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El porcentaje de niñas privadas de educación ha subido al 80 % con los talibanes

Por: Newsroom Infobae

Desde la toma del poder por parte de los talibanes hace tres años, unos 1,4 millones de afganas han quedado excluidas del sistema educativo, que sumadas a los 1,1 millones que ya no estaban escolarizadas antes de la caída de Kabul, representan en conjunto el 80 % de las que están en edad de escolar.

Esos datos aparecen en estudios realizados por la Unesco que, en un comunicado publicado este jueves alerta de la gravedad del panorama educativo en Afganistán y del rápido aumento del número de niñas y mujeres que no pueden acceder a una formación.

Aunque las prohibiciones impuestas por los talibanes se refieren sobre todo a la educación secundaria y superior, la agencia de la ONU advierte de que «el acceso a la educación primaria también ha disminuido drásticamente, con 1,1 millones menos de niñas y niños escolarizados» desde el 15 de agosto de 2021.

«En la actualidad, Afganistán es el único país del mundo que prohíbe el acceso a la educación a las niñas mayores de 12 años y a las mujeres. Una situación que nos debería preocupar a todos», señala Audrey Azoulay, directora General de la Unesco, con motivo del tercer aniversario del cambio de régimen.

«El derecho a la educación no puede verse afectado por ninguna negociación o compromiso. La comunidad internacional ha de movilizarse firmemente para la reapertura incondicional de las escuelas y universidades para las niñas y mujeres afganas”, indica la máxima responsable de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que tiene su sede en París.

Para la Unesco, las autoridades de facto prácticamente han anulado en tres años dos décadas de progresos continuos en la educación en Afganistán, lo que pone en peligro el futuro de toda una generación.

Los 1,4 millones de niñas que han sido deliberadamente privadas de acceso a la enseñanza secundaria hasta la fecha representan 300.000 más respecto al recuento realizado por la Unesco en abril de 2023.

Además, aunque la educación para las niñas menores de 12 años sigue estando permitida, el número de las estudiantes en la educación primaria también «ha caído drásticamente desde 2021».

De acuerdo con los últimos datos recopilados por esta agencia de la ONU, en 2022 Afganistán registró solo 5,7 millones de niñas y niños matriculados en primaria, en comparación con los 6,8 millones que se contabilizaban en 2019.

«Esta disminución en la tasa de escolarización en la educación primaria -subraya- se produjo tras la decisión de las autoridades de facto de prohibir a las maestras impartir clases a los niños, lo que ha agravado la escasez de docentes».

Igualmente alerta de la falta de incentivos para que los padres inscriban a sus hijos en la escuela, en un contexto socioeconómico cada vez más difícil.

Es un cóctel que favorece la desescolarización y que podría traducirse «en un aumento del trabajo infantil y los matrimonios precoces».

«Las cifras en la educación superior son igualmente preocupantes, con una disminución del 53 % en el número de estudiantes matriculados en las universidades desde 2021», avisa también la Unesco.

Eso llevará pronto a afrontar una «escasez de graduados capacitados para desempeñar los empleos más cualificados», agrega, y eso no hará más que «agravar los problemas de desarrollo» del país.

Para paliar esta situación, además de abogar a nivel internacional por el retorno de las afganas a las escuelas, la Unesco ha trabajado en desarrollar alternativas de aprendizaje, como capacitar colaboradores para impartir clases de alfabetización en aldeas, dar apoyo a los refugiados afganos en los países vecinos y fomentar la educación a distancia por radio y televisión. EFE

ngp/ac/vh

https://www.infobae.com/america/agencias/2024/08/14/el-porcentaje-de-ninas-privadas-de-educacion-ha-subido-al-80-con-los-talibanes/

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El último velocista usa el escenario olímpico como el «La voz de las niñas afganas»

Por:  Antonio Rosique

Para tener una thought de la carrera actual la única mujer de Afganistán En los Juegos Olímpicos de Atletismo, sólo había que mirar la parte trasera de su dorsal.

En él, escrito a mano, estaban las palabras escritas así: “Educción” y “Nuestros Derechos”.

Mujeres y niñas en Afganistán han sufrido enormemente desde que el país natal de Kimia Yousofi fue tomado por el Talibán en agosto de 2021. Un informe de las Naciones Unidas del año pasado dijo que el país se ha convertido en el más represivo del mundo para las mujeres y las niñas, quienes se ven privadas de prácticamente todos sus derechos básicos.

Atletismo en los Juegos Olímpicos de París
Kimia Yousofi, de Afganistán, hace una declaración política después de una eliminatoria en la carrera femenina de 100 metros en los Juegos Olímpicos de Verano de 2024, el viernes 2 de agosto de 2024, en Saint-Denis, Francia. Martin Meissner / AP

“Creo que siento una responsabilidad por las chicas afganas porque no pueden hablar”, dijo Yousofi el viernes después de terminar última en su serie preliminar de 100 metros.

Su dash de 13,42 segundos por la pista no fue el objetivo principal de este viaje. La historia de Yousofi es una ilustración vigorizante de cómo estos viajes a la Juegos Olímpicos No siempre se trata de ganar o perder.

“No soy una persona política, sólo hago lo que creo que es verdad”, dijo Yousofi. “Puedo hablar con los medios de comunicación. Puedo ser la voz de las niñas afganas. Puedo decirle a la gente lo que quiere: derechos básicos, educación y deportes”.

Antes de que ella naciera, los padres de Yousofi huyeron de Afganistán durante el anterior régimen talibán. Ella y sus tres hermanos nacieron y crecieron en el vecino Irán.

En 2012, cuando tenía 16 años, Yousofi participó en una búsqueda de talentos para niñas inmigrantes afganas que vivían en Irán. Más tarde regresó a Afganistán para entrenarse con el objetivo de tener la oportunidad de representar al país en los Juegos Olímpicos de 2016. Estos son sus terceros Juegos.

Pero después de los talibanes tomó posesión de su país nuevamente en la época en que comenzaron los Juegos de Tokio, se mudó a Australia con la ayuda de las autoridades de ese país y del Comité Olímpico Internacional. Ha estado viviendo en Sydney, tratando de mejorar su inglés. Cuando regrese, comenzará a buscar trabajo.

Si hubiera buscado uno, casi con certeza se habría ganado un lugar en el Equipo olímpico de refugiados que está diseñado para deportistas desplazados como ella.

Pero ella quería representar a su país, con sus defectos y todo, con la esperanza de que este viaje a los Juegos Olímpicos ayudara a arrojar luz sobre el modo en que se trata a las mujeres allí.

“Esta es mi bandera, este es mi país”, dijo. “Esta es mi tierra”.

El pasado 8 de junio se cumplieron 1.000 días desde que los talibanes prohibieron a las niñas mayores de 12 años asistir a todas las escuelas de Afganistán. Sin embargo, a pesar de los riesgos, muchas niñas afganas han se negó a perder la esperanza y han recurrido a escuelas no oficiales, ocultas a los ojos de los talibanes, para seguir recibiendo educación.

Pero aunque algunas mujeres jóvenes están encontrando formas de evadir la represión talibán, se espera ampliamente que Afganistán siga viendo a muchas de sus mujeres educadas y profesionales huir a países con más oportunidades.

“Afganistán nunca se recuperará del todo de estos 1.000 días”, afirmó en un comunicado en junio la directora adjunta de derechos de la mujer de Human Rights Watch, Heather Barr. “El potencial perdido en este tiempo –los artistas, médicos, poetas e ingenieros que nunca podrán prestar sus habilidades a su país– no se puede reemplazar. Cada día adicional, mueren más sueños”.

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Las mujeres afganas pierden la esperanza de recuperar sus derechos tras más de 1.000 días sin educación.

Por:

El 15 de agosto de 2021, marcó un nuevo capítulo oscuro en la historia de Afganistán cuando los talibanes retomaron el poder. Una víctima de esta situación es Amal, una estudiante universitaria de 24 años que soñaba con convertirse en una gran periodista. Hoy, sin embargo, su vida ha dado un giro dramático debido a la prohibición de la educación para las niñas mayores de 12 años impuesta por los talibanes.

Amal, cuyo nombre real se mantiene en secreto, comenzó a manifestarse en las calles junto a otras mujeres poco después de la toma de poder de los talibanes. A pesar de las amenazas y la violencia, incluso estableció una escuela clandestina en su casa. Sin embargo, los talibanes irrumpieron en su casa hace siete meses, amenazando con matarla a ella y a su familia, y la golpearon brutalmente. Amal, al igual que muchas mujeres afganas, vive en clandestinidad y soledad, luchando por su derecho a la educidad y sintiéndose abandonada por la comunidad internacional.

La comunidad internacional ha sido rápida para condenar las acciones de los talibanes, pero sus palabras han tenido poco impacto en la realidad de las mujeres en Afganistán. Los talibanes no han revocado ninguna de sus prohibiciones a las mujeres, y países vecinos como Rusia y China están dando pasos hacia el reconocimiento de su gobierno. La ONU incluso ha invitado a los talibanes a participar en una conferencia internacional sobre Afganistán en Doha, Qatar, a finales de junio.

Esta invitación ha causado indignación entre los grupos de mujeres afganas que han estado protestando contra lo que los expertos de Naciones Unidas describen como un «apartheid de género«. Estas mujeres temen que se estén dando pasos hacia la normalización de los talibanes. La soledad y el aislamiento de las mujeres afganas son tales que estas activistas solo pueden protestar fotografiándose con la cara tapada y pancartas en sus manos dentro de sus casas. Algunas, las más valientes, incluso se atreven a salir a la calle para protestar, a pesar de la represión brutal.

El jueves pasado, marcó 1.000 días desde que las adolescentes afganas fueron prohibidas de estudiar por los talibanes. La agencia de las Naciones Unidas para la infancia, Unicef, se unió a la conmemoración de este día sombrío, deplorando las 3.000 horas de educación que se han perdido para un millón y medio de jóvenes afganas. Esta pérdida amenaza su autonomía y su futuro.

Además de la educación, los talibanes también han prohibido el derecho al trabajo para las mujeres afganas, su libertad de movimiento, e incluso su libertad de expresión. El último de estos ataques se anunció recientemente, cuando el líder supremo de los talibanes, Hibatullah Ajundzadá, limitó el salario de todas las mujeres del país a una cantidad insignificante, independientemente de su edad, puesto de trabajo, experiencia y formación académica.

En Afganistán, ya no hay policías, juezas, diputadas, abogadas, ni apenas funcionarias, ni periodistas mujeres. Los talibanes también han prohibido a las mujeres trabajar en ONG y en las agencias de la ONU, con contadas excepciones en los ámbitos sanitario y educativo. La educación secundaria y superior también están prohibidas para las mujeres. En diciembre de 2022, los talibanes prohibieron a las mujeres estudiar en la universidad. En abril de 2023, cerraron las academias privadas donde muchas niñas estudiaban idiomas o matemáticas, entre otras disciplinas, incluidas en una lista de materias «no aptas» para mujeres.

Las afganas, y por consiguiente sus hijos pequeños, tienen prohibido viajar sin un guardián masculino y no pueden entrar en parques infantiles ni naturales. Tampoco pueden entrar en gimnasios, ni en baños públicos, ni siquiera ir de pícnic al campo. Los fundamentalistas han cerrado peluquerías y salones de belleza y les han prohibido llamar a programas de radio. El Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, denunció en abril que tres periodistas habían sido detenidos por aceptar llamadas de oyentes femeninas.

Entre junio de 2023 y marzo de 2024, el «régimen asfixiante» que rige Afganistán aprobó 52 reglamentos que atentan contra los derechos de las mujeres y las niñas del país, según un informe del relator especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en Afganistán, Richard Bennett.

A finales de marzo, el emir Ajundzadá anunció en la radiotelevisión pública del país una enésima y grave decisión contra las mujeres afganas: la reinstauración de la flagelación pública y la lapidación de mujeres por adulterio. En reacción a esta decisión, Sahar Fetrat, investigadora afgana de Human Rights Watch, afirmó en declaraciones al diario The Guardian que la inacción de la comunidad internacional explica este anuncio.

Sin educación ni perspectivas de tener un trabajo, la suerte de muchas adolescentes afganas está echada. Las organizaciones internacionales alertan de la relación directa entre el abandono escolar, los matrimonios forzados y las maternidades precoces, y la perpetuación de la pobreza. El costo económico anual de la prohibición de trabajar a las mujeres afganas es de unos 934 millones de euros, el 5% del PIB del país, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Desde su escondite en Kabul, Amal deplora que la violación de los derechos de las mujeres no solo no haya provocado una intervención de la comunidad internacional, sino que se ha convertido en una herramienta de chantaje de los talibanes para alcanzar «sus objetivos políticos». El primero, el de ser reconocidos como gobernantes legítimos de Afganistán. Algunas voces, como la del Gobierno chino, defienden ya que hay que hablar con ellos.

https://mediatribu.cl/2024/06/18/las-mujeres-afganas-pierden-la-esperanza-de-recuperar-sus-derechos-tras-mas-de-1-000-dias-sin-educacion-internacional/

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Afganistán empieza su tercer curso escolar sin mujeres en educación secundaria

Afganistán vuelve a excluir una vez más a las mujeres de un derecho básico como es la educación. Este miércoles, las escuelas de secundaria han inaugurado un nuevo curso, el tercero en el que este colectivo tiene prohibido acceder a las clases de secundaria.
Los talibanes prohibieron a las chicas asistir a las escuelas secundarias en marzo de 2022, después de expulsar al antiguo Gobierno respaldado por Occidente y recuperar el poder en agosto de 2021.
El Ministerio de Educación anunció el martes el inicio del nuevo curso escolar «en todas las provincias con el toque de la campana escolar en una ceremonia» en Kabul.
En la invitación enviada a los medios de comunicación se especificaba que las mujeres periodistas no podían cubrir la ceremonia, revela la agencia de noticias France-Presse.
El Gobierno talibán impuso una austera interpretación del islam que ha restringido los derechos de las mujeres. La ONU ha calificado estas medidas como un «apartheid de género».
Las universidades también empezaron recientemente su año académico, igualmente sin mujeres, que han sido vetadas desde diciembre de 2022.
https://www.eldebate.com/internacional/20240320/afganistan-empieza-tercer-curso-escolar-mujeres-educacion-secundaria_183251.html
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Advierte la Unesco sobre educación de las niñas en Afganistán

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) afirmó hoy que el 75 por ciento de las niñas en Afganistán se ven privadas de educación.

La representación de la Unesco en Kabul publicó el informe del organismo que refleja que la nación centro asiática se encuentra entre los diez países donde la mayoría de las féminas no tiene acceso a escuelas ni universidades.

Estos diez países, nueve de África y Afganistán, tienen la tasa más alta de falta de acceso de las niñas a la escuela. Afganistán ocupa el décimo lugar en esta lista. Al menos el 50 por ciento de las niñas no pueden ir a la escuela, y esa cifra puede llegar al 75 por ciento, revela el documento.

A pesar de que han pasado más de novecientos días desde el cierre de las escuelas para niñas de sexto grado, y cuando faltan menos de diez días para el inicio del nuevo año educativo, el gobierno en funciones no ha dicho nada sobre la reapertura de las escuelas para el sector femenino.

mem/nvo

https://www.prensa-latina.cu/2024/03/12/advierte-la-unesco-sobre-educacion-de-las-ninas-en-afganistan/

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Afganistán: La educación no puede esperar

Somaya Faruqi, Campeona Mundial de la ECW, reflexiona sobre los dos años transcurridos desde la toma del poder de facto en Afganistán y la prohibición impuesta a la educación de las niñas.

Hace hoy dos años, Somaya Faruqi, entonces una adolescente de 19 años, estaba junto a otras nueve chicas de su equipo de robótica en de Kabul cuando las autoridades de facto tomaron el poder en Afganistán. El equipo había acudido a la capital para participar en una competición de robótica. Nunca imaginaron que aquello marcaría el comienzo de un viaje que las alejaría de su querido país y cambiaría sus vidas para siempre.

Somaya mira fijamente a lo lejos mientras recuerda el momento en el que se dirigían al aeropuerto de Kabul. Junto a ellas había otros miles de personas: hombres armados patrullando las calles, niños perdidos llorando por sus padres, madres buscándoles histéricas por los edificios, cadáveres y heridos por el suelo.

«Las soñadoras afganas», su equipo robótica había aparecido regularmente en las noticias afganas por su trabajo en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y por su participación activa en la sociedad. Pero de un día para otro ya no estaban a salvo en Afganistán. Así que Somaya y los miembros de su equipo tuvieron que huir y ponerse a buen recaudo en Qatar.

Durante dos meses permanecieron en Doha. «Fue un periodo difícil. La mayoría de nosotras nos sentíamos muy deprimidas. Cada vez que empezábamos a hablar de Afganistán, llorábamos. Era difícil hablar de lo que habíamos presenciado en esos últimos días», recuerda Somaya.

El 18 de septiembre, a las pocas semanas de tomar el poder, las autoridades de facto impusieron la prohibición de que las niñas asistieran a la escuela secundaria. A pesar de sus promesas de reabrir la escuela a todas las niñas en unos meses, la prohibición se ha mantenido estrictamente, y se ha ampliado en los últimos dos años.

Lejos de casa

Somaya terminó el 12º curso en Qatar, desde donde solicitó plaza en la universidad y recibió una beca del Fondo Qatarí para el Desarrollo para cursar estudios de ingeniería en Estados Unidos. Desde niña sólo soñaba con ser ingeniera, pero nunca imaginó que tendría que dejar su país para conseguirlo.

«Lo que había soñado de niña comparado con mi realidad de ahora es muy diferente. Estudio lo que siempre quise estudiar, pero nunca imaginé que tendría que huir de mi país para hacerlo. A veces, me siento culpable de poder estudiar cuando mis antiguas compañeras ni siquiera pueden ir a la escuela en Afganistán, y algunas se han visto obligadas a casarse a una edad temprana», explica Somaya.

Hoy, mientras Somaya cursa una carrera de ingeniería en Estados Unidos, no puede creer que haya pasado un segundo año y que a sus amigas de Afganistán se les haya negado su derecho humano inherente a la educación, a aprender y a perseguir sus propios sueños.

La necesidad de seguir apoyando a las mujeres y niñas afganas

Ahora, con 21 años, Somaya afirma que la situación de las niñas en el país es incomprensible. «A las niñas se les ha prohibido el acceso a los espacios públicos: escuelas, gimnasios, parques; no se les permite hacer nada; sólo quedarse en casa. Muchas se han visto obligadas a casarse», afirma, y añade que la situación está afectando enormemente a la salud mental de las niñas. «La depresión es generalizada. La tasa de suicidios de niñas ha aumentado mucho en los últimos dos años. Es trágico».

Somaya insiste en la urgente necesidad de apoyar recursos de salud mental en línea para ayudar a las niñas y mujeres atrapadas en casa a sobrellevar las penurias que sufren y ayudarlas a recuperarse y mantener la esperanza. «La situación es especialmente difícil para las niñas obligadas a casarse. Tiene que haber más esfuerzos y campañas para concienciar y cambiar las normas culturales que empujan a las familias a casar a sus hijas.»

¿Qué la hace seguir adelante en los días más difíciles?

La resistencia de las niñas afganas que viven en una situación imposible pero se aferran a la esperanza de volver a la escuela algún día. Y, las mujeres afganas en las calles arriesgando sus vidas para protestar por sus derechos.

«La valentía de estas niñas de Afganistán me da fuerzas para usar mi propia voz como activista y como Campeona Mundial de la ECW para amplificar sus voces ante el mundo. También me inspira en mis propios estudios de ingeniería porque conozco el valor de la oportunidad de educación que tengo, una que a ellas se les niega de forma inaceptable.»

Nota: Desde septiembre de 2021, la prohibición ha dejado a 1,1 millones de niñas y mujeres jóvenes del país sin acceso a la educación formal. En diciembre de 2022 se prohibió además la educación universitaria para las mujeres.

Para alzar las voces de las niñas de Afganistán a las que se niega el acceso a la educación y al futuro por el que han trabajado y con el que han soñado. La ECW, en colaboración con Somaya Faruqi, lanza el 15 de agosto de 2015 la campaña #AfghanGirlsVoices, que durará un mes y pondrá de relieve sus voces.

Imagen: Somaya Faruqi, Campeona Mundial de la ECW

Fuente: ECW

Más información en UNRIC

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Afganistán: La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU debe estar respaldada por una acción concertada para restituir los derechos a las mujeres y las niñas

En respuesta a la aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución que exige a los talibanes levantar urgentemente las restricciones que vulneran los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán —votada a raíz de la reciente prohibición de que las mujeres afganas trabajen con la ONU en el país— Joyce Bukuru, responsable de trabajo de incidencia de Amnistía Internacional ha manifestado:

“El Consejo de Seguridad ha aprobado la resolución en un contexto de ataque implacable a los derechos humanos de las mujeres y las niñas en Afganistán. Los talibanes tienen la obligación de cumplir la resolución, levantar de inmediato las prohibiciones y restricciones sobre los derechos de las mujeres y las niñas, incluidos los derechos al trabajo y la educación, y poner en libertad a todas las personas que están detenidas por protestar o denunciar las prohibiciones”.

“Aunque se trata de un paso en la dirección correcta, la resolución no abarca la obligación de rendir cuentas de los responsables de la vulneración sistemática de derechos. Tampoco fija las medidas concretas que deben adoptar los miembros del Consejo de Seguridad para apoyar las iniciativas en curso destinadas a restituir los derechos a las mujeres y las niñas en Afganistán y a hacer rendir cuentas a los talibanes, en cuanto autoridades de facto, por sus violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.”

“Afganistán tiene obligaciones en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, pero ninguna de las iniciativas tomadas hasta ahora han detenido los abusos de los talibanes. Esta resolución debe ir acompañada de máxima presión internacional para enviar a los talibanes el mensaje de que los derechos de las mujeres y las niñas no son negociables: son universales e inalienables.’’

Información complementaria

El 5 de abril de 2023, los talibanes anunciaron su decisión de prohibir a las mujeres afganas trabajar con la ONU, ampliando una prohibición anterior de trabajar con ONG. Este anuncio se ha producido en un momento en el que Afganistán atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes.

Amnistía Internacional ha documentado anteriormente cómo los talibanes están devastando las vidas de las mujeres y las niñas de Afganistán con la represión de sus derechos humanos. Desde que tomaron el control del país en agosto de 2021, los talibanes han violado los derechos de las mujeres y las niñas a la educación, al trabajo y a la libre circulación; han diezmado el sistema de protección y apoyo para quienes huyen de la violencia de género en el ámbito familiar; han detenido a mujeres y niñas por infracciones menores de normas discriminatorias, y han contribuido al aumento del número de matrimonios infantiles, precoces y forzados en Afganistán.

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/afganistan-la-resolucion-consejo-seguridad-onu-accion-concertada-restituir-derechos-mujeres-ninas/

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