Argentina / 13 de enero de 2019 / Autor: Redacción / Fuente: Página 12
El cierre de las 14 escuelas nocturnas con orientación comercial que anunció el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta ya es un hecho. Luego de oficializar la resolución que detalla la baja de estas escuelas para adultos, junto a la reducción de cursos de otras nueve instituciones, los 14 colegios fueron eliminados de la oferta de la inscripción online.
Desde la Multisectorial Contra el Cierre de las Escuelas, formada por estudiantes, docentes y otras agrupaciones, capturaron el proceso de inscripción para demostrar que la oferta de las escuelas para adultos fue directamente eliminada.
“En la Ciudad de Buenos Aires hay 400.000 personas que no terminaron sus estudios secundarios. Se necesitan abrir escuelas, no cerrarlas”, termina el video, luego de mostrar el paso a paso de la inscripción online.
Los gremios docentes UTE y Ademys instalarán mesas de inscripción en la puerta de las 14 escuelas cerradas para anotar a los estudiantes que quieran empezar sus estudios de forma manual.
La resolución que oficializó el cierre de escuelas (4055-2018) fue publicada en el Boletín Oficial porteño el viernes 14 de diciembre con la firma de la ministra de Educación, Soledad Acuña. La norma establece el cierre progresivo de las 14 escuelas comerciales, al anular la inscripción para los 1º años del ciclo lectivo 2019 –a los estudiantes ya inscriptos en años avanzados se les asegurará la cursada hasta terminar el nivel, pero con menos cursos–, y reduce la cantidad de matrículas en otros nueve liceos y bachilleratos nocturnos.
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 9 de diciembre de 2018. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
00:00:00 – Argentina: El cierre de las 14 escuelas ya es un hecho
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El sueño es hermoso, la apuesta alta, y las consecuencias, muchas veces, funestas. La deuda estudiantil suma casi 1,5 billones de dólares. Dinamita potencial para la economía de EEUU
El optimismo siempre ha sido uno de los grandes pilares de la democracia estadounidense, como si fuera el carbón que alimentase una gran máquina. Aunque a veces, también, el optimismo es una trampa. Pensando quizás en un futuro repleto de éxitos, al estudiante americano medio no le queda otra que endeudarse para financiar matrículas más caras que una casa en la playa. El sueño es hermoso, la apuesta alta, y las consecuencias, muchas veces, funestas. La deuda estudiantil en Estados Unidos suma casi 1,5 billones de dólares, más del doble que hace una década. Un peso para millones de bolsillos; dinamita potencial para la economía.
“Se está convirtiendo en un gran problema”, dice a El Confidencial Betsy Mayotte, fundadora y presidenta de TISLA, acrónimo en inglés del Instituto de Asesores de Préstamos Estudiantiles. Según Mayotte, que ofrece consejo gratuito sobre este tipo de préstamos, muchas empresas que prestan dinero a estudiantes no cuentan toda la verdad, echan un anzuelo, y estos acaban hundidos o en impago. “Es similar a lo que vimos durante la crisis de la vivienda, durante la recesión de 2008. Las compañías se centran en los desesperados y les ofrecen lo que parece algo demasiado bueno para ser verdad, y seguramente así sea”.
En la Estatal de California uno de cada cinco estudiantes son ‘homeless’. Viven en coches y furgonetas
En Estados Unidos hay actualmente unos 44 millones de personas con deuda estudiantil. La media de esta deuda ronda los 37.000 dólares por cabeza. Lo normal en un país donde la matrícula universitaria privada cuesta casi 35.000 dólares al año; más de 40.000 si es un máster. La razón que explica estos precios no es solo la prosperidad económica, ni que los salarios sean más altos que en otros países. En las últimas cuatro décadas, el precio de la educación universitaria en EEUU ha aumentado cuatro veces más rápido que la inflación. Desde 1978, la comida ha subido un 244%; el gasto médico, un 601%. La universidad se ha encarecido un 1.120%. Resultado: cada vez más prestatarios tienen dificultades en pagar.
“Si has tenido que depender de préstamos estudiantiles para pagar la universidad, entonces sabes lo duro que puede ser pagarlos”, escribe Tim Stobierski, editor del portal ‘Student Loan Warrior’, dedicado a aconsejar sobre cómo salir de este agujero financiero. “Hay una sensación de pavor que viene cuando te das cuenta de ello, un sentimiento profundo y zozobrante en tu alma, y una pregunta: ¿cómo haré para pagar alguna vez mis préstamos estudiantiles?”.
Stobierski relata sus dificultades personales: el bache de quedarse en paro, o la vez que se presentó como cobaya para un experimento médico de Pfizer, y otros ardides fruto, en sus palabras, de la “desesperación”. Su caso no es excepcional. En la Universidad Estatal de California, uno de cada cinco estudiantes son ‘homeless’; es decir, personas sin hogar. Son unos 50.000. Viven en coches y furgonetas a las afueras, en el bosque, o en aparcamientos, y se duchan en los vestuarios de un gimnasio, como demuestra este mini-documental de NowThis. En el caso de California, el desmesurado precio de la vivienda se une al de la matrícula.
Estudiantes en el campus de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. (Reuters)
La deuda estudiantil ha crecido, y también los intereses de los préstamos privados: el tipo fijo de interés está actualmente en el 9,66%. A esto se añade la precarización del mercado laboral en las últimas dos décadas. Se paga más por estudiar y luego, al licenciarse, los salarios son proporcionalmente menores a lo que solían ser, de manera que cada vez más gente arrastra esta hipoteca hasta la edad madura. “No me puedo jubilar”, declaró Mary Koster, una diseñadora gráfica de 44 años, a la CNBC, “la deuda estudiantil crece y crecerá conmigo hasta que me muera”. De nuevo, no es una excepción. Igual que Koster, un tal Barack Obama estuvo pagando su deuda estudiantil hasta los 44 años, justo antes de ser elegido senador de Illinois.
Dice Betsy Mayotte que la gente tarda tanto en pagar las deudas que el perfil de prestatario ha cambiado con los años. “La mayoría de la gente, cuando piensa en los prestatarios de deuda estudiantil, da por hecho que se trata de alguien que acaba de salir de la universidad, con una edad de entre 20 y 25, pero la realidad no es esa. Si miras los datos de la Reserva Federal de Nueva York, la mitad de los prestatarios tienen más de 30 años y una cuarta parte más de 45. La población de prestatarios que crece más deprisa son aquellos que tienen más de 65 años”.
Así que, en muchos casos, como por ejemplo los 2,7 millones de americanos que deben más de 100.000 dólares por haber ido a la universidad, se trata de elegir: o llevar esta hipoteca a la espalda durante décadas, sumando intereses, o directamente incurrir en impago. Este es el destino del 22% de los prestatarios. Un récord histórico que se puede quedar pequeño. Según las previsiones del Brookings Institution, en 2023 dos de cada cinco prestatarios no podrán pagar sus deudas. Quien incurre en impago puede quedarse sin devoluciones fiscales y sin acceso a ayudas públicas, además de poder ser llevado a juicio por la entidad prestamista.
Un manifestante de Occupy Wall Street en el Parque Zuccotti, en Nueva York. (Reuters)
Estos millones de situaciones personales han ido aflorando a la superficie de la política; se han traducido en protestas masivas, como la del movimiento Occupy Wall Street de 2011, y han entrado en la agenda de la izquierda. El antiguo precandidato presidencial y senador, Bernie Sanders, y la recién elegida congresista Alexandria Ocasio-Cortez han propuesto recetas para perdonar la deuda estudiantil y hacer que el estado pague las matrículas de la gente con menos recursos.
El tamaño de la deuda no sólo afecta a los bolsillos individuales; su tamaño, 1,5 billones de dólares, podría estallarle en la cara al presupuesto nacional. “Más del 90% de los préstamos estudiantiles están garantizados por el Departamento de Educación de EEUU”, declaró a Bloomberg Paul Della Guardia, economista del Instituto de Finanzas Internacionales. “Lo que signifca que, si una recesión causa un aumento del desempleo juvenil y desencadena impagos masivos, esta responsabilidad contingente podría ser un lastre para el presupuesto del Gobierno”.
Las consecuencias de la deuda estudiantil se ramifican por toda la economía: la incapacidad de ahorrar limita la venta de viviendas hasta un 35% entre los jóvenes, según un estudio de la Reserva Federal de Nueva York, y recorta, en resumen, la liberad financiera a medio y largo plazo de millones de ciudadanos. Una deuda que ya supera a la de las tarjetas de crédito. Una cantidad mayor que el PIB de España.
Fuente de la noticia: https://www.elconfidencial.com/mundo/2019-01-03/la-deuda-estudiantil-en-eeuu-una-bomba-de-tiempo-para-la-economia_1735910/
It’s not uncommon to see people in Japan wearing surgical masks while they’re out and about. While some overseas visitors mistakenly think the practice has something to do with air pollution in Japan’s urban areas, that’s not the case. The primary reasons people in Japan wear masks are to avoid pollen during the country’s severe hay fever season in spring and to prevent catching colds from coworkers or classmates when spending extended periods inside enclosed spaces in the winter.
In a country where workers and students alike are constantly busy, no one wants to have to take a sick day, and so wearing a mask isn’t seen as a sign of hypochondria, but one of admirable dedication to your work or studies. However, Japanese schools, being Japanese schools, can’t help but want to regulate every possible aspect of their students’ conduct, which brings us to this tweet from Japanese middle school teacher @barbeejill3.
“In our afternoon meeting today at work, we spent 30 minutes talking about whether or not students should be allowed to wear masks that are a color other than white…
‘Are light blue or light pink masks too showy and fashionable? Are black ones?’
In the end, the decision was ‘Only white masks will be allowed, because they’re middle school student-like.’
Personally, I don’t care what color mask the students wear, and I wish we’d stop wasting entire half-hours on stupid topics like this.”
This isn’t the first tale of a heavy-handed dress code at a Japanese school, as it comes after other educational institutions dictated the color of students’ underwear and banned “lust-inducing” ponytails. Still, the fact that wearing a mask is widely thought to have health benefits had many online commenters echoing @barbeejill3’s frustration:
“This is so dumb…What’s the baseline for determining if something is ‘middle school student-like?’”
“Isn’t this just a case of middle-aged school employees reacting negatively to colors they’re not used to?”
“Masks are masks.”
“You hear these government studies that say how busy teachers are…so why are they wasting energy checking and enforcing pointless things like this? Shouldn’t they have more faith in their students?”
Then there was the Twitter user who pointed out that even professional-spec masks used by medical professionals are sometimes a color other than white, and it’s not like such vivid hues are leading to improper patient care.
Still, it’s likely that in the school’s opinion, masks, by default, are white. That’s the color most prevalently stocked in stores and worn on the street, and there are indeed some people who choose other colors for aesthetic reasons (which may be why plain white masks weree. considered the least “attractive” in one survey). From that perspective, maybe it’s not so surprising that the school came to the conclusion “white mask=health equipment, colored mask=fashion accessory,” and since Japanese middle school students aren’t allowed to wear necklaces or earrings, the school wouldn’t want them to wear discretionary fashionable masks either.
Of course, it’s also worth considering that because students are all facing the same way when seated for class, all they see if the back of their classmates’ heads, which should really limit how much of a distraction a non-white mask could potentially be, since the offending color would be almost entirely invisible during the teacher’s lecture. Unfortunately, the decision is out of @barbeejill3’s hands, but his incognito online griping about it is a reminder that when Japanese teachers enforce baffling regulations, it might not always be by choice.
Source of the notice: https://japantoday.com/category/features/lifestyle/japanese-school-bans-non-white-masks-for-students
Aunque lo más común es centrar el debate sobre la desigualdad educativa en los problemas de los hijos de las familias menos favorecidas, estos son solo una de las caras de la moneda
Los padres de clase alta interpretan las malas notas de sus hijos como un accidente o un episodio puntual que se puede compensar con un extra de atención y estímulo
En cambio, las clases bajas ven en las malas notas un indicio del fracaso escolar de largo recorrido
Cuando se habla de desigualdad educativa se suele pensar de forma casi inmediata en los problemas que afectan a los hijos de las familias con menos recursos. Pero esta desigualdad no es sólo el resultado de lo que sucede entre los menos aventajados, sino que también depende de cómo los más favorecidos compensan el fracaso.
La clase social de origen es un predictor del rendimiento educativo de los individuos a lo largo de su ciclo vital ( aquí). Durante su vida escolar, los hijos de las familias menos favorecidas tienen que hacer frente a mayores obstáculos que los de las familias acomodadas. Piénsese por ejemplo en el hecho de los primeros crecen en entornos con menos recursos, se escolarizan en centros muy estigmatizados y se socializan en entornos no siempre estimulantes y ambiciosos. La otra cara de la misma moneda es que los hijos de las clases altas disponen de muchos más recursos, se escolarizan en los mejores centros y son criados por padres con expectativas más altas. Así, la desigualdad no sólo resulta de las condiciones de los menos favorecidos, sino también por lo que sucede en la parte alta de la escala social.
Pongamos un ejemplo. Las notas que los niños obtienen en el colegio transmiten una valiosa información a sus padres y cuidadores ya que son la materia prima sobre la que infieren las probabilidades de éxito de los niños en el medio y largo plazo. Pues bien, los hogares de distinta clase social reaccionan de forma diferente ante notas buenas, malas y regulares. Mientras que los padres menos aventajados parecen resignarse ante notas malas de sus hijos, los de clase alta intentan compensar su fracaso académico y, muy frecuentemente, consiguen compensarlo y garantizar la progresión educativa de sus hijos.
¿Compensan los ricos y se resignan los pobres?
Para ver si existe compensación de los malos resultados escolares de los hijos de las familias más aventajadas, mi colega Fabrizio Bernardi y yo estudiamos cómo difiere la probabilidad de que los hijos de clases altas y bajas abandonen sus estudios al final de la educación obligatoria como consecuencia de sus malas notas ( aquí).
Fijémonos en el comportamiento de dos grupos que representan bien a la sociedad española: los profesionales (clase de servicio) y los trabajadores manuales no cualificados. En el siguiente gráfico se muestra la reacción de cada uno de ellos ante diferentes niveles de rendimiento académico en la vida escolar.
Porcentaje de hijos de profesionales y trabajadores manuales sin cualificación que realizó la transición de la educación obligatoria a la no obligatoria en función del rendimiento escolar recordado
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CIS 2634
Como se puede ver, la reacción que las familias parecen tener ante el rendimiento escolar de sus hijos es distinta en función de la clase social a la que pertenecen. Los padres de clase alta, podrían tener una mayor resistencia al desánimo cuando sus hijos no alcanzan un nivel de rendimiento escolar suficiente y son capaces de impulsarlos a continuar en el sistema educativo incluso en las circunstancias más adversas. En concreto, el 56% de los españoles que recuerda haber obtenido malas notas en la escuela y cuyos padres eran profesionales, continuaron estudiando después de la educación obligatoria. Por el contrario, entre los hijos de padres con ocupaciones manuales sin cualificación, este porcentaje de resistentes al fracaso es sólo del 20%. Esta brecha social es aún más llamativa entre quienes dicen que tuvieron notas más bien regulares. Los hijos de profesionales que transitaron a la educación no obligatoria fueron más del 80% contra un 43% del grupo tomado como referencia entre los menos favorecidos.
Esta es una prueba poco discutible de que más allá de las diferencias en el rendimiento escolar (las notas o cualquier otro indicador de rendimiento académico), la desigualdad educativa de largo recorrido podría también ser consecuencia de la forma en la que las familias de distinta reaccionan ante el fracaso. Para las clases menos favorecidas, el fracaso es un obstáculo mucho más insuperable que para los padres más acomodados. Éstos últimos no se desaniman y saben sortearlo adoptando estrategias para compensar los malos resultados de sus hijos sin frenar su progresión educativa.
Puede que estas conclusiones resulten un tanto aventuradas para los lectores que estén más familiarizados con la escasa calidad de las estadísticas educativas (y en general, sociodemográficas) de España. Pero nosotros mismos hemos confirmado la misma regularidad en otros países que cuentan con mejores datos ( aquí). Es difícil ser contundente a la hora de explicar las causas detrás de esta regularidad. Si las notas ayudan a los padres a inferir con qué probabilidades las carreras educativas de sus hijos serán exitosas, cabe pensar que las clases altas son más capaces de asumir los riesgos (y los costes de oportunidad) derivados de un fracaso potencial. En cambio, los padres de clases menos acomodadas pueden ver en las malas notas una amenaza creíble de que en el medio y largo plazo el sistema educativo podría expulsar a sus hijos.
Las políticas públicas que persiguen incrementar la equidad educativa no sólo deben remediar las carencias que limitan el desarrollo de los estudiantes con más talento de entre los menos favorecidos socialmente. Es también importante que el sistema educativo sea realmente selectivo sobre el criterio del talento y la valía personal y que las familias acomodadas tengan más dificultades para impulsar indebidamente a aquellos de sus hijos con menos capacidades.
El Ministerio de Educación, Juventud e Información de Jamaica toma medidas para financiar completamente la educación de los estudiantes hasta los 18 años, anunció hoy el senador Ruel Reid.
Reid, también ministro de esa cartera, aseguró que una vez finalizado el proyecto se implementará durante un período de tres años.
‘Estamos articulando una política audaz que garantice la educación gratuita hasta los 18 años y ayudaría a que todos nuestros estudiantes alcancen un título pagado por el Estado’, explicó durante una conferencia del Consejo de Colegios Comunitarios de Jamaica (CCCJ).
‘Así es como vamos a revolucionar a Jamaica para asegurarnos de que cada uno de nuestros jóvenes esté capacitado y certificado con un título al menos’, agregó.
Por otra parte, adelantó que se reunirá próximamente con representantes de la CCCJ para determinar la viabilidad de la estrategia pública de educación gratuita.
El senador Reid señaló además que el Gobierno está tratando de proporcionar una mejor vía para los estudiantes cuyos padres no pueden financiar su educación.
También consideró un imperativo para el país detener el problema de las personas empleadas sin la calificación y capacitación requeridas.
De igual forma, el ministro subrayó que el sector educativo debe ser revolucionado para preparar a los estudiantes.
El Tribunal de Estrasburgo avala a Alemania ante una familia que alegó violación de derechos
Enseñar a los niños en casa en vez de enviarles a la escuela es una opción educativa controvertida, totalmente legal en muchos países del mundo, que sus defensores equiparan a libertad de escoger el tipo de educación más adecuado para los hijos, y que sus detractores ven como un posible riesgo para el desarrollo social y el bienestar de los menores. Una sentencia emitida ayer por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, ha vuelto a agitar el debate al respecto, al avalar que las autoridades alemanas retiraran parcialmente la autoridad parental durante tres semanas en el 2013 a una pareja que se negaba “persistentemente” a enviar al colegio a sus cuatro hijos. La escolarización en casa ( homeschooling , según el término anglosajón abundantemente usado para enmarcar el fenómeno) es ilegal en Alemania desde 1919, año en que se estableció por ley la obligatoriedad de asistir a una escuela. Actualmente, sólo se admiten algunas excepciones en caso de niños gravemente enfermos, hijos de diplomáticos extranjeros o menores que trabajan, como los niños actores.
Petra y Dirk Wunderlich, un matrimonio alemán que está ahora en la cincuentena, tiene cuatro hijos nacidos entre 1999 y el 2005 y un largo historial de litigio con las autoridades de su país para educarlos en el hogar. Finalmente, en el 2015 los Wunderlich decidieron demandar a Alemania ante el TEDH por presunta violación del artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que recoge el “derecho al respeto a la vida privada y familiar”.
La escolarización en casa en Alemania es ilegal desde 1919; sólo hay raras excepciones
Por unanimidad, la sala del Tribunal de Estrasburgo que analizó el caso no apreció tal vulneración. En la sentencia hecha pública ayer, la sala razona que, en aquel momento del 2013, “había razones relevantes y suficientes para la retirada parcial de la autoridad parental, y para el traslado temporal de los niños fuera del hogar familiar”. El Tribunal de Estrasburgo también estima que las autoridades germanas alcanzaron un equilibrio justo entre el mejor interés de los niños y el de sus padres, sin sobrepasar el margen de apreciación que se otorga a las autoridades nacionales.
“Tras tantos años de luchas legales, esta sentencia es muy frustrante para nosotros y para nuestros hijos”, afirmó ayer Dirk Wunderlich en conversación telefónica desde su casa en un pueblo de 500 habitantes en el área de Frankfurt (land de Hesse). Él y su esposa, jardineros de oficio, cristianos practicantes, consideran decisivo en su demanda ante el TEDH por vulneración del artículo 8 un episodio concreto que para ellos resultó dramático. “El 29 de agosto del 2013 fue para nosotros el día más terrible; a las ocho de la mañana se presentaron en nuestra puerta 20 policías y funcionarios para llevarse a nuestros hijos”, rememora el padre. Los cuatro niños, que tenían entonces entre 7 y 14 años, fueron alojados en un centro juvenil durante tres semanas, en las que acudieron a la escuela pública.
Dirk (con perilla) y Petra, con sus hijos y los abogados en Estrasburgo en el 2017 (.)
Los cuatro hijos de la pareja tienen ahora 19, 18, 16 y 13 años y han estudiado casi toda su vida en el hogar. Cuando en el 2005 la hija mayor alcanzó la edad escolar, sus padres no la inscribieron en la escuela y optaron por pagar multas y mantener su postura. Entre el 2008 y el 2011 los Wunderlich residieron en el extranjero, hasta que en el 2012, nuevamente establecidos en Alemania, el tribunal de familia de Darmstadt transfirió a la oficina de juventud una parte de la autoridad parental de Petra y Dirk sobre los niños: el derecho a decidir el lugar de residencia y las decisiones sobre escolarización. La familia quiso mudarse a Francia, donde la escolarización en casa está permitida, pero el tribunal de Darmstadt no lo autorizó. Los Wunderlich apelaron contra esta retirada parcial de su autoridad como progenitores, hasta que finalmente, el citado 29 de agosto del 2013, el tribunal envió a funcionarios al hogar familiar a ejecutar la decisión.
En el 2013 un tribunal de Hesse retiró por un tiempo la autoridad parental a la pareja
Tras tres semanas en el centro juvenil y yendo a la escuela, y tras comprobarse que “su nivel de conocimientos no era alarmante”, los niños fueron devueltos a sus padres, que accedieron entonces a enviarlos al colegio. “En el curso 2013-2014 fueron a la escuela nueve meses, luego ya volvieron a ser educados en casa”, aclara Wunderlich, para quien “no es normal, es antinatural, un sistema como el colegio, que separa cada día a los niños de sus familias durante muchas horas”. Los cuatro han estudiado en casa desde entonces con el apoyo de una escuela cristiana a distancia. Wunderlich no considera que sus creencias religiosas hayan influido en las decisiones de los tribunales alemanes ni europeo.
Este defensor de la escolarización en casa argumenta que “no todo el mundo necesita ir a la escuela para aprender, sino que es posible formarse de muchas maneras siguiendo los propios intereses”, y que eso es lo que él y su esposa han querido siempre para sus hijos. “Por supuesto, para ser médico y ejercer es necesario ir a la universidad y sacarse el diploma del Estado, pero se pueden obtener muchos conocimientos médicos sin acudir a una institución educativa”, sostiene. La Conferencia de Ministros Alemanes de Cultura (KMK), que recalca que la escolarización en casa es ilegal, estima que hay entre 500 y 1.000 familias que enseñan a sus hijos en sus hogares en Alemania, informa la Deutsche Welle.
“No todo el mundo necesita ir a la escuela para aprender”, sostiene el padre
Wunderlich considera hiriente que la sentencia de Estrasburgo haya utilizado una expresión usada por los tribunales alemanes; la sentencia del TEDH señala que “los padres pusieron en riesgo a sus hijos al no enviarlos a la escuela y mantenerlos en un sistema familiar ‘simbiótico’”. Para los jueces europeos, los hijos de Petra y Dirk Wunderlich vivían aislados, sin contacto con nadie que no fuera su familia, y con riesgo para su integridad física. “¿Qué quieren decir con ‘simbiótico’?”, protesta el padre, airado.
Lo cierto es que, en artículos aparecidos en aquella época en prensa alemana, se recogen declaraciones de vecinos de la pareja encantados de que sus hijos jugaran con los niños Wunderlich, que no estaban todo el día ante el ordenador, leían mucho y pasaban mucho tiempo en el jardín.
“Petra y Dirk Wunderlich simplemente querían educar a sus hijos en línea con sus convicciones, y decidieron que el entorno familiar sería el lugar más adecuado”, dijo en una nota Robert Clarke, abogado de la ADF International (Alliance Defending Freedom), entidad cristiana con origen en Estados Unidos que apoya a los Wunderlich junto a la también estadounidense Asociación para la Defensa Legal de la Escuela en Casa (HSLDA, por sus siglas en inglés). La familia sopesa apelar ante la denominada Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo, pues la sentencia emitida ayer es de sala (en el TEDH, las salas tienen 7 jueces, y la Gran Sala tiene 17), para lo cual tiene tres meses de plazo. Mientras, como hasta ahora, los hijos seguirán estudiando en casa.
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