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Los transgénicos retroceden en Europa y Latinoamérica, pero avanzan en Africa

Por Miguel Jara

La semana pasada se produjo el lanzamiento de un nuevo estudio sobre la comercialización de transgénicos a escala mundial patrocinado por la industria. Al mismo tiempo conocimos un nuevo informe de Amigos de la Tierra Internacional que revela que los cultivos transgénicos en Europa siguen cayendo en picado, al tiempo que aumentan el número de países que los prohíben.

El informe “¿Quién se beneficia de los cultivos transgénicos” demuestra que apenas el 0,06% de los campos europeos se cultivan con transgénicos, un descenso del 23% desde 2008. Siete estados miembro de la Unión Europea prohíben el cultivo del maíz transgénico de Monsanto por las cada vez mayores evidencias sobre sus impactos ambientales y socioeconómicos, así como sobre sus incertidumbres en la salud. Tres países han prohibido el cultivo de la patata transgénica de BASF por precauciones sanitarias inmediatamente después de ser aprobado su cultivo en la primavera de 2010, y cinco miembros más han llevado a la Comisión Europea ante los tribunales por su autorización. La oposición pública a los alimentos y cultivos transgénicos se ha incrementado hasta el 61%.

Incluso los países que más han apostado por los cultivos transgénicos en América Latina se han visto forzados a tomar pasos para mitigar sus impactos negativos sobre la agricultura, la ciudadanía y el medio ambiente. El Gobierno brasileño ha lanzado un programa de soja libre de transgénicos para facilitar a los agricultores el acceso a semillas de soja no modificadas genéticamente; en Argentina, nuevas evidencias científicas muestran los graves impactos sobre la salud del herbicida Glifosato, utilizado en la inmensa mayoría de los cultivos transgénicos del mundo, lo que ha conducido a la prohibición de la fumigación cerca de los núcleos de población, y en Uruguay, cada vez son más las administraciones locales que se declaran libres de transgénicos.

El informe de Amigos de la Tierra demuestra a su vez que:

-Una nueva generación de cultivos transgénicos diseñados para promover el uso de peligrosos pesticidas como Dicamba y el 2-4 D están listos para su liberación en EE.UU. Las multinacionales biotecnológicas los están promoviendo como la solución al fracaso de los transgénicos actuales para controlar las malas hierbas y reducir el uso de pesticidas.

-La industria de los transgénicos, con el apoyo del Gobierno de EE.UU., buscan nuevos mercados en África en un intento de subir su cuota de negocio. La Fundación Gates, que invierte miles de millones de dólares en proyectos agrícolas en África ha comprado acciones de Monsanto, manifestando su interés directo en maximizar los beneficios de la industria de los transgénicos y no en proteger los intereses del pequeño campesinado africano.

Así que por una parte las buenas noticias, y esperemos que no sea tarde, de que en Europa van prohibiéndose estos cultivos nocivos. Que América Latina comienza a despertar del mito transgénico. Y por otra que estas compañías siguen utilizando la excusa del hambre para trasladarse en este caso a África; lo que no queremos por aquí lo venden en países con menores regulaciones, con gobiernos ansiosos de nuevas inversiones (a cualquier precio) y con poblaciones menos informadas de la que se les viene encima.

Las alternativas pasan por informarse bien sobre qué productos de la cesta de compra contiene trasngénicos pues en Europa es obligatorio etiquetarlos. Pero sobre todo por pasarnos de la comida convencional (muchos alimentos, con la ley en la mano, no tienen que ser etiquetados aunque contengan trazas de transgénicos) a la ecológica, que está certificada por organismos de control. Es necesario crear cooperativas de consumo ecológico, expandir iniciativas como por ejemplo la de EnterBio (de la que ya hemos escrito en estas páginas), apoyar (apoyarnos) en el sector ecológico. Cuanto más crezca este más ganaremos en salud y en cuidado de la tierra pues la especulación con los alimentos nos pasa factura. www.ecoportal.net

Fuente: http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Los_transgenicos_retroceden_en_Europa_y_Latinoamerica_pero_avanzan_en_Africa

Foto: http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar/18503859/Tu-y-yo-ya-los-comemos-Que-son-los-transgenicos.html

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Te presentamos el trailer de ‘Consumed’, una película sobre los transgénicos en tu mesa

www.ecoportal.net

“Zoe Lister-Jones y Daryl Wein hablaron de su nueva película titulada “Consumed”, que trata sobre la actual controversia sobre los alimentos genéticamente modificados, pero lo hace de una manera muy diferente a otros proyectos orientados a crear conciencia social y por ello sus protagonistas lo describen como un thriller político, no un documental.”

Un film para reflexionar. La película “Consumed” fue presentada durante el “Festival de Cine de Los Ángeles”. Zoe, su protagonista comentó que: “la mayoría de las personas no conoce la naturaleza de lo que come ni de lo que elige para alimentar a sus hijos. Lo mejor que podemos esperar es que la gente tras ver el film, se fije en esta historia y se haga preguntas realmente importantes sobre lo que está pasando en este momento con lo que nos llevamos a la boca.

Wein dirigió la película en la que su esposa Zoe Lister-Jones encarna el rol protagónico de Sophie, ambos trabajaron juntos en el guion y Zoe también es productora del film en el que participaron Danny Glover, Victor Garber, Anthony Edwards, Kunnal Nayyar y Taylor Kinney.

¿Ciencia ficción o realidad? Sophie es una madre dispuesta a todo con tal de encontrar la cura al misterioso mal que aqueja a su hijo, cuando éste comienza a padecer síntomas de una enfermedad muy extraña (erupciones y vómitos). Pronto sospecha que lo que afecta a su pequeño podría estar relacionado con los alimentos modificados genéticamente.

Cuando empieza a investigar las posibles causas de la enfermedad del niño, descubre con alarma que los alimentos genéticamente modificados se encuentran en las góndolas de todos lossupermercados y en las más diversas opciones.

A partir de ahí, Sophie se embarca en una búsqueda desesperada para ayudar a su hijo, mientras va sumergiéndose lentamente en el mundo de los OMG con sus problemas de seguridad, la dominación corporativa y los múltiples cuestionamientos científicos y de ética, tanto que Sophie se plantea seriamente cuál es el nivel de seguridad de los alimentos que consumen cada día sus compatriotas.

Mientras busca respuestas, Sophie se encuentra con que es la industria de los alimentos quien financia las investigaciones que se realizan sobre los OMG, por lo que es entendible que en las conclusiones finales de esos estudios no aparezca ningún efecto nocivo.

Los omnipresentes OMG “Existe la idea de que los OMG o sea los alimentos modificados genéticamente pueden salvar al mundo, que creo que es una gran idea en teoría y que podría ser una noble empresa, ya que creemos en la ciencia de todo corazón”, argumentó Wein.

Y agregó que: “la verdad del asunto es que la mayoría de los alimentos modificados genéticamente que se están cultivando como el maíz y la soja, en realidad se usan sobre todo para los biocombustibles y la alimentación del ganado, por lo que no resulta creíble que con ello se estén beneficiando las personas, en cambio sí pueden resultar dañinos si se los ingiere”.

Ha habido muchos documentales sobre los riesgos de los alimentos transgénicos como El futuro de los alimentos, OMG, El mundo según Monsanto y Ruleta Genética, por nombrar unos pocos. Pero el complejo y oscuro mundo de los transgénicos no había sido objeto de una película de ficción, hasta ahora.

El director del film Daryl Wein manifestó que estaba seguro que este había sido el momento propicio para una película de ficción sobre los OMG; “porque nadie había hecho una”, dijo. “Nos pareció que era importante que se informara y se les abriera los ojos a las personas acerca de la historia de los OMG y de los riesgos de los transgénicos y la idea es que desde el punto de vista de una película, los datos y la realidad sea un poco más entendibles, sin tecnicismos ni juegos de palabras.”

Una visión global y realista “Al principio, no sabíamos muy bien por dónde iría la historia, pero a medida que comenzamos a investigar, nos dimos cuenta de que había algunos indicadores muy claros”, explicó Wein. “Queríamos darle cabida a los personajes del mundo real, como los agricultores, los científicos, las empresas de biotecnología y las personas que comen alimentos procesados.”

Varios actores famosos juegan un papel clave en la película. Danny Glover es un agricultor de cultivos orgánicos al que amenaza Clonestra, una multinacional biotecnológica. Victor Garber interpreta al CEO de la empresa Clonestra. Griffin Dunne es un científico retirado que se dedica a denunciar irregularidades y Taylor Kinney es un empleado que trabaja en Clonestra y que tras conocer a Sophie comienza a dudar de su empresa y sus objetivos.

La película logra cubrir muchas de las controversias en torno a los transgénicos, incluyendo la avaricia corporativa y el control sobre las semillas, las amenazas a las granjas orgánicas, la falta de transparencia y la intimidación a los científicos que cuestionan ésa tecnología.

Wein dice que su objetivo era informar, a la vez que entretener. «Queremos abrir los ojos a lo que sucede con los alimentos transgénicos e inducir a la gente a que se preocupe y se informe en torno al tema de la comida”, comentó.

Consumed” ya está disponible en video en varias plataformas, como Amazon  e iTunes, así como a través de la web de la película y su objetivo principal es cambiar la forma en la que la gente común ve la alimentación en general y los OMG en particular.

Ecoportal.net

 

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Transgénicos: el ocaso de un imperio

26 mayo 2016/ Autor: Eco Portal

La bola de nieve que nunca parecía detenerse y que venía a arrasar con todo, paulatinamente se está frenando, o al menos esos son los primeros indicios de que el modelo basado en transgénicos está en un franco descenso.

Esto lo certificó un informe de una ONG denominada ISAA (International Service for the Acquisition of Agribiotech applications), a pesar de ser una organización con una tendencia a favor de la biotecnología.

Desde que comenzaron los cultivos transgénicos -hace 20 años- siempre tuvieron un crecimiento sostenido, excepto en 2015 que –según ISAA- retrocedió en un 1%. Esta cifra no parece significativa, sin embargo considerando que en los últimos años en el mundo este tipo de cultivos alcanzó las 2.000 millares de hectáreas, sí lo es.

Todo parece indicar que el apogeo de estos paquetes biotecnológicos se terminó y que la resistencia de millones de personas está teniendo efecto…

Según ISAA, esta reducción “marginal” es coyuntural y se explicaría por el hundimiento de ciertas materias primas agrícolas como el maíz (-4% en superficies) o el algodón (-5%). También esta disminución “es susceptible de invertirse cuando el nivel de los precios se invierta”.

En Estados Unidos, líder con el 39% del total mundial, las superficies de cultivos manipulados genéticamente o transgénicos (OMG)  retrocedieron en 2,2 millones de hectáreas, mientras que en Canadá, quinto productor mundial, también se redujeron en 0,6 millones de hectáreas, según indicó el informe.

La disminución más fuerte fue en el territorio sudafricano, en este caso en un 23% debido a las severas sequías.

Sin ir más lejos, en la provincia de Santa Fe (Argentina) se perdieron millones de hectáreas de soja a causa de las recientes inundaciones. Aunque nadie desea que el agua sea una amenaza en vez de un recurso esencial, en este caso la Madre Tierra se hizo escuchar.

Por otro lado, el país de Burkina Faso, único de África occidental convertido a la agricultura biotecnológica desde los años 2000, renunció totalmente al algodón transgénico, evocando su falta de rentabilidad.

Otro de los motivos por el que las grandes trasnacionales como Monsanto están retrocediendo sus inversiones en los países en desarrollo es la “reglamentación costosa, lo que sigue siendo el principal impedimento para su adopción, según indico el informe.

También, por supuesto, aunque el informe no lo mencionó está la resistencia de los ciudadanos comunes que se niegan a la implementación de las plantas, como el caso de Malvinas Argentinas, provincia de Córdoba, en donde durante más de dos años los asambleístas sostuvieron un bloqueo en la planta de Monsanto de dicha localidad en rechazo a la habilitación de la misma.

No obstante la resistencia, hay cinco países en desarrollo –Brasil, Argentina, India, China y Sudáfrica en donde se cultivan casi la mitad (48%) de los OGM del mundo.

Patentamiento de las semillas: otra pulseada pérdida.

Quizás no lo vio en los principales medios de comunicación pero la trasnacional Monsanto no podrá patentar semillas en Argentina –como era su pretensión- porque no son una invención de la multinacional, sino de la naturaleza.

Un fallo inédito de de la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal –con fecha 26 de noviembre de 2015- detiene la intención de Monsanto de cobrar canon extra por sus “desarrollos” transgénicos.

“La molécula de ADN recombinante y las células modificadas no constituyen una invención (de Monsanto) porque son materia viva y preexistente en la naturaleza [..]”.

“La molécula de ADN recombinante y las células modificadas no constituyen una invención (de Monsanto) porque son materia viva y preexistente en la naturaleza. Ese material genético tiene la aptitud de generar una planta completa y los países tienen la facultad de declarar no patentables a las plantas”, sentenció el dictamen firmado por los jueces Guillermo Alberto Antelo y Ricardo Gustavo Recondo.

 “Es discutible que pueda patentar todo el material por el sólo hecho de haberlo modificado; como indiscutible que el autor de una obra literaria no deviene en propietario del lenguaje empleado en ella por haberla registrado”, fundamentó la sentencia en su rechazo a Monsanto.

Aunque la decisión final depende de la Corte Suprema de Justicia, sin duda es un duro golpe contra las empresas biotecnológicas que pretenden patentar las semillas, cual fuera una invención suya.

Monsanto obtiene dinero cada vez que vende una semilla. Pero, al intentar patentar, también quiere cobrar sobre el grano producido (sobre las cosechas) y cada vez que el mismo se utilice como semilla mientras dure la patente, lo cual está prohibido por la legislación argentina.

Por tal motivo la trasnacional solicitó declarar “inconstitucional” el artículo 6 de la Ley de Patentes (decreto 260/96): “No se considerarán invenciones toda clase de materia viva y sustancias preexistentes en la naturaleza”.

Afortunadamente, la sentencia judicial rechazó el pedido de la empresa y confirmó la validez de la normativa.

¿Por qué se producen «alimentos» transgénicos?.

Según sus defensores, esta tecnología tiene como fin aumentar el rendimiento de cultivos, ayudar a resolver el problema del hambre y mejorar la rentabilidad. Sin embargo, hay estudios que demuestran que los transgénicos no rinden más que los cultivos naturales y a su vez tampoco se utilizan principalmente como alimentos sino que se exportan a otros países para engordar ganado o elaborar biocombustibles. Además, introducen contaminantes al medio ambiente y nuevos riesgos  para el hombre, los cuales se siguen sumando.

El interés y razón de ser de cualquier compañía es obtener ganancias, considerando el lugar donde esta se desempeña, la sociedad y el medio ambiente. Sin embargo, estas corporaciones pretenden obtener ingresos por las patentes sobre los transgénicos y a la vez ejercer un control sobre el sistema agro-alimentario mundial para controlar el insumo fundamental: las semillas.

En Argentina la mayor parte de la superficie agrícola depende -en alguna medida- de los transgénicos y los agroquímicos. Sin embargo, decenas de asambleas ambientales surgieron a lo largo del país para tomar conciencia y resistir a este modelo productivo.

Fuente:

http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Transgenicos/Transgenicos-el-ocaso-de-un-imperio

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Monsanto no sólo contamina sino también censura en universidades

Por: Emilio Marín

Se sabía que la multinacional estadounidense está acusada de contaminar en varias partes del mundo. En cambio no era tan conocido que también censura a docentes e investigadores universitarios, de universidades públicas y también privadas.

La mayor semillera mundial, Monsanto, tiene una bien ganada pésima fama internacional, que viene de su producción del defoliante “agente naranja” usado a mansalva en Vietnam, hasta la contaminación ambiental y enfermedades cancerígenas provocadas por el uso del glifosato y el paquete de semillas genéticamente modificadas como la soja transgénica.

La firma basada en Saint Louis, estado de Missouri, no se duerme en los laureles de esa dudosa fama sino que la alimenta en la Argentina. Ya tenía un capítulo abierto por el proyecto de instalación de una planta de semillas de maíz en Malvinas Argentinas, Córdoba, frenada desde 2014 por la resistencia de la población y fallos de la justicia provincial. En vez de meter violín en bolsa, al aguardo de tiempos mejores, la multinacional sumó motivos para el repudio social.

En abril pasado una carta de profesores de la Universidad Católica de Córdoba, universidad de los jesuitas, como reza su logo, denunció que esa casa de estudios había censurado el artículo “Monsanto en Malvinas Argentinas, los contrapuntos en el caso”. Los autores del trabajo, del Comité de Bioética de la UCC, cuestionaban el proyecto empresario por implicar un peligro para la vida y el ambiente.

¿Qué hizo el rector, superior jesuita, Alfonso Gómez? Censuró la publicación y quitó el artículo de la web. Y, en simultáneo, sancionó con el retiro del Comité de Bioética a Mónica Heinzmann, su titular.

Una veintena de profesores de facultades de la UCC difundieron por las redes sociales una nota al rector Gómez, cuestionando su proceder. Consideraron que había actuado por orden y cuenta de Monsanto: “el modo en que se resolvió la cuestión hace pensar en la existencia de poderosos intereses, de esos que no consideran necesario el debate, ya que basta la fuerza del capital para demostrar la contundencia de sus derechos”. Si el rector consideraba injustas las críticas del Comité de Bioética sobre los daños a la salud humana y el ambiente provocados por los agroquímicos, en tal caso podría haber incluido puntos de vista diferentes, pero no censurar lo de Heinzmann y otros especialistas.

Cuando se ingresa al portal de la UCC para averiguar del Centro de Bioética se encuentra que fue fundado en 2001 y su director honorario es Armando Andruet (h), ex integrante del Tribunal Superior de Justicia de la provincia de Córdoba. Entre otras alabanzas, se lo sindica como el único Comité de Bioética del país y que a diferencia de otros similares de origen anglosajón, con centro en ciencias y laboratorios, el de la UCC contendría la preocupación por el medioambiente, lo social, los derechos humanos, etc.

La página oficial se vanagloria: “el Centro de Bioética de la UCC hoy pretende asumir esta realidad (social) nutriendo su reflexión con los aportes de la tradición cristiana que involucra una gran multiplicidad y riqueza de perspectivas, el respeto a la libre conciencia de los seres humanos”.

Se nota que Monsanto no respetó esa libre conciencia…Es tan depredador que incluso tuvo denuncias de la Sociedad Rural, CRA y FAA por su intento de cobrar regalías en puerto.

En Universidad
Las andanzas de la multinacional eran conocidas en la Universidad Nacional de Córdoba. El 8 de agosto de 2014, día del Ingeniero Agrónomo, el decano de Agronomía de la UNC, Marcelo Conrero, firmó un convenio por tres años con Monsanto. Fue en medio de un asado y muchos festejos; muchos de los asistentes dijeron no haberse dado cuenta que en medio de tanto barullo se suscribiera tal compromiso. El asado fue co-organizado por Agroverdad, el programa de Canal 12 (La Voz del Interior-Clarín).

Según el mismo, la facultad haría auditorías y cursos con Monsanto, cuando su planta estuviera en funcionamiento. Esa parte de la alianza había comenzado el mes anterior con el auspicio a una charla con el periodista británico Mark Lynas, según el cual no hay ningún riesgo con el glifosato ni el Round Up. La semilla Intacta RR es una maravilla, igual que destinar 18 millones de hectáreas a ese cultivo. Lynas, un ambientalista arrepentido, disertó para los capitales sojeros de Maizar y en la UNC.

Agronomía colaboraría con la semillera en el nuevo informe de impacto ambiental para justificar su planta. Sería rueda de auxilio de la multinacional, luego que comenzara un tiempo judicial y político adverso para esa polémica iniciativa. Es que la secretaría de Medio Ambiente de Córdoba -que antes había dado luz verde- le bajó el pulgar al informe empresario, cuestionando que no resolvía cómo eliminar los desechos pasibles de contaminación.

En ese arreglo con Monsanto, el decano contó con su secretario general, Jorge Omar Dutto. Casualmente había sido el redactor del primer informe de impacto ambiental, favorable a la empresa y rechazado por el gobierno provincial.

El pacto no pudo pasar el filtro del Consejo Superior de la Universidad, donde fue rechazado en setiembre de 2014. En 2012 la casa de estudios ya se había opuesto al establecimiento de la semillera en esa localidad cordobesa. La votación fue elocuente: 28 votos en contra del convenio y 6 abstenciones. El decano pro soja, ex militante de Franja Morada, debió anular lo firmado por su facultad.

La universidad del entonces rector Francisco Tamarit y vicerrectora Silvia Barei, estaba siendo coherente con lo planteado dos años antes. Y no fueron los únicos, pues el 7 de marzo de 2013, el Comité de Bioética de la Universidad Católica, con las firmas de Mónica Heinzmann, Diego Fonti, Juan Carlos Stauber y José Alessio, se había pronunciado contra Monsanto. Había apremiado a las autoridades con responsabilidades políticas a que “se respeten los derechos humanos, la legislación y la resistencia social”.

Esos tiempos progresistas en la Universidad ya pasaron. Fue ungido rector el conservador Hugo Juri, ex ministro de Educación de Fernando de la Rúa. Y con él subieron varios peldaños Conrero y Dutto. El primero fue promovido a la secretaría de Gestión Institucional de la UNC y el segundo a Pro secretario General. Los amigos de lo transgénico recuperaron poder, en tanto Tamarit y Barei perdieron sus posiciones.

Quien no cedió ministerio fue Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología que continuó allí con Mauricio Macri. Es un defensor acérrimo del paquete Monsanto y la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid). En el reportaje dado a Nora Veiras, en Página/12 del 3 de mayo, aseguró que “se comprobó que no hay relación entre el glifosato y cáncer”. Él y el flamante secretario de Medio Ambiente, el rabino Sergio Bergman, son del team de Missouri.

¿Qué dirá el Santo Padre?
Las censuras de la multinacional contra quienes objetan sus productos y procedimientos peligrosos para el ambiente y la salud van en oleadas contra círculos universitarios. A los casos ya comentados se debe recordar la discriminación y persecución sufridas en el Conicet, durante la gestión Barañao, del doctor Andrés Carrasco, ya fallecido, un pionero en las denuncias contra los efectos cancerígenos del glifosato.

Y más acá en el tiempo, en marzo de 2016, la Red de Salud y Ambiente “Médicos de pueblos fumigados” denunció presiones de la multinacional ante la difusión de su informe sobre los agrotóxicos. Monsanto les envió cartas documento intimando a suprimir esa difusión bajo amenaza de acciones legales y juicios.

La organización amenazada expresó que “el modus operandi nos habla de una preocupante limitación a la libertad científica, lo cual merece el rechazo de quienes vemos en la ciencia y los profesionales de la salud la seria responsabilidad de investigar los efectos que estas empresas tienen sobre el desarrollo de nuestras comunidades”.

La entidad había difundido en marzo de 2015, un informe sobre el impacto del cáncer en una localidad cordobesa. Medardo Ávila Vázquez, integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados le declaró a Télam: “los resultados preliminares fueron alarmantes: la población de Monte Maíz tiene cinco veces más casos de cáncer que los estimados en la OMS, un 25 por ciento más de problemas respiratorios tipo asma y casi cinco veces más de abortos espontáneos”.

Estos elementos pueden haber sido tenidos en cuenta por el Papa Francisco en enero de 2016 cuando dirigió un mail a la concejal Vanesa Sartori, de “Malvinas Despierta”, alentando la causa ambiental de quienes resistían a la multinacional. El Papa venía de propagandizar la defensa de la ecología con su encíclica Laudato Sí, de mayo de 2015.

De todas maneras el “flor de tipo el porteño que está en el Vaticano” (diría anteayer Pepe Mujica, de visita en Córdoba) tendría que involucrarse más en esta polémica. Es que la censura y sanciones contra el Centro de Bioética de la Universidad Católica, por cuenta de Monsanto, ameritan su toma de posición. El rector que tomó esas decisiones tan negativas viene de ser el Provincial de los Jesuitas que incluye Argentina y Uruguay, o sea ocupó el mismo cargo que Jorge Bergoglio entre 1973 y 1979.

¿Qué dirá el santo Padre, que vive en Roma? Monsanto está degollando a sus palomas…

Ecoportal.net

La arena

 

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Las negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre Europa y Estados Unidos

www.greenpeace.org

Greenpeace arrojó ayer luz sobre uno de los asuntos más oscuros y que podrían afectar a las vidas de millones de ciudadanos: las negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre Europa y Estados Unidos.

Desde las instituciones europeas nos han tratado de convencer de que el TTIP iba a ser beneficioso para todos ya que mejorará el comercio entre Europa y Estados Unidos. Pero con la filtración de las negociaciones del TTIPleaks se ha destapado lo que millones de ciudadanos europeos temían y muchas organizaciones denunciábamos: con este nuevo tratado se van a anteponer los beneficios empresariales a los intereses de la ciudadanía a costa de rebajar los estándares que protegen nuestra salud y nuestro medio ambiente. Lo mismo que con el CETA, un acuerdo similar con Canadá que además podría aprobarse este año.

Entre otros retrocesos, se consagran los beneficios económicos por encima de la salud y el medio ambiente; se igualan a la baja los estándares con Estados Unidos, lo que permitiría la introducción de alimentos transgénicos o carne hormonada; se cede poder a las grandes corporaciones; se renuncia al “principio de precaución” y se pasa a un enfoque “basado en el riesgo” que limita la capacidad de los estados de tomar medidas preventivas, por ejemplo, en relación con la toxicidad de sustancias químicas como los disruptores endocrinos. Tampoco parece posible que se puedan cumplir los compromisos de reducción de CO2 de la Cumbre del Clima de París.

Secretismo, privilegios y mentiras

Mientras que la sociedad civil no ha tenido acceso a las negociaciones, los documentos muestran cómo a la industria sí se le ha consultado y ha tenido un papel privilegiado en el proceso de toma de decisiones. En varios capítulos, los documentos filtrados indican que la UE es altamente permeable a la influencia de los intereses de los poderes económicos e industriales.

Las revelaciones sobre cómo se negocia el TTIP muestran que nos han mentido. Nos ha mentido Cecilia Malmström, Comisaria de Comercio en la Comisión Europea, cuando afirmaba que este acuerdo no iba a suponer una rebaja de los estándares ambientales en la UE. Nos ha mentido Ignacio García Bercero, el Jefe de la delegación de la Unión Europea en las negociaciones del TTIP, cuando quería tranquilizarnos con frases del tipo  “En el TTIP no aceptaremos nada que perjudique a los ciudadanos europeos”. Nos ha mentido el gobierno español y la CEOE cuando nos ha querido vender que este acuerdo es bueno para la ciudadanía.

Ahora, a raíz de las revelaciones, el secretario de Estado francés de Comercio Exterior ya ha dicho que las negociaciones deberían parar. También lo han dicho más de 3 millones de europeos que firmaron una petición para decir NO al TTIP. Este es el momento para acabar con el TTIP. Ayúdanos a presionar a los partidos políticos españoles que se posicionen en contra de estos tratados y lograr su paralización en Europa. Que sepan que no queremos el TTIP. Si logramos suficiente presión, todavía podemos parar el TTIP.

Actúa!

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Documental Sunú: una charla con Teresa Camou Guerrero

Pablo Martínez Zárate / Letras libres/ Mayo 4, 2016

Teresa Camou regresó a la Sierra Tarahumara en sus veinte, un par de zancos al hombro y pedazos de cartón reciclado bajo el brazo. Había dejado su natal Chihuahua un par de años antes para realizar sus estudios universitarios al norte de la frontera, enfocados en artes escénicas y la creación de títeres a gran escala. El cabello raso, un arete colgando de la nariz, Teresa visitaba a México con el deseo de practicar el teatro como un vehículo de transformación social.

Cada invierno Teresa dejaba su universidad en Vermont para llevar a cabo temporadas de teatro indígena junto con jóvenes rarámuris. La inspiración, además de la escuela campesina de su madre (activista y educadora popular en la región), provino de varios años de participación con la compañía Bread and Puppet Theatre, de Peter Schumann. “Ahí se me abre la posibilidad,” recuerda la hoy documentalista, “de que tú puedes hacer arte de muy buena calidad con un tema social.”

El trabajo de Teresa en la sierra duró doce años, durante los cuales montó innumerables funciones itinerantes por poblados de la zona. La iniciativa se apagó por la ola de violencia que asoló el estado y también por la falta de recursos. Además, Teresa llegó a un punto en su vida donde sintió que el teatro “le quedaba chico” para contar la historia de estos jóvenes tarahumaras, quienes veían frustrados sus sueños de cultivar el maíz.

“Cuando les preguntaba sobre su futuro, todos me decían: ‘Teresa, nos vemos sembrando maíz, nos vemos trabajando la milpa, casados, con una casita, con animales. No queremos violencia, no queremos camionetas, no queremos celulares. Queremos vivir en paz como indígenas, sembrando nuestro maíz.’ Esto fue hace 7 años”, recuerda Camou. Mientras tanto hoy, dice, la gran mayoría de los jóvenes con quienes participó en el teatro “no tienen lo que querían: ni tierra, ni maíz, ni animales. Viven en mucha violencia.”

¿Qué mejor medio, se preguntó Teresa, en un mundo como el nuestro, que el cine? ¿Acaso no es el soporte ideal para llevar esta historia a un gran número de personas para quienes de lo contrario estas narraciones serían inaccesibles? El proceso fue largo: 5 años, 8 estados, 22 comunidades, 250 horas de material filmado. El resultado fue una película de hora veinte minutos que advierte sobre una potencial crisis alimentaria en México.

La directora quiso integrar múltiples visiones en la historia: familias indígenas, campesinos de temporada y empresarios agrícolas, cuyas voces puso a dialogar con la versión del gobierno. “El amor y la pasión por la semilla se da en todos niveles”, afirma Camou, “se sienten solos todos, solos porque no ven una relación con la ciudad. Nosotros en la ciudad ya no nos preguntamos quién nos alimenta.” Esa pregunta sobre el origen de lo que comemos, según ella, es lo que puede conectar a los habitantes de la ciudad con la urgencia de proteger e impulsar al campo en México.

Uno de los principales retos que identificó Teresa es la falta de información, tanto en el campo como en la ciudad, sobre temas relacionados con el maíz. Estos temas son, afirma, de relevancia para todos: el origen de las semillas transgénicas e híbridas, los intereses transnacionales detrás de su importación, los riesgos para la salud y la pérdida de la identidad en las comunidades. Los rasgos culturales asociados al maíz germinan, a lo largo de los 80 minutos deSunú, como un recordatorio de que en este país el cultivo del maíz va de la mano de la historia milenaria de los pueblos indígenas. Por lo tanto, proteger el maíz equivale a defender un rasgo distintivo de las culturas mexicanas.

“Cuando a los que participaron en el documental les platicaba de las otras personas que había filmado, se morían de ganas de ver las tomas, ver cómo los otros trabajan la tierra”, comparte Teresa para concluir que lo propio de México, reflejado en el campo y sus productos como en tantas otras manifestaciones, es la diversidad. “En cada estado hay una semilla distinta de maíz, en cada estado hay una forma distinta de trabajar la tierra y un plato de maíz distinto.” Lo anterior debe orientar la discusión, según la realizadora, no nada más a la protección de la salud al generar información sobre los transgénicos, sino también por medio de la defensa de esta riqueza natural y cultural.

Sunú confirma que el soporte documental es un transporte de historia local, un medio que le brinda al espectador la oportunidad de recorrer distintas regiones de México y conocer la actualidad de esta semilla, protagonista de nuestras tradiciones. “El campo en México está latente, está vivo; aunque esté jodido, está vivo.” La gente defiende el maíz, asevera, porque a los campesinos y los empresarios agrícolas los une una misma pasión. Ella quiso representar este interés compartido lo mejor posible a través de un medio audiovisual.

Al platicar sobre cómo su película puede convertirse en un detonante del cambio social e incidir en las discusiones actuales sobre el futuro del maíz en México, Teresa compartió su fe sobre el diálogo que resulta de las proyecciones deSunú. Además, platicó que con Ambulante existe la posibilidad de llevar su película al Senado en julio próximo. Para esta función, tiene pensado acudir con un grupo de especialistas para fomentar una toma de decisiones informada por parte de los representantes.

La directora de Sunú se estrena en el arte documental con una mirada potente y un voz que se alza sin temor. “El documental es algo fabuloso, estás grabando la historia de ese momento, sea con dinero o sin dinero, se haya caído la narrativa a la mitad de la película o no, estás documentando algo real.” Gracias a la tecnología que tenemos a nuestro alcance, afirma que hoy en día el documental es una herramienta activa que “tiene una potencia más grande que la ficción.”

Antes de despedirse, Camou Guerrero confesó que desarrolla una idea para su siguiente película para la cual tiene la intención de retomar su formación como titiritera. Por lo pronto, Sunú estará en gira nacional con Ambulante hasta finales de junio, además de continuar en su recorrido internacional hasta finales de año. En ese momento, Teresa asegura que la película estará disponible en la red.

Para más información sobre la película visita http://sunudoc.com/

Fuente: http://www.letraslibres.com/blogs/en-pantalla/sunu-una-charla-con-teresa-camou-guerrero

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La pelea de Monsanto por mantener su reinado

LaHaine/17 de abril de2016/Por: Silvia Ribeiro

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Desde el año pasado, el sector industrial químico-semillero está en erupción y si no lo prevenimos, su ceniza tóxica nos caerá en el plato de comida

Monsanto, la mayor empresa de transgénicos y semillas comerciales del globo, intentó dos veces comprar Syngenta, la mayor trasnacional de agrotóxicos, para establecer una megaempresa que habría sido la número uno en ambos sectores. Pero Syngenta lo rechazó y decidió fusionarse con ChemChina. Monsanto inició entonces negociaciones con otras dos de las seis gigantes globales de agrotóxicos y transgénicos, CBayer y BasfCC, para contrarrestar esa jugada. Poco antes, DuPont y Dow Agrosciences habían decidido fusionarse también. Si el hecho de que seis trasnacionales dominaran altos porcentajes de la venta de semillas y agroquímicos ya era un atentado a la seguridad y soberanía alimentaria de los países, ahora estamos ante la perspectiva de que esos mercados globales queden en manos de sólo tres empresas.

El Grupo ETC advirtió sobre estos movimientos desde el año pasado, explicando su lógica y consecuencias en el documento Campo Jurásico: Syngenta, DuPont, Monsanto: la guerra de los dinosaurios del agronegocio (http://goo.gl/d8tbdA)

Durante las últimas tres décadas, las viejas y poderosas empresas de la industria química, con más de un siglo de existencia, se lanzaron a comprar las empresas semilleras en todo el mundo, que hasta ese momento eran miles y estaban muy descentralizadas. Lo hicieron para crear un mercado oligopólico que obligara a los agricultores a comprar las semillas junto a sus propios agrotóxicos (que llaman agroquímicos para que parezcan menos dañinos). El resultado más evidente de esa búsqueda de venta casada fueron las semillas transgénicas, manipuladas para tolerar altas dosis de los venenos de las mismas compañías.

Hasta 2015, seis empresas, Monsanto, Syngenta, Dow, DuPont, Bayer y Basf, controlaban juntas 75 por ciento del mercado mundial de venenos agrícolas y 61 por ciento de las semillas comerciales de todo tipo, además de 75 por ciento de la investigación agrícola privada. En semillas transgénicas, las seis controlan ciento por ciento, o sea todo el mercado global, aunque a veces no se reconocen porque mantienen los nombres de empresas que compraron antes. A DuPont, por ejemplo, se la conoce más como Pioneer Hi-Bred en el área agrícola y de semillas.

En tres décadas, el ritmo de fusiones y adquisiciones en los sectores de semillas y agrotóxicos fue tal que se llegó a un tope donde virtualmente no quedan empresas para comprar, pero las compañías quieren seguir creciendo para controlar porciones aún más grandes de mercado.
Por eso comienzan a devorarse unas a otras. El resultado podría ser que solamente tres empresas gigantes tendrían un dominio total de los primeros eslabones de la cadena agrícola industrial, incluida la investigación y desarrollo. Por ello, estas fusiones están ahora bajo escrutinio de autoridades anti-monopolio en varios países, lo cual puede significar que no se concreten, particularmente si existe presión social y pública contra éstas. Monsanto espera que si se autorizan las fusiones de Syngenta y las demás, ya no le podrán impedir que prosiga su fusión con la división agrícola de Bayer y/o Basf. Según analistas de la industria, la preferencia de Syngenta por ChemChina se explicaría en parte porque al ser la segunda una paraestatal china, podrían evadir medidas antimonopolio. Sin embargo, un grupo de organizaciones internacionales y chinas, ya iniciaron una acción dirigida al gobierno de China, para que objete esta fusión, por la expansión de más y peores tóxicos que implicará (http://goo.gl/YILmBD).

Nada indica que la concentración corporativa terminará allí, aunque sólo queden tres empresas. La lógica de búsqueda de ganancias de las corporaciones de agronegocios será integrar esos cárteles de semillas y agrotóxicos con los eslabones siguientes de la cadena industrial, sea con las corporaciones de fertilizantes o de maquinarias agrícolas, con las que ya existen varios acuerdos de colaboración. El objetivo es extender el control sobre los agricultores, integrando en un solo proveedor las semillas, agrotóxicos, fertilizantes, maquinarias, servicios de datos sobre el clima y hasta seguros agrícolas. Esto significaría niveles sin precedente de control de la agricultura por parte de unas pocas empresas.

Para las comunidades y organizaciones campesinas que son las que alimentan a la mayoría de la humanidad y que en su gran mayoría tienen sus propias semillas, así como a las muchas que han optado por una agricultura ecológica, quizá estas fusiones podrían parecer irrelevantes, porque de todas formas no son sus clientes. Pero esas gigantes industriales aumentarán la fuerza para moldear a su favor acuerdos de comercio agrícola, subvenciones y programas rurales, leyes laborales, de semillas y patentes, normativas de uso del suelo, de uso de agroquímicos y hasta gastos públicos en infraestructuras, todo a favor de sus negocios. Todo esto ya tiene impactos muy negativos en las economías campesinas. Si a nivel global se concretan las nuevas fusiones, el poder de presión de las superempresas que permanezcan, será mucho mayor. Existen ya iniciativas desde la sociedad civil para impedir legalmente que estas fusiones se concreticen. (http://goo.gl/9006sd). Finalmente se trata de la alimentación de todos.

* investigadora del Grupo ETC
Fuente: http://www.lahaine.org/mundo.php/argentina-despues-del-golpe-blando-1

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