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La buena educación: Diálogo con Fourier, Montessori y Morin

Por:  Emma Rodríguez

Hablemos de lo que hablemos, siempre acabamos refiriéndonos a la educación. Cuando analizamos el presente: la crisis de valores, las políticas neoliberales, los daños ecológicos, el conflicto migratorio, la banalización del pensamiento, de la cultura, y tantos y tantos otros asuntos preocupantes que reclaman nuestra atención, siempre terminamos siendo conscientes de la importancia de la educación. No puede haber transformaciones profundas sin cambios en el sistema educativo; no podemos avanzar hacia sociedades más solidarias si no se enseña a los jóvenes a valorar y respetar a los otros; no es posible acabar de raíz con la corrupción si se siguen poniendo como ejemplos a seguir a quienes son capaces de saltar por encima de la ética, de la dignidad, con tal de enriquecerse; no se puede alcanzar la igualdad entre los sexos sin una enseñanza que la reivindique abiertamente y la promueva. En todo esto coinciden Charles Fourier, María Montessori y Edgar Morin, protagonistas de este artículo, tres voces que dialogan desde tiempos y circunstancias diferentes.

A los tres he llegado convencida de que la educación nos atañe porque es algo que nos toca muy de cerca, porque nos preocupan nuestros hijos y el devenir de las próximas generaciones. Porque valoramos a quienes ejercen la enseñanza con pasión y entusiasmo, saltando por encima de recortes y nefastos planes educativos en la medida de sus posibilidades. Porque no podemos evitar llevarnos las manos a la cabeza y firmar las peticiones y manifiestos que haga falta cuando se elaboran leyes que pretenden arrinconar, silenciar, las Humanidades.

Hemos apoyado las reivindicaciones de la Marea Verde en los últimos años, hemos defendido la Educación Pública, su mejora, sabedores de que es una causa común, una causa que nosotros, la gente corriente, enarbolamos con orgullo. Y cada vez tenemos más claro que para construir un mejor futuro hacen falta ciudadanos activos, críticos, con capacidad de reflexión, no dormidos, no adocenados, no sumisos, no obedientes en demasía; sí respetuosos, sí honestos.

Fotografía © Enrique de la Peña

Todo pasa por la educación. No nos cabe duda. El tema está en la calle, a todos los niveles. No dejo de percibirlo en mi entorno: en las conversaciones que mantengo con amigos y conocidos, en las entrevistas que realizo. “No hay forma de salir de la la monstruosa educación deformadora de los exámenes constantes. La idea del control permanente es algo absolutamente inquisitorial, y por supuesto castrante, aniquilante, porque el conocimiento, el “bienser”, se educa desde la libertad y la libertad se educa desde el diálogo, desde la apertura del diálogo con los otros y sobre todo con los libros. La lectura es el ejemplo más clásico de la libertad de inteligencia, de pensamiento. Leer es libertad, nos permite salir de nosotros mismos, de nuestro entorno pequeñito, y abrirnos a un universo nuevo”, indica el filósofo Emilio Lledó, a quien ahora recurro como telonero, telonero de Fourier, de Montessori, de Morin.

El ser humano es lo que la educación hace de él. Si a ti de pequeño te meten únicamente frases hechas en la cabeza; si te introducen lo que yo llamo grumos pringosos, ya no vas a poder pensar, ya no vas a poder ser libre, ni tener un espíritu creador, ni siquiera racional…”, prosigue el pensador. Y a su lado, interviene, también preparando el terreno el profesor italiano Nuccio Ordine, autor del revelador manifiesto La utilidad de lo inútil.

Emilio Lledó: “El ser humano es lo que la educación hace de él. Si a ti de pequeño te meten únicamente frases hechas en la cabeza; si te introducen lo que yo llamo grumos pringosos, ya no vas a poder pensar, ya no vas a poder ser libre, ni tener un espíritu creador, ni siquiera racional…”

“No se va a la escuela, al instituto, a la universidad, para conseguir un diploma, una licenciatura, sino que se estudia en primer lugar para mejorar como personas. Debemos ayudar a los jóvenes a eliminar esa idea, propia de estas sociedades utilitarias, de que se estudia con el objetivo de conseguir algo material”, declara. “Los chicos deben escoger en la universidad las disciplinas que aman. Hay que evitar esa degeneración de la enseñanza dirigida a obtener resultados como única meta, olvidando que el saber debe llevar a los estudiantes a entenderse mejor a sí mismos y al mundo que les rodea, amar el bien común, a ser tolerantes, a comprender que la solidaridad es una de las cosas más importantes de la vida de un ser humano”, seguimos sus palabras, dando paso a otros dos participantes en este debate abierto: el también filósofo Santiago Alba Rico y la catedrática y académica Aurora Egido.

Actualmente, como consecuencia de las políticas privatizadoras, de la reducción de presupuestos, la educación ha quedado en manos de profesores y maestros heroicos y desautorizados que están haciendo una labor que muchas veces no tenemos en cuenta y que hay que recordar para también cambiar de políticas y de gobiernos que se preocupen de proporcionarles los medios que les podrían permitir descansar un poco de su heroísmo. No puede ser que en una sociedad el mantenimiento de la civilización repose en el heroísmo y la abnegación de unos cuantos maestros, de unos cuantos médicos, de unas cuantas enfermeras…”, seguimos la argumentación del primero, con quien coincide ampliamente Egido: “Los profesores de enseñanza media son los verdaderos héroes de nuestro tiempo, sin descontar, por supuesto, a los de la primera enseñanza, a los maestros. Ahí es donde el vacío es enorme, empezando porque la literatura se ha convertido en una “maría”, como se decía antes. La han ido denigrando cada vez más en los sucesivos programas. Se ha optado por fragmentarla, por transmitirla  a través de una serie de textos, de fragmentos, donde a pequeñas dosis se intenta suplir lo que es la lectura de una obra completa…”

Fotografía © Enrique de la Peña

Son muchos los diálogos mantenidos en “Lecturas Sumergidas” en los que los protagonistas opinan sobre la educación. Y también son muchos los libros leídos, tanto de ficción como de no ficción, que acaban transitando por la misma senda o cruzándose con ella. Oigamos, por ejemplo, lo que dice Erich Fromm, una de las referencias de esta publicación al respecto: “La educación generalmente intenta preparar al estudiante para que tenga conocimientos como posesión, que por lo general se evalúan por la cantidad de propiedad o prestigio social que probablemente tendrá más tarde (…) Las escuelas son las fábricas que producen estos paquetes de conocimientos generales, aunque usualmente afirman que intentan poner a los estudiantes en contacto con los logros más elevados del pensamiento humano (…)  En el modo de ser, el conocimiento óptimo es conocer más profundamente. En el modo de tener, consiste en poseer más conocimientos”.

Erich Fromm: “Las escuelas son las fábricas que producen estos paquetes de conocimientos generales, aunque usualmente afirman que intentan poner a los estudiantes en contacto con los logros más elevados del pensamiento humano”

Podría seguir recopilando aquí pareceres e ideas –os animo a repasar nuestro sumario–, pero mejor no extender más este prólogo y abrir las puertas a nuevas voces. Enlazando con lo anterior os digo que, muy atenta a lo que pasa a mi alrededor, inspirada por tantas reflexiones enriquecedoras, me animé a seguir indagando, desde mi posición de lectora inquieta, nunca de especialista en la materia. Y me alegró enormemente encontrar en las librerías, publicado por Errata Naturae, un ensayo con un atractivo interrogante como título: ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad?, de Charles Fourier (1772-1837), pensador francés libertario, crítico a ultranza del capitalismo, defensor del cooperativismo y de un tipo de enseñanza absolutamente visionaria en su tiempo  e inspiradora hoy de proyectos renovadores, alternativos, como bien indican los editores en la contraportada, citando como ejemplos a Waldorf, Montessori y todo tipo de Escuelas Libres, Escuelas Democráticas y colegios públicos excepcionales que apuestan por proyectos heterodoxos.

En pocas líneas, a modo de resumen, los responsables de Errata dicen mucho acerca de todas estas experiencias que trabajan por promover nuevos valores: “educar desde la empatía, desarrollar la inteligencia emocional, favorecer en todo momento las decisiones y el libre juicio de los alumnos, adaptar a los educadores al ritmo de los pequeños y no al revés, transformar los espacios educativos para facilitar la creatividad y la interactividad entre niños de todas las edades, establecer la conciencia ecológica y el respeto de la diferencia como valores pedagógicos centrales, educar por igual el cuerpo y la mente, dedicar tanto tiempo a la supuesta “inteligencia práctica” como a la sensibilidad y la apreciación estética, y, por supuesto, sin distinción de género…”

¿De verdad todo esto es nuevo? se nos pregunta en este breve texto que, sin duda, consigue el efecto deseado: que vayamos al principio, a la fuente de la que siguen brotando muchas de las teorías educativas más avanzadas ahora mismo. La utopía de Fourier, su idea de comunidades autosuficientes (falanges o falansterios) más allá de las normas y reglas morales de la sociedad de su época, dentro de un estado al que daba el nombre de “Armonía” sigue cautivándonos y sorprendiéndonos. La educación para él es una parte esencial de esa aventura integradora. En muchas de sus líneas básicas coincide con la pedagoga italiana María Montessori, otra adelantada a su época con la que, asimismo, en muchos de sus principios está de acuerdo Edgar Morin, quien nos habla desde la más inmediata actualidad. Pero vayamos paso a paso, por partes.

CHARLES FOURIER: LA SIEMBRA DE PASIONES

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Charles Fourier

Si algo se permitió Charles Fourier fue imaginar, soñar, poner en acción su energía creativa. Os advierto que para acceder a sus teorías, a sus ideas, hay que dejar fuera los zapatos, entrar en su mundo descalzos de prejuicios, de verdades preconcebidas, y estar dispuestos a aprovechar sus indicaciones. Al leer a este hombre nos asombra que hayamos avanzado tan poco. Si sus ideas escandalizaron a la gente bienpensante de su tiempo, muchas siguen haciéndolo ahora. En un presente en el que el poder y los medios de comunicación tradicionales se afanan por imponer discursos homogéneos y en apariencia políticamente correctos –aunque en el fondo les anime el interés y les afee el cinismo– Fourier sigue siendo un provocador, un espíritu a contracorriente.

Confieso que a mí me han resultado extrañas algunas de sus propuestas y de sus terminologías; que me he movido por las páginas del ensayo entre anonadada y sumamente atraída, tanto por su contenido como por el estilo jovial, no exento de humor, de ironía, del autor. Reconozco que precisamente esa extrañeza, esa sensación de estar ante un libro agitador, ante una obra que a ratos me hacía sentir identificada y a ratos me sumía en el desconcierto, resultó ser un aliciente para seguir adelante, un estímulo añadido. Las ideas de Fourier, expresadas hace ya dos siglos, resultan desafiantes. Este ensayo que tengo entre las manos es capaz, tanto tiempo después, de abrir un debate necesario e inteligente. No se trata de creer a pies juntillas en todo lo que se expone, pero sí en tomar en consideración sus planteamientos, en tirar de su hilo para iluminar el presente e intentar mejorarlo.

Uno de los primeros consejos que recibe todo padre o madre que se decida a abrir las páginas de ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad? es que hay que huir de inculcar a los hijos los propios deseos, de animarles a realizar lo que no pudo ser cumplido. “Los padres condenan las inclinaciones más loables si parecen alejadas de sus propios puntos de vista. De ese modo, orientan a sus hijos hacia profesiones incompatibles con su naturaleza, lo que les conduce con frecuencia al desastre tras obligarles a languidecer de mediocridad”, señala el pensador, quien, a partir de ahí, considera que los niños no deben ser sometidos a la voluntad de padres ni de preceptores; que basta con guiarlos a través de la atracción, de la pasión por aprender, para que, guiados por su propia naturaleza, por sus gustos y capacidades, alcancen los objetivos básicos de “vigor, destreza e instrucción”.

A grandes rasgos, en las escuelas de Fourier, organizadas en grupos, los más pequeños aprenden trabajos y conocimientos emulando a los de más edad. Van pasando de una escala a otra, de una cuadrilla infantil a otra, según adquieren habilidades, fomentándose entre ellos la colaboración y también una sana competencia que les conduce a avanzar mientras la función de los adultos es de mera vigilancia. No hay órdenes ni castigos; las amonestaciones proceden de sus iguales. Lo único que se precisa es “ofrecer a los niños trabajos capaces de excitar en ellos la atracción” para que nunca más haga acto de aparición la pereza o la desgana.

En las escuelas de Fourier, organizadas en grupos, los más pequeños aprenden trabajos y conocimientos emulando a los de más edad. Van pasando de una escala a otra, de una cuadrilla infantil a otra, según adquieren habilidades, fomentándose entre ellos la colaboración y también una sana competencia que les conduce a avanzar mientras la función de los adultos es de mera vigilancia.

Las manualidades, la artesanía, la agricultura, la cocina, entran en este modelo educativo en el que desde un primer momento los niños participan en el bienestar de la comunidad con sus pequeñas aportaciones al trabajo colectivo, recibiendo incluso gratificación material, “una parte de los beneficios societarios”. ¿Niños, trabajo, salario? ¿Cómo puede ser? He aquí uno de esos puntos ante los que no podemos evitar sentirnos contrariados. Pero los trabajos de los que habla Charles Fourier, las labores múltiples en huertos, jardines y talleres, nada tienen que ver con la obligación, ni con el esfuerzo, sino con el placer, incluso con el juego, con la diversión, con el gusto por participar, por compartir tareas. Hacer conservas, recoger fresas, dar de comer a los animales, limpiar los gallineros… Se trata de fomentar, de estimular,  el interés por estas actividades, que se compaginan con otras como el ejercicio físico o el ballet. No sólo una ocupación, sino muchas ocupaciones, lo más variadas posibles, convertirán a los niños en seres autónomos, adaptados a los cambios, capacitados tanto para la vida práctica como para la creativa e intelectual, que se desarrollará en etapas más avanzadas de su formación.

Hay términos (“sectas”, “pequeñas hordas”…) e imágenes en la obra de Fourier que, como os decía antes, nos llevan a sentir cierta desconfianza. Como indica el profesor y filósofo francés René Schérer en el preámbulo de la edición de errata naturae, en algunas de sus descripciones (desfiles, movimientos de grupos, niños a caballo…)resuenan ecos marciales, evocadores, en varios sentidos, de las escuelas napoleónicas, los colegios militares, las paradas gimnásticas, las juventudes hitlerianas, los pioneros soviéticos, los voluntarios iraníes, etc”. Pero “tal objeción”, nos dice,”debe abordarse de frente, pues no se trata sino de un prejuicio. Sólo si la educación armonista (o unitaria) de Fourier implicase cierto alistamiento, entonces pasaría efectivamente a prefigurar un tipo de educación totalitaria, siendo mucho menos utópica de lo que se cree (…)”

Fotografía © Enrique de la Peña

He aquí algunas de mis extrañezas. Frente a ellas la luz y el estímulo que me abren conceptos como “siembra de pasiones”, con el que se alude a lo ya señalado anteriormente, la atracción, el resorte del trabajo atrayente, como fuente fundamental del aprendizaje, así como la defensa a ultranza de la igualdad, de la eliminación de clases en el acceso a una enseñanza que ha de proporcionar los mismos medios y gratificaciones tanto a pobres como a ricos. Fourier habla de “una educación para todos” (“un monarca civilizado no podría, ni siquiera derrochando sus tesoros, proporcionar a su hijo una educación equivalente a la que la Armonía ofrecerá gratuitamente al niño más pobre”, le leemos) y aboga por librar a los jóvenes de todo temor, por alejarlos de preceptos religiosos que introducen en su vida la noción de mal, de pecado, de castigo. El Creador es visto como una figura luminosa, benéfica, que procura el bien, en esta pedagogía, mejor antipedagogía, como la denomina René Schérer, que hace saltar por los aires los resortes tradicionales y se adelanta tanto a su tiempo que algunos de sus argumentos resultan absolutamente actuales y están en el centro de debates como el feminista.

“Un monarca civilizado no podría, ni siquiera derrochando sus tesoros, proporcionar a su hijo una educación equivalente a la que la Armonía ofrecerá gratuitamente al niño más pobre”, leemos a Fourier, quien aboga por librar a los jóvenes de todo temor, por alejarlos de preceptos religiosos que introducen en su vida la noción de mal, de pecado, de castigo.

Así cuando aún no hemos superado la imagen ideal y tópica de la buena madre, nos encontramos a Fourier señalando que no todas las madres tienen que dedicarse al cuidado de sus hijos o sentirse culpables por preferir otras ocupaciones. “Hay mujeres que se creen modelos de las virtudes republicanas porque les complace cuidar a los pequeños, mujeres intolerantes que difaman y condenan a aquellas otras que, demostrando gustos diferentes, dejan a los críos para acudir a reuniones de carácter placentero”, seguimos sus palabras, entendiendo que cuando habla de reuniones placenteras se refiere a los distintos trabajos que, siempre por gusto, por elección, se desarrollan en las comunidades (falanges), donde el reparto necesario de las labores es otro de los argumentos que demuestran que, también a nivel práctico, organizativo, lo mejor no es que todas las mujeres se dediquen a lo mismo.

Resulta muy recomendable este capítulo para todas aquellas profesionales que sufren por no dedicar todo su tiempo al cuidado de sus pequeños. No es el tiempo lo que importa, sino el disfrute y la calidad de ese tiempo, el amor, los mimos, la capacidad de alentar los apetitos y pasiones de los hijos, se extrae de la lectura de Fourier, sin duda un precursor del feminismo, algo de lo que no cabe ninguna duda cuando le escuchamos decir: “Nuestros civilizados, cuando enganchan en el mismo carro a la mujer y al burro, están lejos de pensar que el creador ha destinado a la mujer a competir con el hombre en todas las funciones sociales y a funcionar como contrapeso de la influencia del hombre, siempre ruda y opresora, puesto que no se basa sino en la fuerza”. O más adelante: “El salvaje envilece a la mujer por necesidad, el bárbaro por envidia y el civilizado por equivocación. La segmentación industrial, al originar una enormidad de tareas domésticas, destina a las mujeres a las labores más insulsas, de las que son apartadas por la naturaleza”.

La Civilización, con sus normas, con sus condicionamientos, distorsiona por completo el orden natural. La Civilización no es más que “una prisión política concebida para fastidio y tormento del género humano”, señala este hombre al que no le convencían nada los dogmas de la Iglesia ni las rigideces de instituciones como el matrimonio y que se manifestó ferozmente contra los males del capitalismo. “Sin duda resulta especialmente peligroso inspirar el gusto por la riqueza en una sociedad en la que normalmente sólo puede amasarse una fortuna recurriendo al engaño”, nos dice Fourier. Y también que a los niños hay que enseñarles a “amar sin hipocresías la riqueza, pero ganándosela honradamente”.

“Sin duda resulta especialmente peligroso inspirar el gusto por la riqueza en una sociedad en la que normalmente sólo puede amasarse una fortuna recurriendo al engaño”, nos dice Fourier. Y también que a los niños hay que enseñarles a “amar sin hipocresías la riqueza, pero ganándosela honradamente”

Es, repito, absolutamente sugerente, revelador, este ensayo que da cuenta de las distintas etapas de la educación, hasta llegar a la adolescencia, con la aparición del sentimiento amoroso y el despertar sexual (aquí se introduce la figura de los jóvenes de ambos sexos que postergan ese momento en aras de la amistad y la orientación de los menores) y que desgrana los objetivos de Armonía en comparación con la educación convencional y civilizada, como la denomina Fourier.

Para finalizar, un último extracto: “El niño societario de tres o cuatro años comprenderá, en una sola lección, que Dios ha provisto para hacerlo feliz, para llevarlo a desempeñar, gracias a la atracción, veinte trabajos útiles, cuyos beneficios siempre acaba recogiendo (…) Creerá en la providencia universal de Dios porque verá su bendición recaer sobre él y sobre cuanto le rodea. Tal doctrina resultaría incomprensible para un niño civilizado que se ve oprimido, condenado al trabajo y fustigado en la escuela bajo pretexto moral, y que ve cómo a los demás niños a su alrededor les falta el pan y el vestido. ¿Cómo podría creer en una providencia benefactora o formarse de ella una idea justa?”, se planteaba Charles Fourier. Os queda mucho por descubrir. Apenas os he puesto en antecedentes.

MARÍA MONTESSORI, EL VALOR DE SER UNO MISMO

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María Montessori

Mucho más conocidas sus ideas pedagógicas que las de Charles Fourier, la pedagoga italiana María Montessori (1870-1952), cuyas escuelas siguen siendo una corriente educativa innovadora en nuestros días, coincide en muchos de sus principios con el pensador francés. También en este caso partimos de la formación del niño en libertad, identificando sus potencialidades y encauzándolas en un ambiente adecuado, con la figura del maestro en segundo plano, consciente de que su papel debe ser el de guiar a los jóvenes desde la humildad, en la construcción de sí mismos, enseñándoles a utilizar correctamente los materiales de aprendizaje y limitando sus intervenciones a lo meramente necesario.

Aunque, frente a la visión global de Fourier, la de nuestra segunda protagonista se limita al ámbito educativo, también ella creyó firmemente en la importancia de la educación para transformar las sociedades, también soñó con colectivos formados por mujeres y hombres conscientes, críticos, coherentes, comprometidos. Ahora que  se conmemora la apertura de la primera escuela Montessori en 1907 en el barrio romano de San Lorenzo, bajo la denominación de “Casa dei bambini”, la editorial Herder pone en las librerías dos volúmenes que recuperan y analizan las ideas de esta mujer inquieta, abierta a múltiples intereses y actividades: Dios y otros escritos inéditos, muy interesante para profundizar en la fe religiosa que animó todo su trayecto, y De la casa de los niños y la morada del ser, un estudio de Juan Carlos Mansur Garda, catedrático del Instituto Tecnológico Autónomo de México, que nos acerca a su aventura pedagógica.

Humanista por encima de todo, católica, pacifista y feminista, Montessori, que se procuró una formación esmerada en los campos de la filosofía y la medicina, con especial atención a la psiquiatría y la psicología, señalaba que la educación es “poner al individuo en condiciones de labrarse en la vida su propio camino”. He aquí, sin duda, una de las ideas más enriquecedoras de toda su filosofía, una base de la que tan necesitados estamos hoy, cuando las voluntades tienden a uniformarse y la disidencia se combate. Al hablar de la búsqueda del propio camino se refiere la educadora a la formación de seres capaces de vivir en plenitud, de pensar por sí mismos, de tomar decisiones propias, en base a sus convicciones, aunque muchas veces no se correspondan con las imposiciones de la sociedad, con los discursos oficiales.

Humanista por encima de todo, católica, pacifista y feminista, María Montessori, que se procuró una formación esmerada en los campos de la filosofía y la medicina, con especial atención a la psiquiatría y la psicología, señalaba que la educación es “poner al individuo en condiciones de labrarse en la vida su propio camino”

Ella misma demostró poner en práctica estos principios cuando la Italia de Mussolini, que la había alabado en un principio por la labor de sus escuelas, quiso utilizarla para promover la formación de jóvenes adictos a los principios del régimen. Entonces hubo de negarse a colaborar y optó por exiliarse. Sus centros, abiertos a la alegría, a la sana creatividad, que tanto habían hecho por el bien de los niños más pobres, fueron cerrados en 1933, y no fue hasta mucho más tarde, en 1947, cuando regresó a Italia y siguió desarrollando su labor pedagógica.

En ese “labrarse su vida propia” nos habla Montessori del valor de ser uno mismo, de la congruencia y del desarrollo de la personalidad, retos a los que la educación debe tender en un presente en el que parece que gozamos de más libertad que nunca, pero donde la toma de decisiones no resulta fácil; en un mundo cada vez más complejo y lleno de posibilidades, donde tan complicado resulta atisbar la senda a seguir, interpretar correctamente la realidad. De ahí la importancia de anclar profundamente los principios, de armarse de auténticos valores que den sentido a la vida en medio de las contradicciones inherentes al ser humano. De ahí la necesidad de seguir escuchando la voz de María Montessori cuando nos dice que la educación debe formar a seres humanos en unidad, sin dobleces, decididos, maduros y responsables de sus propios actos; cuando nos habla de apertura y generosidad hacia los otros, de la búsqueda del bien común, punto en el que, como indica el profesor Mansur Garda, “el ser humano trasciende o asume la vida material y penetra en el mundo espiritual y moral”.

Consciente de que los estudios convencionales eran “áridos, fatigosos, sin altura, con la única finalidad de ayudar a encontrar un trabajo, a pesar de todo incierto e inseguro”, la pedagoga se afanó en la tarea de imponer el ser al tener, de fomentar la creatividad y la sensibilidad, dando mucha importancia a la socialización de los niños, porque es en el contacto con los demás, con personas de distinta condición y edad, donde cada cual acaba comprendiendo y comprendiéndose. Un recorrido rápido por los conceptos básicos de su modelo de enseñanza nos lleva a asumir nociones como la de la “espontaneidad de la vida interior del niño” y nos aparta de los principios tradicionales de la obediencia, el exceso de deberes, los premios y los castigos.

Fotografía © Enrique de la Peña

Montessori se refiere a los diversos períodos sensitivos de la edad infantil y recomienda respetar los tiempos, los ritmos de aprendizaje de cada pequeño en particular, aludiendo a la construcción amorosa de su yo y del entorno, así como a la necesidad de la concentración y a la felicidad, la alegría, que surgen como resultado de la autocreación. ¿Y en cuanto al papel de los padres? Hay verbos que definen muy bien el espacio que deben ocupar: Animar, acompañar, amar, respetar… “El adulto podría realizar una especie de misión: la de ser inspirador de las acciones infantiles, un libro abierto en que el niño pudiera descubrir las directrices de sus propios movimientos y aprender todo lo necesario para obrar bien”, seguimos las palabras de Montessori.

A partir de ellas el autor del ensayo que tengo entre las manos señala la importancia del papel de la familia para desarrollar felizmente la personalidad del niño y servirle de puente en su relación con los otros, en su desarrollo en sociedad. Aquí cabe detenerse en una interesante reflexión que hace el profesor Mansur Garda sobre la dificultad para encontrar en la actualidad ideales, modelos, ejemplos adecuados para orientar la educación de los más jóvenes. “¿Qué decir del modelo de poder económico que es tan atractivo como peligroso? ¿Qué decir del hombre que vive en la irrealidad y demencia del poder, donde el éxito económico es el único motivo de su felicidad? Emparentado con éste está el modelo de poder político, donde se puede justificar cualquier medio con tal de lograr el fin último, el vasallaje de los ciudadanos y su nación”, argumenta, y se refiere también a la presión social” a la que se ven sometidos los educadorespara formar a los niños hacia alguno de estos modelos e imágenes y terminar por convertirlos en un producto “vendible” para el mercado laboral”.

“El adulto podría realizar una especie de misión: la de ser inspirador de las acciones infantiles, un libro abierto en que el niño pudiera descubrir las directrices de sus propios movimientos y aprender todo lo necesario para obrar bien”, seguimos las palabras de la pedagoga italiana.

Situar todos estos valores propios del neoliberalismo y huir de ellos en la medida de lo posible no es tarea sencilla en estos tiempos que vivimos. Se trata de retos que deben ser asumidos en familia, convirtiéndose las familias, como señala el filósofo Santiago Alba Rico, en núcleos de resistencia fundamentales, en impulsoras de las sociedades transformadas (sociedades de la empatía, de la igualdad, de los cuidados) que tantos anhelamos. Es importante dar ejemplo en el modelo educativo de María Montessori, pero siempre con prudencia, evitando la tendencia a la imitación, alentando que los niños manifiesten sus propias ideas y pareceres, aplaudiendo las iniciativas y acciones donde expresan el criterio propio, el carácter que les hace únicos e irrepetibles.

El poder de desarrollar la propia persona se debe a que somos seres libres. Hay un “secreto” en el niño que permitirá que se desarrolle y se construya de acuerdo con su vida interior y con cómo reacciona frente al medio ambiente”, ponía de manifiesto María Montessori. En el durísimo tiempo que le tocó vivir, tiempo de entreguerras, esta mujer entregada trabajó por la educación de jóvenes capaces de vivir en plenitud, dispuestos a la paz. “En una época en que la humanidad sigue sufriendo la explotación laboral, la violencia, el deterioro ecológico y la transmutación de valores, producto por un lado de la ignorancia de la gente, pero también de la proliferación de sistemas educativos que explotan y reducen todo a precio y riqueza, María Montessori ayuda a dar luz sobre cómo educar en la verdadera libertad centrada en la coherencia, la responsabilidad, el amor a la verdad y el bien, así como la dignidad y el valor de las cosas, no por cuánto cuestan, sino por ser dignas de aprecio”, señala Juan Carlos Mansur Garda. Tomemos sus palabras a modo de resumen y como puente de paso hacia Edgar Morin y su Enseñar a vivir (Manifiesto para cambiar la educación), publicado por Paidós.

EDGAR MORIN, EL COMBATE POR LA LUCIDEZ

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Edgar Morin. Créditos: Despatin&Gobeli / Opale / Ediciones Fayard

La enseñanza, la ecología, el rumbo de Europa, están en el centro de las reflexiones del veterano pensador francés Edgar Morin (París, 1921). En realidad, se trata de ramas de un mismo árbol, la preocupación por la deriva del presente. La necesidad de preparar a las jóvenes generaciones para adaptarse a vivir en sociedades cambiantes, caracterizadas por la incertidumbre, es el punto de partida de Enseñar a vivir, un ensayo, que, en este caso sí, nos sitúa en la inmediata actualidad, una actualidad que conocemos bien, pero que no siempre acabamos de comprender. “¿Se puede llevar una vida razonable en un mundo desquiciado? ¿Dónde podemos hallar la sabiduría en el seno de nuestra civilización de la desmesura?”, se pregunta quien parte de la propia experiencia para argumentar que es esencial dudar, aprender de las equivocaciones, huir en la medida de lo posible de los conocimientos parciales y reductores, no aceptar ninguna verdad como absoluta, aprender a moverse entre las múltiples opciones de una realidad compleja.

Lo que yo aporto no es una receta, sino medios para despertar y estimular las mentes en su lucha contra el error, la ilusión, la parcialidad y, sobre todo en esta época nuestra de desorientación, de dinamismos incontrolados y acelerados y de oscurecimiento del porvenir, contra errores e ilusiones que en la crisis actual de la humanidad y de las sociedades pueden ser peligrosos y tal vez mortales”, deja claro desde un principio, desde su postura de observador, pues en este caso no estamos ante un visionario como Fourier, capaz de imaginar una sociedad mejorada y de poner el modelo en práctica, ni de una pedagoga sobre el terreno como Montessori. Su perfil es el de un filósofo de la proximidad que ofrece su privilegiada, esclarecedora, visión de hombre reflexivo, de testigo privilegiado del siglo XX y de los bruscos inicios del XXI.

“¿Se puede llevar una vida razonable en un mundo desquiciado? ¿Dónde podemos hallar la sabiduría en el seno de nuestra civilización de la desmesura?”, se pregunta Edgar Morin, quien parte de la propia experiencia para argumentar que es esencial dudar, aprender de las equivocaciones, huir en la medida de lo posible de los conocimientos parciales y reductores, no aceptar ninguna verdad como absoluta, aprender a moverse entre las múltiples opciones de una realidad compleja.

Morin hace suyas las teorías de otro analista del hoy, Patrick Lagadec, sobre la actual “civilización del riesgo”, capaz de “fabricar” catástrofes económicas, políticas, ecológicas y culturales de manera sistémica”, y, a partir de ahí, nos dice que para enseñar a vivir también hay que enseñar a afrontar las incertidumbres y los riesgos. Son muy sugerentes, atractivos, los puntos de vista que nos ofrece el filósofo en esta breve e intensa obra cargada de preguntas, tras cuya lectura salimos aún más convencidos de que la buena educación es algo mucho más profundo de lo que se suele enseñar en las aulas, que su sentido está más allá del conocimiento de las distintas materias, de la superación de pruebas y exámenes.

La tendencia tecnoeconómica, cada vez más poderosa e influyente, tiende a reducir la educación a la adquisición de competencias socioprofesionales en detrimento de las competencias existenciales, que pueden regenerar la cultura e introducir temas vitales en la enseñanza”, señala el pensador, poniéndose del lado de Rousseau, quien le inspira con la propuesta de su célebre Émile: “Debemos enseñar a vivir”. “Ciertamente no hay recetas de vida”, prosigue Morin, “pero se puede enseñar a relacionar los saberes con la vida. Se puede enseñar a desarrollar lo mejor posible una cierta autonomía y, como diría Descartes, un método para conducir bien la mente, lo cual permite afrontar de una forma personal los problemas del vivir. Y se puede enseñar a cada individuo aquello que ayude a evitar las trampas que permanentemente nos tiende la vida”.

La comprensión, la solidaridad, son palabras que se repiten una y otra vez en la escuela ideal de Morin, una escuela no sólo para jóvenes; también para adultos interesados en graduarse en el buen vivir. El filósofo, que se adhiere a la vía de la sobriedad feliz propugnada por Pierre Rabhi (de quien ofrecemos otro amplio artículo en “Lecturas Sumergidas”), señala que “la palabra bienestar se ha degradado al identificarse con las comodidades materiales y las facilidades técnicas que produce nuestra civilización”; que no se trata solo del “bienestar de los sillones mullidos, del mando a distancia, de las vacaciones exóticas, del dinero siempre disponible”, que “existe una clara oposición, tantas veces señalada entre ser y tener”; que no todo es cálculo y cantidad; que no todo se paga y tiene un valor monetario; que debemos abrir una senda que tenga en cuenta valores de tipo psicológico y moral; que, más allá de la necesaria razón, la vida también requiere goce, amor, estética, pasión y un mínimo de insensatez.

Señala Morin que no se trata solo del “bienestar de los sillones mullidos, del mando a distancia, de las vacaciones exóticas, del dinero siempre disponible”, que “existe una clara oposición, tantas veces señalada entre ser y tener”; que no todo es cálculo y cantidad; que no todo se paga y tiene un valor monetario; que debemos abrir una senda que tenga en cuenta valores de tipo psicológico y moral.

La sabiduría moderna debe ser un poco loca. O mejor dicho, debe ser reemplazada por un arte de vivir continuamente renovado, continuamente inventado”, escuchamos a Morin, quien también pone de manifiesto el rechazo de las ideas de venganza y castigo; la necesidad de aprender a distanciarse de uno mismo, objetivarse, descubrirse, examinarse, criticarse y aceptar las críticas de los demás. Todo eso, del mismo modo que la introspección, la meditación, la reflexión, resulta indispensable para la comprensión propia y de los demás, “algo vital, pero que actualmente no se enseña”, nos dice.

He aquí lo que una filosofía renovada podría aportar a los alumnos desde la edad más temprana”, le seguimos. Le seguimos cuando declara: “La filosofía debe dejar de ser considerada como una asignatura para convertirse en motor y guía de la enseñanza para la vida. Debe volver a ser socrática, es decir, diálogo y debate constantes. Debe volver a ser aristotélica, es decir, “poner en ciclo” (enciclopediar) los conocimientos adquiridos y las ignorancias descubiertas por nuestra época. Debe volver a ser platónica, es decir, ha de interrogarse acerca de las apariencias de la realidad. Debe volver a ser presocrática y lucreciana, reinterrogando al mundo a la luz y la oscuridad de la cosmología moderna”.

Fotografía © Enrique de la Peña

Mostrar tanto las certidumbres como las incertidumbres de la ciencia, el carácter cambiante de las teorías científicas, es otro de los aspectos sobre los que pone el foco Edgar Morin, insistiendo en la importancia de enseñar a cultivar la duda. “La necesidad de la duda se ve incrementada en esta época nuestra, en que falsas informaciones, rumores y habladurías no sólo circulan a través del boca a oreja, sino que se propagan a una velocidad y con una amplitud inauditas por Internet. No obstante, también es preciso saber que la duda incontrolada e ilimitada se transforma en la certidumbre paranoica de que todo es falso o simplemente mentira. También hay que saber dudar de la duda”.

La buena educación debe alentar la formación de niños despiertos, de jóvenes capaces de pensar por sí mismos, de contrastar las informaciones, de reflexionar profundamente y no dejarse confundir, de no tener miedo a manifestar sus opiniones en libertad, de tomar decisiones en la medida de lo posible libres de presión, de contaminación mediática. La buena educación ahora debe partir de los principios de riesgo, incertidumbre e imprevisibilidad que definen el siglo XXI, un siglo en el que no puede haber una enseñanza que de la espalda al daño ecológico, al peligro nuclear. Edgar Morin nos habla desde el hoy, pero en muchos aspectos coincide completamente con Fourier, con Montessori. Como ellos insiste en la que debe ser la misión básica de toda educación: la autonomía y la libertad mental. Una misión donde la cultura es fundamental, y que, me atrevo a añadir, los gobernantes mediocres se afanan en obviar, porque no interesa la formación de ciudadanos capaces de desenmascarar los intereses, las mentiras, las trampas, del poder.

“La necesidad de la duda se ve incrementada en esta época nuestra, en que falsas informaciones, rumores y habladurías no sólo circulan a través del boca a oreja, sino que se propagan a una velocidad y con una amplitud inauditas por Internet. No obstante, también es preciso saber que la duda incontrolada e ilimitada se transforma en la certidumbre paranoica de que todo es falso o simplemente mentira. También hay que saber dudar de la duda”, argumenta Edgar Morin.

En política la libertad es un riesgo (…) Enunciar una idea no conforme con la convicción colectiva (la de las inteligencias engañadas o ignorantes) es un peligro. La libertad puede ser peligrosa desde el momento que contradice las verdades establecidas”, escribe el pensador, para quien el fondo de la enseñanza de la libertad consiste en “aprender a ser consciente de lo que uno elige, consciente de los peligros, de las incertidumbres, de los cambios de sentido de la acción (…), de la apuesta que entraña toda elección…”

En línea con todo lo expuesto hay una dura crítica en este manifiesto para cambiar la educación a la reducción de las humanidades en los actuales planes de estudio. Muy cercano a lo que expone el profesor italiano Nuccio Ordine en su libro La utilidad de lo inútil, Morin declara: La vulgata tecnoeconómica hoy dominante considera las humanidades como algo carente de interés o como un lujo, lo cual lleva a reducir las horas de historia, de literatura, y a eliminar las clases de filosofía por tildarlas de mera cháchara. El imperialismo de los conocimientos calculadores y cuantitativos progresa en detrimento de los conocimientos reflexivos y cualitativos”, constata, poniendo el foco en la universidad, donde se imponen cada vez más los criterios empresariales, alertando del grave peligro que todo esto supone para la cultura y haciendo un llamamiento a recuperar los puentes, las comunicaciones rotas, entre la rama científica y la humanística, que están en la base de la crisis de la enseñanza.

Son muchos los puntos de interés de este ensayo que desemboca en la visión de la crisis de civilización en la que estamos inmersos; que no elude temas tan problemáticos como la violencia en las escuelas o el conflicto de la integración entre distintas culturas, especialmente llamativo en Francia, donde hace poco estalló la polémica por la utilización del velo islámico en las aulas. La incomprensión, la insolidaridad, la falta de empatía, de diálogo… ¿Puede hoy una buena educación dar la espalda a tantos conflictos y carencias? ¿Puede dejar de lado a las humanidades, puertas de entrada necesarias para luchar contra todo esto, para fomentar la proximidad?

El filósofo apuesta por todo lo contrario. Por más humanidades. Somos muchos los que lo secundamos. Sugiere recurrir cada vez más a la literatura, a la poesía, al cine, como medios para impartir lecciones de la comprensión humana. Y también a superar los compartimentos estancos que impiden una comunicación entre las distintas disciplinas comunicación esencial para acceder a un conocimiento global, integrado de la realidad. Morin aboga por la ética del diálogo y alerta, del mismo modo que Emilio Lledó, contra el mal del sistema de evaluaciones asfixiantes, cuantitativas. En un momento el pensador nos dice que de lo que se trata es de “armar las mentes para el combate vital por la lucidez”. El camino es, pues, luchar por reformar el conocimiento, el pensamiento, la educación. “Promover algo más que una reforma, algo aún más rico que una revolución, una metamorfosis”, propone nuestro protagonista. Impliquémonos pues, desde todas los ámbitos, como educadores, como padres, como ciudadanos comprometidos, en la formación de hombres y mujeres capaces de “saber vivir, pensar, actuar en el siglo XXI”.

Fotografía © Enrique de la Peña

En este artículo se habla de los siguientes libros:

  • ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad?, de Charles Fourier, publicado por Errata Naturae. Introducción y selección a cargo de René Schérer. Traducción: Javier Palacio Tauste.
  • De la casa de los niños a la morada del ser. Conocer a la persona a partir del pensamiento de María Montessori, de Juan Carlos Mansur Garda. Editorial Herder.
  • Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación, de Edgar Morin, editado por Paidós. Traducido por Núria Petit Fontserè.
  • Todas las fotografías en B/N de los niños son de © Enrique de la Peña, a quien podéis seguir en blogscriptum.

Fuente: https://lecturassumergidas.com/2016/10/30/la-buena-educacion-dialogo-con-fourier-montessori-y-morin/

 

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El doctorado perjudica seriamente la salud mental: uno de cada tres estudiantes está en riesgo

Por: Marcos Barajas

La Universidad de Gante revela que el 32% de los doctorandos está en riesgo; la situación en España puede ser mucho más dramática.

En 2015, 14.694 estudiantes leyeron su tesis doctoral en España. Y es posible que 4.702 estuviesen entonces en riesgo de padecer algún tipo de desorden psiquiático, como la depresión. La cifra no es exacta pero, según un estudio publicado por la revista Research Policy y liderado por la Universidad de Gante (Bélgica), la salud mental del 32% de este colectivo está comprometida -dos veces más que entre la población con un elevado nivel educativo-.

Los problemas para conciliar vida familiar y laboral, la obtención continua de resultados que demanda la investigación, la supervisión constante de su trabajo y las expectativas poco halagüeñas de encontrar después un empleo acorde a su preparación tienen parte de la culpa.

Desarrollar una tesis no es un trabajo cualquiera. Marta Giménez, psicóloga clínica y directora de investigación e innovación del Centro de Psicología Área Humana, sintetiza así las razones que lo hacen potencialmente estresante: «Requiere una combinación de habilidades técnicas, intelectuales y emocionales para la consecución de resultados óptimos en contextos de considerable exigencia, procesos de larga duración y con consecuencias para el futuro profesional y académico». Pero hay más razones, porque en esta carrera de fondo cada cual escribe su propia lista de motivos.

Con trabajo duro no vale

Por ejemplo, la de David Nievas. Realiza su doctorado en el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. Su objetivo es analizar las diferentes formas de islamismo en entornos democráticos como Mali, que se encuentra en el punto de mira del terrorismo internacional. Antes trabajaba en una oficina, así que reconoce que adaptarse a su nueva rutina no fue sencillo. «El doctorado es un trabajo que, en muchas ocasiones, es muy individual y solitario. Me costó pasar de trabajar para otros de forma dirigida a hacerlo para mí mismo y a dirigir mi propia investigación, muchas veces sin referencias previas», asegura. No es el único escollo.

La inseguridad y la desmotivación ya han visitado a Nievas en alguna ocasión ante la falta de recompensas inmediatas, porque, «al ser un trabajo generalmente minucioso, profundo y reflexivo, los productos del trabajo se aprecian a largo plazo con la publicación de artículos o la participación en clases o conferencias». Por todo ello, y por la presión -muchas veces autoimpuesta- que sufren, considera que los doctorandos son «más vulnerables» a este tipo de trastornos, extremo que el citado artículo no confirma.

La propuesta de Nievas: atención psicológica especializada para ellos en los centros universitarios. La idea no suena muy descabellada porque la gestión de las emociones desempeña un papel clave en este oficio, que los especialistas consideran que sólo puede ejercerse con éxito gracias a grandes dosis de motivación, disciplina y tolerancia a la frustración y a las críticas. Más aún cuando los objetivos no siempre se cumplen a la primera.

«Es indispensable el trabajo personal: adoptar una visión proactiva y positiva hacia la solución de problemas y desafíos», cuenta Giménez. Otros hábitos, como cuidar la alimentación, realizar actividades deportivas y de ocio con regularidad y no aislarse de los demás -sobre todo, de personas ajenas al contexto académico- también puede ser de ayuda, afirma esta experta.

Una carrera contra el reloj

Quien está acostumbrado a lidiar con el fracaso, por su faceta como deportista, es Luis Alberto Marco; una profesión que también le ha brindado apoyo económico. Ahora realiza el doctorado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla para determinar qué factores son responsables del buen rendimiento físico y deportivo. En su caso, el tiempo es el principal limitante, sobre todo, cuando le exigen nuevos resultados con cierta frecuencia.

«Muchas veces, el desarrollo de la tesis se estanca por distintos motivos intrínsecos -problemas con la metodología, con los materiales o por pérdida de la muestra- y otras muchas otras, por factores extrínsecos -trabajo, familia o dinero-«. Así que Marco espera optar en el futuro a una plaza de profesor asociado, ayudante doctor «o similar» para dejar de investigar «a contrarreloj».

Para algunos estudiantes, no todos, la tesis doctoral es el primer contacto directo con el mundo laboral. Por si fuera poco, en algunas carreras se hace especial hincapié en los contenidos teóricos pero no se abordan con suficiente profundidad ni la vertiente experimental ni la dinámica de trabajo de un grupo de investigación. Incluso para quienes ya estén familiarizados con este entorno, «la implementación de procesos de acompañamiento para la incorporación a las nuevas actividades, como el mentoring o el entrenamiento en habilidades de gestión emocional y prevención de estrés, pueden ser estrategias muy útiles para minimizar el impacto negativo en la salud mental», sostiene la psicóloga Giménez.

Un futuro poco halagüeño

Sentirse arropado es fundamental. Sobre todo, cuando la realidad no muestra su mejor cara. «Desmoraliza simplemente saber que, por mucho que te esfuerces o por bueno que seas en tu especialidad, tu trabajo se valorará poco en la sociedad y acabarás teniendo que marcharte de tu ciudad y alejarte de los tuyos para que la tesis no haya sido en vano», lamenta Paula Ruiz.

Esta biotecnóloga desarrolla su tesis en la Universidad de Valencia; en concreto, en la fundación FISABIO. Allí, estudia el genoma de dos de las bacterias más peligrosas, según la OMS, por su resistencia a los antibióticos, de cara a desarrollar tratamientos más eficaces.

También ella, como Marco, mira con temor al calendario, aunque por un motivo bien distinto: «Como necesitaba estar admitida en un programa de doctorado para poder solicitar varias becas pero, a la vez, tenía un plazo para realizar la tesis, he perdido un tiempo muy valioso hasta que se resolvió mi situación». En consecuencia, ahora debe obtener resultados válidos lo más pronto posible porque la burocracia ha reducido su margen de error, «con el estrés que eso conlleva».

El dinero, un bache en el camino

El estudio de la Universidad de Gante no aborda los problemas económicos. Sin embargo, éstos suelen convertirse en el principal bache en el camino. «El primer reto es obtener de un contrato de trabajo mediante convocatorias públicas altamente exigentes, o bien la cada vez más exigua contratación por parte de los grupos», aseguran Violeta Durán y Pablo Giménez, miembro y presidente, respectivamente, de la Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios. Esta segunda opción es más difícil, teniendo en cuenta «la forma en que se financian los proyectos: los investigadores tienen dinero para comprar material pero se les impide que lo utilicen en contratos«.

Es una de las razones que explica por qué hay tantos aspirantes a doctor que se ven obligados a dejar su tesis sin terminar. Sin apoyos familiares, bancarios o ahorros suficientes, no todos pueden seguir trabajando sin cobrar. La solución, argumentan desde Precarios, pasa por aumentar la financiación destinada al doctorado para favorecer la contratación de más personal y aprobar un estatuto del personal investigador en formación para crear un marco legal y jurídico estable y seguro, entre otras medidas.

Ante este panorama, y si el tema de investigación lo permite, otros dividen su atención entre varios frentes. Es lo que hace Pilar Almansa. Dramaturga, directora de escena y profesora, ahora también estudia cómo aplicar las tecnologías interactivas al teatro en la Universidad Complutense de Madrid. «Ahora mismo, mis esfuerzos están más orientados a conseguir una beca que a la tesis en sí. Cualquier actividad que implique el desdoblamiento de tu fuente de financiación y tu dedicación intelectual es estresante de por sí y puede acabar en depresión», lamenta. Sabe bien de lo que habla: ha sufrido lo mismo en el mundo teatro, donde la realidad impone aceptar empleos fuera de las tablas para poder subirse a ellas.

Por desgracia, las dificultades no terminan al acabar la tesis. Porque aunque la tasa de desempleo en la población española entre 25 y 64 años que había completado sus estudios de doctorado en 2014 era de un 8,2%, según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, muchos se debaten -con el título en la mano- entre irse al extranjero para encontrar un trabajo acorde a su nivel de formación o renunciar a su carrera investigadora para disfrutar de su vida personal.

A falta de que se haga una actualización de la Encuesta sobre recursos humanos en ciencia y tecnología, que el INE publicó en 2010, los entrevistados para este reportaje coinciden al asegurar que las conclusiones del artículo de la Universidad de Gante bien se podrían ajustar a la realidad de los estudiantes predoctorales en España. «Pero es necesario recordar que es un estudio realizado en Bélgica, un país que invierte alrededor del 3% del PIB en investigación -respecto al 1,24% español– y que goza de un gran sistema de investigación», matizan desde Precarios. La situación, aquí, «puede ser mucho más dramática».

Fuente: http://www.elmundo.es/f5/campus/2017/04/19/58f646dfca4741dc138b461b.html

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Entrevista: Los culpables de lo que pasa en educación no son los maestros, es el sistema

Entrevista a: Alain Touraine

El sociólogo francés Alain Touraine reflexiona sobre del papel de la educación, la escuela y los maestros en el modelo social que describe para nuestros tiempos.

Sus 91 años no le impiden seguir pensando y compartiendo con claridad y lucidez sus ideas acerca de la sociedad que viene. El sociólogo francés, uno de los máximos representantes del pensamiento europeo y premio Príncipe de Asturias 2010 junto a Zygmund Bauman, advierte que hemos pasado de una sociedad posindustrial a un modelo postsocial donde la sociedad, tal y como la conocemos, se descompone en favor de un sistema donde predomina el individualismo. Durante su visita a Barcelona con motivo de la conferencia Encuentros BCN reflexiona en exclusiva para AIKA acerca de la educación que viene:

Ayer pensaba que no podría dar una conferencia en español, estaba casi seguro de que me iban a salir puras palabras italianas, porque actualmente hablo italiano todos los días y español casi nunca. Estaba un poco asustado, la verdad, pero ha funcionado.

Le escuché y se le entendió perfectamente. Ha explicado que lo social ha desaparecido, y que hemos de pensar en términos individuales.

¿Cómo encaja la educación en el paradigma que usted plantea?

Es muy sencillo. La educación en nuestras sociedades era definida como socialización. ¡Eso era horrendo! Es horrendo utilizar la educación como una manera de incorporar los individuos a la sociedad, que es un sistema de poder. La cuestión es reemplazar la socialización, como meta de la educación, por la famosa subjetivación. El papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo, especialmente de cada joven. No solamente, pero la población más importante es esa.

“El papel de la educación no es socializar, sino aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo”

Yo fui educado en un liceo público, pero también en mi familia, con los métodos antiguos. Es decir, el profesor, el maestro —una palabra clave: ¡el maestro!—, transmitía ideas universales: la ciencia, la patria, la familia, la cultura (con una C grande), los grandes valores, etc. a jóvenes que vivían en un espacio limitado. Hay que eliminar eso. Entonces, la idea era realmente muy buena: frente a un mundo campesino donde la gente estaba dominada por una burguesía local rentista, se podían acercar temas universales a través de la escuela pública (y contra la Iglesia católica prácticamente, en el caso francés). Yo he vivido eso durante muchos años, largos años de guerra, y no era el momento para discutir órdenes, pero recibir esa educación para mí fue realmente un sufrimiento. Yo fui muy infeliz en la escuela.

¿La escuela de hoy en día está preparada para este cambio?

No. Yo creo que está muy atrasada, pero ha cambiado un poco. Lo que he descubierto, en el caso francés, es que un porcentaje relativamente alto de los maestros han cambiado. No son un 10% los que hacen otras cosas sino que hay un 30 o 40% que están tratando de cambiar la capacidad de expresión y de iniciativa de los jóvenes.

También he descubierto, con más distancia, que no son los maestros realmente los culpables de lo que pasa, es el sistema. El sistema es el ministerio centralizado y los sindicatos que viven del sistema. Aumentar el grado de autonomía e iniciativa para mí es fundamental. Primero, de los maestros, y segundo, y en consecuencia, de los alumnos. La burocratización de la escuela, de la educación, es responsable de este tipo de reproducción social. Cuando se discute sobre educación y hacen huelga en Francia, los sindicatos dicen que con 25 alumnos no se puede hacer nada, pero con 22 es muy fácil. ¡Es estúpido! No quieren cambiar nada. Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más.

“Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más”

El cambio no consiste en transformar la abstracción en actividades prácticas y de trabajar en una máquina. No se trata de eso, sino de dar más importancia, incluso en las notas de los alumnos (aunque hay que eliminar las notas lo máximo posible) a los medios técnicos y tecnológicos. Usando las palabras del mejor especialista en educación en Francia: hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia. Experiencia significa tecnología, pero también emociones y comunicación. No se puede aislar el conocimiento matemático, o a Platón, o la teoría de la relatividad, sino que es necesario vincular la experiencia, la interpretación y el análisis, no romper a favor de la abstracción, que es la reacción a lo concreto. No se debe eliminar lo concreto. Hay que pensar, por ejemplo, en colores, en formas, en movimiento…

 ¿Cómo encajan las nuevas tecnologías en ese marco?

Yo creo que las tecnologías como tales no son tan importantes. Lo importante es si la tecnología favorece la reintroducción de la experiencia, incluso en el aspecto de la comunicación y el aspecto afectivo. No hay que aislar el mundo escolar, no aislar al maestro del padre, de la madre, del amigo, de la amiga o del estudiante.

¿Las nuevas tecnologías ayudan a socializar o a desocializar, en el mundo educativo?

Depende de las tecnologías. La mayor parte de las tecnologías son colectivas, son máquinas. Yo diría que lo importante en las tecnologías es la información, porque no hay conocimiento sin información. Pero la información no tiene que estar aislada de la comunicación, que es fundamental, ni de las emociones, de lo afectivo. Es una idea clásica muy elemental pero fundamental.

“Hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia”

Del mismo modo, no se debe aislar lo mejor de lo inferior, que no hable solo la elite científica. No es fácil, porque necesitamos una elite científica, y no cualquier persona puede estudiar, por ejemplo, matemáticas a un nivel alto. Pero lo importante es que esta gente tenga la capacidad de ascender en su imaginación y no oponerse, no decir: “si tu eres bueno en matemáticas, no pierdas tu tiempo con pintura, juegos, amistades, conflictos o peleas”. Hay que subir hacia la abstracción y la creación científica o intelectual, pero en relación con toda la vida, como conjunto de experiencias afectivas y de comunicación. El éxito de una nación o un individuo está en la capacidad de pensar de forma abstracta y científica, pero eso no puede eliminar lo concreto, porque eso es una motivación de clase social.

Hablando de clase social, había dicho usted que la escuela era importante para disminuir las desigualdades…

No en el momento actual. La escuela, y hablamos de la escuela pública, aumenta las desigualdades. No las mantiene o las reproduce, sino que las aumenta. Hay que respetar la experiencia del alumno o de la alumna. Eso es importante. Por ejemplo, en Francia, no sé en España, está prohibido hacer estadísticas según el origen étnico de los estudiantes. Se hace por buenas razones, es muy respetable, pero el resultado es que cuando se habla en sociología de sectores especiales de la escuelas, de gente en situación difícil, son todos árabes. Ahí el efecto es absolutamente negativo por no utilizar las palabras, los datos, lo que todo el mundo sabe. ¡En el barrio todo el mundo sabe que en esa escuela son todos árabes!

“La escuela pública no mantiene o reconduce las desigualdades, sino que las aumenta”

Lo interesante es que la discriminación étnica es muy fuerte con los hombres y casi nula con las mujeres. Las mujeres, si buscan un empleo, dicen “yo me llamo Leila no se qué” y pueden conseguir el empleo. Si dices “Mohamed”, nunca lo vas a tener. La discriminación y la segregación afectan a los hombres, porque los hombres son considerados superiores.

¿La falta de escolarización no suele afectar más a las mujeres?

No. Incluso para los inmigrados, el nivel de escolarización es más alto para las mujeres que para los hombres. Hay que hablar de forma precisa. Las alumnas, las mujeres, obtienen un nivel de escolaridad más alto, pero tienen un nivel de expectativas más bajo. Hay un viejo estudio muy conocido de estudiantes de química. Las niñas estudiantes de química han resultado mejores y estudian más que los hombres, pero ¿cuánto ganarán dentro de cinco años como ingenieras químicas? Las expectativas de las mujeres son más bajas, a pesar de que hay más escolarización o mejores resultados escolares. La contradicción es impresionante, es una demostración de la sociología. Es evidente que no es un problema de competencia, de calidad o de inteligencia, es un puro mecanismo de interiorización, de discriminación. Las expectativas han resultado.

¿Qué papel le queda al profesor?

Más y más, se ve una relación inversa. En general, el alumno utiliza la tecnología para dar solución a los problemas, y el papel básico del maestro es ayudar al alumno o la alumna a incorporar un conocimiento o una técnica dentro de la experiencia multidimensional, afectiva y comunicativa del joven.

Touraine, durante su conferencia en la Universidad de Barcelona. Foto: Anna Montero.

A lo largo de su larga carrera profesional ha escrito usted muchísimos libros. En la era de la tecnología, permítame la curiosidad, ¿escribe usted a mano?

(ríe) Es cierto que en mi caso hay dos cosas. Primero, es un aspecto físico o emotivo, tengo una relación del tipo amorosa-erótica con la escritura. Es hermoso, es un poco como hacer nacer, es una visión femenina, de crear. Segundo, empecé en la profesión muy joven, como profesor. Cuando escribí mi primer libro tenía 28 años.

Yo hablaba mucho con un amigo, y él me decía que en matemáticas el 10 % produce el 90 % del conocimiento. Le dije que lo mismo pasa con las ciencias sociales, solo que aquí no es el 10 sino el 5 % quién produce el 95 % del conocimiento. Yo creo que esa lógica es un mundo que atrae a los mediocres. Es un trabajo mal pagado, realmente muy mal pagado y con un estatus social muy limitado, pero te da mucha libertad. Ninguna persona me ha dado en toda la vida una orden.

¡Qué afortunado!

Es una suerte, he hecho absolutamente lo que quería hacer.

¿En este mundo en el que se valora tanto la ciencia y la tecnología, cree que se le da poco valor a las ideas de pensadores, de filósofos o sociólogos como usted?

Yo creo que en el momento actual hay un cambio de mundo, y tratar con ideas es difícil. Yo tenía un amigo físico que recibió un premio Nobel y decía: “Yo era incapaz y fui a un colegio experimental”. Y no le fue tan mal, ¡ganó un premio Nobel!. Es un poco lo mismo. La sociología no es un mundo exacto, es un trabajo de imbéciles muchas veces, aunque no siempre.

Hay muchos sociólogos hoy aquí…

¡Pues seguramente muchos de ellos son tontos!

Fuente: http://webdelmaestrocmf.com/portal/alain-touraine-los-culpables-lo-pasa-educacion-no-los-maestros-sistema/

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Reino Unido: Teacher speaks to RT about her viral ‘rant’ against Tory education cuts

Reino Unido/Abril de 2017/Fuente: RT

Resumen: La «burla masiva» de un profesor acerca de lo que ella ve como el socavamiento del gobierno conservador del sistema educativo británico se ha vuelto viral. Se ha compartido casi 13.000 veces en menos de 24 horas. La profesora de inglés Rebecca Bradley nunca pensó que su largo mensaje en Facebook sobre los recortes a los presupuestos escolares y las reformas en el plan de estudios haría de ella una niña aficionada, pero el candido post alcanzó un acorde entre los maestros y padres de toda Gran Bretaña, .Yo estaba viendo un clip con Justine Greening en las escuelas de gramática, y ella reiteró que el Partido Conservador había aumentado su gasto en educación a niveles récord «, dijo Bradley a RT al describir lo que la motivó a escribir el largo post. «El reportero de la BBC, cuyo nombre me escapa en el minuto, siguió llamándola en ella, pero ella seguía empujando este ángulo. Y yo no podía lidiar con eso. » En la nota de Facebook, el profesor de 12 años describe cómo las reglas para los nuevos exámenes de GCSE están cambiando constantemente, dejando a los estudiantes y maestros en una pérdida. También enumera cómo el programa de las escuelas de gramática de los Tories está desviando fondos estatales a escuelas que beneficiarán de manera efectiva a los niños de hogares más ricos.

A teacher’s “massive rant” about what she sees as the Conservative government’s undermining of the British education system has gone viral. It has been shared nearly 13,000 times in under 24 hours.

English teacher Rebecca Bradley never thought her long Facebook post about cuts to school budgets and reforms in the curriculum would quickly make her a poster girl, but the candid post struck a chord among teachers and parents across Britain, collecting over 6,400 likes and thousands of comments.

“I was watching a clip with Justine Greening on grammar schools, and she kept reiterating that the Tory Party had increased their spending on education to record levels,” Bradley told RT in describing what had motivated her to write the long post.

“The BBC reporter, whose name escapes me at the minute, kept calling her out on it, but she just kept pushing this angle. And I just couldn’t deal with that.”

In the Facebook note, the teacher of 12 years describes how rules for new GCSE exams are constantly changing, leaving both students and teachers at a loss. She also lists how the Tories’ grammar school program is diverting state funds to schools that will effectively benefit children from richer households.

“It’s a clear fact that house prices in [grammar school] catchment areas are higher. It’s a clear fact that middle-class families usually spend on tutoring and so more middle-class children get into grammar schools,” the teacher wrote in her now well-known post.

“Why do we need to build more schools when we can just give more money to existing ones? It’s easy to improve a school. Stop cutting funding and invest in decent support services.”

However, what seemed to catch the public’s imagination were the severe cuts to school funding that has resulted in fewer teachers and teaching assistants, as well as fewer subjects and less pastoral support.

Rebecca Bee

el jueves

Do you have school-aged children?

I am a teacher. I’ve been a teacher for nearly twelve years. I’ve seen a huge number of education changes happen during this time, but I am worried about what is happening in education right now – and I am not sure that the general public are aware of the extent of the difficulties we face.

Let me start by saying that I am not concerned about my pay. I don’t want more money. I am not asking for your concern about my wages.

What I am concerned about are the cuts that the Conservative government are making to education – huge, life-changing cuts that are having a detrimental effect on the mental health and well-being of a massive number of children and young people.

This is going to be long, but if you have children, please bear with me and read to the end.

1. The new GCSE system

Michael Gove started his annihilation of the A*-G GCSE system back in 2010, and this year we see the first string of examinations take place. «More rigour» was the battle cry. However, did you know that the new GCSE English Literature exam – including the poetry exam, requiring study of an anthology of 15 poems – is closed-book? This means that no student will be given a copy of the text in their exam – not even SEND (special educational needs and disabilities) students, many of which have recall and memory problems.

The GCSE English Language exam uses extracts from heritage texts that carry a reading age of approximately 17. The average reading age of a GCSE-level student is 14. So why are we asking our students to read and analyse texts that are aimed at someone with a reading age 3 years above their own? Some of my students have a reading age of 9. They cannot in any way access the papers. In addition to this, the papers are up to 2hrs and 15mins long, often with a high number of questions – the Edexcel GCSE English Language paper 2 is equivalent to a mark a minute. I am seeing students who want to succeed breaking down as they simply cannot fit it all in – to understand and then interpret a text in such a small amount of time is extremely difficult for some students, and so what we are seeing is an increasing number of students switching off from their education as they simply write themselves off as ‘stupid’. You can see the Edexcel GCSE papers for English language here: https://qualifications.pearson.com/…/GCSE-English-Lang-SAMs…

I can only speak for English as it is my subject, but what I know is in existence across the whole curriculum is this: the Conservative government and Ofqual have released a new 9-1 grading system – but have only just, one month before GCSE exams commence, launched any real model of what each grade looks like. For the last two years, teachers have been working to help students achieve grades without knowing what those grades look like. We were told that a 9 was an «A**», reserved for the top 3% of the country, and we were told that a «good pass» would be a 5 and equivalent to a high C/low B, and that a 1 would be equivalent to a G, but that’s it. Last month, they even changed that – making the new «good pass» a 4 for students – but to add insult to injury, kept the «good pass» at a 5 for schools when being graded for league tables.

Confused yet? Imagine working in it.

We still don’t know how the new GCSEs are going to be graded. We probably won’t know for sure until after the exams. The Conservative government are talking about «rigour» whilst simultaneously asking us to teach a system that has such little «rigour» that nobody even knows what a student needs to do to achieve a 9 grade.

Schools are in disarray as they know one thing to be true – if their GCSE results are bad, Ofsted will swoop in, prepared to announce them as «requiring improvement». This will happen despite the fact that even though we have repeatedly asked for clearer guidance and clarification on exactly what we can do to help students achieve the best they can, we have not been given anything. Nothing at all.

The goalposts are *still* moving, even now – and some of your children are sitting these exams in less than a month.

We are risking entering a time where the Key Stage 4 curriculum consists of teaching to the test and not much else. This goes against everything that most teachers stand for. Teaching to the test is boring. It doesn’t help students to love their subjects; it kills any enthusiasm they ever had. Last week, I had a 90-minute discussion with my GCSE English group about whether Hyde (from Stevenson’s story) was really a person. It ended with the students asserting that Hyde was never a person; he was not even a personality – Hyde was simply an excuse. These GCSE students – aged 15 – critically evaluated the novel and its interpretations, deciding that Jekyll and Hyde is actually a story about choice, rather than split personalities or hidden evil. It was incredible. I walked away worried that I’d wasted an hour and a half of exam practice. This should not be happening.

2. Excessive Testing at Ages 7 and 11

I am going to give my professional opinion on this, as someone who works at the chalkface: these exams are completely arbitrary and do not test the skills required for success at GCSE and in adult life.

This year, I had a cohort of Year 7 students arrive at my school having not written a proper story for over a year. They knew what a fronted adverbial was, and how to spot an internal clause, and even what a preposition was – but when I set them a task to write a story, they broke down and cried. They cried. I asked them to write a story – something that should be incredibly enjoyable and an adventure, regardless of your level of ability or need – and they couldn’t do it. They knew the nuts and bolts, sure – but had no idea how to put them together in any meaningful way. They had ideas, but no confidence.

My year 7 cohort had some of the highest SATs scores we could have hoped for – many of them with scaled scores of 115 and higher (scaled scores go from 80-120, with 100 as an ‘average’), but their first creative writing piece was a huge failure, and I felt like a failure. We’ve since done a huge amount of work on story writing and creative motivation to develop their confidence and bring their marks up, but this has taken time from us that could have been used to develop their analytical skills, to develop their use of imagery and tone, to help them become more critical thinkers. I should not be teaching students how to piece a story together at secondary school.

I completely agree that students need to leave primary school ‘secondary ready’. However, I do not think that testing students’ ability to identify grammatical items over their ability to compose a creative piece is the best way to do it. It only increases student anxieties when they arrive at secondary school only to find that they have no idea how to approach their secondary-level subjects.

I have a firm belief that testing students does not make them better learners. What should be happening is this: teachers should be being given the freedom to develop their students’ motivation, creativity, critical thinking, enthusiasm and, most of all, their passion. Students with passion always, always succeed.

This Conservative government seem to think that «rigour» means taking education decisions out of the hands of teachers. Michael Gove – a journalist – started this course of action. He criticised us when we told him it would not work, and pressed ahead regardless.

Multiple studies have shown that the mental health of children is suffering under this government. This has been known as far back as 2015: http://www.independent.co.uk/…/over-focus-on-exams-causing-… with 90% of teachers agreeing that SATs preparation is harming students’ mental health: https://www.tes.com/…/nine-10-teachers-believe-sats-prepara…

3. Grammar Schools

We do not need grammar schools. We don’t. If we increase funding to all state schools to a level reflective of needs, allow teachers to develop a ‘grammar curriculum’ (lots of extra-curricular, increase independence of teachers), give schools ‘grammar resources and invest in better pastoral care (decent behaviour interventions that selective grammars don’t need) then we won’t need grammar schools. Don’t let Theresa May fool you.

The Conservative government say that working class students need a decent chance to succeed, and so she wants to build grammar schools above investing in local state-run facilities? Riiiiight. It’s a clear fact that house prices in catchment areas are higher. It’s a clear fact that middle-class families usually spend on tutoring and so more middle-class children get into grammar schools.

Why do we need to build more schools when we can just give more money to existing ones?

It’s easy to improve a school. Stop cutting funding and invest in decent support services. Which leads me to…

4. Cuts to Funding

When I entered teaching in 2005, most classes had a learning support assistant (you may know them as a TA). These people were incredibly important – they worked with SEND students, BESD (behavioural, social and emotional difficulties) students, assisted with students who had been absent or were having trouble accessing the curriculum and they did this on minimal pay, with minimal complaint. I once taught a class where two girls, twins, had complex SEND needs, spoke no English, could speak Arabic and German but couldn’t read it, and had no social skills. My TA was incredible, and she developed a whole scheme of picture-based activities for them to help them become happy, capable members of society.

This government have cut spending on education to the point where these TAs are rare, or simply don’t exist.

Now, teachers are asked to develop the progress and achievement of these students alone. If your child is dyslexic, they no longer have the ‘luxury’ of a TAs attention or time – instead, it is their teacher’s job to accommodate them. Believe me, this is something we want to do. If we had the ability, we’d break off a little bit of ourselves and sit with them as much as we could. However, the average class size is 30, and this is impossible. We are told we are failing when our most vulnerable students do not achieve, but when you have 30 students, it’s not always easy to give every vulnerable student the time you wish to give. TAs allowed every student to progress and achieve as they allowed the class teacher time to develop clear schemes of work that could be worked on separately to the class, alongside the main learning. Now, dyslexic students are at the hands of often newly-qualified teachers who are still developing their differentiation skills and do not always have the time or resources to make good things happen. This is a direct result of funding cuts.

This isn’t just about SEND students, either. The excessive cuts to education mean that many schools are now in a situation where they are considering making cuts in the curriculum and getting rid of specific subjects, usually the arts: http://www.independent.co.uk/…/education-schools-struggling…

Students today are being denied the opportunity to access the arts – the subjects that make them well-rounded thinkers, evaluative learners and creative, motivated individuals. I find it hard to stomach that due to excessive Conservative cuts, students are going to miss out on drama class, or art class, or music. That they may never know the joy of a school play, or what it feels like to be told to make their own song, or to find their groove when looking at characters in Shakespeare. Why the arts? Well, because they don’t add “rigour” – the new E-Bacc asks schools to focus on students getting English, maths, science, a language and a humanities subject – there is no requirement for arts. When you’re a cash-strapped school and you face a poor Ofsted report if your results are bad, why would you waste time and money on a qualification that, to the government, doesn’t count? These decisions are being made every damn day, because the government have headteachers over a barrel. You must succeed. You must get above average pass rates (which is in itself ridiculous; there will always be half below average). You must push out students with E-Baccs. If you don’t, we will academise you.

Are we here to provide exam factories that churn out identikit students? We’ve already seen a cut in vocational qualifications and a rise in mandatory GCSE resits in English and Maths. Therefore, if your daughter has her heart set on becoming a mechanic, she may not have the opportunity to even access a course until she is 18 – in the past, she could have done this at age 14, by choosing a vocational mechanic course as an ‘option’ – but hey-ho, these have been cut. Instead, she will have to do the same GCSEs as everyone else, and if she can’t get that “good pass” in English, well, then she’ll just have to resit. And if she doesn’t get the “good pass” the next time, well, she’ll just have to resit again. Until she is old enough to walk away. Why are we putting our students through this? Why aren’t we nurturing a child’s natural enthusiasm?

I taught a GCSE class back in 2009. It was a ‘bottom set’ class; they made my life hell but overall, were decent kids who just hated English, one of only two subjects they did at school as the rest of the time they were out doing vocational courses. They mainly got Ds in English, despite my best efforts. One own his own garage now. One runs her own hairdressing business. One builds motorbikes. One runs his own farm. Nowadays, these students wouldn’t stand a chance.

Cuts also affect the level of pastoral support that exists in schools. The best schools invest clearly in the wellbeing of their students by providing them with mentors, non-teaching year leaders, behaviour liaison officers and pastoral teams. Remember ‘Educating Essex’? Those ladies in the office who worked with the kids to get them back into class and enjoying education? Those are the important people. Those are the ones we are losing.

To end this massive rant, I want to point you towards the amazing-yet-horrifying website ‘School Cuts’ – www.schoolcuts.org.uk. It allows you to look at any school in the country and see the level of cuts, with a calculation of how many teachers it is equivalent to. I don’t think many people in the UK really understand what we are up against here. Here are a few figures that mean something to me:

Hove Park School, Brighton & Hove: -£940,335 in cuts – equivalent to 25 teachers or -£659 per pupil

The Burgess Hill Academy (formerly Oakmeeds Community College), Sussex: -£273,426 / 7 teachers / -£340 per pupil

Bridgemary Community School, Gosport: -£421,065 / 12 teachers / -£797 per pupil

Sir Thomas Boteler CofE High School, Warrington: -£132,685 / 4 teachers / -£211 per pupil

Durrington High School, Worthing: -£474,491 / 13 teachers / -£274 per pupil

This is horrifying. These cuts mean that your children are absolutely not getting the education they need or deserve – all thanks to apparently “unavoidable” cuts made by a government who have already cut corporation tax, can afford themselves an 11% pay rise, can reduce inheritance tax and make allowances for the very rich.

I know that you may not like the leaders of the other parties very much. I understand that Brexit plays a part. However, students are arriving to school hungry, and we no longer have the funds to provide for them. We are being forced by this government to pressure students through a horrific, class-led system that discriminates against anyone with educational needs and that none of us agree with – and changes to strike laws mean that we can’t even protest it the way we want to. Brexit is happening, for now. Don’t be blinded by May. She wants you to be blinkered and she wants you to ignore the massive demolition of education. Don’t give her what she wants.

A vote for the Conservative government is a vote that gives them a mandate to ruin the lives of young people today – unless Conservative voters work with us to stop these cuts. I urge you – please look at the schoolcuts website, please take in just how much is being cut from your local area and PLEASE look at the other parties’ policies on education. Challenge your Conservative MP. Ask them to fight for change too. This is an issue that does not need to be red or blue!

Teachers should control education. Not politicians.

If your school is striking this term, please understand that we never want to deprive anyone of education. Strikes are always a last resort and always happen when we are not being listened to. The media will try to spin it and tell you we are all selfish misers who want better pay. We don’t. We want an end to a broken and corrupt system that exploits children and benefits the rich – that is all. Support your local schools, help out where you can – and vote for a party who will bring the humanity back to education.

Schools across the country have been heavily affected by the government’s saving measures, with certain cases, like that of Hove Park School near Brighton, losing over £940,000 because of the cuts – the equivalent to £659 per pupil. Other cases include that of Bridgemary Community School in Gosport where £421,065 (£797 per pupil) was chopped.

“It’s a bit bewildering, but, at the same time, it’s good to see all the public defense,” Bradley said in an exclusive interview with RT about the reaction to her post.

“I think the biggest thing that struck a chord was the level of cuts I don’t think people realize how much is being cut from their local schools. I think that’s something that a lot of people just didn’t know anything about. I didn’t know about it until recently and I work in it.”

Support for her complaint was enthusiastic, with well-wishers from across the country leaving comments on the post.

“Well said. Thank you for taking the time to put all of these facts in one place,” said a woman named Roberta Maria.

“I’m a teacher and a parent and thank god someone has been able to put into words what we are all feeling. Well said and thank you,” wrote a Facebook user under the name of Lynn Spaughton.

Asked whether she thought it was the approaching general election that was motivating so many to share her message, Bradley said her political affiliation was of little consequence.

“I think that, regardless of who wins the general election, people just need to lobby their MPs and just say this is not acceptable to whoever is in charge,” Bradley said.

“I think something definitely needs to give. I don’t really like promoting my own political affiliation on Facebook. I just think it’s important we focus on changing it and try to reverse the cuts as much as we can, really.»

Last week, the National Union of Teachers backed calls for strikes in English schools against spending cuts.

The Department for Education replied to the threat by insisting that spending on schools is at its “highest level on record.”

Fuente: https://www.rt.com/uk/385625-teacher-rant-viral-greening/

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España: Los adolescentes españoles vinculan su felicidad a tener conexión a internet

España/Abril de 2017/Fuente: La Vanguardia

Los estudiantes españoles hacen un uso excesivo de los ordenadores y las redes sociales, mayor que la media de países desarrollados del mundo, lo que repercute directamente en su bienestar emocional y en su rendimiento académico y les provoca un nivel de ansiedad alto: siete de cada diez jóvenes dicen sentirse “realmente mal” si no tienen conexión a internet. En términos generales, pasan cerca de tres horas diarias conectados cualquier día de la semana y más de tres y media los sábados y domingos. Estas son las medias, pero un 22% puede alcanzar en un día más de seis horas en la red. A estos últimos la OCDE los denomina “usuarios extremos” en el informe PISA 2015 sobre el bienestar de los estudiantes que analiza los índices de felicidad de más de medio millón de chavales de 15 años de 72 países y que presentó ayer el director general de la OCDE Andreas Schleicher.

La media mundial de estos usuarios “extremos” aunque inferior a la española también es alta pues se sitúa en el 16%. Estos datos son “preocupantes” dado que los abusos digitales tienen repercusión en las notas, según el informe. Los usuarios extremos españoles obtuvieron de media 35 puntos menos en las pruebas de Ciencias en PISA 2015, y también se muestran menos satisfechos con su vida personal que los alumnos no enganchados.

El alumnado nacional tiene un índice de satisfacción con su vida de 7,4, entre los más altos del mundo

Según el informe, los adolescentes que más navegan por la red participan menos en clase, llegan tarde con más probabilidad y faltan más. Para Schleicher, este es un asunto que requiere el “compromiso” de padres y profesores: “Tienen que esforzarse para que los estudiantes no dependan tanto de internet”. Para ello, propone más dedicación a las actividades físicas dentro y fuera de los centros educativos como forma de favorecer la socialización y generar mayor sensación de bienestar. “Los españoles hacen menos actividades físicas, menos deporte, menos actividades extraacadémicas, que pueden ser instrumentos muy importantes para que la dependencia a internet no sea una forma de escape”, subrayó el director de Educación de la OCDE.

Por primera vez PISA analiza, junto a las competencias académicas de los alumnos, el bienestar de los jóvenes. En este sentido, los estudiantes se encuentran entre los más felices del mundo con un índice de satisfacción con su vida del 7,4 en una lista que encabeza República Dominicana, México, Costa Rica y Finlandia. También tienen una muy buena vinculación con las escuelas (la más alta de la OCDE con un índice de 0,47 sobre 0,5) y con sus profesores, y hablan con sus padres con mayor frecuencia que los adolescentes de otros países. Además dicen sufrir menos bullying que la mayoría (14% frente al 19% de la OCDE). En el lado negativo, muestran poca ambición respecto al resto de congéneres (53 % dice ser ambicioso frente a 71 % OCDE) y si se analiza por géneros, las chicas están 14 puntos por debajo de los chicos.

Además, los estudiantes se estresan más ante los trabajos y exámenes escolares. En este punto, Andreas Schleicher se dirigió a las familias y profesores españoles. “Sería recomendable que los alumnos no tengan la sensación de no saber para qué están aprendiendo”, señaló, “si supieran que lo que aprenden es para algo se reduciría su ansiedad”. Asimismo destacó que en España falta un enfoque más personalizado de la educación porque “no todos los alumnos aprenden igual”.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20170420/421852650363/adolescentes-felicidad-internet.html

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200.000 niños en el este de Ucrania necesitan apoyo psicosocial urgente

Ucrania/Abril de 2017/Fuente: UNICEF

Más de 200.000 niños –1 de cada 4– que viven en las dos regiones más afectadas por el conflicto en el este de Ucrania necesitan apoyo psicosocial urgente y continuado para poder superar el trauma de más de tres años de violencia.

Los 200.000 niños que necesitan ayuda viven en las provincias de Donetsk y Luhansk, a unos 15 kilómetros de cada lado de la ‘línea de contacto’ que separa las zonas controladas de las no controladas por el gobierno, y donde los enfrentamientos son más intensos.

“El mundo se ha olvidado de esta crisis invisible en el este de Ucrania, pero cientos de miles de niños están pagando un precio muy alto que podría afectarles durante toda su vida si no cuentan con el apoyo adecuado. Necesitamos fondos urgentemente para ayudarles a superar sus traumas”, manifestó la representante de UNICEF en Ucrania, Giovanna Barberis.

Los niños que están más cerca de esa ‘línea de contacto’ han estado viviendo con el miedo y la incertidumbre causados por los bombardeos esporádicos, los enfrentamientos impredecibles y los peligros de las minas y otros artefactos sin detonar. Muchos se juegan la vida para poder ir a la escuela. Entre febrero y marzo de este año, debido a la intensificación de la violencia, 7 escuelas sufrieron daños, pero son más de 740 – 1 de cada 5 en el este de Ucrania – las que se han visto perjudicadas o han sido destruidas desde que el conflicto comenzó en 2014.

Padres, profesores, directores de escuelas y psicólogos siguen informando de cambios de comportamiento llamativos en los niños, incluso de menos de tres años. Los síntomas incluyen una fuerte ansiedad, mojar la cama, pesadillas, conducta agresiva y apartarse de sus familias y de sus comunidades.

La mayoría de estos 200.000 niños no están recibiendo la atención adecuada, ya que los servicios sociales están desbordados y carecen de fondos. Un equipo especializado de trabajadores sociales, psicólogos y profesores capacitados para este tipo de intervenciones está trabajando sin descanso. No obstante, la prolongación del conflicto hace necesaria ayuda adicional y más fondos para poder cubrir las necesidades de estos niños.

UNICEF ha hecho un llamamiento por valor de 31,2 millones de dólares (29,5 millones de euros) para ayudar a las familias y niños afectados por el conflicto en el este de Ucrania. Esto incluye 5,5 millones de dólares para servicios sociales de protección y apoyo psicosocial. Hasta la fecha, UNICEF ha recibido menos de un tercio de sus necesidades de financiación, y los programas de protección están seriamente infrafinanciados.

“Los niños no deberían vivir con las cicatrices emocionales de un conflicto. Tenemos que dar a los niños y adolescentes de Donetsk y Luhansk el apoyo que necesitan para que el día de mañana puedan convertirse en adultos sanos y capaces de reconstruir sus comunidades”, dijo Barberis. “Los niños y sus familias necesitan urgentemente la paz. Hacemos un llamamiento a todas las partes en el conflicto para que se renueven su compromiso con el acuerdo de alto al fuego firmado en Minsk para acabar con esta violencia sin sentido”.

El año pasado UNICEF proporcionó apoyo psicosocial a cerca de 200.000 niños a través de centros comunitarios de protección, equipos móviles y escuelas, a través de trabajadores sociales y psicólogos, pero la necesidad de una atención continuada está sobrepasando los recursos disponibles.

Fuente: https://www.unicef.org/spanish/media/media_95531.html

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Aquellos que olvidan la historia

Por:  Umberto Eco

Es una verdad obvia que los jóvenes carecen de conocimientos generales de historia.

Pero en mi experiencia, para los jóvenes el pasado se ha aplanado en una enorme nebulosa indiferenciada. Es por eso que en una carta abierta publicada recientemente en la revista italiana L’Espresso, le recomendé a mi nieto adolescente que ejercitara su memoria aprendiéndose un poema largo.

Me temo que las generaciones jóvenes de la actualidad corren el riesgo de perder tanto la memoria individual como la colectiva. Las encuestas han revelado dos tipos de falsos conceptos que persisten entre jóvenes evidentemente con estudios: por ejemplo, leí que muchos estudiantes italianos de universidad creen que Aldo Moro fue el líder de la organización militante Brigadas Rojas, cuando en realidad él era el primer ministro de Italia y las Brigadas Rojas fueron las responsables de su muerte en 1978.

Le escribí esa carta a mi nieto en diciembre, más o menos por el tiempo en que cierto video se había vuelto viral en Youtube. Este era de un episodio de L’Eredità, un programa de concursos de la televisión italiana que al parecer elige a los concursantes por su buen aspecto y afabilidad, junto con un mínimo de conocimientos generales (podemos suponer que esto es para evitar llenar la transmisión con gente bonita, pero despistada, que se devana los sesos sólo para responder a preguntas de opción múltiple como: ¿Giuseppe Garibaldi fue un ciclista, un explorador, un líder militar o el inventor del agua caliente?).

En un episodio el presentador, Carlo Conti, pidió a los concursantes que identificaran el año en que Adolf Hitler fue nombrado Canciller de Alemania. Las cuatro opciones de respuesta eran: 1933, 1948, 1964 y 1979. Los cuatro concursantes que tenían la oportunidad de responder eran: Ilaria, una joven bastante bonita; Matteo, un hombre de buena complexión de unos 30 años, con el cráneo afeitado y una cadena alrededor del cuello; Tiziana, una atractiva joven que también parecía tener unos 30 años, y una joven de nombre Caterina que llevaba anteojos y tenía aires de sabelotodo.

Debería ser universalmente sabido que Hitler murió al final de la Segunda Guerra Mundial, por lo que obviamente la respuesta sólo podía ser 1933; las otras fechas eran simplemente demasiado tardías. Pero Ilaria supuso que fue en 1948, Matteo eligió 1964 y Tiziana, 1979. Cuando le llegó el turno a Caterina ya estaba obligada a elegir 1933, pero fingió cierto titubeo al elegirla, no sabemos si por ironía o asombro.

Conti también les preguntó a los concursantes en qué año el entonces primer ministro italiano Benito Mussolini se había reunido con Ezra Pound; aquí también las opciones eran 1933, 1948, 1964 y 1979. Ahora bien, nadie está obligado a saber quién fue Ezra Pound (para que conste, él fue poeta y crítico estadounidense) y de no haber sido una pregunta de opción múltiple, yo tampoco habría indicado el año correcto. Pero dado que Mussolini fue asesinado en 1945, la única respuesta posible era 1933. (Confieso que quedé asombrado al enterarme en qué medida el dictador se mantenía al tanto con la poesía estadounidense).

La dulce Ilaria, pidiendo indulgencias con su tierna sonrisita, supuso que en 1964.

Conti no podía ocultar su asombro, como tampoco pudieron muchos de los que vieron y comentaron el video en Youtube. Pero ese momento es indicativo de un problema más grande: los cuatro concursantes, que estaban más o menos entre los 20 y 30 años de edad, y de los que podemos suponer que son bastante representativos de su grupo de edad, vieron las cuatro fechas como parte de un pasado genérico que ocurrió antes de que ellos nacieran. ¿Quién podría decir que no habrían caído en la misma trampa si una de las opciones de respuestas hubiera sido 1492?

Nuestra era no es la primera que experimenta esa homogenización del pasado. Tomemos el ejemplo del cuadro El matrimonio de la Virgen que Raphael terminó en 1504: la pintura presenta a personas vestidas con indumentarias del Renacimiento. Hoy en día es mucho más difícil justificar esa confusión de líneas dada la gran cantidad de información histórica que está disponible en internet, en películas y en televisión. ¿Sería posible que nuestros cuatro concursantes no pudieran diferenciar entre el período en que Hitler llegó al poder y el período en el que el hombre llegó a la Luna? ¿Podría ser que para algunos (o incluso muchos) de los jóvenes actuales el concepto de historia ahora es unidimensional?

Yo mantengo aún la esperanza, pues me enteré de este video de Youtube por mi nieto de 13 años y sus compañeros de escuela, que sonreían y se burlaban cuando me lo contaron. Quizás, después de todo, algunos jóvenes sí están aprendiendo el valor de la memoria.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/aquellos-que-olvidan-la-historia-columna-483744

Imagen: http://www.utel.edu.mx/blog/rol-personal/el-olvido-y-su-relacion-con-los-recuerdos/

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