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«Un alumno con un dispositivo conectado posee el mundo»

«Un alumno con un dispositivo conectado posee el mundo»

Por: Selina Otero

«No posee una herramienta…. posee el mundo». Francesc Llorens Cerdá es filósofo y profesor de Filosofía en un instituto de Valencia (doctor en Educación y Tecnologías de la Información e-learning). En esta entrevista reflexiona sobre humanidades y tecnología. «El uso de tecnología es más creativo y racional si previamente se posee una madurez cultural y una formación ética», expresa

Filósofo y actualmente profesor de Filosofía en el IES Dr. Lluís Simarro de Xàtiva -València-. Doctor en Educación y Tecnologías de la Información (e-Learning) por la Universitat Oberta de Catalunya. Ha sido también docente de posgrado y máster en la Universitat Oberta de Catalunya y en la Universitat d’Alacant. Autor del libro «Postecnología ¿El final del sueño?» y coeditor del libro colectivo «El Bazar de los Locos. The Twitter Experience». En la actualidad prepara un nuevo libro, «La máquina de experiencias», sobre las relaciones entre filosofía, tecnología, sociedad y escuela.

¿Considera que la tecnología, como comenta en las entradas de su blog, nos puede llevar a una carrera por más y más que implica cierto riesgo?

De hecho, nos está llevando desde hace décadas. Un factor decisivo, a mi juicio, y sobre el que se pone poco énfasis, aunque en su momento la sociología sí lo remarcó, es la conversión que se produce tras la Segunda Guerra mundial en el sector tecnológico, que traerá como consecuencia en las siguientes décadas un cambio estructural en la concepción y la función de la tecnología. Este cambio puede describirse como el paso de la tecnología para el consumo al consumo de tecnología. Hablamos de tecnologías de masas. La tecnología deja de tener una función auxiliar en la vida cotidiana y pasa a ser el objeto de sí misma. “Poseer” tecnología es una cualidad vital y diferencial. Es lo que podría denominarse la autorreproducción del código tecnológico.

A fines de los 60 del siglo pasado, Alain Touraine señala que ha aparecido una nueva categoría social: la juventud. La juventud, se apunta ya en los escritos de la época, se define, entre otras cosas, por su pasión tecnológica. Esto es decisivo, pues el mercado tecnológico encontrará ahí su nuevo nicho de beneficios. Asociar tecnología a juventud, y ahora, incluso, a niñez, infancia o prenatalidad significa, además de garantizar el ciclo económico, contagiar antropológicamente al sujeto del llamémosle “virus del código”. Esta alianza, que no hace sino aumentar en la actualidad, es brutal y aceleradora. El riesgo, pues, es lo que acaso ya se advierte al final: la sustitución y la redefinición de lo humano por lo tecnológico.

El debate de la presencia de la tecnología en todos los ámbitos está llevando a repensar-reforzar la importancia de las humanidades (filosofía, pensamiento, historia, literatura) para mantener cierto sentido común en la sociedad. ¿Por qué es tan importante tenerlas presentes?

Las humanidades se hallan en franco peligro de extinción, pues que están en retroceso es más que evidente. La promoción del modelo neoliberal que favorece el know-how frente al know-why, los saberes exclusivamente ‘técnicos’, el pensamiento computacional, de raíz cognitivista, cuyo objeto es reducir todos los problemas a diagramas de flujo con salida óptima u optimizada, el estado de crisis económica permanente que hace perentoria la búsqueda de empleo, de cualquier empleo, frente a la reivindicación de la calidad laboral e incluso de la dignidad humana, todos estos fenómenos no se llevan bien, a priori, con las humanidades.

Dicho esto, las humanidades no pueden ser ya aquella fabrica de ‘latinistas y helenistas’, de la hablaba Ortega y Gasset, señalando con esta expresión el nulo impacto social del saber académico humanístico. Sin duda cumplen un papel subjetivo que, hasta cierto punto, puede aislarse de su utilidad social: es el noble ‘saber por el saber’. Pero cuando hablamos de conocimiento que tiene por objeto la vida social e histórica, los fenómenos humanos y sus problemáticas reales, en el aquí y el ahora, las humanidades no pueden desdeñar el potencial de herramientas poderosas de análisis que permiten complementar, ampliar, nunca sustituir, los enfoques tradicionales del conocimiento con nuevas técnicas de comprensión. Me gusta que las Humanidades Digitales se hagan un hueco creciente entre esta maraña de hibridaciones en que se ha convertido el saber en el presente. Estrategias como la ‘lectura distante’ de Franco Moretti han permitido aproximaciones reveladoras a las obras de la literatura mundial, añadiendo a los enfoques interpretativos tradicionales el análisis cuantitativo y de relaciones con el contexto (lo que ha sido posible gracias a las ingentes bases de datos digitales y a la potencia de aplicaciones y lenguajes que permiten representar la información en forma de redes), el trabajo de un economista tan prestigioso como Thomas Piquetti no sería posible sin la aplicación de herramientas digitales para representar y comparar series históricas de datos económicos, la geografía actual, la cartografía, no se entienden sin los SIG (Sistemas de Información Geográfica). Los mapas de asentamientos y actividades humanas, de uso de recursos y energía en tiempo real, las bibliotecas virtuales, las representaciones interactivas y tridimensionales de obras de arte…. Son inacabables los ejemplos, pero creo que es necesario visualizarlos, reivindicarlos y, en la medida de nuestro alcance, utilizar en nuestra actividad profesional y didáctica la potencia de esos medios.

En cuanto a la filosofía, por su naturaleza parecería menos proclive a la introducción de técnicas digitales, pero no es así. No olvidemos que la filosofía cubre muchos frentes, entre ellos la teoría de la información, la lógica o la ética de la inteligencia artificial, tan de moda y tan controvertida. En estos ámbitos, la computación es un elemento central. Si se sigue el trabajo de Luciano Floridi, por ejemplo, uno se percatará inmediatamente de ello. Las universidades han comenzado a impartir curos sobre filosofía y humanidades digitales. Y, en un sentido más general, la reflexión filosófica y antropologica sobre la sociedad digital es común entre los autores contemporáneos. Hace ya bastante tiempo publiqué un pequeño libro, Postecnología, ¿el final del sueño? que recopilaba una serie de artículos, alguno de los cuales cumplirá 20 años, que pretendían contribuir modestamente a esa reflexión.

Las tecnologías son una herramienta más en escuelas e institutos. ¿Cuáles son los principios de los que debe partir un docente/centro para la integración de esta herramienta? Si podemos hablar simplemente de herramienta…

Buen matiz, porque en absoluto podemos hablar simplemente de herramientas. Más allá del debate sobre la prohibición de los móviles en las aulas, sobre el uso de paquetes de hardware y software digital que comprometen nuestros datos y nuestra privacidad con las multinacionales Big Tech, la cuestión es si la tecnología que poseen nuestros alumnos, a la que prestan un uso determinado para el cual la adquieren, que les mantiene ‘conectados’, que expresa su vida en forma de imágenes, que los determina como seres ‘existentes’ en una comunidad de iguales, puede ser reconvertida, sin más, en una herramienta para el esfuerzo, el trabajo intelectual y las actividades didácticas. Mi respuesta es que se trata de esferas ontológicamente distintas, que en buena medida representan la distinción tradicional de la sociología entre trabajo y ocio.

Cuando un alumno posee un dispositivo conectado no posee una herramienta, posee el mundo. Un alumno con un móvil y datos es una entidad tecnológica y, por tanto, sistémica. Una simple herramienta suele tener unas affordances concretas que determinan su campo de posibilidades. Pero un dispositivo digital es una puerta solapada al cuerpo humano. Por ella entra información susceptible de ser convertida en conocimiento, pero también juego, adicción, pornografía; mediante esa puerta, o interfaz, se controla y se es controlado. Tal puerta, cuya relación con el yo es ‘integral’ y transparente, en la medida en que no se percibe ni como separada de él ni como alienante, no puede ser apresada en la forma de uso responsable/uso irresponsable. Sencillamente, esa distinción no tiene sentido más allá de que con ella queramos referirnos a que el alumno no saque el móvil cuando no queremos que lo saque y que busque en Wikipedia cuando se lo pedimos. Para este viaje no hacen falta alforjas, sino una simple norma de uso. La discusión en los medios y en las redes sociales pone frecuentemente el acento solo en esta ‘norma’. Por eso se habla de prohibir o no prohibir, pero a mi juicio ese debate no es ni educativo ni tecnológico per se. Es una simple norma de un reglamento. Dicho lo cual, me temo que no pueden ponérsele puertas al campo y que la prohibición por principio no es una buena estrategia.

El objetivo es que el alumno/a sea un creador, es decir, conseguir valerse de las tecnologías para crear, diseñar, solucionar problemas. ¿Lo ve así?

Quiero empezar señalando que el ‘alumno’ no existe. Es una entelequia. Existen personas en diferentes momentos del proceso educativo y en diferentes modalidades del mismo: infantil, primaria, secundaria, formación profesional, etc., Tales personas coexisten durante unas horas al día en centros con diferente perfil, dotación, extracción social, etc. A tales personas les ‘tocan’ en su vida de estudiantes docentes diferentes, con diferentes percepciones de la educación, con diferente competencia tecnológica y una capacidad para poner en juego esas herramientas también diferente. Esta es la realidad. O, más bien, habría que decir: esto son las realidades. El ‘sistema educativo’ no existe, es un concepto que, como decía Nietzsche, pierde sus determinaciones individuales en su propia generalidad. Es un mundo homogeneizador que debemos pensar como común, como igual, en la convicción de que este pensamiento es radicalmente falso. Por si fuera poco, los centros educativos son centros de poder, es decir, son reflejos de la sociedad: intereses departamentales, antigüedad, subvenciones, horas disponibles para programas, ratios, desdobles… problemáticas que no solo son educativas, sino también administrativas, burocráticas, arquitectónicas… Cuando hablamos de educación caemos en generalizaciones fútiles. Es fácil responder sí a la pregunta que me haces, porque es lo políticamente correcto y porque, de hecho, la capacidad de solucionar problemas, el famoso problem-solving, es el objetivo ideal de la preparación académica, o, al menos, de cierta concepción de la preparación académica. Otra vez falso. El hecho es que los profesores hacemos el máximo de lo que podemos con el mínimo de lo que disponemos.

Por no dejar la respuesta en el aire, los alumnos, algunos, ya utilizan la tecnología para hacer cosas: la formación profesional prácticamente en su totalidad no se entiende sin ella, las áreas de dibujo, tecnología, la robótica… Pero mi convencimiento particular es que, si puede hablarse desde un punto de vista solamente utilitarista de la tecnología, que creo que no, por lo que he dicho antes, el uso de tecnología es más creativo y racional si previamente se posee una madurez cultural y una formación ética. Y quizá al final, si la manejamos con estos skills, que son humanísticos, lleguemos a la conclusión de que no es el problema central de la educación. La escalera se tira, decía Wittgenstein, después de haber subido por ella.

Partiendo de su conocimiento y experiencia, este cambio de modelo social-relacional de tecnología presente en todos los ámbitos, ¿hubo otra revolución-cambio similar en la historia al que pueda compararse para que nos hagamos una idea del alcance de todo esto?

La prognosis es complicada cuando nos encontramos en el ojo del huracán. Prefiero, en este caso, recomendar al lector los trabajos de Lewis Mumford, Jacques Ellul o Günther Anders y que se forme una opinión por sí mismo.

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Entrevista con Raúl Rodrigo: «A alguien que está sufriendo acoso escolar le diría que deje de responsabilizarse y que pida ayuda»

Por: Carlota Fominaya

Entrevista con Raúl Rodrigo, autor de «Mi receta contra el acoso escolar» (Desclée).

Si hay que escuchar a alguien en los casos de bullying, es a las propias víctimas. En este caso, se trata del propio testimonio de Rodrigo, cuya historia personal le ha llevado a escribir este libro: «Mi receta contra el acoso escolar» (Desclée). En su libro encontramos una historia de superación y crecimiento personal en primera persona, donde el autor nos regala un manual con el que afrontar y poner fin de una manera pacífica y constructiva a esta lacra.

¿Cuál sería su principal receta para combatir el acoso escolar?

Una de mis primeras recetas es no buscar un por qué. Si buscas un por qué, cometes el error de responsabilizarte a ti. Durante mucho tiempo llevé a cabo esa búsqueda, aunque afortunadamente hace ya unos años que pude salir de ella. A la conclusión que llego es que no hay que buscar el por qué, porque además corres el riesgo de disfrazarte de quien no eres, y eso tiene unas conclusiones muy peligrosas. El ejercicio pasa más por reflexionar en por que ellos ponen el foco en tu persona. El responsable siempre es quien te acosa.

De alguna forma, ¿se suele acosar siempre al diferente…?

La conclusión es que no, pero siempre hay un punto común, que es algo que en ti no pueden soportar ver. Por ejemplo, la niña con la que se meten porque es adoptada… Quizás lo que hay detrás de ese caso es la envidia de saber que esa chica tiene unos padres que se han recorrido miles de kilómetros para formar una familia en la que sí hay amor. O, por ejemplo, si el foco se pone en alguien gay, quizás lo que está detrás es la envidia de que ese joven tiene para mostrar una opción sexual en una edad tan temprana. Siempre hay un motivo, pero no hay que buscarlo en la víctima, sino en la otra persona. Lo resumiría diciendo que el acosador es una persona herida y que tiene problemas. Pero esto también tiene dos lecturas: que ya no lo vemos como un monstruo, sino como una persona que lo está pasando mal, y que también necesita ayuda.

Ahora usted utiliza su experiencia para ofrecer charlas en los colegios. ¿Cuál es su objetivo con los alumnos?

Parte de mi labor pasa por hacer reflexionar a los chavales y hacerles tomar partido. El acoso es muy doloroso. El aislamiento y la soledad que supone son muy perjudiciales, y muy difíciles de detectar. Las cicatrices del aislamiento todavía perduran en mi. Hoy ya no duelen, me sirven como mapa de mi pasado, pero durante muchos años quemaron a rabiar. Para los docentes, los padres e incluso las víctimas luchar contra ese acoso es harto difícil.

¿Por qué a los adultos, padres, profesores, nos resulta tan difícil de identificar este tipo de acoso?

Porque normalmente quien lo ejerce «se disfraza» o se comporta bien en casa y en clase, saca buenas notas…. No tiene por qué ser una persona agresiva, ni con malos comportamientos. Son personas muy inteligentes, y ejercen un maltrato orquestado y premeditado, que requiere de intelecto y planificación.

Creo que poco a poco está cambiando la percepción del acoso, y del papel del acosador…

Poco a poco, aunque a lo mejor no veo toda la realidad. Creo que en los colegios los profesores en general están muy alerta, están implicados… . Los propios compañeros hoy están muy vinculados. Existen alumnos mediadores, los hermanos mayores supervisan a los jóvenes… Hay mucho por hacer pero en este sentido, estoy muy esperanzado.

Pese a este avance, todos los años se suicida algún chaval.

Es que el acoso sigue existiendo y es un problema. Por eso me sumo a esta lucha. Por desgracia tenemos que aceptar o asumir que probablemente nunca llegaremos a conseguir que desaparezca, porque hay algo intrínseco al ser humano que es la maldad. La maldad existe, y los malos comportamientos y las situaciones injustas también. Otra cosa es que por supuesto tengamos que establecer los mecanismos para que sean mínimos y se solucionen a la mayor celeridad posible.

¿Cuál es la gran diferencia entre este libro y otros escritos sobre recetas contra el bullying?

Sobre todo hablo desde mi experiencia, acompañada eso sí de un gran crecimiento emocional y un trabajo psicológico. Esto creo que me permite analizar las cosas sin rencor, sin revanchismos, ni victimismos. Creo que eso es a nivel general la gran diferencia con otros textos: la ausencia de triunfalismo. Y sobre todo, insisto, mi experiencia personal, porque creo que sí que hay cosas buenas o interesantes, escritas desde el rigor de un psicólogo, o un pedagogo, que te dan buenas pautas pero que no lo han vivido.

¿Por dónde crees que deberíamos empezar para luchar contra este grandísimo problema?

El primero, y aunque suene a cliché o a obviedad, es pedir ayuda. Porque primero, si no lo cuentas, los demás no lo saben. Mis padres se enteraron cuando yo tenía 35 años… Cometemos el error de dar por hecho de que la gente más próxima o de nuestro entorno conoce nuestro sufrimiento, y no es verdad.

En segundo lugar, porque un adolescente no tiene los recursos suficientes para gestionar una situación tan compleja. Este segundo mensaje iría enlazado con el primero, e iría dirigido a padres y profesores. Hay una frase de Almudena Grandes que me gusta mucho, que utilizo siempre, que dice que hay que ser muy valiente para pedir ayuda, pero más valiente todavía para aceptarla. ¿Por qué digo esto? Porque un menor que esté sufriendo acoso escolar va a estar muerto de miedo y, por tanto, no va a pedir ayuda.

¿Alguna recomendación directa para padres y profesores u otros adultos de referencia?

Sí, les diría que intenten generar un clima de confianza en el que los niños o adolescentes se sientan en la tranquilidad de poder contarnos. También que estén muy atentos a los cambios de comportamiento.

¿Y para alguien que está siendo víctima de acoso?

Y como tercer ingrediente, yo le diría a alguien que está sufriendo acoso escolar que no busque porqués, que deje de responsabilizarse. También le aconsejaría que se construyese un mundo que le haga feliz. Eso no significa resignarse a lo que está ocurriendo, no significa no luchar por volver al instituto con confianza y tranquilidad… Pero sí saber que fuera del centro escolar hay un montón de cosas y de gente con la que puedes conectar, entablar nuevas amistades, y reconstruir tus fortalezas y tu autoestima.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-alguien-esta-sufriendo-acoso-escolar-diria-deje-responsabilizarse-y-pida-ayuda-202001160141_noticia.html

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Entrevista a Joan Elias: “La universidad pública necesita más dinero y más autonomía, el modelo actual nos encorseta”

Entrevista/Autor: Victor Saura/eldiariodelaeducacion.com

Dividir universidad e investigación en dos ministerios “no tiene ni pies ni cabeza”, afirma el rector de la UB, Joan Elias. Con todo, a ambos ministros les pone deberes: a Ciencia, que recupere los presupuestos precrisis. Y a Universidades, que emprenda una nueva reforma como la que representó la LRU de 1983.

En los últimos meses, Joan Elias (Barcelona, 1956), catedrático de Matemáticas y rector de la Universitat de Barcelona desde 2016, ha alzado la voz para alertar sobre el deterioro de la universidad pública. Le tocaba hacerlo no solo como rector de la primera universidad catalana, sino sobre todo como presidente de la ACUP (Asociación Catalana de Universidades Públicas), cargo rotatorio en el que acaba de ser relevado por la rectora de la Universidad Rovira i Virgili, María José Figueras.

Elias reconoce que a comienzos de curso, con el resto de rectores, se plantearon convocar una concentración en la calle si se confirmaba que en los nuevos presupuestos de la Generalitat el incremento de la dotación para universidades resultaba pírrico. Es una idea que está ahora aparcada, pero no descartada, explica. En lugar de eso, el 8 de octubre hicieron un acto entre académico y reivindicativo en el Paraninfo de la UB con los ocho rectores de las universidades públicas catalanas como protagonistas. Un acto que tuvo un amplio eco mediático. Desde entonces queríamos sentarnos con él y finalmente hace unos días lo hemos logrado.

Después de todas las movilizaciones que tuvieron lugar en el primer trimestre del curso, parece que les han escuchado…

Hicimos aquel acto público en el Paraninfo que fue tan masivo porque había una razón clara de falta de financiación, sabíamos que se estaba empezando la discusión de presupuestos y sabíamos que la cosa no mejoraba. Después de aquel acto fuimos a ver al vicepresidente y confirmamos que el incremento que ellos proponían se agotaba con el tema de los atrasos salariales y la rebaja de tasas, y después de esto ya quedaba muy poco de incremento real. Esto fue antes del 14 de octubre, que es cuando se publica la sentencia del Procés, que lo paraliza todo, pero nosotros hemos continuado trabajando con los grupos parlamentarios, explicándoles cómo estamos.

En aquel momento se hablaba de 100 millones más, en el acuerdo de presupuestos entre el Gobierno y los Comuns esta cifra se eleva a 140, además de una partida de 57,4 millones para compensar la rebaja de tasas. ¿Cómo lo valoran?

Las sensaciones son buenas, pero esto va por semanas. Lo que se ha anunciado no es 100% seguro. Cuando lo sea haremos una valoración.

Lo que es seguro es que habrá una rebaja de tasas del 30%, como pedía la ILP Universidades.

Sí, pero lo que nadie pide, y esto se lo explicamos al vicepresidente, es que la rebaja de tasas sea de golpe. Ni la ILP Universidades, ni los sindicatos de estudiantes, nadie pide que sea el próximo año; comprenden la situación financiera de las universidades y por tanto entienden que, por ejemplo, se pueda hacer una rebaja del 10% durante tres años.

Se supone que es para favorecer la equidad.

Y por eso tiene que hacerse bien. Desde mi punto de vista, sería razonable que no fuera generalizada, sino que tuviera en cuenta el nivel socioeconómico de la familia. De acuerdo que aquellos que tienen un alto poder adquisitivo pagan más impuestos, pero teniendo en cuenta el sistema que tenemos, y el país que tenemos, que no es un país rico, creo que esta rebaja de tasas se tiene que modular.

Además de la financiación de la universidad, el otro gran tema es la situación de precariedad laboral de un gran número de profesores asociados, o falsos asociados.

No tenemos falsos asociados. Lo que tenemos son asociados cuya situación no es correcta. Durante la crisis, las universidades no podían contratar a nadie, y esto provocó que tuvieran que hacerse muchos inventos, sencillamente porque nuestro objetivo social es asegurar la docencia. Todo el mundo hizo lo que pudo y, entre otras cosas, en algunas facultades, ante la imposibilidad de dotar plazas de profesores titulares, agregados, catedráticos e incluso lectores, se suplió con asociados. Hay asociados que tenían fuera una actividad profesional muy potente cuando entraron en la universidad, pero que después la perdieron. Y también los hay que tuvieron que usar plazas de asociados porque no había becas doctorales. O eran insignificantes. Hablo de la época de la crisis dura. Pero esto ahora se está normalizando. De hecho, el movimiento de asociados está parado, ¿por qué motivo? Porque estamos sacando muchas plazas de lectores. Aquellos asociados que son doctores y se han acreditado salen como lectores. En el caso de la UB, la previsión es que en 2020 saquemos una media de 2,5 plazas de lectores por departamento.

¿Y esto no incrementará el gasto en nóminas?

No, porque también se está jubilando mucha gente, obligatoria o voluntariamente. Y como son nóminas muy potentes, porque son personas con muchos años de antigüedad y de investigación, eso genera esta capacidad de contratación. El capítulo 1 del presupuesto no se puede tocar. No se puede incrementar y no lo incrementamos, entre otras razones porque estamos bajo la lupa del Departamento de Economía. O sea que estamos incorporando a gente joven, y lo estamos haciendo a una velocidad alta, pero mucho me temo que no será bastante alta para tapar el agujero que se creó en su momento. Y como que hay este agujero, en algún momento lo sufriremos.

Perdone, pero no acabo de entender a qué agujero se refiere.

En su momento, no entró gente joven de lector. Y esto quiere decir que cuando llegue el momento que tengamos que empezar a coger gente para ser agregado o titular, en algunas áreas no tendremos suficientes candidatos. Esto es un flujo: salen unos y tienen que entrar otros; pero si esto se rompe, llega el momento en que no tienes a suficientes candidatos con méritos para sustituir a los que salen.

Los docentes precarios denunciaban que trabajan full time cobrando 400 o 500 euros al mes. ¿Esto, por lo tanto, se está acabando?

No están full time. Tienen contratos de obra y servicio para hacer unas horas de docencia, y vigilamos que hagan lo que tienen que hacer y no otras cosas. Evidentemente que puede haber abusos, como pasa en cualquier empresa, pero cuando nos enteramos de algún abuso actuamos. Ha bajado la presión porque estamos sacando muchas plazas; piense que ha habido más de uno que ha pasado de asociado a fijo, directamente, o incluso a catedrático. Porque son gente que estaba ahí, que no pudo acceder a ninguna plaza fija porque no las había, y estamos intentando que toda la gente pueda entrar.

Pep Vilalta dice en su libro que en Cataluña tenemos un gran sistema universitario que está en un momento muy delicado. ¿En relación con el resto de universidades españolas, este riesgo es mayor o menor?

El riesgo financiero se puede arreglar de un día para otro si el ministro o el consejero de turno sacan el talonario. Pero el problema es el personal. Esto no se improvisa. Formar a un senior en la universidad son diez años. Una persona consolidada lo está entre los 35 y 40 años. Si esto lo pierdes, es muy difícil rehacerlo. Un gran investigador no se improvisa, un gran equipo no se improvisa. Este es el riesgo fundamental, deshacer todo aquel esfuerzo que se hizo en los años ochenta y noventa, y que es la razón por la cual tenemos una gran universidad. Si esto lo perdemos, no sé si podremos reconstruirlo.

Es decir, que todavía no hemos acabado de ver las consecuencias de lo que pasó durante los años de la crisis.

Estamos muy bien en los indicadores internacionales –la Universidad de Barcelona es la mejor de España y del espacio iberoamericano–, pero a la vez lo que estamos viendo, tanto en la universidad catalana como en la española, es que nuestro crecimiento es más lento; es decir, que los otros crecen mucho más rápidamente y nosotros nos estamos frenando.

¿Qué deberes le pone al nuevo ministro… o a los dos ministros: el nuevo y el que continúa?

Lo ha dicho el ministro Castells, que no estaba de acuerdo. En la CRUE [Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas] también lo hemos dicho. Luchamos para conseguir un ministerio de investigación y universidades… y ahora va, y nos lo dejan en dos. Es un error. La docencia y la investigación no se pueden separar en la universidad. Más del 70% de la investigación en España se hace en las universidades. Por lo tanto, separarlas en dos ministerios no tiene pies ni cabeza. Estamos convencidos. Es un error.

¿Y los deberes?

En relación a Ciencia, es evidente. Tenemos que recuperar los presupuestos que teníamos hace unos años dedicados a investigación, porque estamos perdiendo posiciones respecto a los objetivos que dice la Unión Europea, y nos tendríamos que situar en la media de la UE. Y, en cuanto a Universidades, también está claro. El modelo actual de universidades ha sido muy útil, la LRU [Ley de reforma universitaria, de 1983] supuso la ruptura con la universidad franquista y fue muy buena, estamos donde estamos gracias a aquella reforma en profundidad. Pero ahora nos hace falta otra reforma. Otro pacto social sobre qué modelo de universidad pública quiere la sociedad española. El modelo que tenemos ahora es un corsé. Nos impide salir adelante, hacer otro salto de calidad, y estamos en disposición de hacerlo.

¿Por qué motivo es un corsé?

Nos falta autonomía. La gobernanza me preocupa poco, porque es cuestión de que el rector quiera mandar. El problema fundamental es la captación de profesorado, esto está demasiado encorsetado. ¿Por qué tenemos tan pocos profesores o profesoras extranjeros? Y, de hecho, muchos de los que tenemos lo son porque el marido o la mujer son españoles, y ya viven aquí. Es decir, la universidad española sería un polo de atracción si no fuera por las barreras que lo impiden. En la UB, por ejemplo, hemos demostrado que sabemos hacer bien las cosas, y por eso en los rankings estamos donde estamos. Si nos dejaran hacer, y con algo más de presupuesto, nos situaríamos entre las 100 primeras del mundo.

Por lo tanto, más flexibilidad en la contratación.

Totalmente. Yo eliminaría las acreditaciones, esto ya se lo he pedido al ministerio. Solo dejaría una, quizás: la de hacer funcionarios. Pero también pongo en duda que los profesores universitarios tengan que ser funcionarios. No hace falta. Como en otros casos de profesionales que son funcionarios y tampoco hace falta. Esto es algo del siglo XIX. Pero claro, como los profesores tienen que ser funcionarios, entonces entramos en la Ley de Función Pública, y eso lo complica todo. Si nos fijamos en el modelo anglosajón, es otra historia. O en el caso de los nórdicos, que cuando tienen que contratar a un catedrático convocan un concurso internacional, se presenta quien quiere, hacen un proceso de selección y eligen. Y se ha acabado. Pero, claro, aquel catedrático o aquel departamento después será evaluado por su rendimiento. Si eliges mal, tu rendimiento en investigación bajará y a la larga lo pagarás.

¿Los nórdicos tienen más controles de calidad que nuestra universidad?

No, nosotros tenemos muchos más controles que ellos. Tenemos de todo tipo, pero no tengo tan claro que sean los más eficaces para mejorar. Por lo tanto, ahora se tiene que hacer un cambio para desregular esta estructura que nos impide que entre gente de fuera. Y de las titulaciones ya no digo nada.

Si quiere decir algo, adelante…

Mi pregunta es: ¿por qué un titulado de matemáticas de nuestra universidad –hablo de matemáticas porque es lo que conozco–, tiene que ser igual que en la Complutense de Madrid? Hay algunas titulaciones que sí, como Medicina, que tienen un control especial en el ámbito europeo, y esto es razonable. Pero ¿por qué motivo un químico de la UB tiene que ser muy parecido a un químico de la Autónoma? No tiene ni pies ni cabeza. Yo defiendo la autonomía de las universidades. Obviamente, tiene que haber una evaluación, porque es dinero público y si no se está usando bien, a la calle. Pero creo que tendrían que dar la oportunidad a las universidades, sobre todo a aquellas que hemos demostrado estar en un nivel muy bueno en el ámbito internacional, lo que por tanto quiere decir que tan mal no lo hacemos. Esto se le he dicho al president Torra: “Hemos demostrado que lo sabemos hacer, dadnos los medios y la autonomía para subir aún más arriba”. Pero necesitamos esto: más dinero y más autonomía.

¿En la evaluación sobre la calidad de una universidad pesa mucho más la investigación que la docencia, verdad?

Una universidad sin investigación no es universidad, y una universidad solo con investigación, tampoco. Es decir, nosotros tenemos que hacer docencia e investigación a altísimo nivel. Si no, seríamos una escuela o un centro de investigación, y no somos ni una cosa ni la otra. Somos una universidad. Nuestra docencia es de calidad si estamos en la línea de poder comunicar las últimas noticias en cualquier disciplina. Es decir, lo que estos días está hablando el doctor Massagué seguramente será explicado en poco tiempo en nuestros másteres o cursos de doctorado.

En la universidad no hay ningún conflicto entre una cosa y la otra, el único conflicto es que el día tiene 24 horas. Una docencia de altísima calidad viene alimentada también por la investigación de gran nivel. El investigador de altísimo nivel tiene que hacer docencia, porque tiene que transmitir lo que sabe. Y un profesor no puede ser bueno si no está al día de lo que se cuece a nivel internacional. Esto no quiere decir necesariamente que lo expliques, sobre todo si estás haciendo un curso de primero, aunque yo siempre digo que los profesores de primero tienen que ser los mejores, puesto que son los que tienen una visión estratégica de la disciplina.

Investigador y docente parecen dos perfiles muy diferentes. Al primero te lo imaginas metido en su mundo y sus análisis, y al segundo con una gran capacidad didáctica y divulgadora…

No, no es así. Paul Dirac, premio Nobel de Física que descubrió la antipartícula del electrón, el positrón, daba clases de física de primero. Tenía que ser un lujo. O le pongo el caso de otro Nobel, Richard Feynman, considerado uno de los físicos más importantes del siglo XXI; ves videos suyos y te das cuenta de que era un gran comunicador. También le podría hablar de grandes matemáticos que han sido grandes comunicadores. Gente que hace el esfuerzo de explicarse. En mi área, que es el álgebra computacional, mi experiencia es que los científicos son grandes comunicadores. Porque al científico le gusta explicar lo que hace.

Hablemos un poco de la función social de la universidad. Hace unos meses la ACUP participó en el lanzamiento de la Agenda de Innovación Social, con un diagnóstico muy pesimista en cuanto a la cohesión social y el papel de la educación.

El diagnóstico es terrible. Pero los trabajos que se han hecho desde el Pacto Nacional por la Sociedad del Conocimiento demuestran claramente que el problema no es de las universidades. La universidad es equitativa, puesto que una vez has llegado, tu extracción socioeconómica prácticamente no tiene ninguna influencia con tu resultado académico. El problema no es lo que nos llega, sino es lo que no nos llega. Lo que no es equitativo es aquello previo a la universidad. Es decir, el nivel socioeconómico es lo que hace que muchos chicos y chicas no lleguen a la universidad, pero cuando llegan no hay ningún sesgo en los resultados, o es muy poco significativo. Las cifras son clarísimas.

¿Esto quiere decir que cada vez llegan menos alumnos que son hijos de familias pobres?
Vamos mejorando, pero poco. Es aquello de “dime la parada de metro más cercana a tu casa y te diré tu esperanza de vida, probabilidades de fracaso escolar… y, también, qué posibilidades tienes de llegar a la universidad”. Y no digo que la universidad sea totalmente equitativa, porque también tenemos problemas, pero el problema gordo está antes.

¿La selectividad influye en este sesgo?

No, la selectividad es simplemente ordenar a la gente. La aprueba casi todo el mundo.

Pero después hay unas notas de corte.

Es que esto depende de la oferta que podemos hacer. Los diferentes centros tienen la capacidad que tienen, y de esto depende la cifra que pueden admitir. Hay otros países en los que cada universidad hace su examen de acceso, y los candidatos tienen que ir aplicando en varios centros, pero al final siempre hay un número limitado de plazas. Aquí es un examen para todo el mundo igual, les ordenas y el primero elige. Es como aquello de la democracia y el sistema parlamentario, del que se dice que es el menos malo que hemos inventado hasta ahora. Pues esto sería el mismo, es el sistema menos malo que tenemos.

Hay elecciones en la UB a finales de año. ¿Se volverá a presentar?

Sí. Ya he expresado esta voluntad a la gente de mi equipo.

Déjeme aprovechar su condición de matemático para preguntarle por la escuela. ¿Cómo le parece que se imparten las mates en los institutos?

No soy un especialista, pero visto lo que ocurre, hay algo que no debemos estar haciendo bien. Ya sé que matemáticas es una disciplina dura (aunque a mí siempre me pareció muy fácil), con un elevado nivel de abstracción y que para los chicos y las chicas es un hueso, y les cuesta entrar. Y, por tanto, algo tenemos que hacer, porque es una disciplina preciosa. Las facultades de matemáticas tenemos contacto con los institutos, y es algo que nos preocupa a todos. No digo que lo estemos haciendo mal, sino que tenemos que reflexionar sobre ello, pero la realidad es que ningún país del mundo ha encontrado una solución.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/27/la-universidad-publica-necesita-mas-dinero-y-mas-autonomia-el-modelo-actual-nos-encorseta/

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Entrevista a Eva Millet. Periodista y autora: La ansiedad en niños y adolescentes: «Los niños del siglo XXI no juegan, sus agendas de ministro no lo permiten»

Por: Èlia Pons

La periodista Eva Millet acaba de publicar el libro ‘Niños, adolescentes y ansiedad: ¿Un asunto de los hijos o de los padres?’, En el que hace una radiografía de cómo la ansiedad se manifiesta en los niños y jóvenes y destaca su relación con una crianza sobreprotectora.

Eva Millet es periodista y comenzó a escribir sobre educación en el momento en que se convirtió en madre. En 2016 publicó Hiperpaternidad, que es el término utilizado en Estados Unidos para definir una crianza intensiva y obsesiva basada en la sobreprotección de los hijos y la saturación de sus vidas con múltiples actividades. Más adelante, publicó Hiperniños: ¿hijos perfectos o hipohijos? (2018), donde analizaba el impacto de este tipo de crianza sobreprotectora en el desarrollo de los hijos. Ahora acaba de sacar Niños, adolescentes y ansiedad: ¿Un asunto de los hijos o de los padres? (Plataforma), libro en el que hace una radiografía de cómo la ansiedad se manifiesta en los niños y adolescentes y las causas que la pueden propiciar.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de doscientos setenta millones de personas en el mundo sufren trastornos de ansiedad. La misma organización calcula que entre un 10% y un 20% de niños y adolescentes en todo el mundo experimentan trastornos mentales, el más común es la ansiedad. Según Millet, se trata de un trastorno especialmente alimentado por las vidas frenéticas que llevan. Considera que la hiperpaternidad y la ansiedad van de la mano y, por ello, este último libro que publica supone, en cierto modo, el cierre de una trilogía.

Vivimos en un entorno ansioso. ¿Esto ha hecho aumentar la ansiedad?

La ansiedad es una emoción muy humana, primaria. Siempre ha estado allí. Hay dos corrientes, una que dice que ahora hay más ansiedad que nunca y otra que dice que siempre ha habido, pero que lo que pasa es que ahora se habla más, se diagnostica más y, en definitiva, hay más noción de la ansiedad. Yo creo que es una suma de las dos visiones, pero sí es cierto que hay un ingrediente fundamental que hace que haya más ansiedad, que es el ritmo frenético en el que vivimos. Este no parar, esta híper estimulación, genera mucha ansiedad.

En el libro explicas que la ansiedad, en cierto modo, puede ser positiva. ¿Cuándo esta «ansiedad aliada» se convierte en negativa y se debe tratar?

Bien llevada y en las dosis adecuadas, la ansiedad es importantísima. La necesitamos para alcanzar nuestros objetivos. Pero cuando se desborda te hace la vida imposible. El problema llega cuando no te deja vivir bien. Cuando se convierte en un obstáculo en tu vida y tú ya no funcionas. Puedes tener ansiedad una semana antes de los exámenes, pero cuando ya han pasado los exámenes y sigues sin dormir, con taquicardias, con sudores o dolor de estómago, entonces, esta ansiedad se debe empezar a tratar. La máxima expresión de la ansiedad ocurre cuando se produce un ataque de pánico, esto es un aviso de que algo no va bien.

¿Crees que la precariedad laboral también influye en la ansiedad?

Sí, la idea de que el mundo se acaba y que todo es muy difícil nos crea mucha ansiedad. Estamos en tiempos particularmente ansiógenos, y por este motivo es importante aprender a lidiar con esta ansiedad y tenerla a raya, así como poner en marcha herramientas para no caer en ella. Porque la ansiedad siempre está. Y, además, es muy subjetiva. Lo que a ti te puede crear ansiedad a mí me puede parecer algo sin importancia, y viceversa. Por tanto, no sólo influye el entorno, sino también las características de la persona y la educación que ha recibido. Es una emoción muy misteriosa, muy difícil de definir, es aquello de «no sé qué me pasa, pero no estoy bien». El miedo es causado por una cosa concreta, tangible. Pero, en cambio, la ansiedad es el miedo al miedo. Es mucho más abstracto.
Foto: Èlia Pons

En tus anteriores libros hablas de la hiperpaternidad, los padres que protegen demasiado a sus hijos. ¿Qué relación hay entre hiperpaternidad y ansiedad? ¿Un niño sobreprotegido tiene más posibilidades de tener un comportamiento ansioso?

Uno de los combustibles de la hiperpaternidad es la ansiedad. Esta idea de estar muy encima del niño para que no le pase nada y que triunfe y llegue donde yo quiero es un gran generador de ansiedad. Y esta ansiedad de las familias para que su hijo sea el mejor es transmitida a los hijos. Por un lado, se traduce en unas grandes expectativas. Si tus padres están súper pendientes de ti, lo dan todo y esperan mucho de ti, tienes un peso y una presión importante. Y todo ello genera inseguridad a los hijos. Por otro lado, tenemos el estilo de vida frenético que estos niños llevan, y que es una consecuencia de esta hiperpaternidad. Este no parar, haciendo muchas actividades extraescolares, genera estrés al niño. Porque no paran, igual que no paran los adultos. Los hay que están haciendo vidas de miniadultos y tienen una agenda de ministro. Si gestionar mi estrés ya me cuesta, imagínate un niño de seis años que está todo el día arriba y abajo. La tarea de los padres es criar personas bien educadas, pero si como padre quieres tener un Einstein, esto es imposible.

También es muy interesante ver cómo la ansiedad se está convirtiendo también en un signo de cierto status. En el mundo académico anglosajón, por ejemplo, un niño o adolescente con ansiedad tiene más tiempo para hacer un examen. Hay padres locos porque diagnostiquen a sus hijos con trastornos de ansiedad, porque así tienen ciertas ventajas. Es surrealista. La ansiedad se está convirtiendo en un «bien». Se está convirtiendo casi en un producto capitalista.

¿Cómo debería cambiar la educación que reciben los niños?

Como dice el pedagogo Gregorio Luri, todos los niños tienen derecho a tener unos padres relajados. Estamos en un momento muy ansioso, y lo que yo reivindico es que paremos un poquito, que esto no es una carrera de obstáculos, que la infancia es un momento casi sagrado de la vida de cada uno y que los niños tienen derecho a vivir como niños. Tienen derecho a tener tiempo para hacer las cosas que hacen los niños, como jugar. Jugar es importantísimo y los niños del siglo XXI, del primer mundo, no juegan. No tienen tiempo, sus agendas de ministros no lo permiten.

¿Cómo gestionar y prevenir la ansiedad en los niños y adolescentes? ¿Cuál debería ser el ambiente adecuado para que crezcan?

Hay varias formas. Dormir, por ejemplo, es una manera natural de pulsar el botón reset. También ayuda llevar una buena alimentación, ya que hay una vinculación entre lo que comemos y cómo funcionan nuestro cerebro y nuestras emociones. Y, sobre todo, llevar una vida más relajada, más en contacto con la naturaleza, con unos ‘tempos’ menos enloquecidos. También se puede hacer un trabajo desde las escuelas. Hay algunas que están incorporando la educación emocional, y es una buena manera de prevenir la ansiedad. Está muy bien que se eduque en las emociones, que se explique qué es la ansiedad, pero yo pienso que esto es un trabajo básicamente de las familias. Como familias debemos arriesgarnos a que nuestros hijos se equivoquen, que sufran un poquito de vez en cuando, y educarlos en la responsabilidad, que sepan que son responsables de sus actos. Nosotros hemos de soltar esta ansiedad que llevamos encima y que transmitimos a nuestros hijos. Como no nos repensamos el modelo actual, no vamos bien.

Foto: Èli Pons

A los niños habitualmente les cuesta más expresar lo que sienten y, por tanto, puede ser más difícil detectar la ansiedad. ¿Cuáles pueden ser las señales de alerta más habituales?

Si a los adultos ya nos cuesta explicar que tenemos ansiedad, para los niños es aún más difícil. No la saben expresar; entonces debemos estar alerta a una serie de síntomas como, por ejemplo, pequeñas enfermedades o molestias continuadas, como padecer dolor de estómago o dolor de cabeza constantemente. Cosas que no tienen una explicación médica clara, pero de la que los niños siempre se quejan. La reticencia de ir a lugares a los que les gustaba ir, por ejemplo, a la escuela o a una fiesta de cumpleaños, son pequeños signos de alerta que como padres debemos tener en cuenta. También el mutismo, dejar de hablar. Esto está relacionado con la fobia social, uno de los trastornos de ansiedad más comunes en los adolescentes. No dormir bien o tener muchos pesadillas también puede ser un síntoma. También puede ser la falta de apetito o, al revés, tener mucha hambre, las exageraciones. En los adolescentes los síntomas ya son más claros, son fobias específicas: tener mucho miedo a equivocarse, a hacer el ridículo… ya se manifiestan de una manera más madura. En definitiva, las señales de alerta pueden ser cualquier cosa que como padres detectamos que no se corresponden con cómo son nuestros hijos. Todo lo que nos haga formular la frase: «No reconozco mi hijo».

¿De qué manera las pantallas y las redes sociales influyen en la ansiedad de los jóvenes?

Las pantallas son grandes generadores de ansiedad. Por un lado, debido a su componente adictivo. Las redes sociales, los juegos de ordenador… están diseñados para enganchar, y cuando no puedes consultar el móvil o no puedes jugar a un juego porque no tienes batería, esto hace que se genere estrés y ansiedad. Hay esta parte puramente biológica, física, y luego está la parte que sobre todo afecta más a los adolescentes, que es la ansiedad por la necesidad de agradar, que te acepten, de no hacer el ridículo, de conseguir más likes. También existe la ansiedad que te provoca ver que los otros se están divirtiendo y tú no, que se lo están pasando mejor que tú. Y es todo mentira, pero claro, para llegar a esta conclusión debes tener una cierta madurez.

¿Qué papel juega la clase social?

Para escribir el libro hablé, por un lado, con adolescentes de una escuela de Barcelona para familias más bien acomodadas, y estaban todos poseídos por la ansiedad. Tenían mucha angustia a la hora de tomar decisiones, por miedo a equivocarse. A una chica con la que hablé, por ejemplo, elegir el tema del trabajo de investigación le provocaba una ansiedad brutal. Estos niños eran un reflejo muy claro de esta crianza fruto de la hiperpaternitat. Por otra parte, también hablé con unos adolescentes tutelados, y estos tenían una concepción muy diferente de la ansiedad. Muchos no sabían qué era exactamente. Pero esto no quiere decir que no tuvieran. De hecho, un entorno socioeconómico complicado genera más ansiedad. Lo que pasa es que esos chicos tenían tantas otras cosas por las que preocuparse, por ejemplo, qué harán cuando cumplan 18 años, que no se podían permitir tener ansiedad. Para ellos, la ansiedad era un lujo. En cambio, los niños de clases más acomodadas podían expresarse sin ningún problema. De hecho, era su principal problema, porque las otras necesidades ya las tienen cubiertas.

¿Es adecuado tratar la ansiedad infantil y juvenil con fármacos? ¿Cuál es el tratamiento más efectivo?

La terapia es mucho mejor que los fármacos, lo que pasa es que es más cara y más larga y, además, supone exponer a tu hijo. La manera más efectiva de superar la ansiedad es enfrentarte lo que te genera ansiedad y ver que eres capaz de superar este miedo al miedo. Las pastillas no se recomiendan para menores, pero se utilizan cada vez más. De hecho, según un estudio del Plan Nacional sobre Drogas de 2018, el ansiolítico es la primera droga de uso de los jóvenes españoles de 12 a 16 años, por encima del tabaco y el alcohol. Es decir, los jóvenes se han tomado antes un diazepam que una cerveza. Los ansiolíticos funcionan bien, actúan directamente sobre el sistema nervioso y te calman, pero son una ayuda puntual. Como tratamiento no es adecuado, es más recomendable hacer terapia, del tipo que sea. También hay ansiolíticos naturales. Por ejemplo, una chica con la que hablé me ​​dijo que cuando tuvo su primer ataque de pánico la ayudó más el abrazo de su madre que cualquier medicamento.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/22/la-ansiedad-en-ninos-y-adolescentes-los-ninos-del-siglo-xxi-no-juegan-sus-agendas-de-ministro-no-lo-permiten/

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José María Toro: “Lo importante no es el recurso ni la tecnología, sino la mano que la maneja y el corazón que la sostiene”

La Diaria Educacion.uy

José María Toro es un maestro y escritor español que ha centrado su obra en la necesidad de cultivar y desarrollar las emociones. Suele recurrir a metáforas y juegos de palabras para explicar que en la educación los niños deberían ser acompañados para entrar en “su corazón”, pero para ello los docentes también deben recorrer ese camino. Para ello, Toro ha formado a centenares de docentes por medio de cursos y de varios libros publicados. El maestro habló con la diaria en su estadía en Uruguay, ya que será el conferencista principal de Proeducar, un encuentro que todos los años organiza la Asociación Uruguaya de Educación Católica y que se desarrolla entre hoy y mañana en el colegio Clara Jackson de Heber.

En una de tus conferencias anteriores señalás que “la gran carencia de las escuelas es la conciencia del cuerpo”. ¿A qué te referís?

Me refería a que la presencia del cuerpo en la escuela sobre todo se centra en la educación física, la parte deportiva y de gimnasia, y mucho menos en la expresión corporal, dramática o el teatro. Planteo que no se trata solamente de hacer cosas con el cuerpo, sino de la conciencia que el niño pueda tener del uso que hace de su cuerpo. Ni siquiera los maestros tienen esa conciencia del cuerpo; en España entras en un aula, por ejemplo de tercer grado, y hay niños pequeños y otros mucho más altos. Sin embargo, el mobiliario es exactamente el mismo para todos. Los niños a los que el mobiliario les queda pequeño estarán en una posición en la que habrán perdido la verticalidad de la columna, por lo que les estaremos jorobando la vida. O bien, que suele ser lo habitual en España, a los niños a quienes les queda grande y no pueden tomar tierra quedan con los pies en el aire, y si se suma un movimiento compulsivo de las piernas, su mente está disparada. Por algo decimos que una persona tiene los pies en la tierra cuando está en la realidad. Si queremos que el niño esté en la realidad de la explicación del maestro, tiene que estar con los pies en la tierra. Cuando hemos hecho nuestro algún concepto o actitud no decimos que eso está “mentalizado”; ese es el primer paso, el siguiente es que eso se haga realidad en mí. El verbo que usamos es “incorporar”. Supongamos que queremos educar para la paz, que no es sólo un concepto ideológico, sino un estado tisular, de la mirada. Cuando el grado de tensión del ojo llega a un nivel de peligro, el cerebro en su sabiduría manda una orden para que no haya un derrame ocular y esa tensión del ojo se canalice. Entonces, la tensión va al puño y el niño golpea al compañero; de esa forma descarga la tensión. Si trabajamos la mirada blanda, que yo llamo “del corazón”, nunca va a haber puñetazo, porque no hay tensión en la mirada. Uno no hace daño a quien mira con buenos ojos. La conciencia del cuerpo es qué conciencia tiene el niño de la paz que él es. Esa paz está en su forma de mirar, de respirar, de moverse. Hay que darle cuerpo a la paz.

¿Cómo es la conexión del cuerpo con las emociones?

Podemos caer en el error de pensar que el cuerpo es la parte física, el soma griego, lo somático. Yo lo considero un cuerpo de cuerpos, como las muñequitas rusas. Nosotros vemos la última parte, que es la física; de todos los cuerpos que tiene la persona es el cuerpo más denso, el tangible. Pero tenemos un cuerpo mental que, por supuesto, tiene su parte somática en la estructura cerebral. Tenemos un mundo de pensamientos que es más etéreo, un mundo emocional, un cuerpo energético, y luego ‒entre paréntesis, porque dependerá de las concepciones o creencias de cada persona‒ un cuerpo espiritual. De todos esos cuerpos, el que es más manejable es el físico, porque es tangible. Mi propuesta de trabajo es muy metafísica, porque si trabajo con el alma del niño, con el ánimo ‒ánima es igual a alma‒, no puedo hacer una cirugía y buscar en algún recoveco. Pero sí puedo trabajar la cara, que es el espejo del alma, del estado interno. Si puedo distender la cara de una persona, eso distiende su mundo emocional interno. El cuerpo humano es una unidad, y lo importante es que estén todos los elementos, pero para una educación integral tienen que estar integrados en forma armónica. Cuando sumas lo integral más lo integrado te aparece la palabra “íntegro”, que tiene hasta un componente ético y moral. Es decir, ya es un ser completo. Las emociones forman parte de la estructura del ser humano y, por lo tanto, tienen que ser parte de la tarea educativa.

¿Cómo debe abordarse lo emocional en el sistema educativo?

La palabra “emoción” es una energía que se pone en movimiento. Buena parte de la literatura sobre emociones dice que son una reacción bioquímica del cerebro ante un estímulo. Es un mecanismo que hemos generado para sobrevivir. Desde el punto de vista pedagógico me interesa trabajar las emociones esenciales, que son una energía que se pone en movimiento de forma que el niño mueve algo de su esencia y de su identidad, que necesita desarrollarse. El árbol está en la semilla; esa es la identidad esencial de un árbol, pero tiene que desarrollarse. El niño como un ser de paz está ahí, en su ADN humano, pero está como semilla. Que eso pueda desarrollarse va a depender de su entorno familiar y cultural. Me interesa que los maestros acompañen a los niños en una experiencia vivencial de interioridad en la que puedan conectar, sentir, vivir y expresar esas emociones.

¿Eso tiene que ver con la noción que has manejado del “niño como sabio”?

Sí. También podríamos hablar de una sabiduría de las edades, que es un concepto del pedagogo español Carlos González. Es decir, cada edad tiene su propia sabiduría, y las distintas edades tienen que tener su relación. Si como adulto no sé cómo afrontar un tema puedo recurrir a la sabiduría del niño, que es quien te da la respuesta inmediata, intuitiva y directa. O la sabiduría del adolescente, que transgrede las normas y va más allá de lo que está permitido. Cada edad tiene su propia sabiduría, y lo importante es que vayamos creciendo en una armonización y podamos hacer un uso, según necesitemos, de lo específico de cada sabiduría. No basta la información; la informática nos da datos, pero esos datos inconexos no sirven para nada. Hay que organizarlos en un cuerpo de conocimiento, pero la escuela de conocimiento tiene que dar un salto más: no basta que yo lo sepa, sino que lo saboree. Esa es la escuela de la sabiduría. En los pueblos primitivos el sabio era el que sabía por el sabor las plantas que eran curativas. La sabiduría siempre es curativa, terapéutica, sanadora, porque el conocimiento tiene que iluminar mis decisiones de vida. ¿De qué me sirve que un niño sepa cómo funciona el aparato respiratorio si no sé que alargando la respiración puedo soltar una pena de una rabia, o que si habilito la pausa en la respiración se elimina toda posibilidad de ansiedad?

¿Cómo analizás la educación en un contexto tan mediado por la tecnología, en el que muchas veces se fetichiza?

Ese fetiche aparece cuando el maestro cae en un error al que llamo “la absolutización de la añadidura”. Y encima, si la tecnología es tan potente y seductora, caemos un poco presos del recurso. En la conferencia que daré mañana [por hoy] en Proeducar, una de las ideas que voy a plantear a los docentes es que el recurso por excelencia son ellos. A un mal maestro la tecnología no lo hace buen maestro, sí puede mejorar al que ya es un bueno. La tecnología se refiere a cómo transmitimos una información, un conocimiento, a cómo desarrollamos un proceso de enseñanza y aprendizaje. En la urgencia cotidiana al maestro le comen los cómos: lo que quiere es saber cómo hacer para resolver una situación que tiene delante en el momento. Ese “cómo” es para un “qué”. Ahora mismo el “qué” y el “cómo” presiden el cotidiano escolar. Sucede que el “qué” forma parte de algo más amplio, que es un “por qué” y un “para qué”. Cuando tú tienes claro el “por qué” y el “para qué”, el “cómo” te va a salir. Además, con internet hoy un maestro tiene a su disposición, a golpe de ratón, miles de actividades, fichas, propuestas del tema que quiera. El tema es cómo uso ese material. Lo importante no es el recurso ni la tecnología, sino la mano que la maneja y el corazón que la sostiene, y una medicina en las manos inadecuadas se convierte en veneno, y un veneno en las manos adecuadas se convierte en medicina. Al final, va a depender del nivel de conciencia del maestro, de cómo es como persona, de cómo es su preparación humana y profesional.

¿Cómo surge la idea de los centros “tan”?

Yo estaba haciendo un curso con maestros en Córdoba, España. Planteo acompañar a los niños en una experiencia de eso maravilloso que hay dentro, pero no puedo acompañarlos en un lugar que desconozco. Uso la imagen de que un maestro es como un guía turístico, que va a llevar a los niños a un lugar maravilloso y exótico que es su corazón, como una imagen para hablar de lo mejor que está dentro de cada ser humano. Si yo soy un guía turístico de París, no puedo llevar a alguien a un lugar si no sé dónde está. Si soy una persona que visita constantemente París y la conozco al detalle, podré llevar a mis turistas a los rincones que nadie los lleva. Lo que interesa es que el maestro tenga una riquísima vida interior de conocimiento de sí mismo, de sus propias emociones, de su carácter y personalidad, y sobre todo de reconocimiento de su propia identidad. La personalidad es un modo de expresar la identidad, que no la agota. Los cursos son para hacer esos viajes y que luego ellos puedan hacerlos con los niños. Trabajamos mucho con ropa cómoda, en el piso; visto de afuera pueden parecer ejercicios de relajación, pero es mucho más porque no se trata sólo de calmar la superficie, sino de liberar lo profundo que está ahí. Al terminar un ejercicio, una maestra se me acercó y me preguntó si lo que hacemos es relajación, meditación o qué. Le pregunto por qué quería saber y me dice: “No sé, es que yo me encuentro tan… tan… tan”. Me vino esta palabra porque en todos los centros escolares de España hay unas aulas TIC [tecnologías de información y comunicación], que suena a tic nervioso. Con esto planteo que en los centros, sobre todo los públicos, los niños tienen derecho a que los adultos les muestren que hay un espacio dentro de ellos que pueden habitar, conquistar y conectar conscientemente. Cuando entren a ese espacio van a conectar con lo mejor de ellos mismos. Hay un remanso impresionante de paz, de creatividad, de ternura y de energía. La propuesta es que, así como hay centros llenos de computadoras para que los niños aprendan a navegar por internet, debe haber aulas sin mesas ni sillas, pero acogedoras, con colchonetas, almohadones, para que los niños sepan que cuando entran allí van a navegar hacia su mundo interior.

¿Cuál es el rol del descanso en instituciones educativas que lo tienen muy cronometrado, como en Uruguay, donde se le dice “recreo”?

“Recreo” viene de “recrearse”, “volver a crearse”. Porque se supone que en la hora anterior el niño ha ido perdiendo lo que es. No tendría sentido, porque el recreo es como un espacio entre otros tiempos de actividad, Vivimos en una vida fragmentada, todo está en cajones estancos. En mis clases tenía claro que en cualquier momento los niños podían detenerse para descansar, porque la escuela es para el ser humano. El niño es un ser humano, no un hacer humano. El ser es hacer y no hacer. En el no hacer, que es el descanso, el niño se integra a la tarea fundamental que es el “dejo de hacer para hacerme a mí”. Esto no lo vivimos en nuestra cultura, por eso hablo del secuestro del descanso; cuando no trabajamos, cambiamos de actividad, vamos de viaje y hacemos turismo, hacemos mil cosas, vemos películas, pero no descansamos. Por eso le llamo “descanser”: descansar para ser, que es cuando uno descansa en el ser. Sólo descansamos dentro, volvemos al espacio interior. Un descanso, que es mucho más que reponer fuerzas para seguir trabajando, es una recomposición de la presencia del adulto o del niño. Cuando llega de la escuela, a los padres no se les ocurre preguntarle al niño si ha descansado bien en el colegio, siempre le pregunta qué ha hecho. La escuela es un espacio en el que el niño tendría que aprender pero también vivir el descanso desde esta dimensión.

¿Los centros educativos religiosos tienen más acumulado en el trabajo de lo interior?

Sí, pero depende de cómo lo trabaje el centro religioso. La interioridad dependerá de cómo la viva el educador. Hace poco estaba dando un curso en España y había otro grupo con una educadora con niños y me quedé horrorizado por los conceptos que vertía: “Cuidado porque el demonio…”, en lugar de acercar al niño a lo más noble de sí mismo. No le hables del demonio, en todo caso háblale del dios que hay en él y permite que conecte con él. Es verdad que algunos colegios religiosos se asocian más a la dimensión más espiritual o interna. Yo reivindico eso, sin connotaciones religiosas específicas, para los alumnos de la escuela pública.

¿Qué rol debería jugar la formación docente, que en general no incluye estos temas en sus aulas?

Uno de los grandes dramas que vive un maestro cuando pisa la escuela por primera vez es que prácticamente no le sirve nada de lo que le dijeron. Habría que hacer varias reconsideraciones. Primero, tenemos que aclarar cuáles son las características que se necesitan para el oficio. En la formación inicial quienes forman a los futuros maestros son profesores o catedráticos de las disciplinas. La mayoría de ellos nunca ha enseñado a niños. Didáctica de la lectoescritura a mí me la dio un profesor de Filología Francesa que nunca en la vida había enseñado a leer a ningún niño. No aprendí en la escuela de magisterio cómo enseñarle a leer a un niño; me explicaron los métodos de lectoescritura, pero que me digan cómo se conduce un coche no quiere decir que sepa conducir, hasta que no tome el volante. Una de las cosas importantes sería habilitar que maestros con larga experiencia y reconocido prestigio en el ámbito de la educación tuvieran contacto con los futuros maestros. Cuando voy a las escuelas y facultades de magisterio los alumnos me dicen que eso que digo no se lo dicen ahí. Es necesario llevar esa vibración del maestro, esa parte vocacional, pasional, que difícilmente transmita un técnico o un experto de una disciplina. Otro tema es el de los contenidos a abordar. Por ejemplo, el uso de la voz. El maestro es un profesional de la voz, pero no tiene esa conciencia. Va al médico cuando ya perdió las cuerdas vocales, pero tiene que aprender a hablar, el uso que hace de la palabra, cómo lee un cuento para hacer vibrar al alumno. Pero no hay nada de eso en magisterio. El maestro tiene que ser un líder de un grupo de alumnos, tiene que aprender las funciones de liderazgo, tiene que ser un experto en dinámicas grupales, saber canalizar lo que se mueve en un grupo. Tiene que desarrollar capacidades expresivas, comunicativas. No tiene que ser un clown y ponerse una nariz roja, pero sí tiene que tener sentido del humor y saber captar el interés de los alumnos, despertar las ganas por el aprendizaje. Otra parte importante es que se debería vivir un proceso de sanación personal. Un psicólogo tiene que hacer su propio proceso terapéutico antes de abordar un paciente. No es necesario que el maestro sea un terapeuta, pero toda labor pedagógica es terapéutica. Todo lo que el maestro pueda limpiar de su historia personal, pulir de sus rasgos de personalidad, es lo que vamos a ganar luego, porque será una persona mucho más equilibrada, más estable, más segura, y será un regalo para los niños.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2019/2/jose-maria-toro-lo-importante-no-es-el-recurso-ni-la-tecnologia-sino-la-mano-que-la-maneja-y-el-corazon-que-la-sostiene/

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Lucas Ramada: “Cuando no hay enfoque institucional, los niños juegan a lo que las empresas dicen”

Por Leticia Castro/LaDiaria

El especialista español Lucas Ramada Prieto habló sobre nuevos formatos digitales y las posibilidades que se abren en el mundo del videojuego.

La tesis doctoral del docente español Lucas Ramada Prieto versó sobre literatura infantil y juvenil digital y educación literaria, pero, a diferencia de lo que se puede pensar, “esto no va de libros”, tal como advierte en el título de su trabajo. El doctor en Didáctica de la Lengua y la Literatura es un defensor de los nuevos formatos y se ha dedicado en los últimos años a conformar “un corpus de calidad” sobre ficción digital, lo que incluye en gran medida a los videojuegos, así como a dar clases de formación permanente “para que los docentes pierdan el miedo de entrar a la jungla del mundo digital”. Visitó Uruguay invitado por el Programa de Lectura y Escritura en Español de la Administración Nacional de Educación Pública y el Plan Ceibal, y en su paso por Montevideo conversó con la diaria sobre las características de estos nuevos productos, el rol que juegan en el desarrollo de niños y adolescentes y el potencial para su desarrollo cultural.

Comencemos por el principio: si esto no va de libros, ¿de qué va?

Yo empecé a hablar de ficción digital como término paraguas para referirme a un tipo de ficción nativamente digital que necesita y aprovecha el entorno computacional digital durante el proceso de creación y para el proceso de disfrute. Yo hablaba todo el rato de literatura infantil y juvenil digital, pero realmente no había demasiada materia prima como para seguir hablando sólo de literatura, entonces empecé a mirar, como de reojo, al mundo del videojuego y ahí encontré todo un terreno de obras súper interesantes para educación estética y cultural de la infancia. Ese mundo carga con el lastre de venir bajo la etiqueta de videojuego, con toda la carga negativa social que suele tener dentro del mundo de la cultura, por esta tontería enorme que tenemos de alta y baja cultura. Hablar de ficción digital permite abrazar obras que vienen de la escena más puramente literaria, pero también obras muy interesantes del mundo del videojuego.

¿Qué características tienen estas obras?

Yo me dedico mucho a la selección del corpus y a visibilizar cosas que me parecen interesantes. Primero busco identidad estética, que las obras no sean condescendientes con el niño, sino que representen una cultura infantil de calidad, que consideren la forma particular de aproximarse al mundo que tienen los jóvenes, con sus limitaciones y con sus enormes posibilidades. Quiero que las obras tengan calidad estética visual, que haya ilustraciones de calidad de fondo, que todas las capas multimodales que tiene la ficción digital sean relevantes, desde la imagen hasta la música. Tengo en cuenta que la interactividad sea un lenguaje propio que cuenta cosas, que anime a la exploración y al juego. Luego, evidentemente por mi formación literaria, busco que haya siempre una intencionalidad expresiva y comunicativa que no esté hueca, que aporte a la reflexión sobre la forma, que haya literalidad y simbolismo.

“Me parece muy problemático el abandono absoluto institucional a la subvención artística para productos videolúdicos de calidad”.

¿Es algo difícil de encontrar en el mundo del videojuego?

Las obras del mundo digital suelen tener dos problemas: son principalmente educativas o vienen del mundo adulto. Con respecto a lo primero, el mundo del edutainment, lo educativo hecho entretenimiento, me parece un problema, viene cargado de una visión teleológica de que el niño sólo puede estar frente a la pantalla para aprender contenidos curriculares. Con respecto a lo segundo, se entiende que hay ciertas obras del mundo adulto que son aceptables para niños o jóvenes, pero que no fueron pensadas para ellos desde su concepción.

Te dedicás a dar cursos de formación docente permanente. ¿Por qué el énfasis en los docentes ya recibidos?

Hay que hacer formación docente para que sepan cómo acercarse a ese terreno. Ahora mismo hay un pánico absoluto, no han recibido nunca formación, no les estamos dando herramientas para que se metan en la jungla del mundo digital a elegir y probar las cosas interesantes que hay dentro. Esa es la importancia de la formación docente.

Lo primero que necesitan los docentes es una definición, siempre hay una necesidad de etiquetar para sentirnos más cómodos. Yo trato de hacerles entender que el videojuego es un terreno que acepta muy bien la mentalidad literaria y que con las herramientas formativas que ya han recibido pueden enmarcarse en este terreno. Cuando ya se sienten con derecho a opinar, necesitan herramientas de análisis, saber cuáles son las características de la ficción digital, y de eso va mi tesis doctoral. Al final de los talleres no salen como especialistas en ficción digital, evidentemente, pero tienen una serie de herramientas para poder entrar a la jungla.

¿Qué ventajas tiene usar estas obras en el aula?

El mero contacto de los niños y las niñas con piezas de calidad ya es una ganancia, hace que se expanda su horizonte cultural, además de que las buenas obras abren espacio de diálogo, de debate y reflexión. Las buenas obras enseñan nuevas posibilidades del mundo, dan herramientas para que no sólo les guste el mismo tipo de obras. En España 78% de la población en edad escolar obligatoria juega videojuegos, en México es 90% y no hay ningún enfoque institucional. ¿Qué pasa cuando ocurre eso? Los niños y las niñas juegan a lo que las empresas dicen, no a lo que el mundo les ofrece. Pensar que el videojuego sólo es el top 20 de ventas es un error: el videojuego es un medio expresivo y lo definen sus posibilidades estéticas, no sus juegos más vendidos. No diríamos que el cine es sólo Hollywood; diríamos que es una parte del cine que vende mucho, pero no lo reducimos.

“No entiendo cómo es posible que convirtamos un terreno de la cultura humana tan definitoria como es el juego en algo para enseñar cosas, y nos olvidemos de lo importante que es aprender a jugar”.

Los niños acceden a los juegos en sus casas, pero en las escuelas, con los presupuestos limitados que tienen, es más difícil.

Cada vez es menos caro de hacer; de hecho, la democratización de los procesos creativos del videojuego independiente es algo que en los últimos 15 años ha cambiado radicalmente, y por eso el videojuego deja de necesitar rentabilidades empresariales y se puede convertir en un medio de expresión del universal humano. Hay muchísimos videojuegos independientes hechos por personas solas que funcionan muy bien; el problema es que los espacios de compraventa de esos videojuegos no se conocen, la gente cuando quiere un juego va a una tienda física y compra uno de 60 euros, cuando la mayoría de las obras que utilizo en mis ejercicios de formación docente no pasan nunca de los 13 o 14 euros como mucho, y muchísimas de ellas son aplicaciones para tableta de cuatro euros. No es tan caro, hay mucho mito alrededor.

Lo que sí me parece muy problemático es el abandono absoluto institucional a la subvención artística para productos videolúdicos de calidad. Ese apoyo abarataría los costos de producción. Si tuviésemos una institución que se dedicase a financiar proyectos culturales y artísticamente relevantes para la infancia, tendríamos creadores y artistas protegidos, con una mirada educativa general que permitiese generar la cultura digital de calidad infantil que necesitamos.

En tus charlas enfatizás la idea de que el videojuego no es una herramienta para lo curricular.

Estoy todo el rato diciendo que no estoy hablando del videojuego como herramienta educativa. Entiendo que eso se haga, pero no entiendo cómo es posible que convirtamos un terreno de la cultura humana tan definitoria como es el juego en algo para enseñar cosas, y nos olvidemos de lo importante que es aprender a jugar. Los estudios didácticos y pedagógicos hablan mucho de un artículo muy mítico de [Lev] Vigotsky, en el que se habla de la importancia del juego como terreno de exploración del niño con el mundo. En ese mismo artículo, en una segunda parte que la gente suele obviar, el autor habla de que eso es así, pero que, a medida que el niño va creciendo, la forma en que disfruta del juego es cada vez más compleja, le gusta cada vez más reflexionar sobre por qué y cómo juega, una reflexión meta sobre las normas de juego. Eso dice que, en cierta manera, hay una complejidad evolutiva en el concepto del juego, es una competencia que se complejiza a medida que va creciendo y lo convierte en un lenguaje que hay que ir aprendiendo. ¿Por qué no enseñamos a jugar? Hemos vaciado la idea de juego y no enseñamos a disfrutarlo como terreno cultural.

Entonces no se debería usar la ficción digital para enseñar a sumar, por ejemplo.

No lo sé. Yo me he negado totalmente a enfocar la utilización del juego como elemento para las cosas curriculares. Puedo pensar esa traslación en algunos elementos del pensamiento literario, por así decirlo, porque a los niños les permite entender cómo funciona la narración en la ficción, evidencia elementos concretos de la arquitectura literaria. Pero en sí uso la ficción digital como parte natural del ecosistema de los niños; no la utilizo para algo, sino que la considero parte del proceso de escolarización. La construcción de saberes en torno a la literatura debe tener unos mínimos, y creo que el videojuego tiene mucho que aportar a esa escalera de progreso.

“Hemos vaciado la idea de juego y no enseñamos a disfrutarlo como terreno cultural”.

¿Por qué crees que el sistema educativo todavía no se ha apropiado del videojuego o de la ficción digital en general?

Tengo la mirada pesimista y la conspiranoica. La pesimista es que realmente no estamos preparados a nivel formativo; creo que hay un retraso enorme a nivel universitario que se relaciona con la falta de políticas públicas, porque al no haber academia construida en torno a la ficción digital es muy difícil que se canalicen estas cuestiones en políticas concretas. La parte más conspirativa es porque no interesa. El videojuego es la industria cultural que más factura, es lo mismo que el cine y la música juntas; entonces, claro, al turbocapitalismo no le sirve que los niños pregunten por qué la única forma de relacionarse con otro en el videojuego es metiéndole un disparo. Son las dos miradas. No sé si nos falta información para responder las inquietudes o si directamente no queremos hacernos la pregunta.

Fuente:https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2020/1/ficcion-infantil-digital-cuando-no-hay-enfoque-institucional-los-ninos-juegan-a-lo-que-las-empresas-dicen/

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Pamela Palenciano, sobre el veto parental: “No es justo educar con miedo”

Entrevista/23 Enero 2020/Autora: Pilar Álvarez/elpais.com

La activista, que representa en institutos su monólogo sobre violencia machista, denuncia una campaña de acoso en redes

Durante hora y media, Pamela Palenciano (Andújar, Jaen, 1982) se sube al escenario, en institutos y teatros, y representa 10 personajes. Es ella misma pero de adolescente. Es también Antonio, su novio de entonces, cuando se pone cariñoso y cuando pierde los nervios. Es su mejor amiga, Maite, la única a la que le ha cambiado el nombre, y el resto de colegas que fueron testigos de un caso de violencia machista que no supieron ver casi hasta el final, cuando Antonio intentó matarla. Y que empezó a entender años después, cuando su psicóloga Mari Carmen le dijo: «No solo duelen los golpes». Ese es justo el título de su actuación, en la que empezó a trabajar hace 16 años y con la que lleva más de 7.000 representaciones sobre todo delante de alumnos de secundaria, algunas de ellas en Murcia antes de la polémica del veto parental. Es siempre un texto incómodo, pero ahora, además, es objeto de ataques por alumnos —»criaturas de Vox», los llama ella— y blanco de críticas furibundas en las redes sociales. Cuentas oficiales de Vox suben extractos cortados del monólogo, que el partido de ultraderecha define como «chorradas». La han convertido en un ejemplo de lo que se podrá censurar con el veto que aplica la Región de Murcia: «Nunca más los progres camparán a sus anchas por las aulas. Nunca más podrán adoctrinar a nuestros hijos en chorradas como esta». Palenciano asegura que la han denunciado dos veces por «maltrato a menores», ambas archivadas, y que no hay día que no tenga un mensaje «amenazante» de Vox o de «sus simpatizantes». Ha contratado a una abogada.

Pregunta. ¿De qué habla en su monólogo?

Respuesta. El monólogo No solo duelen los golpes parte de la necesidad de contar mi historia con la violencia machista, un pretexto para analizar el sistema de desigualdad no solo entre hombres y mujeres sino en el mundo, enfocado para prevenir la violencia en general y sobre todo entre los jóvenes. Llevo 16 años con el proyecto. Empezó como una exposición de fotos, un taller y ahora la representación. Cuento la relación con Antonio, con el que empecé a los 12 años.

P. ¿Desde cuándo la cita Vox en las redes?

R. Llevo un año entero en el que todos los días recibo en redes mensajes de simpatizantes de Vox en forma de amenazas y palabras soeces. Estoy en todas sus redes. En las aulas me cruzo todos los días con criaturas de Vox que ven el monólogo y lo retan. Los chicos se revuelven más que las chicas. Se ponen a moverse, a hablar entre ellos, a poner caras raras. Me llaman feminazi, podemita, adoctrinadora. Me dicen cosas como: “Mi tío me ha contado que vendría una tía a adoctrinarnos”. Cuando pido preguntas, replican que el monólogo está cargado de ideología, que sea más neutral. Todo tiene ideología. Yo soy feminista y me enfoco en los derechos humanos. En Teruel un chaval me dijo que mi actuación era una ideología de lo que pasaba en Venezuela.

Pamela Palenciano, durante una actuación el pasado lunes en el instituto Los Rosales de Móstoles.
Pamela Palenciano, durante una actuación el pasado lunes en el instituto Los Rosales de Móstoles. VÍCTOR SAINZ

P. ¿Estas reacciones en los institutos son nuevas?

R. Es supernuevo. Siempre está el chico que se incomoda con el machismo, que siente que estoy hablando de lo que es. Ahora eso tiene discurso. Empezó fuerte desde hace un año y medio, desde que Vox entró en el Parlamento de Andalucía. Lo noté de un día para otro cuando llegaron a las instituciones. Antes era más contenido, ahora más normalizado. Algunos me enseñan pulseras de Vox y de España y me sacan el dedo [le hacen la peineta].

P. ¿Cómo acoge el resto del alumnado su monólogo?

R. Es una maravilla. A las chavalas se les cae la venda. Algunas reaccionan en plan: “Lo que está contando me está pasando a mí, lo he pasado y ahora le puedo poner nombre”. Los chicos se sienten incómodos al principio, pero luego ven que la crítica es a la masculinidad hegemónica, no a los hombres. Y van aflojando. Su respuesta mayoritaria es: “Yo no quiero ser el del monólogo”. Pero aunque haya 5 o 10 de Vox, aunque sean poquitos, revientan el espacio. Hacen tanto ruido que tengo que parar la obra para decirles que se callen. A partir de estos últimos episodios, les diré que si no quieren estar que se salgan. No quiero que asistan obligados si no quieren. Lo mío no es una doctrina. También sufro boicot de algunos profesores que van a quejarse al director después del monólogo. Algunos se sientan con los malotes y no les regañan, no les dicen nada si sueltan malas palabras. También hay profesores de Vox dando clases.

P. ¿Influyen los comentarios que hacen desde este partido en las redes sobre usted en su trabajo?

R. Influyen todo el día. Tengo picos de ansiedad por tener que ir a trabajar con miedo a ver qué puede pasar, a si va a haber un escrache, a si no voy a poder actuar porque se quejan los padres. En Rivas Vaciamadrid hubo una queja a la dirección y vino la inspectora educativa a revisar quién era yo. Al final hice el monólogo, pero la inspectora estuvo allí porque había una queja de padres y madres. Cuando vio que era una actividad educativa y artística para prevenir la violencia, dijo que no podía cancelar la actividad.

Tuit de Vox sobre la obra de Pamela Palenciano.
Tuit de Vox sobre la obra de Pamela Palenciano.

P. ¿Dice que va a los institutos con miedo?

R. Sí, y no es justo educar con miedo. Mi historia ya es bastante terrorífica, recordarla una y otra vez. Lo sigo haciendo porque me lo he tomado como una misión de vida. Pero no quiero hacerlo con miedo. No estoy haciendo nada malo, hablo de lo que me pasó y hago un análisis de la desigualdad. Lo que me ocurrió no es aislado. Vivimos en un país libre y con democracia. Me vine de El Salvador huyendo de situaciones de riesgo de violencia, buscando la libertad, y mira cómo me encuentro ahora. Una amiga mía decía estos días en redes: «Si a Pamela Palenciano le pasa algo responsabilizamos a Vox». Mi abogada me tranquiliza.

P. ¿Tiene abogada por este asunto?

R. Nos conocimos el año pasado. Se llama Laia Serra y es experta en acoso y violencia hacia las activistas feministas. Buscaba a alguien que me apoye por ser activista de los derechos humanos y feminista. Me siento muy segura con ella. Tengo otras asesoras que me ayudan. Y voy a buscar una abogada de actores, para ver cómo defenderme de un partido político que me censura por actuar como actriz, para tener una estrategia y que no me pillen desprevenida.

P. ¿Se ha planteado dejar de hacer el monólogo?

R. Alguna vez me lo he planteado, sí. Veo que es necesario por la gente joven que me escribe todos los días para seguir, y por gente de alrededor que me apoya mucho. Tengo bajones por el cansancio de tener que enfrentarme a estas cosas. El monólogo ya es duro porque es autobiográfico. Querría no tener que lidiar con todo esto, que me supera. Quiero ir a trabajar sin miedo y hacer mi trabajo lo mejor posible, como todo el mundo. Seguiré por mí y por el resto de compañeras que también están en el punto de mira del pin parental.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/sociedad/2020/01/21/actualidad/1579606369_062777.html

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