Libro(PDF): «La ciudadanía no es como la pintan : una mirada desde los jóvenes»

Reseña: CLACSO

Es importante profundizar la manera como los jóvenes perciben su participación en la vida sociopolítica del país, particularmente por su concepción de ciudadanía, tarea posible a partir del rico suelo que proporciona una mirada sociocultural, terreno privilegiado en el que irrumpen y se enuncian estos sujetos. Si bien algunas investigaciones de la última década sobre jóvenes han hecho explicita su adscripción al enfoque múltiple y complejo de la cultura, la construcción de imaginarios políticos desde lo juvenil, ofrece aún un terreno por explorar. En particular, el presente trabajo toca dos núcleos temáticos, uno sobre la construcción de ciudadanía y la reconfiguración de los conceptos de nación e identidad nacional, y otro sobre la emergencia de nuevos actores políticos.

Autores (as):  Diego H. Arias Gómez; Myriam Romero Castro

Editorial/Editor: Viento Sur Publicaciones

Año de publicación: 2005

País (es): Colombia

Idioma: Español

ISBN: 958338221-3

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Escenas cotidianas

Yasel Toledo Garnache

La señora subió con dificultad al camión repleto de pasajeros. Nadie le brindó asiento. Había un silencio tremendo. Ella miraba casi suplicando con los ojos por un espacio en uno de los bancos y nadie dijo ni una palabra.

Caminó trabajosamente, apoyada en un bastón, hacia el fondo, se detuvo, y así fue en el viaje durante algunos minutos hasta que un joven se paró y le brindó su lugar; a pesar de tener fiebre y sentirse muy mal, percibir la falta de sensibilidad de los demás la lastimaba más que cualquier dolor físico.

Una mujer embarazada estaba en una cola para comprar una barquilla con helado a su hijo, el vendedor intentó darle el producto a ella primero, pero los demás protestaron, porque llevaban mucho tiempo esperando y «no era justo que alguien lo adquiriera rápido».

Los ejemplos referidos no constituyen la generalidad, pues a lo largo del país predominan los favorables, muestras de la sensibilidad de los cubanos, sin embargo, no podemos cerrar los ojos ante la otra parte, aunque duela verla.

La situación resulta más compleja de lo que aparenta, su inicio no radica en el comienzo de cada acontecimiento, sino mucho antes. La formación de cada quien desde pequeño es fundamental, con influencias de la familia, las escuelas, los medios de comunicación, los vecinos y todos en general.

En ocasiones he visto cómo madres piden a sus hijos que coman un pedazo de pudín en casa antes de la llegada de sus amiguitos, para no compartirlo. Hace poco, una me decía que su pequeño es medio «bobo», porque deja que los demás consuman la mayor parte.

Y, ¿qué les enseñamos cuando deben ingerir algo escondidos o saben que el refresco es para cuando estén solos? Recuerdo mi etapa en el preuniversitario, un grupo de amigos compartíamos los alimentos, como hermanos.

Destinamos una taquilla para poner lo de todos y cada uno comía cuando deseaba, sin pedir permiso, aunque teníamos la suficiente mesura para no exagerar.

Talabera siempre llevaba unos dulces que le hacía su papá, para dárnoslos a nosotros, pues él, aburrido de probarlos desde chiquito, ya ni los quería. Karel compartía su bistec de cerdo y prefería el pollo de Yulio. Así, estábamos muy satisfechos, siempre con chistes y muchos sueños.

Los domingos, luego de terminar las visitas de nuestros padres, comíamos en conjunto y eso aseguraba más diversidad al paladar.

Otros muchachos del dormitorio se alejaban para comer solos, a veces lo hacían en la oscuridad, después de apagar las lámparas, y sus panes, dulces… solían estar protegidos por potentes candados.

El ejemplo de los mayores tiene una dimensión tremenda, también lo observado en audiovisuales. Según algunos investigadores, quienes ven violencia se comportan más agresivos sin importar su localización geográfica, sexo o nivel socioeconómico, lo cual se refuerza en los de menos edad.

Refieren que los infantes aprenden más por imitación e incorporan soluciones «bravuconas», aunque no las manifiesten de forma inmediata, y pueden considerar las peleas, vistas en animados o la vida real, como un mecanismo normal para resolver conflictos, más cuando quien dispara y golpea es presentado como un héroe. Tampoco se trata de comparar una generación con otra, ni sucesos actuales con anteriores. Las circunstancias son diferentes, aunque la importancia de los adultos como guías, consejeros y modelos a seguir será siempre fundamental.

Prefiero pensar en las personas que ayudan a otras, veo al muchacho brindando su asiento, otro carga el bolso de una anciana, una joven toma la mano de un débil visual para cruzar la calle… Y sonrío porque, a pesar de los lunares, la solidaridad constituye uno de los mayores encantos de Cuba, un país más grande por el amor de su gente.

Fuente del articulo: http://www.granma.cu/opinion/2017-07-06/escenas-cotidianas-06-07-2017-22-07-44

Fuente de la imagen: http://www.granma.cu/file/img/2017/07/medium/f0087451.jpg

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Reformular la formación ciudadana

Por: Juan Carlos Tedesco

La formación ciudadana es uno de los objetivos permanentes de los sistemas educativos democráticos. Ciudadanía, democracia y educación pública gratuita y universal tuvieron la misma matriz de origen: la construcción del Estado-Nación. En ese contexto, la formación ciudadana fue concebida sobre dos grandes pilares: desde el punto de vista emocional era necesario promover adhesión a la identidad nacional por encima de las identidades particularistas de carácter religioso, étnico o lingüístico. Desde el punto de vista cognitivo, era necesario brindar las informaciones básicas acerca del funcionamiento de la institucionalidad democrática. La traducción de estos objetivos en prácticas escolares se produjo a través de disciplinas que tuvieron distintas denominaciones pero todas ellas giraban alrededor la “instrucción cívica” y por medio de la incorporación de rituales que otorgaban carácter sagrado a los símbolos patrios como la bandera, el himno, el escudo y a los héroes “nacionales”.

Las profundas transformaciones políticas, económicas y culturales que caracterizan a la sociedad actual han modificado radicalmente el contexto y los desafíos que enfrenta la formación ciudadana, al punto tal que se cuestiona incluso la idea misma de ciudadanía, que tiende a ser reemplazada por categorías tales como “cliente”, “consumidor” o “usuario”. Frente a estas opciones profundamente regresivas, se nos presenta el desafío de revitalizar la formación ciudadana orientada a la construcción de sociedades más justas, tarea más urgente que nunca cuando vemos cómo crecen las opciones racistas, xenófobas y fundamentalistas.

El primer punto a considerar es la enorme complejidad de la tarea. Formar ciudadanos para sociedades más justas supone promover adhesión a la justicia, lo cual es muy diferente a promover adhesión a la Nación. El espacio de desempeño ciudadano es cada vez más planetario y no tenemos -al contrario- posibilidades de apelar a lo sagrado sino a mayores grados de reflexividad, particularmente desde las exigencias de solidaridad que implica vivir con el otro. La dimensión cognitiva de la nueva formación ciudadana no puede reducirse al conocimiento del funcionamiento de las instituciones democráticas (ellas mismas en procesos de profunda transformación) sino al conocimiento y la capacidad de analizar una enorme cantidad de informaciones y documentación que eviten que los debates de problemas ciudadanos se concentren en los expertos y den lugar a un nuevo despotismo ilustrado.

La débil capacidad de los ciudadanos para romper la opacidad con la cual funcionan actualmente las organizaciones políticas, tanto los partidos como los órganos de gobierno, está provocando una distancia cada vez mayor entre gobernantes y gobernados, desconfianza en la democracia, crisis de representación y la aparición de nuevas formas de expresión ciudadana. Pero para participar en estas nuevas formas es necesario estar dotado de competencias básicas, tanto éticas como cognitivas, que sólo pueden ser adquiridas en los procesos educativos formales obligatorios y universales. Es allí donde debemos poner la prioridad y la urgencia en la definición de estrategias de acción curriculares y didácticas. Pero esto es válido también para los niveles superiores del sistema educativo, donde se forman las elites dirigentes -tanto políticas como culturales, empresariales y científicas- que deben asumir mucho mayores niveles de responsabilidad por las consecuencias sociales del uso del conocimiento.

Sabemos que los aprendizajes complejos requieren estrategias complejas. Se trata, nada más y nada menos, de formar en eso que Edgar Morin reclama hace tiempo: formar en el pensamiento sistémico. Y para seguir con los clásicos, volvamos al concepto de experiencias de aprendizaje, que John Dewey desarrolló hace ya varias décadas. No se trata de una materia más o menos, sino de definir: ¿Cuáles deberían ser las experiencias de aprendizaje que diseñemos para que nuestros estudiantes, en sus diferentes niveles, logren adherir reflexivamente al ideal de una sociedad más justa y recuperen -para defenderlos activamente- los valores de la democracia? Desafío difícil pero urgente y necesario.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/14/reformular-la-formacion-ciudadana/

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La emergencia de los laboratorios ciudadanos

Juan Freire

Los laboratorios ciudadanos son la denominación que están recibiendo los entornos (una combinación de diferentes métodos, dispositivos e infraestructuras) puestos al servicio de la innovación ciudadana. Un laboratorio está diseñado para la escucha y la producción a través del prototipado, entendiendo además que los prototipos son a su vez dispositivos de escucha. Su enfoque es indisciplinar (lo amateur, lo interdisciplinar y las minorías son parte esencial), colaborativo y basado en comunidades de práctica. Por tanto podemos considerarlos como infraestructuras para que las comunidades puedan abordar retos de innovación y a la vez dispositivos que en su propia acción ayudan a visibilizar esas prácticas y por tanto a que los ciudadanos tomen conciencia de su papel, capacidad y responsabilidad en el abordaje de los problemas complejos que nos afectan.

Un laboratorio ciudadano utiliza diferentes dispositivos de escucha y prototipado y herramientas de interacción con las comunidades. En palabras de Antonio Lafuente podemos identificar 4 herramientas principales:

  • La convocatoria pública, como un mecanismo de comunicación de la misión del propio laboratorio, de atracción de personas interesadas, de conexión con comunidades ya existentes y, especialmente de escucha de las diferentes voces y sensibilidades que existen en la ciudadanía.
  • El prototipado, como proceso de producción experimental que constituye una poderosa herramienta de escucha dado que permite poner a prueba hipótesis e ideas y comprender en profundidad las perspectivas de los “afectados”.
  • La documentación, como parte esencial del proceso de trabajo y como forma fundamental de transferencia de conocimiento. Asegurar el código abierto tanto de los procesos como de los productos es la vía para asegurar el impacto futuro y el carácter recursivo y generativo del laboratorio y de lo que allí sucede (un recursive public en palabras de Christopher Kelty).
  • la mediación, un mecanismo amplio que opera de muchas formas, entre otras ayudando a incubar comunidades de práctica que nacen de forma orgánica o impulsadas por el propio laboratorio. En este sentido la función de mediación abarca roles diversos que van desde la acción pedagógica para hacer comprensibles los prototipos y proyectos al público en general, a coordinar y gestionar los trabajos que tienen que ver con los cuidados y lo reproductivo, o liderar procesos de investigación y producción.

Sin embargo, aunque el término laboratorio ciudadano es relativamente nuevo refleja prácticas y modelos institucionales que se han desarrollado en diversos contextos y que reciben nombres muy diversos. Una parte de los laboratorios ciudadanos nacen en el ámbito de la cultura digital y de las prácticas de las comunidades hacker. En este contexto nos encontramos hackerspaces, hacklabs, makerspaces, fablabs, medialabs … entornos donde las comunidades de práctica experimentan con las tecnologías digitales con reglas de juego que favorecen lo abierto y colectivo. Estas comunidades ha ido pasando progresivamente de tener un foco eminentemente tecnológico (el artefacto técnico como objetivo en si mismo) a centrarse en problemas “sociales” que requieren para su solución un desarrollo tecnológico (la tecnología como un medio y no como un fin en si mismo). Fenómenos similares, que podríamos definir como laboratorios ciudadanos, han sucedido y suceden en otros ámbitos del activismo y movimientos sociales, en colectivos artísticos y culturales o en comunidades científicas, por citar solo algunos casos.

Desde una perspectiva de políticas públicas, los laboratorios ciudadanos permiten abordar problemas con enfoques que no son posibles dentro de los marcos de actuación convencionales. Su carácter abierto, exploratorio y experimental los convierte en formas de 1) identificar problemáticas y procesos ciudadanos emergentes, y 2) producir nuevos marcos de actuación y herramientas para el abordaje y la solución de los problemas sociales. Pero esta doble función solo puede cumplirse si se preservan las características esenciales que describimos anteriormente; para ello el laboratorio debe ser protegido de presiones finalistas que amenacen la creatividad de los colectivos involucrados en la producción. En otras palabras, un laboratorio debe ser entendido como un contexto de aprendizaje y este debe ser el objetivo principal de sus actividades. La acción de prototipar tiene el propósito de colocar a los participantes ante la tesitura de obligarse a entender bien los problemas y, por tanto debe favorecer los equipos heterogéneos capaces de conectar con los afectados y las soluciones de bajo coste que antepongan el beneficio de la comunidad sobre cualquier otra circunstancia. Un laboratorio ciudadano o de prototipado es por tanto un espacio para la crítica donde los participantes son impelidos a explorar las consecuencias potenciales de lo que producen y donde necesariamente se dedica mucho tiempo a desplegar habilidades de escucha.

Este post es la continuación de La crisis de las políticas públicas tradicionales e Innovación social vs. Innovación ciudadanaEste texto fue parte de mi aportación al proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña y como el anterior está basado en las aportaciones de Marcos García y Antonio Lafuente.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/la-emergencia-de-los-laboratorios-ciudadanos/

Fuente de la imagen:http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/02/w2uh8ldd3tc-jorge-gordo.jpg

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España: Una campaña impulsará el consumo de productos ecológicos entre la ciudadanía

Europa/España/17 Septiembre 2016/Fuente:CDN/Autor:EUROPA PRESS.

Una campaña impulsará el consumo de productos ecológicos entre la ciudadanía, con el objetivo de conseguir la adhesión de establecimientos que los ofrecen y hacer más accesible su acceso al público. La iniciativa, denominada ‘Tu compra ecológica, más cerca de ti’, está impulsada por el Consejo de la Producción Agraria Ecológica de Navarra -CPAEN- (autoridad de control en materia de producción ecológica en el ámbito de competencia del Gobierno de Navarra).

El contenido de esta campaña ha sido presentado por la consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local del Ejecutivo foral, Isabel Elizalde; el presidente de CPAEN, Edorta Lezaun, y el comerciante Panpi Mailharin. Elizalde ha destacado el compromiso del Gobierno foral con este sector, ya que «este verano se han sentado las bases reguladoras de la ayuda a CPAEN, que integra a más de 1.200 referencias, como autoridad de control de la producción ecológica en Navarra para el periodo 2016-2020, con una asignación de 75.000 euros para este año».

La consejera también ha resaltado que el departamento está trabajando para crear una unidad que ofrezca un servicio integral a aquellos agricultores y ganaderos que opten por la producción ecológica. Esta unidad articulará los servicios para asesorarles en este proceso, además de que en INTIA (Instituto Navarro de Tecnología e Infraestructuras Agroalimentarias) se ha creado un equipo de trabajo para consolidar la producción ecológica. Acerca de la campaña, Elizalde ha subrayado también que aúna en una imagen parte de los valores de la producción ecológica y del comercio de proximidad, además de utilizar la bicicleta como símbolo, «con lo que incorpora también el concepto de movilidad sostenible».

La consejera ha calificado la campaña como «ejemplar», que evidencia la necesidad de «buscar una interrelación continua, no sólo en todos los eslabones de la cadena alimentaria, sino también en las relaciones entre el medio rural y el urbano». Cabe indicar que esta iniciativa se financia a través del Plan de Desarrollo Rural de Navarra 2014-2020. EN LA CAMPAÑA El interés de la campaña por promocionar la producción ecológica reside en que los alimentos ecológicos están libres de pesticidas, por lo que supone una apuesta por la salud, el medio ambiente y biodiversidad. Además, fomenta los canales cortos de comercialización y consumo, el desarrollo sostenible y el mantenimiento de un mundo rural vivo, ha informado el Gobierno foral.

Por otro lado, esta iniciativa impulsa el pequeño comercio, ya que a partir de ahora CPAEN acogerá también a los puntos de venta de productos ecológicos, con lo que el Consejo logra completar el círculo formado por productores, agricultores, ganaderos y vendedores, pasando por los elaboradores e importadores. Para estar incluido en esta campaña, basta con que un establecimiento incluya entre su oferta un mínimo de 10 productos ecológicos y CPAEN clasifica a cada establecimiento como Oro, Plata y Bronce, dependiendo de la cantidad de productos que ofrecen. Para identificar a estos puntos de venta, se ha creado una imagen asociada a la agricultura ecológica que los establecimientos mostrarán en sus locales.

Así, el público puede saber donde adquirir los productos con total garantía. La superficie agraria ecológica de Navarra (agricultura+ganadería) alcanza un total de 84.431 ha, sobre un total de 428.939 ha, lo que representa cerca del 20%. En cuanto a explotaciones ganaderas, son 83, la mayoría de equino, bovino y ovino. En cuanto al número de operadores, están registrados un total de 536, de los que 437 son agrarios.

Fuente de la noticia: http://www.20minutos.es/noticia/2839397/0/campana-impulsara-consumo-productos-ecologicos-entre-ciudadania/#xtor=AD-15&xts=467263

Fuente de la imagen:http://cdn.20m.es/img2/recortes/2016/09/16/342738-944-708.jpg?v=20160916143241

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Aprendiendo a ser ciudadanos y ciudadanas

Este año, asumí por segunda vez el dictado de una asignatura llamada «Nueva visión territorial y turismo». Esta asignatura es parte del primer trayecto de formación en el Programa Nacional de Formación en Turismo, y creo que fue pensada por quienes la diseñaron, como un primer espacio de toma de contacto con elementos conceptuales del campo del turismo.

Una de las cosas que me resulta curiosa es que, a pesar de estar inmersos en un proceso de formación universitaria en el área, los y las jóvenes, en general, tengan tantas dificultades para pensar en el turismo como un sector, compuesto por distintos elementos con distinto peso y engranajes particulares, y con relaciones de interés entre ellos y también con otros factores y componentes de otros sectores.

De modo que, siendo honestos, no es la comprensión conceptual la que ha resultado más complicada de manejar con estos grupos de bachilleres, sino esa suerte de comprensión espacial que permite identificar al turismo como un sector productivo y los distintos elementos que lo componen (más allá del turista y el hotel), y que facilitan su comprensión como un espacio socioproductivo cuyo principal resultado es un servicio.

Tal parece que nuestra sociedad, a través de distintos medios, viene (sobre)simplificando la percepción de a vida y del quehacer social de los individuos y eso viene impactando de modo directo la forma en que los y las jóvenes se insertan en procesos que exigen un pensamiento crítico y, además, abierto a la percepción de la complejidad natural de todos estos procesos sociales.

Creo que una de los espacios en los cuales en ocasiones se (sobre)simplifica la percepción de nuestro quehacer como personas, tiene que ver con la actividad ciudadana, pese a que el ejercicio de la ciudadanía en los últimos años viene demandando de quienes la ejercen un control lo más amplio posible de varios planos y dimensiones no sólo del conocimiento sino también de la acción social.

En este contexto, aunque los ciudadanos y las ciudadanas de hoy día deben conocer de leyes, de administración, y de tenologías sociales como articulación colectiva, negociación, priorización y diagnóstico de necesidades comunitarias y gestión de saberes locales, subsiste la percepción en jóvenes y no tan jóvenes, de que esos campos del saber están firmemente alinderados entre si.

Hay un desafío intrínseco en esa percepción, casi una contradicción profunda, para la organización ciudadana puesto que no hay posibilidad cierta de contar con toda la información necesaria en el ejercicio de la ciudadanía bajo condiciones en las cuales se compartimenta el conocimiento, por una vía distinta que la del ejercicio mismo de ésta.

Reconozco que una de las sesiones que más disfruto con quienes han participado en estas clases es aquella en la que logramos dibujar, entre todos y todas al turismo como un espacio socioproductivo que está íntimamente vinculado con otros quehaceres sociales y productivos de su entorno. Hasta ahora ha sido muy interesante, ponerlos frente a la tarea de hacer que el marcador que llevo en mi mano, dibuje sobre la pizarra en blanco, trazos y relaciones entre distintos aspectos que van desde la agricultura, hasta la elaboración de lencería o muebles, y cómo éstos, a su vez, se enlazan con otras actividades productivas de nuestro país.

Sin embargo, como docente, subyace una pregunta clave para mi: ¿cómo hacer para que, demandemos capacidades y habilidades directivas, de coordinación y de organización de los ciudadanos y las ciudadanas, comprendiendo al mismo tiempo que, desde ámbitos como el de la educación, deben haber aportes directos a la formación de ciudadanos en ejercicio? Es casi una pregunta radical, pues el quehaer diario nos hace evidentes algunas carencias y desigualdades en términos de capacidades de articulación ciudadana que deben ser resueltas, así como resultan notorios los cambios que deben operarse en la forma de aproximarse, ciudadanos y ciudadanas e instituciones públicas, a los nuevos modos de expresión y atención a necesidades colectivas.

Los estudiantes que han participado en estas sesiones de clase, demuestran a su término, una comprensión algo más compleja del quehacer turístico. Aunque nos lleva a dedicar varias sesiones de trabajo, poder ubicarse no como turista sino como alguien que visualiza al turismo como un sector social vivo, finalmente en su mayoría logran asumir, incluso, una suerte de rol de corresponsabilidad en la suerte final del sector y logran visualizar cómo esa corresponsabilidad les alcanza aún siendo profesionales en formación y con independencia de su preferencia laboral por servicio turístico o características organizacionales de la empresa en la que se ubiquen finalmente.

Sin embargo, creo que queda aún mucha tarea por hacer. En tiempos de cambios de roles en los ciudadanos: de partícipes a protagonistas primero y luego a planificadores, articuladores y coresponsables de la ejecución del quehacer local, es necesario recapitular sobre las capacidades y habilidades a desarrollar como ciudadanos y ciudadanas en nuestros pares, capacidades y destrezas que asuman una formación técnica que no excluya lo social, y social que no ignore lo técnico.

Imagen tomada de: http://www.enoriente.com/canales/yvn/26702-jstblack-%E2%80%9C%C2%BFqui%C3%A9n-viene-hacer-turismo-a-nuestro-pa%C3%ADs-%E2%80%9D-(y-ii)

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