Roberto Atanes Torres, profesor de Estadística de la Universidad CEU San Pablo, explica en este artículo cómo de igual manera que las matemáticas son necesarias en nuestro desarrollo como civilización, «la familia lo es en nuestro desarrollo como sociedad»
Vivimos en un tiempo en el que somos testigos de cómo determinadas corrientes de pensamiento político y social tratan de soslayar, menospreciar e incluso desprestigiar valores e instituciones fundamentales de nuestra sociedad como es el caso de la familia.
Y precisamente es nuestra sociedad la que no puede, ni debe permitirse olvidar que la familia es un pilar básico de nuestra civilización, un vehículo de cohesión social cuya prevalencia nunca ha dejado de ponerse de manifiesto como un baluarte que transmite y preserva nuestros más preciados valores humanos y sociales. Pero además, ha de destacarse su papel como primer ámbito socializador del individuo, una misión trascendental que desarrolla al transmitir e infundir principios morales y éticos en conjunción con el sistema educativo en la tarea compartida de formar a los más pequeños para su integración en la sociedad.
Rescatemos de paso la noble intención de Platón al fundar la Academia de Atenas, cuyo objetivo primigenio fue formar hombres de estado basándose en el aprendizaje de la filosofía y las matemáticas, la filosofía como fundamento para la capacidad de razonamiento y valores deseables en un buen estadista, y las matemáticas como una progresión natural del ser humano que siente la necesidad de cuantificar lo que razona.
Hoy más que nunca, es necesario reivindicar esta doble vertiente, la de la educación familiar en el ámbito de los valores junto con la del aprendizaje en las escuelas y universidades en el campo del conocimiento intelectual, porque al igual que las matemáticas son milenarias, lo es la familia, de igual manera que las matemáticas son necesarias en nuestro desarrollo como civilización, la familia lo es en nuestro desarrollo como sociedad, y si las matemáticas han jugado un papel trascendental en el progreso humano, no menos importante ha sido, y sigue siendo, el papel de la familia en el pleno desarrollo de las personas.
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