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Entrevista a Angela Saini: Raza, biología y poder

Por: ​​Susanna Ligero

Si en su obra previa, Inferior, Saini se centraba en cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre mujeres y hombres, en Superior la autora nos lleva a los orígenes del racismo científico para mostrarnos sus ramificaciones.

En 1907, en París se celebró una gran exposición colonial en el Jardín de Agricultura Tropical del Bosque de Vincennes. Allí se recrearon cinco poblados diferentes donde, además de construcciones y paisajes típicos, había personas de carne y hueso pertenecientes a la cultura representada. Casi dos millones de visitantes pasaron por aquel zoológico humano en seis meses, algunos observando boquiabiertos lo que consideraban un exotismo más, otros tomando notas que asentarían las bases del racismo científico1.

En su libro Superior. El retorno del racismo científico, la periodista científica Angela Saini (Londres, 1980) describe su visita a este lugar (en sus palabras, una especie de «Disneylandia eduardiana»), un parque abierto al público pero sin demasiadas indicaciones, con los monumentos en escombros y ningún cartel que explique por qué están allí. Una buena metáfora de lo que ocurre con el pasado colonial de tantas naciones: una reliquia vergonzosa de la cual se prefiere no hablar.

No es la primera vez que Saini pone el foco en las confusiones y prejuicios que afectan la investigación científica. Si en su obra previa, Inferior2, Saini se centraba en cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre mujeres y hombres, en Superior la autora nos lleva a los orígenes del racismo científico para mostrarnos sus ramificaciones3. La ciencia de la diferencia humana nació en los años del colonialismo y el esclavismo; se dividió el mundo en razas y se situó la raza blanca en un escalafón biológico superior al resto, para justificar la conquista de territorios, el robo de riquezas y la aniquilación de poblaciones. Inevitablemente, estos hechos han dejado poso en la investigación científica hasta la actualidad y Saini aborda este hecho sin titubeos.

Superior, publicado en inglés en 2019, fue considerado «Libro del año» por medios como Financial Times, The Guardian o The Telegraph, además de estar incluido entre los diez mejores libros de 2019 de la revista Nature4. Tal como nos explica la autora, este libro provocó airadas reacciones entre grupos supremacistas blancos, pero también que muchos científicos e instituciones quisieran contar con ella para trabajar hacia un estudio del ser humano alejado del racismo científico. De hecho, la revista Prospect incluyó a Angela Saini en la lista de los 50 pensadores o intelectuales más importantes de 20205. Aprovechando la publicación en castellano de su libro, hablamos con ella en esta entrevista.

Su libro muestra cómo el concepto biológico de raza no funciona ni proporciona nunca datos fiables. ¿Por qué todavía tantos investigadores lo usan en su trabajo?

Creo que tiene que ver con la manera en que empezamos a pensar en las diferencias entre humanos ya desde el principio, de la Ilustración en adelante, en el nacimiento de la ciencia occidental moderna. Se asumieron ciertas suposiciones sobre la especie humana; algunas relacionadas con el género –por ejemplo, que las mujeres no eran iguales a los hombres en términos intelectuales– y otros, con la raza y la etnicidad. La idea de dividir a los humanos en grupos distintos ya es política, porque no es algo que se dé en la biología. La biología no discrimina a los humanos en grupos distintos, resulta que somos muy homogéneos. De hecho, somos una de las especies más homogéneas del planeta. Además, la manera de dividirnos siempre dependerá de las ideas políticas y de la sociedad en que vivamos. Así, cuando los científicos europeos asentaron unas determinadas categorías, estaban influenciados por el mundo en que vivían. Estaban influenciados por el colonialismo, por ideas sobre la superioridad europea, sobre la esclavitud… Todas las jerarquías de aquella sociedad se importaron a la ciencia de la diferencia humana y sentaron las bases de la investigación. Y durante cientos de años, esto es lo que han usado los investigadores en su trabajo. Estas suposiciones raciales, como las de género, se integraron en la investigación científica desde el inicio, y es muy difícil deshacerse de estas ideas una vez que están bien arraigadas dentro de nosotros, dentro del establishment.

Además de estas ideas tan arraigadas y los consiguientes prejuicios, ¿cree que hay un poco de cientificismo en esta cuestión?

Sí, lo creo, y de hecho buena parte de mi trabajo durante los últimos años se ha concentrado en este problema. Hay cierta arrogancia y soberbia en un estamento que se considera a sí mismo completamente objetivo, por encima de la sociedad y de la política, y que nada de esto es un problema para nosotros los científicos porque lidiamos con datos empíricos y estos están al margen de la cotidianidad de las personas. Esto nunca ha sido cierto. Los científicos son humanos como el resto de nosotros, se encuentran dentro de la sociedad y se ven afectados por ella. Las preguntas que plantean siempre se verán influenciadas por la sociedad y si no reconocen este hecho, están cayendo en las mismas trampas en que cayeron los científicos del siglo xix. Por ejemplo, mirando a su alrededor y asumiendo que la desigualdad tiene una causa biológica. Por supuesto, esto no es así, sino que la desigualdad es un producto de diferentes factores y tenemos que considerarlos todos.

En lugar de tratar de descubrir diferencias genéticas entre seres humanos que básicamente tienen un aspecto diferente, ¿qué preguntas podría plantear la ciencia para entender mejor, por ejemplo, la salud de las personas?

Me gustaría ver una ciencia de la diferencia que nos vea como individuos, que entienda que cada persona es única y una confluencia de diferentes factores. No solo la genética, sino la manera en que vivimos, dónde vivimos, nuestra dieta… La mayoría de las cosas que matan a los seres humanos, como mínimo en Occidente, son enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares… Cosas que dependen mucho de la forma de vivir. Así, me gustaría que la ciencia de la diferencia humana tuviera en cuenta todos estos determinantes sociales además de analizar nuestros cuerpos. Tenemos que recordar que la mayoría de las diferencias humanas las encontramos a escala individual, no grupal. Hay muy pocas enfermedades que muestren diferencias entre grupos de población, e incluso en este caso hablamos en términos estadísticos: no es que haya un gen que solo tienen los miembros de una población que no se encuentre en ninguna otra. No hay genes «negros» ni «blancos» ni «morenos». Tenemos que entender esto si realmente queremos un sistema de salud personalizado.

En el libro, encontramos, por un lado, científicos que usan las estructuras científicas como el sistema de publicación académica para justificar sus creencias racistas (con buena dosis de cherry-picking) y, por otro, investigadores que se consideran antirracistas pero que piensan que habría que explorar mejor el concepto de raza biológica. ¿Piensa que la segunda perspectiva de alguna manera ayuda a mantener la primera dentro de la esfera científica, aunque sea de forma marginal?

Sí, la confusión de términos es lo que realmente hace posible que estas ideas continúen vivas. El relato que las sustenta tiene la presencia suficiente dentro de la ciencia mainstream, todavía se cree lo suficiente en la raza biológica como para que esta continúe dentro de la ecuación, cuando la tendríamos que haber sacado de ahí hace mucho tiempo. Si la mantenemos dentro de la ecuación, tiene que ser como factor social. Por ejemplo, hace 100 años los científicos de Reino Unido solían pensar que las clases sociales eran genéticamente diferentes, que las personas pobres de alguna manera eran más débiles que las ricas. Por norma general, ya no pensamos así y lo mismo tiene que ocurrir con la raza. Hay que estudiarla, pero como fenómeno social, no como uno biológico, de la misma forma que lo hacemos con la clase social. Por ejemplo, las personas norteamericanas negras tienen tasas de mortalidad más altas que las blancas en casi cualquier cosa, pero esto no se debe a su «negritud». Las personas viven vidas muy diferentes de acuerdo con la percepción social de quiénes son y de sus circunstancias y, por lo tanto, de cómo son tratadas en este mundo. Pero veo que esta fina línea a veces se confunde y es fácil que se acabe pensando que también hay diferencias genéticas.

Aunque sea un fenómeno más bien marginal y localizado en ciertos grupos, ¿cómo puede el racismo científico reforzar los estereotipos raciales en la sociedad?

Hay dos maneras de abordar la diferencia humana: una es decir que somos prácticamente iguales por dentro, y que hay algunas diferencias marginales entre individuos y también diferencias todavía más pequeñas entre grupos de población. La otra es concentrarse por completo en estas diferencias marginales. La narrativa que se escoge es la que guiará la manera en que los públicos piensen en la diferencia humana. Me preocupa que los científicos se hayan concentrado mucho en estas diferencias y no hayan enfatizado lo suficiente las similitudes entre nosotros, cuando lo cierto es que somos prácticamente iguales bajo la piel. Por ejemplo, en Reino Unido se han dado ciertas reticencias por parte de grupos étnicos minoritarios hacia la vacuna del covid-19. Hay gente que me ha preguntado: «¿Es segura para mí? Soy negro, y creo que no se ha probado en gente negra». Y la cuestión es que no importa en quién se haya probado la vacuna, mientras la muestra haya sido amplia. No somos tan diferentes por dentro como para que un medicamento que se prueba en personas blancas pueda no funcionar en personas negras. Pero como el relato alrededor de la raza y la salud se ha centrado tanto en las pequeñas diferencias, el imaginario público arrastra la impresión de que estas diferencias son muy destacadas, cuando casi no importan. Por lo tanto, pienso que los científicos tienen que aceptar un poco de responsabilidad por eso, así como los medios. Porque todo es cuestión de narrativas, de la forma en que explicamos historias y, en concreto, la historia de la diferencia humana. Así que no culpo a la gente cuando a veces cae en estos malentendidos.

En uno de los últimos capítulos del libro, de hecho, explica cómo en Estados Unidos un medicamento para la hipertensión fue aprobado para ser vendido solo a personas negras…

Sí, esto tiene que ver con mitos raciales sobre la hipertensión [como enfermedad que afecta más a las personas negras]. Este en particular hace mucho tiempo que circula, sobre todo en eeuu, pero también en Reino Unido. Es cierto que se ven más pacientes negros con hipertensión, pero tenemos que recordar que esta es una enfermedad que depende mucho de la forma de vivir, y de la dieta en particular. Por ejemplo, mi madre tiene hipertensión y sé que se debe a su forma de vida y su dieta. Pero también influye ser una persona inmigrante: hay estudios que muestran que la presión sanguínea es más alta si eres inmigrante por las presiones y los estreses de ese tipo de vida. Por lo tanto, que se hable de diferencias genéticas en esta cuestión dice más del deseo de la comunidad médica de tener una explicación biológica muy simple para lo que en realidad es un fenómeno social complejo.

Incluso en proyectos bien intencionados, usted señala cómo la metodología para estudiar diferencias biológicas entre poblaciones a menudo ha sido problemática, sobre todo en cuanto a la protección de datos y la privacidad.

Ciertamente, esto ha sido muy conflictivo en el pasado. Hemos visto por ejemplo usos abusivos de los datos, sobre todo de los datos de poblaciones indígenas. En los últimos 20 o 30 años, hubo un gran empujón dentro del campo de la genética de poblaciones para estudiar a grupos indígenas aislados porque imaginaban que serían diferentes genéticamente en algunos aspectos. Resultó que no lo eran tanto. Pero, en el proceso, a veces los datos fueron usados de forma inadecuada. El activismo ha trabajado en respuesta a esto, porque hay cuestiones que preocupan a las personas implicadas: si doy mi adn, ¿lo usarán para estudiar cosas que me beneficien, o para tratar de encontrar alguna inferioridad genética, o para tratar de demostrar que soy distinta o extraña de alguna forma? Estos errores se han cometido, y a veces por parte de gente muy bien intencionada. Esto ha perjudicado a la ciencia, y todavía pasa actualmente. Veo todavía a científicos diciendo a grupos minoritarios: «Si no participáis en estos ensayos clínicos, quizás este medicamento no funcione para vosotros», cosa que suena a amenaza y además es falso. Esa no es la manera de llevar a cabo este tipo de investigación. Lo que hay que recordar continuamente es que es bueno tener a todo tipo de personas en los ensayos clínicos, pero no porque seamos diferentes como grupo, sino porque somos diferentes individualmente, y una muestra amplia siempre resultará más fiable que una reducida. Fijémonos en la pandemia de covid-19. La diferencia más grande que estamos encontrando [en cuanto a la gravedad de la enfermedad] es entre grupos de edad. ¿Cuántos ensayos clínicos suelen usar la edad como variable? Muy pocos en realidad, la mayoría se hacen en personas jóvenes y no lo consideramos importante. Así, me pregunto a veces por qué escogemos las variables que escogemos. No toda variable será importante según en qué contexto. Si escogemos ciertas cosas y no otras, hay que explicar por qué lo hacemos así, e involucrar a la población en estos debates, en lugar de dar por hecho que encontraremos las diferencias que ya hemos razonado que encontraremos.

A causa de su historia reciente, ¿podríamos decir que eeuu es el epicentro del racismo científico actualmente?

Esta pregunta es complicada de responder, porque por un lado sí que pienso que hay muchos mitos raciales en ese país, tanto en la comunidad científica como en la sociedad en general. Pero también tengo que decir que es en eeuu donde encontramos ahora debates muy maduros e inteligentes alrededor de la raza y la salud, y de los determinantes sociales de esta. Dentro de las ciencias sociales, la mejor investigación en torno de la raza se está llevando a cabo en eeuu. En este sentido, en Reino Unido vamos un poco atrasados, todavía se piensa primero en términos genéticos y después en términos sociales, mientras que en eeuu la narrativa ya ha cambiado. He dado muchas charlas en universidades estadounidenses e incluso he dado un par en los Institutos Nacionales de Salud. Y realmente me anima mucho ver cuánto se ha avanzado en esta cuestión.

En el libro habla de cómo otros países como China, Rusia y la India usan ahora esta narrativa, tratando de demostrar por ejemplo que sus antepasados son incluso anteriores a la salida del Homo sapiens de África… ¿Por qué caen ahora estos países en esta serie de mitos?

No pienso que sean los países en sí, sino determinadas fuerzas políticas dentro de estos países, y todo responde al auge de nacionalismos étnicos y religiosos. Veo ecos inquietantes con lo que ocurrió en la Alemania nazi, cuando el Partido Nacionalsocialista trató de crear este mito de una raza germánica diferente del resto y vincularla con el discurso de «sangre y tierra». De acuerdo con este discurso, si encontraban pruebas de esta raza germánica en cualquier lugar de Europa, entonces podían reclamar aquel territorio. Esto obviamente asentó las bases del programa eugenésico de higiene racial que llevó al Holocausto. Y veo el mismo trasfondo en nacionalismos étnicos modernos que tratan de vincular la idea de una genética diferente con el derecho a ciertas tierras, o incluso apelan a mitos fundacionales. Todas las naciones, todas las comunidades del mundo, de hecho, tienen mitos fundacionales. Pero estos se tienen que entender como historias fantásticas que tienen un propósito político y que pueden ser muy valiosas para nuestra concepción como humanos de quiénes somos, qué valores tenemos y cómo nos pensamos. El problema es cuando trasladamos estos mitos fundacionales a la biología. Esto es lo que estamos viendo pasar en países como Rusia, la India y China, cuando vemos a científicos o políticos tratando de apelar a la biología para apoyar sus ideologías.

¿Piensa que hay alguna manera práctica de impedir que el racismo activo se valga de las estructuras o metodologías de la ciencia?

Tenemos que entender que la ciencia no existe al margen de la sociedad, forma parte de ella. Tiene que basarse en el mundo real e interactuar con este, y hace falta que lo haga de una manera honesta y verídica que reconozca sus falibilidades. Pienso que hay que involucrar al público de manera que asuma que los científicos no lo saben todo siempre, que se equivocan y que muchas veces están en desacuerdo. Si el público ve esto en lugar de asumir que los científicos lo saben todo porque son muy listos y trabajan todos en la universidad y tienen siempre toda la información [riendo]… Si podemos trabajar en esta línea, la confianza en la ciencia aumentaría, porque entonces la veríamos tal como es, en lugar de imaginarla como algo perfecto. Es imposible que sea perfecta.

En su libro previo, Inferior, reflexionaba sobre cómo la ciencia ha estudiado las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, de nuevo en muchas ocasiones dejando fuera aspectos sociales que explican algunas de estas diferencias. Me preguntaba si ha encontrado similitudes entre cómo la ciencia ha estudiado las diferencias entre razas y las diferencias entre hombres y mujeres.

Esta cuestión es compleja porque el sexo no es completamente un constructo social, sabemos que hay ciertas diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Pero sí me preocupa que se esté cayendo en las mismas trampas del racismo científico en cuanto a las diferencias entre sexos. Por ejemplo, he escuchado voces dentro del activismo que afirman que los medicamentos que se han probado en hombres no funcionarán en mujeres. Debemos tener cuidado con estas ideas, porque no es necesariamente el caso. La mayoría de los medicamentos no funcionarán en algunas personas, pero a causa de las diferencias individuales de las cuales hablábamos. Por ejemplo, yo soy alérgica a la penicilina y mi padre también. Esto no tiene nada que ver con mi sexo, es solo que somos individuos diferentes. Pero también tengo migrañas hormonales, y eso sí que tiene mucho que ver con mi sexo, porque mis niveles hormonales cambian durante mi ciclo. Así pues, en un caso el sexo importa, y en el otro, probablemente, no. No tenemos que asumir que los cuerpos de los hombres y las mujeres son completamente diferentes y que, en cada grupo, que todos los hombres son completamente iguales al resto, y que las mujeres son iguales a todas las otras. El sexo puede ser importante en algunas cosas, pero esto no significa que lo sea en todas. En la era de las redes sociales, es muy difícil transmitir este mensaje: no es que seamos completamente diferentes o completamente iguales. Es posible que haya algunas áreas en que las diferencias importen, y otras muchas en las cuales no, y las dos cosas son verdad sin tener que caer en ninguna narrativa específica. La salud de las mujeres ha sido un motivo de preocupación, porque sabemos que a veces la medicina les ha fallado… Pero esto es por el machismo en la medicina. Tenemos que entender los matices y concentrarnos en las variables de acuerdo con la enfermedad que nos interesa. Para el covid, no importa tanto el sexo, sino la edad, por ejemplo. Para las migrañas hormonales, sí que importa el sexo. Realmente depende de las cuestiones que se investigan, y me preocupa que se usan estos enfoques tan amplios, haciendo pruebas sobre la raza y el sexo en general, a ver qué diferencias hay. Son enfoques poco refinados y no le hacen justicia a la variación humana.

De hecho, recuperando lo que hablábamos antes, para el covid-19 quizás sí que importa el sexo, pero como factor social. Hace poco en Mètode publicábamos un artículo6 sobre cómo en España, aunque la mortalidad era más alta en hombres, más mujeres se contagiaban porque se encontraban muy expuestas, como trabajadoras esenciales, cuidadoras…

En Reino Unido, de hecho, nos encontramos con que al principio los hombres se vieron muy afectados, sobre todo cuando el virus llegó a Londres, pero porque muchos repartidores y taxistas suelen ser hombres. Es un tema de demografía social, así que por supuesto los datos presentan estos sesgos. Debemos tener cuidado con no biologizar las cosas, sobre todo en una pandemia: un virus no llega a un país y se extiende de manera uniforme y afecta a todo el mundo por igual. Depende de la demografía, de la ocupación, de si eres trabajadora esencial o no, de si trabajas en un hospital… Como he dicho, a veces queremos explicaciones simples para los patrones que vemos, pero raramente encontramos estas respuestas tan sencillas.

¿Qué reacciones ha tenido Superior por parte de gente que participa activamente del racismo científico? Pienso en personas que ha entrevistado para el libro y que forman parte de publicaciones racistas, por ejemplo…

Han pasado casi dos años desde que se publicó Superior y varias organizaciones supremacistas han estado acosándome, a mí, a mi familia, a mi hijo de siete años incluso… Escribieron artículos sobre él, sobre mi marido, mis padres, mis hermanas… El maltrato fue tan terrible que abandoné Twitter y otras redes sociales. Era imposible quedarme, bloqueaba a la gente pero no daba abasto, así que tuve que irme. Fue bastante terrible.

Eso es espantoso. Confieso que pensaba más en reacciones en el mundo académico, no sabía que la cosa se había puesto tan fea…

Bien, al inicio me encontré también con reticencias por parte de genetistas de poblaciones, supongo que recordará que en un par de capítulos critico el trasfondo racista que a veces encontramos en la genética de poblaciones. Pero ahora trabajo con algunas de estas personas y hemos forjado una relación muy buena. Pienso que la narrativa dentro de la comunidad de la genética de poblaciones está cambiando, porque se han reconocido los errores que se han cometido en el pasado, y que tenemos que ser más cuidadosos a la hora de estructurar estos debates. Pero tengo que decir que el cambio más grande vino después del asesinato de George Floyd el pasado verano. A raíz de las protestas del movimiento Black Lives Matter, la comunidad científica cambió por completo su manera de hablar de estas cuestiones. Todas estas cosas sobre las cuales había escrito, que habían sido recibidas con reticencias sobre todo por parte de médicos… de repente, los médicos las aceptaban y me pedían que trabajara con ellos. Así que ahora colaboro con muchos grupos diferentes, formo parte del comité de varias instituciones científicas y museos, y hago lo que puedo para que las universidades desarrollen currículums académicos que nos ayuden a entender estos asuntos mejor.

Eso es una prueba de que este libro era necesario.

No estoy tan segura de eso, se han publicado libros similares antes, pero sí pienso que el mensaje llegó en el momento adecuado, afortunadamente.

  • 1.Círculo de Tiza, Madrid, 2021.
  • 2.Inferior. Cómo la ciencia infravalora a la mujer, Círculo de Tiza, Madrid, 2017.
  • 3.Anna Mateu: «Somos seres biológicos, sociales y culturales», entrevista a Angela Saini en Mètode, 4/9/2019.
  • 4.«Nature’s Top Ten Books of 2019» en Nature, 16/12/2019.
  • 5.«The World’s Top 50 Thinkers 2020» en Prospect, 14/7/2020.
  • 6.Alícia Villar Aguilés: «Las mujeres y la covid-19» en Mètode, 4/12/2020.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org

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Enrique Escandon: «Estar tan pendientes de ese suspenso, de los repasos… crea un mal ambiente en casa que no aporta nada positivo»

Por: Laura Peraita

Según Enrique Escandon, director de Alameda International School, para un alumno sin dificultades académicas, «hacer deberes en vacaciones es como un castigo porque pensará que si ha hecho lo que tiene que hacer durante el curso, ¿por qué tengo que seguir haciendo tareas?»

Enrique Escandón, experto en Educación y director de Alameda International School, asegura que el año escolar que acaba de finalizar ha sido muy intenso y complejo debido fundamentalmente al peso de la mochila emocional de los alumnos después de los meses de confinamiento.

¿Han logrado concluir el curso reforzados por su flexibilidad y capacidad de hacer frente a la adversidad o, por el contrario, han tenido mayor desconexión de sus obligaciones educativas?

En general nos tenemos que quitar el sombrero con los alumnos. Sin duda, han salido reforzados. Emocionalmente hemos tenido altibajos porque nos hemos enfrentado a algo desconocido y hemos tenido que improvisar, y en educación a veces se nos da regular esta cuestión porque trabajamos bajo la planificación. Hay que recordar que el pasado septiembre nos cambiaron las reglas del juego para impartir las clases y en espacios diferentes, con profesores nuevos para cubrir los diferentes grupos… Hemos aprendido sobre la marcha y esa parte emocional nos ha costado más asumirla. Pero los alumnos han demostrado que tienen una valentía y fuerza enorme porque se han adaptado fenomenal a estos cambios y peticiones. No podemos decir que educativamente haya sido el mejor de los años, pero lo que hemos conseguido como sociedad, sí.

Han llegado las notas finales, ¿quién sufre más cuando hay un suspenso: los alumnos o los padres?

¡Cuantas veces he escuchado de un padre: «Es que me han suspendido!». Pero, no, quien suspende es el hijo. Extrapolamos como padres lo que les sucede a nuestros pequeños por ese vínculo emocional que nos puede. Tenemos que conseguir que sean ellos los que estudien, aprueben, suspendan. Y, por otro lado, debemos tener claro que el suspenso es simplemente un momento puntual que hay que aprovechar para decirles que hay que esforzarse más y analizar cómo hacerlo. No hay que magnificar un suspenso porque es una oportunidad de mejorar y aprender más. Hay alumnos que necesitan a veces ese parón para darse cuenta de que tienen que ponerle remedio. Pero el estudiante, no los padres, que suelen tener gran sensación de angustia, generan mayor tensión en casa y, al final, consiguen empeorar la situación.

¿Qué les dirías a esos padres que piensan que son ellos quienes han suspendido?

Sobre todo que relativicen, salvo que su hijo sea un alumno de Bachillerato o EVAU. Hay que valorar qué hemos hecho para que tengan esa calificación y qué se puede hacer para mejorar. A veces es cuestión de tiempos en el estudio; otras, de atención, de que los hijos son adolescentes con muchos cambios hormonales, corporarles y su concentración se dispersa muchísimo o su capacidad de dormir. Hay que entenderles y saber cómo motivarles.

Por cultura, en España nos focalizamos mucho en el error, en lo que hacen mal, mientras que en otras se potencian los aciertos, de manera que se fortalece la autoestima, la confianza. Por ello, relativicemos esa parcela en la que no van a brillar en su vida.

Desafortunadamente no hay un manual que nos diga cómo educar a un hijo. Debemos analizar su grupo de amigos, su personalidad, cómo es su centro educativo… Hay muchos aspectos. A los padres, un suspenso en verano nos sienta mal porque implica que hay que estudiar en vacaciones, lo que es complejo, pero hay que establecer prioridades.

¿Qué posibilidades tienen los padres de que su hijo adquiera durante el verano mayor interés por ciertas asignaturas y por el colegio cuando no es un buen estudiante?

Invitándoles a realizar todas esas actividades que les gustan y que no pueden hacer durante el año, como puede ser robótica. Hay que potenciar esa parte que les motiva para que el verano sea interesante para ellos y en el colegio desarrollen ciertas inquietudes y dirijan mejor su futuro.

¿Por qué hay tanto dilema cada año en si deben o no hacer deberes en verano?

Porque hay quienes pensamos que cuando vamos de vacaciones no nos gusta llevarnos trabajo para poder disfrutar de la familia, hacer cosas que no se puede durante el año… Tenemos 10 meses para trabajar mucho en clase y, en el mejor de los casos, los alumnos disponen de dos meses para descansar, de los cuales solo uno es para estar con sus padres. Ese mes debe ser para la familia, para estar juntos de viaje, ir al pueblo, tener tiempo de disfrute… porque ese tiempo de aprendizaje también es muy importante. Sin embargo, si estamos muy pendientes de esa mala nota, de ese repaso de matemáticas, se crea un ambiente en casa que no nos va a ayudar nada positivo.

Otro tema es qué hacemos con el otro mes. Si los resultados han sido buenos, los estudiantes pueden hacer mil actividades, desde campamentos a talleres donde se lo van a pasar bien. Lo que no podemos es tener a un niño o adolescente en casa y pretender que esté motivado con deberes. Es muy difícil. ¿Qué sentido educativo tiene acabar el curso, hacer el libro de deberes y entregarlo en septiembre, si tras hacerlo hay un mes en el que van a desconectar totalmente? Cuando llegue septiembre no se van a acordar de nada. Es una forma de cumplir con el expediente que pide el colegio, pero pedagógicamente, ¿ha mejorado tu hijo?, ¿ha afianzado conceptos en un mes de julio al que ha llegado cansado? Hay que medir muy bien esta herramienta pedagógica que está muy bien, pero quizá debería emplearse para realizarse en los últimos 15 días antes de empezar el colegio para que el alumno esté más cerca del inicio de curso. Quizá nos deberíamos centrar más en cómo cambiar las clases durante el curso que en cómo lograr que sigan conectados en el verano.

En un alumno sin dificultades hacer deberes en vacaciones lo veo más como un castigo porque pensará que «si he hecho lo que tengo que hacer durante el curso, ¿porqué tengo que seguir con tareas en el verano? Si se estandariza esta herramienta pierde su sentido.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-dialogos-familia-estar-pendientes-suspenso-repasos-crea-ambiente-casa-no-aporta-nada-positivo-202106290104_noticia.html

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Entrevista a Dean Spade: “Hay que transferir el presupuesto de policía a cubrir necesidades básicas”

Por: Nuria Alabao / Lucas Platero

Dean Spade es profesor de Derecho en la Universidad de Seattle y fundador del Sylvia Rivera Law Project, que ofrece asesoría legal a personas trans, intersexuales o no binarias sin recursos económicos. También es activista contra la expansión del sistema penal y policial.

La obra de Spade está centrada en desentrañar los principales problemas que tiene el activismo de base que, en los últimos años y con la pandemia, ha crecido enormemente en Estados Unidos. A estas formas organizativas le dedica su último libro, Ayuda mutua: Construyendo solidaridad durante esta crisis (y la próxima) –de próxima aparición en castellano–. Una vida “normal” (Ed. Bellaterra) –publicado en el 2015– es un ensayo sobre cómo la violencia institucional, el racismo, o la criminalización del consumo de drogas influyen sobre las vidas de las personas LGTBI, temas que no suelen ser abordados por el activismo mainstream o desde la reforma legal.

En España está a punto de aprobarse una nueva ley trans que implica la autodeterminación de género y algunas políticas de apoyo a las personas trans, ¿que impacto tienen estas leyes a la hora de transformar la vida de la gente?

Una de las cosas con la que lidiamos en movimientos sociales es la cuestión de cómo no centrarnos solo en producir leyes, o en introducir cuestiones como los discursos de odio sobre grupos marginados, porque hace que pongamos mucho el foco en el poder del Estado. Es como si solo el gobierno pudiese resolver todos nuestros problemas. Además, refuerza la idea de que lo que dicen las leyes se reflejará automáticamente en la vida de las personas, y la realidad es que hay una gran brecha. Esta brecha surge por las diferencias en el interior de los grupos, dentro de las ciudades o regiones, entre barrios, o por diferencias de cómo los funcionarios del gobierno y otros actores ven a las personas trans con discapacidades, a las inmigrantes o a las personas trans de clase alta. Todas estas diferencias dentro de un grupo hacen que  la aplicación de la ley les impacte de manera diferente, porque las leyes son implementadas por personas y tendrán diferentes prioridades bajo diferentes administraciones o bajo diferentes partidos.

Lo que realmente necesitamos es una población fuertemente movilizada y movimientos interseccionales radicales en constante resistencia

Otra preocupación es que cuando se legisla o se cambian las leyes, los gobernantes dicen: “Ahora este grupo de personas es igual”, o “A partir de ahora, será tratado bien”. Dicen haber resuelto los problemas y se intenta desmovilizar a nuestros movimientos. Nuestro trabajo es decir que nada se habrá resuelto hasta que nuestra gente pueda sobrevivir, y la ley no es la herramienta ideal para eso. Lo que realmente necesitamos es una población fuertemente movilizada y movimientos interseccionales radicales en constante resistencia, que busquen realmente el bienestar de las personas bajo las condiciones a las que se enfrentan en el capitalismo o el neoliberalismo.

Creo en el trabajo de reforma legislativa de los movimientos sociales, pero no debería tener un papel central, y además debemos tener un papel crítico.

¿Qué tipo de leyes necesitan las personas trans o cuáles serían realmente transformadoras?

Deberíamos buscar una reforma legal basada en aliviar los peores sufrimientos que enfrentan las personas trans, las que se encuentran en las situaciones más complicadas y peligrosas o que están realmente al margen: las personas trans que están en prisión, las que se enfrentan a la deportación, las más pobres o las más criminalizadas o las personas trans con discapacidad. Observar sus vidas y pensar si las reformas legales que se están considerando van a abordar sus problemas, porque de lo contrario, acabamos creando leyes que lo que hacen es perfeccionar el sistema que las mantiene marginadas. Si al final la justicia es algo a lo que solo se puede acceder si se tiene un empleo con estatus, o si no se está criminalizado y se tiene papeles, o lo que sea. Eso significa que tenemos que fijarnos en el impacto material de las leyes. Queremos evitar leyes que sean solo simbólicas, que no ofrezcan ayudas, que solo sirven a las personas de alto estatus o que lo tienen más fácil, que en realidad es lo que hacen la mayoría de leyes.

Queremos pensar en soluciones legales que vayan más allá de tener escrita la palabra “trans” en ellas. Por ejemplo, en Estados Unidos, cualquier ley que ayude a reducir el número de policías será bueno para las personas trans, porque la policía las persigue; o cualquier ley que ayude a reducir las sanciones penales por ser pobre o consumir drogas, porque así es como la mayoría de ellas terminan en la cárcel. Aparentemente, esas leyes no son para las personas trans, pero en el fondo serían las más beneficiosas. Deberíamos centrarnos en ellas. Por ejemplo, en Estados Unidos, hace décadas que se han aprobado leyes para endurecer las penas por atacar a personas trans por ser trans (delitos de odio). No hay evidencia de que impidan la violencia, y generalmente sirven para incrementar la financiación a la policía y a los fiscales, y cualquier cosa que potencie a la policía y a los fiscales es malo para las personas trans. Tenemos que pensarlo bien: ¿cómo podemos saber si la ley es realmente buena? Analizando si es buena para las personas trans que se encuentran en las situaciones más peligrosas.

¿Entrarían aquí las leyes que penalizan el trabajo sexual?

Exactamente. Esta es una de las formas más importantes de criminalizar a las personas trans. Si podemos descriminalizar el trabajo sexual y reducir el impacto de la policía en la vida de las trabajadoras sexuales, esa sería una reforma legal que ayudaría de verdad a las personas trans.

En su último libro habla del apoyo mutuo, ¿se puede combinar con la acción legal o estamos perdiendo el horizonte de dónde intervenir?

Si queremos un cambio que sea liberador, tenemos que hacer una presión importante y sostenida desde los movimientos sociales, necesitamos que participe mucha gente. A veces el problema con la reforma legal es que se lleva adelante únicamente desde algunas ONG, e involucra solo a algunas personas de élite. No es una estrategia muy participativa. Y lo que veo tanto en EE.UU. como en otras partes del mundo es que, aunque tengas buenas leyes, si no tienes una manera de sostener la presión a partir de la movilización, no necesariamente se aplicarán. El verdadero motor del cambio social para las personas trans y para todo cambio social debe ser la movilización de base, por lo que necesitamos organizaciones trans fuertes, pero también debemos estar conectados con otras organizaciones más amplias de trabajadoras sexuales, de descriminalización o de organización de los pobres.

Las redes de apoyo mutuo ahora mismo son lugares donde mucha gente se une a los movimientos sociales. Es donde la gente común viene y participa más que en acciones para cambiar la ley. El trabajo legislativo, cuando proviene de la movilización de base, tiene más calidad, porque sabe cuáles son los problemas materiales cotidianos de las personas vulnerables y, probablemente, también cómo se aplican las leyes existentes, porque si estás haciendo trabajo de apoyo mutuo, conoces de primera mano el problema y cómo funciona actualmente el sistema legal. No cómo figura en la redacción de la ley, sino qué le pasa a la gente en concreto con sus caseros, o con sus trabajos, o qué les dicen cuando van a servicios sociales y qué puede significar realmente el cambio de nombre en el DNI en su vida cotidiana.

Usted forma parte del movimiento anti policial en Estados Unidos, ¿qué está pasando?

El año pasado hubo una movilización asombrosa social y antipolicial en todo el país. Tras las muertes de George Floyd y Breonna Taylor, se han producido disturbios en todas partes. Esto ha llevado a la petición de desfinanciar a la policía (defund the police). Hace décadas que trabajo para la abolición de la cárcel y de la policía, y estas ideas nunca habían llegado al mainstream como ahora.

Queremos evitar leyes que sean solo simbólicas, que no ofrezcan ayudas, que solo sirven a las personas de alto estatus o que lo tienen más fácil, que es lo que hacen la mayoría de leyes

En muchísimas ciudades, la gente ha estado luchando en ayuntamientos y otras instituciones para, literalmente, acabar con el presupuesto de la policía, o reducirlo. Ha sido una lucha muy difícil porque en los 40 o 50 años anteriores los presupuestos policiales han aumentado cada año. Es uno de los desarrollos políticos más emocionantes que he visto en mi vida. Las personas queer y trans y también las feministas son una parte importante de estas luchas porque saben que la policía no hace que estemos más seguras. Esto es importante, porque a menudo se usa la excusa de la seguridad de las mujeres para pedir más policía. Donde yo vivo, en Seattle, la policía tiene hasta pegatinas del arcoíris, o han contratado a un policía gay o trans. Así que es realmente importante tener queer, trans y feministas y especialmente personas racializadas diciendo: “Esto no resuelve nuestros problemas, lo rechazamos”.

¿Qué contribuye a reducir la violencia o qué hace que estemos más seguras?

Sabemos que la policía solo añade más violencia a cualquier situación –encierran a la gente, te pegan y puede que hasta te violen…–. Si te pasa algo, la policía llega cuando ya ha sucedido todo. No hace nada para evitar que pase, y cuando aparecen, pueden que te hagan daño. Además, quizás castiguen a quien lo hizo, pero nada cambia –que no lo vuelvan a hacer, por ejemplo–, por lo que no estarás más segura que antes.

Desde los movimientos sociales, estamos planteando otro tipo de preguntas: “¿Qué hace realmente que la gente esté segura?”. Una de las cosas que hace que la gente tenga más seguridad es que tengan acceso a vivienda, a alimentos, a un sistema de salud público. Cuando nos fijamos en las mujeres trans asesinadas en los Estados Unidos, muchas no tenían un sitio seguro donde vivir, lo cual les llevaba a situaciones de peligro o ejercían trabajo sexual de maneras poco seguras, porque no tenían recursos para hacerlo de otra forma.  Si queremos seguridad de verdad, tenemos que transferir el dinero de los presupuestos de policía a vivienda, sanidad, cuidados infantiles, etc., a cubrir las necesidades básicas.

La segunda cuestión que ocupa a muchas feministas, movimientos queer y trans es qué condiciones tiene esta persona que son particularmente poco seguras. Nos preguntamos, ¿qué necesita la gente de nuestra comunidad? ¿que les acerquemos con el coche a los eventos o traerlos después? ¿Necesitamos que la comunidad ofrezca formaciones sobre violencia doméstica, sobre cómo apoyar a nuestras amistades cuando están viviendo situaciones violentas…? ¿Qué puede hacer el activismo de base para cambiar las condiciones de vida que hacen que algunas personas de nuestra comunidad sean tan vulnerables?

¿Está relacionado esto con lo que se denomina justicia transformadora o reparadora?

Mucha gente en nuestras comunidades ya hace trabajo de justicia transformadora, que supone pensar cuando pasa algo malo ¿qué podemos hacer? Por ejemplo, si estamos en un círculo social donde una persona asalta sexualmente a otras, ¿cómo podemos hacer para que pare? ¿Qué necesita esa persona, qué tipo de presión hay que ejercer, para que pare? ¿Necesita apoyo? ¿Por qué lo hace? ¿Tiene problemas con las drogas? ¿Necesita apoyo de salud mental? ¿Lo hace porque tiene que cambiar sus ideas sobre el género y la sexualidad, ideas que emanan de una cultura tóxica? ¿Y qué necesitan las personas que han sido agredidas para seguir siendo parte de la comunidad y sentir que tienen apoyo? Ya que no se puede deshacer el daño causado, ¿puede haber alguna manera de sanar y curarse, de restaurar su bienestar?

Si podemos descriminalizar el trabajo sexual y reducir el impacto de la policía en la vida de las trabajadoras sexuales, esa sería una reforma legal que ayudaría a las personas trans

La policía y los juzgados no ofrecen nada esto. Así que tiene más que ver con cómo respondemos para que deje de pasar y que todas las personas implicadas estén mejor, en lugar de aplicar un castigo. El castigo nunca disminuye el daño causado. De hecho, si una persona viola a otra y la mandas a prisión, puede que siga violando allí. Eso no resuelve ninguna de las causas que hay de fondo.

En España vemos un cierto feminismo que está muy encauzado a la introducción de nuevos delitos o incluso que piden un aumento de penas, aunque creemos que no es mayoritario. 

En Estados Unidos le llamamos “feminismo carcelario”, y no queremos un feminismo que se construya sobre la petición de más policía y más cárcel. Vivimos un período, que empezó en los 70 y continúa desde entonces, en el que la policía y las prisiones están creciendo muchísimo. Uno de los motivos por los que crece es el de “proteger a las mujeres”. Así, el gobierno empezó a financiar programas para afrontar la violencia doméstica y sexual, pero solo si estaba vinculado a decir que la solución eran más detenciones y más gente en prisión. Después de aplicar esto durante 40 o 50 años no vemos que se reduzca. En el caso de la violencia sexual, incluso la aumenta, porque la policía es una fuente importante de violencia sexual.

Queremos enterrar el feminismo carcelario, y centrarnos en un feminismo que va a las causas de la violencia contra las mujeres, las personas queer y trans, y que quiere acabar con la violencia en lugar de apoyar más policía. Y nos preguntamos ¿por qué la mayoría de personas que sufren violencia en el hogar no la denuncian? Muchas no quieren que sus seres queridos vayan a la cárcel o saben que la policía no les va a creer porque son pobres, no tienen papeles o porque tienen miedo de la policía, porque son queer o trans, y han recibido agresiones policiales o las ha recibido alguien de su comunidad.

La solución tiene que ver con creer que las personas, incluso aquellas que han causado dolor, son parte de nuestra comunidad, y hay que pedirles responsabilidades, pero también devolverles su lugar. El objetivo es ayudarles a que cambien su comportamiento en lugar de expulsarles. ¿Qué hace falta para que asumamos que la gente no es solo aquello tan horrible que hizo? Usemos soluciones comunitarias para hacer que cese el daño.

Son las mujeres de color, inmigrantes o con discapacidad las que han tenido que encontrar estas estrategias. Nunca han podido llamar a la policía, porque saben que, si viene, les van a hacer más daño. Este trabajo práctico ha surgido del feminismo.

En las protestas de los últimos tiempos en Estados Unidos ha habido grandes manifestaciones encabezadas por el lema: “Black Trans Live Matter”, ¿cómo se están produciendo estas alianzas entre luchas?

La manera en la que Black Lives Matter está creciendo ha llevado a que la gente organice agrupaciones en todo el país durante los últimos años y antes incluso del 2020 este ha sido un movimiento verdaderamente interseccional. Tienen gente trans, negra, queer, feminista, de apoyo a la causa Palestina… Uno de los objetivos ha sido mostrar las historias de las mujeres negras, de las personas negras con discapacidad… La solidaridad que hay dentro del movimiento ha sido muy orgánica y siempre ha habido un montón de gente trans en lugares de liderazgo en todos los niveles.

Queremos enterrar el feminismo carcelario, y centrarnos en un feminismo que va a las causas de la violencia contra las mujeres, las personas queer y trans

Este momento supone una transformación en Estados Unidos desde aquellos movimientos civiles con políticas y estrategias que buscaban la respetabilidad, y que han sido históricamente más patriarcales y más heterosexuales, menos interseccionales. El movimiento Black Lives Matter surge ya desde las mujeres queer, ha sido más confrontativo e inherentemente más queer y trans. Es un momento impresionante y, además, llega en el mismo período del renacer de la resistencia indígena en Standing Rock, de los movimientos feministas indígenas, que son muy inclusivos con lo trans y lo queer… Estamos en un momento de emergencia de los movimientos de base, que son muy interseccionales.

¿Qué opina de la aparente alianza que se está produciendo entre cierto feminismo anti trans y algunas derechas o fundamentalistas cristianos?

Por desgracia, todavía estamos viviendo la reacción contra el feminismo que  comenzó en los años 80. En Estados Unidos estamos asistiendo a momentos de reacción anti trans muy específicos. Hay una cantidad sorprendente de leyes que se centran  en dificultar o impedir el acceso de los jóvenes trans a la atención  sanitaria y al deporte. A pesar del período de las políticas trans y los esfuerzos de las reformas legales que se han producido desde finales de los 90 hasta hoy, en realidad, no hemos conseguido tanto.

Hay una ley federal, de ley de delitos de odio que le da dinero a la policía y luego hay algunas cosas pequeñas que se consiguieron con Obama, pero la mayoría de las personas trans todavía viven en la marginalidad. También ha habido algunas mejoras en la identidad recogida en los DNI, pero todavía hay muchos obstáculos para la supervivencia. Sin embargo, en los últimos cinco años ha habido más apariciones de personas trans en la televisión mainstream. Así que, a pesar de que no ha habido cambios importantes en el día a día de las personas trans, sí que ha habido una reacción violenta muy significativa de la derecha, que se ha recrudecido.

Se da una reacción, en forma de guerra cultural, y es interesante cómo ha coincidido con la acción de las TERF (feminismo anti trans), que me recuerda a la década de 1980 cuando los activistas de derechas contra la pornografía se aliaron con las feministas antisexo que estaban en contra del trabajo sexual, de la pornografía y a favor de la censura. Siento que se repite esa coalición. El hecho de que esas personas se consideren feministas, y estén dispuestas a alinearse con la derecha que trata de proteger el patriarcado y el control sobre los cuerpos de las mujeres y del cuerpo queer y trans, es impactante para mí.

Fuente e imagen: https://ctxt.es/es/20210601/Politica/36470/Dean-Spade-activismo-trans-leyes-policia-sistema-penal-Nuria-Alabao-Lucas-Platero.htm

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El autoaprendizaje va de la mano con el docente. Hoy somos 24/7.

Por:

Ludwing Vásquez Gálvez es el profesor de matemáticas de 38 estudiantes de sexto de primaria de la Escuela Oficial Rural Mixta “Adrián Recinos”, ubicada en la aldea Chimusinique, en Huehuetenango, Guatemala. Fue reconocido por REDUCA como docente innovador al haber creado la aplicación móvil MATExprésate, la cual se hizo para facilitar el aprendizaje de matemáticas entre sus estudiantes de primaria. Esta aplicación móvil fortalece las #habilidades21 y el pensamiento lógico en los estudiantes; además, es gratuita y está disponible en Internet para que también otros educadores puedan utilizarla.

En 2017, este maestro huehueteco sintió la exigencia de generar nuevas metodologías y herramientas aprovechando las ventajas de la tecnología. Con la llegada de COVID-19, MATExprésate les permitió a sus alumnos seguir aprendiendo a distancia, fortaleciendo de forma autónoma las áreas donde más se sienten necesidad y promoviendo el contacto continuo entre los padres de familia, el maestro y el estudiante. A través de esta aplicación, el docente involucra a los padres de familia para que sean partícipes de la importancia de la educación de calidad para sus hijos y promueve le desarrollo de herramientas útiles para que los docentes faciliten el aprendizaje, superando las barreras físicas.

Hablamos con Ludwing sobre sus prácticas innovadoras y metodologías en la enseñanza de las matemáticas y su contribución para que los estudiantes vean las matemáticas de forma amigable.

¿Qué es MATExprésate, cómo lograste desarrollar esta aplicación móvil y cuál ha sido su alcance durante el aprendizaje en casa?

MATExprésate, Edúcate, Esfuérzate es una aplicación diseñada y creada eminentemente con fines educativos, sin ánimo de lucro, con contenidos propios y con enlaces externos que fortalecen el aprendizaje. Cada uno de los videos, imágenes, documentos y enlaces externos se utilizan con el único fin de enriquecer el contenido de la aplicación. Cuenta con contenidos, juegos, videos y evaluaciones de conocimientos previos y conocimientos adquiridos que pueden ser inducidos por el docente o utilizados para promover el autoaprendizaje.

Surgió como un proyecto universitario y la aplicación fue totalmente funcional en el 2018 cuando iniciamos las pruebas digitales para mis estudiantes. Los alumnos estaban muy emocionados realizando las actividades en casa y en el teléfono de sus padres y me preguntaban cuándo se repetiría esta actividad, pero nunca me imaginé que tuviese tanta relevancia y alcance hoy en día. La pandemia vino a cortar el proceso educativo y no pudimos seguir de manera tradicional. Esta aplicación fue diseñada para mis estudiantes en Chimusinique, pero ya luego de esto se dio a conocer en muchos lugares y creció bastante. Yo no soy un desarrollador ni un ingeniero en sistemas, pero puedo decir que soy un maestro guatemalteco que desarrollé una herramienta que genera impacto.

¿Por qué una aplicación móvil?

No todos tienen la posibilidad de tener una computadora en casa y en un dispositivo móvil o teléfono es mucho más factible. Antes de desarrollar la aplicación, hicimos una encuesta y nos llevamos la gran sorpresa que la mayoría de los estudiantes tenía algún tipo de teléfono propio e internet.

¿Existen limitantes más allá de la tecnología para que los estudiantes puedan utilizar esta aplicación?

Sí, en definitiva, el tema del contenido es importante. Me gustaría poder producir videos propios en la aplicación y que sirvan a muchas más personas para mejorar el autoaprendizaje a distancia.

¿Cómo cultivas el autoaprendizaje, la autorregulación, el aprender a aprender y otras habilidades en tus alumnos?

Es un poco complicado pues considero que en nuestra cultura no planeamos, sino que hacemos las cosas como vayan saliendo. Hay una frase japonesa que dice: “tarde o temprano la disciplina vencerá la inteligencia” y no es que los japoneses sean mucho más inteligentes que nosotros, es simplemente que son mucho más disciplinados. Por eso es importante establecer canales de comunicación directa que conecten a los padres de familia y a los estudiantes, buscando horarios de trabajo que faciliten el aprendizaje y una rutina para mantener a los estudiantes motivados. El autoaprendizaje va de la mano con el docente. Es importante que el maestro establezca bien el apoyo incondicional de los padres de familia en el hogar, para así poder hacer de este autoaprendizaje y el poder de aprender a aprender una mejor manera de educación en un futuro cercano.

¿De qué manera tu rol como facilitador de aprendizaje también está impactando tu relación con los padres de familia? ¿Cómo acompañas sus procesos de aprendizajes?

Los padres de familia son nuestros maestros en casa, son quienes están desarrollando la labor ahora en el hogar. Ha sido admirable su compromiso. Al inicio, los padres me decían que cómo iban a lograr acompañar el aprendizaje de sus hijos si no eran maestros. Ha sido clave monitorearlos y acompañarlos en este proceso para generarles la confianza de que pueden hacerlo y que son capaces. Intenté motivarlos para evitar que generar ese “miedo a las matemáticas” y así sumamos otras áreas de aprendizaje en la aplicación. Tanto para padres como maestros, la pandemia nos ha retado y pero también nos ha brindado oportunidades para crecer y desarrollarnos mejor en el ámbito escolar.

¿Qué consideras que esta pandemia ha exigido más de los profesores?

Un profesor daba clases en la mañana y en la tarde hacía su planificación del siguiente día. De repente con la pandemia, todos los maestros se volvieron 24/7, disponibles 24 horas al día de los 7 días de la semana. Me llegan las tareas de los estudiantes a la 1 o 2 de la mañana. A veces, el padre de familia solicita al maestro apoyo en las noches. La pandemia nos ha exigido demasiado con relación a qué horas debemos conectarnos con los estudiantes y hasta qué horas debemos estar sentados frente a un computador; ha cambiado la relación interpersonal; y también nos ha hecho sacar lo mejor de nosotros como docentes porque estamos siendo más creativos, perfeccionando nuestras competencias, descubriendo algunas y explotando otras al máximo.

También, perderle el miedo a la tecnología es la manera más segura para sacar adelante los procesos educativos. Le hemos perdido el miedo a la cámara, al pánico escénico, ahora indagamos más, investigamos y decidimos cómo mejorar los procesos de enseñanza e, incluso, planificamos de una mejor manera. El aprendizaje a distancia necesita que la guía que preparamos vaya bien estructurada para que el padre de familia le entienda muy bien en su hogar y se cumpla con los logros y competencias que se tienen pronosticadas para los estudiantes.

El maestro tiene la primera fuente de información sobre lo que está pasando con sus estudiantes ¿Cuáles consideras que han sido los mayores impactos de tus alumnos?

Cuando indagaba por qué un estudiante se demoraba 2 ó 3 días en enviar una tarea, descubría que había fallecido un tío, el abuelito o, incluso, que la familia completa estaba contagiada de coronavirus. Algunos estudiantes me decían que encontraban más motivación en mí que en su casa. Por supuesto, tenían miedo y estrés de lo que les pudiera pasar en tiempos tan complejos. Ha sido una experiencia muy fuerte para la familia y, en particular, para los estudiantes. Cuando estemos de regreso presencialmente, nuestra labor es fortalecer la autoestima y la moral de los estudiantes, ya que -sin duda alguna- ha sido un año realmente complejo. El maestro es el que escucha y atiende en cualquier momento a un estudiante con problemas en la casa y es consciente que en la escuela tiene una persona que lo comprende.

En esta serie de blogs Voces de Maestros: trabajadores de primera línea compartiremos cada una de las voces de estos 16 docentes que son inspiración para nuestra audiencia en América Latina y el Caribe y que ponen en práctica las #habilidades21 dentro y fuera del aula. Encuentra la primera entrada de esta serie aquí. Mantente en sintonía siguiendo nuestra serie de blogs sobre educación y #habilidades21, descarga el Futuro ya está aquí y mantente atento a nuestras novedades!

Fuente e Imagen: https://blogs.iadb.org/educacion/es/el-autoaprendizaje-va-de-la-mano-con-el-docente-hoy-somos-24-7/

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Entrevista a Isabel Rico: “Hay niños y niñas, bebés, con importantes deficiencias de alimentación y que pasan frío”

Por: Yayo Herrero

Cuando Isabel Rico (Madrid, 1966) pasea por el monte o la orilla de un río siempre recoge hojas secas, semillas o guijarros planos. Le preguntas por qué y la respuesta es siempre la misma: “Son para los niños y niñas de mi escuela”. Isabel es maestra y licenciada en Historia Contemporánea. Este es su quinto curso como directora de una escuela pública infantil en Pan Bendito, un barrio del madrileño distrito de Carabanchel. Anteriormente era educadora en la misma escuela. Forma parte del gremio de las superheroínas de barrio, una mujer que contribuye a mantener en pie la vida en una comunidad autónoma en la que los servicios públicos llevan años siendo agredidos.

¿Qué papel juega su escuela en el barrio?

Nuestra escuela se ha convertido en un territorio que respeta y protege a las niñas y niños, y a sus familias, a quienes ya se les han negado muchos derechos. En el contexto de un barrio es muy importante la existencia de una escuela infantil pública. Desde hace años recibimos niños y niñas con muchas necesidades que hay que cubrir: carencias de alimentación, sueño o higiene… Muchos viven en infraviviendas, conviven en familias muy extensas y no tienen una habitación propia, duermen con sus abuelos o sus padres. Estas familias quieren traerles porque cuidamos pero además educamos. Creo que uno de nuestros mayores méritos es que acogemos a todas las familias en su diversidad, algo que hemos convertido en un valor esencial.  En un núcleo de convivencia del barrio.

¿Por qué escogió la educación infantil?

Es vocacional. Cuando de pequeña me preguntaban qué quería ser de mayor siempre decía que maestra, costurera o azafata. Mi primer trabajo fue con menores de seis años protegidos. Luego empecé a trabajar en escuelas infantiles pero tuve que sacarme el título de Formación en Jardín de Infancia. Es una edad que me fascina.

¿Por qué?

Es una etapa esencial en la vida. Se configuran las neuronas, la personalidad. A nivel social y psicológico se ponen las bases para la interacción con los demás. Es la edad más importante para el desarrollo de la persona, pero es a la que menos importancia se le da en el sistema educativo. Creo profundamente en la Educación Infantil como una etapa educativa con entidad propia y compensadora de la desigualdad. En un barrio como Pan Bendito, que es donde se ubica nuestra escuela, esto es esencial.

¿Cómo es Pan Bendito? ¿Qué problemas tiene?

Antes de la crisis de 2008, en la mayoría de las familias que traían a sus hijos e hijas a la escuela trabajaban ambos progenitores. A partir de la crisis, la situación cambió

Llevo mucho tiempo trabajando en Pan Bendito. Es un barrio acostumbrado a subsistir, a estar en los márgenes. Es muy vulnerable desde el punto de vista socioeconómico. Coexiste la pobreza, la precariedad laboral, el paro, el alcoholismo, la drogadicción y últimamente están aumentando mucho los casos de enfermedades mentales. En el barrio también hay un problema muy serio de vivienda. Muchas familias solo tienen casa si dan una “patada a la puerta”. Les obligan a ocupar para tener un techo y luego les criminalizan por ello. Existe mucha infravivienda en la que conviven familias muy extensas y donde los desahucios exprés se han impuesto. Es un barrio empobrecido y maltratado, al igual que la gente que vive en él. Población autóctona, gitana y paya, y personas migradas de diferentes partes del mundo. Antes de la crisis de 2008, en la mayoría de las familias que traían a sus hijos e hijas a la escuela trabajaban ambos progenitores. A partir de la crisis, la situación cambió y ahora la población que acude está mucho más desestructurada. A partir de entonces, todo ha ido empeorando. Muchas familias viven de vender por las calles pequeñas cosas: ropa, bisutería, colonias o fruta. Algunas venden en los mercadillos, y son las que mejor están. Otras malviven vendiendo chatarra. Muchas mujeres, migrantes en su mayoría, encabezan hogares monoparentales y trabajan como cuidadoras de personas dependientes o limpiando casas. El paro y la precariedad laboral es lo normal. Trabajan muchas horas, sin horarios, muchas veces sin contrato y por poco dinero. Son trabajadores y trabajadoras pobres y no les llega el dinero para cubrir sus necesidades más elementales.

¿Hay racismo en la forma de tratar a la gente del barrio?

Con la nevada de Filomena había personas que no habían pagado el recibo del gas y que con ese frío no podían bañar a los niños

Se nota mucho el racismo estructural. A las personas gitanas, por ejemplo, les cuesta mucho tener un trabajo. Una madre me decía que las personas que tienen rasgos no blancos llevan el estigma incorporado y lo tienen muy difícil. Es visible la represión en el barrio. La policía no es que pase mucho, pero cuando lo hace es para reprimir o desahuciar. También en el barrio están muy presentes el antigitanismo y el racismo estructural. Lo ves a poco que quieras mirar. En realidad, hay que hacer un esfuerzo para no verlo. En el metro de Plaza Elíptica hay policías de paisano y paran, mayoritariamente, a personas que tienen rasgos no blancos. Eso en la estación, si caminas por la calle ves grupos de hombres que se ofrecen para trabajar en la construcción. Vienen empresas que les dan trabajo un día. La mayor parte de estos hombres no tienen rasgos blancos. Algún padre me ha dicho que le habían cogido para trabajar y finalmente no le habían pagado. No hay contrato e incumplen las obligaciones y acuerdos. Es duro ver eso todos los días, aunque obviamente es más duro vivirlo.

¿Cómo se hace visible la pobreza y el abandono institucional en la escuela?

Hace bastantes años nos dimos cuenta de la gran cantidad de necesidades que tenía nuestro alumnado. A veces es falta de sueño, porque los niños ven la televisión hasta tarde. Algunos vienen con la misma ropa varios días seguidos y no tienen la higiene adecuada. Hay niños y niñas, bebés, con importantes deficiencias de alimentación y que sufren problemas de frío. En muchos casos no hay calefacción en sus casas. Con la nevada de Filomena había personas que no habían pagado el recibo del gas y que con ese frío no podían bañar a los niños. Una niña sufrió una quemadura grave porque se cayó en la estufa con la que se calentaban. Hemos tenido incluso casos de familias que vivían en coches.

Y son también niñas y niños con una falta de estructura y orden en las rutinas de casa, que soportan muchas situaciones de violencia, tanto verbal como física, en sus entornos cotidianos; que tienen falta de juego y movimiento, o que tienen juegos no adecuados a su edad. Son niñas y niños expuestos desde muy pequeños a las pantallas y a los videojuegos con contenidos de violencia y sexo no adecuados.

¿Cómo hacen para trabajar en esa situación?

Trabajamos fundamentalmente las rutinas de alimentación y sueño y unos hábitos saludables que ayuden a valorar la importancia de cuidar nuestro cuerpo. Además de una buena educación afectivo-sexual desde estas primeras edades y por supuesto una buena educación emocional. Le damos mucha importancia a la alimentación en la escuela. En Carabanchel existe un alto índice de obesidad infantil y diabetes crónica vinculada a la pobreza. Nosotras trabajamos en contacto con el centro municipal de salud. Cuidamos mucho el desayuno. Nuestro centro tiene cocina y a los niños y niñas les encanta la comida de la escuela. Lo que pasa es que cuando salen de la escuela vuelven a sus casas y al barrio donde los derechos están vulnerados. No es una cuestión solo de la escuela. Hacen falta políticas públicas integrales que garanticen condiciones de vida dignas.

Tratamos también de que aprendan y valoren el cuidado de la naturaleza, el barrio, la propia escuela y el entorno. Cuidamos la calle, el espacio de fuera, sembramos plantas… Es un barrio sucio. Algunas veces hemos salido a recoger basura de los alrededores con las niñas y niños y sus familias. En un ratito llenábamos las bolsas y luego la separábamos en los diferentes contenedores.

Siendo tan importante la alimentación, ¿cómo se ha resuelto durante el confinamiento y el cierre de las escuelas?

Con la pandemia y el confinamiento muchas familias que maltrabajaban dejaron de hacerlo. Familias que viven al día, sin ahorros. Nosotras, las maestras de la escuela, estuvimos en contacto con las familias en todo momento. Así nos enteramos de que algunas de ellas no tenían comida. A las familias que tenían becas de comedor les dieron las pizzas o sándwiches de Rodilla y a las que no estaban becadas no les daban nada. La alimentación saludable es un derecho que fue arrebatado. Recogimos dinero entre todas las compañeras e hicimos una compra de alimentos que distribuimos. Lo agradecieron muchísimo. Es lo que se nos ocurrió pero desde luego no es una solución. No es la mejor manera, pero cuando viene una familia desesperada, no puedes hacer otra cosa.

A las familias que tenían becas de comedor les dieron las pizzas o sándwiches de Rodilla y a las que no estaban becadas no les daban nada

Luego, a partir de las críticas a la forma en la que el Gobierno de la Comunidad de Madrid resolvió la comida de los y las niñas, dejaron de repartir las pizzas y empezaron a llevar los menús a los colegios, pero no incluyeron a los niños y niñas de las escuelas infantiles y, de repente, empezaron a no recibir nada. Llamé a la CM y me dijeron “es que la alimentación que va a los colegios no es adecuada para niños y niñas tan pequeños”. Ojo, que antes les daban pizza. Yo les dije que entonces cambiasen la comida o hiciesen algo adecuado a las necesidades de los pequeños. No me dieron ninguna explicación.

Una persona conocida de Ecologistas en Acción me dio el teléfono de un periodista y nos pusimos en contacto con él. Salió todo esto en un artículo en El País y me llamaron de la CM al día siguiente diciendo que había sido un error y que lo sentían mucho. Empezaron a recibir  los menús para quienes tenían las becas de comedor. La comida era horrible. De baja calidad y escasa. Purés muy malos, aguados. Una madre de la escuela que había estado en la cárcel decía que allí era mucho mejor la comida.

A la administración le da igual lo que coman los niños y las niñas de estas familias. Hemos tenido que hacer un bote de apoyo mutuo para apoyar a las familias que lo necesitan.

Hablaba de violencia en la escuela…

Durante mucho tiempo la escuela fue una isla de tranquilidad, pero la escuela suele ser el reflejo de lo que ocurre fuera y, según el barrio se ha ido degradando, la violencia entró en la escuela. Se repitieron situaciones de agresividad y violencia en las aulas, peleas entre familias e intentos de agresión a las educadoras y la directora. Todo esto hizo que la anterior directora dimitiera y es cuando se me ofreció la dirección.

¿Por qué aceptó?

Personalmente estaba en una crisis profesional. Había realizado un curso de posgrado de Educación Activa que me hizo plantearme muchas cosas. Tenía en mi cabeza otro tipo de escuela y la dirección me daba una oportunidad para el cambio pedagógico con el que soñaba. Este es mi quinto curso en la dirección y he aprendido muchas cosas. Una de ellas es que la gestión y la burocracia se llevan la mayor parte del tiempo, y que tengo menos tiempo para lo que me gusta en realidad. Al principio me di un plazo de cuatro cursos y al acabar estos me plantearía si seguir. Pero con la pandemia no podía abandonar el barco y aquí sigo.

¿Y cómo trabajó la cuestión de la violencia?

Hicimos una formación sobre convivencia todo el claustro. Protocolos para las familias, para las niñas y niños, para las profesionales, etc. y esto nos ha ayudado bastante. Y desde entonces, ha mejorado mucho la convivencia en general, aunque hemos tenido algún conflicto puntual. La escuela en estos cinco cursos está mucho más relajada.

Es un gran logro…

Sí, es un gran logro que ha contribuido a crear un espacio más seguro.

Se dice que la ultraderecha crece en los barrios más precarizados. ¿Cómo lo ve?

Es un momento crítico. Antes había una red vecinal que funcionaba. Poco a poco todo esto ha ido desapareciendo y ahora solo sobreviven unas pocas asociaciones, vinculadas a la iglesia en su mayor parte, que trabajan con algunas familias, muchas veces desconectadas entre sí. Es un barrio que apenas posee equipamientos y servicios (ludotecas, bibliotecas, parques…). Desde hace años lo único que tenemos es la mesa de Pan Bendito, donde nos reunimos diferentes entidades que trabajan en el barrio y realizamos actividades puntuales de manera conjunta. Actualmente veo muy difícil que la gente más precaria se organice en una lucha común. Soy bastante pesimista con la situación actual, la gente está más en el “sálvese quien pueda”. En ese contexto, el fascismo hace ruido y puede tener seguidores.

El Ayuntamiento ha descuidado muchas zonas. Ha habido inversiones en instalaciones deportivas y no se han cubierto necesidades básicas de las personas

Creo que debería darse un cambio social, donde primase el bien común por encima de los intereses individuales, pero vamos en una dirección completamente diferente. Hay que hacer una intervención urgente. El Ayuntamiento ha descuidado muchas zonas. Ha habido inversiones en instalaciones deportivas y no se han cubierto necesidades básicas de las personas. Es responsabilidad de las políticas públicas, que son las que deben garantizar la igualdad real de oportunidades y comprometerse con el bienestar de la infancia, responder a las necesidades educativas de la comunidad donde están insertos. Se necesitan planes integrales de actuación conjunta de todas las administraciones y muchos recursos, pero sobre todo voluntad política para ello. Soy pesimista. Las instituciones no se ocupan y las familias no se están organizando. No tienen tiempo ni para pensar. Trabajan y viven en una habitación. Se necesita tener un espacio seguro, alegre. Les han vetado muchos derechos y por ahora no se les ha escuchado. En el rato que están aquí en la escuela, los niños y las niñas son felices pero no se llega a más si no hay intención política.

La he escuchado decir que la escuela es un buen observatorio para ver las desigualdades de género…

Este es un barrio muy diverso y tenemos un perfil de familias monoparentales donde la mujer es la sostenedora fundamental de la casa. En muchas familias, por la crisis, las hijas han vuelto a las casas de sus padres y con ello muchas abuelas han pasado a ser las que sostienen a muchas personas en la misma vivienda. A pesar del papel importantísimo que juegan las mujeres, hay un nivel de machismo y violencia muy elevados. No se valora el papel sostenedor de estas mujeres, igual que no se valora en la sociedad en general.

Es difícil que se entienda que no somos guarderías, y que cada actividad que realizamos en la Escuela Infantil son educativas. Que educamos y no guardamos

En la escuela vemos cómo las niñas son cuidadoras desde que comienzan a imitar y se ve cómo son las primeras que ayudan y cuidan a los demás. En las aulas de los más pequeños son ellas las que acercan los zapatos a los niños o intentan darles de comer. Hacen falta muchos cambios, también en las familias, para transformar esto y una buena educación afectivo-sexual desde los inicios de la educación. Las propias profesionales de la escuela somos un 99% mujeres. En nuestra escuela solo hay un chico. Hace falta integrar a muchos más hombres en la Educación Infantil y organizar muchas escuelas de familias.

¿Es la educación infantil pública un instrumento para la igualdad?

No siempre. El baremo de acceso, que impone la Comunidad de Madrid, no se adecúa a las condiciones de las familias de nuestra escuela. Las familias en las que trabajan los dos progenitores tienen cinco puntos, pero si no tienen contrato no se valora su trabajo ni sus ingresos y se les excluye desde el inicio. Debería haber plaza para todas las familias. En el servicio de escolarización algunas compañeras ven que no dar puntos si tu trabajo es informal es una forma de combatir el trabajo oculto. A mi me parece una forma de perjudicar a quien no puede subsistir de otra forma. El baremo no corresponde a las necesidades que hay en los barrios. Se me cae la cara de vergüenza cuando siendo un servicio público vienen las mujeres desesperadas y no la puedes ayudar.

Por otro lado, las madres que trabajan en sus casas no tienen derecho a escolarizar y es la pescadilla que se muerde la cola. Ser ama de casa no se considera un trabajo. El resultado es que las madres están agotadas. Muchas de ellas están diez horas de pie y no las dejan descansar.

¿Actúa la escuela como compensadora de las desigualdades?

Hacemos lo que podemos, pero la escuela sola no es suficiente para compensar desigualdades. La desigualdad no puede remediarse solo desde los centros educativos, porque estas niñas y niños vuelven a sus casas a diario, a su barrio a su vida. Sabemos que estas niñas y niños que hoy cuidamos serán expulsados en su mayoría del sistema educativo. A aquellos que necesitan más la escuela, se les alejará de ella y verán negado ese derecho a la educación que les debería acompañar toda la vida.

¿Cómo tendría que ser la educación infantil?

La Educación infantil es una etapa muy vapuleada por todos los gobiernos y las leyes educativas. Es la etapa más ignorada, la menos conocida e incomprendida de todas, no solo por las políticas educativas, sino por las propias familias, los profesionales del resto de las etapas y la sociedad en general. Es muy difícil que se entienda que no somos guarderías, y que cada actividad que realizamos en la Escuela Infantil tiene un carácter educativo. Que educamos y no guardamos, porque con este término privamos a las niñas y niños de sus derechos más elementales.

Hay muchos niños y niñas que vienen a nuestra escuela con muy pocas habilidades sociales y eso también lo tenemos muy en cuenta

Nuestra metodología está centrada fundamentalmente en el juego. Las niñas y niños de estas edades aprenden jugando, pero el juego debe ser seguro y en las mejores condiciones. Por eso creamos situaciones de experiencias que sean favorecedoras del aprendizaje y el desarrollo, de ambientes que aporten seguridad y en los cuales se establezcan unas normas claras y unos límites precisos, con actividades contextualizadas, siempre partiendo de las necesidades y los ritmos de los más pequeños.

Este juego lo deben hacer con los demás y esa interacción la creemos también esencial en educación infantil, el estar con otros/as, el cuidarnos, respetarnos… Hay muchos niños y niñas que vienen a nuestra escuela con muy pocas habilidades sociales y eso también lo tenemos muy en cuenta. Cada curso debemos de realizar talleres para fomentar esto dentro de nuestro programa.

¿Si pudiera diseñar su escuela cómo sería?

Sería un espacio compartido, donde las niñas y niños fueran los verdaderos protagonistas. Un espacio rico en estímulos, acogedor, con mucha luz, cálido y sin prisas. Que conectase con las necesidades infantiles. Un lugar que proporcionase seguridad afectiva y vínculos seguros, necesidad de movimiento y acción, de juego espontáneo, la necesidad de vivir emociones y de afirmar el deseo de crecer.

¿Un momento en el que recuerde haberse sentido feliz en la escuela?

Cuando han llegado las familias después de la pandemia y me decían “¿te puedo dar un abrazo?”. En general, los niños y niñas, a diario, compensan con creces todos los malos ratos que se pasan.

Fuente e imagen: ctxt

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Activista jamaicana de alfabetización pone más libros en manos de niños aislados por restricciones por COVID-19

Por: Emma Lewis
Traducido por: Gabriela Garcia Calderon Orbe

«Debemos centrarnos siempre en el aspecto de la inclusión».


Con la mayoría de escuelas de primaria y secundaria de Jamaica cerradas desde marzo de 2020, cuando el país registró su primer caso de COVID-19, la pandemia ha dado a la educación un fuerte golpe. Los niños, sobre todo los niños de bajos recursos, han enfrentado problemas de conectividad por falta de conexión inalámbrica, dispositivos o ambos, y aprender se les ha vuelto más difícil si las circunstancias de su casa no son las adecuadas.

En su reciente informe parlamentaria, la ministra de Educación, Fayval Williams, reconoció que pese a los tremendos esfuerzos para no “perder” estudiantes con diversas iniciativas, más de 120 000 niños se han retirado del proceso educativo desde que la pandemia empezó.

Editora y presidenta saliente de la Asociación de la Industria del Libro de Jamaica (BIAJ), Latoya West-Blackwood. Foto por cortesía de West-Blackwood, utilizada con autorización.

Las clases presenciales se retomaron el 10 de mayo en más de 350 escuelas, que se limitaron a estudiantes que rendían exámenes. Se espera que las escuelas reabran en septiembre, pero no hay garantías de eso. El impacto que esta situación tiene en la alfabetización hizo que la presidenta saliente de la Asociación de la Industria del Libro de Jamaica (BIAJ), la editora Latoya West-Blackwood, empezara una iniciativa para alentar a los niños a leer, por placer.

A inicios de mayo, BIAJ se asoció con la Fundación Comunitaria GrassROOTS de Estados Unidos para donar 500 “paquetes de alfabetización” a 12 escuelas de primaria de Jamaica. En entrevista por correo electrónico, West-Blackwood explicó más del proyecto y su visión por la lectura.

Emma Lewis (EL): ¿Por que crees que promover el amor por la lectura en los niños es especialmente importante en este momento?

Latoya West-Blackwood (LWB): Una cultura nacional de la lectura y el conocimiento siempre ha sido importante. La pandemia acaba de poner en la mira algunas cosas que siempre hemos necesitado abordar como sociedad. Desde 2011, la BIAJ, a través del Festival del Libro de Kingston, ha hecho campaña para fomentar la lectura por placer. La experiencia cultural podría haber hecho que los niños conocieran los libros y vieran la lectura como algo para “gente brillante”, o un medio para un fin cuando se trata de obtener buenas calificaciones o aprobar un examen.

Hemos organizado actividades […] para demostrar que las historias tienen un poder real. Los cuentos profundizan la comprensión del mundo desde todos los ángulos: el ambiente, las culturas, la gestión de conflictos y el autocuidado, o hasta una buena carcajada. Nuestra preocupación actual es por los niños que antes de la pandemia tenían un acceso limitado a la literatura, y que ahora han estado aislados durante más de un año de las bibliotecas o de adultos afectuosos que alimentaban el amor por la lectura.

Para quienes tienen la suerte de tener hogares seguros y acceso a los libros, la lectura ha sido una fuente de consuelo, alegría y un escape a las dificultades que ahora enfrentamos. Estamos agradecidos por asociaciones como la que hemos formado con la GrassROOTS Community Foundation […] que nos han permitido llegar a los niños de toda Jamaica.

Niños del Centro de Lectura de Trench Town leen un libro sobre Nelson Mandela en 2013. Algunas de las donaciones de paquetes de alfabetización se hicieron a los niños de la comunidad de Trench Town. Foto de Emma Lewis, utilizada con autorización.

EL: ¿Crees que se ha producido suficiente material de lectura para niños de color en el Caribe? Y si no, ¿qué falta?

LWB: ¿Nunca habrá suficientes libros? Para mí, no. Mi sueño sería que se produjeran muchos más títulos al año, se incorporara la última tecnología digital para ofrecer una experiencia emocionante y envolvente en todos los géneros, especialmente en rubros como historia, matemáticas, ciencia y cultura. La representación importa y hay muchas historias que contar: las que enseñan, las que inspiran y las que nos hacen reír sin grandes lecciones morales.

Publicar es un negocio y hay mucho espacio para que crezca una industria propia de Jamaica y el Caribe […] que fusione la pasión con el beneficio. Hay algunos libros bien producidos por editoriales como Blue Banyan Books y el Premio CODE Burt de Literatura para adultos jóvenes. Necesitamos más programas […] que impulsen el descubrimiento de nuevos talentos con la financiación y los esfuerzos de ventas necesarios para apoyarlos.

Voluntaria empaca libros para los paquetes de alfabetización. Fotografía por cortesía de Latoya West-Blackwood, utilizada con autorización.

EL: ¿Pero hay lectores jamaicanos?

LWB: Me preguntan eso a menudo y a veces parece que hemos creído el estereotipo [de que los jamaicanos no leen]. No tenemos una sólida cultura nacional de la lectura, pero ¿hemos examinado por qué? La lectura es un hábito. La lectura es mágica, sí, pero definitivamente no es difícil averiguar por qué hay dificultades con la lectura en nuestro país.

¿Cómo presentas a los niños con los libros? ¿Tienen acceso independientemente de su clase o sus capacidades? ¿Cuántas escuelas primarias de Jamaica tienen un espacio dedicado a la lectura y al debate? ¿Cuántas comunidades cuentan con bibliotecas bien provistas, con bibliotecarios formados y una lista regular de programas y actividades para involucrar a los ciudadanos? ¿Cómo esperamos que se fomente el pensamiento crítico? ¿Con exámenes? Las respuestas a estas preguntas serán aún más relevantes ahora, cuando se produzca una alteración masiva de la educación, un aumento de la desigualdad y un énfasis en el pensamiento y las habilidades de orden superior en un mundo impulsado por la tecnología.

EL: ¿Cómo ha impactado en los niños y la lectura el aprendizaje en línea? ¿Los dispositivos aumentan o restan a la alegría?

LWB: El aprendizaje en línea ha dado una plataforma segura para seguir aprendiendo mientras esperamos que se reabran las escuelas de forma segura. También está el desarrollo de nuevas habilidades digitales para profesores, estudiantes, padres y otros interesados. Veo que un sistema híbrido es el camino del futuro.

Para los niños que antes leían y siguen teniendo acceso a los libros, las páginas han sido un lugar seguro frente a la pandemia. Para otros, la situación ha empeorado; esos son los alumnos que nos preocupan. Hará falta un esfuerzo colectivo y sostenido para volver a atraer a esas mentes, porque no hay duda del lugar que ocupan los lectores en la era de la economía global impulsada por el conocimiento. No podemos dejar rezagado a ningún niño.

Por último, no hay competencia entre los libros o contenido impreso y la tecnología. Es una mentalidad regresiva enfrentarlos, hasta con fines comerciales. La tecnología sigue moldeando y transformando cómo experimentamos el mundo. Lo mismo ocurre con la edición. Tenemos que centrarnos siempre en el aspecto de la inclusión.

Centro de Lectura de Trench Town en 2013, estas niñas leen un libro de la editorial local Blue Banyan Books. Se enviaron varios paquetes de alfabetización a la comunidad de Trench Town. Foto de Emma Lewis, utilizada con autorización.

EL: ¿Cuál es tu visión para la alfabetización en Jamaica? ¿Cómo se le puede dar un gran impulso en los próximos diez años?

LWB: Una parte fundamental de mi visión de la alfabetización en Jamaica se relaciona con el aumento de la financiación estratégica y la mejora de los resultados de aprendizaje de los niños, con dar a los alumnos de los primeros años (aquí es donde tiene que empezar el cambio) programas de alfabetización de calidad y basados en datos, en la escuela y fuera de la escuela. Tuve la suerte de trabajar con la doctora Jean Beaumont y su equipo EduConnect del proyecto Latinoamérica y el Caribe Leen, que ha dado a Jamaica y a otros países de la región un modelo de programas y evaluaciones de lectura eficaces (el Ministerio de Educación desempeña aquí el papel principal). También es necesario revisar y renovar la formación de los profesores (los profesores que no leen no pueden motivar a los alumnos para que lean bien), y la acción comunitaria (movilizar a los padres y otros interesados para que apoyen a los niños fuera del aula y hagan que la lectura sea divertida con materiales culturalmente relevantes). También es mi sueño ver a Kingston como Capital Mundial del Libro de la UNESCO.

Fuente: https://es.globalvoices.org

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Elisa Araya, primera rectora de la UMCE: “La educación neoliberal, de competencia, estandarizada, no sirve”

Por: Talía Llanos Chacón

En conversación con El Desconcierto, Elisa Araya Cortés fue crítica del modelo educativo chileno, de los roles de género en la docencia del país, y del falso “discurso de las oportunidades” de la sociedad de mercado.

Su historia se hizo viral, compartida como un relato de esperanza, de superación, casi como vivo ejemplo de un cuestionado refrán: “el pobre es pobre porque quiere”. Lo anterior puede ser explicado por la lógica de la meritocracia vigente en nuestro país, analiza Elisa Araya Cortés, primera rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE).

La profesora de educación física, psicomotrista y doctora en ciencias de la educación se convirtió hace unos días en la primera mujer en ser electa para la rectoría de la UMCE, la cual asumirá el próximo 7 de julio. En conversación con El Desconcierto, Araya fue crítica del modelo educativo chileno, de los roles de género en la docencia del país, y del falso “discurso de las oportunidades” de la sociedad de mercado.

Por otro lado, la docente abordó también la importancia de que dos rectoras hayan sido electas en importantes universidades del país, con Marisol Durán en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), y Natacha Pino en la Universidad de Aysén.

Elisa Araya, quien ha estado en contacto con las docentes, releva que desde sus posiciones buscarán “representar a las mujeres académicas, a las mujeres científicas, a las mujeres que se dedican a las artes, a la cultura en general, que tienen menos accesibilidad, que nos cuesta mucho más lograr puestos de toma de decisiones, porque se nos han endosado históricamente otras funciones, como el cuidado de la familia”.

-¿Por qué cree que a tantas personas les sorprende su historia?

Lo he pensado harto, he reflexionado harto sobre el asunto. Yo creo que, por una parte, está la lógica de la meritocracia que nos han metido a fuerza casi, esta idea de que ‘si tú eres pobre, y te esfuerzas, puedes salir adelante’. Esa lógica del esfuerzo individual, que por cierto tiene un asidero, niega que para que hayan posibilidades de que alguien se desarrolle, necesita al colectivo, a la comunidad, una sociedad que lo acoja y que le dé oportunidades.

A mí eso me ha sorprendido, porque me miran como un ícono, casi diciendo “miren, aquí está la pobre, aquí hay una pobre, miren, si se esfuerza uno sale adelante”, como si fuera por sí mismo, y sin contexto. Lo otro, es que ha sorprendido porque devela que todavía la gente que tiene orígenes populares, de más pobreza, de más precariedad económica, en este país no logra metas importantes, si es que llamamos importante tomar cargos de decisión. Es lo mismo que pasó con los constituyentes, con la Tía Pikachu, por ejemplo. Todo el mundo se sorprende, porque en general nosotros, los que venimos desde abajo, estamos relegados al segundo plano, y yo creo que eso ha sido impactante.

Eso muestra que el discurso de las oportunidades, de la sociedad de mercado, es falso. No hay oportunidades. Si hubieran oportunidades para todos, este país estaría mucho más mezclado y no sería novedad que yo dijera que mi mamá no fue a la escuela, y que pertenecemos a una generación que está dejando atrás la pobreza, pero no es así.

-¿Cuándo quiso ser profesora?

La profesión docente era algo que siempre me ha gustado, me gustaba jugar a la profesora cuando era chica. Me acuerdo que mi mamá nos retaba, ella era modista y tenía tiza en la casa para marcar las telas, entonces rayábamos la puerta con la tiza como pizarrón, y ponía mis muñecas y les hacía clases. Pero en realidad, como la educación siempre fue tan valorada en mi casa, fue siempre un camino que me parecía normal tomarlo. Tuve mucha influencia también de Gabriela Mistral, en algunas lecturas que hice de ella, sobre todo de la ‘Oda al Servicio’… Siempre pensé que era un buen desarrollo, digamos, para mí.

-¿Le sorprendió ser elegida como rectora de la UMCE? ¿Cómo se sintió?

No me trajo sorpresas, porque una candidatura a rectoría es una candidatura que se prepara con otros, fueron otros los que me propusieron y nosotros armamos un proyecto de trabajo que tiene que ver con las ideas que nos interesa como universidad, que es una universidad pública, una universidad que se dedica a la formación de profesores, es una universidad diversa, y nosotros creemos en esos valores. Es una universidad que tiene una visión nacional de lo que debe ser la educación para el país que viene. Una educación gratuita, de calidad, que le entregue las herramientas a todos y todas para realizar sus proyectos de vida, y que la educación sea un proyecto social, sea un proyecto compartido.

Lo que sí sorprende es que a una la voten, finalmente votaron por mí, pero votaron por mi con ese proyecto, que fue un proyecto escrito por un grupo de académicos, que estuvieron conmigo.

-¿Qué piensa del modelo educativo en Chile?

El modelo educativo, la educación subvencionada, la educación neoliberal, la educación de competencia, estandarizada, no sirve. Se ha demostrado que no sirve porque nosotros tenemos malos resultados educativos, porque la población chilena tiene déficits importantes en materias de comprensión lectora, de habilidades matemáticas básicas, tiene poca formación científica. De hecho, lo hemos visto ahora durante la pandemia, como la gente ha tenido dificultades para comprender algunas orientaciones, porque hemos reducido al mínimo la educación científica, por ejemplo. No tenemos educación ciudadana, no tenemos filosofía.

Una educación mercantilista nos ha privado, por ejemplo, de herramientas de pensamiento para ser críticos. Si tuviéramos información científica, si nuestros estudiantes tuvieran información científica, comprenderían qué es una pandemia, qué es un virus, y podríamos debatir en otro nivel las medidas sanitarias que nos han impuesto. O no tenemos ciudadanía, entonces la gente cree, nos hacen creer, que ser ciudadano, o la democracia, es ir a votar y no, ese es un acto más de la vida en sociedad.

La verdadera ciudadanía, la verdadera democracia es cotidiana. Es cuando se me toma en cuenta respecto de lo que yo quiero con mi barrio, o la responsabilidad que yo tengo con mi territorio, para cuidar de cosas tan cotidianas como el aseo, no botar basura en la calle, cuidar a mi mascota. Esas cosas son ciudadanía en lo cotidiano, que no entendemos, porque nos privaron de eso.

O por ejemplo, lo que ha pasado con la pandemia. En la pandemia la gente ha estado más angustiada, ha tenido problemas de salud mental, y el currículum ha reducido actividades como las artes, o la educación física, que son herramientas de vida que te ayudan a gestionar el estrés.

Nosotros tenemos una hipertrofia de matemáticas y lenguaje en la escuela básica, y resulta que no tenemos ni más lectores ni más matemáticos. En el currículum escolar se ha confundido el remedio con el veneno, y eso tiene que ver con las dosis. Nos han intoxicado con cantidad de horas lectivas de currículum, pero no son mejores ni son más pertinentes. Tenemos una educación “competitiva” que finalmente no entrega herramientas sólidas para el momento que estamos viviendo.

-Cerca de cuando usted salió electa, también salió Marisol Durán, en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), y Natacha Pino, en la Universidad de Aysén. ¿Cómo ve usted que se hayan elegido tres mujeres rectoras en cargos/universidades tan relevantes?

Nosotras ya nos habíamos visto con Natacha y Marisol, nos habíamos visto en un debate, justamente previo a las elecciones, un conversatorio que Natacha organizó, para mujeres líderes. Nosotras hemos estado en contacto porque creemos que es muy importante este paso que estamos dando, porque tenemos, yo diría, otra manera de trabajar, otra perspectiva, y tenemos también mucho interés de representar a las mujeres académicas, a las mujeres científicas, a las mujeres que se dedican a las artes, a la cultura en general, que tienen menos accesibilidad, que nos cuesta mucho más lograr puestos de toma de decisiones, porque se nos han endosado históricamente otras funciones, como el cuidado de la familia.

También pensamos que es importante que esto haga reflexionar, para que los hombres también puedan avanzar en otro tipo de dominios, como el dominio familiar y el dominio doméstico, porque así como nosotras queremos ir hacia lo público, y tenemos que atrevernos, los hombres también se tienen que atrever a ir hacia otros dominios que ellos han explorado menos, y de los cuales también a veces han sido excluidos, como el cuidado de los hijos.

Fíjate como en la función docente hay más mujeres que hombres, pero hay más directivos hombres que directivas mujeres en esas mismas tareas. Ahora, también hay que ser cuidadosos porque yo no creo en un mundo binario, hombres-mujeres, yo creo que hay más diversidades sexuales y de género, y esas también tienen que estar incluidas, yo creo que ese es el paso que viene.

-También esta tendencia se pudo observar durante las mega elecciones de mayo, con muchas mujeres electas…

Sí, y yo creo que esa es una buena noticia. Si nosotros hemos reflexionado sobre nuestra condición, y la condición de desarrollo del género humano, podemos ser un aporte. Cuando tu miras desde el margen hacia el centro ves otras cosas distintas, miras hacia los lados, puedes mirar de otra manera los problemas que te acogen, que te aquejan, y en ese sentido puedes aportar perspectivas nuevas.

-Sobre estas perspectivas nuevas, a usted o a la UMCE, ¿les gustaría tener algún tipo de incidencia en el proceso constituyente?

Lo queremos tener, estamos decididos a participar. Nosotros hemos comprometido en el programa la realización de un gran Congreso Nacional para pensar la educación que viene, y estamos pensando en realizarlo en territorio, con alcaldes, con apoderados, con estudiantes, con gente del mundo político, y con las organizaciones de bases y territoriales. Poner el tema a discusión, la educación que queremos como país, que necesitamos como país, y levantar esas actas y ese conversatorio grande para entregárselo a nuestras constituyentes y nuestros constituyentes. Junto a Natacha y la Marisol, liderados por la UMCE porque nosotros somos la universidad pedagógica, vamos a realizar ese ejercicio.

Fuente e Imagen: https://www.eldesconcierto.cl/reportajes/2021/06/09/elisa-araya-primera-rectora-de-la-umce-la-educacion-neoliberal-de-competencia-estandarizada-no-sirve.html

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