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Egipto: utiliza la pandemia como excusa para practicar la ablación a las hijas

África/ Egipto/ 14.07.2020/ Fuente: periodistas-es.com.

 

Drogadas e inconscientes, las tres hijas menores de un individuo egipcio fueron sometidas a mutilaciones genitales (ablación) cuando creían que iban a vacunarles contra la COVID-19, según la información publicada por el diario británico The Independent.

La madre de las niñas ha denunciado al  padre, del que está divorciada, y la fiscalía  ha ordenado la apertura de una causa penal contra el médico y el padre de las menores, quien engañó a las niñas diciéndoles que iban a vacunarlas contra el coronavirus: en realidad, lo que hicieron fue inyectarles una droga que las dejó inconscientes y, a continuación, practicarles una ablación de clítoris.

En Egipto, la mutilación genital femenina está prohibida desde 2008 pero, según el diario británico, «algunos hombres encuentran la manera de eludir la justicia para practicar la ablación, total o parcial, a mujeres y niñas».

Desde 2016, tanto los médicos que se dediquen a estas prácticas, como quienes las soliciten, pueden ser condenados a tres años de cárcel. Sin embargo, hasta la fecha nadie ha sido condenado por este delito.

Los grupos y las organizaciones que defienden a las mujeres han dicho al periódico que se trata de una norma «que no se aplica bien».

«Es importante constatar que las autoridades comienzan a adoptar medidas contra la mutilación genital femenina y que tanto las madres como las niñas son más conscientes de los peligros que entrañan esos procedimientos», ha manifestado Entessar el-Saeed, director del Centro de El Cairo para el Desarrollo y el Derecho.

Una investigación llevada a cabo en 2016 por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, demostró que el 87 por ciento de las mujeres y niñas egipcias  de entre 15 y 49 había sufrido alguna mutilación genital, que en el país practican integristas cristianos y musulmanes.

Fuente de la noticia: https://periodistas-es.com/egipto-utiliza-la-pandemia-como-excusa-para-practicar-la-ablacion-a-las-hijas-143398

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Tú no la conoces, pero deberías…

Por: Alejandra Agudo

Una campaña de la ONG The South Face pone rostro y voz a la mutilación genital femenina, y destaca la importancia de la educación y sensibilización entre iguales para acabar con ella

https://youtu.be/1rhae_eGV7A

«¿Por qué tendrías que saber de dónde soy, quién soy, cómo soy? (..) ¿Quién quiere saber que tuve que esconderme y vinieron a buscarme debajo de la cama, que me cortaron con sus cuchillas y me hicieron cambiar…?». Kamboula, la protagonista de la campaña de The South Face, es la voz de 200 millones de mujeres que han sido sometidas a la mutilación genital femenina. En Somalia y en algunas zonas de Kenia donde trabaja esta ONG, más del 95 y el 80% de la población femenina, respectivamente, han sufrido esta práctica que supone una violación de sus derechos humanos.

«Becamos a chicas de pocos recursos (Kenia/Somalia) que provienen de zonas rurales o de conflicto y que están muy comprometidas con sus comunidades, para que continúen con sus estudios universitarios y se conviertan posteriormente en ejemplos a seguir en su zona», explica Borja Juez, fundador de The South Face. Algunas de ellas han sido mutiladas. Por eso, continúa, los miembros de la ONG están  «muy acostumbrados» a discutir sobre este tema con las beneficiarias. «Es muy duro cuando explican que no eran conscientes del problema que tenían hasta que llegaron a la universidad y lo comprobaron a través de otras chicas que no la habían sufrido», afirma Juez.

«Con la productora Blua apostamos por una filosofía conjunta y es que, a través de la educación, ellas mismas transformen su entorno y de alguna forma cambien la suerte de las nuevas generaciones. Por esto, la campaña apuesta por el placer reprimido, sin desconocer las otras consecuencias que esta práctica tiene para las mujeres, que en casos extremos, puede acarrear la muerte. Al final, es un tema de libertad individual», explica el fundador de la ONG. Y aclara: «El vídeo no pretende jugar con el placer, sino que desde una concepción moral y social, estos asuntos se convierten en un tabú y se callan u omiten para evitar polémica, pero es un tema que debe sobresalir en la opinión pública al tratarse de la desigualdad de condiciones en las que se encuentran las mujeres, que va mucho más allá del daño físico».

El vídeo termina con esta frase: «Hoy puedes conocer a una, para que mañana no haya otra más». Esa una es Kamboula, quien se escondió bajo la cama para evitar ser mutilada, originaria de Malí, país en el que se estima que nueve de cada diez niñas y mujeres son víctimas. «Actualmente vive en Barcelona, estudia Derecho y se dedica en parte al modelaje. Muchos pensarán en la suerte que ha tenido. Partimos de la base de que es afortunada por vivir otra realidad, una realidad occidentalizada de lo que es la fortuna, pero ¿qué sucede cuando sin elección son arrancados de tu vida derechos con los que deberías gozar desde que naces? Lo último que esperarías al ver una mujer inteligente y empoderada es que no tenga libertad de elegir cuándo sentir placer en su cuerpo», sentencia Juez.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/02/04/planeta_futuro/1580819877_113992.html

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El viaje de una madre para librar a una generación de niñas de la mutilación

Reseña/África/06 Febrero 2020/elpais.com

Asha Ismail, que fue víctima a los cinco años de la ablación, es la fundadora de la ONG Save a Girl Save a Generation, con la que quiere romper el tabú de su propia vida para ayudar a erradicar una práctica que constituye una de las peores formas de violencia contra las niñas

Al compartir su relato, el de una niña de cinco años a la que acaban de someter a la infibulación (uno de los cuatro tipos de mutilación genital femenina), las palabras de Asha suenan como el verso suelto de un poema desgarrado:

Y dejas de correr,

de jugar como antes,

de buscar los mangos en los árboles.

Ya todo es miedo a caer,

que se pueda romper,

que se repita la misma operación;

ya no saltas a la cuerda,

ya no quieres jugar con los niños

ni descubrir lo que hay entre tus piernas.

Objetivo cumplido:

ya eres intocable.

A los 52 años, una buena parte de la vida de Asha Ismail (nacida en 1968 en Garissa, Kenia, y de etnia somalí) se quedó en aquella niña de cinco años que una mañana descubrió que el dolor era inherente a su condición de ser niña. “Aunque era una práctica presente en mi familia durante generaciones, yo me enteré el día que me tocó a mí”, explica.

En aquella escena, estaban dos de las personas a las que Asha más quería: su madre y su abuela. “Mi madre me bañó y me puso un vestido muy corto, luego me mandó a comprar cuchillas y yo compré dos. A la vuelta me encontré a mi abuela, una señora y mi madre en lo que era la cocina de mi abuela. El suelo era de barro y habían cavado un agujero”, detalla Asha quien, a medida que avanza en su relato, irá alternando el tiempo presente con el pretérito, como si aquel día nunca se hubiera terminado.

Asha Ismail imparte talleres para erradicar la ablación.
Asha Ismail imparte talleres para erradicar la ablación. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

Dolor. El dolor insoportable de aquel día nunca se fue. Aquel día, aquella niña de cinco años a la que obligaron a hacerse mujer a través de la violencia, se prometió que nunca obligaría a pasar por eso a ninguna hija suya.

Mucho tiempo después, en el año 2007, y ya en España, esa promesa se convertiría en el nacimiento de la ONG Save a Girl Save a Generation, desde la que Asha y su hija, Hayat Traspas Ismail, trabajan para prevenir y erradicar la mutilación genital femenina, evitar los matrimonios prematuros de niñas y denunciar la explotación infantil.

Asha está convencida de que romper el tabú sobre la ablación entre las comunidades que la practican (dentro y fuera de sus países), es la única forma de prevenir esta forma de violencia. “Las leyes que la prohíban son necesarias, pero tienen que ir mano a mano con la voluntad de las personas y hay que conseguir esa voluntad”, explica. Su convicción no va desencaminada: según Unicef, desde 2008, más de 15.000 comunidades en 20 países distintos han abandonado la práctica de la mutilación genital femenina.

30 millones de niñas en riesgo

A pesar de estas cifras esperanzadoras todavía queda mucho por hacer. Más de 200 millones de niñas y mujeres han pasado por alguno de los cuatro tipos de mutilación genital femenina en los 26 países de África y Oriente Medio donde se practica, así como en otros 33 países donde hay población inmigrante potencialmente vinculada a esta práctica. Durante la próxima década, 30 millones de niñas se encontrarán en riesgo de pasar por esta puerta de entrada al dolor que va asociada a otras formas de violencia contra la infancia, como el matrimonio forzoso.

Asha imparte un taller en Nairobi (Kenia) a niñas con riesgo de sufrir ablación.
Asha imparte un taller en Nairobi (Kenia) a niñas con riesgo de sufrir ablación. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

“En realidad, la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado van de la mano, porque la finalidad de la mutilación es asegurar la virginidad, es intentar quitar esa necesidad sexual, que la mujer no tenga voluntad sobre su sexualidad para que conserve esa virginidad hasta que encuentre marido”, explica Asha.

“Ya todo es miedo a caer, que se pueda romper”, como contaba en su verso desgarrado.

En la noche de bodas con un hombre que ella no había elegido, Asha tenía 20 años y un miedo terrible a que algo se rompiera. “Mi vida cambió por completo ese día; si tenía alguna duda de pensar que lo que me había pasado era bueno, murió aquella noche”, relata emocionada.

De aquel encuentro con un hombre al que Asha no volvería a acercarse, nació una niña. “Me dieron a esa criatura en los brazos y yo solo pensaba: ¿por qué, por qué tenía que ser una niña?, ¿a qué mundo la he traído para que pase por todo lo que yo he pasado?”.

El despertar de un movimiento

Asha eligió llamar a su hija Hayat, que significa vida en suajili, porque con ella nació el convencimiento de que algo tenía que cambiar. Nació la fuerza para revolverse sobre sí misma y sobre toda la estructura que sostenía aquel dolor. A partir del nacimiento de su hija, Asha empezó a tejer una red de mujeres –sus hermanas, sus primas, sus vecinas– dispuestas a cuestionar una práctica que solo las había hecho sufrir y que no querían imponer a sus hijas.

Después de trasladarse a Tanzania, Asha siguió rompiendo ese silencio con más y más mujeres. La fuerza de su revolución personal iba creciendo, hasta que un día logró convencer a una madre, que iba a hacer pasar por la mutilación a sus cinco hijas, de que no lo hiciera.

Asha Ismail y la actriz española Maggie Civantos, embajadora de la ONG.
Asha Ismail y la actriz española Maggie Civantos, embajadora de la ONG. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

Años más tarde, esa red de mujeres y madres en contra de la ablación que ya formaba parte de ella, se fue con Asha cuando se trasladó a España con sus hijos.

“La primera vez que fui a la ginecóloga en España me avergoncé y me sentí mal, empecé a temblar, a sudar… ¿Por qué me tenía que sentir así? Entendí el desconocimiento que existía y pensé: ‘¿Cuántas mujeres en mi situación no acudirán al ginecólogo?”.

Con el apoyo de su hija Hayat, Asha fundó Save a Girl Save a Generation, la ONG desde la que ofrecen información sobre la ablación a personal sanitario y educativo, a policías, a jueces y, sobre todo, a mujeres y familias que no han tenido la oportunidad de romper con el tabú y hablar sobre la ablación. En España hay 18.000 niñas expuestas a la mutilación genital. El siguiente paso en este viaje será construir un refugio en Nairobi para acoger y dar educación a todas las niñas que tuvieron que dejar a sus familias para huir de la mutilación genital femenina.

Niñas asisten a uno de los talleres que imparte la ONG.
Niñas asisten a uno de los talleres que imparte la ONG. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

“Creo que tenemos que ser nosotras, las supervivientes, las que digamos ‘¡Ya está bien!’. Que salgan y que digan: ‘Esto ha acabado conmigo y mis hijas no lo conocerán. Ni para mí, ni para mi hija. Es una generación salvada; para mis nietas es historia’”, explica.

Cuando Hayat convirtió a su madre en abuela de una niña, Asha supo que algo había cambiado: “Ahora quería una niña porque estaba segura, sabía que no corría ningún peligro”. El viaje de esta madre por poner a salvo a muchas más niñas como ella continúa.

¿Quieres conocer la historia completa?

MÍRALA

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/sociedad/2020/01/30/pienso_luego_actuo/1580386762_950839.html

 

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Nice Nailantei Leng’ete: “Correr no es la solución. La ablación se erradica hablando con las comunidades”

Redacción: El País

La activista masai Nice Nailantei Leng’ete trabaja con Amref Salud África para conseguir que haya ritos alternativos del paso de la infancia a la madurez que no incluyan la mutilación genital femenina.

Lo que nunca podría haber imaginado Nice Nailantei Leng’ete (Kimana, Kenia,1991) es que escapar dos veces al ritual de su ablación con ocho años salvaría a otras 17.000 niñas de ser mutiladas genitalmente. «Sabía que no quería que me lo hicieran a mí cuando veía como a otras chicas que eran circuncidadas las obligaban a dejar la escuela y las casaban enseguida; sabía que no podría hacer realidad mi sueño», cuenta la embajadora de la organización Amref Salud África, que trabaja para conseguir que haya ritos alternativos del paso de la infancia a la madurez que no incluyan la mutilación genital femenina. En su lugar, entregan libros y dan clases de educación sexual en la escuela para niños y niñas.

De niña a mujer sin ablación y sin abandonar la escuela

Nice Nailantei Leng’ete es la única de su larga familia de hermanos, hermanastros y primos de su comunidad que tuvo acceso a una educación superior. No haber pasado por la emuatare, como llaman los masái al rito de pasar de niña a mujer con el filo de una cuchilla, le valió poder seguir estudiando, a pesar de que también le granjeó muchos recelos y malestar dentro de su entorno. «Ayudé a muchas chicas a huir de su ceremonia de mutilación porque sentía que así no sería la única señalada», explica la joven que en 2018 fue considerada por la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes del mundo.

A pesar de que Kenia prohibió la mutilación genital femenina en 2011, el 21% de las mujeres del país entre 15 y 49 años han sido víctimas de la ablación

A pesar de que Kenia prohibió la mutilación genital femenina en 2011, el 21% de las mujeres del país entre 15 y 49 años han sido víctimas de la ablación. En la etnia masái, a la que pertenece Nailantei Leng’ete, el porcentaje aumenta hasta el 78%, siendo la etnia samburu, la más afectada, con un 86%. Después de plantarle cara a su abuelo, a esta joven huérfana de padre y madre desde los siete años, y galardonada con la Beca Mandela Washington 2016 para jóvenes líderes africanos, le llegó el turno de enfrentarse a los morans —el consejo de hombres jóvenes de su comunidad— los que después de un año empezaron a escuchar sus consejos, y le premiaron con un bastón negro, un distintivo que solo lo habían recibido hasta ese momento personas del género masculino. “A pesar de que he recibido muchos premios, es el que más ilusión me ha hecho, por ser un reconocimiento de mi misma comunidad”, explica con una sonrisa. «Necesitamos a los hombres para que nos apoyen a hacer el cambio. Los niños de hoy en el futuro serán maridos, padres y formarán la sociedad del futuro que debe pensar que eso no es lo correcto”.

Paciencia es una de las cosas que uno aprende cuando trabaja con el cambio de mentalidad en una comunidad; también el respeto

En la etnia masái todas las grandes decisiones de una mujer las toma un hombre: cuando se mutila, cuando se casa, con quien contrae matrimonio, sí va a la escuela o si no. Pero Nailantei Leng’ete quería que esto cambiase, pero no huyendo, como hizo ella. “Correr no es la solución, la mutilación genital femenina hay que erradicarla hablando con las comunidades”, sentencia.

«Paciencia es una de las cosas que uno aprende cuando trabaja con el cambio de mentalidad en una comunidad; También el respeto: hay que permitirles hablar y expresarse. Los cambios no se producen en un día, hay que darle tiempo a la gente porque son cambios profundos», explica la activista, que subió al teatro Campoamor de Oviedo a recoger el premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional con el que Amref fue galardonado.

«Cuando hablas a la gente de las consecuencias de la ablación te dicen que es mentira, que no han visto a ninguna mujer con dificultades en su parto por haber sido mutilada, así que es necesario combatir los falsos mitos con hechos y datos», por lo que Nailantei Leng’ete propone, como una de las medidas para acabar con la mutilación genital femenina, la de dar una actividad alternativa a todos aquellos que viven de esta práctica, y que no sea su ingreso principal. «Es un trabajo integral para conseguir mejores resultados», asegura.

Nailantei Leng’ete, junto con Amref Salud África, ha comenzado un proyecto panafricano en el que, con la idiosincrasia de cada una de los distintos países, se actue para erradicar la ablación en Senegal, Etiopía, Tanzania, Uganda… “Con años de experiencia en el que el proyecto ha sido un éxito podemos ser ejemplo para otras comunidades», explica. Nailantei Leng’ete tiene siempre preparado un consejo que les da a cada una de las niñas que le ha venido a pedirle ayuda: «Podemos ser lo que queramos si lo soñamos. Nada podrá pararte, ve allí y brilla, consigue lo que sueñas”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/10/29/planeta_futuro/1572353267_640467.html

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Francia: La mujer que encarcela a quienes mutilan los genitales de las niñas

Entrevista/Francia/07 Febrero 2019/Fuente: El país

Mientras que en Europa los casos de ablación condenados en los tribunales son muy pocos, Francia ha tenido más de 40. El mérito es de la abogada Linda Weil-Curiel

Hawa Gréou era la maman (madre) más famosa de toda Île-de-France. Cientos de familias malienses, senegalesas, guineanas y marfileñas llamaban a la puerta de su piso de París pidiendo a la matrona de Mali que «preparase» a sus hijas con el rito que, para algunas etnias africanas, constituye el sello necesario de la pureza femenina: la mutilación genital. Hawa era hábil y rápida. Con su cuchillo, ninguna niña moría de hemorragia.

Un día, su vecina la denunció por alteración del orden público. Los gritos que se escapaban a través de su puerta eran estremecedores, pero no ocurrió nada. Para que fuese detenida fue necesario el valor de una de sus víctimas, una joven que quiso salvar a sus hermanas pequeñas del rito de sangre y explicó a un fiscal los horrores que sucedían en aquel lugar. Hizo falta la testarudez de una abogada para condenar a la maman a ocho años de cárcel, en un juicio histórico que sacudió Francia y abrió los ojos definitivamente a las ablaciones clandestinas. Este año se cumple el vigésimo aniversario de aquel proceso.

La letrada de la causa es Linda Weil-Curiel, presidenta de la Asociación Cams(Comisión para la Abolición de las Mutilaciones Sexuales), que desde la década de los ochenta ha defendido a las víctimas en otros 40 procesos y ha logrado condenar a más de 100 personas entre mutiladoras y padres de niñas mutiladas. Aunque Francia es el único de los países europeos con una fuerte presencia de inmigrantes africanos que no dispone de una ley específica contra la mutilación genital femenina, registra el mayor número de condenas en estos casos. En Italia, a partir de la promulgación de la ley de 2006, se ha dictado solo una; en España y en Suecia, dos; en Reino Unido se ha emitido una única sentencia de condena hace unos días, a pesar de que la ley existe desde 1985.

«Los Parlamentos de media Europa me invitan para que explique por qué en Francia funciona la justicia contra la ablación y en otros países no», dice sonriendo Weil-Curiel en su despacho de Saint-Germain-des-Prés, en pleno centro de París, «y siempre insisto en que una norma específica es inútil y, además, un error. Basta con el Código Penal, que en cualquier Estado castiga las lesiones permanentes. Además, una ley específica abre la puerta al relativismo cultural al clasificar las mutilaciones sexuales entre africanos como tradición y no simple y llanamente como un delito».

P: Según los datos del Ministerio de Sanidad de su país, entre 2007 y 2015 el número de mujeres residentes en Francia que han sido mutiladas ha pasado de 61.000 a 53.000. ¿Cree que hay que atribuir el mérito a su línea dura?

R: En parte sí. Sin duda, la sensibilización de las comunidades de inmigrantes es fundamental, pero también tienen que ser conscientes de que si mutilan a las niñas irán a la cárcel.

P: ¿Cómo empezó a apasionarse por este tema?

R: En 1982, una amiga feminista (Annie Sugier, cofundadora con Simone de Beauvoir de la Liga Internacional por los Derechos de las Mujeres) me trajo un artículo de un periódico que informaba de que un padre había mutilado a una niña de tres meses y que esta se había salvado por poco de la muerte. La niña se llamaba Bintou. Con mi asociación, me personé como actor civil en el proceso, y allí empezó mi primera batalla, consistente en que estos casos no se siguiesen dirimiendo en los tribunales ordinarios, sino en los órganos judiciales de máximo rango, es decir, en las Salas de lo Penal de los Tribunales Superiores de Justicia.

Los jueces, por su parte, le quitaban importancia, aduciendo que eran inmigrantes, personas que no hablaban francés, y que eran sus tradiciones. Yo les respondía preguntándoles si no pondrían el grito en el cielo si le amputasen los genitales a una niña blanca francesa, y clamando que la ley es igual para todas las personas que viven en Francia. Así fue como conseguimos que el delito se juzgase en el Tribunal de lo Penal. Luego, cuando muchas familias empezaron a mutilar a sus hijas llevándolas a sus países de origen para eludir la justicia francesa, conseguimos ampliar el Artículo 222 del Código Penal a las ablaciones llevadas a cabo en el extranjero por ciudadanos franceses o residentes en Francia. No obstante, los casos resultaron más complejos.

P: ¿Por qué?

R: Los padres no revelaban los nombres de las mujeres que practicaban la ablación. En el seno de las comunidades africanas, las protegen. Las madres contaban que, en el autobús, una mujer las vio con su bebé en brazos, les preguntó si ya la habían operado y las invitó a su casa, pero que no saben cómo se llama. Cuentan historias inverosímiles.

P: Hasta que, en 1999, estalló el caso Gréou…

R: Una investigación que duró 18 meses y un gran juicio de 15 días. Después de que la chica presentase la denuncia, la policía puso bajo vigilancia la casa de Hawa Gréou, pero ella había tomado precauciones y practicaba las escisiones en otro sitio. Hasta que le intervinieron el teléfono, la verdad no salió a la luz. Gréou organizaba sesiones de mutilación en masa, normalmente en época de vacaciones, cuando había menos gente que lo pudiese oír. Se interrogó a todas las personas que aparecían en su agenda.

El fiscal pidió siete años de cárcel, y yo ocho. Gané yo.

P: Cuando Gréou salió de la cárcel, se hicieron amigas y escribieron conjuntamente el libro Exciseuse [mutiladora] (editorial City). ¿Cómo fue posible esta colaboración entre culpable y acusadora?

R: Durante el juicio, tuve siempre a Hawa enfrente de mí, y pude darme cuenta de su inteligencia. Me enteré de que el oficio de mutiladora se lo había impuesto su abuela. Las mujeres de su familia lo practicaban desde hacía generaciones y era un papel de prestigio en la comunidad porque daba dinero, telas valiosas, jabón… Hawa no tenía opción. Salió antes de la cárcel por buena conducta y me llamó por teléfono diciéndome: «Soy maman«. Estaba sola, su marido había tomado otras mujeres y quería mandarla a Mali. Ella iba de un lado a otro con un carrito de la compra lleno de ropa porque las otras mujeres le robaban todo, y con el carrito a cuestas, en zapatillas y cubierta con el velo vino a verme. Yo era la única persona con la que podía hablar francamente porque sabía que la entendía. Así nos fuimos acercando. Incluso llevé a su marido ante los tribunales y lo obligué a pagarle una pensión alimenticia.

P: Háblenos del último caso que ha llevado.

R: Actualmente tengo dos casos abiertos, pero el último fue el año pasado. Un caso muy triste. A la chica, nacida en Francia, le practicaron la ablación durante unas vacaciones en Guinea, y luego los padres la obligaron a casarse con un hombre mucho mayor que ella. Ella no quería y sus padres le pegaron brutalmente. La chica puso una denuncia, pero los jueces decidieron actuar solo por las palizas y no por la mutilación, y mi apelación fue rechazada por un defecto de forma. La chica me decía que ella era francesa y que no tenían derecho a hacerle eso. Francia no le ha hecho justicia.

P: ¿Por qué en otros países europeos que incluso han adoptado leyes específicas contra la mutilación genital femenina es tan difícil que se dicte una condena?

R: Es más eficaz seguir el Código Penal que crear normas nuevas que siempre resultan difíciles de aplicar. No hace falta una ley especial para establecer que cortar una oreja o una mano es un delito. ¿Por qué no debería pasar lo mismo con los genitales? En Reino Unido, por ejemplo, hay nada menos que tres leyes contra la mutilación genital femenina, la primera de 1985, pero están llenas de puntos débiles, como el hecho de que una asociación no pueda intervenir como actor civil. En Estados Unidos también es difícil aplicar la legislación federal, como ha demostrado el caso reciente de una clínica de Detroit donde una secta india practicaba ablaciones. El juez del Estado de Michigan rechazó la ley federal sobre la mutilación genital en nombre de la libertad religiosa y de otros argumentos que han puesto de manifiesto la fragilidad de la norma.

P: Se calcula que en Europa hay 500.000 mujeres inmigrantes que han sido sometidas a mutilación genital. Aparte de la vía judicial, ¿qué otras acciones piensa que son útiles para erradicar esta práctica?

R: Los pediatras tienen que controlar los genitales de las niñas que provienen de países en los que la ablación es una tradición, sobre todo cuando acaban de estar allí de vacaciones, e informar de la mutilación a los servicios sociales. Después hay que transferirles a estos la gestión de los subsidios estatales que recibe la familia. En Francia, un centro de protección a la infancia ha aplicado esta medida con buenos resultados. Las niñas tienen derecho a un desarrollo normal. La ley nos otorga los medios para protegerlas y no debemos tener miedo de utilizarlos.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/02/04/planeta_futuro/1549285616_641917.html

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Cirugía contra la ablación: reconstruyendo la dignidad de las mujeres egipcias

Egipto/07 agosto 2017/Fuente: El Confidencial

Los egipcios, musulmanes o cristianos, creen que esta práctica es una obligación religiosa y que en el himen se esconde el honor de una mujer. Para muchas, la única solución es el quirófano.

Por una razón o por otra, mantener relaciones sexuales en Egipto se torna en una obsesión de la sociedad. Las normas sociales y las tradiciones parecen obcecarse con esta cuestión, impidiendo a las más jóvenes tener acceso a una vida sexual libre. Ahora, en pleno siglo XXI, la tradición choca con la lógica, y muchas intentan dar un paso hacia la rebeldía. La reconstrucción del clítoris y del himen, por razones diferentes, son dos prácticas que han aumentado en Egipto en los últimos años.

Ninguna conoce de religiones, pero ambas se han justificado en ellas. Tanto musulmanes como cristianos, especialmente en las regiones más periféricas de El Cairo, creen que la ablación femenina es una obligación religiosa, y que en el himen se esconde el honor de una mujer buenamente creyente. Un honor que debe hacerse respetar y salvaguardar para tener acceso a una vida matrimonial honrada y, con todas las de la ley, social.

“Quiero volver a ser una mujer normal”, dice Rafia, una joven sudanesa que pide información en un centro de cirugía estética de El Cairo. Ella sufrió la Mutilación Genital Femenina (MGF) cuando apenas rozaba la adolescencia. Tiene ahora veintiún años y quiere recuperar la función de su clítoris porque necesita “sentir lo mismo que otras mujeres”. Ha decidido someterse a una operación de reconstrucción de esa parte de su cuerpo que su madre decidió extirparle para insensibilizarla, siguiendo una antigua tradición faraónica. Muchos aún siguen creyendo que se trata de una práctica religiosa necesaria a la que deben ser sometidas todas las niñas para prepararlas para el matrimonio.

Rafia no sabe ni por dónde empezar. Recurre al Centro de Ginecología Estética y Reconstructiva de la capital egipcia para resolver sus dudas. “No tengo más piel dentro pero aún sigo teniendo un poco de clítoris. No se puede ver con facilidad pero se siente con el dedo”, detalla sobre los restos de esa mutilación que le fue practicada en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. La circuncisión femenina se ha practica durante siglos en África y otras partes del mundo, habiendo nacido en los países del Nilo y extendiéndose más tarde por otras regiones. Este ritual, que consiste en eliminar los órganos genitales femeninos, se le practica cada año a unas 3 millones de niñas, según la ONU. Egipto es uno de los países que lidera las listas de la ablación, con más del 90% de las mujeres mutiladas.

IMANE RACHIDI. EL CAIRO

«Me da vergüenza desnudarme»

El pasado 29 de mayo, una joven de 17 años falleció tras habérsele practicado la ablación en un hospital privado de la ciudad de Suez, en Egipto. Se llamaba Mayar Mohamad, y la tortura a la que estaba siendo sometida desembocó en una grave hemorragia que provocó su muerte. Su caso ha salido a la luz tras la denuncia de la familia por su fallecimiento, pero, según la ONU, son cientos de miles los casos que aún se dan en este país, a pesar de que en 2008 esta práctica ya fue prohibida por la justicia egipcia. Eso sí, todos se producen en la ilegalidad, en clínicas privadas y a manos de curanderas sin conocimientos médicos.

“Nunca he podido disfrutar del sexo y me da vergüenza desnudarme completamente delante de un hombre, nunca lo he hecho. Quizás a alguien le pueda sonar absurdo, pero necesito saber si es posible someterme a una cirugía plástica para recuperar la parte mutilada”, expone Rafia a los especialistas de la clínica. Su caso tiene solución porque, a pesar de los graves daños sufridos, sigue teniendo parte del clítoris. Pero no todas han sufrido el mismo corte, algunas no tienen forma de recuperarse. Según los médicos, no obstante, es muy difícil que durante una mutilación se elimine todo el clítoris. Normalmente, se corta la parte visible, se cosen los labios para formar una cubierta sobre la vagina, y se dejan un pequeño agujero para la orina, el coito, la menstruación y el parto. Todas estas cuestiones se convierten en una pesadilla para las mujeres que han sufrido la ablación.

El cirujano plástico Amer Saif al Din confirma que hay mucha probabilidad de que Rafia vuelva a recuperar la sensibilidad. Según explica a El Confidencial, esa parte restante del clítoris puede ser “remodelada y reconstruida después de la mutilación, el resultado siempre dependerá de la cantidad que ha sido sustraída”. Es decir, todo depende del nivel de los daños. Saif Al Din ha tratado a mujeres de Egipto, pero también a muchas de SudánEritrea y Somalia. “De media, tratamos a unas cuatro o cinco mujeres por semana, que suelen tener entre 20 y 30 años, cuando deciden que ya no pueden más y recurren a la cirugía para sentirse más completas. Lo que hacemos es devolver el clítoris cortado a su estado natural”, explica.

Mujeres en una movilización de El Cairo a favor de Al Sisi.
Mujeres en una movilización de El Cairo a favor de Al Sisi.

Aún sigue recordando el caso de una joven que intentó operar, pero que no tuvo éxito. Tenía 19 años y fue circuncidada cuando tenía 6 por su propia madre. Es egipcia y le contó todos los detalles de la barbarie que le hicieron cuando aún era una niña. “No se siente normal, ni siquiera hablaba del tema con sus amigas porque estudiaba entre chicas de clase media, que no habían sido mutiladas, y a ella le daba vergüenza contarlo”, rememora. Tiene problemas de menstruación, incluso dolor para orinar, y sobre todo, muchísimos problemas de autoestima. “Le arruinaron la vida”, sentencia.

“Hay una demanda muy grande. La mayoría de estas mujeres ya han tenido relaciones sexuales e incluso tienen hijos, pero no ha sido un proceso agradable. El sexo es una cuestión muy, muy dolorosa, que no pueden soportar. Muchas acuden aquí en un estado muy grave de depresión y lo que intentan es arreglar sus genitales para sentirse mejor, y volver a sentir” aclara Saif Al Din, después de haberle devuelto la ilusión a miles de mujeres que han pasado por sus manos. Eso sí, no se trata de una operación barata. Dependiendo de la complicación, puede costar entre 1.500 y 2.000 euros. Una cantidad que no pueden pagar muchas de las más de 133 millones de mujeres que han sido sometidas a la MGF en todo el mundo.

La operación consiste en la liberación del clítoris. Primero se elimina el tejido de la cicatriz, y después se tira de las partes restantes, donde aún sigue habiendo sensibilidad. En ocasiones se reconstruye un nuevo clítoris y labios menores para dar una apariencia más natural. Con ello, mejora “la imagen del cuerpo de la mujer, disminuye el dolor, mejora la función sexual en lo que se refiere al deseo, excitación, lubricación y orgasmo”, según Saif al Din. Los objetivos de esta operación –dice- es que ellas recuperen “la feminidad, la autoestima y la dignidad porque es un gran placer ver que se sienten y funcionan como mujeres completas” tras la cirugía. Se trata, pues, de olvidar esa fecha en la que fueron mutiladas que todas llevan clavada en la memoria, y tras la cual hay una historia muy dura.

NURIA TESÓN. EL CAIRO

Como una virgen

Más polémica y discreta que la reconstrucción del clítoris es la himenoplastia, una práctica a la que recurren muchas mujeres para disimular una de las evidencias de que han podido mantener relaciones sexuales antes del matrimonio. Según una investigación del diario Al Watan (La Nación), en Egipto, el 90% de las mujeres que han mantenido relaciones sexuales prematrimoniales se someten a esta cirugía. Se trata de una operación de entre 30 minutos y dos horas, y que tiene un coste que puede alcanzar las 25.000 libras egipcias, unos 2.500 euros aproximadamente.

El himen, la membrana de piel en forma de anillo que cubre la vagina, es, en familias tanto musulmanas como cristinas, un símbolo de pureza y virginidad. La sangre que ocasiona la ruptura del himen suele producirse durante la primera experiencia de una mujer durante el coito, pero esta experiencia debe –moral y socialmente- tener lugar una vez contraído el matrimonio. No es una cirugía ilegal, pero en Egipto no todos los cirujanos acceden a practicarla. Según varios ginecólogos consultados por El Confidencial, cada vez más mujeres recurren a la himenoplastia para no arriesgarse a perder a su futuro marido y su familia. “Es verdad que es una cuestión sensible a nivel moral, pero es la salvación de muchas mujeres que han sufrido una violación sexual o han sido engañadas por sus parejas, que les han prometido que se casarían con ellas y luego las dejan tiradas después de tener relaciones”, lamenta una ginecóloga egipcia con clínica en el centro de El Cairo.

Mujeres egipcias en la mezquita de Amr Ibn El-Aas durante el ramadán, El Cairo. (Reuters)
Mujeres egipcias en la mezquita de Amr Ibn El-Aas durante el ramadán, El Cairo. (Reuters)

Prefiere mantener el anonimato. Es un tema bastante tabú, pero explica que no todas las operaciones de himenoplastia tienen lugar a espaldas del futuro esposo. “Hay parejas que han estado años juntas, pero que antes de contraer matrimonio, construyen el himen de la chica como símbolo de un nuevo comienzo. También para no arriesgar ante sus padres, pues algunas familias aún insisten en ver la cama o el pañuelo manchados de sangre”, asegura. Hasta 2009, la solución era aún más fácil. Un kit `Made in China´, por 25 euros, que incluye un himen falso pero resistente y que es capaz de expulsar una sustancia parecida a la sangre cuando se destruye.

Saif al Din reconoce a este diario que son muchas las mujeres que suelen recurrir a él para hacerse una himenoplastia, pero él se niega a llevar a cabo este tipo de operaciones. “No me gusta meterme en esas cuestiones, hay mucha gente que lo hace, pero a mi no me gusta. Creo que no hay necesidad alguna para ello. Cuando una mujer está en una relación, y se somete a una reconstrucción del himen sin conocimiento de su pareja, está engañando a su futuro marido, y yo, como médico, estaría encubriendo una mentira. No lo voy a hacer”, aqueja con rencor este médico. “Es una cuestión moral, porque podría ser perfectamente una de mis especialidades, es una operación que entraría en el tipo de cirugías estéticas que yo realizo, pero no quiero”, recalca. Además, reitera que está especializado en traumas físicos (como accidentes, la ablación, etc.), violencia contra la mujer, o en casos de ausencia congénita de la vagina. “Quiero devolverles la ilusión, pero no cooperar a más inmoralidades”, concluye.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2017-08-04/reconstruccion-genitales-himen-egipto-cirugia-plastica_1424691/

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África: La otra violencia de género de la que nadie habla: así es la ablación

África/09 marzo 2017/Fuente: El Confidencial

Esta práctica repercute sobre la salud física y psicológica de sus víctimas. La mutilación genital femenina se produce al extirpar, total o parcialmente, los órganos sexuales externos de la mujer.

Afecta a la salud de tres millones de niñas, la han padecido más de 130 millones de mujeres en países de África y Oriente Medio, y sus consecuencias son tan graves que incluso pueden provocar la muerte. A pesar de tan escalofriantes datos, la mutilación genital femenina no está entre las primeras formas de violencia de género que acuden a la mente. De manera errónea, se tiende a vincular estas agresiones únicamente con los ataques o asesinatos de hombres a sus parejas o exparejas pero, desgraciadamente, la ablación también acoge en su triste saco esta lacra actual.

“La mutilación genital femenina es una de las peores formas de violencia de género”, afirma Begoña Navarro, responsable de Sensibilización y Actividades de la Fundación Kirira. Según esta experta, la ablación es “la sumisión más absoluta de la mujer al hombre” y, de hecho, el Ministerio de Sanidad promovió la inclusión de la ablación como forma de violencia de género en la redacción del ‘Protocolo común de actuación sanitaria contra la violencia de género‘ (MSSSI, 2012).

Niñas de etnia samburu, una de las que más sufren la ablación en Kenia. El país trata de rastrear y erradicar la mutilación genital femenina a través de una unidad judicial especializada. (EFE)
Niñas de etnia samburu, una de las que más sufren la ablación en Kenia. El país trata de rastrear y erradicar la mutilación genital femenina a través de una unidad judicial especializada. (EFE)

Pero no solo en España se lucha para concienciar sobre la idea de que extirpar el clítoris es un acto criminal contra las mujeres que pasará a formar parte de la ley de violencia intrafamiliar. También en la Unión Europea se están dando pasos para seguir avanzando. El pasado 6 de febrero, Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, los comisarios Federica Mogherini, Vera Jourová y Neven Mimica realizaron una intervención ante el Parlamento Europeo a favor de erradicar la ablación: “En la Unión Europea, 2017 es el año dedicado a combatir todas las formas de violencia contra las mujeres, incluida la mutilación genital femenina. Es preciso lograr que las mujeres y las niñas encuentren protección frente a la violencia y el dolor infligidos por esta práctica”.

Cualquier sensación que pueda dibujar en su mente, cualquier dolor que crea percibir, serán absurdos en comparación con la agonía real de estas mujeres

Y es que el dolor físico es una de las principales consecuencias que sufren las mujeres mutiladas. “Ellos decían que no dolería, que era algo que no duraba mucho tiempo, pero el tipo de dolor que yo experimenté fue tan intenso que pensé que me iba a morir”, recuerda Zipporah Kamwaki, una profesora de inglés que fue víctima de la ablación cuando tenía 12 años. En la misma línea apunta el testimonio de Stella Kathini, organizadora de eventos, quien recuerda: “Sentía dolor, muchísimo dolor. Entré en estado de ‘shock’ y mi madre me dijo que esa era la forma para llegar a ser una verdadera mujer”.

Esta concepción costumbrista de la ablación es una de las peores trabas para su erradicación. “La práctica es cultural y psicológica, porque está incrustada en la mente. Es algo que se aprende por tradición y que se hace año tras año porque se considera que es lo que se debe hacer”, asegura Florence Odek, responsable de educación con la que Kirira ha contado en alguna ocasión para narrar su experiencia en la lucha contra la ablación.

La ablación tiene consecuencias hasta la etapa adulta. (Foto: Fundación Dr. Iván Mañero)

La ablación tiene consecuencias hasta la etapa adulta. (Foto: Fundación Dr. Iván Mañero)

Aunque ella es originaria de Kenia, Odek recuerda lo impactante que le resultó enfrentarse a la mutilación genital femenina, pues en su comunidad no se realizan este tipo de agresiones. Su manera de colaborar contra la lacra comenzó trabajando en las bases. ‘Granito de arena a granito de arena, se crea una playa’ podría ser el lema de esta mujer que combate la ablación desde dentro: “Cuando empezamos los trabajos, decidí que iba a estar detrás de la comunidad, iba a movilizarla para que ellos mismos se movilizaran por su cuenta. Lo que hicimos fue enseñar a pastores a movilizar pastores. Pastores hablando con pastores sobre la mutilación genital femenina, profesores con profesores, estudiantes con estudiantes, mujeres con mujeres. De esta manera, la comunidad fue enseñándose a sí misma a no practicar la ablación”, apunta.

Este mismo sistema de difusión de información es el que siguen en Kirira. María Estrella Giménez, presidenta de la Fundación, también recuerda sus orígenes en la búsqueda de la erradicación de la mutilación genital femenina: “Nosotros empezamos yendo a colegios, hablando con los directores de colegio, profesores, luego padres y luego estudiantes”. Esta es una de las mejores formas en que cala el mensaje pues, una vez que los grupos con más peso dentro de la sociedad aceptan que los órganos sexuales de la mujer solo son propiedad de ella, es más fácil que los sectores con menos influencia acaten el cambio de mentalidad.

La ablación, ¿en qué consiste?

Esta modalidad de violencia de género repercute directamente sobre la salud física y psicológica de sus víctimas. La ablación se produce cuando se extirpan, de manera total o parcial, los órganos sexuales externos de la mujer. El ritual que siguen las tribus que la practican es tan escalofriante que procuran realizarlo cada vez a edades más tempranas, para que las chicas no sean conscientes de la tortura a la que se las va a someter: una mujer, que suele ser la que desempeña el papel de curandera, lesiona las vulvas femeninas de niñas y adolescentes provocándoles un sufrimiento indescriptible.

Imagine que, en una vejatoria postura de piernas abiertas, le sujetan las extremidades mientras le cortan con una cuchilla sus órganos sexuales

Imagine que, en una vejatoria postura de piernas abiertas, le tapan la boca y le sujetan las extremidades mientras rasgan y cortan con una cuchilla sus órganos sexuales. Por supuesto, la anestesia no es una opción y la esterilización del instrumental brilla por su ausencia. Cualquier sensación que pueda dibujar en su mente, cualquier tipo de dolor que crea percibir, serán ridículamente absurdos en comparación con la agonía que superan las mujeres mutiladas.

“Sangrados excesivos que pueden provocar la muerte, postración nerviosa o infecciones como el tétanos o el sida” son algunas de las consecuencias de la ablación, según enumera Begoña Navarro. Además, la angustia de estas mujeres no termina cuando la curandera da su trabajo por finalizado. Es justo entonces cuando llega el periodo en el que su libertad sexual queda mermada por completo y puesta a disposición del hombre: la extirpación del clítoris se produce para que no puedan disfrutar de las relaciones íntimas y simplemente las mantengan con el objetivo de la reproducción.

Instrumental para realizar la ablación. (FMF)
Instrumental para realizar la ablación. (FMF)

También se dan casos en los que no es posible la concepción de nuevas vidas. Las infecciones desarrolladas en el aparato reproductor pueden llegar a causar esterilidad en las mujeres mutiladas, así como complicaciones en los partos que pueden derivar en la muerte del feto o la propia madre. “Las heridas mal curadas pueden volver a abrirse, y también se puede bloquear el canal del parto tras la mutilación”, afirma Navarro.

Traumas similares a los del abuso sexual

Las consecuencias psicológicas son más difíciles de medir y determinar, pues los trastornos que este tipo de prácticas provocan son intangibles y varían de una víctima a otra. La triste media apunta a los traumas crónicos que la mayoría de ellas sufre y nunca llega a superar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha identificado la depresión, el estrés postraumático, la ansiedad y unos tipos de desorden mental como patologías ocasionadas por la ablación. Las complicaciones psicológicas de la mutilación genital femenina son tan graves que se han llegado a comparar con las que sufren las niñas que han sido víctimas de abusos sexuales.

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Afortunadamente, la ablación es reversible o, al menos, las consecuencias físicas de tan abominable acto. Gracias a la cirugía especializada en este tipo de casos, es posible contrarrestar los efectos de la mutilación genital a través del paso por quirófano: una sencilla operación puede recuperar la funcionalidad del clítoris totalmente, pues estas prácticas lesivas suelen extirpar únicamente la parte visible del órgano. A través de la intervención sanitaria, es posible extraer la parte interior del mismo y así devolver su actividad a esta parte del cuerpo con 8.000 terminaciones nerviosas.

Cada 6 de febrero, con la celebración del Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, se intenta dar un paso más en una lucha que tiene en jaque a gobiernos y expertos del mundo de la salud. Gracias al trabajo de los profesionales y fundaciones, se combaten estas prácticas contra los derechos humanos para que lleguen a su fin. Ojalá algún día su objetivo se convierta en realidad y se apague por completo el grito silencioso de millones de mujeres que nos llega desde África.

Fuente:http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-03-08/violencia-genero-ablacion-mutilacion-genital-femenina_1343080/

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