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El efecto halo

Hugo Aboites

En el alterado contexto de la educación en México no debe extrañar la aparentemente inexplicable protesta de los jóvenes estudiantes de los Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos de nivel medio superior (las vocas) del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Como tampoco que el tema de la reforma de la educación continúe trasladándose al campo de las elecciones presidenciales de 2018, y que, encima, comiencen a darse señales de que también las propuestas de modificación a las políticas en la educación superior generarán una importante controversia.

El efecto halo, identificado casualmente hace ya cerca de un siglo por investigadores –por cierto– poco interesados en asuntos políticos, mostró que los fenómenos sociales no se explican sólo por factores que actúan linealmente (causa-efecto), sino también y sobre todo por la manera en que los conjuntos humanos construyen visiones de la realidad que pueden superar e incluso cambiar radicalmente el poder de variables lógicamente inmediatas y directas. Es decir, la Secretaría de Educación Pública (SEP) podrá repetir las veces que quiera que los cambios en el organigrama no implican modificaciones y deterioro para el IPN, pero eso, viniendo de donde viene, incluso puede confirmar que hay una maniobra oscura precisamente en esa dirección.

Después de tres años de impulsar la aprobación a cualquier costo de un nuevo marco legal en abierto deterioro de los maestros, la SEP ha perdido legitimidad como una dependencia confiable y justa. Especialmente entre recién egresados de la secundaria, quienes sienten que su única certidumbre de futuro (un título politécnico), por razones y maniobras burocráticas, puede estar ahora en peligro. Y esto porque se sienten profundamente vulnerables. Algo que les confirman cada día los asaltos que sufren en el transporte o en la calle, la persecución policiaca, la falta de empleo, la enorme dificultad para ingresar y permanecer en la escuela y el clima general de violencia, incertidumbre y represión en el país. Eso explica también la reacción ante los 43, porque en un país de más de 20 mil desaparecidos, nada garantiza que serán exentos.

En un contexto donde ellos y la sociedad miran cómo han muerto algunos maestros, otros ya son presos políticos, miles reprimidos con gas lacrimógeno y golpes, otros más despedidos o amenazados con quedarse sin trabajo, sin que todo esto inmute a la Secretaría de Educación, no es extraño que desconfíen profundamente de su capacidad de perjudicarlos también a ellos.

Por otro lado, el mismo efecto halo parece estar ocurriendo en el terreno electoral. Los 43, Atenco, la respuesta a las protestas de los maestros y hasta las denuncias en foros internacionales de personalidades como Fernando del Paso están dándole un sesgo de profundo cuestionamiento al actual gobierno y a cualquier cosa que parezca un intento de continuación de la misma política. El costo político se eleva cada día más y todo indica que seguirá aumentando en los siguientes meses.

Por lo pronto, sigue avanzando el preocupante (para el régimen) escenario de una posible alianza magisterio-López Obrador. En Durango y Zacatecas ya se confirman acercamientos ( La Jornada, 22/4/16, pág.16) semejantes al establecido en Oaxaca y, además de resultarle una molestia, el gobierno no parece tener claro cómo responder a este desbordamiento que ha generado el aplicar una presión tan intensa en el ámbito educativo. Por algún lado tenía que salir.

En este cada vez más complicado escenario de la educación, la intención de la Comisión de Educación del Senado de revisar la vigente Ley de Coordinación de la Educación Superior cuando es evidente la inquietud universitaria por el financiamiento –apenas en noviembre 2015, la Anuies Centro-Sur (rectores de Morelos, Chapingo, Querétaro, Tlaxcala, Guerrero, Estado de México y Puebla) decía: manifestamos nuestro más enérgico rechazo a la reducción de fondos federales de apoyo a la educación superior pues se estaba incumpliendo este compromiso (de no hacer recortes) (La Jornada, 2/11/15, pág. 14). Si además se tiene en cuenta el proceso en IPN, y otros casos más de intranquilidad, es claro que, ante una SEP cuyo espacio de negociación y legitimidad se ve cada vez más reducido, el factor nueva ley de educación superior puede abrir las puertas a un nuevo territorio de protesta.

Todo esto en un cronograma cada vez más apretado porque, en realidad, sólo queda un año para tranquilizar al sector educativo antes de que arranquen las campañas presidenciales. Si sigue habiendo evaluaciones, protestas y represión en 2017-18, esto obligará a las y los candidatos a pronunciarse sobre qué piensan hacer en ese terreno, y hoy es perfectamente claro que ya no hay consenso en la idea de perseguir a los maestros. Llevar a cabo campañas y elecciones presidenciales en este álgido escenario de la educación no parece ser una perspectiva deseable para el poder. Y el gobierno actual, encerrado en el callejón sin salida de la línea dura, si continúa en esa dirección sólo contribuirá a introducir el riesgo de repercusiones insospechadas para las elecciones de 2018. El efecto halo era apenas perceptible hace tres años, pero, como lo ha venido haciendo, tenderá a ampliarse cada vez más y a conectarse con otros núcleos de intranquilidad y conflicto.

Fuente del artículo: http://www.jornada.unam.mx/2016/04/30/opinion/014a2pol

Fuente de la imagen: http://www.budismocancun.org/wp-content/uploads/2012/05/causa-efecto.jpg

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Los desconciertos del profesor Obstfeld

PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

Se pueden encontrar, incluso dentro del FMI y la OCDE, economistas inquietos que denuncian al capitalismo. El abismo entre su diagnóstico y sus recomendaciones es otro síntoma de la profundidad de la crisis actual.

Maurice Obstfeld es director de investigaciones en el FMI. Su reciente presentación a la prensa de las últimas Perspectivas de la Economía Mundial del FMI/1 se produjo bajo el signo del pesimismo y el desconcierto. Ciertamente, afirmó que “no estamos en crisis”. Pero su fórmula, tomada de su presidenta Christine Lagarde, de que “no estamos en estado de alarma, sino en estado de alerta”, no resulta en el fondo nada tranquilizadora. Ya que el diagnóstico de conjunto es: “el crecimiento mundial continúa, pero a un ritmo cada vez más decepcionante, exponiendo a amenazas a la economía mundial. El crecimiento ha sido demasiado débil desde hace demasiado tiempo”.

Por “amenazas” hay que entender acontecimientos financieros, económicos o políticos que desestabilizarían aún más la economía mundial. Para hacerlas frente, la FMI recomienda una política con tres ejes: monetario, presupuestario y sin olvidar las inevitables “reformas estructurales”. Uno de los periodistas presentes reaccionó con algo de impertinencia ante el enunciado de este programa: “Hace ya 20 años que asisto a estas reuniones. Y siempre oigo las mismas cosas, una y otra vez. Usted ha dicho financiero, estructural y monetario. Pero como usted ya sabe, el monetario está casi agotado, el presupuestario está fuera de alcance para muchos. En cuanto al estructural, requiere un tiempo muy largo. En estas condiciones, ¿qué hay que hacer para mejorar la situación a corto plazo?”

Christine Lagarde:

“no estamos en estado de alarma”

Respuestas equivocadas de medio a medio

Excelente pregunta, que describe muy bien las angustias del FMI: se ven las amenazas, pero sus repetitivas propuestas están completamente equivocadas. Así, Obstfeld cita la salida de capitales de los mercados emergentes como ejemplo de los “episodios de turbulencias” que tanto teme. En lugar de hablar de los instrumentos que permiten regular el tipo de cambio –que es en teoría una de las principales misiones del FMI– se remite al capítulo 2 de las Perspectivas/2 que, en su opinión, demuestra que la mayor parte de los países emergentes “han conseguido hacer frente”. Es bastante alucinante, si se piensa por ejemplo en el impacto que ha provocado en Brasil la brutal retirada de capitales.

El gráfico adjunto permite recordar la historia. Muestra cómo el real brasileño se revalorizó considerablemente desde comienzos de 2003: el tipo de cambio del real pasó de 0,28 dólares a 0,62 dólares a comienzos de 2011. Es cierto que la crisis lo había hecho caer en 2009, pero la resistencia de los BRICS tranquilizó a los inversores, atraídos por una elevada rentabilidad. Pero a mediados de 2011 se retiraron: fue el sudden stop, la interrupción brutal de las entradas de capitales, que desencadenó una caída continua del real, equivalente a una devaluación del 60 % respecto al dólar. Se puede discutir cuál debería ser el tipo de cambio adecuado, pero una cosa es segura: no es gestionable una economía tan expuesta a la volatibilidad de los capitales.

Gráfico

Tipo de cambio del real respecto al dólar

Sólo es economía: Obstfeld se ha dado cuenta también de que “ en muchos países, la débil progresión de los salarios y las crecientes desigualdades han conducido a la extendida idea de que el crecimiento económico ha beneficiado sobre todo a las élites económicas”. No se sabe si comparte este punto de vista, pero la única consecuencia que deduce es que avanzan las actitudes nacionalistas y hay menos “derecho al error”.

En cuanto a las famosas reformas estructurales, el capítulo 3 de las Perspectivas/3, dedicado a ellas, lanza un mensaje prudentemente equilibrado: aunque “aumentan la producción y el empleo a medio plazo” (como todo el mundo sabe), tienen sin embargo que ir acompañadas de “políticas macroeconómicas complementarias para maximizar su efecto a corto plazo, dada la situación de subempleo en la mayor parte de las economías avanzadas”. Algunas reformas incluso pueden “volverse recesionistas en período de ralentización”. La recomendación del FMI es por tanto “establecer con cuidado el orden de prioridades y el calendario de puesta en marcha de las reformas”. Traducción: las reformas estructurales son seguramente una excelente idea, aunque tal vez no en una coyuntura recesiva.

El mismo “estado de alerta” se encuentra en el Monitor de las Finanzas Públicas (Fiscal Monitor), publicado al mismo tiempo/4. El cuadro que presenta es también inquietante: “los ratios de deuda pública se han deteriorado en casi todas partes y las finanzas públicas se han vuelto más vulnerables”. Según el FMI, es el resultado de la “debilidad persistente de la actividad económica”, que evidentemente no tiene nada que ver con las políticas de austeridad (o mejor dicho de saneamiento presupuestario, según la jerga neoliberal), cuya eficacia es elogiada en el propio informe. De este panorama, el director del Departamento de Finanzas Públicas del FMI, Vitor Gaspar, deduce este resplandeciente principio: “todos los países deben adaptarse a estas nuevas realidades, pero no hay solución única”. ¿Qué política presupuestaria hay que llevar a cabo en estas condiciones? Debe ser “favorable al crecimiento, sobre todo con medidas que estimulen el crecimiento a corto y a medio plazo”. ¿También en Grecia?

Todo ello revela un profundo desconcierto, que es fácil de explicar: el FMI señala con lucidez los disfuncionamientos del capitalismo mundial, pero las eventuales soluciones que podrían pensarse se escapan a su radar neoliberal.

Inversión: el sector privado no quiere, el público no puede

Hace un año, en sus anteriores Perspectivas de la Economía Mundial/5, el FMI ya se mostraba pesimista y se preguntaba por las razones del débil dinamismo de la inversión. Como en el caso del aumento de la deuda, lo explicaba de forma bastante tautológica, por la “debilidad general de la actividad económica”. Es verdad que la debilidad de la acumulación de capital es una característica esencial del actual período. Pero se merece un examen menos superficial.

Un estudio del Banco Internacional de Pagos/6 aporta a esta cuestión un punto de vista mucho más interesante. Sus autores comienzan por recusar la teoría de que la inversión estaría frenada por un crédito demasiado caro o forzado. Citan también la incertidumbre, pero le dan un contenido concreto: “podría ocurrir que las empresas prevean un retorno de la inversión inferior al coste del capital ajustado por el riesgo y comparado con las rentas que podrían obtener de activos financieros más líquidos”. Y aún cuando las empresas están relativamente confiadas sobre las perspectivas de la demanda, pueden “tener reticencias en invertir si piensan que la rentabilidad del capital adicional será débil”. La cuestión clave es por tanto “la falta de ocasiones de inversión rentables”.

Otro factor que pesa sobre la recuperación de la inversión es la lentitud del proceso de desendeudamiento (deleveraging). Entre 2007 y 2014, la suma total de las deudas, públicas o privadas, ha aumentado en 57 billones de dólares a escala mundial, y el ratio deuda/PIB en 17 puntos/7. Esta progresión afecta también a la deuda de las empresas que sigue creciendo rápidamente en algunos países: ha aumentado en 18 billones de dólares, pasando del 72,5 % del PIB mundial al 80,5 %, entre 2007 y 2014. Y el Global Institute McKinsey subraya que esto “implica nuevos riesgos para la estabilidad financiera y podría afectar al crecimiento económico mundial”.

Si la iniciativa privada ha perdido confianza porque escasean las ocasiones de inversión rentable, la inversión pública podría tomar el relevo. Esta idea ha dado lugar a múltiples propuestas, procedentes sobre todo de sindicatos o de economistas heterodoxos. Todas ellas insisten en el papel de la intervención pública en el desarrollo de las infraestructuras y en dirigir la transición ecológica. Sería la vía a seguir y todas estas contribuciones tienen gran utilidad para revalorizar la intervención pública en estrecha relación con el paso a un nuevo modelo de desarrollo.

Pero todas ellas chocan con esta contradicción fundamental: ¿cómo conciliar un relanzamiento de la inversión pública con las políticas de ajuste presupuestario? Esta contradicción es particularmente flagrante en el caso de la Unión Europea que ha “constitucionalizado” en la práctica la prohibición de cualquier nuevo endeudamiento y ha insistido en reducir al mínimo el presupuesto europeo.

Esto da lugar a diversas contorsiones retóricas. Por ejemplo, France Stratégie/8 identifica tres sectores prioritarios (transportes, energía e informática) pero añade a continuación esta cláusula de estilo: “dadas las actuales obligaciones presupuestarias, es imperativo seleccionar con cuidado las inversiones estudiadas, validando su utilidad social”. El FMI cree que ha llegado la hora de un esfuerzo (push) en materia de infraestructuras/9, y asegura que “proyectos financiados con deuda podrían tener grandes impactos sin aumentar el ratio deuda/PIB”, pero añade esta condición: “si es una inversión eficaz que responde a necesidades en infraestructuras claramente identificadas”.

En cuanto a la Comisión Europea/10, reconoce que “inversiones públicas en infraestructuras bien enfocadas pueden ser útiles en algunos casos”, pero añade a contunuación que “deben tenerse en cuenta las condiciones macroeconómicas, incluidas las obligaciones presupuestarias y la necesidad de aumentar la financiación privada”. No se podría subrayar mejor la prioridad dada de forma más o menos explícita a la iniciativa privada, y el creciente divorcio entre los criterios de rentabilidad y los que dan prioridad a la eficacia social y medioambiental.

Los salarios: ganancias contra mercados

Una idea se está abriendo camino: una revalorización de los salarios podría relanzar la actividad económica y reducir las desigualdades. Podría decirse incluso que el salario mínimo está de moda. En enero de 2015, se instituyó en Alemania un salario mínimo de 8,50 € la hora, sin que ello provocase la destrucción de 200 000 empleos como anunciaron los economistas neoliberales. Como lo demuestra Ronald Jansenn/11, consejero de la Comisión sindical consultiva ante la OCDE, el salario mínimo ha tenido en cambio el efecto de “forzar a los empleadores a ofrecer empleos ‘normales’, cubiertos por la seguridad social”. Una interesante lección que muestra a contrario que la flexibilidad no crea empleos sino que “permite a los empleadores transformar empleos regulares en empleos precarios o mal pagados”.

El pasado 1 de abril, David Cameron, primer ministro británico, decidió aumentar el salario mínimo en un 7,5 %. Pasaría a 9,10 € la hora (frente a 9,67 € en Francia), y debería aumentar un 40 % de aquí a 2020. En los Estados Unidos, el salario mínimo federal está bloqueado en 7,25 $ desde 2009. Barack Obama querría hacerlo subir a 10,10 $ antes de su marcha, Hillary Clinton duda entre 12 $ y 15 $, y Bernie Sanders reivindica claramente los 15 $. El Estado de Nueva York y California ya han decidido subirlo a 15 $, de aquí a 2018 y 2022. En Rusia, el salario mensual mínimo va a aumentar un 20 % y pasará a 7500 rublos (unos 98 €). Y se sabe que en China los salarios han aumentado a un ritmo de más del 10 % anual desde hace algunos años/12.

Hay una enorme contradicción con las llamadas políticas de competitividad que pretenden hacer bajar el “coste del trabajo”. Es la contradicción clásica entre ganancias y mercados, que Patrick Artus ha sabido resumir con mucha ingenuidad: las “políticas económicas de recuperación salarial, de reducción de las desigualdades salariales, pueden ser peligrosas si no van asociadas a la aceptación por parte de las empresas de una menor rentabilidad del capital«/13.

Las deudas: ¿nunca reembolsadas?

Otro motivo de inquietud preocupa a William White, el presidente del Comité examinador (Economic Development and Review Committee) de la OCDE/14. Cuando era economista jefe del Banco Internacional de Pagos, advirtió, junto con su colega Claudio Borio, de los riesgos de una crisis antes de que ésta estallase en 2008. Hoy piensa que la situación “es peor de lo que era en 2007” y que “hemos agotado todas las municiones macroeconómicas de que disponemos para hacer frente a los cambios de coyuntura”. La razón es la acumulación de deudas, propulsadas sobre todo por las políticas monetarias: “siempre ha sido peligroso confiar a los bancos centrales la tarea de resolver un problema de solvencia (…) Eso sólo puede llevar al desorden, y hay día alcanzamos el límite”.

“En el Banco Internacional de Pagos hemos dirigido

muchos buenos consejos a los bancos centrales,

pero por desgracia nadie nos ha escuchado”

Según White, la próxima recesión debería mostrar que una gran parte de las deudas acumuladas, públicas o privadas, “nunca podrán ser liquidadas ni reembolsadas”. Los gobiernos deberían adoptar “un enfoque más sistemático de reducción de deudas”. Y White no duda en incitar a los responsables públicos a “prestar más atención al crecimiento de los salarios, que se mantiene demasiado débil”. Aunque dicho en lenguaje diplomático, es un mensaje al que la OCDE no nos tenía acostumbrados.

Wwite resume bien el desconcierto de los más lúcidos economistas dominantes cuando declara que “los economistas han cometido un profundo error ontológico, postulando que la economía es comprensible. Y han inferido de ello que la podían comprender, y también la podían controlar”.

Se comprende este desconcierto ante un capitalismo manifiestamente trastornado al que nadie parece querer atajar: “dinero en todas partes, crecimiento en ninguna”, nos dicen tanto Le Monde como Le Figaro. Y esta vez es el lector quien queda perplejo cuando descubre que el propio The Economist se pregunta si no habrá “demasiadas ganancias/15 y llega a reconocer que Hillary Clinton y Bernie Sander tienen razón cuando dicen que la economía está “trucada” (rigged), porque ganancias demasiado elevadas “puede significar que hay empresas más aptas para engullir riqueza que para crearla”.

William White: La macroeconomía moderna se funda

en una creencia errónea

Esta conclusión aclara y matiza la oposición entre keynesianos y marxistas sobre el análisis del período. A riesgo de caricatura, podría resumirse el debate de esta manera: los keynesianos dicen que es una política absurda no relanzar la demanda; y los marxistas replican: no es verdad, se trata de una política racional, porque pretende sostener la tasa de ganancia. Las políticas neoliberales tienen en el fondo dos objetivos: restablecer la tasa de ganancia y garantizar el capital ficticio, o dicho de otra manera los derechos de emisión del “1 %” sobre la plusvalía. Pero continuar estos objetivos, que sería lo racional desde el punto de vista de los intereses de los dominadores, engendra toda una serie de “turbulencias” en el funcionamiento del capitalismo: la acumulación del capital no llega a despegar, los mercados se frenan, y las deudas privadas o públicas conducen a una presión insostenible sobre la actividad económica. Retomando la fórmula de Artus, haría falta que las empresas “acepten una menor rentabilidad del capital” y, como subraya White, adoptar “un enfoque más sistemático de reducción de deudas”. Pero estas dos reivindicaciones son con toda evidencia totalmente extrañas a la lógica profunda del capitalismo.

20/04/2016

http://alencontre.org/laune/les-des…

Notas:

1/ «Press Conference on the Release of the April 2016 World Economic Outlook», 12 de abril de 2016.

2/ «Understanding The Slowdown In Capital Flows To Emerging Markets», FMI, World Economic Outlook, capítulo 2, abril 2016.

3/ «Time for a supply-side boost? Macroeconomic effects of labor and product market reforms in advanced economies», FMI, World Economic Outlook, capítulo 3, abril 2016.

4/ «Faire face à une nouvelle réalité», Boletin del FMI, 13 de abril de 2016.

5/ FMI, «Uneven Growth: Short- and Long-Term Factors«,World Economic Outlook, abril 2015.

6/ «(Why) Is investment weak?«, BIS Quarterly Review, marzo 2015.

7/ «Debt and (not much) deleveraging», McKinsey Global Institute, febrero 2015.

8/ «Trois secteurs cibles pour une stratégie européenne d’investissement» France Stratégie, noviembre 2014.

9/ «Is it time for an infrastructure push? The macroeconomic effects of public investment«, FMI, World Economic Outlook, capítulo 3, octubre 2014.

10/ «Infrastructure in the EU: Developments and Impact on Growth», European Economy Occasional Papersn°203, 2014.

11/ «The German Minimum Wage Is Not A Job Killer«, Ronald Janssen, Social Europe Jounal, 9 de septiembre de 2015.

12/ «Dernière innovation de la Silicon Valley : le salaire minimum le plus haut du monde«, Gilles Raveaud,AlterEcoPlus, 6 de abril de 2016.

13/ «Hausse des salaires versus exigence de rentabilité du capital», Patrick Artus, 8 avril 2016.

14/ «World faces wave of epic debt defaults«, William White, Enero-febrero 2016; ver también este video: «Today’s Central Banks Policy Risks Ending Unhappily«, Bloomberg, 9 de febrero de 2016.

15/ «Too Much of a Good Thing» The Economist, 26 de marzo de 2016.

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Sobre los Impeachement: Nos toca aprender y enseñar

Alejandra Laprea

Nos hemos dado la constitución más progresista que hemos soñado, ahora nos toca otra lección dura con la recolección de firmas y aprender que la democracia venezolana, esa participativa y protagónica, nos la tenemos que ganar y defender a pulso, en la calle.

El revocatorio es un mecanismo constitucional que da el poder al pueblo venezolano de evaluar un gobierno a mitad de período, un mecanismo mucho más maduro que los impeachement o juicios políticos, como el que se está escenificando actualmente en Brasil. Los impeachement (y seguimos usando el término en inglés porque ahora está en la boca de todas y todos) es una figura jurídica que proviene del derecho anglosajón y que delega en los parlamentos, órganos legislativos, el poder de acusar y juzgar un alto cargo.

En el caso de Brasil su constitución delega en 594 personas presentes en las cámara de diputados y senado el derogar lo que más de 55 millones de brasileros y brasileras decidieron cuando le dieron sus votos a la compañera Dilma.

Nuestro compromiso es con la defensa de la Constitución y podemos estar seguras y seguros que el primer acto de gobierno de un hipotético presidente de oposición es la reforma o derogación de nuestra amada constitución, sobre todo por la necesidad que tiene la ideología de derecha de usurpar, apoderarse y expropiar los derechos de los pueblos. Así, y por muy contradictorio que suene, lo primero que aboliría un gobierno de derecha es el mecanismos de referendo.

Venezuela es un ejemplo en el mundo de una nueva forma de democracia y en su defensa tenemos que ser grandes educadoras y educadores populares y tomar las calles para debatir sobre el por qué debemos seguir en revolución, por qué debemos conservar el gobierno de Nicolás Maduro, argumentos tenemos de sobra para el debate. Dando así un mensaje claro y contundente a todas las fuerzas políticasque sirva de aliento y respaldo al presidente y de disuasión a quienes creen en salidas alternativas a la democrática y a quienes hacen la contra revolución dentro de las instituciones.

__________

La Araña Feminista teje la red de colectivos de mujeres socialistas de Venezuela. Este es un espacio reflexivo e informativo sobre nuestras luchas y conquistas. La unión de nuestras voces construye el socialismo feminista.

http://encuentrofeminista.weebly.comwebfeminista@gmail.com

Fuente del artículo: http://ciudadccs.info/alejandra-lapreala-arana-feministanos-toca-aprender-y-ensenar/

Fuente de la imagen: http://sumamente.com.mx/wp-content/uploads/2016/03/im-jpg.jpg

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La sociedad civil: ¿una causa para los ciudadanos o para el Estado?

Fausto Segovia

Nuevas lecturas sobre la sociedad civil frente al ocaso de los partidos políticos, y la influencia notoria de las redes sociales en una sociedad conectada.

El discurso oficial y las supuestas contradicciones entre una revolución ciudadana y el ejercicio de una ciudadanía plural que intenta participar sin la tutela estatal. Elementos para un debate abierto. La pregunta es pertinente, cuando los vientos de las reformas se cuecen no tanto en las ‘cúpulas’ como antaño –hoy casi desaparecidas-, sino en las calles donde se manifiesta la gente, gracias a un adminículo súper moderno –el celular- que es la ‘estrella’ de las redes sociales.

• El desarrollo humano: el contexto

La sociedad civil – ahora cuestionada en foros internacionales por el oficialismo – no nació de la nada. Fue en la década de los setenta, gracias a Manfred Max-Neff, un científico sueco que lideró un grupo de especialistas patrocinado por las Naciones Unidas, cuando el concepto y praxis de un nuevo modelo de desarrollo, tomó fuerza en nombre de la denominada tercera vía, ante el supuesto fracaso del socialismo y el capitalismo. Su trabajo se expresó en el libro ‘El desarrollo a escala humana’, que es un verdadero referente para el diseño de las políticas públicas de desarrollo hasta nuestros días, especialmente en el Tercer Mundo.

Asumida por las Naciones Unidas esta teoría se expresa en los Índices de Desarrollo Humano –IDH- que ubica a los países según tres variables fundamentales: la escolaridad (educación); la esperanza de vida (salud y nutrición); y el empleo (trabajo), que se complementa con algunos indicadores. La satisfacción de las necesidades básicas de las personas constituye la calidad de vida, que es el propósito central del desarrollo humano sustentable.

En este escenario, la sociedad civil organizada asume un papel importante, no tanto como contrapoder frente al Estado tradicional, sino como una instancia visible de la organización popular, antes liderada exclusivamente por los gremios de artesanos, comités de empresa y sindicatos. Y comenzó a hablarse de tres sectores plenamente definidos: el público, representado por el Estado; el privado, con sus cámaras y gremios instalados en la lógica del mercado; y la sociedad civil, abierta y plural que, en principio, halló un desfogue en las llamadas organizaciones no gubernamentales o ONG y en otras expresiones de militancia, cuyo eje articulador es algo difuso todavía, pero de gran significación social y política: la ciudadanía.

• Democracia y ciudadanía

Y con la ciudadanía –más allá de un eslogan electoral- surge una nueva expresión de concebir y hacer política, dentro de los parámetros democráticos. Veamos por qué: la ortodoxia consideraba que la democracia era el conjunto de procedimientos para elegir gobernantes. Esta teoría elitista de la política fue cuestionada por la teoría participativa que, sin salirse del enfoque institucional, intentó recuperar la acción política para los ciudadanos, pero dentro del ámbito del Estado y sus instituciones.

El resultado ha sido exitoso para el oficialismo, y un fiasco para el pensamiento alternativo. El supuesto éxito del modelo estriba en que los ciudadanos ahora ejercen el poder, con énfasis en una nueva institucionalidad derivada de la Constitución de 2008, mientras la otra concepción plantea lo contrario: desestatizar la política, en el sentido que los asuntos públicos, en esencia, conciernen no solo exclusiva y excluyentemente al Estado, como plantea la teoría tradicional, sino al pueblo (ciudadanos y ciudadanas conscientes y libres). De ahí la interrogante de este ensayo: La sociedad civil, ¿una causa para los ciudadanos o para el Estado?

• Una mirada académica

Ángel Sermeño en el ensayo ‘Democracia y participación política: los retos del presente’ sostiene que ‘como sabemos, la exitosa y oportuna invocación de la noción de sociedad civil a lo largo de los ochenta y noventa estuvo acompañada de evidentes desventajas analíticas y conceptuales en razón de la extraordinaria y laberíntica polisemia del término y por el abuso de su instrumentalización, así como de su usualmente pésima operativación (Honnet, 1999; Giner, 1996: 117–146; Olvera, 2003)’. ‘Sin embargo, más allá de esos usos erróneos, la categoría de sociedad civil, con su indiscutible riqueza normativa, posibilitó fundamentar el principio antiautoritario de autonomía de la esfera de lo social, sin el cual es impensable concebir un nuevo tipo de orden político genuinamente democrático.

En consecuencia, diferenciar la sociedad del Estado y del mercado permitió, por una parte, teorizar el rol de las redes de asociaciones independientes del Estado que, no obstante, persiguen influir en la definición de las políticas públicas; pero, por otra parte, también permitió caer en la cuenta de la importancia estratégica del espacio público y de la opinión pública para la ampliación del discurso democrático. Es decir, hizo posible tomar conciencia de la importancia para la democracia y la ciudadanía de una esfera pública asentada sobre la sociedad civil’, concluye Sermeño.

• La opción por la solidaridad E

En esa perspectiva, Agapito Maestre, investigador de renombre, siguiendo a Hannah Arendt, visualiza dos grandes corrientes: las democracias liberables que padecen una grave crisis de representatividad, y la sociedad civil, que busca denodadamente espacios que intentan resolver el dilema de los que creen -y hay muchas razones para ello- que la política equivale a corrupción, es decir, a una perversión de lo político.

Si la política es ‘materialmente de nadie y potencialmente de todos’, en la feliz expresión de Dubiel, está en los sujetos concretos y no en algunas instituciones -virtualmente desacreditadas- la construcción de una democracia posible. ¿Qué hacer entonces para lograr que ese ‘privatismo apolítico’, esto es, aquel en el que el individuo se refugia en lo privado, sin ningún contacto con lo social ni con lo político, tenga una salida hacia una participación real en las cuestiones que interesan a todos?

La respuesta no es fácil, porque este tipo de individuo -ensimismado y sin proyección histórico-social- está, en cierto modo, favorecido por el sistema que sacraliza el voto (El voto es igual a democracia, lo cual es un sofisma, porque el sufragio no pasa de ser para muchos un mero ejercicio formal de elección a cambio de un certificado).

Otra razón es que los llamados políticos profesionales nos tratan en época de elecciones como infantes o clientes, donde las demandas de los ciudadanos no aparecen. La alternativa es, según Maestre, a contrapelo de las tendencias privatistas, proponer la solidaridad como esencia de la democracia, sobre la base de animar la participación efectiva; no la manifestación ni el griterío, sino la generación de propuestas y acciones que ayuden a creer y crear oportunidades para construir una sociedad mejor.

• Cultura política

Pero la solidaridad no basta, según Jesús Martín Barbero: ‘Tenemos una cultura política trasplantada que se condensó en instituciones formales necesarísimas, pero profundamente ajenas, distanciadas de los modos de ver, de sentir, de decir, de estos países’. Así, los partidos tradicionales no sintonizaron con la cultura política del pueblo y se produjo una especie de simulación, que dio origen a los populismos puramente gestuales, sin contenidos y definitivamente antidemocráticos y antisociales. El resultado no pudo ser más cruel: la democracia se volvió insignificante, en términos de participación de los bienes sociales. Y el populismo -que sigue vivo- tuvo la ventaja de ‘conectarse’ con la cultura política del pueblo, mientras en la otra orilla, la hegemonía del discurso ortodoxo e intelectual, convirtió a los ciudadanos en audiencias y públicos. En ambos casos la participación ciudadana quedó en el limbo.

 El despertar de la sociedad civil

La expresión sociedad civil tiene diversas connotaciones. En lo conceptual es un grupo humano constituido por ciudadanos y ciudadanas, libres e iguales, que participan, asumiendo derechos y obligaciones, en la construcción del bien común, que actúa –debe actuar- en espacios propios, no estatales ni centrados en la empresa o el mercado. A diferencia de la sociedad armada, la sociedad civil es deliberante y actúa dentro de espacios plurales, diferentes o divergentes al discurso oficial, donde la no violencia activa y la resistencia son estrategias reales, incluso garantizadas por la Constitución. La participación ciudadana es entonces una respuesta creativa frente al desgaste de los mecanismos de representación formal, porque intenta una acción directa sobre la base del reconocimiento de las diversidades políticas, económicas, sociales y culturales.

En ese despertar de la sociedad civil, las redes sociales ocupan un lugar protagónico. Pero ese es otro tema. Hasta pronto.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-ElComercio.com

Fuente de la imagen: http://laboratoriosdepaz.org/wp-content/uploads/2013/10/sociedad_civil.jpg

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La educación y el cuidado de la casa común

Ángela Escallón Emiliani

Las problemáticas ambientales del siglo XXI plantean grandes retos para que las sociedades puedan avanzar hacia imaginar alternativas al desarrollo en el que hoy estamos inmersos. Es insostenible seguir creyendo en el “mito del desarrollo”, en esa carrera por conseguir el progreso y la felicidad, a expensas de la naturaleza y, poniendo en riesgo la viabilidad de la vida en la tierra.

Estamos viviendo un momento crítico en la historia del planeta que nos compete a todos. Han existido a lo largo de la historia otros momentos atribuibles a eventos naturales (glaciaciones, meteoritos), pero la diferencia es que éste lo ha causado el ser humano en muy corto tiempo, y la solución está en nuestras manos.

Las reacciones frente al clima actual reflejan que no hemos alcanzado aún la suficiente conciencia sobre la gravedad del cambio climático. Nos quejamos y sorprendemos por el calor, por la escasez de agua y por el racionamiento de energía, como si el problema fuera causado por otros o se lo atribuimos al Fenómeno del Niño, que es pasajero. No se ha logrado dimensionar que lo que está ocurriendo con el clima es estructural y en gran medida irreversible: descongelamiento de los nevados y glaciares, pérdida a gran escala de la biodiversidad, desertificación, plagas, elevación del nivel de los océanos…

Creemos que para ello se requieren varios cambios que tenemos que promover, desde distintos ángulos y obviamente todos pasan por ser procesos educativos, veamos algunos de ellos:

  • Una educación que reivindique el valor fundamental de la vida misma y el derecho de todas las especies a existir, y que desarrolle en el ser humano las dimensiones del saber, del ser, del saber hacer y del saber estar en el mundo para transformar el modo en que hoy percibimos, pensamos, valoramos y hacemos, que está asociado con una visión de la realidad que no es la única posible.
  • El reto de construir estilos de vida que sean realmente sostenibles exige una educación que promueva la creatividad, el pensamiento crítico y transformador del entorno, que motive y genere autonomía en las personas y que permita adquirir los conocimientos, las competencias, las actitudes y los valores necesarios para desarrollar la capacidad en los individuos y colectivos de imaginar y construir sociedades justas, colaborativas y ecológicamente equilibradas.
  • Una educación más incisiva e ilustrativa. No basta con hablar del calentamiento global y sus graves consecuencias, como un fenómeno que sentimos fuera de nuestro alcance. Es crucial entender la interconexión de los fenómenos biológicos y los sociales y la interdependencia entre la especie humana con todo lo que existe en este maravilloso planeta, así como también, el lugar que ocupamos en el universo y lo efímero de nuestra existencia.

Estamos enfrentando diversas crisis en la sociedad actual, que llevan a la turbulencia que vivimos, lo que evidencia la necesidad de un cambio de paradigmas. Para entender lo que ocurre no es suficiente contar con información, es fundamental desarrollar la capacidad de análisis sistémico y la educación no está formando para abordar este desafío. Cada vez es más evidente que lo que se necesita es una educación para el cambio, para la incertidumbre, con un enfoque de aprendizajes contextualizados en las realidades que vivimos, que incluya nuevos elementos en las comprensiones de los problemas, que reoriente la dirección y cambie las reglas de juego.

Son las nuevas generaciones las que nos han mostrado cómo romper con esos imaginarios y paradigmas que nos tienen atados sin hacer nada. Así como las llamadas generaciones X y Y trajeron grandes cambios en la sociedad, hoy estamos ante una generación que está rompiendo todos los esquemas. Estos niños y jóvenes nos dan ejemplo de cómo asumir desde ya la responsabilidad del mundo que dejamos, con verdaderos compromisos y tomando acciones reales que generen cambios. La nueva generación ya está creciendo con ese chip en su formación, su crecimiento junto al mundo digital, y la inmediatez de este, ha hecho que sean personas que no pueden esperar a que otros tomen decisiones y realicen acciones por ellos.

Casos como el movimiento “Generation Zero” de Nueva Zelanda, que fue fundado con el objetivo principal de proporcionar soluciones para para reducir la contaminación de carbono a través del transporte inteligente, ciudades habitables y la independencia de los combustibles fósiles; o el movimiento “Truth” de Estados Unidos, que busca consolidar la primera generación que decide no fumar por su salud y por la protección del medio ambiente; son muestra de que es hora de acabar con el imaginario que teníamos anteriormente, donde creíamos que la crisis ambiental era un tema que sólo les concernía a activistas o hippies.

Desde los líderes espirituales hasta los políticos, desde los jóvenes hasta los parlamentarios, desde los niños hasta los padres, no sólo tenemos que tener consciencia de las problemáticas, debemos tomar acciones que empiecen a generar verdaderos cambios. Hoy más que nunca se necesita un ser humano consciente de sus responsabilidades individuales y como colectivo, que se reconozca como agente del cambio y que entienda que las decisiones que toma día a día, relacionadas con su estilo de vida, son determinantes para profundizar estas crisis o para aportar a su solución.

La educación, como la serpiente, debe soltar su vieja piel y transformarse para responder adecuadamente a estos desafíos. Tiene el gran reto de abrir nuevos caminos para que el homo sapiens repiense su ser y estar en el mundo.


Este Post,  elaborado en colaboración con el equipo técnico de profesionales de la Fundación Corona, se publicó originalmente en la Silla Llena en abril de 2016, o puede consultarse enFundaciónCorona.org.c

Fuente del articulo: http://pcnpost.com/angela-escallon-la-educacion-y-el-cuidado-de-la-casa-comun/

Fuente de la imagen: http://images.forwallpaper.com/files/images/d/dc92/dc92b041/1029140/%C3%B6kobirne.jpg

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En FOCO 6. 10 años de Carta Cultural Iberoamericana

29 de abril de 2016/ Iberlectura

La Carta Cultural Iberoamericana (CCI) sienta las bases para la configuración de la región como un espacio estructurado de cooperación cultural y pretende contribuir a la preservación y el desarrollo de su diversidad cultural y a acrecentar el protagonismo y el liderazgo de la Comunidad Iberoamericana en su recurso más valioso: su riqueza cultural.

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) promovió desde su inicio este proyecto en el año 2005. El desarrollo de la CCI sirvió de aliciente, estímulo y respaldo a la puesta en marcha de proyectos e iniciativas en materia de cooperación cultural y a la puesta en valor de las culturas en la región iberoamericana, procesos que a su vez sirvieron de estímulo y apoyo a la configuración de políticas culturales en la región.

Para acceder a la misma, hacer click aqui: Libro_IBERO_Web

Fuente de la noticia: http://iberlectura.org/noticias/spip.php?article35

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La agonía del sistema educativo

 Cristián Parodi*

La muerte sobrevuela a los adolescentes. Suena fuerte pero es cierto: casi todos los acontecimientos trágicos que suceden en nuestro país tienen como principales protagonistas a los jóvenes. Consumo de drogas, accidentes de tránsito, consumo de alcohol, violencia. Son hechos recurrentes de los que solamente nos enteramos cuando adquieren magnitud, como el drama de la fiesta electrónica de Costa Salguero. Mientras tanto, con o sin fiestas, miles de jóvenes transitan diariamente por una compacta maleza que les impide concretar un futuro mejor, que los inhabilita a desplegar su potencial. Una maleza, le agrego, llena de pozos ciegos que funcionan como trampas para los que aún intentan cruzarla. Allí no hay señales de peligro ni caminos seguros que los guíen. Tal vez encuentren un letrero que con un falso deseo de “Buena Suerte” los impulse a atravesarla.

La muerte sobrevuela a los adolescentes y como sociedad alzamos nuestras voces para exigir que se haga algo para evitarlo. Iniciamos acalorados debates, desde despenalizar el consumo de drogas hasta aumentar los controles sobre la conducta de los jóvenes. Mientras tanto no nos damos cuenta que estamos parados en la misma maleza que nos impide ver la verdadera razón del drama juvenil: la educación, o mejor dicho el colapso del sistema educativo.

Medio millón de adolescentes abandonan la escuela secundaria cada año. La población de jóvenes con edades entre los 14 y 17 años – es decir los que asisten al secundario – es de 2.500.000. En otras palabras, el 20% de esa población deja sus estudios cada año.  Si el secundario fuese esa maleza, veríamos que de 100 jóvenes que deciden desafiarla sólo 50 lograrán atravesarla. Si la maleza estuviera en la provincia de Buenos Aires, sólo 40 llegarían al final. ¿Qué le pasa a un sistema educativo que deja en el camino a la gran mayoría?

La dinámica de los acontecimientos sociales – especialmente todo lo relacionado al mundo juvenil – supera ampliamente la capacidad de respuesta de ese sistema. Envuelto en una burocracia lastimosa, por que lastima ni mas ni menos a quienes tiene que ayudar, trata de sobrevivir en un precario refugio que supo construir antes que la maleza lo tape. Es el “sistema educativo” el que está colapsado y no las personas que trabajan allí, que también necesitan nuevas fuentes de motivación para desplegar sus inteligencias en la construcción de caminos para el desarrollo de los adolescentes. Por allí pasa la solución sustentable a la problemática de los jóvenes, para que sí puedan concretar sus anhelos. La imposibilidad de lograrlo, las frustraciones y las reacciones que estas provocan (droga, violencia) son una clara señal que el sistema educativo no está cumpliendo con su principal objetivo.

¿Qué hacer?

Primero, entender que este sistema ha colapsado: los datos y las señales que recibimos son elocuentes. Tenemos que cambiarlo. Una aproximación debe partir de la descentralización de la burocracia que lo controla. Debemos ceder el protagonismo a la comunidad para abordar el problema en cada escuela a través de la impronta de la “cultura colaborativa”: grupos de afinidad que trabajan colectivamente en pos de un objetivo común. En nuestro caso: que haya menos repitencia y abandono y más egresados con título.

Una comunidad amplia, plural, representada por las voluntades, inteligencias y recursos que cada uno de sus miembros brindará para la concreción de esa meta colectiva, complementando los esfuerzos de la escuela, de sus docentes y directivos. Formada por ex-alumnos, ex-docentes, padres, vecinos, el club de barrio, ONGs y empresas que se concentrarán en una única misión: que todos los que empiecen primer año egresen con título en tiempo y forma.

Nos corresponde a nosotros tomar la iniciativa y dejar de esperar que las soluciones provengan del sistema. Un país en donde más de la mitad de los adolescentes no termina la escuela secundaria habla de la incapacidad de sus adultos en proveer caminos para el desarrollo de sus jóvenes. Si realmente ellos son – como muchas veces se dice – “el futuro de nuestra nación”, entonces tenemos que involucrarnos para que eso pase.

Propuestas para poner en marcha:

img_1127Leer “Conectando la Escuela con la Empresa”

Leer “Cómo las empresas de tecnología pueden transformar la educación pública”

Leer “Propuesta para Mejorar la Escuela Secundaria”

El verdadero cambio depende de cuánto nos involucremos para que, finalmente, las cosas cambien.

 

 

 

*Impulsor de “Hagamos algo por la Educación”

Fuente del articulo: https://laescuelacolaborativa.com/2016/04/25/la-agonia-del-sistema-educativo/
Fuente de la imagen: http://2.bp.blogspot.com/-haILdCqS3UI/UnO6T-LDuRI/AAAAAAAAFKU/X7d97JrhjaM/s1600/Classroom1.jpg
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