El Departamento de Educación del Gobierno Vasco destina un total de 4,2 millones de euros para obras de acondicionamiento en 256 centros escolares públicos, tanto de Educación Infantil y Primaria como de Secundaria, durante el verano.
Según ha informado el Gobierno Vasco, se trata de obras menores que carecen de complejidad técnica, con escasa entidad constructiva y económica, y que además no precisan de proyecto técnico.
Estas características hacen que su contratación sea «sencilla y ágil», lo que permite a su vez al Departamento de Educación «dar una respuesta rápida y eficiente a las necesidades que presentan los centros escolares de cara al nuevo curso».
Las obras a realizar abarcan tareas de acondicionamiento de acabados y revestimientos; arreglo de suelos o techos; redistribución de espacios; actualización de instalaciones eléctricas o de gas; reparación de los elementos constructivos ya existentes; sustitución de ventanas y acristalamientos; arreglo de las carpinterías interiores; mejora de pavimentos exteriores; trabajos de pintura; sustitución de griferías, radiadores o de elementos de luminaria o cualquier pequeña obra de reparación que precisen las instalaciones escolares.
De entre los 256 centros públicos en los que se realizan las actuaciones de acondicionamiento y mejora durante las vacaciones estivales, 87 son de Educación Infantil y Primaria (10 centros en Álava, 49 en Bizkaia y 28 en Gipuzkoa), y los 169 restantes lo son de Secundaria (13 en Álava, 79 en Bizkaia y 77 en Gipuzkoa).
Los matriculados en la educación pública pagarán una media de 841 euros al año.
Aquellos que asistan a un centro privado tendrán que pagar unos 4.086 euros.
Las familias gastarán de media por cada hijo escolarizado entre los 3 y los 17 años un total de 1.212 euros durante el próximo curso escolar, según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Los resultados revelan, además, la diferencia de gasto medio que los padres tienen que asumir en función del tipo de centro educativo (público, concertado o privado) y de la etapa educativa en la que estén escolarizados sus hijos (infantil, primaria, secundaria y bachillerato).
Por tipo de centro, según el estudio, los matriculados en la educación pública pagarán una media de 841 euros al año, los que lo hagan a un centro concertado abonarán 1.856 euros y aquellos que asistan a un centro privado tendrán que pagar un total de 4.086 euros.
La diferencia en el gasto medio puede variar hasta en más de 3.000 euros en función de si el centro escolar es público o privado.
Por ciclo educativo, la diferencia no es tan llamativa ya que, según la encuesta, los gastos totales de los alumnos de educación infantil suponen una media de 1.236 euros al año, los de primaria 1.368; los de ESO, 1.161 , y los de bachillerato, 1.073.
Pero ¿cuál es el coste medio de los servicios y materiales más comunes que se utilizan durante el curso?.
En libros de texto, el gasto medio asciende a 201 euros, pero los que más gastan son los alumnos de bachillerato, 300 € Entre los gastos más relevantes está la cuota escolar, con una media de 145 euros. El gasto varía entre los 126 euros de un concertado y los 392 de un privado.
Las actividades extraescolares, como las deportivas o musicales, son más comunes entre los alumnos de primaria y su coste medio alcanza los 60 euros al mes. El comedor o el desayuno cuesta una media de 41, aunque en los centros públicos se sitúa en unos 36.
La partida del transporte o la ruta supone un coste medio de 96 euros al mes. Los alumnos de infantil, que son alrededor del 41 %, y los de primaria, el 44 %, son los que más frecuencia pagan por transporte. En Bachillerato, un 5 %.
A estos gastos fijos mensuales se suman desembolsos anuales como la matrícula (el gasto medio son 170 euros, que se disparan en la educación privada hasta los 609) y los uniformes (151 euros de media cuestan los uniformes). Los alumnos de los colegios concertados (68 %) y privados (56 %) son los que más pagan por los uniformes (13 % en la educación pública).
En libros de texto, el gasto medio asciende a 201 euros, pero los que más gastan son los alumnos de bachillerato, 300 euros, frente a los 131 de los alumnos de educación infantil.
En material escolar la media es de 83 euros, pero los alumnos de ESO y bachillerato son los que tienen que afrontar un gasto mayor , con casi cien euros. La cuota por asociaciones de padres o clubs vinculados con el centro de media es de unos 30 euros, un tipo de gasto que es más común afrontar en la educación pública.
La OCU recuerda que es posible ahorrar con la vuelta al cole y recomienda a los padres en primer lugar tratar de recuperar, rebajados o incluso gratis, los libros usados del curso anterior que gestionan los mismos centros o las asociaciones de padres (Ampa)
Las clases masificadas provocan que el profesorado pierda tiempo en imponer orden, perjudican a los estudiantes más desfavorecidos y dificultan la individualización de la enseñanza.
España supera ligeramente la media de los países de la OCDE con 22 alumnos por clase en Primaria y 25 en Secundaria.
La situación ha empeorado en los últimos años como consecuencia de los recortes porque el descenso de profesores ha conllevado la subida de alumnos.
Apenas se habla de ello, pero es de lo que más afecta al día a día en clase. Cuántos alumnos hay metidos en un aula o con cuántas personas tiene que lidiar un profesor cada hora. Aunque es la parte más visible de esta variable cuantitativa, no es la única. Hay otras, menos evidentes, pero también importantes: cuántos exámenes debe corregir el maestro de cada tacada o con cuántas familias tiene que relacionarse en cada curso. Las ratios condicionan hasta dónde se puede individualizar la atención a los alumnos.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha puesto sobre la mesa la cuestión de las ratios, en general por encima de los límites recomendables, durante su campaña electoral. Prometió que las reduciría a 12 alumnos por clase en Primaria de un curso para otro. Su ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, anunció a principios de julio que en una primera fase se realizará en 2.500 clases de colegios de zonas desfavorecidas. La tarea será ardua. En Francia, según datos de la OCDE, las ratios en Primaria están actualmente en 23 alumnos por clase.
En España la situación no está mucho mejor. En Primaria hay 22 alumnos por clase —de media—, mientras en Secundaria la cifra sube hasta los 25. Con estos datos, nuestro país se ubica en la posición número 12 de los 33 países que analiza la OCDE, por encima tanto de la media de estos países como de la media de la Unión Europea de los 21 –países que forman parte de la UE y de la OCDE– , que se sitúa respectivamente en 21 y 20 en Primaria y 23 y 21 en Secundaria.
España se coloca justo por detrás de EEUU y por delante, precisamente, de Francia. China lidera la clasificación por países, con 50 alumnos de media en Secundaria y casi 40 en Primaria, y Letonia la cierra con 15 y 16, respectivamente.
Las ratios de alumno por aula.
Hasta 40 alumnos por clase
Los datos de España hay que cogerlos con cuidado. Son medias y, en muchas ocasiones, se nutren de dos extremos: las grandes ciudades suelen tener muchos más alumnos por aula que los entornos rurales o de pequeñas poblaciones. En las grandes capitales puede llegar a haber hasta 40 alumnos en cada clase en los últimos años de bachillerato.
La situación solo ha empeorado en los últimos años como consecuencia de las decisiones adoptadas por la crisis. El descenso del número de profesores ha conllevado automáticamente la subida de los alumnos por clase, como constató CCOO en un reciente informe. Así, en el periodo entre el curso 2008-2009 y el 2015-16 cada aula de un centro público acoge a un alumno más en Primaria y a uno y medio en Secundaria. En regiones como Madrid la masificación en las aulas ha llegado a la justicia (la expresidenta, Esperanza Aguirre, permitió subir las ratios un 20% de manera coyuntural, pero nunca se bajaron) y en otras como Cantabria están en máximos europeos.
Con Cifuentes, la Comunidad de Madrid mantiene a más alumnos de los que marca la ley porque apela a un decreto que permitía subir el número ante la reducción de plantilla. Sin embargo, se quedó sin efecto después de que el Gobierno anunciara una tasa de reposición del profesorado del 100%. Así las cosas, el limite legal de ratios marca un máximo de 25 alumnos en Infantil y Primaria; 30 en Secundaria y 35 en Bachillerato.
El tamaño de las aulas importa, explican los expertos. Y no solo en el rendimiento de los alumnos, también en el discurrir de la propia clase o en el gasto educativo. Aunque no hay excesiva literatura específica al respecto, Blanquer sí aludió a «estudios realizados en Francia y en el extranjero» para avalar la propuesta francesa de reducir las ratios.
La OCDE, en su Panorama de la Educación, explica tímidamente que «las clases más pequeñas pueden beneficiar a grupos de estudiantes concretos, como los que proceden de entornos desfavorecidos».
La importancia de la atención individual
Los profesores que están cada día en las aulas confirman estas impresiones y van más allá. «El número de alumnos es una de las cosas más importantes», asegura una profesora de Primaria. «Es la manera de conseguir una atención lo más individualizada posible para cada estudiante. Para mí, en un mundo ideal el máximo razonable son 18-20 y el óptimo, 14-15. Si tienes divididos a los alumnos en grupos de rendimiento (no una división física, está en tu cabeza), puedes centrarte en el que tiene un menor desempeño y el otro trabajará solo. Con tres grupos ya no vas a llegar a todos», explica. Y si en la clase hay alumnos con necesidades educativas especiales, la aseveración anterior redobla su validez e importancia.
Más allá de esto, señala la OCDE, «un mayor tamaño de las clases parece estar asociado a un porcentaje más elevado de estudiantes con problemas de comportamientos y con la necesidad de dedicar más tiempo a mantener el orden, en vez de a la enseñanza y al aprendizaje».
Los datos de la OCDE muestran que en los países con menos alumnos en cada clase (Letonia o Estonia, con casi 15 alumnos), los profesores dedican casi el 85% del tiempo a la enseñanza y el aprendizaje, mientras que en los que más tienen (clases que rondan las 35 personas), este porcentaje cae por debajo del 75%. La media de la OCDE no llega al 80%. En una clara correlación, en los países con las aulas más masificadas el 15% del tiempo se va en mantener el orden en clase, mientras que los que menos alumnos tienen no llegan al 10% de los minutos invertidos en esta tarea.
Además, como recuerda otra maestra, no solo se trata de las horas de clase en sí. Más alumnos significa más exámenes que corregir y, sobre todo, más familias que atender durante el curso. De nuevo, más tiempo dedicado a la burocracia y restado a las tareas puramente académicas que limita esa individualización de la enseñanza a la que apuntan los expertos como el camino a seguir.
En Francia, pionera en la reducción masiva de ratios si mantiene la promesa, tienen tarea por delante. Tanta, que los sindicatos del país creen que no lo van a lograr. Reducir el número de alumnos por aula requiere más clases físicas y más profesores. La parte de los maestros más o menos se puede acometer, es cuestión de dinero. Más dificultades presenta la de las aulas. De momento, como solución temporal, los directores se plantean separar las clases que ya tienen por la mitad con algún recurso coyuntural (una cortina, un muro) o utilizar las aulas informáticas.
Aunque en Reino Unido no le iba mal, John Hart decidió mudarse junto con su mujer a Finlandia. Allí descubrió cómo entiende la sociedad la educación y por qué les importa.
Desde hace años, Finlandia es el país referencia para la educación global. No se trata tan solo de sus buenos resultados en PISA, sino que al contrario de lo que ocurre con otros países como los asiáticos, donde los buenos resultados se traducen en una presión desmesurada para los alumnos, el alto nivel educativo va acompañado de políticas sociales que favorecen la conciliación laboral y el bienestar de alumnos y padres. Como suele decirse, el dinero que se destina a educación no es un gasto, sino una inversión.
La distancia que nos separa del país escandinavo y la creación de un mito que, como todos, idealiza ciertos aspectos, nos hace dudar de dichos parabienes. De ahí que el testimonio de un profesor inglés llamado John Hart, que emigró a Finlandia junto a su mujer, de dicho país, resulta particularmente útil para entender las diferencias en dicho país, no solo en cuanto a políticas sociales, sino como él mismo explica, en lo que concierne a la actitud que la sociedad mantienefrente a la educación.
«La idea de que un profesor debería proporcionar evidencias para demostrar lo que ha hecho es ridícula».
“Mucho de lo que se escribe sobre ellos, evidentemente, se ha centrado en las políticas, pero es reduccionista entenderlo tan solo en dichos términos”, ha explicado en una columna en ‘The Guardian‘. “Los valores de los colegios y de la sociedad a la hora de implantar dichas políticas son igualmente importantes”. Aunque reconoce que, en comparación con otros países, Finlandia lo tiene relativamente fácil (su población es de algo más de cinco millones de habitantes y sus niveles de inmigración son muy bajos), su apuesta por reducir la inequidad ha sido clave. Pero hay algo aún más importante: el papel de los profesores.
El mito de la educación finlandesa: todo lo que no te contaron sobre su éxito
“Gran parte se debe a la estricta selección de profesores y a la formación de primer nivel que los candidatos reciben”, explica el profesor, que imparte Aprendizaje Digital en la Escuela Europea de Helsinki. “Pero al mismo tiempo que la entrada en la profesión es altamente competitiva, las condiciones en las que los profesores trabajan y los valores de las escuelas también tienen una gran importancia a la hora de que los profesores y sus estudiantes florezcan”. Es una gran diferencia: desde 1979, en Finlandia los profesores estudian y hacen prácticas durante cinco años y, debido a su buena consideración social y reconocimiento económico, es una profesión prestigiosa.
La evaluación no es lo más importante
El testimonio desmiente otro de los grandes tópicos relacionados con la innovación educativa más reciente: que la evaluación del profesoradosea esencial para mejorar el sistema. Más bien al contrario, señala Hart: “A los docentes finlandeses se les otorga una gran responsabilidad y se les permite una flexibilidad sin restricciones en qué enseñar y cómo”, explica. “Su rendimiento no es observado y medido”. La única forma de evaluar su rendimiento es a través de discusiones con los directores del centro sobre sus fortalezas y debilidades.
«Nadie utiliza los datos para hacer ‘rankings’ o presionar a los colegios que saquen peores notas».
«La idea de que un profesor debería proporcionar evidencias para demostrar lo que ha hecho es ridícula”, prosigue el profesor inglés. ¿Por qué? Porque la clave se encuentra en la personalización del proceso educativo, y por lo tanto, el docente es el experto que mejor sabe lo que cada uno de sus alumnos necesita, por lo que cada una de sus decisiones, aunque puedan parecer chocantes, tienen como objetivo el beneficio del estudiante, “no el de otros actores”. Trabajar para los alumnos, y no para el inspector.
La clave, por lo tanto, se encuentra en la plena confianza en el profesor, que es el que dispone de una libertad absoluta a la hora de elegir sus métodos de evaluación y horarios. “Nadie, ni dentro ni fuera de la escuela, les obliga a hacerlo de determinada manera y a adaptarse a esos horarios”, explica el profesor. “Y nadie utiliza los datos para construir ‘rankings‘ o presionar en los colegios”. Esa es la gran diferencia con otros sistemas educativos, como el británico o el español, donde la programación debe reflejar cada una de las lecciones que se imparten, un gasto de tiempo y dinero innecesario, en opinión de Hart.
“Comparadlo con el Reino Unido, donde los colegios tienen jefes de datos, donde se dice a los profesores qué colores de bolígrafo deben utilizar para corregir, y donde los libros son revisados a menudo para asegurarse de que siguen utilizándose para aprender”, lamenta Hart. No es que se trate de un mal modelo, de todas formas, ya que el profesor reconoce que sus compañeros le ayudaban y el director le concedió cierta libertad en su segundo año. Pero nada que ver con lo que se puede aprender a la sociedad finlandesa, en la que “todos se cuidan, valoran y confían mutuamente”.
El rol del ‘profe’
Lo explicaba a ‘El Confidencial’ Hanna Sarakorpi, la directora de la Escuela Saunalahti en Espoo, considerada como la mejor del mundo: “El profesor, el niño y los padres tienen que cooperar todo el tiempo, ya que el rol de la escuela no es solo enseñar, sino también educar”. Esa visión del colegio como centro de la sociedad es uno de los rasgos diferenciales del sistema finlandés.
Lo de que se seleccione a los más brillantes es un mito, pero no es problema: los mejores profesores no siempre son los que tienen notas más altas.
Tan solo el 10% de los candidatos a profesores pasan el corte y terminan siéndolo. En la Universidad de Helsinki, por ejemplo, el examen se realiza a través de dos pruebas: en primer lugar, un examen escrito, y más tarde, un test de aptitud diseñado por la propia institución. También cuentan las notas del instituto. Sin embargo, como recordaba un reportaje de ‘The Guardian‘, eso de que solo se selecciona a “los mejores y los más brillantes” es un mito. Lo cual es, paradójicamente, una ventaja, porque puede haber profesores potencialmente muy buenos entre estudiantes con mejores notas: “Es preferible diseñar su educación para sacar lo mejor de los jóvenes que tienen pasión por enseñar”.
No es oro todo lo que reluce, claro, y no existe sistema educativo perfecto. Durante los últimos años han emergido voces críticas como las de Gabriel Heller Sahlgren, que en su informe ‘Real Finnish Lessons: the True Story of an Educacion Superpower‘ revelaba que los buenos resultados del sistema finlandés no se deben a las últimas reformas basadas en la igualdad, la ausencia de exámenes estandarizados y los pocos deberes, sino que es una herencia del sistema centralizado y donde las escuelas eran poco independientes de los años setenta. En resumen, todo lo contrario del discurso que suele mantenerse sobre Finlandia. Sea como sea, Hart lo tiene claro: “El verdadero éxito es el nivel de responsabilidad y autonomía otorgado a los profesores para que hagan su trabajo”.
El primer ministro de Eslovaquia, el socialdemócrata Robert Fico, destituyó hoy al ministro de Educación, Peter Plavcan, por irregularidades en el reparto de fondos europeos destinados a Ciencia e Investigación, lo que también ha obligado a Bruselas a congelar la financiación comunitaria.
«Quiero agradecer a Plavcan su esfuerzo sincero para resolver el problema, pero debo pedir al presidente del SNS (formación nacionalista de la coalición gubernamental que nominó al ministro Plavcan) que presente una propuesta de nuevo ministro de Educación, y esto a la mayor celeridad posible», dijo Fico al canal privado TA3.
El anuncio se produjo en el primer consejo de ministros del Ejecutivo de coalición tripartito que ha seguido a una crisis gubernamental desencadenada la semana pasada.
El tripartito eslovaco está formado desde septiembre de 2016 por socialdemócratas, nacionalistas y húngaros moderados, que disponen juntos del respaldo de 78 legisladores del Consejo Nacional, el parlamento unicameral de 150 escaños con sede en Bratislava.
La formación nacionalista SNS, presidida por el jefe del parlamento, Andrej Danko, anunció hace unos días su salida de la coalición por falta de entendimiento con sus socios y porque no veía sus prioridades reflejadas en el trabajo del Gobierno.
Después de una semana de turbulencias en la escena política, los líderes de los tres partidos de la alianza en el gobierno anunciaron ayer un acuerdo que les permite mantener a flote la coalición, bajo nuevas prioridades.
Fico confirmó hoy que «no hay motivo para unas elecciones anticipadas», al tiempo que exigió responsabilidades por el caso de los eurofondos.
«La gestión del Ministerio de Educación ha levantado temores que no podemos permitirnos», dijo Fico al exigir la salida de Plavcan.
Bruselas ha enviado una carta al Ejecutivo eslovaco avisando de que congela cuatro programas comunitarios por valor de 600 millones de euros hasta que no se disipen las dudas sobre el reparto errático y poco transparente de fondos para la Ciencia e Investigación.
Varios rectores universitarios del país centroeuropeo se han quejado de la falta de personal cualificado para adjudicar esos fondos comunitarios, y la oposición parlamentaria se ha referido a casos de soborno en el reparto de ese dinero.
Desde septiembre, las escuelas primarias del Reino Unido, al igual que las de Shanghai, usarán 36 libros de matemáticas entre teoría, ejercicios y guías para el docente, publicados por el grupo Shanghai Century Publishing.
Es la primera vez que textos chinos conforman el programa educativo de un país desarrollado a tan gran escala.
Los ejemplares ya habían sido incluidos en la lista del Centro Nacional para la Excelencia en la Enseñanza de las Matemáticas del Reino Unido.
Con la autorización de la casa editorial china, su similar británica, HarperCollins UK, será la responsable de su publicación y promoción.
Cerca de 7.000 estudiantes de 133 centros de la provincia han podido beneficiarse del servicio de aula matinal.
La Consejería de Educación, a través de la Agencia Pública Andaluza de Educación (APAE), ha invertido más de 13 millones de euros en los servicios complementarios de los centros educativos de la provincia durante el curso 2016/2017, según lo ha señalado la delegada de Educación de la Junta en Córdoba, Esther Ruiz.
Ruiz ha destacado que «Andalucía es la única comunidad autónoma del país que apuesta por los servicios complementarios, los cuales autofinancia con la creencia en que la conciliación familiar-laboral, la igualdad de oportunidades y la accesibilidad al sistema educativo debe llegar a todos los rincones de nuestra provincia».
Esther Ruiz: «La conciliación y la accesibilidad al sistema educativo debe llegar a todos los rincones de la provincia»
Igualmente, la delegada ha señalado que el compromiso de la Junta de Andalucía con las familias se refleja en Plan de Apoyo a las Familias Andaluzas, norma establecida para «una amplia variedad de medidas dirigidas a facilitar la vida familiar y la integración de mujeres y hombres en la vida laboral en condiciones de igualdad». A través de este Plan, los centros docentes, más allá de la jornada lectiva tradicional, proporcionan unaoferta de jornada escolar completa para que los alumnos encuentren en sus centros las actividades que necesitan para completar su formación.
Entre esas medidas se encuentra el Plan de Apertura de Centros, que se traduce en «la ampliación del horario de apertura de los centros y en una mejora de la oferta de actividades extraescolares y de servicios educativos complementarios, tales como el comedor escolar o el aula matinal», ha manifestado Ruiz, quien ha destacado que estos servicios complementarios son «pilares no sólo del ámbito educativo, sino también del social».
Servicios ofertados
Con la inversión de más de un millón de euros por parte de la APAE en los servicios de aula matinal y actividades extraescolares, cerca de 7.000 usuarios de 133 centros han podido beneficiarse de esta opción, ofreciendo actividades diversas a los estudiantes hasta el comienzo del horario lectivo, mientras que las actividades extraescolares han contado con más de 10.300 usuarios de 173 centros.
Por último, la delagada destaca el servicio gratuito de transporte escolardel se han beneficiado más de 8.900 alumnos del segundo ciclo de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional Básica y Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior de Formación Profesional de 131 centros de la provincia y cuya inversión ha superado los 7,4 millones de euros.
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