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¿En qué aspecto es mejor un cepillo de dientes que el sistema educativo?

España / 8 de abril de 2018 / Autor: Ángel Fidalgo / Fuente: Innovación Educativa

Un cepillo de dientes es capaz de avisar si no se usa de forma correcta, una simple pulsera es capaz de recomendarte la distancia que tienes que caminar para tener una vida saludable, un coche es capaz de frenar (sin el consentimiento del conductor) ante una situación de inminente atropello, incluso   un abrigo es capaz de regular la temperatura para que te sientas confortable en cualquier condición atmosférica desfavorable.

En todos los sectores la tecnología recoge evidencias, las analiza en base a unos criterios definidos por expertos y realiza un diagnóstico. El diagnóstico puede ser una recomendación e incluso una acción.

En algunos casos quizás es superfluo  el que se analicen evidencias y se hagan diagnósticos. Pero en otros casos, sobre todo en situaciones importantes para el ser humano como es la salud, la seguridad o la alimentación es imprescindible.

Decía que todos los sectores han incorporado estos procesos, bueno, no todos. Hay uno que es muy importante para el ser humano, pero aún no lo ha incorporado. Es el sector de la educación.

No se trata de incorporar tecnologías super novedosas, se trata de tener en cuenta las evidencias que se generan por la interacción de las personas con las tecnologías (ya sean novedosas, consolidadas o antiguas). Hay situaciones, muy habituales en la enseñanza universitaria, que las únicas evidencias que se recogen del alumnado son los exámenes. No hay sistemas que recojan evidencias en el día a día  y ayuden al profesorado a tomar decisiones, e incluso al propio alumnado.

Es cierto que hay un área que se denomina Learning Analytics que trata de hacer estos procesos, pero actualmente es un campo de investigación, donde se estudia más las técnicas de análisis que la incorporación a lo que ya existe.

Lo curioso de todo es qué tecnologías tenemos y utilizamos de forma habitual, por ejemplo los sistemas e-learning (como Moodle) e incluso los móviles. Sin embargo casi nunca el plan formativo se realiza para recoger evidencias, analizar y diagnosticar.

El cepillo de dientes es capaz de guiarte para conseguir unos objetivos, recoger evidencias para ver si estás cumpliendo esos objetivos, analizar los resultados y recomendarte acciones correctoras.  Incluso te puede enviar un correo electrónico  si hace tiempo que no lo usas. Todo esto es posible porque los diseñadores se dieron cuenta que incorporando Bluetooth, sensores de movimiento y una App además de limpiar, el cepillo puede formar.

El sistema educativo (del que el profesorado formamos parte) tiene que darse cuenta que la tecnología educativa, además de cumplir sus objetivos (por ejemplo que el alumnado pueda acceder a los recursos de una asignatura) debe generar evidencias, por ejemplo, de qué, cómo, cuándo y para qué utiliza el alumnado dichos recursos.

No dejemos escapar este nuevo tren.

Fuente del Artículo:

¿En qué aspecto es mejor un cepillo de dientes que el sistema educativo?

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España: Si hablamos de educación, hablamos de educación inclusiva

España / 8 de abril de 2018 / Autor: Grupo de Educación Inclusiva Podemos Comunidad de Madrid / Fuente: El Diario de la Educación

Es preocupante la respuesta educativa que se está dando a las necesidades del alumnado y las leyes que amparan esta forma de proceder desde el inicio de su escolarización, pasando la travesía del curriculum para terminar saliendo del sistema, en algunos casos (demasiados) sin ninguna titulación a pesar del esfuerzo y tiempo empleado, que les permita abrirse un camino hacia la vida laboral, personal y social.

Esta inquietud compartida entre un grupo de profesionales de la educación nos animó, dentro del Área de Educación del grupo parlamentario de Podemos en la Comunidad de Madrid, a analizar detenidamente la situación actual. Fruto de esta reflexión surgió la necesidad de elaborar una propuesta de ley, que cambiase el enfoque del actual sistema educativo, dirigiendo la mirada hacia las modificaciones que puede y debe tomar el centro educativo para asumir a un alumnado que se sienta presente, que se muestre activo y que pueda ser protagonista de su éxito personal y social. Nos estamos refiriendo a un sistema que organice, planifique e incluya la diversidad como componente esencial del grupo humano.

Una visión que también tienen otros profesionales, familias y comunidad educativa en general. Muestra de ello es la reciente Iniciativa Legislativa de los Ayuntamientos de Medidas Prioritarias para la Promoción de la Escolarización Inclusiva que se va a debatir en la Asamblea de Madrid.

Con esta motivación, presentamos una propuesta de Ley para la Equidad y la Educación Inclusiva con el ánimo de corregir los desperfectos, las goteras y la sangría provocada por políticas de abandono y recorte en la enseñanza en general y en la pública en particular, por enfoques educativos ligados a la rentabilidad económica de unos pocos, dejando en la cuneta al alumnado que no puede viajar en el mismo vagón bajo el discurso de una escolarización para todos pero vacía de las medidas adecuadas para cumplir con este predicamento.

Esta propuesta de Ley pretende ser un marco normativo que comprometa a la Comunidad de Madrid a aplicar políticas que favorezcan una verdadera educación para todos y todas, que respete las diferencias individuales, permita el aprendizaje desde el reconocimiento propio y ajeno de esa diversidad y desde la necesidad de un proceso colaborativo en un curriculum transformador.

El origen de la idea de inclusión se sitúa en el Foro internacional de la UNESCO (Tailandia, 1990), donde se promovió el compromiso de una Educación para todas las personas dentro del sistema de educación formal.
La Declaración de Salamanca (1994) marcó sin duda el punto de inflexión para la Educación Especial. En ella se enfatiza la urgencia de impartir la enseñanza a todos los niños y niñas, jóvenes y adultos, dentro de un mismo sistema común de educación. La generalizó la inclusión como principio central que ha de guiar la política y la práctica de la construcción de una educación para todas las personas.

El término de “educación inclusiva” o “inclusión educativa” se puede entender desde dimensiones diferentes. En general, a escala internacional, el término es visto como una manera de acoger y apoyar la diversidad entre todo el alumnado.

La diversidad es un término que reconoce un hecho consustancial al género humano; somos distintos en multitud de dimensiones que interseccionan entre sí y crean nuestras identidades: cultura familiar, género, capacidad, procedencia, lengua, orientación afectivo sexual, medios económicos y residencia, siendo en este sentido donde se quiere poner la mirada en esta Ley.

La Educación Inclusiva pone el foco de atención en la institución que acoge y en cómo realiza esta función, más que en las dificultades del individuo lo que beneficia a toda la comunidad educativa no solo a la población más vulnerable.

Los centros educativos son el motor del cambio, el espacio donde se producen las verdaderas transformaciones y es precisamente en este escenario donde hay que buscar medios para incluir a todo el alumnado sin exclusión alguna, por lo que necesitan nutrirse igualmente del tejido social y municipal.

El avance hacia planteamientos inclusivos exige la colaboración e implicación activa de toda la comunidad educativa y de la sociedad en general.

En el informe de la UNESCO se señala que “el objetivo de la inclusión es brindar respuestas apropiadas al amplio espectro de necesidades de aprendizaje tanto en entornos formales como no formales de la educación. La educación inclusiva, más que un tema marginal que trata sobre cómo integrar a ciertos estudiantes a la enseñanza convencional, representa una perspectiva que debe servir para analizar cómo transformar los sistemas educativos y otros entornos de aprendizaje, con el fin de responder a la diversidad de los estudiantes…” (UNESCO, 2008: Conferencia Internacional de Educación).

En la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el artículo 24 punto 2b señala: “… las personas con discapacidad puedan acceder a una educación primaria y secundaria inclusiva, de calidad y gratuita, en igualdad de condiciones y oportunidades con las demás, en la comunidad en la que vivan”, ratificado por el Estado español en el BOE 21 de abril 2008.

Con la Ley que presentamos se pretende el máximo desarrollo en cada alumna y alumno, valorando las diferencias individuales y la diversidad como enriquecedora. En definitiva se trata de posibilitar que todo el alumnado alcance el éxito escolar y, por tanto, se aumenten los niveles de equidad, calidad y excelencia del sistema educativo.

La inclusión es un indicador de calidad y equidad porque supone garantizar el derecho a la educación de todo el alumnado y a una enseñanza personalizada. Es una necesidad imprescindible a la que hay que responder en una sociedad democrática. Necesitamos diversificar las oportunidades, experiencias y recursos de aprendizaje para poder ajustar la acción educativa a las características, necesidades e intereses de los alumnos y alumnas; favoreciendo que cada cual pueda construir su trayectoria de aprendizaje, dándole un sentido personal a lo que aprenden y decidiendo sobre el propio proceso de aprendizaje.

Sólo un sistema educativo que contemple la diversidad y apueste por una flexibilidad en el proceso de enseñanza aprendizaje del currículum ordinario puede ser garante de la igualdad de oportunidades y de la calidad.

“En un mundo lleno de diferencias, la normalidad no existe”. (Vlachou, 1999)

Grupo de Educación Inclusiva de Podemos Comunidad de Madrid

Fuente de la Noticia:

http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/03/14/si-hablamos-de-educacion-hablamos-de-educacion-inclusiva/

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La neurociencia como llave del aprendizaje

España / 8 de abril de 2018 / Autor: Milagros Rubio Pulido / Fuente: emtic

El prefijo «neuro» ha contaminado amplias y diferentes disciplinas, tanto relacionadas con el mundo científico como con el de las humanidades: neurogenética, neuroanatomía, neurotecnología, neuroeconomía, neurolingüística, neuropsicología, neuropolítica y un largo etcétera. La neurociencia, en general, facilita que entendamos mejor lo que hacemos y por qué; te muestra prácticas más o menos eficaces para tu bienestar, te habla de ti y de los demás.

A nosotros nos interesa especialmente la disciplina de la neuroeducación, una rama del conocimiento que trata de comprender cómo funciona nuestro cerebro a la hora de aprender. Debemos entender la neuroeducación aplicada a cualquier relación entre enseñanza y aprendizaje, ya sea en la educación formal o informal, en casa o en la escuela, en la enseñanza intencional o accidental, en el currículo explícito u oculto, en menores o adultos, en personas con o sin dificultades de aprendizaje… ¿Podemos mejorar los procesos educativos gracias a lo que nos aporta la neurociencia? Descúbrelo en este artículo.

Un cerebro cambiante

Nuestro cerebro es el principal responsable de nuestro aprendizaje. Gracias a las técnicas no invasivas de neuroimagen se puede mostrar qué actividad cerebral existe cuando estamos aprendiendo; esto es, qué áreas y estructuras del cerebro están más activas, con qué intensidad y la interrelación entre ellas.

Sabemos que las células nerviosas, también llamadas neuronas, se comunican entre sí mediante la sinapsis y que nuestro cerebro puede crear nuevas neuronas durante su existencia (neurogénesis). Esta es la base de la afirmación siguiente: tenemos un cerebro tremendamente plástico, siempre en continua evolución, capaz de aprender a lo largo de TODA LA VIDA, gracias a nuevas células nerviosas y conexiones sinápticas que modifican su estructura y funcionamiento. Esa modificación es la forma en que reacciona nuestro cerebro ante los estímulos del entorno, y en el ámbito escolar, ante las experiencias de aprendizaje que proporcionamos a nuestros alumnos y alumnas.

cerebro conectado

¿Genética o ambiente? Esta dualidad, omnipresente en las ciencias, supone admitir que nuestra forma de ser y de actuar está condicionada por la herencia genética y por el ambiente que nos rodea, y con el que interaccionamos. También nuestro cerebro tiene esta influencia genético-ambiental, por supuesto. La pregunta que debemos plantearnos los docentes es: ¿qué podemos hacer para ofrecer experiencias de aprendizaje que permitan que todos los alumnos aprendan en la escuela, independientemente de su herencia genética? Es evidente que la genética no la podemos manipular, pero sí el ambiente escolar que ofrezcamos.

Una inteligencia holística

¿Cuán inteligente eres? Qué gran error cometemos si asociamos la inteligencia al cociente intelectual que miden pruebas estandarizadas basadas principalmente en los aprendizajes instrumentales relacionados con lo verbal (lengua) y lo numérico (matemáticas). Pruebas que se aplican muchas veces en situaciones descontextualizadas, pruebas sesgadas, reduccionistas y administradas a niños que emocionalmente no están en su mejor momento. Esa práctica es un atentado contra el potencial humano.

La inteligencia es mucho más que eso. Implica el funcionamiento integrado de todo nuestro cerebro, participando de forma interrelacionada los hemisferios derecho e izquierdo. Tiene que ver con nuestra capacidad de adaptación y acomodación al medio:adaptación para saber procesar los cambios (de todo tipo) que nos llegan y acomodación para integrar esos cambios en los patrones mentales ya existentes.

¡Ponte a prueba! ¿Cuán inteligente serías tú, lector o lectora, si mañana viajaras solo a un país extranjero, desconocido por ti en cuanto a idioma, cultura, costumbres, horarios… y tuvieras que dar una conferencia, ante una gran audiencia, sobre las ventajas que tiene la variedad Caprinus Comatus para la dieta de los asistentes? 

Está claro que este es un ejemplo extremo. Mi intención ha sido provocarte una disonancia entre lo que serías capaz de hacer aquí y lo que serías capaz de hacer allí. Es para que entendamos que nuestra inteligencia depende, también, del contexto, de los recursos a nuestro alcance, de los apoyos necesarios, de las experiencias previas, de los intereses y preferencias que tenemos, y de la EDUCACIÓNque recibimos, en mayúsculas.

desorientada

Gardner propuso la teoría de las Inteligencias Múltiples, muy socorrida para contextos educativos que quieren innovar. Esta teoría choca, en cierto modo, con la inteligencia holística de la que hablamos, pero también la respalda. Lo que Gardner quiere poner de manifiesto es que existen diferentes formas de mostrar que somos virtuosos, ya sea a través del lenguaje, de las matemáticas, de la música, del dibujo, de la expresión corporal, de la orientación espacial, de las habilidades sociales… o combinando varias virtudes; y que cada persona muestra de forma preferente unas habilidades con respecto a otras. Si Gardner hubiera hablado de “habilidades preferentes” y no de “inteligencias múltiples”, su teoría no hubiera tenido el mismo impacto.

Con un enfoque similar, son numerosos los artículos que hablan del predominio del hemisferio derecho o del izquierdo en nuestro cerebro: en las personas en que predomina el hemisferio derecho se antepone la fantasía, la creatividad, la emoción; y en las que predomina el hemisferio izquierdo prevalece la lógica, el orden, la razón. Si consideramos el constructo del cociente intelectual tradicional, esto puede llevarnos a deducir que el hemisferio izquierdo es el listo y el derecho el tontoNo lectores, no puede ni debe ser así.

Cierto es que se activan, en menor o mayor medida, regiones cerebrales concretas cuando realizamos unas tareas u otras, pero necesitamos el funcionamiento del cerebro al completo, la integración de diferentes redes neuronales, es decir los dos hemisferios trabajando conjuntamente. Por ejemplo: en una tarea lingüística, no solo se activa el hemisferio izquierdo, también determinadas zonas del derecho. Incluso cuando una región cerebral está dañada, otras pueden asumir su función.

Jesús C. Guillén nos aclara en su blog «Escuela con cerebro» por qué NO debemos considerar a la teoría de las Inteligencias Múltiples como una teoría científica, sino más bien como una forma de aceptar la diversidad del aula, de entender la gran potencialidad que tiene el cerebro para manifestarse con múltiples y variadas formas de expresión. Dicha potencialidad debemos aprovecharla para brindar ambientes ricos y multimodales de aprendizaje en la escuela y fuera de ella.

Esto sí, esto no: principios y neuromitos

La repercusión que desde hace unos años están teniendo las investigaciones en neurociencia ha facilitado que proliferen preceptos, pautas o principios que no siempre están sujetos a evidencias científicas ni contrastadas, sino que en ocasiones forman parte de la literatura popular y/o de metodologías de enseñanza no evaluadas desde un punto de vista neuroeducativo. Un neuromito es una falsa creencia o mala interpretación de la neurociencia.

A continuación, se muestran los principios y neuromitos que nos indican los profesionales dedicados a la neurociencia en general, y a la neuroeducación en particular, teniendo en cuenta aquellos donde mayor acuerdo existe.

Cada llave, un nuevo color

Siguiendo los principios del apartado anterior, podemos conocer las llaves que abren al cambio, al aprendizaje, a la transformación inteligente de nuestro cerebro. Entendemos que estas llaves, en educación, posibilitan nuevas y cuantiosas conexiones sinápticas, aumentan las áreas cerebrales interconectadas; en definitiva: dan más color a nuestra paleta plástica (el cerebro). ¿Cuáles son esas llaves?

1. Aceptar la neurodiversidad y darle respuesta: no existen cerebros normales y anormales. Cada cerebro es singular, es como nuestra huella digital. Todos y cada uno de los alumnos deben tener un sitio en el aula, no solo desde su presencia física, sino desde la participación y la acción. El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) es la mejor respuesta a esa escuela inclusiva, un diseño que proporciona múltiples formas de representación, acción, expresión e implicación.

2. Cultivar las emocionesSin emoción no hay aprendizaje dice Francisco Mora (doctor en Medicina y Neurociencia). No debemos entender esta afirmación de un modo reduccionista, porque emocionados estamos siempre, ya sea de una forma positiva o negativa. Se trata de entender que debemos ofrecer un clima emocional positivo en el aula, para que haya predisposición del alumnado hacia el aprendizaje. Esto supone: creer en las personas, partir de sus fortalezas, favorecer su autoestima y autoconocimiento, entrenar la empatía, enseñar al alumnado a canalizar sus sentimientos, etc. ¡Practicar la educación emocional!

cerebrocorazon fundidos

3. Interacción social en el aula: ofrecer oportunidades paras aprender de y con otros, especialmente entre iguales. Gracias a las neuronas espejo, tenemos la capacidad de aprender por imitación, por observación de los demás. Estas neuronas permiten reflejar la acción que realiza otra persona en nuestro cerebro, contribuyendo también a la capacidad empática. El aprendizaje cooperativo genera sinergia (1+1=3). Cuando aprendemos en colaboración liberamos más dopamina, un neurotransmisor que reduce la ansiedad y favorece la memoria a largo plazo.

4. Entrenar la creatividad: solemos limitar esta habilidad en la enseñanza. Suele ser un elemento secundario, a pesar de que todos tenemos la capacidad de desarrollarla. La creatividad favorece la flexibilidad de pensamiento, la generación de nuevas ideas y podemos trabajarla con estrategias de pensamiento divergente en cualquier materia. No olvidemos que gracias a las mentes creativas tenemos los grandes inventos.

5. El poder de las artes: las actividades artísticas (música, poesía, teatro, artes visuales…) fomentan la creatividad y la imaginación, actúan como una recompensa natural para nuestro cerebro, contribuyendo a nuestro desarrollo personal y social.

6. Más ejercicio físico: la actividad física no solo redunda en el bienestar de nuestro cuerpo, sino también de nuestra mente: reduce la ansiedad, libera tensiones, aporta autoconfianza, favorece la autodisciplina, mejora la concentración, etc. En resumen, influye en nuestra capacidad para aprender más y mejor.

7. Metodologías proactivas: emplear estrategias didácticas que potencien el papel activo del alumnado, su implicación como aprendiz. Hay que posibilitar que los alumnos tengan iniciativa para anticiparse a los problemas en contextos significativos y reales de enseñanza-aprendizaje. Eso implica trabajar mediante la interdisciplinariedad, integrando las diferentes áreas del conocimiento. Algunas de esas metodologías son:

  • Aprendizaje basado en proyectos, en preguntas o en problemas.
  • Aprendizaje basado en el pensamiento.
  • Aprendizje cooperativo.
  • Aprendizaje Servicio.
  • Clase invertida (Flipped Classroom)
  • Cultura eduMaker.
  • Gamificación.
  • Design Thinking.

Por supuesto que estas metodologías pueden combinarse entre sí; y por supuesto que NO debemos concebirlas como la losa que entierra a la clase magistral del docente. La exposición clásica es útil para introducir un nuevo tema, centrar el objeto de aprendizaje que es relevante, aclarar conceptos, resolver dudas… pero de ninguna manera debería utilizarse de forma exclusiva ni predominante.

8. Práctica repetida: la repetición consolida los aprendizajes, los lleva a nuestra memoria a largo plazo; e incluso es la base de los aprendizajes que debemos automatizar (por ejemplo: la lecto-escritura). La práctica sistemática fortalece las conexiones sinápticas, consolida nuestros patrones mentales; de ahí la necesidad de que los aprendizajes nuevos tengan que tener una asociación con los conocimientos previos del aprendiz y un significado relevante para él, en relación a sus experiencias, intereses, etc.

9. Evaluación para la acción (EvaluAcción): en muchos casos entendemos la evaluación como una calificación, una nota obtenida al final de un proceso didáctico. Debemos reflexionar sobre la utilidad de esta práctica, dado que aporta poco o nada para saber si un aprendizaje ha sido generalizado, es decir si realmente se pone de manifiesto en el contexto real donde debe utilizarse. Por eso, la evaluación debe ser formativa, reguladora de nuestras acciones didácticas y ante todo contrastada en diferentes momentos, con diferentes instrumentos y llevada a cabo por diferentes evaluadores. Entre esos evaluadores, los estudiantes, como sujetos reflexivos de lo que aprenden y de cómo lo hacen. Esto favorecerá en ellos la metacognición, la autorregulación, es decir el desarrollo de funciones ejecutivas.

10. Rol docente. ¿Cuál es el papel del profesor?

  • Alguien que se convierte en un modelo de referencia para sus alumnos (recordemos el poder de las neuronas espejo).
  • Alguien que suscita la motivación hacia el aprendizaje. Por ejemplo, mediante el efecto sorpresa y la novedad.
  • Alguien que adapta la situación didáctica a cada alumno, a sus aptitudes y actitudes, expectativas e intereses, conocimientos previos y potenciales.
  • Alguien que ofrece un contexto donde los estudiantes pueden equivocarse y aprender de sus errores.
  • Alguien que da feedback al esfuerzo de cada alumno y alumna según sus posibilidades, utilizando el efecto Pigmalión a favor y no en contra.
  • Alguien que actúa como coach, ayudando a otros a descubrirse a sí mismos, para que pasen del pensamiento a la acción.
  • Alguien que investiga sobre su propia práctica docente y que se actualiza constantemente para dar lo mejor.
  • Y mucho, mucho, muchísimo más: un docente ayuda, asesora, orienta, reconduce, facilita, anima, organiza, coordina, etc.

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La maldición del currículum

Utilizo esta expresión del profesor Joselu, en su artículo con el mismo nombre “La maldición del currículum”, porque muchos lectores docentes se sentirán limitados por los preceptos legales que impone la Administración educativa, ya sea estatal o autonómica.

El currículo recoge lo que se debe enseñar y evaluar (competencias, objetivos, contenidos, criterios de evaluación y estándares) pero también cómo debemos hacerlo. La mayor parte de nosotros nos quedamos en el “QUÉ” y no en el “CÓMO” cuando interpretamos la normativa educativa.

Si hacemos una lectura optimista del currículo actual, también encontramos algunas coincidencias con lo que prescribe la neuroeducación. Por ejemplo: el currículo contempla objetivos relacionados con la creatividad, el emprendimiento, la convivencia, el ejercicio de la ciudadanía activa, el respeto por las diferencias, la expresión artística, etc.; entre los elementos transversales se incluyen la actividad física y la educación en valores; prescribe una evaluación continua y formativa; aconseja un tratamiento globalizado de las áreas curriculares en algunas etapas educativas, etc.

Incluso tenemos una norma, a nivel estatal, que apuesta por las metodologías activas y contextualizadas. Es la Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la Educación Primaria, la Educación Secundaria Obligatoria y el Bachillerato. Entonces… ¿debemos o no utilizar las llaves del aprendizaje? ¿Podemos o no hacerlo? ¿Queremos o no? Supongo que se trata de confiar más en nuestra autonomía como docentes.

El Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte ya ha propuesto un Plan de Neurociencia aplicada a la Educación, plan que actualmente se encuentra en su primera fase de desarrollo: formar a los docentes, equipos de orientación y equipos directivos. En abril de 2017 se celebró el I Congreso Nacional, cuyos materiales pueden consultarse en este enlace: documentación del I Congreso Nacional de Neurociencia aplicada a la Educación.

Quizás el candado más robusto para practicar la neuroeducación lo encontramos en la distribución de materias y horarios escolares, en el exceso de funciones burocráticas en los centros, en las exigencias de la Inspección, en la falta de coordinación y colaboración entre docentes en particular, y entre agentes de la comunidad educativa en general.

Retroceder para avanzar

Estamos asistiendo a una crisis del sistema educativo actual, crisis que podemos apreciar en señales como: estrés docente, aumento de fracaso y abandono escolar, movimientos de protesta de colectivos sociales, cambios continuos en leyes educativas por falta de consenso político, nuevas demandas del mundo sociolaboral que no se cubren desde la educación formal, etc.

Es el momento de la reflexión, de hacer una mirada retrospectiva para analizar qué ha cambiado entre la sociedad del siglo XX y la sociedad actual. Entre esos cambios que contrastemos, deberíamos reflexionar especialmente sobre los cambios referidos al sistema educativo: ¿Ha evolucionado la escuela? ¿De qué forma?¿Necesitamos una escuela diferente? ¿Reinventamos la escuela?

No podemos elegir nuestro pasado, pero sí nuestro futuro.
No podemos elegir de dónde venimos, pero sí hacia dónde queremos ir.

cerradura

Referencias

Fuente del Artículo:

https://emtic.educarex.es/230-emtic/orientacion/3048-la-neurociencia-como-llave-del-aprendizaje

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Una pedagogía de los gestos

Por: Álvaro Silva Muñoz

A propósito de la foto del docente de Lascano que cuida al hijo de una de sus estudiantes.

Hace unos días circuló en las redes sociales un video en el que aparecía un docente con un bebé en sus brazos, hijo de una de las estudiantes del curso del que es responsable. Según sus propias palabras, la joven le pidió que lo sostuviera, de modo de poder transcribir algunos de sus apuntes. La imagen se hizo viral y varios medios de comunicación se trasladaron hasta la escuela técnica de Lascano, departamento de Rocha; partiendo de ese hecho, profundizaron en una historia que implica a compañeros de clase, autoridades del centro educativo, docentes y otros educadores.

Siguiendo a Hannah Arendt, una de las figuras centrales de la filosofía política del siglo XX, este hecho denota un gesto. En él se condensa un movimiento por el que los adultos les damos la bienvenida a este mundo a los nuevos, a los recién nacidos, diría ella misma. Arendt, como otros tantos, sufrió en carne propia la persecución por su condición de judía en la Europa de la Segunda Guerra Mundial y experimentó en qué se convierte este mundo cuando no lo hacemos hospitalario. En efecto, natalidad y hospitalidad son dos de sus nociones centrales que tienen efectos permanentes, ya que siempre se está naciendo. La cuestión de acoger, de ser hospitalario, guarda relación con la transmisión cultural; es decir, ofrecer claves de interpretación para estar en el mundo y actuar en él, y con ello acontece un segundo nacimiento. De eso se trata la educación: en cada acto educativo se nace de nuevo, porque es posible comprender el mundo con otras miradas, conocimientos, saberes, acciones. Así, Arendt se refería a la educación como un gesto.

Un gesto que tiene la fuerza de cuestionar al menos dos sentidos comunes instalados y que no constituye una mera anécdota, como a veces se intenta presentar las “historias de vida”:

1) Los jóvenes no son “ni-ni” por una suerte de esencia que está en su naturaleza, sino que en general son las condiciones de inhospitalidad del mundo y sus instituciones –entre ellas, las educativas– las que no favorecen su continuidad en los estudios. Cuando nuevas condiciones se privilegian, los jóvenes pueden disfrutar de aprender y conocer: unas autoridades que habilitan que venga con su hijo cuando, en general, se entiende que la enseñanza media no es el espacio para estar con hijos pequeños; un adscripto que escucha un planteo y busca posibles soluciones; un docente que integra al bebé en el movimiento del aula.

2) El derecho a la educación es para todos los sujetos, a lo largo de toda la vida y de calidad, proclama la Ley de Educación 18.437, de diciembre de 2008. Sabido es que la enseñanza media es heredera de un mandato fundacional que le confiaba la selección de los sujetos que transitarían hacia la Universidad, y el conjunto de sus prácticas se basó en estos sentidos, mientras que ahora debe ofrecer espacios para que todos puedan acceder y culminar. En el seno de este debate entre cantidades y calidades, este gesto tiene la fuerza de construir instituciones hospitalarias –y, por tanto, justas, en el planteo de Arendt – y denunciar que calidad e inclusión en ocasiones se colocan en una falsa oposición, y que es posible que puedan potenciarse.

Pero me interesaría volver a Hannah Arendt, ya que hay otro elemento en juego: el docente se hace responsable de la situación. Con ello no sólo me refiero a la situación de aula, sino a la inscripción de dicha situación en un conjunto de estructuras sociales, políticas, económicas, culturales y simbólicas. Sin llegar a resolver los grandes dilemas de la humanidad, el docente se hace responsable de una situación de la que, en apariencia, no es “directamente” responsable.

Uno podría decir: “No es mi culpa”, “No fui formado para esto”, “A mí me interesa dar clase”, y varios etcéteras más. Este es uno de los ejes centrales en el análisis de Arendt cuando se refiere a la crisis de la educación, ya en su “Entre el pasado y el futuro” (1961): la crisis se apoya en eludir responsabilidades, especialmente los adultos, que hacen que los nuevos no cuenten con referencias para comprender e interpretar este mundo. La responsabilidad, en este sentido, se une al cuidado de los nuevos. La formación docente tal vez deba recorrer nuevos senderos por los que la identidad docente no se construya sólo alrededor de determinada disciplina, como tal vez lo requirió el mandato fundacional de la enseñanza media, sino que aborde otro conjunto de elementos que hacen al docente de estos tiempos, porque la diversidad de situaciones se expresa en mayor medida al haber más personas que transitan por la enseñanza media. Y, estimo, gestos como este no desvalorizan la tarea docente sino que, todo lo contrario, la dignifican.

Porque en la institución educativa se aprenden muchas cosas además de los conocimientos disciplinares: compañeros que se preocupan por pasarle apuntes a la compañera, un bebé que genera otro clima de convivencia entre los jóvenes en los corredores, un bebé que confía en distintos brazos, etcétera. Ya estamos al final del artículo y no mencionamos a la pedagogía. Bueno, en realidad, todo lo escrito refiere a una pedagogía: un gesto que enseña por su propia densidad.

Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/3/una-pedagogia-de-los-gestos/#subscribe-footer

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Manual para evitar ‘tecnologías machistas’

Eapaña/07 de Abril de 2018/Por. Pablo Romero/Público

La tecnología es un mundo mayoritariamente masculino, algo que genera sesgos preocupantes en campos como la inteligencia artificial, el ‘machine learning’ o el ‘big data’. Para acabar con ello se necesitan, obviamente, mujeres.

Inteligencias artificiales machistas y racistas, productos que no tienen en cuentarealidades para cualquier mujer, denuncias contra la ‘testosterona digital‘. El mundo se mueve ya sobre una capa digital creada, sobre todo, por hombres. En el sector tecnológico faltan ellas -sólo una de cada cinco personas que trabajan en las TIC en Europa son féminas- y supone un problema que reconoce hasta el propio Gobierno. Para evitar el sesgo machista que padece la esfera digital, todo un reflejo de nuestra sociedad, sólo hay un camino: atraer a más mujeres.

Partamos de una premisa: la tecnología en sí no es machista. El problema es de dónde aprende la tecnología. “Estamos hablando todo el rato de inteligencia artificial, de ‘machine learning’, de ‘deep learning’, de ‘big data’ y todos estos términos de moda, y el problema es la mayor parte del funcionamiento de toda esta tecnología se extrae de grandes colecciones de datos que generamos los usuarios”, comenta Lorena Fernández, ingeniera informática y directora de Identidad Digital de la Universidad de Deusto, en una conversación telefónica con Público.

“El problema es que estamos en una sociedad sesgada, todos y todas tenemos un montón de estereotipos en la cabeza, y la tecnología lo que hace es acrecentar esos sesgos ya que está procesando grandes cantidades de esa información que generamos”, añade Fernández.

Sin embargo, esta experta no cree que los algoritmos sean neutros, aunque  a menudo esa falta de neutralidad no es intencionada. Ella no cree que existan algoritmos intencionadamente machistas, sino que en muchas ocasiones no se ha tenido en cuenta ese posible sesgo en su elaboración, dado que el mundo tecnológico es, mayoritariamente, un mundo de hombres. “No sólo hay sesgos machistas, sino racistas, religiosos… la interseccionalidad, es decir, cómo te apartan en base a algunos conceptos como el género o la raza, en la tecnología es brutal”, afirma esta experta.

Más mujeres, por favor

Faltan mujeres en tecnología, y en general falta diversidad en los equipos humanos que trabajan en este sector. Para Fernández, la principal consecuencia de ello es que cuando surge un problema no se piensan en soluciones desde todas las perspectivas. “Por ejemplo, hace unos años hubo un proyecto europeo que consistía en un programa de reconocimiento de voz, pero la persona de la Comisión Europea que tenía que validarlo era una mujer y con su voz no funcionaba; había sido desarrollado por un equipo masculino que no había tenido en cuenta esa posibilidad, no se había probado”.

Los sesgos machistas en tecnología no son inmediatamente detectables

Además, los sesgos –machistas, racistas o de cualquier otro tipo- en tecnología son “sutiles”no son inmediatamente detectables. Es decir, la brecha salarial o los problemas para ascender socialmente son aspectos inmediatamente reconocibles (techos de cristal que, a menudo, se podrían llamar de cemento), pero el hecho de que un algoritmo tenga un sesgo machista no lo es tanto.

Por ejemplo, en un experimento de 2015 se mostró cómo un anuncio de un puesto de trabajo muy bien retribuido era mucho más visible para hombres que para mujeres en internet, algo que pone en cuestión la neutralidad de los anuncios segmentados en la red. Que la mayoría de las mujeres no pudieran ver ese anuncio por el simple hecho de ser mujeres ya estaba condicionando un posible ascenso social, un porvenir mejor.

¿Por qué hay tan pocas?

Hay una larga serie de factores por los que faltan mujeres profesionales en los campos científicos y tecnológicos. Por un lado, existe una enorme cantidad de estereotipos en el imaginario social. Existen algunos estudios significativos al respecto, como por ejemplo el programa “dibuja a una persona científica” de la Northwestern University (EEUU). En él se puede comprobar cómo durante las décadas de 1960 y 1970 el 99,4% de los niños dibujaron a un científico masculino;  esa proporción cayó a un promedio de 72% en los dibujos realizados entre 1985 y 2016.

El problema también tiene que ver con la educación formal e informal de las niñas. Por un lado, Fernández, -que es además mentora de InspiraSTEAM, un proyecto que busca el fomento de la vocación científico tecnológica entre las niñas- identifica un problema de confianza en ellas, en parte por “los mensajes que reciben de su entorno son del tipo ‘no seas mandona’ frente a las ‘dotes de liberazgo’ de un niño, o bien ‘qué guapa eres’ frente a ‘qué listo eres’, o ‘eres muy trabajadora’ frente a ‘eres brillante’”.

Imagen de Wiki Women Editors Project. | Chenspec (CC)

Imagen de Wiki Women Editors Project. | Chenspec (CC)

Por otro lado, existe un contexto social, como muestra un reciente estudio publicado en Science que analiza datos PISA y constata cómo en los países con mayor desigualdad social hay menos niñas que niños con alto nivel en matemáticas.

Además, las mujeres tienen que esquivar un importante factor familiar. “A veces es el entorno más cercano quien se preocupa por que quizá terminen en un campo hostil, por el mero hecho de ser la única en clase o en el puesto de trabajo”, comenta Fernández. Esta ingeniera informática confiesa que ella misma empezó trabajando, como administradora de sistemas, en una empresa en la que el armario de los servidores estaba en el baño masculino porque a nadie se le había ocurrido antes que esto fuera a ser un problema.

Una carrera de obstáculos

La lista de impedimentos que tienen que sortear las féminas para desarrollar su carrera científico tecnológica sigue y es casi interminable: desde los juguetes y su función como asignadores de roles –es interesante la labor de GoldieBlox, una compañía de juguetes y contenidos orientados a futuras ingenieras- hasta ya de adultas con asuntos como la conciliación laboral y familiar, los ya mencionados ‘techos de cristal’, los sesgos a la hora de reclutar candidatos o candidatas a un puesto laboral o de responsabilidad, o simplemente la falta de referentes para las niñas: “No puedes imaginar ser lo que no ves”, comenta Fernández.

Por esa razón, ella misma ha reunido un directorio de mujeres tecnólogas que han hecho historia, una interesante lista que sigue creciendo, y que sirve como referencia y como merecido homenaje.

“Aunque no tenga una ideología premeditada detrás, la tecnología tiene derivadas sociales y produce cambios; si la tecnología es construida desde perspectivas más diversas, creo que va a ser más rica”, apunta Fernández, y sostiene que “aunque no se trata sólo de una cuestión de género, es básico que no desperdiciemos la creatividad del 50% de la sociedad que se está quedando fuera del diseño y de cómo pensamos la tecnología”.

Un caso concreto: la ciberseguridad

¿Por qué no hay más mujeres trabajando en ciberseguridad, por ejemplo, cuando las féminas son las principales víctimas de fraudes y robos de identidad en la red? Esto se lo ha preguntado recientemente la socióloga e investigadora estadounidense Winifred Poster en un editorial en Nature.

Sólo el 11% de todas las personas dedicadas a la ciberseguridad son mujeres

En su texto, Poster pone de manifiesto el hecho de que en todo el mundo sólo el 11% de las personas dedicadas profesionalmente a la ciberseguridad son mujeres (PDF), y reivindica un mayor reconocimiento de la aportación histórica de las mujeres a la ciberseguridad, sin paternalismos y admitiendo que, en este campo, ellas suelen estar más preparadas que ellos en campos más diversos.

“Tenemos que pelar en todos los sectores para abordar estos problemas desde un mayor número de puntos de vista”, comenta Fernández, que añade: “La ciberseguridad, junto con la robótica y la inteligencia artificial, es una de esas ramas que van a ser claves a nivel mundial, se van a tener que realizar grandes inversiones en personas que desarrollen esa tecnología, y si de nuevo caemos en el error de hacer estos desarrollos desde una sola perspectiva habrá problemas que no se aborden”.

Fuente: http://www.publico.es/sociedad/cibersociedad-manual-evitar-tecnologias-machistas.html

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“El Lápiz, la nieve y la hierba”, un documental sobre la realidad de la escuela rural

España/07 de Abril de 2018/AraInfo

El largometraje dirigido por Arturo Méndiz llega de haber sido galardonado en la Muestra de Cine de Biosegura de Jaén y en el Labour Film de Londres.

Arroja una nueva mirada acerca de aquellas familias que se afanan por mantener su vida en el medio rural. Se grabó en 2015 en el centro rural agrupado (CRA) Cinca-Cinqueta y de los pueblos de Bielsa, Plan, Sant Chuan de Plan, Chistén, Saraviello y A Espunya, narrando las historias del profesorado, las familias y los pocos niños y niñas que mantienen viva esta forma de enseñanza. Esta proyección será la primera en Uesca después de su estreno hace unos meses para lo que también se ha contado con la colaboración de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación en sus 175 años de Magisterio en Uesca.

Méndiz recorre en 70 minutos el día a día y las peculiaridades de la escuela unitaria, en el que un aula, un o una maestra y un grupo de niñas y niños de distintas edades juegan y aprenden en un sistema completamente alejado de lo que se acostumbra a ver en las ciudades. Este director catalán, que cuenta con varios premios Goya por trabajos anteriores y formó parte del equipo que fue a los Oscar con el cortometraje “Timecode” se fija en un modelo de escuela que es mucho más que un centro de enseñanza, es el corazón de un pueblo que late gracias a esas niñayniños y sus familias que decidieron ser valientes y quedarse a pesar de las dificultades.

 

Fuente: http://arainfo.org/el-lapiz-la-nieve-y-la-hierba-un-documental-sobre-la-realidad-de-la-escuela-rural/

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«Rita» y «Merlí»: bullying, recortes y conflictos en la educación pública del Primer Mundo

España – Dinamarca/ Autor: Guillermo E. Pintos / Fuente: Infobae

Dos series de Netflix sobre carismáticos y transgresores docentes en Cataluña y Dinamarca, revelan que no todo lo que brilla es oro en la educación europea

Dos series sobre carismáticos y transgresores docentes en Cataluña y Dinamarca, revelan que no todo lo que brilla es oro en la educación pública del Primer Mundo. Como se suele creer en esta parte del mundo, vale decir. Televisión online global mediante, Merlí y Rita se convirtieron en pequeños sucesos
también en estas latitudes, porque plantean algunas complejidades comunes al sistema educativo occidental en la acelerada segunda década del siglo XXI.

Ciertos asuntos conflictivos de la escuela pública contemporánea, de aquí y de allá, emergen por peso propio dentro de historias protagonizadas por los profesores, sus alumnos y familias, y el
Estado, es decir la comunidad educativa. Recortes presupuestarios, acosos de toda clase, presiones de los padres, conflictos hogareños, consumo de drogas, sexo adolescente y cyberbullyng en redes sociales asoman a la superficie e incluso por encima de las vidas de Rita y Merlí. El tono general de comedia que tienen ambas series deja paso, en ocasiones, a numerosas situaciones dramáticas. Que están ahí pese a que se quiera mirar para otro lado.

En una perspectiva de resumen que elude, al menos aquí, brindar detalles argumentales de las varias temporadas de cada una de las series, la cosa es así. Rita da literatura en una escuela de Copenhague y luego vuelve a su ciudad natal; Merlí es profesor de filosofía en un bachillerato de Barcelona. Ambos son mejores docentes que padres, o al menos eso es lo que se va conociendo de sus historias personales y conflictos familiares. No siempre cuentan con la simpatía de sus colegas, la mayoría de las veces se enfrentan al poder establecido en cada escuela, actúan como «lobos solitarios» en la puesta en marcha de los planes académicos e inevitablemente terminan involucrados en las vidas de sus alumnos, con quienes
mantienen un dinámica permanente de amor-odio.

Rita, originalmente emitida por el canal público danés TV2, da un giro de 180 grados a lo que se ha visto sobre series «de escuela». Sus quehaceres diarios con los alumnos y cómo aborda su vida personal de mujer divorciada a los 42 años y con tres hijos, son apenas la punta de un iceberg. Interpretada por Mille Dinesen, muy conocida en su país por un papel muy parecido al de Reneé Zellweger en Bridget Jones, es una mujer desprejuiciada, que fuma en la puerta del colegio (y la sala de profesores con la ventana abierta: ¿desde cuándo no se veía fumar a un profesor en una serie?), que toma la iniciativa para relacionarse con el hombre que le gusta, y que se enfrenta a la autoridad —el director y la orientadora del colegio— si cree que se está cometiendo una injusticia con algún alumno. Y, además de eso, cuida (como puede) a su hijo más pequeño, el único que vive con ella.

Su autor Christian Torpe, pone el acento en la cuestión individual antes que en el contexto de la historia. «Rita es, primero, el retrato de una mujer no convencional. Después, cuando aborda temas como el sistema educativo, puede nacer un aspecto político. Pero no fue mi primer deseo. Rita no es una persona politizada. Ella siempre actúa de acuerdo a lo que parece correcto para ella». Su explosiva protagonista, Mille Dinesen, dice que «las escuelas danesas aprenden de Rita y en los episodios se destacan temas que son relevantes para padres, maestros y estudiantes. El enfoque de Rita se usa para resolver conflictos, por ejemplo».

Merlí, interpretado por Francesc Orella, es un atípico profesor de Filosofía. Amado y odiado acusado de machista y prepotente, casi no tiene amigos y lidia en casa con su hijo recién salido del closet, y una madre actriz de teatro de otro tiempo. Misántropo, un poco salvaje, lúcido y con la ironía a flor de labios, intenta transmitir el conocimiento frente a un alumnado poco interesado, a veces hostil, casi siempre «en otra», con ejemplos prácticos de cómo se aplica la filosofía a la vida cotidiana. Los chicos recurren a él para conversar de sus conflictos, sus dilemas amorosos, familiares, vitales. Cada capítulo está contextualizado por un filósofo –Nietzsche, Schopenhauer, Guy Debord– que de algún modo genera el marco teórico en el que rebotarán los asuntos de ese día.

La repercusión pública de la serie en Argentina se refleja entre otras cosas, en el reciente raid mediático de su protagonista Francesc Orella. Allí habló de todo, incluso de la situación del gremio docente. Y fue más bien explícito: «Adelante compañeros con la lucha de los docentes y de los alumnos también. Todos juntos es la misma lucha. Adelante, todos por la filosofía, por los derechos de los profesores y por salarios justos. Estoy absolutamente con vosotros en esta lucha», fue su mensaje en una entrevista concedida a una radio marplatense.

Declamaciones del tipo «Macri-oligarquía» que sembraron titulares al margen a partir de las palabras del actor, el autor Héctor Lozano fue más sutil con respecto a la relación ficción-realidad de la serie. «La semana pasada fui al teatro y precisamente una señora me felicitó y me dio las gracias. Era maestra y estaba entusiasmada. A Francesc Orella le comentaron, por ejemplo, que hay alumnos que ahora quieren tener conversaciones con los profesores en la cocina del colegio. Pero también sé que los hay que critican que no es realista. Pero esto es una serie y las series no son igual que la realidad: siempre son mejores. No puedes tomarte Merlí como si fuera un documental sobre la educación pública».

Más allá de las particularidades que rodean a los educadores (y sus mundos privados), la escenografía es más o menos la misma. Un instituto público donde resuenan los conflictos sociales tanto subjetivos como familiares: el presente se cuela por la puerta del aula y es integrado por el profesor/a. En eso no difieren, aún dentro de la idealizada construcción socialigualitaria de los países escandinavos o la agitada realidad política catalana. En ese punto surge la inevitable comparación con la realidad de la comunidad educativa regional y, variables idiosincráticas al margen, afloran las mismas cuestiones. Ese es el punto desde donde disfrutar (y pensar) ambas series.

Fuente de la Reseña:

https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/03/21/rita-y-merli-bullying-recortes-y-conflictos-en-la-educacion-publica-del-primer-mundo/

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