar para acceder a los estudios universitarios para el curso 2017-2018.

Tamaña incertidumbre exige la máxima urgencia en la clarificación de los procedimientos generales de admisión a las enseñanzas universitarias oficiales de Grado que pudieran establecer las Universidades. Así pues, resulta imprescindible y de extraordinaria urgencia: a) hacer visible cuanto antes (por supuesto antes de Navidad) las características concretas de las pruebas de cada una de las materias; b) definir la adscripción de las materias troncales de cada modalidad de Bachillerato, y en su caso de las materias específicas que corresponda, a las ramas de conocimiento en las que figuran ordenadas las enseñanzas universitarias oficiales de Grado (por cierto, una adscripción que debiera ser válida para todas las universidades públicas españolas, como ocurría con la PAU del 2008), y c) determinar la ponderación de las materias de Bachillerato para el procedimiento de admisión a la Universidad para el curso 2017-2018.

Estas dos últimas urgencias debieran clarificarse, incluso, para antes del 31 de octubre del presente año, al tiempo que se extiende dicha clarificación a los procedimientos de admisión de los citados titulados en FP, Artes Plásticas y Diseño y Enseñanzas Deportivas.

Una hoja de ruta y un calendario que no olvida la derogación de la LOMCE y su sustitución por una nueva ley de educación, aprobada a partir del pacto inteligente y responsable que la educación española necesita. Pero, mientras tanto, deberíamos entre todos (no es suficiente acuerdos parciales entre unas cuantas Universidades y/o comunidades autónomas  mirando hacia la anterior PAU) hacer frente a las incertidumbres, incongruencias y urgencias que he señalado. Para ello, nos vendría bien recordar aquellas palabras que Antonio Machado (y su Juan de Mairena): “Es más difícil estar a la altura de las circunstancias que au dessus de la mêlée”. Y las circunstancias de nuestros estudiantes de Bachillerato nos lo exigen.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/19/opinion/1474287590_561146.html

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El sexismo público educativo: cambiarlo sin oportunismo idealista

Por: Iván Salinas

«La crisis de la educación pública hay que enfrentarla desde cimientos más radicales que los que ofrece nuestro tiempo, pero también sobre condiciones materiales más adecuadas. La acogida de la demanda por una educación no sexista debiese apuntar hacia el cuestionamiento de la existencia de la educación particular pagada, y también de la particular financiada con fondos públicos (hoy mayoría del sistema)».

Asumiendo el ejercicio mental –el ideal liberal- de que todos somos iguales ante la ley, se vería muy injusto que un individuo tuviere más privilegios que otro cuando se enfrenta a la institucionalidad, al derecho. De allí que lo público, lo que se ajusta al contrato social que asume tal “igualdad ante la ley” tenga que ser enjuiciado por el incumplimiento de tal ideal.

Una niña de 11 años envió una carta a la Presidenta de la República pidiendo entrar al Instituto Nacional. Lo hace con la racionalidad obvia de quien siente vulnerado un derecho: el derecho a recibir la educación que reciben los estudiantes del Instituto Nacional, que son individuos con pene, con más de 200 años de tradición de ser educados así, entre otros que igualmente tienen pene. Esa gran diferencia biológica es inaceptable como excusa para negar el derecho, y abre un flanco muy necesario de debate sobre la posibilidad de pensar una educación pública inclusiva, y no sexista. Bien por el debate, y ojalá que se profundice.

La izquierda criolla actual, como es razonable y esperable, ha actuado condenando la segregación por género. Es una demanda de años, pero que ha adquirido más notoriedad a partir de los movimientos estudiantiles del 2006 y gracias al incansable y crecientemente organizado movimiento feminista chileno. Sin embargo, en todo esto hay una precaución que debe tomarse, y debe tomarse en serio si es que se buscan cambios serios.

Una pregunta de fondo que debemos hacernos sobre el espacio escolar es sobre su sentido de inclusión social. Por diseño, en Chile sabemos que las escuelas más que inclusión social lo que hacen es separar socialmente a quienes en ellas ingresan. El prolífico filósofo educativo John Dewey solía decir que la escuela no es un lugar en el que se prepara para la vida, sino más bien es la vida misma. Y hoy en Chile esa certeza filosófica tiene una profunda expresión material: niñas y niños pasan muchísimo tiempo en la escuela, donde comparten, hacen sus amigas y amigos, aprenden lo que les enseñan y lo que no les enseñan, y generan sus relaciones y afectos de largo plazo. Una escuela segregada es una receta para crear comunidades segregadas, y en Chile esas comunidades se definen por la plata que tiene tu familia (o cualquier otro marcador social que quepa en la nueva legalidad del voucher refundado de la Nueva Mayoría).

Hace unos años salió un estudio que hizo el mismo diario que publicó la carta de la niña que quiere entrar al Instituto Nacional. El estudio decía que la mayoría de los gerentes en Chile había egresado de colegios privados. No se trataba de una mayoría relativa: el 84% de los gerentes de las empresas que venden más de US$80 millones por año eran egresados de colegios privados. La otra cifra: el 50% de los gerentes había egresado de solo cinco colegios privados donde la mensualidad supera el sueldo mínimo: El Verbo Divino, Sagrados Corazones de Manquehue, Saint George, San Ignacio, y Tabancura. El primero es, por cierto, católico y sexista. De esta lista también egresan una gran cantidad de políticos actuales, según la misma fuente. Si asumimos la noción Deweyana de que la escuela es la vida, podemos asumir que la política y los negocios en Chile están controlados por un mismo sector social que crece segregado y separado de la educación pública. El sexismo en esta segregación es rampante en la educación a la cual el Estado no puede intervenir pero de la cual egresan sus dirigentes políticos. Bonito corolario de la “libertad de enseñanza”: que viva para el poder, que se norme para el resto.

Que la educación pública hoy represente el 38% de la matrícula escolar también representa una limitación al Estado y su capacidad de hacer realidad modificaciones ultra necesarias en la inclusión social de grupos históricamente oprimidos. Si a los 11 años una niña escribiera a la presidenta queriendo entrar al Verbo Divino, acusando la extremadamente evidente desigualdad que no solo se debe al sexo, sino también a la cuna, quizá estaríamos hablando de otro conflicto: uno inexistente y sin posibilidad de expresión mediática. Pero como ocurre con el baluarte de la educación pública, un liceo emblemático, la cosa toma otro cariz. El liberalismo del “buen sentir” se toma la palabra y se une a una izquierda que se lanza, idealista como el liberalismo mismo, a “normar” el deber ser de esa educación pública, una que quizá no han vivido. Allí está la trampa de asumir como imposición una demanda que debiese surgir desde la organización de sus actores centrales: la comunidad escolar.

Pero hay limitaciones obvia a las capacidades actuales de las comunidades escolares en la educación pública. El abandono sostenido de parte de gobierno tras gobierno, la precarización de sus docentes (puestos hoy a competir entre ellos y con colegios desde donde salen los gerentes de Chile), su financiamiento-voucher(o continuo desangramiento del Estado hacia los privados), el despojo del profesionalismo pedagógico (a través de su formación entregada al mercado, la constante responsabilización de la calidad educativa, y la externalización privada de la mejora escolar mediante asesorías técnicas educativas), se cuentan entre las limitantes estructurales para el desarrollo de capacidades en la comunidad escolar. Nuestra educación pública debe reconstruirse, de eso no hay duda. La izquierda está llamada a contribuir a esa reconstrucción. Pero para eso, es relevante tomar en su peso el contexto histórico y las posibilidades de desarrollo y éxito de una demanda tan racional y necesaria como la educación no sexista.

El sexismo en la educación pública tiene que acabarse. Pero para eso no es necesario poner al Instituto Nacional o los liceos emblemáticos como blanco. Las balas de los enemigos de la educación pública disparan contra tales blancos, generando una onda expansiva difícil de detener cuando la izquierda se asume tras esas balas. Lo que necesitamos es educación pública en serio, fortalecida, bien financiada, que permita que los proyectos educativos acojan demandas de educación integral, no sexista, con modernización y sentido, en comunidad y en colaboración. No queremos más competencia, ni entre las escuelas por estudiantes-voucher, ni entre los docentes por un sueldo decente. La izquierda podría tener eso en su centro para evitar el oportunismo de usar al Instituto Nacional, o cualquier liceo emblemático, como el blanco perfecto de autodestrucción cultural y política.

La crisis de la educación pública hay que enfrentarla desde cimientos más radicales que los que ofrece nuestro tiempo, pero también sobre condiciones materiales más adecuadas. La acogida de la demanda por una educación no sexista debiese apuntar hacia el cuestionamiento de la existencia de la educación particular pagada, y también de la particular financiada con fondos públicos (hoy mayoría del sistema). Emanciparse de la opresión también implica emanciparse de sus formas de procesar los conflictos. Discutamos cómo hacemos una educación pública no sexista, pero no hagamos que sea la izquierda la que termine sepultando a la educación pública sumándose con oportunismo a los idealistas del mercado.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2016/09/28/el-sexismo-publico-educativo-cambiarlo-sin-oportunismo-idealista/

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El plebiscito en Colombia: una oportunidad perdida

Por: Atilio Borón

El resultado del plebiscito colombiano reveló la profundidad de la polarización que, desde el fondo de su historia, caracteriza a la sociedad colombiana. También, la grave crisis de su arcaico sistema político incapaz de suscitar la participación ciudadana que ante un plebiscito fundacional -¡nada menos que para poner fin a una guerra de más de medio siglo!- que apenas si logró que una de cada tres personas habilitadas para votar acudiera a las urnas, una tasa de participación inferior a la ya de por si habitualmente baja que caracteriza a la política colombiana. La del día de ayer fue la mayor abstención en los últimos veintidós años y su resultado fue tan ajustado que hizo que la victoria del NO, como hubiera ocurrido ante un eventual triunfo del SI, sea más un dato estadístico que un rotundo hecho político. Los partidarios del SI habían dicho que lo que se necesitaba para consolidar la paz era una amplia victoria, que no bastaba simplemente con superar en votos a los partidarios del NO. Lo mismo cabe decir de sus oponentes. Pero nadie logró ese objetivo, porque la diferencia de un 0.5 % a favor del NO podría sociológicamente ser considerada como un error estadístico y que un nuevo recuento de votos podría eventualmente llegar a revertir.

Es prematuro brindar una explicación acabada de lo ocurrido. Habría que contar con información más pormenorizada que por el momento no está disponible. Pero no deja de ser sorprendente que el anhelo de la paz, que era algo que cualquiera que haya visitado Colombia podía percibir a flor de piel en la gran mayoría de su población, no se haya traducido en votos para ratificar esa voluntad pacifista y refundacional de un país sumido en un interminable baño de sangre. En lugar de ello la ciudadanía reaccionó con irresponsable indiferencia ante la convocatoria para respaldar los acuerdos trabajosamente conseguidos en La Habana. ¿Por qué? Algunas hipótesis deberían apuntar, en primer lugar, a la baja credibilidad que tienen en Colombia las instituciones políticas, corroídas desde largo tiempo por la tradición oligárquica, la penetración del narcotráfico y el papel del paramilitarismo. Este déficit de credibilidad se expresa en una retracción del electorado, tanto más importante cuanto más alejadas se encontraran de las zonas calientes del conflicto armado las regiones en las cuales el NO triunfó con holgura. En cambio, aquellos departamentos que fueron teatro de operaciones de los enfrentamientos se manifestaron mayoritariamente a favor del SI. Para decirlo en otros términos: allí donde los horrores de la guerra eran experimentados sin mediaciones y en carne propia –principalmente las regiones agrarias y campesinas- la opción por el SI triunfó de manera aplastante. Tal es el caso del Cauca, con el 68 % votando por el SI; el Chocó, con 80 % por el SI; Putumayo, 66 % por el SI; Vaupes, 78 % por el SI. En cambio, en los distritos urbanos en donde la guerra era apenas una noticia que divulgaban los medios, satanizando de manera implacable a la insurgencia, quienes acudieron a las urnas lo hicieron para manifestar su rechazo a los acuerdos de paz.

Lo anterior remite a una segunda consideración: la debilidad del esfuerzo educativo hecho por el gobierno colombiano para explicar los acuerdos y sus positivas consecuencias para el futuro del país. Esta falencia había sido señalada por diversos observadores y protagonistas de la vida política de ese país, pero su llamado de atención al presidente Juan M. Santos fue desoído. El confiado optimismo que primaba en los círculos gubernamentales (y también en algunos sectores cercanos a las FARC-EP) unido a la imprudebte confianza puesta en los pronósticos de las encuestas -que, una vez más, fracasaron escandalosamente- hizo que se subestimara la gravitación de los enemigos de la paz y la eficacia de la campaña basada en el visceral rechazo a los acuerdos promovida por el uribismo. El papel desempeñado por la derecha vinculada al paramilitarismo y los medios de comunicación, mismos que reprodujeron sin cesar las acusaciones de “traición” dirigidas al presidente Santos, galvanizaron un núcleo duro opuesto a la ratificación de los acuerdos que pese a ser minoritario en el conjunto de la población logró prevalecer porque sus adherentes acudieron masivamente a las urnas, mientras que sólo una parte de los que sí la querían se atrevieron a desafiar las inclemencias del tiempo y fueron a votar. Persuasiva resultó ser pues la “campaña de terror” orquestada por la derecha, que en sus ominosas caricaturas presentaba al comandante Timoshenko ya investido con la banda presidencial y presto a imponer la dictadura de los “terroristas” sobre una población indefensa y sumida en la ignorancia, misma que encontró en el voto por el NO el antídoto necesario para conjurar tan pavorosa amenaza.

En suma: es imposible abstraerse de la sensación de frustración que provoca este resultado. Como se dijo una y mil veces, la paz en Colombia es la paz en América Latina. Tremenda responsabilidad le cabe a las FARC-EP ante este deplorable resultado electoral. La sensatez demostrada por la guerrilla en las arduas negociaciones de La Habana deberá ahora pasar por una nueva prueba de fuego. Y es de esperar que la tentación de retomar la lucha armada ante el desaire electoral sea neutralizada por una actitud reflexiva y responsable que, desgraciadamente, no tuvo la ciudadanía colombiana. Las declaraciones del comandante Timoshenko ratificando que ahora las armas de la insurgencia son las palabras permiten albergar una semilla de esperanza. Lo mismo las manifestaciones de la dirigencia del ELN y la alocución del presidente Santos poco después de conocidos los resultados del plebiscito. Ojalá que así sea y que esta guerra de más de medio siglo, que a lo largo de estos años tuvo un costo equivalente a casi la mitad del PBI actual de Colombia; que despojó de sus tierras y desplazó de sus hogares a casi siete millones de campesinos; que produjo 265.000 muertes oficialmente registradas; que victimizó por la vía indirecta a dos millones y medio de menores de edad; que esa pesadilla, en suma, que ha enlutado a la entrañable Colombia pueda hundirse definitivamente en el pasado para abrir esas grandes alamedas evocadas por el heroico presidente Salvador Allende por donde habrán de pasar los hombres y las mujeres de Colombia para construir una sociedad mejor . Ayer se perdió una inmejorable oportunidad para avanzar por el camino de la paz. Habrá otras, sin duda alguna.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217461

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El lucro, algo más que dinero

Por: Taeli Gómez Francisco

Cuando se habla del lucro en Educación Superior y se emiten opiniones como “lo sabíamos…difícil que cambie”, la presencia de una frustración insuperable se hace inminente.  “La inversión privada colabora con el aumento de cobertura y calidad”, connota una ignorancia interesada. Pero si el Estado contribuye con ello, es un abuso a un país entero.

En el contexto de la discusión sobre la Reforma Educacional, no han faltado las Comisiones legislativas que dan cuanta del cómo se lucra, sumado a investigaciones científicas y periodísticas que evidencian quiénes lo hacen y cómo se gastan las ganancias.Y ahora último, estableciéndose pruebas irrefutables de cómo se negociarían los sueños de familias enteras en la bolsa de EE.UU. Ante eso no queda más que decir que el conocimiento nos hace responsables.

El lucro como ganancia o provecho que se saca de algo, según la RAE, es inmanente al sistema económico actual, sin embargo, cabe preguntarse ¿todo es susceptible de ser un negocio? o ¿con todo se puede lucrar?

En ese sentido, ¿la formación de seres humanos puede ser susceptible de ser fuente de ganancia? De paso, ¿las ilusiones, la responsabilidad social, también? Además ¿todas las personas pueden generar lucro,o a lo menos existen restricciones legales y/o éticas que se lo impiden?

Desde esta perspectiva no resulta extravagante la relación de procesos penales- educación superior,  educación superior-capitales internacionales, profesionales jóvenes-cesantía, modelos educativos-competencias-productividad.

En este contexto, a pesar que el lucro en las universidades no está tipificado como delito en el Código Penal, parece estar escrito en la conciencia social como ilegítimo.

Ahora bien, ante la pregunta sobre las consecuencias a las que se expone un país que ha dejado de identificar a la Educación Superior con la formación de profesionales, y que por el contrario, la asocia a números, ranking, estadísticas, mercantilización y lucro, convoca a una reflexión profunda. El filósofo de la complejidad Edgar Morin, propone, para la formación de un pensamiento complejo, un principio que denomina hologramático, el cual sucintamente señala, que en la parte está inscrito el todo, como por ejemplo,en el  ADN, está la información de una persona.

En este mismo sentido, si para José Martí “educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido, es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente”,para  una Educación Superior sustentada en el negocio-lucro el proceso educativo por mínimo que sea, está afectado por la competitividad y obtención de dividendos.

Así, los docentes exigidos a realizar publicaciones en revistas indexadas y proyectos financiables, porque ello favorece la entrada de recursos y se valoran como capital productivo; la creación de carreras y programas de pos grado se crean no para fortalecer  las demandas solventes; la investigación para suministrar a una aplicación interesada y por último, el aula en actividad desprovista de estética, reflexión y pausa.

En última instancia, estamos en presencia de una nueva cultura educativa que promueve competencia, ausencia de responsabilidad social, ética utilitarista y lo que es peor aún, una alienación que separa al humano del humano y a éste de su cuerpo natural, y lo vuelve un medio de ganancia. Un ADN de una generación futura, en peligro de extinción.

Fuente: http://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/el-lucro-algo-mas-que-dinero/2016-09-06/064737.html

Imagen: http://www.mercado.com.ar/notas/mercado-plus/8020272/8-de-cada-10–optan-por-educacin-privada

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