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Alberto Croce hablando del Encuentro «Voces y Sentidos para Transformar la Secundaria»

América del Sur/Argentina/29 Octubre 2016/Fuente: radiocut

Horacio Finoli entrevista al Director Ejecutivo de Fundación Voz, sobre el Encuentro Nacional sobre la Escuela Secundaria, realizado el 27 y 28 de octubre de 2016 en la Usina del Arte y el Centro Cultural Kirchner

Reproducir entrevista en: http://radiocut.fm/audiocut/alberto-croce-hablando-del-encuentro-voces-y-sentidos-para-transformar-la-secundaria/

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Humberto Maturana: el arte de soltar las certidumbres

Por Alejandro Czerwacki

Habla despacio, en calma, con mirada inquieta y escucha atenta. Indudablemente sabio, Humberto Maturana Romesín todavía tiene el alma del rebelde que desafió los dogmas de la ciencia en su enfoque, saliendo del laboratorio científico para incursionar en la antropología, la psicología y la sociología hasta nadar con facilidad en la “biología cultural”. A los 88 años, sigue debatiendo cada particularidad del ser como cuando su vida estaba rodeada de moléculas, por el que a fines de los años cincuenta obtuvo el doctorado en Biología de la Universidad de Harvard. Nacido en Chile, donde actualmente reside, Maturana pasó de ser una eminencia en neurofisiología y epistemología, aportando al estudio de la percepción y el conocimiento, a convertirse en referente en el fluir de las conversaciones de los seres humanos en las organizaciones.

Las teorías de Don Humberto impactaron en las comunidades científicas y en las sociedades por conceptos filosóficos como la “biología del amor” o su emblemática tesis central de que los seres vivos se organizan por “autopoiesis”, en sistemas cerrados, en continua producción de sí mismos. Maturana, humilde, busca tomar distancia de halagos y continuos premios o evocaciones, como las dos candidaturas al Nobel de Medicina: “He tenido una habilidad y es abrir la mirada para ciertas situaciones o configuraciones relacionales –explica. Yo me doy cuenta del reconocimiento (hace un prolongado silencio) pero uno hace observaciones o distinciones que no resultan importantes para el otro de modo inmediato … Mi habilidad ahora es soltar lo que tengo para ver todo desde otra perspectiva. Cada vez que soltamos el sostener alguna verdad o creencia, aparece algo nuevo. Es una apertura de la mirada reflexiva. Dejar de saber para ponerse en la posibilidad de no saber, lo cual es un cambio”.

Por estos días se prepara para volver a Buenos Aires, luego de un paréntesis de cuatro años, para participar en el workshop “Conversaciones Colaborativas en el Con-vivir Organizacional”, organizado por AL Grupo Humano, que se realizará el 18 de octubre. La jornada, de intercambio reflexivo con los participantes, está dirigida a psicólogos, sociólogos, consultores, coaches, empresarios, emprendedores, gerentes, cuyas responsabilidades, quehaceres y preocupaciones giran alrededor del factor humano en cualquier organización. Ahí estará Maturana junto a Ximena Dávila, con quien fundó en 2000 la Escuela Matríztica de Santiago. “El escuchar es fundamental en cualquier circunstancia relacional entre personas –cuenta con interés sobre el foco de su estudio actual. Para eso se requiere una actitud sin prejuicios ni expectativas que nosotros llamamos `soltar las certidumbres`. Si uno está centrado en lo que uno sabe interfiere en la relación del escucharse recíprocamente, por eso hay que soltar la certidumbre para encontrarse con el otro sin supuestos ni expectativas ni prejuicios”.

Maturana parece volver al niño interior a cada momento, para “curiosear”, como le gusta decir, y reflexionar en silencio esperando que algo aparezca aunque no sepa bien de qué se trata. “La curiosidad abre caminos”, sostiene con mirada soñadora. Y así, como dos infantes, dice que se sintió junto a su amigo, el Dalai Lama, en sus diferentes encuentros dialogando sobre “preocupaciones en nosotros” y las que tienen que ver con la educación, la ética y el bienestar y felicidad de la humanidad. “Nos hicimos amigos en una conversación sobre la historia de su niñez y la mía –confiesa con una sonrisa. Los encuentros han tenido que ver con la apertura reflexiva. El dice que yo le enseñé el desapego y que le demostré que para poder creer como científico tengo que soltar lo que sé. Y ahí entendió la naturaleza del desapego y eso generó una relación”.

En los años ‘60, Maturana vivió a pleno su vuelta a su país dedicándose a la docencia, cuando participó de la fundación de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Durante el gobierno de Salvador Allende asesoró a miembros del equipo sobre las características del sistema biológico autopoiético, cuyos procesos aplicados a la gestión gubernamental fueron muy reconocidos. Con tanta muerte y exilio que significó la llegada de Pinochet, Maturana resistió educando a sus alumnos, casi como un sostén para soportar el apocalipsis. “No me siento un sobreviviente porque no sentí riesgo de morir –revela sin dudar. Yo estuve involucrado con la biología del conocimiento y viví interrogatorios, muchas cosas … (ahora hace un silencio mientras piensa aquellos horrores), pero no estuve en riesgo. Me siento como alguien que pasó la tormenta y se enriqueció en el entendimiento”.

Fuente: http://www.clarin.com/opinion/Humberto-Maturana-arte-soltar-certidumbres_0_1673232795.html

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«No estoy segura de que la humanidad quiera sobrevivir» Entrevista a la escritora y activista india Arundhati Roy

Asia/India/29 octubre 2016/Autor: Joseph Confavreux/Fuente: Rebelión

La novelista, activista y ensayista india Arundaty Roy, prosigue en su intento de «despertar nuestra imaginación» contra el chovinismo, el capitalismo y los procesos en apariencia inofensivos que les permiten prosperar. Arundhati Roy, autora de El dios de las pequeñas cosas acaba, 20 años después, una nueva novela que se publicará en inglés el año próximo y en francés a comienzos de 2018. Mientras tanto, publica dos obras que se inscriben en el combate contra los nacionalistas hindúes y el capitalismo voraz. El primero, Espectros del capitalismo (Capitán Swing), en realidad, es una recopilación de artículos centrada en las tensiones de Cachemira y la forma en las que las ONG, las fundaciones filantrópicas, las becas de estudio, los discursos tranquilizadores sobre la diversidad y el arte sirven de vehículo para el acaparamiento de tierras y la destrucción de los imaginarios en una India donde el desarrollo económico exponencial es compatible con el hecho de que «más del 80% de la población vive con menos de 50 céntimos al día». Frente a esto, Arundaty Roy da cuenta de las luchas que intentan resistir a estos rodillos financieros e ideológicos. Si el análisis es oscuro sobre la suerte que espera una humanidad que ha aniquilado las formas de pensar diferente, suprimiendo unas formas de vida para imponer otras, Arundaty Roy sigue exigiendo el «derecho a soñar en un sistema que ha intentado transformar a todos los individuos en zombis hipnotizados hasta el punto de confundir el consumismo irreflexivo con la felicidad y la plenitud». El segundo se titula Que devons-nous aimer? (Gallimard). Firmado junto con el actor y realizador John Cusak, es el resultado de un encuentro con Edward Snowden y Daniel Ellsberg, el antepasado de los «denunciantes», en el origen de la filtración de los «Papeles del Pentágono» durante la guerra de Vietnam. Fundamentalmente, consiste en una reflexión sobre el patriotismo, en nombre del cual dicen haber actuado Ellsberg y Snowden mientras que Arundaty Roy llama a redefinir nuestras prioridades: «un bosque virgen, una cadena de montañas o un valle fluvial son más importantes y sin duda, más dignos de amor que cualquier país jamás llegará a serlo. Podría llorar por un valle fluvial, y eso ya me ha sucedido. ¿Pero por un país?”

Escribe que India es actualmente una superpotencia como las otras, «con bombas nucleares y una escandalosa desigualdad»… En 1988, en El fin de la imaginación, ya había declarado:»Si protestar contra la instalación de una bomba nuclear en mi cabeza es antihindú y antipatriótico, entonces yo me separo. Por la presente me autoproclamo república itinerante independiente». Casi 20 años después, ¿cómo es su relación con India?

–En India, el discurso nacionalista se ha convertido en terrorífico; eso ha desembocado en ensayos nucleares. Quienes no han celebrado esto como una señal de una gran nación han sido acusados de traición. La diferencia es que quienes estigmatizaban como antihindú a los pocos que no comulgaban con el culto de la gran potencia nuclear hoy están instalados en el poder y atrincherados detrás de sus convicciones de extrema derecha. Claro, la región está lejos de la situación siria o iraní, pero un gobierno con Modi a la cabeza, azuzando el conflicto en Cachemira y la tensión con Pakistán, ofrece razones para inquietarnos porque ahí se habla de potencias que poseen bombas nucleares.

¿Está personalmente en el punto de mira de los nacionalistas hindúes?

–El gobierno opera subcontratando su descontento frente a las voces divergentes a la gente. Así se organizó una manifestación delante de mi domicilio organizada por el ala femenina del BJP, pidiendo mi detención. Y en el último abril, los estudiantes de la universidad Nerhu organizaron una discusión por el ahorcamiento del cachemir Afzal Guru, sobre el que escrito varios textos. Algunos grupos increparon a los estudiantes y un periodista de una cadena en continuo preguntó: ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Por qué está aún en libertad? Los medios de comunicación propiedad de grandes empresas intiman a las voces independientes a callarse y el gobierno subcontrata la censura a la multitud encolerizada.

¿Cómo explicar que el crecimiento exponencial de India haya desembocado en una situación en la que las 100 personas más ricas del país detentan más de un cuarta parte del PIB? ¿Por qué la teoría del «trickle don», según la cual el crecimiento permite que la riqueza «gotee» hacia las clases desfavorecidas, se ha revelado falsa y, al contrario, hemos asistido a un masivo «gushup»(literalmente, surgimiento), proceso por el cual la concentración de la riqueza opera en detrimento de las clases pobres?

–Eso ocurre en todo el mundo; eso se llama capitalismo; no es necesario tener un diploma en economía para comprenderlo. Pero en India, este fenómeno es doble porque, al contrario que el desarrollo chino permitido por la producción y exportación de bienes manufacturados, el crecimiento indio se basa enteramente en la extracción de recursos naturales y minerales. Históricamente, los británicos y los franceses han colonizado el mundo para extraer sus preciados recursos. Hoy, en India, una elite está colonizando su propio país. Además, el capitalismo indio es especial en esto ya que las grandes empresas, como Tata por ejemplo, abarcan todos los campos de la vida, de la extracción minera a la educación o ¡los cosméticos! No son solo los pobres los que son rechazados por este sistema, sino también los pequeños comerciantes o los agricultores, entre los que los suicidios son frecuentes, mientras India se ha convertido en una economía muy potente.

¿En qué sería el capitalismo, como escribe, una «historia de fantasmas?

–Me refiero a una cita de Marx que juzgaba que el capitalismo «de unos medios de producción e intercambio tan potentes, parece un mago que no sabe dominar las fuerzas infernales que ha convocado». Las fábricas han cerrado, los empleos han desaparecido, los sindicatos se han evaporado. Se ha dirigido a las personas que integraban el proletariado las unas contra las otras: hindúes contra musulmanes, castas contra castas, regiones contra regiones… Pero el capitalismo se ha convertido en una religión sin ninguna lógica. Ha desencadenado una psicosis colectiva. Sabemos que seguir viviendo como lo hacemos acarreará el fin del mundo y de la humanidad. Sabemos eso. Pero saber no es suficiente para cambiar el curso de las cosas.

¿Por qué piensa que las viejas recetas que han permitido al capitalismo superar las crisis pasadas, por ejemplo, «la guerra y el mercado» sencillamente no van a funcionar?

–La fuerza del capitalismo reside en su creatividad y su capacidad de adaptación… Sí, es creativo. Es suficiente para ver hasta qué punto mientras el capitalismo supuestamente tiene por principio la competencia, y el comunismo estaría basado en la unidad, los capitalistas están unidos mientras que los comunistas están completamente divididos y son incapaces de ponerse de acuerdo. Pero estamos en una situación en la que la rapidez de circulación del dinero y del capital, altera los parámetros de la comprensión humana y hunde nuestra alma de tal manera que somos incapaces de entender. Estamos en un gran problema como especie.

Tiene palabras muy duras para las fundaciones filantrópicas y las ONG. ¿Por qué?

–Sin duda, algunas ONG hacen un excelente trabajo pero la «onegización» de todo, permitida por la financiación «filantrópica» de algunas empresas, plantea problemas. Cuando el Estado se retira de la educación, la salud, la mayoría de los espacios que deben ser considerados como derechos inalienables, a partir de ese momento, hay que recurrir a la caridad de estos filántropos y a la acción de estas ONG. Es una quimera. Otro problema de las ONG se debe a que describen el mundo de una determinada manera. Toma a las ONG feministas, por ejemplo. Son importantes para luchar contra la mutilación sexual o los estereotipos de género. Pero la lucha de las mujeres de Chhattisgarh contra el acaparamiento de sus tierras o la de las mujeres de Orissa contra la construcción de una presa no se consideran como combates feministas dignos de ser financiados como tales. La lucha de las mujeres contra la agenda imperialista y capitalista jamás ha sido considerada como una lucha feminista digna de apoyo. Lo que es financiado por las ONG no es malo pero es fundamental mirar qué es financiado en relación con lo que no lo es. Empresas como Rockefeller o Carnegie que tienen beneficios descomunales tuvieron la idea a comienzos del siglo XX, de reservar un pequeño porcentaje de sus beneficios para las obras filantrópicas y asegurarse de esta forma un control menos visible de la elaboración de políticas que les son útiles. Mire la manera en la que estas grandes fundaciones -Gates, Ford, Carnegie, Rockefeller- invirtieron en la industria de la educación y transformaron la idea misma de la pedagogía.

En Estados Unidos, existen excelentes universidades, con una verdadera diversidad de procedencia del alumnado que captan al conjunto de las elites del Tercer Mundo, esgrimiendo esta bandera. Pero en estos lugares, no se cuestiona en profundidad la desigualdad, el funcionamiento del capitalismo, la lucha de clases. Es una forma de adoctrinamiento perfecta porque no se parece a un miembro de la KGB que viene a buscarte y te amenaza con un arma para enviarte a un campo de reeducación. Pero sigue siendo una reeducación suave. De las filas de las grandes universidades británicas o norteamericanas, han salido buenos investigadores y universitarios pero también los primeros ministros, ministros de economía, economistas y banqueros que han contribuido a abrir la economía de su país a las corporaciones mundiales. Se ignora y se olvida a todas aquellas personas que plantean cuestiones molestas y se atemperan las formas de pensar. Se ha hecho desaparecer toda una parte de nuestra posibilidad de imaginar un mundo diferente. La manera como han sido destruida la gente que tenía imaginarios distintos, como los pueblos de los valles de Chhattisgarh o de Orissa, es catastrófica. Pensando sin duda en desprenderse del pasado, en realidad, han destruido el futuro.

¿Hay ejemplos de la desactivación de protestas radicales debidas a la financiación de las fundaciones?

–Esto se vio durante el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos, cuando las fundaciones Ford y Rockefeller financiaron con becas, subvenciones o formación, a organizaciones negras «moderadas». Más recientemente, en África del Sur, las fundaciones norteamericanas, para contrarrestar la influencia de la URSS en la ANC, decidieron financiar esta organización permitiéndole eliminar a organizaciones más radicales como el Black Consciousness Movement, de Steve Biko. Y cuando Nelson Mandela se convirtió en el primer ministro negro de África del Sur, se plegó completamente al consenso de Washington e hizo desaparecer cualquier rastro de socialismo del programa de la ANC. Incluso dio la más alta distinción honorífica de África del Sur al general indonesio Suharto que mató a centenares de miles de comunistas en Indonesia… Hoy, África del Sur está gobernada por antiguos militantes que se mueven en Mercedes, pero esto es suficiente para mantener el mito de la liberación de los negros. En India, al menos transcurrieron 50 años entre la descolonización y el neoliberalismo capitalista que es una forma de colonización de su propio país por las elites. En África del Sur, no hubo ninguna transición entre estas dos dominaciones. La revolución no puede ser financiada por las ONG o por empresas que tienen interés en el statu quo y se acomodan fácilmente a una existencia domesticada y suavizada.

Igualmente, es severa con las políticas llevadas a cabo en nombre de los Derechos Humanos. ¿Por qué?

–Es necesario matizar respecto a esta cuestión. No digo que la de los derechos humanos sea una mala política; muchos de mis mejores amigos son activistas de los derechos humanos. Pero digo que esto no es suficiente. Cuando debían constituir nuestros derechos mínimos, se han convertido en la única cosa que tenemos derecho a reclamar. El capitalismo ha reducido la idea de justicia únicamente a estos derechos mientras que el sueño de la igualdad se convertía en blasfemia. Sin embargo, los derechos humanos pueden ser un límite a nuestra imaginación política. El concentrarse estrechamente en esta cuestión permite también el interesarse solo en la violencia y las atrocidades, reprender de la misma forma a las dos partes de un conflicto así sean los maoístas y el gobierno indio o el ejército israelí y Hamas. En India, en el estado de Cachemira, de Orissa o de Chhattisgarh, existen movimientos de resistencia que no son pacifistas sino armados porque no tiene otra opción para luchar contra el saqueo de sus recursos. Pero aunque sus reivindicaciones son justas, no obtienen el apoyo de la clase media porque practican una «violencia» pretendidamente incompatible con los derechos humanos…

¿Qué se puede hacer frente a esto?

–No es como si nada se hubiera hecho. Se han llevado batallas. Los pobres han logrado parar a poderosas compañías mineras. Ha habido victorias pero a menudo se quedan sin visibilidad y no son famosas…

¿Se definiría como comunista?

–No. Pero pienso que las clases sociales son un dato esencial para comprender cómo funciona el mundo y analizarlo de forma justa. No pensar en términos de clase es como un cuerpo sin esqueleto ni estructura. Pero también creo que pensar solo en términos de clase, como lo hacen ciertos comunistas, es como un esqueleto sin cuerpo.

¿De qué puede estar formada esta «nueva imaginación» de la que escribe que necesitamos? ¿Se puede describir?

–Sí, se puede pero no en cuatro frases. Es lo que he intentado hacer en la nueva novela que estoy terminando.

«Quizás sea el tiempo de retomar la noche» escribe. ¿Qué significa este proyecto?

–Esta frase es una referencia al gigantesco edificio de Antilia, situado en Bombay, que pertenece al hombre más rico de India, Mukesh Ambani. Es la casa más cara jamás construida, con 27 pisos, tres helipuertos, seis plantas de parking, 600 empleados domésticos… Los vecinos se quejan de que este monstruo con todas sus luces les ha robado la noche. Pero reapropiarse de la noche es también una antigua reivindicación feminista y se inscribe en la necesaria recuperación de la naturaleza violentada sea el aire o el agua…

¿Su propuesta de suprimir la herencia le parece realista?

–La herencia es solo bienes financieros o materiales. Cuando se observa la imposición del sistema de castas en India, se comprenderá hasta que punto la herencia es también una cuestión de posición, de estatus, de derechos. Si se quiere cambiar las cosas, me parece importante empezar a pensar una forma de no perpetuar los privilegios y los bienes adquiridos.

¿A qué llama las «guerras del modo de vida» en el libro consagrado al encuentro que tuvo con Edward Snowden en compañía de Daniel Ellsberg, otro lanzador de alertas, responsable de la filtración de los «Papeles del Pentágono» durante la guerra del Vietnam?

–El modo de vida norteamericano se ha convertido en el modo de vida europeo y el modo de vida de la elite india. Snowden y Ellsberg tuvieron razón al denunciar la crueldad de la guerra de Vietnam o la vigilancia de la NSA pero sigue siendo necesario comprender por qué Estados Unidos hace estas guerras, tanto ayer como hoy. La razón es, antes que nada, el control de los recursos y la voluntad de aprovecharlos lo más rápidamente posible. Para ello, hay que preconizar un determinado modo de vida particular basado en un apetito de consumo infinito y desenfrenado.

Es Edward Bernays, el sobrino de Freud, uno de los primeros en cambiar la forma de vender estos productos insistiendo no en la necesidad de poseer esto o aquello sino en conseguir hacer creer que tal o cual producto participaban de tu propia personalidad, de tu necesaria realización. Es el imaginario de un consumo sin límites, esa idea de que la felicidad pasa por la posesión de más y más objetos, esa forma mediante la cual creemos que la civilización y el capitalismo son una sola y misma cosa es lo que hay que volver a plantear si queremos tener una posibilidad de supervivencia. Pero no estoy segura de que la humanidad quiera sobrevivir…

En este encuentro que tuvo con Edward Snowden y Daniel Ellsberg, se percibe que sigue reticente a los motivos patrióticos de su acción. Dicen haber actuado en nombre de cierta idea de Estados Unidos que la guerra de Vietnam o la vigilancia de NSA «traicionan». Rechaza desde hace tiempo el chovinismo pero, si este causa algunas guerras, ¿los hombres, sin embargo, no han alcanzado los estados-nación para combatirse mutuamente?

–Yo no digo que no tengan que existir países o naciones sino que no deberían estar provistos de semejante poder esotérico como en Francia o en India, donde mucha gente estima que sus países encarnan una superioridad cultural o civilizadora. No es ninguna tontería. Hay que relajarse. ¿Cómo explicar el fracaso de escritores y artistas que proporcionan un imaginario menos mortífero que el de la bandera? Es muy frecuente que artistas y escritores se plieguen a las demandas del mercado incluso teniendo el deseo de experimentar, porque se espera de ti que experimentes pero dentro de ciertos límites. Cuando escribí mi primera novela, El dios de las pequeñas cosas, fui bien acogida; sentí que se esperaba que yo publicara, dos años después, otra novela y así sucesivamente. Pero si yo hubiera querido satisfacer esa demanda, no hubiera podido participar en ninguna de las luchas en las que he participado, ni escribir los ensayos que he escrito. Cuando he publicado, en lugar de una nueva novela, El fin de la imaginación, quienes me habían alabado sintieron una rabia loca y me detestaron. El imaginario de consumo infinito ha penetrado en el mundo artístico y asistimos a formas de «cultural washing» lo mismo que vimos con el «green washing». El mayor festival de literatura mundial se encuentra hoy en India, en Jaipur. Todo el mundo va allá, los editores, los escritores… Se habla de la libertad de expresión, del arte, mientras que las personas que financian el festival destruyen los pueblos de los bosques y apoyan un gobierno en el que el simple hecho de no ser hindú y nacionalista es considerado un crimen. Las compañías mineras financian festivales de cine o de literatura con gentes maravillosas que hablan bajo vigilancia de libertad de expresión mientras sus patrocinadores destruyen el mundo.

¿Qué debemos amar entonces para retomar el título de su libro?

–Hay que reflexionar mucho, es por lo que he terminado de escribir una nueva novela sobre ese tema. Pero creo que debemos acabar con la idea de que la naturaleza debe ser sojuzgada y dominada por los seres humanos. Debemos acabar con la convicción de que el ser humano debe estar en el centro del mundo y con todos los relatos que la atraviesa.

 

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La democracia en disputa. Una entrevista con Boaventura de Sousa Santos

La crisis económica

Emma Faviola & Roque: Parece evidente que el capitalismo mundial vive una crisis permanente de crecimiento y de agotamiento del modelo basado en el aumento continuo del consumo. ¿Cree usted que el decrecimiento económico y el agotamiento de los recursos va a influir en la construcción de cambio hacia una economía menos salvaje, menos utilitarista?

Boaventura de Sousa Santos: Hoy es evidente que el desarrollo capitalista toca la capacidad límite del planeta Tierra. Se rompieron varios récords de riesgo climático en Estados Unidos, en la India, en el Ártico, y los fenómenos climáticos extremos se repiten con cada vez mayor frecuencia y gravedad. Ahí están las sequías, las inundaciones, la crisis alimentaria, la especulación con productos agrícolas, la creciente escasez de agua potable, el desvío de terrenos destinados a la agricultura para desarrollar agro-combustibles, la deforestación de bosques… Se va constatando que los factores de la crisis están cada vez más articulados y son, al final, manifestaciones de la misma crisis, que por sus dimensiones se presenta como crisis civilizatoria.

Todo está vinculado: la crisis alimentaria, la crisis ambiental, la crisis energética, la especulación financiera sobre los bienes y los recursos naturales, la apropiación y la concentración de tierras, la expansión desordenada de la frontera agrícola, la voracidad de la explotación de los recursos naturales, la escasez de agua potable y la privatización del agua, la violencia en el campo, la expulsión de poblaciones de sus tierras ancestrales para abrir camino a grandes infraestructuras y megaproyectos, las enfermedades inducidas por un medioambiente degradado, dramáticamente evidentes en la mayor incidencia del cáncer en ciertas zonas rurales, los organismos genéticamente modificados, los consumos de agro tóxicos, etcétera.

En varios países de América Latina, la valorización internacional de los recursos financieros permitió una negociación de nuevo tipo entre democracia y capitalismo. El fin (aparente) de la fatalidad del intercambio desigual (las materias primas siempre menos valoradas que los productos manufacturados), que encadenaba a los países de la periferia del sistema mundial al desarrollo dependiente, permitió que las fuerzas progresistas, antes vistas como “enemigas del desarrollo”, se liberasen de ese fardo histórico, transformando el boom en una ocasión única para realizar políticas sociales y de redistribución de la renta. Las oligarquías y, en algunos países, sectores avanzados de la burguesía industrial y financiera altamente internacionalizados, perdieron buena parte del poder político gubernamental, pero a cambio vieron incrementado su poder económico. Los países cambiaron sociológica y políticamente, hasta el punto de que algunos analistas vieron la emergencia de un nuevo régimen de acumulación, más nacionalista y estatista, el neo-desarrollismo, sobre la base del neo-extractivismo.

Sea como fuere, este neo-extractivismo se basa en la explotación intensiva de los recursos naturales y, por lo tanto, plantea el problema de los límites ecológicos (para no hablar de los límites sociales y políticos) de esta nueva (vieja) fase del capitalismo. Esto es tanto más preocupante en cuanto este modelo de “desarrollo” es flexible en la distribución social, pero rígido en su estructura de acumulación. Las locomotoras de la minería, del petróleo, del gas natural, de la frontera agrícola son cada vez más potentes y todo lo que se interponga en su camino y obstruya su trayecto tiende a ser arrasado como obstáculo al desarrollo.

¿Qué pasará cuando el boom de los recursos naturales termine? ¿Y cuando sea evidente que la inversión en los recursos naturales no fue debidamente compensada por la inversión en recursos humanos? ¿Cuando no haya dinero para generosas políticas compensatorias y el empobrecimiento súbito cree un resentimiento difícil de manejar en democracia? ¿Cuando los niveles de enfermedades ambientales sean inaceptables y sobrecarguen los sistemas públicos de salud hasta volverlos insostenibles? ¿Cuando la contaminación de las aguas, el empobrecimiento de las tierras y la destrucción de los bosques sean irreversibles? ¿Cuando las poblaciones indígenas, ribereñas y de los quilombos (afro-brasileños) que fueron expulsadas de sus tierras cometan suicidios colectivos o deambulen por las periferias urbanas reclamando un derecho a la ciudad que siempre les será negado?

Estas preguntas son consideradas por la ideología económica y política dominante como escenarios distópicos, exagerados o irrelevantes, fruto de un pensamiento crítico entrenado para dar malos augurios. En suma, un pensamiento muy poco convincente y de ningún atractivo para los grandes medios de comunicación.

Solo una conciencia y una acción ecológica robusta y anticapitalista pueden enfrentar con éxito la vorágine del capitalismo extractivista. Al “ecologismo de los ricos” hay que contraponer el “ecologismo de los pobres”, basado en una economía política no dominada por el fetichismo del crecimiento infinito y del consumismo individualista, sino en las ideas de reciprocidad, solidaridad y complementariedad, vigentes tanto en las relaciones entre los seres humanos como en las relaciones entre los humanos y la naturaleza.

E&R: ¿En qué momento las asociaciones voluntarias no gubernamentales sustituyen las obligaciones del propio Estado?

BDSS: El conjunto de políticas sociales que hacen efectivos los derechos sociales y económicos, y consolidan en el imaginario popular la idea de soberanía, fue ahora convertida en un anatema, vista como un obstáculo para el libre comercio y la globalización. Tal vez, para sorpresa de muchos, hay que señalar que esta actitud conservadora y antidemocrática fue apoyada por los activistas internacionales de derechos humanos que surgieron en ese periodo, defensores de que el Estado dejara de invertir en las prestaciones sociales, al considerarlo ineficiente, corrupto y abusivo, y de transferir la administración de esas prestaciones a la sociedad civil, a través de organizaciones no gubernamentales locales vinculadas a otras  igualmente internacionales, que a partir de entonces proliferaron como hongos. El 90 % de las organizaciones no gubernamentales internacionales que existen fueron creadas después de 1970. De ahí a la aparición de Estados fallidos, una de las creaciones más perversas del neoliberalismo, sólo hay un paso.

E&R: ¿Podemos replantear la cartografía económica global en términos de luchas por la deslocalización de hegemonías de poder?

BDSS: Hay una lucha entre poderes de la Unión Europea y Estados Unidos que han descubierto que expresan intereses distintos, pero tienen intereses comunes cuando se trata de Rusia y China. Entonces, habrá que unirse para impedir que la dinámica del capitalismo pase desde ese eje Europa-Norteamérica hacia un eje Rusia-China-India-Brasil. Por tanto, claro que hay una lucha por la hegemonía dentro del sistema mundial.

Por otro lado, Estados Unidos está haciendo lo que hacen siempre las potencias que están en declive, que es arrastrar a los otros, por eso se crean estas parcerías Transpacíficas y Transatlánticas (El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, TPP y TTIP respectivamente, por sus siglas en inglés): para retardar su decadencia uniéndose a países más débiles. Esa es la lógica de los tratados.

E&R: En ese contexto, ¿cómo podemos pensar una descolonización de la economía?

BDSS: Para empezar es necesario des-mercantilizar. Esto significa mostrar que usamos, producimos e intercambiamos mercancías, pero que no somos mercancías ni aceptamos relacionarnos con los otros y con la naturaleza como si fuésemos una mercancía más. Somos ciudadanos antes de ser emprendedores o consumidores y, para que lo seamos, es imperativo que ni todo se compre ni todo se venda, que haya bienes públicos y bienes comunes como el agua, la salud, la educación.

Des-mercantilizar a partir de las epistemologías del Sur es el despensamiento de la naturalización del capitalismo. Consiste en sustraer vastos campos de actividad económica a la valorización del capital (la ley del valor): economía social, comunitaria y popular, cooperativas, control público de los recursos estratégicos y de los servicios de que depende directamente el bienestar de los ciudadanos y de las comunidades. Significa, sobre todo, impedir que la economía de mercado extienda su ámbito hasta transformar la sociedad en una sociedad de mercado (donde todo se compra y todo se vende, incluyendo valores éticos y opciones políticas), como está sucediendo en las democracias del Estado de mercado. Significa, además, dar credibilidad a nuevos conceptos de fertilidad de la tierra y de productividad de los hombres y de las mujeres que no colisionan con los ciclos vitales de la madre tierra: vivir bien a la vez que vivir siempre mejor.

La crisis de derechos humanos

E&R: Parece que la crisis económica está también apareciendo con fuerza en América Latina, y vemos como reacción un peligro de regresión democrática y marcha atrás en algunos logros recientes. ¿Cómo articulamos la crisis de representatividad y la crisis de derechos humanos en la región?

BDSS: Hoy no se pone en tela de juicio la hegemonía global de los derechos humanos como discurso de la dignidad humana. Sin embargo, esa hegemonía convive con una realidad perturbadora: la gran mayoría de la población mundial no constituye ser sujeto de los derechos humanos, sino más bien el objeto de los discursos sobre derechos humanos. Hay siempre una parte de nuestras poblaciones – sean las mujeres, sean los indígenas, sean los afro-descendientes –  que son objeto de discursos de derechos humanos, porque no están en condiciones de ejercer sus derechos. Si llegan, por ejemplo, a un tribunal a representar una causa una indígena en México – y estoy hablando de experiencias concretas – en Veracruz, si eres una indígena, y vas a hablar con un oficial o un funcionario, seguramente que te vas a quedar para el fin de la cola. Todos van hablar primero, los blancos, los mestizos, por último quizás, hablará la mestiza. Ella no tiene derechos. Vive en una sociedad civil, incivilizada que no es una sociedad de derechos. Es tolerada por el derecho.

Cuando menos fuerte sea la democracia representativa, mayor será la exclusión social.

E&R: Ante la crisis de derechos humanos y la ausencia de derechos, ¿cuál es el desafío a la hora de tejer redes globales de solidaridad internacional?

BDSS: Fue eso lo que intentamos desde el 2001 cuando creamos el Foro Social Mundial. A pesar de sus limitaciones y de las críticas internas y externas, el Foro se ha constituido como un modo creíble de espacio global abierto, un grupo de encuentro para los movimientos y organizaciones más diversos, procedentes de los lugares más distantes del planeta, implicados en las luchas más diversas, ahora, ¿Esta mezcla de debilidad y fortaleza que ofrece el Foro como respuesta es sostenible a la larga? ¿expresándose en una cantidad babélica de idiomas, anclados en filosofías y formas de conocimiento occidentales y no occidentales, defendiendo diferentes concepciones de la dignidad humana, exigiendo una variedad de otros mundos que tendrían que ser posibles?

La respuesta es: el Foro no responde a la cuestión del por qué de dicha diversidad, ni para qué, en qué condiciones y en beneficio de quién. Pero ha tenido el acierto de hacer esta diversidad más visible y más aceptable para los movimientos y las organizaciones; las ha hecho conscientes del carácter incompleto o parcial de sus luchas, de sus políticas y sus filosofías; ha creado una nueva necesidad de inter-conocimiento, inter-reconocimiento e inter-acción; ha fomentado coaliciones entre movimientos hasta entonces separados y que sospechaban unos de otros. En suma, ha convertido la diversidad en un valor positivo, una fuente potencial de energía para la transformación social progresiva.

Después el foro perdió un poco su ánimo pero hubo muchas organizaciones de mujeres indígenas, de afros, de campesinos, que se organizaron en articulaciones internacionales. Por ejemplo, la Vía Campesina, es una de las organizaciones campesinas más fuertes del mundo. Yo mismo estuve con ellos en Zimbabwe y participamos en un taller de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales, entonces realmente sí hicieron cosas.

E &R: ¿Estamos ante el fin del Estado-nación?

BDDS: Pienso que en el momento en que vivimos en América Latina, hay un contexto que es necesario tener en cuenta y que tiene que ver con la emergencia del concepto de plurinacionalidad. La idea de plurinacionalidad es hoy consensual en bastantes estados del mundo. Existen bastantes estados que son plurinacionales. Canadá es plurinacional, Suiza es plurinacional, Bélgica es plurinacional. Entonces, históricamente, hay dos conceptos de nación. El primer concepto de nación es el concepto liberal que hace referencia a la coincidencia entre nación y Estado; es decir, nación como el conjunto de individuos que pertenecen al espacio geopolítico del Estado y por eso en los Estados modernos se llaman Estados-nación: una nación, un Estado. Pero hay otro concepto, un concepto comunitario no liberal de nación, que no conlleva consigo necesariamente el Estado.

Por ejemplo, sabemos cómo los alemanes fueron, en Europa central y oriental, durante mucho tiempo, una nación sin Estado porque su identidad era una identidad cultural y no una identidad política. Aquí podemos ver que esta segunda tradición de nación, la tradición comunitaria, es la tradición que los pueblos indígenas han desarrollado. Este concepto de nación conlleva un concepto de autodeterminación, pero no de independencia. Nunca los pueblos indígenas han reivindicado, ni en el mismo Canadá, la independencia. Han reivindicado formas más fuertes o más débiles de autodeterminación. Entonces está aquí la idea de que la plurinacionalidad obliga, obviamente, a refundar el Estado moderno, porque el Estado moderno es un Estado que tiene una sola nación, y en este momento hay que combinar diferentes conceptos de nación dentro de un mismo Estado.

E&R: Entonces, ¿las reivindicaciones de las culturas minoritarias responden a un Estado débil?

BDSS: Primero tienes que saber qué es una cultura minoritaria. Durante mucho tiempo se consideró, por ejemplo en Bolivia, que los indígenas eran una cultura minoritaria cuando ellos son 62 por ciento de la población. ¿Qué es minoritario? Minoritario es una construcción social. No puedes decir que la cultura africana es una cultura minoritaria porque 54 por ciento de la población brasileña se considera negra o mulata.

Pienso que la sociedad, el capitalismo, tienen en su origen un elemento de barbarie muy fuerte, de destrucción muy grande, que fue de alguna manera domesticada a través de luchas sociales. Y es que el Estado liberal y la democracia liberal son contradictorios. Hay muchas cosas en el Estado, en la democracia, que están en proceso de lucha, como éste al que asistimos hoy en día, y es que el neoliberalismo está intentando desvincular el capital de los lazos políticos, que son todos nacionales. Nosotros no tenemos lazos políticos que sean transnacionales. Hay un derecho internacional, pero es muy débil; lo hemos visto en Afganistán, en Irak.

Entonces, la barbarie es la destrucción cada vez más grande de esos lazos políticos, que frenan de alguna manera el poder del más fuerte. Cuando el poder del más fuerte no tiene frenos, tenemos barbarie. Barbarie es cuando tenemos un contrato de trabajo entre un trabajador y un empresario, pero no hay un derecho laboral que proteja al trabajador. Pienso que ésta es una situación de barbarie a la que yo llamo fascismo social. Estamos caminando hacia sociedades que son políticamente democráticas y socialmente fascistas, porque los más fuertes tienen cada vez más poder para dominar al más débil, pues se están sobrepasando las reglas que existían. Por eso es necesario reinventar el Estado, la democracia y la emancipación social.

E&R: ¿Qué lugar ocupa la ciudadanía en la construcción de los derechos humanos?

BDDS: Desde el principio, los derechos humanos producen la ambigüedad de que su creación pertenece a dos grandes colectividades. Una de ellas es supuestamente la más incluyente, la humanidad, y de ahí los derechos humanos. La otra es una comunidad mucho más restringida, la de los ciudadanos de un Estado concreto. Esta tensión ha recorrido desde entonces los derechos humanos.

El propósito de adoptar declaraciones internacionales de derechos humanos y regímenes internacionales e instituciones de derechos humanos fue garantizar un mínimo de dignidad a las personas cuando no existieran derechos de pertenencia a una comunidad política o cuando estos fueran violados. Durante los últimos doscientos años los derechos humanos se han incorporado a las constituciones y prácticas jurídico-políticas de muchos países; fueron re-conceptualizados como derechos ciudadanos, garantizados de forma directa por el Estado y aplicados de manera coercitiva por los tribunales: derechos civiles, sociales, políticos, económicos y culturales.

Pero la verdad es que la eficacia de la amplia protección de los derechos de ciudadanía siempre fue precaria en la mayoría de los países. Y la evocación de los derechos humanos se produjo con mayor frecuencia en situaciones de erosión o de violaciones particularmente graves de los derechos de la ciudadanía. Los derechos humanos surgieron como el nivel más bajo de inclusión, como un movimiento descendente proveniente de la más densa comunidad de ciudadanos hacia la comunidad más diluida de la humanidad. Con la llegada del neoliberalismo y su ataque al Estado como garante de los derechos, y en particular a los derechos económicos y sociales, la comunidad de ciudadanos se diluye hasta el punto de llegar a ser indistinguible de la comunidad humana y de los derechos de la ciudadanía, tan trivializados como derechos humanos.

En el contexto actual, la prioridad atribuida a los derechos de la ciudadanía en materia de derechos humanos, antes llena de significado, se desliza hacia el vacío normativo. En este proceso los inmigrantes, y en particular los trabajadores inmigrantes indocumentados, descienden aún más abajo, a la “comunidad” de subhumanos. Para mí esto representa una derrota histórica.

Fuente: https://opendemocracy.net/democraciaabierta/boaventura-de-sousa-santos-fabiola-navarro-roque-urbieta-hernandez/la-democracia-e

Imagen de archivo

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Perú: Entrevista al Dr. Alberto Cañas

América del Sur/Perú/28 de octubre de 2016/www.reddolac.org

Hace unos días, desde el 2012, año en el que coincidimos en un evento académico en Venezuela, volví a encontrarme personalmente, en Perú, con mi buen amigo el Dr. Alberto Cañas. Fue durante la visita que hizo invitado por la Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote, donde desarrolló una serie de actividades académicas durante las cuales  tuve la oportunidad de hacerle una entrevista.

Aquí les comparto la edición de la entrevista, su contenido es muy importante para nosotros docentes por lo que les recomiendo escucharla, compartirla entre sus colegas y comentarla en este foro.

Tomado de: http://www.reddolac.org/profiles/blog/show?id=2709308%3ABlogPost%3A566576&xgs=1&xg_source=msg_share_post

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Entrevista con Peter McLaren: su trabajo, su visita a Turquia y las luchas populares en curso

América del Norte/EE.UU./28 de octubre de 2016/www.herramienta.com.ar

McLaren, Peter. Es uno de los principales representantes de la pedagogía crítica revolucionaria. Nació en Toronto, Canadá en 1948. En 1973 obtuvo el título de “Bachelor of Arts” en Literatura Inglesa en la Universidad de Waterloo; después se recibió de “Bachelor of Education” en la Facultad de Educación de la Universidad de Toronto. Realizó una maestría en Educación en Brock University y un doctorado en el “Institute for Studies in Education” (Instituto de Estudios en Educación), en Ohio, Universidad de Toronto). Dejó Canadá en 1985 para dar clases en la “School of Education and Allied Professions” (Escuela de Educación y Profesiones Afines), en la Universidad de Miami, Ohio, donde trabajó durante ocho años con su colega Henry Giroux; durante este tiempo, participó de los inicios de la Pedagogía Crítica en EE.UU. McLaren también fue Director del “Center for Education and Cultural Studies” (Centro de Educación y Estudios Culturales) de la misma Universidad, antes de ser contratado por la “Graduate School of Education and Information Studies” (Escuela de Graduados en Educación y Estudios sobre Información) de la Universidad de California en Los Ángeles. Entre sus libros más importantes traducidos al castellano figuran: Pedagogía crítica y cultura depredadora (1995). Políticas de oposición en la era posmoderna”; La escuela como un performance ritual. Hacia una economía política de los símbolos y los gestos educativos (1986); La vida en las escuelas. Una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de la educación (1986); Multiculturalismo revolucionario. Pedagogías de disensión para el nuevo milenio (1997); El Che Guevara, Paulo Freire y la pedagogía de la revolución (1999). ). mclaren@gseis.ucla.edu Colaborador de la revista Herramienta. En 2012 publicamos La pedagogía crítica revolucionaria. El socialismo y los desafíos actuales.

Por Samuel Day Fassbinder
SDF: Peter, dile a los lectores de esta entrevista una breve síntesis de cuáles fueron tus proyectos pasados más importantes, y cuál es tu proyecto más importante hoy.
Peter: Mi trabajo es en el área de la pedagogía crítica revolucionaria. Esto, en pocas palabras, implica enseñar con el propósito de crear una alternativa democrática socialista a una sociedad gobernada por la forma valor del trabajo, o la venta de la propia fuerza de trabajo por un salario. Cuando el apetito corporativo revela una tan despiadada insaciabilidad, deleitándose en su propia autoridad desenfrenada como un rey del Medioevo cuyo poder no tiene límites, sabemos que estamos en problemas.
Al mercado no le afecta en absoluto nuestra necesidad de estructurar nuestra humanidad. No hay ningún motivo para que los seres humanos deban soportar la servidumbre por deudas. No tenemos necesidad de vivir en condiciones que Chris Hedges llama la “repetición  de la esclavitud” o la “servidumbre no pagada” – regalos a los pobres no sólo de parte de los oligarcas de las corporaciones sino del propio capital. Cuando la miseria humana pasa a ser un acuerdo comercial cerrado con un brindis y un costoso cigarro Davidoff  y con la obscenidad de un costoso coctel Martini en el Ritz-Carlton Tokyo, entonces sabemos hacia dónde vamos y que va a ser desolador, en el mejor de los casos, para quienes sobrevivan.
A todos aquellos buenos cristianos que creen que la Biblia ha dado a la humanidad la autoridad para usar la naturaleza como le plazca, les diría que Jesús no deseaba que sus seguidores fueran bautizados en las aguas residuales y tóxicas de estanques de contención de las perforaciones en los yacimientos. No se suponía que en las frentes de los creyentes un Miércoles de Ceniza se utilizaría la ceniza del carbón de los embalses mineros. Como educador, creo que es mi deber promover un programa socialista, y no me disculparé por eso.
SDF: Entonces, ¿qué te trajo a esta conferencia en particular, en Turquía?
Peter: Era uno de los conferenciantes en la 3ra. Conferencia anual sobre educación crítica titulada “La educación bajo la amenaza del Neoliberalismo y el Neoconservadurismo” y tuvo lugar  en Ankara, Turquía.
SDF: ¿Con quiénes estuviste en Turquía y qué hiciste con ellos?
Peter: Durante un intervalo en la conferencia en la Universidad de Ankara, oí que algunos estudiantes estaban protestando sobre la censura de los medios alrededor de dos ataques con bombas  en la ciudad fronteriza de Reyhanli que mataron a 51 personas el sábado (11 de Mayo). Escuché que fueron atacados con gas lacrimógeno y quería mostrarles mi apoyo, así que los seguí unas cuadras pero dado que me estoy recuperando de una operación de rodilla y caminando mayormente con muletas, tuve que volver al campus antes que llegaran los manifestantes a su destino. Luego, varios días después, Dave Hill, un profesor de educación de Londres y yo estábamos en el centro de la ciudad y oímos sobre una manifestación similar y nos sumamos para apoyar a los manifestantes. La policía disparó gas lacrimógeno hacia la multitud y me golpearon, y gracias a la ayuda de un mozo de un restaurant cercano, me llevaron allí y me escondieron en un cuarto trasero.
SDF: ¿Qué sensación de logro te llevaste de la conferencia en Turquía?
Peter: Fue alentador estar con educadores de Turquía y Grecia que trabajaban juntos en una atmósfera de solidaridad y respeto mutuo. Había un apego entre los dos grupos que se fortalecía a medida que la conferencia progresaba. Los presentadores y la audiencia eran de todo el mundo, y ver tantos educadores críticos acordar sobre tantas plataformas políticas fue motivador. Los análisis de neoliberalismo eran sofisticados y había un acuerdo general de que era urgentemente necesaria una alternativa socialista al capitalismo. La camaradería era fuerte, y la conferencia carecía de demagogia o de prima donnas. Había un fuerte énfasis en la lucha de clases en su mayor parte desprovisto de las distinciones de las políticas identitarias. Cuando se discutía sobre la raza y el género y la discapacidad y el patriarcado y la sexualidad, era dentro de la más amplia óptica del capitalismo neoliberal y de una búsqueda de alternativas.
Durante veinte años, he tenido la oportunidad de encontrarme y trabajar con educadores de una variedad de movimientos sociales, incluido el movimiento de shack-dwellers (habitantes de viviendas muy precarias), el Abahlali baseMjondol, el movimiento de trabajadores sin tierra, Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra-MST, en Brasil, los Zapatistas en México, y miembros de la Revolución Bolivariana en Venezuela. Pero la mayoría de mi trabajo ha sido con escuelas de educación y sindicatos docentes a lo largo de América Latina. La conferencia en Turquía me introdujo a un nuevo conjunto de compañeros trabajando en contextos muy difíciles, y contra un orden social muy represivo.
 
SDF: Ahora me gustaría cambiar el tema de esta entrevista un poco, y centrarnos sobre la búsqueda de alternativas al capitalismo, ahora, en la era neoliberal. Mi amigo Jason W. Moore, que recientemente promovido a profesor en la Universidad de Binghamton en el Estado de Nueva York, discute sobre la forma en que el sistema mundial capitalista parece acercarse a un estado de “máxima acumulación”. Podemos, entonces, esperar ver una multiplicación de crisis, económicamente, socialmente y en términos de recursos. ¿Cómo ves que esto afectará al activismo en el futuro, y cómo continúa la lucha de clases a la luz de “la máxima acumulación”?
Peter: Como sabes, mi trabajo ha sido brindar un análisis marxista al sistema del capitalismo global, y examinar los esfuerzos de reforma educativa desde esta perspectiva.  La mayoría de los educadores críticos en los Estados Unidos son seguramente liberales de izquierda y aunque tienen sofisticados análisis del capitalismo neoliberal, no consideran seriamente las alternativas socialistas al capitalismo.
Aquellos que sí llegan a sus conclusiones no lo hacen necesariamente a través de Marx sino a través de análisis eco-pedagógicos como los que ofreces tú, Sam, o gente como Richard Kahn, David Greenwood y Tina Evans, para nombrar algunos pocos de los mayores exponentes que tratan a la educación en particular. Yo comencé con un análisis económico. Consideré comentarios del economista liberal Robert Reich, quien discute (2013) que “a medida que el capital global se vuelve más poderoso, las corporaciones gigantes extorsionan a los gobiernos y a los ciudadanos para pedir rescate– obteniendo subsidios y exenciones impositivas de gobiernos preocupados por la “competitividad” de sus naciones – mientras refugian sus ganancias en las jurisdicciones con los menores impuestos que puedan encontrar.”. Él señala, con razón, que “Google, Amazon, Starbucks, cualquier otra gran corporación, y cada gran banco de Wall Street están resguardando tanto como pueden muchas de sus ganancias en Estados Unidos en el extranjero, mientras le dicen a Washington que se necesita imponer menores impuestos corporativos para mantener a los Estados Unidos ‘competitivo’”. Esto es cierto, por supuesto, como lo es el incalculable sufrimiento humano que resulta de los efectos pauperizantes y las movilizaciones descendentes como resultado del capitalismo global.
También es cierto, de acuerdo con Reich, que “las corporaciones globales no tienen lealtad hacia ningún país; su único objetivo es hacer la mayor cantidad de dinero posible – y contraponer un país contra otro para mantener sus impuestos bajos y subsidios altos, de ese modo trasladar la presión impositiva a la gente común cuyos salarios ya están hundiéndose porque las compañías están enfrentando a los trabajadores entre sí.” Esto es lo que el sociologo marxista, William I. Robinson (2012) describiría como una economía conducida por la “acumulación militarizada”, la “especulación financiera salvaje”, y el “saqueo de las finanzas públicas para sostener la obtención de ganancias frente a la sobre-acumulación.” Él escribe en forma pavorosa que la clase capitalista transnacional “ha  descargado miles de millones de dólares en la  especulación en el mercado inmobiliario, los alimentos, la energía y otros mercados globales de materias primas, en los mercados de bonos de todo el mundo (esto es, presupuestos públicos y finanzas estatales), y en cada “derivado” imaginable, desde fondos de cobertura hasta swaps, mercados de futuros, obligaciones de deuda colateralizadas, pirámides de activos, y esquemas de Ponzi” (2011a ). Esto llevó directamente, como sabemos, al colapso del sistema financiero global de 2008.
Ahora, el problema con estas perspectivas liberales es que no enfrentan al capitalismo global como una crisis sistémica. El filósofo humanista marxista Peter Hudis afirma este punto enérgicamente  cuando discute sobre la economía de Estados Unidos, la crisis en la Eurozona, y la desaceleración del crecimiento en países como China, India y Brasil. Hudis argumenta que la emisión de billones de dólares en rescates a Bancos y programas de estímulo económico no hizo mucho para revertir la crisis sistémica/estructural. Muchos de los denominados expertos pensaron que la crisis hipotecaria y el colapso del sistema financiero global en 2008 era el resultado de una recesión cíclica que podía ser resuelta a través de salvatajes y paquetes de estímulo estatales.  Entonces, estamos frente a una perspectiva de  medidas de austeridad como un supuesto antídoto a la crisis (que algunos expertos especulan que puede durar cuatro o cinco décadas). Hudis sostiene que la ineptitud política y la codicia corporativa de una pequeña camarilla de ricos oligarcas no es la causa de la actual crisis económica sino el resultado de la misma – las acciones atroces de banqueros y los enlodados dueños de los fondos de cobertura están enraizadas en la crisis del capital mismo y no pueden ser reducidas a rasgos humanos como la codicia y la avaricia (aunque no se pueden descartar totalmente aquellas características humanas). Las medidas de estímulo keynesiano ya no son suficientes para resolver la profunda crisis estructural que subyace al casi colapso de la economía en 2008 –que Hudis describe como “la declinación en la tasa de ganancia que ha plagado al capital global durante décadas.”
William I. Robinson explica el panorama más amplio mejor que la mayoría. Describe las crisis económicas cíclicas como “episodios en curso en el sistema capitalista, que se producen alrededor de una vez por década y habitualmente duran entre 18 meses y dos años” (2011). Y compara esta crisis con crisis estructurales que “son más profundas; su resolución requiere una restructuración fundamental del sistema”. También describe las crisis estructurales mundiales previas, durante las décadas de 1890, 1930 y 1970, crisis que fueron resueltas “a través de la reorganización del sistema que produjo nuevos modelos de capitalismo” que pudo superar los límites del capitalismo, conduciendo a una reanudación de la acumulación del capital a escala global. Robinson sostiene que la crisis de 1890 “se resolvió en los centros del capitalismo mundial a través de la exportación de capital y una nueva ronda de expansión imperialista”. Señala que la Gran Depresión de la década de 1930 “se resolvió a través de la vuelta a variantes de la socialdemocracia tanto en el Norte como en el Sur – el capitalismo del estado de bienestar, populista o desarrollista que incluyó la redistribución, la creación de sectores públicos y la regulación estatal del mercado.” Para entender la crisis del capital en la coyuntura actual, a la que podríamos llamar “la etapa de globalización del capitalismo mundial”, debemos examinarlo en relación a episodios anteriores de crisis, en particular la crisis de la socialdemocracia de 1970, o a lo que Robinson se refiere como la era del “fordismo-keynesianismo”, o “capitalismo redistributivo”.
Necesitamos comprender el surgimiento de “una fase transnacional o global cualitativamente nueva del capitalismo mundial que puede remontarse hacia la década de 1970, y se caracteriza por el surgimiento de un verdadero capital transnacional y una clase capitalista transnacional” (2011a) que vino cuando la expansión capitalista se hizo global a través de maquinaciones del neoliberalismo y, como resultado, la clase capitalista transnacional pudo capturar el poder del estado en la mayoría de los países durante las décadas de 1980 y 1990. Aquí, de acuerdo con Robinson, las elites orientadas globalmente o la “clase capitalista transnacional” se liberó de las limitaciones del estado-nación a la acumulación y han reconstituido su poder de clase. Los avances en la computación y la tecnología de la información ayudaron a la clase capitalista transnacional “a alcanzar importantes conquistas en la productividad y a reestructurar, “flexibilizar”, y mudar el trabajo por todo el mundo” (2011). El resultado fue “una enorme expansión extensiva e intensiva del sistema y desató una frenética nueva ronda de acumulación global que contrarrestó la crisis de la década de 1970 de declive de las ganancias y las oportunidades de inversión.”
Noté el efectos sobre la educación de lo que Robinson (201 a) denomina como “hiper-acumulación a través de las nuevas tecnologías como las computadoras y la informática, a través de políticas neoliberales, y a través de nuevas modalidades de movilización y explotación de la fuerza de trabajo global – incluyendo una masiva nueva ronda de acumulación originaria, desarraigando y desplazando a cientos de millones de personas – especialmente en los campos del tercer mundo, que se han vuelto migrantes internos y transnacionales.” Encontré este estilo militarizado de acumulación global de capital en la educación cuando vine por primera vez a Estados Unidos desde Canadá, trabajando con Henry Giroux. Estábamos luchando para crear lo que llamamos una pedagogía crítica cuyo objetivo era crear una ciudadanía críticamente informada – ciudadanos críticos que pudieran desarrollar una conciencia crítica capaz de cuestionar a las relaciones hegemónicas dominantes en la economía, el estado, la producción cultural, la ley, los derechos civiles, etc. Pero esto era cuando las corporaciones estaban ganando más poder que los estados nación en muchas áreas – de modo que a la educación la estaban vendiendo a los gerentes de los fondos de cobertura, y especuladores, banqueros y empresarios y se la estaba transformando en un subsector de la economía y al énfasis se lo ponía en crear ciudadanos consumidores, no ciudadanos críticos.
Aquí es cómo lo explica la teoría. El capital quiere reducir su dependencia sobre trabajo vivo y exprimirle más valor al trabajo – pero teme una revolución social por parte de quienes están más devastados por el sistema capitalista. El capitalismo, como nos lo recuerda Hudis, es continuamente impulsado a reducir la proporción de trabajo vivo respecto al trabajo muerto (o capital), con el tiempo el capital ataca hasta el sobre-empleo relativo de trabajadores  no productivos y esto lo vemos hoy “en el esfuerzo concertado de numerosas facciones de capital global para reducir el número como así también los salarios y beneficios de trabajadores de servicios públicos, especialmente a través de las medidas de austeridad”. Las luchas sociales y de clases mundiales que pudieron en el siglo XX imponer una medida de control social sobre el capital no necesariamente van a trabajar del mismo modo; a diferencia del pasado, no pueden, como señala Robinson, “forzar el sistema para vincular lo que llamamos la reproducción social con la acumulación del capital” (2011). Es la “separación de la lógica de acumulación de la lógica de la reproducción social” que hoy da como resultado “un crecimiento sin precedentes de la desigualdad social y las crisis intensificadas de la supervivencia para miles de millones de personas en todo el mundo.”
Robinson identifica “el problema crónico de la sobre-acumulación” o la incapacidad de los capitalistas transnacionales “para descargar su masa sobredimensionada y en expansión de los excedentes- no pueden encontrar canales donde invertir su dinero para así generar nuevas ganancias; por lo tanto el sistema entra en recesión o peor”. La clase capitalista transnacional está utilizando la actual crisis en el capitalismo global para desmantelar brutalmente lo que queda del estado de bienestar. Robinson sostiene que el sistema se está hundiendo más profundamente en el caos y la clase capitalista transnacional no puede administrar las contradicciones en el sistema pero, sin embargo, ha adquirido un enorme poder transnacional y control sobre recursos globales e instituciones.
Podemos derrotar al capitalismo neoliberal, pero el resultado sería una nueva reestructuración que lleve a algún modelo diferente de capitalismo mundial – lo que Robinson retóricamente señala que podría ser un nuevo orden capitalista reformado, “un keynesianismo global que implique la redistribución transnacional y la regulación transnacional del capital financiero.” O, como afirma Robinson, podríamos estar orientados hacia una crisis sistémica que demanda una destrucción completa del sistema mismo y la creación de un sistema completamente nuevo. Que una crisis estructural se vuelva o no sistémica depende, advierte él mismo, “de cómo respondan las distintas fuerzas sociales y de clase a los proyectos políticos que propongan como así también a los factores contingentes que no se pueden predecir, y a las condiciones objetivas.” De manera que no podemos decir en esta coyuntura actual histórica cuáles serían esas respuestas. No sabemos el desenlace. Lo que sí sabemos, de acuerdo con Robinson, es que el sistema hoy tiene ciertas características peculiares que las crisis de las décadas de 1930 y 1970 no tenían; primero, el sistema “está rápidamente alcanzando los limites ecológicos de su reproducción.” Segundo, “la magnitud de los medios de violencia y control social no tiene precedentes” y aquí  el autor se refiere a las “guerras computarizadas, drones, bombas rompe-bunker, guerra de las galaxia, etcétera.” Y tercero, ahora hay una “concentración del control sobre los medios de comunicación de masas, la producción de símbolos, imágenes y mensajes en las manos del capital transnacional” sin precedentes. Y cuarto, sabemos en forma inequívoca que “estamos alcanzando los límites de la expansión extensiva del capitalismo, en el sentido de que ya no hay más territorios nuevos de importancia que puedan ser integrados al capitalismo mundial.” Y agrega: “La des-ruralización está ahora muy avanzada y la mercantilización del campo y de los espacios pre-capitalistas y no capitalistas se ha intensificado, esto es, se han convertido al estilo de invernaderos  en espacios del capital, de modo que la expansión intensiva está alcanzando profundidades jamás vistas antes.” Y quinto, hay “un aumento de la vasta población excedente que habita un planeta de barriadas miserables, ajeno a la economía productiva, arrojado hacia los márgenes, y sometido a sofisticados sistemas de control social y a crisis de supervivencia – a una crisis mortal de desposesión-explotación-exclusión.” Aquí, Robinson eleva el espectro de “un fascismo del siglo XXI y nuevos episodios de genocidio para contener la masa de humanidad excedente y a su rebelión real o potencial.” Ahora otros han dicho lo que Robinson había dicho, pero lo que creo que es distintivo en el análisis de Robinson es que hace hincapié en el importante hecho que los aparatos estatales transnacionales ya no pueden jugar el rol hegemónico que alguna vez jugaron, esto es, ya no pueden controlar o estabilizar el sistema capitalista como lo hicieron durante la etapa del capitalismo global fordista/keynesiana y por eso hoy los estados nación tienden a perder su legitimidad política, y asistimos, por ejemplo, a lo que está pasando hoy en día en Grecia, o en España, o en países que ahora se separan como resultado de las brutales medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional.
Robinson identifica tres sectores del capital transnacional que “se destacan como los más agresivos y propensos a buscar acuerdos políticos neo-fascistas para forzar la expansión de la acumulación mientras esta crisis continúa: capital financiero especulativo, el complejo militar-industrial-seguridad, y el sector extractivo y energético.” ¿Qué pasa con la acumulación de capital en el complejo militar-industrial-seguridad? Bien, eso “depende de conflictos y guerras sin fin, incluyendo las denominadas guerras contra el terrorismo o las drogas, así como también de la militarización del control social.” Robinson revela en forma inquietante que en los Estados Unidos, “el complejo penitenciario privado para inmigrantes es una industria en plena expansión. Los inmigrantes indocumentados constituyen el sector que más rápido crece de la población carcelaria en el país y están detenidos en centros de detención privada y deportados por compañías privadas contratadas por el estado norteamericano” (2011a). ¿Qué pasa con el capital financiero transnacional? Bueno, eso “depende de tomar el control de las finanzas estatales y de imponer deudas y austeridad en las masas, lo que a su vez sólo se puede lograr a través de una escalada de la represión” (2011). ¿Y qué pasa con las industrias extractivistas? Eso se lo puede entender mejor en términos de “nuevos rondas de desposesión violenta y degradación ambiental por todo el mundo.” Ahora estamos siendo testigos de una revuelta global.
He estado en Occupy Los Angeles, he visitado la comunidad de Cherán en México que  está rompiendo con el estado Mexicano y formando su propia milicia, he pasado tiempo trabajando para los chavistas en Venezuela, y acabo de regresar de las protestas en Turquía. Sí, hay revuelta en todas partes, es verdaderamente global. Necesitamos, evidentemente,  una coordinación transnacional de resistencia contra la represión masiva coordinada transnacionalmente, y vemos alrededor nuestro los esfuerzos de la clase capitalista transnacional para destruir sindicatos, debilitar a los trabajadores, apuntar a los intelectuales, y destruir todo lo que quede de lo que pudo haberse llamado una esfera pública. Esta es la razón por la cual Chávez intentó construir un bloque regional contra el intento de los Estados Unidos de volver a alinear a Latinoamérica luego de la elección de líderes de izquierda. Coincido con Robinson en que necesitamos una “redistribución masiva de riqueza y poder descendiendo hacia la mayoría pobre de la humanidad sobre las líneas de un socialismo democrático del siglo XXI en el que la humanidad no esté más en guerra con ella misma ni con la naturaleza.” Sobre esto se ha tratado mi trabajo en la pedagogía crítica revolucionaria;  ayudar a crear un socialismo democrático a través de la educación, a través del proyecto de la pedagogía crítica tal como la desarrollé a partir de mi mentor, Paulo Freire.
Ahora Robinson ataca con razón sobre Obama,y me gusta mucho su análisis gramsciano sobre cómo está buscando Obama restablecer la hegemonía que se perdió durante la resistencia a la administración de Bush Jr., mediante la institución de una  revolución blanda, diseñada para debilitar los cuestionamientos masivos de parte de la izquierda más militante. Desafía al estado a nivel cultural e ideológico, impulsando los derechos de los inmigrantes, y los derechos de los gays, etcétera (que, por supuesto son buenas políticas en sí mismas) y otras “cuestiones morales” hasta cierto punto pero al mismo tiempo se asegura que el orden socio-económico jamás sea cuestionado o desafiado en sus fundamentos; y en caso que fuera desafiado ha creado una masiva seguridad estatal para reprimir cualquier desafío real al matrimonio entre el dominio corporativo y el poder estatal. Esto cubre la barbarie sistémica del capitalismo bajo la pantalla de humo de la codicia corporativa como una fragilidad humana. Esta revolución blanda es lo que Gramsci denomina una “revolución pasiva” contra la resistencia popular – y está triunfando a través de su habilidad para cooptar a líderes de los niveles bajos. Robinson afirma que las fuerzas dominantes en Egipto, Túnez, y otros lugares en el Medio Oriente y Norte América se están moviendo en la dirección de una revolución pasiva. La administración de Obama ha sido brillante al canalizar a la resistencia popular en una revuelta pasiva, despojando su poder y debilitando a las formas más activas de insurgencia por parte de sindicatos, socialistas y ambientalistas militantes. Lo que le preocupa a Robinson es lo que me preocupa a mí; y eso es la consolidación de una base social que consiste en una amplia franja de trabajadores blancos excluidos que históricamente disfrutaban lo que Robinson describe como “privilegio racial de casta” durante la época anterior del fordismo-keynesianismo del capitalismo nacional. Quienes están atrapados en un “circuito mortal de acumulación-explotación-exclusión” son simplemente abandonados, aislados, criminalizados y reprimidos al interior del trabajo excedente, o super-explotado.
Evidentemente, hoy en día, sea que elijamos denominar al trabajo tecno-científico “inmaterial” o no, está claro que la lucha ya no es entre hombres en mameluco contra los propietarios de las fábricas con sombreros de copa, corbatas y chalecos cruzados. O los “sans-culottes” contra los vestidos con calzones de la clase dominante. O trabajadores en  botas de cuero con punteras de acero y cinturones porta- herramientas colgadas de las caderas. O financistas con capas y bastones con puntas de plata explotando la fuerza de trabajo de fruteros, zapateros y mineros del cobre cargando alforjas con sueños perdidos. Tenemos “trabajadores de conocimientos” y “trabajadores de servicios” y “trabajadores de talleres clandestinos”, todos ellos pueden jugar un rol en la lucha venidera. La lucha es la clase capitalista transnacional contra todos aquellos que dependen de su salario por su trabajo.
SDF: Jason W. Moore discute cómo el sistema capitalista mundial aparece acercándose al estado de “máxima acumulación”. Podemos, entonces, esperar ver una multiplicación de crisis económicas, sociales y en términos de recursos. ¿Cómo ves que esto afecte el activismo en el futuro?
Peter: Una dimensión de mi trabajo que es relativamente nueva trabaja con los problemas actuales de la crisis ecológica. Aquí he recibido la influencia de las obras de Joel Kovel, John Bellamy Foster, y Jason W. Moore, en particular.
Mi posición es que las consecuencias de la emergencia simultánea de formas transnacionales del capitalismo basadas en la explotación del trabajo humano y la crisis endémica del capitalismo – basada en los conflictos políticos y de clase que toman lugar dadas las  relaciones de producción explotadoras- es también los orígenes de la actual crisis ecológica. De la misma forma que la explotación del trabajo humano sustenta las condiciones de posibilidad de todos los otros antagonismos, incluyendo odios raciales profundos y globalizados, que no es reducirlos todos a formas transnacionales y de clase del capitalismo actual y sus precedentes históricos son precondiciones para el ecocidio.
Jason Moore ha sido útil en este tema, quien argumenta no sólo que “el capital externaliza la naturaleza a través de la apropiación de la naturaleza extra-humana como “regalo gratuito (Marx 1967 III:745), sino también afirma que los regalos gratuitos de la naturaleza no se “limitan a los minerales, el suelo, etcétera.: también incluye a la fuerza de trabajo humana (re)producido fuera del circuito del capital” (Marx 1967:377). De este modo el capital explota tanto a la sociedad como a la naturaleza en el sentido asignado a su explotación de la naturaleza como tal.
Al discutir la obra de William I. Robinson (en Capitalists and Conquerors), identifico “el problema crónico de la sobre-acumulación” o la incapacidad de los capitalistas transnacionales “para descargar sus excesiva y expansiva masa de excedentes – no pueden encontrar puntos de venta para invertir su dinero con el fin de generar nuevas ganancias; por lo tanto el sistema entra en recesión, o peor”. En otras palabras, se producen más mercancías que las que pueden comprar los clientes.
Pero también quiero discutir lo que Jason W. Moore describe como una crisis de sub- producción, que la toma directamente de Marx. En la subproducción, a la que Marx se refería como una ley general de la acumulación que trabaja al mismo tiempo que la sobreproducción, el capital es forzado a sustituir crecientes cantidades de capital y trabajo por la desaparición de aspectos de naturaleza que Marx refiere como “regalos gratuitos”, que se refiere tanto a la naturaleza externa (el medio ambiente) y la naturaleza interna (las tendencias humanas). En la época del capitalismo tardío, ambas naturalezas han sido configuradas para contribuir al proceso de acumulación del capital. El capitalismo se apropia de los regalos gratuitos de la naturaleza por fuera del sistema de la producción mercantil para maximizar la productividad laboral.
Hay muchas relaciones no-mercantilizadas que han sido agotadas para posibilitar la acumulación del capital. Después de todo, la naturaleza se la debe reconfigurar en particular para permitir  el auge del capitalismo mismo – y Moore señala que fue a partir de la reconfiguración peculiar de la naturaleza que se priorizó la productividad del trabajo sobre la productividad de la tierra. Esto condujo a la dialéctica del saqueo y productividad que está en el centro de la acumulación capitalista contemporánea. Esto es importante comprender al capitalismo como una ecología global, y que el capitalismo es una forma de organizar la naturaleza.
El reordenamiento  de las naturalezas humanas y extrahumanas en regímenes ecológicos específicos ocurre hoy en día a través de la financialización, la creación de nuevos órdenes raciales, el surgimiento y la reproducción de regímenes coloniales así como también la reproducción de la colonialidad del poder. Hay, en verdad, resistencias populares contra todo lo mencionado previamente. Todas las crisis económicas son crisis ecológicas, todas las revoluciones son revoluciones ecológicas, todas las pedagogías críticas son eco-pedagógicas. Ahora Robinson afirma que las luchas populares podrían conducir a un nuevo orden capitalista reformado, “un Keynesianismo global que incluye una redistribución transnacional y una regulación transnacional del capital financiero”. O, tal vez, hacia una crisis sistémica que demanda una destrucción completa del sistema mismo y la creación de un sistema enteramente nuevo –lo que podríamos llamar un socialismo para el siglo XXI, haciendo eco de una frase común usada en Venezuela para describir la revolución bolivariana instituida por Chávez.
Usando términos de Jason W. Moore, nos enfrentaríamos con una “crisis de desarrollo”, en la que el capitalismo se transforma para superar esa crisis, a través de innovación tecnológica y expandiendo la acumulación de capital, o una “crisis de época”, que refiere al fin de una forma de vida económica y el comienzo de otra – como por ejemplo el movimiento del feudalismo al capitalismo o del post-fordismo/keynesianismo de la década de 1970 al capitalismo financiero que marca la era del neoliberalismo. Todo esto depende de cómo respondan las distintas fuerzas sociales y de clase a estas crisis. Es decir, depende de nosotros. Y hasta qué punto deseamos convertirnos en agentes activos y protagónicos de la transformación histórica; en hacedores de la historia en lugar de productos pasivos de la historia. Por supuesto, siempre somos ambas cosas, dialécticamente hablando.
Pero necesitamos inclinar el fiel de la balanza y reclamar nuestro acción protagónica porque aunque siempre seremos tanto productores como productos, necesitamos reclamar nuestro derecho a elegir sobre lo que producimos, y cómo, y bajo los intereses de quién y con qué propósito. De otra manera podríamos también elegir no no existir en absoluto, que es lo que muchos de nosotros, cansados, golpeados, despreciados y olvidados, ya hemos hecho, con el pretexto de adaptarnos en un sistema que sabemos implacablemente bárbaro, moralmente esquizofrénico, salvajemente abusivo, cruelmente represivo, egoístamente despiadado, y mordazmente destructivo.
SDF:¿Podrías decir algo sobre las protestas que se están llevando a cabo en Turquía?
Peter: Uno de mis amigos, un profesor en la Universidad de Ankara, me envió una nota justo antes de la participación en una demostración, y me dijo que las manifestaciones eran contra “el terror policial y el poder gobernante pro-Americano y pro Unión Europea del país (AKP)”. Los manifestantes “quieren que el gobierno AKP/Erdogan renuncie”. En un sentido más amplio, se oponen a “las políticas neo-liberales y neoconservadoras del poder gobernante de Turquía” que han provocado un “crecimiento dramático de la pobreza, el desempleo, el hambre, la injusta redistribución de la riqueza, la migración, etc”. El segundo problema es el “espectáculo unipersonal de Erdogan, que es en realidad un líder fascista-religioso al que Occidente muestra como un buen modelo a todos los países islámicos”. La gente de todos los niveles de vida están participando en las protestas “excepto las personas religiosas que votaron por el AKP. En las últimas elecciones obtuvieron el 51% de los votos. Erdogan se apoya en este porcentaje y amenaza a todos los manifestantes con esta arma. Los líderes de todas las demostraciones son socialistas (líderes de todas las resistencias), anarquistas, y algunos grupos anti-capitalistas incluidos los ecologistas. En Turquía hay 19 partidos socialistas pero el total de sus votos no alcanzam al 2%. Es un hecho interesante que algunos grupos e individuos nacionalistas turcos también estén participando en la resistencia. Uno de esos partidos políticos (el MHP-Partido del Movimiento Nacional) obtuvo el 15% de los votos pero el líder de este partido declaró que no formarían parte de esta resistencia. Por el lado de los kurdos (el BDP-Partido de la Paz y la Democracia) también decidieron no participar de la resistencia debido a algunas características nacionales y a un acuerdo con el gobierno para resolver de manera pacífica la cuestión kurda.
Nuestra organización paraguas de trabajadores estatales, KESK ha decidido una huelga solidaria de medio día, para hoy y mañana”.
SDF: ¿Cómo son las protestas –especialmente entre los jóvenes que conociste en Turquía – en comparación con otros movimientos que has observado y sobre los que has escrito alrededor del mundo?
Peter:Por una parte, todos los movimientos que he visto últimamente – el  Occupy Movement, el levantamiento en Grecia, las protestas de estudiantes universitarios en México, los Indignados, etcétera – están haciendo algo más que demandas menores; están luchando por un futuro totalmente diferente y la originalidad y creatividad de sus protestas le hablan a ese futuro. No tratan sólo de negar el presente, sino de reclamar espacios – plazas públicas, edificios universitarios, y otros espacios donde puedan promulgar una nueva forma de gobierno y de toma de decisiones más horizontal. Se están moviendo más allá de los estrechos intereses sectarios y están buscando poner una democracia participativa en práctica como una alternativa a las formas verticalistas de organización favorecidas por la democracia liberal y representativa. Y, por supuesto, están combatiendo al autoritarismo estatal. Están buscando desafiar a los ciudadanos consumidores para que se conviertan en ciudadanos críticos nuevamente, pues muchos ciudadanos lucharon para hacerlo antes de la era del capitalismo, o el capitalismo neoliberal. Pero el movimiento va más allá de la nostalgia por el pasado –ya que la mayoría de los jóvenes sólo han conocido el capitalismo neoliberal toda su vida. Los jóvenes también se han dado cuenta de que las formas parlamentarias de representación ya no son suficientes para crear la democracia en un universo social del  capitalismo financiero que requiere una reorganización del estado neo-fascista para preservar las ganancias masivas para la clase capitalista transnacional. Los jóvenes manifestantes hoy están luchando por formas participativas de asociación utilizando nuevos medios sociales y una nueva producción de medios convergentes como las herramientas digitales, como medios tecnológicos para educarse a ellos mismos y sus compañeros para unir experiencias de lucha en acciones dirigidas a un fin. Están luchando por diferentes formas de vida social. Aquí los medios digitales no se convierten en fines en sí mismos sino en aumentar o complementar experiencias de lucha del mundo real para la soberanía popular –y este es el caso de los Zapatistas en Chiapas, en México o la nación Purépecha en Cherán, una comunidad autónoma dentro del estado. Como resultado de estas luchas, estas herramientas se integraron más como parte de un esfuerzo para crear una inteligencia colectiva con múltiples visiones de un mundo socialmente justo. Como un activista intelectual griego, Panagiotis Sotiris, escribió recientemente,
 “Contrariamente a la supuesta tendencia posmoderna hacia las comunidades virtuales que conectan digitalmente a individuos fragmentados, como se expresa en distintas tendencias del ciberespacio, pero también en el concepto pleno de una potencial “democracia” y “consulta” on line, nada puede vencer al reclamo y el poder de la gente que se reune en las calles, uniendo fuerzas, creando comunidades de lucha y resistencia”.
De acuerdo al servicio de noticias semioficial Anadolu Agency, durante una  manifestación reciente en Izmir, la policía ha arrestado a 25 personas acusadas de usar redes sociales como Twitter para difundir detalles falsos sobre las manifestaciones anti-gubernamentales y la reacción policial hacia ellos. Muchos jóvenes pueden ver que la supervivencia del capitalismo neoliberal requiere del estado para reorganizarse a sí mismo en formaciones más fascistas – y esto sucede especialmente en los jóvenes en Turquía, donde muchos jóvenes temen la intolerancia de la crítica y los diversos estilos de vida por parte del gobierno arraigado en el Islam. Nuevamente, como proclama lúcidamente  Panagiotis Sotiris:
 “La importancia de la juventud en todos estos movimientos no debe llevarnos a tratarlos como estudiantes o movimientos juveniles. Más bien, los jóvenes que se hallan en el epicentro del actual intento capitalista de cambiar la relación de fuerzas a favor del  capital, y a los que se los trata en algunos casos como una “generación perdida”, y casi siempre como la generación que recibirá el golpe más fuerte de la reestructuración capitalista, actúan como la vanguardia de formas de descontento más generalizadas y profundas. Esto tiene que ver con la cualidad específica de la juventud como fuerza de trabajo potencial. La juventud contemporánea está más educada, más calificada y al mismo tiempo enfrenta la precarización y las consecuencias de la crisis económica. Sin embargo, tienen las habilidades comunicacionales para hacer su descontento más evidente que nunca y están en una posición para crear redes de lucha y solidaridad, haciéndolos algo más que instrumentos para la creación de nuevos espacios públicos, tanto reales como virtuales”.
Estoy muy de acuerdo con esta observación de Sotiris y con su convicción de que estos movimientos son también sitios productivos de conocimiento y de proyectos potencialmente contra-hegemónicos. Tiene mucha razón cuando afirma, además, que la izquierda necesita ser mas proactiva en ayudar a transformar dichos movimientos desde surgimientos espontáneos de bloques históricos en un sentido gramsciano que implica “combinaciones entre fuerzas sociales, nuevas formas de organización política y nuevas configuraciones sociales como narrativas alternativas que no repiten simplemente proyectos históricos de izquierda, sino que en realidad intentan pensar cómo ir más allá del capitalismo neoliberal (…) de la actual ‘era de las insurrecciones’ a una nueva ‘era de las revoluciones’.”
Dicho esto, creo que hay actualmente un peligro de frentes popular comunitarios. Pensemos en Polonia e Irán en 1979-81. Los movimientos masivos en estos países fueron controlados por los católicos reaccionarios en el primer país, y por los fundamentalistas islámicos en el segundo, y ambos movimientos tienen elementos progresivos como los movimientos de mujeres y consejos obreros. Los partidos políticos tienen una historia en tomar el control de diversas formas de movimientos espontáneos. Creo que el frentepopulismo puede cosificarse como “la ‘generación perdida’ versus los banqueros y los especuladores financieros”. Debemos procurar ser cautelosos ante la posibilidad que la lucha no se convierta en “la lucha de ‘los buenos capitalistas’ que están contra los monopolios, etcétera, versus los parásitos improductivos en el sector financiero que acumula sus fortunas sobre los hombros de otros que están forzados a vender su fuerza de trabajo por un salario”. Debemos comenzar a librar una lucha por una alternativa al capitalismo basada en la creación de la verdadera riqueza en lugar de la forma valor del trabajo.
Traducido por Lujan Veiga y Francisco Sobrino.
Tomado de: http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-16/entrevista-con-peter-mclaren-su-trabajo-su-visita-turquia-y-las-luchas-populares-
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Financiar el futuro de la educación: Entrevista con Alice Albright

27 de octubre de 2016/Fuente: UNESCO

Alice Albright, Directora Ejecutiva de la Alianza Mundial para la Educación (GPE, por sus siglas en inglés), habló de los principales problemas que afronta la financiación, en la inauguración de la Reunión regional de consulta de Europa y América del Norte sobre la Agenda de Educación 2030 del ODS 4, que tuvo lugar en la Sede de la UNESCO en París, los días 24 y 25 de octubre de 2016.

El evento era parte de una serie de consultas regionales destinadas a examinar las consecuencias de los compromisos contraídos para 2030 en materia de desarrollo educativo nacional y regional, un año después de la aprobación de la nueva agenda. La GPE es uno de los aliados fundamentales de la UNESCO y apoya a 65 países en desarrollo para garantizar que cada niño reciba una educación básica de calidad y que se otorgue prioridad a los más pobres, los más vulnerables y a quienes viven en países afectados por la fragilidad y el conflicto.

El Marco de Acción de Educación 2030 recomienda que los gobiernos nacionales asignen a la educación del 4 al 6 por ciento del PIB y/o al menos del 15 al 20 por ciento del gasto público total. ¿Son estas cifras realistas para los países de ingresos bajos y bajos-medios (en la GPE)?

Nuestra experiencia con los países en desarrollo en los que la GPE opera nos indica que sí, que estos objetivos son realistas en la mayoría de los casos. Cada país avanza a su propio ritmo, por supuesto, pero la mayoría está logrando avances significativos en la dirección correcta. Todos reconocen que es esencial invertir sus propios recursos para mejorar las vidas de sus ciudadanos y de la sociedad en su conjunto.

Esos avances están vinculados a la asistencia y el estímulo que les ofrece la GPE: nosotros les aportamos orientación técnica para ayudarlos a preparar y aplicar estrategias orientadas a ampliar la financiación nacional de la educación y a facilitar incentivos mediante nuestro modelo de financiación basada en los resultados.

Entre 2002 y 2013, la fracción promedio del gasto público en educación en los países asociados a la GPE aumentó del 15,2 al 16,6 por ciento. Y este cálculo comprende a un gran número de países afectados por situaciones de fragilidad o conflicto.

El Marco de Acción estipula que “los recursos nacionales seguirán siendo la fuente más importante de financiación de la educación”, ¿Cuál es la posición de la GPE sobre este punto?

No cabe duda de que la ayuda externa desempeña una función esencial para colmar el déficit de financiación, pero la movilización de recursos nacionales es, con diferencia, la fuente más importante de financiación de la educación básica. La financiación nacional de la educación proporciona a los gobiernos más previsibilidad y sostenibilidad para financiar sus reformas.

La meta final para cualquiera de estos países es la autosuficiencia. Eso es lo que ellos y los donantes desean y a lo que ambos aspiran. La mayoría de los países en desarrollo están logrando progresos constantes en esa dirección pero todavía van a necesitar apoyo externo durante algún tiempo.

La GPE apoya también a las organizaciones de la sociedad civil que promueven la educación. En Malawi, por ejemplo, la Coalición de la Sociedad Civil para la Educación instó a los dirigentes del país a que otorguen prioridad a la enseñanza. El resultado fue que el gasto nacional en educación creció del 12,5 por ciento en 2010 al 16,3 por ciento en 2014 en cuanto a proporción del presupuesto nacional, y del 4,4 por ciento al 6,9 por ciento como proporción del PIB, uno de los crecimientos más notables del África subsahariana.

¿Qué nuevos modelos de financiación se preparan actualmente?

El Fondo Education Cannot Wait (ECW) [La educación no puede esperar] representa un nuevo modelo de financiación, que se aplica únicamente para proporcionar más fondos a la educación en situaciones de crisis humanitarias. Es alentador comprobar que los donantes tradicionales están respondiendo a las iniciativas de ECW y muchos de ellos están utilizando fondos de sus presupuestos humanitarios.

Esto apunta a que las barreras que durante demasiado tiempo han separado a la ayuda humanitaria y la asistencia al desarrollo podrían estar reduciéndose. También los donantes han empezado a comprender que es provechoso aportar fondos a lo ancho de una gama de diversos sectores del desarrollo. Ven que los resultados en materia de salud y educación están estrechamente vinculados y que podría ser necesario apoyar las iniciativas que generan más sinergias entre ambos sectores.

En su informe de septiembre de 2016, la Comisión Internacional sobre la Financiación de las Oportunidades Educativas en el Mundo pidió la creación de un mecanismo bancario multilateral de desarrollo, que sería un dispositivo de inversión para la educación.

La Comisión ha previsto que este nuevo mecanismo sea responsable de gestionar cierto número de instrumentos financieros promisorios, tales como los bonos para la educación (un dispositivo similar al sistema de financiación para campañas de vacunación IFFI, que yo ayudé a crear en la Global Alliance for Vaccines and Immunization(GAVI) un consorcio público/privado para fomentar la vacunación), los seguros contra catástrofes aplicados a la educación, la ‘inversión de choque’ y las tasas de solidaridad. En conjunto, estas medidas podrían movilizar cada año 20.000 millones de dólares o incluso algo más, lo que sería un refuerzo importante para la labor educativa. Creemos que es una idea muy valiosa y somos partidarios de que se elabore aún más.

¿De qué modo colabora la GPE con la UNESCO?

La UNESCO es miembro de la Junta de Administración de la GPE y es un estrecho colaborador en el plano nacional. En varios países afiliados a la GPE, la UNESCO representa a la GPE y sirve de entidad coordinadora o de agente de donativos y supervisa la ejecución de los donativos de financiación de la GPE. Nos sentimos muy orgullosos de esta colaboración y esperamos que pueda fortalecerse.

¿Qué trabajo se lleva a cabo actualmente para aumentar la fiabilidad de los datos sobre financiación de la educación?

El modelo de financiación de la GPE, que se basa en los resultados, exige que los gobiernos mejoren los informes fundamentales en materia de educación que presentan al Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU). Nuestro nuevo marco de resultados para el plan estratégico 2016-2020 se basa también, en gran medida, en las estadísticas sobre educación compiladas por el IEU. Una de nuestras metas consiste en aumentar el número de países que presentan informes al IEU con al menos diez de los doce indicadores internacionales principales, del 30 por ciento que lo hace ahora al 66 por ciento en 2020. De modo que el IEU no sólo es un socio decisivo para la GPE, sino que además su labor es esencial para medir el incremento de la repercusión de nuestro trabajo.

La GPE también ha aportado una financiación importante al IEU, el IIPE y al Polo de Dakar, con el fin de ejecutar un proyecto conjunto de ayuda a los países para que mejoren sus sistemas nacionales de presentación de informes, sobre la base de la metodología de la organización National Education Accounts (NEA). Este proyecto establece un inventario de todas las fuentes de financiación, gasto y transacciones económicas en materia de educación, con miras a elaborar una imagen clara de cada aspecto de la financiación educativa de un país.

Hasta el momento, este proyecto ha ayudado a ocho países en desarrollo afiliados a la GPE en la creación de sistemas nacionales de información, lo que constituye un magnífico punto de partida.

Fuente: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/financing_the_future_of_education_an_interview_with_alice_a/#.WBCcXdLhDIU

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