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Roger Schank: “La evaluación mata a la educación”

Por blog.tiching.com

Roger Schank: Innovador, investigador y docente. Acudió a un instituto para jóvenes inteligentes donde le llamaban mediocre por no estar entre los mejores. Años más tarde, en una reunión de antiguos alumnos, se dio cuenta de que los ganadores en el instituto no son los ganadores en la vida real. Hoy es un reputado investigador y emprendedor que aplica el modelo “learning by doing” en Xtol Masters.

Sus opiniones acerca del actual sistema educativo son muy negativas. ¿Qué cambios propone?
Debería reducirse el número de profesores, ya que el único motivo de que haya tantos es económico. La educación debería ser un diálogo, una conversación. La educación debería consistir en “yo trato de hacer algo y el profesor me ayuda sólo si necesito su ayuda”. Este es el modelo que tiene sentido para la enseñanza.

¿Entonces los profesores dejan de ser esenciales para la educación?
No, los profesores son muy importantes pero les han relegado a un rol verdaderamente estúpido. Si te fijas en cursos de tercero y quinto en Estados Unidos, verás que los profesores están presionados para que sus alumnos consigan mejores notas, ya que en caso contrario sus salarios se ven modificados. Todo el sistema está corrompido. ¿Por qué crees que existen las clases?

Dígamelo usted…
Simplemente por razones económicas. Pon a un grupo de niños juntos y lo único que van a hacer es torturarse unos a otros. A los niños les asusta ir a la escuela porque temen que alguien se meta con lo que llevan, con su aspecto…

¿Y qué deberíamos hacer?
No debería haber clases.

Pero sin clases,  ¿cómo aprendemos?
Pongamos por ejemplo que a mí me gustan los aviones, diseñar aviones. Debería estar en contacto con otros niños a los que también les guste diseñar aviones y estar conectados en un entorno online. Podríamos hablar entre nosotros, trabajar juntos diseñando aviones y pasar un buen rato haciéndolo. ¿Por qué los niños deben estar en una clase donde todos hacen lo mismo en el mismo momento?

También está en desacuerdo con las materias que se imparten.
Las escuelas están enfocadas a entrenar intelectuales. Pero el hecho es que hay muy pocos intelectuales, a mí me preocupa la gente corriente. ¿Por qué tenemos que enseñar matemáticas después de quinto curso? Enseñar álgebra a todos los niños es ridículo.

Según sus investigaciones, ¿cuál es la mejor forma para aprender?
Aprender haciendo. Los estudiantes solo pueden aprender con experiencias. Les tienes que poner en situaciones que sean interesantes para ellos. El aprendizaje sucede cuando alguien quiere aprender, no cuando alguien quiere enseñar.

Pero hay contenidos que solo pueden aprenderse mediante la memorización, ¿no?
No. No puedes aprender nada memorizándolo. Si aprendes algo de memoria, solo te servirá para pasar un examen. En el primer día de clase en la Universidad, solía preguntar a mis estudiantes: ¿quién puede superar los exámenes que hizo el año pasado ahora mismo? Y todos respondían lo mismo: no podemos.

¿Cree que aprender mediante el modelo que defiende es más lento que mediante la memorización?
Sí, pero la velocidad no es un parámetro que deba influir en la educación. Tenemos la falsa percepción de que la educación consiste en tratar todas las materias, pero en realidad no es así. Claro que aprender haciendo las cosas es un proceso lento, pero si aprendes memorizando lo vas a olvidar y no te va a servir para nada. Lo que tenemos que hacer es alejarnos de las asignaturas y de la enseñanza tradicional. Y aprender hablando con la gente, y dejando que  se aprenda “haciendo” aunque sea un proceso más lento.

Y según su modelo, ¿cómo evaluamos a los estudiantes?
La evaluación mata a la educación. La manera de evaluar es mediante la experiencia. No hay mejor fórmula para conocer tus capacidades que poniéndolas en práctica con casos reales.

¿Los profesores están preparados para enseñar de la forma que comenta?
No, porque les han enseñado mal. Pero, ¿sabes que la mayoría de docentes están de acuerdo conmigo? Cuando les digo que defiendo un modelo en el que tienen que prestar atención individualizada a cada niño, no hay ningún profesor que me diga que no está de acuerdo. Es el sistema que les dice a los profesores que no pueden hacerlo.

¿Son beneficiosas las nuevas tecnologías como Tiching para este modelo?
¡Claro! Básicamente creo que todo debe hacerse online. Volvemos al ejemplo de antes. Si yo  quiero diseñar aviones, las tecnologías pueden ponerme en contacto con gente de todo el mundo que quiera diseñar aviones. No tienen que estar todos en mi pueblo. La localización es el problema de la educación.

¿Incluso los niños más pequeños deben aprenderlo todo online?
No. Bueno, sí y no. Empezamos por definir para qué sirve la escuela, que muchas veces lo olvidamos. La escuela es para que los padres puedan dejar a sus hijos y tener un descanso. Cuando digo “quiero eliminar las escuelas” muchos padres dicen: “¿qué voy hacer todo el día con mis hijos? Tengo que ir a trabajar”.

Por tanto, muchos padres estarán en desacuerdo con sus ideas…
No estoy proponiendo que no haya espacios donde puedan ir los niños y estar supervisados. Todo el material debe estar online, porque no puedes tener un profesor que sepa de todas las materias. Pero pueden indicarles los materiales o programas que pueden utilizar para, por ejemplo, aprender a diseñar aviones; supervisar lo que están haciendo y asegurarse de que no corren ningún riesgo

Fuente: http://blog.tiching.com/roger-schank-la-evaluacion-mata-la-educacion/

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Acerca de los peligros de la “Etnoeducación”. Entrevista con Denise Gonçalves da Cruz

Por Magisterio.co

¿Cómo se entiende en Brasil la Etnoeducación?
En Brasil no tenemos algo así como Etnoeducación, pero tenemos las pautas para la enseñanza de las relaciones raciales, que es un poco parecido. Lo que yo he visto aquí en Colombia es que la Etnoeducación es una propuesta de pedagogía dirigida a los pueblos étnicos, afrocolombianos, raizales, palenqueros, en sus comunidades. Entonces, acá en Bogotá, por ejemplo, yo no veo muchas escuelas con iniciativas en torno al tema racial, porque este no es un espacio en el que estén asentadas las comunidades afro. Lo que sucede es que tanto aquí como en toda América Latina ha prevalecido históricamente una educación blanca, una educación racista, con libros y materiales didácticos llenos de estereotipos de lo negro. La Etnoeducación aparece en contra de esta Educación eurocéntrica, pero lo que yo he observado aquí es que esta se hace presente en los territorios. Pero, en Bogotá —que no es definida como un territorio negro— no tiene ninguna presencia.

¿Cuál fue tu motivación para empezar a trabajar el tema racial en Educación?
Los recuerdos que yo tenía de mi experiencia como niña negra en la escuela. Cuando yo era niña no tenía libros que me representaran, y a mí no me gustaba leer algunas historias, porque eran malas, y sabía que después en la escuela esas historias iban a servir para que me hicieran bullying. Menina bonita do laço de fita fue el primer libro que leímos y que me gustó. Este libro cuenta la historia de un conejo que encuentra una niña negra; pero antes habíamos leído otro libro que se llamaba El Negrito de la Hacienda, que era la historia de un niño negro que era esclavo. Cuando leímos este libro, los otros niños me molestaban y me decían que yo era la negrita de la hacienda. Entonces, cuando empecé a trabajar en la pedagogía quise imaginar una educación que fuera distinta de la que yo recibí.

¿Cómo se estructura en Brasil la Educación para las relaciones raciales?
Como soporte teórico, tenemos la Ley 10.639, que estableció la obligatoriedad de la enseñanza de historia y cultura afrobrasileña y africana, en los establecimientos de educación básica y media de las escuelas de Brasil. Esta ley surgió en el 2003. Desde entonces, hay formación para profesores, lo cual es uno de los puntos de la ley: formar a los profes en la temática racial, para que puedan contribuir en la construcción de una escuela más inclusiva, más democrática. La idea fundamental es otorgar su valor a la historia negra, más allá del tema de la esclavitud. Con este fin, a partir del surgimiento de la ley, las editoriales empezaron a producir libros con otras narrativas, con otras historias… Entonces, ya era solo cuestión de buscar, y lo que no había podíamos crearlo las profesoras. Eso ya supuso un cambio bien importante con respecto a lo que yo había tenido que vivir como estudiante.

¿Cómo ha sido tu trabajo a la luz de esta ley?
Bueno, yo he trabajado en Brasil durante tres años, buscando implementar este nuevo concepto de una educación antirracista e incorporar la africanidad como un eje transversal, que no sea solo cuestión de las fechas conmemorativas. En Brasil, el 20 de noviembre es el Día de Zumbi, y la mayoría de las escuelas hacen una actividad referente a la negritud en este día, pero solo en este día. He tenido la experiencia de trabajar con este enfoque en dos escuelas; en ambas, lo primero fue establecer que la negritud no es cuestión de una fecha y que el tema de la raza no iba estar presente en nuestros contenidos únicamente en un día, sino todo el año en todas las actividades.

La primera escuela en la que trabajé a este nivel fue una que está dentro de la Universidad Federal de San Carlos, en el departamento de San Pablo. Allí yo trabajé con niños de dos, tres y cuatro años. En esta escuela estudian los hijos de los profesores y los funcionarios, que en su mayoría son blancos, como sucede acá en Colombia. Teníamos pocos niños y niñas negros, pero había algunos. Las profes eran todas blancas, excepto por una compañera que tenía el horario de la mañana y yo, que cubría el de la tarde. En cambio, las funcionarias de la limpieza eran todas negras. Se daba esta distinción racial de forma muy marcada. Así que, cuando yo entré como profe, los niños se extrañaban al verme y esperaban que yo limpiara el salón. Algunos, incluso me llamaban Sací, que es una figura del folclor de Brasil: un niño negro que tiene una sola pierna y es algo así como un bromista molesto, potencialmente peligroso, pero que a veces concede deseos.

Dada esta situación, empezamos a hablar sobre cómo era posible que en la escuela los niños pudieran aprender por observación los mismos vicios que hay en la sociedad con respecto al lugar de las mujeres negras, “si el niño ve que todas sus profesoras son blancas y todas las señoras del aseo son negras, esto marca una jerarquía racial en su formación”. Pero, allá como aquí, se nombra a los profes por concurso, así que la dirección de la escuela no podía hacer nada al respecto. Entonces propusimos, por lo menos, llamar profesoras auxiliares negras, y esta estrategia hizo que empezara a cambiar un poco la percepción de los niños.

Por otra parte, empezamos a revisar el material didáctico y encontramos que en la escuela no había libros con representaciones positivas de los negros; los pocos que hablaban de los negros eran todos sobre la esclavitud. Entonces empezamos a comprar y también a producir otro tipo de materiales. Asimismo, empezamos a ver cómo introducir la temática afro. Por ejemplo, a uno de los chicos le gustaba mucho el tema de los dioses griegos, y siempre estaba hablando de eso. Entonces el colegio había comprado un libro sobre los dioses griegos que era muy popular entre los estudiantes. Con nuestro propósito en mente, pensamos en aprovechar todo ese entusiasmo, y entonces les dijimos a los niños “Ustedes hablan mucho de Zeus y de Thor, pero ¿conocen los dioses africanos?” Ellos dijeron “¡¡No!!” y así empezamos hablar de mitología africana, con muy buena acogida entre los estudiantes. Para trabajar el tema de los colores, encontramos un libro que se llama Los colores de África; empezamos a hablar de los colores en referencia al territorio africano, con todo su andamiaje cultural; lo mismo hicimos con la Geometría y con muchos otros temas…

Además, la dirección de la escuela nos hizo una formación sobre juegos africanos. Entonces aprendimos a construir estos juegos, hechos de madera: cosas muy sencillas, que a los niños les parecieron muy chéveres, porque era algo totalmente desconocido para ellos, que estaban más familiarizados con juegos electrónicos o de otras cualidades. Estos juegos despertaron su atención y les gustaron mucho. También trabajamos ejercicios de coordinación motora, a través de las danzas africanas.

No dejamos de trabajar nada de lo que está en los currículos de la Educación básica del Brasil; pero lo trabajamos todo con una perspectiva antirracista, una perspectiva que pone el continente africano por fuera del estereotipo de pobreza, que pone a los negros fuera de los cuentos de esclavitud, que introduce nuevas narrativas… fue muy satisfactorio.

La estética, por otra parte, seguía siendo un problema: a las niñas negras no les gustaba su apariencia, porque no eran como “princesas”, y las niñas blancas les decían cosas como “yo no juego contigo porque no me gusta tu pelo”

¿Cómo recibía la población blanca la nueva pauta de enseñanza?
En general, de manera positiva; solo en cierta ocasión tuve un problema con una mamá, era católica y encontró inconveniente el trabajo que hicimos sobre la mitología africana. Su hija llegó a la casa hablando de Oshun y Changó, y ella se quedó como “¡¿qué están haciendo con mi hija en la escuela?!”. Entonces me llamó y me dijo que no le gustaban esas cosas, que ella era muy católica. Lo que le dijimos fue “bueno, a su hija le gustaba Thor y nadie se incomodó… y Thor es un dios de la mitología nórdica. Ahora le hablamos también de los dioses de la mitología africana. No estamos tratando de convertir a su hija a otra religión. Solo le estamos mostrando otras mitologías”. Entonces la mamá se calmó y no tuvimos más problemas.

Tuve también el caso de otra mamá, cuyo hijo había llamado “mico” a la otra profesora negra, justo cuando estábamos empezando este trabajo. Entonces la llamamos para conversar al respecto; ella dijo que en su casa ni siquiera hablaban de racismo y que les gustaban los negros. De manera que, si esa situación se había presentado, era porque el trabajo de racialidad que estábamos haciendo en la escuela estaba confundiendo al niño. Ahí también tuvimos una conversación en la que le dijimos a esta mamá y a este papá “no se trata simplemente de decir nosotros ni siquiera hablamos de racismo, porque el racismo es una realidad social; si no se habla al respecto en la casa, su hijo va pensar que no existe y que sus chistes son algo normal. Por eso, precisamente, es que estamos haciendo este trabajo en la escuela, pero es un trabajo que tiene que tener continuidad en la casa, ustedes también tienen que hacer su parte”.

¿Cuál fue la otra escuela en la que trabajaste?
La otra escuela era también en San Carlos, pero en la periferia, y allí sí los niños negros eran mayoría. Allá, lo primero que hicimos fue un diagnóstico de cómo estaba el tema del racismo en la escuela y de cómo era la formación de los profesores. Entonces, vimos que se necesitaba más formación, y nuestra directora llamó a otra profe para que la hiciera. En ese proceso, ella nos preguntó sobre los casos que eran recurrentes en la escuela e iniciamos una discusión con los papás y los niños. A partir de las cosas que salieron de allí, empezamos a pensar en un currículo que pudiese incorporar el tema racial y lo trabajamos de manera consensuada.

¿Cómo de manera consensuada?
Por ejemplo, para el grupo de los niños de cuatro a cinco años, una profe quería trabajar el tema del cuerpo. Entonces, hicimos una reunión para ver cómo podíamos hablar del cuerpo sin hacerlo de una forma sexista, suministrando la información adecuada y suficiente para la edad de los niños. Finalmente, discutimos acerca de posibles actividades para desarrollar esta temática. De la misma forma procedimos con cada componente del nuevo currículo.

¿Cómo fue allí la experiencia?
Allí la búsqueda de materiales apropiados fue más intensa; buscamos películas, pues ahora hay una generación de niños en Brasil qué hacen videos, cantan canciones y son youtubers, entonces echábamos mano de ese material. Hicimos las mismas actividades que en la otra escuela, pero en este caso compramos muchos más libros y hacíamos círculos de lectura con los niños. En esos círculos cada uno tenía que elegir un libro. Mi clase era con niños de dos a tres años. Al principio, a las niñas les gustaban mucho las historias de Blancanieves y de Frozen, y decían cosas como que no les gustaba su pelo, porque querían el pelo de Frozen. Al final del año, ya elegían libros con protagonistas negros y decían “este me gusta porque el niño se parece a mí” o “en este libro sale alguien que es igual a mi abuelita y por eso me gusta mucho” ¡Eso fue muy bonito!

También hacíamos libros con ellos. Hicimos sobre los Orishas, sobre la historia de los colores y se los mandábamos a los papás diciéndoles “los niños construyeron este libro y ahora lo quieren leer para ustedes. Encuentren en la noche una hora para que ellos lean para ustedes”. Y, así, los niños hacían en su casa los mismos círculos de lectura que habíamos hecho en la clase. Eso les gustó muchísimo a los papás.

La estética, por otra parte, seguía siendo un problema: a las niñas negras no les gustaba su apariencia, porque no eran como “princesas”, y las niñas blancas les decían cosas como “yo no juego contigo porque no me gusta tu pelo”. Entonces implementamos los juegos de salón de belleza; pero, tristemente, las niñas negras no participaban, se alejaban y no dejaban que nadie tocara su cabello. Así que tomamos un sábado y les enseñamos a las mamás a hacer trenzas y a usar turbantes, etc. A raíz de esa actividad, logramos una integración: las niñas negras empezaron a participar activamente en los juegos de salón de belleza y elegían con entusiasmo los peinados y los turbantes; hasta algunas niñas blancas también querían hacerse trenzas y ponerse turbantes. Ya las niñas blancas no decían eso de “mi pelo es liso como el de una princesa”, porque sabían que las princesas también podían hacerse trenzas y usar turbantes de colores. Esto nos permitió ver cómo el racismo es muy fuerte en la infancia y es un tema que no ha sido muy explorado.

Pero lo cierto es que, como hablamos al principio, se aprende por observación, y, si están inmersos en una sociedad racista, los niños negros internalizan que son feos, son malos, etc.; los niños blancos también apropian esa lógica. Ya desde la infancia se produce una separación, y a nosotros, como educadores, nos corresponde pensar, desde nuestro ámbito, en potenciar la transformación a través de una pedagogía antirracista, sin importar si estamos o no en un territorio negro.

¿Cómo fue la reacción de los papás en esta escuela?
Allí trabajamos por más de un año y los papás ya me conocían y me preguntaban cosas, compraban libros y me los llevaban para ver yo qué pensaba de ellos: “¿es bueno este libro para trabajar tal cosa?” Eso era muy chévere, porque nos hacía ver que ellos acreditaban nuestro trabajo. Una vez, una mamá llegó y me contó que ella siempre hacía sola las cosas de la casa y que quería trabajar un poco el tema del trabajo doméstico con su hijo: “yo quiero que mi hijo me ayude más con los oficios de la casa, y, por eso, compré este libro, ¿qué piensas?”. Y era un libro terrible, que se llama algo así como Los problemas que enfrenta la familia; era sobre una familia en la que el papá trataba muy mal a la mamá y los niños hacían mucho desorden. En ese libro, hacer los oficios de la casa era un castigo, algo así como “si no te comportas, tienes que lavar los platos”. Esto es lo peor, porque evidentemente uno tiene que lavar los platos porque usó los platos, no porque está castigado. Entonces hablamos con esta mamá e intentamos también buscar otros libros que pudieran servirle.
En general, el trabajo en esta escuela fue muy bonito, porque la comunidad y los papás también estaban dispuestos a trabajar con nosotros.

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¿Se ha percibido un cambio significativo en el clima cultural de Brasil a partir de la formulación de la ley de 2003?
En Brasil tenemos un historial de tentativas de cambio frente a este fenómeno. Nuestra Ley de Educación básica es del año 1996; desde entonces, hablaba de respeto a la diversidad, pero no tenía un componente de aplicación práctica. Después, en 2003, con el surgimiento de la ley de la obligatoriedad, eso ha cambiado un poco; pero no hay pautas concretas para la implementación. Entonces, hay escuelas que no hacen nada al respecto. En todas las escuelas se recibieron muchos paquetes de libros, ya con este cambio en las representaciones, y se adelantaron programas de formación, pero todavía no hay mecanismos de control para saber si las instituciones están realmente llevando a la práctica esta perspectiva pedagógica de la inclusión. Hay escuelas en las que ha habido muchos cambios, y hay otras en las que simplemente hay un estante lleno de libros, todavía con su empaque original, en la oficina del director, que dice “es que no sabemos trabajar con esos libros, que además son muy caros, entonces lo mejor es dejarlos ahí para que no se dañen”.
Esta idea es recurrente. El semestre pasado, estando en Brasil, hice una entrevista a una profesora que es también coordinadora de su escuela. Le preguntaba si usaban o no los libros, a lo que ella me respondió que, si algún profe quería usarlos, ella se los prestaba, pero que no iba a ponerlos al alcance de todo el mundo para que los dañaran. También le pregunté si hacían alguna actividad sobre africanidad, y me dijo que sí, que claro, que el 20 de noviembre hacían muchas cosas relativas al tema. Entonces es claro que, pese a la ley, hay escuelas en las que el tema se trata como un asunto folclórico, al que se hace referencia solo en las fechas conmemorativas y que no permea sus currículos en lo más mínimo. Pero al menos ya hay materiales para este fin.

¿De dónde salió ese material?
El movimiento negro en Brasil, desde la década de los setenta, pauta una educación que no sea eurocéntrica y que represente al pueblo negro de una manera positiva. Entonces. cuándo salió la Ley 10.639, ya teníamos algunos libros muy buenos, y las editoriales aprovecharon para hacer más. Ese mismo año, el gobierno dijo que entregaría libros de la temática negra para trabajar en las escuelas; entonces, fue como un incentivo nacional. Hoy, hay muchos libros disponibles en Brasil; son caros todavía, pero hay muchos, en especial para la educación de los niños pequeños. No tenemos casi nada para adolescentes y jóvenes, pero para los niños hay una buena cantidad.

¿Qué recomendación habría que hacer a los decisores en términos de política educativa, para que, una vez que se ha promulgado una ley de obligatoriedad, el esfuerzo por incluir el tema racial como eje transversal sea realmente efectivo en las escuelas?
En el caso de Brasil, yo creo que la mejor forma de que la ley sea efectiva es que haya mecanismos de evaluación que determinen si los libros se están utilizando o no, y también es importante que haya formación continua para los profesores. En el tema racial tiene que haber una formación continua. Yo, como profe de ciencia, por ejemplo, desde que empecé a trabajar para el gobierno en las escuelas públicas, tengo formación todo el año sobre enseñanza de las ciencias de la naturaleza, sobre nuevas cosas para hacer en laboratorio con los niños, sobre nuevas actividades que podemos implementar; pero no tenemos esto para las relaciones raciales. Entonces, tiene que haber una formación continua.
En San Carlos, hubo una en la que yo participé, recién salió la ley. Ahí todos los profes de la red municipal fueron invitados o, más bien, obligados a hacer esta formación, que duró como tres meses, todos los sábados, todo el día; nos enseñaron cómo trabajar el tema racial en Brasil, la historia del movimiento negro, etc. En San Carlos, todos los profesores de la red municipal tienen esta formación, pero esto no se hizo en todos los departamentos ni en todas las ciudades. Y después de esta formación no hubo nada más. Claro, hay formación en las universidades acerca del tema racial, pero hay que pagar, y son programas costosos.

El otro día, en una conversación, un muchacho dijo “cuando ustedes dicen que los blancos tienen privilegios, yo no sé de qué privilegios hablan, porque yo soy blanco mestizo”

Por otra parte, la ley es para la educación básica, pero a mí me parece que debería ser hasta que el niño salga del bachillerato. Incluso ahora se busca que también en la universidad haya formación en relaciones raciales. Yo en la pedagogía ya tengo una materia que se llama Relaciones raciales y africanidad, pero esto no sucede en todos los programas de la universidad. Además, se trata de una materia electiva. En la Universidad estamos tratando de hacer que esta materia sea obligatoria, por lo menos para la Pedagogía; pero ojalá se lograra para todas las licenciaturas.

Retomando un poco nuestro punto de partida en esta entrevista, ¿cómo ves la situación de Colombia en cuanto a la educación, en términos de la temática racial?
Creo que Colombia se parece mucho a Brasil, porque nosotros no tenemos mecanismos para verificar si las escuelas están implementando o no la propuesta de la ley, y yo veo que ustedes tampoco tienen cómo verificar lo que hay en la Ley 70, que es sobre la educación para los territorios negros. Al delimitarse la ley a los territorios, lo que pasa es que aquí en Bogotá a nadie le importa si hay niños negros o no, si los libros hablan solo sobre la esclavitud en relación con los negros. Yo veo que para los territorios puede ser buena la etnoeducación, pero los niños negros de todo el país tienen derecho a tener una educación que los represente; lo ideal sería que está educación no fuera solo para los territorios, sino que formara parte del currículo de toda la población. Es bueno que los niños negros crezcan con una identidad y una subjetividad saludables, pero también es necesario que los niños blancos puedan comprender su compromiso frente a la diversidad.

La propia ley establece que la importancia de este trabajo es que desaparezca la idea de superioridad que hay en las personas blancas, porque esa idea hace que, si yo soy blanco, no me importe ver que el negro vive en otra condición menos favorable que la mía. La idea, entonces, es eliminar esa idea de la superioridad blanca, y esto no hay que hacerlo solo en los territorios negros o en las escuelas donde haya niños negros, sino en todas partes.
Si se tratara el tema dentro del marco de los Derechos Humanos, yo creo que, aquí en Bogotá —y quizá en las otras regiones—, habría más escuelas trabajando en esa línea. Aquí, yo veo que la debilidad en el trabajo de la temática racial es que es muy cerrada, muy específica. Tienen que abrir la perspectiva, para que la gente vea que el negro no está solo en el Pacífico o en el Caribe, sino acá también, y que este es un tema al que todos deberíamos poder acceder como parte de nuestros derechos.

¿Son importantes estas consideraciones a la hora de pensar en la construcción de paz como proyecto de nación en los países latinoamericanos?
Si. En especial aquí, donde hay una larga historia de conflicto, este enfoque de la etnoeducación hace que la gente no comprenda que el conflicto también es racial: los líderes del Pacífico y del Caribe no están muriendo porque sean del Pacífico o el Caribe, sino porque son negros. Entonces esa idea de hacer una educación “para ellos”, con la que “nosotros no tenemos nada que ver ni nos importa”, solo abre más la brecha y acentúa el conflicto. Si no, las universidades de acá tendrían más gente negra produciendo, pero no es así. ¿Cómo es que la gente no se da cuenta de que casi no hay negros en las posiciones de decisión? Eso no es por casualidad, es porque hay un componente racial en el conflicto. En Brasil pasa lo mismo y la gente intenta no mirar esto, pero ya no se puede seguir así.

Lo que pasa es que a veces se piensa que en los países latinoamericanos no hay racismo en razón del mestizaje…

Sí. Al salir de Brasil, yo pude ver un poco mejor el panorama de toda América Latina; me di cuenta de que son países muy parecidos en los centros de poder, en las capitales. La gente cree que no hay racismo porque, en general, la gente negra está alejada de esos centros de poder. Entonces, es una narrativa que hay; pero la realidad es que no hay racismo porque no hay negros acá y el racismo es un problema del negro. Lo que pasa es que la gente no comprende las estructuras que hacen que no haya negros en estos espacios. Entonces, a mí me parece muy cómodo decir “voy a hacer una educación para los negros y así resuelvo el problema del racismo, mientras nosotros nos quedamos aquí gobernando el país”.

Lo que hay que hacer es una educación para las relaciones raciales, en la que también se les haga ver a los blancos cómo la forma en la que ven su blanquidad estructura esas relaciones de poder. Porque, si hablamos de negritud, también tenemos que hablar de blanquidad. Aquí, como en Brasil, la blanquidad constituye el poder, constituye los espacios de los negros y determina la educación que ellos necesitan. De negritud solo se habla cuando hay negros.

Por eso, hay que tener cuidado con ese discurso de que “en América Latina no hay racismo porque todos somos mestizos, todos iguales”, cuando la igualdad no está en los derechos ni está en los espacios. Si las cosas fueran así, en Brasil no tendríamos una ley —apenas del 2003— que dice “mira, tienes que enseñar que lo negro no es solo la historia de la esclavitud”. Hay una diferenciación entre lo negro y lo blanco que no es biológica, sino social: hay lugares para los negros, hay lugares para los blancos; es necesario que la gente comprenda que esta racialidad se construye socialmente.

¿Cómo adquieres conciencia de este fenómeno y lo vinculas a tu carrera como educadora?
Cuando yo empecé mi carrera como educadora, tampoco pensaba en la racialidad. Yo pensaba que éramos todos iguales, a pesar de sentir el racismo. Cuando a mí me hacían bullying en el colegio, mi mamá me decía “no es que haya racismo, es que esa es una persona tonta”; pero todo eso está presente en las relaciones y estructurado en la sociedad. Por eso, cuando yo crecí y hablé con otras personas negras que habían pasado por las mismas situaciones que yo, entonces dije “bueno, no es posible que toda la gente negra encuentre solo personas tontas; hay racismo”. Y, entonces, empecé a pensar sobre todo esto y a pensar en una educación que no siga reproduciendo esos esquemas. Por eso, para mí todas estas experiencias de las que te he hablado hoy fueron muy significativas, porque hoy yo sé que tengo todavía mucho qué aprender como profe, pero ya sé que puedo hacer una educación diferente de la que yo tuve. Hoy yo sé que puedo hacer una escuela diferente.

Además de los estudios, yo aprendí mucho en los colectivos de mujeres. Eso fue esencial para mí, en mi trayectoria como profesora, porque en estos colectivos yo conocí mujeres de la educación: ingenieras y profesionales en diferentes áreas que también sufrieron el racismo durante su vida como estudiantes. A partir de estas conversaciones con ellas, empecé a comprender cómo se estructura el sistema racista en nuestra sociedad. Hasta entonces, yo tampoco comprendía, como le pasa a la mayoría de la gente. Empecé a percibir que, por más que la gente dijera que no hay racismo, que somos todos iguales, la policía siempre sabe dónde están los negros; a la entrada de un espacio de poder, los porteros saben quién puede y quién no puede entrar, sin necesidad de que se diga ‘negro’ o ‘no negro’, porque ya el racismo está estructurado en la mentalidad de las personas. Entonces fue así como yo hice conciencia, y empecé a hacer muchas lecturas muy buenas al respecto.

Hay en Brasil una antropóloga que hace investigación sobre la blanquidad en Brasil. Ella es blanca, su hijo es blanco, y ella contaba que fue a la escuela de su hijo cuando él tenía 3 años y preguntó
—“¿Aquí ustedes enseñan que todos somos iguales?”
—Sí, sí — le respondieron.
—“¡Ah! Entonces ¿cuántos profesores negros tienen?”
—Ninguno.
—“¿Y cuántas funcionarias negras del aseo tienen?”
—“Todas”.
—“¡Ah! ¡Entonces mi hijo va aprender que las mujeres negras son para el aseo! No, no quiero eso. No me sirve esta escuela”.
Así iba de escuela en escuela, mirando cuál era la posición de la dirección en cada una. Dijo que, en su búsqueda, no encontró ninguna escuela que pudiera desarticular ese discurso de que “todos somos iguales” y poner en evidencia las estructuras que están a la base del racismo, que marca nuestras relaciones. La excusa en una escuela no puede ser “es que no me apareció ninguna hoja de vida de una profe negra”. Eso no es posible, porque sí hay; es una cuestión de elección racial, por más que la gente no hable, es simplemente algo que sucede.

Este discurso del mestizaje salvaguarda a la gente de asumir su responsabilidad frente al tema racial. El otro día, en una conversación, un muchacho dijo “cuando ustedes dicen que los blancos tienen privilegios, yo no sé de qué privilegios hablan, porque yo soy blanco mestizo”. La gente no ve o no quiere ver que hay un sistema de privilegios en la sociedad, y yo creo que esta es una falla de la educación que tenemos, que pone al negro como “otro”, como el que “necesita una educación especial para él”. Estas son cosas en las que tenemos que pensar.

Photo by Trust «Tru» Katsande on Unsplash

Fuente: https://www.magisterio.com.co/articulo/acerca-de-los-peligros-de-la-etnoeducacion-entrevista-con-denise-goncalves-da-cruz

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Anna Carpena: “La regulación de las emociones influye en el rendimiento de los estudios”

Por Educación 3.0

Maestra especializada en el desarrollo de la inteligencia emocional y asesora en contenidos de educación emocional, Anna Carpena nos desvela en la siguiente entrevista las claves para desarrollar una adecuada educación emocional y cómo el profesorado puede ayudar a que los estudiantes gestionen sus emociones y descubran sus sentimientos. También nos explica las consecuencias que puede tener en el alumnado si esta gestión no se lleva a la práctica.

¿Cómo desarrollar una adecuada educación emocional?
Anna CarpenaPara desarrollar las competencias emocionales en los niños es necesario que la persona que educa esté educada. La educación emocional implica vivencias de interioridad para encontrarse consigo mismo, para conectar con las propias emociones y comprender la información que nos proporcionan, a la vez que también se conecta con el pensamiento y con los estados corporales que acompañan las emociones (éstas se manifiestan a través del cuerpo). Haber vivido experiencias de introspección es la base para orientar a semejantes. Aprender a gestionar lo que hallamos en nuestro interior es el siguiente paso, y todo ello nos prepara para el desarrollo de la inteligencia social.

La comprensión y gestión de uno mismo favorecerá el encuentro armónico con el otro, con los múltiples ‘otros’. Podríamos resumir el proceso de la siguiente manera: “Porque yo me conozco y me siento estoy en disposición de conocerte y de sentirte. Porque yo puedo regular lo que pienso y siento puedo acercarme a ti creando relaciones positivas”.

¿Cuáles son los pilares que la fundamentan?
Desde la psicología, hoy se reconoce la presencia permanente de las emociones en todo ser humano y la neurociencia nos aporta importante información sobre la posibilidad de tener acceso a la gestión del sentir. Por medio de investigaciones se ha comprobado que la regulación de las emociones influye directamente en el rendimiento de los estudios y en el trabajo, y ello favorece una sociabilidad éticamente comprometida.

La mirada humanista es el tercer pilar, necesario para mantener actitudes éticas. Ser competente en la autogestión de los estados emocionales y competentes en el conocimiento de las otras personas no debería nunca facilitar acciones de injusticia o de manipulación.

Según su experiencia, ¿cómo puede el profesorado ayudar a que los estudiantes gestionen sus emociones y descubran sus sentimientos?
La conexión y toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad emocional fundamental

Los requisitos indispensables son; un marco adecuado, sistematización de objetivos y contenidos y una práctica real organizada a partir de actividades programadas (a la vez que una permanente práctica educativa en la vida escolar). Sin embargo el proceso que se ponga en marcha no tendrá sentido si queda cerrado en un aprendizaje de técnicas sin ir acompañadas de una reflexión y orientación que contribuyan a un compromiso con el bienestar colectivo y no solo el bienestar y plenitud individual.

La conexión y toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad emocional fundamental. Para que sea posible integrar emoción y conciencia hay que orientar al alumnado en la adquisición de la habilidad de sentir de manera consciente y en la capacitación para ponerle nombre. Con la práctica, se puede desarrollar una habilidad automática que identifique constantemente qué se está sintiendo y tener automatizadas acciones de autogestión, o control interno, permitiendo autoajustar el comportamiento.

El clima emocional favorecerá, o no, el desarrollo de la educación emocional. Un clima adecuado es aquel en el que todos los alumnos saben y sienten que importan, donde cada uno es reconocido y escuchado y existen fuertes vínculos afectivos entre todos los miembros del grupo. En este marco el profesorado ofrece modelos sólidos de inteligencia emocional y tiene autoridad moral.

¿Y en el caso de las familias?
La familia que acepta las emociones de sus hijos, les ayudan a hablar de ellas y les ofrecen apoyo afectivo está poniendo las bases para su competencia emocional. Para ello han de interesarse realmente por cómo se sienten, sin juzgar, ni negar, ni prohibir ningún sentimiento. Niños y niñas necesitan que se les reconozca y valide su sentir. Solo con la aceptación se contribuye a la gestión emocional.

La familia que acepta las emociones de sus hijos, les ayudan a hablar de ellas y les ofrecen apoyo afectivo está poniendo las bases para su competencia emocional

Mamás y papás han de tomar conciencia de que son modelos emocionales y que los hijos reciben directamente el tono emocional que se vive en casa. Por ejemplo, si los padres son optimistas o pesimistas, o si muestran agresividad en su trato con amenazas y gritos, los niños tendrán el mismo estilo emocional como base de su actuación. Dado que muchos adultos todavía no han conseguido personalmente la capacidad de autorregularse, sería conveniente plantearse poner en marcha este aprendizaje. Las escuelas de padres pueden ser un buen espacio para este propósito.

Echa en falta una mayor presencia de los programas de educación emocional en las escuelas, o quizás ahora se es más consciente de su importancia?
En los últimos años hay un interés generalizado por la inteligencia emocional, sin embargo el desarrollo de este potencial humano, en su totalidad y de manera sistemática, se está asumiendo muy lentamente en el sistema educativo. En algunos sectores, con el temor de contribuir a crear debilidades, todavía se opina que la educación de esta vertiente humana es una forma “blanda” de educar aunque la realidad ha demostrado que este trabajo, riguroso y sistematizado, conducido por profesorado emocionalmente inteligente, aumenta las fortalezas personales, emocionales, cognitivas y ejecutivas.

¿Qué peligros corremos si no logramos que los estudiantes aprendan a gestionar sus emociones?
No trabajar la competencia emocional significa no desarrollar aquellas capacidades que contribuyen a que las emociones vayan a favor y no en contra de uno mismo, lo que tiene repercusiones no solo a corto plazo, en el ámbito escolar, sino que repercute en la edad adulta. A la vez, no tener capacidad de autogestión compromete la capacidad de tener y sostener relaciones satisfactorias. La educación emocional puede prevenir, entre otras, situaciones de adición, ansiedad, depresión, agresividad, bullying y conductas de riesgo.

Por último, un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
– Emoción: estado orgánico que conduce a la acción como respuesta a estímulos ambientales o internos. Su función es la supervivencia.

– Empatía: capacidad para comprender a otra persona y sentir sus sentimientos. Conduce a la compasión y a la conducta prosocial.

– Escuela: debería ser un espacio para realizarse satisfactoriamente como persona.

– Inteligencia: facultad de percibir y comprender el medio y las habilidades de interacción e intervención en él de manera adaptativa y constructiva. Implica múltiples factores, uno de ellos es el autoconocimiento y la capacidad de autogestión.

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/anna-carpena-regulacion-emociones/74707.html

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Entrevista al genetista Víctor Penchaszadeh: “La gesta de Abuelas demuestra que la ciencia puede y debe estar al servicio de los valores humanos fundamentales”

Universidad dialogó con Víctor Penchaszadeh, médico especializado en pediatría, genética médica, salud pública y bioética, que participó de la creación del primer Índice de abuelidad que permitió identificar a hijos de desaparecidos, al tiempo que asesoró a Abuelas de Plaza de Mayo en el funcionamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos.

En la semana en que recordamos los 35 años del retorno de la democracia en el país y se conmemora el día internacional de los Derechos Humanos, el Director del posgrado en Genética, Derechos Humanos y Sociedad de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), Víctor Penchaszadeh, conversó con Universidad y  destacó el rol que puede tener la ciencia “en materia de información, garantía y ampliación de derechos”.

El también ex-presidente y miembro del Consejo Directivo de la Red Latinoamericana y del Caribe de Bioética UNESCO, y autor del libro Genética y derechos humanos: encuentros y desencuentros, publicado por editorial Paidós, reconoce los avances y manifiesta que la genética aún puede hacer un mayor aporte a la comunidad.

¿Cómo definirías tu trabajo y cómo se vincula con la universidad?

A lo largo de mi historia profesional, enseñé e investigué sobre genética, derecho a la salud y derecho a la identidad en universidades de Argentina (UBA, Universidad Nacional de La Matanza, Universidad Nacional de Tres de Febrero), Venezuela (Universidad Central de Venezuela) y Estados Unidos (Albert Einstein College of Medicine y Universidad de Columbia), además de haber sido profesor invitado en decenas de universidades de diversos países. El trabajo universitario no puede ocurrir aislado del medio social en el que estamos inmersos y donde hay tantos problemas por resolver. Mis áreas de trabajo universitario (genética y derechos humanos, bioética, salud colectiva), son también mis áreas de activismo social, en las que procuro que el conocimiento científico guíe acciones que contribuyan a la justicia social, la equidad y el bienestar.

Cuando se observa todo el aporte que ha hecho la ciencia a la labor de las Abuelas de Plaza de Mayo, se hace presente el importante rol que puede jugar en materia de información, garantía y ampliación de derechos. ¿Cuál es tu mirada en relación a esta idea del conocimiento puesto al servicio de las demandas sociales?

La gesta de Abuelas demuestra que la ciencia puede y debe estar al servicio de las grandes causas en las que están en juego valores humanos fundamentales como la dignidad y los derechos de las personas y las poblaciones. No concibo otra idea de la ciencia. En el caso particular del derecho a la identidad, que es tan caro para los argentinos, aprovecho para comentar que sería reduccionista confundir el derecho a la identidad genética con el hecho de que la identidad personal depende de muchos factores interrelacionados además de la genética, entre otros, depende de la historia, la cultura, el amor, la crianza, el lenguaje y la educación.

Por otra parte, actualmente la actividad científico-tecnológica a nivel global está controlada por el complejo científico-industrial-financiero privado, para el que lo más importante es el mercado y el rédito económico de las grandes corporaciones por sobre las necesidades y el bienestar de los pueblos.  Es fundamental recuperar la concepción que establece que, para que la ciencia sea ética, debe contribuir al bienestar, no sólo del ser humano, sino de todas las especies vivas y del planeta que compartimos. Entre las demandas sociales a cuya solución la ciencia puede y debe contribuir, están la lucha contra la pobreza (¡el 50% de los niños argentinos son pobres!), el hambre y la inequidad (¡el 1% más rico de la población mundial se ha apropiado del 50% de la riqueza del planeta!), y el derecho a la salud y la educación.

¿Considerás que la genética y la bioética pueden hacer un aporte aún mayor a la comunidad?

¡Por supuesto! Ambas disciplinas tienen mucho para contribuir al conocimiento de la especie humana y a la armonía social. La genética, que comenzó impregnada de prejuicios y elitismo (como el racismo y la eugenesia), evolucionó hacia una definida defensa de los derechos humanos, en particular proveyendo metodologías para asegurar la vigencia del derecho a la identidad, como ha ocurrido en Argentina. Ahora, debe seguir combatiendo el reduccionismo y el determinismo genéticos, que están en la raíz de muchos males sociales, como las restricciones al derecho a la salud, la exclusión, el racismo, la discriminación y la estigmatización del diferente. Por otro lado, existen aún muchas áreas desconocidas de la estructura y funcionamiento del genoma que la genética deberá elucidar.

En cuanto a la bioética, que se originó en el primer mundo en la década de los 70 para afrontar los problemas éticos en la atención individual de la salud en esos países, ha agregado a sus preocupaciones la situación global de falta de vigencia del derecho a la salud, la injusticia social y las inequidades colectivas, especialmente en los países pobres. Asimismo, la bioética latinoamericana critica la modalidad imperante del desarrollo científico-tecnológico desbocado que privilegia la acumulación y reproducción del capital por sobre las necesidades reales de la comunidad. Con estos enfoques, tanto la genética como la bioética seguramente pueden hacer grandes aportes a la sociedad.

En este sentido, ¿cuáles considerás que son los nuevos desafíos para la genética? ¿Qué rol cumple la universidad pública en esta dirección? 

Los nuevos desafíos de la genética, especialmente en el ser humano, son abordar la complejidad de la estructura y la función del genoma en su interacción con el medio ambiente, y estudiar más el fenómeno de la epigenética, es decir, la manera en que el ambiente actúa para regular la actividad de los genes.  Es necesario aceptar que los genes no actúan aislados del medio ambiente (“un genoma es tan bueno o malo como el ambiente con el que interactúa”) y, por ende, todos los rasgos humanos resultan de la interacción permanente entre nuestro acervo genético y las experiencias medioambientales biológicas, psicológicas y sociales. La responsabilidad de la universidad pública en esta tarea es fundamental, tanto en la investigación sobre esta temática como en la formación de los científicos de ciencias básicas, los científicos sociales y los profesionales de la salud. El reciente experimento totalmente reñido con la ética realizado en China, en el cual se modificó un gen en embriones humanos, con la premisa falaz de que los productos resultantes serían más resistentes al VIH, debiera aleccionar a la sociedad, y especialmente a las clases medias y altas, de que jamás un genoma de “diseño” podrá ser el camino a la salud, el bienestar y la felicidad.

Otras ramas del conocimiento científico han avanzado mucho en materia de divulgación. ¿Considerás que la genética tiene todavía un camino por recorrer?

Todavía existen en la sociedad muchos mitos en materia de genética, generados por ignorancia, desconocimiento e intereses creados. Estos mitos pueden ser contrarrestados con la desacralización del ADN, la educación del público sobre los alcances y limitaciones de la genética en su interacción con el medio ambiente, y el conocimiento de los factores económico-sociales que impulsan deformaciones interesadas de la ciencia en aras de la acumulación de capital.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/161704-la-gesta-de-abuelas-demuestra-que-la-ciencia-puede-y-debe-es

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Emilia Ferreiro: “Los chicos tienen la mala costumbre de no pedir permiso para empezar a aprender”

La Emilia Ferreiro es una investigadora que revolucionó la enseñanza de la lecto-escritura. No es que ella proponga un método, el famoso ¿cómo lo hago?, si no que cambia la perspectiva  respecto de la cual se problematiza la adquisición de la lectura. Debo confesar, que es Emilia Ferreiro quien me reconcilia con la mirada Piagetiana. De ella sólo he leído “Cultura escrita y Educación“, que es una larga entrevista que le realiza Castorina. Es muy ameno, fácil de leer e ilustrativo del problema a abordar.

Dice la Ferreiro:

Mi función como investigadora ha sido mostrar y demostrar que los niños PIENSAN a propósito de la escritura, y que su pensamiento tiene interés, coherencia, validez y extraordinario potencial educativo. Hay que escucharlos. Hay que ser capaces de escucharlos desde los primeros balbuceos escritos (simples garabatos, según algunos, contemporáneos de los primeros dibujos que realizan).
No podemos reducir el niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras.

Usted presenta el CD con una frase muy provocadora: “Los chicos tienen la mala costumbre de no pedir permiso para empezar a aprender”. Esto quiere decir que la escuela se molesta ante esa actitud.

–Una de las cosas siempre difíciles para dialogar con el ámbito escolar es que la escuela tradicional parte de la suposición de que los que recibe son oficialmente ignorantes y en caso de saber alguna cosa, eso es irrelevante respecto de los contenidos escolares. Todo mi trabajo de investigación ha consistido en mostrar que los chicos cuando llegan a la escuela ya tienen un camino andado y ese camino no es irrelevante respecto del contenido fundamental del primer año de primaria, que es la alfabetización. Convencer a los maestros que esos chicos vienen pensando desde hace un tiempo, que se interesan en la escritura porque se dan cuenta rápidamente de que es un objeto valioso del entorno y, curiosos como son, hacen preguntas y se interesan en todo aquello que ven que tiene valor para la sociedad en la cual viven. Ese es el sentido de la frase, es irónica porque eso de que el chico no pide permiso es claro para jugar pero para empezar a aprender tampoco piden permiso.
–Hace años que viene batallando con la necesidad de reconocer lo que los chicos saben, ¿ahora ve un cambio de actitud de los maestros en ese sentido?
–Hay vaivenes. Para ser positivos, en sentido general, la dirección es hacia reconocer que así no se puede seguir haciendo, pero la tradición educativa es tan fuerte que todo sirve como excusa para volver atrás: o son muchos chicos, o son muy pobres, o no hay libros. En este país hay experiencias fantásticas con maestras que se han animado a dialogar intelectualmente con sus chicos. Todos hablamos del respeto hacia la infancia. El respeto más difícil es el respeto intelectual porque supone reconocer que el chico es un interlocutor válido y yo adulto inteligente puedo dialogar con un pequeño que también es inteligente. Ese respeto intelectual es muy difícil en el ámbito escolar, en donde se tiende a perdurar la imagen clásica de la autoridad y la incapacidad del otro lado. Yo soy autoritario porque tú eres incompetente.
–Es decir, el lugar del saber es el del docente.
–Tiene el lugar del saber, de la palabra consagrada, se reserva un montón de roles que es lamentable que se los reserve: por ejemplo el rol de corrector. En las experiencias que he podido seguir más de cerca se socializan muchos de los roles que eran solamente propiedad del docente y eso es complicado para el docente. Pero si yo quiero formar un escritor autónomo y por escritor entiendo al que produce textos y no al escritor consagrado, tiene que hacerse cargo de su texto y esto supone que antes de entregarlo, de hacerlo público, se lo revise. La revisión es parte de la responsabilidad del autor. Eso no es espontáneo, requiere todo un trabajo docente para que se instale esa responsabilidad frente al texto que va a ser público de alguna manera. Mientras el docente conserve para sí mismo el rol de corrector impide que los chicos trabajen esta cosa tan importante que es hacerse responsable de su texto.
–Por ejemplo…
–Primero los textos se producen con algún propósito. No es un texto para nadie o para la maestra pero sabiendo que la maestra después de corregirlo no hace nada, sino que es con algún propósito, parte de algún proyecto que puede ser montar una exposición sobre algo que han investigado o entrar en comunicación con chicos de otra escuela. Eso que se produce a veces pasa a una situación de revisión colectiva donde la maestra elige algún texto, generalmente de alguien que no sea ni el mejor ni el peor de la clase pero que sepa defender su texto frente a otro, entonces se discute si se entiende o no, si se puede decir así, si se podría decir mejor y eso funciona un poco como modelo de qué es lo que hay que mirar y después se forman grupos donde dos o tres chicos se intercambian los textos, opinan pero dejando siempre al autor el derechode incorporar o no revisiones. Hay muchas cosas que son propias de la revisión, por ejemplo, la puntuación aparece mucho más fácilmente en la revisión que en la producción. Ciertas reflexiones ortográficas también. En el momento de la producción están centrados en qué quieren decir. La revisión es el momento para revisar la forma…
–Eduardo Galeano dice que para saber si un texto tiene armonía lo lee en voz alta y por la cadencia del relato va corrigiendo la puntuación y las palabras que resultan altisonantes en esa especie de melodía que tenía que surgir del texto si estaba bien escrito y con sentido.
–Uno descubre cuál es el mejor procedimiento de revisión que conviene al tipo de texto que está haciendo. Revisar es lo que es propio de una escritura responsable. Cuando la maestra se reserva para sí algunas de las funciones propias de un usuario de la lengua escrita impide ciertos aprendizajes que son esenciales. No se han analizado suficientemente todos los roles que tenemos cuando somos lectores y productores de textos. La escuela no puede seguir formando gente que escriba en dictado. Eso era propio de la antigüedad clásica.
–¿Se sigue usando el dictado como método para que el chico aprenda?
–El dictado es un ejemplo típico de una situación que perdura por tradición sin que se sepa muy bien para qué sirve. En los análisis efectivos de dictados realizados uno encuentra cosas curiosas: de pronto la maestra dice estoy haciendo dictado para ver cómo está la ortografía pero da claves ortográficas, es como si no quisiera que aparecieran los errores que está anticipando. Hoy día no se justifica. Yo digo que si alfabetizar no es introducir a la cultura escrita del tiempo que vivimos, no se entiende cuál es la función de la escuela. Y el tiempo que vivimos es tiempo de Internet, computadoras, y perduran prácticas que solamente la tradición las justifica.
–Usted hace hincapié en respetar el proceso de anticipación y verificación que hacen los chicos en función de las hipótesis que se plantean pero muchos padres se desesperan ante ese proceso cuando los chicos escriben de una forma que parece otro idioma…
–Cuando los chicos empiezan a hablar también parecería que hablan otro idioma. Todavía no es español, claro que no lo es, pero hacemos la hipótesis de que se quiere comunicar entonces en lugar de decirle “hasta que no pronuncies bien no avanzamos”, hacemos la hipótesis de que ahí hay un significado, que hay una intención comunicativa y probamos: “¿qué quiere, quiere agua, quiere la pelota? quiere algo y por eso habla”. Con la escritura ya no hacemos más hipótesis, eso ya es otra cosa. No quiere comunicar nada, lo que tiene que hacer es copiar bien las letras y asumir la escritura como algo ya hecho que se copia y una vez que se ha convertido en un buen copista la sociedad lo autoriza a hacer algo más con la escritura. La idea es un poco revertir las prioridades, hoy día hay un montón de máquinas que se encargan del cuidado en la ejecución gráfica de las formas. La máquina de escribir ya lo hacía, la computadora lo hace de manera espectacular. Yo escribo y después decido si quiero que sea mayúscula o minúscula, cursiva o no.
–Pero el rol de las máquinas tiene un límite…
–¿De qué no se encargan las máquinas? Todavía no se encargan de expresar bien las intenciones comunicativas. Yo no digo que no haya que aprender a utilizar pertinentemente las letras, ¿cómo voy a decir eso? Lo que digo es que no nos olvidemos de los otros aspectos y no pongamos todos los aspectos formales por delante porque eso no introduce bien a la cultura escrita. Y el problema de la introducción a la cultura escrita es sumamente complicado y nunca ha sido focalizado justamente por esta fijación en las formas. No avanza, no avanza, quiere decir no estoy viendo los indicadores que utilizamos desde hace siglos para percibir avances. O sea, tiene en su cuaderno ma-me-mi-mo-mu, el abecedario, y cuando le digo cosas que no tienen ningún sentido como foca, fito, flaco, las escribe con “f”, ¿eso es avance? Yo digo: es apenas uno de los indicadores, a mí meimporta también que distinga lo que es una poesía de una narrativa, que sepa que una definición de un diccionario no se realiza como un cuento, que sepa qué es buscar información, que sepa cuándo la encontró. Una cosa es decir estoy buscando información pero puedo seguir así… sino tengo la menor idea de cuándo llegué a algo parecido a la respuesta a la pregunta que tenía inicialmente. Hay un montón de saberes vinculados con la escritura que han sido relegados siempre para después: para cuando llegue a quinto, para cuando llegue a sexto y la gente los ha ido incorporando. Yo he visto hacer cosas impresionantes con chicos de preescolar que siempre han sido tomados como bobitos… se les puede contar cuentos pero hasta ahí y lo que se puede hacer en preescolar es fantástico sin la intención de hacer enseñanza precoz sino pensando que son chicos inteligentes, interesados y que pueden abordar a cierto nivel los objetos de la escritura. Si hoy día nadie se asusta de que un chico de cinco años quiera entrarle a la computadora por qué nos vamos a asustar si quiere entrarle a un libro. La verdad no me parece correcto.
–Muchas veces se ha criticado esta concepción de dejar hacer al chico porque no se han corregido los errores ortográficos.
–Pensemos las cosas como corresponden al siglo en el que vivimos. Con las nuevas tecnologías están pasando cosas muy interesantes, algunas las sabemos pero no hemos reflexionado quizá lo suficiente sobre ellas. En la misma pantalla tengo una tecnología instalada que me permite la comunicación a distancia, que me sugiere “escribe y mándalo rápido. No revises. Esto está hecho para que no pienses mucho sino para que contestes de inmediato”, es decir el correo electrónico. El medio suscita la rapidez y la no revisión. Ahí aparece cualquier cantidad de errores de ortografía y ni hablemos del chat porque en el chat se produce además ortografía desviante a propósito. Ahora, con la misma pantalla, el mismo teclado, entramos en el procesador de palabras y ahí tengo un corrector ortográfico que lo puedo activar y me alerta. Entonces frente a algo que llamamos la computadora en algunos casos suscita “ni te ocupes de la ortografía” y en otros suscita “ocúpate o yo me ocupo por ti. Yo estoy alerta, tú sigue, pero luego revisa porque yo te estoy diciendo aquí pasa algo”. ¿Qué es lo que pasa? Ahí depende del corrector que uno tenga. Nunca ha habido esta situación de escribir con alguien que alerte “mirá lo que está pasando”. Y ese alguien no es un humano, es una máquina. La escuela tendría que aprender a usar inteligentemente los correctores, los chicos lo están haciendo sin problemas. Me parece que con los correctores de ortografía se está teniendo la misma reacción de rechazo que hubo con las calculadoras de bolsillo. Cuando llegaron dijeron eso va a arruinar el cálculo, el chico no va a saber más calcular, van a delegar en la máquina. Pasaron varios años para que la escuela descubriera que se podía hacer un uso inteligente de las calculadoras. Cuando estaban en todos los bolsillos se descubrió que no podían prohibir que los chicos llegaran con calculadora. Lo mismo pasa con estas cosas: en lugar de pelearse con la tecnología, la escuela debería preocuparse por hacer un uso inteligente de ella, sobre todo cuando son tecnologías que llegaron para quedarse. A mí no es que no me importe la ortografía, lo que me pregunto es si seremos capaces algún día de pensar inteligentemente sobre la ortografía en lugar de asustarnos de los errores. Pero asumamos también que la comunicación por Internet está instalando, no importa que me guste o no, una tolerancia ortográfica que era desconocida. Creo que cualquiera de nosotros ha recibido mensajes en donde alguien muy cuidadoso de sus mensajes comete errores de ortografía que jamás cometería si fuera en papel, y yo receptor no empiezo diciendo “te fijaste el error de ortografía”, no, tolero ¿por qué? porque sé que en la mensajería electrónica lo importante es el contenido más que la forma.
–Esto puede marcar una evolución de la lengua en cuanto a que palabras se empiecen a escribir distinto…
–Puede ser, de hecho toda lengua tiene alguna zona de fluctuación. Por ejemplo, la palabra preescolar se la puede ver escrita de tres maneras distintas –prescolar, preescolar, pre-escolar– y ¿cuál es la correcta? Cuando se trata de transcribir una palabra que no está en el léxico es impresionante la variación. Ahora con la guerra de Irak hubo que poner en la prensa términos referidos a jerarquías religiosas de las cuales no tenemos la menor idea o lugares que no conocemos. Uno compara la prensa de España, de México, de la Argentina, y ve que la misma palabra se ortografía de maneras completamente distintas y nadie se asusta. Precisamente porque la situación es de urgencia, hay que escribir sobre eso y no tenemos la menor idea de cómo ponerlo. Sabemos que en muchos casos no pasa nada con palabras que tienen variantes ortográficas. La ortografía es importante para mantener la intercomunicabilidad entre hablantes hispanos que pronunciamos de maneras muy diferentes las cosas, pero no es un pecado capital cometer un error de ortografía. Me parece que en muchos casos la ortografía es inhibitoria y no le veo la ventaja. Si un chico no escribe porque tiene miedo de cometer un error de ortografía, yo prefiero distenderlo y que escriba porque además sé que hoy día hay otros recursos para controlar la ortografía que, eventualmente cuando ese chico crezca tendrán una disponibilidad mayor. Y eso a pesar de que a mí me molestan los textos con errores de ortografía.
–Muchas veces, los profesores del primer año de la universidad se quejan porque los chicos no comprenden lo que leen o escriben textos en los que no logran desarrollar una idea, ¿en esto influye la forma en que aprendieron a expresarse por escrito?
–Me parece que pasan dos cosas. Estamos un poco cansados del discurso que le echa la culpa siempre al nivel anterior. En esas cadenas de responsabilidades hay algo de cierto: efectivamente cada nivel educativo está cumpliendo mal con su función alfabetizadora, pero si digo eso es porque estoy suponiendo que cada nivel educativo tiene cierta responsabilidad en un proceso de alfabetización que no termina. Si yo pienso que la alfabetización es cosa de primer y segundo grado y ahí acabo, es que no estoy viendo la alfabetización como ingreso a la cultura escrita. Si la veo así sé que en cada nivel educativo voy a tener que enfrentar a los estudiantes con textos que son desafíos nuevos porque es propio del saber acumulado que quiero transmitirles en ese momento. La idea de que la alfabetización acaba en los dos primeros años de la primaria impide ver cuál es la tarea alfabetizadora propia de los niveles siguientes, impide ver que la alfabetización es un proceso y no un estado que se logra de una vez por todas. Entonces seguiremos quejándonos de que el nivel anterior no hace lo que hace y nunca haremos lo que nos toca hacer. Efectivamente llegan mal pero también es cierto que aunque lleguen bien yo tengo que seguir alfabetizando. Ese asunto de llegan mal, cada vez saben menos, no me parece un diagnóstico correcto. Cada vez que alguien usa la escritura para algo y pide que se escriba algo para algo está vinculado con la alfabetización. Cualquier profesor, el de Historia, Ciencias Naturales, el que sea tiene que preguntar si entendieron o no y si no lo entendieron qué pasó. Y no, simplemente no lo entendieron “profesor de lengua ocúpese”. No.
–Por qué usted pone el acento en difundir esta concepción en la escuela pública…
–La respuesta está clara en un hecho de mi propia vida personal cuando empecé a difundir estos resultados –el CD es un esfuerzo de difusión también–, los primeros que se animaron a ponerlo en práctica, a decir esto quiere decir cambiar muchas cosas de la escuela, fueron las escuelas privadas. Primero en Brasil. Cuando me empezaron a mostrar los resultados yo dije “si solamente la escuela privada lo toma, yo voy a contribuir a ensanchar la brecha que ya existe entre público y privado”, entonces fue cuando me concentré furiosamente en hablar para el sector público, insistir en la responsabilidad del sector público, porque son los sectoresmás postergados los que necesitan más de la escuela. Si la escuela no cumple bien su misión no hay otra instancia de reemplazo, no tienen más que a la escuela para hacer el despegue en esta vida. A medida que la distribución de la riqueza en América latina está cada vez menos bien distribuida, muy concentrada en un lado y la pobreza en otro, la brecha se ensancha y la llegada de la computadora contribuye también a ensancharla. Uno vive en el tiempo que le toca vivir y seguiré insistiendo en que la educación pública es lo más prioritario a condición de que no bajen los objetivos educativos.
–¿Cómo es eso?
–”Como son pobres, con que sepan esto, está bien”, yo lo he escuchado así tal cual. “Con éstos se puede hacer más pero con éstos, ¿qué querés?, gracias con que llegaron hasta acá.” Eso a mí no me sirve. Justamente, cuando los tengo en situación de precariedad educativa tengo que levantar los objetivos educativos, tengo que hacer el máximo esfuerzo para no conformarme con el “hasta acá”. Si yo asumo que si no está la escuela no hay ninguna cosa de reemplazo alrededor, la responsabilidad escolar es mayor. No hay nada peor que el achatamiento de los objetivos educativos y eso está pasando.
–Si el docente tiene el preconcepto de que el chico llega hasta acá termina condicionando las posibilidades del chico…
–Absolutamente. Hay maestros que dicen “si todos sus hermanos repitieron… éste también”. La muerte escolar anunciada. Por eso yo insisto en que todos los chicos pueden aprender. Entonces me dicen “vos decís que parece que no hay patología en este campo”. No, son dos cosas distintas. Una maestra que tiene delante veinticinco o treinta chicos, mejor que piense que todos pueden aprender y no que esté pensando cuáles son los cinco o seis disléxicos que tengo en el grado porque va a terminar encontrándolos. Por ése es el efecto de la profecía autocumplida. Es mucho más sano desde el punto de vista del accionar docente el pensar “todos pueden” que el pensar “vamos a ver quiénes pueden”. El maestro que consigue generar entusiasmo, compromiso, que se sorprende con las preguntas de los chicos, los deja hablar, toma nota de sus dificultades, de la información que van trayendo, ese maestro es un compañero en el aprendizaje, además enseña, ¡ojo! no deja de enseñar. Yo no quiero un maestro que se hace el bebote, pero se niega a escuchar. Hablan, hablan, hablan, no escuchan nunca.

Fuente; https://educandoenlacasa.wordpress.com/2010/05/03/emilia-ferreiro-%E2%80%9Clos-chicos-tienen-la-mala-costumbre-de-no-pedir-permiso-para-empezar-a-aprender%E2%80%9D/

Imagen tomada de: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/cf/20/c1/cf20c1a2302afa170f2446aca6be2eda.jpg

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Entrevista a Julio E. Pereyra Silva: Los científicos afroamericanos y su inserción en las universidades en América Latina

Por iberoamericasocial.com

El profesor Julio E. Pereyra Silva es un destacado investigador afrouruguayo que trabaja como docente Adjunto en la Facultad de Artes, de la Universidad de la República (Udelar), en las ciudades de Montevideo (capital de la república) y en Paysandú (capital del departamento homónimo en el interior del país). Su desarrollo como profesional, interesado en los asuntos relativos a las comunidades afrolatinoamericanas le ha llevado a cursar un diplomado en Pedagogías de las Diferencias en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Argentina.

Para ampliar el campo de acción de sus investigaciones está realizando una maestría en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), de la Universidad de la República (Udelar), en Uruguay; cuya tesis se titula ‘Familias universitarias afrouruguayas: Narrativas en torno a estrategias de egreso’, la cual se encuentra en proceso de redacción.

Paralelamente participa como integrante del Núcleo de Investigación en Cultura Visual, Educación y Construcción de Identidad en la Udelar, Uruguay, donde investiga sobre temas vinculados a los estudios de cultura visual y a las condiciones de creación y producción artística contemporánea. Según la propia misión-visión del grupo les ‘interesa la relación de estas temáticas con la educación artística y los procesos de construcción de identidad’.

Pereyra amplía el ámbito académico al que pertenece, participando como miembro y fundador de la Asociación de Investigadores Afrolatinoamericanos y del Caribe (AINALC) y también socio de la Associação Brasileira de Pesquisadores/as Negros/as (ABPN), Brasil. En este medio es responsable de cursos e investigaciones sobre la identidad afrodescendiente desde la perspectiva de los imaginarios sociales y sobre arte latinoamericano en su intersección con las variables de clase, raza y género.

Iberoamérica Social: ¿Qué significa ser un investigador negro en estas latitudes de América Latina?

Julio E. Pereyra Silva: Quizá para comenzar a responder a tu pregunta y pensando en el contexto del Rio de la Plata, ser un universitario afrodescendiente ya es de por si una excepción. En Uruguay la participación de la población afro en la Universidad de la República se restringe a un 2%. Ya en ese contexto, dedicarse a la investigación con todos los bemoles que esto conlleva, pasa a ser una rareza. Además de las cuestiones que podrían estar relacionadas con el número total de afrodescendientes, y que tampoco explican esta situación, se suman los elementos relacionados con características de las sociedades en las que vivimos. Sociedades afectadas por el racismo estructural, en las que la situación socio económica de gran parte de los afrodescendientes está afectada por la pobreza o por alguna forma de la insatisfacción de alguna de las necesidades básicas.

Por esa razón, y contestando ya tu pregunta, es un compromiso bastante grande, en parte por las expectativas que se depositan sobre cada uno de nosotros. En todo esto incide la representación del grupo étnico del que provenimos y las relacionadas con el sobre esfuerzo requerido para mantenerse en el espacio académico.

IS: ¿Cuándo empieza tu interés por participar en la red investigadores afrolatinoamericanos?

J. P. S.: En mi experiencia de vida, las formas relacionadas a los modos de asociación siempre han sido los que me han dado mejores resultados. Por formación familiar y vocación política creo en el trabajo colectivo por sobre lo individual.

En el año 2015, desde la ABPN (Asociación Brasilera de Pesquisadores/as Negros/as) recibí la invitación para participar en uno de sus congresos regionales, el II Congreso Brasilero de Pesquisadores/as Negros/as – II Copene Sul. Allí junto a otros investigadores de Argentina, Brasil y Colombia se decidió crear la AINALC (Asociación de Investigadores Afrolatinoamericanos y del Caribe), siendo esta una iniciativa impulsada fuertemente por el entonces presidente de la ABPN el Dr. Paulino de Jesús Cardoso. A partir de ese momento junto a otras compañeras y compañeros intentamos darle forma a esta asociación que busca promover a los investigadores afrodescendientes y generar un espacio más de lucha contra el racismo.

En el 2018 me integré también a la ABPN, con quienes continuamos trabajando en una firme parceria y que, por sus logros en sus dieciocho años de existencia, es un claro modelo a seguir por el resto de Latinoamérica.

IS: Según tu experiencia, ¿cuál es el panorama de inserción y trabajo de los investigadores negros en Uruguay y el Río de la Plata (entiéndase Uruguay; Argentina y Brasil)?

J. P. S.: El trabajo del investigador en Latinoamérica es de por sí bastante ingrato; la constante búsqueda de financiamiento para las investigaciones, las actividades del pluriempleo, los recortes (que hoy si y mañana también) aplican los diversos gobiernos a las agencias de investigación así lo demuestran.

Si bien yo soy un investigador afrodescendiente que trabajo sobre temas de la afrodescendencia, no quisiera limitar a los afrodescendientes a solo trabajar en ese tema. La suerte que corre un investigador afrodescendiente que, supera los obstáculos de las carreras académicas (cierto volumen de producción, formación acorde y actualizada, Currículum disponible al día, etc.) está después ligada al interés que sus producciones tengan para las diversas agencias de investigación. Y que logre superar ya en esos ámbitos los diversos techos (que a veces ni siquiera son de cristal)1que pueda encontrar en su carrera.

IS: ¿Qué es la AINALC y que finalidad tiene en este contexto latinoamericano?

J. P. S.: Como te decía anteriormente la AINALC es la Asociación de Investigadores Afrolatinoamericanos y del Caribe. Tiene su Asamblea de Fundación en Dourados, Mato Grosso do Sul, Brasil, en 2017. Esto ocurrió luego de varios encuentros que comenzaron en el año 2014 en Buenos Aires, Argentina y en el 2015 en Curitiba, Paraná, Brasil.

En su Carta de creación señala que

tiene como propósito agrupar a los investigadores/as negros/as de América Latina y el Caribe, generando un espacio de diálogo, articulación y cooperación académica entre los investigadores/as, los centros de investigación, las universidades y los docentes, los núcleos y centros de estudios africanos y la Diáspora africana y de esta manera promover el intercambio de saberes colectivos y trabajar por la defensa y promoción de los Derechos Humanos de la población negra en América Latina y el Caribe.

IS: ¿Qué canales de difusión utiliza esta red para compartir los avances de información que surgen y así visibilizar los asuntos de interés de esta?

J. P. S.: Mientras se cumplen los tiempos para la formalización legal de la Asociación, la AINALC trabaja bajo la égida de la ABPN, siendo su página https://www.abpn.org.br y es ese el espacio web que tenemos disponible para la información oficial.

Además, se dispone de una cuenta en Facebook, AINALC ABPN, que nos permite un intercambio más fluido y cercano a la coyuntura de los diversos países miembros y a sus integrantes.

IS: ¿Te parece que se podría incrementar el interés por esos temas si las universidades tuvieran un papel más activo en la promoción de políticas de acciones afirmativas de la identidad afrouruguaya o consideras que puede haber otros elementos que faciliten y visibilicen las problemáticas y los asuntos de interés de los afrodescendientes?

J. P. S.: Siempre es importante agradecer que los diversos espacios institucionales asuman el compromiso con la promoción de políticas de acción afirmativa hacia la población afrodescendiente.

Pero también considero que aún hay mucho por hacer para obtener resultados satisfactorios, a la hora de alcanzar mejoras para la población afrodescendiente.

Me voy a detener en algo en particular que creo fundamental. La brecha educativa afecta a la población afrodescendiente de forma escandalosa, especialmente en el nivel de la Enseñanza Secundaria. Por el momento, no parece haber acciones disponibles que colaboren con los docentes, facilitándoles herramientas que les permita conocer más sobre las cuestiones relacionadas a la cultura de los afrodescendientes. No parece haber, desde la formación docente una reflexión en la que vinculen esta carencia con los magros resultados que obtienen en el egreso de esta población. Corremos el riesgo de concluir, a la luz de los resultados, que a nivel oficial se considere este fracaso como propio de una falta de interés de los estudiantes afrodescendientes; debido a la falta de oportunidades -de los docentes- de mejorar esos rendimientos. Es probable también y aquí aventuro una hipótesis más arriesgada, que estos resultados no sean considerados un problema, en tanto coincide con la expectativa que el imaginario social tiene sobre los afrodescendientes.

IS: Según tu experiencia, ¿cuáles serían los detonantes que justifican la ausencia de trabajos sobre el tema afrolatino y la falta de interés en difundir y visibilizar estas cuestiones?

J. P. S.: La herencia del período de esclavitud de africanos y afrodescendientes es aún una pesada carga para el relacionamiento en nuestras sociedades. Cuando un grupo de ciudadanos está fuertemente identificado y orientado en relación de servidumbre y dependencia de otro grupo, poco puede esperarse para obtener cambios si no hay un fuerte reconocimiento de la postergación que uno de esos grupos viene sufriendo, por lo que se entiende entonces el bajo interés que el tema tiene. También es necesario señalar otra característica, que los colegas de Brasil discuten desde hace un tiempo, y es que en nuestro medio se hace cada vez más evidente el ‘extractivismo académico’ referido a la población afrodescendiente. Concepto que define acciones propias de investigadores y proyectos académicos que coloca a la población afro como fuente y objeto de estudio, sin que esta comunidad reciba luego devolución de los temas que le son propios y de sumo interés para la misma. Además, quien lo practica, acumula conocimiento sobre estas poblaciones y lo transforma en ‘experto sobre esos temas’, pasando a veces a tomar parte en las decisiones sobre sus estudiados.

IS: ¿Podrías adelantar algunos avances de tus investigaciones en estos temas?

J. P. S.: Respaldados en las conceptualizaciones que refieren a la Cultura Visual, junto a la Procuradora Sra. Lourdes Martínez, venimos trabajando en la noción de aniconicidad. Con este concepto atendemos al significado de los imaginarios sociales, sus límites y efectos performativos y en particular los que afectan a las poblaciones afro.

Los resultados observados, revelan que las condiciones en las que se observa a los integrantes de las comunidades afro, los mantienen fuera de los espacios académicos, y es impensable relacionarlos con tareas de esta índole.

Nuestras sociedades no pueden, ni quieren, pensar ni representar a los afrodescendientes fuera de las tareas de servicio. Esta incapacidad obtura las formas de pensar, volviendo casi imposible la acumulación de capital simbólico. Cada espacio conquistado (por fuera de las expectativas mínimas) por un afrodescendiente, se lo vincula a un carácter excepcional del sujeto. Siempre se es entonces el primero, siempre se es raro, siempre se está en donde no se lo espera. Jamás se piensa en un proceso de acumulación por parte de esta comunidad. Todos parecemos descender de forma directa del Ansina2 cebador de mate o de una ama de leche.

El ideal aplicado para el resto de la población, reflejado en sujetos esforzados en dotar de herramientas a sus hijos para el ascenso social, resulta siempre sorprendente si se piensa en un hombre o mujer afro.

De allí que vuelvo a la primera respuesta, un investigador negro es una rareza inimaginable.

La señora Lourdes Martínez es egresada de la Udelar, militante feminista, miembro en Uruguay del grupo Colectiva Mujeres y de la Red Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora. Lleva para esta red el Observatorio de Políticas Públicas referidas a las mujeres y mujeres afro en particular en lo referente a Uruguay. Nos constituimos como matrimonio desde hace 20 años y compartimos la tarea de pensar sobre las cuestiones de referidas a la afrodescendencia. En particular las referidas a las Políticas Públicas y Educación.

Te dejo el link de un artículo que escribimos en 2017 a propósito de este tema en la Revista Artefacto Visual: ‘Anicónicas. Visualidades en torno a las mujeres afrodescendientes en Uruguay’

IS: Muchas gracias por tu tiempo y por la difusión de tu experiencia profesional

Fuente: https://iberoamericasocial.com/los-cientificos-afroamericanos-y-su-insercion-en-las-universidades-en-america-latina/

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Embajador de Finlandia: “Antes de ser embajador fui profesor, un buen docente puede hacer milagros”

Finlandia – Perú / 16 de diciembre de 2018 / Autor: André Agurto / Fuente: Gestión

Mika Koskinen pasa su último año representando a Finlandia en Perú. Cuenta que la igualdad de oportunidades ha llevado a su país a liderar los rankings de educación y felicidad. Añade que apuesta por los vínculos horizontales.

Mika Koskinen se ha desempeñado como docente, una carrera que en su país goza de prestigio social. Hoy, sin embargo, es embajador de Finlandia en Perú. Y, aunque este es su último año en el cargo, asegura que en un futuro tendrá más de una razón para volver.

¿Cuánto tiempo lleva en la carrera ­diplomática?
Llevo ya muchos años. Este año cumplo 24. Empecé en 1995 en París, donde pasé cinco años. Luego fui a Irlanda, donde pasé cuatro años y luego a España.

¿Cómo ingresó a la carrera?
Tenía un buen amigo que estaba enviando su candidatura y me preguntó por qué no hacía lo mismo. En realidad no sabía mucho sobre esta carrera. Me tomó unos días investigar de qué se trataba y también postulé. Era el año 1994.

¿Fue complicado?
Sí. En Europa había una recesión económica y en Finlandia eran más de 3,000 candidatos para 36 puestos. Pensé que nunca iba a entrar, pero poco a poco fui avanzando durante un año de distintas pruebas.

¿Qué fue lo que lo convenció de convertirse en diplomático?
Que la sociedad de los nórdicos representa valores que estaban muy cercanos a mí. Por eso empecé y fue una decisión muy buena. Es un privilegio difundir lo mejor de la sociedad finlandesa.

¿Cuáles son esos valores?
Empezaría con la igualdad de oportunidades, como dar la posibilidad a todos los niños de asistir a una escuela de buen nivel. De esa forma no perdemos talento.

En el Perú hay mucho talento oculto en las zonas rurales que necesitan ir a un colegio de buena calidad. Eso es algo que en Finlandia hemos logrado desde la década de 1960.

Su país figura entre los países con mejor educación del mundo…
Antes de ejercer como embajador, he sido profesor. Se necesita mucha capacitación. Allá la carrera de docencia tiene mucho prestigio social y es muy difícil de ingresar. Un buen docente puede hacer milagros.

Además, están considerados como el país más feliz del mundo. ¿Cómo lo han logrado?
El sistema y las prestaciones sociales garantizan que todos vivan más o menos bien. La felicidad de cada uno es más grande al no ver tanta pobreza alrededor. Todas las personas pagan sus impuestos, van a las arcas del Estado y, finalmente, llega a la educación pública. Prácticamente no hay corrupción y hay paz social. Eso da felicidad.

¿Cómo comienza su vínculo con el Perú?
Tengo un vínculo muy grande con el Perú. Mi esposa es peruana, del norte del país.

¿Cómo se conocieron?
Ella fue diplomática de carrera. Nos encontramos en un coctel, que a veces pueden ser útiles (ríe).

¿Ya conocía el Perú antes de venir como embajador?
Conozco el Perú desde hace 20 años y tengo una relación de cariño muy grande con este país. Sin embargo, ha sido la primera vez que radicamos aquí. Para los niños también ha sido muy importante conocer su otra patria. Estamos muy felices.

¿Cuántas personas tiene a su cargo en la embajada?
Somos alrededor de 10 personas y, por lo tanto, la relación es muy horizontal. Además, trabajamos en conjunto con la embajada de Suecia. Somos un piloto de este tipo de embajada conjunta. Aunque competimos con ellos en algunas cosas, juntos somos más fuertes.

¿Cuál es la principal fortaleza de un embajador?
Un buen embajador tiene visión para las relaciones bilaterales y un interés natural por el país donde vive.

¿Extrañará algo del Perú?
Voy a extrañar muchas cosas. La gente peruana con gran corazón y la excelente comida. Pero no voy a estar tan triste porque voy a volver con mi esposa y mis hijos. No todos mis colegas tienen la suerte de estar casados con una peruana.

Fuente de la Entrevista:

https://gestion.pe/tendencias/estilos/embajador-profesor-buen-docente-milagros-250929

ove/mahv

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