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Conoce seis puntos vitales para proteger la niñez en el mundo

Mundo/22-11-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

En el Día Mundial de los Niños, la Unicef identifica la cooperación internacional como vía de protección infantil.

La pandemia de la Covid-19 está teniendo una dimensión precedentes para la mayoría de la gente. En todo el mundo, el brote se está llevando la vida y el sustento de muchas personas a medida que se sobrecargan los sistemas de salud, la educación ha sido interrumpida y las familias luchan para mantenerse a flote.

Las comunidades a escala global están asumiendo el desafío: desde los profesionales sanitarios y los trabajadores sociales, que están poniendo sus vidas en juego para proteger a los más vulnerables, hasta los jóvenes que están inventando formas innovadoras de difundir mensajes sobre la salud pública.

Aun así, y aunque la transmisión del virus está empezando a reducirse en algunos países, las repercusiones han sido duras y, en muchos países, afectan sobre todo a los niños más marginados.

Los trastornos que ha provocado en la sociedad tienen una profunda repercusión sobre los niños: sobre su seguridad, su bienestar y su futuro. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la cooperación multilateral es la única forma de lograr que millones de niños permanezcan sanos, protegidos y sigan recibiendo una educación.

Esa dependencia de la ONU lanzó un llamamiento de seis puntos para concientizar a la comunidad internacional en el esfuerzo para la protección de la infancia ante el nuevo coronavirus.

1. Garantizar que todos los niños estén sanos y bien alimentados

Según Unicef, en las zonas más pobres del mundo, los niños que necesitan servicios básicos y esenciales (como aquellos que los protegen de enfermedades como la neumonía, el paludismo y la diarrea) corren el riesgo de no recibirlos.

Es por ello que los Gobiernos deben atender las urgentes necesidades planteadas por la Covid-19 al tiempo que se mantengan interviniendo con prioridad en materia de salud, a través, por ejemplo, de la financiación de los programas de nutrición e inmunización, que hacen posible que los niños puedan sobrevivir y prosperar.

2. Llegar a los niños para proporcionarles agua, saneamiento e higiene

Aproximadamente un 40 por ciento de la población mundial sigue careciendo de instalaciones básicas para lavarse las manos con agua y jabón en su hogar; un porcentaje que en los países menos desarrollados asciende a casi tres cuartas partes.

La exhortación de la Unicef es que los Gobiernos den prioridad a los niños más vulnerables, protegiéndolos ante las políticas privatizadoras, cuyo carácter excluyente se convierte en un obstáculo para el acceso al líquido vital.

3. Facilitar el aprendizaje de los niños

Los niños marginados pagan el precio más alto a medida que aumentan las desigualdades en el aprendizaje, resultante de políticas neoliberales que privatizan la educación y convierten el acceso a la misma en un privilegio, desnaturalizándola como un derecho.

Unos 346 millones de jóvenes no tienen acceso a internet para continuar su educación a distancia. Además, el cierre de las escuelas ha dejado a aquellos que dependen de los programas escolares de nutrición sin los alimentos que necesitan para aprender y prosperar.

La Unicef ha criticado las posturas de algunos países al retirar fondos a la educación en el escenario de pandemia. “Este no es el momento de desviar los fondos nacionales destinados a la educación. Los Gobiernos deben invertir en educación y unir fuerzas para cerrar la brecha digital”, dijo la organización en un pronunciamiento fechado en abril pasado.

4. Ayudar a las familias a cubrir sus necesidades y cuidar a sus hijos

Mientras madres y padres en todo el mundo luchan para mantener sus medios de vida, los Gobiernos, según Unicef, deben ampliar las medidas de protección social, como los programas y las políticas que vinculan a las familias a los ingresos y los servicios fundamentales de atención de la salud, nutrición y educación.

La necesidad de protección social adquiere más notoriedad debido a que las políticas neoliberales vigentes en gran parte del mundo profundizan la situación de vulnerabilidad cuanto más grave es el entorno circundante.

Debe abarcar también las transferencias de efectivo y las ayudas para la alimentación y la nutrición. Además, implica que los Gobiernos contribuyan a proteger los puestos de trabajo y unir fuerzas con los empleadores a dar apoyo a las madres y los padres trabajadores.

5. Proteger a los niños de la violencia, la explotación y el abuso

Los factores de riesgo de la violencia, la explotación y el abuso están aumentando para los niños que viven en entornos donde se han restringido los desplazamientos y en situaciones de declive socioeconómico.

Los Gobiernos deben priorizar los servicios críticos de prevención y respuesta a la violencia para los niños; deben mantener y adaptar estos servicios, teniendo en cuenta los riesgos únicos de las niñas y los niños más vulnerables al planificar el distanciamiento social y otras medidas de respuesta a la COVID-19.

6. Proteger a los niños refugiados, los migrantes y los afectados por un conflicto

La Unicef exhorta a que en la respuesta a la Covid-19 no se olvide a esos niños a los que el mundo no suele prestar atención. Ya se esperaba que 2020 fuese el año en el que más personas que nunca necesitarían asistencia humanitaria, y la pandemia no ha hecho más que agravar las vulnerabilidades de los niños de los países afectados por la crisis.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/unicef-proteccion-ninos-vulnerables-pandemia-20201119-0021.html
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Entre negacionismo, gatopardismo y transicionismo

Entre negacionismo, gatopardismo y transicionismo

 Boaventura de Sousa Santos

«La flecha que se ve venir viene más lentamente»

La pandemia del nuevo coronavirus ha puesto en tela de juicio muchas de las certezas políticas que parecían haberse consolidado en los últimos cuarenta años, especialmente en el llamado «Norte global».

Las principales certezas eran: el triunfo final del capitalismo sobre su gran competidor histórico, el socialismo soviético; la prioridad de los mercados en la regulación de la vida no sólo económica sino también social, con la consiguiente privatización y desregulación de la economía y las políticas sociales y la reducción del papel del Estado en la regulación de la vida colectiva; la globalización de la economía basada en ventajas comparativas en la producción y la distribución; la brutal flexibilización (precariedad) de las relaciones laborales como condición para aumentar el empleo y el crecimiento económico. En general, esas certezas constituían el orden neoliberal. Este orden se nutrió del desorden en la vida de las personas, especialmente aquellos que llegaron a la edad adulta durante estas décadas. Vale la pena recordar que la generación global de jóvenes que entraron en el mercado laboral en la primera década de 2000 ya ha experimentado dos crisis económicas, la crisis financiera de 2008 y la actual crisis derivada de la pandemia. Pero la pandemia significó mucho más que eso. Demostró, en particular, que:

  • es el Estado (no los mercados) quien puede proteger la vida de los ciudadanos;
  • que la globalización puede poner en peligro la supervivencia de los ciudadanos si cada país no produce bienes esenciales;
  • que los trabajadores en empleos precarios son los más afectados por no tener ninguna fuente de ingresos o protección social cuando termina el empleo, una experiencia que el Sur global conoce desde hace mucho tiempo;
  • que las alternativas socialdemócratas y socialistas han vuelto a la imaginación de muchos, no solo porque la destrucción ecológica provocada por la expansión infinita del capitalismo ha llegado a límites extremos, sino porque, después de todo, los países que no han privatizado ni descapitalizado sus laboratorios parecen ser los más eficaces en la producción y más justos en la distribución de vacunas (Rusia y China).

No es de extrañar que los analistas financieros al servicio de aquellos que crearon el orden neoliberal ahora predigan que estamos entrando en una nueva era, la era del desorden. Es comprensible que así sea, ya que no saben imaginar nada fuera del catecismo neoliberal. El diagnóstico que hacen es muy lúcido y las preocupaciones que revelan son reales. Veamos algunos de sus rasgos principales.

Los salarios de los trabajadores en el Norte global se han estancado en los últimos treinta años y las desigualdades sociales no han dejado de aumentar. La pandemia ha agravado la situación y es muy probable que dé lugar a un gran malestar social. En este período, hubo, de hecho, una lucha de clases de los ricos contra los pobres, y la resistencia de los hasta ahora derrotados puede surgir en cualquier momento. Los imperios en las etapas finales de la decadencia tienden a elegir figuras de caricatura, ya sea Boris Johnson en Inglaterra o Donald Trump en los Estados Unidos, que sólo aceleran el final. La deuda externa de muchos países como resultado de la pandemia será impagable e insostenible y los mercados financieros no parecen ser conscientes de ello.

Lo mismo sucederá con el endeudamiento de las familias, especialmente de la clase media, ya que este fue el único recurso que tuvieron para mantener un cierto nivel de vida. Algunos países han optado por la vía fácil del turismo internacional (hoteles y restaurantes), una actividad por excelencia presencial que sufrirá de incertidumbre permanente.

China aceleró su trayectoria para volver a ser la primera economía del mundo, como lo fue durante siglos hasta principios del siglo XIX. La segunda ola de globalización capitalista (1980-2020) ha llegado a su fin y no se sabe lo que viene después. La era de la privatización de las políticas sociales (a saber, la medicina) con amplias perspectivas de lucro parece haber llegado a su fin.

Estos diagnósticos, a veces esclarecedores, implican que entraremos en un período de opciones más decisivas y menos cómodas que las que han prevalecido en las últimas décadas. Anticipo tres caminos principales.

El negacionismo

Designo el primero como el negacionismo. No comparte el carácter dramático de la evaluación expuesta anteriormente. No ve ninguna amenaza para el capitalismo en la crisis actual. Por el contrario, cree que se ha fortalecido con la crisis actual. Después de todo, el número de multimillonarios no ha dejado de aumentar durante la pandemia y, además, ha habido sectores que han visto aumentar sus beneficios como resultado de la pandemia (véase el caso de Amazon o ciertas tecnologías de la comunicación, Zoom, por ejemplo). Se reconoce que la crisis social va a empeorar; para contenerla, el Estado sólo tiene que fortalecer su sistema de «ley y orden», fortalecer su capacidad para reprimir las protestas sociales que ya han comenzado a suceder, y eso sin duda aumentará, ampliando el cuerpo de policía, readaptando al ejército para actuar contra los «enemigos internos», intensificando el sistema de vigilancia digital, ampliando el sistema penitenciario. En este escenario, el neoliberalismo seguirá dominando la economía y la sociedad. Se admite que será un neoliberalismo modificado genéticamente para poder defenderse del virus chino. Entiéndase, un neoliberalismo en tiempo de intensificación de la guerra fría con China y por lo tanto combinado con algún tribalismo nacionalista.

El gatopardismo

La segunda opción es la que más se corresponde con los intereses de los sectores que reconocen que se necesitan reformas para que el sistema pueda seguir funcionando, es decir, para que se pueda seguir garantizando el retorno del capital. Designo esta opción por el gatopardismo, en referencia a la novela Il Gattopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958): es necesario que existan cambios para que todo siga igual, para que lo esencial esté garantizado. Por ejemplo, el sector de la salud pública debería ampliarse y reducir las desigualdades sociales, pero no se piensa en cambiar el sistema productivo o el sistema financiero, la explotación de los recursos naturales, la destrucción de la naturaleza o los modelos de consumo. Esta posición reconoce implícitamente que el negacionismo puede llegar a dominar y teme que, a largo plazo, esto conduzca a la inviabilidad del gatopardismo. La legitimidad del gatopardismo se basa en una convivencia que se ha establecido en los últimos cuarenta años entre el capitalismo y la democracia, una democracia de baja intensidad y bien domesticada para no poner en cuestión el modelo económico y social, pero que aún garantiza algunos derechos humanos que dificultan la negación radical del sistema y la insurgencia antisistémica. Sin la válvula de seguridad de las reformas, acabará la mínima paz social y, sin ella, la represión será inevitable.

El transicionismo

Sin embargo, hay una tercera posición que designo como transicionismo. Por el momento, que habita en la angustiosa inconformidad que surge en múltiples lugares: en el activismo ecológico de la juventud urbana, en todo el mundo; en la indignación y resistencia de los campesinos, pueblos indígenas y afrodescendientes y pueblos de los bosques y regiones ribereñas ante la impune invasión de sus territorios y el abandono del Estado en tiempos de pandemia; en la reivindicación de la importancia de las tareas de cuidado a cargo de las mujeres, a veces en el anonimato de las familias, ahora en las luchas de los movimientos populares, ahora frente a gobiernos y políticas de salud en varios países; en un nuevo activismo rebelde de artistas plásticos, poetas, grupos de teatro, raperos, sobre todo en las periferias de las grandes ciudades, un vasto grupo que podemos llamar artivismo. Esta es la posición que ve en la pandemia la señal de que el modelo civilizado que ha dominado el mundo desde el siglo XVI ha llegado a su fin y que es necesario iniciar una transición a otro u otros modelos civilizadores.

El modelo actual se basa en la explotación ilimitada de la naturaleza y de los seres humanos, en la idea de un crecimiento económico infinito, en la prioridad del individualismo y la propiedad privada, y en el secularismo. Este modelo permitió impresionantes avances tecnológicos, pero concentró los beneficios en algunos grupos sociales al tiempo que causó y legitimó la exclusión de otros grupos sociales, de hecho mayoritarios, a través de tres modos principales de dominación: explotación de los trabajadores (capitalismo), legitimación de masacres y saqueos de razas consideradas inferiores y la apropiación de sus recursos y conocimientos (colonialismo), y el sexismo legitimando la devaluación del trabajo de cuidado de las mujeres y la violencia sistémica contra ellas en los espacios domésticos y públicos (patriarcado).

La pandemia, al mismo tiempo que empeoró estas desigualdades y discriminaciones, ha hecho más evidente que, si no cambiamos el modelo civilizatorio, nuevas pandemias seguirán plagando a la humanidad y el daño que causarán a la vida humana y no humana será impredecible. Dado que no se puede cambiar de un día a otro el modelo civilizatorio, se debe empezar a diseñar directivas de transición. De ahí la designación de transicionismo.

En mi opinión, el transicionismo, a pesar de ser una posición por ahora minoritaria, es la posición que parece llevar más futuro y menos desgracia para la vida humana y no humana del planeta. Por lo tanto, merece más atención. Partiendo de ella, podemos anticipar que entraremos en una era de transición paradigmática hecha de varias transiciones. Las transiciones se producen cuando un modo dominante de vida individual y colectiva, creado por un determinado sistema económico, social, político y cultural, comienza a revelar crecientes dificultades para reproducirse al mismo tiempo que, dentro de ella, comienzan a germinar cada vez menos marginalmente, signos y prácticas que apuntan a otras formas de vida cualitativamente diferentes.

La idea de la transición es una idea intensamente política porque presupone la existencia alternativa entre dos horizontes posibles, uno distópico y otro utópico. Desde el punto de vista de la transición, no hacer nada, que es característico del negacionismo, implica de hecho una transición, pero una transición regresiva hacia un futuro irreparablemente distópico, un futuro en el que todos los males o disfunciones del presente se intensificarán y multiplicarán, un futuro sin futuro, ya que la vida humana se volverá inviable, como ya lo es para muchas personas en nuestro mundo.

Por el contrario, la transición apunta a un horizonte utópico. Y dado que la utopía por definición nunca se logra, la transición es potencialmente infinita, pero no menos urgente. Si no empezamos ahora, mañana puede ser demasiado tarde, como nos advierten los científicos del cambio climático y el calentamiento global, o los campesinos que están sufriendo los efectos dramáticos de los fenómenos meteorológicos extremos. La característica principal de las transiciones es que nunca se sabe con certeza cuándo comienzan y cuándo terminan. Es muy posible que nuestro tiempo sea evaluado en el futuro de una manera diferente a la que defendemos hoy. Incluso puede llegar a considerarse que la transición ya ha comenzado, pero sufre bloqueos constantes.

La otra característica de las transiciones es que no son muy visibles para quienes las viven. Esta relativa invisibilidad es el otro lado de la semiceguera con la que tenemos que vivir el tiempo de transición. Es un tiempo de prueba y error, de avances y contratiempos, de cambios persistentes y efímeros, de modas y obsolescencias, de salidas disfrazadas de llegadas y viceversa. La transición sólo se identifica completamente después de que haya ocurrido.

El negacionismo, el gatopardismo y el transicionismo se enfrentarán en un futuro próximo, y la confrontación probablemente será menos pacífica y democrática de lo que nos gustaría. Una cosa es cierta, el tiempo de las grandes transiciones ha sido inscripto en la piel de nuestro tiempo y es muy posible que contradiga el verso de Dante: el poeta escribió que «la flecha que se ve venir viene más lentamente» («che saetta previsa viene più lenta»). Estamos viendo la flecha de la catástrofe ecológica viniendo hacia nosotros. Viene tan rápido que a veces se siente como si ya estuviera clavada en nosotros. Si es posible eliminarla, no será sin dolor.

Fuente: http://www.elcorreo.eu.org/La-flecha-que-se-ve-venir-viene-mas-lentamente-ENTRE-NEGACIONISMO-GATOPARDISMO-Y-TRANSICIONISMO?lang=fr

Autor: Boaventura de Sousa Santos

Fuente de la Información: https://rebelion.org/entre-negacionismo-gatopardismo-y-transicionismo/

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Banco Mundial y FMI: ¡76 años es suficiente! ¡Abolición!

Banco Mundial y FMI: ¡76 años es suficiente! ¡Abolición!

 Eric Toussaint

En un momento en el que el FMI y el Banco Mundial se reúnen del 12 al 18 de octubre de 2020, principalmente de manera virtual , Eric Toussaint, portavoz internacional del CADTM, hace un balance del Banco Mundial y su alter ego el FMI y propone abolirlos. así como a la OMC para reemplazarlos por otras instituciones globales y democráticas.

Hace 76 años, en el verano de 1944, en Bretton Woods, New Hampshire en los Estados Unidos, se fundó el Banco Mundial junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es importante hacer un balance de esta institución eminentemente política, que desde sus inicios y hasta el día de hoy ha sido dirigida por un ciudadano estadounidense designado por el ocupante de la Casa Blanca. Es fundamental enfatizar que debe existir una alternativa a las políticas de una institución que nunca ha servido a los intereses ni respetado los derechos de los pueblos.

 El golpe de estado en curso del Banco Mundial

La lista de gobiernos resultantes de golpes militares que cuentan con el apoyo del Banco Mundial es impresionante.

Entre los ejemplos más conocidos están la dictadura del Sha de Irán tras el derrocamiento del primer ministro Mohammed Mossadegh en 1953; la dictadura militar en Guatemala impuesta por Estados Unidos después del derrocamiento en 1954 del gobierno progresista del presidente elegido democráticamente Jacobo Arbenz; el de los Duvalier en Haití a partir de 1957; la dictadura del general Park Chung Hee en Corea del Sur desde 1961; la dictadura de los generales brasileños a partir de 1964; de Mobutu en el Congo y Suharto en Indonesia a partir de 1965; la dictadura militar en Tailandia a partir de 1966; los regímenes de Idi Amin Dada en Uganda y del general Hugo Banzer en Bolivia en 1971; el gobierno de Ferdinand Marcos en Filipinas a partir de 1972; los de Augusto Pinochet en Chile, los generales uruguayos, y Juvénal Habyarimana en Ruanda a partir de 1973; la junta en Argentina desde 1976; el régimen de Arap Moi en Kenia a partir de 1978; la dictadura en Pakistán desde 1978; El golpe de Saddam Hussein en 1979; y la dictadura militar en Turquía a partir de 1980. Podríamos agregar a Ben Ali en Túnez de 1987 a 2011. Y Mubarak en Egipto de 1981 a 2011.

Entre las otras dictaduras apoyadas por el Banco Mundial, cabe mencionar también la de Somoza en Nicaragua hasta su caída en 1979 y la de Ceaucescu en Rumania.

Algunas siguen vigentes hoy: la dictadura de Idriss Déby en Chad, la de Abdel-Fattah el-Sissi en Egipto y muchas más.

Tampoco debemos olvidar el apoyo del Banco a las dictaduras en Europa: Franco en España y Salazar en Portugal.

Muy claramente, el Banco Mundial ha apoyado metódicamente a regímenes despóticos, sean o no resultado de golpes de Estado, que llevaron a cabo o conducen políticas antisociales y cometen crímenes de lesa humanidad. El Banco ha mostrado una total falta de respeto por los principios constitucionales de algunos de sus países miembros. Nunca ha dudado en apoyar a los golpistas militares criminales que son económicamente dóciles a expensas de los gobiernos democráticos, pero menos sumisos. Y con razón: el Banco Mundial no considera que el respeto por los derechos humanos sea parte de su misión.

No se debe olvidar el apoyo del Banco Mundial al régimen de apartheid en Sudáfrica desde 1951 hasta 1968. El Banco Mundial se negó explícitamente a aplicar una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptada en 1964, que requería que todas las agencias de la ONU dejaran de brindar apoyo financiero a Sudáfrica porque el país violaba la Carta de las Naciones Unidas. Ese apoyo, y la violación del derecho internacional que implica, no debe quedar impune.

Por último, el Banco Mundial, durante las décadas de 1950 y 1960, otorgó sistemáticamente préstamos a las potencias coloniales y sus colonias para proyectos que aumentaran la explotación de los recursos naturales y de los pueblos en beneficio de las clases dominantes en los países colonizadores. En ese contexto, el Banco Mundial se negó a aplicar una resolución de las Naciones Unidas adoptada en 1965 en la que le pedía que se abstuviera de apoyar financiera y técnicamente a Portugal hasta que el gobierno del país abandonara sus políticas colonialistas.  [ 1 ]

Las deudas contraídas con el Banco Mundial por decisión del poder colonial por las colonias africanas de Bélgica, Gran Bretaña y Francia fueron posteriormente impuestas a los nuevos países en el momento de su independencia.

El apoyo del Banco Mundial a los regímenes dictatoriales adopta la forma de apoyo financiero y asistencia técnica y económica. Ese apoyo financiero y esa asistencia han ayudado a estos regímenes dictatoriales a mantener el poder para perpetrar sus crímenes. El Banco Mundial también ha contribuido a que estos regímenes no estén aislados en el escenario internacional, ya que los préstamos y la asistencia técnica siempre han facilitado las relaciones con la banca privada y las empresas transnacionales. El modelo neoliberal se fue imponiendo gradualmente en el mundo a partir de la dictadura de Augusto Pinochet en 1973 en Chile y de Ferdinand Marcos en Filipinas en 1972. Ambos regímenes fueron apoyados activamente por el Banco Mundial. Cuando esos regímenes dictatoriales lleguen a su fin, el Banco Mundial ha exigido sistemáticamente a cualquier gobierno democrático que los suceda que asuma el peso de las deudas contraídas por sus predecesores. En definitiva, la complicidad financiera del Banco con las dictaduras se ha convertido en una carga para los respectivos pueblos. Y esos pueblos se ven obligados a seguir pagando, aún hoy, las armas compradas por los dictadores y utilizadas para oprimirlos.

En los años ochenta y noventa, muchas dictaduras colapsaron, algunas de ellas bajo el ariete de poderosos movimientos democráticos. Los regímenes que los reemplazaron han aceptado en general las políticas recomendadas o impuestas por el Banco Mundial y el FMI.y han continuado pagando deudas a pesar de su naturaleza odiosa. El modelo neoliberal, después de haber sido impuesto con la ayuda de las dictaduras, se ha mantenido gracias al yugo de la deuda y los continuos «ajustes estructurales». Esto es así porque luego del derrocamiento o colapso de las dictaduras, los gobiernos democráticos que las sustituyen han seguido aplicando políticas que de hecho van en contra de los intentos de implementar un modelo de desarrollo basado en la autonomía. La nueva fase de globalización que comenzó en los años ochenta en el momento de la explosión de la crisis de la deuda generalmente va acompañada de una mayor subordinación de los países en desarrollo (periféricos) a los países más industrializados (núcleo).

 La agenda oculta del Consenso de Washington

Desde el inicio de las actividades del Banco Mundial y el FMI, las principales decisiones del Banco y del Fondo se han mantenido alineadas con las orientaciones del gobierno de Estados Unidos a través de un mecanismo que es simple de entender y complejo de implementar. En ocasiones, ciertos gobiernos europeos (en particular el Reino Unido, Francia y Alemania) y el de Japón han tenido voz, pero estos casos son raros. A veces surge fricción entre la Casa Blanca y el liderazgo del Banco Mundial y el FMI, pero un análisis riguroso de la historia desde el final de la Segunda Guerra Mundial muestra que hasta ahora, el gobierno de Estados Unidos siempre ha tenido la última palabra donde están sus intereses directos. preocupado.

Fundamentalmente, la agenda oculta del Consenso de Washington es una política dirigida tanto a garantizar que se mantenga el dominio estadounidense en todo el mundo como a liberar al capitalismo de los límites que se le habían impuesto en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Esos límites fueron el resultado de una combinación de poderosas movilizaciones sociales tanto en el Sur como en el Norte, la incipiente emancipación de ciertos pueblos colonizados y los intentos de encontrar una salida del capitalismo. El Consenso de Washington es también la intensificación del modelo productivista.

En las últimas décadas, en el contexto de este Consenso, el Banco Mundial y el FMI han fortalecido su capacidad de ejercer presión sobre un gran número de países aprovechando la situación creada por la crisis de la deuda. El Banco Mundial ha desarrollado subsidiarias (la Corporación Financiera Internacional – IFC, la Agencia Multilateral de Garantía de Inversiones – MIGA, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones – CIADI ), tejiendo una red cada vez más firme.

Un ejemplo: el Banco Mundial concede un préstamo con la condición de que se privatice un sistema de tratamiento y distribución de agua. Como resultado, la empresa pública se vende a un consorcio privado entre cuyos miembros se encuentra la IFC, una subsidiaria del Banco Mundial.

Cuando la población impactada por la privatización se rebela contra el drástico aumento de la tasa y la reducción de la calidad de los servicios y las autoridades públicas buscan reparación de la transnacional depredadora, el caso se confía al CIADI, que es a la vez juez y jurado.

El resultado es una situación en la que el Grupo del Banco Mundial tiene influencia en todos los niveles: 1) la imposición y el financiamiento de la privatización (Banco Mundial); 2) inversión en la empresa privatizada (IFC); 3) seguros y garantías para esa empresa (MIGA); 4) arbitraje en caso de controversia (CIADI).

Y eso es exactamente lo que sucedió en 2004-2005 en El Alto en Bolivia.

La colaboración entre el Banco Mundial y el FMI también es fundamental para ejercer la máxima presión sobre las autoridades públicas. Y para completar el proceso de poner la esfera pública y las autoridades públicas bajo su control y extender aún más el dominio del modelo, la colaboración entre el Banco Mundial y el FMI se extiende ahora a la Organización Mundial del Comercio ( OMC ) desde la creación de esa entidad en 1995.

Esta colaboración cada vez más estrecha entre el Banco, el FMI y la OMC forma parte de la agenda del Consenso de Washington.

Pero hay una diferencia fundamental entre esa agenda proclamada por el Consenso de Washington y su versión oculta.

La agenda, como se dijo, es reducir la pobreza a través del crecimiento, los efectos del libre mercado, el libre comercio y la mínima intervención de las autoridades públicas.

La agenda oculta, la que realmente se aplica, es subordinar las esferas pública y privada de todas las sociedades humanas al imperativo capitalista de buscar el máximo beneficio . La implementación de esta agenda oculta da como resultado la reproducción de la pobreza en lugar de reducirla y el aumento de las desigualdades. Produce un estancamiento, si no un deterioro, de las condiciones de vida de una gran mayoría de la población mundial, al mismo tiempo que una concentración cada vez mayor de la riqueza. Otro resultado es el continuo deterioro de los equilibrios ecológicos, que pone en peligro el futuro mismo de la humanidad.

Una de las numerosas paradojas de esta agenda oculta es que en nombre de acabar con la dictadura del Estado y liberar las fuerzas del mercado, los gobiernos –aliados con las transnacionales– utilizan la acción coercitiva de las instituciones públicas multilaterales (Banco Mundial-FMI- OMC) para imponer su modelo a la gente.

 La salida es una ruptura limpia

Es por estas razones que se necesita una ruptura radical con el Consenso de Washington y el modelo aplicado por el Banco Mundial.

El Consenso de Washington no debe entenderse como un mecanismo de poder y un proyecto que se limita al gobierno de Washington y su «trío infernal». La Comisión Europea, la mayoría de los gobiernos europeos y el gobierno japonés están comprometidos con el Consenso de Washington y han traducido su programa a sus idiomas, proyectos constitucionales y programas políticos.

Romper con el Consenso de Washington, si eso se limita a poner fin a la dominación de EE. UU. A través de la troika del Banco Mundial, el FMI y la OMC , no es una alternativa, porque las otras potencias importantes están listas para tomar el lugar de EE. UU. metas. Imaginemos por un momento que la Unión Europea podría suplantar a Estados Unidos como líder mundial; eso no alteraría fundamentalmente la situación de los pueblos del planeta porque equivaldría simplemente a reemplazar un bloque capitalista del Norte (un polo de la Tríada, es decir, América del Norte, Europa Occidental y Japón) por otro.

Imaginemos otra posibilidad: el bloque China-Brasil-India-Sudáfrica-Rusia gana fuerza y ​​suplanta a los países de la Tríada. Si las motivaciones de ese bloque están en línea con la actitud actual de los gobiernos allí y con el sistema económico dominante al que se someten, de nuevo no habría una mejora real.

No, el Consenso de Washington debe ser reemplazado por un consenso de pueblos basado en el rechazo al capitalismo.

El concepto de la existencia de un vínculo estrecho entre el desarrollo y el modelo productivista debe ser cuestionado radicalmente. Ese modelo de desarrollo excluye la protección de las culturas y su diversidad; agota los recursos naturales y daña irremediablemente el medio ambiente. Ese modelo considera que la protección de los derechos humanos es, en el mejor de los casos, un objetivo a largo plazo (cuando en realidad a largo plazo todos estaremos muertos). Muy a menudo, los derechos humanos se perciben como un obstáculo para el crecimiento. El modelo productivista considera la igualdad un obstáculo, si no un peligro.

 Rompe la espiral infernal del endeudamiento

El intento de mejorar las condiciones de vida de los pueblos mediante el endeudamiento público es un fracaso. El Banco Mundial afirma que para desarrollarse, los países  [ 2 ] deben depender de la deuda externa y atraer inversiones extranjeras. Esta deuda sirve principalmente para la compra de equipos y bienes de consumo de los países industrializados. Durante décadas, los hechos han demostrado, una y otra vez, que esto no conduce al desarrollo.

Según la teoría económica dominante, el desarrollo en el Sur se ve frenado por la escasez de capital nacional (es decir, ahorros locales). Aún de acuerdo con la teoría económica dominante, los países que quieren lanzar proyectos empresariales o acelerar su desarrollo deben depender del capital externo a través de tres canales: primo , contraer deuda externa; secundo , atraer inversiones extranjeras; tertio , incrementar las exportaciones para traer las divisas necesarias para comprar bienes extranjeros que permitan el crecimiento. Los países más pobres supuestamente también necesitan atraer ayuda comportándose de manera que se ganen el favor de los países desarrollados.

La realidad contradice esa teoría: de hecho, los países en desarrollo proporcionan el capital a los países industrializados y, en particular, a la economía de Estados Unidos. El propio Banco Mundial lo dijo en un informe publicado en 2003: «Los países en desarrollo, en conjunto, eran prestamistas netos de los países desarrollados».  [ 3 ]

Si los movimientos políticos populares pudieran ganar poder gubernamental en varios países en desarrollo y crear su propio banco de desarrollo y su propio fondo monetario internacional, podrían prescindir del Banco Mundial, el FMI y las instituciones financieras privadas en los países altamente industrializados. países.

No es cierto que los países en desarrollo deban recurrir al endeudamiento para financiar su desarrollo. Hoy en día, el endeudamiento sirve esencialmente para continuar el flujo de reembolsos de la deuda. A pesar de la existencia de grandes reservas de divisas, los gobiernos y las clases dominantes del Sur no aumentan las inversiones en la producción local y el gasto social.

Debemos romper con la visión dominante que ve el endeudamiento como una necesidad absoluta.

Además, los países no deben dudar en cancelar o repudiar deudas odiosas e ilegítimas.

 Cancelar deudas odiosas

De acuerdo con la doctrina de la deuda odiosa que Alexander Sack formuló en 1927, una deuda puede considerarse odiosa si cumple dos condiciones:

  1. La población no disfruta de los beneficios del préstamo: la deuda se incurrió no en interés del pueblo o del Estado, sino en contra de su interés y / o en el interés personal de los líderes o personas en el poder.
  2. Complicidad de los prestamistas: los prestamistas sabían de antemano, o podrían haber sabido de antemano, que los fondos en cuestión no beneficiarían a la población.

Según el gobierno de Sack, la naturaleza democrática o despótica de un régimen no influye en esta regla general.

El padre de la doctrina de la deuda odiosa establece claramente que «los gobiernos regulares (pueden) incurrir en deudas que son indiscutiblemente odiosas». Sack define un gobierno regular como sigue: “Por gobierno regular se entiende el poder supremo que efectivamente existe dentro de los límites de un territorio dado. Si ese gobierno es monárquico (absoluto o limitado) o republicano; si funciona por ‘la gracia de Dios’ o ‘la voluntad del pueblo’; ya sea que exprese ‘la voluntad del pueblo’ o no, de todo el pueblo o solo de algunos; ya sea que esté legalmente establecido o no, etc., nada de eso es relevante para el problema que nos ocupa «.  [ 4 ]

Sack dice que una deuda puede considerarse odiosa si:

  • “A) el propósito que el gobierno anterior quería cubrir con la deuda en cuestión era odioso y claramente contrario a los intereses de la población de todo o parte del territorio, y
  • b) los acreedores, al momento de la emisión del préstamo, tenían conocimiento de su odiosa finalidad ”.

Continúa: “Una vez que se establezcan estos dos puntos, la carga de la prueba de que los fondos se utilizaron para las necesidades generales o especiales del estado y no tenían un carácter odioso recaería sobre los acreedores”.  [ 5 ]

Esta doctrina, que ha sido aplicada en varias ocasiones a lo largo de la historia por varios gobiernos, también sirve para denunciar como odiosas las deudas cuyo pago se está exigiendo actualmente a los países del Sur por el Banco Mundial y el FMI.

 Hacer uso de préstamos legítimos y financiar al Estado mediante impuestos socialmente justos

Dicho esto, el endeudamiento público no es malo en sí mismo si se concibe de una manera radicalmente diferente a la del sistema actual.

El endeudamiento público es bastante legítimo si sirve a proyectos legítimos y si quienes contribuyen al préstamo lo hacen legítimamente.

La deuda pública podría utilizarse para financiar ambiciosos programas de transición ecológica en lugar de hacer cumplir políticas antisociales, extractivistas y productivistas que fomenten la competencia entre naciones.

Las autoridades públicas pueden utilizar préstamos para:

  • financiar el cierre completo de centrales térmicas y nucleares;
  • sustituir las energías fósiles por energías renovables respetuosas con el medio ambiente;
  • financiar una reconversión de los métodos agrícolas actuales, que contribuyen al cambio climático y utilizan muchos insumos químicos responsables de la disminución de la biodiversidad, favoreciendo la producción local de alimentos orgánicos para compatibilizar la agricultura con nuestra lucha contra el cambio climático;
  • reducir radicalmente el transporte aéreo y por carretera y desarrollar el transporte colectivo y el uso de ferrocarriles;
  • financiar un ambicioso programa de viviendas sociales de bajo consumo energético.

Un gobierno popular no dudará en obligar a las corporaciones (nacionales, extranjeras o multinacionales), así como a los hogares más ricos, a contribuir al préstamo sin obtener ningún beneficio del mismo, es decir, con interés cero y sin compensación por inflación .

Al mismo tiempo, una gran parte de los hogares de las clases trabajadoras serán fácilmente persuadidos de confiar sus ahorros a las autoridades públicas para financiar los proyectos legítimos mencionados anteriormente. Esta financiación voluntaria de las clases trabajadoras se remuneraría a una tasa real positiva, por ejemplo, el 4%. Esto significa que si la inflación anual alcanzara el 3%, las autoridades públicas pagarían una tasa de interés nominal del 7%, para garantizar una tasa real del 4%.

Tal mecanismo sería perfectamente legítimo ya que financiaría proyectos que son realmente útiles para la sociedad y porque ayudaría a reducir la riqueza de los ricos al tiempo que aumentaría los ingresos de las clases trabajadoras.

También hay otras medidas que se pueden tomar para financiar el presupuesto del Estado de manera legítima: establecer un impuesto a las grandes fortunas y rentas muy altas, imponer multas a las empresas culpables de evasión fiscal a gran escala, reducir radicalmente los gastos militares, acabar subsidios a bancos y grandes corporaciones, aumento de impuestos a empresas extranjeras, en particular en el sector de materias primas, y otros.

 Los pueblos se liberarán

Hoy, en 2020, con la excepción de Cuba, ningún gobierno plantea la cuestión de cambiar profundamente las reglas del juego a favor del pueblo. Los gobiernos de China, Rusia y los principales países en desarrollo (India, Brasil, Nigeria, Indonesia, Tailandia, Corea del Sur, México, Argelia, Sudáfrica, etc.) no expresan ninguna intención de cambiar, en la práctica, la situación mundial en beneficio. de sus pueblos.

Y, sin embargo, políticamente, si quisieran hacerlo, los gobiernos de los principales países en desarrollo juntos podrían constituir un movimiento poderoso capaz de imponer reformas democráticas fundamentales en todo el sistema multilateral. Podrían adoptar una política radical: repudiar la deuda y aplicar un conjunto de políticas que rompan con el neoliberalismo.

Sin embargo, estoy convencido de que eso no se materializará. El escenario radical no se concretará en el corto plazo. La abrumadora mayoría de los líderes actuales de los países en desarrollo están totalmente atrapados en el modelo neoliberal. En la mayoría de los casos, están en total lealtad a los intereses de las clases dominantes locales, que no tienen ninguna posibilidad de distanciarse (y mucho menos romper) de las políticas llevadas a cabo por las principales potencias industriales, que hoy incluye a China. Los capitalistas del Sur siguen un estilo de vida rentista o, en el mejor de los casos, se esfuerzan por aumentar sus cuotas de mercado. Eso es cierto para los capitalistas en Brasil, Corea del Sur, China, Rusia, Sudáfrica, India, etc., que solicitan a sus gobiernos obtener concesiones de los países industrializados durante las negociaciones comerciales bilaterales o multilaterales. Además, la competencia y los conflictos entre gobiernos de países en desarrollo, entre capitalistas del Sur, son reales y pueden exacerbarse. La actitud comercial agresiva de los capitalistas en China, Rusia, India, Sudáfrica y Brasil hacia sus competidores en el Sur provoca divisiones obstinadas. Generalmente, hacen arreglos (entre ellos y entre el Sur y el Norte) para imponer un deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores en sus países con el pretexto de aumentar al máximo su competitividad.

Pero tarde o temprano los pueblos se liberarán de la esclavitud de la deuda y la opresión que les imponen las clases dominantes del Norte y del Sur. A través de la lucha, lograrán imponer políticas que redistribuyan la riqueza y pongan fin al modelo productivista tan destructivo de la naturaleza. Las autoridades públicas se verán entonces obligadas a dar absoluta prioridad a la garantía de los derechos humanos fundamentales.

 Salir del círculo vicioso del endeudamiento sin entrar en una política de caridad

Para que eso suceda, se requiere un enfoque alternativo: se debe poner fin al círculo vicioso del endeudamiento evitando la trampa de una política de caridad dirigida solo a perpetuar un sistema mundial dominado completamente por el capital y por unas pocas grandes potencias y empresas transnacionales. La solución es establecer un sistema internacional de redistribución de ingresos y riquezas para reparar los siglos de saqueos a los que han estado y siguen siendo sometidos los pueblos dominados de la Periferia. Estas reparaciones, en forma de donaciones, no darían a los países industrializados ningún derecho a inmiscuirse en los asuntos de los pueblos que reciben la compensación. En el Sur, los mecanismos para decidir y supervisar cómo se utilizarán estos fondos deben inventarse y ponerse en manos de las personas interesadas y sus autoridades públicas.

La movilización de agricultores y pescadores en Gujarat (India occidental) que son víctimas de los efectos ambientales y sociales de una central eléctrica de carbón financiada por la Corporación Financiera Internacional (CFI), cuya función dentro del Grupo del Banco Mundial es financiar empresas privadas. , dio lugar a un importante fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos el 27 de febrero de 2019 . Los jueces dictaminaron que la Corporación Financiera Internacional (CFI) ya tiene derecho a la inmunidad otorgada a las organizaciones internacionales al financiar actividades comerciales. Esto muestra que la acción popular puede dar resultados.

 Abolir el Banco Mundial y el FMI y reemplazarlos por otras instituciones multilaterales.

Necesitamos ir más lejos y abolir el Banco Mundial y el FMI y reemplazarlos por otras instituciones internacionales que operen democráticamente. El nuevo banco mundial y el nuevo fondo monetario internacional, sean cuales sean los nombres que se les den, deben tener misiones radicalmente diferentes de las de sus predecesores. Deben garantizar la adhesión a los tratados internacionales de derechos humanos (políticos, civiles, sociales, económicos y culturales) en el ámbito del crédito internacional y las relaciones monetarias internacionales. Estas nuevas instituciones mundiales deben ser parte de un sistema institucional mundial supervisado por unas Naciones Unidas reformadas radicalmente. Es fundamental, y debe ser una prioridad, que los países en desarrollo se asocien para crear entidades regionales con un fondo bancario y monetario compartido lo antes posible. Durante la crisis en el sudeste asiático y Corea en 1997–1998, los países afectados habían previsto la creación de un fondo monetario asiático. La discusión fue abortada tras la intervención de Washington. La falta de determinación por parte de los gobiernos interesados ​​hizo el resto. En América del Sur, bajo el liderazgo del gobierno de Hugo Chávez, en 2008 se sentaron las bases de un Banco del Sur,pero al final el proyecto no se hizo realidad . En 2007-2009, el gobierno de Ecuador se enfrentó a sus acreedores y obtuvo una victoria , pero los demás gobiernos de izquierda de la región no lo siguieron.

 La epidemia de CoViD-19 ha demostrado que el Banco Mundial y el FMI han contribuido al deterioro de los sistemas de salud

En 2020, la crisis sanitaria mundial provocada por el coronavirus ha demostrado hasta qué punto las políticas dictadas por el Banco Mundial / FMI y aplicadas por los gobiernos han deteriorado los servicios de salud pública y han permitido que la epidemia asole a las poblaciones. Si los gobiernos hubieran rechazado el Consenso de Washington y el neoliberalismo y fortalecido los instrumentos esenciales de una sólida política de salud pública en cuanto a personal empleado, infraestructuras, existencias de medicamentos, equipos, investigación, producción de medicamentos y tratamientos y cobertura de salud para las poblaciones, la crisis del Coronavirus no haber alcanzado las proporciones que tiene.

Si los gobiernos hubieran roto con la lógica de austeridad del Banco Mundial y el FMI, un aumento radical del gasto en salud pública también habría tenido efectos altamente beneficiosos en la lucha contra otras enfermedades que afectan principalmente a países del Sur Global.

Según el último Informe mundial sobre el paludismo, publicado en diciembre de 2019, en 2018 se detectaron 228 millones de casos de paludismo y se estima que el número de muertes por la enfermedad es de 405.000. La tuberculosis, mientras tanto, es una de las diez principales causas de muerte en el mundo. En 2018, diez millones de personas contrajeron tuberculosis y un millón murió a causa de ella (incluidas 251.000 personas seropositivas). Estas enfermedades podrían combatirse con éxito si sólo los gobiernos dedicaran los recursos necesarios.

Medidas adicionales podrían combatir con éxito la desnutrición y el hambre que están destruyendo la vida diaria de uno de cada nueve seres humanos (más de 800 millones de habitantes del planeta). Aproximadamente 2,5 millones de niños mueren cada año en todo el mundo por malnutrición, ya sea directamente o por enfermedades relacionadas con la inmunidad reducida debido a la malnutrición.

De manera similar, si se hicieran inversiones para aumentar masivamente los suministros de agua potable y eliminación y tratamiento de aguas residuales, el número de muertes por enfermedades diarreicas, que llega a 430.000 por año (fuente: OMS 2019), se reduciría radicalmente.

Mientras que las deudas ilegítimas que los pueblos se ven obligados a pagar deben simplemente cancelarse, el Banco Mundial, el FMI y la mayoría de los líderes gubernamentales solo mencionan el aplazamiento y nuevas fórmulas para un mayor endeudamiento. CoViD-19 se está utilizando para fortalecer otro nuevo ciclo de endeudamiento masivo con condiciones que aumentan la austeridad aún más y comprometen el bienestar de las generaciones futuras.

 Suspensión inmediata del pago de la deuda pública combinada con una auditoría con participación ciudadana para cancelar las porciones ilegítimas

Una suspensión inmediata del pago de las deudas públicas debe combinarse con una auditoría con participación ciudadana para identificar las porciones de estas deudas que son ilegítimas y cancelarlas.

Una cosa debe quedar clara: para emancipar a los pueblos y garantizar sus derechos como humanos, las nuevas instituciones financieras y monetarias, tanto regionales como internacionales, deben estar al servicio de un proyecto social que rompa con el capitalismo, el neoliberalismo, el extractivismo y el productivismo. .

Se debe hacer todo lo posible para que un nuevo y poderoso movimiento social y político pueda ayudar a la convergencia de las luchas sociales y contribuir a elaborar un programa para romper con el capitalismo mediante la promoción de soluciones anticapitalistas, antirracistas, ambientalistas, feministas, internacionalistas y socialistas. .

Es de fundamental importancia trabajar por: la socialización de la banca con expropiación de sus principales accionistas ; suspensión del pago de la deuda pública hasta que se realicen auditorías con participación ciudadana para repudiar la porción ilegítima de las deudas ; imposición de un impuesto de crisis elevado a las personas y entidades más ricas; cancelación de deudas ilegítimas ejecutadas contra las clases trabajadoras (deuda estudiantil, hipoteca abusivadeudas, microcréditos abusivos, etc.); cierre de bolsas de valores y valores, que permiten la especulación; reducción radical de la jornada laboral (manteniendo los salarios) con el fin de crear un gran número de puestos de trabajo socialmente útiles; un aumento radical del gasto público en salud y educación; socialización de las empresas farmacéuticas y del sector energético; reubicación de la mayor cantidad de producción posible y desarrollo de circuitos de cortocircuito; y muchas más exigencias esenciales.


Traducido por Snake Arbusto



 

Notas al pie

1 ]  El Banco Mundial concedió préstamos a Portugal hasta 1967.

2 ]  El vocabulario utilizado para designar los países a los que el Banco Mundial ofrece sus préstamos para el desarrollo ha ido evolucionando a lo largo de los años: en un principio se utilizó el término “regiones atrasadas”; luego se adoptó el término “países subdesarrollados”, y finalmente el término “países en vías de desarrollo” que se utiliza hoy en día, aplicándose a algunos “países emergentes”.

3 ]  Banco Mundial, Global Development Finance 2003 , pág. 13. En la edición de 2005 de Global Development Finance , el Banco escribió: «Los países en desarrollo son ahora exportadores de capital al resto del mundo». Banco Mundial, GDF 2005, pág. 56).

4 ]  Fuente: Les effets des transformaciones des Etats-sur leurs dettes publiques et autres obligaciones financières (Los efectos de la transformación de los Estados sobre su deuda pública y otras obligaciones financieras), Recueil Sirey, París, 1927. documento abreviado disponible gratuitamente en Sitio web CADTM (en francés).

 

Autor: Eric Toussaint

Fuente de la Información:http://www.cadtm.org/World-Bank-and-IMF-76-Years-is-Enough-Abolition

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Hecho en Latinoamérica: 6 inventores que cambiaron la historia

Hecho en Latinoamérica: 6 inventores que cambiaron la historia

De América Latina han surgido grandes inventores en campos como la química, la medicina y la tecnología, entre otros. Conoce algunos de los inventos más relevantes y populares.

Seguramente te sorprendería descubrir todas las cosas del uso cotidiano que no sabías que fueron creadas por latinoamericanos.

En el Día Internacional del Inventor, que se celebra cada 9 de noviembre aunque varios países han cambiado la fecha para conmemorar a sus propios inventores, Sputnik te trae seis de las creaciones más importantes de inventores latinoamericanos.

Inventos latinos que cambiaron la historia

  • Televisión a color 

El ingeniero mexicano Guillermo González Camarena fue el responsable de darle color por primera vez a la televisión. En 1940, creó el sistema tricromático secuencial de campos, más conocido como STSC, que permitía transmitir a color los contenidos televisivos.

¿Medios con información oficial?

Patentado en 1942, el sistema sirvió como modelo para el desarrollo y perfeccionamiento de la televisión a color alrededor del mundo.

  • Pastillas anticonceptivas

También oriundo de México, el químico Luis Ernesto Miramontes logró en 1956, con solo 26 años, sintetizar la hormona noretisterona, que inhibe la ovulación femenina y es el principal compuesto de la píldora anticonceptiva.

Píldora anticonceptiva

La investigación la realizó junto a su director de tesis, Carl Djerassi, y el director del laboratorio George Rosenkranz. Y aunque su responsabilidad ha sido discutida, el propio Djerassi ha afirmado que Miramontes fue el responsable de la síntesis de la hormona, asegura el medio de ciencia y tecnología mexicano Xataca.

  • Bolígrafo

Un húngaro naturalizado en Argentina llamado Ladislao José Biro inventó la pluma que escribe con una tinta a base de aceite que se desliza sobre el papel mediante una bola de tungsteno, más conocida como bolígrafo.

Un bolígrafo, imagen referencial

De hecho, en Argentina el Día del Inventor se celebra el 29 de septiembre, en honor al nacimiento de Biro. Además, por su nombre, al bolígrafo lo llaman «birome».

  • Corazón artificial

El médico argentino Domingo Liotta creó en 1958 el sistema de Dispositivo de asistencia ventricular derecha, o RVAD, y lo instaló por primera vez en un paciente con insuficiencia cardíaca avanzada irreversible.

Una cirugía de corazón

Aunque hubo diseños anteriores, este es considerado el primer corazón artificial total aplicable a pacientes con afecciones de este tipo.

  • Código Captcha

El responsable de los códigos Captcha que aparecen en ciertas páginas web es el informático y empresario Luis Von Ahn, oriundo de Guatemala.

Código Captcha

También profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad Carnegie Mellon, es el fundador de las empresas Duolingo, Captcha y Recaptcha.

  • Bypass vascular

Otro médico argentino destaca entre los inventores latinoamericanos. Se trata del cardiocirujano René Favaloro, responsable de la creación de la cirugía de revascularización miocárdica, también llamada bypass vascular.

Operación de bypass coronario

Tras su invención, esta clase de cirugía comenzó a expandirse y ha salvado millones de vidas alrededor del mundo.

Fuente de la Información: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202011061093406730-hecho-en-latinoamerica-6-inventores-que-cambiaron-la-historia/

 

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Ecocide: Should killing nature be a crime?

Ecocide: Should killing nature be a crime?
From the Pope to Greta Thunberg, there are growing calls for the crime of “ecocide” to be recognised in international criminal law – but could such a law ever work?

In December 2019, at the International Criminal Court in the Hague, Vanuatu’s ambassador to the European Union made a radical suggestion: make the destruction of the environment a crime.

Vanuatu is a small island state in the South Pacific, a nation severely threatened by rising sea levels. Climate change is an imminent and existential crisis in the country, yet the actions that have caused rising temperatures – such as burning fossil fuels – have almost entirely taken place elsewhere, to serve other nations, with the blessing of state governments.

Small island states like Vanuatu have long tried to persuade large powerful nations to voluntarily reduce their emissions, but change has been slow – so ambassador John Licht suggested that it might be time to change the law itself. An amendment to a treaty known as the Rome Statute, which established the International Criminal Court, could criminalise acts that amount to ecocide, he said, arguing “this radical idea merits serious discussion”.

Campaigners are calling for the destruction of nature to be recognised as an international crime (Credit: Getty Images)

Ecocide – which literally means “killing the environment” – is an idea that seems both impossibly radical and eminently reasonable. The theory is that no one should go unpunished for destroying the natural world. Campaigners believe the crime should come under the jurisdiction of the International Criminal Court, which can currently prosecute just four crimes: genocide, crimes against humanity, war crimes and crimes of aggression.

If something’s a crime, we place it below a moral red line – Jojo Mehta

While the International Criminal Court can already prosecute for environmental crimes, this is only possible within the context of these four crimes – it does not place any legal restrictions on legal harms that occur during times of peace. While individual countries have their own rules and regulations to prevent such harms, ecocide campaigners argue that mass environmental destruction will continue until a global law is in place.

This wouldn’t be the fluffy and arguably toothless rulemaking that often emerges from international processes – such as the Paris Agreement on climate change, where countries set their own emissions reductions targets. By adding a fifth crime of ecocide to the Rome Statute of the International Criminal Court, the perpetrators of environmental destruction would suddenly be liable to arrest, prosecution and imprisonment.

But it would also help to create a cultural shift in how the world perceives acts of harm towards nature, says Jojo Mehta, co-founder of the Stop Ecocide campaign.

“If something’s a crime, we place it below a moral red line. At the moment, you can still go to the government and get a permit to frack or mine or drill for oil, whereas you can’t just get a permit to kill people, because it’s criminal,” she says. “Once you set that parameter in place, you shift the cultural mindset as well as the legal reality.”

Jojo Mehta argues that a law against ecocide would hold to account people who cause significant damage to the environment (Credit: Ruth Davey/Look Again Photography)

Jojo Mehta argues that a law against ecocide would hold to account people who cause significant damage to the environment (Credit: Ruth Davey/Look Again Photography)

Campaigners believe the crime of ecocide should only apply to the most serious harms, encompassing activities like oil spills, deep-sea mining, industrial livestock farming and tar sand extraction. In 2010, Polly Higgins, a British barrister, defined ecocide as “extensive damage… to such an extent that peaceful enjoyment by the inhabitants of that territory has been or will be severely diminished.”

The mother of all battles is international: to ensure that this term is enshrined in international law – Emmanuel Macron

Last year, Higgins died aged 50, after being diagnosed with cancer. It was a blow for the ecocide movement – she had been its leading legal light and fiercest advocate, selling her house and giving up her high-paying job in order to dedicate her life to the campaign. Despite her passing, that the movement now appears to be gaining momentum. After decades of existing at the radical fringes of the environmental movement, ecocide is now being discussed by parliamentarians and leaders across the world.

Among them is Emmanuel Macron, the president of France, who has become one of ecocide’s highest profile supporters. Earlier this year, more than 99% of the French citizens’ assembly, a group of 150 people selected by lot to guide the country’s climate policy, voted to make ecocide a crime. That prompted Macron to announce that the government would consult with legal experts on how to incorporate it into French law. But he went further. “The mother of all battles is international: to ensure that this term is enshrined in international law so that leaders… are accountable before the International Criminal Court,” he responded to the assembly.

Elsewhere in Europe, Belgium’s two Green parties have introduced an ecocide bill that proposes addressing the issue at both a national and international level – an idea that also has support among Swedish parliamentarians. “We have all the conventions, we have all the goals. But the beautiful visions must go from paper into action,” said Rebecka Le Moine, the Swedish MP who submitted a motion to her national parliament. “If these actions should be anything more than goodwill or activism, it must become law.”

Pope Francis has also called for ecocide to be recognised as a crime by the international community, and Greta Thunberg has backed the cause too, donating €100,000 (£90,000) in personal prize winnings to the Stop Ecocide Foundation.

Supporters of a law against ecocide argue it would place emphasis on the environmental and human costs of issues such as climate change (Credit: Getty Images)

The International Criminal Court has itself placed increasing emphasis on prosecuting environmental crimes within the limitations of its existing jurisdiction. A 2016 policy paper on case selection highlighted the court’s inclination to prosecute crimes involving illegal natural resource exploitation, land grabbing and environmental damage. While this doesn’t change the status quo, it “could be regarded as an important step towards the establishment of a crime of ecocide under international law”, according to one paper.

Even so, the concept of ecocide has its limitations. Richard Whyte, professor of socio-legal studies at the University of Liverpool and author of a book called Ecocide, warned that an international law would not be a silver bullet that eradicates environmental destruction. Corporations cannot be prosecuted under international criminal law, which only applies to individuals, Whyte points out – and bringing down a CEO may not actually rein in the business itself.

“It’s really important to change our language and the way we think about what’s harming the planet – we should push through this crime of ecocide – but it’s not going to change anything unless, at the same time, we change the model of corporate capitalism,” he says.

While there is still a long way to go before ecocide could be recognised as an international crime, the movement continues to gather pace, says Rachel Killean, a senior lecturer in law at Queen’s University Belfast, who has recently written about alternative ways in which the International Criminal Court could address environmental harms.

“You can never say never – and it’s gaining momentum that we maybe would never have imagined previously – but the challenges are still so significant. First of all, you have political resistance. I think the chance of an assembly of state parties agreeing to an additional crime is unlikely, particularly one that might curb economic expansion,” she says.

Greta Thunberg is among those calling for ecocide to be recognised as a crime (Credit: Getty Images)

Greta Thunberg is among those calling for ecocide to be recognised as a crime (Credit: Getty Images)

An international law on ecocide would also be difficult from a legal perspective, adds Killean – lawyers would have to ensure that there were sufficient grounds for prosecution.

 “If you think about all the parts of the criminal prosecution, you need to have an individual – so who’s the individual that’s responsible for ecocide? There needs to be intention – so how do you prove intention for the destruction of a territory? All these different things that build up a criminal trial become really complicated when you’re thinking about ecocide.”

Campaigners like Mehta understand these difficulties. Her campaign group, Stop Ecocide, is currently pulling together a panel of top international lawyers to write a “clear and legally robust” definition of ecocide that countries could propose at the International Criminal Court.

Once that’s in place, the next step would be for a country to back it at The Hague. While Vanuatu has raised the issue, it did not submit a formal proposal to amend the Rome Statute, and whether there will be a government brave enough to do so remains an open question – leading on such an issue requires a certain level of diplomatic clout. Mehta believes that such a move is becoming more likely due to the growing number of governments that have expressed their theoretical support. “There’s safety in numbers,” she says. “It’s less of a political risk.”

But the journey wouldn’t end there. Once a proposal is submitted, it would have to be adopted by a two-thirds majority vote – in practice, that means it needs the support of 82 countries. No country has veto power, and all nations have the same voting power regardless of size or wealth. It’s a process that Mehta envisages taking anywhere between three and seven years.

Whether or not the process happens so quickly, or if it even happens at all, ecocide has proved to be a powerful idea. It has crystallised a concept that often gets lost in discussions of policy and technology: that many see that there is a moral red line when it comes to destroying the environment. And it is a reminder that it is not a victimless act: when forests burn and oceans rise, humans are suffering around the world. Moreover, the perpetrators of these acts are not blameless. For campaigners like Mehta, criminalising ecocide is a way to call time on the destruction of the Earth’s ecosystems and those who live in them.

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/future/article/20201105-what-is-ecocide

 

 

 

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Juan Salvador Gaviota: Volar y vivir, conocer y amar

Juan Salvador Gaviota: Volar y vivir, conocer y amar

Una llamada a la autenticidad, a descubrir en nuestro interior la invitación a la excelencia.

Richard Bach (1936) es conocido fundamentalmente por la célebre Juan Salvador Gaviota (Jonathan Livingston Seagull: a story, 1970), novela en la que funde exitosamente las ideas de vuelo y vida.

Vivir es volar. Volar como todos, como cualquiera de la bandada, es vivir mediocremente. Es un mensaje que caló hondamente y obtuvo amplio eco. Porque es una llamada a la autenticidad, a descubrir en nuestro interior la invitación a la excelencia.

La obra, ágil, breve, de fácil lectura, está estructurada en tres partes.

En la primera parte se nos presenta al personaje protagonista, cuyo nombre da título a la novela. Pronto averiguamos que «no era un pájaro cualquiera» ya que mientras que «para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer», esta gaviota singular quiere alcanzar la perfección en el vuelo. Ahí encuentra el sentido de la vida y la belleza de la existencia.

Intenta transmitir ese gozo puro al resto de la bandada. Pero ellos no quieren volar. Quieren comer. Nada más. Acaban expulsándolo: «pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los lejanos acantilados».

Lo peculiar de la novela radica en lo que narra en las partes segunda y tercera.

Tras lograr activamente el máximo nivel, vinieron por él. Descubre entonces que hay distintos niveles de existencia. Él pertenece a una bandada de orden superior, celestial. Ese parece su lugar, esa parece su bandada, esos parecen sus hermanos “auténticos”.

En este plano tiene hasta un instructor (Rafael, en la versión española). Le adiestra, le anima y le informa de que hay una serie de mundos, cada uno de orden superior, y «elegimos nuestro mundo venidero mediante lo que hemos aprendido en este. No aprendas nada y el próximo mundo será igual que éste, con las mismas limitaciones y pesos de plomo que superar».

Más adelante encuentra una gaviota inmensamente sabia, Chiang, de quien recibe numerosas revelaciones. Por ejemplo: el cuerpo «no es más que pensamiento puro; nothing more than thought itself». De ahí que vivir más plenamente es entender más. Progresar es comprender: «¡Olvídate de la fe! […] Tú no necesitaste fe para volar, lo que necesitaste fue comprender lo que era el vuelo».
Al plantear así la perfección surge, entre otros, el problema del final del proceso. Y se trata de lo más complicado, «lo más difícil, lo más colosal, lo más divertido de todo […] comprender el significado de la bondad y el amor».

Hay una intuición fuerte en ese sentido: la cumbre de la perfección es el amor. Así, las últimas palabras de Chiang son: «Juan, sigue trabajando en el amor». Seguir trabajando el amor equivale a descubrir que su misión es volver a la primera bandada y animarles a progresar o, lo que es lo mismo, convertirse él mismo en instructor. Su soledad, cuando fue expulsado, se debió a que no entendió que la felicidad obtenida con la perfección no se acababa en él sino que, como dicen los clásicos, bonum diffusivum sui: lo bueno ha de darse, comunicarse. Y algo de esto es el amor.
Juan desciende a la primera bandada y allí encuentra otras gaviotas inadaptadas. Las instruye, encuentra dificultades, traiciones, adhesiones. Y cura enfermos. Y resucita muertos. Y hace discípulos que serán, a su vez, nuevos adiestradores.

Hay una cuestión lingüística de la versión española que me parece digna de destacar. Los nombres de varios personajes importantes son vertidos de un modo un tanto peculiar. Así, Jonathan Livingston pasa a ser Juan Salvador (!!!), con lo que queda alterado el título mismo (no ocurre así en las versiones francesa, italiana o alemana: Jonathan Livingston le goéland; Il gabbiano Jonathan Livingston; Die Möwe Jonathan); el instructor “celestial” pasa de ser Sullivan a Rafael; y el primer discípulo “terrestre” pasa de Fletcher Lynd a Pedro Pablo. Hay varios ejemplos más de este tipo de traducción “creativa”. ¿Es fruto del azar o un intento de acercar a Juan Salvador con Jesucristo, a su instructor celestial con el ángel Rafael y a su discípulo con S. Pedro?

En otro orden de cosas, subrayemos que el proceso de perfeccionamiento es un proceso cognoscitivo, de comprensión creciente. Y, por eso mismo, al percibir que lo máximo es el amor, se produce una paradoja: en la cumbre del (auto)conocimiento nos encontraríamos con algo no cognoscitivo sino del espectro volitivo-afectivo.

Tras una jerarquía de mundos, se descubre que lo máximo no consiste en seguir autoperfeccionándose para apartarse de la manada. Lo máximo es comprender que «Cada uno de nosotros es en verdad una idea de la Gran Gaviota, una idea ilimitada de la libertad […] y el vuelo de alta precisión es un paso hacia la expresión de nuestra verdadera naturaleza». Y amarlas es comprender, «practicar y llegar a ver la verdadera gaviota, ver el bien que hay en cada una y ayudarles a que lo vean en sí misma. Eso es lo que quiero decir por amar».

En definitiva, en la primera parte logra ilusionar con la idea de buscar la propia plenitud. En la segunda, nos quita la urgencia por alcanzar la perfección ya que sostiene que lo que no hagamos en esta vida nos esperará indefinidamente en sucesivas vidas.

El proceso hacia la plenitud es un proceso de comprensión. Por eso, en la tercera parte se constata que el amor (plenitud) es difícil: porque es complejo (no imposible) llegar al amor desde el conocimiento. La cumbre del conocimiento es un concepto (en la novela, la idea de la Gran Gaviota) y, por tanto, algo que no puede ser amado (de hecho, en la obra no se ama a la Gran Gaviota sino a su imagen, su reflejo, en las gaviotas de la bandada): nadie reza a un concepto, que decía Wilamowitz.

Ese amor, difícil porque sólo es posible tras la comprensión, viene al final. Y sólo es posible el amor del que es perfecto y superior (el que ya ha comprendido) hacia el inferior; no del niño al padre, porque el niño no sabe.

Esta dificultad no es nueva en la historia. Si lo supremo (la Gran Gaviota o Dios mismo) es sabiduría, entonces nuestra comprensión siempre será imperfecta, sólo cabría una especie de teología negativa. Si, por el contrario, Dios es amor, entonces la actitud correcta, la vía de plenitud no excluye ni exige la comprensión ya que estriba en la veneración amorosa, en la adoración reverente.

Así el amor, la libertad, la plenitud, se hace accesible a todos. Incluso, más accesible a los niños y gente sencilla que a los eruditos.

Desarga el libro en este enlace: https://www.forodeliteratura.com/biblioteca/datos/bachrichard/gaviota.pdf

 

Fuente de la Información: https://es.aleteia.org/2020/11/01/juan-salvador-gaviota-volar-y-vivir-conocer-y-amar/

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El segundo ciclo antineoliberal en América Latina

El segundo ciclo antineoliberal en América Latina

Emir Sader

Los nuevos gobiernos tendrán que afrontar problemas que, consensualmente, no se pudieron afrontar en el primer ciclo. |

Cada país tiene sus propios caminos, pero, al estar insertado en la dinámica del capitalismo internacional, tiene que seguir formas de lucha y gobierno que se adapten a esta dinámica. Lo que significa que la lucha contra el neoliberalismo sigue como eje central, que sigue siendo la opción predominante de la derecha en el mundo y en nuestros países.

En el libro de ensayos “Las venas abiertas de América Latina”, se anunció que lo ocurrido en la primera década del siglo XXI en el continente había sido el primer ciclo de gobiernos antineoliberales. Que las condiciones para la lucha contra el neoliberalismo seguirían y, de forma similar o no, volverían en un nuevo ciclo.

Cuando regresó al gobierno, la derecha latinoamericana confirmó que no tiene otra alternativa que su modelo neoliberal original, con ajustes fiscales, privatizaciones, recortes de recursos públicos y políticas sociales, alienación de la soberanía nacional y endeudamiento externo. Fue así en Ecuador, en Argentina, en Brasil, en Bolivia. No aprendieron de su fracaso anterior, ni del éxito de los gobiernos antineoliberales.

Estos gobiernos demostraron lo que han prometido: que la lucha contra el principal problema latinoamericano, la desigualdad, solo se puede enfrentar con la prioridad de las políticas sociales, que distribuyan ingresos, generen empleo, promueven la democratización de la educación y la salud públicas, fortalecen al Estado en sus funciones públicas.

Es así como los gobiernos que asumieron programas antiliberales han reducido la desigualdad, la exclusión social, el hambre y la miseria en nuestros países como nunca antes, frente a lo que sigue sucediendo en el resto del continente y en el mundo.

Fue así como estos países lograron retomar el desarrollo económico, desarrollar procesos de integración regional e intercambio Sur-Sur, especialmente con China. Así fue como han logrado aislar, más que nunca, la influencia norteamericana en el continente. Fue un momento muy especial para América Latina, que proyectó a los principales líderes de izquierda en el mundo: Lula, Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica, Hugo Chávez, Nestor y Cristina Kirchner.

Este primer ciclo cumplió su rol, se agotó y fue reemplazado por gobiernos neoliberales, conservadores, cuando volvieron a aumentar las desigualdades, la miseria, el hambre, el endeudamiento externo y el desprestigio de los gobiernos. Fue un período corto, porque el neoliberalismo no logra un apoyo social duradero, ni la existencia de gobiernos legítimos. En Brasil y Bolivia la derecha regresó al gobierno mediante golpes de Estado, en Ecuador mediante la perversión de la voluntad popular.

Y cuando volvieron a haber elecciones democráticas, como en Argentina y Bolivia, después de que la gente de estos países vivió lo que significa el regreso del neoliberalismo y fue capaz de compararlo con gobiernos antineoliberales, no tuvo dudas y eligió, con amplia mayoría, gobiernos que retoman la dinámica antineoliberal. ¿Qué aprender del camino recorrido por Argentina y Bolivia? ¿En qué medida pueden seguir este camino Ecuador, Brasil, Uruguay y otros países del continente?

Cada país tiene sus propios caminos, pero, al estar insertado en la dinámica del capitalismo internacional, tiene que seguir formas de lucha y gobierno que se adapten a esta dinámica. Lo que significa que la lucha contra el neoliberalismo sigue como eje central, que sigue siendo la opción predominante de la derecha en el mundo y en nuestros países. Por tanto, nuestros gobiernos tienen su orientación fundamental en la lucha contra el neoliberalismo.

Lo que significa, por lo tanto, la reanudación de la centralidad de las políticas sociales como vía para combatir las desigualdades en el continente más desigual del mundo. Significa la reanudación del papel activo del Estado, de la soberanía nacional, de los procesos de integración regional.

Los procesos electorales en Argentina y Bolivia tienen elementos comunes. Los candidatos no fueron los presidentes anteriores, sobre todo porque Cristina y Evo fueron objeto de procesos de judicialización de la política, que buscaban sacarlos de la disputa electoral. Las fuerzas de izquierda fueron capaces de encontrar formas de pelear y ganar la batalla electoral, a través de otros candidatos, con Cristina como vice en un caso, con el apoyo de Evo desde el exterior, en el otro.

Los nuevos gobiernos encuentran un escenario regional distinto, con gobiernos conservadores en Ecuador, Brasil, Uruguay. Uno de sus objetivos es reiniciar los procesos de integración regional, para tener más fuerza a nivel regional e internacional. Sus aliados son la oposición en Ecuador, Brasil, Uruguay. Probablemente tendrán un presidente de Estados Unidos menos hostil, aislando aún más al actual gobierno brasileño, que se verá llevado a menos agresiones y la necesidad de convivir con un entorno más negativo para él.

Los nuevos gobiernos tendrán que afrontar problemas que, consensualmente, no se pudieron afrontar en el primer ciclo, como encontrar la vía de la democratización de los medios, la democratización del Poder Judicial, una reforma fiscal socialmente justa, la prioridad de la lucha de ideas, de elaboración de una política económica de integración regional, la búsqueda de nuevas alianzas a nivel internacional. Es una agenda densa y difícil, pero sin la cual el segundo ciclo enfrentará los mismos obstáculos que el primero.

Las elecciones de febrero en Ecuador y el desenlace de la crisis brasileña, que puede tener lugar solamente en 2022, serán los próximos pasos en este camino, que definirá el carácter de la tercera década del siglo XXI en América Latina.

(*) El autor del texto es un sociólogo y científico político brasileño, coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ).

Autor: Emir Sader

Fuente de la Información:

En el libro de ensayos “Las vías abiertas de América Latina”, se anunció que lo ocurrido en la primera década del siglo XXI en el continente había sido el primer ciclo de gobiernos antineoliberales. Que las condiciones para la lucha contra el neoliberalismo seguirían y, de forma similar o no, volverían en un nuevo ciclo.

Cuando regresó al gobierno, la derecha latinoamericana confirmó que no tiene otra alternativa que su modelo neoliberal original, con ajustes fiscales, privatizaciones, recortes de recursos públicos y políticas sociales, alienación de la soberanía nacional y endeudamiento externo. Fue así en Ecuador, en Argentina, en Brasil, en Bolivia. No aprendieron de su fracaso anterior, ni del éxito de los gobiernos antineoliberales.

Estos gobiernos demostraron lo que han prometido: que la lucha contra el principal problema latinoamericano, la desigualdad, solo se puede enfrentar con la prioridad de las políticas sociales, que distribuyan ingresos, generen empleo, promueven la democratización de la educación y la salud públicas, fortalecen al Estado en sus funciones públicas.

Es así como los gobiernos que asumieron programas antiliberales han reducido la desigualdad, la exclusión social, el hambre y la miseria en nuestros países como nunca antes, frente a lo que sigue sucediendo en el resto del continente y en el mundo.

Fue así como estos países lograron retomar el desarrollo económico, desarrollar procesos de integración regional e intercambio Sur-Sur, especialmente con China. Así fue como han logrado aislar, más que nunca, la influencia norteamericana en el continente. Fue un momento muy especial para América Latina, que proyectó a los principales líderes de izquierda en el mundo: Lula, Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica, Hugo Chávez, Nestor y Cristina Kirchner.

Este primer ciclo cumplió su rol, se agotó y fue reemplazado por gobiernos neoliberales, conservadores, cuando volvieron a aumentar las desigualdades, la miseria, el hambre, el endeudamiento externo y el desprestigio de los gobiernos. Fue un período corto, porque el neoliberalismo no logra un apoyo social duradero, ni la existencia de gobiernos legítimos. En Brasil y Bolivia la derecha regresó al gobierno mediante golpes de Estado, en Ecuador mediante la perversión de la voluntad popular.

Y cuando volvieron a haber elecciones democráticas, como en Argentina y Bolivia, después de que la gente de estos países vivió lo que significa el regreso del neoliberalismo y fue capaz de compararlo con gobiernos antineoliberales, no tuvo dudas y eligió, con amplia mayoría, gobiernos que retoman la dinámica antineoliberal. ¿Qué aprender del camino recorrido por Argentina y Bolivia? ¿En qué medida pueden seguir este camino Ecuador, Brasil, Uruguay y otros países del continente?

Cada país tiene sus propios caminos, pero, al estar insertado en la dinámica del capitalismo internacional, tiene que seguir formas de lucha y gobierno que se adapten a esta dinámica. Lo que significa que la lucha contra el neoliberalismo sigue como eje central, que sigue siendo la opción predominante de la derecha en el mundo y en nuestros países. Por tanto, nuestros gobiernos tienen su orientación fundamental en la lucha contra el neoliberalismo.

Lo que significa, por lo tanto, la reanudación de la centralidad de las políticas sociales como vía para combatir las desigualdades en el continente más desigual del mundo. Significa la reanudación del papel activo del Estado, de la soberanía nacional, de los procesos de integración regional.

Los procesos electorales en Argentina y Bolivia tienen elementos comunes. Los candidatos no fueron los presidentes anteriores, sobre todo porque Cristina y Evo fueron objeto de procesos de judicialización de la política, que buscaban sacarlos de la disputa electoral. Las fuerzas de izquierda fueron capaces de encontrar formas de pelear y ganar la batalla electoral, a través de otros candidatos, con Cristina como vice en un caso, con el apoyo de Evo desde el exterior, en el otro.

Los nuevos gobiernos encuentran un escenario regional distinto, con gobiernos conservadores en Ecuador, Brasil, Uruguay. Uno de sus objetivos es reiniciar los procesos de integración regional, para tener más fuerza a nivel regional e internacional. Sus aliados son la oposición en Ecuador, Brasil, Uruguay. Probablemente tendrán un presidente de Estados Unidos menos hostil, aislando aún más al actual gobierno brasileño, que se verá llevado a menos agresiones y la necesidad de convivir con un entorno más negativo para él.

Los nuevos gobiernos tendrán que afrontar problemas que, consensualmente, no se pudieron afrontar en el primer ciclo, como encontrar la vía de la democratización de los medios, la democratización del Poder Judicial, una reforma fiscal socialmente justa, la prioridad de la lucha de ideas, de elaboración de una política económica de integración regional, la búsqueda de nuevas alianzas a nivel internacional. Es una agenda densa y difícil, pero sin la cual el segundo ciclo enfrentará los mismos obstáculos que el primero.

Las elecciones de febrero en Ecuador y el desenlace de la crisis brasileña, que puede tener lugar solamente en 2022, serán los próximos pasos en este camino, que definirá el carácter de la tercera década del siglo XXI en América Latina.

(*) El autor del texto es un sociólogo y científico político brasileño, coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ).

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