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Entrevista a Viviana Roldán: «Que una niña o niño no juegue es grave, es una bandera roja de alerta»

Fuente: La Capital /Autora: Marcela Isaías

La psicóloga Viviana Roldán llama la atención sobre el «chupete electrónico», el celular para callar a los bebés.

or qué es importante el juego en la infancia? ¿Qué papel tienen los adultos como promotores de los espacios y momentos lúdicos? Y ¿qué pasa cuando una nena o uin nene no juega? La psicóloga Viviana Roldán recorre estas y otras preguntas alrededor del valor del juego en la infancia, una función que define como natural a los niños y niñas.

Roldán es docente de la Cátedra de Psiquiatría Infanto Juvenil de la Facultad de Ciencias Médicas (UNR), donde también realiza tareas de asistencia. Además, integra el Forum Infancias Rosario, un espacio conformado por profesionales de la salud y la educación. En charla con La Capital, mira con preocupación que desde bebés se les ponga un celular en la mano para callarlos, el famoso «chupete electrónico», que funciona como un dispositivo de adiestramiento al servicio de los adultos.

—¿Por qué es importante que un nene o una nena jueguen?

—El juego es una función natural en los niños. Si pensamos una postal en cualquier lugar del mundo vemos niños y niñas jugando. Incluso en los libros, en los cuentos… siempre hay imágenes jugando. Ahora, ¿por qué es importante que el niño juegue, tenga ese espacio libre de intromisión?, porque cuando juega va recreando un espacio que es propio y se va constituyendo como sujeto. Es importante que tenga esa propia libertad para elegir a qué jugar, cuánto tiempo. A medida que los niños van creciendo van entrando otras variables, pero el juego sigue teniendo esa misma función.

—¿Se puede decir que «se enseña» y «se aprende» a jugar?

—Si tengo que decir una primera respuesta diría que se puede enseñar, pero es mejor pensar en que se promueva y se acompañe al juego, porque el juego es inherente al niño y a la infancia. Claro que hay etapas donde aparecen situaciones como «te enseño a jugar al ludo», «te enseño a jugar a las cartas»…

—¿Qué pasa con los adultos y el juego de los chicos?

—Es común escuchar a los padres y madres que expresan: «Yo no estoy jugando con mis hijos porque no tengo tiempo», «Me doy cuenta de que cuando llego quiere jugar y no tengo ganas ni pilas». Y por todo eso, «ahora me estoy haciendo un ratito en la agenda para estar a tal hora». ¿Sirve esto? No, no sirve. Sirve si lo disfruta y si hay ahí un deseo y comunicación verdaderos. Incluso es mejor si dejamos al niño que juegue espontáneamente. En todo caso, en algún momento hay que hacerse la pregunta sobre por qué no hay tiempo para estar con el hijo. Por otra parte, es importante un llamado de atención a la cantidad de horas que el chico le dedica a los aprendizajes, cuando al tiempo de la escuela primaria se le suman otras actividades extras. Inclusive sería genial que en las mismas escuelas hubiese un tiempo para que puedan jugar de manera libre, a lo que se les ocurra. Un tema muy difícil porque hay disposiciones para controlarlos, para que no se peleen o golpeen, hay temor a los reclamos judiciales. Hay escuelas donde directamente está prohibido correr. Nosotras jugábamos a «Ladrón y policía», corríamos y desplegábamos toda esa motricidad de los 10, 11 años que llega con lo prepuberal. Hay una cuestión lúdica que va procesando, va marcando la realidad, cómo se introducen en la sexualidad, en el juego de conocer a un chico o una chica…

—¿Qué ocurre con el juego y las pantallas?

—Es un tema de preocupación que cada vez desde más pequeñitos estén con el «chupete electrónico». En un restorán o en cualquier lugar donde es natural que el bebé grite, quiera comer con la mano o que «moleste» de alguna manera, es común que los padres les den el celular y se calmen automáticamente. El celular tiene pantallas cada vez más lindas, mejores colores, con videos. Es realmente impactante, inquietante, ver cómo funciona en los más pequeños como una cuestión bien adaptativa y de adiestramiento al servicio de los adultos, porque le dan un celular y se calla. O bien cuando tienen que deambular, y sin embargo están tirados en el piso, quietos con el celular en la mano. Y no deambulan, no gritan, nada. Esto es de atención.

—¿Y con los nenes y nenas más grandes?

—El punto clave aquí es que no pueden estar al margen. El celular se ha convertido en un punto de socialización y si el chico, a determinada edad, no tiene el celular no participa de una juntada, una salida al cine, no se comunica en el grupo de WhatsApp con sus compañeros… prohibirlo no tiene sentido. Es más, cuando son un poquito más grandes hemos asistido en el consultorio a brotes y peleas familiares impresionantes porque les han querido sacar el celular. No se puede sacar el celular, pero tampoco puede haber un corrimiento tan radical de quien está en función materna y paterna. De ninguna manera. Lacan dice que el cachorro humano es aquel más vulnerable de la especie y quien necesita más tiempo de acompañamiento del otro para crecer. Entonces, ¿qué es lo que estamos haciendo? Si cada vez desde más chiquitos les estamos dando un aparato, eso seguramente va a impactar en su subjetividad. Hay un corrimiento del papel del adulto. El papel de padre y de madre es irreemplazable, del otro que acompañe, introduzca en el lenguaje, que haga «upa», que calme, eso es irreemplazable.

—¿Cómo un adulto sabe cuál es el límite con el uso y juegos con las pantallas?

—En general, los padres están muy pendientes y se preocupan: «Uy, cuánto hace que están con la play». Pero a la vez hay padres que dicen: «Apagá eso, te la voy a romper en mil pedazos». Yo he escuchado padres que me han llegado a decir «tuve que cortar la luz, porque me pide «un ratito más, un ratito mas»…». El padre o la madre tienen que quedarse al lado o cerca del niño cuando le dice que corte y vaya a hacer otra cosa. A lo mejor cuando se lo pida el niño le va a decir «bueno, juguemos juntos», «ayudame a hacer la tarea» o «a hacer lo que hace tres meses me dijiste que íbamos a hacer». Es decir, demanda su acompañamiento, que es irreemplazable. La responsabilidad es de nosotros. No podemos como adultos alarmarnos por la cantidad de horas que pasan frente a las pantallas sin hacerles otra oferta o estar ahí presentes, para sostener con nuestro cuerpo esa responsabilidad. Y obviamente que no está bueno que el único plan de un niño o niña en el fin de semana sea sentarse a jugar a la play.

—¿Qué dice un nene o una nena que no juega?

—Un niño que no juega es grave. Como profesionales de la salud mental, podemos pensar en las patologías más graves. Depende la edad, puede tratarse de un arrasamiento de la subjetividad, una inhibición muy importante, algo muy intrusivo de parte del otro que el niño no puede procesar. Que un niño no juegue no es una bandera amarilla, es una bandera de alerta roja. No es lo mismo un niño de dos o tres años que no juega, que no habla, que no fija la mirada y que hace pensar en una patología grave, que otro de 6, 7 años que venía con un crecimiento normal, le ha ocurrido algo y no juega. Aquí sí pensamos en alguna inhibición, que le ocurrió alguna situación traumática, como ser objeto de alguna situación de violencia o también por alguna cuestión muy rígida al interior de la educación de cada familia: como, por ejemplo, que quiera jugar con una muñeca y el padre se lo prohíba. El psiquismo queda conmovido. Que un nene o una nena no juegue no es lo mismo en cada momento, pero siempre es un signo de alerta.

El próximo 5 de agosto comienza el curso de posgrado «Clínica interdisciplinaria con niños y adolescentes». Se dicta los sábados, de 9 a 14, en la Facultad de Ciencias Médicas (UNR). Está coordinado por las psicólogas Viviana Roldán, Marcela Salvai y la fonoaudióloga Yanina Romani. El plantel de docentes lo integran profesionales de la Universidad Nacional de Rosario, integrado por Ana Bloj, Ana Rebechini, Martín Varela, Daniel Vaccaro, Esther Tocalli, Angeles Celaya, Marisa Odone y Hugo Melfi. Y como invitados especiales están Enrique Orchansky (pediatra y cirujano), Irene Sobol (fonoaudiologa), Gabriela Dueñas (docente UBA, Usal), Alba Flesler (supervisora Hospital Carolina Tobar García e integrante de la Escuela Freudiana de Buenos Aires). Para más información, consultar en Facebook Desafíos en la Infancia; al correo: desafiosenlainfancia.fcm@gmail.com El cupo es limitado.

 

Fuente de la entrevista: http://www.lacapital.com.ar/educacion/que-una-nina-o-nino-no-juegue-es-grave-es-una-bandera-roja-alerta-n1429829.html

Fuente de la imagen: http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/020/934/0020934532.jpg

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Entrevista: Un niño que no es bueno en matemáticas no es inferior al resto.

Por: J. G. Stegmann. DIARIO ABC. 21/02/2018

El prestigioso científico y pediatra suizo Remo H. Largo presenta el libro «Ìndividualidad humana» en el que insiste en la idea de que no hay dos seres humanos únicos, que no podemos ampliar nuestro potencial y que hay convivir y aceptar las diferencias.

«No es posible ampliar por ningún medio el potencial de una persona». Con esta idea, el prestigioso científico y pediatra suizo Remo H. Largo sostiene que es indistinto si los niños dedican más o menos horas a actividades extracurriculares, van clase de ballet, piano, fútbol o artes marciales…«Nunca tendrá en casa a Steve Jobs o Rafa Nadal. No se puede puede convertir a los hijos en lo que no son, eso es malísimo para ellos».

Largo ha creado el «Principio de ajuste» (Fit-Prinzip), una teoría que «asume las diferencias entre los individuos, la singularidad de cada uno y la interacción entre individuo y ambiente como base de la existencia humana». Con esta teoría y 40 años de investigaciones sobre el ser humano, desde la niñez hasta la adultez, ha escrito una gran obra «Individualidad humana, qué nos hace diferentes y cómo aprovecharlo» (Debate) en la que explica que aunque nos quieran hacer creer que todos somos iguales y podemos lograr lo mismo, cada ser humano es diferente.

-Su libro parte de la frase de Albert Einstein que dijo que, si juzgáramos a un pez por su habilidad de escalar un árbol, viviría su vida entera creyendo ser estúpido. ¿Cómo se aplica al ser humano?

-Voy a poner un ejemplo. Usted funda un zoo. Se trae animales de todas partes del mundo y se pregunta: ¿Cómo vivía el elefante antes de traerlo? Entonces, intenta crarle un hábitat similar al que tenía…¿Cómo vivía el pez? Entonces, intenta proporcionarle un acuario. Es decir, intenta adaptar el entorno a cada uno de los animales porque sabe perfectamente que el pez no va a sobrevivir en la estepa o el elefante en un acuario.

Esa reflexión se aplica al ser humano. No podemos tener cualquier entorno o hábitat aunque lo creemos. De hecho, queremos ir a Marte, una locura. Voy a poner otro ejemplo. Hace 150 años, los zoo confinaban a los animales en jaulas. Después, la gente se dio cuenta de que eso no funcionaba y se adaptó el hábitat. Eso es lo que el ser humano no ha hecho consigo mismo. En otras palabras, lo normal sería vivir en la naturaleza. En el pasado, los seres humanos siempre han vivido en comunidad, de entre 100 y 300 personas y todas ellas se conocían bien, conocían las fortalezas y debilidades del otro. Ahora, estamos en ciudades masificadas como Madrid en la que apenas hay personas de nuestro entorno que conocemos, ajenas a nosotros y eso nos hace enfermos.

-Pero volver a ese estado es difícil, ¿cómo busco el entorno ideal, huyendo de la gran ciudad, de Madrid?

-A lo mejor es una opción salir de la ciudad. Solo como individuos podemos decidirlo. Yo, por ejemplo, me fui de Madrid. Pienso que lo que no podemos cambiar es el Estado. Tenemos un sistema educativo, sanitario, social…Eso está bien y no se puede cambiar. Pero lo que sí podemos cambiar es encontrar dentro de ese sistema modos de convivencia comunitarias y eso también se podría hacer en Madrid.

-La idea de que todos somos diferentes, con más o menos capacidades, apunta a que no hay alguien mejor o peor que otro. ¿Nos puede hacer llegar a la conclusión de que no existe la gente tonta o inepta?

-El ejemplo de la lectura puede ayudar a responder. Tenemos niños fabulosos en lectura y otros que apenas saben leer. En España, por ejemplo, hay tres millones de personas que no saben leer pero tienen inteligencia normal, con nueve años de escolarización. Pero eso no ocurre solo en España. En Suiza hay medio millón. Lo que deberíamos hacer es aprender a vivir con esa realidad, aceptarla. Y no decir: «Esos son los tontos». A lo mejor lo que ocurre es que saben manejarse bien con los números o dibujan de maravilla pero no saben leer.

-¿El que no tiene una capacidad siempre desarrolla otra?

-Podemos pensar en el esquema de aptitudes de una persona: puede tener muy buenas aptitudes sociales, mientras que las lingüísticas no son buenas. A su vez, es muy musical, en Matemáticas va bien, pero su motricidad no es buena y tampoco dibuja bien. Otra persona puede tener una constelación completamente diferente de esas mismas capacidades.

-Señala que la sociedad comete el grave error de pensar que todos somos iguales y que todos podemos conseguir lo mismo. ¿El individuo no es también responsable de creer que puede conseguir cosas que jamás tendrá? ¿No es el artífice de su propia frustración?

-No, no es la persona la responsable. Cuando valoramos o evaluamos a una persona como individuo hay que conocerla. Si ves a alguien en la calle no puedes hacerlo. En eso estriba el problema. Solo cuando convivimos con personas a las que conocemos, en una comunidad en la que hay un conocimiento mutuo, solo entonces sabremos cuáles son las fortalezas del otro. Así es como se acepta a los demás tal y como son. Por ejemplo, en el ámbito laboral.

-¿Ser consciente de estas diferencias podría ayudar a los padres a aceptar que en casa no tendrán a un Steve Jobs? A veces presionan más los padres que la sociedad…

-¡O a Rafa Nadal! Es cierto. Pero también es verdad que todos los padres conocen perfectamente a sus hijos y sus perfiles. Si se les pregunta por las aptitudes motrices que tienen sus hijos lo sabrán perfectamente. El problema está en si quieren reconocerlo o no. Y la presión procede de su deseo de convertir a los hijos en una cosa que no es. Y eso es malísimo para el niño.

-Dice en su libro que cada uno de los ocho mil millones de seres humanos que viven en la Tierra es único. Repetir la idea de que somos diferentes ¿no podría de alguna manera justificar la injusticia social?

-No, para nada. Es lo contrario: la definición de una sociedad justa radica en el hecho de que cada individuo tenga la oportunidad de desarrollar sus capacidades individualmente. Durante la Ilustración y la Revolución Francesa se decía que todos éramos iguales pero para eliminar la sociedad de clases, eliminar al Rey, por ejemplo. Podríamos decir que estamos en un punto en el que podríamos iniciar una segunda Ilustración en el sentido de aceptar la diversidad individual, es decir, que no considere inferior a una persona que no sepa leer o no sea buena en Matemáticas.

-¿Cómo evitar que la aceptación de las diferencias no termine convirtiéndose en una renuncia a la mejora o superación personal?

-No es renunciar, es volver a la razón. Voy a poner un ejemplo con el crecimiento físico. Si alimentamos bien a un niño va a alcanzar su potencial de crecimiento, su altura prevista, el potencial se cumple y se agota. Si le alimentamos mal ese potencial no se alcanzará y tendrá menir estatura. Pero si lo sobrealimentamos no crecerá más, engordará. Eso ocurre con todo, Lengua, Matemáticas, Música…Se trata de realizar el potencial que tenemos, no más.

-Si un niño dice sentirse niña o una niña quiere ser varón. ¿Cómo deben actuar los padres? ¿Eso también es aceptar las diferencias?

-Hay muchos niños que experimentan esa fase entre los 4 y los 7 años y luego desaparece. Si un hijo manifiesta que se siente hombre siendo mujer no se le puede quitar la idea porque es lo que siente, tiene que vivir esa fase. Ese hijo, posteriormente, puede que cambie la percepción de sí mismo a través de las experiencias que vaya teniendo, por ejemplo, relacionándose con otros niños, viéndose aceptado o no, etc.

Existe, por un lado, lo que uno es físicamente y luego tenemos otro componente que es cómo se percibe o siente uno como hombre o mujer. Y no tienen por qué coincidir ambas cosas. Luego tenemos otro componente que es el comportamiento. Seguramente conocerá a hombres que tienen una actitud femenina pero no son homosexuales. Y ahora podemos mezclar esos aspectos y crear diferentes combinaciones.

-Dice que el reto del ser humano es la armonía, aceptarse a uno y al entorno. ¿Cómo se hace para llegar a ese reto o fin en la vida?

-Una posibilidad sería preguntarse en qué situaciones de mi vida me sentí feliz y en cuáles infeliz, tanto en el pasado como ahora. A continuación hay que preguntarse por qué en determinadas situaciones era feliz o no lo era, qué propicia ese sentimiento.

Puede ocurrir que comprobemos que necesitamos un elevado reconocimiento social, por ejemplo, en el ámbito profesional. Para mí es importante ese aspecto, tener una determinada posición en el entorno laboral. Si ese es el caso y se consigue, me siento bien. Si no lo consigo, no me siento bien. Con independencia de lo que yo haga en el trabajo, es la posición lo que cuenta. Esa reflexión se puede hacer con todas las necesidades básicas que tenemos e intentar contestar a esa pregunta en relación a cada una de las capacidades.

-Entre 1974 y 2005 dirigió un enorme proyecto de investigación en el Hospital Infantil de Zúrich en el que evaluó a más de 700 niños desde su nacimiento hasta la vida adulta. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones de ese gran estudio?

-Lo más importante es que cada niño es único. No se puede convertir al niño en lo que no es. Lo mejor que se puede hacer como padre o profesor es configurar el hábitat del niño de tal forma que pueda cosechar, hacer, tener las experiencias que necesita. En el caso del crecimiento está claro que tiene que comer, en el caso del aprendizaje está claro que tiene que oír el lenguaje y comunicarse con otros niños, mucho más importante que hacerlo con adultos.

-Donald Trump usa, de alguna manera, el discurso de la diferencia: americano frente al que no lo es, negro frente a blanco… ¿No hay que tener cuidado con perpetuar las diferencias?

-Son las personas débiles las que son racistas. Trump lo único que pretende es hacerse más fuerte diciendo que es mejor que los negros, hispanos o inmigrantes. Una persona fuerte no tiene necesidad de hacerlo. Obama no lo ha hecho nunca. Lo que nosotros tenemos que hacer es procurar que una persona como Trump no llegue jamás a ser presidente. Y eso es en España, Suiza o cualquier país del mundo.

Fuente: http://www.abc.es/sociedad/abci-nino-no-bueno-matematicas-no-inferior-resto-201802162102_noticia.html

Fotografía: ALBERTO FANEGO

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Entrevista: Daniel Villanueva. «Cambiamos el mundo con la educación, que nos salva de posibles guerras»

Por: Érika Montañés
@emontanes

El director general de Entreculturas asegura que no hay estrategia más inteligente para crear democracia que apostar por el derecho a la educación

Hay una convicción profunda en la Compañía de Jesús de que a través de su entidad, Entreculturas, se está cambiando el mundo con una sola arma: una red de escuelas que llega a más de 2 millones de alumnos de 41 países del mundo. Su director general desde hace tres años defiende, con un discurso enraizado en una vastísima cultura y firmeza de ideas, que la educación es el gran ingrediente para trabajar dignidades y reconstruir sociedades aun en tiempos de guerra. Así se presenta Daniel Villanueva en ABC.

Cuéntenos qué es Entreculturas para quien no conzoca esta ONG…

Entreculturas es una ONG de desarrollo promovida por la Compañía de Jesús, que apuesta por el cambio social a través de la educación. No solo creemos que la educación es la mejor estrategia para romper el círculo de la pobreza, sino que también apostamos por el acceso a la educación de calidad como garantía para crear una ciudadanía consciente, crítica y comprometida, que de alguna forma sea capaz de abordar los grandes retos de nuestro tiempo, como son la desigualdad, la pobreza o la crisis medioambiental. La apuesta doble de Entreculturas es la que tiene que ver con la educación como instrumento de cambio y, a la vez, la educación como creación de una ciudadanía global que sea la garantía de la construcción de una sociedad justa, pacífica y sostenible.

¿Cómo lo hacen?

A través de proyectos de cooperación internacional, campañas educativas, de sensibilización y de incidencia política, y con nuestra propuesta de ciudadanía global y voluntariado. Nos gusta decir que Entreculturas es un espacio de encuentro en el que se idean, surgen y se ofrecen nuevas oportunidades para el cambio. Vinculamos empresas, organizaciones sociales, organismos públicos, nuestras 28 oficinas en España, 750 voluntarios y la base social de Entreculturas, con más de 18.000 personas, que nos da legitimidad para seguir haciendo este trabajo.

¿Por qué educación abogan?

Siendo provocativos, por una educación transformadora, inclusiva, equitativa, de calidad. Creemos que es un derecho humano, la puerta o el catalizador de acceso al resto de derechos. Con una educación de esas características garantizas el desarrollo de la persona y su dignidad, creas capacidades en el propio individuo, les das acceso al mercado laboral y a ingresos, favoreces el desarrollo económico de un país y creas una ciudadanía crítica y participativa, lo que favorece a las democracias. En el caso de la mujer, además, se añade la disminución de la mortalidad infantil, la mejora de la educación y nutrición familiar. Estamos hablando de la estrategia más inteligente para abordar todas las problemáticas actuales.

Dice usted que es el derecho más importante, pero cuántas personas se ven privadas de ese derecho…

Ese es nuestro trabajo crucial, insistir en que hay 264 millones de niños que no están accediendo a la escuela. La gente no acabamos de darnos cuenta de lo importante que puede ser eso para el desarrollo orgánico de la humanidad. Nosotros estamos promoviendo escuelas en Líbano, República Centroafricana, la selva amazónica de Perú y barriadas conflictivas de San Salvador, de la misma manera que lo estamos haciendo en El Recuerdo, en Comillas, y en la Georgetown University… La educación ofrece un marco de entendimiento de la realidad que te ayuda a posicionarte en el mundo y a construir la fraternidad universal, que es la base de una sociedad justa. Por eso, estamos construyendo ciudadanos para el mundo del futuro, que va a ser intercultural y mucho más abierto.

La educación reconcilia. ¿La educación nos salva de posibles guerras?

Absolutamente, sí, claro.

¿La labor educativa se tiene que hacer de la mano de la religión o no?

La forma que tenemos de trabajar y acompañar a las personas en su desarrollo va más allá del tipo de fe que profesan, pero incluye la consideración religiosa como parte fundamental del desarrollo integral del ser humano; no podemos anular la consideración religiosa de la persona, sería inconsistente. Nosotros hacemos nuestra propuesta de desarrollo educativa desde el arraigo en nuestra fe católica, como Compañía de Jesús, pero la propuesta no tiene en cuenta la raza ni la religión de las personas. En El Chad, con mayoría de población musulmana, están nuestras escuelas, y el personal en su mayoría no son católicos, por ejemplo.

¿Se invierte suficiente en cooperación para el desarrollo?

No, hay un reconocido problema presupuestario. Desde 2009 a 2015 descendieron un 65% los fondos de cooperación. Queremos ayudar al Gobierno a posicionar en el discurso la importancia político-estratégica de la cooperación en la política exterior española.

¿Es la escuela de hoy en España un sistema con garantías de éxito?

El panorama educativo español está lleno de oportunidades. El sector ha empezado hace años una fuerte renovación pedagógica en España, pero hay posibilidades de crecimiento. Es clave la comprensión de la educación como bien público, como derecho, y el Estado como garante de ese derecho. El Estado no es el único actor, tiene que compartir el espacio educativo con otros actores, y respetar la pluralidad de propuestas educativas, la innovación y la diversidad.

Fuente de la Entrevista:

http://www.abc.es/sociedad/abci-daniel-villanueva-cambiamos-mundo-educacion-salva-posibles-guerras-201802182150_noticia.html

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Entrevista: “La neurociencia no tiene la receta para los problemas de la educación”

Por: ANA TORRES MENÁRGUEZ

La neurocientífica Anna Carballo cree que son los pedagogos los que deben resolver los retos del sistema educativo y reducir la tasa de abandono escolar.

Anna Carballo (Barcelona, 1982), doctora en Neurociencias por la Universidad Autónoma de Barcelona, no habla de neuroeducación porque cree que es una disciplina que todavía no existe. Lo defiende bien: los estudios neurocientíficos sobre el aprendizaje se realizan en laboratorios, que nada tienen que ver con un aula en la que 30 alumnos aprenden conjuntamente de forma espontánea y natural. Cree que los problemas de la educación no se pueden resolver con el conocimiento que se tiene del cerebro y que son los pedagogos quienes deben replantear la enseñanza.

Profesora del Máster en Dificultades de Aprendizaje y Trastornos de Lenguaje de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y formadora e investigadora en neurociencias aplicadas al ámbito educativo, Carballo considera que los fallos de la escuela no se pueden reducir a la falta de motivación del alumnado. Critica un sistema que mide los resultados y no el aprendizaje, unas ratios alumnos-profesor desorbitadas y una falta de formación y capacitación de los profesores, ideas que plantea en su próximo libro 10 ideas clave en neurociencia y educación(Graó).

Carballo, que moderó la semana pasada el debate Aprendizaje: aula y neurociencia organizado por el think tank Aspen Institute y la Fundación La Caixa, pide prudencia ante «el poder seductor de la neurociencia», ya que no tiene una fórmula para diseñar la escuela perfecta. Reconoce que el cerebro necesita emocionarse para aprender, pero alerta a los docentes sobre el peligro de convertir las clases en un «frenesí emocional constante». Los niños también tienen que aprender a aburrirse.

Pregunta. En los últimos años la neurociencia aplicada a la educación ha atraído a muchos docentes con ansias de cambio. Se ha popularizado la idea de que los alumnos necesitan emocionarse para aprender, pero igual los profesores no saben cómo llevarlo a la práctica.

Respuesta. El tema de la emoción es lo que más se ha magnificado y popularizado dentro de la neurociencia, la repetida frase de que solo se aprende aquello que se ama. Ese principio puede confundir a los docentes, que pueden interpretar que sus alumnos tienen que flipar todo el rato en el aula. Eso sería estresante, insostenible. No podemos centrar nuestra práctica educativa en un frenesí emocional constante. La idea clave es que las experiencias de aprendizaje se acompañen de emociones positivas, conseguir que el alumno no las asocie al fracaso, al no llego. Si no, a la larga no querrá seguir aprendiendo. El cerebro tiende a querer repetir toda experiencia placentera. Además, es absurdo intentar que a todos los niños les emocione lo mismo. La propuesta pedagógica tiene que ser diversa. La uniformidad curricular es un fracaso.

P. Ahora está sobre la mesa el debate de si deben ser los pedagogos o los neurocientíficos con sus descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro quienes fijen las claves de la nueva educación. ¿Cuál es su postura?

R. Veo un instrusismo bestial de los neurocientíficos. La neurociencia puede ofrecer fundamentación teórica acerca del proceso de aprendizaje, pero para nada se debe meter en el campo de la didáctica porque no somos pedagogos, no podemos decir lo que hay que hacer en el aula. Las ideas que se aportan desde el campo neurocientífico respaldan teorías pedagógicas que existen desde hace más de 100 años, como sucede con el trabajo por proyectos que parece una metodología tan innovadora y no lo es. Ya está todo inventado. Puede ayudar a arrancar el cambio educativo, pero la neurociencia no tiene la receta para los problemas de la educación.

El primer año el niño debería estar en casa con sus padres porque es cuando se desarrolla el vínculo emocional

P. ¿Cuál cree que es el principal problema de la escuela y por qué cree que no se puede solucionar con la neurodidáctica?

R. En los problemas educativos influyen múltiples factores. Por un lado tenemos un sistema que exige resultados de rendimiento, no de aprendizaje; una carencia de recursos, unas ratios que no ayudan. Lo que más he detectado en las formaciones que he dado a maestros es que falta capacitación docente, ellos ven necesario el cambio, pero no saben cómo hacerlo. Ven que abrir el libro y hacer exámenes ya no funciona porque hay un 20% de fracaso escolar. No son los niños los que fallan, es claramente el sistema. Los resultados de los estudios neurocientíficos sobre el aprendizaje no son extrapolables a una clase. Tenemos información de lo que hace un cerebro dentro de un tubo de resonancia magnética funcional cuando toma una decisión. Pero toda la complejidad que conlleva un contexto de aprendizaje como el aula se nos escapa.

P. ¿No ha participado en ningún proyecto de investigación que mida la actividad de los alumnos en un aula?

R. Ahora ya disponemos de sistemas de registro encefalográfico a través de cascos inalámbricos. Es un avance porque antes para registrar la actividad eléctrica cerebral lo tenías que hacer enchufado a un monitor. De todos modos, aún es muy incipiente. Estoy codirigiendo la tesis de una doctoranda que quiere registrar el funcionamiento de la corteza cerebral cuando los niños aplican diferentes metodologías para el aprendizaje de las matemáticas.

P. ¿Cuál es la principal demanda de los profesores a los que ha formado?

R. La comunidad educativa busca soluciones de forma desesperada y cuando aparece una moda se agarran a ella como a un clavo ardiendo. No les culpo. Hay estudios sobre el poder seductor de la neurociencia que demuestran que cuando una información va a acompañada de una imagen de un cerebro o de la palabra neuro es más creíble, más sexy. Hay que tener cuidado porque hay mucho neuromito. Por ejemplo, algunos alumnos creen que al hacer sudokus entrenan su mente y serán más inteligentes. Les digo que lo único que conseguirán será ser unos cracks en sudokus, nada más. Algunos productos también conducen a equívocos; la aplicación Brain Gym se plantea como gimnasia cerebral, como si el cerebro fuese un músculo, es un órgano. También he oído a maestros decir que van a preparar una clase para ejercitar el hemisferio derecho, considerado el más creativo frente al izquierdo que sería el más lógico. Tenemos millones de axones que conectan los dos hemisferios continuamente, cualquier trabajo depende de los dos. Son visiones simplificadas del cerebro, concepciones falsas.

Las ideas de la neurociencia respaldan teorías pedagógicas que existen desde hace más de 100 años

P. ¿Debemos preocuparnos porque el cambio de hábitos nos está conduciendo a una menor capacidad para retener datos de memoria?

R. La tecnología ha venido para quedarse. No la podemos eliminar del contexto educativo. El cerebro se ha adaptado a tener que retener menos datos porque cualquier cosa es googleable. No es que se desaproveche la memoria, sino que se destina a otras funciones. Hay que tener muy claro que la creatividad no nace de la nada, sino del conocimiento, y ahí juega un papel elemental la memoria. Es el resultado de una nueva asociación de ideas, siempre a partir de conocimientos que ya tienes.

P. Desde el punto de vista de la neurociencia, ¿es el sistema educativo muy exigente con los adolescentes?

R. Los cerebros adolescentes los hemos estudiado ahora, no los podemos comparar con los de hace 30 años. Tienen un sustrato neural de las emociones mucho más reactivo que el de un cerebro adulto. Son más impulsivos y buscan el placer más que nosotros. Sabemos que si la demanda no aparece, la maduración tampoco, por eso se está alargando tanto la adolescencia.  Los roles adultos tipo tener un trabajo, una familia o un piso se están restrasando por el contexto sociocultural, por la situación económica. Pero la demanda adulta puede existir y aunque estés en casa de tus padres puedes ser 100% responsable aportando dinero o colaborando. Si no, se puede dar el caso de llegar a los 40 y estar en casa de los padres jugando a la Play. Hay un estudio de neuroimagen que analiza lo que hace el adolescente cuando tiene que tomar conductas de riesgo. Mide las veces que se pasa el semáforo en ambar jugando a un videojuego. Cuando está con sus amigos se disparan, pero cuando está con su madre se reducen a la mitad. Ahí la madre está haciendo de corteza prefrontal. Los adultos tenemos que ejercer ese control externo para que a la larga se interiorice y el adolescente tenga autocontrol. La exigencia externa tiene que existir. Hemos detectado familias que huyen del tema de los límites, quieren que sus hijos sean libres. Una falta de límites comporta inseguridad emocional; en el futuro no sabrá hasta dónde puede llegar.

P. La experiencia emocional es determinante en la etapa de cero a tres años, mucho más que el material Montessori más caro. ¿Cuál es tu opinión?

R. El vínculo de apego es esencial, es la relación emocional que establece con sus cuidadores principales. Le aporta una seguridad que le permite explorar el entorno y relacionarse con los demás. No hay estudios neuroanatómicos de los niños que han sido criados en casa y los que han acudido a escuelas infantiles. Desde el punto de vista de la psicología del desarrollo, el primer año el niño debería estar en casa con sus padres porque es el periodo en el que se desarrolla ese vínculo. El problema de la guardería es que el niño no está solo y es difícil atender 100% sus necesidades. Suelen ser 8 niños por adulto en la etapa de lactantes. Si el niño se siente seguro, aprende.

P. ¿Cree que tiene sentido que la escuela moderna incentive el trabajo cooperativo cuando lo que les espera en la edad adulta es un mundo altamente competitivo?

R. La cuestión es si reproducimos en la escuela la competitividad porque es lo que se van a encontrar o si les enseñamos que se puede construir una sociedad más torelante y cooperativa. Hay colegios que han hecho un cambio importante y solo trabajan con cooperativo. Lo importante es que no se reduzca a una hora a la semana, sino que sea habitual para que se genere un hábito. En contacto con los demás segregamos ciertas hormonas como la oxitocina que potencian la plasticidad cerebral, el aprendizaje y el sustrato neural del placer. En la escuela tradicionalmente se ha prohibido hablar y más todavía ayudar al de al lado. Igual hay que darle la vuelta.

Fuente de la Entrevista:

https://elpais.com/economia/2018/02/16/actualidad/1518783405_526230.html

 

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Entrevista a Claudia Camba, activista social y coordinadora de las misiones cubanas en Argentina

Entrevista a Claudia Camba, activista social y coordinadora de las misiones cubanas en Argentina
«Vamos hacer lo que el Che quería, esta vez no va a ser con armas, va a ser con batas blancas»
La Guerrilla Comunicacional
 Claudia Camba es luchadora social argentina, presidenta de la Fundación «Un mundo mejor es posible» y es coordinadora de las misiones cubanas en Argentina. En la entrevista nos habla sobre cada uno de los programas de la solidaridad cubana en su país, como la Operación Milagro y el programa de alfabetización «Yo sí puedo».

La Operación Milagro es una iniciativa de los países del Alba, con Cuba al frente, donde se opera de forma gratuita a las personas que padecen de cataratas y otras dolencias de la vista.

Claudia explica la iniciativa del Centro Oftalmológico Ernesto Che Guevara, en Córdoba (Argentina), donde está a punto de inaugurarse un Hospital-Escuela. En este centro, donde no se cobra ni un céntimo a nadie, se está creando una nueva corriente sanitaria bajo principios socialistas y es un ejemplo de solidaridad e internacionalismo para todo el mundo.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235663&titular=%22vamos-hacer-lo-que-el-che-quer%EDa-esta-vez-no-va-a-ser-con-armas-

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A Contracorriente – La Reforma Educativa en temporada electoral – 15/02/2018 (Video)

México / 18 de febrero de 2018 / Autor: Rompeviento Tv / Fuente: Vimeo

¡Listo un nuevo programa de A Contracorriente!

¿Cuál ha sido la respuesta de los candidatos presidenciales a la Reforma Educativa? ¿Cómo han reaccionado los maestros de México?

El periodista Luis Hernández Navarro entrevista a Francisco Bravo, dirigente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Entérate en rompeviento.tv

 

 

 

https://vimeo.com/255934314

 

 

 

 

 

Fuente: https://vimeo.com/255934314

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“Los niños tienen que aprender a superarse a sí mismos, no a los demás”: Francisco Castaño

España / 18 de febrero de 2018 / Autor: Daniel Sánchez Caballero / Fuente: El Diario de la Educación

El deporte en edad escolar a veces se convierte, solo, en una competición, en pretender tener un Messi en casa. Para Francisco Castaño lo importante son los valores asociados: compromiso, esfuerzo, compañerismo, respeto a las normas.

Francisco Castaño (Ejea de los Caballeros, Aragón, 1966) ha conseguido el sueño de muchos. “He aunado mis dos pasiones, educación y deporte”, cuenta. Este profesor de secundaria (31 años ejerciendo le contemplan), asesor y orientador familiar se ha especializado en trabajar con alumnos —y familias— con problemas de conducta. También da charlas y conferencias sobre temas educativos y deporte, una disciplina que, dice, tiene mucho que enseñar para la vida diaria. De todo esto habla en La mejor medalla: su educación (Grijalbo), su último libro, en el que defiende los valores del deporte y una aproximación más relajada y como elemento de diversión para los chicos y chicas.

¿Qué quería contar con el libro?

El libro es de educación, no de deporte. Quiero contar qué aprenden los niños en el deporte, cómo enseñarles a extrapolarlo al resto de su vida. Hablo de todos los valores del deporte: respetar las normas, el esfuerzo, la superación, el compañerismo, la responsabilidad, encargarse de las cosas. También del comportamiento de los padres: cómo actuamos y qué misión tenemos. Nos creemos a veces que nuestro hijo es Messi o Induráin y nos olvidamos del resto. El deporte tiene tres partes: la educativa, la física y, por supuesto, la diversión. Es un poco esto, cómo saco la parte educativa como padre para llevarla a la vida.

Ha dado algunas pinceladas, pero, ¿qué le aporta el deporte a los alumnos?

Tiene muchos valores. Pero una de las cosas más importantes es el compromiso. Si te apuntas a un equipo, te has comprometido a cumplir unos horarios, etc. Un compromiso que tienen ellos. Otro valor es la humildad. Muchas veces se endiosa a los hijos y eso les quita humildad. Si ganan, que le den la mano a los compañeros; si pierden, que los feliciten y que no se enfaden. Los niños tienen que aprender a superarse a sí mismos, no a los demás. Esto es lo tenemos que enseñar: el respeto al contrincante y a los compañeros de equipo. A los entrenadores y a los árbitros. El deporte enseña a seguir las reglas del juego, a que si no lo haces tiene consecuencias. El espíritu de superación también. Yo no quiero superar al otro, me quiero superar a mí mismo. Si con la bicicleta no puedo superar unos conos, me tengo que superar a mí mismo. Esfuerzo y perseverancia. No hemos de valorar el resultado, sino el esfuerzo. Esfuérzate y sacarás un resultado. Si se valora el resultado solo, si no lo alcanza se rendirá y no querrá seguir. El trabajo en equipo es otro valor. Que sepan colaborar con otros, que tengan la humildad de saber que hoy les toca sacrificarse en el equipo o en la bicicleta tirar para otros. Estos son los valores importantes, además de la responsabilidad, aprender a cuidarse o la paciencia. El deporte enseña que las cosas no llegan ya. Vivimos en una sociedad de la inmediatez y todo tiene que ser ahora. Si quieo algo, lo compro ya. Si es en Amazon Prime, mejor. Enseña que si hoy no pasas los conos tampoco va a ser mañana por arte de magia. Hará falta práctica, otro día, y otro día más. También se gestiona la frustración. Los niños no entienden un “no” o que no les salgan las cosas como saben. El deporte te enseña que no todo sale bien siempre, hay días que pierdes.

¿Estamos en una sociedad demasiado competitiva, desde el deporte hasta la escuela misma?

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Todo tiene que ser resultado. Quizá la vida sea así. Pero se nos olvida que yo no puedo exigirle a un niño un resultado o presionarlo para que lo tenga. Yo a mi hijo no le digo: “¡Qué bien, has sacado un 8 en matemáticas!”. Le digo que estudie y le animo. Y cuando saca una nota regular él mismo me lo dice, que no se ha esforzado. Un adolescente, hoy, si le preguntas nunca es culpa de él, el profesor le ha cogido manía o el árbitro… No. ¿Cuál es tu responsabilidad? Hay que enseñarles a esforzarse, a hacer los deberes. Y entonces vendrán los resultados y se sentirán bien.

¿Está infravalorada la formación deportiva?

Creo que más bien se lleva a los niños a hacer deporte —más del 70% lo hacen fuera del colegio— pero no se le saca el jugo necesario. Creo que estamos equivocados. La gente llega al deporte en muchos casos porque quiere que sus hijos que sean Messi o Ronaldo. No hay más que ver las noticias los lunes: “Un niño de 9 años ha agredido a un árbitro”. En otros casos queremos que hagan ejercicio. Lo que intento explicar es que el deporte es más que todo eso. Hay que extrapolar lo que hacen en el deporte; ahí tenemos que estar los padres y las madres para que vean que todos los valores que están aprendiendo en el deporte sirven.

¿Qué recomendaría a los padres que se toman el deporte de sus hijos un poco a la tremenda?

Los padres tenemos que entender que para llegar a ser un profesional hay que tener unas cualidades innatas y, además, otras. Aprendizaje es todo lo que conlleva ser profesional. Por ejemplo, estar dispuesto a sacrificarse, a compaginar con los estudios. El que decide si quiere hacer deporte o no será su hijo. Lo más importante es que decidan el deporte que hacen y se diviertan. No por presionarle va a llegar a ser profesional. En una entrevista que hago en el libro, a Rubén Bonastre, que fue director de La Masía, la escuela de formación de chavales del FC Barcelona (yo no sé si llevaría a mi hijo ahí porque es muy competitivo), explica que hay niños que cuando les dices que se tienen que ir del equipo porque no dan el nivel, descansan. De la presión que tienen de sus padres. Los niños van a hacer deporte, el resto llegará si tiene que llegar. Recomendaría a los padres que se relajen, si no pueden hacer que su hijo odie el deporte.

¿Cómo estimular a un niño para que haga ejercicio si no quiere?

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La mejor manera de estimular es elegir el deporte y quién lo elige. Es fundamental que el crío elija el que le gusta, no que se le apunte a algo que le guste al padre. Hay que tener en cuenta que hay que estimular al hijo que tenemos, no al que nos gustaría tener. Que haga ejercicio es necesario. Que se divierta y que haga el deporte que le guste. En todas las disciplinas hay todo tipo de clubes, desde los competitivos para ganar hasta los que son para divertirse. Que los niños se apunten donde les guste y que prime la diversión.

¿Qué ventajas aporta competir frente a simplemente practicar deporte por afición?

En los niños la competición no ha de ser el fin. Es un medio para aprender a superarse, y que para competir han de prepararse. Aprenden a cumplir normas, a respetar a un árbitro. Aprenden que las cosas no llegan cuando quieren ellos, que hay días que las cosas salen mal. Lo que no se les puede exigir nunca es un resultado. Siempre como medio, no como el fin.

¿El esfuerzo está infravalorado en la sociedad?

Creo que estamos en una sociedad muy sobreprotectora con los hijos. Como se prima tanto el resultado, que no sufran, que tengan de todo, se les facilitan demasiado las cosas. Y cuando se le facilitan demasiado las cosas a una persona, no se esfuerza por ellas. Si a mí me pagaran por nada, no trabajaría. Si tu hijo llega a casa y saca buenas notas, estás contento. Pero no se trata de eso, yo se lo intento explicar a mi hijo en casa: trabaja y estudia. Y el resultado llegará. Si das todo hecho no es que no se valore el esfuerzo, es que no les enseñamos a esforzarse. El mayor porcentaje de fracaso escolar se produce porque son chavales que en primaria con ver la pizarra y hacer los deberes en el último momento van aprobando. Luego llega un momento, en secundaria o lo que sea, que eso no sirve, pero como no tienen el hábito no son capaces de estudiar y suspenden y entran en la rueda de culpar a todos.

¿Cómo influye en todo esto, en la percepción que tienen los padres sobre sus hijos deportistas y cómo lo afrontan, el hecho de que a veces parezca que un logro deportivo, como ganar el Mundial de fútbol, es lo máximo que puede conseguir un país?

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A mí esto no me preocupa demasiado, lo que sí me preocupa son los modelos que se dan y las referencias que damos a los chavales. Y el papel que tienen estos referentes. Estas personas tan mediáticas deberían tener en cuenta que les escucha gente, muchos niños les admiran, y tienen que tener cuidado con las declaraciones. Jesús Vallejo, jugador del Real Madrid, me dice que mide mucho lo que van a decir porque son referentes. El otro día comentaba un chico en un club que había dejado de hacer un deporte minoritario y se cambiaba a fútbol porque así ganaría más dinero. Un chico de 12 años. Ahí no está funcionando algo bien. Ahí es donde los padres tenemos que acompañar a nuestros hijos y educarlos.

Fuente de la Entrevista:

http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/02/16/los-ninos-tienen-que-aprender-a-superarse-a-si-mismos-no-a-los-demas/

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