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La crítica de la democracia burguesa en Rosa Luxemburg

La crítica de la democracia burguesa en Rosa Luxemburg

Michael Löwy

Son conocidas la defensa de la democracia socialista y la crítica a los bolcheviques en el folleto de Rosa Luxemburg sobre la Revolución Rusa (1918). Lo que es menos conocido, y a menudo olvidado, es su crítica de la democracia burguesa, sus límites, sus contradicciones, su carácter limitado y mezquino. Intentaremos seguir este argumento crítico en algunos de sus escritos políticos, sin ninguna pretensión de exhaustividad.

Debemos partir, para esta discusión, de ¿Reforma o revolución? (1898), uno de los textos fundadores del socialismo revolucionario moderno, en que esta problemática es abordada de un modo más intenso. Este brillante ensayo, obra de una joven casi desconocida en la época, es una síntesis única entre la pasión revolucionaria y la racionalidad discursiva; sembrado de destellos de ironía y de intuiciones fulminantes, sigue teniendo, más de un siglo después, una sorprendente actualidad. Pero no está libre de fallas; ante todo, en la polémica económica con Bernstein, donde se despliega una suerte de fatalismo optimista: la creencia en la inevitabilidad del derrumbe (Zusammenbruch) económico del capitalismo. Dicho sea de paso, es una opinión que se encuentra aún en nuestros días en cantidad de marxistas que anuncian que la actual crisis financiera del capitalismo es “la última” y significa la decadencia definitiva del sistema… Me parece que Walter Benjamin, que conoció la Gran Crisis de 1929 y sus secuelas, formuló la conclusión más pertinente sobre este terreno: “La experiencia de nuestra generación: el capitalismo no morirá de muerte natural” (Benjamin, 2000: 681).

Entretanto, en su discusión sobre la democracia, Rosa Luxemburg se separa del optimismo fácil de la religión del progreso democrático –la ilusión en una democratización creciente de las sociedades “civilizadas” – dominante en su época, tanto entre los liberales como entre los socialistas; ese es, por lo demás, uno de los puntos fuertes de su argumento. Por otro lado, en su análisis de la democracia burguesa, no se encuentra trazo alguno de economicismo; se manifiesta aquí, en toda su fuerza, lo que Lukács llamaba (1923) el principio revolucionario en el terreno del método: la categoría dialéctica de totalidad (Lukács, 1960: 48). La cuestión de la democracia es abordada por Rosa Luxemburg desde la perspectiva de la totalidad histórica en movimiento, donde economía, sociedad, lucha de clases, Estado, política e ideología son momentos inseparables del proceso concreto.

Dialéctica del Estado burgués

El análisis eminentemente dialéctico del Estado burgués y sus formas democráticas por parte de Rosa Luxemburg le permite a esta escapar tanto de las aproximaciones social-liberales (¡Bernstein!), que niegan su carácter burgués, como de las de un cierto marxismo vulgar que no toma en cuenta la importancia de la democracia. Fiel a la teoría marxista del Estado, Rosa Luxemburg insiste sobre su carácter de “Estado de clase”. Pero añade inmediatamente: “hay que tomar esta afirmación, no en un sentido absoluto y rígido, sino en un sentido dialéctico”. ¿Qué quiere decir esto? Por un lado, que el Estado “asume sin duda funciones de interés general en el sentido del desarrollo social”; pero, al mismo tiempo, no lo hace sino “en la medida en que el interés general y el social coinciden con los intereses de la clase dominante”. La universalidad del Estado se ve, entonces, severamente limitada y, en una medida amplia, negada por su carácter de clase (Luxemburg, 1978a: 39).

Otro aspecto de esta dialéctica es la contradicción entre la forma democrática y el contenido de clase: “las instituciones formalmente democráticas no son, en cuanto a su contenido, otra cosa que instrumentos de los intereses de la clase dominante”. Pero ella no se limita a esta constatación, que es un locus clásico del marxismo; no solo no desprecia Luxemburg la forma democrática, sino que muestra que dicha forma puede entrar en contradicción con el contenido burgués: “Existen pruebas concretas de esto: en el momento en que la democracia tiene la tendencia a negar su carácter de clase y a transformarse en instrumento de verdaderos intereses del pueblo, las propias formas democráticas son sacrificadas por la burguesía y por su representación de Estado” (ibíd.: 43). La historia del siglo XX está atravesada de un extremo al otro por ejemplos de ese género de “sacrificio”, desde la Guerra Civil Española hasta el golpe de Estado de 1973 en Chile; no son excepciones, sino antes bien la regla. Rosa Luxemburg había previsto en 1898, con una agudeza impresionante, lo que habría de pasar a lo largo de todo el siglo siguiente.

A la visión idílica de la historia como “Progreso” ininterrumpido, como evolución necesaria de la humanidad hacia la democracia y, sobre todo, al mito de una conexión intrínseca entre capitalismo y democracia, ella opone un análisis sobrio y sin ilusiones de la diversidad de regímenes políticos:

El desarrollo ininterrumpido de la democracia que el revisionismo, siguiendo el ejemplo del liberalismo burgués, toma por ley fundamental de la historia humana, o al menos de la historia moderna, se revela, cuando se lo examina de cerca, como un espejismo. No es posible establecer relaciones universales y absolutas entre el desarrollo del capitalismo y la democracia. El régimen político es en cada ocasión el resultado del conjunto de factores políticos, tanto internos como externos; dentro de esos límites, presenta todos los diferentes grados de la escala, desde la monarquía absoluta hasta la república democrática (ibíd.: 67 y s.).

Lo que ella no podía prever es, claro, el surgimiento de formas de Estado autoritarias aún peores que las monarquías: los regímenes fascistas y las dictaduras militares que se desarrollaron en los países capitalistas –tanto del centro como de la periferia– a lo largo de todo el siglo XX. Pero ella tiene el mérito de ser una de las escasas figuras, en el movimiento obrero y socialista, que desconfiaron de la ideología del Progreso (con una “P” mayúscula), común a los liberales burgueses y a una buena parte de la izquierda, y que pusieron en evidencia la perfecta compatibilidad del capitalismo con formas políticas radicalmente antidemocráticas.

Bernstein, partidario convencido de la ideología del Progreso, cree en una evolución irreversible de las sociedades modernas hacia más democracia y, por qué no, hacia más socialismo. Ahora bien, Rosa Luxemburg observa que “el Estado, es decir, la organización política, y las relaciones de propiedad, es decir, la organización jurídica del capitalismo, se tornan cada vez más capitalistas, y no cada vez más socialistas” (ibíd.: 43). Puede verse, una vez más, que la oposición entre la izquierda y la derecha en la Socialdemocracia corresponde al antagonismo entre la fe en el Progreso ineluctable de los países “civilizados” y la apuesta por la revolución social.

No solo no existe una afinidad particular entre la burguesía y la democracia, sino que a menudo es en lucha contra esta clase que tienen lugar los avances democráticos:

En Bélgica, en fin, la conquista democrática del movimiento obrero, el sufragio universal, es un efecto de la debilidad del militarismo y, en consecuencia, de la situación geográfica y política particular de Bélgica y, sobre todo, ese “bocado de democracia” es adquirido, no por la burgue­sía, sino contra ella (ibíd.: 67).

¿Se trata solo del caso de Bélgica, o más bien de una tendencia histórica general? Rosa Luxemburg parece inclinarse por la segunda hipótesis y considerar que la única garantía para la democracia es la fuerza del movimiento obrero:

El movimiento obrero socialista es hoy en día el único soporte de la democracia; no existe otro. Se verá que no es la suerte del movimiento socialista la que está ligada a la democracia burguesa, sino, inversamente, que la suerte de la democracia está ligada al movimiento socialista. Se constatará que las oportunidades de la democracia no están ligadas al hecho de que la clase obrera renuncia a la lucha por su emancipación, sino, al contrario, al hecho de que el movimiento socialista sea lo bastante poderoso para combatir las consecuencias reaccionarias de la política mundial y de la traición de la burguesía.

Aquel que desee el fortalecimiento de la democracia deberá desear igualmente el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista; renunciar a la lucha por el socialismo es renunciar, al mismo tiempo, al movimiento obrero y a la propia democracia (ibíd.: 70).

En otros términos, la democracia es, a ojos de Rosa Luxemburg, un valor esencial que el movimiento socialista debe poner a salvo de sus adversarios reaccionarios, entre los cuales se encuentra la burguesía, siempre dispuesta a traicionar sus proclamas democráticas si sus intereses lo exigen. Hemos visto anteriormente ejemplos de esta sobria constatación. ¿Qué quiere decir la referencia a las “consecuencias reaccionarias de la política mundial”? Se trata, sin duda, de una referencia a las guerras imperialistas y/o coloniales, que no dejarán de reducir o suprimir los avances democráticos de los países en conflicto. Volveremos luego sobre esta problemática.

La sorprendente afirmación según la cual la suerte de la democracia está ligada a la del movimiento obrero y socialista ha sido también confirmada por la historia de las décadas siguientes: la derrota de la izquierda socialista –a causa de sus divisiones, de sus errores o de su debilidad– en Italia, en Alemania, en Austria, en España ha conducido al triunfo del fascismo, con el apoyo de las principales fuerzas de la burguesía, y a la abolición de toda forma de democracia, durante largos años (en España, durante décadas).

La relación entre el movimiento obrero y la democracia es eminentemente dialéctica: la democracia tiene necesidad del movimiento socialista, y vicecersa; la lucha del proletariado tiene necesidad de la democracia para desarrollarse:

La democracia es quizás inútil, o incluso molesta para la burguesía hoy en día; para la clase trabajadora, es necesaria e incluso indispensable. Es necesaria porque crea las formas políticas (autoadministración, derecho al sufragio, etcétera) que servirán al proletariado de trampolín y de apoyo en su lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad burguesa. Pero es también indispensable porque solo luchando por la democracia y ejerciendo sus derechos tomará conciencia el proletariado de sus intereses de clase y de sus misiones históricas (ibíd.: 76).

La formulación de Rosa Luxemburg es compleja. En un primer momento, ella parece afirmar que es gracias a la democracia que la clase trabajadora puede luchar para transformar la sociedad. ¿Querría decir eso que, en los países no democráticos, esta lucha no es posible? Al contrario, insiste la revolucionaria polaca; es en la lucha por la democracia que se desarrolla la conciencia de clase. Ella piensa sin duda en países como la Rusia zarista –comprendida en ella Polonia–, donde la democracia aún no existe, y donde la conciencia revolucionaria se despierta precisamente en el combate democrático. Es lo que se vería pocos años más tarde, en la revolución rusa de 1905. Pero ella también piensa, probablemente, en la Alemania Guillermina, donde la lucha por la democracia estaba lejos de hallarse concluida y encuentra en el movimiento socialista a su principal sujeto histórico. En todo caso, lejos de despreciar las “formas democráticas”, que distingue de su instrumentación y manipulación burguesas, ella asocia estrechamente el destino de aquellas al del movimiento obrero.

¿Cuáles son, entonces, las formas democráticas importantes? En 1898, ella menciona sobre todo tres: el sufragio universal, la república democrática, la autoadministración; más tarde –por ejemplo, a propósito de la Revolución Rusa en 1918–, ella agregará las libertades democráticas: libertad de expresión, de prensa, de organización. ¿Y qué del Parlamento? Rosa Luxemburg no rechaza la representación democrática en cuanto tal, pero desconfía del parlamentarismo en su forma actual: lo considera “un instrumento específico del Estado de clase burgués; un medio para hacer que maduren y se desarrollen las contradicciones capitalistas” (ibíd.: 43). Ella volverá sobre este debate pocos años más tarde, en artículos polémicos contra Jaurès y los socialistas franceses, a los que ella acusa de querer llegar al socialismo pasando por el “pantano apacible […] de un parlamentarismo senil” (Luxemburg, 1971b: 223). La degradación de esta institución se revela en la sumisión al poder ejecutivo: “La idea, en sí misma racional, de que el gobierno no debe dejar de ser el instrumento de la mayoría de la representación popular, es transformado en su contrario por la práctica del parlamentarismo burgués, a saber: la dependencia servil de la representación popular respecto de la supervivencia del gobierno actual” (ibíd.: 228). Ella volverá sobre este debate pocos años más tarde, en artículos polémicos contra Jaurès y los socialistas franceses, a los que ella acusa de querer llegar al socialismo pasando por el “pantano apacible […] de un parlamentarismo senil” (Luxemburg, 1971b: 223). Ella saluda, en este contexto, a los socialistas revolucionarios franceses, que comprendieron que la acción legislativa en el Parlamento –útil para arrebatar algunas leyes favorables para los trabajadores– no puede sustituir a la organización del proletariado para conquistar, a través de medios revolucionarios, del poder político.

Reaparecen argumentos análogos en un ensayo de 1904 sobre “La Socialdemocracia y el parlamentarismo”. Con la ironía mordaz que torna tan eléctricas sus polémicas, ella cuestiona el “cretinismo parlamentario”, es decir, la ilusión según la cual el parlamento es el eje central de la vida social y la fuerza motriz de la historia universal. La realidad es totalmente diferente: las fuerzas gigantescas de la historia mundial actúan muy bien fuera de las cámaras legislativas burguesas. Lejos de ser el producto absoluto del Progreso democrático, el parlamentarismo es una forma histórica determinada de la dominación de clase burguesa. Al mismo tiempo, en un movimiento dialéctico –Rosa Luxemburg cita a Hegel–, con el ascenso del movimiento socialista, el Parlamento puede devenir en “uno de los instrumentos más poderosos e indispensables de la lucha de clases” obrera, en cuanto tribuna de las masas populares; un lugar de agitación para el programa de la revolución socialista. Pero no se podrá defender eficazmente la democracia, y al propio Parlamento, contra las maquinaciones reaccionarias sino a través de la acción extraparlamentaria del proletariado.

La acción directa de las masas proletarias “en la calle” –por ejemplo, bajo la forma de la huelga general– es la mejor defensa de cara a las amenazas que pesan sobre el sufragio universal. En suma, el desafío, para los socialistas, es convencer a “las masas trabajadoras de que cuenten cada vez más con sus propias fuerzas y su acción autónoma y de que ya no consideren las luchas parlamentarias como el eje central de la vida política” (Luxemburg, 1978c: 25, 29, 34-36). Volveremos sobre esto.

Las contradicciones de la democracia burguesa: militarismo, colonialismo

Las democracias burguesas “realmente existentes” se caracterizan por dos dimensiones profundamente antidemocráticas, estrechamente ligadas: el militarismo y el colonialismo. En el primer caso, se trata de una institución, el ejército, de carácter jerárquico, autoritario y reaccionario, que constituye una suerte de Estado absolutista en el seno del Estado democrático. En el segundo, se trata de la imposición, por la fuerza de las armas, de una dictadura a los pueblos colonizados por los imperios occidentales. Como recuerda Rosa Luxemburg en ¿Reforma o revolución?, su carácter de clase obliga al Estado burgués, incluso democrático, a acentuar cada vez más su actividad coercitiva en dominios que solo sirven a los intereses de la burguesía: “a saber, el militarismo y la política aduanera y colonial” (Luxemburg, 1978a: 42). La denuncia de esta “actividad coercitiva”, militarista e imperialista, será uno de los ejes de la crítica de Rosa Luxemburg al Estado burgués.

Desde el punto de vista capitalista,

el militarismo actualmente se ha vuelto indispensable desde tres puntos de vista: 1) sirve para defender intereses nacionales en competencia contra otros grupos nacionales; 2) constituye un dominio de inversión privilegiado, tanto para el capital financiero como para el capital industrial; y 3) le es útil en el interior para asegurar su dominación de clase sobre el pueblo trabajador […]. Dos rasgos específicos caracterizan al militarismo actual: primero, su desarrollo general y concurrente en todos los países; se diría que se ve impulsado a crecer por una fuerza motriz interna y autónoma: fenómeno desconocido todavía hace algunas décadas; segundo, el carácter fatal, inevitable de la explosión inminente, aunque se ignoren tanto la ocasión que la desencadenará como los Estados que serán afectados en primera instancia, el objeto del conflicto y todas las demás circunstancias (ibíd.: 41).

Como se ve, Rosa Luxemburg había previsto, en 1898, una guerra mundial suscitada por la competencia entre potencias capitalistas nacionales y por la dinámica incontrolable del militarismo. Es una de esas intuiciones fulgurantes que atraviesan el texto de ¿Reforma o revolución?, aun cuando, desde luego, ella no podía prever las “circunstancias” del conflicto.

Militarismo en el plano interno y expansión colonial en el externo están estrechamente ligados y conducen a una decadencia, una degradación, una degeneración de la democracia burguesa:

A causa del desarrollo de la economía mundial, del agravamiento y la generalización de la competencia por el mercado mundial, el militarismo y la supremacía naval, instrumentos de la política mundial, se han convertido en un factor decisivo de la vida exterior e interior de los grandes Estados. Entretanto, si la política mundial y el militarismo representan una tendencia ascendente de la fase actual del capitalismo, la democracia burguesa debe ahora lógicamente entrar en una fase descendente. En Alemania, la era de los grandes armamentos, que data de 1893, y la política mundial inaugurada por la toma de Kiao-chou han tenido como compensación dos sacrificios pagados por la democracia burguesa: la descomposición del liberalismo y el pasaje del Partido de Centro desde la oposición al gobierno (ibíd.: 69).

A lo largo del siglo XX, habría de asistirse a otros “sacrificios” de la democracia, exigidos por el militarismo –tanto en Europa (España, Grecia) como en América Latina– mucho más graves y dramáticos que los ejemplos aquí citados. Sin embargo, el análisis de Rosa Luxemburg es más amplio: ella se da cuenta de que el peso creciente del ejército en la vida política de las democracias burguesas se deriva, no solo de la competencia imperialista, sino también de un factor interno a las sociedades burguesas: la escalada de las luchas obreras. En un artículo antimilitarista de 1914, ella pone en evidencia dos tendencias profundas que fortalecen la preponderancia de las instituciones militares en los Estados burgueses.

Esas dos tendencias son, por un lado, el imperialismo, que conlleva un aumento masivo del ejército, el culto de la violencia militar salvaje y una actitud dominante y arbitraria del militarismo de cara a la legislación; por el otro, el movimiento obrero, que conoce un desarrollo igualmente masivo, acentuando los antagonismos de clase y provocando la intervención cada vez más frecuente del ejército contra el proletariado en lucha (Luxemburg, 1978d: 41).

Esta “violencia militar salvaje” se ejerce, en el cuadro de las políticas imperialistas, ante todo sobre los pueblos colonizados, sometidos a una brutal opresión que no tiene nada de “democrática”. La democracia burguesa produce, en su política colonial, formas de dominación autocrática, dictatorial. La cuestión del colonialismo es evocada, pero poco desarrollada en ¿Reforma o revolución?  

Pero poco después, en un artículo de 1902 sobre la Martinica, Rosa Luxemburg denunciará las masacres del colonialismo francés en Madagascar, las guerras de conquista de los Estados Unidos en Filipinas o de Inglaterra en África; finalmente, las agresiones contra los chinos cometidas, de común acuerdo, por franceses e ingleses, rusos y alemanes, italianos y estadounidenses (cf. Luxemburg, 1970: 250 y s.).

Ella volverá a menudo sobre los crímenes del colonialismo, en particular, en La acumulación del capital (1913). Retomando el hilo de la crítica implacable de la política colonial en el capítulo sobre la acumulación originaria en el volumen I de El capital, ella observa entretanto que no se trata de un momento “inicial”, sino de una tendencia permanente del capital: “Aquí no se trata ya de una acumulación originaria; el proceso continúa hasta nuestros días. Cada expansión colonial va necesariamente acompañada de esta guerra obstinada del capital contra las condiciones sociales y económicas de los indígenas, así como del saqueo violento de sus medios de producción y de su fuerza de trabajo” (Luxemburg, 1990: 318 y s.). De esto se derivan la ocupación militar permanente de las colonias y la represión brutal de sus insurrecciones, cuyos ejemplos clásicos son el colonialismo inglés en la India y el francés en Argelia. De hecho, esta acumulación originaria permanente prosigue hoy en día, en el siglo XXI, con métodos distintos, pero no menos feroces que los del colonialismo clásico.

Rosa Luxemburg menciona también, en La acumulación del capital, el caso concreto de lo que se podría llamar el colonialismo interno de la mayor democracia burguesa moderna, los Estados Unidos: con ayuda del ferrocarril, en el marco de la gran conquista del Oeste, se expulsó y exterminó a los indígenas con armas de fuego, aguardiente y sífilis, y se encerró a los supervivientes, como a bestias salvajes, en “reservas” (cf. ibíd.: 344, 350) Otro ejemplo trágico de las contradicciones de la “democracia burguesa”.

 

Democracia y conquista del poder: el golpe de martillo de la revolución

Volvamos a ¿Reforma o revolución? para examinar ahora la problemática de la relación entre democracia y conquista del poder. Bernstein y sus amigos “revisionistas” creían en la posibilidad de cambiar la sociedad gracias a reformas graduales, en el marco de las instituciones de la democracia burguesa; ante todo, el Parlamento, donde la Socialdemocracia podría un día tornarse mayoritaria. Por las razones que mencionamos más arriba, Rosa Luxemburg no puede menos que rechazar esta estrategia:

Marx y Engels jamás pusieron en duda la necesidad de conquista del poder político por parte del proletariado. Estaba reservado a Bernstein considerar el estanque de ranas del parlamentarismo burgués como el instrumento llamado a realizar el cambio social más formidable de la historia, a saber: la transformación de las estructuras capitalistas en estructuras socialistas (Luxemburg, 1978a: 77).

Esta conquista revolucionaria del poder será democrática, no porque se realizará en el marco de las instituciones de la democracia burguesa, sino porque será la acción colectiva de la gran mayoría popular:

“Es esa toda la diferencia entre los golpes de Estado al estilo blanquista, ejecutados por ‘una minoría activa’, provocados en cualquier momento y, de hecho, siempre de manera inoportuna, y la conquista del poder político por parte de la gran masa popular consciente” (ibíd.: 78).

Continuando su polémica, ella ironiza respecto de la línea reformista de Bernstein y sugiere un argumento capital para justificar la necesidad de una acción revolucionaria:

Fourier había tenido la ocurrencia fantástica de transformar, gracias al sistema de los falansterios, toda el agua de los mares del globo en limonada. Pero la idea de Bernstein de transformar, vertiendo progresivamente botellas de limonada reformistas, el mar de la amargura capitalista en el agua dulce del socialismo, es tal vez más banal, pero no menos fantástica.

Lo que ella no podía prever es, claro, el surgimiento de formas de Estado autoritarias aún peores que las monarquías: los regímenes fascistas y las dictaduras militares que se desarrollaron en los países capitalistas –tanto del centro como de la periferia– a lo largo de todo el siglo XX. Pero ella tiene el mérito de ser una de las escasas figuras, en el movimiento obrero y socialista, que desconfiaron de la ideología del Progreso (con una “P” mayúscula), común a los liberales burgueses y a una buena parte de la izquierda, y que pusieron en evidencia la perfecta compatibilidad del capitalismo con formas políticas radicalmente antidemocráticas.

Bernstein, partidario convencido de la ideología del Progreso, cree en una evolución irreversible de las sociedades modernas hacia más democracia y, por qué no, hacia más socialismo. Ahora bien, Rosa Luxemburg observa que “el Estado, es decir, la organización política, y las relaciones de propiedad, es decir, la organización jurídica del capitalismo, se tornan cada vez más capitalistas, y no cada vez más socialistas” (ibíd.: 43). Puede verse, una vez más, que la oposición entre la izquierda y la derecha en la Socialdemocracia corresponde al antagonismo entre la fe en el Progreso ineluctable de los países “civilizados” y la apuesta por la revolución social.

No solo no existe una afinidad particular entre la burguesía y la democracia, sino que a menudo es en lucha contra esta clase que tienen lugar los avances democráticos:

En Bélgica, en fin, la conquista democrática del movimiento obrero, el sufragio universal, es un efecto de la debilidad del militarismo y, en consecuencia, de la situación geográfica y política particular de Bélgica y, sobre todo, ese “bocado de democracia” es adquirido, no por la burgue­sía, sino contra ella (ibíd.: 67).

¿Se trata solo del caso de Bélgica, o más bien de una tendencia histórica general? Rosa Luxemburg parece inclinarse por la segunda hipótesis y considerar que la única garantía para la democracia es la fuerza del movimiento obrero:

El movimiento obrero socialista es hoy en día el único soporte de la democracia; no existe otro. Se verá que no es la suerte del movimiento socialista la que está ligada a la democracia burguesa, sino, inversamente, que la suerte de la democracia está ligada al movimiento socialista. Se constatará que las oportunidades de la democracia no están ligadas al hecho de que la clase obrera renuncia a la lucha por su emancipación, sino, al contrario, al hecho de que el movimiento socialista sea lo bastante poderoso para combatir las consecuencias reaccionarias de la política mundial y de la traición de la burguesía.

Aquel que desee el fortalecimiento de la democracia deberá desear igualmente el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista; renunciar a la lucha por el socialismo es renunciar, al mismo tiempo, al movimiento obrero y a la propia democracia (ibíd.: 70).

En otros términos, la democracia es, a ojos de Rosa Luxemburg, un valor esencial que el movimiento socialista debe poner a salvo de sus adversarios reaccionarios, entre los cuales se encuentra la burguesía, siempre dispuesta a traicionar sus proclamas democráticas si sus intereses lo exigen. Hemos visto anteriormente ejemplos de esta sobria constatación. ¿Qué quiere decir la referencia a las “consecuencias reaccionarias de la política mundial”? Se trata, sin duda, de una referencia a las guerras imperialistas y/o coloniales, que no dejarán de reducir o suprimir los avances democráticos de los países en conflicto. Volveremos luego sobre esta problemática.

La sorprendente afirmación según la cual la suerte de la democracia está ligada a la del movimiento obrero y socialista ha sido también confirmada por la historia de las décadas siguientes: la derrota de la izquierda socialista –a causa de sus divisiones, de sus errores o de su debilidad– en Italia, en Alemania, en Austria, en España ha conducido al triunfo del fascismo, con el apoyo de las principales fuerzas de la burguesía, y a la abolición de toda forma de democracia, durante largos años (en España, durante décadas).

La relación entre el movimiento obrero y la democracia es eminentemente dialéctica: la democracia tiene necesidad del movimiento socialista, y vicecersa; la lucha del proletariado tiene necesidad de la democracia para desarrollarse:

La democracia es quizás inútil, o incluso molesta para la burguesía hoy en día; para la clase trabajadora, es necesaria e incluso indispensable. Es necesaria porque crea las formas políticas (autoadministración, derecho al sufragio, etcétera) que servirán al proletariado de trampolín y de apoyo en su lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad burguesa. Pero es también indispensable porque solo luchando por la democracia y ejerciendo sus derechos tomará conciencia el proletariado de sus intereses de clase y de sus misiones históricas (ibíd.: 76).

La formulación de Rosa Luxemburg es compleja. En un primer momento, ella parece afirmar que es gracias a la democracia que la clase trabajadora puede luchar para transformar la sociedad. ¿Querría decir eso que, en los países no democráticos, esta lucha no es posible? Al contrario, insiste la revolucionaria polaca; es en la lucha por la democracia que se desarrolla la conciencia de clase. Ella piensa sin duda en países como la Rusia zarista –comprendida en ella Polonia–, donde la democracia aún no existe, y donde la conciencia revolucionaria se despierta precisamente en el combate democrático. Es lo que se vería pocos años más tarde, en la revolución rusa de 1905. Pero ella también piensa, probablemente, en la Alemania Guillermina, donde la lucha por la democracia estaba lejos de hallarse concluida y encuentra en el movimiento socialista a su principal sujeto histórico. En todo caso, lejos de despreciar las “formas democráticas”, que distingue de su instrumentación y manipulación burguesas, ella asocia estrechamente el destino de aquellas al del movimiento obrero.

¿Cuáles son, entonces, las formas democráticas importantes? En 1898, ella menciona sobre todo tres: el sufragio universal, la república democrática, la autoadministración; más tarde –por ejemplo, a propósito de la Revolución Rusa en 1918–, ella agregará las libertades democráticas: libertad de expresión, de prensa, de organización. ¿Y qué del Parlamento? Rosa Luxemburg no rechaza la representación democrática en cuanto tal, pero desconfía del parlamentarismo en su forma actual: lo considera “un instrumento específico del Estado de clase burgués; un medio para hacer que maduren y se desarrollen las contradicciones capitalistas” (ibíd.: 43). Ella volverá sobre este debate pocos años más tarde, en artículos polémicos contra Jaurès y los socialistas franceses, a los que ella acusa de querer llegar al socialismo pasando por el “pantano apacible […] de un parlamentarismo senil” (Luxemburg, 1971b: 223). La degradación de esta institución se revela en la sumisión al poder ejecutivo: “La idea, en sí misma racional, de que el gobierno no debe dejar de ser el instrumento de la mayoría de la representación popular, es transformado en su contrario por la práctica del parlamentarismo burgués, a saber: la dependencia servil de la representación popular respecto de la supervivencia del gobierno actual” (ibíd.: 228). Ella saluda, en este contexto, a los socialistas revolucionarios franceses, que comprendieron que la acción legislativa en el Parlamento –útil para arrebatar algunas leyes favorables para los trabajadores– no puede sustituir a la organización del proletariado para conquistar, a través de medios revolucionarios, del poder político.

Reaparecen argumentos análogos en un ensayo de 1904 sobre “La Socialdemocracia y el parlamentarismo”. Con la ironía mordaz que torna tan eléctricas sus polémicas, ella cuestiona el “cretinismo parlamentario”, es decir, la ilusión según la cual el parlamento es el eje central de la vida social y la fuerza motriz de la historia universal. La realidad es totalmente diferente: las fuerzas gigantescas de la historia mundial actúan muy bien fuera de las cámaras legislativas burguesas. Lejos de ser el producto absoluto del Progreso democrático, el parlamentarismo es una forma histórica determinada de la dominación de clase burguesa. Al mismo tiempo, en un movimiento dialéctico –Rosa Luxemburg cita a Hegel–, con el ascenso del movimiento socialista, el Parlamento puede devenir en “uno de los instrumentos más poderosos e indispensables de la lucha de clases” obrera, en cuanto tribuna de las masas populares; un lugar de agitación para el programa de la revolución socialista. Pero no se podrá defender eficazmente la democracia, y al propio Parlamento, contra las maquinaciones reaccionarias sino a través de la acción extraparlamentaria del proletariado. La acción directa de las masas proletarias “en la calle” –por ejemplo, bajo la forma de la huelga general– es la mejor defensa de cara a las amenazas que pesan sobre el sufragio universal. En suma, el desafío, para los socialistas, es convencer a “las masas trabajadoras de que cuenten cada vez más con sus propias fuerzas y su acción autónoma y de que ya no consideren las luchas parlamentarias como el eje central de la vida política” (Luxemburg, 1978c: 25, 29, 34-36). Volveremos sobre esto.

 

Las contradicciones de la democracia burguesa: militarismo, colonialismo

Las democracias burguesas “realmente existentes” se caracterizan por dos dimensiones profundamente antidemocráticas, estrechamente ligadas: el militarismo y el colonialismo. En el primer caso, se trata de una institución, el ejército, de carácter jerárquico, autoritario y reaccionario, que constituye una suerte de Estado absolutista en el seno del Estado democrático. En el segundo, se trata de la imposición, por la fuerza de las armas, de una dictadura a los pueblos colonizados por los imperios occidentales. Como recuerda Rosa Luxemburg en ¿Reforma o revolución?, su carácter de clase obliga al Estado burgués, incluso democrático, a acentuar cada vez más su actividad coercitiva en dominios que solo sirven a los intereses de la burguesía: “a saber, el militarismo y la política aduanera y colonial” (Luxemburg, 1978a: 42). La denuncia de esta “actividad coercitiva”, militarista e imperialista, será uno de los ejes de la crítica de Rosa Luxemburg al Estado burgués.

Desde el punto de vista capitalista,

el militarismo actualmente se ha vuelto indispensable desde tres puntos de vista: 1) sirve para defender intereses nacionales en competencia contra otros grupos nacionales; 2) constituye un dominio de inversión privilegiado, tanto para el capital financiero como para el capital industrial; y 3) le es útil en el interior para asegurar su dominación de clase sobre el pueblo trabajador […]. Dos rasgos específicos caracterizan al militarismo actual: primero, su desarrollo general y concurrente en todos los países; se diría que se ve impulsado a crecer por una fuerza motriz interna y autónoma: fenómeno desconocido todavía hace algunas décadas; segundo, el carácter fatal, inevitable de la explosión inminente, aunque se ignoren tanto la ocasión que la desencadenará como los Estados que serán afectados en primera instancia, el objeto del conflicto y todas las demás circunstancias (ibíd.: 41).

Como se ve, Rosa Luxemburg había previsto, en 1898, una guerra mundial suscitada por la competencia entre potencias capitalistas nacionales y por la dinámica incontrolable del militarismo. Es una de esas intuiciones fulgurantes que atraviesan el texto de ¿Reforma o revolución?, aun cuando, desde luego, ella no podía prever las “circunstancias” del conflicto.

Militarismo en el plano interno y expansión colonial en el externo están estrechamente ligados y conducen a una decadencia, una degradación, una degeneración de la democracia burguesa:

A causa del desarrollo de la economía mundial, del agravamiento y la generalización de la competencia por el mercado mundial, el militarismo y la supremacía naval, instrumentos de la política mundial, se han convertido en un factor decisivo de la vida exterior e interior de los grandes Estados. Entretanto, si la política mundial y el militarismo representan una tendencia ascendente de la fase actual del capitalismo, la democracia burguesa debe ahora lógicamente entrar en una fase descendente. En Alemania, la era de los grandes armamentos, que data de 1893, y la política mundial inaugurada por la toma de Kiao-chou han tenido como compensación dos sacrificios pagados por la democracia burguesa: la descomposición del liberalismo y el pasaje del Partido de Centro desde la oposición al gobierno (ibíd.: 69).

A lo largo del siglo XX, habría de asistirse a otros “sacrificios” de la democracia, exigidos por el militarismo –tanto en Europa (España, Grecia) como en América Latina– mucho más graves y dramáticos que los ejemplos aquí citados. Sin embargo, el análisis de Rosa Luxemburg es más amplio: ella se da cuenta de que el peso creciente del ejército en la vida política de las democracias burguesas se deriva, no solo de la competencia imperialista, sino también de un factor interno a las sociedades burguesas: la escalada de las luchas obreras. En un artículo antimilitarista de 1914, ella pone en evidencia dos tendencias profundas que fortalecen la preponderancia de las instituciones militares en los Estados burgueses.

Esas dos tendencias son, por un lado, el imperialismo, que conlleva un aumento masivo del ejército, el culto de la violencia militar salvaje y una actitud dominante y arbitraria del militarismo de cara a la legislación; por el otro, el movimiento obrero, que conoce un desarrollo igualmente masivo, acentuando los antagonismos de clase y provocando la intervención cada vez más frecuente del ejército contra el proletariado en lucha (Luxemburg, 1978d: 41).

Esta “violencia militar salvaje” se ejerce, en el cuadro de las políticas imperialistas, ante todo sobre los pueblos colonizados, sometidos a una brutal opresión que no tiene nada de “democrática”. La democracia burguesa produce, en su política colonial, formas de dominación autocrática, dictatorial. La cuestión del colonialismo es evocada, pero poco desarrollada en ¿Reforma o revolución? Pero poco después, en un artículo de 1902 sobre la Martinica, Rosa Luxemburg denunciará las masacres del colonialismo francés en Madagascar, las guerras de conquista de los Estados Unidos en Filipinas o de Inglaterra en África; finalmente, las agresiones contra los chinos cometidas, de común acuerdo, por franceses e ingleses, rusos y alemanes, italianos y estadounidenses (cf. Luxemburg, 1970: 250 y s.).

Ella volverá a menudo sobre los crímenes del colonialismo, en particular, en La acumulación del capital (1913). Retomando el hilo de la crítica implacable de la política colonial en el capítulo sobre la acumulación originaria en el volumen I de El capital, ella observa entretanto que no se trata de un momento “inicial”, sino de una tendencia permanente del capital: “Aquí no se trata ya de una acumulación originaria; el proceso continúa hasta nuestros días. Cada expansión colonial va necesariamente acompañada de esta guerra obstinada del capital contra las condiciones sociales y económicas de los indígenas, así como del saqueo violento de sus medios de producción y de su fuerza de trabajo” (Luxemburg, 1990: 318 y s.). De esto se derivan la ocupación militar permanente de las colonias y la represión brutal de sus insurrecciones, cuyos ejemplos clásicos son el colonialismo inglés en la India y el francés en Argelia. De hecho, esta acumulación originaria permanente prosigue hoy en día, en el siglo XXI, con métodos distintos, pero no menos feroces que los del colonialismo clásico.

Rosa Luxemburg menciona también, en La acumulación del capital, el caso concreto de lo que se podría llamar el colonialismo interno de la mayor democracia burguesa moderna, los Estados Unidos: con ayuda del ferrocarril, en el marco de la gran conquista del Oeste, se expulsó y exterminó a los indígenas con armas de fuego, aguardiente y sífilis, y se encerró a los supervivientes, como a bestias salvajes, en “reservas” (cf. ibíd.: 344, 350). Otro ejemplo trágico de las contradicciones de la “democracia burguesa”.

Las relaciones de producción de la sociedad capitalista se aproximan cada vez más a las relaciones de producción de la sociedad socialista. Como revancha, sus relaciones políticas y jurídicas erigen, entre la sociedad capitalista y la sociedad socialista, un muro cada vez más alto. Ese muro no solo no será echado por tierra por las reformas sociales ni por la democracia, sino que, al contrario, estas lo reafirman y consolidan. Lo que podrá derribarlo es solo el golpe de martillo de la revolución, es decir, la conquista del poder político por parte del proletariado (ibíd.: 44).

La imagen del “golpe de martillo” hace pensar inmediatamente en la afirmación de Marx en sus escritos sobre la Comuna de París (1871), en los que hace referencia a la necesidad, por parte del proletariado revolucionario, de “quebrar” el aparato de Estado capitalista. La idea es esencialmente idéntica, aun cuando Rosa Luxemburg no cita esos textos de Marx. Ese “golpe de martillo” se torna aún más indispensable cuando se considera el papel creciente del militarismo y del ejército en el sistema político. ¿En qué consiste concretamente? ¿Por qué medios puede realizarse esta conquista del poder? ¿Qué estrategia o táctica revolucionarias propone Rosa Luxemburg? No es un tema desarrollado en ¿Reforma o revolución?, pero aquí y allá ella da a entender que los métodos revolucionarios “clásicos” –la insurrección, las barricadas– no deben ser  excluidos. Ahora, no solo los revisionistas, sino también la dirección del Partido Socialdemócrata alemán se refirieron con insistencia al prefacio escrito por Friedrich Engels en 1895 a la reedición de la obra de Marx La lucha de clases en Francia entre 1848 y 1850 (1850); en ese texto, el viejo dirigente parece considerar que esos métodos de lucha se volvieron obsoletos a raíz de los progresos del arte militar –los cañones y los fusiles modernos–, que conceden ventaja al ejército.

De hecho, el texto original de Engels era mucho menos categórico; la versión publicada fue considerablemente “edulcorada” por la dirección del partido (algo que ignoraba Rosa Luxemburg). De hecho, Engels se mostró indignado ante esta manipulación; en una carta a Kautsky del 1° de abril de 1895, escribió: “para mi sorpresa, veo hoy en el Vorwärts un extracto de mi introducción reproducida sin mi consentimiento, y dispuesto de tal manera que aparezco en él como un pacífico adorador de la legalidad a todo precio. Por ende, desearía tanto más que la introducción aparezca sin recortes en Neue Zeit, a fin de que sea borrada esta impresión vergonzosa”. Friedrich Engels murió algunos meses después; el texto íntegro jamás apareció en Neue Zeit ni, por supuesto, en la reedición del libro de Marx. Fue preciso esperar a la Revolución de Octubre para que fuera, por fin, publicado en la década de 1920 (cf. Bottigelli, 1948). He aquí la respuesta de Rosa Luxemburg al argumento “legalista”:

Cuando Engels, en el prefacio a La lucha de clases en Francia, revisaba la táctica del movimiento obrero moderno, oponiendo a las barricadas la lucha legal, no tenía en vita –y cada línea de este prefacio lo demuestra– el problema de la conquista definitiva del poder político, sino el de la lucha cotidiana actual. No analizaba la actitud del proletariado de cara al Estado capitalista en el momento de la toma del poder, sino su actitud en el marco del Estado capitalista. En una palabra, Engels daba las directivas al proletariado oprimido, y no al proletariado victorioso (Luxemburg, 1978a: 75 y s.).

De hecho, su interpretación es muy discutible… ¡No se trata, en Engels, del papel de las barricadas en la “lucha cotidiana actual”! Lo que resulta interesante, en este pasaje, es la actitud de la autora de ¿Reforma o revolución? frente a la cuestión de los métodos de lucha “armada”, “insurreccional”, “ilegal” –métodos tradicionales de las revoluciones, desde 1789 a 1871–, que ella se niega a excluir del arsenal político del proletariado. Ella no estaba equivocada, pues todos los combates revolucionarios del siglo XX, victoriosos o vencidos –las dos Revoluciones Rusas (1905, 1917), la Revolución Mexicana (1910-19), la Revolución Alemana (1918-19), la Revolución Española (1936-37) y la Revolución Cubana (1959-61), para no citar otros ejemplos– hicieron uso de esos métodos “ilegales” y “extraparlamentarios”.

Pero el método revolucionario que cuenta con el favor de Luxemburg es, como se sabe, la huelga de masas, esa “forma natural y espontánea de toda gran acción revolucionaria del proletariado”. De hecho, se trata de un movimiento en el cual se multiplica una gran diversidad de iniciativas de lucha: huelgas económicas y políticas, huelgas de manifestación o de combate, huelgas de masas y huelgas parciales, luchas reivindicativas pacíficas o batallas en las calles, combates de barricadas, “un océano de fenómenos, eternamente nuevos y fluctuantes”. Ciertamente, la huelga de masas “no reemplaza ni vuelve superfluos los enfrentamientos directos y brutales en la calle”; con todo, la experiencia rusa de 1905 muestra que “el combate de barricadas, el enfrentamiento directo con las fuerzas armadas del Estado, no constituye, en la revolución actual, otra cosa que el punto culminante, que una fase del proceso de la lucha de masas proletaria” (Luxemburg, 1976: 127 y s.; 154). El enfrentamiento no es eliminado, sino situado en el “punto culminante” de la lucha, lo que le concede, evidentemente, un papel importante.

Rosa Luxemburg volverá sobre este texto de Engels –en su versión edulcorada por la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán, la única conocida en su época–, que decididamente la incomoda, en su discurso durante el Congreso Fundacional del Partido Comunista Alemán (Spartakusbund) en diciembre de 1918. Esta vez, no se trata de pretender, como en 1898, que la “Introducción” de 1895 no se refiere sino a la “lucha cotidiana actual”: “Con todos los conocimientos de especialistas de que disponía en el dominio de la ciencia militar, Engels les demuestra aquí […] que es perfectamente vano creer que el pueblo trabajador puede hacer revoluciones en las calles y salir victorioso”. Él estaba equivocado, y este documento ha servido, observa ella, para reducir la actividad del Partido exclusivamente al terreno parlamentario. Sin excluir una “utilización revolucionaria de la Asamblea Nacional” como tribuna, ella ve en la toma del poder por parte de los consejos de obreros y soldados, como en Rusia en octubre de 1917, el camino a seguir (cf. Luxemburg, 1978b: 106-108).

Rosa Luxemburg no proporciona recetas; ella apuesta a la inventiva del movimiento revolucionario; se limita a esta sobria constatación: la democracia es indispensable, no porque ella vuelve inútil la conquista del poder político por parte del proletariado; al contrario, ella vuelve necesaria y al mismo tiempo posible esta toma del poder”. Ahora bien, esta conquista del poder pasa por una ruptura institucional, por un proceso radical de subversión, capaz de derribar el muro jurídico y político del Estado capitalista: el “golpe de martillo” de la revolución.

Democracia socialista y democracia burguesa (1918)

No vamos a discutir aquí la cuestión de la democracia en el socialismo, que escapa a nuestra temática; lo que nos interesa aquí es lo que escribe Rosa Luxemburg en su texto sobre la Revolución Rusa a propósito de la democracia burguesa. Es importante subrayar que, en el manuscrito de 1918, la crítica fraternal de los errores de los bolcheviques en el terreno de la democracia no significa de ningún modo la adhesión de Rosa Luxemburg a la democracia burguesa. Se dice explícitamente: la tarea histórica del proletariado es “crear, en lugar de la democracia burguesa, una democracia socialista”. Veamos de más cerca su argumento, en polémica con Trotsky:

“En cuanto marxistas, jamás hemos sido idólatras de la democracia formal” escribe Trotsky. Seguramente, jamás hemos sido idólatras de la democracia formal. Pero tampoco del socialismo y del marxismo; jamás hemos sido idólatras. ¿Se infiere de esto que tengamos el derecho, a la manera de Cunow-Lensch-Parvus, de deshacernos del socialismo o del marxismo cuando nos incomodan? Trotsky y Lenin son la negación viva de esta cuestión.

Jamás hemos sido idólatras de la democracia formal; esto no quiere decir sino una cosa: siempre hemos distinguido el núcleo social de la forma política de la democracia burguesa; siempre hemos desenmascarado el duro núcleo de desigualdad y de servidumbre social que se oculta bajo el dulce envoltorio de la igualdad y de la libertad formales, no para rechazarlo, sino para incitar a la clase obrera a no contentarse con ese envoltorio y, por el contrario, conquistar el poder político a fin de llenarlo de un contenido social nuevo. La tarea histórica que incumbe al proletariado, una vez en el poder, es crear, en lugar de la democracia burguesa, la democracia socialista, y no suprimir toda democracia (Luxemburg, 1971a: 87 y s.).

Rosa Luxemburg retoma aquí la distinción “clásica”, ya formulada en ¿Reforma o revolución?, entre la forma democrática, la igualdad y la libertad formales, y el contenido burgués, la desigualdad y el liberticidio; pero esta vez ella afirma claramente la solución: ni democracia burguesa, ni dictadura de una élite revolucionaria, sino una democracia socialista con un contenido social nuevo.

Rosa Luxemburg había previsto, ya en 1914, “la intervención del ejército contra el proletariado en lucha”. Como se sabe, en enero de 1919, Leo Jogisches, Karl Liebknecht y muchos otros espartaquistas serán asesinados, víctimas de esta “violencia militar salvaje” que ella había denunciado; eso tuvo lugar en el marco de una respetable democracia (burguesa) constitucional.

Lo que Rosa Luxemburg no había previsto siquiera en sus peores pesadillas era que esos asesinatos políticos a manos de militares contrarrevolucionarios tendrían lugar bajo la égida de un gobierno dirigido por el Partido Socialdemoócrata Alemán…

Publicado originalmente en el nº 62 de la revista Herramienta, invierno 2019

Autor:  Michael Löwy

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El misterioso Chile de Vargas Llosa

El misterioso Chile de Vargas Llosa
Atilio A. Boron

El trágico golpe de Estado en Bolivia me apartó momentáneamente del cuidadoso seguimiento que venía haciendo de la heroica lucha del pueblo chileno por darse una constitución democrática y decididamente pospinochetista y por construir una sociedad justa e igualitaria. Proseguí pese a ello consultando las fuentes y conversando y chateando con muchas compañeras y compañeros de Chile, pero la masacre en curso en Bolivia y la escandalosa defección de una parte significativa de la intelectualidad “progre” de ese país y de Latinoamérica -que con su silencio o con su explícitas declaraciones respaldó el golpe de Estado de los lacayos del imperio- absorbieron gran parte de mi tiempo y de mis energías. Hoy, próximo a cumplirse un mes del inicio de las grandes movilizaciones populares que abrieron para siempre “las grandes alamedas” con las que soñara Salvador Allende retomo ese escrito a medio terminar y que tiene por objeto examinar la perplejidad de la derecha, en la pluma de su vocero mayor, Mario Vargas Llosa, ante el furioso despertar del pueblo chileno[1]. Y, de paso, hacer públicas las dudas que me genera el “acuerdo” logrado, a puertas cerradas entre el Gobierno y la partidocracia, para poner fin a las protestas populares, restablecer la “paz social” (es decir, desmovilizar a la población) y avanzar hacia la creación de una nueva constitución.

En relación al estallido social chileno hay que comenzar señalando su carácter realmente excepcional (por lo inesperado y arrollador) y ante el cual un maestro consumado en el manejo del lenguaje como el novelista peruano se quedó sin palabras, estupefacto, atónito. A la hora de caracterizar lo ocurrido sólo atina a confesar que está en presencia de un hecho misterioso, enigmático, sorprendente. Es comprensible: la súbita toma de conciencia y la extraordinaria movilización de chilenas y chilenos fue un cañonazo político mortal que destruyó los vistosos artificios propagandísticos del “modelo chileno” y del cual Vargas Llosa fue su principal y más eficaz apologista durante décadas. Pero ahora no encuentra palabras para explicar lo que para él es un “enigma sorprendente”. No debería llamarnos la atención tamaña perplejidad cuando se observa el rudimentario instrumental teórico y metodológico del que dispone y que sólo le permite acceder a una comprensión muy superficial de los procesos históricos. A diferencia de los notables recursos con que cuenta para sus ficciones, a la hora de internarse en el análisis de la realidad sus herramientas conceptuales son un revoltijo de los clichés más convencionales del pensamiento burgués, forjados y difundidos masivamente desde la segunda posguerra hasta nuestros días.
Un pensamiento conservador y colonial, fervorosamente capitalista, rabiosamente anticomunista y crítico de cualquier proceso social que se aparte de la defensa irrestricta del orden social burgués o que insinúe una crítica a la sociedad norteamericana, sus instituciones, valores y políticas. Víctima de esta obtusa cosmovisión el capitalismo es concebido como el remate virtuoso de la naturaleza esencialmente egoísta y adquisitiva del ser humano, y por lo tanto someterlo a discusión es tan fútil como insensato sería tratar de persuadir a un pez de que demasiada agua podría ser lesiva para su salud. El imperialismo es una palabra prohibida y su existencia negada apriorísticamente: lo que hay es un mundo globalizado en el cual, al decir de Henry Kissinger, “Honduras depende de las computadoras de Estados Unidos tanto como éste de las bananas hondureñas”. Huelgan los comentarios sobre este célebre aforismo del criminal de guerra. Y de la lucha de clases y su papel como fuerza motriz de la historia no se puede ni hablar, como tampoco se admitiría considerar la naturaleza clasista del Estado. ¿Cómo comprender la realidad sin contar con estas categorías teóricas?
Víctima de estas insanables limitaciones la lectura que el novelista peruano hace de la insurrección popular chilena -que ya se prolonga por cuatro semanas- tenía que resultar lo que fue: una torpe simplificación en donde un pueblo, y no sólo las capas medias como él dice, se rebela y enfrenta un feroz aparato represivo que al momento de escribir estas líneas había ya ocasionado veintitrés muertos. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos de ese país al día de hoy, 17 de Noviembre, los detenidos por los Carabineros ascienden a 6.362 (759 de los cuales son niños o adolescentes), 2.381 heridos de los cuales 866 fueron alcanzados por disparos de perdigones y 407 por arma de fuego no identificada. Se estima que unas 250 personas perdieron un ojo durante los incidentes [2]. Agréguense a lo anterior decenas de desaparecidos, de hombres y mujeres violados por las “fuerzas de seguridad” y el ensañamiento con que los represores les disparaban perdigones y bombas de gases lacrimógenos a la cara y todo esto, supuestamente… ¡porque el “régimen” de Sebastián Piñera había decretado un aumento de 30 pesos (unos 5 centavos de dólares) en la tarifa del metro de Santiago! Revuelta absolutamente desproporcionada ante la nimiedad del factor precipitante y aún más incomprensible en la medida en que Vargas Llosa imagina a Chile como un país “casi” desarrollado, con un elevado ingreso per cápita, una población que disfruta del pleno empleo y que ha sido bendecida por la afluencia de inversiones extranjeras. Todo este cúmulo de bondades se tradujo, según el novelista, en un “desarrollo extraordinario» y un rápido crecimiento del nivel de vida general de la población. ¿Cómo explicar pues este estallido social? Se trata de un “hecho misterioso”, nos dice, que nada tiene que ver con otros acontecimientos que signaron una “catastrófica quincena” en la cual se produjo la derrota de Mauricio Macri y el retorno de Cristina en la política argentina, el “fraude escandaloso en las elecciones bolivianas que permitirán al demagogo Evo Morales eternizarse en el poder” (otra calumnia imperdonable) y, poco antes, las “agitaciones revolucionarias de los indígenas en Ecuador”. Sí se emparenta, en cambio, con la protesta de los “chalecos amarillos” en Francia: una reacción de una sociedad inclusiva pero cuyo Estado no logra impedir el aumento de la desigualdad económica y social. Por eso plantea, erróneamente, que lo de Chile es “una movilización de clases medias” ajena a las rebeliones latinoamericanas protagonizadas por quienes “se sienten excluidos del sistema” (¿no lo están, acaso, con independencia de que adoctrinados por la ideología dominante no caigan en cuenta de ello?). En Chile, continúa el novelista, “nadie está excluido del sistema, aunque, desde luego, la disparidad entre los que tienen y los que apenas comienzan a tener algo sea grande. Pero esta distancia se ha reducido mucho en los últimos años”. Es obvio que la afirmación anterior sólo es concebible en alguien que no tiene la más pálida idea de lo que realmente ha venido ocurriendo en Chile desde el derrocamiento de Salvador Allende hasta nuestros días. Decir que en ese país “nadie está excluido del sistema” revela o bien un notable desconocimiento de los datos más elementales disponibles en infinidad de estudios y publicaciones que retratan con elocuencia los alcances de la exclusión económica y social y del gran aumento de la desigualdad experimentado por Chile, o bien un empecinamiento ideológico que le impide tomar contacto con el mundo real. Excluidos son los millones que no tienen acceso a la salud y la educación públicas o a la seguridad social porque estos antiguos derechos se convirtieron en costosas mercancías gracias a las políticas inauguradas por la dictadura del General Pinochet y profundizadas -¡sí, profundizadas!- por gobiernos como los de la Concertación o de la Nueva Mayoría que el autor de La Casa Verde considera a “de izquierda”. Asegura y se equivoca al decir que “en 29 años de democracia la derecha apenas ha gobernado cinco años y la izquierda -es decir, la Concertación- 24”.

Es increíble la fuerza que tiene la ideología para ofuscar la mente de un intelecto privilegiado como el de nuestro autor y llevarlo a creer que una serie de gobiernos que, repito, mantuvieron y profundizaron las políticas de Pinochet, puedan ser caracterizados como “de izquierda”. Así como no percibe los alcances de la exclusión económica y social existente en Chile y evidente para todos sus habitantes, que por eso salieron en masivas manifestaciones de protesta día tras día, tampoco cae en la cuenta de que gobiernos que privatizaron todo -desde el agua en sus fuentes de origen hasta el litoral chileno pasando por la salud, la educación, la seguridad social y el transporte- y que convirtieron al mercado en el árbitro inapelable de la distribución de la riqueza y que hicieron de su sometimiento a los dictados de la Casa Blanca la estrella polar de su política exterior sólo pueden ser caracterizados como de izquierda por un aficionado. Gobiernos que privatizaron buena parte de la producción del cobre, que estaba en su totalidad en manos del Estado durante el gobierno de Salvador Allende y en la actualidad apenas resta el 31 por ciento; que convirtieron a Chile en uno de los ocho países más desiguales del mundo, compartiendo ese poco honorable lugar con Ruanda; que produjeron un fenomenal endeudamiento de los hogares chilenos obligados a pagar por servicios que antes eran parte constitutiva del contrato social en su condición de ciudadanos. “La mayoría de quienes apoyan la protesta son familias trabajadoras para las cuales la vida se ha vuelto cada vez más cara” –observa un calificado analista de la realidad chilena- “y que deben soportar vivir en barrios inseguros, trasladarse horas en condiciones de ganado para llegar al trabajo, usar créditos de consumo para llegar a fin de mes y hacerse cargo de abuelos con jubilaciones miserables” [3].

Frente a este demoledor diagnóstico el consejo del novelista es tan rotundo como absurdo: redoblar la medicina, aunque esté matando al paciente. Por eso dice que lo peor sería “dar marcha atrás -como piden algunos enloquecidos que quisieran que Chile retrocediera hasta volverse una segunda Venezuela- en sus políticas económicas, sino completar estas y enriquecerlas con reformas en la educación pública, la salud y las pensiones”. ¿Y esto como se lograría? ¿Apelando a la sensibilidad, al altruismo de quienes han saqueado al país y su gente durante medio siglo, súbitamente convertidos en buenas almas democráticas deseosas de establecer la justicia social en la sociedad que ha caído bajo sus garras? ¿Podrán los lamentos y exhortaciones de Vargas Llosa obrar el milagro de ablandar el corazón de quienes conforman el 1 por ciento más rico del país, que se apropia del 26 por ciento del ingreso nacional? La complaciente partidocracia que ha regentado y coparticipado de este saqueo, ¿abrazará ahora la causa de una real democratización de la vida chilena abriendo el paso a una Asamblea Constituyente que siente las bases de un régimen político genuinamente postpinochetista? ¿Y qué decir de los medios hegemónicos, que han venido destilando un veneno paralizante y embotador de las conciencias durante décadas? ¿Se convertirán todos ellos en fervientes demócratas, ansiosos por fundar un orden basado en la recuperación de los derechos ciudadanos y en la desmercantilización de la salud, la educación y la seguridad social, por mencionar tan sólo lo más elemental? Las respuestas son obvias. Pero es preciso tener en cuenta que la gran movilización popular está lejos de haber triunfado por completo. Los reflejos conservadores de una partidocracia que hace décadas usufructúa del poder a su antojo y de un Gobierno y una institucionalidad estatal diseñados para frustrar el protagonismo ciudadano si bien se vieron superados por la crisis fueron capaces en los últimos días de pergeñar una respuesta tramposa que en apariencia recoge el clamor de la calle pero que, en su esencia, contiene un Caballo de Troya que amenaza con frustrar las heroicas jornadas de lucha y hacer que tanta muerte, dolor y vejaciones puedan haber sido en vano. En primer lugar, porque se posterga hasta abril del próximo año una elementalísima consulta popular con dos papeletas (¿quiere usted una nueva constitución? ¿Qué tipo de órgano debiera redactar la nueva Constitución: Convención Mixta Constitucional o Convención Constitucional?) que podría realizarse en pocas semanas si existiera la voluntad política de recoger el mensaje de las multitudinarias y heteróclitas protestas.

Ante esto varios comentarios: primero, nótese que la expresión “Asamblea Constituyente” es eliminada de la comunicación oficial, y esto no por casualidad. La expresión siempre fue considerada peligrosísima por la dirigencia política chilena desde hace más de un siglo, y lo actuado por el Gobierno de Piñera y sus compinches se inscribe en esa misma tradición. Segundo, que tampoco es casual que se proponga una fórmula “mixta” en donde la “Asamblea Constituyente” podría estar compuesta por partes iguales por representantes del voto popular y por los personeros de la corrupta partidocracia gobernante, causante de la crisis, con lo cual toda tentativa de cambio profundo sería abortada de inmediato; tercero, que para una tan elemental consulta ciudadana deba esperarse nada menos que ¡cinco meses!, haciendo posible que en el intertanto el oficialismo y sus aliados puedan poner en práctica toda clase de tramoyas tendientes a burlar la voluntad popular. Es en razón de lo anterior, así como del hecho de que este arreglo pomposamente bautizado como “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” haya sido plasmado de espaldas al pueblo, que el mismo haya sido enfáticamente rechazado por la Unidad Social, entidad que agrupa a más de 200 organizaciones de base que estuvieron en las calles y plazas y cuya voz, previsiblemente, no fue escuchada por el Gobierno y los partidos cómplices de su accionar. Es preciso reconocer, no obstante, que hubo unos pocos partidos o líneas dentro de las fuerzas de izquierda (el Partido Comunista, algunas fracciones del Partido Socialista y del Frente Amplio) que se oponen a ese arreglo y que, por eso mismo, gozan de un reconocimiento social que las otras tiendas políticas no tienen. En el documento que fundamenta su rechazo categórico a aquel engendro “gatopardista”, donde algo cambia para que todo siga igual, la Unidad Social denuncia el “quórum elevado que perpetúa el veto de las minorías; la discriminación de menores de 18 años, protagonistas notables de las luchas; no se contempla mecanismo alguno de participación plurinacional y de paridad de género y, por último, establece un mecanismo de representación y elección que es funcional a los partidos políticos, que han sido responsables de la actual crisis política y social”. Por ello no sorprende el llamado de ese enorme conglomerado de movimientos sociales a proseguir la lucha con huelgas y jornadas de protesta para hacer realidad las consignas que movilizaron durante semanas a millones de chilenas y chilenos. Sin duda que se ha abierto una ventana de oportunidad, que sería imprudente despreciar. Es cierto que lo viejo no termina de morir, aunque su muerte será inevitable más pronto que tarde. El tan afamado “modelo chileno”, alabado por todo el pensamiento neoliberal y sus agentes (FMI, Banco Mundial, los grandes medios de comunicación, una abrumadora mayoría de la colonizada academia, etcétera) como la única vía correcta para salir del desarrollo y la dictadura yace en ruinas y no habrá poder humano capaz de resucitarlo. Resta por ver qué es lo que la creatividad, la conciencia, la capacidad de organización y de lucha de las grandes mayorías nacionales serán capaces de inventar para dejar definitivamente atrás una oscura página de la historia chilena.

[1] “El enigma Chileno”, en El País (Madrid) 3 de Noviembre de 2019.

[2] https://www.lagaceta.com.ar/nota/825316/actualidad/chile-muertos-ya-son-23.html El diario chileno La Nación informa asimismo que Departamento de Ingeniería Civil Mecánica de la Universidad de Chile determinó que el material de los perdigones de Carabineros se compone solo de 20% de caucho y que el resto son minerales o metales de alta dureza, lo que explica la proliferación de lesiones oculares.

[3] Pablo Ortúzar, “¡Quieren todo gratis!” (Diario Financiero), 8 de Noviembre de 2019.

Autor: Atilio Borón

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Entrenar el pensamiento crítico: un arma eficaz para detectar ‘fake news’

Por: Educación 3.0.

Jordi Nomen, profesor de Filosofía en la Escuela Sadako de Barcelona, cree que es muy importante entrenar el pensamiento crítico en clase, puesto que a través de él los estudiantes serán capaces de detectar las ‘fakes news’: informaciones llenas de falacias. Para hacerlo en el aula, propone un juego de investigación.

En una sociedad tecnológica y compleja es necesario enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos de manera crítica, autónoma y creativa. Solo así aprenderán a adaptarse a los cambios y a transformar la actualidad de manera pacífica y respetuosa democráticamente. por ello, es muy importante entrenar el pensamiento crítico desde las aulas.

En el futuro necesitarán habilidades para operar con los conocimientos disponibles y para que sepan comprometerse en construir un mundo mejor.

El sociólogo Zygmunt Bauman ha caracterizado nuestra época como un ‘tiempo líquido’ (flexible y cambiante), frente a otros tiempos pasados más ‘sólidos’. Explicó que las estructuras sociales no permanecen en el tiempo, dejándonos enfrentados a un mundo sin referencias seguras en el que reina la incertidumbre. En medio de todo este proceso, es necesario educar con sentimiento y sabiendo que lo que necesita la sociedad son ciudadanos críticos que sean capaces de liderar una transformación social hacia un mundo más libre y justo.

Evitando las falacias

Para entrenar el pensamiento crítico es necesario enseñar a los estudiantes a esquivar las falacias: esas ideas que adoptan la apariencia de argumento y que inducen a afirmar o negar una idea que no está justificada de forma correcta y que aparecen en forma de ‘fake news’ en los medios de comunicación y las redes sociales. Esta figura forma parte de la lógica informal: la que forma parte del discurso persuasivo. Pero, para entenderlas mejor, presento algunos ejemplos que a menudo se quieren hacer aparecer como argumentos persuasivos en el discurso de los medios y, habitualmente, generan mucho impacto en la opinión pública.

Entrenar el pensamiento crítico

Para entrenar el pensamiento crítico es necesario enseñar a los estudiantes a esquivar y diferenciar las falacias: ideas que adoptan la apariencia de argumento que inducen a afirmar o negar una idea no justificada de manera correcta. Aparecen diariamente en los medios de comunicación y en las redes sociales en forma de ‘fakes news’ y tienden a crear mucho impacto en la opinión pública y a guiarla en una determinada dirección. Por ello, es necesario que se dedique parte del tiempo de la educación a analizar de forma consciente los medios y las redes sociales. Algunos ejemplos muy comunes que llevamos interiorizados es cuando se apela a la tradición o a la mayoría para analizar los pros y los contras de una determinada medida. O cuando se recurre a la amenaza, el miedo o la lástima en lugar de a la fortaleza de la opinión.

Para conocer, identificar y desmontar las falacias propongo un juego basado en la investigación que se puede llevar a cabo en el aula: el docente leerá la siguiente historia en la que se cuentan unos hechos y se hacen interpretaciones sobre ellos. ¿Serán capaces los estudiantes de reconocer los errores en los que se ha caído?

La muerte de Jonas Porter

Aquel chico, Jonás Porter, había muerto. Lo había encontrado el portero de la finca hacía cinco días. Eran las ocho y media de la mañana y había estado lloviendo con cierta intensidad durante toda la noche. Era obvio que lo habían trasladado al callejón porque su ropa no estaba húmeda.

Entrenar el pensamiento crítico

Ahora, una semana después, la detective del caso, la astuta Rebeca Marit, se encontraba reunida con el equipo de investigación para determinar todas las circunstancias e hipótesis que habían ido sucediendo a lo largo de la semana transcurrida.

La detective Rebeca Marit escuchaba atentamente qué tenía que decir cada uno de los presentes y tenía una libreta abierta ante sí, mientras su rostro expresaba preocupación.

El primero en tomar la palabra fue el detective Bastos, que formalmente dijo:

-Rebeca, creo que está claro que el Jonás murió en un accidente. Yo siempre digo que los chicos jóvenes, hoy en día, no miran a derecha ni izquierda cuando cruzan la calle. Posiblemente alguien se lo cargó y, asustado por la situación, lo puso en el coche y lo abandonó en la calle de atrás de la finca.

La detective Sandra Cornglas tomó la palabra:

– Juan, no estoy nada de acuerdo contigo. No hay ninguna prueba que no permita afirmar que se trata de una venganza.

Cuando lo encontramos, la ropa no estaba arrugada. Esto demuestra que no fue un accidente.

Enfadado, el jefe de detectives, Samuel Pecó, gritó, dirigiéndose a Sandra:

-Sandra, sabes muy bien que yo soy tu jefe y no puedo soportar que hagas estas suposiciones infantiles. Si la línea de investigación es accidente, tú te callas.  Hay muchos otros detectives que quieren trabajar en esta unidad. Me entiendes, ¿verdad?

Rebeca trató de poner orden en una discusión que parecía alterar a todos por momentos:

-Va chicos, no estamos para enfadarnos aquí. Por favor, me gustaría escuchar los puntos de vista de los que no han hablado.

El sargento Pomodoro habló:

-Como sabéis, en estos casos, nuestro mítico comandante Pardo, que en el cielo esté, siempre decía lo mismo, si no hay herida, no puede haber asesinato. Y aquí, que yo sepa no hay herida. Para mí, no hay duda posible. Se suicidó.

La detective Odete cauda afirmó, segura:

-Para mí está claro como el agua. Jonás vivía en un barrio agresivo y los barrios agresivos terminan creando personas agresivas. La hipótesis de la venganza se aguanta sola.

El recién llegado, el joven Pedro Rodès sintió que tenía que decir algo, para no desmerecer frente a los demás:

– De hecho, a pesar de ser mi primer caso, hace rato que me pregunto cuando empezó con la droga Jonás.

– ¿Quién ha dicho que consumía droga? – remachó Rebeca

– Nadie -dijo Pedro- pero yo he pensado que en un barrio como el suyo, eso debía ser la mar de normal. Un asesinato por drogas, en esta zona no sería sorprendente.

Intervino un extraño, que había venido de la comisaría central, un tal Ríos no sé cuántos:

-Mirad, ya sé que no soy de aquí pero mientras estamos hablando podemos estar facilitando que un asesino múltiple vuelva a actuar; quién sabe si ésta no ha sido su primera víctima.

Era el turno del más viejo del grupo, el teniente Omalla, que estaba a punto de jubilarse:

– Para mí esto no tiene ningún secreto, hay un muerto y no se ha muerto solo, alguien lo ha matado y ese alguien debe ser quien el asesino.

Es probable que Lidia Falcone se hubiera estado reservando para el final cuando decidió que había llegado su momento:

-Mirad chicos, está claro. El hecho de que no lleve el vestido mojado nos hace pensar que fue asesinado lejos de aquí. He comprobado el tiempo. A unos cien kilómetros, no ha llovido en toda la noche. E igualmente, si venía de lejos a estas horas es que algo tenía que esconder. Al menos hay, os lo digo yo, algún asunto de drogas.

El más tímido, Iago Bertran, decidió que no podía permanecer en silencio:

-He decidido quedarme el último porque mi juventud me autoriza a escuchar. Para mí está claro que Jonás murió pacíficamente. La ropa que no está arrugada; es la excepción en los casos de asesinato.

Las soluciones al acertijo están recopiladas en este cuadro:

 

Fuente del artículo: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/entrenar-el-pensamiento-critico-un-arma-eficaz-para-detectar-fake-news/116683.html

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Seeking paradigm shift in education

THE discussions to reform the education system are endless and, for too long, the need to change public debate has diverged, leading us into “dark alleys” which we cannot come out of.

Author David Price says the conversation on reforming the education system is fuelled by the idea of recreating the golden age of schooling, even as we head towards a radically different future.

Meanwhile, societal and technological changes, the kind never before witnessed, demand us to rethink every aspect of our lives.

The problem stems from the fact that we are not ready to bring the discussion forward on how schools should help children prepare for the future and what the education system can do for them. For that, we do not need more road maps but rather a paradigm shift that will change the direction of education.

When politicians state their commitments towards education, they usually talk about execonomic growth and job creation. If children work hard and are clever enough, they will land good jobs.

There is no doubt that education can improve the socio-economic status of the poor as it opens up a world of opportunities and employment for them.

But what we want are real reforms in our education system and amend flaws that have caused the quality of our education to deteriorate.

I would like to make some suggestions on how to bring about real changes:

FIRST, learning should not be about exams.

As a lecturer, I am always asked by students during the exam period whether “is it going to be a test because if it’s not, I don’t want to waste my time”.

I don’t blame them as I also asked the same question when I was a student. It is the system that placed examination results as important determinants of a student’s progress to higher education, as well as occupational opportunities.

Such a system, as Guy Claxton argued, “is designed so that a substantial proportion of youngsters are condemned to fail — through no fault of their own”.

The bad news is that exam grades are becoming irrelevant.

Nowadays, international corporations are no longer interested in exam grades. They are asking for applicants’ talent, network and portfolio.

We often cite the Finnish education system as a success story for not having many tests, apart from an exam at the end of the senior year in high school.

Schools in Finland do not have standardised examinations and their school curriculum is different from other countries.

Perhaps it is time we emphasised character building such as good values and attitudes, enhanced creative thinking skills and developed an interest in reading, and move away from an exam-oriented education system.

Studies show that there is a strong link between a child’s leisure reading and academic performance and career readiness.

SECOND , formulate a long-term vision for education.

Apart from the role of education in lifting people out of poverty, we need a long-term vision and paradigm shift in the teaching and learning processes to prepare the younger generation for the future.

The world is changing rapidly, hence our education system must transform too.

What and how we teach our children today will determine the values, beliefs and attitudes, as well as the skills, of tomorrow’s citizens. Creating a school culture that is based on reflection and learning is important.

Incorporating a creative thinking course at an early age into the curriculum could also help.

THIRD, more emphasis should be given to producing quality teachers.

There is a broad agreement among educationists that no matter what type of reform strategies we pursue, the quality of an education system rests on the quality of teachers.

We need to adopt policies to attract, prepare, support, reward, retain and advance high-quality teachers.

In rural areas, especially, more efforts are needed to attract and retain qualified teachers by providing basic necessities and
incentives in the form of allowance, salary increment and housing.

FOURTH, there is a need to globalise the education system.

In line with the increasingly interconnected digital world, towards which we are heading, our education system should go global.

If we combine our assets with the world’s best practices, we can develop a world-class education system for our children and grandchildren.

Some universities offer twinning programmes that allow students to study a portion of their course in Malaysia, and transfer to an institution in another country to complete their studies. Such programmes should be intensified.

An ICEF Monitor annual report states that “internationally mobile students are likely to gain employment compared with those who have not studied abroad”.

The time is right to move the education system forward and start a conversation on how the system can help our children to prepare for a fast-changing world.

Source of the article: https://www.nst.com.my/opinion/columnists/2019/11/539871/seeking-paradigm-shift-education

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Educación en seguridad informática: ¿debería incluirse en la educación formal?

Por: Juan Manuel Harán. 

 

La educación formal es clave en el proceso de inserción a la sociedad de las nuevas generaciones. En este sentido, el sistema educativo de cada país procura brindarles a los ciudadanos no solo los conocimientos académicos elementales, sino también ayudarlos a desarrollar las habilidades para enfrentar la vida teniendo en cuenta los desafíos de una época. Teniendo en cuenta que contar con esas habilidades es importante para los integrantes de una sociedad, la educación en seguridad informática, dado el rol que ocupa la tecnología en los tiempos actuales -y futuros-, también lo es. Por lo tanto, bien podría formar parte de la lista de habilidades esenciales para enfrentar los desafíos de la vida.

Por esta razón, como parte de la serie sobre educación en seguridad informática que estamos publicando cada lunes de noviembre en conmemoración del Antimalware Day 2019, decidimos consultar a organizaciones de distintos países que tienen un rol activo en la educación sobre temas relacionados con la seguridad en Internet para conocer su opinión acerca de si consideran que los niños y jóvenes salen de la educación formal con las habilidades necesarias para hacer frente a los desafíos que supone la seguridad informática; si creen que existe falta de visión acerca de la importancia que tiene la educación en seguridad digital para los ciudadanos del mundo actual; si la educación formal obligatoria debería abordar algunos de los diferentes temas que conforman a la seguridad y si consideran que los docentes de estas etapas de la educación están preparados para hacerle frente a esta tarea.

¿Los niños y los jóvenes finalizan la educación primaria y secundaria con las habilidades suficientes para hacer frente a los desafíos que supone la seguridad informática?

Según la descripción del proyecto “Promoción de la Seguridad Informática en el ámbito escolar” de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina, los jóvenes que no son conscientes de los riesgos que trae la excesiva publicación de fotografías, comentarios sensibles e información privada en las redes sociales; ni asocian estas prácticas a problemas que muchas veces afectan los afectan, como es el grooming, sexting, ciberbullying, y el phishing.

Sin embargo, tal como explican los creadores de este proyecto que capacita a estudiantes de educación secundaria para que dicten talleres sobre seguridad informática en escuelas, el crecimiento de estas problemáticas ha generado la necesidad de que padres e instituciones educativas soliciten información y capacitación sobre estos temas, así como sobre protección de datos, identidad digital y robo de información, criptografía básica, uso indebido de las redes o prevención de ataques a través de la web.

Con el objetivo de conocer otras opiniones, consultamos a instituciones de distintos países para que, según sus realidades, nos den su opinión sobre la educación en seguridad en entornos digitales.

En países como Argentina y México, fuentes consultadas coinciden al opinar que los niños y adolescentes no egresan con las habilidades suficientes en seguridad informática. En México, por ejemplo, “la teoría y la práctica que les proporciona a niños y adolescentes en las escuelas puedfe llegar a ser insuficiente. En la educación básica y media superior, los temarios en ocasiones contemplan computación o informática, pero sin abordar a fondo temas relacionados a la seguridad de la información”, opinan desde el Equipo de Respuesta a Incidentes de Seguridad en Cómputo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM-CERT). “Así como se les enseña a los niños temas de prevención en sismos, de la misma manera se debería educar sobre el uso responsable de las tecnologías de información”, agregan.

En Argentina, desde Argentina Cibersegura, Asociación Civil que realiza actividades de concientización y educación sobre seguridad en entornos digitales, coinciden en que los alumnos no egresan con las habilidades suficientes y explican que esto puede tener varios motivos. “Por un lado, porque al pertenecer al área informática y no existir en el diseño curricular escolar obligatorio de todo el país esa asignatura, queda sujeto a que cada instituto decida si quiere impartir clases de informática o no. Además, las carreras docentes no están actualizadas para formar a los futuros formadores en competencias digitales y en seguridad en particular. Por último, porque el foco muchas veces está puesto en contenidos que se consideran son lo que necesitan las futuras generaciones, como es el caso de programación o la robótica, y se deja de lado la formación de personas que sepan ser, hacer y convivir en Internet”, explican desde la ONG.

En países como Inglaterra se realizaron cambios en la currícula que deberán adoptar de manera obligatoria las escuelas de aquel país y que entrarán en vigencia a partir de septiembre de 2020. Dichas modificaciones, descritas como “Educación en relaciones”, contemplan la educación en seguridad en línea e incluso han elaborado una guía dirigida a las escuelas para enseñar cómo estar protegido en el mundo digital. Sin embargo, especialistas consideran que solo con un cambio curricular es probable que no sea suficiente. Desde la organización sin fines de lucro con base en Inglaterra, Internet Matters, Claire Levens opina que “si bien los cambios en la currícula son bienvenidos, además de que deben ser financiados adecuadamente, los mismos deben venir acompañados por el nivel adecuado de capacitación docente, y en el caso de Inglaterra, a menos que algo cambie para proporcionar fondos y capacitación, es difícil ver cómo estos cambios por sí solos pueden llegar a ser suficientes”.

Falta de visión acerca de la importancia que tiene la educación en ciberseguridad

Es común que nos cueste tomar real dimensión de una problemática presente hasta que nos afecta directamente o a un ser cercano. Las fuentes consultadas coinciden al opinar que existe una falta de visión sobre la importancia que tiene la educación en estos temas. “Los ciudadanos pueden estar enfocados en hacer uso de la tecnología, pero sin ser conscientes, por ejemplo, de que la información personal o de la organización puede ser expuesta o que alguien puede hacer mal uso de la misma. Esto hace que no se preocupen por aprender sobre seguridad hasta que son víctimas de un ataque”, explican desde UNAM-CERT. “Muchas veces la seguridad de la información e informática se ve como un costo y no como una inversión, lo que hace que no se destinen recursos para prepararse ante estos temas, cuando en realidad invertir en educación podría representar un ahorro al evitar el impacto que puede provocar un ciberataque”, agregan desde la institución mexicana.

Más allá del valor de la educación y su incidencia directa para prevenir ataques y que los ciudadanos estén preparados para saber qué hacer ante situaciones que busquen afectarlos de alguna manera, como vimos en otro artículo de la serie en el que pusimos el foco sobre la formación de los profesionales en seguridad informática, ante la escasez y la demanda que existe de profesionales capacitados en este campo, la educación en edades tempranas puede colaborar también para que más jóvenes descubran en el campo de la seguridad un área de interés para desarrollarse en el futuro.

¿Debería la educación en seguridad informática formar parte de la educación formal?

Como vimos anteriormente, temas como la seguridad en línea, que están dentro del paraguas de la seguridad informática, fueron incluidos en la currícula obligatoria de Inglaterra para el próximo año. Según nos explican desde Argentina Cibersegura, en España también se han planteado establecer la educación de estos temas en edades tempranas. En este sentido, la ley Orgánica de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales que entró en vigencia en dicho país en diciembre del 2018, surge a partir de la necesidad de adaptar el ordenamiento jurídico español al Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, por sus siglas en inglés) e incluye en uno de sus capítulos el tema de los derechos de la era digital y hace referencia al abordaje de la educación digital desde edades tempranas.

De esta manera, el artículo establece que el sistema educativo debe garantizar la inserción del alumnado en la sociedad digital y el aprendizaje de los medios digitales para que sea seguro y respetuoso con la intimidad personal y la protección de datos personales, contemplando también las situaciones que pueden surgir a partir del uso inadecuado de las TIC, fundamentalmente situaciones de violencia en la red, además de que deberá brindar al profesorado la formación necesaria.

Tomando como referencia el ejemplo de España, desde la ONG consideran que la educación en seguridad debería estar incluido en la currícula obligatoria, ya que “el objetivo de la escuela sigue siendo formar ciudadanos, y la dimensión digital no puede ser dejada de lado hoy día”, comentaron. En esta misma línea, desde el UNAM-CERT coinciden en que “se deberían de abordar los temas de prevención en seguridad de la información dirigido a usuarios finales de manera obligatoria en la educación básica y media superior debido a que vivimos en un mundo virtual e interconectado, sin necesidad de tener que contar con conocimientos especializados en tecnologías, lo importante es que los estudiantes puedan entender cómo funcionan las TI y sus riesgos asociados, ya que a partir de esto podrían protegerlas, protegerse mejor a sí mismos y a los que los rodean”, explican.

¿Están los docentes preparados para esta tarea?

Si bien desde hace un tiempo hay docentes que hacen uso de tecnologías colaborativas para sus cursos en un intento de aprovechar los recursos de estos tiempos para hacer más atractivas las clases para los alumnos, esto no quiere decir que estén capacitados para abordar el tema de la seguridad en Internet, así como otros temas relacionados a la seguridad informática.

En México, según un estudio realizado en 2017 por la  Asociación Nacional de Instituciones de Educación Superior (ANUIES), “solo el 32% de las Instituciones de Educación Superior (IES) brinda capacitación a su comunidad sobre políticas y buenas prácticas de seguridad ante amenazas y sobre medidas preventivas de seguridad de la información, y el 51% de las IES proporciona sensibilización en seguridad de la información al capital humano de su comunidad, lo que denota que el sistema educativo no ha logrado consolidar sus esfuerzos en materia de ciberseguridad”, opinan desde UNAM-CERT.

Desde Internet Matters, Levens dijo que no de manera rotunda, aunque agregó que “debemos ser conscientes de que a las escuelas se les pide que hagan muchas cosas, y probablemente la seguridad en línea no es una de sus prioridades”.

“Trabajamos permanente con docentes y en nuestra experiencia podemos decir que tanto los sistemas educativos actuales como los docentes que lo componen no cuentan con la preparación suficiente para afrontar tal tarea”, opinan desde la ONG Argentina Cibersegura. “Cantidad de docentes y estudiantes de profesorado que se enteran de muchas cuestiones a través de las charlas que ofrece Argentina Cibersegura, comienzan poco a poco a tomar conocimiento de estos temas. Además de ello, no se sienten seguros para abordar temas relacionados a la seguridad digital en el aula. Todos descansan en que debe enseñarlo un profesor de informática, y esa figura ni siquiera existe en la mayoría de las escuelas”, agregaron.

 

En el mundo ya existen iniciativas para capacitar a docentes que trabajan en edades tempranas de la educación con conocimientos y herramientas en el campo de la ciberseguridad con el objetivo de aportarle a las próximas generaciones las herramientas necesarias para hacerle frente a los desafíos que supone la seguridad de la información. En países como Estados Unidos, organismos como el United States Department of Homeland Security (DHS) cuenta con el Cybersecurity Education Training Assistance Program (CETAP). En Massachusetts, por ejemplo, la Universidad de Clark desarrolló en 2016 un programa para el sistema de escuelas públicas de Shrewsbury en el mismo estado con el objetivo de educar a los más pequeños como ciudadanos tecnológicos y capacitarlos acerca de los riesgos a los que está expuesta la tecnología que utilizamos y nuestra información. Si bien queda mucho por hacer, poco a poco se está haciendo más evidente la importancia de la educación en seguridad informática.

Fuente del artículo: https://www.welivesecurity.com/la-es/2019/11/18/educacion-seguridad-informatica-deberia-incluirse-educacion-formal/

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Una contundente huelga general mostró que la rebelión popular continúa en Chile

Por: Pablo Torres. 

Desde muy temprano se sucedieron cientos de cortes en rutas, calles y con cientos de barricadas en todo el país, donde se expresó la unidad de trabajadores, jóvenes y pobladores. La huelga se hizo sentir en diversos sectores productivos, y masivas movilizaciones de norte a sur. Al momento de cerrar esta nota acontecen diversas manifestaciones y enfrentamientos y a la noche se convocan cacerolazos y cortes.

La jornada de “huelga general” convocada por Mesa de Unidad Social (CUT, No+AFP, Confech, portuarios, etc.) fue un importante pronunciamiento obrero, juvenil y popular, con jornadas de combates y cortes, masivas movilizaciones y paros productivos, que nuevamente puso al gobierno a la defensiva y abrió la alarma de los “mercados” y la gran burguesía, con elementos de «revuelta» que sobre todo en regiones y en la periferia de Santiago se mantienen, con unidad de jóvenes, pobladores y trabajadores.

Ante los cientos de cortes de rutas, bloqueos de calle y paralizaciones, el “mercado” dio la señal de alarma con el precio del dólar saltando sobre los $800 apenas abría la bolsa (que ha perdido un 14% de valor en los activos locales durante el último mes), y se encendieron las preocupaciones por la continuidad de las jornadas de protesta iniciadas el 18 de octubre. La jornada de hoy ha constituido una gran derrota política de «congreso constituyente» de Piñera, rechazado por las calles.

Una gran manifestación de lucha obrera, popular y juvenil se vivió el día de hoy con amplias movilizaciones de masas en todas las ciudades y regiones. El paro productivo, parcial, donde los portuarios fueron el sector más resuelto con la paralización del 95% de los puertos y arrastró sectores mineros, junto a la paralización casi total de salud, educación y trabajadores públicos y municipales, no fue total sobre todo producto de las cúpulas burocráticas que no se la jugaron por paralizar en áreas estratégicas del transporte público, aeropuertos, industrias o pasos fronterizos así como en áreas como forestales. Sin embargo, los cortes y movilizaciones impidieron que el transporte público terrestre e interurbano se desarrollara con normalidad, todo lo contrario.

Pese a las cúpulas burocráticas de Unidad Social aunque usen un lenguaje «combativo» buscan usar este gran pronunciamiento como un gesto de “presión” para una negociación en el régimen y alianzas con la «oposición»concertacionista, no para fortalecer esta enorme fuerza para echar abajo, como plantean desde diversos sectores como el Comité de Emergencia y Resguardo de Antofagasta o como han levantado en alto los trabajadores del hospital Barros Luco.

Con cientos de cortes y barricadas inician la jornada de huelga general en todo el país

Desde las 06:00 de la mañana que se empezaron a desarrollar masivos y cientos de cortes y bloqueos en todo el país. La Ruta 5 estuvo cortada por barricadas de norte a sur: Pozo Almonte (Tarapacá), La Calera (Valparaíso), Purranque (Los Lagos), Pargua (Los Lagos), fueron algunos de los puntos cortados.

En Santiago fueron decenas los puntos de cortes y barricadas. En Plaza de Maipú se congregaron desde temprano cientos manifestantes cortando el tránsito y marchando. También en Vespucio y Santa Rosa eran cientos. La Ruta 5 Norte, estuvo cortada en ambas calzadas por barricadas en el sector de Llay Llay. En la Autopista del Sol altura Malloco cientos cortaron en varios puntos paralizando el tránsito. En Estación Central, pobladores de Ukamau cortaron la Alameda y fueron reprimidos por la policía. También hicieron otro corte en departamental con avenida Melipilla. En Gran Avenida desde las 09 am cientos de trabajadores del Barros Luco y hospitales de zona sur, junto a estudiantes, cortaron las calles y se movilizaron hacia La Moneda. En El Monte hubo cortes de ruta y bloqueos de camiones. En Salvador con Grecia, comuna de Ñuñoa también se observaron barricadas. También en Avenida Irarrázaval con Diagonal Oriente, cercanía metro Villa Frei. En Cerro Navia, hubo cortes a las afueras de las estaciones del Transantiago correspondientes al troncal 5, afectando los servicios de micros 506, 506e, 506v, 507, 507c, 510, 516, 511 y 519.

En Antofagasta hubo decenas de cortes en la ciudad, también en Calama, y decenas de bloqueos afuera de las varias minas. En la avenida Salvador Allende cientos de jóvenes y trabajadores cortaron y bloquearon la ruta hacia Calama con barricadas, y el ánimo de lucha incluso hizo caer una gran señalética y cámaras de seguridad de la policía.

En Valparaíso desde las 07 am se sucedieron las barricadas y cortes, como en avenida España, altura Caleta Portales y en otros varios puntos de la ciudad. En La Calera también se sucedieron cortes y bloqueos. En la Ruta 68, camiones bloquearon la pista en dirección a Valparaíso a la altura de El Noviciado. Un grupo de personas atacó los automóviles de los senadores de la UDI, Iván Moreira y Víctor Pérez Varela que viajaban por la ruta 60 CH entre La Calera y Santiago.

En el Gran Concepción también se repitieron las escenas arriba mencionados. Bloqueos y cortes en la Costanera entre Talcahuano y Concepción; también en la Plaza Acevedo; barricadas en el cerro de Talcahuano en la población Brisas del Mar a Centinela; corte de ruta El Laurel-Patagual–Lota con árboles cortados y cruzados en la carretera; algunos cientos de manifestantes protestan frente a cárcel El Manzano; barricadas en Coronel; barricadas en la ruta que une Concepción y Penco. También estuvo cortado el camino en Puente Perales de Talcahuano donde se concentraron cientos de obreros de Asmar.

En Aysén manifestantes cortaron el tránsito en el puente Carlos Ibáñez del Campo en Puerto Aysén (escenario de agudos enfrentamientos el 2012 en la rebelión de Aysén). En la región de Los Lagos hay cortes de ruta a la altura del peaje Purranque en la Ruta 5 Sur, y barricadas en el sector de Francke frente a la empresa Soprole, también en la Carretera Austral, a la altura de Chamiza.

En Iquique barricadas y cortes se realizaron en más de 5 puntos de la ciudad durante la mañana. En Copiapó un gran corte de la Ruta 5 norte a la altura de Chañaral provocó gran congestión de más de 5 kilómetros. En Los Ríos, Valdivia, trabajadores de la empresa Socoepa realizaron un bloqueo parcial a la altura del kilómetro 858 de la Ruta 5 Sur, en la comuna de Paillaco. En diversas ciudades mas como Arica, Punta Arenas, Puerto Montt y Temuco se vivió la misma imagen con decenas de cortes y bloqueos de caminos y carreteras.

Tras los cientos de cortes, movilizaciones masivas de unidad de trabajadores, jóvenes, pobladores y organizaciones sociales

En Santiago se movilizaron más de 300.000 trabajadores, junto jóvenes y pobladores que se reunieron en La Alameda y se intentaron movilizar hacia La Moneda, siendo reprimidos por la policía. Trabajadores públicos y municipales, honorarios, contratas y de planta; profesores y asistentes de la educación se movilizaron. También se hicieron presentes de algunas industrias, trabajadores de Correos Chile y estatales.

En Valparaíso 40.000 personas marcharon por la ciudad, con la unidad de portuarios que salieron masivamente, trabajadores del metro de la ciudad, estudiantes, jóvenes y pobladores, junto a profesores, asistentes de la educación, trabajadores públicos y movilizados. En Temuco más de 30.000 personas marcharon por la ciudad, uniéndose los trabajadores y jóvenes con el pueblo mapuche, una tónica de las diversas movilizaciones. También en Angol se manifestó el sector público, profesores, funcionarios de la salud pública y otros trabajadores de diversas áreas. En Lonquimay paralizaron liceos, hospitales y consultorios junto a jóvenes y trabajadores públicos.

En Concepción cinco marchas distintas se dieron en las diversas comunas, con los portuarios a la cabeza en lugares como Talcahuano o Lirquén, junto a obreros de Asmar y se habla de unas 200.000 personas movilizadas. Trabajadores de Correos de Chile se manifiestan en avenida O’Higgins. Durante la tarde se sucedieron enfrentamientos y un incendio en el edificio de la Gobernación Provincial de Concepción.

En Punta Arenas fueron más de 10.000 personas por las calles céntricas, con mineros de la Mina Invierno, trabajadores de salud, educación, servicios públicos, jardines infantiles, obreros de Asmar, trabajadoras de Integra y del Sename, trabajadores de la empresa portuaria austral. En Puerto Natales sindicatos de trabajadores de Unimarc cerraron dos supermercados. En La Serena más de 10.000 personas marcharon por el centro. En Arica cerca de 10.000 personas marcharon, y algunos cientos de manifestantes increparon a soldados en el regimiento Arica.

El paro productivo y el rol de las burocracias

Donde más fuerte se hizo sentir el paro general fue en docentes, asistentes de la educación, trabajadores de Integra y Ajunji, trabajadores públicos (honorarios, contrata y planta) y municipales, trabajadores de la salud de consultorios y hospitales. En el sector privado, la clave fue la paralización del 95% de los puertos del país según la Unión Portuaria, que a la vez se movilizaron a nivel nacional como en Concepción, Talcahuano, Valparaíso, Arica, Iquique y Antofagasta.

En la minería llegan informaciones contradictorias. Donde más se desarrolló al parecer fue en minera Los Bronces donde detuvieron 100% de la producción, así como Mina Invierto en Punta Arenas, y en El Peñón se paralizó por completo. En la ciudad y campamento Minero de El Salvador se movilizaron con marchas. Otros sectores mineros se movilizaron en Antofagasta. La ciudad de Los Andes también se movilizó con cortes en Andina. También en Rancagua. En minera Escondida y Codelco hubo cortes y bloqueos.

Desde la Federación Minera de Chile (FMC) -que agrupa a 15 sindicatos de la minería privada con 8 mil trabajadores- ratificaron su apoyo al movimiento pero “cada sindicato base tiene libertad para definir y coordinar sus acciones específicas” señalaron.

Trabajadores de la construcción del Hospital de Curicó se tomaron la Ruta 5 a la altura de esa ciudad, y en otras ciudades se vieron sindicatos movilizados.

En transportes se resintió toda la jornada producto de los cortes, bloqueos y barricadas. Sin embargo, las direcciones sindicales se negaron a llamar al paro masivamente en el metro (que funcionó salvo 4 estaciones, con normalidades), asimismo en el Transantiago y en los aeropuertos (que funcionaron con relativa normalidad salvo con marchas internas de funcionarios públicos). En el metro llamaron a marchar pero sin paro, o sea, no garantizaron la actividad de los trabajadores junto a la rebelión. El Transantiago producto de las marchas y cortes, decidió cortar el servicio desde las 17:00 horas, lo mismo el metro. Donde se paralizó completo el servicio de metro fue en Valparaíso, de la empresa Merval, y se paralizaron transporte interprovincial en Talagante y Peñaflor.

En el comercio los cortes, bloqueos y marchas fueron los que impidieron una apertura normal, más que el paro que no fue convocado por los grandes gremios. Así Unimarc, Cencosud, Jumbo y Santa Isabel, como en Falabella y Ripley, abrieron con normalidad y fueron cerrando a medida que avanzaba el día por disturbios. Sin embargo, son cientos de miles las y los trabajadores que quieren movilizarse pero sus dirigentes no llaman ni a paro ni a movilización real. Los sindicatos grandes como SIL o Walmart, no llamaron a paralizar. En ENAP (petróleo) paralizaron áreas administrativas en Concón y Concepción, no obstante trabajaron las áreas de taller y mantención, aunque con demora en la entrada de turnos por cortes cercanos. Aunque no hubo paro, sí hubo una marcha en las inmediaciones de las refinerías.

Hace falta un plan de lucha para avanzar a una verdadera huelga general para echar a Piñera e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que ponga fin a todo este régimen

El llamado a huelga general por parte de Mesa de Unidad Social fue uno de los pronunciamientos más grandes del último tiempo, y que permitió unificar a la juventud con sectores del movimiento obrero y pobladores. Esta unidad es clave para poder mantener la fuerza de las calles y avanzar a un plan lucha que culmine en una gran huelga general para echar a Piñera y a todo este régimen anti-popular, heredero de la dictadura.

Sin embargo, sus dirigentes no quieren esto. No solo no convocaron a ninguna medida de fuerza posterior con un plan de lucha ascendente, como sería una huelga activa y con movilización de 48 horas para preparar una gran huelga general para echar abajo al gobierno de Piñera.

Su plan, es presionar para un “diálogo sin exclusiones” con el gobierno asesino, y ahora que anunció un proceso “constituyente”, presionar para que se abra a una “Asamblea Constituyente” que sin embargo sería sobre estas viejas instituciones como el repudiado Congreso. Dicen que el gobierno “debe escuchar”, pero este gobierno ya mostró que es ciego, sordo y mudo con las movilizaciones.

Mientras hablan lenguaje más “combativo”, usan el paro y las marchas masivas, para presionar por un diálogo con el gobierno y una negociación con el viejo régimen. Es el mismo camino del PC y FA, que buscan un “plebiscito” convocado por el viejo Congreso de multimillonarios al servicio de las grandes empresas. Y ahora han sacado un comunicado de unidad con los viejos partidos de la Concertación para llevar a cabo ese camino, con los mismos que durante 30 años han profundizado las herencias de la dictadura.

Como ha mostrado hoy, hay mucha fuerza para ir por más, y sacar a este gobierno y a este régimen e imponer una Constituyente verdaderamente democrática, Libre y Soberana, sin ´Piñera ni este congreso para que sea el pueblo quien realmente decida. Para ello, es necesario preparar un plan de lucha con Huelgas ascendentes, y dejar de preparar todo “desde arriba” convocando a asambleas en lugares de trabajo, comités y coordinadoras para unificar la lucha contra el gobierno y el régimen. Está planteado avanzar a una verdadera huelga general activa, con continuidad, cortes y movilización, que ponga sobre las cuerdas al gobierno y a los empresarios.

Fuente del artículo: http://www.laizquierdadiario.com/Una-contundente-huelga-general-mostro-que-la-rebelion-popular-continua-en-Chile

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Vídeo: «Que la rebelión chilena no termine ahí, que sirva para inspirar a toda América Latina»

Por: La Izquierda Diario.

Reproducimos a continuación el discurso de Beatriz Bravo, joven trabajadora de Correos Chile. La fuerza que se despertó en los jóvenes y trabajadores de Chile, una rebelión tan profunda que pueda contagiar a toda América Latina y no sólo terminar el gobierno de Piñera y la impunidad de la represión sino terminar con las desigualdades del capitalismo.

Compañeros y compañeras. Como decían los compañeros que nos presentaron, hoy se está cumpliendo un mes desde que empezamos la revuelta popular en Chile. ¿Y qué decirles? Decirles que es verdad ese grito de que Chile despertó. Decirles que la bronca, la rabia y el odio profundo que acumulamos durante años se empezó a expresar con la lucha contra el aumento del pasaje, pero rápidamente demostró que era contra toda la herencia de la maldita dictadura pinochetista. Es la herencia del dictador Pinochet que mantuvieron intactos todos los Gobiernos de la exConcertación durante 30 años, y por eso nuestro grito y nuestra lema se transformó: ¡No son 30 pesos, son 30 años!

Yo soy una joven trabajadora, tengo 30 años y como se darán cuenta nunca he vivido ningún tipo de forma distinta a la legada por la herencia de la dictadura. Un régimen en Chile que no nos ofrece nada más que miseria, que no nos ofrece nada más que precarización. A nuestra juventud, desde que es muy pequeña, se nos dice que no tendremos derecho absolutamente a nada. Que si queremos estudiar tenemos que endeudarnos y pagarles millones a la banca privada y que nos quedaremos sin la posibilidad de postular a la vivienda. Un sistema de salud tan miserable, en donde nuestros familiares mueren en las salas de urgencia en los hospitales, donde mueren en listas de espera eternas porque no tienen insumos para tratarlos. Y además, en un país donde nuestros ancianos son los que lideran las tasas de suicidio, porque luego de trabajar 40, 50 años o incluso más, los empresarios se llevan todas sus jubilaciones y los dejan en la calle. Ese es el Chile de los empresarios, ese es el verdadero oasis de América Latina del que tanto hablaban con orgullo los capitalistas, en donde un 1 % de los más ricos se lleva el 27 % de las riquezas. Y es verdad también que los verdaderos saqueadores de saco y corbata gozan de impunidad, esos son los verdaderos saqueadores que nos han robado todo al pueblo trabajador, a la juventud y a los pobladores.

Tenemos unas Fuerzas Armadas que han gozado de profunda impunidad y una Policía que también, gracias a la herencia de la dictadura. Por eso me paro acá también y grito con mucha fuerza que repudiamos ese golpe militar orquestado por las Fuerzas Armadas, los empresarios, la Iglesia y la derecha de Bolivia, esa derecha que también enfrentamos en Chile, y gritamos con toda la fuerza: ¡Fuera el imperialismo de América Latina!

Los y las que tenemos 30 años venimos de varios años de haber salido a luchar. En 2006 protagonizamos, siendo estudiantes secundarios, la revolución pingüina, como le decimos allá. Desde muy pequeños ya sabíamos que la educación de mercado solo es un filtro de clase que beneficia a los más ricos. Volvimos a salir con mucha fuerza en 2011, protagonizando paros y tomas durante meses, luchando por la educación gratuita y hoy, con mucho orgullo, somos parte de esa juventud sin miedo. Esa juventud sin miedo que a nuestras generaciones anteriores, que venían profundamente derrotadas y golpeadas por esos años de transición pactada y esa maldita dictadura, hoy nos dicen «gracias por devolvernos la esperanza y las ganas de luchar», y eso compañeros y compañeras, lo hemos logrado con la lucha de estudiantes, trabajadores y pobladores en Chile.

Esa enorme fuerza se expresa en todos lados. Nos han tratado de sacar de las calles de todas formas, porque los hicimos temblar. Con esos pacos que reprimen y matan, esos mismos pacos que gozan de impunidad.

¿Ustedes saben que Piñera nos declaró la guerra? Nos declaró la guerra cuando estábamos en los primeros días de movilización para después ofrecernos migajas en un pacto social. Mientras, en simultáneo, nos reprimían, torturaban, violaban, dejando ciegos a nuestros compañeros luchadores. Pero lo mejor, es que no les tenemos miedo. Nosotras y nosotros hoy día estamos decididos a hacer que la vida valga la pena. No vamos a traicionar a nuestros muertos ni a nuestros compañeros heridos, porque son ellos también los que nos dicen que tiene que servir de algo y que esta lucha no puede acabar, que esta lucha tiene que continuar. ¿Y por qué? ¡Porque seguiremos en las calles hasta acabar con esta herencia de la dictadura pinochetista y con nuestros muertos no se negocia!

Si ustedes no saben, en Chile ahora está pasando algo muy, muy importante. Nosotros tenemos un concepto para denominar a los acuerdos de los partidos políticos por arriba, en los salones del Parlamento y en el Congreso. Y como saben también, nuestro Congreso es uno de los más caros a nivel internacional, donde los parlamentarios ganan 35 veces lo que ganamos los trabajadores. ¡No les da ni vergüenza! A nosotros, la juventud trabajadora, nadie nos tiene que venir a explicar como son las cosas. Tenemos los sueldos más bajos para las y los trabajadores en comparación con los salarios de los parlamentarios. Y por eso mismo, como les decía, le decimos «cocina parlamentaria» a todo acuerdo que trate de pasar por encima de nuestra movilización, y es eso lo que están gestando hoy día.

Este jueves pasó eso. Desde la derecha pinochetista, todos los políticos de la exConcertación y las principales figuras de los partidos del Frente Amplio, se juntaron entre ellos y salieron negociando. ¿Y cómo lo llamaron? «Un acuerdo por la paz». Pero esa paz es para salvar a Piñera y mantenerlo en el poder, es una paz para los empresarios y la herencia de la dictadura y todos esos 30 años que queremos aniquilar, porque no queremos más esos pactos por encima.

Nos quieren tender una trampa. La consigna de Asamblea Constituyente se ha tomado sectores importantes de la movilización y es porque expresa el genuino deseo que tiene hoy día el pueblo chileno de decidir. A eso lo convirtieron en un congreso o convención constituyente que es para que sigan gobernando los mismos de siempre. Una de las primeras trampas es que deja impune y mantiene en el poder al asesino Piñera. Y claro, mientras nosotros gritamos todos los días y planteamos en todos lados ¡Fuera Piñera! ellos hacen una negociación para salvarle la cabeza y mantenerlo en el poder.

Y luego, en esa constituyente las normas que se definirán serán votadas por un quórum de dos tercios. ¿Y eso qué significa? Que serán los políticos empresariales y los mismos empresarios los que tendrán capacidad de veto a todos los debates que se den al interior de ahí. Quieren burlar la soberanía que nosotros estamos exigiendo como pueblo trabajador. ¿Para qué? Para que no haya ningún cambio profundo. Pero además de esto nos llaman a votar en un plebiscito en abril, para recién votar representantes en octubre del próximo año y bajo las formas electorales actuales. ¡Se quieren reír en nuestras caras, pero no creemos en sus mentiras y por eso ayer fuimos decenas de miles en las calles a nivel nacional, denunciando esta trampa y enfrentando la represión!

Casi todos los partidos del régimen y los medios de comunicación están desesperados por meternos en este desvío. Pero estamos convencidos que el proceso revolucionario que hemos iniciado en Chile llegó para quedarse. No será lineal, eso también lo tenemos claro. Pero sabemos que no queremos que nuestro país siga siendo el ejemplo para los capitalistas a nivel internacional. ¡Nosotros queremos que Chile sea la tumba del neoliberalismo! ¡Y queremos que la rebelión popular en Chile no termine ahí. Que esa fuerza inspire a toda la juventud y a todos los pueblos de América Latina y que sí se puede, que sí podemos revelarnos contra este sistema de mierda que los capitalistas nos impusieron vivir!

Nosotros y nosotras, las y los revolucionarios del PTR somos bien claros: es necesario una huelga general hasta echar a Piñera, paralizando el conjunto de la producción. Y sobre las ruinas de este régimen putrefacto levantar una Asamblea Constituyente ya, pero no cualquier asamblea constituyente. Una libre y soberana, en donde todos los mayores de 14 años puedan participar, algo completamente distinto a lo que deciden en esa cocina parlamentaria, en donde quieren que solamente puedan participar desde los 20 años. Tienen el descaro de tratar de dejar fuera a nuestra juventud, a los principales motorizadores de esta revuelta.

Para nosotros esa constituyente trucha no sirve, no responde a las demandas que tenemos hoy día en las calles y en todos lados. Nosotros queremos votar electores que por cada 10.000 tengan un representante, que sean revocables, y donde ganen lo mismo que una maestra y no los sueldos millonarios que ganan hoy día los parlamentarios. Nosotros y nosotras decimos que tienen que ser electos de manera democrática y que pueden ser representantes sindicales y de organizaciones obreras, estudiantiles y sociales. Una Asamblea Constituyente, Libre y Soberana que pueda votar todas las medidas de emergencia que necesitamos las grandes mayorías, sin respetar esas instituciones que blindan a los políticos de saco y corbata en los salones parlamentarios, sin ningún tipo de poder de veto.

Y no seremos ingenuos tampoco. Sabemos que para conquistar nuestras demandas hay que atacar el poder de los capitalistas. Por eso decimos que tenemos que nacionalizar el cobre y ponerlo bajo gestión obrera, acabar con las privatizaciones, expropiar los puertos y toda esa ganancia, en vez de que se vaya para un puñado de capitalistas, se ponga al servicio de nuestras demandas básicas. Pero no solamente que se resuelvan esas cosas: queremos una salud y educación gratuita pero también demandas fundamentales como el derecho al aborto o como la autodeterminación del pueblo mapuche, que ha sido durante años saqueado y reprimido por el Estado de Chile.

Pero tampoco nos vamos a comer cuentos, sabemos que los capitalistas harán todo lo posible por impedir que les quitemos sus privilegios. Por eso desde el PTR estamos impulsando con todas nuestras fuerzas asambleas y coordinadoras de base, donde estudiantes, trabajadores y pobladores podamos organizar para salir con fuerza a sacar a Piñera del poder y terminar con su Gobierno asesino y criminal y con la herencia de la dictadura. Ellos pondrán resistencia si o si y desatarán su furia cuando queramos poner estas medidas. Y es que para nosotros esto sienta las bases de un Gobierno de trabajadores y trabajadoras, de ruptura con el capitalismo, que pueda efectivamente darle respuesta íntegra a nuestras demandas, basada en la autoorganización y en la fuerza de las masas.

Compañeros y compañeras, para terminar: los responsables de nuestros padecimientos y esos que se llaman «de izquierda», que en realidad hoy día le salvan la cara a Piñera y a todo su Gobierno y este régimen, quieren llevarnos a repetir la misma cocina que ellos han repetido durante años. Quieren que vayamos con su desvío y que volvamos a hacer lo mismo que es con lo que queremos acabar en este régimen. ¡Y a todos ellos les decimos que no! Porque nada bueno va a venir para nosotros. Ninguna demanda democrática la vamos a conquistar si siguen gobernando los mismo de siempre. Pero tampoco sobre la base de la impunidad de los que han asesinado, torturado, violado o golpeado a nuestras compañeras y compañeros. Por eso aquí me paro para denunciar que mientras ellos se llenan hipócritamente la boca hablando de paz, ayer reprimieron a nuestro pueblo trabajador en Chile. Los pacos y este Gobierno son los responsables políticos y materiales de que nuestro compañero Abel, un luchador, muriera porque los pacos le impidieron la entrada a los que venían a rescatarlo. ¡Por eso no nos vamos a ir hasta que logremos el juicio y castigo a todos los responsables políticos y materiales de la represión!

¡Muchas gracias compañeras y compañeros!

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