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Articularse, organizarse, solidarizarse

Por:  Roberto Patiño

En el actual contexto adverso, en el que la deriva autoritaria viola los canales democráticos, es prioritario que los ciudadanos nos organicemos para la articulación de las diversas fuerzas sociales. Y este encuentro puede producirse alrededor de nuestros problemas y emergencias comunes.

Actualmente, los venezolanos vivimos la emergencia de la crisis y las consecuencias de la pandemia de COVID-19 sin el apoyo de las instituciones del Estado. Por el contrario, el régimen de Nicolás Maduro instrumentaliza la emergencia y recrudece políticas de represión, sistemas de control y propaganda, en contra del bienestar de los venezolanos.

El Estado no ejecuta medidas profilácticas efectivas ni se coordina con el resto de la sociedad para enfrentar la pandemia. El régimen ataca a los trabajadores sanitarios y médicos, criminaliza a los contagiados. El rechazo y la desconfianza popular al gobierno dificulta también la implementación efectiva de protocolos de distanciamiento social y descontaminación, en una situación que se agrava en momentos en el que aumenta el número de afectados por la enfermedad.

Ante esta falta de Estado, en el que además se han bloqueado vías democráticas y pacíficas para el cambio, resulta prioritaria la labor de los distintos grupos, redes y organizaciones civiles que en nuestro país abordan nuestras emergencias más urgentes, funcionando como bastiones de convivencia e inclusión. En estas agrupaciones se monitorea y visibilizan los problemas, y se generan acciones concretas para enfrentarlos a través de programas y emprendimientos. Emprendimientos que resultan fundamentales porque en muchos casos representan la primera -o única- ayuda que reciben los grupos más vulnerables a la emergencia.

En nuestro caso, por ejemplo, Alimenta la Solidaridad ha mantenido el funcionamiento de su red de comedores a nivel nacional, sorteando los graves problemas de hiperinflación, colapso de servicios básicos y crisis de combustibles. Situaciones que han sido enfrentadas gracias al involucramiento de madres, líderes locales, comunidades, voluntariado y aliados.

El alcance de este emprendimiento llega a más de 15.000 niños en todo el país. Durante la cuarentena, con algunos comedores funcionando con leña y comidas entregadas en bicicleta ante la falta de gasolina, se han abierto nuevos comedores en estados como Táchira y se ha continuado trabajando manteniendo los protocolos contra el COVID-19.

Un factor determinante para sostener este esfuerzo es el involucramiento directo de las comunidades en el mantenimiento de comedores. Un trabajo logrado gracias al establecimiento de relaciones de confianza con las personas de la comunidad, así como líderes locales. De igual forma, también es significativa las distintas alianzas con otras redes y organizaciones civiles, en esfuerzos que además posibilitan la reconstrucción del tejido social fragmentado por la crisis y el modelo dictatorial.

Por ello insistimos en la necesidad de enfrentar el actual estado de orfandad institucional y emergencia continuada desde la base del encuentro activo de la sociedad. Un encuentro alrededor de la solución concertada de nuestros problemas más importantes, desde la articulación, la organización y la solidaridad de los ciudadanos.

Creemos que este encuentro es vital en la generación de nuevas estrategias que deben implementarse para los escenarios que estamos viviendo de continuación de la pandemia y radicalización del modelo dictatorial del actual régimen.

robertopatino.com

Fuente: https://www.elnacional.com/opinion/articularse-organizarse-solidarizarse/

Imagen: https://www.flickr.com/photos/_gdm_/8096036127

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SEP y UAM: agenda de una remota educación

Por: Hugo Aboites

Hasta los hombres cercanos a Porfirio Díaz entendían el papel que debía jugar una universidad y, por extensión, la educación para un país en emergencia. Al crearse la primera en septiembre de 1910, Justo Sierra la dedicaba al presidente: la Universidad Nacional es vuestra obra, pero también decía que no, no será la Universidad una persona destinada a no separar los ojos del telescopio o del microscopio, aunque en torno a ella una nación se desorganice, no la sorprenderá la toma de Constantinopla, discutiendo sobre la naturaleza de la luz del Tabor ( dgb.gob.mx/libros/ dgb/ 771870_1.pdf pág. 44). En otras palabras, la universidad debía reaccionar con vigor –como centro del conocimiento–, cuando la nación lo requiriera. A Sierra, por conservador, sus propias clarividentes palabras no le sirvieron: no pudo ver el despojo y el encono que unas semanas más tarde, en noviembre, se convertiría en una rebelión armada y nacional que haría renunciar al presidente y cambiaría al país. Hoy, un siglo más tarde, la nación está paralizada, pero la temerosa conducción del sistema educativo y de la universidad pública sólo atinan a tratar de conservar el orden y el control y para que nada cambie; imponen continuar con el programa de estudios, cumplir con el calendario y, con la magia de la tecnología privada y comercial, seguir como si nada pasara.

Sin embargo, sí hay un cambio, pero es de raíz profundamente conservadora: no se abren las puertas y ventanas del país y las instituciones para fortalecer la unidad y participación de todos en torno al quehacer del conocimiento, no se establece una nueva agenda temporal y emergente de qué es lo que hay que investigar y qué conocimientos el que hay que construir con todos para llenar y fortalecer las vidas de niños, niñas, jóvenes, familias, organizaciones, comunidades, barrios y colonias. En China construyeron un hospital en un par de semanas, en México el Conacyt ya fabrica ventiladores, pero en educación se acentúa el conservadurismo y ni siquiera se nos pregunta a las y los maestros si estamos de acuerdo con la ruta de la SEP-Anuies, si tenemos propuestas alternativas (como las que brillantemente proponía ayer aquí mismo la maestra Garduño) , como las que, por las rendijas, surgen de los maestros, con los temas más importantes y los caminos para alcanzar a todos nuestros estudiantes, aun a los más pobres y desprovistos de tecnología. Nada. Y lo mismo dentro de las instituciones. En la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), por ejemplo, en estricta coincidencia con la instrucción desde la SEP y la Anuies, se cita con urgencia a sesión del Colegio Académico –órgano de conducción de la UAM– para aprobar el comienzo de la educación remota y el cambio de calendario. Sin embargo, los estudiantes resisten la prisa burocrática (aunque, dicen, ya nos pusimos de acuerdo los rectores) y demandan tiempo. A pesar de ser los más en la institución (55 mil), los estudiantes son los menos en la conducción de ese órgano (15) y las autoridades (22) tienen el control. Porque, además, los doctores (académicos) (15) la respaldan. De nada valen los argumentos estudiantiles, ni el hecho de que son ellos y ellas quienes más tienen que perder. Y, además de la insensibilidad, son víctimas de burla, de la prisa y de los votos de autoridades y académicos. Pero ya no debería ser así. Si en 1910 el Justo conservador creó la vuestra universidad con un Consejo ( Ibidem, págs. 65-66) que tenía una proporción similar de estudiantes a la que hoy existe en la UAM, en más de un siglo deberíamos haber avanzado mucho más en democracia y respeto para ellos.

Así, aprovechando estructuras conservadoras y obsoletas en la educación e instituciones, la emergencia de salud está sirviendo para acendrar el autoritarismo, aumentar las responsabilidades y cargas sin sentido a maestros y agraviar a los estudiantes. Éstos, o serán excluidos por los requisitos informáticos o quedarán sujetos al ritmo y naturaleza del trabajo que impone una tecnología privada, comercial, excluyente e inadecuada, incluso para una simple discusión, como ocurrió en Colegio: https://www.facebook.com/1279924 685429258/posts/ 2912784315476612/ . Se fortalecen, además, los rasgos de insensibilidad de la autoridad central: no sólo el desdén por la demanda estudiantil, también la negativa a mantenerles el salario a todos los académicos temporales. Y con eso hacen crujir la estructura; a tal punto que, inédito, autoridades menores sólo en jerarquía hoy organizan colecta para apoyar a los académicos sin sueldo. En suma, la educación remota es precisamente eso, lejana y vertical, propiciatoria de un confortable poder central y del olvido de lo que ven estudiantes nuestros. Habla la ex alumna, doctora Ávila, investigadora: https://m.facebook.com/ story.php? story_fbid=23595820764501 2&id=100036925031554 . Sí, mucho más cómodo seguir mirando al Monte Tabor.

*UAM-Xochimilco

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/25/opinion/019a1pol
Imagen: mohamed Hassan en Pixabay
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Democracia y dictadura

Por: Miguel Guerrero

Las dictaduras y los gobiernos autoritarios son más fáciles de sostener que una democracia auténtica. Sólo necesitan valerse de la fuerza y de la intimidación para mantenerse y luego el miedo los hace una costumbre. Esa ha sido la historia siempre. La hemos vivido una y otra vez en esta nación, en la que sus fundadores, los que se entregaron a la causa de la redención del pueblo dominicano, terminaron en el cadalso o murieron en medio de una pobreza atroz en el exilio, olvidados de aquellos que habían contraído con ellos una deuda de gratitud impagable.

La democracia, en cambio, requiere de una construcción basada en la tolerancia y la paciencia. No se edifica de un tirón como las dictaduras. Es una cultura. Los gobernantes democráticos están obligados por las constituciones y las leyes y están moral y legalmente forzados a respetarlas y hacerlas cumplir, por encima de sus simpatías y compromisos personales o de logias.

La dictadura y el autoritarismo son monolíticos. Tienen una sola finalidad y se alcanzan por el sometimiento. La democracia exige comprensión y en ella los gobiernos están sometidos a la autoridad del pueblo, al que deben servir. En la dictadura la fuerza se ejerce para doblegar voluntades y erigir fortunas ilícitas y famas tan frágiles como efímeras. En la democracia el legado es moral y permanente. No se mide en función de obras materiales que casi siempre tienden a acelerar perversos e ilegítimos procesos de acumulación. Se la estima en la medida en que construye el futuro en un clima de respeto y convivencia.

La dictadura adquiere modalidades adaptables al tiempo y las circunstancias y suele ser engañosa vistiéndose con un ropaje de mentiras y simulación. La democracia es auténtica e indivisible. No se practica a medias. El gobernante autoritario acumula poderes para provecho propio. El demócrata trabaja para preservar los derechos de sus compatriotas.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8806210-democracia-y-dictadura-2/

Imagen: https://pixabay.com/vectors/demonstration-show-me-demonstrate-2137450/

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Critical Pedagogy in the Age of Authoritarianism: Challenges and Possibilities (Pedagogía Crítica en la Era del Autoritarismo: Desafíos y Posibilidades)

Por:  Henry A. Giroux

Abstract: The discourse of authoritarianism and the echoes of a fascist past resurface. In this context, higher education, beyond favoring practices of freedom, has become an instrumentalized institution in order to reproduce and legitimize dynamics of domination. This article questions this reactionary form of educational and pedagogical action, particularly in its neoliberal version. At the same time, it explores how education can provide the theoretical and practical foundations to rethink its own purpose, together with the very nature of politics. In this sense, this article proposes that education and politics are completely inseparable dimensions.

Keywords: critical pedagogy, authoritarianism, fascist policies, public intellectuals, willful ignorance, political pedagogy.

Resumen: El discurso del autoritarismo y los ecos de un pasado fascista vuelven a resurgir. En este contexto, la educación superior, más allá de favorecer prácticas de libertad, se ha transformado en una institución instrumentalizada en pos de reproducir y legitimar dinámicas de dominación. Este artículo cuestiona esta forma reaccionaria de la acción educativa y pedagógica, particularmente en su versión neoliberal. A la vez, explora cómo la educación puede proveer de los fundamentos teóricos y prácticos para repensar su propio propósito, junto a la naturaleza misma de la política. En este sentido, se plantea que la educación y la política son dimensiones completamente inseparables.

Palabras claves: pedagogía crítica, autoritarismo, políticas fascistas, intelectuales públicos, ignorancia voluntariosa, pedagogía política.

Descarga en el siguiente link: art102_english_version

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El Tren Maya: la colonización del tiempo y del espacio

Por: Javier Caballero Galván

En México, la crisis de la verdad, se acentúa a partir de que un gobierno electo democráticamente, se monta en la estructura corporativa y clientelar que le antecedió.

“Si las experiencias espaciales y temporales son los vehículos fundamentales para la codificación y reproducción de las relaciones sociales, un cambio en la forma en que se representan las primeras generará, sin duda, algún tipo de transformación en las segundas.” (Harvey, 2012:274)

Sin duda, el debate sobre la pertinencia del megaproyecto denominado “Tren Maya”, ha suscitado posturas políticas e ideológicas que en el fondo resumen perfectamente bien la crisis del pensamiento moderno; asistimos al resquebrajamiento del paradigma de verdad que le daba certidumbre y sentido no sólo al concepto de Estado-nación, sino al conjunto del proyecto civilizatorio que la modernidad capitalista ha construido.

La vigencia y pertinencia de este paradigma es en el fondo el quid de la disertación que tiene cuando menos dos posturas: aquella que pretende mantenerlo inmaculado, esto es, la verdad como algo absoluto y definitivo; y aquella que pretende diversificarla y/o fragmentarla. En la primera postura podemos colocar con facilidad a todos aquellos sectores que aún creen en la permanencia de la modernidad y en la pertinencia de su proyecto. En la segunda, nos colocamos los que creemos que es posible crear otro proyecto civilizatorio que no tenga como eje, un concepto tan susceptible de caer en manos del autoritarismo.

La verdad es heredera del dogma de fe, pero a diferencia de este, siempre se renueva y nunca es definitiva. Es por ello que si en un principio funcionó como cimiento justificador del proyecto moderno, su inútil intento de acaparamiento y contención en un mundo cada vez más conectado terminó por resquebrajarse. No infiero que las horas de la verdad están contadas, sino que su supremacía como paradigma efectivamente llega a su fin. Por el momento vivimos un periodo de transición, en el que coexisten los dos marcos de sentido desde los que se interpreta y produce toda la realidad; desde luego la verdad continúa ejerciendo su dominio justo porque el andamiaje que el Estado ha construido en torno a este es por demás potente. Recordemos que la verdad no puede existir si no existe una instancia de poder que la soporte, que le de legitimidad y en consecuencia, que la haga valer ante la verdad del sujeto aislado. Es por ello que la verdad y el Estado se hallan inexorablemente entrelazados, y podemos afirmar que uno sin el otro no podrían existir.

Este binomio comenzó a tensarse, cuando en los años sesenta se cuestionó la discrepancia teórico-práctica del Estado: se suponía que este cumpliría los ideales de la revolución francesa y no podía promover la desigualdad, la exclusión y la represión, pero en la práctica se mostraba todo lo contrario. El Estado -se descubrió- era un instrumento básico de la sociedad industrial y de la oligarquía que la dominaba. En efecto, la verdad mostró su debilidad1, y al ir perdiendo el aval que ratificaba su poder y presencia, su pertinencia fue cuestionada. ¿Cómo era posible que la verdad únicamente la tuvieran los grupos adosados al poder político y económico? ¿Era la verdad el rostro más oscuro del mundo académico? ¿En qué momento la vida cotidiana había dejado de ser fuente primaria de verdad?

En gran medida, el debate que el “Tren Maya” ha suscitado entre algunos sectores de la sociedad mexicana, está enmarcado por este contexto, y al final no deja de ser un enfrentamiento entre los partidarixs de la verdad y aquellxs que quieren relativizarla. Y es que se trata de un proyecto que pretende implementarse bajo el paradigma incuestionable del desarrollo y el progreso de la región, a pesar de que esté demostrado que ello no es posible mientras que el modo de producción capitalista se mantenga vigente. Para la 4T -con todo y  su pensamiento progresista, que es en realidad heredero de todo el pensamiento moderno capitalista-, lo que le hace falta a este país es más Estado, más progreso y más desarrollo; borrar la diferencia entre sus miembros para que todxs tengamos acceso a una vida más cercana a la que se experimenta en los países “desarrollados”. Así que quienes se opongan a ello serán inmediatamente clasificados como negacionistas2 o como enemigos del desarrollo y el bienestar. Una actitud típicamente colonialista que no puede entender que existen muchas formas de desarrollarse y de crecer sin afiliarse a la idea que desde el Estado se percibe como verdadera.

No obstante, esta verdad en apariencia  indestructible, ya no opera con total libertad. Hoy se enfrenta a un adversario potente -aunque no siempre bien estructurado- que lo critica frontalmente con la clara intención de desarticular ese universalismo colonial que se arraiga en el Estado. Cada vez son más los pueblos y comunidades que se suman a esta forma de entender la vida social, porque se trata de una forma que acredita los valores, creencias y prácticas de su día a día, y que les permite llegar a su propio empoderamiento. La verdad oficial se resquebraja y requiere de medidas cada vez más represivas para intentar controlar lo poco que les queda de legitimidad.

No obstante su evidente desgaste, la verdad siempre ha sido un potente instrumento de colonización. Con la verdad en la mano, se pueden destruir formas culturales y saberes ancestrales, se puede dominar a sectores importantes de la población y deslegitimar formas de vida. Sin duda, la verdad del tiempo y el espacio que ha operado e impuesto el Estado liberal y neoliberal, es la plataforma del “progreso” que aún sigue siendo el dogma del proyecto civilizatorio latinoamericano.

En México, la crisis de la verdad, se acentúa a partir de que un gobierno electo democráticamente, se monta en la estructura corporativa y clientelar que le antecedió. Ello despierta  dudas sobre si el cambio prometido será posible, y sobre todo, si en realidad se comprenden las implicaciones profundas de mantener intacta esa estructura. A un año de gobierno, se insiste en que es posible mejorar usando el mismo instrumento, esto es, el progreso, al modernidad y ahora sí, la verdad. Ello paradójicamente, ha producido una duda legítima.

Este argumento es en el fondo el mismo que están utilizando algunos analistas, para justificar la pertinencia de un proyecto que promete la llegada de la modernidad al sureste mexicano; nos dicen que el tren por sí mismo no es neoliberal ni capitalista, sino que depende del uso que se le dé. Y puesto que el gobierno en turno es progresista, el tren así lo será (de verdad). Pero esta idea ignora que el tren se produjo en un contexto de compresión espacio-temporal que tenía como objetivo la movilidad de la mercancía y de la fuerza de trabajo, un requerimiento indispensable en el ciclo del capital. En efecto no podemos soslayar que un tren es un medio de transporte que modifica la percepción del tiempo y del espacio en función de su velocidad de desplazamiento. El mundo es uno cuando la movilidad se da a 3 km/hr y otro muy distinto cuando el desplazamiento es a 180 km/hr. Es imposible decir en este caso que la realidad se mantiene exactamente igual y que no existe ideología adosada a ello.

Pensemos que si se viaja a una gran velocidad entre un punto A y un punto B, la línea recta que se establece en el espacio a partir de ello, no sólo contribuye a acelerar el proceso de producción y consumo, se trata además, de una línea que genera en automático una frontera virtual que divide, marca y organiza el territorio. No por nada el urbanismo y la arquitectura la han utilizado para planificar y ordenar el espacio moderno, para cuantificar y hacer de este una mercancía. Si la velocidad se mira inocua y no ideológica es porque no se ha comprendido que el tiempo y el espacio son productos culturales y políticos, y no magnitudes universales. Recordemos que este binomio es -como dirá Bourdieu- una estructura estructurada estructurante que configura a la misma realidad. Se trata pues de una estructura que filtra lo que percibimos, vivimos y experimentamos para hacerlo parte de nuestro sentido común. De ahí su fuerza y su enorme poder de influencia, justo porque se aloja, valga la metáfora, en la córnea misma.

Afortunadamente, en esta geografía, el espacio y el tiempo han sido entendidos de otras formas y conforman una realidad muy distinta. Para muchas etnias estas nociones yacen ancladas a la idea de territorio -una herencia del altépetl3) que continúa permeando en muchas de las comunidades originarias- y que contiene en sí mismo el estrecho lazo que se tiende entre la sociedad política, los antepasados y las deidades. Con ello, fácilmente puede inferirse que se trata de una idea social en la que el tiempo y el espacio están presentes sin necesariamente ser nombrados; pero el Estado moderno, piensa que su versión cientificista es definitiva y absoluta, y que la verdad está de su lado; tiene la certeza de que si el espacio se comprime y el tiempo se acelera, la gente tendrá una mejor calidad de vida. No quiere -y no puede- aceptar que pueden existir variantes culturales que no siempre caminan armónicamente con su versión “oficializada” amparada por el séquito de intelectuales a su servicio.

En este sentido, el megaproyecto, con seguridad no traerá el “desarrollo” que se desea en la región porque se trata de un antagonismo mal comprendido4. Tal vez habría que comenzar por escuchar a los pueblos, no a través de una encuesta o de un censo que los utiliza para votar por un proyecto que supuestamente lxs beneficiará pero que no fue ideado por ellos, sino a través de un diálogo profundo en el que estos expongan su forma de comprender el mundo, sus horizontes y sentidos. Así que un proyecto concebido en las oficinas de los “especialistas” -un sector que piensa en la compresión espacio-temporal como la única vía al desarrollo- no puede ser otra cosa que un tapabocas que impone su propia verdad; un acto de colonización que intenta seguir reproduciendo la noción unívoca del tiempo y el espacio que ha construido la modernidad capitalista, en detrimento de los pueblos que han sido absorbidos -que no abandonados- por el Estado, y mantenidos en la completa marginación.

Referencias

Harvey, David (2012) La condición de la Posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Barcelona: Amorrortu Editores

Navarrete, Federico (2020), El Altépetl, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/765/744. Visto el 06/03/2020

Notas

1. Durante los años sesenta, las mentiras del gobierno norteamericano que intentaban ocultar lo que estaba ocurriendo en Vietnam, fueron puestas sobre la mesa para mostrar que en efecto, el gobierno era capaz de engañar a su pueblo (algo inaudito para el americano promedio). Lo mismo ocurrió con la matanza de los estudiantes en Tlatelolco. La verdad, se entendió, era en realidad una máscara que tenían aquellos que podían pagarla.
2. En un artículo de opinión publicado por el periodico mexicano La Jornada https://bit.ly/3aCEcmL, el actual secretario de mediambiente, Victor Toledo, llamó negacionistas a todxs aquellxs que difieren del megaproyecto del Tren Maya, bajo el argumento de que niegan por el simple hecho de negar, los beneficios de la modernidad
3. En el mundo mesoamericano previo a la invasión española, el altépetl componía la unidad política más importante, pues se trataba de una entidad independiente con capital, territorio y gobernante propio. “Cada altépetl era como un país independiente, pues no sólo tenía su propio gobierno, sino también su propia identidad cultural y étnica que lo distinguía de sus vecinos. Tenían también su propia historia que contaba la manera en que fue fundado y la manera en que mantuvo su independencia, aun si tuvo que aceptar la dominación de un altépetl más poderoso. Cada altépetl tenía, además, su dios patrono, es decir, una deidad que lo protegía y que lo representaba, como hacen los santos patronos de los pueblos en la actualidad. Por estas razones, el gobernante de cada altépetl velaba antes que nada por su propio poder y por el bienestar de su pueblo, sin preocuparse por el destino de los otros altépetl.” (Navarrete, 2020
4. El entusiasmo que muchas comunidades han mostrado por la construcción del tren, no implica por fuerza que se esté de acuerdo en la concepción espacio-temporal del Estado; mucho menos en la forma en que este organiza y distribuye el territorio. En todo caso, sería necesario revisar el sentido de la interpretación que los pueblos hacen de este proyecto.
Fuente e imagen:  https://iberoamericasocial.com/el-tren-maya-la-colonizacion-del-tiempo-y-del-espacio/
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De la razón pura a la pura sin razón

Por: Javier Tolcachier

El avance de las corrientes retrógradas es evidente. Y alcanza, como casi todo en la actualidad, ribetes mundiales.

El autoritarismo, la discriminación, la persecución política, la censura periodística, la violencia económica, el terror religioso, el armamentismo, la represión, el golpismo, han recobrado impulso poniendo en peligro a la humanidad.

Más allá de la repugnancia que suscita y la amenaza que significa, el rebrote de fanatismo conservador constituye el claro indicador de una coyuntura de declive histórico.

Se trata de fenómenos híbridos que combinan distintas dosis de fundamentalismo confesional y nacionalismos supremacistas. Una combinación agresiva que rechaza el diálogo o la argumentación, esgrimiendo postulados irracionales.

Más allá de la conspiración y la imposición violenta, estas corrientes concitan la adhesión de amplios conjuntos humanos. ¿Son tendencias indetenibles o una señal de profundización de decadencia sistémica? ¿Hay modos de refutar el caos, la confrontación y destrucción a la que conducen?

Es indudable que esta manifestación no es monocausal y responde a diversos factores. ¿Cuáles son las claves para entender el fenómeno?

Guerras intrareligiosas y ciclo racional

Ante todo, debe consignarse el marco metahistórico. Los siglos XVI y XVII marcaron en Occidente el fin de más de un milenio de absolutismo imperial católico. Por una parte la apertura crítica a una nueva visión del mundo que significó el Humanismo del Renacimiento y por otra, la severa crítica formulada por Lutero y otros referentes del protestantismo, resquebrajaron la potestad de la Iglesia Católica sobre los asuntos eternos y terrenos.

Con la Reforma (1517-55) y el cisma anglicano (1534) la esfera de influencia del  imperio católico romano sufrió un nuevo quiebre, luego del propinado por la separación de la iglesia oriental, en adelante ortodoxa, ocurrido a mediados del siglo XI.

Ante esto y el avance de la corriente humanista que desembocó en el triunfo del racionalismo en el siglo XVI, la iglesia romana organizó como respuesta el Concilio de Trento, que sesionó durante casi veinte años (1545-63).

El objetivo del concilio fue la fijación de las normas de la ortodoxia y el disciplinamiento de la hueste cristiana, desestabilizada por su propia decadencia, la fuga de almas y la consecuente pérdida de influencia política y económica. De importancia es señalar en este contexto la creación de la Compañía de Jesús fundada por el capitán Ignacio de Loyola en 1540. Ésta, de férreo voto de lealtad al Papa, sirvió en adelante como una de las principales espadas de la Contrarreforma católica, ocupando espacios preeminentes en el Colegio Romano pero también en la pretensión de expandir la fe única e influir políticamente en las regiones colonizadas.

La formación de estas dos grandes sectas cristianas en Occidente y la redistribución del poder político en Europa fue todo menos pacífico. A partir de entonces se desató una mortífera guerra religiosa, cuyo armisticio formal ocurrió con la Paz de Westfalia (1648) pero cuya rivalidad dura hasta nuestros días. La elección del jesuita argentino Jorge Bergoglio como máxima autoridad de la iglesia católica, habla a las claras del intento de defender a la grey latinoamericana – que representa aproximadamente el 40% de los fieles del catolicismo en el mundo – del embate de las iglesias neopentecostales en la región.

Al mismo tiempo, el ciclo inaugurado por Descartes, Bacon, Copérnico, y tantos otros, los que erigieran a la Diosa Razón en el altar parece debilitarse luego de cuatro siglos de desarrollo. La consolidación de esquemas positivistas y materialistas que posibilitaron un salto científico y tecnológico exponencial, no ha logrado dar respuesta cabal a las necesidades espirituales y existenciales del ser humano, ni siquiera permitir una redistribución equitativa del bienestar, por lo que el clamor por un cambio de paradigmas se hace oír mundialmente. La pregunta por el Sentido de la Vida vuelve a reclamar su justo lugar.

Armamento para moldear conciencias

La Democracia Cristiana como corriente política fue impulsada en Europa y América para contrarrestar el avance de las ideas anarquistas y socialistas en la capa obrera. A la idea de revolución, la doctrina social de la iglesia opuso la idea de concertación. Luego de la segunda guerra mundial, muchos jóvenes cristianos, como parte de la rebelión generacional de los años 60’, conmovidos por la tremenda desigualdad y miseria reinante en el continente, alentados por el triunfo de la revolución cubana, y disconformes con la hipocresía de las clases dominantes en alianza con los sectores católicos conservadores, adhirieron a proclamas revolucionarias.

Al mismo tiempo, luego de la conformación, en la misma década, de Comunidades Eclesiales de Base, la realización del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, tomó fuerza la corriente de la Teología de la Liberación, que promovía en su interpretación la opción preferencial por los pobres y la necesidad de liberación económica, social, política e ideológica como parte inescindible del concepto de salvación cristiana.

De este modo, una vertiente del catolicismo, más allá de su tradición conservadora, apareció por la época como posible fuente de rebeldía frente al injusto mundo establecido. El entonces vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, calificó en el informe de 1969 a Richardo Nixon, a la iglesia mayoritaria de “aliado no seguro”, por ser un “centro peligroso de revolución potencial.”

Poco después, ya en la era Reagan, los Documentos de Santa Fé, concretaron propuestas para establecer una guerra cultural, teniendo como uno de los principales antagonistas a la Teología de la Liberación, “una doctrina política disfrazada como una creencia religiosa”.[1]

Desde ese momento, signado por la victoria de la Revolución Sandinista – con decisivo apoyo de destacados adherentes de la Teología de la Liberación – y los alzamientos insurgentes en Guatemala y El Salvador –entre muchos eventos concomitantes en otros puntos de la región- el gobierno estadounidense establecería una serie de programas destinados a financiar la expansión de los credos evangelistas en América Latina.

Con éxito, debe señalarse. Según el informe del Pew Research Center “Religión en América Latina, Cambio generalizado en una región históricamente católica” (2014) el 19% de la población de la región se declara adherente a la fé evangélica – en cualquiera de sus múltiples denominaciones, mientras que la pertenencia al catolicismo bajó de un 94% (1950) a un 69%. Como ejemplo significativo de la penetración religiosa, en los tres países centroamericanos mencionados antes  –El Salvador, Guatemala y Nicaragua–“aproximadamente cuatro de cada diez adultos se describen a sí mismos como protestantes.”

La quiebra social del capitalismo

El capitalismo ha fallado en su promesa principal. Lejos de generar un bienestar generalizado a partir de la propiedad privada y la libre competencia, la pobreza, el hambre, la desigualdad y la concentración monopólica se han agigantado a límites intolerables.

Miles de millones de personas se encuentran por debajo o apenas por encima de la línea de la indigencia. La práctica neoliberal ha cortado a su vez las débiles líneas de apoyo y sustentación social desde el Estado, haciendo de éste una maquinaria de endeudamiento, despojo y represión.

En este panorama de abandono y exclusión, las iglesias neopentecostales, difusoras de la “teología de la prosperidad”, han servido como fundamento teórico del cuentapropismo de subsistencia. El servicio brindado al individualismo con esta correntada de emprendedores de la pobreza es evidente.

Al mismo tiempo, las iglesias en sí representan una enorme oportunidad de negocios. Los pastores que encabezan algunas de las principales agrupaciones son propietarios o principales accionistas de fuertes grupos económicos con amplia incidencia mediática y creciente influencia política.

El vértigo de la incertidumbre

Los cambios suscitados en las últimas décadas por la aceleración tecnológica han mudado el paisaje externo por completo. Usos, costumbres y dinámicas de la vida social han sufrido variaciones prácticamente totales. Esto ha producido en vastos conjuntos una poderosa sensación de extrañeza. La incerteza acerca del futuro es hoy la única certeza, lo que produce una fuerte sensación interna de inseguridad.

En este mar embravecido, los credos salvacionistas aparecen con su fijeza y su inmovilismo como mástiles firmes. La ilusión de “volver atrás”, a atuendos, rituales y reglas perimidas, ofrecen el atractivo de reavivar viejos paisajes conocidos. En sentido figurado, es como introducirse en un escenario cinematográfico armado para revivir décadas anteriores.

Algo similar sucede con la inestabilidad que genera la espectacular posibilidad de la conexión entre las distintas culturas que habitan el planeta. Donde los espíritus humanistas ven la riqueza de la diversidad, el temor ancestral de algunas culturas – fomentado intencionalmente por figuras inescrupulosas de la derecha – hace ver acechanzas y peligros. En ese pantano de exclusión, incertidumbre y diferencias abrevan los nacionalismos a ultranza.

La ruptura del tejido social

Como consecuencia del individualismo impulsado por el neoliberalismo y la progresiva pérdida de cohesión por el desgaste de antiguos valores, se ha producido una ruptura severa del tejido social. Como ya señalara Silo hace ya más de dos décadas “los compañeros de trabajo, de estudio, de deporte, y las amistades de otras épocas toman el carácter de competidores; los miembros de la pareja luchan por el dominio, calculando desde el comienzo de esa relación cómo será la cuota de beneficio al mantenerse unidos, o cómo será la cuota al separarse. Nunca antes el mundo estuvo tan comunicado, sin embargo los individuos padecen cada día más una angustiosa incomunicación. Nunca los centros urbanos estuvieron más poblados, sin embargo la gente habla de “soledad”. [2]

En este clima de abandono y fracaso viven millones de personas, clamando por ámbitos amables que los acojan y ayuden a sentirse reconocidos y parte de una comunidad. Queda a las claras cómo la oferta evangélica conecta directamente con esa necesidad, mitigando el desamparo y el aislamiento.

La degradación ética o la propagación sin ética

Los medios hegemónicos de difusión muestran por doquier muerte, violencia, corrupción. En una proyección de su propio vacío moral, estos propagadores de sinsentido, producen desaliento colectivo, opacando, ocultando o tergiversando las acciones humanas solidarias, el afecto y empeño que millones de seres humanos ponen en sus quehaceres de construcción cotidiana.

Por supuesto que existe el delito, la defraudación, la malevolencia. Sólo que la proporción no es la que muestran las cadenas monopólicas. La sensación generalizada por esta propagación sin ética, es que se vive un caos moral de dimensiones apocalípticas. De este malestar se aprovechan predicadores entrenados para amonestar el estado social pecaminoso y anunciar su camino de supuesta redención. El mito de Sodoma y Gomorra cobra vida en encendidos discursos y, como en feria de pueblo, se vende la panacea bíblica como poción eficaz para la restitución moral.

La reacción a la imposición cultural

Después de la guerra de mediados de siglo XX, los pueblos lograron producir una importante oleada de autodeterminación. Como había ocurrido en América en el siglo anterior, despertaron a la independencia numerosas naciones de Asia y África hasta entonces sojuzgadas por el yugo colonial.

Al mismo tiempo, el bloque socialista y el Movimiento de los No Alineados presentaron una barrera efectiva a las pretensiones de dominación unipolar de la alianza atlántica de Estados Unidos y las ex potencias imperiales europeas.

El bloque occidental respondió a aquel brote emancipador, con la estrategia de recolonización mundial denominada “globalización”, que intentó implantar cánones civilizatorios, valoraciones y hábitos de consumo adaptados a las necesidades de dominio económico y cultural del imperialismo.

En reacción a esta imposición brutal, los pueblos buscan refugio en el nacionalismo. Nacionalismo que, al igual que ya sucedió en la anterior crisis económica mundial, es manipulado por las oligarquías establecidas, para culpar al extranjero y no al poder imperial de la situación.

De este modo, la xenofobia se expande como vía catártica a un sistema sin salida, derivando hacia racismos explícitos o encubiertos, dividiendo a los sectores que padecen circunstancias similares, en base a orígenes culturales diferentes.

Al mismo tiempo, la autoafirmación étnica provee un sentido de identificación y comunidad que también actúa como placebo ante la disolución de lazos interpersonales y colectivos. El acendrado resurgir nacionalista es una justificada rebelión contra la irracionalidad de pretender un mundo al antojo y medida del poder imperial, como también el intento de recuperar identidad propia y sentidos cohesores en un mundo crecientemente mixto y plural, vertiginoso y sin rumbo manifiesto.

Con la proa al futuro 

Como ya ha sucedido antes en la historia, las antesalas de un nuevo tiempo traen consigo  reflujos de tiempos perdidos. El Renacimiento Humanista, por ejemplo, que logró una verdadera revolución del espíritu humano, comenzó revalorizando motivos griegos y romanos que habían sido sepultados o apropiados por el nuevo imperio católico.

Sin embargo, ningún mundo nuevo se ha construido sobre la base de valores desgastados. Las mujeres y los jóvenes protagonistas de las actuales revoluciones serán también los gestores de los paradigmas que ya asoman en una renovada sensibilidad cargada de horizontalidad, autonomía, irreverencia, alegría, desparpajo y creatividad.

Ante esta revolución mundial, las anticuadas estructuras crujen y los pregones del retroceso emiten su chillido gutural.

¿Cuál será el modo de neutralizar la obcecación de la barbarie? Comprender el fenómeno en su raíz es, sin duda, el primer paso.

[1] Extraido de “Recolonización o Dependencia”, Calloni, S. y Ducrot V. E.

[2] Silo. Cartas a mis amigos. http://silo.net/es/collected_works/letters_to_my_friends

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/de-la-razon-pura-a-la-pura-sinrazon/

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Libro(PDF): «Socialismo, Autoritarismo y Democracia»

Reseña: CLACSO

Las vicisitudes de la construcción democrática en América Latina, los nuevos retos de la democracia en Europa y el peso de la tradición histórica en la política latinoamericana son analizados en este libro por un distinguido grupo de sociólogos, politólogos e historiadores latinoamericanos y franceses. El resultado es un enfoque realista y novedoso acerca de las posibilidades de la democracia latinoamericana, así como de sus más tenaces obstáculos.

Autores (as):

Fernando Calderón Gutiérrez. [Compilador]

José Aricó. François Furet. François-Xavier Guerra. José Arthur Gianotti. Norbert Lechner. Pierre Rosanvallon. Mario R. dos Santos. Alain Touraine. Fernando Calderón Gutiérrez. [Autores de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO , IEP.

Año de publicación: 1989

País (es): Perú

Idioma: Español.

ISBN: 000

Descarga: Socialismo, Autoritarismo y Democracia

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=408&pageNum_rs_libros=127&totalRows_rs_libros=1362

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