Mundo/13-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net
Lo que se ha hecho para paliar el empobrecimiento producido por la Covid-19 no alcanza, según reveló el jueves la ONU.
El relator especial de la ONU sobre Pobreza Extrema y Derechos Humanos, Olivier De Schutter, calificó el viernes de insuficientes y «llenas de agujeros» a las más de 1.400 medidas de protección social adoptadas por los Gobiernos de todo el mundo para paliar el aumento de la pobreza durante la crisis provocada por la Covid-19.
El alto representante de la ONU, en un análisis sobre la implementación de tales políticas estatales publicado el viernes, señaló: «Estas medidas son generalmente cortoplacistas, la financiación resulta insuficiente y muchas personas inevitablemente han quedado en el olvido».
De acuerdo a esos datos, «los Gobiernos han presupuestado en total unos 589.000 millones de dólares para protección social en la actual crisis, lo que representa alrededor del 0,4 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial», aunque el informe del relator vaticina que esas iniciativas no frenarán el aumento del empobrecimiento.
El alza podría alcanzar los 176 millones de nuevas personas, al considerar como umbral de la pobreza aquel que se encuentra por debajo de los 3,2 dólares diarios.
Según De Schutter, la pobreza afecta también a muchas comunidades desfavorecidas, las cuales podrían quedar excluidas de los planes de protección, debido a detalles como el hecho de que muchos programas piden que los beneficiados se inscriban a través de internet, un medio al cual muchas familias de bajos ingresos no tienen acceso.
Otro de los ejemplos expresados por De Shutter es que hay programas que plantean «condiciones imposibles de cumplir» para personas en condiciones laborales precarias o sin domicilio permanente, como muchos trabajadores migrantes o aquellos en el sector informal, los cuales alcanzan un 61 por ciento de la fuerza laboral mundial.
De igual manera, el funcionario de Naciones Unidas expresó que «las peores consecuencias de la crisis sobre la pobreza están aún por venir», al tiempo que también lamentó que muchos de los programas de protección social ya se están eliminando de manera gradual o podrían no ser renovados si el signo político de los Gobiernos cambia en futuras elecciones.
En las próximas semanas debe comenzar, en línea, la sesión anual de alto nivel de la Asamblea General de la ONU, cuyo tema fundamental será el enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19.
Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/onu-aumento-pobreza-covid-20200911-0011.html
La respuesta sistémica a la pandemia: ganancias, privilegios, control y represión
«Lo paradójico es que si bien la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 ha expuesto el papel que desempeña el sistema agroalimentario agroindustrial y todo el entramado corporativo enredado con gobiernos y organismos internacionales, en la generación y propagación de enfermedades pandémicas y patógenos letales, es también cierto que desde que comenzó la cuarentena en forma casi global, en América Latina el agronegocio, y otras muchas puntas de la industria y los negocios, no sólo no estuvieron en cuarentena sino que continúan con total impunidad profundizando sus impactos y daños a comunidades y ecosistemas».
Mala voluntad y que mueran quienes tengnan que morir expresan los gobiernos y los organismos internacionales que se arrogan la gestión de esta extraña condición generalizada. Así Europa abrió sin miramientos a las condiciones de su “nueva normalidad”, cuando en América Latina la curva de contagios crecía.
Un sabio yanomami lo dijo al declarar que “el cielo se desploma”, en referencia a las causas de la pandemia que todo el 2020 acumula síntomas, contagios; un arrasamiento a nivel mundial: en la cuenta al 18 de agosto esto significaba casi 22 millones de personas infectadas, y casi 780 mil personas fallecidas.
Son muchos hilos de eventos concatenados que tejen el descarrilamiento actual que atisbamos en un instante, en un cuadro con cifras, pero que no dan cuenta de la complejidad de este “estado de excepción” que declararon pandemia.
La “tormenta perfecta” que desató el brote de Covid-19 tal vez provino del estallamiento de varios tramados que tienen en su centro al sistema capitalista, y su operación industrializante.
Con la destrucción de los bosques y los ecosistemas naturales y el acercamiento de animales silvestres, los entornos donde existen racimos, constelaciones de virus, entraron en contacto con poblaciones animales que conviven más con los humanos. Es la producción industrial de la comida (en particular la carne), el manejo de los desperdicios, el aire, el agua, y el hacinamiento creciente de poblaciones animales y humanas. Hay una semejanza inquietante entre barrios marginales y favelas, por un lado, prisiones públicas y privadas, centros de detención de migrantes, campos de refugiados, hospicios, grandes operaciones agroindustriales con barracas para los peones, por otro, y finalmente las enormes y virulentas granjas fabriles industriales, donde todo tipo de bichos, bacterias, virus, hongos se entrecruzan de modos violentos en las indignas y breves existencias de cerdos, aves y reses. Ahí no existe de ningún modo la convivencia, ni la escala en la que podrían vivir estos organismos en los ambientes naturales donde de por sí coinciden. Son hacinamientos, entornos donde las escalas naturales fueron estalladas, rompiendo las relaciones existentes para imponer unas nuevas que propician mutaciones, exacerbaciones, recrudecimientos, degradaciones.
La crisis se agrava con el enloquecimiento climático, y si el cielo se desploma, dejando en entredicho nuestros sistemas alimentarios, es también por las cadenas de suministro que transmiten la gravedad de las condiciones de un paso al otro, afectando toda nuestra vida.
Lo han estado diciendo infinidad de autores y centros de investigación, entre ellos varios de los que configuran la Alianza Biodiversidad en nuestra América.
El suelo se hunde. Estamos ante la destrucción del entorno y la recurrencia continua de afecciones. Y el mismo sistema capitalista que provocó todo, desmanteló también el Estado de bienestar que en algún momento podría habernos defendido.
Los sistemas de salud mundiales se fueron desmantelando hasta quedar en condiciones deplorables, sustituidas por costosos esquemas de seguro médico que en realidad son estafas y paquetes semi-turísticos para personas que aceptan, sin cuestionar, que su salud haya sido expropiada —y sea gestionada de maneras lastimosas por supuestos expertos en salud que han ido acumulando grandes poderes con el paso de los años. Quienes no pueden pagar la salud “de marca” quedan a merced de lo que el maltrecho presupuesto público pueda destinar al alivio de la inmensa mayoría que construye y mantiene a cada país.
Si existe eso que le llaman la “planta productiva” —los factores que se sinergizan la producción plena de bienes y servicios tales como infraestructura, instalaciones, maquinaria, mano de obra, materias primas, procesos industriales, comunicación, servicios, transportación y cualesquiera se le pueda ocurrir a los gerentes de fábricas y despachos promocionales—, podemos alucinar que existe una “planta destructiva”, una deshabilitación progresiva, despojos por doquier y una devastación expansiva como detonantes de la fuerza acumulativa del capital.
Estamos en el momento en que tal destrucción se extremó por los procesos acumulados que suman su propia entropía, y la crisis culminante es esta semiparalización del mundo.
Aprovechar la indefensión. Lo paradójico es que si bien la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 ha expuesto el papel que desempeña el sistema agroalimentario agroindustrial y todo el entramado corporativo enredado con gobiernos y organismos internacionales, en la generación y propagación de enfermedades pandémicas y patógenos letales, es también cierto que desde que comenzó la cuarentena en forma casi global, en América Latina el agronegocio, y otras muchas puntas de la industria y los negocios, no sólo no estuvieron en cuarentena sino que continúan con total impunidad profundizando sus impactos y daños a comunidades y ecosistemas. En casi todos los países de la región las actividades agroindustriales y de extractivismo fueron exceptuadas de la cuarentena por considerarse en las medidas tomadas como “actividades esenciales”.
El capitalismo, no se mueve de su idea de resolver los problemas promoviendo las mismas causas que los provocaron. Así, gobiernos, empresas y cómplices internacionales siguen pugnando por reformas e imposiciones amenazando la estabilidad de sus propias estructuras: hasta dónde resistirán, habrá que verlo.
Este documento, colectivo, es apenas una miradita de todo lo que recorre las venas abiertas de América Latina. Y lo anotado no agota lo que está ocurriendo.
Estados y corporaciones aprovechan la fragilidad. Nos llega información crítica porque tenemos vínculos con organizaciones y personas en situaciones de conflicto, pero sabemos que la inmensa mayoría de lo difundido proviene de los centros de poder y eso repiten los medios masivos de comunicación. Intentamos un orden que nos sirva para hacer sentido y fortalecer nuestras luchas en cada contexto, en cada situación particular.
Dejemos claro que tras la pandemia y sus causas está el capitalismo, que se reacomoda o evoluciona, pero mantiene sus mismos viejos objetivos que le sirven para seguirse perpetuando: tener ganancias, privilegios, para lo cual exacerba el control y la represión.
No podemos dejar de anotar estos nodos de algidez, siempre teñidos de un chantaje emocional por parte del poder:
1. Promoción a ultranza de ajustes en las políticas públicas, expresada en reformas constitucionales, leyes y normativas. Se reescriben leyes existentes y crean otras que retuercen el sentido de lo que promueven, alegando que defienden algo cuando en realidad recrudecen la indefensión con que el poder somete a los pueblos. Promoción del extractivismo y los megaproyectos como actividades esenciales. Restricciones a la movilidad, pérdida de derechos laborales, creación de nuevos impuestos, privatización de recursos públicos y bienes comunes, obligatoriedad del uso de plataformas digitales para trámites, nuevas oleadas de subsidio a la agroindustria, aumento en las prerrogativas y libertad de acción de los cuerpos represivos, todo respaldado con la nueva legalidad de la pandemia, armados con los nuevos tratados de “libre comercio” en Brasil, Chile, Ecuador, Costa Rica, Honduras y México que potencian la flexibilización ambiental y laboral (que incluye mayor precarización, ausencia de responsabilidad en contratos y despidos) y las Buenas Prácticas Regulatorias que le impiden a los países restringir a las corporaciones. Los TLC fuerzan a los países a registrar, certificar y privatizar sus semillas con derechos de obtentor y patentes. Se apresuran los permisos para transgénicos. En el caso de México se regula la coexistencia entre OGM y maíz nativo. En Perú se termina la moratoria a los OGM, además de que se aprueban muchos nuevos OGMs en Brasil. Aumentan las importaciones de agrotóxicos, obviando procesos. Se eliminan aranceles (maíz, arroz, soya, trigo, bananos y más).
2. Saqueo territorial. La reclasificación de la minería, la extracción petrolera y de toda suerte de fuentes de energía y agua como “actividades esenciales”, acelera el saqueo al agilizar concesiones y licencias ambientales, manifestaciones de impacto ambiental realizadas al vapor o de modo fraudulento, extracción de energías eólica y fotovoltaica, al tiempo que se promueven proyectos turísticos a futuro como gran solución a los problemas de liquidez presente de la pandemia. Los basureros de tóxicos, por un lado, y las contra-reformas agrarias que privatizan la tierra, desembocan en acaparamientos multimodales de diversos territorios, mientras se promueven asociaciones público-privadas y contratos que ponen en garantía las tierras.
3. Aumentó la represión. Los cuerpos policiacos, las guardias nacionales y el ejército salieron a las calles, llegaron a las aulas y a las parcelas de las comunidades, estableciendo que la población, incluso esta población fragilizada y fragmentada, aislada por la pandemia, sea la enemiga.
La violencia de género, en particular contra las mujeres, se intensificó hasta límites nunca vistos en esta cuarentena. Igual que los asesinatos contra quienes defienden los derechos humanos, los territorios y el ambiente, o están contra los megaproyectos y el crimen organizado.
4. Las fronteras del asedio: el Covid-19 sí tiene comportamiento de clase. Hay dos suertes divergentes de las comunidades rurales y originarias. Cuando las comunidades o colectivos mantienen un autoconfinamiento, decidido de manera colectiva y horizontal y existe una organización propia que sustente sus decisiones, la gente se ha logrado mantener más o menos bien, aunque con carencias que buscan resolver, en colectivo. Están sin contagios y se defienden del caos con su producción alimentaria propia y su terapéutica local, su gestión comunitaria de la mitigación, filtros sanitarios y prevención.
Hay otras comunidades que pese a estar aisladas, tienen contagios imparables, y por falta de servicios, los daños a sus poblaciones son aún peores que en las ciudades. ¿Qué explica un destino u otro? Las comunidades rurales (originarias o no) que están profundamente dañadas por la pandemia, comparten un asedio que no es nuevo, y que viene destruyéndoles desde siempre sus recursos para la subsistencia. Son lugares a la orilla de corredores industriales, o en las montañas y bosques acorralados por el extractivismo y las plantaciones. Poblaciones invadidas por megaproyectos y su cinturón de corrupción y giros negros, todo lo que traen los servicios a obreros y obreras que conviven con las poblaciones locales vulnerando sus pocos filtros. Ocurre con pueblos que proveen empleadas y empleados a los servicios de hotelería y restoranes, a los invernaderos industriales, a las empacadoras o maquilas y luego regresan a sus comunidades a que los cuiden, los sanen, los acojan antes de morir, o contagiar. Hay comunidades que sí han logrado establecer filtros sanitarios eficaces y eso fortalece su organización interna, pero las fronteras del asedio a veces son brutales.
5. Promoción de la agricultura industrial. Con la pandemia, los gobiernos no han promovido apoyos para la alimentación de los pueblos (algo muy visible en México, Honduras, Ecuador y Bolivia). En vez de buscar alternativas en la soberanía alimentaria de las comunidades, hay toda una retórica, alimentada por normas que provienen de los TLC, para escindir y marginar la producción independiente y campesina alegando normas de higiene inalcanzables y absurdas.
La permisividad con las grandes corporaciones que promueven que la gente se alimente con comida barata y “chatarra” es responsable del aumento en la obesidad, la diabetes, la hipertensión y como tal propensión a ser víctima de esta pandemia. Mientras, los empresarios del agronegocio se esmeran en lograr más subsidios, más permisos para importar agrotóxicos y ajustar las leyes para evadir su responsabilidad con la salud de los trabajadores.
6. Invasión de las tecnologías digitales. Hay un enorme avance de las tecnologías informáticas y de comunicación (TICs) y otras que dependen de los satélites y frecuencias inalámbricas, que posibilitan el automatizar procesos productivos y comunicativos. Se insiste que con esas tecnologías se puede mantener la “sana distancia” (trasladando el riesgo de contagio a obreros y obreras de plantas fabriles, industria metal-mecánica, minería o petroleras; o a quienes laboran en granjas industriales o invernaderos de cualquier tipo, en cualquier lado, o quienes viven del nuevo oficio de la entrega a domicilio), mientras explotan el tiempo de trabajo desde la casa. Las y los estudiantes tratan de ajustar sus aprendizajes a esas plataformas y se mecanizan labores agrícolas y de procesamiento industrial.
Hay gente que cae en la “trampa digital”. Hay jóvenes, que al imaginar alternativas, sólo quieren inventar nuevos softwares o nuevas aplicaciones, o comunidades aisladas a las que se proponen “derechos digitales” proveídos por las empresas, para lo que se instalan servidores y cableados privados, de las empresas. El “manejo remoto” se promueve como la nueva alternativa verde libre de contagio, y se torna una nueva sumisión global que se cierne sobre todas y todos.
La imposición digital comienza con más concesiones a las empresas de telecomunicaciones y la obligación de volverse digital para facilitar el rastreo de rutas de contagio y acceder a la “protección” de los servicios de salud, del seguro de desempleo, de los créditos para micro-negocios, o para no perder las tierras. El extractivismo de los datos, y todos los otros despojos, se tramitan veloces en línea.
7. Desmantelamiento de servicios públicos. Los colapsos de las redes hospitalarias (y los sistemas de atención a la salud) en nuestros países, las restricciones al comercio local, a los mercaditos, tienditas o puestos callejeros para privilegiar los supermercados “sanitizados”, la falta de equipos de protección a trabajadores esenciales, la ausencia de seguridad para la población, evidencian el adelgazamiento sostenido por décadas de los presupuestos destinados al bienestar general. El aislamiento exacerba la vulnerabilidad y el crimen. Es muy grave que se ponga el acento en la llamada “atención a la salud”: en la intervención como combate a la enfermedad en vez de un abordaje integral donde lo social, lo político, lo nutricional y las condiciones de desigualdad, configuren muchos factores que tendrían que atenderse para lograr una población menos propensa a padecer las vicisitudes de las pandemias.
8. Menosprecio por los esfuerzos independientes. Pese al surgimiento en campo y ciudad de redes de mutualidad y organización comunitaria, de abasto y cuidados, que son independientes y están salvando vidas sin exigir nada a cambio, las autoridades e instituciones no han hecho ningún esfuerzo claro por entablar comunicación y coordinar posibles colaboraciones que potencien los pocos recursos que hay en nuestra región y enfrenten los desastres a la salud y a las economías familiares, locales y nacionales. Lejos de reconocer la gestión autónoma, autoridades, instituciones, líderes de opinión, medios masivos, insisten en enfatizar actitudes de irresponsabilidad y negligencia de “la sociedad”. Mucha gente no puede quedarse en casa porque necesita el sustento diario y mucha otra simplemente no confía en las recomendaciones de una ciencia y un sistema de atención pública que desde siempre desprecian lo campesino, lo artesanal, lo intuitivo, lo tradicional. Culpar a la población por el contagio y la muerte es muy conveniente para aumentar el poder de la policía y otros cuerpos represivos durante las cuarentenas.
El capitalismo no puede asumir los tiempos comunitarios, le urge que las ganancias tengan lugar. Y los Estados no pueden reconocer que hay modos de resolver la vida de los pueblos que no pasan por el negocio que hacen con la salud, la alimentación, la educación, la vivienda.
Siempre pesará más “reactivar la economía”, al costo que sea, antes que fortalecer estrategias autónomas de supervivencia.
No es “descuido” ignorar cómo es que la gente en Perú, Ecuador, Chile o Brasil enfrenta, independiente, la pandemia. Qué significan esos nuevos nichos de mercado para tecnologías, procesos y productos que vienen a “salvarnos”. Además de omitir las alternativas que emergen desde abajo, hay campañas contra la homeopatía, la acupuntura, los remedios caseros y las curaciones ancestrales, contra la misma idea de otra racionalidad, más integral.
Mucho de lo que padecemos surge de campañas institucionales internacionales que desdeñan la prevención, entronizan los tratamientos con fármacos que terminan siendo mercancías que pueden aliviar o tener efectos colaterales que tornan tales drogas en promotoras de afecciones nuevas.
Desde ese pensamiento negado por la institución, nos dice Ariel Guzik, un médico, músico, biólogo, de los virus y del origen de la pandemia: “…el fenómeno en su aspecto biológico me parece menor considerando las circunstancias que lo nutren. Ante el contubernio de fuerzas que lo recrean, acechan y explotan, me parece secundario; veo escrito en su trama un enunciado sobre la ingenuidad humana y su capacidad de sometimiento” [1].
Para Hermann Bellinghausen es crucial la crítica a “la concepción que se tiene de la pandemia”, y de cómo toda la situación se dirime y se dirige, “por la razón de Estado, el costo y beneficio para los mercados, el control represivo, el combate focalizado y medicalizado de un evento biológico que transcurre en diversas dimensiones” [2].
Mucha gente lleva tantos años en la precariedad que de verdad no puede hacer diagnósticos básicos sobre cómo la enfermedad los está atacando, acostumbrados al extremo del dolor físico y existencial infligido por un sistema que sólo quiere vender y lucrar. No es un problema que tengamos exclusivamente en América Latina. Los ajustes legales, con sus nuevos ajustes estructurales, la trampa digital, las fronteras del asedio, desmantelar los servicios públicos, son la respuesta del capital ante la pandemia en todo el planeta.
Brasil
Leyes y decretos por el interés privado. Aprovechando la emergencia decretada por el Congreso Nacional, sin debate público se emitieron decretos y leyes que exacerban la represión oficial, favorecen a las corporaciones y aseguran impunidad por crímenes ambientales, lo que contribuyó a los contagios entre comunidades indígenas y campesinas y afectó la viabilidad de las redes alimentarias no industriales.
Desde febrero quedaron bajo tutela absoluta de las Fuerzas Armadas las políticas de desarrollo para la Amazonia y en mayo se estableció una nueva Garantía de Ley y Orden.
Las actividades corporativas se reclasificaron como actividades esenciales en sendos decretos de marzo y abril, que permiten operar sin medidas de aislamiento los servicios de transporte, almacenamiento, entrega y logística para cualquier carga; la producción, exportación, importación y transporte de insumos, químicos, petroquímicos y plásticos; procesos siderúrgicos y cadenas de producción de aluminio, cerámica y vidrio; beneficiado, comercialización y flujo de minerales; mercados de capitales y seguros, y construcción civil.
Se favorece lo que asegura ganancias como la liberación de 150 nuevos agrotóxicos. El ministerio de Agricultura estableció la protección de las actividades industriales relativas a producir alimentos y bebidas, procesar productos agropecuarios, producir fertilizantes y semillas, fabricar y comercializar maquinaria, mantener ferrovías y avenidas. El Plan Zafra 2020 recibió un aumento de 13 mil 500 millones de reales en relación a 2019, en medio de la mayor crisis económica del país, beneficiando la agricultura en gran escala. Apenas 500 millones de reales se destinaron a la agricultura familiar que produce un 70% de los alimentos para consumo interno, sobre todo vegetales, hortalizas y frutas.
Frigoríficos, focos de infección. El corte de caña de azúcar y el trabajo en frigoríficos son los principales vectores de contagio. Con los altos precios de las commodities y el real a la baja, el sector agropecuario fue el único que creció en los tres primeros meses de 2020. La matanza de aves creció 5%, registrando su mayor volumen en ese periodo. En Río Grande del Sur, 32 frigoríficos tuvieron brotes de coronavirus, 25% del total oficial para ese estado. En Dourados en Mato Grosso del Sur y al oeste de Paraná los municipios más afectados son los más próximos a los mataderos. De los casos de contagio en Dourados 90% está relacionado al frigorífico de JBS, el mayor de América Latina.
Pandemia de violencia. Por la suspensión de la vigilancia y la penalización, la pandemia ha encubierto más deforestación legal en la Amazonia y más negligencia ante los brotes de fuego estacionales, el aumento de las invasiones de tierras públicas y el tráfico de productos forestales y minerales, lo que provoca una explosión de contagios entre los pueblos. Esto ocurre sobre todo en el “arco de la deforestación”, una transición entre Amazonia y el Cerrado en Mato Grosso, Tocantins y Maranhão. La contaminación de las comunidades proviene de los trabajadores de los frigoríficos y de la gente que labora la caña, pues tales comunidades son la reserva de mano de obra regional más barata.
En São Paulo, desde el inicio de la pandemia, la policía asesinó una persona cada seis horas, y las detenciones por crímenes contra mujeres crecieron 51.4%. En Rio Grande del Norte aumentó 34% las lesiones y 54.3% las amenazas contra mujeres mientras los estupros se duplicaron de marzo a abril. En Mato Grosso, los feminicidios aumentaron cinco veces.
Un capitalismo del control digital. El Proyecto de Ley contra la industria de noticias falsas o “fake news”, propone exigir la identificación completa del usuario vinculando su cuenta en redes sociales con su pasaporte y teléfono celular, violando el derecho humano a la privacidad y poniendo a disposición de las corporaciones de las plataformas todos los datos colectados. Organizaciones y movimientos sociales tendrán la obligación de conservar y compartir sus datos con órganos de investigación de seguridad pública. Para evitar los perfiles falsos, se busca obligar a las empresas de telecomunicación a que manden informes periódicos con registros actualizados de los celulares activos, atribuyendo poder policiaco a las corporaciones privadas.
Colombia
El Decreto original. Tras decretar la emergencia por la pandemia de Covid-19, el gobierno emitió otros decretos y normas que facilitan el operar de los agronegocios, certificar semillas, privatizar el agua, empoderar a los patrones y digitalizar a la fuerza.
En marzo se definió la entrega de créditos para el sector agropecuario durante la pandemia, pero menos de 2% de los créditos es para los pequeños agricultores.
En abril se fijó arancel cero a la importación de maíz amarillo, soya y sorgo: una agresión directa a la agricultura nacional disfrazada de combate a los impactos pandémicos. La norma favorece sólo a quienes importan alimentos y materias primas para la producción industrial de animales. Existe una sobreoferta en el mercado global de soya y maíz baratos, por lo que no se justifica que se eliminen los aranceles a la importación de materias primas.
El gremio semillero solicita al gobierno implementar un plan de contingencia que garantice la seguridad alimentaria en medio de la emergencia, “evitando demoras en trámites” para certificar semillas e importar insumos agrícolas. Que los productores registrados puedan comercializar semillas sin cumplir los requisitos de la certificación. Que las empresas puedan auto-certificarse mientras se supera la contingencia. Por supuesto, el sector agroindustrial también pide que sigan aprobando productos derivados de transgénicos para consumo humano.
Privatizar el agua y estandarizar las plataformas digitales. En junio se estableció un subsidio temporal de 12 mil 400 pesos colombianos mensuales a los suscriptores de los acueductos comunitarios rurales, dinero que recibirán como descuento en el cobro del servicio. La norma desconoce que la mayoría de acueductos rurales recaudan los aportes familiares bajo estrategias distintas a la “facturación”; muchos no tienen personería jurídica. Para recibir el subsidio, los beneficiarios deben actualizar su información. Significa empezar a ser vigilado por las autoridades, aceptar nuevas obligaciones y cargas administrativas y económicas que poco comprenden la lógica comunitaria y la realidad rural, como exigir el envío de más de 800 formularios de forma digital.
En el país sólo mil 621 acueductos comunitarios son controlados y vigilados por la autoridad, pero existen 32 mil acueductos veredales que estarían obligados a inscribirse en un régimen de vigilancia, lo que hará que muchos desaparezcan o sean reemplazados por estructuras empresariales o regionales.
Con un decreto de marzo se priorizaron solicitudes de concesión de aguas superficiales y subterráneas para garantizar el suministro de agua potable, buscando reducir los tiempos de autorización a la tercera parte. Las concesiones serán prorrogadas de forma automática por el tiempo que dure la emergencia sanitaria. Se podrán adelantar actividades de prospección y exploración de aguas subterráneas sin permiso, siempre y cuando se cuente con información geoeléctrica del lugar de influencia y el aval de la autoridad ambiental.
Demandas patronales. Unos 25 líderes de los sectores empresariales, comerciales y académicos más importantes del país, escribieron al presidente propuestas para evitar una parálisis de la actividad económica y aliviar los efectos negativos que les causará la pandemia. Exigen flexibilizar y liberalizar el mercado laboral, permitir la contratación por horas; que por seis meses el Estado asuma 100% de los parafiscales y suspenda por un año la obligatoriedad de aportes a las cajas de compensación; aprobar procedimientos abreviados para “temas que hoy frenan el desarrollo” como los trámites de regalías, de consulta previa y licencias ambientales; priorizar las “Zonas de Desarrollo Empresarial” que dinamicen el sector productivo agroindustrial, fortalecer los derechos de propiedad agraria, la seguridad jurídica para atraer inversiones, desarrollar parques tecnológicos y zonas francas agroindustriales. Reducir impuestos y simplificar trámites a todos los sectores de las cadenas de valor y suministro agropecuario y agroindustrial, evitando controles de precios y medidas que obstaculicen su función productiva. Permitir que el mercado funcione con los mayores niveles de libertad posibles, dejando “que los precios transmitan la información necesaria a los productores y consumidores” para evitar los desajustes entre la oferta y demanda.
Los conflictos ambientales y sociales. Hasta el 19 de abril de 2020, fueron asesinados 56 líderes ambientales y sociales. Durante la cuarentena en la Amazonía colombiana se incrementó la deforestación y quema de bosques y se abren carreteras para aumentar la frontera agropecuaria en la selva.
Costa Rica
Fortalecer el agronegocio, las actividades extractivas y debilitar al Estado. Se privatizan las pocas instituciones que todavía hacen fuerte la seguridad social y proveen de recursos. Parecía que se apoyaría la producción real de alimentos contra el monocultivo, pero la intención no duró. Cafetaleros, piñeros, de yuca y otros cultivos repuntan en sus exportaciones en medio de la crisis. Las medidas sanitarias para los operarios del transporte de agroexportaciones en todo el Istmo centroamericano son ferozmente combatidas por los empresarios, igual que en Chile. Los trabajadores migrantes (empacadores que llegan de Nicaragua) están totalmente desprotegidos y sus centros de trabajo son focos de infección. Salen a la luz las condiciones infrahumanas con que les contratan en las productoras y exportadoras de yuca, piña y naranja. Se decretan medidas para liberar el ingreso de agrotóxicos al país (sobre todo de China), como en Argentina.
La ley para la certificación de semillas se discute con premura, como en Colombia y México. Los legisladores defienden la posibilidad de vender los parques nacionales como modo de enfrentar la catástrofe económica y productiva.
Se promueve la privatización total de las instituciones del Estado para obtener en el FMI fondos que ayuden a salir de la crisis. Así, se castigan los salarios, se achican las funciones reguladoras del Estado sobre los bancos, la producción de hidrocarburos y de alimentos.
Desde organismos internacionales llegan análisis contradictorios sobre qué debe hacerse, cuánto debe ser el salario mínimo universal, con empleo o sin él. No hay un consejo claro sobre si debe apoyarse a los informales o no, si fomentar la agricultura local o las cadenas industriales, si ampliar o limitar la definición del trabajo “esencial”.
Honduras
Libre comercio, militarización y extractivismo sin tregua. En la pandemia se dio luz verde al arancel cero para arroz y maíz según el TLC-CAN. Tiro de gracia a los pequeños agricultores, mientras los militares comienzan la ejecución del Programa de Desarrollo Agrícola de Honduras (PDAH), que busca la productividad y rentabilidad agrícola. Aumentan su presencia en las calles y en la protección del bosque como pago del ejecutivo a los militares por sostener al gobierno en el poder. Para ejecutar el PDAH se creará una dirección en la jefatura del Estado Mayor Conjunto con una asignación de 3 mil 843 millones de lempiras.
Desde finales de enero y aprovechando la sequía, el gobierno elaboró un paquete para sobrellevar la emergencia alimentaria declarada en 137 municipios, la mayoría del corredor seco. Recomendó represar ríos, importar semillas usar “semillas resilientes” que podrían equivaler a semillas transgénicas, e incrementar los monocultivos. Se otorgaron mecanismos de compra directa, que en Honduras equivalen a corrupción. Se calcula un gasto de 200 millones de lempiras para dar asistencia a pequeños productores agrícolas mediante un bono de seguridad productiva: fertilizantes, semillas mejoradas y venenos.
El discurso de la seguridad alimentaria, revolcado. A sabiendas que la alimentación elemental de la población hondureña se sustenta en el maíz y el frijol, producidos por unas 300 mil familias campesinas, ahora el régimen —que privilegia los cultivos para la industria y la exportación, que posterga al olvido la producción para el consumo interno—, nos viene a hablar de soberanía alimentaria y nos dice, queriendo insultar la inteligencia del pueblo, que tal producción estará garantizada a través de los ricos terratenientes quienes ahora sí se han convencido que lo importante es producir para adentro y no para sus negocios de afuera.
Para tal efecto el régimen creó un programa que logre “el ordenamiento, registro y trazabilidad de las unidades de producción nacional de alimentos y la categorización de los productores nacionales y extranjeros”. Se rumora que es una estrategia para que los terratenientes se apropien de la tierra recuperada a los narcotraficantes que fueron extraditados a EUA.
Despojo en línea. La Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente anunció que tramitan en línea las solicitudes y renovaciones de licencias ambientales, para no detener la operatividad del comercio y las empresas durante la emergencia. Se entregan al por mayor frecuencias de banda ancha a multinacionales de comunicación (Tigo y Claro). Desde luego no son concesiones para radioemisoras o prestadores de servicio de internet comunitarios, sino para las compañías multinacionales de telefonía celular que acaparan el mercado nacional.
Honduras basurero de desechos tóxicos. El congreso aprobó un decreto, el 16 de junio, para permitir la introducción de baterías usadas de plomo, convirtiendo Honduras en basurero tóxico, argumentando que los fondos obtenidos servirán para atender la crisis del Covid-19. Y como se restringieron, por la pandemia, las garantías constitucionales, las organizaciones ambientales no pueden articularse para oponerse a la iniciativa.
Argentina
El cambio de gobierno demoró la catástrofe. Debido a la entrada del nuevo régimen la pandemia se ha afrontado de modo bastante racional y sin los efectos devastadores que ha tenido en otros países.
Pero Argentina comparte con el resto del Cono Sur la facilitación del uso de agrotóxicos.Con tres acuerdos de complementación económica que se pusieron en vigencia en el Mercosur, se aprobó la reducción de aranceles intrazona para importar insumos y así fabricar herbicidas y fibras sintéticas. En cuanto a los herbicidas, los acuerdos abarcan los compuestos químicos empleados para fabricar plaguicidas y herbicidas, todo lo necesario para elaborar glifosato y 2,4 D.
Una furiosa reacción de la derecha empantanó la intervención y expropiación que el gobierno había iniciado sobre la procesadora y exportadora de granos Vicentin (asociada a Glencore) que entró en quiebra, tras endeudarse con el Estado por millones de dólares fugar estas divisas del país.
Es alarmante: las fumigaciones agrotóxicas continúan durante la cuarentena. El 31 de marzo más de cien organizaciones argentinas denunciaron que siguen fumigaciones en Santiago del Estero, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos o Chaco, en las zonas de producción de commodities. En Argentina cada año se liberan unos 500 millones de kilos/litros de agrotóxicos en miles de formulados comerciales y con principios activos prohibidos en buena parte del mundo sin control alguno, e incumpliendo la ley.
Matar el bosque. En plena cuarentena, el desmonte no cesa y uno de los bosques más conservados del Gran Chaco continuó su desmonte en 8 mil hectáreas de la Estancia La Fidelidad. Greenpeace denunció que en el norte del país se desmontaron casi 10 mil hectáreas desde que comenzó el aislamiento en Salta, Chaco, Santiago del Estero y Formosa.
Paraguay
La contingencia ha sido el pretexto para modificar el presupuesto del Estado y endeudar al país con mil 600 millones de dólares, 500 millones de dólares más que su gasto en Salud.
Como en Costa Rica, el “achicamiento del Estado” se coloca en la opinión pública como salida a la crisis, en medio de la angustia y las restricciones a las libertades públicas durante el aislamiento social. Argumentando la pandemia, el gobierno insiste en la necesidad de una reforma estatal que reestructure lo fiscal, lo administrativo, el funcionamiento de sus instituciones; que impulse un servicio civil meritocrático y un sistema de salud “integrado” y con un “servicio de calidad”; un nuevo sistema de jubilaciones y pensiones.
En su lanzamiento contó con gremios empresariales, muchos vinculados a los agronegocios, alegando que lo público se relaciona con corrupción y despilfarro del dinero de los contribuyentes. Por eso proponen el achicamiento del Estado.
En mayo se presentó un proyecto de ley para que los fondos de jubilaciones y pensiones del Instituto de Previsión Social se puedan usar para inversiones financieras. Tras una movilización sindical, el proyecto fue retirado. También está impugnado el proyecto del Servicio Civil. Varias centrales sindicales, organizaciones y partidos han realizado caravanas de rechazo. La movilización ha tenido gran repercusión, aunque el gobierno sigue moviendo su piezas para avanzar en el cuestionado proyecto, buscando crear confusión y desinformación.
México
Reactivar la economía aunque se reactive la muerte. El gobierno ha realizado medidas más o menos adecuadas para enfrentar la pandemia, pero levantó el confinamiento por la apertura de Europa. Desde ese momento se duplicaron los decesos.
Muchas comunidades han asumido su propia protección y se han autoconfinado. Se preparan para enfrentar un periodo difícil de alimentación y supervivencia, pues el ciclo anterior hubo sequía y poca producción. Así, buscan una buena cosecha este año, reactivar sus intercambios y comercios locales.
Sin embargo, el gobierno está activando normativas más restrictivas para la gente y que abran margen de acción a las corporaciones.
Desde que comenzó la pandemia, los megaproyectos avanzan con celeridad por “el delicado balance” entre detener el virus y activar la economía. Insisten en echar adelante devastaciones y acaparamientos como los llamados Tren Maya y el Corredor Transístmico, que no sólo profundizan la polémica sobre estos reordenamientos territoriales masivos sino que afloran la corrupción en los Manifiestos de Impacto Ambiental y en la indignidad con que tratan a los pueblos.
La minería y la industria automotriz se declararon esenciales en la contingencia. Son ramos industriales que invaden, contaminan, fragmentan y despojan a los pueblos originarios de agua. Se declararon esenciales las operaciones financieras y las ventas irrestrictas de las grandes cadenas de supermercados, mientras se castiga a los mercaditos al aire libre que son sustento popular desde antes de la Conquista y que aseguran el abasto de productos frescos directos de las parcelas.
Pandemia y chantaje. Alegan los empresarios agrícolas que la producción se desplomará 40% si persiste la prohibición de importar glifosato (la prohibición existente es muy tibia). Alegan que se pone en riesgo la seguridad alimentaria y que será inevitable un alza de productos básicos. Al cierre de esta edición, el conflicto por el glifosato provoca jaloneos en el gabinete y todo indica que no podrá prohibirse en este sexenio. El programa Sembrando Vida, un programa seudo-agroforestal, se utiliza como disuasivo y promotor de divisiones comunales al otorgar compensaciones individuales, si desoyen sus asambleas y obedecen a sus instructores en un país eminentemente comunitario.
La llamada Ley de Fomento y Protección del Maíz, aprobada al vapor al iniciar la pandemia, en los hechos no protege ni fomenta pero sí establece la armonización que exige el omnipresente T-MEC entre EUA, Canadá y México. La ley regula la coexistencia de los OGM con cualquier tipo de cultivo (algo tan anhelado por las transnacionales), acota la producción con maíz nativo a reservas puntuales, suplanta la representación de los pueblos en sus derechos. Además los empresarios de la comida “chatarra” amenazan la norma que obliga a poner etiquetas de alarma en comestibles ultraprocesados, diciendo que si bajan sus ventas de alimentos-basura se podrían perder muchos empleos.
Trump amenaza todos los días con deportaciones masivas de trabajadores mexicanos. En junio las remesas fueron muy copiosas tal vez buscando asegurar el bienestar de sus familias durante la crisis. Es claro que el dinero que con indescriptibles sacrificios mandan los migrantes mexicanos es tal vez el verdadero “motor de la economía mexicana”.
Lo terrible es el genocidio y la guerra abierta contra los pueblos, encabezados por las empresas extractivistas que miran a la gente como un estorbo. La más reciente matanza en la comunidad ikood de San Mateo del Mar, en la costa de Oaxaca, donde quemaron a varias de las 15 personas asesinadas sin que la Guardia Nacional interviniera, es escandaloso y desnuda la verdadera cara de este gobierno.
Ecuador
En Ecuador “el Estado de excepción por calamidad pública en todo el territorio nacional” estableció en primerísimo lugar que “seguirá funcionando toda la cadena de exportaciones, la industria agrícola y ganadera”. Así, los obreros de las plantaciones (bananeras, de palma, piscinas camaroneras, planteles florícolas y muchos más) deben continuar con sus labores, como si el país no estuviera bajo emergencia sanitaria, y con riesgo de contraer Covid-19, sin protección especial alguna. La industria cervecera se privilegia y se impulsa la agricultura por contrato de monocultivos de cebada; se sanciona duramente a los campesinos que quieren vender sus productos, cerrando los mercados pequeños al aire libre. Se eximen de regulación fitosanitaria frutas y hortalizas importadas argumentando que hay que asegurar el abasto.
El internet se impone para todo tipo de trámite, a sabiendas de la poca infraestructura de cableado que tienen los territorios campesinos.
En plena emergencia, se sustituyó el reglamento ambiental de las operaciones hidrocarburíferas, por uno más laxo y expedito. Así, se llevan a cabo actividades prohibidas como que los mineros incursionen en zonas que gozan de medidas cautelares en el norte de Esmeraldas, de madereros furtivos en la Zona Intangible de Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario.
En abril se rompieron dos oleoductos que sacan petróleo y transportan combustible de la Amazonía a la Costa del Pacífico, dejando sin acceso al agua a miles de personas en la cuenca del río contaminado. Hubo tres derrames de crudo y una explosión de gas en Shushufindi, un derrame de sustancias químicas en Pacayacu, sin que se hayan tomado medidas de reparación integral, alegando que hay emergencia.
Una reforma a la Ley Orgánica de Servicio Público está en proceso, para que facilite los despidos de empleados, y un procedimiento de revisión y aprobación de contratos de Inversión que profundiza la flexibilización laboral.
Está por entrar en vigencia el TLC con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), que ampliará las actividades de los agronegocio, la dependencia tecnológica y las obligaciones con empresas vinculadas al extractivismo. Un decreto presidencial obliga a gobiernos locales a levantar las restricciones al transporte de minerales, y el Estado de Excepción del 16 de marzo excluye de las restricciones de movilidad, a los denominados sectores estratégicos, incluidas las mineras. El protocolo de corredores logísticos y estratégicos, establece que la circulación de las empresas tendrá resguardo militar y policial.
Chile
Militarización, extractivismo y Libre comercio. La militarización invadió calles y aulas. Los militares salieron de sus cuarteles. Se dieron poderes al presidente para no requerir la aprobación del Congreso. Mediante decreto, autorizó al ministerio de Defensa y de Educación para imponer instrucción militar en las escuelas, comenzando por el jardín infantil. Así se busca naturalizar la militarización. Castigan con cárcel el no respeto a la cuarentena, aun cuando una mayoría no tiene condiciones para quedarse en casa y sobrevivir así.
Hay otras leyes que agreden gravemente derechos y libertades básicas. Las leyes laborales se ajustaron para quitarle toda responsabilidad a los empleadores frente a los despidos y frente a la condiciones laborales en la crisis sanitaria, y entonces no les importa proteger a los operadores. La minería y las plantas procesadoras de alimentos se volvieron centros de infección y en general el sector patronal (y el Estado) se niegan a asegurar un ingreso mínimo garantizado que con eficacia cubra las necesidades para sobrevivir la pandemia.
Avanza el extractivismo mientras el gobierno somete a la población. Se eliminaron las evaluaciones de impacto ambiental, se acelera el otorgamiento de derechos de agua, pesca, acuicultura y prospección minera, incluso en zonas protegidas. Se aprovecha para encarcelar y/o mantener en la cárcel a líderes sociales. En general se culpa a la población del desastre que enfrenta el país. Presentan el libre comercio cual tabla salvadora irrenunciable: traen campaña para aprobar TPP-11 y el nuevo TLC con la Unión Europea como parte de lo necesario para superar la crisis. Promueven nuevas concesiones al capital transnacional como parte “imprescindible” de la recuperación económica: buscan aprobar cultivos transgénicos por presión directa de Estados Unidos.
Uruguay
El neoliberalismose revitaliza. La pandemia ha servido para flexibilizar aún más el trabajo mientras se criminaliza el disenso. No se decretó cuarentena obligatoria pero se exhorta al distanciamiento social con suspensión de clases en todos los niveles (ahora ya retomadas) y la exhortación al teletrabajo. La situación sanitaria parece controlada, con muy pocos casos activos y totales. Sin embargo, aumentaron las tarifas de servicios públicos como parte del ajuste neoliberal del nuevo gobierno de derecha. Aunque se aprobaron exoneraciones y préstamos a empresas pequeñas y medianas, se rechazó gravar al capital porque sería “amputar la posibilidad de los que van a hacer fuerza en la salida de la crisis”. Las ayudas monetarias y en especie que se distribuyen son insuficientes.
Las medidas tomadas han afectado la actividad económica y ello repercute en quienes laboran independientes, en condiciones de informalidad y precariedad, un 25% del total de ocupados, que dependen de su empleo diario para sus ingresos. La enorme mayoría de quienes conservan su empleo ya volvieron a trabajar presencialmente.
La decisión de no ir a una cuarentena obligatoria equivale a empobrecer a las clases bajas, media y media baja en el cortísimo plazo, pues la obligatoriedad haría imprescindible implementar un ingreso básico o subsidio que garantizara el acceso a las necesidades básicas.
Mas el gobierno priorizó ahorrar recursos en gastos sociales manteniendo una sub-actividad económica que empobrecerá a una parte importante de la población, pues ya era condenada por la propia sociedad y el gobierno por no quedarse en casa, aunque mucha gente deba salir a buscar que comer.
Reforma del Estado y ajuste neoliberal.En plena pandemia y como parte de la restauración neoliberal, el gobierno presentó al parlamento un proyecto de ley de Urgente Consideración buscando reformar el marco normativo del Estado, de modo que se reduzca su carácter social, su responsabilidad como garante de derechos, ampliando su función represiva y su carácter corporativo. Se busca privatizar y mercantilizar la educación pública, se ataca la movilización, la participación social, el desarrollo de la agricultura familiar, la soberanía alimentaria, la defensa de la biodiversidad y la prioridad del bien común sobre los intereses particulares.
He aquí algunas consideraciones adicionales
1. El despojo se recrudeció. Para toda la región podemos concluir que los procesos de despojo que venían ocurriendo no se detuvieron con la pandemia, se echaron a andar nuevos con argumentación Covid-19. El capitalismo más desnudo “perdió sus buenas maneras” y esto explica porqué es generalizada la desprotección de los pueblos por parte de los Estados y el casi odio de las empresas a sus empleados en el momento más álgido de la crisis. En su estado superlativo, el capital enfurecido por no perder su tasa de ganancia, promueve abiertamente militarización y fascismo, despojo y devastación.
2. Aumentan las restricciones. Se activan políticas y policías sanitarias para restringir la circulación de productos campesinos, con el debido respaldo de nuevas políticas públicas que proliferan en normativas, leyes, estándares y tratados y convenios.
3. El trabajo asalariado se extremó, por juntar los cuidados para la subsistencia con la producción de plusvalía en el mismo espacio; o porque desapareció su fuente de ingreso y hay que inventar más auto-explotación para conseguir bienes vitales.
4. Tenemos que hallar una narrativa que nos ayude a ver la importancia crucial de lo cotidiano, y detonar las propias alternativas. Pero tenemos claro que no habrá forma de evitar que se vayan muchas vidas, no habrá un ¡YA BASTA! sin que haya mucha muerte. Faltan muchos matices por describir y explicar.
5. “Si no cambiamos, no tiene sentido haber sobrevivido a la pandemia”, dijo un periodista peruano.
6. Requerimos combatir las narraciones que nos roban el sentido de lo que ha sido la pandemia: cómo se definen los sectores estratégicos, llamados esenciales, dónde termina el confinamiento para evitar el contagio y comienza una zozobra permanente que es como el paréntesis entre la pandemia y otra nueva zona de crisis (viral, de crisis climática o de hambrunas o sequías extremas).
7. Es urgente transformar el sistema productivo controlado por grandes corporaciones y reformular un sistema alimentario popular orientado a la soberanía alimentaria, produciendo sin destruir los ecosistemas ni el clima.
8. Garanticemos el derecho a una alimentación saludable para todos los pueblos del mundo.
9. Impulsemos resolver lo que más nos importa por nuestros propios medios, imaginativos, comunitarios y respetuosos.
Notas:
[1] Ariel Guzik, “La húmeda virtud del llanto”, Instituto 17, https://diecisiete.org/expediente/la-humeda-virtud-del-llanto/
[2] Hermann Bellinghausen, “No es el virus”, La Jornada, 27 de julio de 2020.
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Fuente e imagen: Biodiversidad, sustento y culturas #105
Mundo/América Latina/30-08-2020/Autor(a) y Fuente: ultimasnoticias.com.ve
La falta de internet, una herramienta esencial en tiempos de pandemia, ha limitado el acceso al trabajo y la educación remota en 40 millones de hogares en América Latina, pese a los esfuerzos de los países por mejorar sus capacidades digitales, informó este miércoles la Cepal.
Las tecnologías digitales han sido cruciales para el funcionamiento de la economía y la sociedad durante la pandemia, que en América Latina, duramente golpeada por el coronavirus, ha puesto en evidencia las desigualdades en el acceso a internet, indicó el informe «Universalizar el acceso a las tecnologías digitales para enfrentar los efectos del covid-19», presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en su sede en Santiago.
«Hay más de 40 millones de hogares no conectados. La mitad de ellos se encuentran en los dos quintiles más pobres; esto prácticamente en todos los países es un problema», dijo Alicia Bárcena, secretaria general de la Cepal, durante la presentación del informe en una videoconferencia.
Según el documento, el 60% de los hogares y el 67% de los 650 millones de habitantes de América Latina usan el internet. En países como Brasil y Chile, más del 60% de los hogares del quinto más pobre de la población tiene conexión a internet, mientras que en Bolivia, Paraguay y Perú, solo el 3% la tiene.
El estudio indica que ese bajo porcentaje amplía las brechas de acceso a internet, que condicionan el derecho a la salud, la educación y el trabajo, al tiempo que pueden aumentar las desigualdades socioeconómicas.
«Los países de América Latina y el Caribe han adoptado medidas para impulsar el uso de las soluciones tecnológicas y cautelar la continuidad de los servicios de telecomunicaciones. Sin embargo, el alcance de esas acciones es limitado por las brechas en el acceso y uso de esas tecnologías y las velocidades de conexión», afirmó Bárcena.
Para garantizar la conectividad y asequibilidad a las tecnologías digitales, la Cepal propuso a los países garantizar una canasta básica de tecnologías de la información integrada por un computador portátil, un teléfono inteligente, una tableta y un plan de conexión para los hogares no conectados, con un costo anual inferior al 1% del PIB.
También instó a construir una sociedad digital inclusiva, impulsar la transformación productiva, promover la confianza y seguridad digital, fortalecer la cooperación digital regional y avanzar hacia un «Estado de bienestar digital» que promueva la igualdad.
Trabajo y educación
Con la región paralizada por las cuarentenas, el teletrabajo aumentó en un 324% entre el primer y segundo trimestre de este año. Sin embargo, un 79% de los ocupados se desempeña en actividades que no pueden realizarse en la web, y sólo un 21,3% pudo acceder al trabajo en línea.
En cuanto a la educación, unos 32 millones de niñas y niños no tienen acceso a internet, mientras que un 46% de los estudiantes de la región viven en hogares que no están conectados. Esto también puso en evidencia las graves desigualdades entre los niños que van a clases en zonas urbanas y los que lo hacen en zonas rurales.
«Para garantizar una educación inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de todo el ciclo educativo, se debe aumentar no solo la conectividad y la infraestructura digital sino también las habilidades digitales de maestros y profesores, así como la adecuación de los contenidos educativos al ámbito digital», afirmó Barcena.
Con América Latina en crisis económica y con una caída estimada del PIB de un 9,1% anual, el informe afirma que el internet ha mitigado el impacto en las empresas, que han aumentado sus páginas web en un 800% en Colombia y México y alrededor del 360% en Brasil y Chile.
En junio de 2020, la presencia en línea de empresas de comercio minorista aumentó 431% con respecto a junio de 2019. Tras la pandemia, el estudio estima que crecerá una nueva demanda basada en canales en línea que implicarán un esfuerzo de los países y el sector privado por entregar un mejor servicio. /AFP
Fuente e Imagen: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/tecnologia/40-millones-de-hogares-en-america-latina-viven-pandemia-sin-internet/
Hasta antes de la llegada del COVID-19, más de 800 millones de niños no podían lavarse las manos en la escuela, destaca el informe del Programa Conjunto de Vigilancia del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Unos 818 millones de niños carecían de instalaciones básicas para lavarse las manos en sus escuelas, un escenario donde se incrementa el riesgo de contraer el coronavirus y otras enfermedades transmisibles. Más de un tercio de esos niños (295 millones) viven en el África subsahariana», señala el estudio conjunto de los organismos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Del mismo modo, el informe advierte que en los países menos adelantados, 7 de cada 10 escuelas no cotaban con instalaciones básicas para el lavado de manos y la mitad de ellas no tenían servicios básicos de saneamiento y agua.
«El cierre de escuelas en todo el mundo desde el inicio de la pandemia de COVID-19 supone un desafío sin precedentes para la educación y el bienestar de los niños y niñas«, aseguró Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF, quien destacó la necesidad de priorizar el aprendizaje de los menores que incluya el acceso al agua potable, el lavado de manos y a un saneamiento adecuado.
Asimismo, el reporte precisa que los gobiernos que intentan controlar la propagación del coronavirus han de encontrar un balance entre la aplicación de las medidas de salud pública y las repercusiones sociales y económicas ligadas a los cierres.
Detalla también sobre las repercusiones negativas de la clausura prolongada de escuelas en materia de seguridad, bienestar y aprendizaje de los menores.
Los datos:
-De los 818 millones de niños que no podían lavarse las manos en su escuela, 462 millones asistían a colegios que no disponían de las instalaciones adecuadas o agua disponible para el lavado de manos.
-En los 60 países que corren mayor riesgo de sufrir crisis sanitarias y humanitarias debido a la COVID-19, 3 de cada 4 niños carecían de servicio básico de lavado de manos en su escuela al comienzo del brote; la mitad de ellos no disponía del suministro básico de agua; y más de la mitad no tenía un servicio básico de saneamiento.
-1 de cada 3 escuelas en el mundo disponía de un servicio de agua potable limitado o carecía del mismo.
-698 millones de niños no tenían servicio de saneamiento básico en su escuela.
Fuente e imagen: https://profelandia.com/43-de-las-escuelas-del-mundo-no-tienen-acceso-a-agua-y-jabon-advierte-la-onu/
New research published this July in The Lancet forecasts that continued growth “through the century is no longer the most likely trajectory for the world’s population.” Rather, the global population is likely to peak in 2064 at 9.7 billion, before declining to 8.8 billion by 2100. The authors project that the populations of 23 countries – notably Japan, Thailand, Spain, and Ukraine – will be at most half their 2017 size by 2100, while the population of “another 34 countries will probably decline by 25-50 percent, including China, with a forecasted 48.0 percent decline.”
By contrast, Nigeria’s population is expected to grow 3.8-fold between 2017 and 2100, though its average fertility rate is expected to drop from 5.1 to 1.7 – that is, below replacement level and below that of Sweden (1.8 children per woman) in 2017. Nigeria was the only Sub-Saharan African country to rank among the world’s 10 most populous countries in 2017. Yet by 2100, that list is expected to include the Democratic Republic of the Congo, Ethiopia, and Tanzania.
Of the four most populous countries today after China, India and Indonesia are expected to experience a population decrease, whereas the United States (US) and Pakistan are expected to grow, albeit for different reasons. The increase in the US would be driven by immigration, making up for a decline in the fertility rate from 1.8 to 1.5. In Pakistan, the authors anticipate that population growth will be driven by the higher fertility rate, though they expect it to fall from 3.4 to 1.3 by 2100 – below the US’s current or projected rate.
But the usual caveats apply. These country-specific forecasts are subject to even greater uncertainty than global forecasts are. As the authors point out, demographic trends could always be more or less dramatic than expected. Moreover, their “modelling framework” does not include significant variables such as the effects of climate change or the risk of pandemics like COVID-19.
Moreover, the track record of population forecasts does not inspire confidence. In 1798, the English economist Thomas Robert Malthus predicted that population growth inevitably would outpace the growth of food production, causing widespread starvation. Then, during the Great Depression of the 1930s, many people thought that global population would go into permanent decline. Yet, by the 1950s and 1960s, the new fear – reflected in terms like “population bomb” and “Famine 1975!” – was that continuing rapid population growth would destroy humankind and the planet.
All three predictions were wrong. The truth is that we cannot know precisely how many children will be born during the rest of this century. What we can do, however, is make a greater effort to ensure better nutrition, health, housing, education, prosperity, peace, security, equality of opportunity, environmental quality, climate stability, and freedom for all people. The future of childbearing, childrearing, population health and survival, and trends in migration and social integration will depend on the investments and commitments that countries make now and in the coming decades.
Sound political leadership and support for high-quality mass education are of the utmost importance, as are basic nutrition, accessible contraception and health care, and constructive international relations. The Lancet study is not the first to forecast a likely end to world population growth before 2100. But the authors have made a uniquely valuable contribution by also offering several original proposals for improving population projections more generally.
Most important, the new research uses external factors to predict future birth, death, and migration rates. The fertility forecasts, for example, depend on future commitments to education and available contraception. Similarly, the migration forecasts have accounted for per capita incomes, education, fertility, deaths due to conflict and natural disasters, and other variables.
It remains to be seen whether these external factors – themselves uncertain – will improve the accuracy of population projections compared to those issued by the United Nations Population Division (UNPD), which are based on demographic extrapolations and professional judgment. Over the past half-century, the UNPD’s projections have proved reasonably accurate for the global population, though less so for individual countries.
Although population projections from different agencies disagree on whether and when global population growth will end, there are a few points on which pretty much everyone is in accord. All anticipate that by 2100, the average number of children each woman has in her lifetime will have declined globally. The debate is over how much, how fast, when, and where this will occur. Future population trajectories are understandably very sensitive to future fertility.
We can be reasonably confident that in the future, a much higher proportion of the world’s people will live in cities and in today’s poor countries. A much higher proportion of the world’s people will be chronologically old, though not necessarily functionally or mentally old. The share of working-age people, conventionally defined as 15-64 years old, will shrink dramatically, and the definition of “working age” will likely have to change.
Finally, a much higher proportion of the world’s people will be of African origin, compared to people of European, American, or East or South Asian origin. And, as a result of migration, many societies will be much more heterogeneous in origin, language, religion, customs, and expectations. However, how many of us there turns out to be, we will have to learn to live together peacefully, or we will not live at all.
Fuente de la Información: https://theaseanpost.com/article/how-count-humans
World/Africa/23-08-2020/Author and Source: www.kbc.co.ke
The unprecedented and prolonged school closures aimed at keeping students safe from COVID-19 are harming them in other ways, World Health Organization (WHO) and UNICEF said Thursday, urging governments in Africa to promote the safe reopening of schools while taking measures to limit the spread of the virus.
A WHO survey of 39 countries in sub-Saharan Africa found that schools are fully open in only six countries. They are closed in 14 countries and partially open (exam classes) in 19 others. Around a dozen countries are planning to resume classroom learning in September, which is the start of the academic year in some countries.
However, the impact of extended education disruption is significant. It includes among others: poor nutrition, stress, increased exposure to violence and exploitation, childhood pregnancies, and overall challenges in mental development of children due to reduced interaction related to school closures.
In Eastern and Southern Africa, UNICEF finds that violence rates against children are up, while nutrition rates are down with more than 10 million children missing school meals. For girls, especially those who are displaced or living in low-income households, the risks are even higher. For example, following school closures triggered by the 2014 West Africa Ebola outbreak, pregnancy rates among teenagers in Sierra Leone doubled and many girls were unable to continue their education when schools reopened.
The long-term social and economic impact of extended school shutdown is also concerning. According to a World Bank modelling, school closures in sub-Saharan Africa could result in lifetime earning losses of US$ 4500 per child.
This may also be worsened by reduced earning of the parents who are forced to stay at home to take care of the children especially in households that cannot afford child care services.
“Schools have paved the way to success for many Africans. They also provide a safe haven for many children in challenging circumstances to develop and thrive,” said Dr Matshidiso Moeti, WHO Regional Director for Africa. “We must not be blind-sided by our efforts to contain COVID-19 and end up with a lost generation. Just as countries are opening businesses safely, we can reopen schools. This decision must be guided by a thorough risk analysis to ensure the safety of children, teachers and parents and with key measures like physical distancing put in place.”
WHO, UNICEF and the International Federation of Red Cross have issued guidance on COVID-19 prevention and control in schools. The guidance includes recommendations for physical distancing measures such as staggering the beginning and end of the school day, cancelling school events that create crowding, spacing desks when possible, providing handwashing facilities, wearing masks, discouraging unnecessary touching and ensuring that sick students and teachers stay at home.
“The long-term impact of extending the school shutdown risks ever greater harm to children, their future and their communities,” said UNICEF Regional Director for Eastern & Southern Africa, Mohamed M. Malick Fall. “When we balance the harm being done to children locked out of schools, and if we follow the evidence, it leads children back into the classroom.”
WHO and UNICEF also recommend a range of hygiene and disinfection measures for schools to reopen and operate safely, including regular handwashing, daily disinfection and cleaning of surfaces, basic water, sanitation and waste management facilities, and environmental cleaning and decontamination.
However, millions of children attend schools that lack water, sanitation and hygiene services. In sub-Saharan Africa, only a quarter of schools have basic hygiene services, 44% of them have basic drinking water and 47% cent have basic sanitation services, according to a WHO and UNICEF report assessing progress on drinking water, sanitation and hygiene in schools between 2000 and 2019.
As such, this is the moment to take an opportunity from a crisis, and for investment and innovative thinking. As we seek to get children back into school, WHO and UNICEF stress that there are quick solutions to handwashing in schools, such as a tap, bucket and soap.
Source WHO
Source and Image: https://www.kbc.co.ke/who-unicef-urge-safe-school-reopening-in-africa/
¿Cómo se contempla la vuelta a la escuela durante la pandemia de la COVID-19?
UNICEF
Lo que los padres y madres deben saber sobre la reapertura de las escuelas en la era del coronavirus
La vida durante la pandemia de la COVID-19 es igualmente difícil para las madres, los padres y los niños. La vuelta a la escuela es una fase importante y positiva, pero seguramente ustedes y sus hijos se harán muchas preguntas al respecto. Les ofrecemos una información actualizada sobre lo que se espera que ocurra y cómo prestar apoyo a sus pequeños estudiantes.
¿Cuándo y cómo se reabrirán las escuelas?
Aunque se observa un lento aumento en el número de niños que vuelven a las aulas, más de 1.000 millones de estudiantes todavía no asisten a ellas debido al cierre de las escuelas a nivel nacional. No obstante, más de 70 países han anunciado su plan de reabrirlas y cientos de millones de estudiantes han vuelto a las aulas en las últimas semanas. [A principios de junio de 2020]
Dada la difícil situación que impera en todo el mundo y las diferencias existentes, los países se encuentran en fases distintas con respecto a la decisión de cómo y cuándo se deben reabrir las escuelas. Este tipo de decisiones suelen tomarlas los gobiernos estatales o nacionales, a menudo en colaboración con las autoridades locales. Deberán tener en consideración la salud pública, los beneficios y los riesgos para la educación, así como otros factores. El interés superior del niño será el elemento primordial de estas decisiones. Para ello, se utilizarán los mejores datos disponibles, pero el modo en que se realice variará de una escuela a otra.
¿Es prudente que mi hijo vuelva a la escuela?
Las escuelas solo se reabrirán cuando esté garantizada la seguridad de los estudiantes. El regreso a las aulas probablemente será muy distinto a lo que tú y tu hijo estuvieran acostumbrados antes de la crisis. Es posible que las escuelas reabran durante un periodo de tiempo y luego deban tomar la decisión de cerrarlas de nuevo temporalmente, dependiendo del contexto local. Debido a la situación cambiante, las autoridades tendrán que ser flexibles y estar dispuestas a adaptarse para garantizar la seguridad de todos los niños.
Incluso si los responsables de tu zona no han decidido todavía reabrir las escuelas, es fundamental que comiencen ahora una planificación detallada para contribuir a que los alumnos, los profesores y el resto del personal se sientan seguros a su regreso, y las comunidades estén tranquilas cuando envíen a sus estudiantes de nuevo a las aulas.
¿Qué precauciones debe tomar la escuela para evitar la propagación del virus de la COVID-19?
La reapertura de las escuelas debería estar acorde con la respuesta sanitaria global de cada país a la COVID-19 para proteger a los estudiantes, profesores, empleados y a sus familias.
Algunas de las medidas prácticas que pueden tomar las escuelas incluyen lo siguiente:
Escalonar el comienzo y el cierre de la jornada escolar
Escalonar las horas de comer
Mover las aulas a espacios provisionales o al aire libre
Crear turnos para reducir el número de alumnos por clase
El agua potable y las instalaciones de saneamiento e higiene constituirán una parte esencial para reabrir las escuelas de forma segura. Las administraciones educativas deben examinar las opciones para mejorar las medidas de higiene, incluido el lavado de las manos, el protocolo (por ejemplo, toser y estornudar sobre el codo, en vez de cubrirse con la mano), el distanciamiento físico, los procedimientos de limpieza de las instalaciones y la preparación de alimentos en condiciones de seguridad. El personal administrativo y los profesores también deberán formarse sobre cómo llevar a cabo el distanciamiento físico y las prácticas de higiene en la escuela.
¿Qué debo preguntarle al profesor/profesora de mi hijo, o a la administración de la escuela?
En momentos tan preocupantes y perturbadores, es natural hacerse muchas preguntas, incluidas las siguientes:
¿Qué medidas ha tomado la escuela para contribuir a garantizar la seguridad de los estudiantes?
¿De qué modo respaldará la escuela la salud mental de los estudiantes y cómo combatirá el estigma de quienes han estado enfermos?
¿Cómo va a actuar la escuela con las niñas y niños que necesiten ser enviados a especialistas para recibir ayuda?
¿Cambiarán algunas de las políticas preventivas contra el acoso escolar una vez que comience la reapertura de las escuelas? De padres y profesores, y otras redes?
¿Qué puedo hacer si mi hijo se ha quedado atrasado en sus estudios?
Los estudiantes de todo el mundo han demostrado hasta qué punto querían seguir aprendiendo. Han persistido estudiando sus lecciones bajo circunstancias difíciles, con la ayuda de sus maestros y con la de sus progenitores.
Pero muchos van a necesitar un apoyo extra para ponerse al día en su aprendizaje cuando reabran las escuelas.
Muchas escuelas están haciendo planes para recuperar lecciones con el fin de ayudar a los estudiantes a que se pongan al día. Esto podría incluir empezar el año con cursos de repaso o recuperación, programas de actividades fuera del horario escolar o tareas complementarias para hacer en casa. Dada la posibilidad de que muchas escuelas quizás no abran a tiempo completo o para todos los grados, puede que se apliquen modelos de “aprendizaje mixto”, una combinación de enseñanza impartida en las aulas y de educación a distancia (estudio personal mediante ejercicios para hacer en casa, y aprendizaje a través de la radio, la televisión o internet).
Ofrece a tu hijo o hija un apoyo adicional en casa estableciendo rutinas relacionadas con la escuela y el trabajo escolar. Esto les ayudará si se sienten inquietos o con problemas de concentración.
Si deseas hacer más preguntas y mantenerte informado, contacta con el profesor de tu hijo o con la escuela. Asegúrate de indicarles si tu hijo se enfrenta a problemas específicos, como tristeza por la pérdida de un familiar, o una ansiedad extrema producida por la pandemia.
¿Qué debo hacer si mi hijo tiene problemas para volver al “modo escuela”?
Recuerda que tu hijo tendrá que enfrentarse con el estrés de la crisis actual de manera diferente a la tuya. Establece un ambiente propicio y estimulante y reacciona de forma positiva a sus preguntas y al modo de expresar sus sentimientos. Muéstrales tu respaldo y explícales que no es nada extraño, sino normal, que en momentos como este se sientan frustrados o inquietos.
Ayuda a tus hijos a seguir con sus rutinas y a hacer del aprendizaje algo divertido. Incorpóralos a las actividades diarias, como la cocina, la lectura o los juegos en familia. Otra opción podría ser unirse a un grupo parental o comunitario para conectar con otros padres y madres que estén pasando por la misma experiencia, intercambiar consejos y recibir apoyo.
UNICEF está trabajando con los gobiernos para ayudarlos a tomar estas decisiones. Nos hemos asociado con la Organización Mundial de la Salud, la UNESCO y el Banco Mundial para publicar unas nuevas pautas sobre la reapertura de las escuelas, disponibles aquí en árabe, chino, inglés, francés, portugués y español. Estas pautas formulan las preguntas que deben hacerse, y las medidas que deben tomarse antes, durante y después de la reapertura de las escuelas, para proteger la seguridad de los estudiantes, los profesores, los otros miembros del personal y las familias.
Autor: UNICEF
Fuente de la Información: https://www.unicef.org/es/historias/como-contempla-vuelta-escuela-durante-pandemia-covid19
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