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Entrevista a Ramón Grosfoguel: «La decolonialidad ha muerto: ¡que viva la decolonialidad!»

POR:  GONZALO ARMÚA, LAUTARO RIVARA

ALAI conversó en exclusiva con el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel sobre la muerte ¿y posible resurrección? de la perspectiva decolonial.

Fue en su último paso por Buenos Aires, invitado a la Feria Internacional del Libro, que nos encontramos con Ramón Grosfoguel. Conversamos allí sobre una serie de temas que le desvelan tanto como a nosotros: el antiimperialismo, la actualidad del pensamiento crítico, la caracterización del gigante asiático, el sombrío panorama social de los Estados Unidos y las complejas perspectivas de futuro para nuestra región, que aún no tiene garantizado un pedazo de sol bajo el cielo del nuevo orden mundial que comienza a emerger.

Varias cosas fueron singulares en ese encuentro: desde la duración inusitada de una entrevista que discurrió por diversos temas a lo largo de casi 3 horas de duración, hasta la beligerancia del polemista que encarna Grosfoguel, tan a contramano de los usos y costumbres que uno podría imaginar en un académico de la Universidad de California en Berkeley.

Grosfoguel fue uno de los fundadores y principales animadores del llamado Grupo Modernidad/Colonialidad, que pasó a mejor vida sacudido por los recurrentes cismas que la política latinoamericana y caribeña impone de forma recurrente a sus intelectuales, o al menos a los que aún se preocupan de participar, de vez en cuando, de lo que hacen los mortales afuera de la torre de cristal. Como él mismo se encargará de explicar, la fractura se produjo por una auténtica «guerra de solicitadas» en torno a la candente cuestión venezolana. 

Grosfoguel es autor de numerosos libros y artículos sobre descolonización, racismo, interculturalidad, economía política, migraciones y tantos otros tópicos. Su último libro, “De la sociología de la descolonización al nuevo antiimperialismo decolonial” (Akal, 2022), aborda muchos de los temas de la primera parte en que decidimos dividir la siguiente entrevista, exclusiva para ALAI.

Gonzalo Armúa y Lautaro Rivara: En varias ocasiones planteaste una crítica a una corriente de intelectuales y académicos que llamás los “decoloniales coloniales”. ¿Cuál crees que es o debería ser el vínculo entre decolonialidad y antiimperialsimo? ¿Por qué se produjo esa ruptura entre un sector de la academia crítica y diferentes procesos populares del continente como los de Venezuela o Cuba?

Ramón Grosfoguel: Siempre he asumido, quizás ingenuamente, que cuando uno dice decolonial presupone allí el antiimperialismo. Porque, ¿de qué te estás descolonizando si no eres antiimperialista? Yo fui en gran medida responsable de la organización de la Red Modernidad/Colonialidad. Pero esa red murió en Venezuela. Hubo allí una división insalvable, porque un sector de la red, encabezada por [Edgardo] Lander, tomó partido por una posición inadmisible, firmando un documento escrito en medio de una agresión imperialista contra Venezuela, durante las llamadas guarimbas. Las guarimbas eran grupos paramilitares que estaban por ese entonces matando gente en las calles, como lo pude ver en el verano de 2019 con mis propios ojos. Esto no solo lo han hecho en Venezuela: lo hicieron en Siria, en Ucrania en el 2014 durante el golpe de estado, en muchos otros lugares. Fue en ese marco que apareció un documento repitiendo las mismas tesis del imperio. Lo mismo volvió a suceder en enero de 2019, cuando el intento de golpe de [Juan] Guaidó. Incluso este grupo se reunió con él, afirmando a la prensa que Guaidó era democráticamente más legítimo que Nicolás Maduro.

Pero hubo mucha otra gente de la izquierda o seudo-izquierda latinoamericana que firmó los documentos también. Pude ver a Lander en Democracy Now, un programa de la izquierda estadounidense, afirmando que lo que Trump decía del gobierno de Venezuela, que era autoritario, que era una dictadura, pues era cierto. Estaba minando el apoyo de la izquierda, el único que queda a Venezuela. Esta gente se dedica a socavar estos apoyos, a desmovilizar a la izquierda.

“Yo fui en gran medida responsable de la organización de la Red Modernidad/Colonialidad. Pero esa red murió en Venezuela. Hubo allí una división insalvable”.

Once meses después, en noviembre de 2019, fue el golpe de Estado a Evo [Morales]. Otra vez aparecieron los mismos documentos contando la misma historia: aduciendo muchos de ellos que no era un golpe de Estado, que era una rebelión popular, blanqueando en suma el golpe de estado imperialista. Incluso hubo tesis risibles que decían que Evo era un machista y que el golpe de estado se produjo porque era un machista. En medio de un golpe, no estaban denunciándolo, no estaban saliendo a la calle a defender al presidente democráticamente electo. Estaban tirándole fuego a la víctima. Entonces, ¿de qué decolonialidad estamos hablando?

Todo esto me llevó a pensar que ya no puedo decir que soy decolonial a secas, habiendo una serie de intelectuales «decoloniales coloniales». Por eso afirmo que soy «decolonial antiimperialista». Para mí aquí hay un antes y un después. ¿Por qué? Aquí estuvimos un grupo de personas, entre ellos la Escuela Descolonial de Caracas, en aquel momento con Juan José Bautista, con Karina Ochoa, Enrique Dussel, que tomamos partido por Venezuela y su gente. Yo siento la responsabilidad de llamar la atención sobre este monstruo de siete cabezas que se llama Modernidad/Colonialidad. Por eso decidimos trazar una línea roja. Por eso digo que la red murió en Venezuela. Ya no podemos trabajar juntos.

G.A y L.R: ¿Por qué crees que esos intelectuales llegaron a esos posicionamientos? ¿Cuál es la razón de fondo?

R.G: Intenté dar respuesta a eso en una serie de videos que llevan por título «La bancarrota de la izquierda». Lo que intento allí es tratar de no caer en el reduccionismo de «esta gente se vendió», de complejizar el asunto y entender que les llevó a esas posiciones. ¿Cómo es que esas personas que en cierto momento de sus trayectorias estuvieron de este lado, cruzaron la avenida y ahora están disparando desde la otra trinchera? Esa gente ya no es parte de la decolonialidad. Hay que dejar de referirse a ellos de esa manera: Dussel me llamó la atención sobre eso. Entonces, ¿qué los llevó allí?

Pensando en el marco categorial, podemos señalar varias cosas. El primero es el abandono de la comprensión de lo que es el imperialismo. Ellos abandonaron esa categoría, o ven al imperialismo como una cosa puramente exterior, abstracta. Algo parecido a lo que hacían [Fernando Henrique] Cardoso y [Enzo] Faletto en su ensayo «Teoría de la dependencia». La teoría de la dependencia tenía dos vertientes: la de Cardoso daba mucho énfasis a las situaciones internas de cada país, debilitando el análisis internacional del imperialismo, priorizando las relaciones de fuerza dentro de los propios estados. Pero tú no puedes desvincular lo que sucede dentro del Estado de las estrategias globales del imperialismo. La otra vertiente provenía de la escuela brasilera: Theotônio dos Santos, Ruy Mauro Marini, Vânia Bambirra y el mismo André Gunder Frank: ellos nunca perdieron de vista la relación centro-periferia, la propia dialéctica de la dependencia, el hecho de que la acumulación de capital a escala global está mediada por el sistema imperialista de super-explotación de las periferias. Yo me identifico, por supuesto, con esta segunda corriente. Entonces, el primer problema de esta línea decolonial-colonial es que carece de una teoría del imperialismo. O a lo sumo ésta aparece de forma laxa.

“[Lo primero] es el abandono de la comprensión de lo que es el imperialismo. Ellos abandonaron esa categoría, o ven al imperialismo como una cosa puramente exterior, abstracta”.

El segundo problema es una tendencia de tipo culturalista, donde todo aparece reducido a la epistemología y se pierde de vista la economía política. Aclaro que soy de los que han llamado la atención sobre la necesidad de descolonizar los paradigmas de la economía política, de hacer una cartografía crítica del legado de diferentes corrientes marxistas. Pero no se trata de tirar a la basura la economía política. Este culturalismo, al estilo del de [Walter] Mignolo, termina en una concepción muy identitaria -en su sentido más colonial- en donde las relaciones de dominación de la economía política no aparecen, o lo hacen de modo muy tangencial.

En tercer lugar, hay un problema con el Estado: son fundamentalmente antiestatistas. El propio [Aníbal] Quijano, que tuvo una enorme influencia en esta red, era antiestatista, anarquizante. Entonces, cualquier cosa que tú hagas dentro del Estado o con el Estado invalida desde ya cualquier proyecto, y se supone que tú no lo puedas apoyar, porque se trataría de un “proyecto de poder”. Pero la cuestión es mucho más compleja, más cuando hablamos de procesos antiimperialistas en nuestra región. El propio Lander hablaba -hace ya casi 20 años- de un apoyo crítico a Hugo Chávez y la revolución bolivariana. Pero había mucha más crítica que apoyo.

Una vez invité a Lander a debatir con un opositor al chavismo, un alemán radicado en Venezuela, en la Universidad de Berkeley. No hubo ningún debate, porque Lander terminó diciendo casi lo mismo que el alemán. Fue realmente muy decepcionante. De hecho, la manera como hablaba Lander de Chávez era, como dicen los venezolanos, bien sifrina. Me refiero a la manera despectiva con la que hablaría un blanco rico de un sujeto popular que no tenía las formas sociales propias de las élites. El decía que prefería que a veces Chávez cerrara la boca, que le daba vergüenza su manera de hablar. Lo mismo que tiempo después le diría el mismo Rey de España, cuando le exigió que se callase. Yo me quedé sorprendido de escuchar a quien se asumía como un decolonial, diciendo cosas tan racistas, elitistas, clasistas y coloniales como aquella. Si algo ha sostenido al pueblo venezolano hasta el día de hoy es la educación antiimperialista que proporcionó a su pueblo la palabra de Hugo Chávez, en programas como Aló Presidente, del que tanta gente se burlaba. En síntesis, aquel antiestatismo anarquizante impregnó todas las concepciones de aquel grupo.

Otro tema es el liberalismo: tienen en el fondo una visión liberal, individualista. Parten de un concepto demoliberal que les impide comprender la política imperialista. No pueden ni quieren ver otras formas de democracia, de democracia popular: creen que el eje principal es autoritarismo-democracia (liberal), y desde allí se terminan posicionando con el imperialismo.

Hay también un anti-extractivisto extremo y ahistórico, como si los gobiernos progresistas y de izquierda de América Latina y el Caribe hubieran creado el extractivismo, cuando es una herencia de la división colonial e imperialista del trabajo. El extractivismo no fue un invento de Chávez, [Rafael] Correa ni Morales. Puede llevar 30, 40 o más años superar este fenómeno. Veamos sino a Corea del Sur: le tomó 40 años abandonar una economía agrícola y reemplazarla por una economía industrial altamente tecnologizada. ¡40 años! Y con el apoyo político y los subsidios de Occidente, que no hemos tenido en nuestros países. Imagínate el esfuerzo y el tiempo que llevaría abandonar una economía monoexportadora con la embestida del imperialismo, en un contexto de bloqueo y una guerra permanente de sanciones. Esto va a llevar tiempo. No puedes simplemente eliminar la materialidad de la economía política con un decreto presidencial o una ley en el parlamento. Si no lo haces, pasas a ser considerado cómplice de la destrucción planetaria y enemigo de la humanidad, y al mismo nivel que cualquier multinacional o gobierno imperialista.

“No pueden ni quieren ver otras formas de democracia, de democracia popular: creen que el eje principal es autoritarismo-democracia (liberal), y desde allí se terminan posicionando con el imperialismo”.

No es que estemos ciegos a los problemas de los gobiernos progresistas. Soy muy consciente de las críticas que es necesario hacer. De hecho pueden ver esas mismas críticas en las clases de la Escuela Descolonial de Caracas. Pero las críticas tienen que ser dentro de la revolución, no contra la revolución. Las críticas son para mejorar los procesos, no para destruirlos. Tenemos que trazar una línea roja con estas posturas destructivas.

G.A y L.R: Incluso se coloca mucho más énfasis en la crítica a los gobiernos populares que en aquellos alineados con la geopolítica de los Estados Unidos y comprometidos con las políticas económicas ultraneoliberales…

R.G: Exacto. Si te fijas, nunca dedicaron atención ni solicitadas contra el gobierno de [Sebastián] Piñera en Chile, ni contra el gobierno narco-paramilitar de [Álvaro] Uribe en Colombia. No: el foco está siempre puesto en la denuncia de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Veamos sino lo que pasó en Ecuador: no quisieron apoyar a Correa porque era extractivista, y terminaron apoyando la política pro-imperial y oenegeista de Yaku Pérez, un tipo apoyado por los Estados Unidos para dividir los votos de la izquierda. Cuando se produjo la segunda vuelta, esta vez entre el candidato de Correa y Guillermo Lasso, ni siquiera llamaron a votar en contra del banquero. Lo mismo sucedió con la instrumentalización de la crítica al patriarcado por parte de cierto feminismo imperialista, cuando se retiró el apoyo a Evo Morales por “machista” en medio de un golpe de Estado, como lo hizo Rita Segato. ¿Qué decolonialidad es esa? ¿Cuál es la descolonización posible si no tienes en claro la cartografía del poder en la región y el rol que juega en ella el imperialismo estadounidense?

Por eso hay que preguntarse por los intereses detrás de estos personajes que desmovilizan a las izquierdas en América Latina. Por eso siempre me pregunto quién es el que paga. Si buscamos y trazamos la ruta del dinero y los apoyos vamos a encontrar varias fundaciones alemanas. En Asia por ejemplo éstas tienen ya un historial de más de 50 años de actuación. Estas fundaciones socialdemócratas canalizan el dinero que el imperialismo norteamericano no puede entregar directamente. La Fundación Willy Brandt, por ejemplo, cumplió ese papel en los años 50, 60 y 70, dado que a la CIA le interesaba y le interesa producir una seudo-izquierda: su rol no es sólo el de apoyar a las derechas y los golpes de Estado.

Yo sabía por ejemplo que se venía un golpe de Estado en Bolivia dos meses antes. ¿Por qué? Porque empecé a constatar las movilizaciones que en toda Europa comenzaban a instalar que Evo Morales había quemado el Amazonas. No Bolsonaro, sino Evo Morales. Circuló toda una campaña internacional en Europa y los Estados Unidos asociada a estas mismas fundaciones alemanas. Esto es un hecho, más allá de que esta gente sea o consciente o no de quien pone ese dinero. Obviamente es gente que ha escrito cosas importantes, interesantes, que pueden ser útiles. Pero, ¿para qué me sirve un intelectual que a la hora de la verdad se posiciona en la otra trinchera? ¿Para qué sirven sus teorías?

G.A y L.R: ¿Y qué hay de las condiciones materiales que impone el propio ámbito académico, incluso más allá del sostén económico? ¿No hay una colonialidad específicamente universitaria? ¿Por qué se da este alejamiento de la praxis por parte de una intelectualidad latinoamericana y caribeña que en otras épocas formaba políticamente a los sindicatos, hacía parte orgánica de los movimientos populares y hasta ejercía roles de conducción y liderazgo?

R.G: Definitivamente. Todo el sistema académico está organizado para la cooptación de pensadores radicales. Es un sistema que ofrece buenos salarios, otorga privilegios y lleva compulsivamente a publicar en revistas indexadas del Norte Global. Para cuando el intelectual abrió los ojos, ya dejó de ser radical: de pronto escribe lo que hay que escribir para ser publicado, promocionado y premiado. Esta decolonialidad descafeinada es el precio a pagar para tener una carrera académica exitosa. La idea es preservar cierta distancia y pureza que otorga prestigio, permanecer en un limbo y no tomar posición de forma decidida ni por esto ni por aquello. Pero yo no lo veo solo como un solapamiento entre conveniencia y convicción. Yo lo veo como un problema profundamente ideológico, ligado al marco categorial equivocado que ya mencioné.

“Si buscamos y trazamos la ruta del dinero y los apoyos vamos a encontrar varias fundaciones alemanas […] Estas fundaciones socialdemócratas canalizan el dinero que el imperialismo norteamericano no puede entregar directamente”.

Yo me relaciono con la decolonialidad de una manera política. Siempre fui un activista antiimperialista en Puerto Rico, durante toda mi vida. Para mi la decolonialidad es un proyecto político de transformación del mundo, no una moda académica.

G.A y L.R: Hecho el diagnóstico, ¿cómo crees que esta corriente, esta agenda decolonial y antiimperialista se puede masificar? ¿Cómo puede arraigar en movimientos de masas, como lo hizo el marxismo, el nacionalismo popular, el indianismo y otras tradiciones revolucionarias? ¿Cómo llegar a una educación recíproca entre intelectuales y organizaciones populares?

R.G: Hay numerosos movimientos decoloniales que existen y operan actualmente en el mundo. Por ejemplo los movimientos indígenas en Bolivia, que no necesitan de intelectuales decoloniales para ser decoloniales. Los hay indígenas, los hay afrodescendientes, de todo tipo: por ejemplo el del pueblo nasa en Colombia, el de pobladores en Venezuela o Chile, etcétera. Independientemente de que hayamos incidido o no en su formación y debates, como lo hizo Juan José Bautista en Bolivia, lo decolonial nos precede, por supuesto. Debemos tomarnos muy en serio el pensamiento crítico que se produce desde esos movimientos para hacer jirones el pensamiento hegemónico colonial y eurocéntrico. Metodológicamente debemos pensar junto con los movimientos y no sobre ellos: no son algo objetivable.

En Sudáfrica, por ejemplo, construimos una Escuela Decolonial que tuvo un impacto enorme sobre el movimiento social sudafricano: allí lo decolonial ya es sentido común en diferentes sectores de la sociedad. Ha habido huelgas estudiantiles llamando a descolonizar las universidades sudafricanas. En Venezuela también hemos sido una influencia a partir de las Escuelas Decoloniales, contando ahora con un Instituto Nacional para la Descolonización dentro del Ministerio de Cultura, incidiendo en el sistema escolar, en las universidades. Incluso el Plan de la Patria incluyó como uno de sus ejes la descolonización.

Siempre estamos buscando cómo hacer ese vínculo entre la producción intelectual y la producción de luchas políticas y sociales. Yo lo considero un mandato de la huelga que creó mi departamento en la Universidad de Berkeley: nosotros estamos ahí como un caballo de Troya para potenciar los movimientos antiimperialistas en el mundo. Nosotros utilizamos esa brecha en la universidad blanca imperialista, una de las mejor posicionadas en el mundo, y la usamos como plataforma para tener un impacto. Quienes protagonizaron esa huelga en el año 69 eran del Frente de Liberación para el Tercer Mundo: eran estudiantes negros, latinos, asiáticos e indígenas estadounidenses. Nosotros nos consideramos como el Tercer Mundo dentro del Primero.

G.A y L.R: Si tuvieras que sintetizar la agenda decolonial antiimperialista, ¿cuáles serían sus puntos esenciales?

La agenda decolonial tiene diferentes registros. En primer lugar, tiene que ser necesariamente antiimperialista. Ese es el horizonte. Tenemos que ir contra la civilización de muerte que reproduce el mundo que vivimos. Esa civilización a combatir tiene nombre y apellido: es el sistema imperialista mundial. Cuando estos decoloniales de los que hablamos antes hablan de lo civilizatorio nunca lo vinculan a este sistema concreto: la civilización no es una cosa abstracta. El horizonte tiene que ser trans-moderno, debe superar la civilización moderna, capitalista y occidental. Este sistema tiene por supuesto varios ejes de dominación: patriarcales, racistas, pedagógicos, cartesianos, etcétera. Yo identifico 16 jerarquías de dominación distintas. Lo que intento es descolonizar paradigmas como los de la economía política: lo que antes se identificaba como superestructuras son en realidad jerarquías de dominación, principios organizadores de la acumulación de capital. El carácter genocida, racista, feminicida, ecologicida, epistemicida, anticomunitarista, es consustancial al proceso de acumulación y al proyecto civilizatorio occidental. En otras palabras: el capitalismo es el sistema económico de una civilización.

“Debemos tomarnos muy en serio el pensamiento crítico que se produce desde esos movimientos para hacer jirones el pensamiento hegemónico colonial y eurocéntrico”.

El problema con el paradigma del socialismo del siglo XX es que siempre concibió la relación entre el capitalismo y otras formas de dominación como infraestructura-superestructura. Por eso no sólo no se superaron diversas formas de dominación, sino que ni siquiera se pudo resolver lo que se planteaba: la transformación radical del sistema económico. Esto, de nuevo, porque no estamos haciendo frente sólo a un sistema económico, sino a una civilización. Por eso es que jamás vas a lograr destruir el capitalismo histórico reproduciendo sus mismas lógicas sexistas, egocéntricas, dualistas, etcétera. Es por esto que la decolonialidad no es una discusión académica, teórica, es una discusión política que nos plantea una nueva cartografía del poder. Es ahí en dónde Chávez estaba clarísimo. Él decía que había que aprender de los problemas y errores del socialismo del siglo XX para pensar el socialismo del siglo XXI. Eso es lo que Dussel llama la transmodernidad: aún no podemos darle nombre, porque estamos en un proceso de transición. ¿Cuál será finalmente la civilización emergente? Lo veremos en el proceso.

Fuente de la información e imagen:  https://www.alai.info

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OVE entrevista a Miguel Erasmo Zaldivar Carrillo: «Hay que mejorar la praxis pedagógica en función de la liberación, la descolonización y el empoderamiento de todes»

Entrevista realizada por Luis Miguel Alvarado Dorry en exclusiva para Otras Voces en Educación.

Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo, escuchamos mucho de él y le conocimos por medios de sus importantes artículos antisistémicos en las que devela las distintas formas de poder y dominación del imperialismo y su política neoliberal que impone sus ideologías y, en consecuencia, alienan las subjetividades de las sociedades.

Es cubano de nacimiento y formación, pero también se considera oaxaqueño-mexicano, ya que en estas tierras ha aprendido a vivenciar todo lo que, en su formación académica, conoció.

Asimismo, por su intervención en la construcción del Proyecto de Educación Alternativa (PEA) de la Sección VII del SNTE-CNTE en el estado de Chiapas, México, entre otros, que se lleva a cabo actualmente.

Su insistencia por crear y formar comunalidad ha sido el énfasis en la construcción de éstos proyectos, con el fin de contrarrestar los embates del sistema hegemónico en el poder.

Es Licenciado en Educación en la Especialidad de Física y Astronomía, máster en Investigación Educativa y Doctor en Ciencias pedagógicas por el Instituto Superior Pedagógico «José de la Luz y Caballero» en Holguín, Cuba. Actualmente residen en Oaxaca, México y  trabaja conjuntamente a la CNTE en la construcción y desarrollo de proyectos educativos contra-hegemónicos.

Miguel Erasmo, ¿Cómo llegó a la educación crítica y contestataria y, a la lucha gremial y social? Cuéntenos un poco su historia de vida.

Mi formación como pedagogo se desarrolla completamente en la isla de Cuba.

Yo llego a la pedagogía crítica, bueno, la pedagogía que yo considero crítica desde que comienzo mis estudios universitarios en el año 1989 en el Instituto Superior Pedagógico “José de la Luz y Caballero, en la provincia de Holguín, Cuba. Porque yo estoy convencido que la escuela cubana es una muestra de lo que una escuela crítica debe hacer cuando está al centro de la “Batalla de Ideas” contra el imperialismo. La escuela cubana, en todos los niveles, representa la lucha de David frente a Goliat. La educación cubana ha sabido mejorar permanentemente su educación dentro de unas enormes carencias materiales impuestas desde fuera por el bloqueo imperialista.

La pedagogía cubana, que comúnmente no es considerada como crítica, me enseñó un sentido permanente del antimperialismo y el internacionalismo. “Patria es humanidad”; esta idea martiana es un faro que guía la formación ética de la escuela cubana. La vocación martiana por los pobres es, creo yo, un claro antecedente de la teología de la liberación y las pedagogías críticas de los siglos XX y XXI.

El pensamiento de Fidel Castro es otro referente de la pedagogía cubana que yo considero crítica. Fidel, desde sus inicios imprimió a la educación un sello único; su manera personal de argumentar, de debatir, de educar al pensamiento político del joven pueblo en revolución; su ética personal, su humildad; todo ello participó de la transformación educativa nacional. La existencia actual de miles de jóvenes de todo el mundo estudiando en la isla y del Contingente Médico “Henry Reeve” constituyen pruebas del éxito de esta visión sociológica fidelista de la educación.

La relación escuela y trabajo que Cuba hereda directamente del pensamiento de Martí es otro de los fundamentos básicos de una manera nueva de entender la educación en este hemisferio. No olvidemos que hablamos de una educación que comienza a transformarse inmediatamente después del primero de enero de 1959. La campaña de alfabetización y los asesinatos de maestros en Cuba y Nicaragua resultan evidencias de que el imperialismo veía en aquella educación un enemigo formidable al que había que destruir.

Llegué México en el año 2008 e inmediatamente me incorporo a trabajar con los compañeros que luchaban desde el SNTE-CNTE en la construcción de propuestas educativas alternativas a las imposiciones que emergían del neoliberalismo radical de los gobiernos Fox, Calderón y luego Peña. La experiencia mexicana me hizo madurar en direcciones desconocidas para mí. Por ejemplo, defender al marxismo desde Cuba es muy cómodo, defenderlo acá es un reto enorme. Mucha gente se considera de izquierda y reniegan de Marx. Creo que lo que pasa es que se le desconoce, el efecto de la propaganda enemiga ha sido letal. En Cuba la unidad se cuida como oro, acá debes luchar por unir; todo el tiempo estás dedicado a ello, comenzado por los que están más cerca. Los intelectuales tenemos la tendencia arrogante a separarnos por nimiedades cosas que un campesino o un obrero no harían jamás. Es por ello que considero que he crecido mucho como persona y como intelectual desde que llegué a esta hermosa tierra. Tengo más conciencia de mí y de la importancia regional de la revolución cubana ahora que cuando estaba en la isla. Aquella frase martiana de que “Cuba, al salvarse salva” tiene hoy para mí un sentido totalmente diferente al que tenía.

¿Cuáles considera que son los elementos más significativos de la crisis educativa en el estado de Oaxaca, en México y en toda América Latina?

Me referiré a tres retos sin que pretenda agotar el tema ni priorizar uno sobre otros.

Creo que la crisis de la educación no debe ser analizada independientemente de la crisis del sistema imperialista neoliberal. Primero porque la escuela pertenece a una época y a un contexto histórico concreto. La escuela que heredamos de Prusia y; en el caso mexicano, del sistema lancasteriano: católico apostólico y romano; se ha transformado según las urgencias de cada momento histórico, pero siempre ha estado al servicio de intereses hegemónicos del grupo opresor.

No podemos dejar de reconocer que toda revolución que pretenda superar la pobreza en América Latina se enfrentará, inevitablemente, al imperialismo norteamericano; en primer lugar, éticamente. Siempre que en este hemisferio se quiso paliar el hambre del pueblo (que constituye un serio problema ético) sufrimos las intervenciones de los EUA para impedirlo. Los ejemplos son muchísimos.

Por ello considero que un reto fundamental de la escuela y, en consecuencia, la mayor crisis de la que la aqueja es su falta de objetivos éticos antimperialistas; hablo de una ética contraria al despojo. Nos han conducido hacia una educación castrada éticamente en la que se improvisan los valores del imperialismo neoliberal del despojo sin que se pueda salir del atolladero.

Otro reto sería coordinar la educación antimperialista con la defensa de las culturas madres en peligro de desaparición e ignoradas, incluso, por los revolucionarios. Pero fíjate, no separaría una cosa de la otra. No creo que sea posible asumir un indigenismo congruente sin que este sea, al mismo tiempo, antimperialista. Lo mismo creo para la educación crítica en esta parte del mundo.

El último reto, y creo que el más difícil, sería educar desde y para la necesaria unidad. Siempre nos ha derrotado la falta de unidad frente al enemigo común que nos desprecia. Si buscas los valores que el capitalismo nos sirve en sus proyectos educativos nunca encontrarás a la unidad como un valor. Por el contrario, encuentras la laboriosidad, la honestidad; entre otros. Fíjate; la más deshonesta forma de vivir, que es el capitalismo neoliberal; nos propone la honestidad como valor a educar en las escuelas. Nos proponen la no violencia mientras asesinan a los luchadores sociales.

Y es esta situación de crisis total; las izquierdas se separan por tener ideas diferentes. Tenemos el mismo enemigo y nos distanciamos por ideas. Nos están aniquilando y unas teorías nos alejan unos de otros. Y esas teorías que nos debilitan en la unidad ¿Quién crees que las origina y divulga?

Yo mismo he sido víctima de estos provincianismos. Por pensar diferente respecto a la 4T, algunos viejos camaradas dejaron de dirigirme la palabra, me vieron como un traidor.

Sigo creyendo que la 4T es una excelente oportunidad histórica para que todas las izquierdas mexicanas busquen la definitiva unidad histórica que nos ha faltado. Y creo, además, que esto debe ser buscado, desde el trabajo pedagógico aniquilando de una vez la meritocracia y el distanciamiento cognitivo instrumental.

Miguel Erasmo, ¿La relación entre los gobiernos y los gremios en Oaxaca y en el país es fluida? ¿Por qué?

Considero que, por desgracia, La relación entre gobierno y gremios educativos en México y Oaxaca siempre ha estado a merced de personajes y no de estrategias. Por ejemplo, algunos sindicatos, históricamente muy aguerridos, de momento; cuando cambian sus líderes, son opacados y se tornan reactivos y a destiempo. Luego descubres que alguien se vendió. El imperialismo no ceja en su tarea de dividir y comprar sindicatos y líderes: estudia, analiza, conoce y luego actúa. Con eso hace mucho daño.

Por otro lado, la CNTE, que es probablemente, el sindicato más aguerrido y consciente de este país con una praxis histórica de lucha y resistencia formidable no logra unirse totalmente frente a las embestidas de los gobiernos en turno para hacer una propuesta educativa unificada frente a los modelos neoliberales.  Cuando indagas, lo primero que te responden es que no es posible hacer una propuesta educativa universal porque somos muy diferentes. Se confunde el nivel macro con el micro. Se cree, erróneamente, que el diseño curricular no puede hacerse desde y para la diversidad y ser, a la vez, general. Nos arrebataron la dialéctica marxista con sus categorías y ahora no podemos asumir en una misma idea a los singulares con lo universal.  Que no podamos asumir la diversidad dentro de una misma propuesta educativa universal es parte de los que el sistema desea que seamos porque justifica una mortal desunión teórica y práctica.

Por eso pienso que el falso discurso de defensa a las diversidades nos ha hecho mucho daño en la búsqueda de la unidad frente al enemigo común. Cuando lo diverso entra en conflicto con la necesaria unidad, quiérase o no, sirve al enemigo histórico de nuestros pueblos.  Resulta que ahora, para algunos, no es posible ser mujer, homosexual y marxista a la misma vez sin traicionar al posestructuralismo post- moderno.

En la escuela ocurre algo similar: aguzamos la vista para ver las diferencias (discurso muy caro al neoliberalismo) y se nos pierde el horizonte humano que nos une. “Patria es humanidad” nos decía Martí y esto significa, entre otras cosas, que son más las identidades que las diferencias. Si no salvamos a la humanidad tampoco salvaremos a las mujeres o a cualquier otro grupo que se declare el centro del debate momentáneo.

Hoy mismo, por ejemplo; con un gobierno con tendencia izquierdista, que desarrolla acciones a favor de los pobres, tenemos un secretario de educación que lejos de ayudar entorpece cualquier diálogo. Este secretario de educación debe ser por mucho el más grave error de esta propuesta denominada 4 T, que considero muy buena, en lo general.

Para culminar creo que los sindicatos deben basar su relación con los diferentes gobiernos en estrategias más propositivas y menos reactivas.

Los educadores de Michoacán en unidad con el Centro de Estudios RIUS, muy acertadamente desde mi punto de vista, se han montado en este momento histórico y están construyendo una educación crítica.

Como pedagogo crítico ¿considera que la formación inicial y continua de les docente corresponde a las necesidades del país y los desafíos pedagógicos del siglo XXI? ¿Por qué? ¿Cuáles serían sus propuestas?

No lo considero. El estado imperialista neoliberal nunca dejará en manos de los oprimidos el proceso de formación docente. Quien mueva los hilos de la escuela y los educadores moverá, en alguna medida, las respuestas históricas de los ninguneados.

La formación del profesional es fundamental en cualquier proceso de transformación social, más, si se trata de educadores.

No es casual que miles de profesionales cubanos salgan cada año a brindar servicios a los más oscuros rincones del mundo, allí en aquello lugares en los que el imperialismo norteamericano envía bombas; Cuba envía médicos, maestros y entrenadores deportivos. Ello es resultado de un tipo de educción y de un especial educador: la herramienta de este educador es su conciencia política.

Ahora deseo hacer una muy importante aclaración. Mucha gente se pregunta cuál es el modelo de educación cubano en un intento inútil de encontrar principios psicológicos o educativos que ameriten un premio nobel. Nada más alejado de la realidad. El secreto de la educación cubana es el más divulgado y calumniado de toda la historia. Cuba tiene una educación socialista. La  educación cubana es consecuente con el pensamiento ético de Martí, de Marx y de Fidel Castro. Es la voluntad política de educar al pueblo en el libre pensamiento, en la conciencia histórica, en el antimperialismo y el internacionalismo lo que hace de la educación cubana algo tan exitoso. La educación cubana no es exitosa en los mismos rubros de Harvard. La educación cubana es martiana, antimperialista e internacionalista. En Cuba no se incluye la diferencia porque todos tienen derecho a educarse y todos significa eso: TODES.

Considero, por ejemplo, que el normalismo mexicano es un modelo que debemos defender porque constituye en la teoría y la praxis un tipo diferente de educación frente a la propuesta enajenante del sistema. Las normales constituyen un modelo educativo para todos los niveles por su intransigencia crítica frente a todas las formas de opresión.

Existen en México muchas propuestas educativas que deben ser retomadas si queremos pensar en un modelo nacional: Chiapas, Michoacán, Oaxaca, entre otros estados; se han dado a la tarea de construir propuestas que parten de sus realidades y se enfrentan, en primer lugar, éticamente, al sistema.

¿Qué ha significado el confinamiento por el Coronavirus COVID-19 en lo educativo? ¿Considera que las medidas educativas tomadas en el contexto de la pandemia afectan al derecho a la educación? ¿Por qué?

El coronavirus es una experiencia radical para todas las personas del planeta no solo para la escuela. Estamos viviendo lo que Michel Foucault estudió en “Vigilar y castigar”. Estamos vivenciando los efectos reales del panóptico. Ya el panóptico estaba, pero nunca fue tan evidente, tan descarado.  Es claro que una institución como la escuela que funciona sobre la base de asistir diariamente y desarrollar procesos cara a cara se vea totalmente desorientada frente a esta drástica transformación de su realidad.

Uno de sus problemas centrales es que no es posible formar, educar, valores a través de la pantalla; los valores no se dictan, ni se leen: se viven. A lo más que se puede aspirar la escuela hoy es a informar, a instruir; y eso, con muchas dificultades porque las zonas de desarrollo actual y próximo no entran, fácilmente, en la lógica digital. Estoy diciendo que la escuela ha perdido, en esta nueva realidad, su función educativa y está obligada a centrarse en la pura instrucción a medias. Si ya el instrumentalismo del sistema nos hacía daño imagine cómo estamos en estos momentos.

Creo que dentro de sus históricas limitaciones el estado mexicano ha respondido acertadamente a la pandemia: los datos hablan por sí solos. Frente a la catástrofe europea y norteamericana los mexicanos hemos navegado muy atinadamente; aun cuando debamos sufrir tristes pérdidas de invaluables vidas humanas.

Creo, además, que la respuesta del Secretario de Educación a esta situación ha sido la única posible, dadas sus propias limitaciones personales y la poca visión de su modelo educativo. No debemos esperar soluciones salomónicas de esta gente que dirige la educación: ellos no están interesados en la descolonización. Harán lo más predecible y lo menos trascendental en el sentido liberador. Por otro lado, ni todos los niñes tienen acceso a las nuevas tecnologías, ni al capitalismo eso le preocupó nunca: educar a un ninguneado no es su objetivo.

Si esta crisis sistémica y educativa, nos lleva a algún mejor lugar será de la mano de los maestros que se sumen a la acción y se atrevan a crear. La historia no es un carro que se mueva sobre raíles fijos y predecibles; es un proceso que toma la dirección que los hombres unidos sean capaces de darle.  Los educadores pueden aprovechar este momento para hacer la diferencia pero ello implica unidad, compromiso, inteligencia y voluntad.

La educación en México es un desastre en todos los sentidos. Si uno analiza por ejemplo los 14 principios pedagógicos descubre que esta gente tiene unos treinta años de atraso teórico en cuanto a educación. Se empantanan en el aprendizaje y no dan un paso más allá de ello. Luego dicen que es un modelo integral.

El derecho a la educación en la historia mexicana es la historia del despojo de los derechos. Cuando creamos la escuela pública, universal y gratuita lo hicimos de espaldas a los pueblos originarios. Cuando miramos los pueblos originarios para pensar la educación lo hicimos obviando sus lenguas. Cuando asumimos su lengua nos olvidamos de su cultura.

No habrá derecho a la educación hasta que las naciones originarias no sean reconocidas y tratadas como tales.  México es una nación de naciones y cada una de esas naciones deben pensarse educativamente tomando como referente fundamental su cultura madre, su contexto geográfico y sus urgencias históricas. Esta es una deuda que nunca hemos podido pagar. No olvidemos que, todavía hoy, dentro de las propuestas de pedagogía critica, algunos educadores llegan a las comunidades a imponer su lengua y su cosmovisión.

El derecho a la educación no se agrava con el covid-19 ya estaba grave, en coma total.

¿Cuál es la radiografía de las sociedades en el confinamiento obligatorio y la ponderación de las virtualidades en la vida cotidiana?

No debemos analizar el impacto del covid-19 al margen del carácter histórico concreto de cada lugar. México ya tenía experiencia en educación digital con las Tele Secundarias. Aun cuando se conozca que muchas de ellas ni señal tenían. Cuba también tenía instalada clases por la televisión nacional hace ya varios años. Experiencia ya había, ahora hay que sistematizar y juntar la voluntad política para lograr salir de la crisis lo mejor posible.

La red de redes es un mal necesario que debemos aprender a domar. Nunca lo logramos con la televisión. Un mal, porque ya el sistema imperialista neoliberal del despojo es ducho en manipulación e implantaciones de ideas.  Necesario, porque es inevitable.

Sabíamos del daño de la televisión y nunca propusimos una asignatura escolar que preparara a los niñes para enfrentar la deshumanización televisiva. Sabemos del daño de las redes y nos entretenemos enseñando Excel y presentaciones con dibujos móviles. Es la moda el corta, pega lee; y recibe el 10. Tenemos el reto de humanizar las redes y enseñarnos a contrarrestar sus nefastos efectos tergiversadores y su vocación al entretenimiento banal.

Por el momento las redes perteneces a Barrabás, estamos perdiendo y debemos actuar con rapidez.

 

Estimado Miguel Erasmo, finalmente, desde las pedagogías críticas y, a partir de sus experiencias docentes y sociales ¿cuáles serían algunas de las propuestas que considere importantes para iniciar un proceso de transformación radical del sistema educativo?

Honestamente no creo que los sistemas educativos puedan transformase radicalmente sin pensar en la toma del poder. Aquello que piensan en la escuela como una institución, que, desde su autismo pedagógico, es capaz de transformar a la sociedad están en un error gravísimo.  Usted puede tomar un mango ácido y hacer un delicioso dulce; pero con ello el árbol no cambiará su naturaleza.

Ser radical, en el sentido marxista, es ir a la raíz de los problemas. La raíz del problema educativo está en el sistema al que esa escuela sirve porque es parida por él.  No es posible que la escuela deje su carácter reproductor. No digo que no se pueda hacer mucho por mejorarla, no digo que no podamos oponernos y también resistir, ejemplos hay muchos. Pero la trasformación radical de cualquier institución pública solo llega con la transformación radical de la sociedad a la que pertenece.

A la educación capitalista hay que arrancarla de raíz para que no quede nada de ella, pero para ello, debemos resolver primero el problema del poder. Algunos utópicos no creen en el poder ni desean tomarlo: dices poder y corren a esconderse del debate. Lenin se les antoja demasiado radical. Con, pienso yo, no hacemos otra cosa que servir un mejunje teórico condimentado con la ideología del neoliberalismo en una mesa de ideología supuestamente izquierdistas.

El problema de la escuela está directamente relacionado con el problema del poder. La respuesta de uno lleva a la respuesta del otro.

No hacer algo es el peor de los errores. Hay que mejorar la praxis pedagógica en función de la liberación, la descolonización y el empoderamiento de todes. La escuela debe pensarse en el socialismo, o la comunalidad o el zapatismo para actuar en consecuencia. La inconsecuencia pedagógica nos aniquila, nos debilita y aleja la victoria. Debemos trabajar en las redes, llenarlas de sentido. Nosotros tenemos un pequeño canal pedagógico en el que compartimos algunas reflexiones, temas y análisis y, es triste ver que cualquier banalidad resulta más atractiva para la masa de cibernautas y logra más seguidores. Nos están llenado de basura y la escuela debe tomar partido en ello. Creo que la institución educativa debe moverse hacia la digitalización sin abandonar sus espacios vivenciales por simple responsabilidad histórica.

Debemos educar en la unidad frente al antimperialismo. Debemos educar en la participación ciudadana, democratizar la institución educativa pasa por desarrollar conciencia de mi corresponsabilidad frente al futuro.

No creo tener las respuestas a los problemas que me preguntas. Estoy comprometido con una ideología y trabajaré incansablemente a favor de los oprimidos. Intento ser consecuentemente marxista, leninista, martiano y fidelista.

Muchas gracias.

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Un frente común contra el imperialismo y los golpes

Por: Giorgio Trucchi

Miles de personas reunidas en Cuba para articular acciones y luchas. En Bolivia se consuma el golpe contra Evo Morales

Del 1 al 3 de noviembre se llevó a cabo en la ciudad de La Habana, Cuba, el Encuentro antiimperialista de solidaridad, por la democracia y contra el neoliberalismo.

Durante tres días, más de 1300 delegados y delegadas de unas 789 organizaciones, movimientos, redes, plataformas, articulaciones, partidos políticos, provenientes de todos los rincones del mundo (86 países representados), se reunieron para analizar, debatir, compartir experiencias, articular luchas, como parte del esfuerzo -no siempre fácil- de profundizar la unidad en la acción.

«Vivimos un nuevo momento en la historia. Los pueblos en las urnas, en las calles y en las redes sociales demuestran con su voto y sus protestas, el agotamiento de la ofensiva imperial conservadora y restauradora neoliberal de la derecha oligárquica, en alianza con el fundamentalismo religioso, el poder mediático, el capital y las empresas trasnacionales que, de la mano del imperialismo norteamericano, en su naturaleza depredadora, excluye a amplios sectores de la población, destruye el trabajo digno, la vida en armonía con la naturaleza y pone en peligro a la especie humana», señala con fuerza la declaración final del Encuentro.

Ejes de debate

Seis fueron los ejes alrededor de los cuales se articuló la discusión y se planteó la agenda continental futura: solidaridad con Cuba y demás causas justas; los pueblos ante el libre comercio y las trasnacionales; descolonización, guerra cultural, comunicación estratégica y lucha social; la juventud; democracia, soberanía y antiimperialismo; integración, identidades y luchas comunes en la Patria Grande.

«El Encuentro es parte de un proceso de construcción colectiva que surge en 2015 y que involucra a sujetos diversos, con el objetivo de juntar análisis, experiencias de lucha y esfuerzos, y que llevó a la conformación de un espacio que denominamos Jornada continental por la democracia y contra el neoliberalismo», explica Martha Flores, coordinadora de Jubileo Sur/Américas a la LINyM.

Dos años después (2017) se organizó otro momento continental en Montevideo, Uruguay, donde se retomaron los diferentes puntos de la agenda común y se avanzó en la articulación.

«Fue a inicios de este año (2019) que decidimos que el próximo encuentro se iba a realizar en Cuba. Veníamos de momentos muy difíciles, con golpes de estado, ofensivas para desestabilizar y derrocar a gobiernos progresistas, derrotas electorales y una marcada avanzada de la derecha continental y de los procesos neoliberales de privatización y sumisión a las políticas de los organismos financieros internacionales. Lo estamos viendo en estos días en Ecuador, Chile, Honduras y Haití donde hay un rechazo total a estas políticas», agrega Flores.

Enfoque antimperialista y antineoliberal

En este segundo encuentro que se desarrolló en La Habana, uno de los ejes fue la solidaridad con Cuba y la condena absoluta del criminal bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que en días pasado sufrió otra abrumadora derrota en las Naciones Unidas.

«Ha sido un momento importante para volver a solidarizarnos con Cuba y su Revolución, para condenar este brutal bloqueo -cuyas medidas se han recrudecido como nunca con el gobierno Trump-, pero también para propiciar un espacio donde convergieran múltiples formas organizativas, para repensar y articular todos aquellos procesos de resistencia y lucha que surgen desde los territorios, hasta llegar al nivel local, nacional y a las redes regionales, movilizados en favor de la solidaridad, la vida y la autodeterminación de los pueblos», aseveró la coordinadora de Jubileo Sur Américas.

El Encuentro puso un reto fundamental: ¿cómo mantenemos esta unidad en la diversidad, con objetivos claros, con un camino trazado, con la convicción que necesitamos juntar esfuerzos para hacer transformaciones que favorezcan la dignidad y el derecho de los pueblos?

En este sentido, este segundo momento continental sirvió para analizar a fondo la situación que vive el continente latinoamericano y caribeño, en especial la lucha contra los efectos del modelo neoliberal en países como Ecuador, Chile, Haití y Honduras, así como la resistencia ante intentonas golpistas y procesos de desestabilización de gobiernos legítimos como en Bolivia, Nicaragua y Venezuela, y el uso de la ‘justicia’ para criminalizar y judicializar a defensores y defensoras de territorios y bienes comunes, o a personalidades como el recién excarcelado ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.

«Hubo mucha discusión y debate alrededor de las que consideramos ‘causas justas’. La gente está muy consciente del momento histórico que estamos viviendo y de los peligros a los que nos enfrentamos. En once días, por ejemplo, se recogieron en Cuba más de 2 millones de firmas para la liberación de Lula. Asimismo se analizó el golpe de estado racista y clasista que se quiere gestar en Bolivia contra el presidente Evo Morales[1], así como la situación de la lucha e insurrección en Chile, que va encaminada en la búsqueda de una transformación sustantiva y profunda de un modelo basado en la precarización de la vida», manifestó Martha Flores.

Bolivia en llamas

En cuanto a Bolivia, la situación ha ido rápidamente deteriorándose después de la entrevista con la coordinadora de Jubileo Sur Américas, hasta consumarse el golpe de estado la mañana de este 10 de noviembre, cuando, después de la decisión del presidente Morales de acatar el contenido del informe preliminar del grupo de auditores de la OEA, convocando a nuevas elecciones y renovando la totalidad del Tribunal Supremo Electoral, la propuesta fue rechazada por los dos principales opositores, el candidato presidencial Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho [1] y el jefe de las Fuerzas Armadas apareció en conferencia de prensa, «sugiriendo» al presidente Morales de renunciar a su mandato (a pesar que el mismo informe de la OEA reconociera a Morales como ganador de la primera vuelta electoral). La Policía ya se había acuartelado desde el día viernes.

Mientras tanto se profundizaba la violencia golpista con ataques cada vez más violentos contra militantes y simpatizantes del Movimiento Al Socialismo (MAS), funcionarios de gobierno y sus familias. También fueron atacados edificios públicos y fueron rodeadas las instalaciones de canales de televisión y radios estatales, obligando a trabajadores y trabajadoras abandonar el lugar, no sin antes amenazarlos y golpearlos.

A primeras horas de la tarde, para que no hubiese un baño de sangre en el país, el presidente Evo Morales y su vice Àlvaro García renunciaban a su cargo y denunciaban que se estaba consumiendo un golpe, ante el silencio cómplice de la comunidad internacional y de organismos multilaterales.

Si la OEA ha sido el «caballo de Troya» de este nuevo golpe del siglo XXI, la inmensa mayoría de los gobiernos latinoamericanos -solamente Cuba, México, Nicaragua, Venezuela y el presidente electo de Argentina condenaron la ruptura del orden constitucional y se solidarizaron con Morales-, los Estados Unidos, la Unión Europea, Naciones Unidas y la CIDH mantuvieron el más absoluto silencio ante las barbaridades que se estaban cometiendo.

La casa del presidente Morales fue atacada y saqueada, todos los miembros del máximo órgano electoral están presos o tienen mandato de captura, se multiplican episodios de violencia racistas (como la quema de wiphalas, la bandera de siete colores de los pueblos andinos, reconocida como símbolo del Estado Plurinacional de Bolivia en la Constitución de 2008), decenas de funcionarios públicos o legisladores del MAS pidieron asilo en la embajada mexicana. En medio de esta ‘cacería de brujas’, son cada vez más fuertes los rumores de una orden de aprehensión contra el presidente Morales.

En este momento (noche del domingo 10 de noviembre) centenares de activistas del MAS y miembros de movimientos sociales se están desplazando de El Alto hacia La Paz.

Un golpe de estado ampliamente denunciado durante las semanas previas a las elecciones en varias publicaciones («El plan de EEUU contra Bolivia» parte 1 y parte 2) y por el mismo Morales. Un golpe que pretende acabar con su exitosa experiencia de gobierno y que es una nueva advertencia a otros gobiernos del continente latinoamericano que no se plegan a los intereses de Washington.

Más solidaridad

Durante la actividad en La Habana se analizó a profundidad la lucha por la independencia de Puerto Rico, la situación de agresión y bloqueo que sufre Venezuela, el fallido golpe en Nicaragua y otros procesos como el de Palestina. A ese propósito, Martha Flores aclaró que no hubo vacilaciones en cuanto a diferenciar las sublevaciones populares en Ecuador, Chile, Haití y Honduras de los intentos de golpe en Bolivia (ya consumado), Nicaragua y Venezuela (fallidos). Asimismo, se hizo hincapié en el doble rasero de organismos multilaterales como la OEA y la CIDH.

«¿Por qué no tienen la misma beligerancia en condenar los asesinatos y las masivas violaciones de los derechos humanos en Chile y Ecuador, así como la tuvieron en Nicaragua y Venezuela?», se preguntó Flores.

Uno de los elementos donde más hubo coincidencia y donde más se trabajó fue la necesidad de romper el cerco mediático y contrarrestar la mediatización, politización y manipulación de temas claves como son la defensa de los derechos humanos y el medio ambiente.

También hubo un elemento transversal, que se convirtió en la tónica general del Encuentro, que fue el rol del gobierno de los Estados Unidos en todas esta problemáticas, así como su lógica de fuerza y poder para intervenir e imponer un modelo y una agenda, en abierta violación de los derechos de los pueblos.

Plan de acción

Para el próximo año hay una ruta trazada y un Plan de Acción que involucrará organizaciones, movimientos, partidos políticos, redes y articulaciones de todo el continente, y que incluye una jornada de lucha antiimperialista en marzo y una movilización antiimperialista a nivel global en el mes de mayo, entre otras.

«Ningún sector, por sí solo, puede hacer transformaciones estructurales. Tenemos que juntar voluntades dispersas en función de objetivos comunes, poniendo cada uno y cada una las cosas que necesitamos para alcanzar estas metas que son trascendentales. Es un momento histórico donde todos juntos los movimientos sociales, populares, los partidos políticos, las redes y articulaciones podemos hacer transformaciones. En este sentido es necesario que tanto los partidos como los movimientos entendamos que, si no trabajamos juntos, nunca podremos llegar a una verdadera transformación», concluyó.

Notas:
[1] Camacho exigía la renuncia de Morales, de todos los legisladores y funcionarios judiciales y electorales, la instalación de un gobierno de transición y la convocatoria a nuevas elecciones en un plazo de 60 días.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2019/11/12/un-frente-comun-contra-el-imperialismo-y-los-golpes

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La dominación imperialista en Latinoamérica y Europa: notas para una discusión

Por: Atilio Borón

La desorbitada beligerancia del imperio

Una pregunta que no dejan de hacerse víctimas y testigos de la creciente agresividad del imperialismo refiere a la inexistencia, o en todo caso debilidad, de las fuerzas y actores internacionales que deberían impedir o por lo menos tratar de limitar los alcances de la intensificación de la ofensiva lanzada contra Venezuela, Cuba y Nicaragua por parte de la Administración Trump.1

La historia de los imperios demuestra sobradamente que en su fase de declinación éstos se tornan más violentos y sanguinarios, y que sus líderes tienden a ser más toscos y brutales. No sólo sus líderes, como lo demuestra con claridad Donald Trump. También su entorno de asesores y consejeros refleja similar involución, llegando a constituir algo semejante a lo que Harold Laski, refiriéndose a los dirigentes del fascismo europeo, denominaba “elites de forajidos”. No hace falta remitirse al profeta Moisés y las Tablas de la Leypara concluir que torvos personajes como John Bolton, Elliot Abrams, Mike Pompeo, Juan Cruz, Marco Rubio y la directora de la CIA, Gina Haspel, son una pandilla de hampones que sólo como producto de la acelerada descomposición moral y política del imperio trasiegan por las oficinas de la Casa Blanca cuando el sitio apropiado para sus afanes debería ser una cárcel de máxima seguridad en el desierto de Nevada. No hay entre ellos un solo estadista o un intelectual capaz de ofrecer una visión realista y sofisticada de la realidad contemporánea. Ninguno resistiría diez minutos de debate con Vladimir Putin o Serguéi Lavrov, eventualmente con Xi Jiping, porque serían intelectualmente destrozados de manera fulminante.

¿Hampones? Sí, pero también algo más. En una entrevista relativamente reciente Madelein Albright sentenció que “un fascista es un matón con ejército”, definición que calza como anillo al dedo para definir a la actual dirigencia estadounidense.3 Son fascistas que dirigen un ejército de alcance planetario. No sorprende que el diagnóstico sobre la situación internacional de estos personajes sea de un espeluznante simplismo, a la Hollywood. Están los buenos y los malos, los primeros son ellos, los estadounidenses, y los demás, los malos que se subdividen en dos tipos. Una tropa de cobardes poco dispuestos a pagar por su defensa (como los europeos, según el círculo áulico de Trump) y un enorme conglomerado de holgazanes, ladrones, narcotraficantes, asesinos y violadores que seríamos todos los restantes habitantes del planeta. Este desaforado maniqueísmo lo expresó de manera rotunda otra eminente mediocridad que ocupó la Oficina Oval de la Casa Blanca: George W. Bush quien, al lanzar su campaña “antiterrorista” después del 11-S advirtió a los pueblos del mundo que “quien no esté con nosotros estará contra nosotros”. Con nosotros, los buenos, o los malos redimidos; contra nosotros, y ateniéndose a las consecuencias, todos los demás.

Por consiguiente, la actual escalada belicista instrumentada mediante la aplicación de todos los capítulos de la Ley Helms-Burton en contra de Cuba y un torrente de sanciones económicas en contra de Venezuela, Nicaragua y, allende del Atlántico, Rusia y Corea del Norte, es expresión de la tambaleante situación que atraviesa el imperio americano, cuyos más lúcidos analistas y estrategas coinciden en señalar que los días del apogeo imperial ya quedaron definitivamente atrás. De ahí que Trump y sus secuaces hayan arrojado por la borda las sutilezas y los delicados pasos de minué propios del juego diplomático (ejemplificado al reducir el presupuesto y funciones del Departamento de Estado y designar a un “hombre de acción” como Mike Pompeo como su Secretario) y exaltado el papel de la coerción y la violencia como instrumentos para reconstruir aquel orden mundial con que muchos se ilusionaron: el “nuevo siglo americano”, infantil espejismo con que se entretuvieron muchos académicos y analistas tras el derrumbe de la Unión Soviética pensando que este siglo veintiuno sería el del predominio absoluto e incontestable de Estados Unidos. Se equivocaron de medio a medio, y a la inicial frustración derivada del incumplimiento de tan rosados designios siguió una apuesta tan tenebrosa como temeraria por la violencia.

Una vieja obsesión y la guerra de quinta generación

Sería injusto decir que todo esto sobreviene, como un rayo en un día sereno, de la mano de Trump. Tiene orígenes lejanos. Como lo hemos demostrado en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo 4 la opción guerrerista estaba ya firmemente instalada en los planes de la Administración Clinton y Madelein Albright fue una de sus más elocuentes voceras cuando advertía a propios y ajenos que para Washington la opción por el multilateralismo sería respetada “cuando fuera posible”; en caso contrario “el unilateralismo seguiría siendo necesario”. Traducción: negociación diplomática multilateral en el marco de la ONU en la medida que sea posible -y conveniente- para los intereses de EEUU; si esto no funciona el músculo militar deberá aplicarse cada vez que sea necesario. No podemos olvidar que fue el presidente Barack Obama quien en el 2015 abrió las puertas a la violencia desatada por Trump contra Venezuela cuando emitió una infame orden ejecutiva declarando que la situación del país sudamericano obligaba a la Casa Blanca a declarar una “emergencia nacional” por la “amenaza inusual y extraordinaria” que la patria de Bolívar y Chávez representaba para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos.5

El razonamiento anterior permite comprender las razones por las que ante el evidente fracaso diplomático de EEUU para lograr un consenso a favor de su criminal bloqueo a Cuba –repudiado masivamente año tras año en la votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas- o de hacer que la “comunidad internacional” se encuadre tras las directivas golpistas de Washington para designar a un fantoche impresentable como “presidente encargado” de Venezuela la respuesta del gobierno estadounidense haya sido recurrir a las nuevas armas de la guerra, esas que constituyen lo que algunos analistas denominan como “guerra de quinta generación.” Ya de poco o nada sirven los tratados de control de armas de la época de la Guerra Fría porque hoy las guerras se libran cada vez con mayor frecuencia con artefactos distintos de los convencionales: ataques informáticos, pulsos electromagnéticos teledirigidos, propaganda, terrorismo mediático, sanciones económicas, presiones diplomáticas, nanotecnología y robótica aplicadas al campo militar. No es que las armas tradicionales hayan caído en desuso sino que las tareas de “ablande” de la resistencia ante el agresor imperialista, que antaño realizaban los bombardeos y los ataques convencionales con helicópteros artillados o misiles lanzados desde navíos de guerra, hoy esas tareas se llevan a cabo apelando a una propaganda que sataniza al enemigo, promueve el caos y la desintegración social a la vez que lanza formidables agresiones económicas (bloqueos comerciales, confiscaciones de activos, amenazas a proveedores de insumos básicos o compradores de lo producido por una economía, etcétera)y ataques informáticos a centros neurálgicos de un país -una usina hidroeléctrica, por ejemplo- como lo demuestra el caso de Venezuela en estos días. Nuevas armas para un nuevo tipo de guerra que sin disparar un solo tiro pueden ocasionar inmensos daños a la infraestructura de un país al privarlo de energía eléctrica -y, por ende, de iluminación, agua, gasolina, transporte, internet, etcétera -y causar enormes sufrimientos a su población. En el caso del país bolivariano la apuesta del imperio es que ante tamañas penurias y sufrimientos se produzca un incontenible levantamiento popular que ponga fin a la revolución bolivariana y al gobierno de Nicolás Maduro. Fracasaron, y seguirán fracasando porque subestiman la capacidad de resistencia de venezolanas y venezolanos; y porque los ataques de Estados Unidos han consolidado aún más la vocación antiimperialista del pueblo venezolano al paso que la oposición –por su cipayismo, su falta de patriotismo, su desprecio por la historia nacional y por la autodeterminación popular- ha quedado reducida a casi nada. Carente por completo de capacidad de liderazgo. Guaidó se desdibuja como una figura fantasmal en acelerado proceso de evaporación, sostenido a duras penas por la canalla mediática y los gobiernos tributarios de la Casa Blanca que se desviven por satisfacer las órdenes del nuevo Calígula, el más monstruoso de los emperadores romanos según el historiador Suetonio.6

La agresión económica, hoy perfeccionada como un puntal del nuevo tipo de guerra, ya fue ensayada sin éxito con Cuba desde hace más de sesenta años. En un memorando elocuentemente titulado (con una enorme dosis de wishful thinking) “La declinación y caída de Castro”, fechado el 6 de Abril de 1960 y dirigido al Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos, Roy R. Rubottom Jr.se reconocía que la mayoría de los cubanos apoyaban al gobierno revolucionario y que, como hoy en Venezuela, no existía oposición efectiva, ante lo cual lo se concluía que el “único medio previsible para alienar el apoyo interno a Castro era el desencanto y la desafección basados en la insatisfacción y las penurias económicas.” Era responsabilidad de Washington, por lo tanto, desatar toda clase de iniciativas tendientes a producir, precisamente, los sufrimientos y privaciones que encenderían la chispa de la rebelión.7

La incentivación de este tipo de conducta es lo que, con las renovadas presiones económicas y financieras, está en los planes actuales de Washington en relación no sólo a Venezuela sino también Cuba y Nicaragua. Al principio de esta nota nos preguntábamos por la ausencia, o a la menos notoria debilidad, de fuerzas compensatorias en el marco internacional que pudieran atenuar, cuando no neutralizar, los letales efectos de la brutal contraofensiva norteamericana encaminada a recuperar el control absoluto de Nuestra América. Es indiscutible que en el emergente mundo policéntrico o multipolar estas fuerzas compensatorias existen y, hasta ahora, han tenido una cierta eficacia en impedir que Estados Unidos apelara, como lo hiciera rutinariamente a lo largo de todo el siglo veinte, a la “opción militar”, que al decir de los personeros de Washington “está siempre sobre la mesa.” Basta con recordar lo ocurrido en Santo Domingo en 1965, Granada en 1983 y Panamá en 1989 para constatar lo mucho que ha cambiado el mundo y la declinante capacidad de Estados Unidos para apelar unilateralmente a la intervención militar para deshacerse de gobiernos desobedientes. Hoy es muy poco probable que lo vuelva a intentar, y esto es de por sí una gran noticia. Claro que si esa alternativa parece descartada se debe menos a los escrúpulos morales de la dirigencia norteamericana que a los límites que impone una correlación internacional de fuerzas en donde países como Rusia y China se han manifestado, de modo rotundo, en contra de la misma con declaraciones de una inusual dureza. Pero la neutralización de una guerra económica, o de una pertinaz propaganda satanizadora de gobiernos revolucionarios, o del terrorismo mediático para ni hablar de los ataques informáticos es algo mucho más difícil de concretar.

Europa y el imperialismo norteamericano

Lo anterior obedece, en buena medida, a la lamentable deserción de los gobiernos europeos de sus responsabilidades en el mantenimiento del orden y la legalidad internacionales. Un efectivo contrapeso a las sanciones económicas arbitrariamente impuestas por Washington a los países que, en su parecer, representan una amenaza a la paz mundial o a la seguridad nacional de Estados Unidos sólo puede ser interpuesto por gobiernos que cuenten con una cierta gravitación internacional. No es algo que esté al alcance de la enorme mayoría de los países de la periferia mundial del capitalismo, carentes de los recursos económicos, intelectuales y tecnológicos para neutralizar los dispositivos de la guerra de quinta generación que ha lanzado Estados Unidos. Pero sí es algo que las viejas potencias coloniales pueden hacer y desgraciadamente no hacen. Países como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, España, Portugal, Holanda y Bélgica, amén de algunos otros, podrían rechazar de plano la antidemocrática e ilegal “extraterritorialidad” de las leyes dictadas por el Congreso de Estados Unidos, y sin embargo no lo hacen. Al contrario, aceptan sin chistar este humillante avasallamiento de la soberanía nacional. Las leyes de los países europeos carecen de aplicación en Estados Unidos, pero las de éste se imponen, como corresponde a un imperio, en casi todo el mundo. Un ejemplo extremo, pero no por ello único, es lo ocurrido con el principal banco de Francia, el BNP Paribas que en Junio de 2014 fue condenado a pagar una multa de 8.834 millones de dólares (unos 6.450 millones de euros) por desobedecer las sanciones económicas impuestas contra Sudán, Irán y Cuba. No sólo eso: por órdenes del Departamento del Tesoro de EEUU el BNP Paribas tuvo también que despedir a 13 funcionarios involucrados en esas operaciones y al jefe de operaciones internacionales del banco. Y ante tamaño atropello las autoridades francesas no tuvieron las agallas para rechazar de plano la insolente injerencia estadounidense en su propio país limitándose a refunfuñar que aquella decisión “no era razonable” (el canciller Laurent Fabius dixit); o que le parecía “desproporcionada” (el presidente François Hollande) mientras el General Charles de Gaulle se revolvía asqueado en su tumba. 8

Lo antes dicho confirma que la apuesta de la Casa Blanca para construir un imperio mundial encuentra en la casi totalidad de los gobiernos europeos vasallos dispuestos a convalidar dicha pretensión, convencidos, en su estúpida ingenuidad, que en algún momento podrán recoger las migajas de esa aventura y ser copartícipes en un ilusorio “condominio imperial”. La realidad es muy diferente y lo que queda en evidencia es que esos países se encuentran sometidos a una relación de subordinación tan asfixiante como la que caracteriza a las naciones de América Latina y el Caribe.

Tres dimensiones de la autonomía nacional-estatal

¿Europa sometida, al igual que Latinoamérica, a la dominación imperialista? Algunos podrán fruncir el ceño ante semejante afirmación. Pero si examinamos detalladamente el asunto veremos que no hay exageración alguna. Un examen sobrio de la relación entre el imperialismo norteamericano y los países europeos revela que éstos se encuentran sometidos a aquél con lazos tan asfixiantes como los que encontramos en Latinoamérica. En las tres dimensiones críticas de la actividad gubernamental: la gestión de la economía, la defensa y la política exterior la sumisión de los países de la Unión Europea a las directivas emanadas de la Casa Blanca es inocultable. En efecto, basta con recordar que ningún presupuesto de los países que pertenecen a la UE puede ser sometido al parlamento sin contar primero con el visto bueno del Banco Central Europeo. La firma de su presidente -Mario Draghi, italiano, ex director ejecutivo nada menos que de Goldman Sachs en Europa y del Banco Mundial- es la que establece cuánto se puede gastar, cómo y de qué modos financiar el gasto público. A los devaluados “representantes del pueblo”, democráticamente electos, les resta la ingrata tarea de adecuar sus promesas electorales a las duras realidades impuestas por el capital financiero global a través del BCE. Va de suyo que éste funciona en línea con el FMI y desempeña, en el ámbito europeo, las mismas funciones que la institución basada en Washington realiza en Latinoamérica. A lo anterior hay que agregar otro dato muy significativo: la mayoría de los países de la Unión Europea pertenecen también a la Zona Euro lo cual, en la práctica significa que sus gobiernos no disponen de un instrumento fundamental de gobernanza macroeconómica: la política monetaria, que permite a un país establecer un tipo de cambio, administrar la tasa de interés y devaluar o sobrevaluar su moneda en función de las cambiantes realidades de los mercados mundiales y del comercio internacional. La dictadura del Euro responde en realidad a las necesidades de la economía alemana (y en muchísimo menor medida a las economías más débiles de Europa), estando aquella íntimamente articulada con el capital financiero internacional que encuentra su expresión institucional en el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y su expresión informal, pero de enorme gravitación, en Wall Street y en menor medida en la City londinense. Por consiguiente, la autonomía nacional en una materia tan sensitiva como la política monetaria es igual a cero en los países integrados a la Zona Euro, lo que refuerza su subordinación y su dependencia de los Estados Unidos. 9 Tomando en cuenta todas estas consideraciones la soberanía popular definitoria de la democracia en temas como el presupuesto -la “ley de leyes”, como suele decirse- queda al igual que en los países del Sur global reducida a un mero simulacro. La infortunada experiencia de Grecia en donde la voluntad popular expresada en las urnas fue desestimada por la troika que maneja la economía de la UE -el BCE, la Comisión Europea y Alemania a través de la Canciller Ángela Merkel- es un triste recordatorio de la subordinación de la democracia a los imperativos del capital financiero y los mercados.

¿Qué decir de las políticas de defensa? Si en materia económica la dictadura del BCE es humillante no lo es menos a la hora de hablar de la defensa “nacional”. Esta sólo existe en los papeles y en las encendidas declaraciones oficiales porque esta política -la que establece una hipótesis de conflicto, define quién es el enemigo y como defenderse de él o la forma de atacarlo- la decide la OTAN y no los gobiernos europeos. Sus ministerios de defensa son museos en donde se exhiben uniformes militares y armas del pasado pero sin que allí se tome decisión alguna acerca de cómo defender la soberanía nacional y la integridad territorial. No sorprende, porque hace ya bastante tiempo que los gobernantes europeos han arrojado por la borda cualquier pretensión de sostener la una y la otra, consideradas como molestas antiguallas en la era de la globalización en donde, según se dice, los estados nacionales son reliquias reducidas a una vida apenas espectral.

Y el nervio y el corazón de la OTAN, tal como lo reafirman continuamente los expertos, no es otro que el Pentágono. 10 De ahí se deduce que los enemigos de los europeos no pueden ser otros que los rivales de Estados Unidos. Esto no es una novedad de los últimos años sino una realidad con una historia de casi tres cuartos de siglo que se desprende de la Segunda Guerra Mundial, el orden bipolar instaurado a partir de su finalización y el desarrollo de la alianza atlántica anti-soviética cristalizada en el Plan Marshall y la creación de la OTAN. Y las guerras que se libren tendrán lugar, apropiadamente, en territorio europeo (recordar la ex Yugoslavia) o en sus cercanías (Cercano Oriente), y serán los europeos quienes tendrán que recibir a los millones de refugiados, como ha venido ocurriendo luego de los ataques a Siria, a Afganistán, a Libia, a Irak, mientras que ninguno de ellos se arriesgaría a atravesar en una patera o un bote de goma el Atlántico Norte para llegar a la Ellis Island y ser recibidos por la Estatua de la Libertad. Influjo descontrolado de refugiados que, sabemos, suele alimentar las reacciones más racistas y xenofóbicas en amplios sectores de la población y proyectar a primer plano a fuerzas de la derecha radical antaño reducidas a expresiones marginales en la vida política europea. En suma: en este terreno la subordinación de los países europeos a las prioridades militares y de defensa de Washington no sólo no es menor que la que tienen los países latinoamericanos (con algunas conocidas excepciones) sino mucho mayor, dado que Europa y la cuenca del Mediterráneo son el escenario principal de la confrontación geopolítica global. Los enemigos de Estados Unidos se convierten, automáticamente y en contra del interés nacional y de seguridad de los europeos, en los enemigos de Europa.

Tercero, la política exterior. Un país independiente debe definirla en función de sus intereses nacionales. El imperio es muy claro en este tema: John Quincy Adams, el sexto presidente de Estados Unidos sentenció que “Estados Unidos no tiene amistades permanentes sino intereses permanentes.” Y éstos no pueden ser otros que consolidar y expandir hasta donde sea posible los confines del imperio, batallar en contra de sus adversarios y enemigos y unificar la tropa de sus amigos y aliados. Pero como los gobiernos europeos han abdicado de toda pretensión de afianzar su autodeterminación y dado que desde la época de la Guerra Fría y el Plan Marshall optaron por asumir como propios los dictados de la política exterior de Estados Unidos en su competencia con la Unión Soviética y como, luego de desintegrada ésta, se entregaron a la estrategia de Washington que definió a Rusia como el rival a vencer (¡y posteriormente a China!) las capitales europeas se plegaron a las posturas más reaccionarias de la Casa Blanca en América Latina y el Caribe. Acompañaron durante más de medio siglo el criminal bloqueo contra Cuba. Más recientemente, fueron cómplices de la bufonesca maniobra de Juan Guaidó en Venezuela, estruendosamente fracasada. Esto demuestra como gobiernos de países que en su época de esplendor (que ciertamente no es la actual) dieron origen a algunas de las doctrinas y teorías que ensalzaban el estado de derecho, la legalidad internacional y el respeto a la autodeterminación de las naciones cayeron en la más abyecta sumisión al reconocer al autoproclamado “presidente encargado” de Venezuela ungido como tal por el mandamás de la Casa Blanca. Pocas veces la historia vio un espectáculo tan bochornoso como ese, cuyas consecuencias no serán fácilmente olvidadas. Por consiguiente, los gobiernos europeos renunciaron a elaborar una política exterior propia para una región que es un imperio formidable de bienes comunes y recursos naturales de todo tipo, desde agua a biodiversidad; desde petróleo a gas y energía hidroeléctrica; desde alimentos a minerales estratégicos, y asumen como propia la política exterior de saqueo y pillaje que los gobernantes estadounidenses tienen reservada desde los tiempos de la Doctrina Monroe (1823) para Nuestra América.

Resumiendo: al abstenerse de elaborar una política exterior independiente de Washington –no sólo en relación a América Latina y el Caribe sino en general, en referencia al conjunto de países que conforman la comunidad internacional- los gobiernos europeos actúan en desmedro de sus propios intereses. Si durante el apogeo del poderío soviético y con una Europa absorbida por las tareas de su reconstrucción de posguerra aquella era una opción inescapable, en la situación actual signada por el debilitamiento de la hegemonía estadounidense y la reconfiguración del tablero geopolítico mundial este curso de acción conduce a los pueblos de Europa hacia un peligroso atolladero. Entre otras cosas, aparte del riesgo de un enfrentamiento bélico en las puertas –cuando no al interior mismo- de Europa porque la aplicación integral de la Ley Helms-Burton perjudicará a Cuba y otro tanto a Venezuela y Nicaragua pero también afectará a numerosas empresas europeas –sólo en Cuba más de 200- que verán menoscabados, cuando no arruinados, sus negocios en estos países. Sordas protestas se dejan oír en varias capitales europeas y mismo la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini alertó -en un comunicado conjunto también firmado por la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström- a la Casa Blanca que su organización acudiría a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para impugnar la decisión de aplicar con todo rigor la ley Helms-Burton y en especial su título III. Para Trump y sus hampones la intensificación de los padecimientos económicos de la población cubana, recomendada en el memorándum de 1960 que citáramos más arriba, es un arma de la guerra de quinta generación que no sólo afectará a la Isla rebelde sino también a los países europeos, que Washington los prefiere debilitados para que corran en busca de la protección que pudiera ofrecerle con sus armas convencionales. Claro que una política de este tipo podría, bajo ciertas condiciones, provocar un cambio en la conciencia de las dirigencias europeas y convencerlas que tienen poco o nada que ganar siendo furgón de cola de un imperio en decadencia y mucho que ganar estableciendo relaciones de respeto mutuo y cooperación con los dos grandes rivales de Estados Unidos, que no son sus rivales sino posibles socios de un proyecto que beneficie a todos por igual. Difícil, porque significa nada menos que revertir los férreos lazos forjados con Estados Unidos en la segunda posguerra. Pero no sería la primera vez en la historia europea en donde alianzas aparentemente inconmovibles son puestas en cuestión o viejos antagonismos dan nacimiento a nuevos acuerdos y coaliciones.

El antiimperialismo y las tareas del momento actual

De lo anterior se desprenden tres tareas urgentes. Primero, lograr un pronunciamiento a escala europea de los movimientos sociales, fuerzas políticos y de ser posible de los gobiernos y organismos regionales europeos en contra de la pretensión de Washington de profundizar la agresión económica en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En este sentido la reciente creación del Frente Antiimperialista Internacionalista en el Estado Español es un alentador paso hacia adelante. Deberá también denunciarse el descarado intervencionismo de Estados Unidos en los asuntos internos de terceros países, ninguno de los cuales es una provincia de Estados Unidos, como lo manifestara en un duro comunicado la cancillería rusa. Y subrayar, además, que la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton no sólo afectaría a los países latinoamericanos sino que haría lo propio con los europeos.

Segundo, concientizar a las poblaciones europeas de que ellas también están sometidas a los rigores de la dominación imperialista, que ésta no sólo se ejerce sobre los países de la periferia, y que, por esa causa, si en su locura Washington decidiera escalar su confrontación con Rusia y China y lanzar un ataque militar contra esas potencias las réplicas que éstas dispongan afectarían gravemente a los países europeos, sedes de innumerables bases militares estadounidenses que se convertirían en blancos inmediatos de la represalia afectando no sólo las instalaciones del Pentágono sino también a las poblaciones aledañas. No existe conciencia de este peligro en Europa, y es urgente e impostergable que este tema sea objeto de un muy informado debate.

Será preciso, además, acometer una tercera tarea porque no basta con la concientización: habrá que movilizar y organizar a las masas populares europeas para poner fin de su sumisión al dominio imperialista. El antiimperialismo es una lucha tan decisiva en Latinoamérica como lo es en Europa y la coordinación internacional de estas luchas es un imperativo categórico de la hora actual. Esto requiere exigir la disolución de OTAN –creada para “contener” a un enemigo, la Unión Soviética, que desapareció hace casi treinta años- y, tras cartón, clausurar las bases militares que Estados Unidos tiene en Europa que solo servirán para atraer la represalia de los países agredidos por el imperio. No es un dato menor para demostrar el sometimiento el imperialismo de los gobiernos europeos recordar el elevado número de bases militares estadounidenses asentadas en Europa, superior en cantidad y calidad a las estacionadas en Latinoamérica y el Caribe. En todos los casos poniendo en gravísimo riesgo a las poblaciones civiles que rodean a las bases, algo que, va de suyo, no despierta la menor preocupación a los estrategas del Pentágono curtidos en centenares de operaciones en donde los “daños colaterales” son cosas de todos los días.

A modo de conclusión: es imprescindible librar una batalla para que los pueblos de Europa tomen conciencia de que están tan sometidos a la dominación imperialista como sus contrapartes allende el Atlántico. Si por los latinoamericanos el imperio manifiesta sin tapujos su desprecio, en su relacionamiento con Europa prevalece un simulado respeto en lo formal que no alcanza para ocultar el vasallaje real que imponen sobre todos sus gobiernos sin excepción. Será necesario crear las condiciones para que los pueblos de Europa puedan romper el pesado velo de la ignorancia, producto de su errónea creencia en la amistad y la admiración que supuestamente les prodiga la clase dominante de Estados Unidos. Falsa conciencia cultivada con esmero por la ideología dominante y sus vehículos de divulgación y que impide que caigan en la cuenta que los principales problemas que hoy afectan a Europa: el crecimiento de la derecha radical; la xenofobia; la ruptura de la integración social; la hegemonía del capital financiero y sus efectos recesivos: el paro, la precarización laboral y la concentración de la riqueza; el incontenible flujo de refugiados por las guerras en Cercano Oriente o emigrados por la crisis económica en África así como el vaciamiento de los procesos democráticos tienen su origen en el imperialismo y las políticas que impone gracias al colaboracionismo de las decadentes burguesías europeas y sus representantes políticos. Concientizarlos también que los pueblos de Europa están en peligro porque si llegara a producirse una escalada en la rivalidad entre Washington con Moscú y Beijing Europa se convertiría ipso facto en el principal teatro de operaciones bélicas y los europeos en rehenes de ambas partes en conflicto, con las catastróficas consecuencias que es fácil de imaginar. A lo anterior hay que añadir la reaparición del terrorismo yihadista como respuesta a la abominable islamofobia del imperio y sus criminales políticas en Cercano Oriente. Batalla de ideas, por supuesto, pero combate organizacional también, porque la correlación de fuerzas existente no se podrá cambiar apelando tan sólo a discursos y argumentos teóricos. Si los pueblos no se organizan y ganan la calle el imperio seguirá perpetrando sus tropelías. Como lo está haciendo ahora en Venezuela, Cuba y Nicaragua y más pronto que tarde también, de nueva cuenta, volverá a hacerlo en Europa. Sólo una eficaz resistencia popular antiimperialista, articulada internacionalmente, podrá erigir límites infranqueables a su criminal accionar.

Notas

1 Quiero agradecer los comentarios y sugerencias formulados a una versión preliminar de este trabajo por Ángeles Diez Rodríguez y Txema Sánchez. Quedan eximidos de toda responsabilidad por los yerros o deficiencias que puedan subsistir en el presente escrito, producto exclusivo del empecinamiento de su autor.

2 Harold Laski, Reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo (Buenos Aires: Editorial Abril, 1945), pp. 117 y ss.

3 En https://elpais.com/elpais/2018/09/20/eps/1537435497_152676.html

4. Ediciones en varios países. Original en Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2012.

https://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2015/03/150309_ultnot_eeuu_venezuela_sanciones

6 Cf. sus Vidas de los Doce Césares, ediciones varias.

7. Ver: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d499)

Fuente de la Información: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=256081&titular=la-dominaci%F3n-imperialista-en-latinoam%E9rica-y-europa:-notas-para-una-discusi%F3n-

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Entrevista al sociólogo James Petras: «Debemos comparar a Martin Luther King con Rosa Luxemburgo: ambos lucharon contra la guerra»

Entrevista al sociólogo James Petras
«Debemos comparar a Martin Luther King con Rosa Luxemburgo: ambos lucharon contra la guerra»

 

Hernán Salina
CX36 Radio Centenario

 

«Martin Luther King también puso distancia con las organizaciones de negros que sólo buscaban terminar con las leyes racistas sin entrar en la lucha por la liberación social»

 

Hernán Salina: Empecemos por lo que está siendo noticia a nivel internacional, un episodio más de Trump, pero para conocer si esto tiene derivaciones políticas importantes, esto de los insultos del presidente de EE.UU. a algunos países latinoamericanos y africanos en una reunión con congresistas, ¿qué ha significado? ¿Hay algún cambio? ¿Esto genera algún movimiento político en la interna estadounidense?

JP: Bueno sí, porque los demócratas están aprovechandolo para debilitar a Trump y como Trump utiliza el lenguaje del imperialismo, han tenido resonancia entre la izquierda. Pero debemos ir al fondo del asunto, Trump es la culminación de una política estadounidense, no es la iniciativa hacia una nueva política.

Por ejemplo, entendemos que en Haití están los gobiernos de Clinton, Bush y Obama, que han destruido la economía de Haití, particularmente con la invasión y el desplazamiento del presidente Aristide. Entonces, lo que Trump está diciendo, acusando a Haití de ser un país de mierda, es una reflexión del debilitamiento, la destrucción de la economía, los fraudes que cometió la Fundación Clinton que robó 300 millones de dólares que debían ser para Haití.

También con El Salvador, debemos recordar que EE.UU. fue el apoyo de los derechistas en ese país que lanzaron las masacres, destruyeran el país y forzaran a cientos de miles de salvadoreños a salir del país. Los insultos de Trump son producto de lo que hicieran los gobernantes anteriores.

Con África tenemos muchos casos del pasado, el colonialismo que hizo tanto daño a África y causó las condiciones deterioradas de lo que ahora Trump llama la basura del mundo. Para citar un hecho, Obama lanzó la invasión de Libia. Libia era un país rico, positivo, con muchos beneficios sociales hasta que Obama y Clinton invadieron el país fomentando la violencia, tirando bombas, destruyendo la economía.

Como consecuencia de todo eso, los migrantes tenían que salir, migrantes de Haití, de El Salvador, de Libia y otros países de África. Entonces, cuando Trump empieza a atacar a los inmigrantes, debe hacer una autocrítica, llamar a EE.UU. el país de mierda. Mierda por los asesinatos de años y el robo de la riqueza de los países.

HS: Petras, ante esta situación, esta posibilidad de que cientos de miles de inmigrantes sean expulsados, ¿puede esperarse algún tipo de reacción del sistema político estadounidense y de las comunidades hispanas?

JP: Bueno, van a denunciar los insultos, van a denunciar la política de Trump, que está bien, que deben denunciarlo, un presidente payaso que ha hecho mucho daño a los pueblos. Entonces, deben denunciarlo.

Pero deben ir al fondo de lo que causa este tipo de insulto. Como decía, los países latinos deben criticar a Macri, deben criticar a Temer, deben criticar a Santos porque son ellos los que están colaborando con Trump ahora. Debemos denunciar los insultos de Trump, pero debemos ir más allá, debemos profundizar y decir, sí, Trump es un payaso, es una persona no potable. ¿Pero de qué trata Trump? Trata lo que hicieron los años anteriores los gobernantes en América Latina y los EE.UU. que facilitaron la destrucción de la economía en estos países y mucho más.

HS: Hemos leído que EE.UU. ha confirmado la creación de una fuerza de 30.000 combatientes, aduce que es para proteger la estabilidad territorial de Siria en la frontera con Turquía. Además tendría influencia en Irak que es vecina. Turquía está rechazando esta noticia como preocupante e inaceptable, el Gobierno sirio ha declarado que condena enérgicamente esta decisión, que es un atentado a la soberanía. ¿Qué cabe esperar de esta decisión de EE.UU.?

JP: Bueno, Washington busca en primera instancia financiar a los terroristas. Una vez que los sirios, con apoyo de Rusia, empezaron a ganar la lucha, Washington aumentó el número de combatientes estadounidenses y kurdos, para ocupar una parte del terreno del norte de Siria. Debemos entender entonces que la política actual de EE.UU. es la colonización de regiones de Siria frente a la oposición de Siria en el sur y Turquía en el norte.

El hecho es que Washington está usando a los kurdos como fuerza de choque, pero detrás de los kurdos hay miles de fuerzas especiales estadounidenses, hay armas estadounidenses, son las mentiras de Washington tratando de decir que ellos están creando un territorio de protección contra el terrorismo cuando ellos mismos son el respaldo del terrorismo. Y Turquía va a meterse en el conflicto ahora, porque los kurdos no quedan simplemente con la idea de ocupar una porción de Siria, quieren también ocupar parte del sur de Turquía, el distrito poblado por kurdos.

Entonces vamos a tener un conflicto muy complicado, Turquía contra los kurdos y contra Siria, Siria contra los kurdos, los estadounidenses y los turcos. Todos están luchando dentro del territorio de Siria y cada cual tiene sus propias ambiciones contra la soberanía de Siria. Incluso hay algunos izquierdistas despistados que están hablando de la lucha de liberación de los kurdos, que ahora mismo son colonia de EE.UU., es una cosa difícil de entender

HS: Pero va a haber un delicado equilibrio ahí ante las acciones militares de Siria con Rusia, con los aliados en esa línea donde va a haber presencia militar estadounidense. Habrá que ver hasta dónde pueden llegar con acciones militares que no generen una mayor tensión directa con EE.UU. ¿no?

JP: Sí, pero creo que los rusos son muy cautos y los sirios no van a atacar las bases de ocupación estadounidense. La otra cosa es que los estadounidenses están mezclados con los kurdos y los kurdos tienen ambiciones más allá de Siria. Entonces, lo más probable, lo vamos a ver en pocos días, es el conflicto turco-kurdo. Yo creo que es muy probable que en los próximos días Turquía lance un ataque fuerte contra los kurdos que sirven de punta de lanza de EE.UU. Hasta qué punto Turquía va a cruzar la frontera y entrar en el territorio ocupado por los kurdos, es algo para ver.

HS: Estamos a 15 de enero y hemos mencionado en la radio que corresponde a un aniversario del nacimiento de Martin Luther King en EE.UU. y del asesinato de la revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo.

JP: Martin Luther King representaba una gran movilización de masas de afroamericanos, los progresistas blancos y la izquierda, tenía enorme respaldo en todas las acciones. Y lo más importante de Martin Luther King es que empezó con una lucha contra las leyes segregacionistas, las leyes racistas. Pero con el tiempo empezó a ampliar su lucha contra el guerrerismo estadounidense, las guerras en Indochina, Vietnam y contra la República Dominicana.

Más allá de eso, Martin Luther King empezó a mezclarse con la lucha de clases, los obreros sanitarios en el sur y también empezó a visitar los grandes centros urbanos donde vivían y viven muchos afroamericanos trabajando con salarios bajos, desocupados, sufriendo todas las consecuencias del capitalismo. Entonces, no es la imagen que celebran hoy en la fiesta de Martin Luther King, sólo quieren tratarlo como un luchador contra el racismo y no en la lucha social, la lucha contra las guerras y contra el imperialismo

HS: Por eso fue asesinado, por ese papel creciente que estaba teniendo…

JP: Absolutamente. Y luego del asesinato, la policía federal hizo la investigación con poca profundidad, poco interés, nunca buscaron a los que dirigieron el asesinato. Buscaron a un tipo de bajo nivel, un incapaz, no explican cómo pudo escapar, cómo pudo enfrentar a toda la policía de EE.UU. Después lo encontraron y lo juzgaron anulando de cualquier testimonio que quería dar sobre los autores intelectuales del crimen.

Yo creo que debemos comparar a Martin Luther King con Rosa Luxemburgo, porque ambos lucharon contra la guerra. En el caso de Rosa Luxemburgo, la Primera Guerra. Segundo, como Martin Luther King, Rosa Luxemburgo era muy crítica con los colaboracionistas, los socialdemócratas que hablaban de socialismo y trabajaban con el imperialismo. Y Martin Luther King también puso distancia con las organizaciones de negros que sólo buscaban terminar con las leyes racistas sin querer ir más allá en la lucha por la liberación social y la política antiguerrerista.

Entonces, los dos eran revolucionarios. Más allá de las leyes liberales, querían cambios sociales, económicos, antimilitaristas. Y la gente no quiere hacer esta comparación, tratar de compatibilizar, hablar del socialismo de Rosa Luxemburgo pero sin vincularlo con las luchas por el mundo anticolonial en China, en India y otros países. En este sentido Rosa Luxemburgo era internacionalista.

En este sentido debemos profundizar nuestra visión de los dos, la visión de internacionalismo, justicia social y liberación de los pueblos, no solamente los africanos sino los asiáticos y también los pueblos oprimidos de trabajadores blancos.

HS: Muy bien, para redondear, profesor Petras, lo dejamos con algún tema más que usted quiera mencionar esta semana.

JP: Bueno, dos temas en particular, aquí debemos hablar de las dos Coreas, que están negociando y buscando soluciones inmediatas, como compartir la bandera en los Juegos Olímpicos, pero es un paso, es un puente hacia mejoramientos en Corea denunciando la política de Trump, que busca provocar una guerra.

Hace pocos días en Hawái lanzaron una alarma de misiles por error, pero todo el pueblo en Hawái estaba preocupado, pensaban que ya había empezado la Tercera Guerra Mundial. Escondieron a los niños en los sótanos porque demoraron una hora para reconocer que no había misiles que venían de Corea.

Y ese es un indicio del peligro de la política bélica que existe, cuando un tipo equivocado, loco o lo que sea comete un error precipitando una alarma de que ya empezó la guerra de misiles, es una cosa muy preocupante, cuando todo el mundo podría ser destruido simplemente por el mal cálculo sobre los sistemas de misiles.

Y finalmente quiero señalar una cosa, como estoy en California aquí hay muchos trabajadores mexicanos que están trabajando en todos los niveles, no simplemente como jardineros y agricultores, son técnicos en tecnología estadounidense, especialistas en muchas las actividades. Por eso hay una lucha en inmigración, porque Trump está tratando de jugar el antiinmigrante a favor de los fascistas y los derechistas, pero los capitalistas aquí saben que si expulsan a los inmigrantes van a destruir un tercio de toda la economía. Y los acomodados que buscan de alguien que cuide sus vidas y les facilite sus ganancias, van a sufrir.

El problema inmigrante no es simplemente un acto humanitario, es también un asunto económico. Los inmigrantes sirven en California, el Estado más rico de EE.UU. vive de los inmigrantes.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=236850

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Socialismo y antiimperialismo

Por: Claudio Katz

La relación entre el socialismo y antiimperialismo presentó varias certezas durante el siglo XX. La meta anticapitalista sería alcanzada a través de diversos caminos nacionales en una lucha contra la opresión imperialista. La radicalización de esas batallas determinaría el debut del socialismo en cada país de la periferia. ¿Cómo se procesó esa dinámica? ¿Cuál es su vigencia en el siglo XXI? [1]

ANTECEDENTES Y CONFIRMACIONES

Los primeros vínculos entre el socialismo y el antiimperialismo fueron establecidos por Marx en sus denuncias de la opresión colonial. Supuso que la transformación socialista se localizaría en Europa y que la periferia jugaría un rol secundario en esa mutación.

Posteriormente el autor de El Capital resaltó el efecto positivo de los grandes levantamientos en las regiones subdesarrolladas y elogió especialmente la sublevación de Irlanda. Destacó que su convergencia con las luchas sociales de Inglaterra favorecía la gestación de una conciencia solidaria en el proletariado.

El internacionalismo cosmopolita inicial de Marx evolucionó hacia un enfoque centrado en el empalme de los movimientos anticoloniales, con las acciones obreras en las metrópolis.

En el escenario de guerras inter-imperialistas de principios del siglo XX, Lenin transformó esa hipótesis en una estrategia integral. Rechazó las ideas socialdemócratas de padrinazgo sobre las colonias, denunció frontalmente al imperialismo y objetó la distinción entre modalidades regresivas y benévolas de esa dominación.

Con esa actitud postuló la retroalimentación de las luchas nacionales y sociales, en el complejo mosaico de Europa Oriental. Subrayó el derecho de los pueblos oprimidos a la auto-determinación y polemizó con los partidarios del internacionalismo puro, que cuestionaban las potencialidades progresivas de ese reclamo. Estas ideas contribuyeron a forjar la corriente comunista que lideró la insurrección bolchevique.

Cuando la expectativa revolucionaria decayó en Europa y se desplazó a Oriente, Lenin precisó su política antiimperialista. Distinguió el nacionalismo c onservador de los capitalistas locales del nacionalismo revolucionario de los sectores oprimidos. Propició distintos puentes con esa vertiente para apuntalar desemboques socialistas .

Esta estrategia guió a los marxistas de posguerra durante el esplendor del antiimperialismo. Ese florecimiento acompañó a la descolonización de África y Asia y a los triunfos revolucionarios en China y Vietnam. Estas victorias indujeron, además, a percibir cómo el antiimperialismo contribuía a iniciar transiciones económicas socialistas para erradicar el subdesarrollo.

Para alcanzar esas metas la mayoría de los Partidos Comunistas promovía una etapa inicial de capitalismo nacional, en alianza con la burguesía. Los críticos de izquierda objetaban la viabilidad o conveniencia de ese periodo intermedio.

Esas corrientes postulaban estrategias de revolución permanente o ininterrumpida, enfatizando el protagonismo del Tercer Mundo o l a confluencia con la clase obrera de las metrópolis. Todos coincidían en la prioridad de confrontar con el atropello estadounidense a los países que actuaban con independencia.

ÉXITOS Y FRUSTRACIONES

La estrecha conexión entre radicalización antiimperialista y desemboque socialista fue confirmada por la revolución cubana. Esa sublevación respondió a las agresiones yanquis con transformaciones anticapitalistas.

Ese curso demostró que era posible iniciar un proceso socialista a 90 millas de Miami. También aportó argumentos a los críticos de la estrategia de forjar alianzas con la burguesía y reforzó las propuestas de convergencias con el nacionalismo revolucionario.

La revolución cubana intentó una extensión continental a través de la gesta del Che. Postuló que el socialismo debía plasmarse a escala regional, en fuerte contrapunto con la Unión Soviética que apostaba a la coexistencia pacífica con Estados Unidos. Con este espíritu se forjó la OLAS y se convocaron las Conferencias Tricontinentales.

La revolución era el principal presupuesto de esa estrategia. Se esperaba desplazar p or esa vía a las clases dominantes del manejo del estado. Esa convicción sintonizaba con la preeminencia de dictaduras sostenidas por el Pentágono. La vía soviético- insurreccional y el camino guerrillero de guerra popular prolongada eran vistas como las principales opciones para la conquista del poder.

Una transición pacífica al socialismo era poco imaginable en el Tercer Mundo. Esos senderos eran promovidos en Europa Occidental, apostando a un efecto imitativo de los éxitos obtenidos por el bloque socialista.

Como todas las revoluciones irrumpían en la periferia para alcanzar alguna meta nacional, democrática o agraria, la idea de radicalizar esos procesos contaba con gran aceptación.

Ese período de esperanzas en un acelerado avance del proyecto socialista se cerró en América Latina en los años 80 con tres grandes frustraciones. La primera decepción fue la derrota de los movimientos guerrilleros, que generó balances muy críticos de la estrategia foquista.

El fracaso de la Unidad Popular en Chile fue el segundo shock. Como ese país arrastraba una larga tradición de continuidad institucional, algunos pensaban que allí era factible soslayar el eslabón revolucionario.

Salvador Allende intentó ese curso gradual mediante un acuerdo con la oposición. Pero quedó entrampado en la tolerancia suicida al golpe y no supo utilizar el respaldo popular para desbaratar al pinochetismo. Esa trágica experiencia confirmó la necesidad de la revolución en disyuntivas críticas.

La tercera frustración fue lo ocurrido en Nicaragua. El triunfo contra la dictadura y el acoso de bandas financiadas por el Pentágono parecían repetir al principio el camino cubano.

Pero los sandinistas sucumbieron ante el cerco militar, detuvieron las transformaciones sociales y pactaron con sus viejos adversarios. Al perder las elecciones precipitaron un clima de gran pesar en toda la izquierda regional.

Los resultados de esas experiencias no refutaron la centralidad de la radicalización antiimperialista para alcanzar la meta socialista. Más bien indicaron erróneos cursos para desenvolver esa estrategia. Pero la actualidad de esta política debe evaluarse a la luz de las enormes mutaciones de los últimos 30 años.

 

TRES CAMBIOS SUSTANCIALES

La primera modificación del periodo ha sido l a etapa neoliberal, que empezó en años 80 con la instauración de un modelo capitalista muy alejado del keynesianismo de posguerra.

El neoliberalismo es una práctica reaccionaria, un pensamiento conservador y un sistema de agresión contra trabajadores. Genera deterioro del salario y precarización laboral, mediante el desplazamiento de la industria a Oriente. Utiliza la informática para ampliar el desempleo, acentuar la marginalidad urbana y ensanchar la desigualdad.

Ese esquema opera al servicio de empresas transnacionales que promueven el libre-comercio para bajar aranceles y demoler competidores locales. Aprovechan la revolución digital para incrementar utilidades y facilitar la actividad especulativa de bancos mundiales que operan sin ningún control.

Ese modelo potencia los sufrimientos populares y precipita grandes crisis. Estas convulsiones irrumpen por la contracción de los ingresos populares, la sobreproducción y la expansión de las burbujas financieras.

El capitalismo neoliberal transmite ilusiones en la sabiduría de los mercados, la prosperidad espontánea y el derrame de beneficios. Pero también multiplica el miedo al desempleo y socava la legitimidad de los sistemas políticos. Si la izquierda no logra canalizar el descontento social, ese malestar es capturado por la derecha.

El segundo cambio del periodo derivó de la caída de la Unión Soviética. La relevancia de este acontecimiento fue corroborada por la periodización del siglo XX como una centuria corta (1917-1989), fechada en el surgimiento y desaparición de ese sistema.

El neoliberalismo se consolidó con ese desplome. La existencia de la URSS había aterrorizado a las clases dominantes que otorgaron concesiones sociales inéditas. El estado de bienestar, la gratuidad de ciertos servicios básicos, el objetivo del pleno empleo y el aumento del consumo popular surgieron por temor al comunismo. Con el fin de la URSS los capitalistas retomaron los mecanismos clásicos de la explotación .

Los problemas económicos no determinaron el derrumbe de ese sistema. L a URSS superaba a sus equivalentes en PBI per cápita, calidad de vida o niveles de salud y educación.

El desplome del régimen fue consecuencia de un vaciamiento político. Los gobernantes apostaban a su propia conversión en burgueses. Cuando encontraron la oportunidad para consumar ese salto, abandonaron el incómodo maquillaje socialista.

La p oblación toleró ese viraje al cabo de varias décadas de inmovilidad y despolitización. Con la frustración del último gran intento de renovación (Primavera de Praga) se extinguió la oportunidad de rehabilitar el socialismo.

El tercer cambio del período se localiza en la estructura del imperialismo . Ese dispositivo incluye mayor coordinación de las acciones de gendarme, para lidiar con la nueva integración mundial de los capitales .

Estas formas de gestión colectivas prevalecen frente a la extinción de las viejas guerras inter-imperialistas. N adie vislumbra la repetición de conflictos armados entre Estados Unidos, Alemania o Japón. L a ausencia de proporcionalidad entre la supremacía económica y la hegemonía político-militar de las distintas potencias, impide la reaparición de esas conflagraciones.

A pesar de su relativa pérdida de preeminencia económica Estados Unidos mantiene su función protectora del capitalismo. Preserva una preponderancia militar absoluta y una dirección de las operaciones internacionales más riesgosas.

Pero los imperios centrales ya no actúan como únicos protagonistas de la gobernanza mundial. Apéndices integrados a la estructura dominante (Israel, Australia, Canadá) tienen mayor relevancia y formaciones subimperiales autónomas (Turquía, India) son más gravitantes a escala regional. Cumplen un papel tan reaccionario como desestabilizador del orden global.

También los adversarios de largo plazo de Estados Unidos (Rusia, China) son más influyentes. Actúan en forma defensivas frente al imperialismo y de manera ofensiva hacia sus vecinos. Buscan forjar estructuras propias de dominación.

Estos convulsivos roles de las potencias centrales, los apéndices, los subimperios y los imperios en formación se verifican en escenarios de guerra permanente, como Medio Oriente.

¿En este contexto de neoliberalismo, desaparición de la URSS y remodelación de los dispositivos imperiales sigue gravitando el antiimperialismo?

OTRO PERFIL DEL MISMO DATO

 

Algunos analistas estiman que el antiimperialismo perdió incidencia con la globalización. Estiman que decayó junto al declive de los senderos nacionales, en el nuevo escenario de luchas anti-sistémicas a escala mundial.

Pero no brindan ejemplos de esas resistencias directamente globales. Es evidente que las tradiciones, organizaciones y programas nacionales continúan singularizando las movilizaciones de cada región.

Otros autores afirman el antiimperialismo es obsoleto. Consideran que se extinguió junto a los movimientos de liberación nacional, en un contexto de pocas colonias y muchos países soberanos.

Pero no registran cómo la opresión nacional ha resurgido con nuevas guerras, migraciones y rediseños de fronteras. Tampoco notan hasta qué punto la intervención imperial se ha intensificado con pretextos humanitarios. Basta observar la demolición de Medio Oriente o la desintegración de África para dimensionar las consecuencias de ese atropello.

Hay pensadores que reconocen la gravitación del antiimperialismo, pero lo observan como un dato negativo. Señalan que divide a los trabajadores, generando tensiones artificiales por las costumbres, idiomas o razas de cada grupo nacional.

Este cuestionamiento es ciertamente válido para e l nacionalismo reaccionario de Trump o Le Pen. Pero no se aplica a Chávez-Maduro o Evo Morales. Ambas variantes están separadas por el mismo abismo que en el pasado oponía a un Mussolini con un Sandino.

Es absurdo clasificar a esa diversidad de liderazgos dentro de un paquete común de “populistas”. La nueva combinación de neoliberalismo con xenofobia -para restringir inmigración- se ubica en las antípodas del nacionalismo radical de Venezuela, Bolivia o Palestina.

Es también erróneo suponer que el antiimperialismo conduce al abandono de posturas anticapitalistas. La experiencia ha demostrado que las demandas nacionales y sociales no son antagónicas. Constituyen dos formas de reacción frente a la explotación padecida por los asalariados y la sujeción nacional, racial o religiosa sufrida por los oprimidos. Esa adversidad compartida conduce al empalme de resistencias comunes.

El antiimperialismo persiste como un dato central del siglo XXI. Esa gravitación ha sido confirmada por todos los procesos latinoamericanos de las últimas dos décadas.

En esa región se registraron significativos cambios en los levantamientos populares. Las clásicas revoluciones del siglo XX ( México en 1910, Bolivia en 1952, Cuba en 1959 y Nicaragua en 1979) fueron reemplazadas por rebeliones de otro alcance. Ya no irrumpieron formas de poder paralelo, ni organismos desafiantes del estado para coronar desenlaces militares.

Hubo importantes alzamientos populares en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina que superaron el alcance de cualquier revuelta, sin traspasar el umbral de las revoluciones. Esas sublevaciones modificaron los regímenes políticos, pero no demolieron al estado, ni su ejército o instituciones.

Esos levantamientos mantuvieron un contenido antiimperialista mixturado con demandas contra neoliberalismo. En Bolivia las sucesivas “guerras del agua y del gas” ((2000-03) confrontaron con las empresas extranjeras que lucraban con las privatizaciones. En Ecuador (1997-2000) se libraron batallas contra los bancos extranjeros, la entrega del petrolero y la presencia de bases militares estadounidenses.

En Argentina (2001) la lucha de los desocupados y la clase media confrontó con los ajustes del FMI. También en Venezuela (1989) las revueltas apuntaron contra el encarecimiento de la gasolina y las confiscaciones impuestas por el custodio de los bancos internacionales.

En todos los casos la deuda externa operó como un gran detonante. El pago de ese pasivo generó recortes de salarios que precipitaron movilizaciones por la auditoría y la moratoria. La masividad de esa demanda confirmó su centralidad en las economías dependientes. En todos los casos el antiimperialismo continuó operando como un eje articulador de la lucha popular.

VIGENCIA EN DISTINTOS GOBIERNOS

Es también llamativa la permanencia de la problemática antiimperialista en las distintas variantes de gobiernos latinoamericanos de las últimas décadas .

Esa centralidad se verificó en las administraciones de centroizquierda (Lula-Dilma, Kirchner, Correa), que introdujeron reformas en el sistema político e i ntentaron modelos económicos neo-desarrollistas. Ensayaron cierta autonomía frente a los Estados Unidos, tomaron distancia de la OEA y trataron de ampliar el margen de UNASUR.

Pero cuando declinaron los proyectos de integración regional abandonaron esas pretensiones . Fueron gobiernos autónomos pero no antiimperialistas y esa carencia explica su total adaptación a la agenda de las clases dominantes .

La segunda variante de mandatarios mantuvo un perfil derechista (México, Perú o Colombia), que se ha expandido con la restauración conservadora perpetrada a través de victorias electorales (Argentina) y golpes institucionales (Brasil, Honduras, Paraguay).

En estos casos se verifica la contracara del antiimperialismo, a través de una descarada asunción de políticas pro-estadounidenses. Como siempre ocurre en América Latina, los gobiernos ultra-liberales son fanáticamente afines a la preeminencia de su viejo tutor.

Todos a puntalan la política exterior de Trump, c onvalidan la agresión contra México, recomponen la OEA, participan en las conspiraciones propiciadas por la CIA y delegan soberanía en materia de espionaje. Si en los gobiernos de centroizquierda hubo carencia de antiimperialismo, en sus pares de derecha abruma el sometimiento a Washington.

La gravitación de la problemática imperial se verifica finalmente en los gobiernos radicales de Venezuela y Bolivia. Esas administraciones han implementado políticas de redistribución de la renta, en choque con las clases dominantes y el padrino estadounidense.

Venezuela se ha transformado actualmente en el epicentro de esos conflictos. Resiste las pretensiones estadounidenses de recuperar el control de la principal reserva continental de crudo. El Departamento de Estado trata de repetir los operativos de Irak o Libia, busca instaurar el modelo de privatización imperante en México e intenta expulsar a Rusia y China de su patio trasero.

Esos objetivos explican la escalada de violencia que genera la oposición, ensayando variantes golpistas que combinan e l sabotaje de la economía con la virulencia callejera.

Esta confrontación definirá el próximo escenario de la región. Un triunfo derechista generalizaría la sensación de impotencia frente al imperio y un resultado inverso permitiría apuntalar la nueva oleada de luchas sociales.

El antiimperialismo continúa definiendo la dinámica política latinoamericana. Su gravitación aumenta frente el proyecto recolonizador de Trump, que complementa la agresión contra Venezuela con el reforzamiento del embargo a Cuba. Esos atropellos reavivan la gran memoria de rechazo al intervencionismo estadounidense.

SINGULARIDADES LATINOAMERICANAS

El caso latinoamericano también ilustra la especificidad regional de la relación entre emancipación nacional y social. En ese terreno no hay recetas comunes para todo el planeta. Sólo existe un enfoque general de objetivos socialistas contrapuestos a la opresión imperial, que se adaptan a las diferentes situaciones de cada lugar.

La singularidad latinoamericana está determinada por la resistencia histórica al imperialismo estadounidense. El Pentágono ya no ejerce su dominación a través de dictaduras e intervenciones abiertas. Pero mantiene una gran primacía geopolítica (que no comparte con las potencias europeas).

Trump intenta utilizar ese poderío para retomar la supremacía total de Estados Unidos, frente a la novedosa presencia de China. Percibe que esa llegada no ha desbordado aún el terreno económico.

La impactante incursión del gigante asiático reviva todos los debates sobre el antiimperialismo. Durante los años de bonanza de las exportaciones latinoamericanas, no se aprovechó la posibilidad de una asociación integral con China para contrapesar la subordinación a Estados Unidos.

En vez de negociar en bloque con la nueva potencia, los gobiernos mantuvieron el bilateralismo. Ahora China tiende a erigirse como un referente del libre-comercio frente a Trump y ambas potencias disputan la apropiación del botín latinoamericano.

Otra peculiaridad del antiimperialismo regional es su estrecha conexión con el anhelo de unidad. Ese objetivo constituye una asignatura histórica pendiente. En la última década hubo algunos esbozos de integración con UNASUR y varias iniciativas solidarias del ALBA, contrapuestas a los tratados neoliberales de libre-comercio y diferenciadas del regionalismo capitalista del MERCOSUR.

Pero la oportunidad para concretar esos proyectos se frustró y los gobiernos de derecha recrean nuevamente la balcanización. Congelan UNASUR y paralizan el MERCOSUR para facilitar los negocios excluyentes de cada burguesía.

Como ese vaciamiento empalma con la crisis del Tratado del Pacífico (que promovían Obama y Clinton) predomina un clima de indefiniciones. Esa incertidumbre facilita el relanzamiento de los planteos antiimperialistas.

CONTRASTES CON MEDIO ORIENTE Y EUROPA

Las singularidades del antiimperialismo se clarifican en los contrastes entre regiones. América Latina comparte con el mundo árabe una batalla común contra el saqueo. Ambas zonas han sido avasalladas y colonizadas por distintos imperios. Pero la reacción frente a esos atropellos transita por carriles diferentes.

En Medio Oriente las demandas antiimperialistas están entremezcladas con agudas tensiones regionales y globales, en escenarios bélicos. Como ya ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, en una misma confrontación se combinan choques entre potencias, batallas democráticas y resistencias antiimperialistas.

Las demandas nacionales en el mundo árabe están mixturadas con esos intrincados conflictos geopolíticos. Esa complejidad explica, por ejemplo, que triunfos del movimiento nacional kurdo (y su conquista de zonas autónomas) se logren bajo la coyuntural protección de Estados Unidos. Una sintonía de ese tipo es inconcebible en América Latina.

Otra peculiaridad son los yihadistas, que disputan con el Pentágono mediante acciones totalmente ajenas al antiimperialismo. Operan como movimientos reaccionarios que han sido tan enemigos de la primavera árabe, como las dictaduras de la región. Esta dualidad tampoco tiene parangón en América Latina.

Por distintas razones históricas -como el peso de la teocracia y la sofocación de los procesos de democratización secular- la relación entre emancipación nacional y social presenta en el mundo árabe, complejidades muy superiores a las imperantes en América Latina.

L as diferencias con Europa son también significativas. En el Viejo Continente conviven en un mismo radio geográfico opresores imperiales y naciones dependientes (Alemania con Grecia, Inglaterra con Irlanda). Comparten la misma integración a los organismos de la Unión Europea.

Esa estructura neoliberal afronta manifiestos rechazos populares cada vez que se vota. También suscita un fuerte despertar nacional contra la burocracia de Bruselas, al servicio de las empresas multinacionales. Esta tensión recuerda las resistencias nacionales de principios del siglo XX contra los viejos imperios.

En estos rechazos resurgen contradictorios sentimientos de soberanía y desintegración nacional. La gran variedad de culturas, tradiciones e idiomas que irrumpen en esos conflictos contrasta con la mayor homogeneidad de la configuración latinoamericana. Por esa razón el tipo de problemas creados con la fragmentación de Yugoslavia, la partición de Checoeslovaquia o los impulsos soberanistas de Cataluña y Escocia no se verifica en el Nuevo Mundo.

Sólo el ajuste impuesto por la Troika a Grecia presenta parecidos. Ahí se verifica el mismo catálogo de crueldades que padece América Latina. Alemania comandó la cirugía económica y Estados Unidos reforzó su primacía militar en las bases helenas de la OTAN.

En Grecia se procesó también una gran experiencia de resistencia popular. Esa lucha quedó abortada por el sometimiento a la Troika, generando frustraciones superiores a las experimentadas durante el ciclo progresista latinoamericano.

Los contrastes con el mundo árabe y con Europa ilustran la centralidad y las peculiaridades del antiimperialismo contemporáneo. ¿Pero su vigencia se extiende a la meta socialista?

PERSISTENCIA DE UN PROYECTO

 

Algunos pensadores retoman las viejas críticas al proyecto igualitario estimando que el socialismo perdió sentido. Señalan que es innecesario en los períodos de estabilidad y peligroso en las coyunturas de crisis.

Pero no explican cómo el capitalismo podría erradicar los sufrimientos populares, las guerras o la destrucción del medio ambiente. Tampoco han podido demostrar de qué manera podría ser reformado o humanizado un régimen que funciona acrecentando esas desgracias.

El neoliberalismo ha confirmado que el capitalismo se asienta en la explotación. También demuestra que la conquista de mayor democracia y logros sociales requiere implantar otro modelo de sociedad.

Es indudable que la caída de la URSS afectó seriamente la batalla por el socialismo, pero no generó la primera derrota sufrida por los oprimidos, ni ha implicado el fin de ese proyecto.

La historia de la humanidad incluye victorias inesperadas y amargas decepciones. La URSS fue un ensayo de socialismo que no logró eliminar la desigualdad. Pero conviene recordar que en otros casos (como la revolución francesa) los ideales de igualdad política se plasmaron en períodos muy posteriores.

Las ideas del socialismo no han perdido vigencia por su identificación con la Unión Soviética. Muchos conceptos sufrieron una deformación semejante y nunca fueron reemplazados. La bandera de la democracia ha sido utilizada para todo tipo de tropelías y esa usurpación no disoció ese concepto de la soberanía popular.

Al igual que otros principios de la acción política, el socialismo no tiene sustituto para batallar por el ideario pos-capitalista. La lucha por esa meta requiere nociones y estrategias que no se sustituyen con vaguedades sobre el pos-capitalismo .

El socialismo del siglo XXI recobra fuerza en su contraposición con el capitalismo, que es actualmente percibido como sinónimo de desempleo, pobreza y exclusión. El ideal comunista no es más utópico que el imaginario neoliberal del mercado, ni más irrealizable que las fantasías heterodoxas de intervención estatal. E l socialismo ofrece un horizonte de emancipación real, a los jóvenes indignados que protestan en todo el mundo.

EXPERIENCIAS ESPECÍFICAS

En cada región el socialismo está asociado con ciertas experiencias. En América Latina está muy identificado con el proceso cubano, que aportó a varias generaciones el mayor ideario de transformación social.

Cuba también demostró cómo un esquema económico-social no capitalista permite evitar el hambre, la delincuencia generalizada y la deserción escolar en una economía con pocos recursos .

La isla ya no está en condiciones de continuar el camino precedente. Debió intentar una renovación luego del colapso de la URSS, mediante la expansión del turismo, la llegada de empresas extranjeras y los mercados de divisas. Este curso generó serios problemas de segmentación social entre los receptores y huérfanos de remesas .

A hora el país necesita ampliar la gravitación del mercado, ahorrar divisas y reanimar la agricultura, sin consagrar el retorno al capitalismo y e vitando la formación de una clase dominante. Ese curso requiere reforzar las cooperativas, superar los ahogos burocráticos, transformar las divisas atesoradas en inversión y facilitar la pequeña propiedad.

Esa estrategia permitiría lograr altas tasas de crecimiento, limitando al mismo tiempo la desigualdad social. Es un curso que exige ejemplaridad de los dirigentes y continuidad de los sistemas educativos y sanitarios públicos.

La epopeya cubana afronta los nuevos desafíos en condiciones regionales adversas. Pero mientras el ideal socialista persista en la isla, esa meta permanecerá abierta también para América Latina.

Es importante registrar el estrecho camino que existe en la actualidad para mantener el proyecto de emancipación. Lo más peligroso para Cuba sería volver al período especial. Las reformas son tan necesarias como impedir la restauración capitalista.

Con la misma óptica hay que evaluar a Venezuela. El proceso bolivariano se desenvolvió junto a un enunciado socialista, que alcanzó g ran difusión en las misiones, los hospitales, las empresas y las comunas. También la crítica a la burguesía fue incorporada al lenguaje corriente de amplios sectores populares. Ese giro ideológico empezó con la rehabilitación que hizo Chávez del proyecto comunista.

Todo ese rumbo afronta actualmente una crisis de gran alcance. Pero en lugar de sepultar los logros alcanzados corresponde discutir dónde se localizan las fallas, en un país (que a diferencia de Cuba) no consumó un debut del socialismo.

En Venezuela existe un grave problema económico por la obstrucción que impone la renta a cualquier proyecto de desarrollo igualitario. El socialismo es incompatible con ese escollo .

Bajo el chavismo la renta fue redistribuida a favor de los sectores populares, pero no fue utilizada para gestar una economía productiva. Por eso la industrialización quedó bloqueada y se recreó la convivencia con la burguesía, olvidando que l a condición de un proyecto socialista es privar a la clase dominante de su poder económico.

También falló la política económica por una errónea utilización de las divisas, que potenció el desabastecimiento y la inflación. No hubo expansión del empleo productivo y en lugar de apuntalar un esquema combinado de plan, mercado y desarrollo socialista, persistió el consumo irracional y la baja productividad.

Además, se soslayaron ciertas nacionalizaciones claves -como los bancos y el comercio exterior- y se abuso de otras, que se volvieron perniciosas. Estos errores recrearon una larga tradición rentista de ineficiencia, que impide utilizar los ingresos petroleros para el desenvolvimiento industrial. No se pudo (o no se quiso) generar una cultura pos-rentista de producción y responsabilidad .

La corrección de esos desaciertos depende del desenlace de la crisis actual. Si la derecha triunfa el ideal socialista quedara afectado por mucho tiempo. Una victoria del proceso bolivariano permitiría, por el contrario, encarar un programa de erradicación de la boliburguesía y la corrupción. El escenario es difícil, pero los grandes proyectos revolucionarios siempre despegaron en la adversidad.

La experiencia de Bolivia transita por carriles menos dramáticos. En el plano económico hubo un manejo austero de la macroeconomía y en el plano político se recuperó el orgullo nacional y la auto-estima.

El gobierno de Evo logró c onsolidar una nueva configuración plurinacional del estado para ejercer su autoridad sobre todo el territorio. Las tensiones han sido menores a partir de un piso de subdesarrollo mayor. El Altiplano tampoco afrontó una hostilidad estratégica equiparable a Venezuela por parte del imperialismo estadounidense

 

VIGENCIA DE UNA ESTRATEGIA

En la última década el socialismo volvió a discutirse en América Latina. Ese proyecto recobró vitalidad a partir de las nuevas experiencias de Cuba, Venezuela, Bolivia y el ALBA.

Resulta necesario debatir con seriedad las luces y sombras de esos procesos sin indulgencia, ni derrotismo. El desenlace de la crisis en Venezuela influirá sobre el alcance de la resistencia social, los procesos electorales y los resultados de la agresión imperial.

En estos turbulentos escenarios la meta socialista continúa tan vigente como la mediación antiimperialista para alcanzarla. La dinámica clásica de radicalización persiste pero con nuevos ritmos y formas. La combinación de lucha nacional y social asume inéditos contornos y transita por inesperados senderos.

2-8-2017.

RESUMEN

 

En el siglo XX la batalla por el socialismo transitó en la periferia por la radicalización de la resistencia antiimperialista. Las rebeliones anticoloniales, el protagonismo del Tercer Mundo y los triunfos de posguerra confirmaron ese curso. Cuba aportó otra ratificación que fue ensombrecida por varias frustraciones posteriores.

En la nueva etapa de neoliberalismo, desaparición de la URSS y remodelación de la dominación global, el antiimperialismo persiste como articulador de la lucha popular. Esa centralidad se verificó en las rebeliones sudamericanas, en la fallida autonomía de los gobiernos progresistas y en el contrapunto de los gobiernos radicales con la restauración conservadora.

La confrontación con Estados Unidos y el anhelo de unidad regional singularizan al antiimperialismo latinoamericano. Los contrastes con el mundo árabe y Europa confirman esas peculiaridades.

El socialismo no ha perdido vigencia por la implosión de la URSS. Las experiencias de Cuba, Venezuela y Bolivia indican nuevas pistas de combinación de las batallas nacionales y sociales.


[1] Este artículo actualiza conceptos expuestos en Katz Claudio   Neoliberalismo, Neodesarrollismo, Socialismo , Batalla de Ideas, 2016, Buenos Aires (primera, cuarta y quinta parte). Las disyuntivas de la izquierda en América Latina, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2008 (primera y segunda parte) . Artículos sobre la Teoría de la Dependencia www.lahaine.org/katz . Toda la bibliografía puede ser consultada en esas fuentes.

[2] Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz  

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Entrevista: En la lucha de los docentes se juega la posibilidad de ponerle un freno a la agenda neoliberal

Entrevista con Claudio Katz

Por: Mario Hernández

M.H.: Una serie de hechos se han producido en esta semana que pasó, el fallo judicial contra la personería jurídica de los metrodelegados, la  orden judicial para el desalojo del Bauen y paralelamente vivimos grandes jornadas de movilización como la docente del lunes pasado, al día siguiente la marcha de la CGT y el 8M, la marcha por el Día de la mujer trabajadora. ¿Qué reflexión te merecen estos hechos?

C.K.: Estamos viviendo un momento clave, marzo comenzó con manifestaciones realmente monumentales, inesperadas por su magnitud. La marcha docente desbordó todo lo imaginado, las expectativas de los organizadores y ni hablar el acto de la CGT sobre el cual todavía siguen los cálculos sobre el número de concurrentes y una marcha multitudinaria como fue la de las mujeres, ya en ese cuadro ni se comenta por el número de personas que está en la calle en Argentina en este momento.
Me parece que esto es el principio, sabemos que esta semana ya se viene una marcha muy importante de los movimientos sociales y tenemos la conmemoración del 24 de marzo y probablemente haya otra movilización de la CGT.
Estamos en un momento de gran convulsión y yo creo que por lejos el conflicto clave es el docente, es el que determina la balanza, el que define la correlación de fuerzas, por eso el gobierno está tan lanzado con provocaciones que fueron calculadas de forma premeditada, por eso alargaron cualquier negociación hasta una semana antes de empezar las clases y desconocieron la paritaria nacional, sepultando lo obtenido después de dos décadas de marchas federales y carpas blancas.
Yo creo que el gobierno sabe que doblegar a los docentes es el golpe contra todos los estatales, es siempre la paritaria clave, pero esta vez están buscando un golpe del tipo de Reagan contra los controladores aéreos, el de Thatcher contra los mineros, quizás el de Menem contra ferroviarios, un golpe brutal del neoliberalismo para doblegar a todos los trabajadores y por eso estas cosas insólitas de convocar voluntarios rompehuelgas de los servicios de inteligencia, algo que pondría en peligro a los chicos en las escuelas. Esta vez sí es tomar a los alumnos de rehenes.
Estamos en medio del conflicto, mañana se reinician los paros, creo que hasta ahora hay una resistencia muy fuerte de los docentes, ninguna de las campañas mediáticas del gobierno han logrado torcer la fuerte unidad que existe en el movimiento docente pero las campañas van a seguir, esta idea de que hay que seguir la lucha con los chicos adentro, con los docentes dando clase, que es una demagogia que se suele hacer para que se bajen los brazos porque eso de discutir sin interrumpir las clases es perpetuar salarios inferiores a la canasta de pobreza. Además, estos que dicen entender a los docentes son en general unos hipócritas que nunca dicen cuánto ganan ellos, los grandes funcionarios, los periodistas de los medios hegemónicos que no comparan el salario docente con el suyo. Me parece que estuvo el antecedente del triunfo de los bancarios, que demuestra que se puede ganar la pulseada contra el gobierno y creo que nunca fue tan cierto eso de «si ganan los docentes ganamos todos» porque en la lucha de los docentes se juega la posibilidad de ponerle un freno a la agenda neoliberal virulenta que está pensando Macri.

M.H.: En el programa radial de Fernando Bravo escuché lo siguiente: «si convocan a una movilización en defensa de la democracia yo voy».

C.K.: ¿Qué quiso decir con eso? Como yo sigo poco la radio, no puedo formular una interpretación, hay mensajes crípticos que suelen sobrevolar.

M.H.: ¿Está en peligro la democracia?

C.K.: Es lo único que falta, que el macrismo alegue que le están haciendo una medida destituyente, esta gente que se ha especializado en apoyar todo tipo de conspiraciones contra los gobiernos populares aquí y en todo el mundo. Me parece que hay un nerviosismo muy grande en todo el establishment por lo que está ocurriendo, creo que todos han registrado con mucha preocupación especialmente el acto de la CGT y no solo por el número de gente, que indicó cual es el grado de fastidio que hay con el ajuste del gobierno, sino por lo que ocurrió ahí, es un punto de inflexión.

M.H.: Pasará a la historia la consigna «poné la fecha la puta que te parió».

C.K.: Exacto. Y creo que es un giro porque quedaron todos sorprendidos, empezaron con esos argumentos ridículos de una conspiración de la izquierda, cuando es muy evidente que no fueron grupos organizados, fue una sublevación espontánea de las bases frente a una burocracia sindical que cruzó la raya en materia de agachadas, porque después de un año tan brutal como el que hemos tenido, no hicieron nada cuando se vetó la ley anti despidos, convalidaron el recorte del salario, la flexibilización laboral y terminaron en un brindis de fin de año con Michetti y Macri. Incluso pensaron este acto para volver a posponer la huelga, por eso fue tan curioso el acto fallido de Daer cuando dijo «vamos a convocar al paro antes de fin de año», se le escapó.
Hay un agotamiento de la paciencia popular y un gran desconcierto del establishment, de los medios, de la burocracia frente a lo que está ocurriendo por abajo, entonces aparecen todo este tipo de argumentos raros, éste que señalás, si está en peligro la democracia es tan disparatado como el argumento que circuló que estamos volviendo a la época de Herminio Iglesias o Lorenzo Miguel, o de los incidentes entre patotas peronistas. Nadie quiere ver lo que está pasando ahora, entonces se refugian en imágenes del pasado y están suponiendo que lo que ocurre en la realidad es una repetición de algo sucedido en el pasado, cuando está ocurriendo algo completamente diferente. Aquí no hay ninguna conspiración del justicialismo contra Macri, al revés, los renovadores, el Partido Justicialista, las bancadas de los senadores están sosteniendo al gobierno. Entonces, después de lo que se vivió la semana pasada, está todo el mundo reflexionando qué hacer, yo creo que los jerarcas sindicales discuten si le ponen o no día al paro, si lo ponen están pensando en algo muy dominguero, en algo para descomprimir, algo de hecho, en acuerdo con Macri.
Pero la semana pasada se demostró que eso no es fácil, que el espíritu popular está cambiando y me parece que hay datos importantes de un cambio en el nivel de organización y conciencia popular, hay una acumulación de muchos años, desde el 2001, pasando por la década pasada de organización y militancia juvenil muy consistente que cualquiera que visite los barrios o vaya a una marcha lo nota.  Y si Macri aprieta y va a una confrontación fuerte, esta vez tiene un pueblo que está dispuesto a librar una batalla importante.

M.H.: Esta situación por abajo, se combina con una economía que no arranca.

C.K.: Es el punto crítico, porque ellos no esperaban estar a esta altura del año haciendo el ajuste sin ninguna compensación, les falló la lluvia de dólares que iba a llegar, falló el segundo semestre del año pasado y les está fallando el principio de este año. Todas estas imágenes que transmite Dujovne, que la recesión se acabó, están solo en su cerebro, nadie lo ve, a lo sumo habrá algún indicador estadístico respecto de la caída fuerte del año pasado con un rebote puramente matemático, pero no hay una reactivación de ninguna manera y la causa es evidente.
Si aplastás el consumo con una retracción del 6 al 10% del salario, si en vez de combatir la pobreza creás un millón y medio de nuevos pobres y 600.000 indigentes, si producís situaciones de desastre social tan fuerte como que la empresa Sancor se dirija a la quiebra porque el consumo de leche entre los niños está cayendo en forma significativa, si hacés una transferencia tan fuerte de los sectores populares hacia los ricos, nadie consume, nadie que tiene miedo de perder el empleo consume, entonces hay un círculo vicioso donde la economía está frenada y creo que lo más importante es que el gobierno no tiene un plan B.

M.H.: Se le ha dado mucha manija al Procrear.

C.K.: Sí, pero el Procrear así como la obra pública, no te mueve el amperímetro, no va a cambiar una situación de este tipo, además siempre son planes muy limitados porque siempre que hacen un gasto de una magnitud importante viene Dujovne y dice «pongamos un techo fiscal, hay que cuidar el gasto público» porque sabe que está jugando con fuego porque han incrementado la deuda de una manera descomunal, en un año emitieron el 15% del PBI, 77.000 millones de dólares, están colocando deuda en forma completamente alocada y los acreedores de esa deuda saben que se la están dando a la Argentina, un defaulteador serial, a un país que apenas empiecen a husmear que la cosa no camina va a empezar la presión fuerte. Por eso cada vez que el gobierno hace un gasto tiene que quedar bien con los acreedores, sobre todo porque este es un gobierno del capital financiero, si había alguna duda con Prat Gay, con Dujovne quedaron disipados los últimos interrogantes, es un gobierno que s
e financia como siempre ocurrió, como en la época de Martínez de Hoz, de Cavallo, como ocurrió con la Alianza, es un gobierno que toma deuda pública para financiar fuga de capitales.
Lo más insólito es que los que ya tenemos cierta edad hemos visto esto más de 3 o 4 veces en nuestra vida, exactamente lo mismo, con los mismos mecanismos. Se les dispara la inflación, que el gobierno mismo promueve con los tarifazos de la electricidad, del peaje, de los combustibles, y para contenerla abre las importaciones y cuando lo hace se producen cierres de fábricas, de plantas, despidos. Estamos en el pozo  de ese círculo vicioso de inflación-recesión-deuda-deuda- inflación-recesión-más deuda-inflación.
Creo que la gravedad de lo que está pasando en la Argentina, se ve en cierta perspectiva mirando Brasil, porque Argentina tiene todavía la carta de un gran endeudamiento que Brasil no tiene, entonces, con esa carta de endeudamiento puede posponer lo que ya se ve en Brasil, que ha tenido los dos años con la mayor caída del producto bruto desde los ´30. Entonces el gobierno frente a esta situación lo que va a intentar hacer es buena letra con el círculo rojo, con el gran capital y  tratar de implementar medidas neoliberales fuertes, más de largo plazo que le ganen la confianza de los capitalistas, que le demuestre que este no es solo su gobierno sino un gobierno capaz de implementar el ajuste.
Ahí viene la gran contradicción que vamos a vivir en los próximos meses, todos imaginaban que el gobierno iba a posponer el ajuste para después de las elecciones, incluso es lo que sugirió el propio Macri a fines del año pasado. Pero al mismo tiempo, como la economía no le arranca, tiene que hacer más buena letra con los grandes capitalistas. Entonces creo que va a ir con dos proyectos fuertes, la flexibilización laboral primero, porque no solo está el convenio del primer empleo para precarizar el trabajo de la juventud como en Mc’donalds, también ese convenio de Vaca Muerta que es todo un principio de flexibilización general.

M.H.: Que ahora se extenderá a los automotrices.

C.K.: Exacto, ese mismo modelo que anula descansos, donde se cobra por productividad, se instrumenta la rotación, eso va para las automotrices, va para Tierra del Fuego, lo están discutiendo también en metalúrgicos y viene de la mano con transformar los planes sociales en subsidios a los empleadores, entonces con eso hay una baja muy fuerte de los salarios porque en vez de pagar una asignación universal el gobierno se la paga a la empresa que toma un empleado y si eso sucede con ese salario insignificante todo el promedio salarial se empieza a derrumbar.
El mes pasado por decreto empezaron a anular feriados, también venía por decreto la Ley de riesgo de trabajo que la pasaron por el Parlamento pero es lo mismo, y es toda una vuelta a la idea de disminuir las cargas sociales para crear empleo, es exactamente el discurso de Cavallo de la época de Menem de nuevo. Entonces creo que uno podría preguntarse cómo es que si quieren ganar las elecciones están haciendo todo esto, me parece que una posibilidad es que no pueden hacer otra cosa, son el PRO, son la derecha, son neoliberales, no son un gobierno peronista que puede pasar de Menem a Kirchner, de Kirchner a Isabel, de Isabel a Perón, que tiene todo el espectro del peronismo. Ellos son la derecha, su margen para salirse del discurso y de la agenda derechista es muy pequeño. Macri es Macri, a lo sumo es un pragmático, a lo sumo explica el «si pasa, pasa», el manejo de los errores, lanzan una medida reaccionaria y si hay mucha protesta social paran un poco, lo que pasó con los tarifazos, se tomaron un respiro y volvieron.
Hay dos conclusiones estratégicas políticas que me parece que hay que pensarlas bien, hay que tenerlas como ordenador de un planteo de la izquierda. La primera es que no es cierto que si a Macri le va bien nos va bien a todos, es exactamente lo contrario, si no derrotamos a Macri, Macri nos derrota a nosotros. Si no empujamos todos para el mismo lado, si él gana, nos hundimos nosotros, si nosotros ganamos lo derrotamos a él y al ajuste. La otra conclusión clave es que hay que ganarle a Macri antes que masifique el desempleo.

M.H.: Hace unos días publicaste un artículo «Ebullición frente al ajuste» donde planteás «es mejor batallar con huelgas de asalariados que con piquetes de desocupados».

C.K.: Así es. Esa es la idea central. Ya tenemos una experiencia muy fuerte en la Argentina respecto de cómo este tipo de planes producen un ejército de desempleados importante y a partir de ahí lo que tuvo Menem, una base de desempleados lo suficientemente fuerte como para empezar una cirugía neoliberal fuerte. Hubo que esperar hasta los piquetes y cortes de ruta. Después tuvimos una década de recomposición del movimiento obrero y del nivel de sindicalización. No hay que perder eso, hay que luchar con lo que hemos conseguido y tenemos la fuerza suficiente como para presentarle batalla y ponerle un freno a las políticas de este gobierno.

M.H.: Otro aspecto que destacás en ese artículo, es el tema de la cleptocracia.

C.K.: Yo creo que en los últimos meses nos ilustraron algo que quizás no lo veíamos con tanta claridad antes, cuando ganó Macri dijimos que era un gobierno de ricos, de la clase dominante, de los dueños del país, el país manejado por los CEOS. Pero se ha demostrado que es un gobierno de cleptócratas no solo de ceócratas, es decir, de un grupo que se apodera del Estado para beneficio propio. En la cumbre del gabinete de los CEOS opera una red de corrupción mayúscula, no es solo un gobierno de ricos, es un gobierno que le asegura los bolsillos al más rico de todos.

M.H.: Es al revés de lo que pensaron en algún momento los sectores populares que votaron a Macri: «No va a robar porque ya es rico».

C.K.: Es esa ingenuidad. Hay dos errores ahí, el primero es pensar que la ambición tiene un límite, que la codicia tiene un límite, que un capitalista puede decir «hasta aquí llegué» y, por otro lado, los capitalistas argentinos se han especializado en estafar al Estado, entonces cuando ellos lo manejan directamente, rienda suelta al robo a cuatro manos.
Yo creo que la población está empezando a percibir esto, el gran giro que hemos visto en la movilización esta semana de los sectores populares, es porque empiezan a notar que en el primer año de este gobierno hay más denuncias por malversaciones de fondos públicos que cualquier otro primer año de gobierno de las últimas décadas. No hay ningún área exenta, desde el rabino Bergman hasta la vicepresidenta Michetti, pasando por toda la gente del Ministerio de Energía. Pero la clave es Macri que es una acumulación de denuncias casi sin pausas, desde los Panamá Pappers, pasamos a los financistas de Qatar, después al escándalo del Correo, después a Avianca y ahora lo de Arribas que quizá puede terminar siendo lo más sustancial de todo, porque es la mano derecha de Macri en materia de negocios desde que se dedicaban a la intermediación de jugadores en Boca y si recordamos la causa que tuvo Macri por espionaje bajo su gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, es evidente que este grupo mafioso del macrismo suele utilizar el Estado y los servicios de inteligencia para servicios propios y para conspiraciones familiares.
Todo esto se está destapando y al hacerlo crece la indignación popular y la resistencia, en un escenario donde el propio círculo del gobierno está prendiendo luces rojas.

M.H.: Sobre todo por la presencia masiva de los sectores obreros y populares en la calle.

C.K.: Y además porque es un gobierno derechista con poca capacidad para aplicar el proyecto derechista, si fuera por ellos ya hubieran liberado a todos los genocidas, no me caben dudas y, sin embargo, no pueden evitar el 24 de marzo, no pueden evitar tener que pedir en forma hipócrita perdón por los virulentos deslices que tienen. Macri instauró la Ley antipiquetes pero no la puede aplicar, tiene una carta represiva que no puede instrumentar. Lo pone preso a Milani para socavarle el piso a Cristina y eso le afecta también su proyecto de cerrar los juicios y liberar militares genocidas.
Tiene una serie de límites muy grandes y para mí, el punto que ha mareado al gobierno, que lo tiene en un estado de desconcierto es la situación internacional, el triunfo de Trump, que es una noticia complicada para muchos gobiernos del mundo, pero para algunos, como el mexicano, el brasileño, el argentino, los ha dejado en shock frente al cual Macri no puede reordenar la política exterior, n
o sabe para dónde ir. Busca hacer buena letra con Trump hablando mal de Venezuela, resucitando el caso Nisman por pedido de la Embajada de Israel.

M.H.: E insistiendo con el acuerdo con la Comunidad Europea a través de España.

C.K.: Pero eso ya está en el mundo de lo grotesco.

M.H.: Parece que no tomó nota de lo que le dijo Merkel cuando viajó a Alemania.

C.K.: Claro, es casi grotesco porque ir a España y condecorar al rey con la Orden de San Martín, después de haber dicho el 9 de julio que los patriotas estaban muy conflictuados por decidir la Independencia en 1816 ante la presencia del ex rey Juan Carlos y este coqueteo con el rey actual, con Rajoy, no solo es ridículo sino que está a contramano de lo que ocurre, porque España está pensando en cualquier otro problema menos en invertir en Argentina.
Además Macri está buscando una sintonía fuerte con España en un momento en que en ambos países hay una indignación popular creciente, a diferencia de los ´90 donde no pasaba nada en España y aquí estábamos en reflujo, ahora hay una gran resistencia popular, un gran movimiento de crítica al neoliberalismo en España y también acá. Entonces se diseñan ejes de resistencia a nivel regional, iberoamericano, que crean un escenario interesante para los que estamos en el campo popular.

M.H.: El otro día me comentaba Eduardo Lucita de una convocatoria de Economistas de Izquierda para analizar toda esta situación política nacional e internacional el próximo 1° de abril.

C.K.: Sí. Hemos llegado a la conclusión obvia de que hay que discutir bien de qué se trata Trump, porque más allá de la coyuntura y lo que ocurra en cada lugar y, obviamente, la prioridad que tiene para todos nosotros lo que está sucediendo en Argentina, queremos hacer un debate con un conjunto de personas que estudian el problema sobre qué significa la llegada de un mandatario que lanza una agenda virulenta, construcción del muro, visado para inmigrantes, que hace un gobierno de generales y multimillonarios, que rehabilita la construcción de oleoductos contaminantes, que justifica la tortura, que ataca a los musulmanes.
¿Qué significa? Decir que es un populista es una caracterización muy superficial, no nos explica ni la naturaleza de clase de ese gobierno ni la modalidad autoritaria específica que tiene ni su componente derechista activo con milicias que lindan con acciones violentas y además nos interesa porque EEUU ha pasado a ser un campo de resistencia muy importante, esta vez no vamos a hablar solamente de la resistencia en América Latina, son cuatro millones de manifestantes que tuvo Trump el día de la asunción con una cultura que se está renovando por abajo, que recuerda los años ´60, la batalla contra la guerra de Vietnam, un cambio que se refleja en lo que fue Sanders y, por lo tanto, el fin del juicio negativo de un sector del pueblo norteamericano hacia el significado del socialismo y la izquierda.
Sobre todo nos interesa mucho analizar la estrategia internacional de Trump, qué significa en materia política de EEUU Muchos pensamos que viene a generar una gran pulseada con China, modificar el panorama internacional a través de la tensión con China, buscando una alianza con Rusia, para que EEUU recupere hegemonía dentro del marco de la mundialización, por lo menos yo no pienso que Trump sea el fin de la mundialización, el fin del neoliberalismo, el fin del libre comercio. Me parece que es reordenar el papel de EEUU dentro de ese contexto y dado que China ha sido la principal beneficiaria en las últimas décadas del curso neoliberal, buscar un equilibrio donde se intente doblegar a la economía china y recuperar gravitación para la economía norteamericana. Creo que Trump está pensando la agresión en términos económicos pero también de presión militar. Había una idea ingenua sobre Trump que para mí toma conciencia del reflujo de EEUU, Trump ha decidido aumentar el presupuesto militar, ha felicitado a la CIA y tiene en danza varios proyectos de intervención fuertes que me parece  que están frenados porque hay una inédita división en la clase dominante norteamericana.
Hay una parte muy importante de la elite norteamericana que no está de acuerdo con este acercamiento a Rusia para ir contra China. Obama había sostenido una convivencia con China para mantener mano dura sobre Rusia. Estamos en un momento en que se está definiendo, hay una pulseada externa de Trump y una interna muy importante dentro de Estados Unidos y el seminario está pensado para esclarecer esto y las consecuencias sobre América Latina que es el corolario, lo que nos interesa discutir como conclusión, porque es evidente que el efecto Trump sobre América Latina es alarmante tanto en el plano económico como en el plano político. Y hacer caracterizaciones sólidas de Trump, no ridículas como la que hizo uno diciendo que Trump es peronista. Una caracterización que lo ubique donde está, en el campo de los opresores, del imperialismo, de los enemigos de los pueblos de América Latina y de los proyectos de emancipación de toda la humanidad.

M.H.: Esto será el 1° de abril en el Hotel Bauen.

Fuente: http://www.lahaine.org/mundo.php/en-la-lucha-de-los

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