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¿UNIVERSIDAD HEROICA?

La discusión sobre transformación universitaria, pensamos, aún debe intensificarse. En estos momentos, cruzando la pandemia, sobreponiéndonos a la obligación de mantenernos a distancia de nuestros semejantes, a centrar nuestra vida física en el hogar con todas sus contradicciones, necesitamos profundizar las reflexiones y el diálogo en torno al presente y futuro de las universidades. Sabemos de los esfuerzos de los gobiernos para mantener las actividades universidades desde los hogares (aún con tantas personas excluidas total o parcialmente de las conexiones electrónicas), mediante radios comunitarias, tv nacional y regional, redes sociales, etc. La creación de modos alternos de comunicación y formación desde el sistema de formación universitario es imprescindible ante una situación inédita para la cual no estábamos preparados/as… Pero el diálogo sobre transformación universitaria tiene que trascender estas circunstancias y adentrarse no sólo en estrategias y métodos, sino con más fuerza en concepciones y fundamentos. ¿Hemos llegado al momento en que requerimos con urgencia repensar radicalmente el sistema de educación universitaria?

En Venezuela, en diversos espacios mediáticos, algunos profesores hablan de la muerte de las universidades. Y es curioso que sus comentarios refieran principalmente a beneficios y privilegios del cuerpo profesoral hace años. Por ejemplo, hablan de aquellas posibilidades de asistir a simposios internacionales, de recibir financiamiento a investigaciones y líneas, de publicar libros, entre otras. Sin duda, estos son requerimientos por los que hay que seguir luchando. No obstante, estos profesores no se refieren a cuál era el compromiso social, el impacto real de estas actividades en el pueblo llano, en la pertinencia de las indagaciones sistemáticas en salud, trabajo, vida cotidiana, etc. Conviene señalar que estos beneficios no alcanzaban a todo el cuerpo profesoral, sino sólo a algunos grupos ubicados cerca de esferas de poder. Y también, que algunas pocas universidades concentraban la mayor parte del presupuesto (beneficios, privilegios) en detrimento de la mayoría.

Y, si bien es cierto que los gobiernos deben apoyar las actividades universitarias (investigación, formación, interacción social y producción), también es cierto que deben exigir a cambio que estas casas de estudio asuman la reflexión y la acción en torno a campos problemáticos de gran significado social: economía, política local y regional, cultura, para las grandes mayorías de la población. Recuerdo una prestigiosa universidad venezolana, que exhibía con orgullo como producto tecnológico un motor para autos de carrera, ausente de las necesidades de grandes porciones de la población… Es necesario, pues, unir los intereses personales de docentes-investigadores, trabajadores administrativos, técnicos y obreros, con los requerimientos de una sociedad compleja, pluricultural, multicéntrica, y abrir cada vez mas canales de diálogo e interacción permanente con comunidades, organizaciones populares, organismos públicos, empresas…

Lo anterior se intensifica ante la situación actual de nuestro país (Venezuela), asediado por diversas transnacionales y países que codician sus riquezas, bloqueado en sus posibilidades de hacer transacciones a nivel internacional, bombardeado constantemente por informaciones que pretenden fragmentarlo. Esto ha propiciado una alarmante baja en los ingresos nacionales, que afecta todas las actividades, incluidas las universitarias. Sabemos que nuestras instituciones universitarias apenas reciben insumos necesarios para el pago del personal, y las becas y ayudas estudiantiles, y no ya por la vía de ingresos propios o asignaciones especiales. Y el impacto de esta situación en nuestras universidades ha sido catastrófico en cuanto a infraestructura, servicios, investigaciones, docencia, producción intelectual, hechos agravados ahora por la pandemia.

De modo que ante este panorama, no es posible volver a la universidad de antes. No hay camino inmediato para restablecer el funcionamiento, beneficios y los privilegios que en otros momentos existían, aunque marcados por la inequidad. ¿Que se quiere destruir las universidades (venezolanas)? Esto no es cierto; no interesa a nadie, no conviene y tampoco es posible. A todos los sectores de la vida nacional e internacional, por distintas razones, les interesa que las universidades existan y funcionen.

¿Entonces es lícito hablar de transformación universitaria en este contexto? Más bien es necesario y pertinente hacerlo. A riesgo de lucir paradójico, diremos que la transformación universitaria es la única forma de lograr la supervivencia de esta institución. Pero esa transformación en todas sus dimensiones (lo curricular, la organización para la producción y socialización de saberes y conoceres, la interacción con comunidades, organizaciones y organismos, las condiciones internas y el bienestar de su personal) ha de tener en cuenta los siguientes planteamientos:

Necesitamos desplegar una universidad heroica. Heroica en el sentido de asumir una lucha sostenida, no sólo para su propia perpetuación, sino para repensar su rol y su influencia en la sociedad total. Una universidad generadora y socializadora de conocimientos pertinentes; promotora de procesos formativos en diversos organismos, empresas y comunidades; creadora de posibilidades de interacción y redes de apoyo y modos de entreayuda. Una universidad heroica, que implica el máximo compromiso humano (ya lo vemos) para lograr que la universidad funcione, mediada por la lucha sostenida para mejorar progresivamente las situaciones y beneficios del personal; una optimización rigurosa de los recursos con los que cuenta y una voluntad firme de generar nuevos recursos desde caminos transparentes y legales, sin caer en la mercantilización a ultranza; un repensar los modos de asumir los procesos formativos, enfatizando el reconocimiento y acreditación de saberes y conocimientos, la concepción curricular reticular, multicéntrica, situada y contextualizada, para generar en las comunidades y organizaciones la topofilia y la producción colectiva; el establecimiento de redes de producción cognitiva, no ya como líneas de investigación aisladas y autorreferenciadas, sino como espacios compartidos con el resto de la sociedad, para comprender a fondo las realidades situadas y sus posibilidades de transformación material y espiritual hacia el buen vivir.

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México: Racismos, educación y poblaciones indígenas y afrodescendientes

Racismos, educación y poblaciones indígenas y afrodescendientes 

Por Itza Amanda Varela Huerta y Bertha Maribel Pech Polanco

Resumen

En este trabajo se explora la influencia de los procesos de racismo en las universidades mexicanas respecto al acceso de personas indígenas y afromexicanas. La primera parte del artículo ofrece un panorama general y breve de las condiciones de vida de las personas indígenas y afromexicanas, con énfasis en el acceso a la educación básica y universitaria, esto con base en los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi). En la segunda parte del texto, a través de información de archivo y entrevistas daremos cuenta específicamente de cómo el racismo afecta a las personas indígenas y afromexicanas en el ámbito de la educación superior y de posgrado. En el último fragmento del texto, reforzamos nuestro análisis sobre la relación entre racismo, educación, poblaciones indígenas y afromexicanas -con una perspectiva transversal sobre el género- así como algunas propuestas para iniciar procesos de inclusión en las políticas universitarias en México.

Descargar (PDF, 577KB)

Fuente-UDUAL

 

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2021/03/racismos-educacion-y-poblaciones-indigenas-y-afrodescendientes-en-mexico/

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España: Ser niño en un mundo hiperconectado

Ser niño en un mundo hiperconectado

¿Qué efectos tiene la sociedad hiperconectada en los menores? ¿Cómo influye en su educación y en sus aptitudes? ¿Cómo pueden aprender los más pequeños a hacer un uso responsable de las nuevas tecnologías? Ethic y Telefónica reunieron en el Impact Hub Madrid a un reconocido grupo de expertos para encontrar respuestas a unas preguntas clave para entender el siglo XXI.

Unos padres revisan el historial del navegador de su hija adolescente. En él, se suceden páginas acerca de la vida como trans. Cuando, a la mañana siguiente, se reúnen en la mesa de la cocina a tratar el asunto –hay cosas que no cambian–, ambos intentan mostrarle su apoyo diciéndole que siempre la querrán, sin importar su género. Ella, azorada, les saca de su error: no se siente cómoda en su cuerpo, pero no es transexual, es trans… humana. Quiere dejar atrás su carne y descargar su personalidad en la nube para ser datos. Aterrada ante lo que ve como un eufemismo tecnológico del suicidio, su madre le promete que cortará su conexión y se volverá analógica si hace falta para quitarle esas ideas de la cabeza.

Esa es una de las primeras realidades distópicas que se plantean en Years and years, la miniserie de HBO que nos pone ante un espejo para hacernos ver cómo podremos ser –o seremos– en un puñado de años si no abordamos los retos populistas, climáticos y tecnológicos. El personaje de la joven Bethany Bisme-Lyons, incapaz de separarse de su teléfono y de los filtros de Snapchat, refleja una situación extrema, pero no tan diferente de la que ya se vive en los hogares: niños con acceso a tecnologías cada vez más potentes en un mundo digital que cambia y crece incluso más rápido que ellos.

Como sucede casi siempre, el dilema –y las primeras y cruciales decisiones– sobre la cuestión lo tienen sus padres. ¿Cuándo comprarle su primer móvil? ¿Debo supervisar las aplicaciones que se descargan? ¿Cuánto tiempo puedo dejarles la tablet? «Con los menores no existen reglas escritas: cuando surgen nuevas formas de entender la sociedad, los padres tenemos que vencer nuestros miedos. Si ponemos trabas al aprendizaje digital nos perdemos una parte importante de la vida de nuestros hijos porque, aunque los tiempos cambien, los valores que debemos inculcarles son los mismos», introducía Elena Valderrábano, directora global de Ética Corporativa y Sostenibilidad de Telefónica, al inicio del debate Los menores en la sociedad hiperconectada. El encuentro, organizado por Ethic en colaboración con la empresa de telecomunicaciones, reunió a expertos en educación y tecnología para abordar cómo gestionar el entorno digital en el que nadan los más pequeños.

debate hiperconectados

Abajo, de izquierda a derecha: Fernando Cerro, María Zabala, Elena Valderrábano, Antonio Milán, Ofelia Tejerina, Ana Santos y María Galdo.

Se trata de una cuestión de límites tan difusos como el mar, a la que se suma la brecha de conocimientos entre los niños que han nacido con el smartphone bajo el brazo y unos padres que no siempre conocen las posibilidades de unos dispositivos cada vez más inteligentes. «Tenemos que aprender cómo funciona el mundo digital para poder aconsejar a nuestros hijos, teniendo en cuenta cómo es el mundo y cómo son ellos. No lo hacemos genial, pero tampoco tan mal como nos dicen continuamente», sostenía la periodista experta en ciudadanía digital María Zabala en una cierta llamada al optimismo. «Se trata de entender la infancia y la adolescencia que les ha tocado vivir, con unos riesgos y oportunidades diferentes a la nuestra. Por eso tenemos que asumir nuestro papel como adultos responsables y saber que nos toca informarnos y aprender», concluye.

Elena Valderrábano: «Si ponemos trabas al aprendizaje digital nos perdemos una parte importante de la vida de nuestros hijos»

Acostumbrarse a utilizar los dispositivos de última generación, explorar las aplicaciones populares entre los adolescentes –TikTok superaba en noviembre los 1.500 millones de descargas– o saber cómo configurar los sistemas de control parental son algunos de los deberes que los hijos ponen a sus progenitores, pero no son los únicos. «Internet es una herramienta para ejercer los derechos fundamentales, pero también es un entorno en el que se pueden vulnerar: un delito de lesiones se puede generar a través de la red, igual que se puede violar el derecho a la intimidad, la protección de datos, la libertad de expresión o de información», advertía Ofelia Tejerina, abogada y presidenta de la Asociación de Internautas. Con ello, la experta ponía sobre la mesa la diferencia entre que los menores tengan derecho a un acceso seguro a Internet y que este sea objeto de reclamación en los tribunales, aunque hoy las discusiones por el tiempo de uso de los teléfonos y tabletas sean tan habituales como lo eran las que se producían por la hora de llegada a casa en tiempos más analógicos.

Los habituales titulares informando de graves casos de ciberbullying –según Unicef, en España al menos dos menores en cada aula sufren acoso o violencia en internet– y de delitos sexuales hacen que los padres estén más concienciados ante los peligros de las redes que de sus beneficios. «Al hablar de protección se habla de prohibir, controlar, supervisar… Pero hay que poner el foco en formar, capacitar, reflexionar y ayudar. La protección del menor requiere estrategias que tienen que ir acorde a sus necesidades y su madurez», resaltaba en la misma línea Ana Santos, responsable de la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) de Incibe, que hacía hincapié en el concepto de responsabilidad compartida. «Tenemos que fomentar conductas de respeto o tolerancia en las redes, potenciar el uso equilibrado en tiempo y contenidos y ayudarles a buscar información veraz, además de enseñarles a pedir ayuda si les ocurre algo. Una actuación integral que tiene que hacerse desde muchos ámbitos de la sociedad, desde la escuela a la policía o los proveedores de servicios de telecomunicaciones», reclamaba.

Educación digital en la sociedad líquida

Sin embargo, encontrar el equilibrio entre el uso responsable y la protección de los menores no es fácil. A finales del pasado mes de diciembre, la Comunidad de Madrid anunciaba que modificará la normativa autonómica para prohibir el uso de teléfonos móviles en las aulas a partir del próximo curso –hasta ahora, competencia de cada centro–. Según sus impulsores, la medida está destinada a «mejorar los resultados académicos de los alumnos y luchar contra el ciberacoso», razón por la que se prohibirá de forma explícita el uso de teléfonos y dispositivos electrónicos en los periodos lectivos.

María Zabala Elena Valderrábano

María Zabala y Elena Valderrábano.

El anuncio del ejecutivo madrileño pone de nuevo sobre la mesa el debate acerca del uso didáctico de la tecnología, defendida por algunos docentes y objeto de estudio –y recelo– para neuropsicólogos que bareman su impacto en las etapas tempranas del desarrollo cerebral del niño. «No podemos demonizar las redes sociales porque, si lo hacemos, nuestros hijos nos ponen en el bando enemigo. La tecnología es una oportunidad de desarrollo personal y, aunque estos temas nos inquieten, tenemos que acabar con el miedo que nos provocan», pedía Antonio Milán, doctor en Educación y experto en educación y uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, también alertaba sobre el papel que juega la red en comportamientos autolesivos en casos de anorexia o bulimia y también en la proliferación de las apuestas deportivas, una nueva y peligrosa forma de ocio entre los adolescentes. «Hay que saber transmitir las oportunidades sin obviar los riesgos: fomentemos que sigan cuentas de personas que les inspiren a conseguir sus sueños, que aprendan a contar historias. No ha cambiado el qué sino el cómo», concluía.

TikTok, la red de moda entre los adolescentes, supera los 1.500 millones de descargas

Estos nuevos relatos tienen unos claros protagonistas: los influencers, nuevas figuras de referencia para los más jóvenes, que ya no solo se fijan en actores, deportistas o cantantes para erigirlos como ídolos. Con las visualizaciones y los likes de cientos de miles –incluso millones– de seguidores, también son un escaparate de lujo para las marcas. «El problema no es que influyan en los hábitos de consumo de los menores, sino que lo hagan en actitudes de la vida con unos contenidos que no están hechos para ellos. Los padres deberían saber qué ven y qué no: al final, es controlar su entorno, pero sabiendo que este hoy es muy grande», advierte Fernando Cerro, cofundador y CEO en Influencialia.

Al final, los dramas cotidianos y miedos de los púberes y de sus padres no son tan diferentes a los de siempre, aunque ahora la tecnología haya desdibujado los límites de su mundo. «Las adolescentes de los ochenta y los noventa comprábamos todas la Superpop y no era precisamente por sus entrevistas culturales. No todos los adolescentes pueden tener interés en Kafka y no podemos pretender que les guste lo que nosotros queremos», concluye María Zabala. Pero, en medio de la queja sobre la frivolidad de las redes y la alerta constante sobre sus peligros, también se perfilan nuevos horizontes en otro tipo de entretenimiento digital: por ejemplo, el vídeo de Ter –quien acumula más de 700.000 suscriptores en YouTube– explicando las razones arquitectónicas del derrumbe de Notre Dame pasa ya del millón de reproducciones. Los de Jaime Altozano –con casi dos millones de suscriptores– analizando el algoritmo de Shazam o las modas musicales desde los años cincuenta suman casi cuatro millones de visitas.

Por Guadalupe Bécares Fuente: Ethic

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/educacion-ambiental/conciencia/ser-nino-en-un-mundo-hiperconectado/

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Los padres no son maestros: consejos para gestionar la escuela a distancia

Los padres no son maestros: consejos para gestionar la escuela a distancia

Es impensable reproducir la escuela dentro del hogar. Es impensable e incluso degradante para el papel de los profesores, pensar en terminar los programas en casa como lo harías en el aula. Hoy más que nunca escuela y familia debemos unir fuerzas

Los padres no son maestros. Los padres y la escuela deben, a toda costa, ser aliados en la educación y formación de niños y jóvenes, pero los dos roles no se superponen, si acaso son necesariamente separados y paralelos.

La tarea primordial de los padres no puede ser reemplazada, así como es impensable poner el peso de «reproducir» las peculiaridades de la enseñanza en el aula en casa: falta de habilidades, enfoque, tiempo dedicado y exclusivo. El mismo «formato de aula», que es un parte esencial del sistema escolar, como nos recuerdan abrumadoramente estos días de lecciones en línea.

La convivencia ya pone a prueba la paciencia y el autocontrol y si pones online registros que no abren, vídeos que no cargan, lecciones que se superponen para los varios niños, mil entregas que «ayúdame, no entendí ”… ¡No saldremos vivos de esta edición de Gran Hermano!

Hay dinámicas que en casa, a pesar del compromiso de los docentes y del sistema escolar para hacer frente a esta emergencia de Coronavirus, no se puede esperar: ni de los padres, ni de los alumnos.

Y por muy «adelante» que esté la tecnología, siempre hay niños, muchos niños, a los que hay que seguir y acompañar aunque a nivel de PC y Youtube sean más inteligentes que los adultos. (Gracias Dios que todavía nos recuerdas que sí, también nosotros somos útiles, y que hay cosas en las que ni siquiera la tecnología puede reemplazar al humano).

Nada sustituye al aula

La enseñanza online es ante todo un deber de las instituciones, un banco de pruebas para todos los docentes que «han iniciado su camino de cambio, es más, de evolución hacia la nueva enseñanza del futuro» (Chiara Burberi de Redooc.com en Vanity Fair). Es también una ayuda para los padres que siguen teletrabajando, para involucrar a sus hijos encerrados en casa, para darles una apariencia de normalidad y rutina.

Pero también es cierto, como recordó la ministra italiana de educación Lucía Azzolina, que «la escuela es más que eso. La escuela es compartir, es estar juntos. La escuela en el aula es insustituible. ¡Y tiene que volver pronto! » (Vanity Fair).

Aquí hay algunos consejos para mamás y papás que luchan con el aprendizaje a distancia. Como mínimo, lo que está en su poder de controlar; el resto, obviamente va al sentido común de los profesores:

1NO JUECES, SINO ALIADOS DE LOS NIÑOS

No nos identifiquemos con los jueces despiadados dispuestos a presionar el botón rojo para eliminarlos del Factor X al primer error: con demasiada frecuencia, los padres, pensamos que la corrección en el sentido escolar se reduce solo al «bolígrafo rojo».

Tratamos de reconocer y apreciar el potencial de nuestros hijos en un sentido más amplio, entendiendo que las dificultades de adaptación y el entorno «hogareño» muchas veces no ayudan a la concentración. No nos aliemos con el error contra ellos, sino aliamos con ellos para combatir el error.

A nadie le gusta equivocarse, ni siquiera a los niños y la frustración de «no puedo», «no soy capaz» acompañado del juicio despiadado que lo valida e intensifica nunca es un estímulo positivo. Más bien, estimula a tirar la toalla.

2EN PRIMER LUGAR, GESTIONAR LAS EMOCIONES

Nuestro estado de ánimo y el de ellos: ¿cómo estamos? Es difícil de decir en esta situación y, sin embargo, necesita calma, sin nerviosismo ni ansiedad. Es mejor parar, ver una película, tomar un poco de aire si la situación se vuelve “eléctrica”. Ese no es el momento adecuado para que nosotros ni nuestros hijos hagan los deberes.

Quedarse en casa significa que, aunque los contenidos sean los mismos que los propuestos en el colegio, los métodos no siempre son los mismos, porque siguen los ritmos naturales de cada niño. Aunque el adolescente puede elegir con mayor flexibilidad el momento adecuado para realizar una tarea, las normas dan a los niños una mayor sensación de seguridad. Lo recuerda la pedagoga Novara en Vanity Fair:

Las reglas son procedimientos, y en un período en el que falta la seguridad de todo, tener un guión sobre qué hacer durante el día es fundamental. Está bien dar la norma de los deberes: para los niños de primaria puedes decir «de 14 a 16 harás los deberes en tu habitación. Si tienes alguna dificultad puedes preguntarle a tu mamá o papá quién hará su trabajo mientras tanto y al final puedes mostrarnos tu trabajo para una revisión final».

Intentemos mantener una rutina, sin que se convierta en una jaula, sobre todo ahora que nuestros sentimientos, los nuestros y los de ellos, nos hacen más frágiles e inevitablemente distraídos. Gestionar bien las emociones es una gran lección, sobre todo las que sientes en momentos como este. Y es algo que aprendes sobre todo viviéndolo y mirando el ejemplo de tus padres. Las lecciones pueden esperar.

3DESCONECTÉMOSLE Y DESCONECTÉMONOS

Las plataformas de smartschooling siempre están disponibles: esto es una cierta comodidad, y las lecciones asincrónicas ayudan sobre todo a administrar más niños y muy pocos PC. Pero también existe el riesgo de hiperconexión, de la mañana a la noche, especialmente para los niños mayores.

En los hijos mayores, tratemos de definir límites de conexión con el fin de evitar una sobrecarga de presencia que, si bien al principio también puede ser fuente de entusiasmo y cercanía, sobre todo gracias a los chats, a la larga podría generar ansiedad y sobrecarga, incluso en los padres.

No es necesario consultar la última actualización / comentario del maestro o amigo por la noche a las 10 pm o ingresar al chat antes del desayuno. No nos dejemos llevar por el efecto Whatsapp, ¡que ya es suficiente!

Sin embargo, sigue siendo fundamental mantener un diálogo con los profesores, especialmente si nos resulta difícil gestionar cargas de trabajo, asistencia, tareas y expectativas.

De esta «lección» de vida no programada que el Coronavirus ha decidido darnos a todos, nuestros hijos también aprenderán mucho. No en términos de ciencia o geografía quizás, sino de resiliencia, resolución de problemas, creatividad, adaptación, sacrificio…

Y aunque los programas educativos no se terminen en casa, lo que no estaría bien y desviaría el trabajo real de los docentes, creo que es importante reconocer y contar entre los éxitos la gran riqueza, en términos de habilidades emocionales y relacionales, con las que los niños y los niños volverán a las aulas. Una lección que sin duda afectará también a su forma de abordar el estudio y la escuela, cuando todo vuelva a la normalidad.

Fuente de la Información: https://es.aleteia.org/2021/03/02/los-padres-no-son-maestros-consejos-para-gestionar-la-escuela-a-distancia/

 

 

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SOBRE FORMACIÓN DOCENTE

No es manía de volver al pasado, sino un ejercicio de memoria histórica, especialmente cuando lo que dijimos en algún momento continúa en plena vigencia. Por ejemplo, en el Nº 119 de Cuadernos Educación del Laboratorio Educativo (1984) publicamos Redes Pedagógicas, una experiencia venezolana de formación docente. Lo hicimos en compañía de Yelixa Riera y María Mercedes Alejo. Hablamos allí de un ensayo nacido y avalado por el CEPAP-UNESR, con escuelas de las parroquias Caricuao y Antímano. En esta publicación relatamos la experiencia e intentamos teorizar un poco. Se trataba de establecer en las escuelas grupos de maestros en proceso de aprendizaje permanente, que mediante la reflexión y la transformación de su práctica cotidiana, acompañados/as por personal docente universitario conocedores del método de proyectos, pudiese también optar a la licenciatura en educación.

Sin ánimo de contar aquí tan interesante experiencia, podemos decir que las premisas que sustentaban este proceso aún son relevantes en la Venezuela de hoy. Por ejemplo: 1) Sólo se puede formar un/a educador/a reflexivo/a, transformador/a, humanista, en la medida que experimente en su vida y en su praxis una filosofía transformadora desde una ética solidaria. 2) Sólo se puede transformar la escuela venezolana en la medida que el personal docente pueda abrir espacios para reflexionar, criticar, revisar, proponer y desplegar proyectos práxicos y tenga libertad para acompañarse mutuamente (entreayudarse, al decir de Simón Rodríguez) y sustentar la vigilancia crítica de este proceso. 3) Sólo podemos mejorar la calidad educativa si las escuelas y las universidades abren un profundo diálogo de saberes, sincero, democrático, en igualdad de condiciones, para generar conjuntamente teorías y propuestas de acción pertinentes y factibles.

Finalmente, otro aspecto a destacar de este proceso era la utopía de conformar equipos de reflexión-acción en cada escuela, pero también en contacto permanente con escuelas cercanas, generando redes de formación permanente, de modo de iniciar y sostener un espiral virtuoso que generara un movimiento pedagógico de avanzada.

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Schools reopening: How at risk are children?

Schools reopening: How at risk are children?

All schools in England are going back from 8 March.

In Scotland, younger primary pupils have gone back to school, along with some exam-year students in secondary school. A wider reopening has yet to be decided.

In Wales, younger primary years have also returned – with older primary pupils set to go back on 15 March if Covid levels continue to fall.

In Northern Ireland, younger primary pupils will return to classrooms on 8 March.

But how likely are children to catch and spread the virus?

BBC’s Health reporter Laura Foster explains what we do know currently about how children are affected by the virus.

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/news/av/explainers-52777244

 

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Human rights Friendly Schools

Human rights Friendly Schools

Amnesty International supports schools and their wider communities in all regions of the world to build a global culture of human rights. Human Rights Friendly Schools aim to empower young people and promote the active participation of all members of the school community to integrate human rights values and principles into all areas of school life.

WHAT IS A HUMAN RIGHTS FRIENDLY SCHOOL?

A Human Rights Friendly School places human rights at the heart of the learning experience and makes human rights an integral part of everyday school life. From the way decisions are made in schools, to the way people treat each other, to the curriculum and extra-curricular activities on offer, right down to the very surroundings in which students are taught, the school becomes an exemplary model for human rights education.

A Human Rights Friendly School is founded on principles of equality, dignity, respect, non-discrimination and participation. It is a school community where human rights are learned, taught, practised, respected, protected and promoted. Human Rights Friendly Schools are inclusive environments where all are encouraged to take active part in school life, regardless of status or role, and where cultural diversity is celebrated. Young people and the school community learn about human rights by putting them into practice every day. Through an approach which goes beyond the classroom and into all aspects of school life, commonly called a ‘whole-school approach,’ a ‘holistic approach’ or ‘rights-based approach,’ both schools and young people become powerful catalysts for change in their wider communities.

GHANA: A HUMAN RIGHTS FRIENDLY SCHOOL IN PRACTICE

Students attending Accra High School in the Ghanaian capital may not see themselves as trend-setters in global education. But after a visit to their school late last year, Ghana’s late President John Atta Mills spoke of his great admiration for their success at making human rights an integral part of everyday school life. The school aims to build the capacity of the whole school community by promoting a democratic environment, innovative teaching methods and responsible citizenship. Students feel empowered through a representative student council that moots new ideas and voices the student body’s concerns. And the school has embraced human rights not only inside the classroom, but also as an integral part of its clubs and extra-curricular activities – a human rights garden maintained by students and staff is just one space where openness, tolerance and debate are promoted. Accra High School is one of a growing number of schools around the world using Amnesty International’s Human Rights Friendly Schools approach.

HUMAN RIGHTS FRIENDLY SCHOOLS SPAN THE GLOBE

Amnesty International’s Human Rights Friendly Schools project started in 2009 in 14 countries: Benin, Cote d’Ivoire, Denmark, Ghana, Ireland, Israel, Italy, Moldova, Mongolia, Morocco, Paraguay, Poland, Senegal and the United Kingdom. Today, the network of schools aspiring to become human rights friendly continues to expand, and currently covers 22 countries around the world.

WHAT ARE HUMAN RIGHTS FRIENDLY SCHOOLS?

The Human Rights Friendly Schools approach encourages and supports the development of a global culture of human rights by empowering young people, teachers and the wider school community to create human rights friendly school communities across the world. Participating schools work towards developing a whole-school approach to human rights education, integrating human rights values and principles into key areas of school life. Human Rights Friendly Schools reach beyond the classroom and out into the community to change the way people think about, and actively participate to address, human rights issues. It is founded on the belief that by increasing knowledge and changing behaviours and attitudes in entire communities, a global culture of human rights becomes possible.

The Human Rights Friendly Schools aims to:
  • Empower young people and promote the active participation of all members of the school community in integrating human rights values and principles into all areas of school life.
  • Enable young people to know their human rights and responsibilities and to become inspired to protect and defend their rights and the rights of others, based on values such as equality, dignity, respect, non-discrimination and participation.

The Human Rights Friendly Schools project is founded on the 10 Global Principles for Human Rights Friendly Schools. These principles are based on international human rights standards, norms and instruments such as the Universal Declaration on Human Rights. In order to become a Human Rights Friendly School, schools are encouraged to integrate the Global Principles into four key areas of school life: Governance; Relationships; Curriculum; and School environment.

BECOMING A HUMAN RIGHTS FRIENDLY SCHOOL

Schools implement the Human Rights Friendly Schools approach, with the involvement of the whole community and often with support from Amnesty International.

The school has creative control over how to integrate human rights, taking into account the framework of the national educational system and the social and cultural context in which it is situated, however, global standards in all key areas of school life outline what all Human Rights Friendly Schools are working towards. Creativity and innovation are encouraged!  Support, guidance and examples of inspirational activities are available in the Human Rights Friendly Schools Toolkit, Pamphlets and Poster.

The toolkit provides information to schools on how to implement the Human Rights Friendly Schools approach. It offers practical suggestions for schools around the world to make human rights a viable part of their curricula, teaching methodology and broader learning environment that has a lasting impact not just on students, but also on their wider communities.

Pamphlets for different stakeholders in the school’s community allow Human Rights Friendly Schools to be introduced easily and a poster outlining what Human Rights Friendly Schools are, can be used to display in engaged schools.

Assessing the impact of the project over time is an important aspect of the project. Results of monitoring and evaluation activities are used both to improve the project and to make interim amendments to a school’s action plan if needed, and to assess how the project is meeting its overall goals and objectives.

WHY ARE HUMAN RIGHTS IMPORTANT IN SCHOOLS?

Schools have a critical role to play in our lives and in the life of the community. As a reflection of wider society, schools are key to socializing younger generations, preparing learners to become active and engaged members of society. In an interconnected and globalized 21st century, young people are being exposed to a diverse and changing world around them, a world in which poverty, inequality and other injustices are still very much a part of the lives of millions.

Human rights can give schools around the world a shared language of equality, non-discrimination, inclusion, respect, dignity and participation that is crucial to the goal of achieving a more peaceful and just global society.

Human rights education is a critical means of instilling the knowledge, skills, attitudes and values that can foster a culture of human rights. Amnesty International defines a culture of human rights as an atmosphere in which all members of a given community understand, value and protect human rights, where the values of equality, dignity, respect, non-discrimination and participation anchor policies and are the basis for decision making processes within the community.

Fuente de la Información: https://www.amnesty.org/en/human-rights-education/human-rights-friendly-schools/

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