Este año, asumí por segunda vez el dictado de una asignatura llamada «Nueva visión territorial y turismo». Esta asignatura es parte del primer trayecto de formación en el Programa Nacional de Formación en Turismo, y creo que fue pensada por quienes la diseñaron, como un primer espacio de toma de contacto con elementos conceptuales del campo del turismo.
Una de las cosas que me resulta curiosa es que, a pesar de estar inmersos en un proceso de formación universitaria en el área, los y las jóvenes, en general, tengan tantas dificultades para pensar en el turismo como un sector, compuesto por distintos elementos con distinto peso y engranajes particulares, y con relaciones de interés entre ellos y también con otros factores y componentes de otros sectores.
De modo que, siendo honestos, no es la comprensión conceptual la que ha resultado más complicada de manejar con estos grupos de bachilleres, sino esa suerte de comprensión espacial que permite identificar al turismo como un sector productivo y los distintos elementos que lo componen (más allá del turista y el hotel), y que facilitan su comprensión como un espacio socioproductivo cuyo principal resultado es un servicio.
Tal parece que nuestra sociedad, a través de distintos medios, viene (sobre)simplificando la percepción de a vida y del quehacer social de los individuos y eso viene impactando de modo directo la forma en que los y las jóvenes se insertan en procesos que exigen un pensamiento crítico y, además, abierto a la percepción de la complejidad natural de todos estos procesos sociales.
Creo que una de los espacios en los cuales en ocasiones se (sobre)simplifica la percepción de nuestro quehacer como personas, tiene que ver con la actividad ciudadana, pese a que el ejercicio de la ciudadanía en los últimos años viene demandando de quienes la ejercen un control lo más amplio posible de varios planos y dimensiones no sólo del conocimiento sino también de la acción social.
En este contexto, aunque los ciudadanos y las ciudadanas de hoy día deben conocer de leyes, de administración, y de tenologías sociales como articulación colectiva, negociación, priorización y diagnóstico de necesidades comunitarias y gestión de saberes locales, subsiste la percepción en jóvenes y no tan jóvenes, de que esos campos del saber están firmemente alinderados entre si.
Hay un desafío intrínseco en esa percepción, casi una contradicción profunda, para la organización ciudadana puesto que no hay posibilidad cierta de contar con toda la información necesaria en el ejercicio de la ciudadanía bajo condiciones en las cuales se compartimenta el conocimiento, por una vía distinta que la del ejercicio mismo de ésta.
Reconozco que una de las sesiones que más disfruto con quienes han participado en estas clases es aquella en la que logramos dibujar, entre todos y todas al turismo como un espacio socioproductivo que está íntimamente vinculado con otros quehaceres sociales y productivos de su entorno. Hasta ahora ha sido muy interesante, ponerlos frente a la tarea de hacer que el marcador que llevo en mi mano, dibuje sobre la pizarra en blanco, trazos y relaciones entre distintos aspectos que van desde la agricultura, hasta la elaboración de lencería o muebles, y cómo éstos, a su vez, se enlazan con otras actividades productivas de nuestro país.
Sin embargo, como docente, subyace una pregunta clave para mi: ¿cómo hacer para que, demandemos capacidades y habilidades directivas, de coordinación y de organización de los ciudadanos y las ciudadanas, comprendiendo al mismo tiempo que, desde ámbitos como el de la educación, deben haber aportes directos a la formación de ciudadanos en ejercicio? Es casi una pregunta radical, pues el quehaer diario nos hace evidentes algunas carencias y desigualdades en términos de capacidades de articulación ciudadana que deben ser resueltas, así como resultan notorios los cambios que deben operarse en la forma de aproximarse, ciudadanos y ciudadanas e instituciones públicas, a los nuevos modos de expresión y atención a necesidades colectivas.
Los estudiantes que han participado en estas sesiones de clase, demuestran a su término, una comprensión algo más compleja del quehacer turístico. Aunque nos lleva a dedicar varias sesiones de trabajo, poder ubicarse no como turista sino como alguien que visualiza al turismo como un sector social vivo, finalmente en su mayoría logran asumir, incluso, una suerte de rol de corresponsabilidad en la suerte final del sector y logran visualizar cómo esa corresponsabilidad les alcanza aún siendo profesionales en formación y con independencia de su preferencia laboral por servicio turístico o características organizacionales de la empresa en la que se ubiquen finalmente.
Sin embargo, creo que queda aún mucha tarea por hacer. En tiempos de cambios de roles en los ciudadanos: de partícipes a protagonistas primero y luego a planificadores, articuladores y coresponsables de la ejecución del quehacer local, es necesario recapitular sobre las capacidades y habilidades a desarrollar como ciudadanos y ciudadanas en nuestros pares, capacidades y destrezas que asuman una formación técnica que no excluya lo social, y social que no ignore lo técnico.
Imagen tomada de: http://www.enoriente.com/canales/yvn/26702-jstblack-%E2%80%9C%C2%BFqui%C3%A9n-viene-hacer-turismo-a-nuestro-pa%C3%ADs-%E2%80%9D-(y-ii)