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Entrevista a Ignacio Ramonet: “La pandemia está estableciendo la crisis del modelo neoliberal”

Por: Miguel Muñoz 

 

Su nombre está asociado desde hace décadas a la publicación periodística Le Monde Diplomatique tanto en Francia como nuestro país. Este periodista y catedrático de teoría de la comunicación fue también el impulsor del movimiento ATTAC, protagonistas en el movimiento antiglobalización con eventos tan destacados como el Foro Social de Porto Alegre y las sucesivas ediciones. Prolífico autor de libros, premiado en diferentes ocasiones y Doctor Honoris Causa por varias universidades. Durante el inicio del confinamiento estuvo en Cuba. Desde allí, Ignacio Ramonet (Redondela, Galicia, 1943) escribió un extenso ensayo con su reflexiones sobre el mundo actual y futuro en medio de una pandemia sin precedentes. De esos pensamientos, y ya desde París donde reside habitualmente, tenemos el placer de hablar con él en cuartopoder.

-Ha definido la pandemia como un “hecho social total”. ¿Qué significa?

Es una expresión que algunos sociólogos utilizan. En particular, un sociólogo de gran referencia como Norbert Elias. ¿Qué es un hecho social total? Pues a veces en la historia se producen acontecimientos, por ejemplo una guerra, que tienen repercusiones en todos los ámbitos de la sociedad. Primero en la organización misma de la sociedad, en la economía, en la cultura, en la política, en la organización de la vida de la gente. La pandemia, tal y como nos ha sorprendido, ha funcionado y está funcionando como un hecho social total. Realmente hay pocos espacios en nuestra vida cotidiana y en la de las sociedades que no se hayan visto afectadas de manera particularmente impactante por la pandemia.

-Ha señalado, al igual que otras muchas personas, que el mundo y la vida no va a ser igual cuando acabe todo. Parece que lo tenemos todos claro

-Yo creo que sí. Bueno, todos no, ha habido una serie de intelectuales que han dicho que todo sería exactamente igual. Por ejemplo aquí en Francia, Michel Houellebecq escribió un texto diciendo que después de la pandemia todo será igual. ¿En qué sentido todo seguirá igual? Bueno, seguiremos en una sociedad vertical, el capitalismo no se habrá derrumbado, las grandes empresas seguirán teniendo un rol determinante…En ese aspecto no cabe duda de que la estructuración, el esqueleto portador de la sociedad, probablemente no se va a mover, al menos en un primer tiempo. Pero sí que muchas cosas ya se están moviendo. Y podemos decir quizás que muchas han cambiado ya. Por ejemplo la cuestión del teletrabajo. Hoy día es conocido que, en particular en nuestras sociedades desarrolladas, cantidad de gente piensa que ir a la oficina cada día tiene cada vez menos sentido. Y que durante estos meses se ha demostrado que se puede trabajar perfectamente igual desde casa.

«Vamos a ver muchos Gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia»

Por otro lado, una parte del consumo virtual se ha podido hacer de manera virtual. Globalmente la aceleración de toda la virtualidad, de todo el universo de internet, no cabe duda de que aunque ya estaba bien anclada en nuestras sociedades, ha conocido una aceleración muy notable. No es una casualidad que precisamente las empresas del GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple) sean las que más han ganado y las que menos han sufrido con esta pandemia. Así podríamos decir que muchas cosas se han modificado. Probablemente también, aunque decía antes que el capitalismo se va a mantener, el neoliberalismo como lo habíamos conocido hasta ahora probablemente no va a ser posible. Porque esta pandemia tiene tres tiempos. Estamos viviendo el tiempo sanitario, que es el más importante en esta fase. Pero ya está viniendo el tiempo económica, y la pandemia económica va a ser de una brutalidad desconocida. Las cifras últimas publicadas sobre las expectativas de la economía española, la situación de los bancos en España…Todo esto da una idea de la colosal tempestad que están viviendo las economías. Y el tercer tiempo va a ser el social. No cabe duda de que si las economías sufren, quienes van a sufrir van a ser los trabajadores a todo nivel. Por consiguiente eso va a producir aquí y allá protestas o revueltas. Y sea electoralmente o por otras vías, vamos a ver muchos Gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia.

-Se está haciendo también mucho hincapié, especialmente a nivel europeo, en que la crisis no la paguen los de siempre como ocurrió en 2008. ¿Debemos ser algo optimistas con esto?

-Por ejemplo, un país del Sur cualquiera. ¿De qué vive? La mayoría viven de tres cosas. La mayoría de países de África, América Latina, de gran parte de Asia, viven de tres cosas. O bien de las exportaciones de los productos del suelo o subsuelo, la minería o la agricultura. Segundo, de las remesas que envían sus trabajadores emigrados. Y tercero, en algunos de ellos, del turismo. Estas fuentes de recursos hoy día están muy impactadas por la pandemia. El turismo está con un encefalograma plano. Las remesas, como la mayoría de estos trabajadores está en los países desarrollados, y que evidentemente, van a entrar en una crisis colosas, van a disminuir masivamente. Como por otra parte la economía está medio paralizada, las exportaciones también están de capa caída. Entonces, imagina cuando en un país se caen estos tres recurso, obviamente el número de quiebras va a ser colosal. Cuando quiebran las empresas, quienes sufren son los bancos. Porque han dado créditos para que las empresas funciones. Por tanto, el propio sistema bancario se puede derrumbar en muchos países.

«En Europa va a haber una gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar»

Esto es lo que normalmente podría haber ocurrido en Europa. No va a ocurrir por el acuerdo que se logró. Porque la UE que ve venir esta situación, está dispuesta a endeudarse sin límite para que precisamente todo el sistema bancario, que es un poco el sistema de riego sanguíneo de la economía europea, no dé quiebra y colapse. En Europa va a haber una gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar. Pero eso no va a cambiar el hecho de que mucha gente vaya a perder su empleo. En Francia, por ejemplo, el propio presidente anunció hace dos semanas que se espera en otoño próximo la pérdida de un millón de puestos de trabajo. Es enorme, si piensas que cada puesto de trabajo hace vivir a dos o tres persona.

-Cambiando de tema, hay muchas referencias, y también las describía usted en el artículo, sobre la irrupción de la vigilancia masiva digital. Supongo que en este tipo de situaciones hay riesgos y beneficios dentro de una crisis sanitaria

-La era digital, en la que ya estábamos desde hace unos 30 años, ahora ha alcanzado una normalidad. El mundo actual es el mundo de la virtualidad. Para los que aún dudaban de si estábamos en una prolongación de la era industrial, pues ahora estamos en la era virtual y de la ciber actividad. Por consiguiente, eso significa que cada vez que toco una tecla en mi computadora, teléfono o Ipad, estoy dejando una huella de lo que hago. Por consiguiente, no cabe duda de que ahora sí que se confirma algo que algunos ya habíamos predicho desde hace bastante tiempo. Y es que los datos que cada uno damos de nosotros pasan a ser una materia prima de alto valor y que probablemente pueden transformarse en la materia prima de la era digital. Eso va a tener un valor económico en la medida en la que en el mundo del 5G y Big Data, se va a trabajar exclusivamente con datos. En el mejor de los casos para conocer mejor desde el punto de vista comercial o publicitario todas las simpatías y deseos de los individuos. Pero además eso va a permitir a las grandes empresas digitales y a los Gobiernos e institutos de inteligencia para tener un conocimiento muy fino de cada uno de nosotros.

Entonces, la idea de que precisamente haya una especie de Big Brother que conozca a cada uno de los 7.000 millones de habitantes del planeta, o los 5.000 que usan constantemente internet, eso, que era ciencia ficción cuando Orwell escribió 1984, está siendo cada día más real. Yo escribí hace poco un libro llamado El imperio de la vigilancia y creo que me quedé corto. Porque con la pandemia esto se ha confirmado completamente. Antes podían decir que era un poco paranoico y cosas así pero ahora es la realidad.

-Una de las cosas por las que más se le conoce fue su lucha en el movimiento antiglobalización y la fundación de ATTAC. Han pasado varias décadas pero, ¿cómo se relacionan las críticas que ya se hacían entonces sobre el mundo con la realidad actual en plena pandemia?

-Nosotros lanzamos el movimiento hace unos 20 con la idea de “Otro mundo es posible” y con el Foro Social. La crisis de 2008, que fue financiera y de crédito, ya nos dio la razón de que obviamente la globalización, es decir el neoliberalismo globalizado, nos conducía hacia un mundo en el que cada vez habría más gente cada día más rica y gente cada vez más pobre relativamente. Hoy, el 1% de la población más rica posee más de la mitad de la riqueza del mundo. Hoy día, si quieres esta desigualdad salta tanto a la vista que el escándalo se ha generalizado.

La pandemia está estableciendo también la crisis del modelo neoliberal. Por ejemplo, hemos visto como muchos países se han cerrado, como muchos países apuestan por el mercado interior. La crisis ha demostrado que, por ejemplo, en Europa no se fabricaban mascarillas, paracetamol, respiradores…Sabemos que habrá otras crisis, porque en los últimos 15 ha habido otras tres crisis epidemiológicas aunque no hayan concernido a Europa. El SARS y el MERS han sido crisis muy graves para Asia. Nadie puede decir que no habrá otra crisis pandémica de aquí a 5 o 10 años. No tenemos autonomía en materia de producción de lo que es mínimamente indispensable para combatir una amenaza de este tipo. Todo este modelo que consistía en fabricarlo todo con trabajadores mal pagados en el otro lado del mundo es que el hoy tenemos, a la vez por razones económicas, sanitarias y ecológicas. No nos olvidemos de una importante, que la pandemia no es más que una manifestación de la crisis ecológica. Porque el virus ha surgido por el desprecio a la naturaleza, por el ataque constante a ella y en particular a los animales salvajes. Y el virus ha saltado precisamente por ese desprecio. No podemos seguir fabricando una camisa al otro lado del mundo que va a ser transportada y consumiendo una cantidad excepcional de petróleo y energía para luego ser vendida a un precio ridículo. Es impensable. Este tipo de modelo es al que hoy, por razones económicas, ecológicas y políticas, la sociedad debería rechazar.

-A nivel geopolítico nos preguntamos mucho el papel que van a cumplir ahora China y EEUU. ¿Podemos ver algún cambio en el equilibrio entre fuerzas?

«Es la primera vez desde el principio del siglo XX que hay una crisis mundial y que EEUU no tiene un rol de protagonista»

-En el aspecto geopolítico vamos a decir algo que es lo más central. Es la primera vez desde el principio del siglo XX que hay una crisis mundial y que EEUU no tiene un rol de protagonista. Esto no se ha visto nunca hasta ahora. Su intervención en la I Guerra Mundial fue decisiva, en 1944 también. Y desde los años 50, EEUU ha estado en todas las partes. Esta vez no han enviado una mascarilla a nadie. No han enviado una jeringuilla ni personal médico a nadie. Esta ausencia da una idea de la debilidad de EEUU. El país más impactado por la pandemia es EEUU, por una conducción política completamente errática, equivocada, con un problema de liderazgo enorme que pone en riesgo la continuidad de Trump, tal y como lo dicen los sondeos. Solo esto ya es una indicación de cómo la pandemia está modificando la geopolítica. Por otra parte también, la pandemia detuvo todos los conflictos en el mundo durante unas semanas, con mucha más eficacia que la ONU. Otra cosa, las Naciones Unidas han estado absolutamente ausentes en esta crisis. No se han oído iniciativas. Por tanto, hay algo en la estructuración y funcionamiento geopolítico hasta ahora que demuestra que tal y como funcionaba el mundo, éste no era eficaz.

Sobre China podríamos decir dos cosas. Primero, tiene una responsabilidad en la medida que el virus surgió allí y no pudo impedir que saliera. Por otra parte, China ha combatido con gran eficacia la pandemia y es el país que ha ayudado enormemente a otros países, enviando medicamentos, médicos, etc.

-Estuvo en Cuba durante las primeras semanas de confinamiento. Ha alabado su gestión de la pandemia, ¿por qué?

-Cuba ha combatido la pandemia con mucha eficacia sin declarar un confinamiento obligatorio, pero con mucha disciplina social, con mucho voluntarismo y de manera bastante inteligente, y con una organización social muy eficaz. Por otra parte también, Cuba no ha dudado en enviar a cerca de 45 países brigadas médicas con personal: Italia, Andorra, las posesiones de Francia en el Caribe, en América Latina o África. Cuba sí ha dado muestras de un internacionalismo solidario y creo que esto vale la pena subrayarlo. Infelizmente los grandes medios de comunicación europeos no lo subrayan. Por otra parte observamos que la UE ha publicado una lista de los países con los que se puede aceptar viajero y veo que no está Cuba, que es uno de los países que menos casos tiene en el mundo. Para darte una idea, Cuba tiene más o menos la misma población que Bélgica, 10-11 millones de habitantes. Bélgica tiene 9.000 muertes. Cuba sólo 85. Entonces, evidentemente hay una manera de afrontar esta cuestión desde el punto de vista sanitaria que demuestra lo que se sabía ya, que Cuba es una gran potencia médica. Pero que es una gran potencia con una generosidad y solidaridad espectacular cuando muy pocos países en el mundo han enviado ayuda a tantos países.

Fuente e imagen: cuartopoder

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Educación: Holanda, el país que teme perder su idioma porque las universidades no lo usan

Educación: Holanda, el país que teme perder su idioma porque las universidades no lo usan

Estamos en Holanda, en una universidad: los estudiantes se sacan las chaquetas y las bufandas mientras el profesor abre una presentación en Power Point sobre «emprendimientos innovadores» y se prepara para dar su charla, que será en inglés.

El idioma es elección del centro académico, apunta Frank van Rijnsoever de la Universidad de Utrecht.

El uso del inglés en las educación superior holandesa es tan extenso que un grupo de profesores predijo que habrá un «lingüicidio» inminente y exigió que el gobierno de La Haya imponga una moratoria que prohíba a las universidades crear nuevos cursos en inglés hasta que se realice un análisis de impacto oficial.

El 60% de los programas de maestría ofrecidos en la Universidad de Utrecht son en inglés. En el nivel educativo más alto prácticamente no se imparten cursos en holandés.

Estudiantes en la Universidad de Utrecht

«A mí no me importa. La mayoría de los textos están en inglés«, dice el profesor Van Rijnsoever.

«Así que para mí, como docente, no es un gran problema porque también investigamos en inglés. Pero para los estudiantes, ves que tienen que cruzar una cierta barrera para expresarse adecuadamente».

Países Bajos tiene uno de los niveles más altos del mundo de dominio del inglés como segunda lengua, superado solo por Suecia, según el último Índice EF de Dominio del Inglés.

«Es algo que aprendí a lo largo de los años, principalmente mientras hacía mi doctorado en inglés académico», explica el profesor.

Para Oskar van Megen, quien se graduó con un título en desarrollo sustentable, realizar una maestría en inglés con orientación internacional tenía sentido ya que el tema era más amplio que en los Países Bajos.

Sin embargo, reconoce que tuvo su costo: «Me puso un poco en desventaja porque me tomó mucho tiempo entender y concentrarme en lo que decían los profesores, y entender los artículos y escribir mis propios artículos».

Oskar van Megen

Sin embargo, aunque siente que está calificado para tener una carrera internacional, desde entonces ha luchado por encontrar trabajo en su país.

‘Úsalo o piérdelo’

Utrecht no es la única. Algunas universidades del país han borrado completamente el idioma holandés de su currículo. En Eindhoven, incluso los sándwich en las cafeterías dicen «cheese» al queso en lugar de la palabra holandesa «kaas».

Y no todos están contentos con la creciente anglicanización de las universidades.

«El holandés es nuestra identidad», se queja Annette de Groot, profesora de lingüística en la Universidad de Ámsterdam.

«¿Qué sucede con la identidad de un pueblo en un país en el que el idioma nativo ya no es el principal de la educación superior?».

«Los holandeses no son tan buenos con el inglés como ellos creen. No deberías utilizar un lenguaje más débil en la educación«, advierte la experta.

Annette de Groot

«Si usas el inglés en la educación superior, el holandés eventualmente empeorará. Es ‘úsalo o piérdelo’. El holandés se deteriorará y la vitalidad del idioma desaparecerá. Se llama bilingüismo desequilibrado. Agregas un poco de inglés y pierdes un poco de holandés«.

Mientras que el inglés puede ayudar a los estudiantes a ingresar al mercado global, otros sienten que su prevalencia los excluye de su país de origen.

Y el debate político aquí se está intensificando, a medida que más ciudadanos de Reino Unido se mudan porque sus empresas desean permanecer en la Unión Europea (UE) después del Brexit.

Es hora de que haya un debate honesto sobre el tema, dice la profesora De Groot.

«Estamos cambiando a una visión cada vez más anglosajona del mundo. Las universidades quieren diversidad, perspectivas diferentes. Lo que ocurre es exactamente lo contrario. La anglicanización significa que terminas con un mundo mucho más homogéneo».

Para ella la ironía es que las universidades holandesas simplemente están compitiendo para atraer estudiantes en un intento por sobrevivir.

Campus de la Universidad de Utrecht

El rector de la Universidad de Utrecht, Henk Kummeling, sostiene que avanzar hacia el inglés ha sido un proceso orgánico pero acepta que para competir internacionalmente tiene sentido utilizar un idioma mundial.

«No es que sea una publicidad para estudiantes internacionales», me asegura desde su oficina, con vista al campus repleto de bicicletas.

«La cultura holandesa permanecerá durante siglos. Cuando los holandeses hablamos entre nosotros, hablamos holandés».

Oskar está de acuerdo, diciendo que disfrutó entablando amistades con estudiantes de Reino Unido, Irlanda e Italia.

«Personalmente no tengo ningún problema en no hablar holandés o con la cultura holandesa, que tal vez esté desapareciendo un poco».

Pero él dice que tiene que haber un límite y considera que la Universidad de Groningen, en el norte del país, ha admitido a demasiados estudiantes internacionales.

«Hay tantos, que tienen que instalar carpas solo para que los estudiantes puedan tener un techo sobre sus cabezas», se queja.

El peligro para él es que las universidades están tratando de aumentar su perfil internacional al tiempo que buscan generar ingresos de estudiantes extranjeros, y hacen otras concesiones.

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46051675

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Catalunya: «O invertimos en Salud Pública y servicios sociales o no tendremos vida»

«O invertimos en Salud Pública y servicios sociales o no tendremos vida»

La salud pública siempre ha sido la gran olvidada de las políticas públicas, a pesar que su tarea fundamental es la de prevención de enfermedades y de actuación en ámbitos que pueden determinar la salud de las personas, como por ejemplo las condiciones laborales o medioambientales. Sin embargo, con la llegada del coronavirus se ha mostrado la importancia de un ámbito que sigue contando con unas estructuras muy precarias. Para analizar la importancia de esta área transversal en el control de los actuales rebrotes y cómo la pandemia ha afectado las capas más empobrecidas, EL TEMPS entrevista Joan Benach, director del Grup de Recerca en Desigualtats en Salut de la Universitat Pompeu Fabra y catedrático del departamento de Ciències Polítiques i Socials del mismo centro universitario.

-Qué papel tendrían que jugar la sanidad y la salud pública ante la pandemia? Explique en qué se diferencian y que las caracteriza.

-En la gestión actual y futura de la pandemia, la sanidad pública y la salud pública son dos ámbitos esenciales, pero diferentes. La sanidad pública trata de diagnosticar y curar las enfermedades que sufre la gente, un terreno que sufre desde hace tiempo un proceso crónico de mercantilización e infrafinanciación en el conjunto del Estado español, así como es víctima de la medicalización y del hospitalocentrismo. ¿Por qué? Pues porque es un modelo donde gran parte del gasto va a los hospitales, y a comprar tecnologías y medicamentos, mientras que la atención primaria y los servicios sociales, que tienen que ser los puntos capitales del sistema sociosanitario, permanecen precarizados y con pocos recursos. La salud pública, en cambio, trata de prevenir la enfermedad, a la vez que proteger, promover y recuperar la salud de la población, con acciones de salud laboral, ambiental o comunitaria, con vigilancia epidemiológica o actuando frente a los determinantes sociales de la salud por ejemplo. Pero para hacer esta tarea gigantesca, la salud pública dispone de unos recursos exiguos (menos del 2% del presupuesto, y buena parte de él va al gasto en vacunas), y una formación y un número de especialistas muy limitado.

-En esta etapa de desconfinamiento, que estaría caracterizada por el ensayo-error, los servicios de vigilancia epidemiológica adquirían un papel todavía más fundamental. Con todo, parece no haber el personal suficiente. La jefa de epidemiología del Hospital del Valle de Hebrón, Magda Campins, apuntaba: «Necesitamos 2.000 rastreadores y solo hay 150». Cómo valora la respuesta del Gobierno catalán ante los últimos brotes?

-Es una respuesta reactiva y deficiente. Es reactiva porque, más allá de quejas políticas a menudo poco consistentes y de la retórica de usar eslóganes como «frenamos el virus» o «este virus lo paramos unido», no se planifica, sino que se improvisa permanentemente y las cosas se hacen tarde y con poca transparencia. Son ejemplos el hecho que hace poco que se ha nombrado un director de la unidad de seguimiento de la Covid-19 o la tardanza de cuatro meses en crear un comité de expertos que haga propuestas para cambiar el sistema de salud y las residencias. Se actúa sin la capacidad de prever ni de prepararse ante rebrotes, algo que era previsible que pudiera pasar. Y es también deficiente porque, cuando sí que se revisan las posibles estrategias a desarrollar, como propuso a finales de abril un informe del epidemiólogo Oriol Mitjà, no ha habido la voluntad y el liderazgo adecuados para actuar de forma rápida y efectiva posando todos los medios necesarios en las mejores políticas. ¿Por qué no se ha actuado? Seguramente porque después del confinamiento radical que permitió bajar mucho el número de contagios, muchos políticos pensaron que todo estaba ya «controlado», sin entender que el problema no había acabado, que la salud pública precisa de un gran reforzamiento y de reformas estructurales muy profundas. El hecho de tener tan pocos rastreadores para detectar, seguir y aislar posibles contagios (hay un par de centenares a lo sumo que haría falta al menos multiplicar por 10), o el hecho de disponer de unos sistemas de información epidemiológica y de vigilancia de las medidas de prevención tan limitados como los existentes, por ejemplo, en el ámbito laboral, son dos síntomas de que no se toma seriamente el papel clave de la salud pública.

– ¿Por qué no se otorga a la salud pública el papel clave que tendría que desarrollar?

– Creo que una razón de fondo tiene que ver con la visión mercantil y biomédica de la salud, donde la salud pública tiene un carácter residual. El papel de la salud pública, es decir, vigilar epidemias, reducir desigualdades, prevenir accidentes laborales o hacer cribas de cáncer, entre otras muchas cosas, es crucial, pero a menudo invisible. No en balde, aquello que no se ve, ni da ganancias económicas o políticos inmediatos no se valora ni parece prioritario. Cuando aparecen nuevos brotes, normalmente se crean más camas o bien hospitales de campaña, las cuales son acciones curativas necesarias. En cambio, no se ha hecho la imprescindible planificación preventiva. La visión mercantilista y de inmediatez de la salud es pues engañosa y peligrosa. ¿Por qué? Imaginamos por un momento que se nos dijera que la limpieza de los bosques o que tener un parque de bomberos no es algo rentable o que no hay que reforzarlos porque ahora mismo no hay ningún incendio. Pensaríamos que estamos locos al exponernos en un riesgo muy serio que podemos evitar. Pues bien, la pandemia es como uno macroincendio, y a pesar de que se pudo casi apagar mediante un confinamiento radical y masivo durante muchas semanas, en muchos lugares quedan brasas encendidas que hay que identificar y apagar. El confinamiento radical solo se convierte en una solución cuando la pandemia ya está demasiado descontrolada o bien cuando la salud pública es tan débil como la que tenemos y ya no podemos hacer nada más. Ante la existencia de una salud pública donde no se quiere invertir y parece que no haya que reforzar, la pregunta que nos podemos hacer es clara: ¿dónde está la salud pública?

– A raíz de los recientes rebrotes, la atención política y mediática se ha centrado en la actitud de los jóvenes y en las acciones centradas a la responsabilidad individual. Está de acuerdo con esta mirada?

– Hacer hincapié al hacer recomendaciones a la ciudadanía básicamente de tipo personal como se está haciendo sería parecido a decir que ante la epidemia del tabaco es la gente la que tiene que tener la responsabilidad de no fumar, cuando tienen que ser los gobiernos quienes suban los precios del tabaco, aprueben leyes restrictivas, controlen la perniciosa publicidad de la industria tabaquera, y hagan campañas intensivas de educación sanitaria y promoción de la salud, especialmente entre la gente joven. Para mejorar la salud colectiva y reducir las desigualdades generadas por la pandemia, no podamos simplemente decir que cada individuo es el responsable del problema, y que cada cual se tiene que quedar en casa, tener pocos contactos, usar la mascarilla, mantener la distancia social y lavarse a menudo las manos. Es imprescindible invertir en servicios sociosanitarios públicos, universales y de calidad, y es fundamental generar políticas efectivas y persistentes de salud pública. Los grandes medios de información habitualmente reproducen la visión hegemónica de acuerdo con el tiempo y énfasis que se pone sobre determinados temas. Por ejemplo, hablan mucho de emociones, como por ejemplo de enfermos, familiares y profesionales, y de acciones individuales, así como de investigación biomédica. Pero hablan demasiado poco de la debilidad y el papel crucial que tiene que tener la sanidad pública y la salud pública. También tratan demasiado poco las causas profundas de todo lo que rodea a la pandemia, ya sea su origen a causa de la crisis ecosocial que vivimos, o de la infrafinanciación y mercantilización de la sanidad pública y la vergonzosa precarización de sus profesionales, o de la mercantilización de las residencias y de la inacción para hacer políticas sobre curas y dependencia, o sobre los determinantes sociales y laborales de la salud, o de las desigualdades de salud existentes según la edad, el género, la migración y la clase social.

– En Lleida, sindicatos como por ejemplo la CGT y plataformas civiles han denunciado las malas condiciones laborales de los temporeros, incluso al inicio de la primera oleada del coronavirus. En el País Valencià, se produjo un rebrote en una empresa agroalimentaria que, según los representantes de CC OO, no había cumplido con las medidas de protección necesarias. ¿Se han ignorado estas cuestiones por parte de las autoridades correspondientes?

– Sí, pero es más que ignorancia. Se está empleando un modelo de acción erróneo. Se aplica un modelo de salud mercantilizado, como por ejemplo con la ineficiente externalización de tareas de rastreo encargada a Ferroser, una filial de la empresa Ferrovial, y se nos dice que la salud de la población está determinada por la investigación básica, los grandes especialistas médicos, las tecnologías muy caras y los factores de riesgo individuales. Y esto no es cierto. Tenemos mucha investigación científica de salud pública que nos muestra el papel crucial de los determinantes políticos y sociales de la salud. Un ejemplo es que trabajar con condiciones laborales y vitales precarizadas determina muy negativamente salud. Tal como ha pasado en otros países, la aparición de brotes entre trabajadores era previsible. Las decenas de miles de temporeros migrados trabajan en condiciones laborales precarizadas, con condiciones vitales de hacinamiento y una movilidad elevada, y, por lo tanto, se encuentran en un contexto que favorece mucho el riesgo de contagios. Su precarización laboral es conocida, pero ha quedado oculta. Solo cuando los medios se han hecho eco se ha visibilizado su existencia, pero, en todo caso, tampoco se habla de las causas de la situación. La inacción política ha provocado que no se realicen tests de forma masiva, así como se ha actuado pasivamente a la hora de hacer una identificación exhaustiva de posibles contagios. También en la introducción de cambios estructurales que tienen que ver con su pobreza, precariedad, hacinamiento y exclusión social.

– Estamos hablando, por lo tanto, de una mayor afección del virus en personas migradas, trabajadores y, como hemos visto durante la primera oleada de la pandemia, en profesiones altamente feminizadas. A pesar de que el virus no entiende de clases sociales, sí que observamos que las capas empobrecidas y que sufren con más intensidad la precariedad vital están más expuestas.

– La precarización de trabajos donde predominan mujeres, migrados, obreros y jóvenes como ocurre a la sanidad, el trabajo de cuidado, el comercio, o la industria alimentaria, es muy elevado. El año pasado, por ejemplo, en el Estado español el porcentaje de contratos indefinidos nuevos en muchos de estos sectores fue casi residual. La paradoja es que ahora estos trabajos son denominados «esenciales» cuando siempre han sido tratados como trabajos «poco cualificados» para justificar sueldos muy bajos y unas condiciones de trabajo pésimas. ¿Qué efectos tiene esto? La precariedad es una epidemia social tóxica que aumenta el riesgo de enfermar y morir prematuramente, tanto a los que trabajan en situaciones precarias como a sus familias. La pandemia de la Covid-19 precariza todavía mas una población ya muy precarizada.

– A raíz de esta pandemia, y como resultado también de la actual crisis ecológica, se ha evidenciado que la humanidad estará sometida en el futuro a próximas pandemias. Para dar respuesta a la actual epidemia como a las futuras, ¿como nos tendríamos que preparar?

– Es urgente fortalecer de una manera masiva y efectiva unos servicios sociosanitarios públicos y de salud pública que se encuentran en una situación demasiado débil, con unos profesionales al límite de sus fuerzas, y un modelo que no es el adecuado. No basta con aplaudir a los profesionales, dar premios, o hablar retóricamente de la importancia de la sanidad pública, ni tampoco decir de forma enfática y vacía que hay que crear una Agencia de Salud Pública. Hay que actuar ya: reforzar sustancialmente la atención primaria, los servicios sociales, y desprecarizar la salud pública con el desarrollo de la Agencia de Salud Pública de Cataluña y el Centro Estatal de Salud Pública previsto a la Ley General de Salud Pública española. Hay que invertir y reformar en profundidad el sistema para que pueda planificar y prever los muchos problemas y necesidades de salud que se sumarán al impacto de la gravísima crisis económica que ya tenemos encima. Por otro lado, tenemos también la certeza que vendrán nuevas pandemias, no solo porque siempre las ha habido, sino porque todo indica que las causas de la pandemia se encuentran en el capitalismo globalizado: una excesiva urbanización, una masiva agroindustria, el crecimiento masivo del turismo y de los viajes en avión, la alteración global de ecosistemas y la destrucción de la biodiversidad asociada a la crisis ecosocial y climática que vivimos. Así pues, todo apunta a pensar que esta no será la última pandemia, sino que otras, y quizás más virulentas, tienen que venir. Tenemos que entenderlo y tendríamos que prepararnos concienzudamente.

– Ahora bien, ¿es optimista? A pesar de que durante las primeras semanas se apuntaba a un cambio de paradigma en las actuales lógicas económicas, parece que pasados unos meses hemos devuelto a las mismas dinámicas. En general, parece que no estamos aprendiendo de la sacudida de la Covid-19.

– Desgraciadamente, me parece que no estamos aprendiendo demasiado. La pandemia ha mostrado nuestra fragilidad como individuos y como sociedad. Hemos visto que sin el trabajo esencial de mucha gente trabajadora, siempre despreciado, no podemos vivir, y que la sanidad pública y el trabajo de cuidados es fundamental, pero las inercias económicas, políticas y culturales del mundo en que vivimos hacen que cambiar no sea nada sencillo. Hay que cambiar y hay que cambiar radicalmente. O bien hacemos frente radicalmente a la crisis ecosocial y climática que vivimos, o cambiamos nuestras vidas cotidianas con menos consumo, una vida más solidaria, la producción de bienes de consumo esenciales y próximos, y la creación de una economía homeostática, que gaste mucha menos energía y adapte el metabolismo ecosocial a los límites biofísicos de la Tierra, o no tendremos futuro. O cambiamos para transformar el mundo o nos situaremos al lado del abismo. O invertimos en salud pública, en sanidad pública, y en servicios sociales o no tendremos salud ni vida. En tiempos de «condición póstuma», ha escrito la filósofa Marina Garcés, hay que cuidarse, tenemos que cuidarnos, a cada uno de nosotros y al entorno que nos rodea.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/o-invertimos-en-salud-publica-y-servicios-sociales-o-no-tendremos-vida/

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España: Las causas de la desconocida y ocultada pobreza infantil en Catalunya

Las causas de la desconocida y ocultada pobreza infantil en Catalunya

Vicenç Navarro
Catedrático Emérito de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, Universitat Pompeu Fabra; director del JHU-UPF Public Policy Center

Uno de los mayores problemas sociales que existen en Catalunya es la elevadísima tasa de riesgo de pobreza y exclusión social de las criaturas, niños y niñas y jóvenes adolescentes, una de las más elevadas de España y de la UE-15 (el grupo de países de un nivel de riqueza semejante en la Unión Europea). Una tercera parte de la población menor de 16 años está en esta situación (33% en Catalunya, 30% en España y 20,6% en el promedio de la UE-15, según los datos proporcionados por el Idescat y Eurostat para la tasa AROPE –At Risk of Poverty or Social Exclusion–, un indicador europeo que muestra qué porcentaje de la población se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social).

Uno de los tipos de hogares que se caracteriza por tener este elevado nivel de riesgo de pobreza son los hogares monoparentales (que representan alrededor de un 10% de todas las familias en Catalunya). La gran mayoría de estos hogares están compuestos por mujeres y sus criaturas, con muy escasos recursos como consecuencia de no tener una ocupación en el mercado de trabajo o por tenerla en la economía informal o en la economía de los servicios, donde predominan los salarios bajos y la precariedad. En Catalunya, tener trabajo no quiere decir que no seas pobre. En realidad, el 12% de las personas ocupadas continúan estando en riesgo de pobreza. De ahí que, aun cuando la eliminación de la brecha salarial que existe entre las mujeres y los hombres es una medida urgente y necesaria, se trata de una medida insuficiente para salir de la pobreza, pues los salarios entre los hombres en tales sectores de la economía de los cuidados son muy bajos (de los más bajos de la UE-15), con lo cual la igualación de los salarios por género no permitiría a la mayoría de las mujeres de hogares pobres salir de la pobreza.

Esta situación se ha acentuado durante el periodo conocido como la Gran Recesión, como consecuencia de la aplicación de políticas públicas (como las reformas laborales de 2010 y 2012) aprobadas en la Cortes españolas (con el apoyo activo –votando a favor– o pasivo –absteniéndose, esto es, facilitando su aprobación– de los partidos gobernantes –CDC y UCD– en Catalunya) y también en el Parlament de Catalunya que debilitaron significativamente a los sindicatos, políticas responsables del crecimiento de la precariedad y de la limitación de los salarios, siendo estos (en los sectores donde las mujeres son mayoría) de los más bajos de la UE-15. Ello queda reflejado en el hecho de que el porcentaje de la fuerza laboral sindicalizada en Catalunya es de alrededor del 10%, de las más bajas en España (donde lo está el 13,6% de los trabajadores) y en la UE-15 (donde, como promedio, lo está el 33,6%).

La escasa ayuda a las familias por parte de la Generalitat de Catalunya (y que se ha visto claramente durante la pandemia)

Pero hay otra causa de la pobreza infantil, y es la limitada disponibilidad de los servicios públicos de ayuda a las familias, tales como los servicios de atención y educación a la infancia (llamados guarderías en Catalunya) y los servicios de atención a la dependencia (ya sean servicios domiciliarios o residenciales –como las residencias de ancianos–), servicios que se conocen en los países escandinavos como el Cuarto Pilar del Estado del Bienestar (y que complementa los otros tres grandes derechos sociales: el derecho a la sanidad, el derecho a la educación y el derecho a la jubilación).

Este derecho, el de acceso a los servicios del cuarto pilar, está muy limitado en Catalunya (y en España), y ello afecta muy negativamente a las familias catalanas. Y decir familias quiere decir, en las culturas latinas, mujeres. Es precisamente la debilidad de las mujeres en Catalunya y en el resto de España lo que explica las limitaciones en algunos casos, y la falta de derecho en otros, al acceso a estos servicios de ayuda a las familias, siendo ello una de las causas de la pobreza infantil, pues ello no permite o dificulta la integración de la mujer en el mercado de trabajo, una de las principales causas de la pobreza maternal y, por lo tanto, infantil. Hay más que evidencia suficiente en los abundantes estudios sobre esta materia de que para reducir la pobreza infantil es más eficaz promover estos servicios de ayuda a las familias que hacer transferencias asistenciales a los hogares pobres, además de promover la participación de la mujer en el mercado laboral.

La integración de la mujer en el mercado de trabajo es una condición necesaria para reducir su pobreza, aunque no suficiente. Hay que aumentar los salarios, y para ello hay que empoderar a los sindicatos, y a las mujeres dentro de ellos. Para la mayoría de las mujeres que pertenecen a las clases populares, la liberación requiere, pues, de su empoderamiento tanto como mujeres como trabajadoras. Las reivindicaciones de género y las reivindicaciones de clase social son fundamentales para resolver el problema de la pobreza infantil.

Las causas políticas de la pobreza infantil: Catalunya ha sido gobernada por partidos de derechas durante la mayor parte del periodo democrático

Esta relación preferencial entre la liberación de la mujer y la liberación de las clases populares ha sido, precisamente, la experiencia de los países escandinavos, donde han gobernado coaliciones de partidos de izquierdas durante la mayor parte del tiempo transcurrido desde la II Guerra Mundial. Tanto los partidos de izquierdas como los sindicatos son fuertes (el porcentaje de trabajadores sindicalizados es de un 67% en Suecia, un 66% en Dinamarca, un 60% en Finlandia y un 49% en Noruega). Como consecuencia, tienen el cuarto pilar del Estado del Bienestar más desarrollado en Europa, junto con las desigualdades sociales por género y por clase social más bajas, así como los niveles más bajos de pobreza infantil.

En Catalunya, sin embargo, las izquierdas han tenido escaso poder (gobernando la Generalitat de Catalunya solamente siete años durante el periodo democrático). Catalunya, junto con Castilla y León, ha sido la comunidad autónoma en España gobernada por las derechas durante más tiempo (33 años) a lo largo dicho periodo, con la excepción de Euskadi (37 años). En el caso de Castilla y León, ha sido gobernada por la derecha mayoritaria en España, el PP, y en el caso de Catalunya, esta ha sido gobernada primero por una coalición de un partido liberal (CDC) con un partido cristianodemócrata (UDC), y después por el mismo partido liberal (Junts per Catalunya, heredero de CDC) con un partido de centroizquierda (ERC), que ha dado, este último, prioridad a su estrategia nacional sobre la social. Así, ha justificado su apoyo a Junts per Catalunya (la fuerza mayoritaria dentro de la coalición de gobierno) al compartir un proyecto común prioritario para ambas formaciones políticas: la independencia de Catalunya.

El principal argumento de ERC a favor de tal proyecto, así como de Junts per Catalunya, es que el subdesarrollo social de Catalunya (su elevadísima pobreza infantil es un indicador de ello) se debe a su pertenencia y supeditación al Estado español. Puesto que los datos de subdesarrollo social de dicho Estado, aunque ligeramente mejores, son muy semejantes a los de Catalunya (ver mi artículo «El gran silencio ensordecedor sobre la pobreza en España», Público, 22.07.20), tal argumento, a primera vista, parece coherente y es promovido activamente por los medios públicos de información pertenecientes a la Generalitat de Catalunya (y, muy en especial, TV3 y Catalunya Ràdio). Al parecer, han convencido a una parte amplia del público catalán, que, aun siendo minoritaria, está muy movilizada, de manera que el proceso para conseguir la secesión de Catalunya ha centrado la vida política y mediática de Catalunya (y de España), ignorando u ocultando la enorme crisis social de Catalunya. Su demanda de alcanzar la independencia durante su mandato llevó desde el principio del «procés» a un gran enfrentamiento con el Estado español, el cual había conservado, con escasa renovación, sus aparatos represivos, incluyendo los de seguridad del Estado, así como el judicial. De los 16 miembros del temido Tribunal de Orden Público, diez pasaron a ser miembros de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo (ver «El Tribunal de Orden Público y la Audiencia Nacional. De aquellos polvos estos lodos», de Enrique Roldán Cañizares, ZonazeroO, 03.11.17). Y las cloacas continuaron actuando en los aparatos represivos del Estado con la colaboración de los mayores medios de información, cuyo principal objetivo fue mantener las instituciones producidas por una transición muy poco modélica (resultado de un gran desequilibrio de fuerzas), que implicó la continuidad del personal procedente de la dictadura en gran parte de las instituciones del Estado y en sus grandes medios de información, hasta el punto de que un periódico que jugó un papel clave en dicha transición como fue El País fue dirigido por el que fuera el director de la televisión de la dictadura, el Sr. Juan Luis Cebrián (ver mi libro Bienestar insuficiente, democracia incompleta. De lo que no se habla en nuestro país, Anagrama, 2002).

Los dirigentes de los partidos independentistas sabían que el «procés» que habían diseñado no llegaría a su objetivo

Cualquier conocedor de la historia reciente de España con la capacidad crítica de cuestionar la imagen promovida por el establishment político-mediático español de que la transición de la dictadura a la democracia fue modélica podía prever que el Estado español actual, que no está basado en una ruptura con el Estado dictatorial anterior sino en una acomodación, no permitiría que hubiera un referéndum sobre una posible secesión de Catalunya. De ahí que, movilizar a sus bases electorales prometiendo que ello era posible, era pedir una imposibilidad de la cual es difícil aceptar que los líderes de los partidos independentistas no fueran conscientes. El hecho de que insistieran en ello respondió, pues, a otro proyecto, nunca hecho explícito: que hubiera un referéndum sobre la independencia realizado en unas condiciones favorables al «sí», que justificaran así su posterior declaración de independencia. Era obvio que el referéndum no tenía las suficientes garantías para que tuviera la base legal y legítima para conseguir la independencia (tal y como el lehendakari Urkullu le advirtió al president Puigdemont). Pero la predecible respuesta que le dio Puigdemont fue que ello era resultado de la prohibición del gobierno español, que no permitió tales garantías (lo cual ya sabían desde el principio). El Estado era, pues, el responsable de una posición que les permitía legitimar, en cierta manera, lo que hicieron: declarar la independencia basándose en los resultados del 1 de octubre.

La aplicación del artículo 155 de la Constitución era inevitable, y ello tuvo un efecto devastador para la gran mayoría del pueblo catalán que, por cierto, no es independentista. Las políticas de austeridad fueron aplicadas con toda fuerza por el gobierno del PP presidido por Rajoy.

Las consecuencias del «procés» liderado por los partidos independentistas

Es impensable, repito, que los dirigentes de los partidos independentistas no fueran conscientes de esta realidad (la existencia en España de un Estado altamente represivo, heredero de un Estado dictatorial anterior) y que no conocieran que su estrategia (desarrollada en su famoso «procés») llevaría a tal empeoramiento de la situación política y a tal elevada represión. De ahí que hay que asumir que consideraran que tal conflictividad era necesaria, con fines partidistas, para movilizar y expandir sus bases, siendo tal política rentable electoramente. Como un tanto cínicamente había dicho la consellera Irene Rigau (de CDC), «la principal productora de independentistas en Catalunya era la política represiva del Estado español«. No hay duda de que el hecho que varios dirigentes independentistas estén hoy en la cárcel o en el exilio ha favorecido su movilización electoral. Pero tal conflictividad, que beneficia a los movimientos identitarios nacionalistas a ambos lados del Ebro, y muy en particular a los partidos de derechas –la españolista, el PP, y la independentista, CDC y el PDECat– (que, como siempre, intentan presentarse como los «grandes patriotas») ha hecho un daño enorme a las clases populares, cuya crisis social –incluida la elevadísima pobreza infantil– (creada precisamente por una alianza en temas económicos y sociales entre las derechas de los dos polos nacionales e identitarios) ha quedado totalmente ocultada.

La enorme, desconocida y ocultada pobreza infantil en Catalunya (y en España) podría resolverse, pero se requiere un cambio profundo del contexto político en ambas

Hoy la fuerza hegemónica dentro del independentismo continúa siendo la derecha heredera del pujolismo, que representa su visión más radicalizada e intransigente. Su argumento de que una Catalunya independiente sería más próspera ignora que lo que determina la calidad de vida de las clases populares en un país no es su nivel de riqueza (Catalunya es más rica que el promedio de la UE), sino la distribución de tal riqueza. EEUU –un punto de referencia de la ideología liberal– es el país más rico del mundo y, sin embargo, es uno de los países de la OCDE con peores indicadores de calidad de vida y con mayores desigualdades. El subdesarrollo social de Catalunya y del resto de España no se debe a que no exista suficiente riqueza, sino a que esta está pésimamente distribuida (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, Anagrama, 2009). Las políticas neoliberales que han sido aprobadas por las derechas catalanas en las Cortes españolas (desarrolladas en alianza con las derechas españolas), y la continua promoción de las sensibilidades económicas de esta orientación en los medios de persuasión que el gobierno de la Generalitat controla (siendo el economista más visible en los medios públicos de la Generalitat de Catalunya, tanto en TV3 como en Catalunya, uno de los economistas más ultraliberales de Europa, asesor de Davos, que privatizaría todo el Estado del Bienestar, incluyendo las pensiones), han sido responsables de que Catalunya sea uno de los países más desiguales, con una de las pobrezas infantiles más elevadas de la Unión Europea.

Parece que, por fin, se están escuchando algunas voces dentro del independentismo que reconocen que quizás se podría haber hecho algo mal. Lo que es obvio comienza a parecerles claro. La independencia deseada por tales partidos no puede ni debe ser realizada por una minoría de la población en Catalunya (por muy movilizada que esté), y todavía menos por una minoría que no tenga el apoyo de la gran mayoría de las clases populares. Sólo el 34 o 35% del censo electoral apoya la independencia (y, por cierto, el 20% del voto a partidos independentistas no es independentista, sino federalista, según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat de Catalunya). Sus representantes en el Parlament de Catalunya no tenían ni tienen el mandato democrático para declarar la independencia. Su estrategia era y es meramente partidista (a fin de conseguir su permanencia en el poder político y mediático del país), sin considerar ni tener en cuenta las necesidades actuales de la población, obstaculizando las medidas económicas y sociales, como la aprobación de los presupuestos generales del Estado, que habrían terminado con las políticas de recortes, beneficiando así a las clases populares de Catalunya y del resto de España. Una vez más, el «procés» ahoga e impide el progreso social.

Hoy es necesario para el bien del país que haya un cambio en las direcciones de tales partidos para poder establecer una alianza con las fuerzas políticas reformistas españolas que están luchando (en medio de una gran hostilidad por parte de las derechas españolas y catalanas) para cambiar el Estado español, estableciendo un nuevo orden social, con una visión policéntrica y poliédrica del Estado, con una mirada plurinacional que ponga la justicia social y la solidaridad en el centro de las intervenciones públicas, en el contexto de unas instituciones plenamente democráticas, con el reconocimiento del derecho a decidir sobre el nivel de articulación territorial entre sus distintas naciones. Creerse que Catalunya puede cambiar sin cambiar España es un error que solo conducirá a perpetuar realidades como la elevadísima pobreza infantil que hay en ambos territorios. Así de claro.

Fuente de la Información: https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2020/08/11/las-causas-de-la-desconocida-y-ocultada-pobreza-infantil-en-catalunya/

 

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Reino Unido: The Preventable Trauma Of COVID Childbirth

The Preventable Trauma Of COVID Childbirth

“The baby is dead. We can’t assist you here.” By the time she heard these devastating words, the pregnant Yasmelis Casanova had endured a long and painful journey, passing through multiple COVID-19 checkpoints, to the hospital in Caracas, Venezuela. She bled for hours without treatment. When doctors at a second hospital finally operated on her, they removed her ovaries without her prior consent.

Then, she spent 20 days there almost entirely alone; due to COVID-19 restrictions, visits were banned. Venezuela’s health-care infrastructure was crumbling well before the pandemic, but the COVID-19 crisis has pushed it to the point of collapse. Many women experiencing obstetric emergencies now struggle to reach hospitals, let alone gain access to adequate care. Yet such failures can be seen far beyond Venezuela, in rich and poor countries alike.

Last month, the United Kingdom (UK)-based political website, openDemocracy released the results of a global investigation into the treatment of women in childbirth during the COVID-19 pandemic. Across 45 countries – from Canada to Cameroon, from the UK to Ecuador – we found what doctors and lawyers describe as “shocking” and “unnecessary” breaches of laws and World Health Organization (WHO) guidelines intended to protect women and babies during the pandemic.

The WHO’s specific COVID-19 guidelines affirm, for example, that women should be accompanied by a person of their choice while giving birth. Yet, across Eurasia and Latin America – including in at least 15 European countries – women have been forced to give birth without companions.

Likewise, the WHO asserts that procedures like C-sections should be performed only when they are medically necessary or have the woman’s consent. Yet in 11 countries, women reported that they didn’t consent to C-sections, inductions, and episiotomies (the cutting of a woman’s vagina) that were performed on them, or said that they did not believe these procedures were medically necessary.

WHO guidelines also dictate that women receive breastfeeding support and the opportunity for skin-to-skin contact with new born babies. Yet mothers have been separated from new born babies in at least 15 countries – including at least six European countries – and prevented from breastfeeding in at least seven, even though there is no conclusive evidence that COVID-19 can be transmitted through breast milk. Doctors and health experts agree: none of this is necessary to prevent the spread of COVID-19.

Likewise, there have been multiple reports of pregnancy deaths in Africa, after transport and other lockdown restrictions prevented women from reaching hospitals. Many women in developing countries have been forced to give birth in unsanitary and unsafe conditions. Experts now warn that over the course of just six months, COVID-19 restrictions and health-service disruptions could cause up to 56,700 additional maternal deaths in low- and middle-income countries.

If this is not enough to expose the flaws in current COVID-19-prevention measures, consider how unevenly they are implemented (and lifted). In some parts of England, women can now take their partners to the pub, but not to antenatal appointments.

This reflects a long history of the “postcode lottery” dictating access to health care and other services, from in vitro fertilization clinics to domestic violence shelters. And it fits a wider global pattern of downgrading women’s rights and needs, including during childbirth. Just last year, a WHO-led study reported that 42 percent of the women interviewed by researchers in Ghana, Guinea, Myanmar, and Nigeria said they had experienced physical or verbal abuse, stigma, or discrimination in health facilities during childbirth.

In Latin America, several countries – including Argentina, Ecuador, Mexico, Uruguay, and Venezuela – have passed laws against the performance of medical procedures, such as C-sections, without informed consent. But they are very rarely enforced, and advocates report that authorities and medical staff normalise such obstetric violence.

In fact, before the pandemic, 40 percent of babies across Latin America were already being delivered by C-section, though this method poses higher risks for mother and baby. The WHO recommends a rate of around 15 percent, emphasising that C-sections should be carried out only when medically justified.

Furthermore, most African countries were already off track to meet their targets for reducing maternal and infant deaths by 2030, part of the United Nations (UN) Sustainable Development Goals (SDGs). As Jesca Nsungwa Sabiiti, Uganda’s maternal and child health commissioner, has noted, the pandemic is likely to delay achievement of the targets even further. But just as the COVID-19 crisis can impede progress, it can also spur change, by forcing governments and civil society to rethink how our health systems, economies, and societies are organised.

So far, discussions – especially among policymakers – have tended to be narrow, focused on short-term solutions. If we are to build the “equitable, resilient, and sustainable” post-COVID world that many leaders advocate, we must embrace a much more ambitious vision of what public health really means.

For example, laws protecting the vulnerable need to be enacted and enforced. Health bodies and other agencies must investigate violations and hold medical providers accountable. And governments and donors must allocate far more resources for advocacy in problematic areas such as maternal health, and for implementing a rights-based approach to medical training and service provision across the board.

The issue extends far beyond direct medical care. Today, women can be imprisoned for having miscarriages (as in El Salvador) and detained for non-payment of hospital bills after childbirth (as in Kenya). Structural inequality and discrimination based on gender, race, class, disability, and more still shapes every aspect of our lives, in rich and poor economies alike. All of these failures undermine public health.

Far too many women have felt alone, scared, and traumatised while giving birth during the pandemic. In openDemocracy’s investigation, one woman in Italy expressed her hope that policymakers and medical providers would learn from her suffering, and the suffering of those like her, so that other women wouldn’t have to endure what she did. We owe it to these women to ensure that they do.

Fuente de la información: https://theaseanpost.com/article/preventable-trauma-covid-childbirth

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España: Asturias, entre las comunidades que menos dinero recibe del reparto de ayudas para los alumnos más vulnerables

Europa/España/16-08-2020/Autor(a) y Fuente: www.elcomercio.es

El Principado recibirá 1.549.524 euros del programa #PROA+, que pretende adaptarse a la situación educativa del próximo curso 2020-2021 | Este plan tiene como objetivos garantizar la continuidad y el avance educativo del alumnado.

Asturias, con 1,55 millones de euros, es una de las comunidades autónomas que menos dinero recibe del programa de refuerzo educativo #PROA+ para restablecer y reforzar el funcionamiento de los centros educativos el próximo curso.

El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado este jueves la resolución de 31 de julio de la Secretaría de Estado de Educación, por la que se publica el acuerdo del Consejo de Ministros de 21 de julio que formaliza los criterios de distribución a las comunidades autónomas, aprobados por la Conferencia Sectorial de Educación, así como la distribución resultante del crédito destinado este año al Programa de cooperación territorial para la orientación, avance y enriquecimiento educativo en la situación de emergencia educativa del curso 2020-21 provocada por la pandemia del COVID-19: #PROA+ (20-21).

Según este reparto, ya conocido, Asturias recibirá 1.549.524 euros del programa #PROA+ que pretende adaptarse a la situación educativa del próximo curso 2020-2021, provocada por la suspensión temporal de la actividad lectiva presencial desde marzo hasta el final del curso y el impacto negativo del confinamiento en el bienestar y en el progreso del alumnado.

Menos que Asturias recibirá Cantabria, con 1,47 millones. Después figura La Rioja (1,57), ientras que las más beneficiadas son Andalucía (5,34 millones), Cataluña (4,51) y Madrid (3,76 millones).

El criterio de reparto entre las comunidades se ha realizado teniendo en cuenta el número de alumnos escolarizados en Educación Primaria y Secundaria Obligatoria (50%); el porcentaje de alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo (20%); la tasa de idoneidad a los 15 años (20%) y la dispersión de la población, en base al Censo de Población y Vivienda 2011 del Instituto Nacional de Estadística (10%).

Este plan tiene como objetivos garantizar la continuidad y el avance educativo del alumnado en el curso 2020-2021, con especial atención a los más vulnerables; y restablecer, reforzar y mejorar el funcionamiento de los centros educativos en las condiciones especiales para el próximo curso, flexibilizando su organización, garantizando las condiciones escolares recomendadas por las autoridades sanitarias

Asimismo, pretende reforzar la equidad educativa de la red de centros; impulsar y facilitar las necesarias adaptaciones de las programaciones didácticas en torno a las competencias clave y los aprendizajes fundamentales; reforzar la dotación y formación de los equipos docentes y de los profesionales de la orientación; y responder de forma integral a las nuevas necesidades educativas sobrevenidas, así como mitigar el impacto del confinamiento y suspensión de la educación presencial en el bienestar socioemocional del alumnado y profesorado.

CATÁLOGO DE ACTUACIONES

Cada centro educativo elegirá entre el catálogo de actuaciones del programa #PROA+, en función de sus necesidades y posibilidades en el curso 2020-21.

Estas actuaciones incluyen la adecuación del proyecto educativo del centro a las necesidades del curso 2020-2021, con adaptación de la programación curricular y estímulo a la renovación pedagógica inclusiva; y el impulso a las competencias docentes y orientadoras más necesarias, en coordinación con los servicios o redes de formación de la Comunidad Autónoma.

También, un plan de acompañamiento, motivación y refuerzo escolar personalizado para el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo; y la promoción de la implicación y colaboración de las familias y del entorno comunitario con el proyecto educativo del centro para el curso 2020-2021.

Estos 40 millones son una inversión inicial de otras previstas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional destinadas a hacer frente a la situación de los centros provocada por la pandemia del COVID-19.

Fuente e Imagen: https://www.elcomercio.es/sociedad/educacion/asturias-educacion-fondos-proa-20200813104253-nt.html

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Francia: La batalla contra la supuesta «cura» de la homosexualidad

Europa/Francia/16-08-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do

«Cuando tenía 15 años fui con mis padres a una reunión ecuménica en una comunidad ahora conocida por varios escándalos de ritos sectarios y pedofilia. Delante de miles de personas el cura empezó a decir que Harry Potter era una Biblia satánica para los jóvenes. Tonterías enormes», recuerda.

Benoit Berthe vive hoy lejos del apacible lugar en el que pasó las peores horas de su infancia. A sus 30 años ha logrado pasar la página de las homoterapias de grupos religiosos franceses que intentaron convencerlo de que «lo sanarían», y ahora lucha a diario para que otros no pasen por el mismo calvario.

Criado en una familia católica, muy involucrada en la comunidad religiosa de Gien, el pueblo del centro de Francia en el que vivían, Berthe (París, 1989) empezó a entender a los diez años que lo que le habían contado de la adolescencia no se parecía a lo que sentía.

«Me di cuenta de que me atraían los chicos. Me hice la promesa de esconderlo y durante algunos años rehuí esa conversación», explica a EFE desde su casa de Londres, donde vive desde hace siete años.

Su escapatoria fueron los libros de Harry Potter, de la británica J.K. Rowling, y fue también el mago quien lo sacó del armario.

«Cuando tenía 15 años fui con mis padres a una reunión ecuménica en una comunidad ahora conocida por varios escándalos de ritos sectarios y pedofilia. Delante de miles de personas el cura empezó a decir que Harry Potter era una Biblia satánica para los jóvenes. Tonterías enormes», recuerda.

«Quiero que haya leyes para animar a la gente a denunciar y desanimar a quienes hacen las terapias. Y quiero que la Iglesia pida perdón y evite estas derivas»

Aquello le incomodó y decidió defender a su héroe ante sus padres.

«Mis padres asociaron mi encierro con la lectura y me pareció tan injusto que decidí decirles que si estaba así es porque había descubierto que me atraían los hombres», cuenta.

Berthe no olvidará jamás las dos preguntas que le hizo su madre después de recibir la noticia: ¿Había tenido relaciones sexuales con hombres? Y si no había sido así, ¿lo había tocado algún cura cuando era monaguillo?

No y no.

«Para ellos la homosexualidad venía del exterior. Se atrapa como una enfermedad. No es algo con lo que naces», explica Berthe, que hoy dirige en Inglaterra su propia empresa sobre cine de animación y publicidad.

«CURACIÓN DE HERIDAS PROFUNDAS»

PARÍS, Francia.- Benoit Berthe, posa en París, Francia donde este sábado en una entrevista con la Agencia Efe ha asegurado que a sus 30 años ha logrado pasar la página de las homoterapias de grupos religiosos franceses que intentaron convencerlo de que "lo sanarían", y ahora lucha para que otros no sufran el mismo calvario. EFE/ Benoit Berthe PARÍS, Francia.- Benoit Berthe, posa en París, Francia donde este sábado en una entrevista con la Agencia Efe ha asegurado que a sus 30 años ha logrado pasar la página de las homoterapias de grupos religiosos franceses que intentaron convencerlo de que «lo sanarían», y ahora lucha para que otros no sufran el mismo calvario. EFE/ Benoit Berthe

«Unos meses más tarde, mis padres se informaron en su entorno, donde les propusieron estas sesiones de curación de heridas profundas, lo que muestra que ya consideraban que es algo anormal que viene de una herida del pasado. En ellas había homosexuales, personas que habían sufrido violaciones, jóvenes y adultos», cuenta.

Estos encuentros se desarrollaban a menudo en forma de fines de semana o semanas de aislamiento, como si se tratase de un campamento, en el que había enseñanzas de la Biblia y conferencias sobre la homosexualidad donde les presentaban un «futuro terrorífico».

De esos tres años, recuerda experiencias desagradables como que los obligaran a compartir sus deseos, sus pensamientos más íntimos, incluso lo que pensaban cuando se masturbaban.

«Había pasajes de rezo muy intensos. Había mucho silencio, no teníamos derecho a hablar entre nosotros. Las comidas eran ligeras y había un padre espiritual, una especie de gurú religioso y psicológico que nos acompañaba. Mezclaban psicología y espiritualidad sin tener ninguna formación», critica.

Berthe reconoció su sexualidad ante sus amigos a los 18 años. Habían ido al cine a ver «Brokeback Mountain» y se echó a llorar. A la salida, decidió confesarse ante ellos.

Cuando dejó la casa de sus padres para estudiar en la universidad, en París, empezó el auténtico autodescubrimiento, un sinfín de conversaciones con homosexuales que le contaban su experiencia y que le sirvieron para comprender que lo que le habían dicho «estaba muy lejos de la realidad».

Sus padres acabaron por aceptarlo y vieron el daño que aquellas sesiones habían tenido en su hijo. Berthe, alejado hoy de la Iglesia, eligió también perdonarlos.

COLABORACIÓN CON LA LEY

En Francia, donde este tipo de terapias no están reguladas, una diputada de la mayoría gubernamental presentó en junio en la Asamblea Nacional una proposición de ley para prohibirlas y sancionar a sus organizadores.

Berthe ha participado en su elaboración con su testimonio y en el documental de «Arte» «Homoterapias, conversiones forzadas», que pone el foco en la red de organizaciones religiosas que dicen curar la homosexualidad.

«Quiero que haya leyes para animar a la gente a denunciar y desanimar a quienes hacen las terapias. Y quiero que la Iglesia pida perdón y evite estas derivas», zanja el joven.

Junto a otros afectados, Berthe ha creado un colectivo para compartir sus experiencias y seguir de cerca los avances de la situación. Se llaman «Nada que curar». EFE

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/la-batalla-contra-la-supuesta-cura-de-la-homosexualidad-8847162.html

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