“Los que dicen que memorizar es un error tendrán que demostrar por qué lo es, no al contrario

España / 25 de marzo de 2018 / Autor: Gema Lendoiro / Fuente: La Razón

Algunas pedagogías modernas sugieren que memorizar no sirve de nada. Suelen ser pedagogías más orientadas a que el alumno sea feliz porque, entienden, que si no lo es no será capaz de aprender. Otros tumban esos argumentos que consideran falaces. Alberto Royo escribió su libro Contra la Nueva Educación, precisamente para dar voz a lo que él considera la base del éxito: el esfuerzo. Memorizar cuesta, por eso a muchos no les gusta pero se hace impensable pensar que alguien pueda tener una cultura amplia si no le dedica tiempo y estudio a las materias. Algo que, sin duda, pasa por memorizar.

-Quienes defienden la inutilidad de la memorización suelen decir que no sirve de nada aprenderse la lista de los Reyes Godos

-Como estudiante, jamás tuve que aprenderme la lista de los reyes godos. Y hace muchísimo tiempo que no se enseña. Por lo tanto, recurrir a la lista de los reyes godos para denostar la memorización, aunque es habitual entre los que se dicen innovadores, tiene poco sentido. Sí recuerdo (y no tengo ningún trauma ni me han quedado secuelas) el alfabeto griego o la tabla periódica, aunque imagino que eso para algunos es perder el tiempo (hasta se cuestiona que haya que aprender el nombre de los ríos). Justificar que memorizar es bueno no debería ser necesario. Deberíamos apelar al principio jurídico delonus probandi, es decir: “lo normal se entiende que está probado, pero lo anormal se ha de probar”. Aplicado a la enseñanza: son aquellos que dicen que memorizar es un error quienes tendrán que demostrar por qué lo es, ya que ni la experiencia ni las evidencias nos indican que sea así. ¿Cómo vamos a leer música sin saber situar las notas en el pentagrama? Pero, ya que me pregunta, le diré que memorizar es bueno en sí mismo, ya solo por el ejercicio intelectual que supone.

-Igual la lista de los Reyes Godos no es muy útil pero muchos que defienden no memorizar dicen que tampoco aporta demasiado saberse las fechas de las guerras mundiales sino lo que pasó en ellas…

-Es imposible comprender un hecho histórico sin conocer datos o circunstancias concretas que uno, inevitablemente, ha de memorizar. Por otra parte, memorizar es, en realidad, fijar algo en la memoria. Y lo que no queda en la memoria es porque no se ha aprendido. No se trata de repetir de forma absurda datos inconexos sino de disponer de un armazón que permita contextualizarlos. Por ejemplo, aprender que Monteverdi nació en 1567,y no aprender nada más, no nos aportará demasiado, pero saberlo nos permitirá apreciar el carácter revolucionario de un compositor nacido en pleno Renacimiento que, sin embargo, no solo colaboró en el establecimiento de la llamada seconda prattica, sino que ha resultado ser tan avanzado, tan auténticamente moderno, como Caravaggio, Cervantes o Galileo. Lo que quiero decir es que hacen falta datos, fechas importantes, hechos históricos y nombres, pues de lo contrario no hay asideros firmes para comprender nada, igual que es imposible reflexionar sobre algo que se desconoce o que se conoce solo de manera superficial. El ejercicio de la memorización no va en detrimento de la reflexión. Al contrario: la primera es indispensable para la segunda. Vaya. Al final, he terminando justificando yo por qué hay que memorizar.

-Memorizar a veces en un rollo. ¿Existen técnicas para que esto sea más agradable?

-Se puede memorizar de muchas formas: repitiendo una y otra vez, buscando reglas nemotécnicas… Da igual, porque a cada uno le funciona una u otra estrategia. A mis alumnos de primer curso les hago memorizar las notas en el pentagrama mediante conjuros de Harry Potter. A algunos les va bien, otros prefieren simplemente repetir hasta tenerlas memorizadas. No tiene mayor importancia porque, en general, el método es menos determinante de lo que se dice.

– Usted es profesor. ¿Sabe distinguir un alumno que memoriza todo del que saca rendimiento real de aquello que se aprende de memoria?

-Sí. Enseguida se nota cuándo alguien ha aprendido algo sin comprenderlo y cuándo está demostrando que la comprensión ha sido óptima. Lo que los profesores debemos pedir es comprensión, memorización y reflexión.

-El sistema educativo ideal es aquel que…

-Aquel en el que todos los alumnos puedan desarrollar al máximo sus capacidades y encuentren aquellos conocimientos que la mayoría no podrán encontrar fuera. Un sistema que entienda que a través del saber y la cultura aprendemos a ser críticos, creativos y abiertos, que sirva para abrir horizontes a nuestros alumnos y para reforzar una serie de hábitos y valores que les serán muy beneficiosos. Que pueda ser una herramienta de mejora social.

Fuente de la Entrevista:

https://www.larazon.es/familia/los-que-dicen-que-memorizar-es-un-error-tendran-que-demostrar-por-que-lo-es-no-al-contrario-AD17639238

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El MIR docente y la pedagogía

España / 11 de marzo de 2018 / Autor: Alberto Royo / Fuente: El Blog de Enseñanza UGT CEUTA

Hay batallas que uno debe librar. Eludir la confrontación cuando está en riesgo algo tan sustancial como el futuro de nuestra sociedad, inevitablemente relacionado con la deriva de nuestra educación, supone una claudicación inaceptable. ¿Y cuál es enemigo? El enemigo es el pedagogismo, que se manifiesta por medio de la imposición de una Metodología Única, como el anillo de Sauron, y que culminará el largo proceso de devaluación de la figura del profesor y, por extensión, de la enseñanza, tal y como algunos todavía la entendemos, esa devaluación que se refleja en el sometimiento a las modas educativas y a la Santa Innovación (la innovación: un clásico de todos los tiempos), pese a que la educación debería estar al margen de tendencias, ser impermeable (¿insobornable?) a los planes de gurús, iluminados y aprovechados, y estar sólidamente anclada en la evidencia y en la experiencia.

Últimamente, está en el candelabro el llamado MIR docente. El PP, posado o robado, se muestra orgulloso de la criatura. Ciudadanos reclama la paternidad e insiste en que músicos, matemáticos o filólogos «se formen en Pedagogía». El PSOE pone algún pero a las siglas, aunque fue Rubalcaba el que habló de MIR por primera vez. Y Podemos… Bueno, Podemos habla de los recortes, como si un mal sistema pudiera convertirse en bueno solo con dinero.

Dice el principio de Hanlon que no hay que atribuir a la maldad lo que pueda ser explicado por la estupidez. Pero no olvidemos los intereses económicos que se esconden tras determinados planteamientos (It’s strictly business, decía Al Pacino en El Padrino), ni descartemos el propósito de idiotizar a la sociedad (nadie hay más manipulable que un ignorante). Sea como fuere, y se deba a torpeza, avaricia o perversidad, la imagen deformada y falaz que se difunde de la educación actual y de los profesores sirve de subterfugio para intentar transformarla en una especie de institución terapéutico-emprendedora cuyo fin ya no sería salvaguardar y transmitir los distintos saberes sino tener recogidos a los muchachos, en un estado de comodidad tontorrona, en una suerte de hibernación new-age, porque, como dirían Faemino y Cansado «mejor se está aquí que delinquiendo».

Asegurar que la enseñanza es «excesivamente memorística» lleva a sugerir que se elimine la memorización (¿Puede decirse que algo se ha aprendido si no ha sido fijado en la memoria?). Juzgar que los exámenes son «discriminatorios» (lo son, desde luego; lo importante es que discriminen con justicia) o que las tareas escolares «roban la infancia a los niños» (las horas viendo la tele o jugando con dispositivos electrónicos, se conoce que sí son provechosas), propicia que se demande la supresión de unos y de otras. Hasta se nos pide a los profesores que dispensemos felicidad a nuestros alumnos, como pastillas de soma (lo cual es una estupidez, primero porque si yo enseño felicidad no puedo enseñar música; segundo, porque aprender es enriquecedor a medio o largo plazo, pero no siempre nos procura placer inmediato; tercero, porque les aseguro que a mí la música me ha dado muchos momentos de felicidad), y que condicionemos los contenidos a sus motivaciones, cuando nuestra responsabilidad no es adaptarnos a ellos sino educarles según nuestro criterio y visión experimentada, abrirles puertas en lugar de cerrárselas.

Volvamos al MIR docente, estandarte del próximo pacto educativo. ¿Se pueden resolver los problemas que el pedagogismo ha creado (el énfasis en los procedimientos en detrimento de los contenidos; el igualitarismo a la baja; un modelo fraudulento de atención a la diversidad que no se ofrece a quien lo merece sino a quien prefiere optar por el atajo…) con más pedagogismo? En ese MIR, no esperen formación en la especialidad (como en el MIR médico) sino más adoctrinamiento en pedagogías ortodoxas.

Se pretende, al mismo tiempo que se critica la supuesta homenegeneización de la escuela, imponer un modelo único de educación, una Pedagogía para gobernarlos a todos, atentando contra la libertad docente del profesor. Porque enseñar no es algo tan simple ni tan pobre como los adalides de la modernidad quieren hacer creer. La actividad que un buen docente realiza no se limita a una sola estrategia sino que requiere de una metodología variada, flexible (y muy personal) que le permita adaptarse a cada situación. ¿Y saben qué es lo esencial? Que domine profundamente su materia. Esto que acabo de decir, que a muchos escandalizará, está respaldado por la evidencia, pero sobre todo lo confirma la experiencia del día a día en el aula. Cuanto más enseñas, más te das cuenta de la importancia de estar muy por encima del nivel que impartes porque, cuanto más sabes sobre aquello que has de transmitir, más opciones, enfoques y perspectivas distintas se te aparecen, mayor es tu capacidad didáctica y más persuasiva y convincente tu manera de explicar la asignatura.

Pero no es esto lo que se lleva, no. Hoy, hay que entretener. Asombrar. Epatar. Estamos en la era del espectáculo, de O.T., de los profesores mediáticos que se suben a las mesas para que sus alumnos les aplaudan al grito de «Oh, Capitán, mi Capitán», de los premios y los congresos y los concursos y las aclamaciones y los retuits, cuando no hay labor menos mediática que la docente. Ante quienes nos acusan de no estar bien formados y nos reclaman que seamos divertidos y «grandes comunicadores», yo reivindico normalidad, naturalidad, discreción, rigor y seriedad, y les digo que solo formando personas cultas podremos aspirar a una sociedad de auténticos ciudadanos.

Fuente del Artículo:

http://www.elblogdeenseñanzaugtceuta.com/2018/03/el-mir-docente-y-la-pedagogia.html

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