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España: Cada colegio tendrá un docente dedicado a evitar el acoso escolar

Europa/España/1 Abril 2017/Fuente: El mundo

El Gobierno quiere implantar en los colegios e institutos de toda España una nueva figura que velará para que no haya conflictos ni acoso escolar. Se trata del mediador o jefe de convivencia, un profesional con dispensa para dedicarse a esta tarea en exclusiva al que estudiantes, padres y profesores podrán acudir si se produce cualquier problema en el entorno de la escuela.

Tendrá la responsabilidad, además, de «sensibilizar» a la comunidad educativa y de «garantizar el cumplimiento del protocolo de detección e intervención en casos de violencia», según se recoge en el borrador del Plan Estratégico de Convivencia Escolar, un proyecto con 75 medidas para combatir el bullying y fomentar el respeto en las escuelas. El documento, al que ha tenido acceso EL MUNDO, se lo explicará el jueves el ministro Íñigo Méndez de Vigo a los consejeros autonómicos durante la Conferencia Sectorial de Educación.

El plan -el primero de estas dimensiones que se pone en marcha a nivel estatal- es la versión ampliada, corregida y prácticamente definitiva del proyecto que el Consejo de Ministros aprobó en enero del año pasado y que surge del anuncio inicial de José Ignacio Wert de revisar los protocolos autonómicos después de que, en 2015, un alumno armado con una ballesta matara a un profesor en Barcelona. También refuerza y complementa el Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad en los Centros Educativos que aprobaron los ministerios de Educación e Interior en 2007 y que generalizó las charlas de policías en el aula para concienciar contra el ciberacoso.

El de ahora estaba inicialmente concebido para aplicarse entre 2016 y 2020, pero el Gobierno no pudo aprobarlo «porque estaba en funciones», según explican en el Ministerio de Educación. Así que va a comenzar con un año de retraso. Éstas son sus principales medidas:

1. Mediadores

En algunos colegios de Madrid, Andalucía, Cataluña y el País Vasco hay alumnos mediadores que, especialmente durante el recreo, se encargan de interceder en caso de conflicto. Este rol también está comenzando a surgir en su versión adulta, pero no está generalizado. El plan habla de «implementar el establecimiento de una figura de referencia responsable de la convivencia en cada centro, que tenga descarga horaria para la realización de sus funciones y que se asignará previa convocatoria y en función de unos criterios dados». Estará apoyado por una comisión mixta compuesta por el personal del centro educativo, los padres y los alumnos.

Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO, apunta que «el mediador suele operar cuando el conflicto ya se ha producido». Por eso aboga por «poner más énfasis en la estrategia preventiva, que se consigue con la formación del profesorado e incrementando el número de horas de tutorías, que se han reducido en los últimos años a pesar de que son imprescindibles para prevenir problemas de convivencia».

2. Formación a profesores

Educación va a «incorporar y reforzar los conocimientos y competencias requeridas relativas a la convivencia escolar» en las oposiciones de acceso a la carrera docente, tanto en el temario como en las prácticas. También se creará un fondo de becas para que los profesores puedan ir a congresos nacionales e internacionales sobre este asunto y se habilitarán espacios de formación diversos, como seminarios y cursos en red. Habrá itinerarios de desarrollo profesional en esta materia y quien quiera ser director tendrá más puntos si en su programa promueve la lucha contra la violencia en las aulas.

Los sindicatos reconocen que «se ha abandonado mucho la formación docente» y celebran estas medidas, pero consideran que el presupuesto del plan es «ridículo». Porque se necesitarían 60 millones para poder impartir a los 680.000 profesores que hay España un curso muy básico de 30 horas de duración. El plan está presupuestado en cuatro millones de euros. De ellos, 1,4 millones se han reservado para el teléfono de atención a las víctimas de bullying, una medida del plan que se puso en marcha el pasado noviembre.

3. Observatorio

El Gobierno va a «activar» el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar, un órgano creado en 2007 que, a lo largo de esta década, sólo se ha reunido una vez, en 2011. Méndez de Vigo pondrá en común con las autonomías un proyecto de real decreto que detalla la composición de este organismo. Carles López, presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (Canae) denuncia que, en el borrador, «los alumnos están muy poco representados» en el Observatorio. «La patronal de enseñanza tiene dos vocales y nosotros sólo uno para representar a todos los colectivos de estudiantes».

4. Registro de casos

Uno de los problemas del bullying es que apenas hay datos. Por eso el plan contempla la creación de un registro de casos «que permita el estudio desagregado por edad, motivación, características de las personas víctimas y agresoras, así como encuestas y cuantas actuaciones sirvan para incrementar el conocimiento de la situación y ofrecer información para la acción». El Observatorio emitirá informes periódicos, al estilo de lo que hace el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer.

5. Protocolos

La mayor parte del presupuesto (1,5 millones) es para programas de cooperación territorial. Uno de los objetivos es reforzar la colaboración entre las autonomías, que tienen distintos protocolos. El Gobierno quiere que se coordine mejor todo y va a crear una red estatal de atención a las víctimas, con un procedimiento para que los acosados puedan denunciar de forma segura y confidencial y recibir atención especializada. Si piden ayuda al colegio y esto no funciona, podrán denunciar directamente al gobierno autonómico «de forma que los centros no ostentarán en exclusiva la capacidad para elevar el caso». Habrá protocolos y códigos a nivel estatal y la Inspección Educativa «reforzará entre sus funciones la supervisión de la convivencia en los centros y el control de los planes y los protocolos». El borrador también habla de «desarrollar un marco normativo de convivencia escolar que considere las diferentes realidades autonómicas».

6. Buenas prácticas

Se reconocerá a nivel estatal a los centros que hayan mejorado su convivencia y se potenciarán los planes basados en criterios científicos; habrá un manual de atención a las víctimas y guías para padres y profesores, campañas de sensibilización y una aplicación informática con geolocalización. El plan será evaluado dos veces: una a finales de 2018 o principios de 2019 y otra en 2020.

Fuente: http://www.elmundo.es/sociedad/2017/03/25/58d57dfa468aeb4c7d8b45e5.html

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Exponer la educación

Por: María Ocaso 

El término educación ha de desvincularse de lo escolar y de las manualidades para adquirir el rango de práctica cultural generadora de conocimiento pero no por ello debe abandonar la sonoridad de su nombre.

El mes pasado tuvo lugar en Madrid ARCO 2017, un espacio donde se dan cita los profesionales del mercado del arte y donde las artes visuales se entienden, antes que nada, como un negocio. En el contexto de la feria, cada año tienen lugar diferentes encuentros profesionales que tocan temas adyacentes al mercado del arte, y este año, por tercera vez consecutiva, se ha celebrado un encuentro sobre educación.

Las relaciones entre el mercado del arte y la educación artística no existen. A las estructuras financieras poco o nada les importan los problemas que plantea el mundo en relación con las imágenes y los posibles modos que tenemos de defendernos de ellas. Si les interesasen, ese interés tendría que ver, probablemente, con cómo enseñarnos a dejarnos seducir por dichas imágenes, en vez de aprender a desautorizarlas. Pero nosotras (Pedagogías Invisibles), quienes hemos diseñado y producido el evento, creemos importante que la educación se filtre en un espacio así y que adquiera la visibilidad que nunca ha tenido.

El tema elegido este año han sido las exposiciones sobre educación que han proliferado en el panorama cultural en los últimos años y se han seleccionado cinco casos de estudio: “Un saber realmente útil”, exposición realizada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en el 2015; “Lesson 0″, realizada en la Fundación Juan Miró, también en el 2015; “Sin título”, llevada a cabo en Espacio Fundación Telefónica en el 2016; “Cohabitar entre”, realizada en Fabra i Coats durante 2016 y 2017; y, finalmente, “Ni arte ni educación”, producida por Matadero Madrid en el 2016.

Esta repentina aparición de lo educativo como tema de lo expositivo nos parece, cuando menos, sospechosa. Desde Pedagogías Invisibles nos parecía interesante abordar cuál era el origen de esta preocupación, cómo se han diseñado y producido estas exposiciones y para qué se han llevado realmente a cabo.

Fue muy interesante comprobar que, de lo primero que se habló, fue de la controversia que ha surgido porque algunas instituciones han borrado el término educación de la comunicación de sus programas y lo han sustituido por mediación. Esta “alergia” a lo educativo merece ser investigada cuando la entendemos como una paradoja: justo cuando las instituciones culturales se muestran más interesadas por lo educativo, resulta que se suprime la palabra educación. Vivimos un segundo giro educativo en el que las instituciones y sus agentes principales abrazan lo educativo, al tiempo que son pocos los comisarios y artistas que adquieren un conocimiento experto sobre educación; a esto se une una concepción de nuestras prácticas como un procedimiento para que los públicos entiendan los discursos de estas dos figuras, pero sin aceptar el trabajo de las educadoras como una práctica cultural autónoma generadora de conocimiento.

En esta confluencia, considero muy importante volver a darle el valor que se merece al término educación. Y, más allá de los debates sobre si el público infantil está emancipado o no (recordemos la distinción que estableció Meirieu al respecto en 2013), hay que reivindicar la potencia del término. Imaginemos por un momento que el trabajo de los artistas no se llamase arte o que el de los comisarios no se denominase comisariado. El término educación ha de desvincularse de lo escolar y de las manualidades para adquirir el rango de práctica cultural generadora de conocimiento que le corresponde, pero no por ello debe abandonar la sonoridad de su nombre.

También fueron recurrentes las alusiones a la “barbarie” del público. Especialmente en “Ni arte ni educación”, la participación fue percibida como un acto que en muchas ocasiones traspasó determinadas líneas, y, en este traspasar, nos hicimos la pregunta de qué significaba esta violencia por parte de los espectadores. Como apuntó Aida Sánchez, de Serdio, la barbarie puede entenderse como un “acto revelador”, como un aullido que define la posición que los públicos están demandando. De la misma manera que la supuesta violencia del 15M visibilizó el deseo de una participación activa en la política por parte de la ciudadanía, quizás estemos en un momento en el que el público reclama algo semejante a las instituciones.

Exposición Ni arte ni educación realizada en Matadero Madrid en 2015/16. Fotografía Jorge Mirón

En “Ni arte ni educación” establecimos el programa “Cesión ciudadana”, mediante el que el público articuló catorce dispositivos que formaron parte de la exposición de manera inesperada. Dentro del comisariado del GED (Grupo de Educación de Matadero), nos preocupaba la participación del público, de manera que lo integramos a través de este proceso, que resultó uno de los más interesantes en lo que a la generación de conocimiento de la experiencia se refiere. Esta es una entre las muchas posibilidades de reconocer la espectaduría desde una óptica diferente; por supuesto que no es la única, pero se trata de una propuesta que ha funcionado.

Y para terminar, en un momento en que dentro de la gestión del conocimiento se están poniendo en entredicho los formatos, especialmente el formato expositivo, ¿tiene sentido que las profesionales de la educación nos dediquemos a reproducirlo? ¿Por qué los departamentos de educación consideran un privilegio poder comisariar una exposición? ¿Qué subyace en el hecho de que la educación sea un tema recurrente en lo expositivo? Cuando los comisarios y artistas hacen educación, se respeta este giro; pero cuando somos las educadoras las que incurrimos en el comisariado o en la producción artística (dos cosas que ocurren con muy poca frecuencia), nuestras propuestas se ponen en entredicho.

Creo sinceramente que la creciente obsesión de los departamentos de educación por comisariar tiene que ver con la necesidad de reclamar una visibilidad que nunca hemos tenido: esto de desear el juguete del otro tiene que ver con que nos quieran, con situar nuestro trabajo en la primera plana del museo, en el folleto, en los vinilos de la entrada; queremos estar en la inauguración como protagonistas y no solo en calidad de invitadas. Y esta petición es legítima, porque es la situación previa a la simetría. Es la ley de cuotas, una suerte de discriminación positiva que necesitamos en la antesala definitiva de nuestro reconocimiento.

Sustituir educación por mediación, aceptar la barbarie o querer jugar con el juguete del otro son los temas que están presentes en la encrucijada del arte, la educación y los museos, en un momento en el que la cantidad de exposiciones que tocan el tema de la educación nos sitúa ante una doble paradoja: ahora que la educación parece más visible que nunca, esa falsa visibilidad es la consecuencia de una invisibilidad intrínseca. Reivindicar la educación, conectar con los públicos y visibilizar los departamentos de educación sin que sea necesario exponer son sencillos gestos que consiguen que cambien las cosas complicadas.

* “Ahí está la verdadera diferencia entre un niño y un adulto: un niño ha de ser educado, es decir, hay que elegir por él qué debe aprender (aunque luego se le deje aprender libremente); un adulto puede seguir aprendiendo, pero elige él mismo qué aprender: en el verdadero sentido del término, no debe ser, no puede ser educado (Arendt, 1989)”. (Meirieu, Frankenstein educador, 2013).

Exposición Ni arte ni educación realizada en Matadero Madrid en 2015/16. Fotografía Jorge Mirón

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/24/exponer-la-educacion/

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La importancia de evaluar la práctica docente

Por: Elena Martín

La evaluación del trabajo docente debe cumplir algunos pasos, como no tener consecuencias laborales o servir para la búsqueda e implementación de mejoras en la práctica.

La evaluación de la calidad de la educación ha aumentado su presencia en los últimos años de manera muy notable. Han proliferado diversos sistemas de calidad así como las pruebas externas de rendimiento del alumnado. Siguen siendo, sin embargo, poco frecuentes las experiencias de evaluación de la práctica docente, lo que no deja de sorprender ya que constituyen la pieza esencial del proceso. Los factores de calidad del centro -liderazgo, participación, comunicación, planificación de los proyectos pedagógicos- son fundamentales en la medida en que favorecen las condiciones necesarias para que los procesos de aula se desarrollen de la mejor forma posible. Pero la influencia directa sobre los alumnos y alumnas se produce en la interacción que tiene lugar durante las actividades de enseñanza y aprendizaje. Si no llegamos a desentrañar la actividad diaria de la clase, difícilmente podremos entender las causas de los resultados de aprendizaje de los estudiantes.

Es fácil, no obstante, comprender por qué se produce esta contradicción. El aula se vive, al menos en nuestro sistema educativo, como un espacio privado. Los docentes no estamos acostumbrados a que otras personas estén presentes en nuestras clases. Por otra parte, nos cuesta entender que la evaluación de la práctica que realizamos no es un cuestionamiento de nuestro trabajo sino una herramienta para su mejora. La falta de cultura de este tipo de evaluación lleva a vivirla como una amenaza personal. Hay que tener en cuenta, por último, que valorar la actividad docente es más difícil que evaluar otros procesos. No es de extrañar, por tanto, que sea una práctica poco frecuente, que, sin embargo, cuando se lleva a cabo resulta de gran valor.

Poner en marcha un proceso de este tipo implica ante todo aclarar cuál es su función: decir para qué queremos evaluar la actividad docente y qué se va a hacer con la información obtenida. El uso fundamental es, sin duda, la mejora de esta práctica. No se trataría por tanto de una vía para extraer consecuencias laborales de la evaluación. Ese uso, si bien es por supuesto legítimo, no tiene sin embargo por qué mezclarse con la función formativa. Los docentes que se implican en un proceso de esta naturaleza deben tener claro que no tendrá repercusiones laborales si queremos que confíen y colaboren en su desarrollo.

Esta confianza implica asimismo utilizar un procedimiento que garantice que la información recogida permite valorar la complejidad de la actividad que realizan los docentes. Ello supone partir de un modelo explícito de buena práctica y hacer converger distintas fuentes de información y técnicas de evaluación tanto cuantitativas como cualitativas. Al definir las dimensiones que van a ser objeto de análisis, se dibuja un modelo de buena práctica docente que los profesores tienen que compartir como una meta deseable, independientemente de que su tarea diaria se corresponda en mayor o menor medida con él. Las prioridades que se establecen en el conjunto de las dimensiones guiarán después el plan de mejora.

La evaluación debe recoger la perspectiva del conjunto de los colectivos implicados en los procesos de enseñanza y aprendizaje: alumnado, familias, responsables académicos y el propio docente. Por supuesto, no todos ellos pueden valorar las mismas dimensiones, pero cada uno aporta una visión específica y complementaria que contribuye a enriquecer la comprensión de la práctica analizada. La valoración de familias y estudiantes suele hacerse a través de cuestionarios, pero resulta muy valioso completarla, si es posible, con algún grupo de discusión. El autoinforme que realiza el docente cuya actividad se evalúa le ayuda a tomar conciencia y a sistematizar su propia visión, que puede luego contrastarse con la que ofrecen el resto de los instrumentos. La observación del trabajo en el aula, realizada por expertos externos al centro o por otros compañeros cuando la cultura de la evaluación se ha asentado en la institución- es una pieza esencial del proceso de evaluación. La observación requiere de una guía elaborada a partir de las dimensiones del modelo de buena práctica y resulta mucho más útil cuando se completa con el análisis de los materiales y pruebas de evaluación que utiliza el docente. Asimismo, es necesario recoger el punto de vista de las figuras que coordinan los equipos de los que forma parte el profesor o profesora cuya práctica se está valorando: director y/o jefe de estudios, coordinador de ciclo o director de departamento didáctico. En este caso, la técnica más adecuada sería la entrevista individual o colectiva.

Se trata, sin duda, de un enorme esfuerzo que sólo tiene sentido si la información que se obtiene de esta multiplicidad de procedimientos se pone al servicio de la elaboración de un Plan de Mejora. El apoyo a esta fase de planificación es tan importante como el de la recogida de datos. Es ingenuo pensar que un centro que no tiene tradición evaluativa y que está sometido a la presión de falta de tiempo que caracteriza a todos los colegios e institutos vaya a poder llevar a adelante la elaboración de un Plan de Mejora que aproveche al máximo la evaluación sin un protocolo claro de actuación. Junto con un cronograma realista, la clave está en combinar la reflexión individual con la colectiva. Cada docente debe analizar sus resultados a la luz del conjunto de los de su ciclo, etapa y/o departamento. Los datos personales basta con que sean conocidos por el propio docente y la dirección del centro. El resto puede presentarse en un informe con resultados globales. Todo docente debe identificar dos o tres mejoras en su práctica y estas han de analizarse con los compañeros de curso o etapa, configurando así un Plan de Mejora conjunto.

El curso pasado, en los tres centros de FUHEM se llevó a cabo una evaluación que reúne las características descritas, inserta en un marco más amplio en el que se ya se contaba con información de los procesos de centro y del rendimiento académico del alumnado. La valoración de los docentes del proceso ha sido muy positiva. Consideran adecuados los procedimientos y creen que la información recogida ofrece una imagen ajustada y les resulta útil para mejorar su práctica. En este momento se encuentran inmersos en la elaboración del Plan de Mejora con un apoyo constante y sólido de las figuras de liderazgo del centro. Cuando a su vez se vayan evaluando periódicamente su puesta en marcha, tendremos el indicador más valioso del grado en el que la evaluación haya cumplido su función.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/29/la-importancia-de-evaluar-la-practica-docente/

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Fiesta, educación y ciudad

Por: Jaume Martínez Bonafé

Una escuela implicada en la ciudad toma el curriculum como pre-texto para leer de un modo crítico las prácticas sociales en la ciudad. La ciudad no es sólo una estructura, es fundamentalmente una práctica cultural.

Acabo de sobrevivir a la última fiesta de las Fallas en la ciudad de Valencia. No diré que no sea formidable ocupar la calle, gozar de la música y la gastronomía, disfrutar del ingenio y la creatividad, y bailar alrededor de la hoguera la celebración del inicio de la primavera. La fiesta, toda fiesta, nos convoca a la desinhibición, y nos libera por un rato del tiempo regulado por la producción. Sin embargo, me despierto preocupado de mi última resaca fallera con la pregunta sobre la educación en la ciudad.

Sé que la masificación en la fiesta siempre complica las cosas, pero les cuento un primer escenario. En una gran plaza llena de gente se disfruta de los fuegos artificiales. Al finalizar, se vacía lentamente dejando el suelo repleto de basura. Botellines de plástico, latas de refrescos, bolsas de chucherías varias y, en fin, no me importaría seguir con el listado si sirviera para hacer la vergüenza un poco más vergonzosa todavía. Si quieren un poco de sonido pueden añadir el de las pisadas sobre una enorme alfombra de cortezas de pipas y cacahuetes. Me pregunto, entonces, cómo se vive la ciudad, de quién es la ciudad, cómo nos apropiamos de un espacio y una experiencia urbana y social y la hacemos nuestra. Porque si fuera así, si la ciudad fuera una ciudad vivida, a la que le hemos dado sentido e identidad la propia ciudadanía, entonces haríamos como en nuestra casa, guardar en el bolsillo lo que nos sobra para depositarlo donde corresponda según una educación ecológica y responsable.

Me atrevo a abrir esta reflexión porque no creo que las fallas de Valencia sean un caso aislado. Seguramente ustedes están pensando: “¡Uy! si vinieras a las fiestas de mi pueblo!”. Así que la cuestión a debate, si queremos hacerla un poco más compleja, es por un lado, si esa parte o fragmento del curriculum que en la escuela trata los asuntos de la sostenibilidad y el cuidado de lo común está realmente conectada con nuestras prácticas cotidianas. Y, por el otro lado, si la gestión de la ciudad se muestra como un recurso o servicio público o va más allá y, además de espacio urbano, la ciudad es una posibilidad de encuentro social y cultural del que todos y todas nos hacemos partícipes.

La primera parte de la cuestión interroga a la escuela. Quizá la fiesta sea también un modo de desconectar del aprendizaje escolar si este resulta poco significativo. Una escuela implicada en la ciudad y, por tanto en sus fiestas, toma el curriculum como pre-texto para leer de un modo crítico las prácticas sociales en la ciudad. Eso nos diría Freire, con su propuesta alfabetizadora: aprender a leer con ojos críticos aquello que nos afecta y nos provoca. El escenario que les acabo de narrar sería entonces un texto que interpretar.

La segunda parte interroga a la ciudad, a sus políticas y las pedagogías implícitas en sus políticas. No solamente a las políticas más formales o institucionales. Ciertamente, los ayuntamientos gestionan los servicios, pero también un discurso institucional sobre la ciudad. No es lo mismo decir que cuido la ciudad para ti que decir que cuidamos juntos la ciudad porque es nuestra y juntos la pensamos y decidimos. No es lo mismo saberme cliente en una concepción neoliberal de la ciudad que saberme sujeto protagonista de las decisiones que atañe a mi ciudad. En la primera lógica neoliberal no hace falta mucha educación, pago mis impuestos para que limpies lo que ensucio. En la lógica del sujeto político hace falta una pedagogía política que nos enseñe el valor de lo común, el sentido del cuidado de lo público, la capacidad de decidir sobre lo que a todas y todos nos atañe. El tejido social y asociativo que nutre la ciudad debe pensar igualmente sus pedagogías. Las ONG, asociaciones culturales y festivas, sindicales, etc., tienen en la ciudad una pizarra en la que escribir su didáctica crítica.

La ciudad no es sólo una estructura física, un espacio urbano. Es también y fundamentalmente una práctica cultural en la que se desarrolla nuestra experiencia de lo cotidiano conformando nuestra identidad. “… No hablo de la ciudad sino de aquello en lo que a través de ella nos hemos convertido” decía Rainer-María Rilke, en su Diario Florentino. Así, por una parte la escuela deberá incorporar una mirada algo menos cerrada e instrumental sobre la ciudad, para facilitar su analítica discursiva. Y la ciudad deberá pensarse como texto pedagógico pues cada práctica cultural entre sus calles y plazas produce un potente significado.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/28/fiesta-educacion-y-ciudad/

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Reino Unido: Testing times what it’s like to sit an exam as an autistic child

Europa/Reino Unido/Marzo del 2017/Noticias/https://theconversation.com/

It’s often said there are too many tests and exams in UK primary schools. And, while there is a general sense that tests can be demanding and stressful for all children, they can be seen as particularly difficult for autistic children.

If statistics from the Department for Education are to be believed, significant numbers of autistic children of primary school age perform poorly in tests. And according to the stats some don’t even take them at all – though this may not be the full picture given the ways this type of data is collected.

Already struggling to find their niche within a school system not designed for them, there seems to be a prevailing fear that to expect autistic children to take tests is a step too far.

Concerns seem to focus on how this might be unsettling for these children and potentially disruptive for the rest of the class – especially if the child has difficulty concentrating on the task in hand.

Some experts are also of the view that rather than tackling the core curriculum, autistic children should be focusing on more important things, such as “life skills”, socialisation and learning to put their hand up rather than shout out in class.

The realities of the test

My own small study suggested that autistic children can experience certain difficulties during tests. Many factors can impact on their ability to take exams: such as noise levels and other sensory onslaughts and classroom layout. The wording of test questions can also present increased difficulties.

My research also revealed that some autistic children might become “thrown” by a particular task and so be unable to leave it and move on. They can also interpret visual and written material differently and so produce the “wrong” answer. It might also be the case that some autistic children are simply not socially motivated to do well in exams.

Classroom environments can be difficult for autistic children to manage. Shutterstock

One parent told me that on his way to school one morning for a maths test, his son – who was something of a mathematical whizz – was making up games and rhymes around a particular number. This boy found these number games so compelling, that he carried this on into the maths test – ignoring what was on the question paper. The same boy also told me whether or not he “liked any test” would be dictated in part by which numbers featured in it.

Emphasis on facts

The problem is that even for autistic children who do excel, getting nine out of ten rather than full marks might be genuinely difficult to accept – which can then be potentially baffling or even annoying for their less successful peers.

But despite these issues, tests can in fact be a positive experience for autistic children. Some of my participants valued the simplicity of a test compared to other classroom activities which might be socially confusing.

But not all autistic children struggle to take tests. Shutterstock

There were also clear indications that, for some autistic children, a test can be an opportunity to show what they know more easily than in the usual classroom situation with all its complexities.

So, while some teachers fear an apparent emphasis on “facts” in the new primary school curriculum, this could actually be positive for some autistic children. This is because they might appreciate – perhaps more than others – the intrinsic value of this sort of knowledge.

Case-by-case basis

My research indicates that while it might possibly benefit some autistic children not to take tests, this isn’t the case for every child.

These decisions should only be taken after careful consultation with all those involved – especially the child. For clued-up schools, there is already a selection of access arrangements which they can use to help autistic and other children during tests.

This is important because however painful it might feel at the time, taking tests and exams is both a right and a privilege – those of us who enjoy the rewards that qualifications bring should think carefully before withdrawing this possibility from others.

In the meantime, education professionals need to work harder to create tests which play to the many strengths of autistic children.

Fuente :

https://theconversation.com/testing-times-what-its-like-to-sit-an-exam-as-an-autistic-child-75362

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/elCIbs5S-Hd3omKeersQuhdKSbu9sFzXDJDASVcB3_zATga2t704NFhNqUVqsRnAjihqRg=s85

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España: Cientos de docentes, convocados por CC.OO

Europa/España/Marzo del 2017/Noticia/https://www.feandalucia.ccoo.es

Cientos de docentes, convocados por CC.OO, reclaman a Educación trasladar a 2018 las oposiciones de conservatorios de Música y Danza

El sindicato CC.OO. ha convocado una jornada huelga este jueves en los 78 conservatorios elementales y profesionales de Música y Danza andaluces para exigir a la Consejería de Educación que las oposiciones de 200 plazas del cuerpo de profesores de Música y Artes Escénicas se trasladen a 2018.

En ese sentido, el sindicato también ha convocado a los docentes de estos centros a una concentración ante la Consejería de Educación, donde se ha hecho entrega de un documento con la reivindicación, en los mismos términos que lo hizo el pasado miércoles en la Mesa Sectorial de Educación, donde CC.OO. fue la única fuerza sindical que reclamó trasladar el proceso selectivo para estas plazas al próximo año.

Según el Secretario General de la Federación de Enseñanza de CC.OO. de Andalucía, Diego Molina, “la jornada de movilización ha tenido una alta participación entre el profesorado afectado, tal como ha quedado reflejado con las cientos de personas que han acudido a las puertas de la Consejería de Educación para protestar, lo que hace avanzar que el porcentaje de docentes que han seguido la huelga también será alto, el dato definitivo lo conoceremos al final de la jornada, pues estos centros concentran su actividad en horario de tarde”.

Las razones de CC.OO. para exigir que dichas oposiciones se desarrollen en 2018 son la nula oferta de estas especialidades en el resto del Estado y la obligación que va a suponer para muchos docentes de presentarse en una comunidad autónoma en la que no residen, desestabilizando con ello su vida personal y el propio sistema educativo, pues en breve aspirarán lícitamente a trasladarse a su comunidad autónoma de origen; y la falta de coordinación entre comunidades a la hora de realizar sus ofertas de empleo público docente, especialmente en plazas de conservatorios profesionales.

Desde el sindicato se informa que estas plazas forman parte de la oferta de empleo docente de 2016, si bien la Consejería de Educación tiene un plazo de tres años para llevar a cabo el proceso de concurso-oposición, tal como indica el Estatuto Básico del Empleado Público.

Por ello, Diego Molina, “recalca que trasladar la convocatoria al próximo año es factible y no tiene ningún impedimento legal, así como que la Consejería de Educación aún está a tiempo de rectificar y convocar este proceso en 2018”

Igualmente, desde CC.OO. se recuerda a las razones esgrimidas para convocar estas movilizaciones hay que sumar que cerca del 75 por ciento de la plantilla de conservatorios son interinos, que no hay convocatoria de plazas desde 2010 y que en algunas especialidades no hay oposiciones desde hace más de 20 años.

A la espera de que la Consejería de Educación se pronuncie tras esta jornada de movilización, Molina precisa que «después de constatar, a través de las asambleas realizadas en los conservatorios, el enfado con este asunto, si los trabajadores están dispuestos, CC.OO. no tendrá problema en apoyarles en una huelga indefinida y paralizar la actividad hasta final de curso”.

Fuente:

https://www.feandalucia.ccoo.es/plantillai.aspx?p=29&d=1434

Fuente imagen :

https://lh3.googleusercontent.com/R1d8_g0NI-yOme_iwWxmaocJ7uP8uNq-wQBOJ7KP8fj0UpIoqERNOupgongDMrvU12Sw0g=s85

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¿Hablamos de educación o de lo nuestro?

Por: Mariano Fernández Enguita
El sistema educativo afronta a corto plazo retos de profundas consecuencias a medio y largo, en concreto la adaptación a un nuevo entorno global, digital, posindustrial, multicultural y altamente incierto, todo lo contrario de los pilares en que se fundó y del horizonte para el que se diseñó. Por si fuera poco, España arrastra hace mucho la losa de altísimas tasas de repetición, fracaso y abandono prematuro y, hace no tanto, la reducción sustancial del gasto público, que llegó a caer un 20% por alumno. Esta crítica situación demanda una respuesta elaborada, ambiciosa y de amplio respaldo, lo que se ha dado en llamar un pacto por la educación, pero no está claro que progresemos en ello.
Cuando la crisis llevó al gobierno a los conservadores, recortaron, en parte porque había que recortar (no empezaron ellos), pero sobre todo avanzaron su agenda: segregación temprana frente al fracaso, control administrativo vía reválidas, mayor estratificación interna del sistema y ofensiva ideológica. Ahora, con un gobierno en minoría, está por ver si la oposición busca un acuerdo de largo plazo o solo sustituir la agenda ajena por la propia.
La huelga resulta más que explicable y comprensible ante este fondo, pero parece más pegada a una agenda particular que a las necesidades de todos. Por un lado, no le falta razón al ministro cuando afirma que para derogar una ley hay que tener otra, y esto no va a ser fácil. Por otro, se antoja miope revertir los recortes para volver a más de lo mismo. Más contrataciones y oposiciones amortiguarán el problema del empleo, pero no solucionarán ningún problema educativo de fondo. Más becas beneficiarán a esos cuatro de cada diez jóvenes que acceden a la universidad, pero no a los otros seis. Los insiders (docentes y universitarios) han impuesto su agenda a los outsiders (el público, los no universitarios).
Esto mismo apunta el doble filo de la otra gran reivindicación: que el pacto no sea (solo) político sino social. Debe hablar la sociedad, y sería una gran ocasión para la democracia deliberativa, pero cuidado con que la voz de la comunidad escolar no vaya a ser del profesorado en vez las familias, los buenos alumnos en vez de los malos y los lobbies en vez de la sociedad. Veamos la huelga, que ni es el problema ni será la solución, como una buena instantánea del paisaje.
*Fuente:  http://blog.enguita.info/2017/03/hablamos-de-educacion-o-de-lo-nuestro.html
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