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“El capitalismo no deja de revolucionar constantemente sus propias bases sociales”

Sin ningún género de duda, la nostalgia y la melancolía se han convertido en dos de las emociones más características del momento en el que vivimos. Existen nostálgicos de prácticamente todos los pelajes ideológicos y, como si la posibilidad de vislumbrar un futuro estuviese necesariamente cancelada, parece que la necesidad de ‘volver a casa’ se ha vuelto hoy más intensa que en otros períodos históricos. En este contexto, la pregunta que inevitablemente surge es la de qué hacer con estos sentimientos. ¿Deberíamos permitir, acaso, que fundamenten la base de un programa político, o deberíamos, más bien, sospechar de nosotros mismos cuando nos encontramos ‘echando de menos’ una época perdida? Leyendo la obra de Proust desde una óptica marxista y psicoanalítica, la filósofa Clara Ramas San Miguel (Madrid, 1986) ha intentado responder a estas preguntas en su último libro, El tiempo perdido. Contra la Edad Dorada: una crítica del fantasma de la melancolía en política y filosofía (Arpa, 2024).

El tiempo perdido representa una continuación al proyecto intelectual que ya viene desarrollando Ramas San Miguel en sus aportaciones más teóricas sobre marxismo. La filósofa, que ha trabajado con intelectuales como Michael Heinrich desde la perspectiva de la Neue Marx-Lektüre, ha publicado acerca de la cuestión del fetiche en Marx (Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política de Marx, Siglo XXI de España, 2018). Ahora, se ha propuesto usar sus herramientas analíticas para abordar el sentimiento melancólico que empapa la política contemporánea. Recientemente tuve la oportunidad de charlar con Ramas San Miguel sobre su libro, y sobre cómo evitar el error de intentar suturar las heridas del presente con recetas del pasado. A lo largo de El tiempo perdido, la filósofa no se cansa de insistir en su mensaje: la nostalgia, en política, es profundamente reaccionaria.

Su libro está planteado, desde el inicio, como un diálogo con Proust y su famosa novela En busca del tiempo perdido. ¿Por qué le parece tan importante la obra de Proust para pensar nuestra relación con el pasado?

Lo primero que me llamaba la atención de la obra de Proust, en realidad, es el título. Habla de algo perdido y creo que el punto de partida para todos es esta sensación de pérdida. Pero me gustaba que Proust parecía pensar que eso que hemos perdido no es un objeto en concreto; no dice la Francia perdida, el imperio perdido, o la familia perdida. Aunque habla de todas esas cosas en el libro, dice que lo más importante de eso que hemos perdido es el tiempo. Y, de hecho, explica, si acaso hay algo que podamos recuperar es precisamente el tiempo. Así se titula el último volumen: el Tiempo recobrado, no la “gloria recobrada”, ni la “gloria francesa recobrada”. Me parecía interesante pensar qué es eso de recuperar algo que no es una cosa, sino que simplemente es el tiempo. Lo que se recupera entonces no es algo que se tuvo alguna vez, porque el tiempo perdido propiamente no lo puedes recuperar. Lo que Proust nos deja ver es que eso que se llama la infancia, o eso que se llama Francia, o eso que se llama la familia, es algo que tú vas reescribiendo y reelaborando todo el rato. En realidad, tú mismo ni siquiera existías cuando eso estaba allí, sino que esa idea de Francia o de familia la proyectas ahora con tus miedos actuales, con tus angustias actuales o con tus anhelos actuales. O sea, que toda idea de Francia es, en realidad, una construcción igual que toda idea de familia es también una construcción. Eso, políticamente, me parecía una primera intuición interesante, que contrasta con muchos de los discursos melancólicos que escuchamos hoy en día, que quieren restaurar la grandeza de la “patria perdida” o la “familia tradicional perdida” o los “valores perdidos”.

En la obra de Proust, está claro que quien va en busca del tiempo perdido es el narrador. Desde su punto de vista, ¿quiénes van hoy en día en busca del tiempo perdido?

Toca construir colectivamente relatos que den sentido al momento en el que estamos

Creo que todos deberíamos ser esos narradores proustianos que van a la busca del tiempo perdido. En mi opinión, todo libro interesante tiene que poner tareas a los lectores. Proust nos invita a ver que la tarea de dar sentido a nuestra vida no está terminada, y que tenemos que ser autores del relato que explique nuestro momento. Los relatos heredados sobre dónde estamos han entrado en una crisis profunda. Creo que toca construir colectivamente relatos que den sentido al momento en el que estamos, que se caracteriza por una sensación de pérdida. Lo que estoy diciendo en el libro es que esos relatos no pueden consistir en reivindicar la vuelta a modelos anteriores de sociedad o a modelos de bienestar pasados. La salida a esa sensación de incertidumbre no puede ser repetir un pasado que ya ocurrió.

Muchas de las identidades políticas de quienes reivindican el regreso a una Edad Dorada parecen ser contradictorias, y hasta tienen concepciones diferentes sobre cuál es esa edad dorada. ¿Cómo se explica esto?

Es muy difícil clasificar a estos nuevos sujetos políticos porque son muy híbridos. En el libro me refiero a ellos como “centauros”, porque, en cierto sentido, tienen piernas de un sitio y cabezas de otro. Digamos que el capitalismo no deja de revolucionar constantemente sus propias bases sociales y la respuesta a ese capitalismo, que es una respuesta defensiva como argumentaba Polanyi, consiste en puzles a veces muy diferentes. Pero creo que, aunque puedan tener una tonalidad más de derechas o de izquierdas en el sentido tradicional, en estos sujetos melancólicos hay siempre una idea común: la idea de la vuelta a la edad dorada, la idea de que eso que nos falta ahora, en realidad, lo poseímos alguna vez del todo. Y esta idea, además de ser falsa, es impotente políticamente. Los retos del capitalismo actual –de crisis climática, económica y social– no pueden solucionarse con recetas de bienestar tardofranquista de los años sesenta, de casa, matrimonio y termomix. Eso pudo servir para un momento dado, pero ahora hay retos y descontentos nuevos que no pueden ser suturados replicando modelos del pasado.

En su libro, considera importante tratar la cuestión de los incel. ¿Por qué cree que vale la pena estudiar a este tipo de personajes?

Creo que los incel son algo así como la última guardia pretoriana de la fortaleza más sagrada de la identidad melancólica, porque creo que de alguna forma la construcción tradicional binaria de género y la heteronormatividad que la acompaña son algo así como la última fortaleza que ningún melancólico está dispuesto a moldear. La relación de los melancólicos con el capitalismo, con el nacionalismo o con la clase es más variable discursivamente; hay melancólicos más o menos anticapitalistas, más o menos obreristas, más o menos nacionalistas, o más o menos patriotas, pero no hay ninguno que no quiera mantener alguna forma tradicional de binarismo de género. ¿En qué sentido digo que creo que el género es la última frontera de la identidad? Esto hace referencia a una crítica que hacen algunos conservadores cuando dicen: “Esta moda de lo trans está generando muchos malestares, por ejemplo en adolescentes, que antes se canalizaban con tribus urbanas o con decisiones estéticas; ahora se canalizan como problemas de identidad y eso está dañando a los niños”. Aquí es cuando yo pienso que más bien habría que plantearlo al revés. Muchas de esas decisiones estéticas y de tribus urbanas anteriormente también tenían ya en su base malestares de género o desencajes con la norma binaria; ahora simplemente eso se ha explicitado. ¿Acaso es que alguien va a pensar que la estética gótica o que la androginia que ha habido en prácticamente todos los ídolos pop, rock o disco, no tiene que ver con romper las fronteras de género? Lo único que ocurre ahora es que eso se ha hecho explícito. Lo que sí es interesante de lo incel es que ahí se mezcla también un sentimiento de malestar que es legítimo. El neoliberalismo ha destruido muchas formas de organización social más estable –formas de familia, de matrimonio, de comunidad– que ahora están en crisis. Eso, sumado a la precariedad económica, a muchas personas las deja en situaciones de vulnerabilidad o de aislamiento. Una parte del malestar incel tiene que ver con esto, y eso es el núcleo de verdad que hay que rescatar. El problema es que creo que la manera que usan para defenderse de ese daño es absolutamente destructiva, porque al final ellos no quieren cambiar las reglas que les hacen sufrir. En realidad, ellos querrían ser ganadores en ese sistema. O sea, lo que anhelan no es acabar con el patriarcado, con la idea rígida de identidad de género y de masculinidad tradicional, o con el capitalismo. En realidad, ellos adoran homoeróticamente a estos hombres ganadores y querrían ser ellos, pero no quieren destruir la fuente de ese daño. Y ahí es donde me parece que es una respuesta no solo melancólica de un modelo de género que ya no funciona, sino una que encima es profundamente misógina y reactiva.

Cuando dice que ya no funciona, ¿sugiere que funcionó en algún momento?

Sugiero que quizás antes había consensos o había sistemas de valores con los que ya no contamos. Si tú tienes un trasfondo, por ejemplo, religioso, es más fácil mantener un determinado orden que también es de género; pero esas jerarquías y esos sistemas de valores ya no funcionan. Y luego hay transformaciones materiales que impiden que funcionen. El rol de las mujeres en el sistema productivo es un hecho tozudo, material que ningún incel puede despreciar. Si tú lees sus cuentas en Twitter, lo que dicen es: “Busca una mujer que no tenga estudios y que no quiera trabajar para que se quede en casa”. O sea, literalmente, quieren revertir la modernidad, pero es que eso no va a ocurrir: no va a haber un movimiento de masas para que las mujeres renuncien a su modernidad como ciudadanas, aunque ellos lo intenten y sostengan argumentos muy demagógicos, diciendo que muchas mujeres han descubierto que el feminismo es un timo y que lo que las hace felices es estar en casa, siendo madres y horneando pasteles. Claro, lo que hay que decirles es: no es el feminismo, sino que es el capitalismo lo que es un timo para las mujeres, y les obliga a tener jornadas laborales como las de todo el mundo y además a seguir siendo la mujer sumisa que hace pasteles para el marido. O sea, que lo que es incompatible es todo el trabajo de cuidados y todo el trabajo productivo que hacen fuera de casa. Pero eso no es un problema del feminismo; es un problema del capitalismo, que sigue, de manera oculta, explotando a las mujeres tanto en su puesto de trabajo como en casa.

Basándose en la obra de autoras como Kristeva, da al lenguaje un papel importante en su libro. ¿Por qué cree que es tan necesario tratar la cuestión del lenguaje para abordar la nostalgia y la melancolía que caracterizan nuestro presente?

No es el feminismo, sino que es el capitalismo lo que es un timo para las mujeres

Somos animales muy particulares. La definición más típica de ser humano, la que planteó alguien como Aristóteles, por ejemplo, es la de animal que tiene logos, es decir, que habla. Sin embargo, es importante entender que venimos al mundo sin saber hablar y en un estado de absoluta vulnerabilidad. El proceso por el que se aprende hablar, en realidad, es un proceso en el que se toma distancia, un proceso en el que se aprende a poner algo entre tú y el mundo para poder reflejarlo, y, en ese proceso, alejarte de él. A diferencia del ser humano, los animales están inmersos en su medio ambiente; lo reciben, digamos, por los ojos, y lo metabolizan, pero no lo cosifican de vuelta. En el momento en que tú tienes lenguaje, puedes referirte al mundo desde la distancia y desde la cosificación. Pero como no hacemos eso desde siempre, queda siempre una tentación de volver a ese estado más inocente, más originario, en el que éramos cachorrillos protegidos por nuestros papás, jugando en el parque con otros cachorrillos. La tentación de asistir a tu propio nacimiento, cuando tú todavía no eras tú, es una tentación de retorno inevitable como seres de palabra. Lo que dice Kristeva es que ese retorno se puede hacer con el mismo medio que causó la herida, que es el propio lenguaje. El lenguaje, explica, sirve para contar cómo echamos de menos volver a casa, pero no sirve para erigir un sistema político en el que estemos en casa como en nuestro suelo natal. El intento de hacer un sistema político en el que te sientas tan en casa como en un seno materno de suelo y de sangre se llama nacionalsocialismo, básicamente. La herida de perder el origen la podemos contar y narrar literariamente, pero no podemos hacer un sistema político que nos devuelva a la sangre y a la tierra de nuestros ancestros.

Desde el Génesis hasta nuestros días, pasando por la obra de Kant, Hegel o Marx, explica que la idea de que estamos viviendo una “caída”, y por tanto la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, ha sido una constante en la tradición occidental. ¿Hay algo particularmente diferente que separe las pulsiones melancólicas de la modernidad capitalista neoliberal de aquellas que siempre han caracterizado la cultura occidental?

Creo que hay una línea de continuidad, pero que el capitalismo y su dinámica de disolución y aceleración ha exacerbado esto, forzando las propias costuras antropológicas hasta un límite que antes no se había alcanzado. Creo que el grado de capitalismo turbo-neoliberal en el que estamos lleva los cuerpos al límite, lleva los recursos naturales al límite, o lleva al propio planeta al límite, es inédito en la historia de la humanidad. Nunca se ha llevado al límite la posibilidad de la supervivencia física del planeta al nivel en el que está, o la propia posibilidad de aguante físico y psíquico de los cuerpos que trabajan y producen. Esa capacidad descomunal de daño es nueva, por lo que creo que también son nuevas la angustia y la desorientación que generan. Claro que somos animales sin origen (“Dios ha muerto y no tiene sepulcro”, eso es así desde el Génesis), pero nunca había llegado el daño antropológico y biofísico al nivel en el que estamos ahora. Esa es la amenaza a la que nos enfrentamos y que ha generado unas tentaciones de retorno inéditas en la historia de la humanidad. En este contexto, la izquierda tiene la tarea de ofrecer una salida diferente a esa respuesta melancólica.

Siguiendo a Zizek, argumenta que, lejos de ser una posición antiestablishment, la melancolía es, en realidad, la forma definitiva de narcisismo y corrección política. Incluso llega a decir que los melancólicos son los “posmodernos” definitivos. ¿Podría desarrollar esta idea?

La sensación que yo tengo es que cuando los melancólicos no dejan de gritar cuánto les importa lo que ha pasado con España, o cuánto les importa lo que ha pasado con la familia, o cuánto les importa lo que ha pasado con Dios, más bien lo que les importa es cómo se sienten ellos, su propio agravio y su propia sensación de que ya no son ellos los únicos en potestad de definir qué es eso de la familia, qué es eso de la patria o qué es eso de Dios. Entonces, más que una preocupación por el objeto, más que una defensa del objeto, es más bien una herida narcisista de sentir que ellos han perdido su lugar de centralidad. Cabe decir que existe cierta izquierda que se ha volcado en posiciones absolutamente reaccionarias, simplemente porque esas personas ya no tienen el monopolio para definir ciertas cuestiones políticas, como por ejemplo qué es el feminismo, qué es España o cuál es la relación con Cataluña. Esta centralidad del yo quejica, que en realidad está en una posición de privilegio, me parece algo profundamente “posmoderno” y hasta “políticamente correcto”: que todo el mundo escuche mi agravio, porque es más importante que lo que le pase a las mujeres, a España o a Cataluña.

Entiendo la estrategia retórica de usar “posmoderno” en ese sentido, pero ¿no cree que perdemos algo entregando la etiqueta “posmoderno”, aceptando que realmente es algo negativo a lo que hay que renunciar?

La fidelidad divina, la fidelidad a los dioses, consiste en reinventarlos y matarlos siempre

Sin duda es una estrategia retórica. Sin duda creo que hay un sentido rescatable de posmodernidad, en la medida en que seamos conscientes del poder creador del lenguaje. Me interesa un sentido de posmodernidad que juega a reinventar la tradición. Por ejemplo, lo que hace Beyoncé en el último disco con toda la tradición country. A pesar de que ella viene de Texas, al ser una persona negra, cada vez que ha intentado acercarse a ese género se ha considerado que eso era patrimonio de los hombres blancos del sur. Y ella ha dicho: ¿sí?, pues voy a hacer un disco entero, siendo yo una persona afroamericana, mezclando el country con la ópera y con la música electrónica, y además invitando a Willy Nelson, a Dolly Parton y a los grandes jerarcas del género, y mostrando que el country es el pastiche que ella misma hace con el country. Esto me parece posmoderno, y esto es rendir, además, tributo a la tradición. Como explico en el libro, tradición significa transmitir al otro y, en ese proceso, traicionar el origen continuamente. El mejor homenaje a Willy Nelson o a Dolly Parton que se puede hacer es mezclarlos con música electrónicaLa manera de que los chavales de hoy, a lo mejor, se pregunten quién es ese señor, es actualizarlo con un lenguaje musical contemporáneo. Creo que este pastiche, buscado conscientemente, es una manera de mantener viva la tradición, es el verdadero respeto a la tradición. La fidelidad divina, la fidelidad a los dioses, consiste en reinventarlos y matarlos siempre. Cuando Víctor Lenore escribía de música bien y no se dedicaba a hacer locuras como ahora, era el primero que decía esto.

Si, tal y como explica en el libro, “los verdaderos paraísos son los que se han perdido”, ¿cómo debemos entender el pasado, presente y futuro de tradición revolucionaria, que en cierto sentido ha aspirado a traer el paraíso a la tierra?

Creo que lo interesante es precisamente eso, entender el paraíso en tanto que promesa de futuro que no ha ocurrido nunca y que no sabemos si ocurrirá, pero que, aun así, tiene la capacidad de movilizarnos. Tal y como explica Mark Fisher, la actual sociedad de consumo nos ha sumido a todos en un estado entre depresivo y anhedónico, que dificulta nuestra capacidad de desear. En este contexto, puede ser que la idea de paraíso quizás ya no movilice más que a los cuatro superricos verdaderamente utópicos, como Elon Musk y compañía. Me parece interesante todo lo que tenga que ver con descoyuntar el tiempo y encontrar promesas de paraísos pasados que no ocurrieron nunca, o promesas de paraísos futuros que quién sabe si ocurrirán. Me interesa toda promesa revolucionaria que descoyunte el tiempo y lo haga asomar entre las grietas del presente. Dicho de otra manera: no considero que deba aspirarse a volver a lo que fue la URSS o a realizar el plan quinquenal del que escribió no sé quién en el manuscrito de no sé dónde, sino ver cómo esa promesa sin realizar nos inspira en el presente para, por ejemplo, reconstituir la repartición del trabajo de cuidados. La respuesta a cómo llevar algo así a cabo no está en ningún plan quinquenal; hay que inventarla.

Fuente de la información:  https://ctxt.es

Fotografía: CTXT. Clara Ramas San Miguel. / José Ignacio Sánchez Domínguez

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España: Los sindicatos anuncian movilizaciones en septiembre por el “bucle” en la negociación para reducir la jornada

Pepe Álvarez, que no descarta la huelga general, pide a la CEOE que “deje de marear”. “No veo otro escenario”, añade Unai Sordo. Yolanda Díaz reivindica la “legitimidad” de UGT y CC OO para protestar.

movilizaciones en septiembre”. Así de claro se ha expresado este jueves en la Cadena SER el líder de CC OO, Unai Sordo, sobre la respuesta de su sindicato al momento en que se encuentra la negociación para reducir la jornada. Dos horas después, en Badajoz, el jefe de UGT, Pepe Álvarez, se ha expresado en términos parecidos: “Si no hay un compromiso de la CEOE evidente las organizaciones sindicales hace tiempo que venimos trabajando con la idea de un proceso de movilización”. Tras conocer esta posición de los sindicatos, la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha reivindicado la autoridad de los sindicatos para protestar: “Es un derecho constitucional y ellos tiene la legitimidad para hacer lo que sea pertinente. Pero yo voy a trabajar por un acuerdo”.

 

Los negociadores de ambos sindicatos ya advirtieron ayer, al salir de la última reunión, que habría protestas, pero con un condicionante importante. Se producirían en función del resultado de la próxima reunión, que tendrá lugar el lunes 29 de julio. Sordo ha corregido esa posición a primera hora y anticipado que los sindicatos saldrán a la calle para protestar por la falta de avances en la contracción del tiempo de trabajo, una promesa que PSOE y Sumar consolidaron en su programa de Gobierno. Este movimiento de las centrales aumenta la presión sobre CEOE y el Ministerio de Trabajo de cara a la reunión del 29 de julio.

 

“No veo otro escenario porque en este momento los movimientos que hace el Gobierno todavía no han producido ningún cambio de posición en CEOE”, ha denunciado Sordo en la entrevista. “Es que CEOE sigue sin aclararnos si está dispuesta a negociar una reducción del tiempo de trabajo porque dicen que esto se haga en la negociación colectiva. En eso llevamos 40 años, pero toca empujar con un cambio en la ley”, ha añadido.

Por su parte, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha dicho este jueves que la propuesta de Trabajo supone “abrir en canal todos los convenios”, en declaraciones recogidas por Europa Press tras el evento Aragón, Hub Tecnológico. No obstante, Garamendi ha asegurado que la mesa de diálogo sobre la reducción de la jornada laboral “sigue abierta” y ha señalado que “muchas de las cosas que se cuentan y se dicen no son las que vemos en la mesa”.

 

En busca del acuerdo

Los sindicatos venían mostrando sintonía con el ministerio en este diálogo: valoraron positivamente tanto el primer como el segundo texto que Trabajo puso en la mesa. Este miércoles no rechazaron la postura del departamento que dirige Yolanda Díaz, pero cambiaron el tono. Ya se anticipaba algo de disconformidad que no se transmitió en pasados encuentros.

A principios de julio parecía que el acuerdo saldría adelante solo con los sindicatos, en medio de un cruce de declaraciones entre la CEOE y el ministerio. Los decibelios bajaron, a la vez que la parte socialista del Gobierno dijo a la prensa que es mejor tardar más en lograr el acuerdo pero que este incluya a la patronal. Después Trabajo cambio algo su posición, abriendo la mano a cierta flexibilidad en la distribución irregular de jornada en 2025. Los sindicatos han venido expresando su conformidad con este cambio, o con otros que se puedan plantear (como una transitoriedad en la aplicación de la norma en función del sector), pero siempre y cuando la patronal participe en el pacto.

 

Tanto Trabajo como los sindicatos venían transmitiendo urgencia por cerrar esta negociación antes de las vacaciones de agosto. Decían que había prisa porque si no sería muy difícil que apliquen las prometidas 38,5 horas en 2024, una primera fase antes de las 37,5 que aplicarían en adelante. A la pregunta directa respecto a esta primera fase de la reducción, el secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey, dijo ayer que la tramitación puede contar con “mecanismos que aceleren el proceso dentro del Gobierno y de las cámaras legislativas para cumplir con los plazos”, pero a la vez reconoció que prefiere “un acuerdo en el contexto de confianza recíproca” a “acelerar unas semanas el cierre del proyecto”.

 

Fuente: https://elpais.com/economia/2024-07-18/cc-oo-anuncia-movilizaciones-en-septiembre-por-el-bucle-en-la-negociacion-para-reducir-la-jornada.html

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Conectar con la juventud y recuperar credibilidad, principales desafíos del periodismo del futuro

Por: El Salto

El Salto reúne a futuros profesionales y periodistas de medios escritos y audiovisuales en una jornada de trabajo y reflexión en la que se trataba de hablar de medios, de periodismo y de comunicación.

Para cada vez más jóvenes, también para quienes ya no lo son tanto, las redes sociales han reemplazado a periodistas y medios de comunicación a la hora de informarse sobre lo qué sucede en el mundo.

Desde el ámbito local hasta el internacional, resulta evidente la falta de interés de las generaciones milenial y Z en las noticias provenientes de los llamados medios tradicionales, pero es que tampoco los medios considerados “alternativos” están sabiendo captar su interés.

“Estamos ante un escenario de cambio radical en el que es difícil, pero posible, aspirar a un periodismo de calidad”, subraya Andrea Momoitio, cofundadora de Pikara Magazine en una de las mesas de “Un Salto al periodismo del futuro”, el evento que el pasado viernes 10 de mayo organizamos en el marco de Sphera, la red europea de medios independientes de la que El Salto forma parte. “La confianza en los medios es un gran tema para el periodismo del futuro. La gente no cree en los contenidos periodísticos y eso es un serio problema para el debate democrático”, explicaba también el periodista francés Jo Weisz, señalando uno de los aspectos más relevantes para periodistas y audiencias.

La propuesta trataba de organizar un espacio de trabajo y reflexión lo más práctico posible e involucrar desde el primer momento a las futuras generaciones de periodistas. turba! comunicación llevó a cabo para tal fin un taller de producción audiovisual en streaming con grupos de estudiantes de 1º, 2º, 3º y 4º de Periodismo, tanto en la Universidad Complutense como en la Carlos III.

“Los medios tienen que salir de una perspectiva adultocéntrica y dar más espacio a gente joven en las redacciones”, explicó Azzouzi

Ese trabajo previo constó de sesiones presenciales y online de preparación previa, en las que el alumnado tuvo que elaborar una escaleta, un guion y una propuesta de participación y difusión para el evento, con el objetivo de fomentar su participación en él desde las propias preocupaciones laborales de las y los participantes: precariedad, mercado de trabajo, nuevos formatos y tendencias, derecho a la información y periodismo, etc.

Así, la cobertura del propio evento del 10 de mayo se hizo por parte de estudiantes y en directo. Tal y como reflejó Paula Pof en una de sus intervenciones, “en las facultades se sigue enseñando un periodismo desde la métrica y la formalidad que choca con la informalidad y el lenguaje que demandan los jóvenes en redes sociales como Twitch o Youtube”. De este modo, el taller práctico que llevaron a cabo los y las estudiantes estaba orientado a construir un puente entre el formato clásico de presentación y charla, y la dinámica conversacional de los podcast.

Evento Sphera – 16
Taller audiovisual en la jornada ‘Un Salto al periodismo del futuro’. EL SALTO
Sesiones de trabajo
La jornada consistió en tres paneles temáticos, que dieron para conversar, reflexionar y practicar el periodismo que queremos para el futuro. El primero de la tarde trataba sobre ‘Juventud y agenda mediática: temas clave y enfoques’ con Violeta Muñoz, copresentadora del programa Carne Cruda, Laura Terciado, cocreadora del podcast Maldito bollodrama y Alaaddine Azzouzi, periodista del canal SomSX3. Este último insistió en que no es únicamente una cuestión de enfoques sino de oportunidades: “Los medios tienen que salir de una perspectiva adultocéntrica y dar más espacio a gente joven en las redacciones”, explicó Azzouzi, que ha trabajado desde una perspectiva antirracista en medios como La Directa y Ara antes de integrarse en la televisión pública catalana.

La presencia de Terciado y Muñoz en esa conversación favoreció el abordaje del uso del humor para tratar contenidos periodísticos “duros” y las posibles aristas de esta práctica. “Combinar humor y periodismo es complicado, a veces temo caer en la banalización de lo que estoy contando”, explicaba la creadora de Maldito bollodrama, que defendía a su vez la necesidad de supervivencia de los formatos escritos en un momento de auge del lenguaje instantáneo de las herramientas audiovisuales.

“La coproducción de reportajes a través de Sphera, nos permite darnos cuenta de que el problema es sistémico, que no pasa solo en tu país”, explicaba Vaitsopoulou

Sobre las 17 horas dio comienzo la segunda mesa, “Nuevos lenguajes y formatos: redes sociales, vídeo y podcast”, con Andrea Momoitio, coordinadora de Pikara Magazine; Quinndy Akeju, coordinadora de Afrocolectiva y Paula Pof, directora de “La Catana” –un programa de El Salto TV para Twitch y Youtube– quienes pusieron el foco en su experiencia como creadoras de contenido para las redes sociales como forma de acercarse al público más joven, si bien desde la plena consciencia de que temáticas como el feminismo, el antirracismo o el antifascismo, son penalizadas por el algoritmo de redes sociales como Instagram o TikTok. “Si no contamos con espacios propios desde los que narrarnos, las personas racializadas acabamos asimilando muchos pensamientos supremacistas y autopercibiéndonos desde una mirada racista”, indicaba Akeju.

Por último, la jornada se cerró con una mirada a la experiencia de dos medios colaboradores de Sphera y referentes del espacio de la información alternativa europea. Jo Weisz, fundador del medio francés Street Press, y Anastasia Vaitsopoulou, periodista del medio griego Popaganda, expusieron ejemplos del periodismo transfronterizo producido desde Sphera, en los que medios de distintos países cooperan a través de la facilitación de fuentes y recursos locales para producir reportajes audiovisuales sobre temas como la violencia policial, las minorías oprimidas o el avance de la ultraderecha en Europa.

“La coproducción de reportajes a través de Sphera, nos permite darnos cuenta de que el problema es sistémico, que no pasa solo en tu país”, explicaba Vaitsopoulou, coautora del minidocumental Transistence, una de las muestras del trabajo transfronterizo y colaborativo llevado a cabo en el marco de este proyecto europeo.

El colofón de la jornada fue una fiesta privada en la sala Gruta77 en la que, además de disfrutar de la música en directo de los grupos Biznaga y Campamento Chippewa, dos centenares de personas brindaron por el futuro del periodismo en la era 4.0.

Concierto Campamento Chippewa Biznaga El Salto – 10
Biznaga en la fiesta de El Salto después de las jornadas para estudiantes. DAVID F. SABADELL
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: El salto diario

Fuente de la información: https://www.elsaltodiario.com

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Ana Requena Aguilar: La brecha política entre chicos y chicas jóvenes es más grande que nunca. España

La polarización ideológica entre mujeres y hombres jóvenes ha crecido como nunca en los últimos años y se traslada a las urnas: ellas votan más hacia la izquierda, ellos miran a la derecha y alimentan el electorado ultra.

 

El 68% de las personas menores de 30 años que viven en España tienen pensado votar en las elecciones europeas del próximo domingo, según el último Eurobarómetro publicado en mayo. Detrás de esa cifra, que sitúa a nuestro país como el quinto en el que más participación juvenil se espera, hay muchos otros factores que merece la pena tener en cuenta. Por ejemplo, que existen diferencias muy significativas entre chicas y chicos: ellas se sitúan más hacia la izquierda del espectro político, ellos más hacia la derecha; ellas se identifican más con la igualdad, ellos con la libertad. La manera en la que eso se traslade a las urnas está por ver, pero nunca antes la brecha ideológica entre mujeres y hombres jóvenes fue tan grande como ahora.

 

Son varias las encuestas y estudios que han mostrado cómo esa brecha se ha ido forjando en los últimos años. El director de investigación de opinión pública de Ipsos España, Paco Camas, constata esa tendencia a la polarización entre la gente joven: “Nunca antes desde los años 80 se había producido un distanciamiento ideológico de tal magnitud entre hombres y mujeres jóvenes, ni siquiera en la época de Aznar, cuando hubo un desplazamiento pero ni tan grande ni tan a la derecha”. Si en 2019, año de las anteriores elecciones europeas y de la entrada de Vox en el Congreso, los hombres jóvenes se situaban, de media, en un 4,4 dentro del espectro ideológico, ahora la media es del 5,1. En esa media ideológica, ellas no cambian tanto: se ubican más o menos donde estaban, en un 4,5 dentro de esa escala.

 

Esos puntos que separan a unas de otros no son la única manera de medir esa brecha. La diferencia, subraya Camas, se aprecia claramente en las actitudes, valores y apreciaciones que hacen ellos y ellas. “Ellas perciben mucho más la desigualdad y se definen mucho más feministas que las generaciones anteriores, están a la vanguardia de ese tipo de postulados. Ellos perciben más amenaza, se detecta en ellos más resentimiento. Podemos decir que ellos son más de derechas que sus abuelos, y ellas son más de izquierdas y feministas que sus madres y abuelas”, resume el experto.

 

Un estudio reciente hecho por la plataforma Polétika y por Talento para el Futuro con personas de entre 18 y 30 años encuentra resultados muy similares. Los y las jóvenes fueron preguntados por cuáles son los valores más importantes: los chicos eligen la libertad, las chicas optan por la igualdad. “Nos sorprendió que entre los hombres de 18 a 24 años prime la libertad como valor principal, y que a partir de los 24 ocupe el tercer puesto, por detrás de la honestidad y de la justicia. En el lado de las mujeres, la igualdad está en el top de valores tanto entre las más jóvenes como en las que son un poco más mayores. Entre ellas, el único grupo en el que la igualdad no es lo primordial es en el que se auto identifica como de derechas, que elige la justicia”, explica una de las investigadoras del estudio, Belén Agüero. El informe confirma que las mujeres jóvenes se sitúan más a la izquierda del espectro político aunque, eso sí, son las que menos tienden a votar.

 

“Es algo que también vemos en nuestros datos: chicos y chicas se posicionan cada vez más hacia los extremos ideológicos, ellos a la derecha y ellas a la izquierda, y un factor fundamental es el modo en el que se aproximan a la igualdad y al feminismo. La tendencia de parte de los chicos estos estos años ha sido la de alejarse del sentir feminista mientras que en las mujeres la adhesión a esas ideas siempre ha ido en aumento y aunque en el último año se ha estancado o ha disminuido, la diferencia sigue siendo muy grande”, asegura el sociólogo e investigador de la fundación FAD Juventud Stribor Kuric.

 

No solo en España

¿Cómo se trasladan estas diferencias al voto? El director de investigación de opinión pública de Ipsos España, Paco Camas, señala que el voto de las mujeres jóvenes se comportará como lo ha hecho tradicionalmente: será más socialdemócrata y en promedio mucho más de izquierdas que de derechas. “La clave va a ser cómo el electorado joven masculino vote a la derecha o a la extrema derecha”, apunta. Lo datos muestran que los electorados de partidos como Vox o como Se acabó la fiesta, la formación del ultra Alvise Pérez, están tremendamente masculinizados. Camas destaca, no obstante, que las principales fuerzas entre la gente joven vuelven a ser PP y PSOE, eso sí, seguidas de Vox y del partido de Pérez. El 11% de los jóvenes que acaban de cumplir 18 años asegura que votará a Se acabó la fiesta.

 

Esta brecha entre chicos y chicas no es un fenómeno exclusivo de nuestro país. “Hay estudios en Francia, Italia, Alemania o Reino Unido que muestran una derechización de los hombres en Europa. No es solamente un posicionamiento hacia la derecha electoral, sino un cambio en los valores y actitudes. Si alrededor de 2014 la gente joven se posicionó más hacia la izquierda o hacia partidos nuevos, hoy el voto impugnatorio o del enfado lo canaliza sobre todo Vox y el populismo ultra de Alvise Pérez”, afirma el experto de Ipsos. El estudio de Poletika muestra que el 34% de los hombres jóvenes se auto identifica de izquierdas frente a un 37% de derechas, pero con un 40% que no cree que exista ni derecha ni izquierda. La investigadora Belén Agüero subraya que se trata de un porcentaje muy alto, “que puede reforzar la idea de que probablemente hay muchos hombres que no quieren admitir que su ideología es de derechas”.

 

La brecha política entre chicos y chicas jóvenes es más grande que nunca

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España: ¿Por qué dos de cada diez estudiantes universitarios abandonan sus estudios?

¿Por qué dos de cada diez estudiantes universitarios abandonan sus estudios?

Las elevadas tasas de abandono universitario en España son un problema crónico y un motivo de preocupación, tanto para las administraciones educativas como para las universidades. Además del gasto público que supone, hay que tener en cuenta el coste para las familias y la sensación de fracaso personal para los estudiantes afectados.

Aunque definir lo que supone “abandono” no es sencillo, dada la gran diversidad de variables que influyen y los distintos tipos que se pueden distinguir, consideramos abandono el de un estudiante que, habiéndose inscrito por primera vez en una titulación, no se matricula en los dos cursos siguientes.

La CRUE (2023) publicó el informe La universidad española en cifras donde se recogió un exhaustivo diagnóstico del Sistema Universitario Español (SUE). Los datos ofrecidos indican que el 20.17 % de los estudiantes que cursaron sus estudios en universidades públicas presenciales y el 40.84% de los que lo hicieron en universidades públicas no presenciales abandonaron su formación.

En el Estudio sobre abandono de los estudios de Grado en el sistema universitario español, encargado por el Ministerio de Universidades en 2022, el 13 % de los estudiantes que cursaron sus estudios en universidades presenciales abandonaron. Dos comunidades, Canarias y Baleares, destacaron por las altas cifras, con un porcentaje del 21 % de abandono de los estudios (un 20 % en la ULL y un 24,3 % en la ULPG).

Causas y perfiles de los estudiantes que abandonan

Las propuestas de solución a este problema deben combinar los resultados de la investigación sobre las causas del abandono con el diseño y despliegue de propuestas de actuación en distintos ámbitos. Este ha sido el objetivo de nuestro proyecto de investigación, del que se derivan algunos datos significativos:

  1. El abandono académico es más frecuente en los dos primeros cursos, siendo más acusado cuando no se logra plaza en la primera opción de carrera.
  2. Entre las razones, destacan el déficit de preparación del alumnado para adaptarse a la vida universitaria y las dificultades económicas; y la falta de apoyo por parte del profesorado y la insatisfacción con las metodologías de enseñanza y los métodos de evaluación.
  3. En cursos posteriores, el abandono se produce como consecuencia de las características del sistema de enseñanza, las carencias de formación y de habilidades para la gestión del tiempo de estudio. También afectan el cambio de residencia y circunstancias personales, familiares o laborales. Asimismo, inciden la falta de motivación, la insatisfacción con los estudios y el bajo rendimiento académico.

Tres perfiles de estudiante

Hemos identificado tres perfiles de estudiantes que abandonan la carrera universitaria. El más frecuente es el de un estudiante varón que accede con uno o dos años de retraso y que se matricula en una carrera que no era su preferida.

El segundo es el de un estudiante que accede sin vocación universitaria y que abandona influido por la opinión de terceros.

El tercero corresponde a un alumnado motivado y comprometido, pero que se ve forzado a abandonar por circunstancias sobrevenidas.

¿Qué se puede hacer?

No conformes con el diagnóstico de las causas del problema, en nuestro proyecto también hemos propuesto diferentes tipos de acciones que podrían ser eficaces para reducir las tasas de abandono.

Por un lado, se precisan acciones a dirigidas a reforzar la orientación académica y personal en la fase de transición a la universidad. En este sentido resulta esencial apoyar las tareas de orientación y tutoría en los primeros cursos que realiza el profesorado, con el debido reconocimiento por parte de las universidades. Desarrollar planes de tutoría universitaria constituye una importante estrategia para facilitar la integración social y académica del estudiantado. Formar al profesorado para el desempeño de este rol tutorial debería de estar contemplado entre los objetivos de cada institución.

Por otro lado, conviene desplegar mecanismos individualizados de seguimiento del desempeño del alumnado de nuevo ingreso, con medidas de coordinación docente (entre los docentes de cada año y los de cada titulación) y en la promoción de metodologías docentes activas. Al situar al estudiante en el eje del proceso de aprendizaje, se promueve un aprendizaje más significativo y profundo y se ayuda a los estudiantes a aprender mejor, evitando el riesgo de abandono de los estudios.

Mejorar el compromiso del alumnado

Las acciones centradas en mejorar el compromiso y la responsabilidad del alumnado son otra línea de trabajo. Estrategias en este sentido pueden ser:

  1. Programas de tutoría, de mentoría entre iguales y de orientación por pares.
  2. Programas de formación en capacidades y competencias de organización del trabajo y estrategias de aprendizaje. Hay que apostar por una formación integral en la que tengan cabida competencias amplias (específicas y transversales) y que prepare para la vida activa y para el mundo del trabajo.
  3. Revisar y actualizar los planes de estudios para que sintonicen mejor con las demandas de la sociedad, y mejorar la información sobre los grados. Además, desarrollar programas adaptados a los distintos perfiles de los estudiantes.

En la universidad conviene reforzar también la educación inclusiva y la personalización de la enseñanza, dando respuesta a las necesidades de todos los estudiantes.

En este grupo se incluyen también acciones dirigidas a flexibilizar la enseñanza universitaria a través de las microcredenciales y la diversificación de las modalidades de estudio.

Fuente: Pedro Ricardo Álvarez Pérez y Néstor V. Torres Darias / theconversation.com

 

Fuente de la Información: https://www.redem.org/por-que-dos-de-cada-diez-estudiantes-universitarios-abandonan-sus-estudios/

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España: Los sindicatos mantendrán las movilizaciones hasta que Educación aumente los cupos de profesorado

Estiman que el Gobierno de Aragón va a prescindir de 500 docentes solo para los cursos de Infantil y Primaria.

Los sindicatos CGT Enseñanza y la Federación de Enseñanza de CC. OO. seguirán con las movilizaciones hasta que el Departamento de Educación no aumente los cupos de profesorado en los centros para el próximo curso. Defienden que solo así podrán ser suficientes para atender al alumnado y que no se pierdan horas de apoyo ni desdobles. En algunos centros aseguran que aumentarán las ratios, de las 22 estudiantes actuales a 25, y también las vías.

Los recortes de docentes para el curso que viene los cifran en unos 500 menos solo en Infantil y Primaria. Apuntan que con la dotación que pretende aplicar el Departamento de Educación se pierde una cantidad importante de horas de atención al alumnado, que repercute de forma general en la calidad de una enseñanza inclusiva, afectando a los desdobles y a las horas de apoyo y sustituciones del profesorado, o a programas educativos, como el de biblioteca o extraescolares, entre otros. Una decisión que, alertan, perjudica de forma específica al alumnado más vulnerable.

Ambos sindicatos estiman que, según la dotación propuesta por la administración, en un centro de dos vías se pierden una media de 30 horas semanales de atención directa al alumnado, lo que supone «un docente y medio menos».

Este miércoles volverán a salir a la calle junto con las asociaciones de familias de la escuela pública en las tres capitales de provincia. «Si no se revisan y aumentan los cupos, y por consiguiente se aumenta la dotación personal, seguiremos con movilizaciones», advierten ambas organizaciones.

Desde el Departamento de Educación insisten en que se asegurarán las horas curriculares y la calidad de la enseñanza, y que el proceso todavía está abierto.

https://www.cartv.es/aragonnoticias/noticias/los-sindicatos-continua-las-movilizaciones-hasta-que-educacion-aumente-los-cupos-de-profesorado-para-el-proximo-curso

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Josep Maria Esquirol, filósofo y ensayista: «Cuando una sociedad no está bien, multiplica las normas». España

Su último libro, ‘La escuela del alma’, es una reflexión sobre la forma de educar y la manera de vivir

 

Los tiempos de la desorientación y de la sociedad pantallizada invitan a buscar refugio y guía para aprender a vivir, porque vivir a veces cansa. No hay manual de autoayuda ni youtouber de moda a la altura de un buen libro de filosofía, como los que escribe Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, 1963), Premio Nacional de Ensayo por La resistencia íntima.

 

 

A base de verbo pausado, ideales claros, verdades como puños y vuelta a los básicos, Esquirol se ha convertido en una autoridad, tanto para los neófitos de la filosofía, a los que encadila, como para los especialistas, a los que agita el intelecto. Su última obra, La escuela del alma, es una reflexión sobre la forma de educar -«la enseñanza es un modo de orientar la mirada»- y la manera de vivir.

 

 

En este lugar, cuya puerta siempre está abierta para todos -sin que importe la edad-, se cuida y cultiva el alma, que empieza a hacer camino. También se entrena el prestar atención. Solo puede ser maestro quien vive y quien puede y debe enseñar desde el deseo y la pasión. Jamás desde la frialdad, sostiene Esquirol. El también autor de Humano, más humano asegura que para crecer siempre es necesario juntar. Sepan que, si entran en su escuela del alma, querrán quedarse.

 

P. Aunque no le gusten las etiquetas, Esquirol es sinónimo de filosofía de proximidad. ¿Cómo la definiría para los profanos?

 

 

R. Mi trayectoria filosófica me ha llevado a articular un pensamiento propio. Proximidad es una palabra que me gusta mucho porque indica un intento de ir a lo concreto, a la vida, a la experiencia, y nunca desconectar de ello. Todas las abstracciones, que las hay, buscan mantener este vínculo con lo próximo. Es una filosofía que no es pesimista ni optimista, porque huyo de contraposiciones simplistas. La vida es a la vez gravedad y ligereza. No una cosa o la otra. Y abogo por la austeridad.

 

P. ¿En qué sentido?

 

R. Con poca y buena filosofía, sobra. A veces hay un exceso de discurso. Es como el peligro de la verborrea. La palabra es algo esencial y tiene que ver con nuestro modo de ser. Nos expresa y nos constituye. Vibramos con ella. Pero el exceso nos lleva a lo contrario. La verborrea es una traición a la palabra.

 

P. Defiende la orden filosófica del amor y la escuela del alma en estos tiempos de desorientación.

 

R. Sí. Quizá son conceptos que suenan demasiado buenistas o demasiado mayúsculos. Sin embargo, el horizonte de la acción y de nuestra capacidad de resistencia ha de tener este carácter. Es lo que antes y ahora llamamos los ideales. Estos no son aquellos puntos lejanos que nunca vamos a alcanzar. Los ideales tienen que ver con algo que ya se está realizando, a veces de manera marginal o incipiente, pero otras con una cierta plenitud. La esperanza es que eso que ya es bueno y que se está realizando se pueda ampliar y contagiar a las zonas fronterizas.

 

P. En este contexto, ¿es obligado amar mucho siempre, como dice en su libro? ¿No caben filtros?

 

R. El amor es un concepto muy general, que hay que matizar, porque en lo concreto adquiere formas distintas. La estima que puede darse en el ámbito de la cercanía familiar no es la misma que en la escuela. El amor fraternal es una cosa y el conyugal otra, por ejemplo. En este sentido, creo que hay que graduar el amor en función de las distintas situaciones de la vida.

 

P. ¿La debilidad está permitida?

 

R. Claro. En la escuela del alma a veces hay lágrimas que vienen de lo profundo, igual que la alegría. Ya le dije antes que las contraposiciones pueden ser inadecuadas. Existe una angustia existencial que nos acompaña casi siempre. Pero eso no impide que no haya momentos de alegría, de gozo, de disfrute de la belleza y de la amistad. Cuando se incrementan las dificultades, las lágrimas y el dolor se han de afrontar de la mejor manera.

 

P. ¿Cómo?

 

R. Esta dificultad de la existencia que se expresa no tiene que verse siempre como una situación absolutamente anómala. En realidad, ahí lo que se da es que no comprendemos bien lo que sucede. Porque toda tristeza no es una enfermedad que pide soluciones médicas. Existe otra tristeza vinculada a situaciones de la vida misma que son el resultado de una mala comprensión del momento. Eso es lo que hay que trabajar.

 

P. ¿Qué papel juega la escuela?

 

R. Es el lugar donde se producen dos encuentros, con los compañeros y con el maestro. Este indica al alumno las cosas buenas que merecen la pena, tanto las que nos vienen dadas –como el cielo estrellado–, como las que nosotros hemos creado, es decir, la literatura, la música o las matemáticas.

 

P. En ocasiones a los niños se les impulsa a ser menos niños, como si tuvieran que hacerse mayores cuanto antes. ¿No es excesivo?

 

R. Sí. Uno de los problemas de la sociedad contemporánea, quizá de los más graves, es la desorientación, la falta de sentido. Esto provoca homogeneización. Inquieta que todo parezca lo mismo. Hay que cultivar y reivindicar la diferencia. Las instituciones educativas no siempre lo hacen. De hecho, están en una crisis profunda.

 

P. ¿De qué tipo?

 

R. Cultural, referida a cómo cultivan a las personas. Para cultivarlas, se ha de vivir. Existe una cierta pobreza por esa falta de horizonte que le comentaba, sobre todo cuando tratan la educación como un problema técnico. Cuando los resultados que produce son malos, obviamente hay una dimensión técnica. Pero esta no es la principal. Quizá no se haya dispuesto bien del conjunto de elementos que influyen ni se haya contado con los mayores recursos posibles. Si se hubiera hecho así, los resultados serían mejores.

 

P. En este cultivo de las personas, no debería haber espacio para la violencia ni el acoso escolar.

 

R. No, por mucho que en la sociedad haya mucha violencia y que esta se exprese de modos distintos. Existe violencia física, verbal, gestual… Que se haya generalizado no quiere decir que deba darse en todas partes. Una escuela con violencia deja de ser una escuela. Lo mismo sucede en casa. Un hogar violento es una contradicción. Puede tener la forma externa de casa, pero no lo es sin calidez, amparo, bondad, acogida y amor.

 

P. ¿Casa y escuela son compatibles con la sociedad pantallizada?

 

R. Se ha constatado que cuando algo predomina tanto que está por todas partes, se produce un empobrecimiento de la experiencia. No hay nada perverso intrínsecamente en un móvil ni en un ordenador. El problema surge cuando lo colonizan todo. Ha de tener la misma connotación negativa que posee el totalitarismo político.

 

P. ¿Es bueno imponer reglas para combatir esa colonización?

 

R. No hace falta. Eso es parte del problema. Cuando una sociedad no está bien, multiplica las normas. Ya lo decía Platón. Si hay manía legislativa es que las cosas no funcionan. Hace falta más sentido común. Ya sé que el sentido común es un poco difícil de definir, pero entendámoslo como aquello que nos debería situar en un modo que evitásemos todo tipo de colonización excesiva o totalización.

 

Unos de los problemas más graves de la sociedad contemporánea es la progresiva homogeneización de todo. Hay que cultivar y reivindicar la diferencia

 

P. Ese sentido común ¿ayudaría a potenciar algo tan necesario como la atención?

 

R. Sí, sobre todo ese concepto de atención que tan bien acota Simon Weil. Ella decía que cuando una persona está absorta, cuando un niño intenta resolver un problema matemático, da igual si llega a la solución o no. Lo importante es que en ese momento está cultivando su espíritu, haciéndose más poroso, es decir, incrementando su capacidad para que algo le llegue y le transforme. Esa es la idea. El ser humano lo defino como una especie de hondura abierta. El cultivo de la atención es otro modo de hablar del cultivo de esta hondura que somos. Una hondura que no es una interioridad, en el sentido de algo cerrado que obliga a hacer una introspección para sumergirse. Somos una profundidad abierta. ¿Qué es la atención? Otro modo del cuidado de uno mismo, de su profundidad, algo que es esencial.

 

P. Hay que tener momentos para ello. ¡Qué importante es el tiempo!

 

R. Las cosas bellas son difíciles y requieren esfuerzo, paciencia, tenacidad y lentitud. El proceso a la madurez a veces se precipita, pero eso se nota y el resultado no es bueno. Algo no se está haciendo bien cuando hoy la universidad pide a los jóvenes que empiecen su carrera académica muy pronto, que tengan unos currículos amplios desde el principio. Y le hablaba antes de la importancia de la diferencia, también de los lenguajes. ¿Es adecuado que el lenguaje mercantilista, que no tiene nada de perverso, se exporte al ámbito escolar y allí se hable ya de manera muy prematura de las empresas, del emprendedor o del liderazgo? Es una auténtica barbaridad y un error mayúsculo, aunque lo defiendan las escuelas de negocios. Es igual que la sociedad consumista y en cierto modo clientelar, que tiende a degenerar al yo y lo convierte en algo que quiere ocupar un espacio muy amplio, que continuamente está reclamando para sí cosas que quizá no debería.

 

P. No podemos quererlo todo. ¿La ambición desmedida genera frustración?

 

R. El límite que separa lo bueno está ahí, pero a veces es difícil detectarlo. La autoridad, por ejemplo, es positiva, y así se lo digo a mis alumnos en la universidad. Ahora bien, el límite entre la autoridad y el autoritarismo es muy fino y se puede traspasar fácilmente. Ocurre que muy cerca de fenómenos buenos y valiosos, siempre surge lo contrario. Que una persona tenga pasión, que quiera abrirse camino y llegar lejos, es bonito. Pero si eso degenera y traspasa ese umbral, ya no es lo mismo. Una ambición desmesurada traiciona el movimiento más genuino.

 

P. ¿Es un error ser demasiado bueno?

 

R. Es muy raro que alguien pueda tener problemas por ser demasiado bueno. Lo más humano del humano tiene que ver con la calidez, con ese gesto hacia los demás, que en función del lugar en el que uno se encuentre, será de una manera o de otra. Pero sin duda será un gesto de compañerismo, de fraternidad, de respeto o de atención. La dureza, la prepotencia o la competitividad, que algunos predicen que mandará en el futuro, no es algo que tengamos que aceptar ni adaptarnos a ello. Eso es una forma de fatalismo. Justo cuando nos hemos emancipado de lo que representan los esquemas religiosos tradicionales y ahora resulta que somos fatalistas.Tenemos que denunciarlo. No hay nada que viene dado, sino que existe algo que nosotros estamos construyendo y que haremos que venga.

 

P. ¿El infierno es narcicista?

 

R. Existe un tipo de ayuda, supuestamente orientado por la filosofía, que denuncia la perversidad del yo. No comparto en absoluto este planteamiento. Cuando hablamos con los demás, cuando actuamos, siempre está presente la referencia al yo. Pero esta referencia tiene un carácter modesto. El problema lo tienen las personas que han hipertrofiado su ego. La perversidad sucede cuando el yo se hincha hasta tal punto que ocupa un espacio que no debería. Está en el centro y no permite darse cuenta de que la belleza principal no está en uno mismo, sino fuera.

 

P. ¿Las personas que viven solas son menos casa, menos hogar?

 

R. Casa es calidez y es anecdótico si en ella viven una, tres o cinco personas. Una sola puede desprender calidez. De hecho, existen personas que viven solas y que reciben muchas visitas en sus casas. Ahí notas la hospitalidad y la amabilidad de esas personas, porque ellas desprenden esta calidez.

 

P. Mencionaba usted antes a los alumnos. Su carrera discurre entre la filosofía, la docencia y la escritura. ¿La palabra es el elemento común en los tres campos?

 

R. Sí. No habría que olvidar nunca que la palabra alude a nuestra capacidad de expresarnos, literalmente. Es decir, el humano es el que se expresa, el que sale hacia fuera y se dirige hacia los demás, adquiere la forma de lo que llamamos palabra. Siempre entendida como algo cordial. La palabra más genuina es la que surge de nuestra interioridad más auténtica, la que nos sale del corazón. En este sentido, hablamos sobre todo para cuidar a los demás y para cuidarnos a nosotros mismos.

 

P. ¿Qué son sus libros entonces?

 

R. Son una manera de compartir, en este caso a través de la palabra escrita. Si tú vibras por algo y estás en contacto con la belleza de las cosas, poder ponerlo en común con los lectores incrementa esta pasión, esta sensación de proximidad y de disfrute. Es un gozo y un regalo.

 

P. ¿Es consciente de que leerle remueve por dentro?

 

R. Gracias. Es verdad que a veces notas esta especie de sintonía, que creo que es fruto de que no explico las cosas como una divulgación fría que no vaya conmigo. Al revés. Lo que planteo es lo que me ocurre a mí, es como yo lo pienso, es lo que me apasiona. Todos somos vida y tenemos una trayectoria. Y me dirijo al lector de tú a tú.

 

https://www.epe.es/es/abril/20240615/josep-maria-esquirol-filosofo-entrevista-libro-escuela-alma-103629376

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