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El voto femenino y la lucha de clases

Por: Rosa Luxemburgo

 

«¿Por qué no hay organizaciones de mujeres trabajadoras en Alemania? ¿Por qué se sabe tan poco del movimiento de mujeres obreras?». Con estas palabras Emma Ihrer, una de las fundadoras del movimiento de mujeres proletarias en Alemania, introducía en 1898 su obra Mujeres obreras en la lucha de clases. Apenas han transcurrido catorce años desde entonces, y el movimiento de mujeres proletarias ha conocido una gran expansión. Más de ciento cincuenta mil trabajadoras sindicadas constituyen el núcleo más activo en la lucha económica del proletariado. Muchos miles de mujeres políticamente organizadas se han alineado tras la bandera de la socialdemocracia: el órgano de las mujeres socialdemócratas [Die Gleichheit, editado por Clara Zetkin] tiene más de cien mil suscriptoras; el voto femenino es uno de los puntos vitales del programa de la social democracia.

Pero es posible que precisamente estos datos lleven a algunos a subestimar la importancia de la lucha por el sufragio femenino. Pueden pensar: aun sin la igualdad de derechos políticos del sexo débil hemos hecho enormes progresos tanto en la educación como en la organización de las mujeres. Por lo tanto, el voto femenino no es ninguna necesidad urgente. Quien piense así, se equivoca. El extraordinario despertar político y sindical de las masas proletarias femeninas en los últimos quince años ha sido posible sólo gracias a que las mujeres trabajadoras, a pesar de estar privadas de sus derechos, se interesaron vivamente por las luchas políticas y parlamentarias de su clase. Hasta este momento, las mujeres proletarias viven del voto masculino, en el que indudablemente toman parte, aunque de forma indirecta. Las campañas electorales son una causa común de los hombres y de las mujeres de la clase obrera. En todos los mítines electorales de la social-democracia las mujeres constituyen ya una gran parte, a veces incluso la mayoría. Siempre están interesadas y se sienten apasionadamente implicadas. En todos aquellos distritos en que existe una fuerte organización socialdemócrata, las mujeres ayudan en la campaña. Y son las mujeres las que llevan a cabo el inestimable trabajo de distribuir panfletos y recoger suscripciones para la prensa socialdemócrata, esa arma tan importante en las campañas.

El estado capitalista no ha podido evitar que las mujeres del pueblo asuman todas estas obligaciones y esfuerzos en la vida política. Faso a paso, el Estado se ha visto obligado a garantizarles los derechos de asociación y de reunión. Sólo les niega el último derecho político: el derecho al voto, que les permita elegir directamente a los representantes populares en el parlamento y en la administración, y que les permita ser, asimismo, un miembro electo de estos cuerpos. Pero aquí, como en todos los ámbitos de la sociedad, el lema es: «¡Ojo con empezar cosas nuevas!» Pero las cosas ya han empezado. El actual Estado claudicó ante las mujeres proletarias al admitirlas en las asambleas públicas y en las asociaciones políticas. Pero el Estado no cedió aquí por voluntad propia, sino por necesidad, bajo la presión irresistible del auge de la clase obrera. Y fue también el apasionado empuje de las mujeres proletarias mismas lo que forzó al Estado policíaco pruso-germano a renunciar al famoso «sector de mujeres» [el «sector de mujeres» instituido en 1902 por el ministro prusiano Von Hammerstein obligaba a reservar en las reuniones políticas una sección especial para las mujeres] en las reuniones y abrir las puertas de las organizaciones políticas a las mujeres. La bola de nieve empezaba a rodar más deprisa. Gracias al derecho de asociación y de reunión las mujeres proletarias han tomado una parte activísima en la vida parlamentaria y en las campañas electorales. La consecuencia inevitable, el resultado lógico del movimiento es que hoy millones de mujeres proletarias reclaman desafiantes y llenas de confianza: ¡Queremos el voto!

Hace tiempo, en la maravillosa era del absolutismo pre-1848, se decía que la clase obrera no estaba lo «suficientemente madura» para tener derechos políticos. Esto no puede decirse de las mujeres proletarias actualmente, porque han demostrado sobradamente su madurez política. Todo el mundo sabe que sin ellas, sin la ayuda entusiasta de las mujeres proletarias, el partido socialdemócrata no habría alcanzado la brillante victoria del 12 de enero [1912], no habría obtenido los 4 1/4 millones de votos. En cualquier caso la clase obrera siempre ha tenido que demostrar su madurez para las libertades políticas por medio de un movimiento de masas revolucionario. Sólo cuando el Emperador por la Gracia de Dios y cuando los mejores y más nobles hombres de la nación sintieron realmente el calloso puño del proletariado en su carne y su rodilla en sus pechos, sólo entonces entendieron inmediatamente la «madurez» política del pueblo. Hoy les toca a las mujeres proletarias evidenciar su madurez al estado ca-pitalista; y ello mediante un constante y poderoso movimiento de masas que debe utilizar todos los medios de la lucha proletaria.

El objetivo es el voto femenino, pero el movimiento de masas para conseguirlo no es tarea para las mujeres solamente, sino una responsabilidad común de clase, de las mujeres y de los hombres del proletariado. Porque la actual ausencia de derechos de las mujeres en Alemania es sólo un eslabón de la cadena de la reacción: la monarquía. En la moderna Alemania, de capitalismo avanzado y altamente industrializada, del siglo veinte, en la era de la electricidad y de los aviones, la falta de derechos políticos para la mujer es un residuo del pasado muerto pero también el resultado del dominio del Emperador por la Gracia de Dios. Ambos fenómenos -el instrumento divino como el poder más importante de la vida política, y la mujer, casta en un rincón de su casa, indiferente a las tormentas de la vida pública, a la política y a la lucha de clases- hunden sus raíces en las podridas condiciones del campo y de los gremios en la dudad. En aquellos tiempos eran justificables y necesarios. Pero tanto la monarquía como la falta de derechos de la mujer, han sido desbordados por el desarrollo del capitalismo moderno, son hoy ridículas caricaturas. Pero siguen en pie en nuestra sociedad moderna no porque la gente olvidara abolirlos, ni tampoco a causa de la persistencia e inercia de las circunstancias. No, todavía existen porque ambos -la monarquía, y la mujer privada de sus derechos- se han convertido en instrumentos poderosos en manos de los enemigos del pueblo. Los peores y más brutales defensores de la explotación y esclavización del proletariado se atrincheran tras el trono y el altar, pero también tras la esclavitud política de las mujeres. La monarquía y la falta de derechos de la mujer se han convertido en los instrumentos más importantes de la dominación capitalista de clase.

En realidad se trata para el Estado actual de negar el voto a las mujeres obreras, y sólo a ellas. Teme, acertadamente, que puedan ser una amenaza para las instituciones tradicionales de la dominación de clase, por ejemplo, para el militarismo (del que ninguna mujer obrera con cabeza puede dejar de ser su enemiga mortal), la monarquía, el sistema fraudulento de impuestos sobre la alimentación y los medios de vida, etc. El voto femenino aterra al actual Estado capitalista porque tras él están los millones de mujeres que reforzarían al enemigo interior, es decir, a la socialdemocracia. Si se tratara del voto de las damas burguesas, el Estado capitalista lo considerará como un apoyo para la reacción. La mayoría de estas mujeres burguesas, que actúan como leonas en la lucha contra los «privilegios masculinos», se alinearían como dóciles corderitos en las filas de la reacción conservadora y clerical si tuvieran derecho al voto. Serían incluso mucho más reaccionarias que la parte masculina de su clase. A excepción de las pocas que tienen alguna profesión o trabajo, las mujeres de la burguesía no participan en la producción social. No son más que co-consumidoras de la plusvalía que sus hombres extraen del proletariado. Son los parásitos de los parásitos del cuerpo social. Y los consumidores son a menudo mucho más crueles que los agentes directos de la dominación y la explotación de clase a la hora de defender su «derecho» a una vida parasitaria. La historia de todas las grandes luchas revolucionarias lo confirma de una forma horrible. La gran Revolución francesa, por ejemplo. Tras la caída de los jacobinos, cuando Robespierre fue llevado al lugar de la ejecución, las mujeres de la burguesía triunfante bailaban desnudas en las calles, bailaban de gozo alrededor del héroe caído de la revolución. Y en 1871, en París, cuando la heroica Comuna obrera fue aplastada por los cañones, las radiantes mujeres de la burguesía fueron incluso más lejos que sus hombres en su sangrienta venganza contra el proletariado derrotado. Las mujeres de las clases propietarias defenderán siempre fanáticamente la explotación y la esclavitud del pueblo trabajador gracias al cual reciben indirectamente los medios para su existencia socialmente inútil.

Económica y socialmente, las mujeres de las clases explotadoras no son un sector independiente de la población. Su única función social es la de ser instrumentos para la reproducción natural de las clases dominantes. Por el contrario, las mujeres del proletariado son económicamente independientes y socialmente tan productivas como el hombre. Pero no en el sentido de que con su trabajo doméstico ayuden a que los hombres puedan, con su miserable salario, mantener la existencia cotidiana de la familia y criar a los hijos. Este tipo de trabajo no es productivo en el sentido del actual orden económico capitalista, a pesar de que, en mil pequeños esfuerzos, arroje como resultado una prestación gigantesca en autosacrificio y gasto de energía. Pero éste es asunto privado del proletariado, su felicidad y su bendición, y por ello inexistente para nuestra sociedad actual. Mientras domine el capital y el trabajo asalariado, sólo el trabajo que produce plusvalía, que crea beneficio capitalista, puede considerarse trabajo productivo. Desde este punto de vista, la bailarina del music-hall cuyas piernas suponen un beneficio para el bolsillo del empresario, es una trabajadora productiva, mientras que el del grueso de mujeres y madres proletarias dentro de las cuatro paredes de sus casas se considera improductivo. Esto puede parecer brutal y demente, pero corresponde exactamente a la brutalidad y la demencia del actual sistema económico capitalista, y aprehender clara y agudamente esta realidad brutal es la primera tarea de las mujeres proletarias.

Porque precisamente desde este punto de vista la reivindicación de la mujer proletaria por la igualdad de derechos políticos está firmemente anclada sobre bases económicas. Hoy millones de mujeres proletarias crean beneficio capitalista como los hombres -en las fábricas, en las tiendas, en el campo, en la industria doméstica, en las oficinas, en almacenes. Son, por lo tanto, productivas en el sentido estricto de la sociedad actual. Cada día aumenta el número de mujeres explotadas por el capitalismo, cada nuevo progreso industrial o técnico crea nuevos puestos de trabajo para mujeres en el ámbito de la maquinaria del beneficio capitalista. Y con ello cada día y cada avance industrial supone una nueva piedra en la firme fundamentación de la igualdad de derechos políticos de las mujeres. La educación y la inteligencia de la mujer se han hecho necesarios para el mecanismo económico. La típica mujer del «círculo familiar» patriarcal ya no responde a las necesidades de la industria y del comercio ni a las necesi-dades de la vida política. Claro que también en este aspecto el Estado capitalista ha olvidado sus deberes. Hasta ahora han sido los sindicatos y las organizaciones socialdemócratas las que más han hecho por el despertar espiritual y moral de las mujeres. Hace décadas que los obreros socialdemócratas eran ya conocidos como los más capaces e inteligentes. También hoy han sido los sindicatos y la socialdemocracia los que han sacado a las mujeres proletarias de su estrecha y triste existencia, de su miserable e insípida vida doméstica. La lucha de clases proletaria ha ampliado sus horizontes, las ha hecho más flexibles, ha desarrollado su mente, y les ha ofrecido grandes objetivos que justifiquen sus esfuerzos. El socialismo ha supuesto el renacimiento espiritual para las masas proletarias femeninas y con ello también las ha convertido, sin duda alguna, en una fuerza de trabajo más capaz y productiva para el capital.

Considerando todo lo dicho, la falta de derechos políticos de la mujer proletaria es una vil injusticia, porque además ha llegado a ser, hoy en día, una verdad a medias, dado que las mujeres masivamente toman parte activa en la vida política. Sin embargo, la socialdemocracia no utiliza en su lucha el argumento de la «injusticia». Ésta es la diferencia sustancial entre nosotros y el socialismo utópico, sentimental, de antes. Nosotros no dependemos de la justicia de la clase dominante, sino sólo del poder revolucionario de las masas obreras y del curso del desarrollo social que abona el camino para este poder. Así pues, la injusticia, en sí misma, no es ciertamente un argumento para acabar con las instituciones reaccionarias. Pero cuando el sentimiento de injusticia se apodera cada vez más de amplios sectores de la sociedad -dice Friedrich Engels, el cofundador del socialismo científico- es siempre una señal segura de que las bases económicas de la sociedad se tambalean considerablemente, y de que las actuales condiciones están en contradicción con el curso del desarrollo. El actual y poderoso movimiento de millones de mujeres proletarias que consideran su falta de derechos políticos como una vergonzosa injusticia, es una señal infalible de que las bases sociales del orden existente están podridas y de que sus días están contados.

Hace cien años, el francés Charles Fourier, uno de los primeros grandes pro-pagadores de los ideales socialistas, escribió estas memorables palabras: «En toda sociedad, el grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general». Esto es totalmente cierto para nuestra sociedad. La actual lucha de masas en favor de los derechos políticos de la mujer es sólo una expresión y una parte de la lucha general del proletariado por su liberación. En esto radica su fuerza y su futuro. Porque gracias al proletariado femenino, el sufragio universal, igual y directo para las mujeres supondría un inmenso avance e intensificación de la lucha de clases proletaria. Por esta razón la sociedad burguesa teme el voto femenino, y por esto también nosotros lo queremos conseguir y lo conseguiremos. Luchando por el voto de la mujer, aceleramos al mismo tiempo la hora en que la actual sociedad se desmorona en pedazos bajo el martillo del proletariado revolucionario.

Redactado:  «Frauenwahlrecht und Klassenkampf», discurso pronunciado en las Segundas Jornadas de Mujeres Socialdemócratas. Stuttgart, 12-mayo-1912.
Fuente de la presente versión:  Texto recogido en el libro: El pensamiento de Rosa Luxemburg (ant. y trad. de María José Aubet). Barcelona, Ediciones del Serbal, 1983, pp. 281-287. Traducido de Gesammelte Werke, vol 3, Dietz Verlag, Berlín, 1973, pp. 159-165.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2014.

Fuente e imagen:  Marxists.org

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España: Todas las comunidades menos las islas cerrarán por Semana Santa y San José, con el voto en contra de Madrid

Todas las comunidades menos las islas cerrarán por Semana Santa y San José, con el voto en contra de Madrid

Después de negociarlo durante una semana y con la opinión enfrentada de la Comunidad de Madrid, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) ha aprobado este miércoles las restricciones que limitarán la movilidad y las reuniones sociales de cara al puente de San José en las regiones en las que es festivo y la Semana Santa. Todas las comunidades autónomas, a excepción de las islas Baleares y Canarias, permanecerán cerradas entre los días 17 a 21 de marzo y 26 de marzo y 9 de abril, a lo que se sumará la obligatoriedad de fijar el toque de queda como máximo entre las 23.00 y las 6.00 horas (que pueden adelantar). Las reuniones sociales en espacios públicos quedarán limitadas a un máximo de cuatro personas en el interior de los establecimientos y seis al aire libre, y quedarán prohibidas las reuniones en domicilios entre no convivientes.

Todas las autonomías, salvo Madrid, que ha votado en contra y Cataluña, que se ha abstenido, se han posicionado a favor del documento que tenía que aprobar este miércoles el Consejo Interterritorial y, además, se ha acordado alguna redacción alternativa relacionada con que las comunidades que tienen medidas más restrictivas las puedan seguir manteniendo en estas fechas.

Fuente de la Información: https://www.abc.es/sociedad/abci-todas-comunidades-menos-islas-cerraran-semana-santa-y-san-jose-voto-contra-madrid-202103101913_noticia.html

 

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España: Sindicatos de estudiantes se manifiestan en Barcelona por una «educación feminista»

Por: Europa Press

Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (Sepc) y el Sindicat d’Estudiants (SE) han organizado sendas movilizaciones en Barcelona y en otras ciudades catalanas para exigir una «educación feminista» y protestar contra la violencia machista, en el marco del Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo.

Las dos manifestaciones, en las que han participado unas seiscientas personas -la mayoría mujeres-, han coincidido sobre las 12 del mediodía en la plaza Universitat de la capital catalana desde donde se han dirigido, juntas y bajo la lluvia, hacia el Parlament.

En declaraciones a los periodistas, la portavoz del Sepc, Anna Clua, ha defendido la necesidad de que las estudiantes se sumen a la huelga: «La violencia de genero y el patriarcado también están en la educación y, por tanto, ante un sistema educativo que aún no ha revertido todos esos roles de género y esa violencia de género, no nos queda otra que el 8 de marzo salir a la calle, manifestarnos y hacer huelga».

La manifestación ha transcurrido sin incidentes por el centro de Barcelona y hasta los límites del parque de la Ciutadella, que alberga la cámara catalana, donde las estudiantes se han detenido para leer un manifiesto en el que han reclamado la «coeducación, el abordaje de las violencias de género en las aulas, la desmercantilización de la educación y la perspectiva de género en los planes docentes».

«La educación no debe servir al mercado, y menos al patriarcado», han afirmado las estudiantes, que han criticado el concierto en las escuelas que segregan por sexo, han pedido una educación que aborde la violencia machista y lgtbifóbica y han reclamado protocolos para las estudiantes y trabajadoras que sufran acoso sexual.

La manifestación se ha desconvocado hacia las 14 horas, aunque los sindicatos organizadores han exhortado a las estudiantes a participar en la concentración unitaria que se celebrará de manera estática este mismo lunes a las 18.30 horas en el paseo de Gràcia de Barcelona, y que ha organizado el colectivo Vaga Feminista.

Acciones en todo el territorio

Además de la manifestación de Barcelona, el Sepc también ha convocado acciones de protesta, tanto por la mañana como por la tarde de este lunes, en Girona, Lleida, Reus (Tarragona), Manresa y Arenys de Munt (Barcelona); y el SE en Tarragona y Girona.

El Sepc de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) ha cerrado los accesos al centro estudiantil y ha organizado piquetes desde las nueve de la mañana: «La lucha de clases también se libra en la universidad, y las mujeres serán punta de lanza mientras sigan doblemente explotadas», han afirmado en un mensaje de Twitter recogido por Europa Press.

El sindicato ha hecho un llamamiento a vaciar las aulas, a «no conectarse a las clases» que se celebren telemáticamente y a salir a la calle a protestar, y ha informado que, a las 9.22 horas, el seguimiento de la huelga feminista por parte de los estudiantes con clases presenciales era del 98%, según la organización.

Por su parte, la Associació de Joves Estudiants de Catalunya (Ajec) ha decidido conmemorar el 8M con un ciclo de mesas redondas telemáticas relacionadas con el feminismo desde diversos ámbitos, y han leído un manifiesto a las 12 horas a través de las redes sociales.

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Kosovo: In a Land Dominated by Ex-Rebels, Kosovo Women Find Power at the Ballot Box

In a Land Dominated by Ex-Rebels, Kosovo Women Find Power at the Ballot Box

PODUJEVA, Kosovo — Saranda Bogujevci gazed without flinching at a cluster of bullet holes left in the garden wall by a massacre two decades ago that wiped out most of her family and put 16 rounds into her own body.

She said her mind had erased visual memories of the slaughter by the Scorpions, a Serb paramilitary unit. But, she said, “I can still smell the earth mixed with the smell of blood.”

Ms. Bogujevci’s against-the-odds survival — she was left for dead in a heap of bodies in her neighbor’s garden — and her subsequent determination to testify against the men who murdered her mother, grandmother, two brothers and four other relatives have made her a symbol of uncommon fortitude in Kosovo, a land still scarred by the traumas of war in the 1990s.

But Ms. Bogujevci, 35, is far more than a symbol. She is part of an unlikely wave of women being elected to Parliament in Kosovo, which declared independence in 2008, but remains one of the poorest countries in Europe. When final results of a Feb. 14 election were finally announced on Thursday in Pristina, the capital, they showed that women had won more seats in Parliament than ever before — nearly 40 percent of the total.

That surge reflects growing discontent with the endemic corruption and bullying ways of a postwar order dominated by swaggering male veterans of the Kosovo Liberation Army, the now disbanded guerrilla force that battled Serbia and paved the way for Kosovo’s declaration of independence.

These elected women have convinced voters that they can stand up to Serbia, which has refused to recognize Kosovo as an independent state, and also confront the corruption, criminality and poor governance that dashed the high hopes that attended the end of Serbian rule.

A view of Pristina, Kosovo’s capital. A majority-ethnic Albanian territory, the nation broke away from Serbia in the late 1990s.

Nazlie Bala, a women’s activist who was a K.L.A. helper during the war, said Ms. Bogujevci’s strength and resolve had made her an emblem of Kosovo’s ordeals and hopes: “She is a survivor. She is strong as stone. She is our truth.”

As Ms. Bogujevci takes her place in the new legislature, which will select Kosovo’s president, she wants to see that job, the country’s highest office, go to another woman and fellow wartime survivor, Vjosa Osmani, 38.

Ms. Osmani — who has been acting president since November, when the male incumbent was arrested on war crimes charges — is expected to be selected outright in coming days. Ms. Osmani, who ran for election on the same ticket as Ms. Bogujevci, won more votes than any other candidate — and also more votes than anyone else since Kosovo started holding elections two decades ago.

Her appeal is particularly strong among young people and women, more than 60 percent of whom, according to exit polls, voted for a slate of candidates that she led along with Albin Kurti, a longtime champion of progressive causes.

Vjosa Osmani, who has served as the country’s acting president since November, casting her vote in Pristina in last month’s general election.

When Ms. Osmani fled as a young girl with her parents from their home in northern Kosovo in 1999 to escape pogroms of ethnic Albanians, they were stopped on the road by Serbian soldiers who threatened to kill her father. She had a gun barrel thrust into her mouth when she protested.

Such traumas, she said, “touched every family in Kosovo” and help explain public anger and frustration over the country’s stumbling postwar progress.

Her performance in the election, Ms. Osmani said in an interview, shows that “Kosovo is not only ready for a female president, but voted for one,” despite entrenched misogyny and a “patriarchal mentality built up over centuries.”

Ms. Osmani was thrust into a leadership role in November when Kosovo’s president, the veteran guerrilla commander Hashim Thaci, resigned and was then detained to face war crimes charges at a tribunal in the Netherlands. She took over as acting president because of her position as speaker of Parliament.

As speaker, Ms. Osmani was regularly insulted and threatened by male rivals. When she disconnected the microphone of an unruly legislator last year, he stormed up to her, screaming curses. A video of the incident circulated online, convincing even skeptics that Ms. Osmani, an expert in international law and former professor at the University of Pittsburgh, could hold her own and bring real change.

“This made me realize that we had a chance, that she is not just bargaining for power and will stand up for herself and all of us,” said Elife Krasniqi, a Kosovar anthropologist who researches Balkan women’s movements at the University of Graz in Austria.

Supporters of a surging center-left party at a rally in Pristina. The party’s leader, Albin Kurti, has a strong record of promoting women.

A rival would-be president, Ramush Haradinaj, a wartime K.L.A. commander and former nightclub bouncer, said during the campaign that Serbia would cheer if Ms. Osmani were selected because it feared a strong male leader like himself, preferring a “weak woman.”

An ally of Mr. Haradinaj’s derided Ms. Osmani as a “fat woman.” After a public uproar, he said that he had been misunderstood and that he had meant she was “fat in the brain.”

Such appeals to macho sentiments did not help in the election: Mr. Haradinaj’s party won only 7 percent of the vote.

The challenges facing the new female lawmakers are immense. Corruption is rampant, inequality huge and development scarce. Nearly a third of the population is unemployed, with a jobless rate at over 50 percent for young people and 80 percent for women, by some counts. Ms. Bala, the activist, said that while 60 percent of university graduates each year are women, 70 percent of job offers go to men.

Many of the female candidates explicitly targeted those issues in their campaigning.

Doarsa Kica, a 30-year-old lawyer, gave up her job to run on an anticorruption platform, citing encounters in court with corrupt judges and anger at politicians “who live in million-dollar houses when they only have a $1,000 monthly salary.” Ms. Kica joined the ticket of Ms. Osmani, her former professor at Pristina University, and won a seat.

Doarsa Kica, center, a 30-year-old lawyer, quit her job to run for Parliament. She campaigned on an anticorruption platform and won a seat.

The emergence of women in Kosovo politics has been a long, painful process.

Kosovo has had one female president, but that was the result of a back-room deal engineered by the United States, which led a NATO bombing campaign that broke Serbia’s grip on the territory in 1999 and has since played a major role in its affairs.

The United Nations, which administered Kosovo for nearly a decade after the war, also imposed a quota system in 2000 that guaranteed women 30 percent of the seats in Parliament.

The emergence of women in Kosovo politics has been a long, painful process.

Kosovo has had one female president, but that was the result of a back-room deal engineered by the United States, which led a NATO bombing campaign that broke Serbia’s grip on the territory in 1999 and has since played a major role in its affairs.

The United Nations, which administered Kosovo for nearly a decade after the war, also imposed a quota system in 2000 that guaranteed women 30 percent of the seats in Parliament.

But with voters now accustomed to women in Parliament and disenchanted with many male politicians, female candidates are winning representation outright. Ms. Bogujevci, for instance, first entered Parliament in 2017 under the quota system but, after doubling her vote count on Feb. 14, won on her own.

Igballe Rogova, a women’s rights activist, said voters were now looking at female candidates “not as quota women, but as politicians who make promises and keep them and deserve votes.”

Mr. Kurti, who leads a center-left party that joined forces with Ms. Osmani, has a strong record of promoting women. Briefly prime minister last year, he put women in charge of a third of Kosovo’s ministries. Previous governments appointed just one or none.

The joint election ticket he headed with Ms. Osmani pledged that all state agencies and enterprises would be ordered to enforce hiring equality. Governments dominated by former K.L.A. commanders had for years resisted giving women who had fought in the war the status and pensions accorded to male fighters.

Ms. Bala, the activist, who carried a gun in the war, said that many women had taken part in the armed struggle against Serbian forces but were later written out of the script. “A myth was created that only men are strong and can fight,” she said.

Another fraught issue has been whether rape survivors, of which there were thousands during the war, should be recognized as war victims entitled to a monthly government stipend.

A memorial in Pristina depicting an Albanian woman using 20,000 pins, each of which represents a woman raped during the Kosovo War.

Legislation allowing rape survivors to apply for compensation was passed in 2014 after intense lobbying by Ms. Osmani. That was despite demands from some male legislators that women who had been raped in the 1990s get a medical certificate from a doctor — more than 20 years later — to prove that they were not lying.

Such demands, Ms. Osmani said, were “ridiculous and very insulting toward women.”

Ms. Bogujevci’s road to Parliament was also a long one. “I always said I would never enter politics,” she said in an interview in her family’s hometown, Podujeva.

She was flown to Britain for medical treatment soon after the fighting ended, and spent nearly 15 years building a new life in Manchester in the north of England, but started making increasingly frequent trips back to her home region.

She testified against her family’s killers before a court in Belgrade, the capital of Serbia, and exhibited an art display she had created chronicling her family’s story. She has now moved back to Kosovo, where strangers stop her on the street to voice admiration and support.

Like most Kosovo towns, Podujeva has a hulking war monument in its center featuring statues of burly men with guns. When Ms. Bogujevci visited before the election, however, she immediately became the center of attention, thronged by well-wishers.

Bokim Gashe, standing in the snow outside his wife’s tailoring business, said he would “of course” vote for her.

“She is stronger than all the men around here,” he said.

Fuente de la Información: https://www.nytimes.com/2021/03/06/world/europe/kosovo-women-parliament.html?action=click&module=Top%20Stories&pgtype=Homepage

 

 

 

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Nuevas protestas en España por encarcelamiento de rapero

Cientos de personas marcharon el sábado en Barcelona para manifestarse en contra de las duras medidas de las autoridades tras una serie de protestas violentas por el encarcelamiento de Pablo Hasél, un artista detractor del sistema.

La marcha del sábado se llevó a cabo bajo fuerte presencia policial, serpenteando a través de varias avenidas de la capital regional catalana. Los manifestantes marcharon detrás de una pancarta que exigía la liberación de Hasél y algunos de sus seguidores.

Hasél cumple con una sentencia de nueve meses por incitar actos terroristas —ha elogiado a dos grupos armados, ahora extintos, responsables de matar a más de 900 personas en España— y por negarse a pagar una multa por insultar al rey emérito español.

Su arresto del 16 de febrero provocó protestas pacíficas y violentas que en ocasiones terminaron con el saqueo de tiendas en varias ciudades. El caso también ha avivado un debate sobre los límites de la libertad de expresión en España.

La coalición gobernante izquierdista ha prometido lanzar una reforma legal para eliminar sentencias en prisión por delitos que involucren la libertad de expresión. El socio menor de la coalición, el partido de la extrema izquierda Unidas Podemos, ha presentado una solicitud para otorgar el perdón a Hasél.

Ocho personas han sido encarceladas por formar parte de un grupo que protestó contra el encarcelamiento del rapero y prendió fuego a una camioneta policial, un incidente en que un agente apenas logró escapar de las llamas.

Enfrentan posibles cargos de intento de homicidio, agresión contra agentes del orden y formar parte de un grupo criminal.

Fuente: https://www.sandiegouniontribune.com/en-espanol/noticias/story/2021-03-06/nuevas-protestas-en-espana-por-encarcelamiento-de-rapero

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Inscripciones abiertas: II Escuela Internacional sobre Metodologías de la Investigación Educativa.

Por: https://cursointernacional2021.wordpress.com

Esta escuela se realiza con el propósito de actualizar la perspectiva transformadora de las más importantes metódicas de investigación educativa que trabajan les pedagogos críticos. Tiene como propósito desmitificar y desmontar las narrativas que despolitizan el oficio de investigar, entendiendo estas actividades profundamente vinculadas al trabajo de transformación radical de la educación.

La escuela está dirigida a docentes de aula de todos los niveles de los sistemas educativos, tesistas de postgrado, investigadores, educadores y educadoras populares, público en general.

La Escuela Internacional sobre Metodologías de Investigación Educativa es el segundo módulo del Curso Internacional en Pensamiento Educativo Crítico. Podrán participar en la escuela les estudiantes del Curso Internacional en Pensamiento Educativo Crítico o quienes deseen formar parte solo de este evento.

La Escuela Internacional sobre Metodologías de la Investigación Educativa se realizará por medios virtuales del 15 al 21 de marzo de 2021. Es promovida, organizada y acreditada por el Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en educación (CII-OVE) y la Cooperativa de Educador@s e Investigador@s Populares Histórica (CEIP-H).

La escuela tendrá cinco sesiones:

  1. Investigación-acción militante
  2. La etnografía, el método biográfico y los estudios de casos.
  3. La investigación en educación comparada
  4. Reflexiones teórico-prácticas sobre el instrumental de recolección de información y sistematización
  5. Claves para la elaboración de un informe final de investigación

Se contemplan dos sesiones de asesoría para la realización de los trabajos finales.

Cada sesión se iniciará con conferencias y diálogo de ponentes internacionales de reconocida trayectoria y contarán con la conducción de personal académico de las instituciones promotoras.

Quienes se inscriban y participen en la Escuela podrán optar al certificado de participante o aprobado, dependiendo de si entregan o no el trabajo final de esta escuela.

Materiales de lectura para cada escuela estarán disponibles previamente y otros se entregarán en el desarrollo de las actividades

El costo de la escuela será de 25 dólares por participante y quienes se inscriban en calidad de estudiantes del Curso Internacional en Pensamiento Educativo Crítico contarán con un descuento.

Link para formalizar la inscripción: http://otrasvoceseneducacion.org/inscripcion-ii-escuela-internacional-sobre-metodologias-de-la-investigacion-educativa

Para mayor información escribir a: cursointernacional2021@gmail.com

 

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8 de Marzo: la calle es para nosotras…

Por: Begoña Zabala / Emakume Internazionalistak

Sí, vamos a salir a la calle este 8 de marzo. Además, vamos a salir crecidas, autoafirmadas y colectivamente organizadas, para gozar de uno de nuestros mayores rituales de conjuro, confluencia, sanación y lucha. Y, digámoslo también, no es para echar un pulso a los que mandan en las esferas del Estado, que nos recomiendan no manifestarnos, (aunque un poco sí, por eso del antiauritarismo), sino porque en este aspecto, por supuesto, nosotras decidimos. Y en estas épocas que nos ha tocado vivir, queremos manifestar muchas cosas, porque tenemos razones para rebelarnos, como ya hemos dicho tantas veces, y ahora sí que hay tareas urgentes, y son las nuestras.

De entrada, me gustaría señalar, que esta prohibición-recomendación de no salir el 8 de marzo me suena un poco a pasado, yo creo que ya lo he visto. No, no estoy hablando de la época más dura de la dictadura o de la Transición represiva. Fue el 8 de marzo de 2008. Si amigas, nos prohibieron salir a la calle, aquí en Iruñea, y en otras partes del Estado, por razones electoralistas. Y salimos, nos concentramos en la Plaza del Castillo, pacíficamente, nos sentamos en la plaza reivindicando. Vinieron también de los barrios con las pancartas, y los megáfonos. Gritamos las consignas más borrokas y también los cánticos. …y nos ahostiaron guapamente. La policía, claro. Según pasaban para acercarse a las de los megáfonos y las pancartas nos dieron de patadas, sentadas en el suelo como estábamos, con nuestros cantos y nuestros gritos. Nos llamaban putas, hijas de puta,…. Se disolvió la manifa, a golpes, carreras, bolas de goma, amenazas e insultos. Y, además, nos multaron, por algo así como concentración ilegal y/o desobediencia a la autoridad. ¿A todas las que estábamos allí?. Pues no, que la policía no es tonta y los que les mandan hasta saben de leyes. Multaron a un  manifestante, varón, alegando que éste, el hombre, era el que dirigía el grupo de manifestantes gritando las consignas. En este caso supongo que nos consideraban víctimas engañadas, ya que aunque la actuación se hacía con nuestro propio consentimiento y acción, incluso la comunicación a las autoridades delegadas de Madrid se había hecho por parte de los grupos feministas, quien nos dirigía y nos manipulaba era otra persona, que resultó ser hombre. Ya sabéis que detrás de cada mujer a la que denominan puta, hay un varón o una mafia, que la engaña, pues ella no tiene permitida la acción libre y voluntaria.

A estas alturas ya habéis situado perfectamente que el 9 de marzo de 2008, se celebraban unas elecciones muy importantes para el Estado español. Y precisamente el día 8, sábado, caía en esa fecha sacralizada: el día de la reflexión y ¡ole!. Lo más curioso del mundo mundial, y de la España en particular, fue que en muchos lugares no prohibieron las manifas, y en otros se hicieron y no pasó nada. Hubo gran debate, ¿la hacemos? ¿nos arriesgamos? ¿impugnamos?. Hicimos de todo, también recurrir a otras instancias, y poner nuestros argumentos sobre la mesa. En vano. Esto es Navarra y nosotras feministas: hicimos la concentración con toda la alegría y la contundencia que nuestro 8 de marzo se merece.

En estos momentos, cuando se nos cruza la pandemia, y siguiendo las consignas y argumentaciones de las derechas y la ultraderecha más tramontanas, resulta que las feministas son las causantes de la extensión de la pandemia y los contagios por miles del año pasado. No la ceguera de autoridades sanitarias y políticos del lugar; no la falta de previsión y preparación para una pandemia anunciada más que la muerte misma; no la estructura de salud pública maltrecha y privatizada; no la masificación en pésimas condiciones de nuestras mayores y enfermas en lugares de almacenamiento bajo privatizaciones asesinas; no la falta de personal en condiciones de trabajar y atender a la población en riesgo o contaminada; no los medios de comunicación alarmistas y amarillistas haciendo el show de los números y las adivinanzas; no las grandes industrias de los fármacos y sus derivados, apostando para obtener todavía más beneficios…. El maligno somos nosotras.

No voy a denostar la gestión de la crisis en tiempos de pandemia, hay ya mucho dicho, y muy bien dicho. Nuestro terreno es ahora mismo otro: queremos la calle para el 8 de marzo, y os vamos a explicar por qué y para qué.

Estamos esperando, con cierta ansiedad, una regulación de fundamento a nivel estatal, de la despatologización de los procesos trans, de autodeterminación de sexo/género. Tema, por otro lado, que ya se ha regulado, en sus limitadas competencias del Estado centralista de la autonomías, por parte de once Autonomías. En la calle, no os preocupéis, ya lo estamos demandando nosotras, y de paso ejerciendo dentro de un movimiento inclusivo que nos quiere a todes feministes.

Exigimos con urgencia que no se utilice la ley de libertad sexual para criminalizar más todavía a las trabajadoras sexuales. No contentas con extender el estigma de prostitutas, contrapuestas a las buenas mujeres y a las feministas políticamente corrrectas ubicadas en los aledaños del poder, se pretende ahora legislar negándoles la capacidad de agencia política y la libertad personal para tomar decisiones propias.

Observamos con espanto cómo la atención a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, y en particular las Interrupciones Voluntarias del Embarazo (IVE), y no por efecto de la pandemia, no son atendidos en los servicios públicos, de forma universal y gratuita. Derivadas en su inmensa mayoría a los privados, en muchos casos por objeción de conciencia o por falta de servicios en condiciones, quedan en manos de una atención no integral y regida por la economía de mercado en tiempos de pandemia.

Asistimos a un deterioro gigantesco de las condiciones de trabajo de las mujeres, en su mayoría, contratadas para los cuidados. No ya solo por el incremento de contagios debido a la falta de prevención, sino también, y esto es muy grave, porque cualquier solución pasa por incrementar los horarios de trabajo, ya de por sí bastante altos, denegar vacaciones o libranzas, e incluso establecer la reclusión con las personas a las que cuidan. Las propias Administraciones Públicas están haciendo alarde mediático y constante de las valerosas y sacrificadas conductas de tanto personal sociosanitario que se sacrifica para mejor cuidar. Esto no es sacrificio, es explotación.

Y, en especial, vamos la calle este 8M para expresar nuestra unión y fuerza frente a este sistema que aprovecha la pandemia para negarnos nuestro elemental derecho: la calle, la noche, también son nuestras.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/8-de-marzo-la-calle-es-para-nosotras/

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