Argentina ¿Genios marginados?: Niños superdotados que no encuentran su sitio en el sistema educativo (VIDEO)

America del Sur/Argentina/RT

En el imaginario popular la condición de superdotado o la de alguien con una inteligencia superior se asocia con el éxito. Sin embargo, muchos niños con un alto coeficiente intelectual (CI) se sienten marginados en un sistema educativo que no se adapta a sus capacidades.

Aunque no existen cifras oficiales, las organizaciones que se ocupan del tema aseguran que en Argentina alrededor de un 15% de chicos en edad escolar tiene altas capacidades intelectuales. Un amplio abanico que incluye a los superdotados, a quienes tienen talentos superiores y quienes, sencillamente, son precoces en el aprendizaje. Un fenómeno complejo y muy alejado de la fantasía popular sobre el supuesto beneficio de ser un genio.

La incapacidad del sistema educativo para adaptar la enseñanza a estas características acaba interpretándose la mayoría de las veces como problemas de conducta, lo que hace recaer la responsabilidad en los chicos. En muchos casos esto se traduce en sucesivos cambios de colegio, mientras que otros optan por el aprendizaje con maestros particulares en el hogar para evitar consecuencias desagradables como el acoso escolar.

Rumbo al fracaso escolar

Imagen Ilustrativa

Héctor Roldán, fundador de la asociación civil Creaidea, comprobó recientemente mediante un test de inteligencia y consulta a profesionales que era superdotado. Ante el vacío institucional existente, decidió crear dicha fundación a la que acuden decenas de chicos diagnosticados para explorar libremente su potencial.

A nivel mundial se consideran superdotados aquellos que poseen un CI de 130 puntos o más, según la escala de medición. Sin embargo, para determinar el diagnóstico los especialistas toman hoy el coeficiente intelectual como una información más entre una serie de datos psicosociales. En Argentina las autoridades educativas reconocen que no se trabaja lo suficiente en este área.

Se da la paradoja de que las altas capacidades no se traducen necesariamente en un alto rendimiento con altas calificaciones. De hecho, un destino común para muchos de estos chicos suele ser el fracaso escolar, desafío que pone en jaque a todos los sectores del sistema educativo. Tampoco la industria de material bibliográfico abarca apenas esta temática. Quizás sea el momento de empezar a pensar en alternativas que permitan acompañar mejor estas capacidades cargadas de potencial.

Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/282781-ninos-superdotados-sufrir-fallos-sistema-educativo

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Escuela inclusiva también para la superdotación y las altas capacidades

Por: Saray Marqués

“Se trata de que, ante los incendios en Galicia, en el aula esos niños que lo están viviendo hablen del fuego, sus consecuencias, del medio ambiente… Se aprovecha esa conexión emocional para trabajar cuestiones que están en el currículo. Y se hace de un modo interdisciplinar, planteando planes de actuación contra el fuego, de concienciación, analizando cómo han actuado las administraciones… intentando que ese proyecto no se quede dentro del aula, sino que tenga proyección exterior”, ejemplifica la profesora de Psicología Evolutiva y Educación de la Universidade de Santiago de Compostela Carmen Pomar.

Expone así el modelo por el que ha optado su comunidad para atender a los alumnos con altas capacidades y talentosos, pero no solo. Financiado por la Fundación Barrier, y con la asesoría de los profesores de la Universidad de Connecticut Joseph M. Renzulli y Sally M. Reis, el SEM (de schoolwide enrichment model), apuesta por el aprendizaje inductivo, yendo de lo particular a lo general, parte de los intereses de los alumnos, respeta sus estilos de aprendizaje y busca proyectos en que se solucionen conflictos y problemas cercanos al alumnado, “frente a lo que suele suceder en el aula tradicional, en que el profesor explica un tema y propone después una práctica sobre ese tema (actividades, ejemplos), en que se va de lo general a lo particular”. De momento, es un piloto en 11 centros gallegos, muy diversos, que lo aplican desde hace dos cursos, cuando el programa, que también incluye formación del profesorado en desarrollo del talento en las aulas, relevó a su “hermano pequeño”, Talento 3.0.

Iniciativas como esta le sirven a Pomar para avalar que en el campo de las altas capacidades, en el que abundan las quejas de las familias, “no estamos bien pero tampoco tan mal como hace 20 años, ha habido una importante reactualización de las leyes y, con respecto a Europa, estamos muy por encima”.

Las altas capacidades no figuraban en la LOGSE, aparecen por primera vez en el decreto de regulación de la educación especial de 1995. Hasta 1996 el BOE no recogerá el término sobredotación intelectual. Diez años después, en la LOE, se recalifica como alta capacidad intelectual y se considera que, como la discapacidad o la incorporación tardía al sistema, necesita de apoyo específico educativo. Así lo recuerda María Antonia Casanova, subdirectora general de educación especial en el Ministerio en 1996 y directora general de Promoción Educativa en la Comunidad de Madrid cuando esta pone en marcha su programa de enriquecimiento extracurricular para este alumnado, pionero en el Estado, en el curso 1999-2000. Arranca con 120 alumnos de primaria a bachillerato. Hoy son más de 2.000. Escolarizados en centros ordinarios, acuden dos sábados al mes a seis institutos donde se reúnen con otros alumnos con altas capacidades, niños de su misma edad que comparten sus mismos intereses, su mismo “idioma”, con los que desarrollan proyectos de aprendizaje cooperativo. Al tiempo, sus familias pueden hablar con expertos y recibir formación.

Hoy, otras comunidades han seguido la estela de Madrid o han creado sus propios modelos. Murcia, considerada un referente en atención a la diversidad, cuenta con institutos de escolarización preferente para alumnos con altas capacidades -en vez de haber un alumno de este tipo disperso en cada instituto se pueden concentrar más en el mismo, lo que permite diseñar actividades que les enriquecen tanto a ellos como al resto-. También cuenta con equipos de orientación específicos de altas capacidades.

Baleares, por su parte, acaba de lanzar un protocolo de identificación, y Aragón cuenta desde 2014 con un decreto que, a juicio de Juan Carlos López Garzón, de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, “da una definición bastante acertada de lo que son las altas capacidades intelectuales”.

¿Qué implica tener altas capacidades?

En el colectivo de altas capacidades incluiría López Garzón a aquellos alumnos “que aprenden más rápido, recuerdan mejor, tienen más capacidad de pensamiento abstracto, se apasionan por temas específicos excluyendo otros que no les interesan y destierran o procesan muchos estímulos a la vez y son conscientes de lo que ocurre”. Garzón descarta así el criterio de un coeficiente intelectual igual o superior a 130 (para superdotados) e igual o superior a 120 (para altas capacidades), como promulga la Fundación El Mundo del Superdotado, fundada en 2011 “para influir en las administraciones y en el ámbito de la educación” y que celebraba este fin de semana su quinto congreso nacional.

Su presidenta, al frente de un gabinete psicológico desde 2003, Carmen Sanz Chacón, explica cómo entre sus aspiraciones está lograr ese criterio único a escala nacional para definir a altas capacidades y superdotados. Con este rasero, un 2% de los alumnos tendrían que ser diagnosticados con esta etiqueta. Hoy, solo un 0,29% en toda España lo son, faltarían por identificar 140.000 superdotados, y la situación es muy dispar, del 0,03% de alumnos en Cataluña al 1,23% en Murcia.

Para la fundación, llegar al 2% significaría reducir en este mismo porcentaje el fracaso escolar, aumentar en la misma proporción los alumnos excelentes en PISA -en España un 6% en lectura, un 7% en matemáticas y un 5% en ciencias, frente al 8%, 11% y 8% de la OCDE- y reducir los trastornos psicológicos graves, problemas de adaptación y conductas disruptivas en clase. Y, para ello, aboga por la detección temprana: “Recomiendo a los padres que si con cuatro años tienen dudas no esperen mucho más, pues la Administración es muy lenta y si un padre comienza a moverse a los seis o siete años cuando se tomen las medidas el niño o la niña tendrá ocho o nueve y ya pueden haber surgido problemas”.

Carmen Pomar, por su parte, entiende que la concepción de altas capacidades no engloba solo a quienes adquieren conocimiento más rápido o necesitan más conocimiento, sino a aquellos con una estructura de pensamiento muy diferente. “Por eso chocan tanto con el sistema educativo tradicional, que sigue una progresión muy aritmética y lineal: sumar, restar, multiplicar, dividir… Estos alumnos a lo mejor entienden estas cuatro operaciones juntas, las enlazan, por eso no podemos pensar solo en darles más materia, sino en proporcionarla de una forma distinta, profundizando más, dándoles más libertad de acción y respetando sus estilos de aprendizaje. El sistema educativo está pensado para uniformizar hacia la tendencia central, como en una campana de Gauss, y los que se escapan de esta tienen poca respuesta”.

Añade Pomar que, si bien los alumnos superdotados solo suponen el 2%, si se habla de altas capacidades la proporción puede subir al 12 o 13%, si se incluye a los talentosos que lo son en algunas áreas mientras que en otras pueden ser incluso mediocres. “Nosotros respetamos, aceptamos y promovemos la realidad de los superdotados, este 2% de niños que se escapan mucho de los cánones de desarrollo habituales, y son, por tanto, los más perdidos en el sistema, pero creemos también que hay alumnos que se pueden escapar en alguna de esas áreas, y que requieren de atención especial. Además, consideramos que el criterio del CI es una variable necesaria, pero no suficiente, y que las pruebas no son infalibles”.

Renzulli malinterpretado

En su artículo 24, el decreto aragonés al que aludía López Garzón define el alumnado con altas capacidades como el que requiera “por un periodo de su escolarización o a lo largo de toda ella, de medidas específicas para responder a las necesidades derivadas de un funcionamiento personal caracterizado por la adquisición temprana de aprendizajes instrumentales, o unas aptitudes y habilidades cognitivas, generales o específicas, por encima de lo esperado en su grupo de edad de referencia”. Para Garzón, en ese o (y no y) está la clave. Considera el experto, autor de Didáctica para alumnos con altas capacidades (Síntesis), que en ocasiones, en España, se ha dado una mala interpretación a las teorías de Renzulli: “Este aboga por dotar a todos los alumnos de experiencias (crear productos novedosos, dar respuesta a problemas reales) en que puedan desarrollar al máximo nivel posible sus capacidades creativas, su capacidad cognitiva, su grado de implicación. Esa es la meta, no el inicio, pero a menudo se ha usado como modelo de diagnóstico, para identificar de partida a los alumnos con altas capacidades, que además de tener una alta capacidad cognitiva debían mostrar una alta motivación y ser creativos, aunque en la escuela, en casa, no se hubiera facilitado esa creatividad”.

¿Inclusividad o especialización?

Como Casanova, como Garzón, Pomar aboga por un abordaje de las altas capacidades desde la educación inclusiva. “Puede haber colegios que cuenten con su aula inteligente, que funcione bien si está bien trabajada, o incluso están los institutos de escolarización preferente. Me sirven, si esos alumnos no están muy separados del resto siempre, porque la sociabilidad y el desarrollo afectivo se ha de cuidar especialísimamente”, sostiene Casanova.

“Los centros especializados, salvo excepciones, requieren que la familia se encuentre en una situación económica muy holgada -en EEUU solo existe un Estado donde hay un centro de este tipo público- por lo que lo ideal es tratarlo de forma de inclusiva dentro del propio centro, lo que no quiere decir obligatoriamente dentro del aula. No pasa nada porque en determinados momentos haya agrupamientos flexibles, y no por la fecha de fabricación de los niños, por intereses…”, analiza Garzón, que habla de un tipo de escuela “que realmente atiende a la diversidad, en la que el centro de atención de la clase ha dejado de ser el currículo y el profesor”.

“Claro que no me vale el aula de siempre, donde todos aprenden lo mismo al mismo tiempo de la misma manera. Ni para estos alumnos ni para ninguno. El planteamiento de la educación inclusiva ha de ser muy personalizado, con métodos diversos para los distintos estilos de aprendizaje, ritmos, talentos, personalidades, CI… Un alumno con altas capacidades hará preguntas que el maestro no sabe responder. No pasa nada, basta con un ‘No lo sé, vamos a investigarlo juntos’. Con una buena atención y reconocimiento en el aula ordinaria puede convertirse en el líder de su grupo, ayudar al maestro”, insiste Casanova, que reconoce que una alta capacidad mal atendida puede derivar en fracaso escolar: “Pero esto no se arregla separando, sino con educación inclusiva”.

“Sería una paradoja que en un momento en que tratamos de normalizar al máximo la situación de los niños con algún tipo de síndrome, discapacidad o patología intentásemos lo contrario con los alumnos con altas capacidades”, abunda Pomar, que señala que en Francia se crearon algunas escuelas exclusivas hace 20 años pero que, por lo demás, se trata de un modelo más propio de países del Este de Europa y de algún país asiático. “Yo no soy partidaria, creo que lo importante es luchar para que la enseñanza pública llegue a estos niños y responda a sus necesidades, y para ello hay que empezar por sensibilizar a docentes y orientadores”.

Si la Fundación El Mundo del Superdotado reclama “facilitar la creación de colegios especiales de superdotados, tanto públicos como privados, para que los padres que así lo deseen puedan dar a sus hijos educación específica”, si Carmen Sanz proclama que “el café para todos no funciona, porque no es lo mismo un niño que sabe leer con tres años que uno que sabe leer con seis, y es una cuestión de justicia social darle a cada uno lo que necesita”, Carmen Pomar se sitúa en una posición “antagónica”: “Son alumnos que emocionalmente presentan una gran desincronía, muy maduros pero con muy pocas herramientas de gestión de la inteligencia emocional. No creo que meterles en centros gueto ayude a su desarrollo socioemocional, porque después vivirán en un mundo heterogéneo y diverso”, analiza la responsable de la Unidad de Atención Educativa de Altas Capacidades de la USC.

“Yo me alegro de haberlo hecho como lo hice, de no haber ido a un colegio especial”, subraya Irene Herranz, que participó del programa de enriquecimiento curricular de Madrid entre 3º de primaria y 2º de bachillerato y hoy cursa un máster de Bioinformática. Con un 149 de CI, sus padres renunciaron a una flexibilización académica (el adelanto de un curso). Estudió en un colegio concertado y en dos institutos públicos y asegura que la mejor experiencia fue en el último: “Era un instituto grande, con un alumnado muy variado, y para mí, enriquecedor, por estar todos juntos, porque considero que esa interacción social es importante”. Reconoce que ella nunca tuvo problemas de acoso escolar ni se escondió por ser de altas capacidades, aunque matiza que en el programa había una gran mayoría de chicos. “¿Aburrirme en el instituto? Un poco, como todo el mundo, aunque no tenía mucho tiempo… Lo compatibilizaba con el conservatorio de danza, y, ya que me parecía fácil, procuraba sacar buenas notas”, rememora.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/17/escuela-inclusiva-tambien-para-la-superdotacion-y-las-altas-capacidades/

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Libro: Orientaciones educativas. Alumnado con altas capacidades intelectuales

Orientaciones educativas. Alumnado con altas capacidades intelectuales

  • Año:    2013
  • Editor:    Eusko Jaurlaritza
  • Páginas:    182 páginas
  • Idioma:    español
  • Desde:    30/03/2016
  • Tamaño:    1.38 MB

Sinopsis:En los últimos años, las administraciones educativas han reconocido las diferencias del alumnado con altas capacidades desde distintos planteamientos filosóficos, psicológicos y/o educativos: como alumnado de educación especial, como alumnado con necesidades educativas especiales o, en la actualidad, como alumnado con necesidades educativas específicas de apoyo educativo. Las evidentes características diferenciales de este alumnado exige que la escuela y el resto de la comunidad educativa contemplen de manera explícita el abordaje de las altas capacidades.

Desde el punto de vista de la educación inclusiva, es importante tener en cuenta que las personas con altas capacidades forman un grupo muy heterogéneo, con tanta diversidad como la existente entre el resto de la población. No sólo provienen de familias, ambientes culturales, modelos educativos, entornos sociales diversos…, sino que también manifiestan diferencias individuales en lo que respecta a sus logros académicos, desarrollo social, emocional, cognitivo, etc.

Para descargar:https://openlibra.com/es/book/download/orientaciones-educativas-alumnado-con-altas-capacidades-intelectuales

Fuente de la reseña: https://openlibra.com/es/book/orientaciones-educativas-alumnado-con-altas-capacidades-intelectuales

Fuente de la imagen:https://olcovers2.blob.core.windows.net/coverswp/2016/03/orientaciones-educativas-alumnado-alta-capacidad.jpg

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El 99% de los superdotados nunca llega a ser identificado

Por: Manuel F. Bustelo

La depresión, la falta de estima y la hipersensibilidad son las patologías más comunes de este colectivo. De pequeños también se suelen caracterizar por escribir siempre en mayúsculas, no gatear o nacer con los ojos abiertos.

De puertas para afuera, hablar de alumnos superdotados puede resultar atractivo, novedoso e incluso despertar cierto morbo. Pero lo cierto es que aquéllos que conforman este colectivo no tienen una visión tan «optimista». Es más, casi todos afirman que llevan mucho tiempo sin recibir «las atenciones y ayudas pertinentes».

Maximiliano Arellano da conferencias sobre Medicina desde los cuatro años.

En España, la detección de niños superdotados muestra importantes deficiencias. Según un informe publicado por el Centro de Investigación y Documentación Educativa del Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), la cifra de alumnos superdotados en nuestro país ronda los 300.000. Sin embargo, el propio MEC sólo tiene identificados alrededor de 2.650, lo que permite deducir que cerca del 99% de los casos de alumnos superdotados nunca son detectados ni diagnosticados debidamente.

José de Mirandés es el presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Superdotación, una institución formada por diversas instituciones relacionadas con jóvenes con altas capacidades intelectuales. Según explica, «el 70% de los alumnos superdotados tiene un bajo rendimiento en el aula y entre el 35% y el 50% presenta fracaso escolar».

El proceso de identificación de un alumno superdotado comenzaría con la detección, que en la inmensa mayoría de los casos (más del 90%) se produce gracias a los padres. En un segundo plano, y en menor medida, aparecen los maestros y las escuelas, que muchas veces yerran al confundir a los alumnos superdotados con aquéllos con mayores aptitudes o mejores calificaciones.

Anteriormente, para determinar si un alumno era o no superdotado se le realizaba una serie de pruebas que únicamente eran analizadas por profesionales educativos. A partir de 2006, el MEC determinó que el diagnóstico de estos alumnos precise además el criterio de personal sanitario, permitiendo así que no sólo se tengan en cuenta aptitudes curriculares sino también clínicas y psíquicas.

Al igual que ocurre con muchas otras cuestiones, la superdotación cuenta con sus pequeños ‘trucos de la abuela’ que, según parece, ayudan a detectar si un niño es superdotado desde muy temprana edad. Escribir siempre en mayúsculas, nacer con los ojos abiertos, no gatear o presentar una extrema sensibilidad son algunos de esas características más comunes en niños superdotados y que pueden facilitar su identificación.

Tras ser reconocido como tal, según explica De Mirandés, hay que intentar que el menor tenga «una enseñanza y un ritmo de aprendizaje adecuados a sus capacidades cognitivas». Ante esto, una de las soluciones mas recurrentes sería la de permitir que el alumno ‘salte’ algún curso. Una solución no demasiado satisfactoria para muchos expertos que afirman que lo ideal sería que el sistema educativo «adaptase y diversificase las enseñanzas» dentro de un mismo curso para así cubrir la aceleración de aquellos alumnos que presenten altas capacidades.

Sin embargo, para otros especialistas esta posibilidad es «poco realista», ya que consideran que «no se le puede pedir al sistema educativo un esfuerzo de este tamaño». Uno de los defensores de esta idea es Juan Luis Miranda, doctor de la Universidad Francisco de Vitoria y director del Instituto Catalán de Superdotación y Altas Capacidades.

Aún así, Miranda sostiene que en España se están tomando «pocas medidas para sensibilizar a la población». «Además de a padres y docentes, habría que mentalizar a las estructuras políticas que tienen en su mano las herramientas para cambiar la situación», declara. Además, afirma que entre las principales patologías que sufren los superdotados aparecen «la depresión, el desánimo, la falta de estima o la hipersensibilidad».

ENCUENTROS REGULARES
Las diversas asociaciones de superdotación y altas capacidades que existen en España tienen entre sus principales funciones la de organizar encuentros y actividades extraescolares en los que estos menores tengan un punto de encuentro. En estas reuniones, los chicos aprenden a sociabilizarse entre ellos y con el resto de compañeros, aprovechando además -tanto ellos como sus padres – para dar y recibir consejos o intercambiar experiencias con familias en idéntica situación.

CARAS CONOCIDAS
Entre las diferentes técnicas que existen para detectar la superdotación y las altas capacidades intelectuales figuran los test de inteligencia, capaces de medir el cociente intelectual (CI). Según los expertos, obtener un resultado superior a 130 demuestra que la persona en cuestión presenta una destacada inteligencia. Cuanto más elevado sea el CI, mayores capacidades intelectuales presentará el individuo.

Rostros conocidos del cine, la música o la política se han sometido a ellos, algunos obteniendo resultados verdaderamente reveladores. Son los casos de las actrices Nicole Kidman (135) y Sharon Stone (136), Paris Hilton (135), la cantante Madonna (140) o políticos como Al Gore (141), Richard Nixon (143), Bill Clinton (140) o Schwarzenegger (135).

Un paso por delante se encuentran personajes de la talla de Isaac Asimov o Albert Einstein (ambos con 160) y muy alejados en la escala se posicionan Gary Kasparov (190), Truman Capote (215) o Leonardo da Vinci (220); personajes que han demostrado sus cualidades destacando en aquellas ramas en las que se han especializado.

ESTUDIOS PIONEROS
La superdotación, según afirman los expertos, «suele presentarse a edades muy tempranas». Un estudio que respalda esta hipótesis es el realizado por el Dr. López Andrade. Es el primero de sus características en España y consistió en hacer un seguimiento en niños desde los cuatro hasta los 17 años. Según las conclusiones, el 98% de los niños que con cuatro o cinco años presentaban precocidad intelectual, mostraron superdotación a los 17.

Para José de Mirandés, los resultados son «muy reveladores», pero apunta que «si se hubiesen tomado las medidas oportunas», las conclusiones habrían sido «aún mejores»: «Estamos convencidos de que si esas capacidades se hubiesen estimulado adecuadamente el resultado habría sido del 100%».

Este estudio alimenta, en cierta medida, el eterno debate que existe sobre si el superdotado nace ya con esas cualidades o las va adquiriendo a lo largo de su formación. Estas conclusiones, al igual que opinan muchos especialistas, determinan que los niños superdotados nacen con esas condiciones innatas pero necesitan de una cierta adaptación y continuidad para que éstas puedan desarrollarse plenamente. De lo contrario, suele darse el caso de que esa superdotación degenere en algún problema psíquico.

ALUMNOS PRECOCES
Santiago (nombre figurado) tiene 22 años y es licenciado en Comercio Exterior y Marketing. Desde pequeño hizo gala de una enorme precocidad intelectual, hecho que fue descubierto por su profesora en la guardería y que le permitió comenzar la universidad con 14 años. Para ello necesitó ‘saltarse’ cuatro cursos (2o, 5o y 7o de EGB y 2o de BUP).

Santiago recuerda que en su primer día en 3o de BUP, «la situación fue algo extraña». «Al principio, al verte tan pequeño, los demás te miran como un bicho raro, pero una vez te conocen y se dan cuenta de que tu mentalidad es igual a la suya, todo cambia», relata con orgullo.

Además, recalca que «la gente no debe dejarse influir por lo que ve en la ‘tele’ sobre este asunto», ya que «se da con más normalidad de lo que se piensa». «Hay que aprender a salir adelante, a pesar de que las instituciones no suelen poner muchas facilidades», concluye.

SUPERANDO BARRERAS
Fernando (nombre figurado) representa una de las caras más duras de la superdotación. Ni en Primaria ni en Secundaria tuvo la oportunidad de ‘saltar’ de curso ni de recibir adaptación curricular, por lo que fue víctima de un importante trastorno psicológico, el cual le llevó a abandonar los estudios con 17 años. Tras varios años de ayuda y mucho apoyo, tanto familiar como terapéutica, Fernando se vio con fuerzas para reemprender su formación académica. El problema radicaba en que el simple hecho de pensar en que iba a tener que compartir clase con alumnos varios años menores que él, le desmotivaba tremendamente.

Por ello, con 22 años, y gracias al apoyo de diversas asociaciones de superdotación, consiguió que se diese luz verde a una petición presentada ante la Comunidad de Madrid para poder hacer la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años, una examen que actualmente está preparando y al que pretende presentarse el próximo año.

María del Mar (nombre figurado), madre de Fernando, afirma que esta situación «hay que vivirla para poder comprenderla». Apunta que para que la recuperación de su hijo sea total, debe producirse «un cambio en la población» que permita que este colectivo se sienta arropado y reciba apoyo «no sólo familiar, sino también social y educativo».

¿Cómo puede detectarse?

Si el 99% de los superdotados nunca son identificados como tales, existen probabilidades de que alguien de su familia (o incluso usted mismo) lo sea. Una de las características que define a este colectivo es que poseen una elevada capacidad intelectual, cuyo cociente (CI) puede medirse a través de una prueba de habilidad cognitiva. Una de estos test de inteligencia es el que ofrece la organización internacional Mensa.

Esta prueba, que aúna conocimientos, rapidez y agilidad mental, reúne diversos ejercicios que permiten determinar el CI del individuo. Elegir qué número falta para completar una serie, descubrir la figura que se repite o resolver un problema de lógica son algunos de las pruebas que, unidas al tiempo empleado, permiten obtener un cálculo aproximado. Las cifras normales de CI oscilan entre 90 y 115. A partir de 130, podría considerarse que la persona en cuestión presenta una elevada capacidad intelectual.

Tomado de: http://www.elmundo.es/suplementos/campus/2007/501/1196809203.html

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